Sie sind auf Seite 1von 15

Ejecución de

la pena

Derecho
Procesal III
(Procesal
Penal)

1
A continuación, desarrollaremos el cumplimiento de la pena efectiva por parte del condenado
y el tratamiento que se le dispensa con el fin de lograr su resocialización. Es decir, el
tratamiento que se lleva adelante para que, cuando el condenado vuelva a la sociedad, no
reincida en el delito.

I) Ejecución de la pena1

Sumario
a) Concepto
b) Naturaleza
c) Presupuestos

a) Dentro del procedimiento integral, la fase ejecutiva se presenta como el momento de


obrar la jurisdicción, es decir, el momento en que debe hacerse efectiva la decisión tomada
por el tribunal.

Algunos autores sostienen que “la ejecución penal es el procedimiento dirigido a


efectivizar, hasta su agotamiento, el cumplimiento de la condena o la sanción impuesta en la
sentencia que puso fin al trámite cognoscitivo”. De esta manera, l a fase de ejecución
c a p t a solamente las sentencias de condena o en las que se impone alguna medida de
seguridad o sanción2.

Sin embargo, en la actualidad se sostiene que la fase ejecutiva abarca todo tipo de
sentencia, tanto la absolutoria como la condenatoria, incluyendo las de sobreseimiento.
Así, el artículo 503 del Código Procesal Penal de Córdoba (en adelante CPP) sostiene que
“cuando la sentencia sea absolutoria, el tribunal dispondrá inmediatamente l a libertad
del imputado que estuviera preso y la cesación de las restricciones cautelares impuestas,
aunque aquella fuera recurrible”.

Realizadas estas observaciones, siguiendo a Manuel Ayán, se puede definir


provisionalmente a la ejecución como “el momento procesal constituido por el conjunto
de actos necesarios para la efectiva aplicación de todas las providencias, p e n a l e s y
civiles, contenidas en la sentencia” (Ayán, 1998, p. 19). Además, cabe señalar que en la
ejecución se involucra la modificación de la sentencia originaria cuando se ha producido un
cambio más beneficioso en la ley penal (Cafferata Nores, 2003).

1
Este apartado se desarrolló en base al trabajo “Ejecución penal de la sentencia” del prestigioso jurista
cordobés Manuel Ayán. Es importante que consultes esta fuente.
2
“La sentencia absolutoria también contiene elementos ejecutables aun de naturaleza sustanciales, pero
ello no provoca propiamente un trámite con la entidad suficiente que permita hablar de una etapa
procesal; se limita a meros trámites singulares para el restablecimiento de situaciones alteradas por el
hecho juzgado o por el procedimiento cumplido” (Clariá Olmedo, 1998, p. 241).
b) La ejecución penal es una etapa eminentemente jurisdiccional llevada a cabo por los jueces
de ejecución penal, es decir, aquellos que observarán y analizarán el cumplimiento del
tratamiento penitenciario.

El juez de ejecución tiene como función genérica el control del cumplimiento de las
garantías constitucionales y tratados internacionales ratificados por la República Argentina
(artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional) y el respeto de los derechos de los
condenados no afectados por la condena o por la ley.

La provincia de Córdoba, adhiriendo a esta postura, reguló la competencia funcional del juez de
ejecución a través del artículo 35 bis del Código Procesal Penal.

El primero de los requisitos es la existencia de una decisión jurisdiccional válida y firme. Esta
decisión puede ser una sentencia (absolutoria, condenatoria o de sobreseimiento) o un auto
interlocutorio que ponga fin al proceso, dejando subsistente una medida de seguridad.

El segundo requisito, apuntado por Ayán en su obra “La ejecución penal”, es la existencia de un
título ejecutivo. En otras palabras, la decisión formal expresada precedentemente debe constar
en un instrumento público con las formalidades establecidas en la ley de rito.

El tercero de los requisitos es la aprobación del cómputo de pena, tratándose de sentencias


condenatorias de cumplimiento efectivo (artículo 504 del CPP).

