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EL COLEGIO DE MICHOACAN

Los agraristas de Atacheo


Los agraristas de Atacheo
Alvaro Ochoa Serrano

EL COLEGIO DE MICHOACAN
Cuidado de la edición:
Irene Santiago Vargas y el autor
© El Colegio de Michoacán 1989
Martínez de Navarrete # 505
Esq. Av. del Arbol
59690 Zamora, Mich.
Impreso y hecho en México
Printed and made in México
Portada: Julián H. Guajardo
Pintura “Los Ahorcados” de Luis Sahagún
Prop. Alfonso Sahagún de la Parra
ISBN 968-7230-57-6
A Irene
A Joel
Doy gracias a las autoridades de El Colegio de Michoacán, al
Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana,
a Moisés González Navarro, a los atachenses,
a María del Refugio Regalado, a Aurora del Río;
a todos ellos por las ayudas recibidas.
Índice

Introducción
I. - Atacheo
Entorno y primitivos habitadores 17
Primeros pobladores 20
Tierra y sociedad colonial
Tenencia de la tierra 22
Una nueva sociedad 25
En la época independiente
Reparto de territorio, de tierras y de gente 32
Tras la reforma
Reformadores y reformados 41
De la república restaurada al porfiriato 47
Demografía atachense y grupos sociales 54
La hacienda de Santiaguillo 58
II. S ociedad en convulsión
La revolución en Michoacán 63
Miguel Regalado 77
La Sociedad Unificadora de la Raza Indígena 88
El apóstol del Indio 92
Regalado el comunero 121
III. Saldo agrario
Así quedó Atacheo 129
En fin 147
APENDICES
1. Infortunios que padeció Atacheo en sus tierras
de comunidad s.f. 151
2. Solicitud de restitución. 1916 161
3. Acta de posesión definitiva. 1927 169
4. Acta y reglamento de la Sociedad Unificadora
de los Pueblos 1912. 179
5. Estatutos y programa de reorganización de
la Sociedad Unificadora de la Raza
Indígena 1921 187
Fuentes 199
Introducción
No más allá de historiar los trabajos pasados de una comu­
nidad michoacana por recobrar sus tierras -despojadas y en
poder de rancheros y hacendados vecinos-, la mira es, mos­
trar “lo que pasó y cómo”; descubrir los esfuerzos recupera-
torios que encabezó un depositario fiel de la memoria colec­
tiva. Acaso plantear así el viejo problema de las relaciones del
individuo con la colectividad, “de la iniciativa personal con
la necesidad social, que es -de acuerdo con Luden Febvre-,
el problema capital de la historia”.1
En este sentido, los esfuerzos de los hombres, en rela­
ción con los demás son los que orillan “a la actividad social y
a los movimientos sociales”, entrelazados en configuraciones
históricas de las estructuras y las contradicciones sociales que
sustentan a los mismos.2
Los esfuerzos recuperatorios aludidos de tal comunidad
se dieron dentro del creciente proceso capitalista mexicano
que -con todo y su insuficiencia- en la agricultura michoaca­
na fortaleció el régimen de la pequeña propiedad (el rancho)
1. Luden Febvre, Martín Lulero. México, Fondo de Cultura Económica. Brevia­
rios, 1975, p. 9.
2 Hamza Alavi, Las clases campesinas y las lealtades primordiales. Barcelona, EdiL
Anagrama, 1976, p. 101.

11
y del gran latifundio (la hacienda) a lo largo del siglo deci­
monónico.
Ese proceso alteró o acabó de plano con la existencia de
comunidades, de tal manera que los comuneros ya sin la pro­
piedad colectiva o en común, serían convertidos en peones,
sii vientes o jornaleros “sujetos a explotación”. Así, el in­
cipiente capitalismo en el campo generó la separación de
muchos comuneros de sus viejos medios de producción, los
proletarizó en cierta medida, y, por otro lado, propició la a-
cumulación de capital y la concentración de la producción
en pocas manos. Finalmente provocó, frente al capital ex­
tranjero, una insuficiencia capitalista -o sea un capitalismo
casi sin capitales- en ia llamada zona cerealera, en el centro
de México, y la contradicción entre comuneros y excomune­
ros proletarios y propietarios hacendados.34
En esa contradicción se produjo la lucha de los pueblos
y antiguas comunidades por la recuperación de las tierras
usurpadas; y es en ese momento de convulsión para la ópti­
ca histórica cuando salen a la luz muchas facetas de la vida
social que -como escribe Eric Hobsbawm- “por lo general
están en estado latente y concentran y realzan los problemas,
además de que la documentación se multiplica”.
Aquí cabría aclarar acerca de las fuentes utilizadas. Las
escritas proceden en su mayoría de archivos nacionales, es­
tatales y locales; archivos oficiales -que muestran la cuestión
exclusivamente desde arriba, desde el punto de vista del go­
bierno- como el de la Secretaría de la Reforma Agraria (H.
Cuerpo Consultivo Agrario), Archivo General de la Nación
(Buscas, Gobernación), Secretaría de la Defensa Nacional
(Archivo Histórico y Cancelados); dentro de la perspectiva
michoacana se utilizaron las del Archivo Histórico “Manuel
Castañeda Ramírez” (Guerra y Policía), del congreso, del Po­
3. Heriberto Moreno, Guaracha. Tiempos viejos, tiempos nuevos. México, El Colegio
de Michoacán, Fonapas, 1980.
4. E. J. Hobsbawm, “De la historia social a la historia de la sociedad”, Marxismo e
historia social. Puebla, Univ. Autónoma de Puebla, 1983, p. 40.

12
der Ejecutivo y del Judicial del estado. Las apreciaciones más
cercanas al tema se lograron gracias a la consulta del Archi­
vo Municipal de Zamora (de hecho un archivo de distrito con
sus fondos Ayuntamiento, Juzgado de Distrito, Notarías y
Prefectura), complementándose con los que se recogieron en
los archivos parroquiales de Tlazazalca, Ecuandureo, Zamo­
ra y en el maltrecho e incompleto de Atacheo.
El archivo Franciso J. Múgica (en Jiquilpan), algunos
papeles de Joaquín de la Cruz (en Naranja) y lo que sobrevi­
vió del acervo documental que reunió el coronel Miguel Re­
galado (en Atacheo) nos permitieron reconstruir un poco
“desde abajo” la lucha agraria de Regalado y de los atachen-
ses; lucha no ayuna de esperanzas de cambio, de milenaris-
mo, en la medida en que lleva ideales en sus adentros. (Hobs-
bawm, Rebeldes Primitivos, p. 93.)
Mas no todo fue abordado sólo a partir de documentos.
Las fuentes no escritas se recogieron en tratos personales con
los atachenses; de escuchar las tradiciones y relatos en boca
de ellos, sus valiosas informaciones. La visión del universo en
el que están inmersos.
Delimitamos nuestro estudio espacio-temporalmente a
la jurisdicción de la tenencia civil y de la vicaría eclesiástica
atachense; es decir, a una parte del municipio y de la parro­
quia de Zamora. Además de un breve antecedente sobre el
lugar de los hechos, para precisar más nuestro tema cro­
nológicamente, partimos de las primeras disposiciones del
Estado en relación con el parto y reparto de las tierras co­
munales en Michoacán (1822) a la recuperación parcial por
dotación provisional de la antigua comunidad de Atacheo
(1924-1927); pérdida y recuperación de tierra que es nues­
tro hilo conductor.
En el presente caso, se buscaron las causas y motivos es­
pecíficos, ligados a los comportamientos sociales, políticos e
ideológicos que tuvieron los que tomaron parte en las luchas
por el desquite, por recobrar la tierra perdida; sobre todo se
buscó entender su significación en el contexto agrario del no­
roeste michoacano. Más que nada, de hacer explícitas las cir­
13
LCS AGRAR1STAS DE ATACHEO

cunstancias históricas que condujeron “a la violencia agra­


ria”, como diría Paul Friedrich.
En ella habría que distinguir los tipos de campesinos
participantes “de carne y hueso” -que no una “chusma”
anónima y abstracta- con sus respectivos comportamientos
y puntos de vista que puede haber entre arrendatarios y pe­
queños propietarios, entre acomodados y pobres, entre agri­
cultores que también son artesanos y aquellos que sólo se de­
dican a sembrar y cosechar, entre mecheros y asalariados o
jornaleros, entre sedentarios y trashumantes, en fin, entre
campesinos que viven cerca de la ciudad y participan en su
mercado y aquellos que viven remontados, entre campesi­
nos que mandan a sus hijos a la ciudad y aquellos que siguen
viviendo y trabajando dentro de los límites “del pequeño
mundo de su aldea”.5
Tales distinciones tienen mucho que ver en la partici­
pación campesina, en la lucha agraria. Tienen éstas una gran
importancia desde el origen, durante el desarrollo y el logro
de un movimiento;6 como también la tienen los interlocuto­
res que median entre el campesino y el resto de la sociedad
rural (comerciantes, dirigientes, policías y acordadas, sacer­
dotes, etc.) en dicho movimiento.
Retomando. Dentro del proceso capitalista mexicano,
la expansión de la poderosa hacienda cuyo esplendor se re­
aliza en el porfiriato, las crisis económicas, y la acción de los
aparatos represivos del Estado trastocaron y estiraron las re­
laciones en el campo. Porque la industrialización propiciada
por el creciente capitalismo, quiérase o no, transformó (en
la ciudad y luego en el campo) “las viejas instituciones, de­
sarraigando la antigua sociedad, cambiando los viejos hábi­
tos y modos de pensar e imponiendo nuevas técnicas”.7
Claro que las nuevas formas de explotación agraria en­
5. Eric R. Wolf. Las luchas campesinas del siglo XX. México, Edit. Siglo XXI, p. 5.
6. Ibid., p. 6.
7. George Rudé, La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e In­
glaterra 1730-1848, México, Siglo XXI, 1979, p. 13.

14
tran en conflicto con las anteriores; lo que nos lleva a pensar
en la capacidad o incapacidad de adaptación del campesina­
do a estas nuevas formas y a su crisis. Es entonces cuando
las tensiones psicológicas, económicas, sociales y políücas lle­
van hacia la rebelión campesina y la participación en la revo­
lución.8
Municipio de zamora
Ecuandumn

8. Wolf, op. cü., p. 11.

15
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Miguel de la T. Regalado (1868-1917).

16
CAPITULO I
Atacheo

Entorno y primitivos habitadores


El Bajío Zamorano -una de las piezas del Occidente de Méxi­
co-, como lo denomina Luis González, “es una sucesión de
llano y montaña”, una cadena de valles, ciénaga y cañadas
(Chavinda, Guaracha, Chapala, Ecuandureo, Churintzio,
Tlazazalca y Purépero, Chilchota, Tangancícuaro y Zamora).
Entre los valles de ese Bajío se distingue el último de los
mencionados -casi al centro y el que da el nombre al conjun­
to-, limitado o bordeado al norte por los cerros Encinal,
Grande y Blanco cuyos picos sobrepasan los dos mil metros
sobre el nivel del mar; al occidente por los montes Jaseño y
Platanar, que comparados con los anteriores se quedan por
los suelos; al sur otras lomas y la elevación del Tamándaro;
al oriente el cerro del Tacari y La Beata, éste el más alto de
todos (2,700 m.), más el monte de la Beatilla que no pasa de
los dos mil metros.
El pueblo de Atacheo está en el rincón noreste, en la fal­
da del Tacari, en el fondo de ese valle que toca un nivel de
1,600 metros. El mentado valle tiene una extensión plana de
doce mil hectáreas. Es una planicie calurosa, con días “muy
bochornosos aun cuando los más sean de buen temple”.
También caen heladas “capaces de destruir en unas horas
sembradíos de meses”. Los números anuales de la tempera­
tura según el termómetro van de la máxima extrema: 37° a
la mínima extrema: menos 5o, con una media anual de 21°.
La temperatura media del mes más caliente es superior a los
22° y la del mes más frío, a los 10°. El ambiente tiende más
al calor que al frío. El promedio de días con heladas es de
17
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

nueve al año. Las peores heladas caen en enero, aunque tam­


bién suele haber en los dos últimos meses del año o en víspe­
ras de la primavera. Los calores máximos se sufren durante
los días primaverales, especialmente en mayo. Durante esa
temporada “acuden a servir de refrescantes los vientos del
este y del sureste”, provenientes de las sierras de Tlazazalca
y de Patamban; vientos que no contrastan mucho con los cáli­
dos y palúdicos del sur y suroeste que soplan desde la de­
presión del Tepalcatepec.
Por si fuera poco, son muchas las horas soleadas, pasan
de tres mil al año. De octubre a mayo sólo cincuenta días se
nublan. De junio a septiembre más de la mitad de los días
son nebulosos. Con la llegada del verano vienen las mañanas
nubladas y las lluvias que empiezan a fines de mayo. Hacia
junio se consolida el temporal lluvioso cuya duración es cua­
trimestral. De los 68 días de lluvia al año, más de 50 perte­
necen al temporal de aguas, así como las grandes tormentas,
la docena anual de ruidosos y relampagueantes chaparro­
nes. Las lluvias monótonas de invierno, las cabañuelas, traen
poca agua. El promedio de precipitación anual es de 900
mm, aunque se han dado años llovedores con una precipi­
tación de 1 152 mm. (Bernal, La ciudad de Zamora, pp. 46-
70).
En general no llueve mucho; los líquidos del valle más
que de la lluvia que cae brotan del suelo, en ojos de agua, o
llegan por el sur en el Yorecuahapundanapu o río Duero,
en un promedio de 6 metros cúbicos por segundo.
En cuanto al suelo, fuera de franjas de litosol, o sea sue­
lo pedregoso, en los montes y en los pies de los cerros, el va­
lle de Zamora ostenta un piso “marca vertisol”, de textura
pesada, color negro, que presenta abundante arcilla cemen­
tosa. En este tipo de suelo predomina la montmorillonita
“que en tiempo de lluvias se expande” y en las secas se en­
durece y agrieta. Como quiera, reblandecido y sin grietas por
la acción del agua es excelente para la agricultura y para la
alfarería.
La vegetación original del valle antes de que aparecie­
18
A tacheo

ra el primer hombre poblador fue sin duda de pantanos, “de


yerbas malignas y malolientes”, de tulares y “maleza triste
que sobresalía de aguas poco profundas”; vegetación cena­
gosa distinta de la montaña. En las laderas, entre los 1 680 y
los dos mil metros, “mezclaban sus hojas matorrales inermes,
nopaleras y plantas ratizas. Entre guamúchiles, pitayas, xo-
conoxtles, churis, moras y zapotes, se abrían paso arbustos y
yerbas medicinales”. Junto al cirián crecían multitud de yer­
bas aromáticas y de plantas “célebres por sus flores”. Encina­
les y piñales cubrían las cumbres más altas. En los montes
predominaban el madroño, el casahuate, catziripe, el tepe-
huaje, el tepame y las nopaleras. El sauz en los humedales.
La fauna silvestre también fue numerosa. Gran parte ha
desaparecido, pero el resto sobrevive a pesar de la presencia
humana “contra viento y marea”. Especies que han vivido
encuevadas, debajo de piedras; ya ciertos roedores, algunos
insectívoros, reptiles, lombrices y muchos artrópodos. En lu­
gar tan lacustre no podían faltar peces, batracios, culebras.
Sobre tierra firme, algunos cánidos (coyote, lobo y zorra), un
mustélido apestoso (el zorrillo), un rumiante (el venado), un
par de carnívoros (gato montés y puma) y arácnidos (alacrán,
araña y vinagrillo); y, sobre el aire, animales en vuelo: águi­
la, gavilán, lechuza, pato, tecolote y multitud de pájaros. Pe­
ro el valle fue, y sigue siendo “un paraíso de insectos”, don­
de el mosquito es el más picudísimo.
En suma, por su clima tan caluroso, sus inundaciones,
yerbas, roedores, cánidos, arácnidos, nubes de insectos, “mi­
crobios de paludismo, tifoidea, disentería, bronconeumonía,
neumonía, bronquitis y algunas dolencias más”, el valle fue
para los primeros hombres un medio difícil,1 pero... esos
hombres aparecieron con los interrogantes quién sabe de
dónde, por qué, cómo y cuándo.

1. Luis González, Zamora, 1978, pp. 17-27; Jesús Bernal Villanueva, La ciudad de
Zamora, Michoacán y sus problemas sociales, económicos, urbanos y arquitectónicos,
México, 1952.

19
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Primeros pobladores
Sobre la población primitiva -sin mayores luces arqueológi­
cas que las exploraciones realizadas en unas tumbas de El
Lopeño, en el suroeste del valle-, no hay nada de claridad,
sino conjeturas como las muchas que podrían hacerse en tor­
no a los segundos pobladores, los tecos o teocuitlatecos, gru­
po de habla náhuatl, tejedores que aparecieron en dicho es­
cenario hacia el siglo XV poco antes de la llegada de los
guerreros purépecha o tarascos.2
La oleada purépecha está más documentada por la tra­
dición. Se sabe que en el siglo XV, uno de sus jefes estableci­
do en la orilla oriental de la cuenca de Pátzcuaro -gracias a
la organización bélica y al binomio lago-sierra- los unificó y
los lievó a “conquistas sin fin”. En la Relación de las ceremonias
y ritos y población y gobierno de los indios de la provincia de Mi­
choacán está escrito que “llamó Hiripan a Tangaxoan y a Hui-
quíngare y díjoles: hermanos, ya es muerto Tariacuri, nues­
tro tío... Hermanos, vamos a conquistar”.3
Entonces empezaron a someter pueblos a la mano y le­
janos. Para 1450, la triple alianza purépecha de la ribera
(Ihuatzio, Pátzcuaro y Tzintzuntzan) unida en una sola jefa­
tura se había vuelto terriblemente “imperialista”. Entre 1450
y 1520, Tzintzipandácuare y Zuangua ensancharon las fron­
teras del reino tarasco a los cuatro vientos, sobre todo hacia
el occidente.4 Uno a uno de los valles del Bajío Zamorano y
hasta tierras más alejadas, como las algodoneras y salitrales
de Tamazula y Sayula, fueron avasalladas al Gazonzi o ire-
cha que gobernaba en Tzintzuntzan, la capital.
Precisamente Atacheo fue uno de esos asentamientos
de la frontera tarasca en el noroccidente del actual Mi­
choacán. Situado en el llano de su nombre, al pie del cerro
2 lbid.
3. Relación... de Michoacán
4. /¿¿¿/Alvaro Ochoa S. y Gerardo Sánchez D. (ed.). Relaciones y Memorias de la
Provincia de Michoacán.

20
A tacheo

de Tacari todavía muestra viejas señales precoloniales en los


sitios de “el Convento” y “La Yácata”; poblado de guerreros,
cazadores y agricultores, según se desprende de los vestigios
arqueológicos de cerámica y obsidiana encontrados a flor de
tierra.
Por otro lado, nombres como Purépero, Churintzio,
Tamándaro.Tziróndaro, Icátiro, Atecucario, Taramécuaro,
Echaparaco, Urepetiro, Acúmbaro, Aramútaro, Patzímaro,
Carámicua, Changuitiro, Acuitzeramo, Ecuandureo, Qui-
ringüicharo, Catipuato, Tanhuato, Zináparo, etc. nos dan
una idea de la expansión y permanencia purépecha en estos
rumbos.
Tal dominación purépecha o tarasca contrajo cierta or­
ganización de los sometidos, usos, costumbres, gobierno, re­
ligión, trabajo e implantó sobre todo un régimen de tenen­
cia de la tierra -a la medida de las necesidades del centro
gubernativo- en los pueblos; básicamente se distinguían tres
tipos: a) tierras públicas en manos de caciques y servidores
del aparato administrativo; b) tierras comunales que traba­
jan en usufructo los dominados a cambio de tributo al cazon-
zi, y c) tierras dadas individualmente a algunos jefes de fami­
lia “de la gente común”.5
Mas todavía no consolidada la expansión tarasca, la pre­
sencia española irrumpe en Michoacán hacia 1522; ésta en­
cuentra en pleno avance a los tarascos de Tlazazalca -centro
militar del valle vecino del que pende Atacheo-, enfrascados
en una lucha con los chichimecas del norte. Finalmente la
entrega de Tzintzuntzan por parte del Cazonzi al nuevo con­
quistador acabó con el reino tarasco. Olid, el enviado de
Cortés, tomó posesión.

5. Gerardo Sánchez “Tenencia y explotación de la tierra en el Michoacán pre­


hispánico; trabajo campesino entre los tarascos” en la Cultura Purhé.

21
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Tierra y sociedad colonial


Tenencia de la tierra.

Un pormenorizado informe que Antonio de Caravajal hizo


de los pueblos michoacanos (1523-1524) enteró a Cortés de
las posibilidades tributarias de la provincia, y éste luego re­
parte encomiendas. La encomienda-como han aclarado Mi­
randa y Zavala- no implicaba la propiedad de la tierra sino
el control de la población conquistada y el usufructo de su
fuerza de trabajo. Los pueblos recién conquistados eran “pa­
ra que os sirváis de ellos y os ayuden en vuestras haciendas
y granjerias” -recomendaba Cortés a los agraciados-, con la
obligación de instruir a los encomendados en la “Santa Fe
Católica”.6 Tarea ésta que realizaría la Iglesia.
La encomienda de Tlazazalca y pueblos sujetos: Santia­
go, Yurécuaro, Tanhuato, Casguareo, Ecuandureo, Huria-
guaro, Guecuxubato y Atacheo, tocó a Antonio Arriaga, con­
quistador de a caballo que acompañó a Olid en sus campañas
y amigo personal de Caravajal. Incorporados al nuevo régi­
men colonial, cabecera y sujetos tuvieron que mantener al
encomendero, dedicado a negocios molineros en el valle de
México, y a poner cada veinte días “160 cargas de bastimen­
tos en las minas”.7
El peso del tributo no desapareció a la muerte de Arria­
ga en 1534. La corona española impuso a los ex-encomen-
dados la obligación de que dieran cien cargas de bastimen­
tos cada cuarenta días; pero como los tributarios no podían
llevarlos a las minas, “ni en ellas había quién los comprase”
entonces aquélla -en base a los recursos y posibilidades
agrícolas y textiles del lugar- pidió entregaran al año dos­
cientas cuarenta mantas de algodón de dos brazas de largo

6. Benedict Warren, La conquista de Michoacán 1521-1530, p. 134.


7. Ibid., pp. 218, 421; Víctor M. Alvarez, Diccionario de Conquistadores. I: 41-42.

22
A tacheo

por tres varas de ancho, puestas en la ciudad de México,


aparte del maíz en Tzintzuntzan, el centro rector de la pro­
vincia michoacana.
Si bien la encomienda desempeñó una forma de con­
trol, la concesión de mercedes de tierras a particulares y a co­
munidades, la introducción de nuevos cultivos (trigo, frutas
de España) y la ganadería resquebrajan la frágil economía
natural indígena. Para 1566 la Corona-que pone a Tlazazal-
ca en corregimiento con su alterna república de indios- apre­
mia, exigiendo el tributo más en dinero que en especie. Los
incorporaba al régimen monetario y de mercado.8 Además
introduce la novedad del título, el papel que legitima la po­
sesión de la tierra.
En 1569, por ejemplo el gobernador, alcalde, regidor,
principales y común de Tlazazalca venden a Hernando de
Sarria una caballería de Tierra (42 has.) nombrada Cicupo
Atacheo, tierras heriales, baldías y de la comunidad “que
ningún indio particular tiene parte en ellas”; considerando
mejor que “sería más útil y provechosos al pueblo que se ven­
dan -dicen- porque del dinero de ellas se aprovecharían pa­
ra cosas de la república e iglesia que tiene necesidad”.9
La caballería vendida en cien pesos lindaba con tierras
de Domingo Pasua, de Domingo Torrazmaro y de otra par­
te “un río”; o sea, propiedad particular, ya de españoles o de
naturales, mano a mano con las tierras comunales. El com­
prador Sarria, residente en Pátzcuaro, daba poder amplio a
Juan Barajas, cura de Tlazazalca, para realizar la transacción
y tomar posesión de la tierra.10
Además del reparto del suelo por parte de la corona, la
integración de los pueblos indígenas al nuevo régimen tenía
su costo. Tlazazalca y los suyos terminan el siglo XVI encla­
vados en la ruta minera del norte, vía del Bajío de Gua-
8. El libro de las Tasaciones, pp. 363-364.
9. M. Irais Piñón “La tenencia de la tierra en la región de Tlazazalca-Zacapu-Hua-
niqueo”, en Michoacán en el Siglo XVI, p. 115.
10. Ibid, p. 403.

23
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

najuato y Zacatecas; integrados al complejo agroganadero-


minero, con estancias abastecedoras de alimentos para los
centros mineros. No escaparon a la llegada de más estancie­
ros hispanos, ni a las averías de arrieros y pasajeros camino
a las minas.11
A principios del XVII, dentro del beneficio eclesiástico
de Tlazazalca existían veinte estancias y labores en donde se
criaban ganados mayores y menores; muías y caballos para
el transporte; y se cultivaba trigo, maíz, chile, frijol y otras
semillas.
Atacheo, sujeto de Tlazazalca, disfruta de tierras en
común para su hospital y para el pueblo. Sabemos por los
registros de diezmos que cerca de éste había varias estancias:
Martín Ortiz de Zárate en Icátiro con labor de trigo “y dos­
cientas yeguas de burros y caballos”, los herederos de Tomás
de Ayala en Uripitío con doscientos becerros al año y posee
más de quinientas yeguas; Diego de Verduzco en el Sauce
pone fierro a mil cuatrocientos becerros y ochenta muías;
Ana de Chávez en Ucácuaro cría doscientas muías y siembra
tres o cuatro fanegas de maíz; unos mulatos en el Fuerte con
ochenta reses y siembran maíz; Gerónimo de Abreo en
Patzímaro “tiene unas vaquillas”, y Agustín de la Dueña se­
senta yeguas de vientre en Churintzio.12
Como se puede apreciar, en los alrededores de Atacheo
crecían la apropiación de la tierra en manos particulares y
se contrataban brazos de indios laboríos y de castas para tra­
bajarla. En cambio de los seis pueblos sujetos de Tlazazalca
se dice en 1649:
Tienen sus parrochias y hospitales no tan ricos de plata por
ser éstos labradores de maíz, chile y frijoles que vale barato,
aunque los demás hospitales tienen vacas y ovejas que les ren­
tan para la cura de enfermos.13
11. Ibid, pp. 152-153; Silvio Zavala. Fuentes para la historia del trabajo, II: 211-212.
12. El Obispado de Michoacán en el siglo xvn, pp. 102-104.
13. Amoldo y Sassi, ‘‘Demarcación y Descripción de el Obispado de Michoacán”...
en Bibliotheca Americana Yol. I. No. 1 sep. 1982.

24
A tacheo

Concretamente, el hospital de Atacheo se mantenía con


seiscientas ovejas en tierras del común.
A la vuelta del siglo XVIII, Villaseñor y Sánchez en su
Theatro Americano cuenta siete puestos o estancias en los con­
tornos de Atacheo, que el cura de Tlazazalca-La Piedad pre­
cisa en una distancia de una y dos leguas: las estancias de Ate-
cucario, Cuizillo (distinto del de La Piedad), Los Amezcuas,
Los Morenos, El Sauz y Santiaguillo.14 Cercanía que propi­
ció más de alguna vez la invasión de tierras comunales por
parte de los estancieros.
Por otra parte, un nuevo repunte minero en el Bajío y
Zacatecas acelera los procesos económicos en el centro oeste
de la Nueva España; aumenta la producción agrícola y gana­
dera, mueve el comercio, el dinero circuló más. Tan sólo en
la jurisdicción de la parroquia de Tlazazalca-La Piedad se re­
gistra una alza constante en la recaudación de diezmo que va
de 2 800 a 10 000 pesos entre 1750 y 1790. Además, la tierra
no fue ya la única fuente de ingresos; surgen estancias de
arrieros que cumplen un importante papel en la rama de ser­
vicios, sobre todo en el transporte de mercancías, en la co­
municación, y en las redes del mercado.15
Entre 1800 y pricipios de 1810, según diezmos y primi­
cias que entran a los registros del obispado, la economía re­
gional muestra señales de bonanza; excepto el último año,
no ajeno a la crisis agrícola y al brote de la guerra de inde­
pendencia, en la que participan a favor o en contra los veci­
nos de la jurisdicción tlazazalqueña con sus transtornos apa­
rejados.
Una nueva sociedad
De hecho, la Iglesia fue la integradora del espacio y de la po­
blación conquistada. Don Diego Paque, gobernador de la

14. Joseph Villaseñor y Sánchez Theatro Americano, II; 106-107.


15. Claude Morin. Michoacán en la Nueva España del siglo xviii p. 120.

25
Los AGRARISTAS DE ATACHEO
república de indios de Tlazazalca, contaba que hacia 1545
había ido el franciscano fray Joan de San Miguel,
e juntó los yndios donde agora están poblados porque estaban
derramados e vivían por los montes apartados unos de otros
y les trazó las casas e calles como agora están y la yglesia que
tienen agora...
Además de congregarlos, fray Joan iba de cuando en
cuando a visitarlos, confesarlos, decirles misa, “los casaba e
bautizaba y administraba los santos sacramentos”.1617
Contemporánea a la información de Paque sobre la pri­
mera congregación, la Suma de Visitas consigna: Tlazazalca
tiene siete barrios (pueblos) con doscientas cincuenta y cin­
co casas y en ellas mil quinientas cuarenta y tres personas
“sin los niños de teta”.1'
Así tras la obra pionera del franciscano San Miguel, de
la erección del obispado de Michoacán bajo la batuta de Vas­
co de Quiroga, algunos agustinos del convento de Jacona se
establecieron brevemente en Tlazazalca, pero salen luego de
tener serias dificultades con los clérigos diocesanos de Qui­
roga por cuestiones de jurisdicción.
Con religiosos o con clérigos como Juan de Barajas, chi-
chimecas y tarascos tributarios habían sido reducidos y man­
tenidos en barrios; que implicaba organización y gobierno.
Si bien la república de indios representaba la autoridad de
la cabecera y sujetos, la mayor parte de la vida social de ellos
giraba en torno a las actividades de la Iglesia, alrededor de
capillas, hospitales y cofradías, comprendidas en la jurisdic­
ción parroquial o curato de Tlazazalca.
Atacheo, dependiente de Tlazazalca, tuvo a su vez dos
barrios: San Juan y San Pedro -que dados los nuevos patro­
16. Archivo General de Indias, Justicia 163. El Provincial de los Agustinos... con
Diego Paque, en Francisco Miranda, Yurécuaro, p. 45.
17. Francisco del Paso y Troncoso. Papeles de Nueva España. 2a. Serie Geografía y
Estadística, T. I. Suma de Visitas No. 666.

26
A tacheo

nes de asentamientos suponen la coexistencia de tarascos y


chichimecas pacificados-, con sendas capillas y, posterior­
mente, un solo hospital que integraría a ambos grupos bajo
la advocación común de Nuestra Señora de la Asunción, des­
pués solo Santa María, matrona tutelar del pueblo. Los lazos
formales con la Iglesia se dan a través del pindecuario, “el
costumbre” de los vecinos para el sostenimiento del culto re­
ligioso. Para vivir, los atachenses siembran en sus tierras maíz
y frijol, cortan madera o recogen leña para combustible, ca­
zan en los montes y pastan ganado menor en el llano.
En el ámbito de la parroquia de Tlazazalca en 1571 se
contaban ochocientos cincuenta y seis tributarios (219 chi­
chimecas de paz y 637 tarascos), más o menos tres millares y
medio de habitantes, ahora en doce pueblos congregados y
sujetos a la cabecera,18quienes de alguna manera se ven afec­
tados en sus actividades por la fundación de la cercana villa
de Zamora en 1574.
La naciente villa exige mano de obra y pobladores de
las poblaciones cercanas, pero no brindaba mayor protección
a cambio. Tlazazalca y los suyos tienen que batallar con los
chichimecas “de guerra” al norte; a causa de eso piden al vi­
rrey les quitara un año de trabajar forzadamente en las obras
de la villa para dedicarse a reforzar la defensa propia y le­
vantar fuertes.
Es más, el crecimiento de la no muy bien guardada Za­
mora requería de más trabajadores. El virrey indica enton­
ces al alcalde mayor de la recién fundada que recurriera al
sistema de repartimiento con gente de Aranza, Chilchota,
Tlazazalca y Jiquilpan y “sus sujetos”.19 La Corona conside­
raba necesario establecer un bastión de españoles en el occi­
dente de Michoacán, al tiempo que fundaba las villas de León
y Celaya y la congregación chichimeca de Pénjamo en el Bajío
de Guanajuato.
18. Relación de los Obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca y otros lugares, p. 44.
19. Archivo General de la Nación (citado AGN) General de Partes vol. 2, ff. 96, 137v-
138, y vol. 3 f. 211 v.

27
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

El asunto del poblamiento zamorano a costa de los pue­


blos vecinos no sabemos si se llevó a cabo. El caso fue que la
población tlazazalquense y anexas bajó a finales del siglo XVI;
de ochocientos cincuenta y seis tributarios en 1587, a qui­
nientos cuarenta y siete en 1600. Baja no ajena a pestes y a
migraciones; éstas bien a centros mineros por el auge de la
plata, bien a villas o a haciendas inmediatas.20 En 1649
contábanse sólo trescientos tributarios; es decir, iba en pica­
da, y resonó en la desaparición o reacomodo de pueblos su­
jetos; tendencia contraria al aumento de estancias agrogana-
deras explotadas con indios laboríos y castas que no respetan
la línea de color.
El beneficio eclesiástico de Tlazazalca comprendía la ca­
becera, Penjamillo (un derivado del Pénjamo a la mano),
Tanhuato, Ecuandureo, Atacheo y Yurécuaro, entre otros;
todo en distancia de doce leguas a la redonda, en terreno
desigual, pero “de temple muy bueno y de muchas aguas”;
condiciones éstas que facilitarían la crianza de más ganados,
con el consiguiente alboroto, y la multiplicación de estan­
cias.21 Tal como se percibió en Atacheo y sus alrededores.
En 1689, entre los parroquianos de Tlazazalca-La Pie­
dad comparecía el prioste de Atacheo, el responsable del
hospital, para manifestar de diezmo a la Iglesia dos becerros,
cinco reales de quesos, dos borregos, ocho vellones de lana
“y no otra cosa”. Era la décima parte de la producción anual
“de la hacienda del hospital”. Diezmo, por otra parte, que
indicaba la presencia de ganado mayor, ausencia de cultivos
europeos y diversificación de actividades económicas.
Muy cerca de allí, en Atecucario, tres estancieros no in­
dígenas manifestaban becerros, potros, machos, maíz, que­
so, lana, más la apreciadura “de otros tantos animales”. El
registro de diezmos mencionaba, de productos por el estilo,
diezmeros en Santiaguillo, Acuitzeramo, hacienda del Sauz,
Urepetiro, hacienda de Urepetiro, Icátiro, Huitzo, Fuerte,
20. Peter Gerhard. A Guide lo the Historiad Geography of New Spain, pp. 327-328/
21. Sassi, Op.cit/ El Obispado de Michoacán en el Siglo xvn, pp. 102-104.

28
A tacheo

Ucácuaro, Patzímaro, Estancia Nueva, etc., etc, que entrega­


ban la décima parte de ganado, granos y otros productos.22
Mientras, los atachenses disminuían; de veinte vecinos
casados que habían al empezar el siglo XVII quedaron cua­
tro, más siete muchachos, en 1635. Por si fuera poco, todavía
al crecimiento natural hubo que descontar once adultos y sie­
te párvulos que pasaron a la otra vida tan sólo en octubre de
1674.23 En cambio, en los alrededores aumentaba la pobla­
ción criolla y de castas.
Ya entrado el siglo XVIII, Atacheo reponía la población
perdida. Hacia 1743 Villaseñor y Sánchez le contó veintiséis
familias, algo asi como ciento veinte habitantes; no compara­
bles con las ciento cincuenta y siete familias de españoles,
mestizos y mulatos en los siete puestos o estancias de sus con­
tornos, dedicadas a la arriería, “a tratar y comerciar en crías
de ganado mayor y menor y siembras de maíz”.24
En 1754, el cura comisario de La Piedad-Tlazazalca in­
formaba a la Inquisición sobre sus feligreses. Para este tiem­
po la doctrina de Atacheo pertenece a la cercana vicaría de
Ecuandureo y ésta a la parroquia de La Piedad-Tlazazalca
(denominada así por el traslado de la antigua sede a La Pie­
dad por los problemas con la alebrestada república de indios
tlazazalquenses desde 1707). En fin, dice el cura que Atacheo
tiene “treinta y quatro familias de yndios y Equandureo qua-
renta y cinco familias también de indios”, en una distancia
de ocho y siete leguas de la nueva cabecera.
En cuanto a las estancias de la comisaría refiere que “sus
succesores han abundado y caído en pobreza de donde re­
sulta la mésela en sus calidades, ya mestizos, moriscos y mu­
latos, no obstante que hay muchos que quieren ser españoles
con atención a su orieren”...25 Resultaría de ese aumento
además una expansión demográfica latente.
O

22. Archivo Histórico “Manuel Castañeda Ramírez” (citado AHMC) Diezmatorios


Tlazazalca. Leg. 855^
23. Archivo Parroquial de Tlazazalca (APT) Entierros Indios, 1671-1706.
24. Villaseñor y Sánchez Op. citj 105-107.
25. AGN, Inquisición, vol. 937. 1er, exp. ff. 354.355.

29
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Fuera de una lista de 49 hombres, mujeres y jóvenes


atachenses que señala cumplieron con el precepto de la co­
munión en marzo de 1759, la mejor imagen demográfica la
proporciona el padrón general de Ecuandureo y Atacheo le­
vantado en 1786. Por él sabemos que en la cabecera de la vi­
caría-doctrina habitaban tres familias criollas, dos de éstas
con esclavos mulatos, y 86 “de indios”, Atacheo reunía en­
tonces 66 familias en su haber, un total de 243 naturales de­
tallados en 15 viudos (9 ellos y 6 ellas), 51 parejas o sea 102
casados, 32 jóvenes y 94 niños de ambos sexos. 6 Aún sin la
presencia de criollos o castas.
Por otro lado, al noreste y noroeste de ahí, dentro de
la jurisdicción de Ecuandureo -perteneciente a la reinte­
grada parroquia de Tlazazalca- se encuentra una serie de
estancias; la más grande, en gente, Patzímaro con 53 fami­
lias criollas, 8 mulatas y 3 mestizas; sin detallar las de el Cole­
gio, El Salto, San Antonio, Estancia Nueva, Agua Caliente,
Ucácuaro, Las Fuentes. Tres familias criollas ostentan Don
o Doña en Ecuandureo, una en el Colegio, otra en San An­
tonio y sendas más en Estancia Nueva y Ucácuaro,2627 lo que
significaba prestigio y poder en el rumbo.
Mas la guerra de independencia en 1810 vino a alterar
la vida de pueblos y estancias. En enero de 1811 sonó mu­
cho la batalla de Urepetiro entre los independentistas de Ru­
perto Mier y el cura Macías -de La Piedad- y los realistas de
José de la Cruz. La batalla terminó con la captura de Mier
en la cuesta de Santiaguillo.
Además los estancieros de Purépero, Tlazazalca, Zi-
náparo, Ecuandureo y Quiringüicharo “fueron víctimas” de
la ira insurrecta por andar auxiliando “al enemigo”.28Antes
de la guerra la estancia o hacienda más pequeña planteaba

26. AHMC, Padrones Reg. 277 carp. 9 Padrón de el Barrio de Equandureo y At-
hacheo, 1759/APT, Disciplinar, Caja 1. Padrón Ecuandureo 1786.
27. APT Op. cit.
28. Alvaro Ochoa, Los Insurgentes de Mezcala, pp. 126-127 / Archivo Municipal de
Zamora. Fondo Prefectura Fomento 1895. exp. 26.

30
A tacheo

“tres ordeñas de 80 a 100 reses”; hacia 1821, la más que tenía


llegaba “a una de a 25 ó 30”. Los herraderos “que se hacían
de 500 cabezas y aun más”, igualmente, acabaron. Los pues­
tos de arrieros fueron quemados, las recuas desbaratadas.
También los bueyes robados y muertos “dieron el último gol­
pe a la agricultura”.29
¿Qué sucedió en Atacheo? Al parecer tampoco quedó
bien. Los registros de nacimientos de 1821 en este caso no
ayudan mucho a aclarar profundas cuestiones económicas,
que sí a percibir claramente la llegada de vecinos criollos,
mestizos, mulatos y laboríos al pueblo, propiciada quizás por
la situación de guerra.
La población de Atacheo en 1820 “era de 214 almas”,
veintinueve menos que en 1789, las más seguramente perdi­
das durante el trastorno de la guerra. Lo notorio es que el
teniente de cura en las visitas que hizo a la ayudantía de pa­
rroquia atachense en 1821 asentó en el registro 15 bautizos
“de indios”, 13 “de españoles” (dos nacidos en el pueblo), 11
mestizos (5 de ellos de Atacheo), uno de una mulata y un par
de “indios laboríos”.
Lo anterior indicaba la presencia no indígena en la com­
posición social del pueblo y en las relaciones de trabajo. Al
año siguiente (1822) en dicha ayudantía se mantuvo el mis­
mo ritmo de nacimientos criollos y de un mulato; bajó el
alumbramiento de mestizos y repuntaba el de naturales.30
Como quiera que sea, aparte de este contacto de etnias
en la demarcación atachense, nada nuevo habrá que agregar
a las actividades diarias de subsistencia; básicamente los ha­
bitantes indígenas producen maíz y se la pasan de alguna ma­
nera con una pequeña y maltrecha ganadería.31

29. Juan José Martínez de Lejarza, Análisis Estadístico de la Provincia de Michoacán,


p. 171/ Una imagen de paso en H. G. Ward. México en 1827, p. 691.
30. APT, Matrimonios Caja 2, Bautismos de Atacheo 1821-1823.
31. Martínez de Lejarza Op. cit. p. 167.

31
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

En la época independiente
Reparto de territorio, de tierras y de gente
Para este tiempo, a Atacheo se le describe como “una ranche­
ría” que no llega a pueblo siquiera, distante tres leguas de la
villa de Zamora, el eje más importante del noroeste michoa-
cano; fijada en los caminos a Valladolid (después Morelia)
vía Tlazazalca y Zamora, La Piedad. Eclesiásticamente co­
rresponde a la también cercana vicaría de Churintzio, pa­
rroquia de Tlazazalca, con campo de acción hasta Atecuca-
rio y algunos ranchos circunvecinos; pero en el terreno de
la administración civil, ni el ayuntamiento de Churintzio (del
partido teóricamente de Tlazazalca) ni el de Ecuandureo,
del de La Piedad, acogen y definen la situación política de la
“congregación” atachense.32 Problema debido en gran par­
te a “la ignorancia de los ayuntamientos”, ya que durante los
trastornos independentistas “se mudaron algunas cabeceras
de Partido, siendo muchas las equivocaciones que se origi­
nan de esto”. Tlazazalca respecto a Purépero no fue la ex­
cepción.33
Tras ajustes necesarios, la antigua provincia o inten­
dencia de Valladolid se transformó en el nuevo estado libre
y soberano de Michoacán por obra de unos cuantos diputa­
dos que redactaron en la capital vallisoletana la constitución
estatal de 1825. Esta dio pie también a un complejo reparto
geoadministrativo.
Se dividió la entidad michoacana en cuatro departa­
mentos: Norte, Sur, Oriente y Poniente. Cada departamen­
to o prefectura se subdivide en partidos; del departamento
del Poniente (con cabeza en Zamora) se sacaron cinco parti­
dos: Zamora, Tlazazalca, Puruándiro, La Piedad yJiquilpan.
A su vez, cada partido o sub-prefectura se fraccionó en mu­

32. Ibid.
33. Actas de la Diputación Provincial de Michoacán (1822-1823), p. 46.

32
A tacheo

nicipalidades; del partido de La Piedad se hacen cuatro: Pie­


dad (la sede), Ecuandureo, Yurécuaro y Tanhuato. Por fin,
en la municipalidad de Ecuandureo encontramos a la tenen­
cia de Atacheo, lugar de nuestro estudio. Hay que aclarar
que Ecuandureo pertenece en otra esfera de acción al cura­
to de Tlazazalca. De todas maneras, son viejos terrenos co­
nocidos.
Al reparto jurisdiccional de la superficie michoacana, a
la aparición de nuevos aparatos y grupos de dominio en pos
de la modernidad, siguió la partición de tierras comunales.
Parto indispensable para entrar al concurso capitalista. En
1822, Juan José Martínez de Lejarza, miembro de la diputa­
ción provincial, había recomendado -conforme al sistema li­
beral- “que se repartiesen dichos bienes [comunales] entre
sus legítimos dueños”, con ciertas limitaciones y medidas por
“la poca ilustración de los naturales y el ningún conocimien­
to de sus verdaderos intereses”.3435
Desde luego que para llegar de la buena intención y lu­
ces de algunos diputados a los hechos, habría que andar a os­
curas buenos trechos. Terratenientes puestos en los gobier­
nos locales, con aspiraciones a crecer, metieron mano en el
asunto. Lejarza justamente advertía la negra tarea de los
ayuntamientos “peste de los pueblos”, que
han hecho nulas sus providencias, ilusorios sus derechos y to­
do, todo llama la atención del Soberano Congreso Constituyen­
te para que reduzca el número de aquéllos [ayuntamientos],
para que reparta en un orden y proporción legales estos bie­
nes, y resulte de todo la felicidad que resultar debe a la Na­
ción.36
No hace falta comentario. Ya en la práctica, el reparto
se hizo de acuerdo con la ley de enero de 1827 a partir de la
34. Luis González, op. cit., p. 87.
35. Martínez de Lejarza, op. cit.
36. Ibid.

