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VENEZOLANA
DEL SIGLO XX
2. EVOLUCIÓN.
El Siglo XIX fue una etapa negativa para el país desde el punto de vista
económico. Actividades comerciales e industrias que tardaron 100 ó 200 años en
consolidarse, desaparecieron en los torbellinos de las guerras de independencia y de
los caudillos militares. La población es diezmada por la violencia y las endemias. La
salud es precaria y no existió asistencia médica como política nacional propiamente
dicha. La recluta obligatoria y el huir de las montoneras terminan por arruinar el campo.
Las estadísticas sombrías reflejan un país colocado en el último lugar entre los países
de América Latina (RANGEL, 1998).
Uno de los hechos más importantes del Siglo XIX fueron las políticas y
procedimientos económicos implementados por Santos Michelena, conjuntamente con
un equipo de hombres cultos y bien preparados, quienes entre 1830 y 1850 lograron
recuperar la derruida economía de la Venezuela que sobrevivió a la guerra de
independencia (PINO ITURRIETA, 1999). Se pudo reconstruir un sistema financiero
que reactivó el crédito para elevar la producción, crear empleo y ordenar la economía.
Sin embargo, la falta de una estructura económica sólida, la coyuntura financiera
internacional y la carencia de verdaderos empresarios dio paso a la reacción del
caudillo militar José Tadeo Monagas, quien optó por proteger a los terratenientes,
asumió las deudas de los empresarios y las transformó en deuda pública externa.
Estas medidas terminaron por empobrecer más al país y no impidió la guerra civil,
apenas la retrasó (FIERRO BUSTILLOS, 1978).
Venezuela entra al nuevo siglo con un bando vencedor y Gómez, como jefe
triunfante, va liquidando política y militarmente a sus opositores y a sus aliados y
prepara, sin saberlo, la escena para el advenimiento del fenómeno económico más
importante de nuestra vida como nación: el petróleo.
Las razones esgrimidas para este exagerado tamaño del sector público, ayer y
ahora, son las innumerables responsabilidades que el gobierno asume, muy por
encima de lo que la razón y la experiencia, demostrada en otras economías,
recoge. En vez de concentrarse en las labores de educación, salud,
infraestructura, seguridad y resguardo de fronteras, el gobierno ha mantenido
funciones y empresas de muy diversa índole, administradas con mucho
despilfarro, sin eficiencia ni justificación. Durante el Siglo XX, el papel
preeminente del aparato gubernamental ha pesado demasiado sobre la
economía en su conjunto y ha sido responsable de las enormes desigualdades
que este fenómeno provoca sobre la sociedad venezolana.
Podría elaborarse una larga lista de los cambios ocurridos en los sectores
económicos y sus agentes pero, en el fondo, prevalecerá un análisis similar al
esbozado para esta lista corta: ineficiencia, improductividad, alta dependencia
gubernamental, poca capacidad económica de autonomía fiscal y una rotunda
falta de competitividad.
Durante todo el siglo fueron las variables exógenas a Venezuela las que
determinaron tanto los volúmenes como los precios en un mercado globalizado. Es
importante señalar que durante más de 20 años los precios del petróleo, valorados
exageradamente bajos, por razones más políticas que económicas, sirvieron de base a
la recuperación de la economía mundial después de la Segunda Guerra Mundial.
Desde los años 70, se constata que el sector Gobierno no pudo proveer
servicios públicos eficientes. Por el contrario, cada día se profundiza el deterioro y su
calidad no puede ser más mediocre.
El país está pagando un alto precio por los errores cometidos. Para 1998 se
cancelaron 5,3 puntos del PIB en cancelar deuda pública, incluidos los TEM, cifra
equivalente a los gastos consolidados de del MSAS, IPASME, IVSS, Programas
Sociales del MF, más lo que el país gasta en educación preescolar, básica y
diversificada y el gasto de seguridad ciudadana, orden público y administración de
justicia.
Cuando los precios del petróleo han estado bajos, la situación deficitaria fiscal
del país solo pudo financiarse con más endeudamiento público o con inflación. Ambos
caminos han demostrado su ineficiencia y generaron mucha precariedad para la
población y enormes dificultades para las empresas.
Los grandes cambios en los precios relativos de los hidrocarburos, sobre todo a
partir de los años 70, en los mercados mundiales afectaron los ingresos fiscales de
Venezuela y provocaron una marcada inestabilidad y volatilidad, que evidencia una
suma vulnerabilidad de la economía. En consecuencia, la política fiscal y monetaria, el
tipo de cambio y la propensión a invertir se convierten en un dilema fundamental que el
país debe tratar de comprender y controlar para aminorar sus efectos perversos. De allí
surgió la necesidad (HAUSMANN, 1990) de la creación de un Fondo de Estabilización
Macroeconómica. Este fondo es una reserva para el país y sirve de amortiguación a los
denominados “shock externos” de precios. Sin embargo, pese a su evidente necesidad,
sólo vino a establecerse formalmente en 1999 con, a mi juicio, al menos 30 años de
retraso.
Este error de la élites venezolanas está en línea con lo que ha sido el verdadero
problema de la comprensión económica del petróleo. Durante todo el siglo los
gobiernos y los sectores dirigentes de la sociedad han creado una “mitología” del
petróleo que se resume en los siguientes criterios:
1) El petróleo no es producto del esfuerzo ni del trabajo de los venezolanos.
5. PERSPECTIVAS.
Pienso que los diagnósticos están hechos, no cabe justificación para más
políticas económicas erráticas, en el ámbito cambiario, fiscal y monetario. Se debe
revertir la tendencia de 20 años sin inversión. Hay que avanzar con más audacia en
reducir un Estado sobredimensionado y resolver el problema de la rigidez e
ineficiencia del gasto público.
Por supuesto, todo proceso de crecimiento implica un factor de confianza que
algunos partidarios del último gobierno del siglo se han encargado de minar con
declaraciones y anuncios fundamentalistas y contradictorios.
estimule la inversión,
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