Más allá de lo expuesto, en la actualidad se permite al condenado con sentencia no firme (en
definitiva, procesado), por encontrarse en trámite el recurso de casación, que también pueda
ser sometido, anticipadamente, al tratamiento penitenciario. Esto tiene la finalidad de ir
avanzando en la fase para que, en el caso de ser rechazado el recurso, este encuentre al
condenado en cumplimiento del tratamiento penitenciario y así, mediante el cumplimiento de
ciertas condiciones, permitirle salidas anticipadas (por ejemplo, salidas transitorias). De no
aceptarse esto, pondríamos al condenado en un grave dilema: recurrir o no.
II) Incidentes de ejecución penal

Sumario
a) Concepto
b) Procedimientos
c) Recursos

a) Podemos conceptualizar al incidente de ejecución como “toda cuestión o controversia


accesoria promovida por el Ministerio Público o parte interesada, u organismo administrativo
legitimado, o provocada de oficio surgida con ocasión del proceso en su fase ejecutiva y que
abre una vía de trámite distinta a la principal”.

Los códigos de procedimientos han establecido algunas situaciones que prevén la apertura de
esta vía incidental, por ejemplo, la oposición a cómputos de pena (artículo 504 del CPPC); el
trámite de la libertad condicional (artículo 515 y ss. del CPPC); la modificación de la pena
impuesta (artículo 514 del CPPC); y la restitución y rehabilitación de la pena de inhabilitación
(artículo 526 del CPPC). Sin embargo, esto es meramente enunciativo, ya que, en la faz
ejecutiva, para la apertura de esta vía incidental, bastará la oposición o disconformidad con las
resoluciones o disposiciones de la autoridad ejecutiva emitidas para el cumplimiento o
aplicación del título ejecutivo. La oposición o disconformidad debe ser expresada por la parte
interesada y llegar a conocimiento del juez de ejecución o tribunal competente.

No obstante, la especificidad y diversidad de los incidentes, se puede observar en todos ellos las
siguientes características generales:

a) Se promueven a petición de parte o de la autoridad administrativa, sin embargo,


también pueden ser promovidas de oficio cuando las circunstancias así lo requieran;
b) son eventuales, ya que no hacen a la naturaleza de la ejecución penal, siendo factible la
no producción de ellos;
c) debe proveerse a la defensa técnica del imputado.

b) Los sujetos autorizados para promover los incidentes de ejecución son, en primer lugar, los
condenados o aquellos sobre los que pesa alguna medida de seguridad, quienes podrán
solicitarla por derecho propio o por medio de su abogado defensor (artículo 502 del CPPC).
Además, puede promoverlo el Ministerio Público, el tribunal competente de oficio o a petición
del órgano administrativo.
La ley no prevé formalidad alguna para que se produzca la vía incidental, por lo que basta
cualquier manifestación de voluntad de los sujetos autorizados que llegue a conocimiento del
órgano jurisdiccional.

Sin embargo, cuando se trata de la solicitud de restitución en el uso y goce de los derechos y
capacidades de que fue privado el condenado (inhabilitación), se requiere la producción de
prueba del cumplimiento de las condiciones establecidas en el artículo 20 del CP y la copia de la
sentencia respectiva bajo pena de inadmisibilidad (artículo 526 del CPPC).

La ley procedimental establece la necesidad de la asistencia técnica del condenado en la


sustanciación de los incidentes de ejecución (artículos 502, 515 y 526 del CPPC).

Asimismo, detalla con cierta precisión el desarrollo del trámite incidental en la faz ejecutiva.
Sobre este aspecto, se dispone que, una vez realizada la instancia de proposición del incidente,
el tribunal competente corra vista al Ministerio Público Fiscal o al interesado, según la propuesta
sea efectuada de oficio o petición del Ministerio Público o la autoridad administrativa. La vista
deberá ser evacuada en el término de tres días. Si se trata de una solicitud de restitución o
rehabilitación, la ley le otorga al tribunal facultades instructorias a los fines de la comprobación
de los extremos invocados por el proponente o el cumplimiento de los requisitos impuestos en
la condena.

Una vez que ha sido evacuada la vista, el tribunal deberá resolver, mediante un auto, la
procedencia de la solicitud en el término de cinco días. El auto que resuelve el incidente, por ser
una resolución jurisdiccional, debe estar debidamente fundado y cumplir con las formalidades
extrínsecas de toda resolución (artículo 142 del CPP de Córdoba).

c) Las decisiones que resuelvan el incidente planteado en la faz ejecutiva son recurribles por vía
de recurso de casación (artículo 502 del CPPC), aunque el tenor literal de la norma se refiere a la
posibilidad de utilizar la vía de casación en contra de las resoluciones que ponen fin al incidente
de ejecución. Nada obsta la procedencia del recurso de inconstitucionalidad, dados los
presupuestos de este (artículo 483 del CPPC).