33
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

expedición del reglamento del año siguiente, pero despro­


visto de escuelas, funciones titulares y obras públicas reco­
mendadas años antes por el ilustrado Lejarza. Además no
fue tarea fácil, no sólo por los numerosos casos sino por la
complicación de éstos. El gobierno michoacano enfrentó se­
rias dificultades, consiguientes
a la abolición del andguo sistema que ha regido esta parte, a
la obscuridad de derechos de muchos de los que alegan, a la
mezcla de familias de unos pueblos con otros, a la variación de
residencia de algunos, a la escasez de muchas comunidades
para los gastos precisos, y otras causas...37
Pese a la minuciosidad del mentado reglamento, éste
dio lugar “a muchas dudas y consultas” que ocupaban con
frecuencia la atención del gobierno.
Por la “Memoria sobre el estado que guarda la admi­
nistración pública en Michoacán” de 1848, sabemos que el
prefecto del Departameto del Poniente (Zamora) informaba
al gobierno que los bienes de comunidades que no habían
sido ocupados “de su orden” por los jueces de paz ”se han
mandado restituir a sus dueños conforme a los principios de
la constitución y leyes del Estado vigentes”.38
¿Qué ocurría? Tal vez el reparto no se podía realizar de
acuerdo con las indicaciones del reglamento. Este disponía
crear una comisión repartidora que en 60 días enlistara las
tierras repartibles, formara el padrón de las familias, clasifi­
cara las tierras (cultivadas, cultivables, pastales, malpaíses y
cerros); hiciera el reparto de los bienes, valuara las tierras
asignadas a cada familia y diera posesión a los parcioneros o
accionistas.39
37. Arcliivo del Ejecutivo del Estado (después AEE) Memoria presentada al Hono­
rable Congreso por el secretario de Despacho de Gobierno sobre la adminis­
tración pública del Estado, año de 1828, f. 16v.
38. Memoria sobre el estado que guarda la administración... 1848.
39. Moisés Franco, “La desamortización de bienes de comunidades indígenas en
Michoacán” en Pedro Carrasco La Sociedad Indígena en el Centro y Occidente de
México, pp. 174-175.

34
A ta c h e o

El caso es que “no tanto ya por el modo con que la pro­


piedad comunal influye sobre la riqueza pública, sino por
consideraciones más elevadas sobre la suerte de los indíge­
nas”, hacia 1851 el gobierno michoacano vuelve a la tarea del
reparto con una nueva ley de carácter más individual que ya
no familiar.40
En fin, esas leyes bajo las “consideraciones más eleva­
das” sobre la suerte de los comuneros, hicieron desbarajuste
y medio dando margen a que no se incluyeran en la parti­
ción y reparto las tierras arrendadas, siendo esto defacto la
base “legal” para que el arrendamiento “se convirtiera en un
mecanismo de despojo”;41 ya que muchas tierras se encon­
traban de ese manera debido a los préstamos que las comu­
nidades pedían para cubrir los gastos de las fiestas, el soste­
nimiento de los hospitales subsistentes, y para entrar al
círculo de las deudas para litigar en los juzgados la posesión
de las tierras.
Lo cierto es que los comuneros no veían mejorar su
suerte. El Estado insistía en la incorporación de ellos como
propietarios individuales al “desarrollo nacional”, mediante
una “igualdad jurídica”, pero sobre una práctica económica
desigual que favoreció de hecho a los terratenientes estable­
cidos.
Todavía en 1847 abundan las referencias a los “terre­
nos de Atacheo”, a la propiedad comunal. Puede ser que allí
como en otras parte de la entidad michoacana siguiera el
fraccionamiento de dicha propiedad comunera en 1851 tal
como disponía la ley de ese año;pero aún en 1853 en algu­
nas escrituras de compraventa se mencionan “tierras de los
indígenas de Atacheo”.42
Pero funcionarios municipales desde Zamora y “acapi-
taladitos” de la élite ranchera, gracias al poder que detenta­
40. Ibid.,p. 178.
41. Gerardo Sánchez , El Suroeste de Michoacán. Estructura económico-social 1821-
1851, p .54.
42. Cayetano Reyes, Protocolos Notariales del Distrito de Zamora 1842-1854.

35
LOS AG RARISTAS DE ATACHEO

ban, lograron acaparar por todos los medios a su alcance las


adjudicaciones del reparto. Estancieros o hacendados de
Ecuandureo, los inmediatos a Atacheo y los cercanos al va­
lle de Zamora, protegidos por las leyes, se echaron sobre las
tierras de la comunidad.
Un sucesor de esos acaparadores declararía años más
tarde que por el reparto de 1830
la comunidad de Atacheo terminó y no quedaron sino pe­
queños propietarios de terrenos, que lo fueron todos los par-
cioneros, a quienes se les prohibió su enagenación durante los
cuatro años siguientes al referido reparto. En 1834, gran par­
te de esos parcioneros vendieron sus respectivas fracciones,
otorgando los documentos de estilo, y entre los adquirientes
de ellas estuvo el señor Don Antonio Garibay Ochoa, persona
que hizo mulütud de beneficios del (sic) pueblo de Atacheo y
cuya memoria es recordada aún con veneración y aprecio por
los indígenas de dicho pueblo...43
Sin embargo, la versión de los parcioneros, de los co­
muneros sobrevivientes, no concuerda del todo, se quejaban
de que Garibay Ochoa.
tiraba cercas a su gusto y que una vez le reclamaron, pero sin
resultado favorable para el pueblo. Con motivo de una cerca
que iba a tirar D. Antonio Garibay, se suscitaron serias dificul­
tades entre éste y los indígenas; pues la parte de cerca levan­
tada por los sirvientes de D. Antonio la tumbaban por la no­
che los indígenas. Esto se repitió varios días hasta que D. An­
tonio hizo valer ante la Autoridad los recursos de que disponía,
y con la prisión de algunos indígenas terminaron esas dificul­
tades.44

43. Secretaría de la Reforma Agraria, H. Cuerpo Consultivo (ASRA-CC) Restitu-


áón Atacheo 22/2783 (local), leg-1.
44. Archivo Miguel Regalado (AMR), exp. Atacheo, Cf. Apéndice I.

36
A tacheo

Después, aunque se buscaron otros medios, tampoco


hubo resultados favorables. Jesús Loera, encabezado o jefe de
los comuneros, pese al desaliento reinante, habló con la co­
munidad “sobre la conveniencia” de gestionar la devolución
de tierras que había acaparado Garibay,
pero la comunidad contestó que un troncón chueco del pie y
clavado, si se le quiere sacar, cuando está flojo se le estira para
fuera y parece que va a salir, pero que no sale. Que así son los
negocios con D. Antonio; muy difíciles. Qué él viera si podía
arreglar algo.45
Aparte de la gráfica y clara figura “del troncón chueco
del pie y clavado”, alusiva a las artes de que se valió el acapa­
rador, éste recurrió además al soborno, es decir, a los “bene­
ficios”. Pues refiriéndose a la reclamación de referencia, otro
encabezado contaba que
D. Antonio decía que volvería a la comunidad las tierras cuan­
do se juntaran todos los indígenas; que ponía esta condición,
sin duda, porque veía que no se juntarían todos, toda vez que
no se presentarían aquellos que habían recibido dinero oculta­
mente.46

A este proceso de parte, reparte y de quién se queda con


la mejor y mayor parte, se le adicionó una modificación ad­
ministrativa del gobierno. La tenencia de Atacheo cuya juris­
dicción comprendía los ranchos de Moreno, Aramútaro, Ate-
cuario, Labor de los Esquedas, Huamuchil, Mezquitillo,
Puerta, Sauz de Atacheo y pueblo de Atacheo pertenecía a
partir de 1845 al poderoso partido de Zamora. Era de espe­

45. Ibid.
46. Ibid.

37
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

rarse así, que el peso de los zamoranos se inclinara sobre el


agro atachense al mismo tiempo que lo hacían el conocido
Garibay Ochoa, o el abusivo Guadalupe Castro desde la Es­
tancia de Amezcua que se había apropiado adjudicaciones
atachenses.47
Para entonces la toma de decisiones no está en las ma­
nos comuneras. Los nombramientos de tenientes y justicias
de autoridad lugareña, respondiendo a intereses de poder
municipal, recaían en rancheros como los Cuevas, López,
Méndez, Sandoval, Zepeda.48Además, al centro rector de la
tenencia van llegando más vecinos no indígenas. Otro de los
Garibay Ochoa dejó Zamora en 1847 para establecer casa y
cuidar los intereses de su hermano en Atacheo.49
Un atractivo más. La cabecera contaba con servicios re­
ligiosos de planta desde 1842, según inventario parroquial.
A raíz del colérico cólera de 1833 (fulminando a 25 hombres
y 26 mujeres de Ecuandureo y Atacheo -sin contar los pár­
vulos-, y que obligó a los atachenses a fincar panteón “a la
mediación del pueblo”), ante “la gravedad del accidente”, el
teniente constitucional “en consorcio del común” había so­
licitado sacerdote al cura de Tlazazalca porque “los males
que a éstos sus humildes hijos circundan -dijo-, piden el pan
espiritual, y al mismo tiempo quien se los parta”.
No está por demás insistir en la importancia de la Igle­
sia en la vida pueblerina. Los vecinos celebran las fiestas re­
ligiosas, y registran el nacimiento de sus crios, bautizos,
muertes y matrimonios ante el vicario. De ahí que abrieran
tierras al cultivo para el sostenimiento del clérigo, y de que
satisfacieran religiosamente el pago del diezmo aunque no
existiera presión civil para manifestarlo. En diciembre de
1835, por ejemplo, el cura de Tlazazalca recogió 242 fane­

47. Archivo Municipal de Zamora (AMZ), Fondo Notarías. Protocolos 1842-


1864./Cayetano Reyes, Op. cit./ Asunto Guadalupe Castro en Protocolo de In­
dalecio Haro, 1864, f. 74.
48. AMZ, Fondo Ayuntamiento, Actas de Cabildo 1844-1847.
49. lbid.

38
A tacheo

gas de maíz en Atacheo que entregaron por ese concepto 43


vecinos, dando tres de ellos la cuarta parte del total.
Gran parte de la vida social de la comunidad, no se di­
ga de los rancheros, funcionaba mucho en relación con la ac­
ción de la Iglesia, cuya presencia no sólo era económica.
En cuanto a otras apreciaciones, la estadística parro­
quial de Tlazazalca de 1845 refiere que Atacheo “por su po­
ca población” había estado otras veces agregado a la vicaría
de Ecuandureo; pero que aun con vicario propio ese año
“sólo una misa se celebra en los días festivos”.50
Por su parte, el vicario fijo destaca más de alguna vez en
su informe quinquenal (1847-1851) “la pobreza de los veci­
nos”. Quizás la agricultura para la mayoría no daba más de
la subsistencia; pero tal vez a propósito de los servicios reli­
giosos el pequeño comercio dominical o tianguis y la apertu­
ra de algún tendejoncito, sirvieran después para activar el
trajín de mercancías; aquí intervienen otra vez personajes co­
nocidos. En dicho informe se advierte la emigración tempo­
ral de algunos atachenses que piden “dispensa de vagos” pa­
ra contraer matrimonio; seguramente se trata de arrieros
trotamundos.
Por otra parte, la visión del mundo -por lo menos de la
región- se amplía a través de la lectura. En el tan citado in­
forme, el vicario apunta que el notario eclesiástico por su ofi­
cio “y por enseñar a algunos niños a leer”, sin especificar can­
tidad de asistentes ni condición social de éstos, disfruta doce
reales semanarios, o sea, seis pesos al mes.
En los papeles de la iglesia se trasluce también la situa­
ción de los que están en proceso de descomunización. El gru­
po indígena socialmente se va diluyendo; va perdiendo te­
rreno la lengua primitiva; “a más del castellano -cuéntase en
1845- se habla el tarasco”, y no a la inversa. El pindecuario
o costumbre comunitaria de servicio a la Iglesia no subsistía

50. AHMC, Estadísticas Parroquiales. Tlazazalca 1827-1843, leg. 3/ APT, Disciplinar


Caja 1, 1833-1848.

39
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

entonces “ni aun en parte”; la excepción era, todavía en


1852, el sacristán “puesto por los yndios” quien aparte de
los derechos de bautizo (dos reales de “los no indios” y un
real “de los indios”) atendía el toque del campanario “sin más
paga .99

Desapareció el hospital, solamente quedaba el recuerdo


y la llamada Casa de diezmos, junto a la Capilla de Guada­
lupe, culto que empezó quizás en la segunda mitad del siglo
XIX dentro de las conmemoraciones marianas promovidas
por el clero católico.
En lo que se refiere al movimiento y reparto de la po­
blación en la vicaría durante los cinco años que cubre el in­
forme fue así:

1847 1848 1849 1850 1851


A primera vista se ve que los atachenses se casan me­
nos, mueren más, pero se reponen en un dos por tres. Si
bien se recobraban apenas de la epidemia del 33 y de otros
males, otro cólera en marzo de 1850 entraba lúgubremente
a hacer tanto mal como el anterior. Fue un año malo.51

51. APT, Disciplinar, Caja 1, Derechos y obvenciones 1847-1851.

40
A tacheo

Durante ese quinquenio 170 vecinos abandonaban este


mundo -la mayor parte de ellos epidemiados-, pero llega­
ban 292 criaturas de repuesto; más de un tercio de los nue­
vos -101 para precisar los número- fue de naturales. Se ig­
nora el “linaje” de 38 registrados con boleta de diezmo y otros
por limosna, los más desvalidos. A más del proceso de mes­
tizaje en aumento se percibía sutilmente la marginación en­
tre los que se acogían a la caridad del vicario.
Cincuenta y seis parejas “de todos linajes”, “confundi­
dos en el trato social” sentaron cabeza, un promedio de diez
entre 1847 y 1849, siete en 1850, el año de desgracias y, 17
en 1851.52
Tras la reforma
Reformadores y reformados
Atacheo no permaneció al margen de los vaivenes del siglo
decimonónico ni de la lucha entre liberales y conservadores,
de republicanos y monárquicos. Frente a la inseguridad en
el campo, muchos de sus vecinos buscaron refugio en Zamo­
ra, varios desde 1855 “a causa de los desastres de la revo­
lución”.53 Tampoco fue ajeno a la insistencia del reparto de
comunidades civiles y eclesiásticas por parte de los refor­
madores liberales en aras de la modernidad nacional y del
sostén económico para la guerra emprendida. En Zamora,
en el centro rector de la zona, la desamortización de bienes
benefició al clero local y a laicos propietarios ligados a la Igle­
sia, ya que la mayoría de las propiedades desamortizadas pa­
ra ponerse en circulación fueron los ejidos, propios y ar­
bitrios del ayuntamiento, bienes raíces de cofradías y del
exconvento franciscano, que, mediante compras directas e
52. IbidJ Archivo Parroquial de Ecuandureo (APE) Entierros Caja 44. Libros 1823-
1840, 1840-1850, 1850-1862. El cólera de 1833 no fue tan terrible como el de
1850, mientras no pasaron de 60 en el primero, el segundo cargó con más de
210 en la jurisdicción de Ecuandureo.
53. Memoria... del gral. Manuel González, 1877, p. 142.

41
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

hipotecas quedaron en manos de clérigos y familiares de


éstos, quienes aplicarían sus capitales también en la compra
de más tierra, en la agricultura, en el comercio, en servicios
y en la construcción de templos y fincas urbanas.54
En cuanto a las comunidades indígenas, más disposicio­
nes del congreso estatal en torno al asunto dejan entrever
complicaciones, ya por “la simpatía” de los gobernadores
Zincúnegui y Silva (1857-1858) hacia “la clase desvalida”, ya
por el apoyo de varios abogados de indígenas en los trámi­
tes y, sobre todo, por la resistencia de comuneros acostum­
brados “al antiguo sistema”. Concepción ésta muy distinta a
la de Francisco Vaca, un abogado liberal del noroeste mi-
choacano, quien manifestó en El gobierno de Michoacán y los
compradores de tierras quefueron de comunidad... que el proble­
ma “indígena” se debía a la falta de recursos y al “poco amor
al trabajo” de los comuneros.55
En noviembre de 1857 -ya en vigor la ley de Lerdo-,
los diputados del congreso michoacano alargaron las facul­
tades concedidas al ejecutivo para que éste continuara con
la división de tierras comunales. Sólo en octubre de 1861,
después de las administraciones de Zincúnegui, de Silva y
pasada la Guerra de Reforma, se hizo efectiva tal medida.56
Sin embargo, la guerra de intervención francesa paralizaba
momentáneamente las cosas.
No obstante, en el nada tranquilo paréntesis imperial
de Maximiliano (1864-1867), en medio de litigios y pleitos
con varios colindantes, 57 comuneros atachenses “que de­
claran ser la mayoría de que se compone el común de indíge­
nas” -excepto ausentes y enfermos-, el domingo, día de mi­
sa, 9 de abril de 1865 revocaban, ante notario y sin ninguna
explicación, el poder dado en 1857 “al indígena” Francisco
Espinosa para devolvérselo a Jesús Loera, “igualmente co­
munero”, con el encargo de que
54. Jesús Tapia Santamaría, Campo religioso y evolución política en el Bajío Zamorano,
pp. 67-70.
55. Francisco Vaca, El gobierno de Michoacán y los compradores de tierras quefueron de
comunidad...
56. Amador Coromina. Recopilación de leyes...

42
A tacheo

reclame y recoja las tierras de las personas en cuyo poder se


encuentran, y que les pertenece a los otorgantes y que fueron
mal enajenadas por no haber sido las ventas otorgadas ni por
ellos ni por ninguna otra persona en su legal representación.57
Probablemente no anduvieron errados. José Guadalu­
pe Castro, tinterillo y apoderado alguna vez de la comuni­
dad, en su testamento de 1864 menciona, sin decir cómo fue
adquirido, un derecho en Acúmbaro, consistente en hanega
y media de sembradura (seis hectáreas) “de los adjudicados a
los indios de Atacheo”.58 Mariano Méndez, vecino del Sauz,
compró terrenos a Ignacio Méndez Padilla en el Ojo de Agua
del Sauz, pero condicionados a que el vendedor los entrega­
ra “deslindados y sin contradicción de los colindantes con
quienes habían algunas cuestiones sobre este particular”.59
Rafael Peña Garibay, avecindado en Atacheo, había vendi­
do a Rafael Vera tiempo atrás un terreno pastal de veinte
hectáreas, sito en el Zapote, lindando “con terrenos de Ata­
cheo”. Peña había adquirido la propiedad “por compras par­
ciales que hizo a los indígenas Francisco Reyes, María Toma­
sa Espinosa, Francisco Dueñas y María Gertrudis Dueñas”.60
También, a propósito del arrendamiento de la hacien­
da de Atecucario del español Eustaquio Oruña, en el linde­
ro oriente de ésta figura el rancho de los Jagüigues y un po­
trero “que abrió al padre Don Luis Orozco perteneciente a
la comunidad de Atacheo”;61 potrero perdido en segundas
manos al parecer por el vicario.
Amén de la obscuridad de otros datos, está claro al me­
nos que el espacio que van ocupando los nuevos propietarios
con sus arrendatarios y medieros es el cercano al riego del

57. AMZ, Fondo Notarías. Protocolo de Indalecio Haro, 1865, ff 91-92.


58. Ibid:, 1864 f. 74/Fondo Juzgado de Distrito. Civil, 1870. Bienes testamentarios
de Guadalupe B. Castro.
59. AMZ, Fondo Notarías. Protocolo de Indalecio Haro, 1865, f. 97v.
60. Ibid., f. 119v,
61. Ibid. Protocolo de José María Ochoa, 1865, 2o Cuaderno, f. 32.

43
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Duero o a los ojos de agua, en las mejores tierras. José Do­


lores Torres, el dueño de una parte de Romero, los Méndez,
Peñas, Robles, Vegas o los Garibay Ochoa consolidan pose­
siones en el llano, en el rincón noreste del valle.
Como quiera, la propiedad particular va ganando te­
rreno. El régimen de Maximiliano pese al ofrecimiento de
“expedir todas las providencias necesarias que tiendan a ase­
gurar los terrenos comunales” de los pueblos y al estableci­
miento de la Junta Protectora de las Clases Menesterosas en
abril de 1865, apuntaba hacia el mismo rumbo liberal en la
cuestión agraria.
En tal virtud, el subprefecto imperial de Zamora infor­
maba en julio del año citado al ministro de gobernación, que
la comunidad de Atacheo se había dividido en lotes y vendi­
do algunos de éstos con arreglo a la ley de 18 de enero de
1827; mas los comuneros
hoy reunidos de nuevo y de autoridad propia, han despojado
o recogido algunos terrenos de los vendidos. Las tierras que
así tienen, están pendientes de reclamaciones.62
Total, problemas pendientes que heredaban los vende­
dores. Al triunfo republicano en junio de 1867, tanto el go­
bierno nacional como el michoacano se empeñan en la tarea
desamortizadora “dictando cuantas medidas han considera­
do propias para darle una satisfactoria solución”. En ello se
consigue bastante, pero faltaba “hacer el último esfuerzo pa­
ra terminar tal obra”.63
En el campo eclesiástico, la recién estrenada diócesis de
Zamora (1864) emprendía reformas en las jurisdicciones te­
rritoriales; en junio de 1867 dispuso que la vicaría de Ata­
cheo se apartara de la parroquia de Tlazazalca y, junto con
62. Heriberto Moreno “Un documento sobre las comunidades indígenas del Dis­
trito de Zamora durante el segundo imperio”, en Carrasco, op.cü.D, p. 224 no­
ta.
63. Memoria... 1869, p. 57.

44
A tacheo

el Sauz de Arriba y Tierras Blancas de la de Ecuandureo, pa­


sara a depender directamente del Sagrario de la Iglesia Ca­
tedral; de esta manera se juzgó habría “mayor inspección de
sus habitantes”, pues varias propiedades rústicas de clérigos
y laicos dentro de tal comprensión jurisdiccional “se admi­
nistran desde Zamora”,64 centro urbano muy importante, co­
mo ya se dijo.
El tenientazgo eclesiástico territorialmente difería un
poco del civil; el primero tiende hacia el oriente, norte y po­
niente en relación al pueblo, recordando viejos tiempos pa­
rroquiales; el segundo, hacia el sur, de donde proceden los
propietarios más pudientes e influyentes y los aparatos de
gobierno, en donde se tejen las redes intermediadoras entre
Atacheo y los funcionarios del Estado. La tenencia civil ata-
chense comprendía el pueblo cabecera, la hacienda de Ate-
cucario y los ranchos del Zapote, Espíritu Santo, Sauz de Ma­
gaña, Labor de Esquedas y Guamúchil.
La cabecera de la vicaría muestra un templo de adobe
con su sacristía y techos de teja “en mal estado”, tres campa­
nas; una casa cural de adobe, tejada, con tres piezas, un co­
rredor y cocina; otra casa cural en la capilla, de adobe, techos
de teja, con tres piezas “amenazando ruina”.65 La jefatura de
policía y el juzgado único no pasaba de ser un cuartito fren­
te a la plaza, por el lado sur; pero contaba con un cuerpo vo­
luntario de acordada.
En cuanto a la integración de más ranchos a la jurisdic­
ción de la vicaría en 1867 se reflejó luego en el registro de
más nacimientos en los ranchos, menos en el pueblo.
Entre 1862 y 1867 hubo movimientos notorios de po­
blación. En febrero del 62 azotó una peste. Entre 1866-1867
aumentaba la cantidad de gente en los ranchos en tanto ba­
jaba la del pueblo a causa de la emigración, por atachenses
que se iban a Zamora para servir de domésticos en casas, a

64. APT, Disciplinar, Caja 1, Acta de Segregación de la vicaría de Atacheo, 1867.


65. Ibid/Jurisdicción civil en Memoria gral. Manuel González.

45
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869


(Archivo Parroquial de Atacheo. BAUTISMOS)

los ranchos y haciendas de la propia jurisdicción como peo­


nes, jornaleros o medieros. Además, el avance de la propie­
dad individual en pocas manos sobre las tierras de Atacheo
y la tendencia descomunizadora, por parte del gobierno pro­
dujeron marginados, no incorporados a las actividades pro­
ductivas, “algunos perniciosos” que marcharon voluntaria o
forzadamente a otros lugares en las fuerzas republicanas, o
que andaban de “vagos” en los cerros huyendo de la leva.66
En la tenencia, según censo de 1868, había mil 612 ha­
bitantes; 153 de ellos “indígenas” (9%). El predominio mes-

66. Archivo Parroquial de Zamora, (APZ) Información matrimonial 1858-1869, Ar­


chivo Parroquial de Atacheo, (APA), Bautismos 1861-1867/sobre “perniciosos
y vagos” AMZ Ayuntamiento, Varios 1867 N° 212.

46
A tacheo

tizo y la mayoría ranchera son obvios. También se afianzaba


la dependencia económica, eclesiástica y civil de Atacheo res­
pecto a Zamora, centro agrocomercial importantísimo del
noroeste michoacano. El pueblo mismo estaba en el paso de
las rutas de comercio entre Zamora y Tlazazalca-Purépero,
Ecuandureo-La Piedad. No sería raro que una de las prime­
ras medidas de alineación pueblerina fuera la calle que sale
“de la plaza a Zamora”, la antigua calle Real, denominada
Nacional a partir de 1868.67
De la república restaurada al porfvriato
En lo que corre de 1868 a 1900 hubo toda un serie larga de
compraventas, permutas e hipotecas de ranchos y terrenos
en el llano atachense, surgen otros ranchos y se consolida la
hacienda de Santiaguillo en una sola; al tiempo que las pro­
piedades “de la extinguida comunidad” iban mermando, ya
por colindantes invasores, por arrendatarios de los propios
comuneros que desconociendo el trato celebrado “de pron­
to se sintieron dueños”, por las presiones del Estado que in­
sistía en el reparto aunque para hacerlo fuera necesario
“grande energía y hasta alguna severidad”, en fin, por la ven­
ta de pedazos que hacían los propios comuneros para pagar
los gastos de los pleitos en los juzgados, aparte de otras deu­
das contraídas por cargos y fiestas.68
Ahora bien, al ir a menos la vida comunal -fincada en
la tierra y en tor^o a las actividades religiosas- al aumentar
la propiedad particular, al diversificarse las ocupaciones por
la ganadería, la arriería (con sus accesorios: herrería, talabar­
tería, carpintería, etc.) y el comercio, muchos parcioneros o
comuneros -sin otra salida- se incorporan a actividades ar­
tesanales y agrícolas como peones.

67. Memoria... 1869 cuadro poby AMZ, AyuntamierUo. 1868. Oficio 17 abrVAMZ
Ayuntamiento, Varios 1868 N° 239 extracto hab. del Mpio.
68. AMR, exp. Atacheo/Memoria... 1869

47
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Pero a pesar de las disposiciones gubernamentales de


1877 encaminadas a quitar el carácter jurídico a las comuni­
dades como tales, a dividir la propiedad para que los desco-
munados fueran “individual y no colectivamente responsa­
bles del pago de los impuestos”, a pesar de mencionarse
como “una extinguida comunidad”, la de Atacheo se aferra­
ba a recobrar la tierra perdida del llano, a defender la que
conservaba en la Loma y un potrero “que nombran las La­
jas de mal país” cercano a Atecucario, también la pegada al
Tacari, la más mala (El Sauz y Puerto de Atacheo, la Joya, el
Palmo, El Salitrillo y los Nogales).69
Eso sí, desde antes y tras la inexistencia jurídica de la
comunidad a partir de 1877, sus miembros más activos bus­
can representantes para entablar demandas judiciales. Co­
mo los encabezados no sabían moverse en los juzgados, esco­
gían apoderados “de razón” ya tinterillos del mismo pueblo,
ya abogados de Zamora. En 1869 el encabezado Jesús Loe-
ra instruyó poder al licenciado Miguel Arredondo para que
éste conviniera extrajudicialmente la propiedad de un terre­
no con Antonio Garibay Ochoa y así “evitar un litigio que les
acarrearía mayores perjuicios”. Garibay, muy a su modo,
había entregado treinta pesos a la comunidad desde 1843;
después completaba, precisamente en 1869 y con el aboga­
do Arredondo, sesenta pesos, “con cuya cantidad [Loera] se
da por conforme y se desiste para lo sucesivo de todo recla­
mo”.70
Para variar, en 1879, Francisco Castro -ranchero de la
Estancia y sobrino de un antiguo apoderado atachense- en­
tabló y ganó un juicio “contra el indígena Eusebio Cruz” por
la posesión del Sauz de Atacheo. En 1881, Castro, asesora­
do por Miguel Arredondo, disputó los mismos terrenos del
Sauz a “una porción de indígenas” que defiende el Sauz “ha­
ciendo desmontes de él”, echando fuera los ganados de los
69. Coro mina, op. cit. ¡Memoria Gral. González./AMZ. Fondo Ayuntamiento. Va­
rios, 1868, N° 219.
70. AMZ, Fondo Notarías. Prote gió de José María Ochoa, 1869, exp. 1.

48
A tacheo

arrendatarios y medieros de Castro y construyendo horne-


queras para hacer carbón.
Castro dirige el pleito contra Antonio Padilla, arrenda­
tario de la “excomunidad” en el Sauz de Atacheo, propiedad
de la “porción de indígenas” citada. Vencido Padilla en di­
ciembre del mismo 81, el juez de Zamora procedió a dar po­
sesión al vencedor; pero Jesús Loera y 25 comuneros más,
por medio del abogado Gabriel Planearte se opusieron, ale­
gando que habían sido ninguneados por Castro en el pleito
civil, que se había ignorado la ley en dicho caso, el derecho
antiguo colonial de la Novísima Recopilación de Indias y el
nuevo y liberal código de procedimientos civiles.71
Para esos años los comuneros todavía disfrutaban de te­
rrenos en común, varios en el cerro del Tacari no registra­
dos en el catastro y otros en el llano valuados en cien pesos;
de todas maneras, nada comparables con los veinticinco mil
que valía fiscalmente la vecina hacienda de Santiaguillo. Los
terrenos mencionados pronto cambiaron de manos a la lle­
gada del funesto apoderado Manuel Trujillo que había apa­
recido primero en esos lares como perito deslindador.
Con el poder dado por los comuneros sobrevivientes en
1882, Trujillo luego -argumentando que sus representados
“son sumamente pobres y ganan apenas lo indispensable pa­
ra vivir”- solicitó la condonación de impuestos al gobierno
por el registro catastral de cien fanegas de sembradura (400
has.) en el Tacari; y, pleiteó contra Francisco Castro por la
devolución del Sauz de Atacheo a los comuneros-parcione-
ros. Ganó Trujillo el litigio en julio de 1884. Se cuenta que
tras el triunfo, “los indios bailaban con un plato de mole en
la cabeza por el gane”.72

71. AMZ, Fondo Juzgado de Distrito. Civil, 1881 Francisco Castro contra Antonio
Padilla.
72. AMZ, Fondo Juzgado de Distrito. Civil, 1881-1883. Manuel Trujillo como apo­
derado de los comuneros de Atacheo contra Francisco Castro. Solicitud de con­
donación impuestos en (AEE) Hijuelas. Distrito de Zamora, Libro 7, ff. 218-226.
Sobre la costumbre, Información del Sr. Jesús Negrete. Atacheo.

49
LOS AGRAR1STAS DE ATACHEO

Pero no tardó el apoderado en hipotecar las tierras al


licenciado Francisco C. García, dueño de la expansiva ha­
cienda de Santiaguillo.
Según la escritura privada de 28 de agosto de 1885 pa­
sada en Zamora ante escribano público, el Puerto de Ata-
cheo, con el Sauz y Mogote de los Nogales se hipotecaron a
García en mil ochocientos pesos. El asunto siguió. Por otra
escritura de Io de marzo del año siguiente se hipotecaron el
Sauz y el Mogote a favor del apoderado Trujillo en dos mil
ochocientos pesos, advirtiéndose que por otra escritura de 3
de marzo fue cedida al hacendado dicha hipoteca a escondi­
das.73 De tal manera que de golpe y ante la imposibilidad de
pago por parte de los comuneros, los terrenos quedaron fi­
nalmente en poder de Santiaguillo.
El crecimiento de Santiaguillo de García terminó reple­
gando a los primitivos dueños hacia el Tacari y metiéndose
hasta las orillas del mismo pueblo -con fundo legal perdido
desde 1887-. Una presa que los comuneros y uno de sus
arrendatarios habían construido en el Barrio de San Juan
también la tomó la hacienda. “Los indígenas, mis repre­
sentados -asentó Trujillo en una escritura privada a favor
de los García en diciembre de 1888- están de acuerdo y con­
sienten en que el actual tenedor de los terrenos [del Tacari],
Dn. Francisco C. García, abreve sus ganados en ella, siguien­
do la costumbre establecida desde 1882”.74
Los pedazos de cerro pedregoso y arbolado apenas pro­
porcionaba “lo indispensable para vivir” a los comuneros pa­
ra sacar leña. Sería el último reducto terrenal de la comuni­
dad al terminar el siglo. Las maniobras de Trujillo sólo
remataron -aparte de las invasiones de Garibay Ochoa- la
pérfida obra del viejo apoderado Guadalupe Castro y sobri­
nos a la desmedrada organización comunal, llamada “exco­
munidad de Atacheo” en los papeles judiciales.

73. AMZ, Fondo Notarías, Escrituras Privadas. Diego Méndez, 1888, N° 30.
74. Ibid.

50
A tacheo

El informe rendido por el jefe de tenencia atachense a


la presidencia municipal zamorana en 1902, en relación con
las disposiciones gubernamentales sobre la nueva ley de “te­
rrenos de común repartimiento”, no podía ser otro que
el pueblo tenía ejidos, fundo legal y otros predios, pero que
ahora subsisten en poder de algunos vecinos como vendidos
no sabiendo en que términos estarán sus ventas, si legales o no,
por ser mucho anteriores;... que los indígenas tenían títulos y
el archivo de reparto, pero que uno de los apoderados llama­
do Guadalupe Castro se los cogió;... que no hay ningún apo­
derado ni quién desempeñe tales cargos porque dicen los de­
ponentes que el único resto que quedaba ya de los bienes o pro­
piedades de este pueblo los acabó el apoderado Manuel Truji-
11o sin pleno consentimiento de toda la comunidad. No existen
más propiedades de los indígenas que sus casas con sus pisos
[solares].
Uno de los deponentes, mayor de 93 años, declaró que
sus terrenos “no están vendidos de ninguna manera y que
éstos se hallan en el rancho del Guamúchil así como también
otros de este mismo pueblo”. Es decir, se trataba de solares
en los alrededores, áridos, resecos, que no producen más que
maíz de temporal que rústicamente “siembran los natura­
les”.75
Ahora que con el cambio de propietarios, del cambio de
tenedores de la tierra, se venían produciendo alteraciones
económicas y sociales en el interior del pueblo. Para 1877,
cuando se desconoció el carácter jurídico de la comunidad,
el Atacheo indígena, mestizo y criollo tenía un millar de ha­
bitantes, en números redondos. Cantidad que no varía en un
quinquenio; en 1881 había exactamente 960, ciento ochenta
de ellos -según padrón de ese año- nominalmente electores,

75. AMZ, Fondo Ayuntamiento. Varios 1902, exp. 57.

51
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

el 18.5% varones de 18 años y más, es decir la fuerza pro­


ductiva. Predominaban los de 31 a 50 años.
Prácticamente sobre esa quinta parte resgistrada de la
población descansaba la economía lugareña: quince “labra­
dores” entre propietarios, arrendatarios y mecheros, cuatro
comerciantes, tres criadores de ganado, una docena de ar­
tesanos (zapateros, curtidores, carpinteros, herreros, rebo-
ceros, obrajeros, un cohetero y un velero), dos matanceros,
tres albañiles, un par de arrieros y ciento cincuenta jornale­
ros, sujetos a las fluctuaciones de la demanda, a los tempo­
rales, a las crisis, etc.76
Como sea, el quehacer agropecuario, la incipiente in­
dustria y el trafique de mercancías iban a la par con el de­
sarrollo urbano del pueblo cabecera y de su vida cultural.
Atacheo contaba entonces con cinco calles (Nueva o de la Pa­
rroquia, Real o Nacional, del Ojo de Agua, de la Estación,
de las Colonias) y un callejón “del Angulo” hacia Tlazazalca;
calles rectas y curvas, formadas en su mayor parte “por ja­
cales” de barro, paja y algunos tejados, en terreno dispare­
jo; moradas con corral enfrente y choza al fondo, no más de
un cuartito y cocina.
Sobresalía acaso del paisaje jacalero el nuevo templo del
Sagrado Corazón de Jesús “de mediano aspecto”, abierto al
culto en la pascua de 1891 y con fiesta en el mes de junio;
también la vieja y ruinosa capilla de Guadalupe con su atrio,
y cementerio en uso desde la peste colérica de 1833.77
Por esos años se detallaba este haber industrial en Ata-
jcheo: dos carpinterías, una cohetería, dos curtidurías, dos
herrerías, una velería de sebo, dos talleres de zapatería o
huarachería, más varias tejerías y ladrilleras, cuya produc­

76. Memoria... gral. González/AMZ, Fondo Ayuntamiento Varios 1881. Censo,


pob. Mpio./AMZ. Fondo Prefectura. Gobernación. Paquetes electorales. Censo
1881.
77. Mariano de Jesús Torres, Diccionario de Michoacán, 1:189-190. Detalles templo
y capilla en AMZ. Fondo Prefectura, Hacienda, 1910, exp. 5; Gobernación 1894,
ex p .1.

52
A tacheo

ción salía al mercado regional, ya al centro mercantil de Za­


mora, a los pueblos arrieros de Churincio, Tlazazalca y
Purépero o para el propio consumo local. Es fama que el la­
drillo atachense, por ejemplo, era “de muy buena calidad”,
y, por lo mismo, muy estimado en Zamora para pisos y “pa­
vimentos”.
El comercio también era importante. Once tendajones
en el pueblo, que a más de convertirse en centros de reunión
social, domingos y días festivos, vendían, según el giro y la
capacidad comercial: aguardiente, carne, cerillos, cigarros,
chocolate, fideo y otras pastas, frijol, jabón, jarcia, leche, “lo­
za corriente”, maíz, paja, pan, velas y vinos.7879
La actividad agrícola y pecuaria era mayor por supues­
to, socialmente contrastada entre propietarios, arrendata­
rios, medieros, ganaderos yjornaleros; muy contados los pri­
meros, muchos los últimos. Las diferencias de ocupación
también se ven en la posición social, en la vivienda, en la pre­
paración. Sólo una cuarta parte de los 180 votantes menta­
dos -propietarios y comerciantes principalmente que viven
en el centro del pueblo, alrededor de la plaza y hacia el tem­
plo, en casas de tabique y teja- conocía las letras, el 4.5% en
relación al total atachense.
Por otro lado, la tarea “escolar” del vicario rendía fru­
tos. Se cuenta que el presbítero Agustín Padilla (c. 1851), de
familias regularmente acomodadas de Zamora, le puso mu­
chas ganas al arte de enseñar el silabario de San Miguel a al­
gunos niños yjóvenes desde que llegó en 1879 y durante más
de dos decenios. El reforzaría así más la influencia de la igle­
sia en las costumbres de los atachenses. Porque la escuela ofi­
cial, abierta fugazmente en 1878 ni tiempo tuvo de escribir
las primeras letras; tal vez la incapacidad del vecindario en
general para sostener renta y equipo del local haya sido el
motivo del cierre. Aunque los miembros ilustrados de la te­
78. AMZ. Fondo Prefectura. Fomento 1888, exp. 11.
79. AMZ. Fondo Prefectura. Gobernación. Paquetes electorales. Censos 1886, 1888,
1889.

53
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

nencia solicitaron el restablecimiento de la escuela al ayun­


tamiento zamorano en 1884 para no “ver tanto joven vagan­
do”, no resultó favorable la respuesta a la petición “de este
tan grande beneficio”; entonces el primer profesor autoriza­
do volvió definitivamente a su oficio de carpintero.80
Es más, todavía a principios del nuevo siglo, las autori­
dades municipales se oponían a la reapertura debido “a la
pobreza de Atacheo, a la falta de elementos”, ya que
la mayor parte de los habitantes del pueblo son jornaleros y
los terrenos que lo rodean pertenecen casi en su totalidad a
haciendas y ranchos de personas que viven en Zamora.81
En 1903 Jesús Salcedo puso escuela particular para
niños un par de años. Pero después de mucho insistir al go­
bierno municipal y del estado, restablecían en la jefatura de
tenencia la escuela oficial mixta en julio de 1905 bajo la di­
rección de Crescencia Hernández, sobrina de un empleado
zamorano llamado Francisco Múgica Pérez. La profesora
Hernández oriunda de Ixtlán, había estudiado en Guadala-
jara, y años antes de abrir la escuela, casó con un arriero ata-
chense, dueño de hatajo.82
Demografía atachense y grupos sociales.
Sin duda que el censo general levantado en la tenencia en
1889 {Memoria de gobierno de Michoacán, Cuadro estadísti­
co, Distrito de Zamora) ofrecía otros perfiles de la población;
ésta más concentrada en la cabecera que en el resto de la ju­
risdicción.

80. AMZ Fondo Prefectura. Instrucción Pública 1878 exp. 1; Fondo Ayuntamien­
to. Varios 1884. El profesor Casimiro Gutiérrez como artesano en Gobernación.
Censo incomp. de 1885.
81. AMZ, Fondo Ayuntamiento, 1904, exp. 76.
82. AMZ. Fondo Prefectura. Gobernación, Censo electoral 1903; Instrucción Públi­
ca 1907,exp .53.

54
A tacheo

___________ Hombres___________Mujeres_______ Total


solteros casados viudos solterascasadas viudas
Atacheo 480 300 196 411 300 208 1 895
ranchos 207 161 71 223 161 60 883

Más del doble de gente en el pueblo; propiciado así por


el proceso de urbanización pueblerina. Pero más que el as­
pecto cuantitativo del total de los 2778 habitantes de la te­
nencia atachense habría que advertir algunas diferencias
étnicas, de idioma, de lenguaje escrito, según la misma fuen­
te citada:
Nacionales idioma
Hispano indígenas Castellano tarasco sabenleer y
americanos leerescribir
Atacheo 1650 245 1650 245 118 53
ranchos 883 0 883 0 128 58
Se ve que los descendientes de los primitivos poblado­
res -en picada-, el 13% tan sólo del pueblo, estaban ya en
desventajosa proporción frente-a los mestizos, cediendo pre­
cisamente cada vez más al mestizaje; que no menos de la sex­
ta parte de los atachenses que vivían en el puebloJiablabaH
lengua tarasca. Además los rancheros, en este caso los habi­
tantes de los ranchos por parejo, se encontraban en mejores
condiciones de entablar comunicación escrita.83
En cuanto a otras disminuciones -el censp de 1900 arro­
jaba la cifra de 617.hombre y 599 mujeres == 1216 en la ca­
becera-, era natural que los moradores, por lar condiciones
insalubres del medio, padecieran algunos males que con fre­
cuencia los llevaran al cementerio: la viruela por tempora-

83. Memoria... 1889. Cuadro estadístico. Distrito de Zamora.

55
LOS AGRAR1STAS DE ATACHEO

das; la desintería en los meses lluviosos de mayo-agosto; otro


tanto la pulmonía entre febrero y junio. Morían frecuente­
mente “de dolor”, erisipela, fiebre o fríos, a veces de hidro­
pesía, anginas, malparto; no faltaban ahogados, muertos por
violencia, llagas gangrenosas, tumores y piquetes de arácni­
dos. Quizás curanderos, yerberos o “sobadores” fueran ate­
nuantes para tratar de remediar padecimientos; más la ta­
rea de las comadronas en los alumbramientos de criaturas,
en la reposición demográfica.84
Para vivir o sobrevivir, el sustento y la dieta de los ata-
chenses consistía básicamente en maíz y sus derivados, frijol,
chile, saLmanteca. a veces carne: este sustento salía del tra­
bajo en la tierra, del ganado y del jornal que la mayoría adul­
ta conseguía en ei propio pueblo, en haciendas y ranchos,
en los pueblos vecinos, en la ciudad, o de braceros en Esta­
dos Unidos.
En cuanto a la vida social, el pueblo se daba el gusto de
disfrutar dos fiestas religiosas al año: una en junio dedicada
al Sagr^do^Ccu^zón de Jesús y otra decembrina en honor de
Iá^Guadalupana; ambas con holgorio, música y cohetes. La
iglesia, con un sólo templo y el vicario, jugaba un papel so­
cial importante de integración. Ahora que con el estableci­
miento de la escuela oficial en 1905, el Estado hizo acto de
presencia para agregar las cpnmemoraciones patrias de sep­
tiembre. Para alegrar el ambiente en general o animar fies­
tas particulares había músicos, en el pueblo.
En lo que tocaba a la movilidad geográfica de los ata-
chenses, además de las frecuentes relaciones laborales con
las haciendas y ranchos de la vicaría y de la tenencia por la
peonización, los movimientos llegaban generalmente a
Ecuañdureo, Churincio, Penjamillo, Zamora, Jacona, Chil-
chota, Tlazazalca, Purépero, Acuitzeramo; a veces aTanhua-
to, Buenavista, Chavinda, Tacáscuaro, Jiquilpan, La Piedad,

84. Secretaría de Fomento, Censo y división territorial del estado de Michoacán verifi­
cado en 1900JAPA Entierros varios años.

56
A tacheo

Numarán, Pénjamo, Angamacutiro,-Puruándiro; y rara vez


-mas se menciona en la información matrimonial- hasta
Cuitzeo, Uruapan, Zacán, Parácuaro, Los Bancos, Aguili­
lla.85
Esta movilidad se propiciaba en parte gracias a la arrie­
ría integrada a la_ruta^tierra-cahen^el^apo, por la llegada
del ferrocarril a Zamora de la vía México-Guadalajara en
1899, y la extensión Zamora-Los Reyes en 1900; por el cre­
cimiento demográfico y la expansión de la hacienda de San-
tiaguillo a costa de tierras atachenses. También movilizó a los
atachenses la crisis financiera internacional ded 905 y su se­
cuela, sobre todo la crisis agrícola nacional de 1909 acom­
pañada de plagas en algunas regiones años antes; para re­
matar en 1910, las cosechas de maíz en todo el distrito
zamorano “resultaron menos abundantes de lo que se espe­
raban”.8687Aparte de la baja en las cosechas subió el precio del
maíz de $2.50 a $5.60 el hectolitro; en cambio, los salarios se
mantenían sin mejoras.'
Hubo fugas de brazos en la región por los enganches a
las lejanas fincas de Qaxaca y Campeche, deslumbrados por
“un peso diario” que ofrecían los enganchadores que llega­
ban a Zamora con tal fin.88 Y, como a la arriería del noroes­
te michoacano se la llevó el tren, hubo arrieros y trabajadores
de Atacheo que salieron a buscar mejor fortuna a_Tabasco;
otros tantos, junto con peones o jornaleros afectados por las
crisis procuraron mayor paga en “elU-orte!’, en Estados-Unir
dos, ya que no era lo mismo ganar 25. 37 o 50 centavos en
fincas del campo, que dos cincuenta o cuatro pesos diarios
allende la frontera.

85. APA. Información matrimonial. 1874-1880.


86. AMZ Fondo Prefectura. Fomento 1911, exp. 3. Información último cuatrimes­
tre de 1910. El Pueblo, Morelia, 29-1-1910 JBolelin de la Sociedad Agrícola Mexi­
cana 1906 N° 1 enero; N° 10 marzo.
87. AMZ, Fondo Prefectura, Fomento, 1919 exp. 31. Producción y precios 1909-
1918. El Pueblo. 31-1-1910.
88. AMZ Fondo Prefectura Gobernación, 1907, exp. 12.

57
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Rastros encontrados en el archivo eclesiástico de Ata-


cheo muestran que, en el transcurso de 1907 a 1910, andu­
vieron 26 varones casaderos trajinando lejq^d^e'lá'vicaría; 16
indistintamente en C^LfamiarColoradq, Iowa, Kansás7Nue-
vo México, Oklahqma y Texas por temporadas de 3 a. 8 me­
ses; tres en Tabasco, uno que de ahí marchó “al Norte” y.seis
en “vaguedad” no-precisada.-9
La situación anterior se percibía de alguna manera en
los censos electorales de Atacheo - con sus fallas y limitacio­
nes referentes a hombres de 18 años arriba-; estos censos
muestran las alteraciones de los sectores sociales más sensi­
bles durante las crisis: no aparecieron arrieros a partir de
1904, ni zapateros un año antes; desapareció el herrero en
1901, el curtidor después de 1908. Por otro lado se mantu­
vo el promedio de cinco comerciantes entre 1899 y 1910 (ex-
cepto 7 en 1899 ylí erTT9ÜS)}en cambio empezaron a figu­
rar más ladrilleros y tejeros desde 1901, debido sin duda al
auge de la construcción en Zamora, el mereado.más impor-
tante e inmediato.8990
Si bien los artesanos y hombres ocupados en el ramo de
servicios cambiaban actividad en las épocas difíciles, los pé^
queños ganaderos se amarraban “a sus animalitos”, mientras
pequeños propietarios, arrendatarios y medieros -si no emi­
graban- se atenían a voltear la tierra con arados primitivos,
a esperar la lluvia por mayo o junio, con el temor a la hela­
da de San Miguel en septiembre o a la presencia de alguna
plaga; a espiar que no “levantara” la lluvia antes de que el
maíz madurara, o a que se repusieran las milpas después de
la granizada o de la calma de agosto.
La hacienda de Santiaguillo
A estas alturas se consolidaba el complejo agrícola, comer­
cial, ganadero e industrial de la Casa García Hermanos, ma­
89. APA Información matrimonial, 1907-1910.
90. AMZ. Fondo Prefectura. Gobernación. Paquetes electorales. Censos 1899-1910.

58
A tacheo

nejado desde Zamora; es decir, tienda, industria y adminis­


tración central en la ciudad, el casco de la hacienda capitana
en Santiaguillo contaba con, tierras que tocaban el lado orien­
te y sur de Atacheo. Era una latifundio muy del régimen au-
tocrático porfiriano, “asociado al monopolio del suelo”; de
las haciendas contempladas por George McCutchen en el
centro del país, que aspiraban a la autosuficiencia, con miles
de hectáreas de tierra llana -ahí el núcleo de la finca- para
la producción de granos, y, además, agua para el riego; más
otras tantas de pastizales para ganados y montes arbolados
para obtener madera o leña (“Los sistemas de propiedad ru­
ral en México” en Problemas Agrícolas e Industriales de México;
No. 3 vol. III, México 1951). La hacienda principal, valuada
catastralmente en cuarenta y un mil doscientos cincuenta pe­
sos, sólo la superficie de J 630 hectáreas en 1889, lindaba con
Atacheo y dejaba arrinconado al pueblo y a los pequeños pro­
pietarios, a los dueños de algunos ranchos vecinos a éste; en
tanto que la hacienda de Atecucario, del zamorano Verduz­
eo Lópezy menor que la de Santiaguillo al poniente, no com­
prendía otros terrenos de la “antigua congregación de Ata­
cheo” que una fracción del Sauz de Arriba, del Zepedeño y
las Lajas.91 Los García -como se vio a lo largo de varios años-
abarcaron mucho más.
La empresa García Hermanos -antes de quedar en to­
da forma- la empezó el padre, Francisco García Amezcua, a
lomo de recua como arriero y comerciante ambulante; más
tarde mediante arrendamiento y compra de pequeñas ha­
ciendas y ranchos que habían sido adjudicados a zamoranos
por las leyes liberales de 1856 fincó su territorio entre la Bea­
ta y el pueblo de Ario. Además puso tienda y comercio en
grande en la ciudad; adquirió las haciendas de Santiaguillo
de Guzmán o Carámicua y la de Beracoechea en las mejores
tierras del valle, al este, con agua del río Duero al pie; tam­
bién creció la propiedad al oeste por la compra que hizo de
91. AMZ, Gobernación 1907, exp. 129. Memoria... 1889. Cuadro estadístico. Distri­
to Zamora.

59
Los AGRAR1STAS DE ATACHEO
las haciendas del Cerrito de Catipuato, la Rinconada y los
ranchos de Tunas Agrias y la Cólera.92
Y en manos de los hijos, Santiaguillo sería a principios
del siglo XX “la finca más importante del municipio”, con las
estancias del Espíritu, la Ladera, Ojo de Agua, la Labor o
Mezquitillo y la Lagunilla, siendo esta última muy pequeña,
“pues en ella sólo viven el caporal y los vaqueros”. En virtud
de haber comprado algunas propiedades que tenían sus
rancherías propias, a éstas los García les dieron el nombre
de estancias, viviendo en ellas “un número muy limitado de
peones”, de los cuales uno de ellos tenía el cargo de mayor­
domo o capitán de cuadrilla, habiendo además un encarga­
do del orden que rendía partes de novedades a la presiden­
cia municipal.
Hacia 1899 en el casco de Santiaguillo se mantenía una
población de 556 habitantes; 160 de ellos, electores; es de­
cir, hombres de 18 años y más, de los cuales 24 sabían leer y
escribir. Para llevar al tanto las cuentas había un administra­
dor que vivía en la finca, así como un hijo de éste, arrenda­
tario; además el universo de la hacienda contaba con una ca­
pilla y su capellán, un preceptor, dos comerciantes, dos
dependientes, un matancero, un panadero, un tejero, tres
herreros, dos carpinteros, un albañil, un sastre; dos porte­
ros, un trojero, un corralero, un ordeñador, un arriero y
137 peones, que disminuían quizás para dar cabida a jorna­
leros eventuales, a mano libre asalariada. El censo de 1900
registraba 496 habitantes que de alguna manera se relacio­
naban con los de Atacheo, ya que algunos trabajadores y
arrieros de la hacienda vivían en el pueblo y los difuntos de
Santiaguillo se enterraban en el panteón de dicho pueblo.93
Para 1907 la hacienda estaba comunicada con el ferro­
carril de Zamora; por el teléfono con la Rinconada, el Esta­
92. Tapia Santamaría, op.cit.,pp. 60-62. Primeras propiedades de García en AMZ.
Notarías. Protocolo de Indalecio Haro 1858, f. 25; 1860, ff 19, 92v-93, 196v
93. AMZ Gobernación 1907, exp. 129; paquete electoral 1899. Secretaría de Fo­
mento, Censo... 1900.

60
A tacheo

blo, la estación del Ferrocarril Central Mexicano y con la


agencia del Banco Nacional de México en Zamora. Atacheo
era el único pueblo del municipio que no tenía teléfono.
También la hacienda tenía anexos y “otras vecindades” co­
mo la Rinconada y el Cerrito que comprendían una adminis­
tración aparte, además de sus cascos y las estancias de Rin­
conada Vieja, San Esteban, San Joaquín, Santa Lucía, El
Trapiche o Ingenio, los Jericós, El Pochote, Las Peñitas, Las
Higuerillas y el Padilleño.
Las estancias de el Padilleño e Higuerillas y la del Po­
chote en 1907 estaban anexas a la administración de Potre-
rillos, propiedad de una señora Dávalos, y que los García
tenían en arrendamiento; en esta finca existía una pequeña
agrupación de peones, pues el casco, o sea la administración,
lo tenían en el pueblo de Ario.94
Comandaba la empresa Francisco Celso, el mayor de los
hermanos García. Licenciado en derecho, miembro de la So­
ciedad Agrícola Mexicana, agente en Zamora del Banco Na­
cional de México, principal accionista de la Sociedad Zamo-
rana de Agua Potable y de la Compañía Eléctrica de Zamora,
socio mayoritario de las industrias harineras Tamayo-García
y Alvarez-García, gran comerciante en granos, promotor del
mercado municipal de Zamora, presidente municipal-pues­
to que alternó con sus hermanos Rafael y José-, prefecto in­
terino del distrito alguna vez, diputado local y senador; en
suma, un hombre del sistema con nexos en las altas esferas
del gobierno, y también en las de la iglesia. Participó con ésta
como ponente en los congresos agrícolas católicos de 1906
(Zamora) y marzo de 1913 (México); además colaboró en la
traída del obispo Núñez a Zamora en 1909,95 Era, pues, “un

94. AMZ, Fomento 1905, exp. 47; 1906, exp. 28,44. Gobernación 1907, exp. 129. Cen­
so... 1900.
95. Entre otros rastros de Francisco C. García en AMZ Notarías, varios notarios y
protocolos 1885-1912. Fondo Prefectura, Fomento, Gobernación, varios años.
Fondo Ayuntamiento, Actas de Cabildo. Noticia Sociedad Agrícola Mexicana en
POM, l-VI-1902 y Boletín de la propia SAM, 1906-. Relación con obispo de Za-

61
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

conservador de la ley del orden”, con intereses identificados


con las instituciones establecidas”.
En cuanto a la producción de su hacienda, Francisco C.
García presumía a los agricultores de México, rendimientos
medios de 14.28 hectáreas de maíz y 690 kg. de trigo por
hectárea, respectivamente. En tanto que dos mil cabezas de
ganado vacuno -tres veces más que las de varios atachenses
y casi el doble de las de la hacienda de Atecucario- agosta­
ban en el llano y en las faldas del Tacari.96
Como quiera tales aprovechamientos agrícolas y expan­
sión ganadera, de alguna manera, se dieron a costa de ex­
plotar más tierra y mano de obra.
En fin, frente a dicha hacienda y a ranchos vecinos, con
todo su peso económico, social y político en el llano, acaba­
ron los rastros de tierras comunales atachenses. Al morir el
siglo XIX, los excomuneros más viejos del pueblo aún recor­
daban y platicaban a sus descendientes que antes de la pri­
mera partición y reparto de 1830 las tierras comunales lle­
garon a lindar “con las de Tlazazalca, con las de Ecuandureo,
con las de Ixtlán, y tocando las orillas de Zamora”.97

mora en La Bandera Católica. Zamora 29-VIII-1909 y con altas esferas de go­


bierno La Libertad, Morelia 1-1-1904 y El Pueblo, 16-IV-1910.
96. AMZ Fomento, 1908, exp. 99; 1910, exp. 119. Dato agrícola en Lauro Viadas,
El Problema de la pequeña propiedad. “Cuadro de rendimientos medios”...
97. AMR, exp. Atacheo.

62
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

II
c a p it u l o
Sociedad en convulsión

La revolución en Michoacán
Michoacán, como gran parte del país, resintió las contradic­
ciones y lo disparejo del programa porfiriano (ventajas a los
inversionistas extranjeros en relación con los nacionales, más
la falta de libertades políticas para éstos). Gracias al apoyo de
esa burguesía transnacional, se reforzó la dictadura desde la
capital del país hasta el último rincón de los estados. El pre­
sidente, el gobernador y el prefecto político -dice Turner-
“son tres clases de funcionarios que representan todo el po­
der en el país; en México no hay más que un solo poder
gubernamental: el Ejecutivo, Los otros dos poderes sólo fi­
guran de nombre y ya no existe en el país ni un solo puesto
de elección popular...”.1
El vetusto gobernador de Michoacán Aristeo Mercado
quien rigió los destinos estatales entre 1891-1911, para re­
matar, creó las subprefecturas en 1906; aparte de la carga
económica que representaron al erario estatal, extendió “el
caciquismo de una manera odiosa”, pues cada subprefecto,
así como cada prefecto, abusando de su autoridad se consti­
tuían “en azote de los pueblos que gobernaban”. Para legiti­
mar esa situación de hecho, el gobierno michoacano produ­
jo circulares, reglamentos y leyes para reprimir a los que
atentaran “contra la propiedad”, para controlar “la libertad
de imprenta” y para prohibir que artesanos y jornaleros lle­

1- John Kenneth Turner, México Bárbaro, p. 123.

63
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

varan consigo “instrumentos o fierros” fuera de las horas de


trabajo.2
En el marco de la crisis financiera internacional de 1907
y la agrícola nacional de 1909, se dieion desajustes sociales
y políticos. El descontento salió a relucir en las capas popu­
lares y entre algunos sectores del propio gobierno que bus­
caban mejores puestos. La opción entonces era Bernardo
Reyes, general, gobernador de Nuevo León, casado con una
michoacana, con lazos jaliscienses, y quien había preparado
desde 1901 sus “reservas” entre la población civil de varias
partes del país. Michoacán no fue la excepción.
El grupo en el poder creía que el viejo Díaz no viviría
mucho; lo mismo se pensaba de Mercado, “diabético, casi
ciego, achacoso”. Por lo pronto armóse el teatro de la reelec­
ción del presidente a principios de 1909.
Los “científicos” echaron a andar el aparato. En la pre­
fectura de Zamora, por indicaciones del Centro Reeleccio-
nista Michoacano de Morelia, se formaron clubes que utili­
zaron el santoral patriótico y oficial; el de Ixtlán, por
ejemplo, se denomina “Bernardo Reyes”. Todo marchaba
bien en el distrito: solamente el subprefecto de Purépero, di­
rectivo del comité “Morelos” consultaba en telegrama cifra­
do del cuatro de marzo al prefecto, si también “trabajará en
favor candidatura vicepresidencia y a quién se proclama”.
La respuesta del día siguiente fue: “espere usted instruccio­
nes”.3
Muy sabido es que en el seno del grupo porfiriano se
disputa la vicepresidencia. Limantour quedaba fuera por ser
hijo de extranjero; por otro lado, el propio Díaz aplacó a Re­
yes mandándolo a Europa. Quedó otra vez la consigna Por­
firio Díaz-Ramón Corral, nada de Reyes.
El hacendado e industrial coahuilense Francisco I. Ma­
2. Mariano de Jesús Torres. Diccionario de Michoacán, II: 440; Archivo del Con­
greso del Estado (ACE) xxxi Legislatura. Año 1904-1906, exp. 145,147; Ama­
dor Coromina. Recopilación de Leyes... t XXXIX: 30.
3. AMZ Prefectura, Gobernación 1909, exp. 48.

64
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

dero, quien ya había publicado La sucesión presidencial en


1910. El Partido Nacional Democrático, aprovechó la coyuntu­
ra para hacer su juego. Creyó en la declaración del dictador
de que se permitiría la participación de “un partido de opo­
sición”. A la postre, los reyistas sin Reyes se adhirieron a Ma­
dero.
Por aquellos días, en Michoacán el grupo porfiriano de
Morelia esperaba indicaciones superiores de la ciudad de
México. Mientras profesionistas, empleados de segundo ni­
vel, pequeños comerciantes y rancheros -dolidos en sus in­
tereses por la política de Díaz- establecían clubes antirrelec-
cionistas en algunas ciudades y pueblos, según invitación
recibida del fundado en la capital del país el 22 de mayo de
1909. Llegaron nombramientos de éste a Los Reyes, Hueta-
mo, Morelia y Jiquilpan, entre otros. Pero todavía en julio se
insistía a los prefectos por los hilos telegráficos:
No será remoto que algunos partidarios Señor Reyes quieran
establecer en Estado clubs antirreeleccionistas contra deseo ex­
preso mismo candidato el que está de acuerdo con política
señor Presidente de la República, por lo que C. Gobernador
recomienda que con suma prudencia procure evitarlo...45
Desde luego se les pedía “evitar trastornos públicos” de­
bido a la crítica situación, y que apoyaran la designación de
Corral como el candidato más indicado.
En los Reyes, subprefectura de Uruapan, los antirree­
leccionistas notificaron al dictador en agosto, la decisión de
trabajar pacífica y legalmente en favor de “la propagación de
los principios Sufragio efectivo y no reelección”. Allí mismo,
un empleado afecto al régimen lamentaba que no hubiera
“ni un reeleccionista”; en cambio, delató el movimiento re­
volucionario o conspiración encabezado por Marcos V. Mén­

4. Ibid. exp. 149.


5. Archivo Porfirio Díaz (APD) Leg, 34, C. 27, doc. 13343.

65
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

dez, “un individuo pernicioso... terrible... altamente revol­


toso e insoportable... de malos antecedentes” que desatendía
sus negocios por ir a Guadalajara, Veracruz y la capital “y
volver haciendo activa propaganda de sus ideas de sedi­
ción”.6
Tan así que Méndez ha “logrado catequizar a muchos
propietarios de fincas rurales y una gran parte de los indíge­
nas de la Sierra en donde éste tiene establecido un aserra­
dero”.7 Motivos descontentatorios sobraban.
Por otra parte, Miguel Alessio Robles y Fernando Igle­
sias Calderón fueron los enviados de Madero a Michoacán;
se reunieron en Morelia con el médico Miguel Silva, profe­
sionista muy estimado e hijo del gobernador liberal del mis­
mo nombre, con Salvador Escalante y el ingeniero Pascual
Ortiz Rubio, éste a la sazón diputado local suplente, para tra­
mar la campaña pro Madero desde mediados de 1909.8
Sin embargo, pese a las promesas porfirianas de mo­
dernización política, la aplanadora del partido “científico”
aplastó y barrió con la oposición. Las fuerzas represivas en­
traron de lleno al escenario, empezando con la aprehensión
de Madero. De tal manera que, cerrada la vía pacífica, no
quedó otra que la armada.
Los revolucionarios de Muzquiz, Coahuila, comisiona­
ron a Félix Vera para que levantara gente en la Sierra Ta­
rasca. Para ello, Vera contó con el auxilio de Félix C. Ramírez
y Eutimio Díaz, oriundos de Paracho. Juntos iniciaron una
intensa campaña apoyados por José María Alvarez y Ra­
mírez, maderero y agricultor de Corupo, quien proporcionó
elementos para el levantamiento.9
La expansión de la compañía de Santiago Slade afectó
intereses y motivó en cierto modo el mencionado levanta­
miento. Pues ya estaba listo para el desquite Marcos V.
6. APD. Leg. 34, C. 30, doc. 14777-14778.
7. Ibid., doc. 20380-20381.
8. Alvaro Ochoa, “La revolución maderista en Michoacán”. La revolución en las
regiones, II: 469-470.
9. Alberto Oviedo Mota, Bosquejo históiico del Silvismo, p. 19.

66
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

Méndez, de Peribán, remontado en la sierra al lado de Ra­


fael Olivares; el primero, vástago de pudientes propietarios,
y el otro, maderero. También la lista de los participantes au­
mentó con la agregada de los rancheros José Rentería Luvia-
no, resentido con los españoles Irigoyen que dominaban tie­
rras, comercios y minas en Huetamo, Sabás Valladeres el
antirreeleccionista de Los Reyes y Martín Castrejón, de Ario,
además arriero dueño de hatajos. Salvador Escalante, el sub­
prefecto de Santa Clara, quedó comprometido a empezar la
revolución en Michoacán.
Antes de eso, desde mediados de 1909, el gobernador
enfrentaba la escasez de maíz en el estado. Había escrito a
Díaz informándole que en Morelia como en otros puntos, el
maíz valía a cinco pesos el hectolitro, “precio sumamente ele­
vado” en comparación al de años anteriores. Además ad­
vertía en la entidad “cierta intranquilidad ante el temor de
que continúe el alza inmoderada”.
En torno a la carestía que se iniciaba, Mercado insistía,
en busca de ayuda, al dictador.
Ud. tiene elementos muy amplios para considerar este asunto
bajo un punto de vista general y es quien puede dictar o pro­
mover resoluciones que eviten males que otras veces han afli-
jido hondamente a los pobres, sujetos a un jornal deficiente
cuando se eleva mucho el precio de los artículos de consumo
general.10
Al paso de la crisis -a pesar del prolongado frío en la
temporada invernal 1909-1910-, el ambiente social se calen­
taba. Todavía en enero del 10, en plena época de cosecha
costaba trece pesos la carga, seis cincuenta el hectolitro de
maíz, precio que servía “de termómetro para conocer el gra­
do a que puede llegar la ambición de los que especulan con
el hambre”...11 En Chavinda se decía que el comercio se en­
10. APD, Leg. 34, C. 23, doc. 11216.
11. El Pueblo, Morelia 31-1-1910.

67
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

contraba alicaído en el último cuatrimestre del mentado


1910 debido a la crisis monetaria y a que las cosechas de ce­
reales “habían sido malas desde años anteriores”.12
Por otro lado, la fuerza de trabajo y los salarios no iban
precisamente a la par. Aunque se recomendara a “los hijos
de Michoacán” que no salieran a otras partes, una vez an­
dando el camino no paraban. Con la crisis de 1907-1909 au­
mentó la emigración de trabajadores michoacanos; ya en­
ganchados por un peso diario a las fincas de Campeche y
Oaxaca, ya a Estados Unidos con la esperanza de ganar dos
cincuenta o cuatro pesos.13
En la región arrocera del distrito de Apatzingán esca­
seaban los braceros aun con salario “entre 50 y 75 centavos
el día”, mientras que por el de Huetamo abundaban los tra­
bajadores “que se pagan a 37 centavos”.14Además, en 1910
rechazaron la entrada de trabajadores allende la frontera
norte “con motivo de la paralización de las minas de cobre”,
del paro ferrocarrilero y de la crisis norteamericana. Los
contratistas transportaron a los desempleados mexicanos
hasta la línea fronteriza, “donde fueron recibidos y socorri­
dos... por las autoridades mexicanas”. Pero otros mexicanos
-escribe González Navarro-, braceros y emigrados políticos,
regresaron con las armas en la mano y contribuyeron a de­
rrocar a Porfirio Díaz.15
Como sea, subían los precios y aumentaban las quejum­
bres, las quejas; surgían las protestas, motines, rebeliones.
Eso sí, ante las señales de inconformidad, la dictadura re­
forzó la policía rural y el ejército echando mano de la leva,
recurso que provocó más descontento en el campo;16 aun en
los pueblos y ciudades creció la fuerza represiva o de con­
trol.
12. AMZ, Prefectura Fomento 1911, leg 1, exp. 3.
13. Alvaro Ochoa. “Arrieros, braceros y migrantes del oeste michoacano (1849-
1911)” en Movimientos de población en el Occidente de México, El Colegio de Mi-
choacán-CEMCA. 1988.
14. El Pueblo, 9-111-1910.
15. Moisés González Navarro, Cinco Crisis Mexicanas, p. 31.
16. AMZ, Prefectura Guerra 1909-1910, varios expedientes.

68
S o c ie d a d en c o n v u l c ió n

En Jacona, por ejemplo, para el sostenimiento del or­


den había dos policías, después cuatro; en marzo de 1910
existían ocho uniformados; imponiendo la presidencia mu­
nicipal para ello una contribución de diez centavos mensua­
les a cada familia. Contribución que se volvió “odiosa”
por la razón de que la gente a quien se le cobra es sumamente
pobre; su jornal no pasa de treinta y siete centavos diarios... y
el pentalitro de maíz vale treinta y un centavos y lo menos que
gasta en su casa un jornalero es un pentalitro diario, porque a
sus alimentos son casi extraños el pan de harina, el chocolate,
la leche y lo demás...17
Aparte de gravoso, a quien no verificara dicho pago se
le reducía a prisión, dos o cuatro días en trabajos forzados.
“Los policías -se quejaba un vecino- antes se sostenían con
fondos del Estado y sólo ahora que los vistieron de azul es
cuando se está extorsionando al infeliz jornalero”.18
El panorama no pintaba precisamente azul. En la ha­
cienda de Cantabria, propiedad de los españoles Noriega,
dos dependientes y dos guardas rurales “cometieron la im­
prudencia” de insultar a medio centenar de pepenadores
que recogían sobrantes de las cosechas, quienes otrora sumi­
sos no tardaron “en asumir un actitud agresiva, gritando y
haciendo uso de las piedras, con las que lograron herir a uno
de los empleados y a un guarda”.
Doce amotinados, responsables de la bulla contestataria,
fueron pepenados; rio obstante, los periodistas de El Pueblo
sugerían a los hacendados “el buen trato para los jornale­
ros”.19
Si bien la prensa dio cuenta de clubes reeleccionistas, de
“demócratas o subversivos”, asaltos, crímenes proditorios, y
la visita de Díaz al oeste michoacano; en varias ciudades del
17. APD Leg. 35, C. 6, doc. 2668.
18. Ibid.
19. El Pueblo 25-1-1910.

69
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

estado se supo de la rebelión de Valladolid, Yucatán, y su


sometimiento “al orden establecido” en junio de 1910, al
tiempo que se montaba el teatro para reelegir a Porfirio Díaz
y a Ramón Corral.20 Más tarde, el gobernador Mercado
ponía al tanto a Díaz del resultado electoral y también la lis­
ta de diputados al Congreso de la Unión.21
Durante los comicios en Zamora, las fuerzas porfirianas
de la localidad arrestaron y encarcelaron al antirreeleccio-
nista Francisco Múgica Pérez porque “insultó gravemente a
las autoridades”.22
Su hijo, Francisco José, al conocer el resultado oficial
de las elecciones asentó en su periódico “1910”:
“Todo se ha consumado”, dirá un día la historia, cuando con­
sagre en sus páginas los gloriosos esfuerzos del mexicano pue­
blo para sacudir un gobierno que por espacio de treinta y tan­
tos años imperara sin ley en los destinos de nuestra Repúbli­
ca, y tenga que consignar las persecuciones, las violencias y las
trampas de que se ha valido...23
Casi desterrados, los Múgica salieron a México en sep­
tiembre. Terminaba su permanencia en Zamora, que no sus
relaciones sociales y políticas con gente del terruño.
Empezábase a borrar el contento porflrico del rostro
popular, aun con las fiestas del centenario encima. En el oc­
cidente del estado, en medio de la secuela crítica de la crisis,
el gobernador topaba con la Iglesia, concretamente con la
prensa opositora “La Bandera Católica” y con sacerdotes de
Zamora.
parece que hay ciertas exigencias de parte del clero [en torno
al culto externo] y esto puede hacer algo delicado el caso, aten­

20. APD Leg 35 C 17 doc 8488.


21. Ibid. C. 19, doc. 9009-9010.
22. AMZ Prefectura, Gobernación 1910, exp. 104; Justicia, 1910, exp. 80.
23. Francisco José Múgica. Hechos no palabras, 1:41

70
S o c ie d a d en c o n v u l c ió n

to al carácter especial de los zamoranos y por eso se encarga al


Prefecto no sea demasiado enérgico en la aplicación de la ley y
haga concesiones prudentes que no provoquen dificultades.24
También dentro de ese marco crítico se difundió la no­
ticia del linchamiento del mexicano Antonio Rodríguez, en
Texas, que enardeció los ánimos; y sonaba la alarma oficial
por la revolución maderista el 17 de noviembre.
Prefecto. Muy reservado federal. Se sabe que del diez y ocho
al treinta actual pudieran ocurrir diversos lugares del país al­
gunos desórdenes de carácter grave por lo que el Gobierno en­
carece a usted ejerza estricta vigilancia.25
El 21 de ese mismo noviembre, el prefecto de Zamora
informó a Morelia que con motivo de los “sucesos Puebla y
Guad atajara”, corrían en la población algunos comentarios
“demostrando simpatías por agitadores”. Desde luego que
dicho funcionario alertaba a los presidentes de su distrito
que, debido a tales acontecimientos, pudieran formarse “ga­
villas de bandoleros”. Por eso les ordenaba avisar oportuna­
mente las novedades; tomar providencias con los braceros
norteños que llegaban armados, para evitar “cualquier de­
sorden que pudiera efectuarse y que después sería difícil re­
primir”; y, especialmente que se tuviera mucho ojo con los
agentes de la Casa Ernesto Madero y Hermanos. El presiden­
te municipal de Purépero aseguraba al prefecto que vigilaba
de cerca “los movimientos de ciertas personas conocidas de
la prefectura”.26
A estas alturas, Porfirio Díaz dudaba hasta de su som­
bra. A través del secretario de comunicaciones el propio Díaz
pidió averiguara si el prefecto de Morelia “es desafecto al Go­
bierno Federal” y si en el rumbo de Coeneo “hay preparati­
24. APD Leg. 35, C. 36, doc. 17576.
25. AMZ Prefectura Gobernación 1910, exp. 176; El Pueblo, 12-XI-1910.
26. AMZ Prefectura Gobernación 1910, exp. 178.

71
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

vos de agitación revolucionaria”. Lo cierto fue que tras ob­


servaciones detenidas se dijo que los prefectos no eran “a
propósito para el actual estado de cosas” y que el desconten­
to afloraba en el campo michoacano, según la averiguación
realizada.27
Uno de los enviados informó a Comunicaciones en ene­
ro de 1911 que había recorrido Quiroga, Teremendo, Hua-
niqueo, Hacienda de Bellas Fuentes hasta cerca de Zacapu,
Coeneo, San Andrés Siróndaro, San Jerónimo Purenchécua-
ro, Uruapan y Pátzcuaro en cuyos puntos notó
gran curiosidad por saber de la revuelta, y en algunos, marca­
do interés porque resultaran ciertas las noticias de que en el
Estado había o estaba próximo el levantamiento...
Y agregaba:
En los campos encontré muchos caballos sueltos reponiéndo­
se de las fatigas de la cosecha de maíz recién levantada; igual­
mente mucho ganado vacuno, elementos éstos aprovechables
en el desgraciado caso de que estallara en dicho Estado la re­
vuelta.
Además recalcaba la importancia de los recursos natu­
rales y lo montañoso de la región. Condiciones que resulta­
ban desfavorables para aplicar medidas de control, ya que
“sería laboriosa la pacificación por allí [en las cercanías de
Pátzcuaro], y por lo mismo hay que poner las medidas dis­
ponibles para tratar de evitarla”. 8
Sin embargo, desde diciembre de 1910 los rurales ha­
bían empezado a concentrarse en el norte del país, en la fron­
tera, donde se debatía a balazo limpio la suerte del régimen
porfiriano, de tal manera que dejaban las plazas del centro
sin mayor resistencia. La defensa se ponía difícil para la dic­
tadura en Michoacán.
27. APD Leg. 35, C. 33, doc. 16095.
28. Ibid.

72
S o c ie d a d en c o n v u l c ió n

Mientras tanto, los hermanos Carlos y Francisco Mági­


ca conspiraban contra Díaz. En la ciudad de México estrecha­
ron relaciones con los hermanos Magaña, hijos de Conrado
el comerciante, y el impresor zamorano Antonio Navarrete;
con estos zamoranos y otros provincianos suscribieron con­
tra la dictadura, el Plan Político Social proclamado por los es­
tados de Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, Campeche, Puebla
y el Distrito Federal.
Los ideales de estos jóvenes influenciados en algo por el
magonismo se plasmaron en quince puntos: desconocimien­
to de Díaz y Corral, senadores y diputados “en virtud de las
omisiones, fraudes y presiones que tuvieron lugar en las elec­
ciones”; protesta por la suspensión de garantías; reconoci­
miento de Madero como presidente provisional yjefe supre­
mo de la revolución; proclama de la Constitución de 1857,
el voto libre y la no reelección; libertad de imprenta; reorga­
nización de las municipalidades suprimidas; devolución a sus
antiguos y legítimos dueños de las tierras usurpadas; aumen­
to de jornales a los trabajadores de ambos sexos, del campo
y de la ciudad, en relación con los rendimientos del capital;
jornada laboral máxima de nueve horas; igualdad de opor­
tunidades a los mexicanos en las empresas extranjeras; revi­
sión de alquileres y construcción de viviendas para las clases
obreras; arrendamiento de terrenos incultos a quienes los so­
liciten con el rédito anual de un seis por ciento sobre el va­
lor fiscal; y abolición de los monopolios, “de cualquiera clase
que sean”.
Este mencionado plan llegó clandestinamente a Zamo­
ra en marzo de 1911, “en hojas impresas fechadas en la Sie­
rra de Guerrero”. Marcos V. Méndez y José Rentería Luvia-
no recibieron ejemplares.29 El comienzo sería el ataque y
toma del cuartel federal de Tacubaya, DF.
Pero, a pesar de las providencias, el complot de Tacu­
baya fracasó el 27 de marzo. Uno de los Magaña salió enton­
29. Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, I: 121-124. Anóni­
mo, Gildardo Magaña, breves datos biográficos. Sobre noticia del Plan en Zamora
AMZ, Gobernación, 1911. exp. 33.

73
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

ces disparado hasta dar con Zapata, a la sierra; otro voló por
tren al Paso para integrarse a la Junta Revolucionaria de San
Antonio, donde se encontraba ya Francisco Múgica. Carlos
Múgica y Antonio Navarrete quedaban de momento presos
en México, mientras la policía porfiriana rastreaba los pasos
de otros implicados en el occidente michoacano.30
En el centro del estado, Salvador Escalante (1859-
1912), exseminarista, agricultor, regidor del ayuntamiento
moreliano en 1899, rico venido a menos, emprendió el ini­
cio formal del movimiento armado en Michoacán. El 5 de
mayo se pronunció en Santa Clara del Cobre; de hecho su
proclama se redujo a “¡Abajo Porfirio Díaz! Sufragio libre.
¡Abajo Aristeo Mercado! No reelección. ¡Viva el insigne pa­
triota Francisco I. Madero!”31 Era todo.
Relata Rubén Romero, el secretario del alzado en ar­
mas, que los vecinos de Santa Clara “no se daban cuenta de
lo que aquello significaba y suponían que era un número más
para festejar el 5 de mayo [con todo y música de Zira-
huén]”.32
El jefe maderista se dirigió al sur con sus ciento dieci­
siete hombres sobre la villa de Ario. Antes de entrar a ésta
derrotó al prefecto, allí se le unió Martín Castrejón. Con gen­
te humilde y peones de Castrejón, entre otros, aumentó la
tropa a cuatrocientos que marcharon hacia Tacámbaro, y
luego a Pátzcuaro. Aunque no todo fue paseo militar.
La inconformidad popular hacia el régimen porfiriano
salió a flote; a tal grado, que Escalante - “hombre de orden”-
se vio obligado a imponer severas medidas. En Pátzcuaro
“sublevóse la plebe; los autores del motín, echaron fuera la
prisión, se arrojaron sobre las casas del prefecto, del admi­
nistrador de rentas, y entraron a saco la mercería de un hi­
jo del referido prefecto”. En otras partes, como en Angan­

30. AMZ, Gobernación, 1911, exp. 1. AHMC, Guerra, 1911, exp. 51.
31. Mariano de Jesús Torres. Diccionario... II.
32. Rubén Romero, Apuntes de un lugareño. Obras Completas.

74
S o c ie d a d en c o n v u l s ió n

gueo y Tacámbaro, también se dejó ver ese descontento po­


pular; ni faltó el conflicto con los extranjeros.
La noche del 16 de mayo, “una partida de bandidos”
asaltó un campamento maderero en la jurisdicción de Pi-
chátaro, del distrito de Uruapan, y mató al superintendente
de trenes de la Compañía Industrial de Michoacán, de la
compañía de Slade. Al saber la noticia, Escalante ordenó que
Martín Castrejón buscara a los hechores, “y descubiertos que
fueran los pasaran por las armas”. Publicó un manifiesto “la­
mentando el suceso, protestando contra semejante crimen y
dando una cumplida satisfacción a la nación inglesa”.33
Tras lo anterior, Escalante se alistó para entrar a More-
lia, de donde acababa de salir Mercado para México, encar­
gando al licenciado Luis B. Valdés la gubernatura. Ni tardo,
el general del ejército regenerador mandó una intimación
desde Pátzcuaro, exigiendo la evacuación de la capital, a
Valdés. Este hizo poco caso, y Escalante se aprestó a los he­
chos. Cundió el pánico. Los bancos, el comercio, “los parti­
culares que tenían intereses que perder, se alarmaron”; pa­
ra “conciliar las cosas”, una comisión de la sociedad de
profesionistas “Paz y Unión” se acercó al general victorioso
para hacer arreglos y evitar desórdenes.34
Desde antes, la situación se ponía cada vez más difícil
para la dictadura en algunas partes del estado. El 12 de ma­
yo, el oficial mayor de gobierno telegrafiaba al prefecto de
Zamora que, en caso de no poder defender la ciudad, “se re­
concentrara Los Reyes por ferrocarril Uruapan, llevando
consigo armas, parque, fondos y demás elementos, dejando
la plaza al cuidado de una junta de vecinos principales que
sin ningún carácter oficial cuiden de la conservación del or­
den”.
Los maderistas de Tangancícuaro, encabezados por el
ranchero Jesús García, se lanzaron el dieciocho sobre Tlaza-

33. Torres, op.cit.


34. Ibid.

75
Los AGRARISTAS DE ATACHEO
zalea, “población que tan bondadosamente y con tanto en­
tusiasmo los recibió”.35
Huetamo, en el extremo suresteño del estado, también
cayó en mayo. Braulio Ramírez y José Rentería Luviano
habían intentado tomarla desde el 20 de marzo, pero pro­
blemas de familia lo impidieron. Carmen Luviano -primo
de Rentería y primer regidor del Ayuntamiento, había asu­
mido la prefectura por la huida del “cacique Gallardo”. No
pudo proceder a la toma José -dijo éste- porque “ofendía
con ello al sr. mi tío el Lie. [Celerino Luviano] y a mi santa
Madre en sus afectos”.
Los Luvianos y Rentería, rancheros acomodados de tie-
rracaliente, gozan de cierto prestigio en el distrito. José Ren­
tería había sido instructor en tiempo de la Segunda Reserva
del Ejército alentada por el general Bernardo Reyes.
Finalmente, toda la parentela participó en el movimien­
to maderista. El 15 de mayo en la noche quedó en sus ma­
nos la cabecera de la prefectura, “plaza que momentos antes
había sido abandonada por las fuerzas federales que la guar­
necían”.36
Por su parte, Marcos V. Méndez campeaba triunfante
en los distritos de Coalcomán, Salazar, Apatzingán y Urua-
pan. Los hermanos Ireneo y Melesio Contreras, comercian­
tes y propietarios jiquilpenses, en plena serenata domin­
guera se posesionaron -previa fuga de la guarnición- de
Zamora; incluyeron en la lista a Jiquilpan; “todo en el ma­
yor orden, sin derramamiento de sangre y con satisfacción
para todos”; igual que en Los Reyes -la tierra de Sabás Va­
lladares.37
La toma de Ciudad Juárez fue la culminación. Se des­
moronó una pequeña fracción de la cúpula porfirista; al pa­
recer hubo presiones de Estados Unidos para Díaz y el a­
35. Ochoa, “La revolución”... AMZ, Gobernación 1911, exp. 1.
36. Archivo Francisco J. Múgica (AFM), Caja 2, carpeta 84, doc. 85. Juan Tavera
Castro, Huetamo, p. 79.
37. Luis González Zamora, p. 121.

76
S o c ie d a d e n c o n v u l c ió n

vanee revolucionario era inminente. En Michoacán asumió


entonces la gubernatura Miguel Silva.
Si bien hubo consenso en torno a la lucha democrática
de Madero por parte de la burguesía rural y la pequeña de
las ciudades, empezaron las diferencias en cuanto a las de­
mandas campesinas. El párrafo tercero del punto tres de San
Luis prometía restituir “a sus antiguos poseedores los terre­
nos de que se les despojó de un modo tan arbitrario”; y por
ahí la tomaron Emiliano Zapata -en Morelos- y Miguel Re­
galado, -el agrarista de Atacheo- en el poniente de Mi­
choacán.
Miguel Regalado
Sus padrinos, cristiana y originalmente le pusieron por nom­
bre José Miguel de Jesús dentro del rol social del compadraz­
go. Nacido el 30 de septiembre, un día después de la fiesta
de San Miguel de 1868, ocupó el segundo lugar de cuatro
hijos de Dionisio, comunero, y de Romualda Sepúlveda, am­
bos descendientes de primitivas y antiquísimas familias ata-
chenses.
Dionisio Regalado (¿1828-1887?) contemporáneo de los
encabezados Jesús Loera y Eusebio Cruz, fue de los solicitan­
tes de la restitución de tierras en 1865; uno de los que andu­
vieron metidos en el pleito contra Castro por la posesión del
Sauz en 1881. Aparte del solar en su casa -sobre la calle Na­
cional, salida hacia Zamora-, completó la subsistencia fa­
miliar como ecuarero (i.e. ekuarhu, solar) en la falda del ce­
rro; también fue panadero y pequeño comerciante.
Disfrutaba de alguna manera de cierta independencia y mo­
vilidad. En el hogar de los Regalado, no ajeno a las condicio­
nes adversas de salud, de los cuatro retoños sobrevivieron
Miguel y María de Jesús, los dos de en medio.38
38. APA, Bautismos 1864-1872. AMZ Notarías. Protocolo de Indalecio Haro, 1865,
AMZ. Prefectura, Gobernación. Paquetes elecciones 1885, 1888. AMZ, Juzgado
de Distrito, Civil, 1881-1883 pleito Trujillo-Castro. Información familiar co­
municada por Refugio, Romualda y Rosa Regalado. Atacheo. 18 de enero y 13
de febrero de 1982.