Por otro lado, la interposición del recurso no interrumpe la ejecución de la sentencia principal,
salvo que el tribunal así lo disponga. Por ello, cuando la ley se refiere a la suspensión como
efecto de la casación, en los incidentes ejecutivos se hace mención a la suspensión o no de lo
decidido en la sentencia principal. En otras palabras, si el tribunal ha decidido en contra de las
pretensiones del incidentista, el recurso de casación no suspende la ejecución de la pena
principal, salvo que el tribunal disponga lo contrario3.

3 “La suspensión que el Tribunal puede autorizar se refiere al cumplimiento de la pena impuesta, vale
decir, de lo resuelto en la sentencia condenatoria que se ejecuta, y no lo decidido en el auto incidental que
se recurre” (Clariá Olmedo, 1998, p. 250).
III) Ejecución penal de las sentencias

Sumario
a) Nociones preliminares
b) Sentencias absolutorias
c) Sentencias que imponen penas privativas de la libertad

a ) Siguiendo la línea argumental que sostuvimos al principio de la unidad, referida a que


la ejecución penal comprende asimismo la ejecución de las sentencias absolutorias a la
par de las condenatorias y de las que imponen medidas de seguridad, vamos a iniciar este
capítulo siguiendo lo mencionado por Manuel Ayán. Nos referiremos a los efectos de la
ejecución en las sentencias absolutorias, para luego adentrarnos al tema más
paradigmático de la ejecución penal: las sentencias condenatorias. Por último,
analizaremos brevemente las sentencias que imponen medidas de seguridad.

b) Sentencias absolutorias

El actual Código de procedimientos de Córdoba establece, en el capítulo dedicado a la


ejecución en general (artículo 503 del Libro Quinto, Título Primero), que cuando la
sentencia sea absolutoria corresponde al tribunal ordenar la inmediata libertad del
imputado que está detenido y el cese de toda medida cautelar impuesta, aun en el caso
de que la sentencia no sea firme o sea recurrida.

Si el imputado no se encuentra detenido, ni pesa sobre él ninguna medida cautelar, a


los fines de la ejecución no hace falta ningún acto en particular de ejecución material.

La sentencia de sobreseimiento, como sostiene Cafferata Nores (2003, p. 529), tiene el


mismo efecto en cuanto a la actividad del tribunal que dictó la sentencia absolutoria y a la
situación de libertad del detenido. Ambas tienen como efecto y razón la de evitar la
injusta e inútil continuidad de encarcelamientos cautelares.
c) Sentencias condenatorias

Sumario
a) Cómputo de pena
b) Ejecución de las penas privativas de libertad
c) Suspensión de la ejecución
d) Prisión domiciliaria
e) Procedencia

a) Para iniciar el proceso de ejecución, en el caso de sentencias de condena, el tribunal del


juicio debe realizar el cómputo de la pena a los fines de establecer el inicio y finalización
de la sanción impuesta, basados en el monto determinado en la sentencia condenatoria. El
cómputo de la pena establece el período de tiempo en el cual el imputado permanecerá
privado de su libertad o de sus derechos, no siendo necesario este trámite, según la
opinión de Clariá Olmedo, para las sentencias que impongan penas perpetuas. No
obstante, en este último caso, será necesario realizar el cómputo de pena a los fines de la
obtención de la libertad condicional.

A los fines del cómputo de la pena, el tribunal competente debe tener en cuenta el tiempo
en que el imputado ha estado privado de su libertad durante ese proceso, siendo
computable a estos efectos no solo la prisión preventiva, sino también la detención, la
internación provisional, etc.

Una vez practicado el cómputo correspondiente de pena, el tribunal deberá notificarlo al


Ministerio Público, al condenado y a su defensor, quienes podrán formular observaciones
al mismo dentro del término perentorio de tres días.