77
LOS AGRARISTAS DE AXACHEO

Miguel, como todo niño campirano comenzó los me­


nesteres de la vida y del trabajo con el autor de sus días. Se­
guramente al lado de los abuelos ató bien los nexos de ge­
nealogías familiares y concatenó la tradición lugareña que
conformarían su bagaje cultural. Es de creerse que con pa­
rientes y amigos supo de leyendas, cuentos y sucedidos; que
se enteró también de las peripecias del pueblo en sus tierras
de comunidad. Algunas de las cuales él mismo presenciaría
entre 1881 y 1888.
Quizás fue mozo sacristán “puesto por los indios”, de
acuerdo con la vieja costumbre comunal al servicio de la igle­
sia junto con Esteban Cruz, el hijo de Eusebio. “Criado en el
templo”, aprendió las primeras letras a la sombra del vica­
rio Agustín Padilla quien, además, mandó a los dos jóvenes
a estudiar música y canto; así, Esteban sería el organista y
Miguel el cantor.
El vicario Agustín Padilla (c. 1851-1913), al parecer de
familia “bien” zamorana, estudió en el seminario diocesano
del lugar, en donde cursó gramática castellana, latinidad, fi­
losofía, derecho civil y teología; tonsurado en abril de 1874
y presbiterado en mayo del año siguiente, llegó relativamen­
te joven a atender el tenientazgo del curato atachense en ju­
nio de 1879. Pasó más de veinte años de apostolado compro­
metido con la suerte de los desposeídos. Aunque llevado a
Zamora a la parroquia de Guadalupe a causa de sus males,
no dejó de interesarse por su feligresía atachense. En junio
de 1909 previendo su fin, cedió su casa y solar junto al tem­
plo de Atacheo “no sólo para habitación del padre que ad­
ministre al pueblo sino también para la instrucción de las
niñas pobres y algunos niños”, pero condicionada a que el
ocupante contribuyera con cinco pesos mensuales “en limos­
nas a los pobres”.3940
39. Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional (ADN), Cancelados XI/III-4-
5244, f. 23. Información de Rosa Regalado (N. 1904), Atacheo, 18 de enero
de 1982.
40. AMZ Fondo Especial. Libro No. 2 de Licencias ministeriales, f. 118., y papel
suelto 1909. AMZ Gobernación Paquete elecciones, 1911. Francisco Valencia

78
S o c ie d a d en c o n v u l c ió n

Ahora, que de Regalado mencionaremos que pertenecía


al estrato social y económico sensible y movedizo de Atacheo;
ejerció el oficio de jornalero, de artesano algunas veces, de
albañil, y de cantor en el templo en otras. En relación con el
problema de la tierra, no faltó quien dijera que empezó las
gestiones recuperatorias a partir de 1906, el año de plagas
en la región; la tradición local y un posterior subalterno su­
yo aseguraban que desde 1909 “luchaba por las tierras”,
cuando ya había desaparecido del escenario el apoderado
Trujillo y el último vestigio de propiedad comunal en el Ta-
cari y cuando se resintieron los rigores del mal temporal en
el estado y subió el precio del maíz de 2.50 a 5.50 el hectoli­
tro.41
El quehacer público del futuro agrarista en el matrio
suelo desde 1890 a 1910 consta en documentos. Figura co­
mo empadronador, escrutador, votante, alguna vez temado
para ocupar el puesto de alcalde propietario de la tenencia
atachense, soldado de acordada del pueblo; hombre que
sabía montar a caballo y usar armas, de los contados vecinos
que sabían leer y uno de los animadores para restablecer la
escuela oficial.
Regalado casó treintañero en abril de 1899 con Amada
Enríquez la hija de un pequeño comerciante. Estrechó rela­
ciones con algunos clérigos. El cura rector del sagrario zamo-
rano apadrinó el primer hijo de la familia Regalado-En-
ríquez. Don Miguel, cuarentón en 1909, por edad y por sus
lazos con la iglesia gozaba de cierta ascendencia entre algu­
nos sectores de la localidad. En 1910, en las fiestas patrias del
centenario, entre las imágenes de Hidalgo y la virgen de Gua­
dalupe, pronunció el discurso oficial a instancias de la direc­
tora de la escuela; ésta, era prima de un ex-seminarista 11a-
Ayala, Apuntes para la historia de la diócesis de Zamora., p. 113. Información de
Maximino Padilla, Zamora, 5 de jimio de 1982.
41. AMZ, Gobernación paquetes elecciones 1885, 1888, 1890, 1896, 1899-1900,
1904, 1909, Gustavo Izazaga Cárdenas, “Historia de la revolución agraria en
el estado de Michoacán, El Apóstol del Indio,” Heraldo Michoacano, 14-XI-1938.
Lázaro Cárdenas, Apuntes, 1:22. Mal temporal agrícola en AMZ Gobernación,
1909, exp. 174.

79
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

80
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

mado Francisco J. Múgica quien acudió más de una ocasión


como sinodal a los exámenes públicos.
En cuanto a la cuestión de la tierra, corre la versión po­
pular de que el vicario Padilla encontró en el archivo del tem­
plo un papel del viejo cabildo comunitario en el cual se esti­
pulaba dar a la Iglesia un terreno en el potrero de la Joya,
en el Tacari, “para que se casara a los indios de balde”, de
gratis; terreno que, quién sabe cómo, fue a parar a manos de
la hacienda de Santiaguillo. No quedó ahí el despojo. Las
acordadas de Santiaguillo “maltrataban a los indios que iban
por leña al monte, les echaban los caballos encima y les da­
ban reatazos”. El hacendado -valiéndose de uno de sus
arrendatarios, Vicente Riofrío- mandó tapar las veredas, pe­
ro no les quitó la querencia; tan así que escribió al prefecto y
al gobierno del estado:
temiendo que los vecinos de Atacheo, acostumbrados a transi­
tar abusivamente por esas veredas, intenten abrirlas de nuevo
y aun lleguen a provocar un conflicto personal con mis sirvien­
tes, ocurro a ud. solicitando el apoyo de su autoridad para ha­
cer respetar mis derechos.
El prefecto mismo sabía muy bien que Atacheo antes
“fue dueño de esos cerros y les queda desde entonces a los
vecinos la costumbre de aprovechar la leña” -como informó
éste al gobierno-, pero agregó que “de ninguna manera es
una razón hoy [1905] para que los nuevos dueños lo sigan
permitiendo”.42
En medio del conflicto, Regalado dio los primeros pa­
sos para recuperar no solamente el pedazo de tierra quitado
42. AMZ, Gobernación, paquetes elecciones, 1890, 1896, 1900, 1903, 1909. Ayunta­
miento, 1902, exp. 61. Juzgado de Distrito. Nombramiento de los alcaldes. 1906-
1907. APA, Matrimonios. 1889-1916, f. 63, Bautismos 1900. Participación cívica
en AMZ Gobernación, 1910, exp. 147. Presencia de Múgica en Atacheo. AMZ,
Instrucción Pública, 1906 exp. 47 Asunto vereda y monte AMZ Gobernación
1905, exp. 18. Información de Maximino Padilla, Zamora 5-VI-1982; Francis­
co García Amezcua, Jacona 5-III-1983.

81
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

a la iglesia sino todo el monte. Tramitó verbal e in­


fructuosamente el asunto recuperatorio ante las autoridades
zamoranas y de Morelia. Sin representación legal no le hi­
cieron el menor caso, y menos por falta de papeles que jus­
tificaran la propiedad de la tierra. Además la ley de 1902
insistía en la tarea contraria, en el nombramiento de apo­
derados por parte del gobierno y en el reparto y no en la re­
cuperación de la propiedad comunal. Entonces, aconsejado
por Padilla fue a México, al Archivo General y Público de la
Nación, para conseguir copias de los títulos del pueblo, y, de
paso, asistió -de propia cuenta o convidado- a la convención
antirreeleccionista del Tívoli en apoyo del candidato Fran­
cisco I. Madero.434Esto en abril de 1910. El maderismo sería
una vertiente que Regalado aprovecharía en su empresa
agraria.
A mediados de febrero de 1911, el prefecto de Zamora
había comunicado al secretario de gobierno en telegrama ci­
frado que “nadie aprovecha situación actual pues hasta hoy no
regístranse en ningún lugar del Distrito, desórdenes ni atenta­
dos contra la propiedad”.
Sin embargo, algunos hechos modificarían posterior­
mente dicha información. En las cercanías de Atacheo ron­
daba la rebelión armada; mientras, sucedían frecuentes es­
cándalos en Acuitzeramo “de tal modo punibles que hasta se
ha atentado contra la autoridad”. El mismo Atacheo estaba
alebrestado. El rescoldo de la crisis caldeaba los ánimos.
También ahí eran “frecuentes los escándalos”.45
Entre Pacímaro, Las Gallinas -de la vicaría atachense-
y Ecuandureo andaban doscientos sublevados. Todavía en
mayo, el prefecto de La Piedad salía de Ecuandureo rumbo

43. Comunicación de Maximino Padilla sobre trámites. José Ortiz Rodríguez, El


Doctor Miguel Silva. La Revolución Modelista y La insurrección en Michoacán con­
tra Huerta, pp. 21-22.
44. AMZ, Gobernación, 1911, exp. 33.
45. AMZ, Guerra 1910, exp. 37; Justicia 1911, leg. 1, exp. 39.

82
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

a Churintzio, “en persecución de revoltosos” que merodea­


ban por Pacímaro, Quiríngüicharo y Cerro Prieto.(46)
Si bien los “revoltosos” se replegaron hacia Puruándiro
por la persecución, la caída del régimen porfiriano los atrae
nuevamente a Ecuandureo y se unen con otros levantados
del rumbo para entrar a la plaza de Zamora.
Miguel Regalado estuvo al pendiente de los aconteci­
mientos. Tal vez no hizo caso a la prédica escrita de Marcos
V. Méndez y del secretario de éste, Félix C. Ramírez, estam­
pada en “La Bandera Católica; prédica que respondía al es­
panto de los propietarios porque
el pueblo humilde ha sido insdgado para que cometa depre­
daciones, haciéndole creer que tiene derecho sobre las propie­
dades de la clase privilegiada.4647
Pero sí había tomado al pie de la letra la invitación de
Madero, la promesa agraria contenida en el Plan de San Luis.
Tan así que el martes 10 de agosto en la madrugada, decía
al jefe de tenencia atachense
el pueblo me ha dado poder ampüo, cumplido y bastante pa­
ra que en su nombre y representación proceda como conven­
ga para quitar los terrenos que desde su origen fueron nues­
tros y que ahora se encuentran en poder de varios dueños y
por distintas causas.
Sería cansar su atención el decir a Ud. como han tomado po­
sesión los nuevos dueños, únicamente me concreto a manifes­
tar a Ud. que tomando en cuenta las promesas que ha hecho a
la Nación nuestro Libertador Don Francisco Y. Madero, hoy
paso con mi pueblo a tomar posesión de lo que en realidad so­
mos dueños.”48

46. Ibid., exp. 38.


47. La Bandera Católica, Zamora, 18-VI-I911.
48. AMZ, Justicia, 1911, exp. 29.

83
Los AGRARISTAS DE ATACHEO

Empezaba el desquite. En la mañana del diez se pasó a


los hechos. Con gente de confianza, don Miguel sacó el ga­
nado de la hacienda de Santiaguillo que agostaba en el po­
trero del Palmo.
Todos se prestaron a bajarlo. Mandó cerrar las puertas [de las
casas] porque era ganado brioso. Bajaban una porción de ani­
males; iban tres o cuatro con guadañas y palos a entregar el
ganado al que lo estaba esperando afuera del pueblo. Al rato,
bajaban otro; y, lo entregaban. Hasta que dejaron el potrero
sin animales.49
Hubo un gran alboroto. La novedad corrió veloz a la
hacienda. Y de ésta salió al potrero la acordada de Santia­
guillo encabezada por Francisco López con la misma veloci­
dad. Veinte hombres de la jefatura de armas de Zamora lle­
garon luego, pues se trataba “de un asunto delicado”.
Rodearon a los alzados y, sin otra salida por el momento,
obligaron a don Miguel “a no volver a penetrar ni él ni su
gente a dicha propiedad entre tanto no gestionara, [y consi­
guiera], la restitución” que significaba largo, inútil y costoso
recurso “legal” como ya les había demostrado la experiencia
en otros casos.50
A partir de ese momento Pancho López y Jesús Anaya
(a) “La Jerica” -maleantes y ex-presidiarios al servicio de la
casa García anotaron el nombre de Regalado y de sus segui­
dores más cercanos en la lista negra de la hacienda.
Regalado y algunos acompañantes partieron a México,
al Archivo General de la Nación para continuar en la bús­
queda de documentos. El 2 de septiembre, Luis González
Obregón -director del Archivo- certificó una copia a los so­
licitantes del Teatro Americano, 1746, páginas 105 y 107 del
libro 3o, cap. XXIV, “De la jurisdicción de Tlazazalca y sus

49. Información de Romualda Regalado y Francisco García Amezcua.


50. AMZ Justicia, 1911, exp. 29.

84
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

pueblos”. No encontraron más indicios coloniales sobre Ata-


cheo. Se devolvieron los acompañantes; menos don Miguel
que desapareció un tiempo. Nadie sabía de él.51 Quienes re­
gresaron y los que se habían quedado en el pueblo no mos­
traron miedo ante las amenazas de la Casa García Herma­
nos. “Creemos imposible -dijeron los atachenses- que Dios
permita que gane la injusticia”.
El cerro del Tacari sería motivo y razón de la resisten­
cia agraria. El 31 de agosto el jefe de tenencia participó al
prefecto que “tuvo noticia por los indígenas que por orden
del señor Miguel Regalado, a quien dieron poder para su de­
fensa, iban a subir al cerro de su propiedad a contener el des­
trozo de maderas que andan haciendo [los sirvientes] de los
señores García”.
El despliegue represivo no se hizo esperar. El prefecto
transcribió la noticia anterior a la Casa García, y ésta mandó
luego una escolta de acordada a cuidar el cerro, para impe­
dir “que los naturales sacaran la leña de su gasto”. El juez de
acordada traía “orden de fusilar” y había prometido “asegu­
rar las personas que representan al pueblo”...52
Precisamente el representante principal, Regalado, re­
gresó el año nuevo de 1912, prevenido. Cuando reapareció
en el terruño dijo que había andado de aquí para allá “en el
estado de Guerrero”. Platicó a su familia “que había vuelto a
nacer tras escapar de una avanzada” (Por eso agregó desde
ese día -por invocación- de la Trinidad a su nombre origi­
nal.)53
El regreso del ausente no agradó a terratenientes ni a
las autoridades zamoranas; sobre todo por los nexos con los
Magaña y los Múgica, las amistades que frecuentaba. El pre­
fecto telegrafió a Morelia el 5 de enero
51. Antecedentes penales de Anaya y López en AMZ, Justicia, 1909 exp. 46. Certi­
ficación copia en ASRA-CC. Resíituáón Atacheo 22/27/2783 (local) leg. 1. Sobre
desaparición Regalado. AMR, exp. 1911 e información de Romualda Regala­
do.
52. AMZ, Justicia, 1911, exp. 2/1
53. Comunicación de Rosa y Refugio Regalado. Atacheo 13-11-1982.

85
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

C. Secretario de Gobierno. Sabe Prefectura que en Atacheo,


tenencia este municipio, hay muchos individuos armados por
Francisco José Múgica, capitanea esa gente Miguel Regalado
hombre pésimos antecedentes...54
Además del afán de desprestigiar a Regalado, el prefec­
to insistía al secretario de gobierno “en catear Atacheo y re­
coger armamento”. Mientras que Regalado pedía a ambos
no dejaran “que los despojantes cosechen en terrenos rústi­
cos de Atacheo” ni que acabaran con los cazahuates, huinu-
mos y huizaches del Tacari; para ello apelaba a la circular de
la dirección agraria de la secretaría de fomento relativa a des­
linde de ejidos.
El gobernador Silva, ocupado en pacificar los brotes de
mendizmo, orozquismo, salgadismo y zapatismo en el esta­
do con la ayuda de hacendados guardó silencio respecto a la
petición de Regalado. Por su parte, el prefecto prometió a
Silva administrar justicia “a quien la tenga”; obvio pensar en
quién. No esperando a más explicaciones o justificaciones, la
acordada de Santiaguillo procuró -y falló- matar a Miguel
de la Trinidad que ahora se defendía “armado de pobres
proyectiles y custodiado de alguna gente”.55
Los rumores “de que Regalado sólo va a pasear a Méxi­
co” y no a arreglar los asuntos del pueblo, más otras intrigas
tendidas por hacendados y autoridades al agrarista se ago­
taron de momento. El prefecto zamorano, bien pertrechado
y con fuerza de guarnición ejecutó el anunciado cateo; “y co­
mo anduviesen de partida los agitadores Miguel Regalado y
socios, recogiéronse tres carabinas, dos pistolas y tres mache­
tes”. Esto sucediía en la noche del dos de febrero, día de la
Candelaria.56
54. AMZ, Gobernación, 1912, exp. 22.
55. AMZ Gobernación, 1912, exp. 1, 16. AMR, exp. 1912. El jefe de tenencia ata-
chense informó al presidente municipal el 16 de abril, que los terrenos dispu­
tados eran “propiedad de yndígenas, de los que están despojados de tiempos
anteriores sin justos títulos”, AMZ, Fomento 1912, exp. 68.
56. AMZ, Gobernación 1912, leg. 1, exp. 1.

86
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

A estas alturas, en Michoacán, políticos, hacendados y


rancheros no querían saber de nuevas revolufias una vez to­
mado el poder gracias al movimiento maderista. “Las pro­
mesas cumplidas” de la revolución en el estado no pasaron
de que el congreso, todavía mercadista, adoptara junto con
el gobernador Miguel Silva una serie de medidas político-ad­
ministrativas encaminadas a impedir legalmente la reelec­
ción del ejecutivo en un período inmediato, suprimir prefec­
turas, fortalecer los ayuntamientos y restablecer las tesorerías
municipales.57
Por su parte, hacendados, grandes comerciantes, políti­
cos y clérigos zamoranos no temen la rebelión de peones y
jornaleros adoctrinados -pues algunos miembros de esa bur­
guesía beneficiada por la desamortización liberal y “bajo la
influencia de la doctrina social de la Iglesia, dieron muestras
de preocuparse por el mejoramiento de la situación de [los
trabajadores del campo]”; pero sí enfrentan seriamente el
agrarismo de pequeños comerciantes, de artesanos, de me-
dieros y de arrendatarios que sin parentesco ni relaciones
con la burguesía zamorana “no encuentran ya cabida dentro
del orden social establecido”.5859
Entre estos últimos andaban los Magaña y los Múgica
en la propia ciudad; el zapatista Francisco Rodríguez por
Ixtlán y los agraristas de Atacheo; sin escapar todos al sam­
benito de “facciosos” que alteran “la tranquilidad públi­
ca
De ahí que nada valiera las quejas de los atachenses ca­
teados presentadas al gobernador, todo oídos para hacenda­
dos en el asunto de la pacificación. ¿Qué hacer entonces?
Unos emigraron a México con Miguel de la Trinidad para
insistir ante el presidente en la devolución de tierras por la
buena, otros se quedaron arriesgando el pellejo en Atacheo,
“en el monte y como bandidos”, a la espera de novedades.
57. Las promesas de la revolución cumplidas en Michoacán.
58. Jesús Tapia, op.cil.
59. AMZ, Gobernación 1912, leg. I, exp. 16.

87
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

En tanto, el presbítero Agustín Padilla -muy enfermo-


salía de Zamora en busca de curación a Guadalajara. La mi­
tra había enviado a Atacheo vicarios sustitutos desde 1899.
Manuel Hurtado, uno de ellos, murió en el pueblo en mayo
de 1911. En lugar de éste llegó Francisco Guzmán, capellán
de la hacienda de Romero e identificado con los hacendados
de Santiaguillo. Resta decir que don Agustín terminó sus días
en Zapopan, Jalisco, en octubre de 1913.60
Ya en la ciudad de México, Regalado encontró a otros
indígenas del centro y occidente de Michoacán que andaban
en las mismas desventuras. A iniciativa de él, que había fre­
cuentado el Archivo General de la Nación y otras oficinas de
gobierno, hicieron ronda más representantes de otras partes
michoacanas, del estado de México, Guerrero, Puebla y Ve-
racruz, tal vez “por razón natural y social”, “como un recur­
so necesario, debido y aun obligatorio”, fundaron una orga­
nización de tinte indigenista.
La Sociedad Unificadora de los Pueblos de la Raza Indígena
Sociedad en la que primera y formalmente tuvieron cabida
desde el 10 de octubre de 1912 -según acta constitutiva- los
representantes de Atacheo, Zacapu, Acuitzeramo, Tlazazal-
ca, Ecuandureo, Jacona, Tarecuato, Ixtlán, Santa Mónica
Ario, Etúcuaro, Aguanato, Naranja, Tiríndaro, Tarejero,
Huiramba, Guarachita, Tanuato, San Pedro Caro, Pajacua-
rán, Penjamillo, Villa Hidalgo, Angangueo, (Michoacán); La
Concepción de León, San Francisco Chejé, San Juan de las
Manzanas, San Miguel, Coyoacac, Nativitas, (Estado de Mé­
xico); Tepecuacuilco, (Guerrero); Ixtiyucan, (Puebla); y
Maltrata, (Veracruz).61 Debido al establecimiento de “focos

60. AMR, exp. 1912, APA. Libros de bautismos, matrimonios y entierros 1899-
1911. AMZ, Fondo Especial. Libro de licencias ministeriales. Rosa Regalado di­
ce que cuando trajeron los restos del sacerdote Agustín Padilla a Atacheo “se
vistió todo el pueblo de luto”.
61. ACN, Buscas, vol. 1913, exp. 38. ADN, Cancelados XI/111-4-5244. Pedro La-

88
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

y corrientes fraternales”, llegó a contar además con los de Ja-


ripo, Tangamandapio, Valle de Guadalupe, Yurécuaro, (Mi­
choacán); San Nicolás Ayotengo, Amajac y otros pueblos de
Hidalgo; varios del distrito de Jilotepec, (Estado de México);
San Lorenzo Guapiaxtla, en Tlaxcala; y Jalapa, Veracruz.62
Regalado y Jesús González -éste de Zacapu- tomaron
las riendas de la Sociedad Uniñcadora por voluntad de la ma­
yoría; los cargos de presidente y secretario significaban reci­
bir y dar razón de los asuntos, llevar las cuentas y distribu­
ción de los fondos aportados por los representados, convocar
a juntas lunes y jueves -a veces extraordinarias- no sólo en
la capital.
Si bien la agrupación no tenía mayores ingresos econó­
micos, ni brillaba por destacados teóricos, nada quitaba el que
sus iniciadores dejaran muy claros los fines de “ayudar mo­
ral, práctica, pecuniaria y mutuamente a los representantes
para facilitar a los asuntos que se tramiten y que redunden
en beneficio de los pueblos que representen especialmente
en los que se relacionan con los terrenos que inicuamente les
hayan sido usurpados”; y, otro tanto tratarían en el estable­
cimiento de escuelas.
Quizá para evitar las frecuentes represalias de hacenda­
dos, por estar metida en revisar viejos papeles, la discreta So­
ciedad no hacía mucho ruido y pasó lo más desapercibida.
Fuera del paleógrafo y consultor Ramiro Manzano, que les
descifraba la escritura antigua de los títulos, no necesitaron
de más ayuda, y menos de licenciados. En general, los años
y los golpes, les habían enseñado que los estudiados en el de­
recho no obraban rectamente cuando de intereses indigenis­
tas se trataba.63
Desde luego que por acuerdo común enteraron al pre-

micq. Los retóricos de la revolución p. 23. El Demócrata, México, 15-XI-1916. Iza-


zaga Cárdenas, op.cit., 25-XI-I938.
62. Ibid.
63. ADN, exp. citado.

89
LOS AGRAR1STAS DE ATACHEO

sidente Francisco I. Madero, en casa de éste, de la tarea em­


prendida; y consiguieron permiso para entrar a palacio.
Comandancia Militar de México, Esta comandancia autoriza
al señor Miguel Regalado acompañado de once paisanos, sal­
gan del Palacio Nacional y regresen a él. Libertad y Constitu­
ción; México, febrero 11 de 1913. El general Comandante Mi­
litar. V. Huerta.64
Pero Madero -olvidadizo del punto tres de San Luis-
expresa, a través del secretario particular Sánchez Azcona,
“sus mejores deseos porque dicha Asociación obtenga un éxi­
to completo en las gestiones que se proponen llevar a cabo”.
Y sólo en eso les quedó, porque no ofreció mayor remedio
palpable para alivianar los males agrarios.65
A pesar de que el viejo y gigantesco aparato porfirista
no funcionaba bien en las pequeñas manos del nuevo presi­
dente, el cuartelazo del general Victoriano Huerta durante
la famosa decena febril de 1913 complicó más la vida nacio­
nal. La administración victoriana se deshizo de Madero y
cerró de golpe las puertas de arreglo pacífico. Se empezaron
a oír pasos con botas por donde quiera; sobresaltos, levanta­
mientos de campesinos.
Al parecer no hubo excepciones. El desmaderamiento,
la mala voluntad huertista y la ojeriza de los hacendados
cambiaron y trastornaron los planes de la sociedad unifica-
dora indigenista, la que, puesta en tal predicamento, tomó
camino al campo arma en mano.
Los representantes se incorporaron a grupos revolucio­
narios para salvar la cabeza. Y aunque primero se tratara de
tumbar a Huerta, Regalado -también metido en la lucha ar­
mada- llevaría en su persona la delegación general trashu­
mante de la Sociedad.66
64. Ibid.
65. AMR, exp. 1913. Lamicq, op.cit.
66. ADN, exp. citado.

90
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

Mas una vez finado el delegado general “para tramitar


asuntos agrarios” -después del triunfo sobre Huerta y la pos­
terior lucha de facciones-los representantes no michoacanos
se desentendieron en definitiva; hasta desapareció el mem­
brete de la delegación en manos de Félix C. Ramírez, dipu­
tado por el distrito de Pátzcuaro en 1918, que había surgido
“para atender los asuntos indígenas” el año anterior, a la
sombra del candidato a gobernador Francisco J. Múgica.
Intereses políticos e intereses de pesos ahogaron el le­
ma combativo de las Sociedad Unificadora.
Sólo unidos todos los indígenas seremos fuertes y venceremos.
No esperemos que nadie nos salve, salvémonos por nosotros
mismos.67
Tras esta concepción, simple a primera vista, Miguel de
la Trinidad Regalado había emprendido la salvación de los
indígenas en todos los frentes, a partir del derecho a la tie­
rra para llegar tentativamente al poder:
Siendo uno de los principales impedimentos [para conseguir
la tierra], las autoridades actuales [1913-1914] constituidas por
vecinos, deben quitarse y establecerse en los Estados, distritos
y poblaciones autoridades constituidas por personas puramen­
te indígenas.68
El grupo o fracción poblana de la sociedad Unificadora
igual que la mexiquense continuaron sus labores.
El general poblano Prisciliano Ruiz todavía en 1918 je-
faturaba la Delegación General.69 Mas acusada por las auto­
ridades “de explotar pecuniariamente a los campesinos con
ofrecimientos de tierras”, el gobierno de Puebla prohibió en

67. AMZ, Fomento 1918, exp. 29.


68. AMR, exp. 1913.
69. ASRA-CC, exp., citado. Diario de los debates de la Cámara de Senadores. 9-X-1920.

91
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

1919 sus actividades.70 Por otro lado, la mesa directiva de la


SURI mexiquense presentó a la Cámara de Senadores en ju ­
nio de 1920 “un proyecto de ley sobre dotación de tierras a
los pueblos”.71
Más tarde, los representantes poblanos, en puestos de
elección popular algunos y asesorados por abogados, le die­
ron un tercer aire a tal Sociedad en 1921 desde la ciudad de
México. A estas alturas, el programa de la Sociedad Unifica-
dora de la Raza Indígena -escribe González Navarro- se li­
mitaba a proporcionar casa y alimentos a sus socios cuando
visitaran la capital, armonizar los intereses del capitalista y
del proletariado, el aumento de los salarios, la restitución de
los ejidos, la sindicaíización de grupos, etc.72 Murió en fecha
ignorada.
El apóstol del indio.
Por la tarea emprendida en favor de los pueblos, Miguel Re­
galado recibiría justamente tal epíteto. Como los de la an­
tigüedad tarasca, tenía “más tristezas consigo”, es decir, ex­
periencia, más camino andado. “Causaba la impresión de ser
un hombre serio y sincero”, contaban sus conocidos. Lázaro
Cárdenas, que militó a sus órdenes, le recuerda “valiente y
correcto en su conducta”.73
Como cualquier mortal, hasta principios de 1913, Re­
galado había trabajado en la fábrica “San Rafael” de México
para ganar el sustento diario; rentó el interior 7 en la Quin­
ta Calle de Santa Teresa, número 126, y presidió allí las se­
siones semanarias de la agrupación indiana; hurgó papeles
“relativos a los pueblos despojados de sus bienes” en el Ar­

70. Moisés González Navarro. La CNC en la Reforma Agraria, p. 81.


71. Diario de los Debales.. 23-X-1920.
72. González Navarro, loc.cit.
73. Félix C. Ramírez, La verdad sobre la Revolución Mexicana, p. 161. Cárdenas,
op.cit., 1:22, Ortiz Rodríguez, op.cit.

92
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

chivo General y Público de la Nación; dio trámite a los en­


cargos agrarios ante la Secretaría de Fomento.
Después del cuartelazo huertista apareció en Atacheo,
en los primeros días de marzo de 1913. Allí se pertrechó con
los suyos -que le habían dado poder general ante notario en
noviembre de 1912-, junto con algunos descontentos de
Acuitzeramo que comandaba el panadero Mauricio Pérez,
representante del lugar que luchaba también por la restitu­
ción de tierras. Armados con lo que pudieron, el martes cua­
tro tirotearon la hacienda. La noticia llegó a Morelia el día
siguiente:
Ayer Miguel de la Trinidad Regalado de acuerdo con varios
vecinos y acordada de Atacheo atacaron a sirvientes de la Ha­
cienda de Santiaguillo, hiriendo a tres de éstos.
Personalmente pasó el prefecto con treinta rurales del
estado al teatro de los acontecimientos, “logrando capturar
a algunos [veinte] de los responsables, huyendo Regalado
con otros varios”74
“Indios Atacheo subleváronse”, fue la novedad que co­
rrió de Santiaguillo a Zamora. Hacía menos de dos años que
se habían escuchado bramidos en el potrero del Palmo, cuan­
do los atachenses sacaron el ganado para recuperar la tierra.
Esta vez, el hacendado Francisco C. García que prepa­
raba en México su participación en el congreso agrícola del
27 de marzo puso el grito en la oreja del gobernador Silva, y
éste pidió actividad al prefecto, quien informó: “Regresé has­
ta haber dejado orden establecido como aún permanece. Ha­
go activas averiguaciones para definir responsabilidades”.75

74. AMR, exp. 1913 y nombramientos 1913-1915. AMZ Gobernación, 1913, exp. 1.
75. AMZ, Gobernación 1913, exp. 1, AHMC, Guerra, 1913, exp. 37. Participación de
Francisco C. García en Casasola, Historia Gráfica de la Revolución Mexicana. I:
542.

93
LCS AGRARISTAS DE ATACHEO

A Regalado y a varios de sus paisanos no faltaban mo­


tivos para atacar a la hacienda; probablemente la participa­
ción de los dueños de Santiaguillo no sólo en la Dieta católi­
ca del 19 al 23 de enero sino en “las intrigas” del domingo 9
de febrero, “pues público y notorio es -aseguraría Miguel de
la Trinidad sin mencionar el conocido pacto de la embaja­
da-, que del estado de Michoacán, pero principalmente de
la ciudad de Zamora, fue donde se fraguaron todas las com­
binaciones para el cuartelazo que tuvo lugar en la capital de
la República”...76 Sin duda más tenía que ver el asunto de
los maltratos y de las tierras usurpadas.
En tanto, en la tierra caliente michoacana el ex-jefe de
rurales maderistas Gertrudis G. Sánchez con el huetamense
José Rentería Luviano maduraba el plan de levantamientos
contra Huerta al calor de una pelea de gallos;77 y la Casa
García, en Zamora, insistía en atrapar y castigar a los agra-
ristas armados; concretamente quiere
la aprehensión de Rafael Enríquez, Francisco Pérez, Miguel
Regalado, Luis Mariscal, Francisco y Jesús Avila... como pre­
suntos reponsables de los delitos de asalto y heridas cometidos
contra la acordada de la Hacienda de Santiaguillo.
Con el fin de evitar el largo brazo de la justicia al servi­
cio del hacendado, los seguidores de Regalado se ocultaron
en México y otros lugares; pero una vez que estallaron los
pronunciamientos armados de Huetamo, Apatzingán y Pa-
rácuaro secundando el movimiento del norteño Gertrudis
G. Sánchez, y precedidos por el paso de Rentería Luviano a
fines de mayo en Zamora volvieron a Atacheo a comienzos

76. AMZ, Gobernación, 1917, exp. 4. El gobernador carrandsta Elizondo también


hizo cargos al clero zamorano, Periódico Oficial del Gobierno de Michoacán (POM),
6-V-1915. Sin embargo, la Dieta Católica verificada en Zamora aún reclama un
estudio a fondo.
77. ADN, Cancelados XI/111-4-2984. Jesús Romero Flores, Historia de la Revolución
en Michoacán, pp. 66-67.

94
S o c ie d a d e n c o n v u l s ió n

dejunio, con mucha cautela porque el prefecto zamorano los


traía de encargo.78
Por la Sociedad Unificadora de la Raza algunos jefes re­
beldes tenían referencia de Miguel Regalado. Emiliano Za­
pata y el zapatista Eutimio Figueroa que operaba entre Jalis­
co y Michoacán sabían de su labor indoagraria, cuenta el
zamorano Gildardo Magaña.79 Tal vez Gertrudis Sánchez
no; pero el mismo Regalado y el secretario Jesús González se
encargaron de ponerle al tanto en una carta el 16 de junio
desde Zacapu. Sánchez contestó aludiendo las promesas del
Plan de San Luis, y agregaba:
me satisface que los indígenas de los pueblos que ustedes re­
presentan estén dispuestos a prestar su ayuda a la patriótica
causa que defendemos contra un poder usurpador, el que a su
vez está sostenido por los despojadores de terrenos que perte­
necieron a las antiguas comunidades indígenas...80
Apalabrados en tal promesa, Sánchez le mandó a Ata-
cheo el nombramiento de capitán segundo del Ejército Beli­
gerante, División del Sur, desde el cuartel general en Tacám-
baro. Dicho nombramiento no impedía que la despojadora
Casa García insistiera en la aprehensión de Regalado, “a
quien el juzgado menor de Zamora instruye causa por el de­
lito de heridas, omitiendo dar filiación de aquél por ser muy
conocido”.81
El capitán Regalado juntó entre jornaleros, arrieros,
pastores, cazadores y pequeños comerciantes, dos centena­
res de hombres montados y armados procedentes de Atacheo
mismo, Atecucario, Las Gallinas, Urepetiro y Acuitzeramo.
Incursionó en la Cañada de Chilchota y la Meseta Tarasca;
participó en los combates de Tangancícuaro y Purépero en
78. ADN Cancelados XI/111-1-129. ASAZJusticia 1913, exp. 13.
79. Magaña, op.cit., IV:295.
80. Ibid.
81. AMR, Nombramientos 1913-1915. AMZ Justicia 1913, exp. 9.

95
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

julio “con el cabecilla García Aragón”, incorporándose lue­


go a la columna de éste, “de bandera negra”, camino a Apat-
zingán en agosto.
Guillermo García Aragón, oriundo del estado de Méxi­
co, fue agente maderista en Morelos. En el pleito de la jefa­
tura suriana sirvió de mediador entre Zapata y Ambrosio Fi-
gueroa, terminando al lado de Ambrosio, en Guerrero; pasó
a Morelos, al ser designado Figueroa gobernador, “distin­
guiéndose [García Aragón] en la campaña emprendida con­
tra el zapatismo, hasta la caída del señor Madero”. En abril
de 1913 el gobierno huertista le extendió el nombramiento
de mayor y la orden de “reclutar una fuerza de 400 hom­
bres al estado de Guerrero”; fuerza que no aprovechó para
Huerta. Al frente del contingente reclutado y de voluntarios
que tomó al guerrerense Rómulo Figueroa, pasó a Mi­
choacán, en donde se había presentado a Gertrudis G.
Sánchez en los primeros días de julio.82
Bajo las órdenes de García Aragón, Regalado tomó par­
te en el segundo ataque a Purépero en septiembre y en otros
puntos bajando a la depresión del Tepalcatepec; mientras
otra porción de su tropa -a veces con la de Ernesto Prado-
incursionaba por los distritos de Zamora y Uruapan “en con­
tacto con las comunidades que reclamaban la restitución de
sus tierras”.83
¿Qué pasaba mientras en la capital del estado? El go­
bernador Silva aduciendo razones humanitarias no respal­
dó el plan constitucionalista de Guadalupe (26 de marzo de
1913) ni aceptó el ofrecimiento de Gertrudis G. Sánchez pa­
ra jefaturar la revolución en Michoacán. En virtud de la
negativa, Sánchez designó a Martín Castrejón gobernador
provisional (junio) con sede en Tacámbaro, hasta agosto,

82. AMZJtisticia 1913, exp. 22; Guerra 1913, exp. 33. Cárdenas op.cit., 1:22-24. Tra­
yectoria de García Aragón en ADN, Cancelados XI/111-3-2214; Jesús Figueroa
Alcocer, Crónica de la Revolución en Guerrero 1910-1924, pp. 31-32; John Wo-
mack, Zapata and the Mexican Revolution, p. 123.
83. Cárdenas, loc.cit.

96
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

cuando el gobernador designado abandonó el puesto y el es­


tado. El propio Sánchez tomó entonces en sus manos el go­
bierno revolucionario (agosto 1913-marzo 1915).
Por su parte, Huerta quitó a Silva a fines de mayo y pu­
so a Alberto Dorantes unos días. Para reforzar el régimen de
bota dura, el dictador despachó después como gobernado­
res a dos generales con mando militar: Alberto Yarza (9 de
junio-30 de julio) y Jesús Garza González (agosto 1913-junio
1914). El sumiso congreso local no participó en los debates,
ni protestó por la imposición.84
Los diputados, sin más, autorizaron el decreto de Gar­
za referente al préstamo forzoso (27 de diciembre de 1913)
impuesto dos veces a los propietarios de fincas rústicas y ur­
banas; gravamen que subió repentinamente las rentas po­
niendo en apuros a los arrendatarios e inquilinos, más a es­
tos últimos, ya que a causa de la revolución antihuertista
innumerables familias abandonaban el campo y los pueblos
para refugiarse en las ciudades. La agricultura, el comercio y
la industria resintieron la movilización migratoria.85
En el municipio de Zamora entre 1913 y 1914 bajó la
producción maicera de sesenta y dos mil hectolitros a 59 mil,
y aumentó el precio del grano de 6 a 8 pesos hectolitro. La
cosecha de trigo disminuyó de 19 300 cargas a 18 600 y su­
bió el precio de 22 a 30 pesos carga. La hacienda de Santia-
guillo y anexas sufría las “circunstancias anormales en que se
encuentran los negocios” y el peso de las deudas con la Caja
de Préstamos.86
También la situación para los alzados se complicaba. Los
rurales y los federales no cejaban ni disminuía la persecución
que hacían las acordadas de hacendados e industriales pode­
rosos a la gente de Regalado en el valle de Zamora, a los se­
guidores de Ernesto Prado en la Cañada y a los de Casimiro
84. Torres, op.cií., 11:453-454.
85. Ibid.
86 AMZ, Fomento, 1919, exp. 31, producción y predos 1909-1918/AMZ. Notarías.
Protocolo de Diego Méndez, Í913, t. 2, No. 148, f. 176.

97
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

López Leco en los bosques de Cherán. Manuel Ibarrola, rep­


resentante de la compañía industrial de Slade encabezó una
comitiva michoacana que fue a ofrecer dinero a Huerta “pa­
ra activar la campaña” contra revolucionarios y agraristas.87
Huerta apretó la mano dura, la bota militar. Necesitado de
hombres para el ejército federal, ordenó al gobernador Gar­
za González “que le remitiera gran cantidad de reemplazos”;
a su vez, Garza previno a los prefectos de todos los distritos
“que tomaron por leva a cuantos pudieran” y los mandaran
a Morelia. Otra vez las “cuerdas”, como en los no muy vie­
jos tiempos porfirianos.88
En cambio, las operaciones de los rebeldes michoaca-
nos no lucían mucho, sin abastecimiento de armas, sin lazos
con otros movimientos del país. En esas condiciones el
apóstol del indio acompañó a García Aragón hasta el desas­
tre de Chumbítaro, cercano a Huetamo, en octubre de 1913;
agregándose luego a la brigada de Rómulo Figueroa en mar­
cha a Guerrero. Regalado ascendió a teniente en la campaña
de Tepetlapa, a teniente coronel en la entrada a Chilapa y a
coronel por el sitio y toma de Ayuda.89
Mientras el ya coronel libraba avanzadas y balaceras en
tierras lejanas, una circunstancia definía más la lucha agra-
rista en Atacheo. “Acapitaladitos y riquillos” del pueblo y au­
toridades huertistas de Zamora tramaron una celada a la
gente de Regalado que operaba en las cercanías al mando
del capitán Gonzalo Espinosa. El lunes 16 de marzo de 1914,
dentro de la cuaresma, el vicario Francisco Guzmán celebró
una misa para hombres.
Cayó el gobierno y entró a la hora de misa. Entraron armados
al templo. Sacaron cuarenta mancuernas. Vicente Rio frío, je-

87. Alberto Oviedo Mota, Bosquejo histórico del Silvismo, p. 19. AFM Documentos va­
rios, Adolfo Espino Arpide a Múgica, 23-1-1916.
88. Torres, loc.cit.
89. AMR. Nombramientos 1913-1915. Jesús Millán Nava, La. revolución maderista
en el estado de Guerrero y La revolución constilucionalista en Michoacán, pp. 136-
152.

98
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

fe de tenencia y sirviente de la casa García les echó el lazo. Co­


do con codo se los llevaron a pelear a favor de Huerta.90
Exactamente 83 hombres de 16 a 60 años salieron en
cuerda en medio de soldados federales del 9o regimiento.
Llevados al cuartel y cárcel de Zamora, cincuenta y uno mar­
charon luego “a su destino” en leva al ejército; 32 quedaron
libres el mismo día 16 y el siguiente; algunos de éstos se fue­
ron a Estados Unidos. Pero los enlevados, “todos allá, en
cuanto pudieron se voltearon”. De todas maneras, por la in­
seguridad que se vivía, la fuerza de trabajo disminuyó. La so­
ciedad atachense resintió la ausencia de una tercera parte de
su población masculina adulta. Antes de la “cuerda” sólo hu­
bo un casamiento, después ninguno en todo el año.91
Los ex-encuerdados que volvieron se incorporaron lue­
go al grupo capitaneado por Gonzálo Espinosa y Rafael
Enríquez-éste, suegro del apóstol-; al llegar al pueblo supie­
ron que Riofrío andaba en la Presa Prieta de la hacienda “ha­
ciendo siembrita”. Llegaron a donde estaba y lo mataron el
14 de mayo. Un atachense dice que Riofrío, comerciante y
mediero de la hacienda, estaba comprometido con algunas
familias de propietarios.
A la muerte de Ríos, otro día esas familias no amanecieron. Se
fueron a dar a Zamora. Se declararon enemigos del pueblo.
Desde luego que se quedaron algunos judas, pero los meros
demonios se fueron.92
Como sea, “de la cuerda para acá”, aumentaron las de­

90. AMZ Juzgado de Distrito, Ubro de consignas 1914-1917, marzo de 1914. Deta­
lles comunicados por Maximino Padilla, y por Francisco Hernández, Atacheo
2-111-1983.
91. AMZ Juzgado de Distrito, Ubro de consignas... Comunicación de Maximino Pa­
dilla y Francisco Hernández. Casamiento en APA, Matrimonios 1914.
92. Archivo Judidal del Estado (AJE). Criminal. Juzgado de Io Instancia de Zamo­
ra, 1914, leg 1, exp. 6/283 AMZ Justicia 1914, exp. 12.