Si transcurrido el término previsto por la normativa de fondo las partes no formulan


oposiciones, la sentencia se ejecutará inmediatamente y se remitirán los antecedentes al
juez de ejecución que corresponda.

b) Puede suceder que el condenado no se encuentre privado de su libertad previo a la


sentencia. En estos casos, la norma autoriza al tribunal a dictar orden de captura a los
fines de lograr la aprehensión del condenado y cumplir de esta manera con uno de los
fines del proceso: la aplicación de la consecuencia punitiva de la norma infringida.
Si la pena impuesta en la sentencia de condena no supera los seis meses, el tribunal puede
notificar al condenado para que se constituya detenido voluntariamente en los estrados
judiciales, siempre que no exista peligro o sospecha de fuga por parte de este, en cuyo
caso se ordena la captura. El condenado en estos casos puede solicitar la aplicación de
alguna de las “alternativas para situaciones especiales”, que se establecen en la ley
penitenciaria (prisión discontinua, semidetención etc. –artículo 25, inciso g y 50 de la Ley
24.660), a los fines de evitar un encierro continuo, con sus consecuencias indeseables en
orden a la rehabilitación del condenado.

Si el imputado se encuentra sometido al régimen de la prisión preventiva, en el plazo de


veinte días a contar desde que la sentencia queda firme, el tribunal remitirá un testimonio
de la condena y del cómputo de pena efectuado a la autoridad administrativa del
establecimiento penitenciario en donde el condenado estuviera cumpliendo la medida
coercitiva. Una vez que la autoridad administrativa toma conocimiento, deberá trasladar al
condenado al establecimiento dispuesto para el cumplimiento de la pena impuesta en un
plazo de diez días. Recordemos que los pactos internaciones de derechos humanos,
incorporados a nuestro ordenamiento constitucional a través del artículo 75 (artículo 5o 4
de CADH; y artículo 10 y 10,2 de PIDCP), establecen que los condenados deben
permanecer alojados en establecimientos diferenciados a los dispuestos para los
imputados sometidos a proceso.

Ningún funcionario del servicio penitenciario encargado de la custodia de los condenados


puede recibir y alojar a una persona en el establecimiento sin contar con la
documentación que autorice la privación de la libertad, bajo sanción de incurrir en un
ilícito penal tipificado en la ley sustantiva (artículo 143 del CP).

c) Por razones fundadas en el principio de humanidad 4 (artículo 18 de la Constitución


Nacional), la ley procesal autoriza a que la ejecución de las penas privativas de la libertad,
que por regla deben ser ejecutadas una vez que la sentencia y el cómputo de la pena
queden firmes, sean suspendidas o diferidas en su ejecución. Esta facultad se concede al
tribunal sentenciante en dos hipótesis:

1. En el caso de que la persona que deba cumplirla sea una embarazada o que tenga un
hijo menor de seis meses de edad;
2. si el condenado se encuentra gravemente enfermo y la ejecución inmediata de la
condena pusiera en peligro su vida.

4
Artículo 143 del Código Penal: será reprimido con reclusión o prisión de uno a tres años e
inhabilitación especial por doble tiempo:
El jefe de prisión u otro establecimiento penal, o el que lo reemplace, que recibiera algún reo sin
testimonio de la sentencia firme en que se le hubiere impuesto la pena o lo colocare en lugares del
establecimiento que no sean señalados al efecto.
Esta facultad, establecida en el artículo 506 del CPP de Córdoba, es, según autorizada
doctrina, una norma subsidiaria 10. Esto se debe a que en el caso de existir modalidades de
ejecución atenuadas (v. gr. artículo 192 del Ley 24.660) en la ley de ejecución de las penas
privativas de la libertad que contemplen estas situaciones, debe aplicarse esta ley, salvo
que la infraestructura del establecimiento torne imposible el cumplimiento de estas
“modalidades atenuadas” en la forma prescripta.

Una vez que las circunstancias que motivaron la suspensión de la ejecución de la pena
cesen, el tribunal debe disponer la ejecución inmediata de la sentencia.

d) El término de prisión domiciliaria (o detención domiciliaria – artículo 512 del CPPC) se


utiliza para aquellas penas que imponen medidas restrictivas de la libertad ambulatoria,
cuya ejecución, por situaciones excepcionales, se efectúa extramuros, es decir, en un lugar
distinto de los establecimientos penitenciarios. Este lugar es el particular domicilio del
condenado (Cafferata Nores, 2003)6.

El artículo 10 del Código Penal establecía este régimen exclusivamente para las penas de
prisión. Con la sanción de la Ley 24660 (ley de ejecución de la pena privativa de la libertad)
la diferencia entre prisión y reclusión desapareció, por lo que en la actualidad se sostiene
la posibilidad de aplicar este instituto a cualquier hipótesis que aparezca comprendida en
la norma, sin importar la modalidad de la pena (prisión o reclusión).