99
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

savenencias entre familias atachenses por el movimiento, en


aumento, de Regalado.
Decían unos: que se voltien con la hacienda, que se rindan con
la hacienda.
Otros: que cumplan en lo que andan como hombres.93
Ya encarrerados los calzonudos de Espinosa asaltaron
la hacienda de Atecucario que detentaba terrenos que ha­
bían pertenecido “a la congregación de Atacheo”, y se des­
contaron a Arnulfo Verduzco, familiar del propietario;
amén de cometer avería y media en otros bienes y personas.
Tal situación encontraría Miguel de la Trinidad a su regre­
so.94
El aludido, en la brigada de Rómulo Figueroay en abril,
había recibido en su campamento el llamado de acercarse a
Morelos por parte de Emiliano Zapata
necesito que usted tome parte en las operaciones militares que
se van a desarrollar en la Capital de la República, pues ya el
enemigo que se hallaba posesionado del Estado de Guerrero
ha sido completamente aniquilado.9596
Invitación que figueroa Alcocer, sobrino de Rómulo, in­
terpretó como simple curiosidad del coronel “por conocer
en persona a Zapata”, ignorando el asunto del agrarismo,
motivo principal del invitado que exigía
la reivindicación de tierras conforme al Plan de San Luis, o
sea, según los ideales de la revolución de 1910 la que apoya­
mos en todo.9(1

93. Comunicación de Maximino Padilla.


94. AMZ Guerra 1914, esp. 1, 2/1.
95. ADN, exp. citado, AMR, Nombramientos...
96. Figueroa Alcocer, op.cit., pp. 96-97. AMR, exp. 1914.

100
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

Los Figueroa y Zapata desde el presidenciado de Made­


ro, por cuestiones de mando, no se miraban con buenos ojos.
Regalado atendió el llamado zapatista, pero a pesar del plei­
to y por lealtad a los Figueroa volvió al grupo de Rómulo,
para emprender la campaña a Oaxaca y Puebla.97
Julio de 1914. Las fuertes ofensivas revolucionarias del
norte y del sur aflojaron la resistencia de la bota victoriana;
condición que facilitaba el desquite de las fuerzas revolucio­
narias de Guerrero y Michoacán. Regalado retornó a suelo
michoacano por Huetamo con los Figueroa, Rentería, Ama­
ro y Sánchez para desalojar la fuerza federal que allí se en­
contraba. Al terminar julio, se despidió de Rómulo Figueroa
y se reincorporó con su regimiento a la división del general
Sánchez. Camino de Zinapécuaro entró a Morelia el 8 de
agosto a recibir órdenes. Ese mismo día la fuerza de Gonza­
lo Espinosa entraba hasta la plaza de Zamora obedeciendo a
un llamado de la presidencia municipal, pero “algún indis­
creto les dijo que iban a ser pasados por las armas, y entonces,
atemorizados, volvieron grupas y con toda violencia salieron
de la plaza, regresando a los lugares de sus correrías”.98
Días antes, el 23 de julio, Gertrudis Sánchez había apa­
recido en las goteras morelianas. El huertista Garza González
abandonó la gubernatura y la ciudad. Sánchez, “primer jefe
en Michoacán que desconoció el gobierno del usurpador
Huerta”, ocupó la capital el Io de agosto, declaró vigente el
Plan de Guadalupe y en virtud de tal disolvió el congreso y
el tribunal de justicia asumiendo él facultades extraordina­
rias. Impuso préstamos a los distritos y al clero e intervino
propiedades de éste tanto en Morelia como en Zamora, don­
de había sedes episcopales; emitió bonos por varios millones
de pesos para financiar la tarea gubernativa y nombró jefes
militares: a Rentería en Huetamo, Castrejón en Uruapan,
97. Figueroa, op.cit.
98. Héctor F. López, “Campañas militares. El general Gertrudis G. Sánchez”. El
Legionario, México 15-1-1958. Francisco García Urbizu, Zamora en la revolución,
pp. 45, 58. AMZ Guerra 1914, exp. 2.

101
LOS AGRAR1STAS DE ATACHEO

Elizondo en Maravatío, Colín en Zitácuaro, Amaro en Zamo­


ra, Valladares en Jiquilpan, Serrato en Pátzcuaro, etc. Joa­
quín Amaro sería el brazo ejecutor de Sánchez para recoger
el préstamo e intervenir propiedades del clero zamorano."
Luego de su breve estancia en Morelia, Miguel Regala­
do marchó a Zamora, donde se encontraban ya las brigadas
Velázquez, Pantoja y Amaro y el regimiento González. El 20
de agosto le mandó decir a Rafael Enríquez que fueran a re­
cibirlo a Purépero, “que llevaran la bandera para no confun­
dirlos”. A su paso, recogió $400.00 a cuenta del préstamo
forzoso en Purépero.
Entró con su gente aquí, a Atacheo, después de meses de an­
dar luchando. Toda la gente salió a recibirlo. Y él decía que se
retiraran porque traía un caballo muy jasco, que no se podía
arrimar la gente. Y ya llegó y saludó a todos.99100
Ninguna noticia lugareña más. En aprietos económicos
y políticos, la casa García se detenía por el momento de pre­
sionar a los atachenses. El constitucionalismo triunfante afec­
tó a los García en sus propiedades. Amaro intervino hacien­
das y ranchos en el valle y fuera de éste, sobre todo antes de
las cosechas.
Entre relámpagos de agosto, Regalado se había concen­
trado en Zamora, a donde llevó la familia consigo. Se acuar­
teló en el establo de la casa García, cerca del templo del Cal­
vario; puso orden en su regimiento y en la columna volante
al mando del capitán Gonzalo Espinosa, la que “avanzó” ca­
ballos de los García.
El apóstol agrarista abogó por algunas causas de cam­
pesinos indefensos ante el prefecto constitucionalista; clamó
a los cuatro vientos su apostolado, que se cumpliera el tan

99. Romero Flores, op.cit., Torres, op.cil.


100. AMZ, Hacienda 1914, exp. 9. Información de Romualda Regalado.

102
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

trillado Plan de San Luis y “se procediera a deslindar los eji­


dos de los pueblos pertenecientes a la raza indígena”.101*
Por su parte, antes de asistir a la Convención revolucio­
naria de México, en octubre, el gobernador Sánchez decretó
le extinción de las deudas de los peones (19 de septiembre),
la confiscación de bienes o sus productos de los enemigos de
la revolución y el remate de inmuebles embargados para el
pago de préstamos forzosos (día 23), visitó Zamora (días 27
y 28) para supervisar la operación anti-clero.
Al regreso de México, Sánchez volvió convencido del
programa revolucionario de la Convención. Ordenó el au­
mento de salario a los peones y trabajadores a 75 centavos
diarios por una jornada hasta de nueve horas (28 de octu­
bre), y estuvo en general al tanto de los asuntos agrarios del
estado informado por la Sociedad Unificadora.10"
Pero malos entendidos entre los grupos triunfantes im­
pedían que se lograra la buscada “paz estable” y “el cumpli­
miento de las promesas que la revolución honrada ha hecho
al pueblo”. Estallaron los pleitos por el poder: que si gober­
naba la soberana Convención, que si renunciaba Carranza al
encargo del ejecutivo que él mismo se dio por el Plan de Gua­
dalupe, que si Villa dejaba el mando de la poderosa División
del Norte.
Menos hubo acuerdo de convencionistas y carrancistas
para solucionar el problema agrario. Los carrancistas intere­
sados no hicieron mucho en la práctica; los villistas no ayu­
daban, pero sí estorbaban haciendo migas con hacendados;
ni los zapatistas que pedían la devolución de tierras a los pue­
blos sin más rodeos tenían los medios permanentes para ha­
cerlo fuera de sus dominios.
El zapatista jalmichiano Eutimio Figueroa a su paso por
Zamora pregonó el Plan de Ayala, el de Emiliano, en los pri­
101. Izazaga Cárdenas, op.cit,. 27-XI-1981. Magaña, op.cit. IV:301. Romero Flores,
op.át. AMZ, Fondo Especial, Correspondencia particular de la prefectura 1914.
AMR, exp. 1914.
10Z AMZ, Justicia, 1914, Leyes y circulares.

103
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

meros días de diciembre; y, según Gustavo Izazaga, procedió


junto con Regalado a dar militarmente posesión de tierras a
algunos pueblos del distrito “siendo Atacheo el primero de
los favorecidos”, con un pedazo de tierra en San Francis­
co.103
Sin embargo, la lucha de facciones complicaba “la bo­
la” y el asunto de la tierra, todo dependía del grupo domi­
nante y del territorio dominado.
Ya había muchos villistas y carrancistas por donde quiera. Pe­
ro la verdad uno ya no sabía ni qué, porque a ratos se apoya­
ba a Carranza, a ratos a Villa.104
Los revolucionarios michoacanos entraron al juego de
alianzas. El 20 de noviembre los generales Sánchez, Amaro,
Rentería Luviano y otros ofrecieron a Villa subordinación y
respeto en Celaya, cuando el Centauro del Norte pasaba a
México.105
Con la entrada de los villistas y zapatistas a México, sa­
lieron los carrancistas de ella. Venustiano Carranza se tras­
ladó a Veracruz. Francisco Murguía salió a Jalisco, vía Mi­
choacán, para reforzar al carrancista Manuel M. Diéguez.
Y como en ese entonces el gobernador Gertrudis G. Sánchez
se había declarado a favor de los acuerdos de la Convención
de Aguascalientes, la cual desconocía a Carranza como presi­
dente, entonces se iba a armar un buen agarre con Murguía,
que se decía carrancista.106
Salvo las fuerzas de Elizondo, Castrejón y Colín, que se
pasaron el día 2 de diciembre al bando de Murguía en Ma-
ravatío, empezaron a juntarse tropas sanchistas en Morelia
103. Izazaga Cárdenas, loc.cit.
104. Comunicación de Miguel Ramos García, Jiquilpan, 12-V-1978.
105. Anónimo, Apuntes para la historia, pp. 11-14. Alberto Oviedo Mota, El trágico fin
del general Gertrudis Sánchez...
106. Comunicación de Miguel Ramos.

104
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

para hacer frente a los carrancistas. El sexto regimiento al


mando de Regalado -camino de Zacapu- atendía asuntos
agrarios en Cantabria y Quiroga. Jesús Cíntora, de la briga­
da Amaro, e Inés G. Chávez subalterno de Pantoja, arriba­
ron a la capital michoacana.
La segunda División del Noroeste, de Murguía y la Di­
visión del Sur, de Sánchez, desconocieron el 15 de diciem­
bre a Eulalio Gutiérrez, que había sido declarado presiden­
te por la Convención “villizapatista”, y firmaron un pacto de
no agresión. Pero a fuerza de “habladas” sobrevino el desa­
cuerdo. El día 20, Martín Castrejón -por órdenes de Mur­
guía- apaleó a Inés García Chávez, en Ajuno.107
Un soldado de Amaro cuenta que el 25 de diciembre en
la noche salieron “quedito” de Morelia rumbo a Uruapan.
Después de ahí
agarramos una vereda hasta llegar a un cerro picudo que le
nombran el Cerro de las Vueltas. Subimos al cerro y espera­
mos a que pasara la gente de Murguía para pegarle en la reta­
guardia. Después de un rato llegaron y a los 10 ó 15 minutos
que habían empezado a pasar, les tupimos duro; les quitamos
cañones, les hicimos prisioneros y muchos muertos.108
Mas el 31, el segundo de Murguía se desquitó. Enrique
Estrada, en un dos por tres, fulminó en las Vueltas a Joaquín
Amaro. Este pidió ayuda a Pantoja y a Sánchez, “pero como
nada le llega retrocede en desorden abandonando el botín”.
Por su parte, Gertrudis Sánchez sin dar ninguna expli­
cación pública tomó el partido constitucionalista al clarear el
año de 1915. Tan pronto circuló la ley carrancista del 6 de

107. Alfonso Taracena, La verdadera Revolución Mexicana (3a. etapa 1914-1915) véase
diciembre 19 de 1914. Alberto Oviedo Mota, el combate del Centro de las Vueltas,
pp. 12-24. AFM, C.3, Carp. 152, doc. 177. Quehacer agrario de Regalado en
la zona de Zacapu y región lacuste AMR exp. 1915, exp. Tzintzuntzan. AHMC,
Guerra 1915, exp. 27.
108. Comunicación ae Miguel Ramos.

105
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

enero que no trató “de revivir las antiguas comunidades ni


de crear otras semejantes”, pero que con ella se intentaba
arrebatar la bandera agraria a los zapatistas, Sánchez en­
cargó al mismo apóstol Miguel de la Trinidad que entrega­
ra la fuerza a Amaro y se dedicara a averiguar todo lo rela­
tivo a comunidades indígenas, “quedando facultado para
dictar aquellas providencias de carácter estrictamente ur­
gente y necesario”.
Todavía más, para atender las quejas “de la clase pro­
letaria, especialmente de los indígenas despojados de sus tie­
rras”, y para reforzar la averiguación, el gobernador estable­
ció el 25 de enero la Oficina de Reclamaciones -dependiente
del ejecutivo- con una directiva en la capital y auxiliares en
cada una de las cabeceras de distrito. El 30 expidió el decre­
to sobre “terrenos, montes y aguas de los pueblos”.109
Con Joaquín de la Cruz (1868-1920), representante de
Naranja en la Sociedad Unificadorade la Raza e incorpora­
do al sexto regimiento, Regalado procedió a levantar expe­
dientes de varios pueblos desde Uruapan, centro de averi­
guaciones, hasta el 10 de febrero. También compartió el
encargo con el teniente coronel Jesús González, subdelega­
do indigenista y compañero de andanzas.
El apóstol delegado abogó por los vecinos de Tirínda-
ro en contra de la hacienda de Cantabria, defendió el dere­
cho de astillero, pasto y leña para San Lorenzo, San Juan Pe-
ribán, Patamban, la Cañada y Ario; medió en la disputa entre
Tancítaro y Parangaricutiro por la tenencia de un monte.
Vigiló intereses del gobierno en la hacienda intervenida de
Cantabria.110
No quitaba el dedo en lo tocante a las restituciones de
tierra a las antiguas comunidades; porque -en palabras del
propio apóstol- uno de los principios contenido en las cédu­
las coloniales que la Delegación vuelve suyo y sostiene dejan-
109. Magaña, op.cü., IV: 304-305. ADN, Cancelados XI/111-4-5244, f. 15. AMZ, Jus­
ticia, 1915, exp. s.n. Héctor F. López, op.cü..
110. AMR, exp. 1915; Acuitzeramo, Atacheo, Cherantzcurin, Jucutacato, Tancíta­
ro, Tlazazalca, Tzintzuntzan, Zacapu, entre otros que sobrevivieron. Paul Frie-
drich, Agrarian revolt in a mexican village, p. 55.

106
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

do ver la preocupación por el futuro, el legado de los mayo­


res, es el que
la propiedad de los indígenas no puede ser enajenada, trans­
ferida ni agravada de manera alguna por pertenecer a la suce­
sión.111
Desde Atacheo propagó los manifiestos y decretos del
gobernador y comandante militar Gertrudis Sánchez en San­
ta Mónica Ario, Yurécuaro, Tlazazalca, La Piedad, Tanhua-
to...112 Y si el encargo agrarista quedó pendiente fue porque
“la gangrena de los personalismos” afectó a varios jefes revo­
lucionarios de Michoacán; y el cambio de bandos, a otros tan­
tos.
En medio de la tempestad Carranza-Villa, don Gertru­
dis manifestó el 22 de enero a los michoacanos que seguía re­
suelto a prestar apoyo al gobierno del general Eulalio Gu­
tiérrez, “desconociendo por atentatorio, y opuesto a los
principios de la Revolución, todo lo hecho por la Junta de
México”; o sea, la Convención de Villa y Zapata con Roque
González Garza al frente.113 Ante diatribas, dimes y diretes
de partidos, empezó la dispersión.
El agrarista Regalado que no manejó sino el sello y mem­
brete de la Sociedad Unificadora y un reducido grupo arma­
do, pues la mayor parte la había entregado a Amaro por
órdenes del gobernador y comandante militar, partió de
Uruapan el 10 de febrero en compañía de sus colaborado­
res. Jesús González quedó en Zacapu mientras Regalado y
de la Cruz continuaron a Atacheo.
La presencia del apóstol en su pueblo era necesaria.
Desde diciembre del 14 había dejado asuntos pendientes.
Además la amenaza villista cobraba fuerza; tras la toma de

111. AMZ Justicia 1914, exp. 30.


112. AMZ Justicia 1915, exp., s.n.
113. Anónimo, Apuntes para la historia.

107
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Guadalajara y el desastroso triunfo de Villa en la cuesta de


Sayula contra Diéguez y Murguía, ocupó alguna extensión
de Jalisco y occidente de Michoacán. La acordada de Santia-
guillo, para proteger los intereses de la hacienda, se declaró
villista.
El 15 de enero el jefe de tenencia Miguel Zepeda en­
frentaba serias dificultades con el prefecto villista de Zamo­
ra porque Regalado “le dejó orden [a Zepeda] que por
ningún motivo entregara el producto de maíz del rancho del
Mezquitillo, propiedad del señor Luis Torres Hernández”.
La contra del prefecto pudo más -“ni por orden del Coro­
nel Regalado ni por la de ud. debe serle interceptado el pa­
so al señor Luis Torres Hernández”-, a tal grado que el 18
el prefecto pidió al jefe de las armas Jesús García procedie­
ra “a la aprehensión del Jefe de Tenencia de Atacheo y
demás gente armada que se encuentra en ese lugar”.114
Don Miguel de la Trinidad pisó el terruño el 12 de fe­
brero. Reorganizó cuadros. Mas para protegerse de posibles
ataques de los rancheros Jesús García, Manuel Guízar, Be­
nito Magaña hijo y de Rafael Espinosa que había reclutado
gente de Santiaguillo, para cuidarse de los villistas que me­
rodeaban en el rumbo acudió a Guadalajara a ver al propio
Villa; el 23 obtuvo un salvaconducto del Centauro para que
se respetara
la persona e intereses del señor Miguel de la T. Regalado veci­
no de Atacheo Estado de Michoacán otorgándole toda clase de
garantías y protección.115
En el extremo oriente y en el centro del estado las co­
sas marchaban de distinta forma. Amaro que anduvo atacan­
do a zapatistas en el estado de México, después de reponer­
se de las Vueltas, convino en el Oro con el cohauilense

114. AMZ Fomento 1915, exp. s.n. Caso Atacheo en Jmticia, exp., s.n.
115. AMR Nombramientos...

108
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

Alfredo Elizondo -el insubordinado y acérrimo enemigo de


su paisano Sánchez-, para ofrecer sus servicios a Obregón el
15 de marzo y combatir a Villa. En cambio, Sánchez, simpa­
tizante del agrarismo que no de Zapata y convencido de la
primera Convención, no tomó partido ni por los carrancis-
tas de Obregón ni por los convencionistas de Villa en el en­
frentamiento decisivo. Se le vino el mundo encima en esa in­
decisa tercera vía.
Una columna villista jefaturada por José I. Prieto y Pa­
blo López penetró a Michoacán, llegando a Morelia el 3 de
marzo. Correteado y tras sostener encuentros adversos en
Acuitzio y en el Caracol, Sánchez escapó a Tacámbaro don­
de estableció su gobierno. Allí, Pantoja y los suyos abandona­
ron la división sanchista. El 22 de marzo, Amaro llegó de la
campaña antizapatista para convencer a Sánchez de tomar el
bando carrancista. Tan pronto el todavía gobernador -quien
ofreció dicho puesto a Amaro- decidió no tratar con los ca-
rrancistas, Amaro, honda y definitivamente distanciado ca­
minó a Celaya, a ponerse del lado de Obregón frente a Vi­
lla.
La estrella del general Sánchez se apagó en abril. De­
rrotado por Pablo López, apaleado en los Ucuares, herido,
prisionero y finalmente en camilla, ingrimo y solo, don Ger­
trudis G. Sánchez terminó sus días el 24 en Huetamo, a ma­
nos de antiguos compañeros de armas.116
Tampoco a Regalado pareció irle mejor. Obregón, el
triunfador de Celaya, devolvió a los terratenientes las hacien­
das incautadas; premió a Elizondo con la gubernatura mi-
choacana y a Amaro con la jefatura de operaciones militares.
El coronel y delegado general ondeó la bandera de la
Sociedad Unificadora en suelo atachense, hasta donde le lle­
garon noticias lejanas de Ixtiyucan
...todo el gabinete de Puebla apoya a los terratenientes...mu­

lló. Oviedo Mota, El trágico fin del general Gertrudis G. Sánchez.

109
LCS AGRARISTAS DE ATACHEO

chos pueblos por no darles audiencia ni hacerles caso [el go­


bierno] se han ido para sus pueblos rumbo a Teguacán y a le­
vantarse en armas por no cumplirse lo que está dispuesto por
la ley [del 6 de enero] del Señor Carranza.117
Atendió los problemas más a la mano. Con mando de
una pequeña fuerza protegió a los perseguidos indígenas de
Ario, también al pueblo de Epejan. Aunque no todo marcha­
ba bien, los villistas al mando de Jesús Síntora que domina­
ban el noroeste michoacano pusieron estorbos al delegado
general de la Raza Indígena de la República Mexicana y en­
cargado de gestionar los asuntos agrarios de los mismos pue­
blos. Se le hizo saber:
ninguna facultad acreditada por la Convención, único Gobier­
no reconocido que debe ocuparse de la cuestión agraria, tiene
ud. para proceder tan injustificada como advitrariamente (sic);
así que sírvase absternerse de tales procedimientos y evite a los
hombres que lo obedecen cometan asesinatos, robos, plagios,
y demás actos ya muy comunes en dichos individuos.118
El distrito de Zamora no dejó de sufrir la secuela del
pleito de facciones; Miguel de la Trinidad, menos. Este no
arregló nada con los villistas ni con los carrancistas, lo que
sacó fue “la odiocidad de los hacendados de la región”. Ba­
jo el cargo de “villista” sería mal visto por Amaro (el mismo
que en mayo había entregado a Pantoja en las garras del ca-
rrancista Murguía). Regalado -enemistado por cuestiones
de creencias religiosas desde antes con el mismo impío de la
arracada- quedó mal parado cuando Amaro “Coqueta” sen­
tó reales en Zamora tras derrotar a los convencionistas de
Síntora en septiembre.119 Síntora, el jefe del villismo en el

117. AMR, exp. 1915.


118. ADN, exp. citado
119. ADN, exp. citado. Boletín Militar, Guadalajara, 28-IX-1915.

110
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

estado, se replegó a sus dominios en el Carrizal de Arteaga,


en el sur de Michoacán. Inés García Chávez -después triste­
mente célebre por su actividad bandidil- ya sin el jefe de ope­
raciones convencionistas, quedó a la deriva un tiempo por el
rumbo de Puruándiro.
Después que el gobierno de Estados Unidos reconoció
a Venustiano Carranza como presidente y Villa -por dispo­
sición del reconocido- quedaba fuera de la ley en octubre de
1915, los de Amaro hicieron imposible la vida de los derro­
tados y del apóstol entre ellos. El jefe de las armas en Zamo­
ra desarmó a más de cien hombres del coronel Regalado en
octubre; los encarceló y fusiló a cinco de los oficiales, uno en
Zamora y a los demás en Jacona.
Entonces resurgió el sustrato religioso en voz de un
anónimo cantor atachense:
Madre mía de Guadalupe
qué no eras tú su patrona,
que no libraste a esos cuatro
que murieron en Jacona.
Agregando más detalles de los ejecutados en la lírica
rústica:
Agustín Garibay decía
mi sangre está en agonía
por libertar a esos pobres
de la casa García.
Juan Morales les decía
al pie de una bugambilia
allí les encargo a mis padres
a todita mi familia.
José Alvarado decía,
hombre Leonardo, no temas;

111
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

la sangre pide venganza


que salga de nuestras venas.12012
La prefectura del distrito se dedicaba, roto el pacto
obrero-gobierno, aparte de buscar a propagandistas de la
“Casa del Obrero Mundial”, a hostigar agraristas. Junto con
los militares triunfadores persiguió a Regalado por haber co­
metido “algunos despojos en contra de los bienes de algu­
nos vecinos del pueblo de Atacheo y otros del Municipio de
Zamora, para favorecer a otros individuos de los mismos
pueblos”. El gobernador Elizondo sentenció:
Como estos hechos [agrarios] están absolutamente prohibidos
por las diversas disposiciones que ha dictado la Primera Jefa­
tura del Ejército Constitucionalista, carecen de todo valor, y,
por' lo 191mismo, deben volver las cosas al estado que antes
teman.
Las tropas carrancistas de Amaro -congraciados con los
hacendados- aprehendieron “cautelosamente” al coronel a-
grarista. Rafael Espinosa, ranchero de la Nopalera, jurisdic­
ción de Ecuandureo, villista rendido a los carrancistas el día
3 de octubre lo traía entre ceja y ceja:
—¿Pues que andar reclamando y quitando los terrenos a los
ricos es poca cosa? Hay que correrle la lucha a éste para aca­
barlo.122

120. Boletín Militar, 7-X-1915. A Regalado “desde los tiempos del apóstol Madero se
le ha reconocido por la devolución de ejidos a los pueblos circunvecinos de Za­
mora. Estas aspiraciones -escribía el corresponsal zamorano Ignacio Quiroz-
sólo le han servido para echarse encima muchos enemigos, que son caciquillos,
caciques y cadcones”; Ibid, 13-X-1915. Los oficiales ejecutados: Agustín Gari-
bay, José Alvarado, Leonardo Aldeco, Daniel Martínez y Juan Morales. Los
versos fueron comunicados por Maximino Padilla.
121. AMZ, Justicia, 1916, exp., s.n.
122. ADN, Cancelados, exp. citado. Sobre rendimiento de Rafael Espinosa acom­
pañado de cincuenta hombres en Boletín Militar, 6-X-1915.

112
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

El 18 de octubre sacaron a Regalado del cuartel gene­


ral con rumbo a Guanajuato. Logró escapar en el camino y
se ocultó en Atacheo. Enterada por representantes de la So­
ciedad Unificadora indigenista, la Secretaría de Guerra dis­
puso mejor que el fugitivo se presentara en México, “pues su
presencia evitaría, sin duda alguna, algún atropello que por
mala interpretación o por falta de suficientes datos pudiera
cometerse en su persona.123
Los prisioneros remanentes -campesinos de Atacheo,
Atecucario, Las Gallinas, Ario y Acuitzeramo-, encabezados
por Sepúlveda el primo del apóstol indigenista pidieron al
jefe de las armas los dejara libres
para retirarnos y ponernos al frente de nuestro trabajo; tene­
mos nuestras sementeras y no sabemos en que estado estarán;
y además carecemos de lo más necesario para la alimentación
de nuestras familias; todos juntos estamos prontos a dar las ga­
rantías que sean necesarias a fin de justificar que no tenemos
culpabilidad de lo que se nos acusa. 24
Al parecer dejaron la cárcel a mediados de noviembre.
No muy al caso que sí con cierta relación, en el pueblo hubo
28 matrimonios de abril a octubre en ese año, los más en ma­
yo; ninguno en noviembre ni en diciembre. Cinco de los pre­
tensos bregaron de braceros en “E.U. del Norte” y uno de
arriero en Tabasco.125 Los últimos sesenta días de 1915 no
pintaron del todo bien para los atachenses. Así quedaba Ata­
cheo en esos últimos días, en “lo grave de las circunstancias”
-según la profesora Crescencia Hernández-, a la salida de
Regalado.
El apóstol de los indígenas se libró de morir en diciem­
bre pero fue a parar a México al depósito de jefes y oficiales
123. Boletín Militar 31-X-1915. ADN, exp. citado. AMZ Justicia, 1915 exp., s.n. “Pro­
videncias diligenciadas en el asunto del coronel Miguel Regalado".
124. AMZ Guerra 1915/1916, exp. s.n. “Tranquilidad pública.
125 APA Información matrimonial y matrimonios, 1915.

113
L o s AGRARISTAS DE ATACHEO

constitucionalistas, “permaneciendo [en la capital] casi todo


el año de 1916”. Tiempo que aprovechó para asesorar a re­
presentantes de pueblos en el Archivo General de la Nación
y reanimar la Sociedad Unificadora desde la segunda calle
de Caridad N° 40 interior 2, para “ayudar a los pueblos de
la república a recobrar sus ejidos”.
Mientras corría el proceso militar, respondió acusa­
ciones que en su contra presentaron varios vecinos de los
pueblos, haciendas y ranchos del distrito zamorano. Aun en
condiciones adversas tramitó la restitución de Santa María
Atacheo en mayo “como representante de los indígenas y co­
muneros”, según carta autorizada. En el trámite expuso al
gobernador de Michoacán que sufrieron el despojo de tie­
rras “que desde inmemorial tiempo les fueron legadas por
los Gobiernos Virreynales..., único patrimonio para subsis­
tir ellos y sus generaciones”. Recordando su historia re­
ciente, se quejaba también de los atropellos, prisiones, des­
tierros, vejaciones y “otras clases de abusos” padecidos;
habiendo sido
más fuertes las persecuciones para el pueblo desde que abra­
zamos la causa de mil novecientos diez iniciada por el Presi­
dente Mártir Don Francisco I. Madero, y habiendo llegado el
caso al grado de querer exterminarme.126
Por supuesto que la demanda de restitución contó con
la natural oposición de rancheros y hacendados detentado­
res de los terrenos. Sin embargo, en medio de la tempestad
opositora, los parcioneros atachenses sembraban en la falda
del Tacari, en San Francisco -única concesión del gobierno
mientras se aclaraba la posesión dada por Regalado o la per­
tenencia de Santiaguillo-, a cambio de pagar un tanto en es­
pecie al Estado. Rafael Espinosa -al servicio de la hacienda-
amenazó a los ecuareros: “paguen ustedes su renta [a la Casa
126. ADN exp., citado. AMR, exp. 1916. Solicitud restitución en ASRA-CC, exp., ci­
tado y POM, 18-VI-1916, “Sección agraria”.

114
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

García] y no se vuelvan a meter aquí, pues no estén creyen­


do que les van a entregar sus tierras”...127
No era en vano la amenaza. Rafael Espinosa, Jesús Del­
gado, Toribio Castro, Francisco López, Abraham Escantilla
y otros que representaban la fuerza represiva, de acuerdo
“con ricos terratenientes y caciques”, acosaron a los de Ata-
cheo. El procesado refería desde México que en su ausencia
la acordada de Santiaguillo con los militares del coronel Es­
pinosa y del mayor López penetraron varias veces al pueblo,
a su casa “y a otras varias habitaciones”
sacándose algunos documentos correspondientes a los pueblos
de algunos Estados de la República, referentes al problema
agrario...128
Para más penuria, Regalado había sufrido serios que-
brajamientos en sus filas atachenses. La crisis de 1916 favo­
reció el bandolerismo y dejó sentir en la comarca zamorana
“los efectos de la conmoción política”. Además bajó mucho la
producción agrícola y se dispararon los precios. El hectolitro
de maíz en el municipio subió de 17 a 40 pesos, y la carga de
trigo de 60 a 150. En cambio, los salarios se mantenían ba­
jos.129Ante la falta de circulante confiable y de moneda frac­
cionaria los comerciantes optaron por “hacer sus cartoncitos
de centavos que sólo valían en la tienda que los hacía”.130
Entre tal desajuste, José María y Gonzalo Espinosa -pa­
dre e hijo, pero sin parentesco con Rafael-, se sublevaron en
Atacheo en febrero del 16 “desconociendo el principio de au­
toridad y amedrentando a los vecinos”.
Gonzalo ya se había cortado de los del pueblo. Ocurría con su

127. ADN exp., citado. AMR, exp. 1916.


128. Ibid.
129. AMZ. Fomento 1919, exp. 31, producción y precios 1909-1918.
130. Información de Francisco Hernández. Atacheo, 5 de abril de 1982.

115
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

gente al pueblo, pero ya en dos bandos. Ya andaba en malos


pasos; ése andaba pidiendo centavos, agarrando lo que podía,
asesinando, y llevándose hasta mujeres...131
Aun desde la ciudad de México (octubre-diciembre de
1916) no dejaba de ser noticia el occidente michoacano: “El
señor General Francisco Múgica es candidato al congreso
[por el distrito de Zamora]. Un capitán desleal es fusilado
por fallo de consejo de guerra. Disueltas las gavillas renace
la tranquilidad en la región de Zamora. Con la dispersión de
la gavilla de [Eutimio] Figueroa, Zamora habrá vuelto a su
vida de tranquilidad. Visita Zamora el gobernador Elizon-
do”. Referentes al estado, encontramos éstas:
Las cosechas han sido muy abundantes, tal vez como ningún
año, sobre todo en la Tierra Caliente. Las candidaturas libera­
les [al congreso constituyente] serán las que triunfen debido a
la campaña emprendida contra la reacción. El estado de Mi­
choacán y su actual gobernante. Los [candidatos] michoaca-
nos visitaron al C. Primer Jefe. Los indígenas de Michoacán
toman interés por la Sociedad Unificadora de la Raza. Derro­
ta de Chávez García en el Coyotal.
Quizá Regalado también leyó tales novedades. En su ar­
chivo particular se conserva el recorte de dos editoriales:
“Tuxtepec y el Constitucionalismo, dos créditos antagóni­
cos” (El Pueblo, 18-X 1916) y “Los fragmentos dispersos de
nuestra nacionalidad” (El Demócrata, 15-XI-1916). Esta últi­
ma habla de la Sociedad Unificadora de la Raza Indígena.
Es posible que el apóstol del indio anduviese metido en
la noticia de “45000 indígenas ofrecen sus servicios al C. Pri­
mer Jefe del Ejército Constitucionalista para el caso de una

131. AMZ Guerra 1915/1916 exp., s.n. “Tranquilidad pública”. Relato comunicado
por Maximino Padilla.

116
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

guerra” o que se haya interesado por la que decía: “debe pro­


cederse al cultivo de tierras en toda la república”.
Pero el problema de la tierra para los indígenas parecía
no tener remedio. Todo se movía dentro del marco de inte­
reses de latifundistas y funcionarios coludidos. Varios repre­
sentantes poblanos le comunicaron:
en junta común de los indios se acordaron que los gabinetes
de todos los Estados de la república Mexicana están embrollan­
do y oscureciendo y reteniendo todo asunto de los pueblos, pa­
ra desvanecer a los indios de sus derechos que reclaman...
Un caso muy ilustrado era el de Nopalucan:
el Presidente Municipal, y el de la Comisión Agraria, están de
acuerdo con los Ricos hacendados que nos rodean, a quienes
se les tiene que recoger las derras; de éstos han recibido pro­
pinas que vemos públicamente y privadamente...132

Y así por el estilo en otras partes. Ahora que, si el nue­


vo orden constitucional permitía el juego de partidos y de
postulaciones, si dentro del gobierno se podría realizar más
fácilmente la tarea reivindicadora, tal vez don Miguel pensó:
¿por qué no aspirar entonces a un puesto en él? El 5 de fe­
brero de 1917, solicitó permiso a la Secretaría de Guerra pa­
ra portar armas y salir en compañía del nuevo secretario de
la Sociedad, Rafael Hernández Aguirre, y de más asociados
“a visitar algunos pueblos”. No hubo información de ese re­
corrido; pero suponemos que fue hacia Michoacán, ya que
el nueve de marzo pidió licencia ilimitada “por haber sido
lanzada por los Pueblos del Estado de Michoacán -dice- mi
candidatura al Gobierno de dicha entidad”. Apareció la con­

132. El Pueblo. México, octubre-diciembre 1916; El Demócrata, Aléxico, octubre-diciem­


bre 1916. AMR, exp. 1916.

117
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

vocatoria con su fotografía de civil, suscrita por representan­


tes michoacanos:
el único por ahora merecedor de toda vuestra confianza y de
vuestro voto para Gobernador es el C. CORONEL MIGUEL DE LA
T. r e g a l a d o ¿Por qué? Por sus altas y reconocidas virtudes
cívicas, por el celo y honradez con que ha trabajado por nues­
tro bien...
Mediante permiso concedido -aunque diligenciado to­
davía en el juzgado militar-, volvió a Michoacán entre fines
de marzo y principios de abril. Arribó a Morelia. Se retrató
otra vez para la campaña electoral de cuerpo entero: “de la
complexión más o menos de la de Zapata”, bigote medio ala­
cranado; con uniforme militar, calzando zapatos: de pie, ca­
si en posición de firmes; sombrero de fieltro en la mano iz­
quierda.
Comunidades indígenas y otros partidarios agraristas
promovieron su candidatura. Mas por la crisis agrícola que
aumentaba en el estado, por la constante amenaza que pro­
dujo la desbandada y proscripción villista y, más que nada,
por no contar con suficiente ayuda “para llevar a cabo la gi­
ra”, declinó la candidatura si no abiertamente, en favor del
constituyente Francisco J. Múgica.133134
La Voz de Ocampo, “semanario radical constitucionalis-
ta” y vocero de Múgica en el occidente michoacano, propagó
en abril que el candidato “desde hace tiempo viene luchan­
do para que los tarascos tengan toda clase de garantías, re­
cobren sus propiedades y sean respetados como los verda­
deros dueños de este rico suelo”.13*
En el mismo sentido El Cometa, pro-mugiquista, “sema­
nario político de combate”, un mes después, en “el tiempo
oportuno para la siembra”:
133. ADN, exp., citado. AFM, Correspondencia 1917, vol. 1, f. 26. Convocatoria en
vol. 141 doc. 4. Comunicación de Salvador Sotelo Arévalo. Ario, 17-1-1982.
134. La Voz de Ocampo. Zamora 15-1V-1917

118
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

Como la nueva Constitución dispone les sean restituidas a las


Comunidades de Indígenas las posesiones de que fueron des­
pojadas, este periódico sugiere a los representantes de la raza
indígena activen sus trabajos para conseguir del Supremo Go­
bierno que se pongan en práctica esos preceptos constitucio­
nales.
Convencido de la preparación y del programa agrario
de Múgica, Miguel de la Trinidad se retiró de la contienda
electoral. Marchó a Atacheo. Y aún así, no faltó quien vota­
ra a su favor durante las elecciones de julio. Ese mismo mes
escribió a Joaquín de la Cruz; “no he querido meterme en
estos asuntos, desde que presté al pueblo la voluntad para
que lanzara mi humilde candidatura, para que no se crea que
yo lo sugestioné y por esta razón, lo dejé libre para que obra­
ra como mejor le conviniera”.135
En un distrito de Morelia, Regalado ganó 674 sufragios,
a diferencia de 3 mil 143 de Ortiz Rubio, 875 de Antonio Ma­
gaña y 525 de Múgica; en Zinapécuaro le contaron 37 votos.
En Zamora fue distinto: 2 610 Ortiz, 1 873 Múgica, 1 357 Re­
galado y 401 Magaña.136
El Comité y las juntas computadoras mostraron desde
el comienzo parcialidad hacia el ingeniero Ortiz, respaldado
por los grandes propietarios y profesionistas liberales. Pas­
cual Ortiz resultó electo gobernador; Múgica protestó por
irregularidades en el proceso electoral, Regalado creyó -
según le dijo a Joaquín de la Cruz- que se nulificarían las
elecciones. Pero no fue así.
Al tomar posesión, Ortiz Rubio controlaba literal y sola­
mente la capital más dos o tres ciudades, debido a que la ma­
yor parte del territorio michoacano se encontraba a merced
de Inés G. Chávez (centro-norte-occidente), Eutimio Figue-
roa (límites con Jalisco), José Altamirano (Oriente). Hasta no­
viembre de 1918 el gobernador pudo regir todo el estado,
135. El Cometa. Zamora 13-V-1917. Archivo Joaquín de la Cruz (AJC) exp. 1917.
136. POM, 8, 12, 19 de julio, 1917. Votación Zamora en AMZ Gobernación 1917,
exp. 40.

119
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

tras intensas campañas contra los cabecillas, y, cuando Inés,


el más terrible de todos, murió “de muerte natural”.137
La obra de gobierno Ortiz-rubista (fundación de la Uni­
versidad, formación de la dirección general de educación
primaria, promulgación de la constitución particular del es­
tado, leyes para reglamentar el trabajo, reforma catastral,
etc.) favoreció más a los de arriba que a los de abajo. En el
terreno agrario retomó el proyecto mercadista de 1902 y
propuso un proyecto de ley sobre la utilización de tierras
ociosas y otro para el fraccionamiento de latifundios; sin em­
bargo, en su administración sólo dotó de ejidos al pueblo de
Arócutin, en la jurisdicción de Pátzcuaro, a instancias y pa­
ra justificar la presencia de Félix C. Ramírez; pero, por otra
parte, no afectó a ninguna hacienda y sí 27 pueblos se que­
jaron de despojo.138
Félix C. Ramírez, antiguo secretario del juzgado 2o de
Zamora, de la comitiva mugiquista, una vez declarado dipu­
tado por el distrito de Pátzcuaro desconoció a los viejos ami­
gos. Avecindado en Morelia, puso oficina, se autonombró
subdelegado general de la Sociedad Unificadora en Mi­
choacán y acabó “en amigo y partidario” del gobernador Or-
tiz Rubio.139
Mas en el occidente del estado el coronel Rafael Espi­
nosa se dedicaba a tareas antiagrarias; y Rafael Cuadra
(1884-1924), matancero y comerciante, oriundo de Atecuca-
rio y con centro de maniobras en Ario, se perfilaba ya como
azote de los campesinos sirviendo a hacendados del valle de
Zamora y de la ciénega de Chapala durante algunos años.

137. AFM Correspondencia 1917, vol. 141. AJC, exp. 1917. Pascual Ortiz Rubio,
Memorias, pp. 59-60, 65-66. Sobre Inés G. Chávez y otros cabecillas, Javier Gar-
dadiego Dan tan, Revolución Constilucionalisla y Contrarrevolución (Movimientos
reaccionarios en México 1914-1920), pp. 39-85. Roberto Galván López El verda­
dero Chávez Garda, pp. 112-115. Ricardo Flores Magón el.al., Regeneración
1900-1918, pp. 425-426.
138. Ortiz Rubio, op.cit., Flores Magón, op.cit, p. 425.
139. Ortiz Rubio, op.cit., p. 62. Archivo del Ayuntamiento de Morelia. Secretaría,
1918, exp. 102. AMZ Estado 1918, exp. 1; Fomento, 1918, exp. 29.

120
S o c ie d a d e n c o n v u l sió n

Y don Eudoro le dice:


— ¿Qué pasa con esos presos?
fusílamelos, Rafael,
te regalo dos mil pesos.140
Regalado el comunero.
Este había regresado a la matria atachense por el oriente el
martes primero de mayo de 1917, el día que Carranza ocu­
paba la presidencia constitucional. Llegó “perfectamente ar­
mado y municionado”, acompañado de tres hombres con el
fin de entregarse “al trabajo honrado de la agricultura”, a re­
vivir la tradición comunera; como también lo hacía Eutimio
Figueroa en San Antonio de la Loma, Jalisco.
Puede que la intención comunitaria se haya inspirado
“en alguna prédica” de tipo anarquista o en la vivencia de los
comuneros antepasados. Como fuera, importaba al coronel
tal práctica por el bien “de las generaciones venideras”.141
No obstante los propósitos de trabajar la tierra “en
común” para remediar “el sufrimiento del proletario” y la
ayuda brindada a los pueblos “a hacer sus gestiones para la
restitución de sus tierras”; la prueba comunitaria de Regala­
do y la insistencia en pedir la devolución de ejidos a los pue­
blos, provocaba descontento en rancheros, hacendados y au­
toridades zamoranas.
Además la presencia de un delegado zapatista guerre-
rense en Atacheo, un anarquista catalán, no dejó de llamar
la atención del gobierno. ¿Qué sucedía con Zapata? ¿por qué
tal emisario en Michoacán?
Zapata trataba de unificar y fortalecer su decaído movi­
miento, que entre mayo y agosto sufría una gran crisis; algu­
140. AMZ Fondo Especial. Correspondencia 1914 Oficina Administradora de Fincas
Intervenidas. AMZ Gobernación. Paquete elecciones 1912; Estado, 1919, exp. 61;
Guerra 1919, exp. 4; Justicia 1923, exp. 3. Vicente T. Mendoza, Cincuenta Co­
rridos Mexicanos, pp. 28-29.
141. AMZ Guerra 1917, exp. 1; Gobernación 1917 exp. 4. La referencia a Figueroa
en Magaña op.cit., IV: 306-307.