Procedencia

El beneficio de esta modalidad podrá ser otorgado por el juez de ejecución o el tribunal
competente y se concederá en los siguientes casos7:

5
Ver Fallo “Monterde”, Juez de Ejecución de Mar del Plata, 25-04-1996, J.P.B.A., t93, pp. 262 y ss. (citado por Cesano
D. (1996). Los objetivos constitucionales de la ley penitenciaria. Córdoba, Argentina: Alveroni
6
El TSJ de Córdoba ha definido a la prisión domiciliaria por sus características y afirma “se trata de una alternativa para
situaciones especiales en las que los muros de la cárcel son sustituidos por un encierro en el domicilio fijado bajo
el cuidado o supervisión de otra persona o institución. (TSJ Cba, Sala Penal, sent. Nº 17, 02/4/03, in re “Docampo
Sariego”).
7
Los casos previstos fueron modificados por la Ley 26.472 (B.O. 20/01/2009) que modificó el art. 32 de la
Ley 24.660 de Ejecución de la pena privativa de la libertad.
a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento
carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no
corresponda s u alojamiento en un establecimiento hospitalario;
b) al interno que padezca una enfermedad incurable en un período terminal;
c) al interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento
carcelario es inadecuada por su condición e implique un trato indigno, inhumano o
cruel;
d) al interno mayor de setenta años;
e) a la mujer embarazada;
f) a la madre de un niño menor de cinco años o de una persona con discapacidad a
su cargo.

En los casos de los supuestos a, b y c, la decisión deberá fundarse en informes médicos,


psicológicos y sociales.

La supervisión de esta modalidad de ejecución estará a cargo de un patronato de liberados


o, en caso de que este no exista, de un servicio social calificado; pero en ningún caso la
persona estará a cargo de organismos policiales o de seguridad (artículo 33 de la Ley
24660), por lo que la referencia a la supervisión por parte del servicio penitenciario a la
que se refiere el artículo 512 del CPPC carece de aplicación.

En caso de quebrantamiento injustificado de la prisión domiciliaria, o cuando los


resultados de la supervisión efectuada así lo aconsejen, e l juez de ejecución o el tribunal
competente revocarán el beneficio. Con la revocación, el juez de ejecución o
competente, a pedido o con el consentimiento del condenado, podrá disponer la prisión
discontinua o semidetención (artículo 35, inciso a de la Ley 24660).

La denegación de la solicitud o la revocación de este beneficio es recurrible por vía de


casación.
e) Libertad condicional

La libertad condicional es un instituto regulado por la ley penal de fondo (artículo 13 del
CP8) que establece la posibilidad de la suspensión del encarcelamiento que se encuentra
cumpliendo el condenado, dado ciertos requisitos. Entre estos requisitos se establece el
cumplimiento de un lapso de la pena efectiva (artículo 13) y la observancia de las
normas de comportamiento en el establecimiento penitenciario.

Su otorgamiento no agota la pena, solamente pone fin al encierro penitenciario,


modificándolo por un régimen de “liberación vigilada” (por el patronato de liberados)
durante el tiempo de agotamiento de la pena.

La ley da la iniciativa para solicitar la concesión de este instituto exclusivamente al


condenado, quien debe solicitarlo al juez de ejecución por intermedio del órgano
administrativo del establecimiento penitenciario en donde se encuentra cumpliendo la
pena. Este órgano deberá elevar la solicitud juntamente con el expediente del interno en
donde conste la fase de ejecución que está cumpliendo (principio de progresividad de la
ejecución penitenciaria9 ), sanciones, calificación de conducta, concepto, etc.

La intermediación del órgano administrativo en la petición de este beneficio no excluye la


posibilidad de una petición directa ante el juez de ejecución por parte del condenado.

8
Cabe señalar que el condenado a reclusión o prisión perpetua que cumpla veinte años de condena, el
condenado a reclusión temporal o a prisión por más de tres años que cumpla los dos tercios de su condena y el
condenado a reclusión o prisión por tres años o menos, que por lo menos cumpla un año de reclusión u ocho
meses de prisión, observando con regularidad los reglamentos carcelarios, podrán obtener la libertad por
resolución judicial previo informe de la dirección del establecimiento bajo las siguientes condiciones:

1. Residir en el lugar que determine el auto de soltura;


2. observar las reglas de inspección que fije el mismo auto, especialmente la obligación de abstenerse de
bebidas alcohólicas;
3. adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o profesión, si no tiene medios
propios de subsistencia;
4. no cometer nuevos delitos;
5. someterse al cuidado de un patronato, indicado por las autoridades competentes.