121
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

nos de sus hombres pensaban en rendirse ya que la nueva


constitución garantizaba “el cumplimiento de la reforma
agraria”, otros querían unirse a Félix Díaz para atacar a Ca­
rranza y otros más preferían conservar su libertad de ac­
ción”. Decidido en junta lo último, Emiliano autorizó a Gil-
dardo Magaña en septiembre para “que intentara alianzas
con otros revolucionarios”.142
En cambio, el gobernador Ortiz Rubio, ingeniero y
dueño de tierras, no mostraba ninguna simpatía hacia el
apóstol comunero. Hacía suyos los informes del jefe de acor­
dadas de Zamora, Rafael Espinosa, a la secretaría de guerra
de que Regalado
hace muy mala labor a nuestro Gobierno entusiasmando a los
indios a rebelarse... tiene gente armada en Atacheo... alboro­
ta los pueblos de Tlazazalca, Chilchota y toda la Cañada para
la repartición de úerras, diciéndoles que si el Gobierno no les
da terrenos, se levanten en armas.143
Dentro de su campo de acción, el gobernador escribía
directamente al subsecretario de gobernación el 26 de octu­
bre, que el coronel agrarista azuzaba a los comuneros des­
pojados para que se hicieran justicia por su propia mano,
“posesionándose de propia autoridad de los terrenos que es­
timan convenientes o creen que les pertenecen sin previo
juicio contra los actuales propietarios o sin hacer las recla­
maciones correspondientes ante la Comisión Local Agra­
ria”.144
Era de esperarse que ante la diferencia de intereses no
habría -como no lo hubo- entendimiento entre el “levanta­
do en armas” y el ejecutivo del estado.
También el juzgado de instrucción militar pedía pistas
142. AMZ Gobernación 1917, exp. 4; Ramírez, op.cit., pp. 38-39 Womack op.cit., pp.
412-416.
143. ADN, Cancelados, exp., citado.
144. AGN Gobernación Período revolucionario C. 74, exp. 12.

122
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

al subsecretario de guerra sobre el paradero del coronel Re­


galado, “para las diligencias que se practican en el referido
juzgado”. La subsecretaría respondió que el Io de abril “le
fue concedida licencia ilimitada, ignorándose su destino”145
En tanto, el agrarista Regalado -al tiempo que se deja­
ba crecer la barba- había echado a andar el proyecto comu­
nero desde las siembras de mayo mismo en el potrero de San
Francisco. Después, en los primeros días de septiembre, se
extendió a la Lagunilla, la Bueyera del Zapote, el Lindero, el
Sauz, la Puerta del Sauz y todo el cerro del Tacari.
El 31 de octubre la hacienda de Santiaguillo abrió de­
manda en el juzgado de Zamora contra Miguel de la Trini­
dad Ragalado y presentó interdicto de despojo promovido
por Luisa Sáenz, esposa de José García; ya que
invadió de propia autoridad una fracción de la hacienda de
Santiaguillo y ejecutando en ella, por sí mismo y por medio de
los indígenas del pueblo citado, primeramente actos perturba-
torios de la posesión [...] y después actos de verdadero despo­
jo, pues preparó las derras para la siembra, repartió algunas
entre los indígenas del pueblo de Atacheo y agosta en otras sus
ganados y los del pueblo mencionado”.146
Es más, el 21 de octubre los hombres de Regalado im­
pidieron que el administrador de Santiaguillo -como todos
los años- llenara la presa del Mezquitillo con aguas de la ha­
cienda; desvió esas aguas para regar “las sementeras que ha
sembrado”. La casa García atestiguó mediante un jornalero,
un mediero, un arrendatario, todos de la hacienda, y con un
comerciante atachense avecindado en Zamora. Pero el juz­
gado no procedió a ejecutar la diligencia el 7 de noviembre
porque “no se presentó la escolta que se pidió al señor jefe
de la guarnición”, ocupado en la persecución de Chávez
145. ADN, exp., citado.
146. AMZ Juzgado de Distrito, Civil, 1917, Interdicto de despojo Sra. Luisa Sáenz
de García contra Miguel de la T. Regalado.

123
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

García. No podía pasar el personal “a los terrenos materia


de despojo” por que Regalado tenía “gente armada”.147
Don Miguel levantó la cosecha de San Francisco en esos
días de noviembre “en compañía de los indígenas y comu­
neros”; dispuso el reparto del maíz, guardando algo para la
siguiente siembra. Ordenó también que en la puerta de su
casa se entregara leche “para repartirla a la gente que no
tenía nada”. En esta experiencia mucho ayudaron el jefe de
tenencia Miguel Zepeda, labrador, arriero y el sacerdote Ra­
fael Galván, éste vicario del pueblo desde febrero de 1915.
Galván había nacido en hogar “bien” de Tangancícua-
ro en 1878; seminarista en Zamora, estudió posteriormente
en el Pío Latino de Roma; doctorado en 1907 enseñó filo­
sofía en el seminario zamorano. Hombre enterado en cues­
tiones sociales y agrarias. El coronel le encontró escondido
en Atecucario durante las discordias faccionalistas revolucio­
narias de 1915. Regalado no quiso saber si eran villistas los
protectores de clérigos o carrancistas los correcuras. Lo
acompañaron para que fuera a auxiliar a un moribundo.
“Entonces le dijo: usted se va a quedar aquí, en Atacheo, pa­
ra que nos ayude”. Oficialmente el templo permanecía aban­
donado desde el año citado148 hasta después de la muerte
del apóstol, que trunca momentáneamente la acción agraria
emprendida. “Caciques y terratenientes” de Zamora, Tlaza-
zalca y Ecuandureo ya se la habían sentenciado. Alguna vez
los hacendados contrataron a Rafael Cuadra -pero no re­
sultó- para asesinar a Regalado. La testa del apóstol tenía
precio. Nada grato le esperaba. El mismo representante de
la comunidad de Santa María Atacheo y coronel del ejército
constitucionalista con licencia ilimitada había anunciado que

147. Ibid.
148. AMZ Gobernación 1917, exp. 4. Sobre Rafael Galván en la obra citada de Fran­
cisco Valencia Ayala y Agustín Magaña Méndez, La Diócesis de Zamora, pp. 62,
67, 104. Información de José Gutiérrez, Atecucario, 3-XII-1982 y comunica­
ción de Romualda Regalado.

124
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

se levantó a salvar su pueblo, su estado; aunque sabe que le van


a cortar la cabeza.
Y así fue. Familiares y vecinos cuentan que el 12 de di­
ciembre el pueblo celebró la fiesta guadalupana. Hubo misa
en la mañana. El padre Galván ofició y Regalado cantó.
Enrique Sablerrolles, el delegado zapatista que había
ido a visitarlo, esperaba mientras. Después platicaron “todo
el día” en su casa.
Entonces llega José Méndez, de Santiaguillo, como a las doce.
Se estuvo Méndez allí y se le dio de comer. Se enteró del asun­
to que traía el señor delegado con mi papá. Y se fue ya tarde.
El delegado le dice a mi papá:
—Coronel, le entrego esto que le mandan.
(Pero yo no me di cuenta de donde le traían ese dinero.
Parece que fue que le mandaban del haber de él...Seguramen­
te con lo que pagaría a su gente).
—Amada, ven para que recibas este dinero; para que lo alces.
Entonces se para el señor delegado.
— Mi coronel, ¿no desea usted que arreglemos este asunto
en el lugar donde usted se va a quedar?
Ya para oscurecer de a tiro.
— Sí, mi delegado.
Entonces se fueron caminando al campo con la gente que lo
acompañaba siempre.
La jefatura de operaciones militares del estado, sobre
aviso desde México, vigilaba los pasos de Regalado. El gobier­
no de Ortiz Rubio no hallaba qué hacer con más brotes re­
beldes. El 12 de noviembre Chávez García, Rafael Nares y
Benito Magaña habían entrado a la importante plaza de Za­
mora. Según el zamorano José Alvarez y Alvarez, el jefe de

125
L o s AGRARISTAS DE ATACHEO

la guarnición sospechaba de la participación atachense en el


ataque y toma de la ciudad.
Pues bien, el 12 de diciembre mencionado, José Mén­
dez ya estaba de acuerdo con Rafael Espinosa y Francisco
López. Prepararon la emboscada en el Zapote para amane­
cer el trece. Entraron luego a San Francisco.
El coronel y los señores se quedaron por el lienzo de la cerca,
por dentro. Entonces se oyó el tropel del gobierno a caballo y
a pie.
Los atacantes eran nada menos que gente del cuarto re­
gimiento de Espinosa y la acordada -o guardia civil- de San-
tiaguillo al mando del mayor Francisco López. Ese día ama­
neció el gobierno en Atacheo, después de colgar en San
Francisco al representante de Ecuandureo.
Traían la cabeza de Regalado.
—¡Ya matamos a su padre! -gritaban.
Se la llevaron a Santiaguillo dando función. De Santiaguillo se
la trajeron a Zamora junto con la del delegado zapatista en los
tientos de las sillas. Anduvieron con música, tocando y dando
dianas por todo Zamora. Habían matado a Regalado.149
En complicidad, el comandante de policía dio parte a
la presidencia municipal el día 14 de que “durante el día y
la noche anterior no ocurrió ninguna novedad en la pobla­
ción”. El presidente municipal, Luis G. Hernández, mandó
recoger las cabezas de Regalado y de Sablerrolles “que las
traían paseando por las calles”. Y pintó un boceto de ellas
“para recuerdo del futuro, menos la del español, por estar

149. ADN exp. citado; AFM Correspondencia 1917, vol. 23, doc. 186. AMZ. Ayun­
tamiento, 1917 partes diarias de policía, nov-dic. Izazaga Cárdenas, op.cit., 2-
XII-1938. Comunicación de Romualda Regalado, Maximino Padilla y
Francisco García Amezcua.

126
S o c ie d a d en c o n v u l sió n

desfigurada y descompuesta”.150 El gobierno pidió al fo­


tógrafo Alfonso Torres Vargas tres retratos “de las cabezas
de J. (sic) Trinidad Regalado y otro desconocido para produ­
cir algunos informes acerca de su identidad”.151
El juez del registro civil reportaba a la Secretaría de Re­
laciones Exteriores el fallecimiento “de un extranjero que
murió en el pueblo de Atacheo por heridas llamado Enrique
Sablerrolles”.152 Como número final, el jefe de operaciones
en Michoacán, Enrique Estrada, envió telegrama al secreta­
rio de Guerra.
Ex-Coronel Miguel de la Trinidad Regalado que defeccionó
hace poco desconociendo al gobierno, fue batido ayer en Ata­
cheo distrito de Zamora por una fracción tropas del Coronel
Espinosa, habiendo muerto citado jefe rebelde y quince hom­
bres de los suyos se le recogieron quince armas y veintiún ca­
ballos, Miguel de la Trinidad Regalado figuró como candida­
to gobierno estado pasadas elecciones.153

150. AFM, vol. 23 doc. 181-186. AMZ Ayuntamiento 1917 Partes de polída. Diciem­
bre.
151. AMZ Ayuntamiento. Registro de correspondencia 1914-1918, f. 23.
152. AMZ Ayuntamiento. Registro Civil, 1917, leg. 1, exp. 1. libro de extractos ofi­
ciales.
153. ADN Cancelados, exp. citado. En la acción resultó herido Rafael Espinoza, des­
pués murió; información de Maximino Padilla.

127
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

CONVOCATORIA *

No os dejeis. pues, i ngañnr por los em baucadores y m alvados, ahora que os


convocamos, como vuestros com patriotaj, a elegir a vuestro prim er m an d ata­
rio dfit £stado. Sabed, altivos y conscientes, despreciarlos cual m erecen.
Y sabed, por fin, que el único por ahora m erecedor de toda vuestra confían-
y de vuestro voto para G obernador, es el

¿ Por qu' 7 Vor s,)* aI,a* y reconocidas virtudes cívicas; por el celo y h o n ra d »
con que ha trabajado por nuestro bien; y sobre todo, porque es uno de los sin-
cero. acCvo. y leal.-, colaboradores de n u e.t-o g ran Patricio, el señor C arran ra.
,(Jh. michoacaivjs. votad por él sin vaci'acion!
REIVINDICACIONES Y JUSTICIA,
M r t lc o . F e b r e r o d e I9 |? , E¡ O i U u i i C i n m m etttis RAFAEL HERNANDEZ AGUWiF
U fla tfA tA irr < 4
r
-------------- h — « ... . . . . . i * •« -< ». **.»»• ¿
- - * ■ " ................................... ...... * " ^ ’

¿Porqué no aspirar entonces a un puesto?

128
CAPITULO III
Saldo Agrario

Así quedó Atacheo


Desde luego que la muerte de Miguel Regalado pesó mucho;
significó una gran desbalanceada en la dirigencia del movi­
miento agrario. Sin embargo, las demandas partían de la ba­
se campesina, no sólo de un hombre. Y si bien a veces se es­
taba a la defensiva, la resistencia atachense sabía responder
a las pruebas represivas. Atacheo sirvió de refugio para algu­
nos perseguidos de Ario, y se vinculó al movimiento de Er­
nesto Prado cuando éste volvió de las campañas con Eutimio
Figueroa hacia 1919.
Nada de que “ahí muere”. El asesinato del coronel Re­
galado no calmó los ánimos adversarios de los terratenien­
tes; ni militares ni acordadas quedaron contentos. El cuadro
que se pintaba al clarear 1918 era desolador:
...A la familia del señor Coronel la despojaron criminalmente
de hogar, vesddo y pan, pues se quedó la esposa con ocho hi­
jos en la calle y nada más con lo puesto. Se llevaron el produc­
to de cinco hectolitros de siembra que hizo la Comunidad de
Indígenas y que el señor Coronel depositó en su casa para em­
pezar a formar los fondos del pueblo y tener ese elemento se­
guro para la mayor necesidad.
También sacaron maíz de otras casas. Cometieron abusos con
familias honradas y robaron cuanto pudieron [...] Vino tam­
bién el administrador de Santiaguillo, hacienda del Señor Li­
cenciado Francisco García, quien tiene usurpada la mayor par­
te de los ejidos del pueblo; y sacó el maíz de varias casas. Dijo

129
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

que tenía que volver por todo, porque se le debía [desde 1911]
la renta de siete años.1
Félix C. Ramírez trató de aprovechar la situación en la
región para ganar adeptos. Explicó a los representantes de
la Cañada y Ario que la muerte del Coronel Regalado fue
“hasta cierto punto justificada, [pero] que no significa que el
Gobierno esté en contra de los indígenas”2
Los de la Cañada habían conseguido del gobernador
Rentería Luviano, entre febrero y agosto de 1917, que de te­
rrenos sin cultivar les proporcionaran pedazos para la siem­
bra, con la condición “de pagar renta equitativa a los propie­
tarios”. Pero los que se decían dueños asesinaron a los que
encabezaban a los comuneros que andaban promoviendo la
posesión en las postrimerías de Regalado.3
La Cañada seguía siendo tema. Inés G. Chávez “el pro­
tector de los pobres”, jefe de la tercera brigada del ejército
reorganizador felicista en Michoacán, en alianza con los se­
rranos de Huécato, tomó el pueblo de Tangancícuaro en ju­
lio de 1918. Desde allí, por su propia cuenta, repartió tierra
“a numerosas personas” de la Cañada.45Pero Ortiz Rubio
una vez que gobernó todo el estado desconoció dicho repar­
to, producto de un agrarismo muy primitivo. Si Rentería Lu­
viano, mandatario interino, carecía de facultades “para ello”
-según Ortiz- qué podían esperar legalmente de Chávez los
de la Cañada. El gobernador constitucional estaba para im­
partir “garantías a los propietarios o a los pueblos cuyas tie­
rras son invadidas por los indígenas de algunos otros, mal
aconsejados y peor dirigidos por agitadores de oficio, torpes
e ignorantes”.
En otro orden, el año 1917 en Michoacán había sido
1. AMZ Estado, 1918, exp. 41.
2 Ibid. exp. 42.
3. Gildardo Magaña, op.cit., IV:306. AGN, Fondo Presidentes, Obregón-Calles
exp. 818-A-102.
4. AMZ Fomento 1919, exp. 31, AGN. Fondo Obregón-Calles exp. 818-A-101.
5. AGN, Gobernación. Período revolucionario, C. 74, exp. 12.

130
S a l d o a g r a r io

pobre, de malas cosechas; en cambio, para atenuar los ma­


les, el gobierno importó maíz, adoptó medidas de control de
precios (de 40 bajó a 15 pesos el hectolitro) y confiscó granos
a acaparadores. No así el año siguiente. En general, 1918 fue
un año malo en todos lados: escasez, bandidaje, hambre y
epidemias. “Cientos de pueblos -escribe Berta Ulloa- ocupa­
ban tierras y otros clamaban por restituciones y dotaciones,
pero pocos podían presentar títulos legales, no había confian­
za en la posesión de la tierra ni en el mercado de los produc­
tos”.6
Para los atachenses no mejoraba la suerte. El teniente
coronel Cristóbal Limón, jefe de las armas en Zamora, man­
tenía la costumbre persecutoria del difunto Rafael Espinosa;
no los dejaba en paz a sol ni a sombra. El 5 de agosto se pre­
sentó en el pueblo una fuerza de caballería constitucionalis-
ta al mando del mayor Francisco López (antiguo sirviente de
la hacienda de Santiaguillo) en busca de “una gavilla de re­
beldes” que había estado allí el día anterior.
López, “lejos de ir a perseguir a los alzados”, se dedicó
a catear las casas en busca de “los bandidos”, robando y atro­
pellando a las familias de los vecinos pacíficos. Al marcharse,
“se llevaron ganado y objetos, dejando a mucha gente en la
mayor miseria”.7
El 18 del mismo mes volvieron “las fuerzas voluntarias”
de López y repitieron los atropellos del día 5, pero esta vez
con más inquina
mataron a José María Alvarado, a su mujer la golpearon; a José
Guadalupe Canchóla lo mataron dentro de su casa porque
trató de defender a su tío que se encontraba enfermo en el le­
cho y a quien los soldados exigían dinero; a Luis Cárdenas lo

6. AMZ, Fomento, 1919, exp. 31; Justicia 1917, Decretos, circulares. Berta Ulloa,
“La lucha armada”, Historia General de México IV:96. Los villistas michoacanos,
aún al mando de Cíntora, se adhirieron al felidsmo desde el lanzamiento del
plan de Tierra Colorada en febrero de 1916.
7. AMZ, Guerra 1918, exp. 1.

131
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

sacaron de su casa y a un lado de la puerta lo mataron en pre­


sencia de su familia; a Antonio Villa y a Miguel Cruz los en­
contraron en la calle y sin razón alguna los pasaron por las ar­
mas. También mataron a un niño.8
Tales procedimientos hicieron que algunos atachenses
escaparan al monte arma en mano y se incorporaron a la
gente de Ernesto Prado, el líder de la Cañada, otros emigra­
ron “al Norte”.
En cuanto a la cuestión de tierras tampoco miraban
buen temporal. En noviembre de ese 1918 -ya muerto Inés
Chávez y restablecido Ortiz Rubio-, el delegado de la Comi­
sión Nacional Agraria notificó a los representantes Rafael
Enríquez y Luis Peña que no procedía la restitución a Ata-
cheo por falta de “elementos de prueba sobre la propiedad
del pueblo”. Ni el dictamen tenía “la aprobación del C. Go­
bernador”9
En octubre, el general poblano Prisciliano Ruiz, presi­
dente de la Sociedad Unificadora de la Raza Indígena, in­
tercedió en favor de los atachenses ante la Comisión Local
Agraria de Michoacán, para agilizar los trámites iniciados
desde el mes de mayo de 1916 “por conducto del extinto Co­
ronel Miguel Regalado”.10 Negada la restitución, la Comi­
sión Local Agraria acordó la dotación de tierras a Atacheo
“en relación al número de habitantes”11 que significaría un
estira y afloja con el administrador de la hacienda de Santia-
guillo.
Fuera del permiso para sembrar en la falda del Tacari
-basado en el decreto michoacano del 19 de septiembre de
1916 sobre el asunto- los agraristas de Atacheo no consiguie­
ron nada más durante la administración gubernamental de
Pascual Ortiz Rubio (septiembre 1917-junio 1920).12 La de­
8. Ibid. ASRA-CC Restitución, Atacheo 23/2783 (Toca) ff 1-2.
9. ASRA-CC, op.cit., í. 12. ASRA-DM Sta. María Atacheo, exp. 22/56, f. 3.
10. ASRA-CC op.cit., (local), f. 247.
11. Ibid.
12. ASRA-DM, Atacheo exp. 22/56. f. 4.

132
S a l d o a g r a r io

legación de la Sociedad Unificadora en Michoacán acabó


“por chismes de políticos de oficio” en 1918. Félix C. Ramírez
incorporado al gobierno de Ortiz no movió un dedo por los
de Atacheo ni por los de la Cañada. El jefe de las armas de
Zamora se encargaba de dar palos y balazos a los tenaces soli­
citantes de tierra, aunque Ortiz Rubio pasara “la pena” de
hacer saber al congreso el fusilamiento de tres regidores agra-
ristas de Chilchota sin formación de causa.13
Aun la lucha por conseguir el pan en terrenos del Ta­
can se complicaba. Dado que los atachenses disputaban la
posesión de dichos terrenos a la hacienda “por haber sido
enajenados -decían- contra nuestra voluntad”, la casa García
hacía mala obra a los ecuareros. El 13 de enero de 1919, en
tiempos de cosecha, el presidente municipal en turno y en
contubernio con la hacienda facultó al jefe de la acordada de
Santiaguillo para intervenir en la colecta. La presencia de la
acordada provocó descontento. El conflicto entre hacienda y
ecuareros estalló y llegó a oídos de la Junta de Conciliación y
Arbitraje del estado; a tal grado, que el gobernador se vio
obligado a comisionar a un inspector de gobernación para
que de acuerdo con la nueva presidencia y en auxilio de la
Junta citaran a las partes en conflicto.14
El 21 de febrero comparecieron ambas partes, repre­
sentados los atachenses por el jefe de tenencia, sin propues­
ta ninguna y recelosos “de ser molestados por el elemento
militar”, justamente porque el sábado 15 de ese mes se había
presentado en el pueblo
el jefe de la Guarnición de esta plaza Teniente Coronel Cris­
tóbal Limón y recogió del vecindario gran parte del maíz que
tenían para su subsistencia, recogiendo además todo el gana­
do vacuno que estuvo a su alcance, trayendo parte de éste y el

13. AFM Correspondencia 1917-1918; Sánchez Pineda a Múgica 9-XI-1917; E. Oje-


da a Múgica 6-VI-1918. ACE, 1918-1920 bulto 2, Infonne de Gobierno 1918-
1919.
14. AMZ Estado, 1919, exp. 6; Fomento 1919, exp.7.
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

maíz a esta ciudad [Zamora] y la otra parte del ganado lo


mandó rumbo a Purépero.15
En tal caso y tomando en consideración “la veracidad
de lo expuesto”, la presidencia y el inspector decidieron me­
jor esperar a que se calmaran los ánimos “para no tener que
experimentar un completo fracaso”. El presidente sugirió
que se eliminara en todo asunto civil “la intervención mili­
tar, pues de continuar en esa forma difícilmente se llegará a
una conciliación razonada para [que] los elementos sanos de
la sociedad puedan ayudar al Gobierno constituido”.16Aun­
que la defensa civil o acordada no se quedaba atrás de los
militares en tareas anticonciliatorias.
En tanto, el 25 de febrero, Francisco Avila y Luis Peña
envían al ministro de fomento copia del oficio girado al go­
bernador el día 19, misma que no quisieron firmar 57 ata-
chenses “por temor a las amenazas del Gobierno y de los te­
rratenientes por medio de sus Defensas”. Ya que por medio
de Rafael Enríquez y Ramón Méndez la sección de fomento
del gobierno estatal había comunicado el 30 de enero que
era ilegal la posesión provisional “dada por el extinto Coro­
nel Miguel de la T. Regalado por haberle faltado la autori­
zación de la Comisión Local Agraria conforme a lo dispues­
to en la Ley de 6 de Enero de 1915”.
Los quejosos quisieron arreglar tal defecto, recurrien­
do a la memoria colectiva y a la instancia interlocutora de la
profesora Crescencia Hernández. Recordaron que el licen­
ciado Manuel Trujillo, encargado de defender los intereses
del pueblo muchos años antes, promovió y ganó un juicio
en contra de Francisco Castro, quien pretendía adjudicarse
una faja de terreno. Trujillo entonces
convocó a la Comunidad diciendo que prepararan música y
bastante comida para solemnizar así un acontecimiento de tan­
15. AMZ Fomento. 1919, exp. 7.
16. Ibid.

134
S a l d o a g r a r io

ta magnitud... Dijo también que iba a arrendar el cerro por


nueve años a fin de pagarse sus honorarios, y despreciando su
honradez profesional en la cual los indígenas en su sencillez y
buena fe habían confiado, el día de la fiesta no dio posesión al
pueblo [del terreno], sino hizo entrega al Sr. Lie. Francisco
García a quien de antemano le había vendido, según se supo
después. Habiendo sido preguntado por algunos indígenas al
terminar la fiesta que cuál era la posesión que les había dado,
contestó en torno burlesco: ¡hay está todo el cerro!
Terminaban diciendo:
De esta manera fuimos despojados de los bienes Comunales
que poseíamos desde la época Colonial.17
Así pasó todo. Contra el derecho de la sin razón, ante la
represión desatada por los hacendados en marzo, los mon­
tes volvieron a servir de refugio a agraristas en armas. Rafael
Enríquez, Luis, Ramón, Antonio Méndez y una cuarentena
más de Atacheo merodeaban por las cercanías. La acordada
o defensa de Santiaguillo daba cuenta pormenorizada en
abril:
Del primero al once sin novedad; el día 12 robo en el
Atravesaño cerca de Urepetiro por “20 bandoleros que en­
cabeza Miguel Espinosa y Ramón Méndez habiéndose inter­
nado en cerro de Atacheo sin poder haber dado con el ras­
tro más que hasta La Lagunilla”...; del 13 al 19 nada, pero el
20 entre diez y once de la noche “el bandido Miguel Espino­
sa con siete individuos” atacaron la casa de Francisco Padilla
y J. Guadalupe Amezcua en Atacheo, En el acto, Padilla y
Amezcua pudieron contestar los disparos de los atacantes
“por la dirección de donde salieron los tiros”, logrando he­
rir “al bandolero Guadalupe Huerta, el cual murió el día si­
guiente, habiéndose sepultado el cadáver a las once del día
17. ASRA-CC Restitución Atacheo 23/2783 (Toca) ff. 24 fte, y vta.

135
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

22 en el panteón de Atacheo”. El 23 no hubo novedad. El


jueves 24 a las cinco de la mañana, Luis y Ramón Méndez,
Rafael Enríquez y Miguel Espinosa con cuarenta hombres
cayeron a la casa de Padilla, mataron a éste y “avanzaron” a
J. Guadalupe Amezcua. El jefe de acordada anotó: “inme­
diatamente que noté unas detonaciones de arma de fuego
mandé ensillar prontamente y salí con nueve hombres que
estaban oportunos por no estar la caballada en la hacienda,
pero ya cuando llegué ya se habían salido del pueblo y se in­
ternaron al cerro del lado de Las Gallinas donde me estuvie­
ron haciendo fuego; se rumora que el bandolero Luis Mén­
dez va herido”...1®
Ese día 24 mereció escrito aparte del encolerizado jefe
de acordada a la presidencia por lo grave del asunto:
Creo que estar guardando consideraciones a familias de dichos
bandidos es causa a esto porque tan luego como me salgo de
dicho pueblo salen las familias de Rafael Enríquez y demás
bandidos a llevarles noticias; porque todas esas familias no sir­
ven más que para explorar y estar entregando a las personas
que me ayudan siendo el muerto y el avanzado de los indulta­
dos que eran los que me estaban ayudando.
Pedía al presidente municipal “una orden para operar
con libertad porque en (sic) ese pueblo [Atacheo] está muy
mezclado entre los bandidos”.1819
Entre el 25 y el 27 no hubo novedad. El 28 regresó
Amezcua, dijo que “se les vino de changüitiro” el día ante­
rior y confirmó la noticia de que Méndez “está herido, pero
no de gravedad”. El 29 y 30 fueron días en blanco.20
Otra noticia en el oeste michoacano fue la gira del go­
bernador Ortiz Rubio por Los Reyes. Al parecer, los atachen-
ses en rebeldía no necesitaban palabras oficiales. De nada
18. AMZ Guerra 1919, exp. 10.
19. Ibid. exp. 8.
20. Ibid. exp. 10.

136
S a l d o a g r a r io

servía saber que el gobernante, de paso por Tingüindín el 12


de mayo, había nombrado al ex-administrador del hospital
civil, Ramón Ascencio, como regidor propietario por la sec­
ción de Atacheo en el ayuntamiento de Zamora;21 o de que
en torno a la ley mercadista de 1902 que retomó Ortiz Ru­
bio para insistir en la desamortización de tierras comunales
se le dijera verbalmente en junio al presidente municipal por
parte de Francisco Cruz, el hijo de Eusebio y nuevo jefe de
tenencia, que en Atacheo “no existe representante alguno
que haga valer los derechos de los interesados”.2223
Mas bien les urgía dinero y comida para resistir. Tanto
que Antonio Méndez, “quien representa en cabeza de la ga­
villa de Luis del mismo apellido”, exigía a Cruz “como jefe
político del lugar” doscientos pesos el 9 de julio. Consultó
Cruz al presidente, y éste informa al jefe de guarnición de
Zamora, mayor Francisco López, “para que se mande perse­
guir a la gente que capitanea Méndez”. Oportunidad que
aprovechó López para responder que el jefe de tenencia se
valía “de distintos conductos en pro del éxito de su petición,
pudiendo hacerlo directamente a esta propia Jefatura que
está y» ha estado siempre dispuesta a garantizar el derecho
ajeno 23
Enterado López de que Cruz mandó tortillas y dinero
“a los de afuera” arremetió contra el pueblo por parejo, ame­
nazando fusilar al jefe de tenencia. Por supuesto que una vez
más los atachenses se quejaron al gobierno de ser
objeto de persecuciones por parte de los terratenientes de es­
te lugar, y más especialmente de los señores García, de la Guar­
nición de Zamora y de las personas que integran la defensa so­
cial, siendo muy frecuentes los casos en los cuales se ha golpea­
do y robado a las familias del pueblo24
21. AMZ Estado 1919, exp. 30. Ascendo abanderó la lucha agraria en Zamora has­
ta 1924 cuando fue colgado. Luis González, Zamora, p. 146.
22. AMZ Estado 1919, exp. 35.
23. AMZ Guerra 1919, exp. 11 bis.
24. AMZ Fomento, 1919, exp. 7.

137
LCS AGRARISTAS DE ATACHEO

Ya no era “humanamente posible -decían- tener la pa­


ciencia necesaria para soportar con indiferencia tantas veja­
ciones”.25 A causa de las protestas, el presidente Francisco
García Urbizu prometió al gobernador intervenir entonces
ante los hacendados -sus parientes-, en favor de los vejados,
pero solicitaba que en el asunto castrense fuera el propio eje­
cutivo del estado quien se dirigiera al jefe de operaciones mi­
litares.26
Pero como el control de los estados por parte del cen­
tro se ejercía a través de los jefes militares, la tirantez de re­
laciones centro-estados-municipios continuaba. En el caso
michoacano se distanciaban más, debido a la adhesión ma­
nifiesta del gobernador hacia la candidatura del general
Obregón desde junio y a la oposición del civilista Bonillas
designado por el vetusto ex-jefe del ejército constitucionalis-
ta y encargado del poder ejecutivo.
Seguían pues los clamores de campesinos perseguidos
y vejados a manos de ejército y acordadas. López, con el pre­
texto de “una minuciosa información del desarrollo del ban­
didaje”, hacía de las suyas; mientras los atachenses en armas
respondían con obras. Todavía en septiembre los de Méndez
recorrieron el cerro en poder de la hacienda de Atecucario,
llevándose una manada de yeguas “con el rumbo de Chil-
chota-,27 a los dominios de Prado.
Para entonces los rebeldes de la sierra de Huécato
habían desocupado pueblo y tierras de Tangancícuaro des­
pués de un año de ocupación;28 “el bandolero general de
brigada Sabino Rodríguez”, de los chavistas sobrevivientes,
con trescientos hombres tras haber amagado Chilchota y en
un combate librado cerca de Zacapu con “defensas de Acor­
dadas del Estado” era derrotado y muerto en agosto. Y el

25. Ibid.
26. Ibid.
27. AMZ Justicia 1919, exp. 3; Guerra 1919, exp. 10/Archivo Ernesto Prado (AEP)
Papeles sueltos.
28. AMZ Fomento 1919, exp. 31.

138
S a l d o a g r a r io

coronel Casimiro López Leco prestaba sus servicios al gobier­


no con voluntarios de Cherán.29
Claro que 1919 no corrió del todo tranquilo. Atacheo
por movilizaciones y migraciones vino a menos. El censo elec­
toral municipal de ese año registró una baja de considera­
ción; comparado con los 213 que había, quedaban 150, de
los cuales solamente ocurrieron 131 a votar en las elecciones
locales del 14 de diciembre, en los días de fiesta guadalupa-
na.
Por otro lado, la vicaría fija también andaba al garete,
sin registro en los libros parroquiales. Oficialmente cerrado
el templo desde 1917, el sacerdote Rafael Galván acudía más
a Atecucario sin desatender la salud espiritual de los atachen -
ses,30 quienes presentaban lucha contra la hacienda en otro
campo: no dejaban enterrar a los difuntos de Santiaguillo en
el panteón del pueblo.31
Como fuera, hablar de finados no quiere decir “aquí ter­
mina”; ni con la desaparición de Eutimio Figueroa, el viejo
vínculo zapatista de Ernesto Prado. En cambio, un movi­
miento más aparecía en el norte, -el de Agua Prieta, Sono­
ra-, encaminándose hacia la ciudad de México y dirigido a
cambiar la cúpula gobernante. En duelo por el poder, los ge­
nerales de Agua Prieta derribaron en mayo de 1920 al pre­
sidente militarmente civil llamado Carranza. Hasta los corre­
teados zapatistas sin Zapata, pero bajo el mando de Gildardo
Magaña cerraron filas con el caudillo Obregón.
También Pascual Ortiz Rubio secundó a los aguaprie-
tistas y marchó a la capital del país en compañía de los gana­
dores, dejando la sucesión gubernamental michoacana en
condiciones difíciles de manejo. Antes de partir había desig­
nado sustituto, lanzando la convocatoria para elecciones fal­
ta de requisitos que señalaba el ignorado congreso del esta­
do.
29. AMZ Querrá 1919, exp. 10.
30. AMZ, Estado 1919, exp. 61; e Informaciones de Jesús Negrete, Atacheo, 13-
XII-1982 y José Gutiérrez de Atecucario.
31. AMZ Estado 1919, exp. 39.

139
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

En 1920 disputaron la silla gobernadora el licenciado


Manuel E. Ortiz, presidente de la corte suprema de justicia
estatal, diciéndose gobernador, con aparato y sede en Jiquil-
pan; José Huerta, nombrado por el presidente interino
Adolfo de la Huerta; Rafael Alvarez, secretario general de
gobierno y ungido por don Pascual; también el senador Por­
firio García de León y el general Francisco J. Múgica, quie­
nes habían participado en las elecciones de julio.
Antes de que arreciaran los vaivenes políticos, tras que­
jas atachenses a oídos del gobierno y acercándose el tempo­
ral de labores agrícolas en enero, el secretario general de go­
bierno había recomendado al presidente Rosendo Tamayo
procurara obtener “de los propietarios del cerro de Atacheo,
lo conceda en arrendamiento o a medias a los indígenas de
esa Comunidad”. Tamayo a su vez ofició un escrito al admi­
nistrador general de Santiaguillo, “suplicando se sirva decir
en contestación si no habrá ningún inconveniente por par­
te de esa hacienda para atender dicha recomendación”, a fin
de que posiblemente de esa manera cesaran las dificultades
“que han surgido entre esa hacienda y los vecinos de Ata­
cheo por cuestión de límites (?)”.3233
El administrador Ernesto de la Cueva respondió a Ta­
mayo que “con todo gusto será atendida la recomendación...,
pues actualmente tengo en la finca algunos medieros de di­
cho pueblo”; y agregaba con toda reservada intención
Deseando ayudar a la completa pacificación de nuestro país,
he procurado darles cuantas ventajas han deseado; pero la ma­
yor parte de los vecinos se han (sic) abstenido de sembrar por
temor a los enemigos del Supremo Gobierno, cosa que en mi

32. Sobre el movimiento sonorense véase Héctor Aguilar Camín, Lafrontera nóma­
da. Alianza zapatista a éste, en Womack, op.cit. Dato Eutimio Figueroa en AEP.
Situación en Michoacán, Armando de María y Campos, Múgica, crónica biográfi­
ca, pp. 158-159; AMZ, Estado 1920; AJE Criminal, 1920. Distrito de Jiquilpan,
exp. 60/920 Manuel E. Cruz et.al. El Ca¿o de Michoacán.
33. AMZ Fomento 1920, exp. 3.

140
S a l d o a g r a r io

humilde concepto quedaría subsanada con que pusieran un


pequeño destacamento fijo en Atacheo.34
Pese a la promesa de que de la Cueva vería “a los que
anteriormente estaban al frente y como encargados de las
siembras para ofrecerles nuevamente los terrenos de esta fin­
ca”; hechos posteriores se encargarían de desmentir tales
ofrecimientos.
Por su parte, un abogado, síndico zamorano y familiar
de Múgica, ventiló el caso de Atacheo basado en una circu­
lar de la sección de fomento; el 18 de junio, en sesión ordi­
naria del ayuntamiento, José María Pérez propuso reconsi­
derar el acuerdo que se dictó en la sesión anterior sobre que
en este Municipio no existen haciendas que constituyan obs­
táculos para el desarrollo urbano y agrícola de los pueblos del
mismo; pues que tenía conocimiento de que el pueblo de Ata­
cheo se encontraba en esas condiciones con respecto a la Ha­
cienda de Santiaguillo.35
El cabildo se inclinó por los parias, cuya situación era
precaria. En otra sesión -después de aprobada favorable­
mente la reconsideración- se determinó también dar cuenta
al gobierno “de los acontecimientos ocurridos últimamente
en el pueblo mencionado de Atacheo, con motivo de una di­
ligencia de lanzamiento, informando además que algunos
miembros de este Ayuntamiento se percataron de la conster­
nación que causó el hecho a todos los vecinos del pueblo ci­
tado”.(36)
Septiembre, anuncios de tormenta. Novedad en la ca­
pital del estado. Francisco J. Múgica, el aguerrido constitu­
yente tomó la gubernatura del prudente general Lázaro
Cárdenas con el respaldo de organizaciones obreras y cam­
pesinas. Descolgado del grupo carrancista no sería bien vis-
34. Ibid.
35. AMZ, Ayuntamiento. Actas de Cabildo 1916-1920, f. 234, sesión de 18-VI-1920.
36. Ibid, f. 247v. Sesión 20-VIII-1920.

141
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

to por los sonorenses en el poder; aparte, no encajaba en el


equipo dominante por su tendencia radical en el cumpli­
miento del programa “social, obrero y campesino de la re­
volución”, inclinada a atender las demandas de los hombres-
camisa-calzón de manta-faja-sombrero de soyate; el
problema de la tierra, como había anunciado en la muy le­
jana campaña de 1917 y ratificaba en su primer informe,
es uno de aquellos a los que ha consagrado mayor actividad la
actual Administración, a consecuencia de que el Agrarismo se
encuentra rodeado de una muralla casi indestructible, forma­
da por los clericales y latifundistas con el apoyo del militaris­
mo.37
Además, el proyecto agrario popular mugiquista difería
del sonorense, que estaba modelado en los ranchos norteños
y encaminado a proteger a propietarios y empresarios, apo­
yos del régimen triunfante. Desde luego que en el nuevo jue­
go político, la,sombra del caudillo Obregón, las maquinacio­
nes del ingeniero Ortiz Rubio y las maniobras militaristas del
general Enrique Estrada interferían la marcha administrati­
va del gobierno mugiquista (1920-1922).38Aún así, los cam­
pesinos contaron con ayuda; desde que Múgica estuvo en el
solio de don Melchor Ocampo les volvió el alma al cuerpo a
los atachenses, esperanzados de “obtener la devolución de
nuestras tierras usurpadas, o en su defecto, la dotación de
ejidos dictada por la ley”.
Es más, armados de valor exponían directamente al
presidente Obregón que por ese motivo.
creimos conveniente organizar una defensa para resguardar
nuestro pueblo, [con] permiso del ejecutivo [michoacano],
37. Heather Fowler Salami, “Revoluüonary caudillos in the 1920’s: Francisco
Múgica and Adalberto Tejeda”. Caudillo and peasant in the Mexican Revolution.
Francisco J. Múgica, Informe rendido a la XXXVIII Legislatura de Michoacán..., p.
22.
38. A. de María y Campos, op.cit.

142
S a l d o a g r a r io

quien expidió los nombramientos para los jefes de la misma


juntamente con limitadas facultades.39
Sin embargo, a Estrada, el jefe de operaciones en Mi­
choacán, no le pareció bien que hubiera agraristas armados,
no quería contrapeso. Múgica veía su obra impedida y desar­
mada, mientras los militares continuaban hostilizando “a los
labriegos, protegiendo a los terratenientes y encubriendo a
los asesinos”. Además, sin nexos con el centro, no podía in­
tervenir en la esfera militar; de tal modo, los hombres de Bo­
nifacio López, Jesús Zepeda y Luis Peña -los continuadores
en el trabajo del desquite- quedaron sin carabinas a merced
de la defensa o acordada que la Casa García encomendaba a
Jesús Delgado, vecino de Atacheo, quien se empeñaría “en
criminarlos de una manera terrible”.40
Lejos de componerse la situación social y política en el
poniente michoacano, empeoró. El general Eduardo Her­
nández se levantó en las cercanías de Zamora contra el go­
bierno establecido; Obregón daba por occiso a Múgica; Ma­
nuel E. Ortiz acechaba en la hacienda de Briseñas esperando
la ocasión para gobernar; los mugiquistas tuvieron que des­
mantelar un complot en Tingüindín. En fin, sin sostén del
centro acabó por desplomarse el gobernante protector de
Atacheo.
Las acordadas regresaron por sus fueros. Escucháronse
más disparos, lamentos y voces que llegaban al presidente
... ahora que ya creíamos realizadas nuestras esperanzas por
que ya iba a proceder la dotación provisional mientras conclui­
mos las gestiones de restitución volvió de nuevo a disolverse
debido a los últimos acontecimientos en el Estado y con este
moüvo nos hemos conquistado nuevas amenazas y terrible in­
quina de parte de los mismos que siempre se han gozado en

39. AGN, Obregón-Calles exp. 8I8-A-44.


40. Ibid. Múgica, informe..., p. 22. AMZJusticia 1920, exp. 43.

143
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

hostilizarnos únicamente porque pedimos la devolución de lo


que a indígenas y pueblo pertenece.41
No desanimado del todo, otro de los interlocutores, el
docto vicario Rafael Galván alentaba a los atachenses. La Ca­
sa García Hermanos metida en camisa de varias empresas
empezaba a caminar de capa caída, afectada por la depre­
sión financiera de los veintes. En junio de 1922 los García
fraccionaron y vendieron pedazos de Santiaguillo y anexas;
también los dueños del Zapote, la Labor o Mezquitillo, Gua-
muchil y otros.42 Eso sí, la acordada de la hacienda no aflo­
jaba mientras la encomienda antiagrarista de corretear cam­
pesinos.
Don Rafael Galván necesitaba apoyos para realizar las
gestiones agrarias de su feligresía “pobre... y muy desmora­
lizada”. En julio del 22 escribió a la profesora Crescencia
Hernández, prima del depuesto Múgica y con residencia en
México desde 1919. Sabiendo que el moreliano Lemus, ami­
go de Múgica, estaba por recibir su credencial como diputa­
do en el Congreso de la Unión, le decía a la profesora:
Ud. podría conseguir una recomendación del Gral. Francisco
J. Múgica para el Lie. Torcuato Lemus, a fin de que Torcuato
se interesara cuanto pudiera en favor del pueblo.43
Con el santo de espaldas para Galván, en agosto asesi­
naron a Lemus en uno de los pasillos del Congreso, “en for­
ma alevosa por su contrincante [del Distrito Electoral de Los

41. A. de María y Campos, op.cit.. AGN, Obregón-Calles, exp., citado. AMZ Justicia
1923, exp. 17.
42. AMZ Juzgado de Distrito, Civil, 1922. Demanda Banco de Jalisco, S A. contra
Rafael García. Ventas en Notarías, Protocolo del Juzgado Primero de la Prime­
ra Instancia 1921, N° 82, ff 169-172, N° 90, ÍT. 196-199; 1922 N° 23, 85, 43,
59, 78, en especial véase N° 22 “División de bienes entre Rafael y José García”
y “venta fracción La Tuna. José C. García a José B. Gómez”.
43. AFM, Correspondencia 1919-1922. Rafael G. Galván a Crescencia Hernán­
dez, 15-VII-1922.

144
S a l d o a g r a r io

Reyes, Michoacán]”.44 Al vicario le preocupaba que, de no


conseguir pronto tierra, los atachenses comenzaran a talar
toda la encinera del cerro “con grave perjucio del vecinda­
rio, aunque éste, sin conocer lo que se perjudica, intervenga
en el desmonte”.45 Además, el pueblo mismo era un hervi­
dero; quiénes se iban al Norte, quiénes armaban escándalos.
Con la mira de mantener el trabajo de sus feligreses en las
fincas aledañas, Galván había formado un sindicato de jor­
naleros en 1921.46
Por fin, el 16 de mayo de 1923 -cuando empezaban las
siembras- los solicitantes terminaron los últimos trámites pa­
ra el expediente de dotación ante la Comisión Nacional Agra­
ria (que en Michoacán había establecido un procurador ge­
neral de pueblos, en lugar de la Oficina de Promociones de
Indígenas y Obreros existente en el gobierno de Múgica). Pe­
ro se atravesó la revuelta de los generales delahuertistas has­
ta principios del año 24, en la era de Obregón.
A doce meses del papeleo dotatorio, el ingeniero Gui­
llermo Huet levantó los trabajos técnicos con teodolito y to­
do. El 9 de mayo de 1924 dentro de los términos del ritual
oficial, el procurador Fernando G. Vallejo mandó telegrama
al presidente Obregón.
Me es altamente honroso poner en superior conocimiento de
ud. que con fecha ayer diose posesión provisional de sus ejidos
a vecinos Pueblo Atacheo, Distrito de Zamora.47
El ingeniero Luis G. Acérreca sería el encargado de en­
tregar privisionalmente la tierra recobrada para 1413 veci­
nos. En el desquite, quitaron a Santiaguillo dos mil 476
hectáreas, sólo 22 de éstas de riego, 428 de temporal y dos

44. AMZ, Justicia 1922, exp. 6.


45. AFM, Carta de Galván a Hernández.
46. AMZ Estado 1920, exp. 8; Fomento 1922, exp. 47. Escándalos en Justicia 1923,
exp. 5. Noticia sindicato en Revista Eclesiástica. Zamora l-VIII-1921, p. 308.
47. AGN, Obregón-Calles, exp., citado. ASRA-DM, exp. 22/56. Atacheo. Dotación.

145
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

mil 296 de pastal cerril; a la hacienda de Atecucario, 630


hectáreas de temporal de mala calidad. De acuerdo con el
censo agrícola, verificado en 1923, cuatrocientos doce “capa­
citados” (378, dicen los viejos, porque en un año habían
muerto o se habían ausentado 34) trabajaron las tierras do­
tadas con sesenta yuntas en cooperativa, sistema “que reco­
mendó el padre Galván”. Al año de la dotación regresaron
algunos ausentes. Se reabrió la escuela primaria, clausurada
desde principios de 1918.48
Sin ver mayores frutos, el sacerdote Rafael Galván -de
luenga barba- en medio del conflicto Iglesia-Estado de 1926,
abandonó Atacheo y Atecucario en marzo de 1927 para ocul­
tarse en México. Sacrificado Bonifacio López el 13 de diciem­
bre de 1923 por gente de Santiaguillo, Luis Peña y José An­
tonio Zepeda, primero, Luis Amezcua después, tomaron el
mando local. En septiembre de 1927 se ejecutó la resolución
presidencial de las tres mil trescientas setenta y cuatro hec­
táreas en posesión definitiva a Atacheo, con ceremonia ofi­
cial. A partir de allí el propio gobierno recomendó que cada
vecino capacitado -ayudado de su familia, en las condicio­
nes medias de la localidad- escogiera cultivar cuatro hectáre­
as de riego, cinco de temporal de primera o seis de segun­
da.49 El problema sería el reparto.
Pero antes de que surgieran los ejidatarios de los anti­
guos agraristas, antes del “aquí termino de contar”..., recor­
demos que la Sociedad Unificadora de la Raza Indígena -la
desapercibida y diluida obra más extensa del apóstol Miguel
Regalado- revivió un poco en manos de abogados y repre­
sentantes poblanos desde la ciudad de México en 1921, con
propósitos de fomento escolar y sindical, según estatutos y

48. ASRA-DM exp. citado. Información del profesor Salvador Sotelo.


49. Informaciones de Salvador Sotelo, Ario; Maximino Padilla, Zamora; José Gu­
tiérrez, Atecucario; Jesús Negrete, Atacheo; Francisco García Amezcua, Jaco -
na. Este último conserva una fotografía del Pbro. Rafael Galván. Asesinato de
Bomfado López y herida al jefe de tenencia en AMZ Justicia 1923, exp. 6. Ac­
to de posesión definitiva en AMZ, Fomento 1927, cf. Apéndice.

146
S a l d o a g r a r io

programas; que Regalado pasó lista de presentes en la segun­


da gran convención de la Liga de Comunidades y Sindicatos
Agrarios del Estado de Michoacán” el 30 de noviembre de
1924, con la asistencia de representantes atachenses.50
En cuanto al agrarismo regaladiano, José C. Valadés
juzga que aunque “de manifestación independiente y popu­
lar [como el zapatismo] no pasó de intrascendente para la
república”,51 sin duda porque Regalado no tuvo permanen­
temente gran fuerza militar bajo su mando, ni contó siempre
con alianzas poderosas en condiciones favorales, reduciendo
de hecho su práctica a los alrededores de Atacheo, principio
y final de su movimiento.
En fin,
dentro del nuevo orden nacional, la diputación privincial mi-
choacana había propuesto que se realizara el fraccionamien­
to y reparto de tierras comunales entre los propios comune­
ros en forma individual en 1822; sin embargo, la empresa se
puso en práctica hasta después de 1827.
Tal medida fraccionadora propició que estas tierras
quedaran legal y extralegalmente en manos de estancieros-
rancheros avecindados en los pueblos con tierras de comu­
nidad o en las cercanías.
En el caso concreto de Atacheo, los apropiadores más
agresivos de las tierras fraccionadas procedieron en su ma­
yoría de Zamora, cabecera de distrito, municipalidad y cura­
to, la segunda ciudad más importante de Michoacán y sede
episcopal desde 1864, cuyos miembros más detacados se
habían beneficiado con la desamortización liberal de 1856.

50. AGN, Obregón-Calles, exp. 723-12. Gentileza de Laura Espejel. Noticias póstu-
mas de Regalado en Apolinar Martínez Múgica Primo Tapia semblanza de un re­
volucionario, p. 167. Precisamente Primo Tapia, sobrino de Joaquín de la Cruz,
era dirigente de la Liga y organizador de la convención. También cf. Arnulfo
Embriz, Documentos para la historia del agrarismo en Michoacán.
51. José C. Valadés. Historia General de la Revolución Mexicana, II: 548.

147
Los AGRARISTAS DE ATACHEO

A la fase acumuladora de tierras se agregó un capitalis­


mo agrocomercial más impactante a partir del último tercio
del siglo XIX, dentro del porfiriato. La acción de la institu­
ción fortalecida en dicho régimen, la hacienda, fue más in­
tensa sobre los medios de producción y fuerza de trabajo, y
desembocó en un enfrentamiento con los atachenses, liga­
dos éstos a una memoria colectiva en torno a la tierra perdi­
da y a la vida social de comunidad favorecida por sacerdo­
tes integradores de las instituciones heredadas de la Colonia.
La lucha agraria encabezada inicialmente por un des­
cendiente directo de comuneros llegó -después de los vaive­
nes revolucionarios- a la recuperación de la tierra despoja­
da, bajo el amparo de varios clérigos comprometidos con los
agraristas.
Finalmente el disfrute de dicha tierra recuperada estu­
vo condicionada a la integración de los agraristas al Estado
(1927) en medio del conflicto de éste con la Iglesia.

148
APENDICES
Aromútoro
Moreno

\
150
Los Gollinos

LOS AGRARISTAS DE ATACHEO


0 LA LADERA
ESCALA
1= 5 0 0 0 0
a p é n d ic e i

Un atachense refiere en detalle, algunos de los infortunios


que padeció la comunidad, en sus propiedades:*
Faja de tierra comprendida entre la cerca de El Lindero, elfresno de
Castro, el Gabillero hasta la puerta de las Cruces o tal vez hasta la
Peña Colorada
Oyó decir que los dueños de Santiaguillo se apropiaron
esa porción de tierra en compensación de parte de los gas­
tos que ocasionó la cerca (de el Lindero); gastos que no exi­
gieron al pueblo o que éste no pudo pagar. Visto el modo co­
mo se expresaban acerca de este punto los indígenas, cree
que los dueños de Santiaguillo obraron en este caso de su
cuenta sin contar con la voluntad del pueblo.
El convento
De la barranca de El Convento hacia el norte, forma parte
de lo que él anduvo arreglando, y para lo cual acudieron al
[apoderado] Lie. Manuel Trujillo. Este potrero formó parte
de lo que el Lie. Trujillo vendió a los Garcías.1 Es bien sabi­
do lo que pasó entre el Lie. Trujillo y el pueblo.
El Torreño
A una persona, cuyo nombre no recuerda, le tocó por adju­
dicación una fracción de tierra de una hanega y cinco almu­
* Archivo de Miguel de la T. Regalado, exp. Alacheo, s.f.
1. Cf. AMZ, Notarías, Escrituras Privadas, Diego Méndez 1892, No. 90.

151
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

des, y la persona que compró ese derecho (D. J. Dolores To­


rres que, en su opinión, fue el primer poseedor después del
adjudicatorio) al cercar, lo hizo salvando los límites de la frac­
ción indicada hasta abarcar la extensión que tiene actual­
mente ese potrero. Los indígenas así lo reconocían y aun le
indicaron a él, D. Eusebio Cruz, cuál era la fracción de que
se habla. Pero así lo acostumbraban los autores de los des­
pojos. Cercaban lo que les arrendaban, o cercaban más de
lo que les correspondía por propiedad o arrendamiento, y
luego se llamaban a dueños del excedente de su propiedad
o de todo lo arrendado, sin que los indígenas pudieran de­
fenderse. Este proceder lo criticaban mucho los indígenas,
pero sin remedio.
El (D. Eusebio Cruz) habló con D. J. Dolores Torres en
la siguiente forma:
E.C. Vengo, señor, a que arreglemos el agoste del ganado
que Ud. trae agostando en el cerro.
D. T. Mi ganado anda agostando en lo mío.
E. C. La fracción que a Ud. le corresponde es muy pequeña
y no es suficiente para que agoste el ganado que Ud.
trae allá.
D. T. Bueno y ¿tú qué? Por qué vienes a cobrarme eso.
E. C. Porque yo soy encabezado del pueblo, y necesito dine­
ro para hacer algunos pagos, y ese dinero tengo que sa­
carlo del agoste de su ganado que anda en terrenos del
pueblo; pues según me indicaron, lo de Ud. es una ad­
judicación muy pequeña, el tanto de una hanega y cin­
co almudes.
D.T. Vaya ¿conque Ud. es encabezado del pueblo? Bueno,
pues entonces vámonos arreglando.
Entraron en convenio y D.J.T. le dio (a. D.E.C.) por el
agoste de ese año veinticinco pesos que empleó en gastos que
se relacionaban con el negocio de la Comunidad.
Después D.J.T. levantó la cerca siempre más allá de
donde le correspondía. Los indígenas no reclamaron, ya por
152
A pé n d ic e i

la desidia con [que] veían en muchos casos los bienes de su


comunidad, ya porque nunca podían hacerlo con éxito.
El salitrillo o el Pajal.
En su tiempo, el pueblo estaba en posesión de El Salitrillo o
el Pajal hasta La Loma inclusive por el norte hasta el camino
real por el poniente, y hasta la cerca actual por el Sur. No sa­
be cómo ni por qué tomó posesión D. Eduardo Verduzco,
del Sur; D. Mariano Méndez, del oriente. Para el lado de La
Loma se posesionó un D. Trinidad Díaz, reconociendo este
terreno dizque por el Lie. [Francisco] Silva. En este caso, co­
mo en otros muchos, el pueblo no reclamó, tal vez por desi­
dia o quizás por no entrar en dificultades.2
El Sauz de Magaña
El Sauz lo reconocía D. Mariano Méndez, pero no sabe cómo
se hizo de él.3
El Zapote
Estaba chico aún, cuando los vecinos del pueblo sembraban
de su cuenta; y recuerda que él iba a pepenar, y no recuer­
da que alguien se hubiera presentado a recoger renta. Por
esto y porque no oyó decir lo contrario, asegura que el pue­
blo sembraba como dueño. Después sin saber por qué ni
cómo, vio que unos señores Cuevas, vecinos primero de Ate-
cucario, después de El Huamuchil, finalmente, de este pue­
blo, a lo menos Don Ignacio de la Cueva, empezaron a reco­
nocer del camino real a la cerca, siguiendo a nombre del
pueblo del camino real para abajo. Aún no existía la casa de
El Zapote. Lo que poseían estos señores pasó luego a poseer­
2 Cf. AMZ, Juzgado de Distrito, Civil 1870, Bienes testamentarios de Guadalu­
pe B. Castro.
3. Cf. AMZ, Notarías, Protocolos, Indalecio Haro 1865, ff. 97v-98.

153
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

lo un señor [Rafael] Vera (padre o abuelo de los PP. Veras,


de Zamora).4
En este tiempo el pueblo reconocía de la cerca para arri­
ba. Cuando el Lie. Trujillo vino a hacer el deslinde, Don Pa­
blo Mariscal, que era el perito nombrado por el pueblo, al
fijar los linderos de la Comunidad con El Zapote (al pueblo
ya lo habían privado del conocimiento de El Zapote) señaló
los linderos como reconocidos por él, un poco más abajo de
donde está la cerca actual desde el frente del casco de la fin­
ca hacia el norte. Don Antonio Garibay señaló contra lo di­
cho por Don Pablo, también la parte de arriba comprendi­
da dentro de la continuación de la cerca actual. El Lie.
Trujillo y el Gobierno reconocieron, no se sabe por qué, lo
dicho por Don Antonio Garibay.
El Potrero de Sandoval, que linda con el Tacari
No sabe por qué causa D. NN se posesionó del Potrero de la
Joya. El Pueblo no pudo recuperar este potrero sino previa
una indemnización de seiscientos pesos, cantidad que pro­
porcionó Don Jesús Loera. Para reintegrarle a Don Jesús es­
ta cantidad, el pueblo reunió trescientos pesos, y los trescien­
tos restantes los sacaron de la venta de este potrerito de
Sandoval. El propio Don Eusebio [Cruz] intervino en esta
venta con el fin indicado.
Potrero de Navarrete
Oía decir que las tierras de abajo las tenía Don Antonio Ga­
ribay , y cree que en el reparto que hubo alrededor del pue­
blo en fracciones de una hanega cinco almudes, los favore­
cidos las han de haber vendido (ignoro si en su justo precio
o no) al citado Don Antonio Garibay, y que este señor tiró

4. Cf. Ibid. f. 119v; Pablo Vargas, 1888, f. 4 y 1890, f. 33.

154
A pé n d ic e i

sus linderos más arriba; pues los indígenas se quejaban de


que les había robado el resto de la ladera (la parte de arriba).
Potrero de Nepomuceno García.
Este potrero, así como lo que reconocen los herederos de
Don Ramón García y los Pachecos, lo poseía Don Antonio
Garibay.
Cree que algunos de los que encabezaban por un año a
la Comunidad recibieron algo a cuenta de tierra, pero sin
consultarlo con los indígenas. Los indígenas se quejaban de
que Don Antonio Garibay tiraba cercas a su gusto y recuer­
da que una vez le reclamaron, pero sin resultado favorable
para el pueblo. Con motivo de una cerca que iba a tirar Don
Antonio Garibay, se suscitaron serias dificultades entre éste
y los indígenas; pues la parte de cerca levantada por los sir­
vientes de D. Antonio la tumbaban por la noche los indíge­
nas. Esto se repitió varios días, hasta que Don Antonio hizo
valer ante la Autoridad los recursos de que disponía, y con
la prisión de algunos indígenas terminaron estas dificultades.
Después, Don Jesús Loera, encabezado, habló con la comu­
nidad sobre la conveniencia de gestionar las tierras que tenía
Don Antonio, pero la comunidad contestó que un troncón
chueco del pie y clavado, si se le quiere sacar, cuando está ya
flojo se le estira para fuera y parece que va a salir, pero no
sale. Que así son los negocios con don Antonio: muy difíci­
les. Que él viera si podía arreglar algo. Don Eusebio ignora
si Don Jesús Loera habló con Don Antonio y si tuvo de su
cuenta y sin informar al pueblo, algún convenio con Don An­
tonio.5 Refiriéndose a la reclamación de que se habló, dice
Don Eusebio Cruz que Don Antonio decía que volvería a la
comunidad las tierras cuando se juntaran todos los indíge­
nas, que ponía esta condición, sin duda, porque veía que no
se juntarían todos, toda vez que no se presentarían aquellos
5. Cf. AMZ, Notarías. Protocolos, José Ma. Ochoa, 1869, f. 2.

155
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

que habían recibido dinero ocultamente. Además, él, como


otros muchos, oyó decir que cuando a Don Antonio se le qui­
so ordenar sacerdote un hijo (Don Manuel) el Ilustrísimo
señor obispo le puso como condición que volviera Don An­
tonio al pueblo de Atacheo, las tierras que le había usurpa­
do, y como no quiso cumplir con esta condición, su hijo Ma­
nuel no pudo ordenarse.
Potrero de Don Trinidad Pacheco
Está situado en seguida y al lado oriente del potrero de Don
Nepomuceno García. Sucedió como en el anterior.
Los Nogales
Una parte fue enajenada por un Contreras, que no vivía en
el pueblo, pero que al saber que había habido un reparto,
vino preguntando que si a él también le asignarían algo; y
creyéndose con derecho (era indio de Atacheo) vendió una
porción de tierra, quién sabe cuánta sería, y se volvió al lu­
gar donde estaba radicado. Otra parte fue enajenada por el
Lie. Trujillo. No sabe lo que vendió Contreras.
Parte que linda con Milpillas
Don Antonio Padilla estaba casado con una tía de Don Eu-
sebio Cruz; como ella era indígena, Don Antonio Padilla y
su hermano Basilio pudieron sentarse en aquellas tierras pa­
ra cultivarlas y sacar lo necesario para vivir. Después no sa­
be lo que pasó.
Fracciones de Moreno y la parte que queda entre la Zepedeña y la
Barranca Fragosa
Estaba en posesión de ellas Don Antonio Garibay, pero no
sabe desde cuándo ni cómo. La cuchilla que queda desde el
límite de la Zepedeña hasta la Barranca Fragosa, cree que se
156
A pé n d ic e i

quedó nomás olvidada, que no ha habido hasta la fecha ope­


ración ninguna por parte del pueblo ni de ningún encabeza­
do. Así que los indígenas ocupados en lo que estaba más cer­
ca del pueblo insensiblemente dejaron aquello abandonado,
y como no había quien reclamara, tal vez los indígenas de
Ecuandureo sin sujetarse a los linderos que les marcaban sus
títulos, reconocieron hasta acá, o tal vez los actuales posee­
dores de su propia cuenta se extendieron hasta la Fragosa
sin título para ello.
La Zepedeña
Lo que es propiamente la Zepedeña, lo conoció en poder de
Don [Rafael] Zepeda, pero ni supo ni oyó decir cómo entró
a poseerlo el citado señor.
El resto del potrero que sigue de la Zepedeña hasta lindar con El
Juaquique.
Un día se presentó el Lie. Trujillo y le dijo: Oye, Eusebio, yo
quiero que me presten este potrero para sacar quinientos pe­
sos y ya no los vuelvo a molestar. Préstenmelo, sea para ven­
derlo o para arrendarlo; lo que yo quiero es sacar de él los
quinientos pesos.
—Yo no lo puedo prestar para que lo venda; pero pa­
ra que lo arriende yo hablaré con la Comunidad.
Reunió él a la Comunidad y le dijo lo que pretendía el
Lie. Trujillo, y les recomendó que por ningún motivo fueran
a convenir en la venta, que mejor le reunían el dinero. Po­
cos días después vino al pueblo el Lie. y reunió a la Comuni­
dad; y como NN. notara que Don Eusebio no entraba a don­
de estaba el Licenciado le dijo: Entra, Eusebio, a hablar con
el licenciado.
—No, yo no entro, porque ustedes están facultando al
licenciado para que venda, y yo voy a dejar hoy mismo la re­
presentación del pueblo porque no hace lo que yo digo.
—No se trata de venta; simplemente le vamos a dar per­
157
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

miso para que arriende, como lo pueden decir todos los que
están hablando con él, y el Licenciado no quiere que tú de­
jes la representación. (Todo esto lo estuvieron confirmando
los que estaban hablando con el licenciado).
Entonces NN. entró y habló con él, y le dijo que allí es­
taba Don Eusebio y lo que decía. Sale luego el licenciado y
le dice que estaba arreglando, no la venta, sino el arrenda­
miento; y que no quería que lo dejara solo. Así es que el pue­
blo y él como encabezado, dio al licenciado permiso para que
arrendara, no para que vendiera, y esto siguieron creyendo
los indígenas. Después pasó lo de siempre: le quitaron al
pueblo el conocimiento de ese potrero.
El Juaquique [o Tahuige]
Lo poseía Don Rafael Vega Penilla; pero ignora por qué
razón. Ignora si cuando él estaba chico, el pueblo poseía ese
potrero.
La Mina.
Con excepción de unos pedazos que reconocían unos
señores Vegas (para el lado de Atacheo) el resto (para el la­
do de Atecucario) lo reconocía el pueblo. Ignora cómo se po­
sesionaron de esa porción de tierra los señores Vegas de que
habla, y cómo perdió el pueblo el resto hasta la puerta de La
Mina. Lo que sí recuerda es haber oído decir que alguien
sembró tabaco en la barranca que sube de El Juaquique en
tiempo en que el tabaco estaba monopolizado [¿1843?] y sólo
podían cultivarlo en Orizaba. Lo supo el Gobierno, y como
estaba plantado en terreno del pueblo, sobre el pueblo re­
cayó una multa de cien pesos. No pudiendo pagar el pueblo
esa multa, la pagaron unos señores Vegas quienes en cam­
bio de esto se quedaron con una porción de tierra de la Co-6

6. Protocolos, I. Haro, 1864, f. 76.

158
A p én d ic e i

munidad, y que según él oyó decir, fue la Tinaja (en El


Huamuchil); pero ignora si también se tomaron en com­
pensación la parte de tierra [del lado de Atacheo]
Potrero de Pacheco, en la parte que estájunto al pueblo; potrero de
Ramón García (hoy de sus herederos)
En su tiempo el pueblo poseía esa tierra, y cree que algunos
de los que encabezaban por un año a la Comunidad recibie­
ron algo a cuenta de tierra, pero sin consultarlo con los
indígenas. Don Antonio Garibay fue el que tomó posesión de
estas tierras y tiró las cercas a su gusto. Recuerda que en una
ocasión le reclamaron pero sin resultado favorable para el
pueblo. De estos potreros cabe decir lo que se dijo de los otros
de que se posesionó Don Antonio Garibay.
El Huamuchil
Recuerda que tanto en Las Mesitas como en el Palodugal, el
pueblo obraba libremente, pero ignora cuándo y cómo dejó
de reconocer esta parte. La parte que está de este lado de la
barranca, también la disfrutaba el pueblo; pero vino un señor
apellidado Mares y tomó posesión de esa parte, y desde en­
tonces se la llamó El Mareño. No sabe cómo se posesionó
[Santiago] Mares de esa parte de tierra7 El potrero llamado
La Tinaja y el denominado Los Charcos ya estaban, en su
tiempo, en poder de [Los Vegas que pagaron la multa por
“un tabacal sembrado de contrabando”]
La Labor
En la parte comprendida de la cerca de nopal que está arri­
ba de donde está fincada la casa de la hacienda, para arriba,
vivían unos señores Martínez. De allí para abajo, y acer­
7. Cf. Ibid.

159
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

cándose a la cerca de El Huamuchil, [vivían] Don Antonio y


Don Joaquín Vega y un señor Arévalos (¿José María?). Cer­
ca de la presa de El Padilleño, Don Mariano Padilla. Ignora
si hubo algún reparto en esa región, y si los señores indica­
dos compraron sus derechos a los favorecidos...

160
APENDICE II

Solicitud de Restitución*
Michoacán de Ocampo
Comisión Local Agraria
Dirección número 346.
“Ciudadano Sr. Gobernador del Estado Libre y Soberano de
Michoacán de Ocampo.-Miguel de la T. Regalado, repre­
sentante de Santa María Atacheo, Distrito de Zamora, del pro­
pio Estado, y actualmente Coronel del Ejército Constituciona-
lista, ante usted con el debido respeto expongo: que en cum­
plimiento de mis deberes, como representante de los indíge­
nas y comuneros del pueblo ya citado, según carta autorizada
que al efecto tengo la honra de adjuntarle, paso a hacer las de­
signaciones y peticiones ante el Ejecutivo de ese Estado que us­
ted dignamente gobierna y que son las que manifiesto ensegui­
da:
Hace más de 40 años que mis representados han venido su­
friendo el yugo de la esclavitud, por haber sido despojados de
las tierras que desde tiempo inmemorial les fueron legadas por
los Gobiernos Virreynales, como les fue legado a todos los
demás pueblos de la República, dichas tierras, para que hicie­
ren uso de ellas, como Fundo Legal y Ejidos, único patrimonio
para subsistir ellos y sus generaciones; sufriendo también atro­
pellos, prisiones, destierros, vejaciones y otra clase de abusos

Periódico Oficial del Estado de Michoacán de Ocampo, 18 de junio de 1916.

161
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

que no me es permitido asentar en este informe por ser exa­


geradamente inmoral. Habiendo sido más fuertes las persecu­
ciones para el pueblo desde que abrazamos la causa de mil no­
vecientos diez, iniciada por el Presidente Mártir Don Francis­
co I. Madero, y habiendo llegado el caso al grado de querer
exterminarme por el simple hecho de llevar la representación
del pueblo de Atacheo.
C. Señor Gobernador: Hoy que la Revolución triunfante, tra­
ta de llevar a cabo las promesas del Plan de San Luis Potosí,
sostenidas por el Plan de Guadalupe según decreto de fecha 6
de enero de 1915, expedido en la H. Veracruz por el C. Pri­
mer Jefe del Ejército Constitucionalista Don Venustiano Ca­
rranza, y apoyándome el citado Decreto para cumplir con mis
deberes como representante de la comunidad ya indicada, so­
licito respetuosamente de esa Entidad Federativa que es a su
digno cargo, proceda a restituir las tierras o Ejidos, que a di­
cho pueblo le fueron legadas desde tiempo inmemorial, como
he dicho antes; pasando por el honorable conducto de usted a
la comisión designada para el efecto. En virtud de lo expues­
to anteriormente, designaré las personas que indebidamente
poseen tierras, en el perímetro que como Ejidos ha reconoci­
do el pueblo de Atacheo y que son las que enumero en segui­
da:
Por el viento Oriente. Lindando con Tlazazalca. Un cerro lla­
mado “El Tacare” que posee el Lie. Francisco C. García, veci­
no de Zamora, y que reside en la Capital de la República, ig­
norándose su domicilio. Un terreno llamado el Sauz de Mén­
dez, que poseen los herederos del finado Don Miguel Magaña,
con residencia en el mismo rancho; un terreno llamado “Las
Cu evitas” que posee Ramón Patiño, vecino de Atacheo, con re­
sidencia en Zamora; un terreno llamado “La Huizachera”, que
posee doña María Padilla residente de Atacheo; unos terrenos
llamados “La Magueyera” y “La Tabla de Tío Cruz”, que los
posee don Juan José Patiño, que reside en Atacheo; un terre­
no llamado “La Tierra de Aimaras”, que poseen los herederos

162
A p én d ic e ii

de don Prudencio Dueñas, que residen en el mismo pueblo;


un terreno llamado “La Crucillera”, que poseen los herederos
del finado Francisco Sandoval, que residen en el mismo lugar;
un terreno llamado “Las Tierras de Tío Sepúlveda” que posee
don Isidro Fajardo, que reside en el pueblo de Ixdán; un te­
rreno llamado “Los Zapotitos de Villa” que posee doña Bacilia
Garibay, residente en Atacheo; otros terrenos más llamados
“Las derritas Coloradas”, que poseen los señores Jesús Delga­
do y Francisco Cruz, el primero con residencia en Zamora y el
segundo en Atacheo.
Por el Norte. Lindando con el pueblo de Ecuandureo un te­
rreno llamado “el Puerto de Moreno” que lo poseen varias per­
sonas; uno llamado “El Rancho de Sn. José” que lo posee don
José Alvarez Malo, con residencia en Ecuandureo; otro rancho
llamado “Moreno” que lo posee don Wenceslao Valencia que
reside en Ecuandureo; otro que poseen los herederos del fina­
do don Rafael Sánchez, conocido con el nombre de “La Joya”
y residen los poseedores en el mismo lugar; un terreno llama­
do “Los Nogales”, que posee don Marcial Aviña, que reside en
el mismo; otro terreno llamado “Las Tierras de los Nogales”
que lo poseen Don Tomás Padilla con residencia en el mismo;
otro más llamado “Las Hilachas” que lo poseen los herederos
del finado don Hilario Bravo, que residen en el lugar; otro co­
nocido con el nombre de “El Moral” que lo poseen los señores
Dionisio Morales y Félix del mismo apellido, residentes en el
lugar; otro terreno que posee don Antonio Torres y reside en
el mismo lugar; otro conocido con el nombre de “El Moral”
que posee don Trinidad Pacheco, que reside en Zamora; otro
más llamado “La Presa” que posee don Francisco C. García;
otro terreno llamado “La Cruz”, que posee don Nepomuceno
García residente en Atacheo; otro llamado “La Ladera Gariba-
yeña” que lo posee don Guadalupe Navarrete que reside en
Zamora; otro llamado “La Boca de la Barranca” que posee don
Ramón García, residente en Atacheo; otro llamado “Los Gua­
yabos” que lo poseen los herederos del finado don Antonio
Hernández residente en Atacheo; otro nombrado “Las Tierras

163
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

de los Zapotes” que lo poseen los señores Trinidad Pacheco y


Ramón García ya indicados antes; otros terrenos llamados “El
Palo dulzal” y “Los Juaguiques” que los posee don Guadalu­
pe Garibay que reside en la hacienda de Atecucario y un te­
rreno conocido con el nombre de “El Cerro Grande” que lo
poseen los herederos del finado don Luis Verduzco López,
que residen en Zamora.
Por el Poniente. Lindado con el pueblo de Ario e Ixtlán.
Un terreno llamado “El Puesto del Sauz de Arriba” que lo po­
seen varias personas, el rancho lo poseen los herederos de
doña Librada Pérez, que residen en Zamora; otro terreno del
mismo puesto llamado “La Nopalera”, que lo poseen los here­
deros del finado Ramón Méndez y varios vecinos que residen
en el mismo lugar; otro terreno llamado “Las Majadas” que lo
posee don Macario Gómez con residencia en Zamora; otro te­
rreno llamado “Las Torcazas” que lo poseen los herederos del
finado Mariano Cacho, que residen en el mismo terreno, otro
más llamado “Tierras Blancas” que lo poseen los herederos del
finado don Luis Verduzco López, ya citados; otro terreno lla­
mado “El Puesto de la Rinconada” que lo posee el Sr. Lie. Fran­
cisco García, ya citado; conteniendo dicho puesto, dos ranchos
anexos, llamado “El Pochote” y el otro “Las Lajitas”, así como
una parte de los terrenos que ocupa la hacienda de “El Cerri-
to” y pertenecen a dicho puesto y al mismo Sr. García; otro te­
rreno llamado “El Puesto del Sauz de Abajo” que lo poseen los
herederos del finado don Nicolás del Río, que residen en Za­
mora; otro terreno llamado el “Puesto de Atécuaro”, que lo
poseen los herederos del difunto don Luis Verduzco López,
ya citados y otros vecinos que poseen pequeñas partes de te­
rreno que residen en el ya citado rancho; otro terreno nom­
brado con (sic) “Los Charcos”, “La Tinaja”, “Las Mesas”, “Las
Becerras” y un rancho entre ellos llamado “El Huauchilt”, que
los poseen los herederos de don Ignacio Esqueda o Natividad
Pérez de Esqueda, residentes en Zamora; otro llamado “Las
Higueras Garibayeñas” que las poseen los herederos del fina­

164
A p é n d ic e ii

do don Jesús Pacheco, residente en Atacheo; otro llamado “Las


Higueras Vegueñas” que lo poseen los herederos del difunto
Dn. Isidoro Peña, residentes en Atacheo; otro terreno conoci­
do con el nombre de “Las Tierras de la Barranca” que lo po­
see don Ramón García, ya citado; otro conocido con el nom­
bre de las tierras de “Cuadra”, que las poseen Jesús Cuadra,
Miguel Zepeda, Jesús Dueñas y Vicente Maldonado; otros te­
rrenos llamados “Los Zapotes del Tío Pedro Regalado” que lo
posee don Ramón Maldonado con residencia en Atacheo; otro
nombrado “Las Tierras del Palito Verde” que las posee el Lie.
Francisco C. García, ya antes citado; otro terreno llamado “Las
Tierras del Paso” o “Las Tierras Alfareña”, que lo poseen los
herederos de don Francisco Delgado, que residen en Atacheo
y un terreno llamado “El Cañaveral del Padre Ceja” que lo po­
seen los señores Juan José Peña, ya citado, y Luis Villa, resi­
dente en el mismo lugar.
Por el Sur. Lindando por una parte con el pueblo de Tlazazal-
ca, y en seguida con el pueblo de “Viejo de Santiaguito”, “La
Estancia de Amezcua” y el pueblo de San Francisco El Teco.
Un terreno llamado “El Puesto de Romero” que lo poseen don
Jesús Torres en su mayor parte, don Manuel Guzmán y Don
Jesús Gutiérrez; los primeros con residencia en Zamora y el se­
gundo en Jacona; otro terreno llamado “Rancho Nuevo” que
lo posee el Lie. Francisco García ya citado, otro rancho llama­
do de “La Labor” y “el Padilleño” que lo posee en la actualidad
el Sr. Jesús Torres, ya citado, perteneciente este terreno al Lie.
García, ya mencionado; otro terreno llamado “Las Tierras de
la Puerta” y “El Salitrillo” que las poseen don Trinidad Pache­
co y Jesús Dueñas ya antes indicados; un terreno llamado el
“Puesto del Lindero” que lo posee el antes mencionado Lie.
Francisco C. García; un rancho llamado “El Zapote” que lo po­
see el Sr. Rafael Márquez Mora, que reside en Zamora; un te­
rreno llamado “Las Tierras de la Calera” que lo poseen los he­
rederos del difunto don Prudencio Dueñas, ya mencionados;
otro terreno conocido con el nombre “El Patullo” que lo posee

165
LOS AGRARJSTAS DE ATACHEO

Dn. Trinidad Pacheco ya citado y Doña Jesús Sandoval resi­


dente de Atécuaro y un terreno llamado “La Tabla Larga”, que
se dice ser dueño Don Ramón Peña, ya antes mencionado.
En conclusión de lo expuesto, debo manifestar a esa supe­
rioridad, que el pueblo de Santa María Atacheo, no cuenta con
fundo legal, por estar las posesiones de varios tenedores has­
ta lo más céntrico del pueblo ya citado.
Para terminar remito a esa Entidad Federativa los documen­
tos encontrados hasta aquí, que amparan la propiedad de las
tierras de dicho pueblo, no pudiendo remitir los origniales por
carecer de ellos, por razón de que el tantas veces mencionado
Francisco C. García pudo extraerlos y reservarlos hasta la pre­
sente; constando los documentos que remito de los legajos si­
guientes: primero, un legajo que se relaciona con la fundación
original del pueblo y que demarca, a la vez, los 7 puestos que
contienen los terrenos de Atacheo, conteniendo dos fojas úti­
les; un legajo que contiene 21 hojas y un plano útiles; que de­
muestran la colindancia y división del pueblo de “Los Reyes
Ecuandureo” con el de Atacheo, así como otras relaciones de­
mostrativas de que los indígenas poseían sus tierras con sus
respectivos títulos originales; más un legajo que acredita mi
representación de los indígenas del pueblo de Atacheo, con­
tiene tres fojas útiles.
Finalmente, ruego a esa Superioridad me sean devueltos los
legajos o documentos ya citados, por serme indispensables pa­
ra otros usos y exigirlo así mis representados. Constitución y
Reformas.-México, 18 de mayo de 1916.-E1 Representante, y
Coronel, Miguel de la T. Regalado. Rubricado.-Al C. Sr, Gober­
nador del Estado de Michoacán.-Morelia, Mich.
Lo que se hace sabe a los interesados para que en el plazo de
30 días contados desde la fecha de la publicación de este escri­
to, se presenten a deducir sus derechos los que pretendan opo­
nerse.

166
A pé n d ic e ii

Constitución y Reformas.-Morelia, junio 8 de 1916.-E1 Secre­


tario de la Comisión Local Agraria, F.N. Chávez.

167
APENDICE III

Acta de posesión definitiva


Santa María Atacheo*
En el pueblo de Santa María ATACHEO, de la municipalidad y
Distrito de Zamora, del Estado de Michoacán, a las ocho horas
del día 14 de Septiembre de mil novecientos veinte y siete, reu­
nidos en un paraje público del propio pueblo, el Representan­
te de la C. N. Agraria, C. Ingeniero Germán Hernández, el C.
Luis García, Presidente del Comité Administrativo, el C. Agus­
tín García, Presidente suplente, el C.J. Dolores Aguíñiga, Te­
sorero Suplente, los C.C.J. Antonio Zepeda, José María Negre-
te y José Sánchez, Presidente, Secretario y Vocal respectiva­
mente, del Comité Particular Ejecutivo de este mismo pueblo,
el C. Isaías Garibay, Jefe de Tenencia del pueblo y un gran
número de los vecinos del pueblo, con derecho a dotación, con
el objeto de proceder a dar cumplimiento a la Sentencia del C.
Presidente de la República, dictada con fecha 7 de julio de
1927, la cual en sus puntos resolutivos dice:
PRIMERO. Es de modificarse y se modifica la resolución dic­
tada por el C. Gobernador de Michoacán, en 25 de abril de
1924, en los términos siguientes:
SEGUNDO. No es procedente la solicitud de tierras, que hi­
cieron los vecinos del pueblo de Santa María Atacheo, Munici­
pio y ex-Distrito de Zamora, de la expresada Entidad Federa­
tiva, en escrito de 18 de mayo de 1916.

* AMZ, Fomento, 1927, exp. 7


Nota: Se corrigió la ortografía del Acta para su mejor comprensión.