Estas condiciones regirán hasta el vencimiento de los términos de las penas temporales y en las perpetuas hasta
cinco años más, a contar desde el día de la libertad condicional.

9
La libertad condicional aparece como consecuencia lógica de las distintas fases de la ejecución
penitenciaria, por lo que normativamente se encuentra regulada como la última fase del encierro
(artículo 12 del CP).
Una vez que el tribunal toma conocimiento del pedido de libertad condicional del
condenado, deb e requerir al secretario el cómputo de la pena a los fines de verificar el
cumplimiento del plazo previsto por la ley de fondo para la concesión de este
beneficio. Luego, dará curso a la solicitud mediante el procedimiento de la vía incidental
general de la ejecución penal, por lo que corresponde proveer a la defensa técnica del
condenado.

Si la libertad condicional es concedida en el auto de soltura, se harán constar las pautas


compromisorias d e l beneficiario (artículo 13 del CP) y este quedará sometido a la
vigilancia del patronato de liberados (artículo 519 del CPPC).

El incumplimiento de las pautas compromisorias acarrea para el condenado la revocación de


la libertad otorgada, la que puede ser ordenada de oficio o a pedido del patronato de
liberados. La revocación sigue el trámite incidental regulado en el artículo 502 del CPP de
Córdoba.

f) Libertad asistida

La ley de ejecución penitenciaria (artículo 54 de la Ley 24660) ha introducido una


institución que regula el egreso anticipado al cumplimiento de la condena temporal. Esta
implica que seis meses antes del agotamiento de la pena el condenado pueda egresar,
salvo que la liberación anticipada implique un grave riesgo para el recluso o la sociedad.

A los fines del otorgamiento de este beneficio, la ley establece que el juez de ejecución o el
tribunal competente deberán contar con los informes del organismo técnico criminológico
y fijar una serie de pautas de conductas que el condenado deberá cumplir bajo
apercibimiento de revocar el beneficio concedido.

Aunque el Código Procesal Penal no regula específicamente el procedimiento de este


instituto, es aplicable, por analogía in bonam parte, los mismos principios y
procedimientos establecidos para la concesión de la libertad condicional (artículo 502 del
CPPC).

g) Revocación de la condena de ejecución penal

La condena de ejecución condicional impuesta, es decir, aquella pena que impone una
restricción a la libertad ambulatoria (prisión o reclusión) pero deja en suspenso la
ejecución efectiva de esta (artículo 26 y ss. del CP), puede ser revocada si el condenado
comete un nuevo delito dentro del plazo de prueba (siempre que sea condenado por
este delito) o si no cumple las condiciones o pautas de conductas impuestas por el tribunal
al concederla.
La revocación de la condicionalidad de la ejecución de la pena corresponde al órgano
jurisdiccional. El artículo 513 del CPP de Córdoba establece que la revocación de la
ejecución condicional, en el caso de la comisión de un nuevo delito, corresponde al tribunal
que dictó la pena, salvo que proceda la unificación de penas. En este caso, el tribunal que
juzga el nuevo delito tiene la competencia para su unificación (artículo 58 del CP), por lo
que a este le corresponde revocar la condenación condicional.

En caso de que la revocación se funde en el incumplimiento reiterado de las pautas de


conducta fijadas, esta no implica necesariamente el cumplimiento del encierro total
impuesto en la pena, sino que, si el imputado así lo solicita o consiente, pueden ser
procedentes otros regímenes atenuados de cumplimiento de la pena establecidos en la ley
penitenciaria (prisión discontinua o semidetención).

La resolución en la que se dispone la revocación de la condena impuesta es recurrible por vía


de casación.

h) Modificación de la pena impuesta

El CPP de Córdoba considera la hipótesis de que luego de dictada la sentencia condenatoria


se promulgue una ley penal más benigna. Si esto sucede, establece dos casos
diferenciados de benignidad de la nueva ley:

a) La nueva ley modifica la pena impuesta al hecho fijado en la sentencia.10


b) La nueva ley modifica las condiciones de cumplimiento de la pena establecida.11

La entrada en vigencia de una nueva ley más benigna (en los dos supuestos) implica la
necesidad de que el tribunal aplique la retroactividad de esta ley de oficio, ya que la
ley penal más benigna opera de pleno derecho (artículo 2 del CP). Su aplicación le
corresponde al tribunal que dictó la sentencia, aunque subsidiariamente la pueden solicitar
al condenado o el Ministerio Público.

Si la sentencia no se encuentra firme por la interposición de un recurso ante la alzada, a


esta le corresponde la aplicación de la retroactividad de la ley más benigna.

10
Se refiere a la aparición de una nueva norma que despenalice la conducta fijada en la sentencia o
atenúe la sanción tanto cualitativa como cuantitativamente.
11
Se refiere a una modificación, más beneficiosa para el condenado, de las normas que regulan el encierro
Penitenciario (modificación en las fases del tratamiento penitenciario, regímenes de libertad atenuadas, etc.).
El trámite que se le imprime a la modificación de la pena impuesta es el establecido
para los incidentes generales de ejecución (artículo 502 del CPP de Córdoba), por lo que
una resolución que deniegue la retroactividad de la norma más favorable es recurrible
por vía del recurso de casación.

i) Restitución y rehabilitación

Toda persona que haya sido condenada a una pena de inhabilitación puede solicitar la
rehabilitación del uso y goce de los derechos que habían sido privado en la sentencia,
cumpliendo ciertos requisitos establecidos en la ley de fondo (artículo 20 del CP)12.

La solicitud de la restitución o rehabilitación puede ser efectuada por el condenado o


por su abogado defensor en un escrito. En este se deben presentar las pruebas que
demuestren el cumplimiento de los requisitos establecidos para lograr la
rehabilitación bajo pena de inadmisibilidad (artículo526 del CPP de Córdoba). A estos
fines deberá presentar, junto con la solicitud, una copia autentica de la sentencia.
Respecto al “comportamiento correcto” exigido por la norma de fondo, la prueba debe
girar, según la doctrina mayoritaria, a la no comisión de delitos o contravenciones
durante el curso de la sentencia (Cafferata Nores, 2003, p. 582).

Una vez receptada la solicitud, el juez de ejecución (o el tribunal competente) podrá


ordenar la admisión de la prueba y/o ordenar una instrucción a los fines de corroborar el
cumplimiento de las condiciones establecidas en el artículo 20 del CP (artículo 527 del CPP
de Córdoba).

Luego de receptada la prueba, el tribunal resolverá por auto la petición efectuada,


previa vista al Ministerio Público y al interesado, por tres días. La resolución será recurrible
por vía de casación o inconstitucionalidad (artículo 528 del CPP de Córdoba).

Si la rehabilitación es concedida, se ordenarán las inscripciones y anotaciones


necesarias para dejar sin efecto la sanción. Estas comunicaciones deberán cursarse a los
mismos organismos a los que fue notificada la inhabilitación impuesta (artículo 529 del
CPP de Córdoba).

12
Artículo 20, tercer párrafo:” El condenado a inhabilitación absoluta puede ser restituido al uso y goce
de los derechos y capacidades de que fue privado, si se ha comportado correctamente durante la mitad
del plazo de aquella, o durante diez años cuando la pena fuera perpetua, y ha reparado los daños en la
medida de lo posible. El condenado a inhabilitación especial puede ser rehabilitado, transcurrida la mitad
del plazo de ella, o cinco años cuando la pena fuere perpetua, si se ha comportado correctamente, ha
remediado su incompetencia o no es de temer que incurra en nuevos abusos y, además, ha reparado los
daños en la medida de lo posible. Cuando la inhabilitación importó la pérdida de un cargo público o de
una tutela o curatela, la rehabilitación no comportará la reposición en los mismos cargos. Para todos los
efectos, en los plazos de inhabilitación n o se computará e l tiempo en que el inhabilitado haya estado
prófugo, internado o privado de su libertad”.
Referencias
Ayán, M. (1998). Ejecución penal de la sentencia. Córdoba, Argentina: Advocatus

Cafferata Nores, J.I., Tarditti A.L. (2003). Código Procesal Penal de Córdoba-comentado. Córdoba,
Argentina: Mediterránea

Clariá Olmedo, J. (1998). Derecho Procesal Penal – Tomo III. Buenos Aires, Argentina: Rubinzal Culzoni

Das könnte Ihnen auch gefallen