169
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

TERCERO. Se dota al mismo pueblo de Santa María Atacheo,


con 3374 H. TRES MIL TRESCIENTAS SETENTA Y CUA­
TRO hectáreas de tierras, las que, con sus acceciones, usos, cos­
tumbres y servidumbres, se tomarán de los inmuebles que a
continuación se expresan, en la forma siguiente: de la Ha­
cienda de Santiaguillo, 2828 H. DOS MIL OCHOCIENTAS
VEINTIOCHO hectáreas de tierra, de las cuales, 36 H.
TREINTA Y SEIS hectáreas serán de riego, 790 H. SETE­
CIENTAS NOVENTA hectáreas, de temporal, y 2002 H. DOS
MIL DOS hectáreas, de temporal en la parte cerril de la ha­
cienda de Atecucario, localizándolas de acuerdo con el plano
que forma el Departamento Técnico de la Comisión Nacional
Agraria, aprobado por quien corresponda
CUARTO.
QUINTO.
SEXTO
SEPTIMO.
OCTAVO.
NOVENO.
DECIMO.
UNDECIMO.
Dada en el palacio del Poder Ejecutivo de la Unión, en Méxi­
co, a los siete días del mes de julio de mil novecientos veinti-
siete.-P. ELIAS CALLES.-Rúbrica.-PRESIDENTE CONSTI­
TUCIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.-
Se dio principio a la diligencia, dando lectura a la Resolución
Presidencial mencionada, y a continuación el C. Ingeniero
Hernández, en unión de todos los presentes, se dirigió a iden­
tificar la susodicha superficie [de] tres mil trescientas setenta y
cuatro hectáreas, para lo cual se procedió a deslindar en pri­
mer término, los terrenos con que resulta afectada, de acuer­
do con la resolución, la Hacienda de Santiaguillo.-Al efecto, te­
niendo el plano aprobado a la vista y bajo la dirección técnica
del citado Ingeniero, la comitiva se detuvo en el paraje deno­
minado “puerta del salitrillo”, cuya puerta se encuentra sobre
el camino real que conduce del pueblo a la Ciudad de Zamo-

170
A p én d ic e iii

ra,y es triple lindero entre el predio denominado Rancho del


Zapote, el denominado Rancho de La Labor y los antiguos te­
rrenos de la Hda. de Santiaguillo. En este punto se inclinó el
recorrido para lo cual se caminó por el ya referido camino re­
al, con dirección sur-oeste y mil setecientos metros aproxima­
damente, llegando a cuyo punto y dejando el camino que se
venía siguiendo, se dio vuelta a la derecha y recorrieron al nor­
oeste, trescientos metros, sobre una cerca alambrada, de cuyo
punto, con dirección sur-oeste, sobre un bordo de tierra, se re­
corrieron mil y trescientos metros aproximadamente, sobre un
bordo también; todo este recorrido, dando colindancia por el
lado derecho, con el rancho de la Labor, propiedades pequeñas
de Pacheco y Durán, y en los últimos quinientos metros que es
sobre el bordo de la presa llamada de “Los Alvarez”, con terre­
nos ya de la Hacienda de Santiaguillo. Identificado que fue el
extremo del bordo, se dio vuelta hacia la izquierda y con rum­
bo sur-este, se recorrieron cuatrocientos metros, pasando jun­
to a un jacal viejo y hasta encontrar la margen derecha de un
arroyo que corre de este a oeste y que llaman “arroyo prieto”;
en dicha margen se clavó una estaca y la comitiva dio vuelta a
la izquierda nuevamente, para caminar de oeste a este y sobre
la ya referida margen derecha del arroyo, hasta encontrar nue­
vamente el camino de Zamora, sitio en que existe un puente
de manipostería; con la misma dirección continuamos cami­
nando, pero ya no sobre la margen del arroyo, sino a campo-
traviesa, caminándose en total, desde que se tomó este rumbo,
una distancia de dos leguas aproximadamente, habiéndose he­
cho alto hasta el sitio en que se obtuvieron. Hasta hace pocos
años, se usaba para conducir aguas, procedentes del río Due­
ro para regadío de los terrenos que se están deslindando. En
dicho sitio se hizo alto y se mandó clavar una gruesa estaca y
sobre la misma se levantó una mojonera provisional de prie-
dra y como de un metro de altura. Dando vuelta a la izquier­
da, se continuó sobre la margen izquierda del canal, con direc­
ción predominante nor-oeste y mil doscientos metros aproxi­
madamente, hasta un lugar en que se encontró el antiguo lin­
dero de la posesión provisional del mismo pueblo. De este lu-

171
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

gar, se giró ligeramente a la derecha para caminar con rum­


bo nor-este, en línea recta, ochocientos metros hasta encontrar
el extremo este del pequeño rancho llamado “el Sáuz” o “Sau­
ce”; al llegarse a este lugar, el C. Presidente del Comité Admi­
nistrativo preguntó al C. Ingeniero si iban a ser entregados los
terrenos del rancho antes nombrado, a lo cual el Ingeniero le
informó que esa superficie de terreno, la cual es aproximada­
mente de seis a ocho hectáreas, estaba inclinada en la dotación
actual, de acuerdo con lo que indica el plano aprobado que se
tenía a la vista; en vista de lo cual, el pequeño terreno de refe­
rencia, debería hacerse figurar dentro del perímetro que se es­
taba deslindando; pero que en virtud de que, según manifestó
el C. Presidente Administrativo, a saber, que ese pequeño ran­
cho es una pequeña propiedad de los señores hermanos Ma­
gaña, y en cuyo dicho, todos los presentes estuvieron acordes,
dicha pequeña propiedad debería ser respetada, a reserva de
que la superficie de terreno respectiva, sea compensada por
terrenos de igual calidad y por el I ngeniero que oportunamen­
te será comisionado por la Delegación para verificar el amojo­
namiento definitivo de los ejidos que se están deslindando.-
Hechas estas aclaraciones y estando conformes todos los pre­
sentes, se continuó el recorrido, caminando con el mismo rum­
bo anterior, por la izquierda de una cerca doble y quinientos
metros hasta encontrar una cerca que corre de este a oeste y
que da colindancia entre los terrenos que se están deslindan­
do y el rancho de “El Zapote”. Hasta este punto, la colindan­
cia por la derecha ha sido con el resto de los terrenos de la Ha­
cienda afectada de Santiaguillo; se continuó, dando vuelta a la
izquierda, caminando a la izquierda de la cerca a que ya se hi­
zo referencia, al oeste trescientos metros, al nor-oeste quinien­
tos setenta metros, en cuyo punto se encontró cerca de alam­
bre y dando vuelta ligera hacia la izquierda; se caminaron al
sur-oeste ochocientos ochenta metros y por último con rum­
bo nor-oeste nuevamente por la izquierda del mismo alambra­
do, se caminaron quinientos metros aproximadamente siem­
pre, llegando así al punto en donde se había iniciado el reco­
rrido, quedando por lo tanto, deslindada esta parte de la afec-

172
A pé n d ic e ni

tación de Santiaguillo. A continuación, siendo las trece horas,


se transladó la comitiva al vértice nor-este del rancho del Za­
pote también, para iniciar el deslinde de la otra parte de los te­
rrenos que se le afectan a Sandaguillo en la parte cerril, para
lo cual se caminó hacia el sur colindando con el rancho ante­
rior, por la derecha, una distancia de 570 metros, clavándose
en este sitio una estaca y sobre ella una mojonera provisional
de piedra; de aquí, dando vuelta a la izquierda, cerro arriba,
se caminaron con dirección Este, en línea recta, mil quinientos
metros aproximadamente, hasta encontrar dos cercas que se
reúnen en ángulo agudo que apunta al oeste, y que es el extre­
mo idem, del predio conocido con el nombre de “El Torreño”,
de cuyo paraje se continuó el recorrido por el lado izquierdo
de la cerca doble que marca el lindero norte de esa propiedad,
con antiguos terrenos de Santiaguillo y actualmente, con los te­
rrenos que se están deslindando, caminándose en esa forma
hasta llegar al extremo sur-este del Torreño, punto más próxi­
mo a la línea de torres de la línea de potencia eléctrica de la
“Guanajuato Power Co”. Identificado que fue este paraje, se
trazó una línea recta de poniente a oriente, por la cual se ca­
minó hasta encontrar la ya referida línea de torres, de cuyo
punto se dio vuelta a la derecha para caminar por toda esa línea
que es la que marca la línea de afectación, siendo su dirección
nor-este y dos mil seiscientos metros aproximadamente, lle­
gándose entonces a una cerca doble de piedra, que marca lin­
dero entre los antiguos terrenos y un rancho llamado Las Ga­
llinas. En este punto se acordó suspender el recorrido, en vis­
ta de que estaba próxima la hora de obscurecer; se acordó tam­
bién dar por terminado en la forma actual el recorrido, supues­
to que todo el lindero que faltaba de recorrerse, es perfecta­
mente conocido a todos los circunstantes y no hay género al­
guno de duda sobre ellos, de manera que pueden ser identifi­
cados en cualquier momento; por otra parte, porque todo ese
lindero esta demarcado por cercas de piedra, que marcaban
linderos antiguos de la Hacienda con sus colindantes: en toda
la cerca que corre al norte, con el rancho de las Gallinas; la cer­
ca que corre de este a oeste, con pequeños propietarios del ran-

173
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

cho de Moreno y por último, las cercas que corren de norte a


sur, colindan hoy con pequeñas propiedades de vecinos del
mismo pueblo. Por último se hizo la consideración de que son
los mismos linderos que han venido demarcando la posesión
provisional que recibieron en 1924. En todo lo anterior, estu­
vo enteramente de acuerdo el C. José Ortiz, que asistió a la di­
ligencia, como representante del propietario de la finca afec­
tada. En vista de lo anterior, siendo las diez y ocho horas, se
suspendió la diligencia, dándose por concluido el deslinde de
los terrenos afectados a la Hacienda de Santiaguillo como se
dijo antes, y para continuarla el siguiente día 15 de septiem­
bre, y que deberá consistir en deslindar los terrenos que se
afectan a la Hacienda de Atecucario.
El día 15 de septiembre de 1927, reunidas las mismas perso­
nas que se relacionaron al principio de la presente acta, en el
pueblo de Santa María Atacheo, siendo las ocho horas, el Ciu­
dadano I ngeniero Hernández, Representante de la C.N. Agra­
ria, declaró reanudada la diligencia de deslinde de los terre­
nos que se van a entregar en posesión definitiva a Atacheo; de­
biéndose deslindar el día de hoy, la afectación a la Hda. de Ate­
cucario, formada la comitiva, procedió a transladarse al para­
je denominado “puerta de Las Lajas” en donde oportunamen­
te había sido citado el propietario o encargado de la Finca; lle­
gado que se hubo a dicho sitio, se procedió a esperar como
veinte minutos la llegada del propietario o encargado, y como
nadie se presentó, se dio principio al recorrido en este lugar,
para cuyo efecto se caminaron con rumbo al oriente, ciento
cincuenta metros aproximadamente, sobre la izquierda de una
cerca doble de piedra hasta encontrar una barranca muy pro­
funda y que a la sazón trae aguas pluviales en gran cantidad,
caminándose entonces por su margen derecha y aguas arriba,
una distancia aproximada de dos kilómetros, hasta encontrar
una cerca de piedra con dirección nor-este y doscientos cin­
cuenta metros, en los cuales linda el terreno que se está des­
lindando con los que el día anterior fueron deslindados de
Santiaguillo; se continúa por una cerca que corre al norte con

174
A pé n d ic e ni

varias inflexiones, llegando junto al caserío del rancho de Mo­


reno, con el cual colinda por el lado derecho de como se viene
efectuando el recorrido, tomándose entonces la misma cerca,
que continúa con dirección nor-oeste, cerro arriba y con algu­
nas ligeras inflexiones, durante una distancia aproximada de
tres kilómetros, en cuyo extremo termina la colindancia con los
pequeños propietarios del ya referido rancho de Moreno, en­
contrándonos, sobre un pequeño cerro, una cerca doble de pie­
dra transversal que da colindancia ahora con pequeñas propie­
dades de vecinos del pueblo de Ecuandureo; colindando con
los anteriores, seguimos la cerca y que corre de este a oeste,
dando vuelta a la izquierda con dicho rumbo y ascendiendo la
rápida cuesta del Cerro Grande. Caminamos novecientos me­
tros horizontales aproximadamente, hasta llegar al copete del
cerro, sitio en que se hizo alto y se clavó una estaca y se proce­
dió a trazar una línea recta de dirección norte sur, que partien­
do de este sitio, llega al punto inicial del recorrido y en donde
previamente [llega] a un picacho más alto, que se encuentra al
sur del paraje en que nos encontramos para bajar en seguida
rápidamente por la gran cuesta del cerro; el C. Ingeniero hizo
notar a los presentes que esta línea es la que determina los te­
rrenos afectados, dejándolos a la izquierda de la misma y, en
consecuencia, dejando el resto de los terrenos de la finca, a su
derecha y como colindantes. Habiendo quedado así, entera­
mente deslindados los terrenos afectados a Atecucario en lo
cual estuvieron de acuerdo los circunstantes, procedió la comi­
tiva a iniciar el camino de regreso al pueblo, no habiéndose re­
corrido exactamente el lindero anterior, en vista de ser casi im­
posible, dada la configuración abrupta de los terrenos, por lo
cual se siguieron los senderos que se encontraron más adecua­
dos.
Habiéndose llegado al pueblo, de regreso, a horas que eran las
diez y siete, el C. Ingeniero Representante de la Comisión Na­
cional Agraria, dirigiéndose a los presentes reunidos, tomó la
palabra e hizo la siguiente declaración: EN NOMBRE DEL C. PRE­
SIDENTE DE LA REPUBLICA, Y EN CUMPLIMIENTO DE SU RESOLU-

175
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

CION DE FECHA SIETE DE JULIO DE MIL NOVECIENTOS VEINTI­


SIETE, QUE DOTO AL PUEBLO DESANTAMARIAATACHEO CON TRES
MIL TRESCIENTAS SETENTA Y CUATRO HECTAREAS DE TERRENOS,
PONGO AL REFERIDO PUEBLO EN POSESION DEFINITVA DE LAS
TIERRAS QUE SE HAN DESLINDADO Y RECORRIDO DURANTE LOS
DIAS 14 Y 15 DE LOS CORRIENTES, Y QUE ESTAN SEÑALADAS EN EL
PLANO APROBADO POR LA COMISION NACIONAL AGRARIA, Y HA­
GO FORMAL ENTREGA DE ELLAS A ESTE PUEBLO, POR CONDUCTO
DEL C. PRESIDENTE DEL COMITE ADMINISTRATIVO. Hizo a con­
tinuación, uso de la palabra del referido C. Presidente del Co­
mité Administrativo y declaró lo siguiente: “En nombre del
pueblo de Santa María Atacheo, declaro: que son de recibirse
y se reciben los terrenos con que se ha dotado en definitiva al
pueblo; que se compromete a respetar las siembras hechas con
anterioridad por los afectados y, que se sujetará para la buena
administración del ejidos, a las instrucciones dadas o que en
el futuro se dieren por la H. Comisión Nacional Agraria o por
la Secretaría de Agricultura y Fomento”.
Se hace constar que con oportunidad fueron notificados los
propietarios afectados, señalándoseles el día, hora y lugar en
que darían principio las diligencias; como resultado de lo cual,
durante los deslindes de la afectación a Santiaguillo, se pre­
sentó el C. José Ortiz, diciéndose enviado por el Apoderado
de la Finca de referencia, con el fin de darse cuenta de cuáles
eran los terrenos que se iban a entregar, si bien no presentó
ningún documento que lo acreditase en tal carácter, pero con­
tinuó presente hasta la terminación de las diligencias de ese
día, retirándose al último a la Hacienda y diciendo estar de
acuerdo con lo actuado.
El Ingeniero, en representación de la C.N.A y de acuerdo con
los artículos 19 y 20 del reglamento, notificó a los propietarios
afectados, el plazo para levantar sus cosechas y desocupar de­
finitivamente los terrenos afectados, el cual vence para las
siembras de maíz el 13 de enero de 1928 y para un terreno
sembrado de tabaco, el día último de febrero del mismo año.

176
A pé n d ic e iii

Sin ningún incidente, se terminaron los actos, siendo las diez


y ocho horas del día 15 de septiembre de 1927, levantándose
la presente acta para la debida constancia, por quintuplicado,
la cual firman los que intervinieron y los presentes que supie­
ron y quisieron hacerlo.
Los siguientes Ciudadanos estuvieron presentes y no saben fir­
mar, firmando en su lugar el C. Francisco Avila:

Bernabé Avila Salvador Hernández


Gregorio Alvarado Miguel Hernández Vásquez
Conrado Caratachea lino Arévalo
Antonio Maldonado Miguel Hernández R.
Ramón Espinoza Atilano Pimentel
Ignacio Pacheco Francisco Hernández G.
Mercedes Guerrero Luis Hernández
Francisco Cisneros Rafael Villa
Desiderio Caratachea Ricardo López
Hilario Trujillo Jesús Vega Negrete
Maximino Hernández Santiago Reyes
Antonio Hernández Rafael Cruz
Apolinar Cruz José María Zavala
Manuel Hernández Rafael Sandoval
Jesús Ceja José Alfaro
Manuel Hernández R. Joaquín Alfaro
Jesús Ramírez Luis Zendejas
Luis Ramírez José Maldonado
Jesús Rodríguez Petronilo Fernández
José Rodríguez Luis Morales
José Ramírez J. Dolores Espinoza
José Villa Miguel Dueñas
Luis Zavala Rafael Anguiano
Luis Zavala E. Agustín Anguiano
Conrado Zavala Luis Hernández
José Peña Demetrio Aviña
José Ma. Izarrarás Marcial Aviña
Francisco Castellanos Jesús Aviña
José Martínez Rafael Aviña
Jesús Martínez J. Guadalupe Negrete
Macedonio Escamilla José Negrete
Francisco Escamilla Gorgonio Espinoza
Rafael Vega N. Epifanio Espinoza

177
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

José María Uribe Francisco Ramírez


José María López Octaviano Ramírez
Guadalupe Trujillo Francisco Espinosa
Francisco Escamilla C. Ramón Ramírez
Fernando López Luis Hernández
Porfirio López Francisco Robledo
Espiridión López Calletano Aviña
Jesús López U. Juan Pacheco
Jesús Castillo Pascual Mendoza
José María Castillo Agustín Contreras
Mateo García Pedro Cruz
Celso García Clemente Villegas
Antonio Hernández C. Ramón Garibay
Daniel Garibay Guadalupe Enríquez
Jesús Padilla Pedro Vázquez
Eugenio Anguiano Pedro Marrón
Jesús Marrón Jesús Garnica
Ramón Zendejas Ignacio Meza

El C. Isaías Garibay, Jefe de Tenencia de Santa María Atacheo,


CERTIFICA que todas las firmas que calzan la presente acta,
son auténticas y de puño y letra de los firmantes.
EL JEFE DE TENENCIA:

Isaías Garibay
APENDICE IV

Sociedad unificadora de los pueblos de la raza indígena


de los estados de la República*
En la gran ciudad de México, Jueves 10 de octubre de mil no­
vecientos doce, siendo las cuatro de la tarde, se reunieron los
infrascriptos miembros de la “Sociedad Unificadora de los pue­
blos de Raza Indígena de los estados”, en la casa interior núme­
ro 7 situada en la 5a. calle de Santa Teresa número 126, y re­
presentantes generales de los pueblos de Atacheo, San Fran­
cisco Zacapu, Acuitzeramo, Tlazazalca, Ecuandureo, del Esta­
do de Michoacán; pueblo del Mayorazgo de la Concepción de
León, Estado de México; Tepecuacuilco, Estado de Guerrero,
Iztityucan, Estado de Puebla, con objeto de acordar el nombra­
miento de un Delegado entre los mismos representantes, que
se encarguen de gestionar y tramitar hasta su conclusión la res­
titución de los terrenos que los ricos hacendados les tienen de
cualquiera manera usurpados en sus respectivos pueblos.
Habiendo entrado en discusión sobre la personas que había de
ser designada para el efecto, por unanimidad recayó en la per­
sona de Don Miguel de la Trinidad Regalado, cuyas cualida­
des no mencionamos por no lastimar su modestia. Aceptó el
nombramiento, dando las más atentas gracias por la deferen­
cia de que fue objeto, y prometió cumplir fiel y eficazmente el
honroso cargo que se le confió en cuanto le fuera posible, re­
ferente a las necesidades de los pueblos. Pidió se nombrara

AGN, Buscas, 1913, exp. 38. Confrontado con el ejemplar impreso en ADN,
Cancelados, XI/111/4/5244.

179
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

también un Subdelegado de la misma mesa, designándose al


de igual clase C. Jesús González, representante de San Fran­
cisco Zacapu, quien, habiéndosele notificado el nombramien­
to, lo rehusó con una cortés energía; pero no habiéndosele ad­
mitido las razones en que apoyó su renuncia, dijo que la acep­
taría, haciendo presente, que no lo hacía por creerse capaz, si­
no por tratarse de su raza, cuya ocasión aprovecharía, para ha­
cerle algún bien, ensayando en el desarrollo de su noble mi­
sión y públicos intereses que los mueve, su ideal de progreso,
su pensamiento especulativo en las circunstancias del presen­
te, tal como lo definiera la Matriz, esforzándose en pedir, en
la medida de su insuficiencia, que se hagan efectivas la Ley y
la Justicia que hayan de aplicarse, sin traspasar las fronteras
de las atribuciones de otro cargo de mayor esfera, que limite
las del puesto que inmerecidamente se le confía; pidiendo que,
si Dios proteje y madura la magna idea que los une y espiri­
tualiza, se sirvan cuando sea necesario, establecer más focos y
corrientes fraternales en los puntos que más convenga, los que
según los estatutos que para la mejor organización se formen,
quedarán en todo sujetos a la fecunda fuente de la Delegación,
y disminuirá un tanto el trabajo y la responsabilidad. Se acordó
también, si lo creían necesario, se participara tanto el Estable­
cimiento de esta Sociedad, como el presente acuerdo, al Pri­
mer Magistrado de la Nación y demás autoridades ministeria­
les, extendiendo a cada designado su respectivo despacho, for­
mulando enseguida el reglamento a que debe sujetarse la So­
ciedad.
Y no habiendo más asuntos de que tratar, se levantó la sesión,
firmando ésta los señores siguientes:
Miguel de la T. Regalado. Jesús González. Mauricio Pérez. Sa­
turnino González. Maximino Adán. Isabel D. Castillo. Miguel
Cachú. Francisco Herrera. (Estos dos últimos no firmaron por
no saber.)
México, Octubre 10 de 1912.

180
A p é n d ic e iv

Reglamento

Bases bajo las cuales deben sujetarse los representantes de


los pueblos de la raza indígena de los Estados de la Repúbli­
ca
Art. Io Los representantes de los indígenas de los pue­
blos de Atacheo, Zacapu, Acuitzeramo, Tlazazalca, Ecuan-
dureo, Jacona, Tarecuato, Ixtlán, Santa Ménica Ario, Etú-
cuaro, Aguanuato, Naranja, Tiríndaro, Tarejero, Jesús
Huiramba, San Miguel Guarachita, Tanhuato, San Pedro
Caro, Pajacuarán, Penjamillo, Villa Hidalgo, Real de Angan­
gueo, todos del estado de Michoacán; Mayorazgo de la Con­
cepción de León, S. Francisco Cheje, S. Pedro de los Baños,
Santo Ana, Tabernillas, Coyoacac, Santa María Nativitas, to­
dos del estado de México. Tepecuacuilco, del Estado de Gue­
rrero. Ixtiyucan, del Estado de Puebla. Pueblo de Maltrata,
del Estado de Veracruz, y otros muchos de los referidos Es­
tados, forman de común acuerdo, una unión que lleva el
nombre de “Sociedad Unificadora de los Pueblos de la raza
indígena de los Estados de la República”, la cual tiene por
objeto, ayudar moral, práctica, pecuniaria y mutuamente a
los representantes que forman esta agrupación, para facilitar
los asuntos que se tramiten y que redunden en beneficio de
los pueblos que representen, y especialmente en los que se
relaciona con los terrenos que inicuamente les hayan sido
usurpados.
Art. 2o Esta Sociedad la formarán: Un Presidente y un
Secretario, cuyos puestos los desempeñarán respectivamen­
te los Sres. Miguel de la Trinidad Regalado y Jesús González
y se cree, dado lo interesante de los asuntos que se tramitan,
agregar un Consultor.
Art. 3o Los Sres. Regalado y González, llevarán además
de los asuntos de la Mesa, la contabilidad y distribución de
los fondos de la Sociedad, procurando por los medios posi­
bles y legales recabar de los representantes, los fondos nece­

181
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

sarios para sostener los gastos que exigen el curso de sus ges­
tiones.
Art. 4o Los representantes de los pueblos citados, en vis­
ta del bien que esta unión les reporta, y para evitarles el gas­
to de los excesivos emolumentos de abogados, quitando to­
da intervención de éstos, y haciendo las gestiones por sí
mismos, están obligados a sufragar los gastos que con toda
consideración se les demande, para el buen curso de sus ges­
tiones. Estos gastos serán en proporción de las dificultades
o la facilidad que sus asuntos respectivos requieran.
Art. 5o La sociedad verificará sus sesiones, los lunes y
jueves de cada semana, y en caso de urgencia se citará a se­
sión extraordinaria.
Art. 6o Las sesiones se verificarán no sólo en la Capital
de la República, sino en cualquiera otra parte que se necesi­
te, a las que asistirán todos los asociados con fidelidad, salvo
caso poderoso que por alguna comisión que tenga, o por al­
guna circunstancia de la familia, les obligue a faltar a las se­
siones que se les notifique, con previsión de la misma Socie­
dad.
Art. 7o Caballerosamente nos obligamos todos los sig­
natarios, a cumplir las obligaciones que nos hemos impues­
to, reconociendo el bien que esta unión nos proporciona.
Art. 8o Se prohibe estrictamente a todo miembro de la
unión tener comunicación con los adversarios, así como de­
nunciarles algún secreto de la Sociedad, o admitir invitación
y obsequios de algún particular, pues si se sospecha alguna
indiscresión o cohecho se despedirá al indiscreto por haber
traicionado a la Sociedad y a su palabra, que es lo más sagra­
do que tiene un hombre; y en tal caso se pedirá al Gobierno
General se le castigue con todo el rigor de la Justicia.
Art. 9o La condición indispensable es que los repre­
sentantes sean indígenas nativos y legítimos del pueblo que
representen, y si se nota alguna morosidad o negligencia a
alguno, se le notificará oficialmente su destitución, no excep­
tuando al Presidente ni al Secretario, de esta condición, pues
todos están comprendidos en este artículo.
182
A p é n d ic e iv

Art. 10° Los Delegados y Subdelegados que la necesi­


dad requiera, se nombrarán por la misma Sociedad, desig­
nando a personas que, además de ser indígenas, tengan en
su pueblo un espíritu público, limpio y ante todo sea diligen­
te, para defender los intereses que representen.
Art. 1Io Las obligaciones de los Delegados, Subdelega­
dos y representantes se encaminarán no solamente a reque­
rir los bienes de las Comunidades, sino también a implantar
Escuelas de Instrucción y todo lo que industrialmente con­
duzca al beneficio personal de los habitantes del pueblo
indígena, con el noble objeto de que se ilustre, para que sea
presentado como de Nación que se ha redimido políticamen­
te por Hidalgo, Juárez y Madero, las tres más grandes figu­
ras de nuestra Patria.
Art. 12° Cualquier pueblo que se vea en la necesidad de
levantar sus gestiones, esta Sociedad le ayudará, exigiendo
todo género de justicia ante el Gobierno, hasta que se le ha­
ga entrega de sus ejidos conforme a la vigente Ley; solicitan­
do permiso al Gobierno para que intervenga el Delegado a
efectuar el amojonamiento y deslinde.
Art. 13° Los representantes quedan sujetos a la Matriz
y sus disposiciones, a fin de resolver cualquier asunto y nom­
brar los Delegados y Subdelegados que sean necesarios.
Art. 14° La Sociedad pedirá a la justicia se comprueben
las imputaciones, por cuyo motivo fueron y son perseguidos
los representantes de los pueblos y aún atropellados y roba­
dos por las mismas fuerzas de los Estados, de acuerdo con los
Jefes Políticos y autoridades subalternas de sus respectivos
Distritos y lugares; dejando sin efecto los artículos de la Cons­
titución Federal referentes a este caso.
Art. 15° Igualmente exigirá la devolución de las canti­
dades que los abogados hayan recibido de algún repre­
sentante, que aparentando arreglar no ha hecho más que es­
tafar, abusando de la ignorancia de los representantes y
burlando su buena fe.
Art. 16° Exigirá que a los pueblos se les autoricen sus
poderes en sus respectivos municipios, distritos, cantones o
183
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

departamentos y en caso de dificultad, que se le habilite aquí


la manera de autorizar a sus representantes a fin de que no
se les entorpezcan sus gestiones o la práctica de sus diligen­
cias.
Art. 17° Hará que de una manera sólida y perpetua,
respeten los títulos de los pueblos, así como las mercedes con­
cedidas a algunas haciendas, por los Virreyes en los tiempos
que ellos gobernaron la Gran Tenoxtitlan; y que se propon­
ga al Gobierno, el cumplir y hacer cumplir el noble objeto
de amparar a los indígenas en sus posesiones, de una mane­
ra cierta e indefinida; y que las autoridades subalternas res­
peten a los representantes y dejen de vejarlos con atropellos
y malos tratos, de palabra y obra, con perjuicio de su repu­
tación y aun de sus propias vidas; y en fin, que respeten sus
bienes en lugar de tenérselos confiscados, pues esos bienes
son el único patrimonio que les queda.
Art. 18° Por último la Sociedad exigirá la repatriación
de las familias que por temor a la persecución de los latrou-
surpadores y de las autoridades que por garantizar a éstos
su vergonzoso hurto y fraude, les hacían y les hacen a esas
indefensas familias, por lo cual, ellas han optado por deste­
rrarse. Hará responsable a quien corresponda y quien salga
complicado, en la muerte de tantas víctimas, que por el sim­
ple hecho de reclamar o penetrar a sus propiedades les han
quitado la vida de la manera más depravada.
Art. 19° La Sociedad se impondrá la buena voluntad,
para recibir a los representantes de los pueblos de otros Es­
tados que lo deseen, aquí no mencionados, y aun a los esta­
dos que aquí se citan, por si las circunstancias lo permiten,
ayudarles a buscar los títulos de los pueblos que representen,
en el Archivo General y Público de la Nación.
Art. 20° En esta Sociedad más que en cualquier otra, se
hace necesaria la moderación en el trato y en la emisión de
los juicios; pues que al sostener y rechazar una idea, no se
agravie el preopinante cuando no se admita dicha idea por­
que haya otras razones de mayor peso en bien de la Socie­

184
A p é n d ic e iv

dad, y de este modo se caminará en unión y armonía que el


caso requiera.
Art. 21° En vista de que algunos miembros de Ayunta­
mientos y Corporaciones municipales tienen grandes porcio­
nes de terrenos usurpados, o amistades hacendarias, y por
tal motivo, no tienen la menor intención de ayudar a las ges­
tiones que hacen los indígenas para la autorización de sus
credenciales, ni mucho menos pedir por los conductos lega­
les el deslinde y amojonamiento de sus ejidos, entorpecien­
do así sus diligencias; se pedirá al honorable C. Secretario de
Fomento dé sus facultades a una comisión deslindadora o al
Delegado de esta Sociedad, para que con sus respetables
órdenes se entiendan directamente con el deslinde y amojo­
namiento de los ejidos de los pueblos que lo soliciten, y de
este modo recibirá la citada Sociedad, los benéficos efectos que
nos legara el venerable mártir de Chihuahua.

185
LOS AGRARISTAS DE ATACHEO

Un presidente;
Un secretario y,
Dos vocales.
En las municipalidades de toda la República, muy es­
pecialmente en donde haya habitantes indígenas, se estable­
cerá otro Comité, compuesto de igual número de personas
que se ha señalado en el párrafo anterior, y en los pueblos
de menor importancia, congregaciones o rancherías, habrá
un representante.
Artículo 3o. La elección de los miembros de la Mesa Di­
rectiva será hecha por elección que harán todos los delega­
dos o representantes de los pueblos confederados a la expre­
sada Sociedad.
Artículo 4o. El nombramiento de los comités de los Esta­
dos, Territorios y municipios, así como el de representantes
de los demás pueblos, será hecho por la Mesa Directiva, te­
niendo en cuenta para hacer este nombramiento, las cuali­
dades de los ciudadanos que sean designados.
Artículo 5o. Los miembros de la Mesa Directiva, así co­
mo el de las subalternas, de que se hace mención en los
artículos anteriores, reunirán, precisamente, las cualidades
siguientes:
Ser mayor de edad;
Ser de buena conducta;
Ser mexicano por nacimiento y,
Haber demostrado de alguna manera su amor a la ra­
za indígena.
Artículo 6o. El objeto principal de la presente Sociedad
es: laborar por todos los medios posibles y que estén a su al­
cance por el mejoramiento social e intelectual de los indíge­
nas, difundiendo la instrucción en forma práctica y apropia­
da entre todos los indígenas, poniendo, si posible es, escuelas
por cuenta de la misma.
Artículo 7o. Intensificar el acercamiento entre un pue­
blo y otro para que, bajo lazos de estrecha fraternidad, se
evite al antagonismo de razas que existe en la República; y

188
A pé n d ic e v

para tal efecto, se organizará el sistema de sindicatos en toda


la República.
Artículo 8o. Procurar la instrucción de la raza indígena
en las artes y oficios, y desarrollar entre ellos los conocimien­
tos agrícolas, según adelantos modernos que en este ramo
hay actualmente.

Capitulo II
De las obligaciones de los miembros de la Mesa Directiva y
demás personal de esta Sociedad.
Artículo 9o. Es obligación del presidente de la Mesa Di­
rectiva:
I. Presidir todas las sesiones de la Mesa Directiva y de
las asambleas generales, ya sean ordinarias o extraordinarias;
II. Dirigir los trabajos de la Secretaría y dictar todas las
disposiciones, para llevar a cabo el objeto de la presente So­
ciedad;
III. Velar el manejo de los fondos que ingresen a la So­
ciedad;
IV. Procurar que el Cuerpo Consultivo, a la mayor bre­
vedad posible, forme el Reglamento, al que deberá sujetarse
la intensificación de la instrucción. Este Reglamento será for­
mado bajo las bases de que los profesores o instructores co­
nozcan perfectamente el idioma de los indígenas, así como el
castellano, para que puedan instruir a éstos en forma prácti­
ca y efectiva;
V. Llevar y recibir la correspondencia que sea dirigida
a la Sociedad y por la Sociedad.
VI. Podrá dirigirse oficialmente a todas las autoridades
o funcionarios públicos, tratando de asuntos pertenecientes
a la Sociedad. Podrá dirigirse también a otras asociaciones y
aun a particulares tratándose de asuntos que correspondan
a la Sociedad;
VII. Podrá convocar a sesiones extraordinarias. Podrá
189
LOS AGRAR1STAS DE ATACHEO

hacer el reglamento interior de la Sociedad. Podrá nombrar


inspectores que vigilen la marcha de los trabajos de los co­
mités;
VIII. Los nombramientos de que habla la fracción an­
terior, serán hechos de acuerdo con la Mesa Directiva, y fir­
mados tales nombramientos por el presidente y secretario;
IX. Librar órdenes de pago a la Tesorería, de acuerdo
con el primer vocal, quien pondrá el Vo. Bo. a todas la órde­
nes de pago.
Es obligación del Secretario
I. La organización y cuidado de las oficinas de la Socie­
dad;
II. Levantar las actas de todos los acuerdos que tenga
la Mesa Directiva y las asambleas generales; siendo estas ac­
tas con detalles enteramente precisos, de todo lo que se ha­
ya tratado en las sesiones;
III. Llevar un libro de acuerdos, uno de corresponden­
cia, uno de Registro de Socios, uno de actas de sesión, uno
de protestas y los demás que sean necesarios en la oficina a
su cargo;
IV. Autorizar con su firma todos los acuerdos, corres­
pondencia oficial que tenga la Sociedad y publicar mensual­
mente los trabajos que desarrolle ésta, formando para el
efecto un boletín que será fijado en la puerta de la Secretaría
de la Sociedad;
V. Hacer un extracto por orden cronológico, además
del libro de copias que debe de existir de toda la correspon­
dencia que se expida y reciba.
Es obligación del tesorero
I. Cuidar y cobrar las cuotas que se asignen a los socios,
así como los donativos particulares;
II. Colaborar con la comisión especial en los presupues­
tos que se formen;
III. Llevar los libros que sean necesarios;
IV. Cancelar con su firma los recibos a las personas que
den cuotas o donativos. Hacer corte de caja mensualmente,
de la entrada y salida de caudales.
190
A pé n d ic e v

Son obligaciónes de los vocales


I. Desempeñar con eficacia las comisiones que les sean
conferidas;
II. Promover en las juntas todo lo que juzguen oportu­
no para llevar a cabo los propósitos de esta sociedad. Asistir
con puntualidad a las sesiones, tanto ordinarias como ex­
traordinarias;
III. Denunciar y proponer el remedio de todas las fal­
tas que noten, ya sea de los empleados o de los comités
foráneos, que entorpezcan la buena marcha y progreso de
esta Sociedad;
IV. Procurar que las elecciones de la Mesa Directiva se
verifiquen con la honradez necesaria, así como los nombra­
mientos de las personas que formen los comités y demás
nombramientos que sean necesarios;
V. Cuidar que los nombramientos de que habla la frac­
ción anterior recaigan en personas de reconocida honradez
y aptitudes.
Son obligaciones del Vicepresidente
I. Suplir en las faltas temporales o definitivas al presi­
dente;
II. Cumplir, con las obligaciones que estando en funcio­
nes le marca este Reglamento.
Son obligaciones del prosecretario y del protesorero
I. El primero ayudará al secretrio en los trabajos de ofi­
cina y suplirá las faltas temporales o definitivas de éste;
II. El segundo será el encargado de la Caja y substituirá
al tesorero en las faltas de éste.

Capitulo III
Artículo 10°. Habrá cinco comisiones permanentes:

la. De Actividades;
2a. De Propaganda;
3a. De Investigaciones;
4a. De Justicia y,
191
Los AGRARISTAS DE ATACHEO
5a. De Hacienda.
Artículo 11. Cada Comisión estará formada de un pre­
sidente y dos secretarios, siendo el presidente precisamente
de los miembros que forman la Mesa Directiva, y los dos se­
cretarios, de entre los socios que hayan demostrado su bue­
na intención a la raza. Estas comisiones las deberá nombrar
el presidente de la Sociedad, de acuerdo con la Mesa Direc­
tiva.
Artículo 12. La Comisión de Actividades tendrá por ob­
jeto, como su nombre lo indica, el de activar, por todos los
medios posibles, la ejecución de los acuerdos y la instalación
de escuelas, así como la tramitación de todos los asuntos que
tiendan a proteger a la raza indígena.
Artículo 13. La Comisión de Propaganda tendrá por
objeto la propagación de las ideas objeto de la presente ins­
titución, procurando que la raza indígena se convenza de la
necesidad que hay de que se instruya y se adhiera a esta So­
ciedad, procurando en forma activa las sindicalizaciones de
los pueblos, ofreciéndoles toda clase de ayuda para su pros­
peridad y bienestar.
Artículo 14. La Comisión de Investigación tendrá por
objeto investigar las necesidades que tenga cada pueblo y
procurar el remedio de éstas en todos los ramos que atien­
dan al progreso y mejoramiento de la raza.
Artículo 15. La Comisión de Justicia tendrá por objeto
procurar el que se haga pronta y eficaz justicia a todos los
miembros de la Sociedad, proponiendo, además, el nombra­
miento de abogados e ingenieros que patrocinen a los socios
que lo soliciten, para la defensa en los litigios que contra ellos
se promovieren.
Artículo 16. La Comisión de Hacienda tendrá por ob­
jeto estudiar y proponer a la Mesa Directiva la forma más
eficaz para arbitrarse fondos que sean suficientes para cubrir
los gastos que tiene que hacer la presente Sociedad. Hará los
presupuestos que deberán regir cada seis meses en la pre­
sente institución y vigilará todo para la buena distribución y
seguridad de los fondos que ingresen a la Sociedad, debien­
192
A p é n d ic e v

do dar su visto bueno mensualmente en el corte de caja que


haga el tesorero de esta Sociedad. Los presupuestos una vez
que sean terminados, por la expresada Comisión, serán so­
metidos para su aprobación a la Mesa Directiva.

Capitulo V
De los comités de los Estados y Municipios
Artículo 17. Los comités y representantes de que habla
el artículo 2o. de los presentes estatutos, estarán sujetos en
todo a la Mesa Directiva central, a quien darán cuenta de to­
dos sus actos. Los de los municipios, a los de los Estados y,
los representantes, a los de los municipios, aun cuando en
cada caso que lo estimen necesario, podrán dirigirse directa­
mente a la Mesa Directiva central, participándolo siempre a
los de los Estados o Territorios o a los de los municipios.
Artículo 18. El objeto de estos comités y representantes,
es desarrollar y poner en práctica el objeto de la presente ins­
titución; dar cuenta a la Comisión respectiva de todo lo que
sea necesario hacer, para llenar debidamente el objeto; dic­
tar disposiciones previas para todo aquello que sea indis­
pensable; procurar la protección decidida, pero en justicia,
a todos los indígenas; procurar el que se den frecuentes con­
ferencias a los adultos indígenas y hacer que éstos conozcan
perfectamente el idioma; dar las instrucciones necesarias en
los lugares de su residencia, para que sea efectiva la instruc­
ción a toda la niñez, para que éstos comprendan cuáles son
sus derechos y obligaciones. En los casos de que los indíge­
nas, ya colectiva o individualmente, tengan que arreglar
asuntos de algún litigio, propondrán a la Mesa Directiva a la
persona competente que se encargue de la dirección del ne­
gocio, en defensa siempre de los indígenas, para que la Me­
sa Directiva acuerde los honorarios que debe percibir dicha
persona.

193
Los AGRARISTAS DE ATACHEO

Prevenciones generales.
Artículo 19. La presente Sociedad se compondrá de so­
cios y delegados: los delegados serán nombrados por la Me­
sa Directiva a propuesta de los vecinos de cada pueblo, con­
gregación o ranchería, que se componga de más de treinta
jefes de familia, y los socios serán aceptados e inscritos con
sólo la solicitud que éstos hagan y que manifiesten estar con­
formes con las bases de esta Sociedad.
Artículo 20. Los delegados tendrán obligación de con­
currir a las asambleas generales, para las cuales serán cita­
dos previamente, señalándoseles la fecha para la cual deban
estar en esta capital. Tendrán también la obligación de ve­
lar por la buena administración, armonía y organización de
esta Sociedad y por último, cumplir fielmente con las ins­
trucciones que les dé la Mesa Directiva.
Artículo 21. Los fondos que deben de ingresar a la Te­
sorería de la sociedad y las de los comités, se formarán:
I. De los donativos que den las personas protectoras de
esta institución;
II. De diez centavos mensuales, con que contribuirá ca­
da socio;
III. De las cantidades que se obtengan como subven­
ción de las autoridades, ya sean federales o de los Estados.
Artículo 22. La duración en sus puestos de los miem­
bros de la Directiva y de los comités, tanto de los Estados co­
mo de los municipios y representantes, será de dos años, con­
tados de la fecha en que tomen posesión.
Artículo 23. La Mesa Directiva, para el caso de elección
de que habla el artículo anterior convocará con dos meses
de anticipación a todos los delegados o representantes.
Artículo 24. La Mesa Directiva tendrá sesiones ordina­
rias cada ocho días, y extraordinarias cada seis meses; los co­
mités de los Estados o municipios también tendrán sesiones
ordinarias cuando se haga necesario.
194
A pé n d ic e v

Artículo 25. La Mesa Directiva de esta Sociedad tendrá


su residencia fija en la capital de la República. La de los Es­
tados en la capital de los mismos. Y las de los municipios y
pueblos inferiores, en el lugar de las residencias de los ayun­
tamientos.
Artículo 26. El delegado general tendrá el carácter de
procurador de los pueblos adheridos a la Sociedad.
Artículo 27. El Cuerpo Consultivo tiene todas las facul­
tades que a su rango corresponden.

Transitorios.
Io. Los presentes estatutos comienzan a regir hoy día de
su fecha.
2o. Para ser reformados será necesario que reúnan más
de las dos terceras partes de los delegados o representantes
de esta Sociedad.
México, D.F., agosto 4 de 1921.
Programa
Esta Sociedad tiene como única tendencia el mejora­
miento en general de la raza indígena, tanto económica co­
mo moral y socialmente, y para conseguirlo procurará poner
en práctica actos que satisfagan, hasta donde sea posible, las
condiciones de la clase humilde, formando, para el efecto, el
siguiente programa:
Primero. La Sociedad, por conducto de la Mesa Direc­
tiva, proporcionará a sus socios casa y alimentos, siempre que
los soliciten, cuando éstos tengan que ventilar asuntos de in­
terés general en esta capital.
Segundo. Cuando un socio necesite de los servicios de
un abogado para el arreglo de asuntos del ramo judicial, sea
en esta capital o fuera de ella, le será proporcionado por la
Junta Directiva, e igualmente se le facilitarán los servicios de
195
LXS AGRARISTAS DE ATACHEO

un ingeniero cuando el negocio que tenga requiera la inter­


vención de este profesionista.
Tercero. La Sociedad no tendrá carácter político algu­
no, pero en todo tiempo exigirá de sus socios el respeto a la
ley, colectiva o individualmente.
Cuarto. La Sociedad se ocupará de preferencia en que
de una manera efectiva se extienda la instrucción, impartien­
do la educación por medio de escuelas, con el fin de que to­
do ciudadano goce de los derechos que la ley concede y cum­
pla las obligaciones que tiene para con sus semejantes y
sociedad en general.
Quinto. La Sociedad en general, y sin ser mutualista,
procurará la ayuda en todos sus socios para cooperar así al
progreso y engrandecimiento del pueblo.
Sexto. Procurará intervenir en las dificultades que se
susciten entre el capitalista y el proletario, con el fin de ar­
monizar los intereses de unos y otros, evitando la pugna que
haya entre ellos.
Séptimo. Procurará elevar el nivel moral de la raza
indígena y, para el efecto, se propone que en todos los pue­
blos o congregaciones de cierta importancia haya escuelas y
se den conferencias periódicamente enteramente gratuitas.
Octavo. La Sociedad procurará poner útiles de labran­
za de los más modernos para que los socios que los soliciten
los paguen en condicones fáciles, instruyéndolos antes sobre
el manejo de los mismos útiles.
Noveno. La Sociedad procurará, por todos los medios
que estén a su alcance, que por ningún motivo se altere el
orden en los pueblos que estén unidos a ella.
Décimo. Para ayudar de una manera positiva al prole­
tario, procurará intervenir con el fin de que los salarios yjor-
nales que se paguen sean de acuerdo con las exigencias de
la vida en el lugar de que se trate.
Décimoprimero. En materia agraria pondrá todo su
empeño en que los pueblos obtengan con eficacia y pronti­
tud las restituciones de sus ejidos o la dotación de ellos a los
que no los tuvieren, para lo cual habrá una comisión de pro-
196
A pén d ic e v

fesionistas que violenten los trámites a quien corresponden,


ya sea en los Estados o en la Federación. Estos servicios serán
enteramente gratuitos para los socios.
Décimosegundo. Procurará que los pueblos en donde
haya carestía de agua, ya sea para el uso doméstico o para la
agricultura, la obtengan, sea perforando pozos o por medio
de obras de captación de aguas, y la Sociedad será la que fa­
cilite los elementos para conseguir este objeto.
Décimotercero. Esta Sociedad fijará perfectamente su
atención para evitar que se siga explotando a los elementos
de la clase indígena, como se ha venido haciendo en la ma­
yor parte de los pueblos de la República, y para conseguirlo,
hará las gestiones necesarias ante las autoridades competen­
tes.
Décimocuarto. Procurará que la sindicalización de los
pueblos se haga con la mayor prontitud.
México, 4 de agosto de 1921.- Lie. Miguel Sánchez
Méndez. Agustín León. Salvador del Castillo. Ingeniero di­
putado Francisco Peña. Diputado Clemente Munguía. Gene­
ral Prisciliano Ruiz. Diputado coronel Porfirio del Castillo.
Ricardo Gutiérrez R. Enrique C. Pozos. Por el pueblo de San­
ta Cecilia Clavijero, Pue. Herminio Bautista. Felipe Mendo­
za. Emiliano B. Castillo. Luis Castillo. Dimas Sixto. José Flo­
res. Crescendo González. Pedro Cándido. Vicente Castillo.
Patricio Pascual. Leonardo Miranda. Por el pueblo de San
Sebastián Villanueva, Pue. Sabás Juárez. Prisciliano Juárez.
Rosas Sánchez. Toribio Sánchez. Filomeno Bernabé. Esteban
Catarino. Cenobio Sánchez, Federico García. Modesto Juá­
rez. Ventura Pérez. Martín Silis. Guadalupe Juárez. Lucas
Teodoro. Julián Peralta. Juan B. de la Luz. Jesús Robles. Luis
Romero. Juan Salazar. Juan Sandoval. Victoriano Juárez.
Hermenegildo Juárez. Bernardino Romero. Ramón Juárez.
Fidencio Romero. Eligió González. Francisco Romero. Ma­
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El Legionario, México
Periódico Oficial del Estado de Michoacán, Morelia
El Pueblo, México
El Pueblo, Morelia
Revista Eclesiástica, Zamora
Verdad y Justicia, Zamora
La Voz de Ocampo, Zamora
Informantes
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José Gutiérrez. Atecucario, Mpio. de Zamora, Mich.
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Jesús Negrete. Atacheo.
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se terminó de imprimir
el 25 de septiembre de 1989.
Se editaron 2 000 ejemplares.

interlínea
diseño y fotocomposición
pipila 612 s.h.
tels. 14-92-96
14-55-99
gráfica nueva
impresión y encuadernación
pipila 638 s.h
tel. 13-29-74
guadalajara, jalisco, méxico
En Atacheo aún hay viejos que recuerdan a don Miguel de la
Trinidad Reglado y su lucha agraria. Ahí, con el aire que casi nunca se
mueve, están encerrados también los recuerdos de la lucha, los
nombres de los muertos de uno y otro lado, el ruido de las armas, las
huidas desesperadas, los enfrentamientos, los disparos, el galope y
relincho de las bestias, les fusilamientos, la cuerda de los colgados y la
sangre dispersa.
Están también los nuevos dueños y sus casas nuevas y las calles
secas y polvosas y el sol que abochorna a mediodía y la miseria y la
ignorancia y el viento que anda como azonzado y la pena de que aquí,
después de todo, no ha pasado nada.
Atacheo es un pueblo tirado al sol, con calles que se hunden y se
arrastran entre la tierra suelta que a veces es lodo, a veces duna,
remolino o polvo que a veces levanta el vuelo. Es un pueblo de casas
chaparras de adobe y teja; obscuras y pequeñas. Es, digamos, la cuna
del agrarismo michoacano . Es el lugar en donde un día de agosto de
1911 surgió el primer enfrentamiento entre los campesinos del lugar y los
García, propietarios de las haciendas más importantes de la zona de
Zamora.
Alvaro Gchoa cuenta en este libro los pormenores.

Joel Hernández Santi

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