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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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Introducción a la filosofía platónica.
Platón de Atenas, sin discusión uno de los grandes maestros de occidente, y probablemente el verdadero
fundador de la filosofía. Sus ideas encontraron eco en sus discípulos, sobre todo Aristóteles, que pese a
haber formado una nueva escuela, y haber externado algún juicio crítico.
La influencia de Platón se siente a lo largo de la Edad Media y de la Modernidad, y aún la Filosofía
Contemporánea. Y no es que toda la filosofía pos-platónica constituya notas a pie, con relación a la obra de
pensamiento elaborado por el filósofo ateniense, sino que no se puede realizar ninguna reflexión filosófica
seria, en torno a temas como el ser, la verdad, el Estado, el poder, la educación, el mundo de las ideas y el
lenguaje, sin visitar a Platón, ya sea para compartir su propuesta filosófica, ya sea para confrontarla.
Platón nació en Atenas en el -427 y murió hacia el -347. Vivió 81 años, llevando por calificativo o apodo
el sobrenombre de Platón (el de las espaldas anchas), pero su nombre originario fue Aristocles. Como
miembro de una familia aristocrática, en la que su madre habría sido una discípula pitagórica, conjugó todas
las condiciones para llegar a realizar una gran obra: inteligencia, larga vida y un propicio ambiente
intelectual.
En la Carta VII, confiesa haber tenido la intención de dedicarse a la política, pero la muerte de Sócrates
después de un proceso injusto, lo lanzó a la arena filosófica.
Como filósofo fue gran conocedor del pensamiento de su época, y por ello, fueron muchas la influencias
recibidas por él. Diógenes Laercio dice que tres fueron las influencias recibidas por Platón, y que hizo una
especie de miscelánea filosófica de las opiniones de Heráclito, de los pitagóricos y de Sócrates. Aristóteles,
discípulo de Platón, coincide con el testimonio de Diógenes. Podemos agregar la influencia del eleatismo
(Parménides y Zenón de Elea), en lo relativo a las ideas del ser único, inmóvil y eterno, que Platón traslada a
teoría de las ideas.
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Influencias filosóficas
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a- La influencia socrática.
Sócrates no solo influye sobre Platón con sus magníficas ideas filosóficas, sino que su vida ejemplar y la
valentía con que afrontó la muerte.
Si es cierta la tesis aristotélica de que Sócrates fue el creador del método inductivo y que fue el primero en
dar definiciones, como parte del esfuerzo por alcanzar lo universal, entonces la presencia de ambos
elementos en el pensamiento de Platón constituye una herencia socrática.
El gran helenista David Ross, en su obra, Teoría de las ideas de Platón dice claramente lo siguiente:
“Parece que fueron las investigaciones socráticas sobre “qué es la virtud” “qué es el valor”, etc., las que
influyeron para que Platón admitiera la existencia de universales, que constituían una clase especial de
entidades, a las que denominó Eidos o ideas”
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b- Heráclito
Desde su juventud – dice Aristóteles – Platón se había familiarizado con Cratilo, su primer maestro, y con
las opiniones de Heráclito, según las cuales,” todas las cosas sensibles, están sometidas a un flujo perpetuo,
y no pueden ser objeto de una ciencia”.
La filosofía de Platón es un esfuerzo por huir de lo mutable e inmediato, es un amor pasional por la
ciencia, es una búsqueda de los caminos que conducen a la “esencia inmutable, inaccesible a las vicisitudes
de la generación y la corrupción”
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
c-El pitagorismo

No hay dudas de la influencia de Pitágoras y su escuela en la configuración de muchas de las


ideas metafísicas de Platón, así como del papel conferido en su pedagogía a las matemáticas: “no entre aquí
quien no sepa geometría”, rezaba en el frontispicio de la academia platónica. Recuérdese aquí que la
geometría era parte esencial del programa educativo de la academia, en tanto ingrediente preparatorio para
el verdadero espíritu filosófico. “Por consiguiente viejo amigo, la geometría atrae el alma hacia la verdad,
forma en ella el espíritu filosófico, obligándolo a dirigir a lo alto sus miradas, en lugar de abatirlas, como
suele hacerse sobre las cosas de este mundo”
La amistad y las relaciones intelectuales de Platón con los pitagóricos estuvo acompañada de la
asimilación de muchos elementos doctrinales como son: la inmortalidad del alma y su trasmigración, la
práctica del ascetismo y el cultivo de las virtudes, como medio para lograr la pureza del espíritu, y la función
catártica de la filosofía y su concepto, en tanto medio que nos ayuda a prepararnos para la muerte.
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d- La influencia de Parménides
Parménides, figura central del eleatismo es el creador de una forma distinta de entender el ser, que lo llevó
a la tesis de la contradicción entre lo percibido y lo pensado, a la separación entre el mundo de las ideas y el
de las cosas. Sus ideas en torno al ser son como siguen:
a) El ser es uno (negación de la multiplicidad)
b) El ser es eterno (increado)
c) El ser es inmóvil (contra el movimiento)
Pues bien estas características del ser parmenídeo, Platón las traslada al mundo de las ideas. De esta
manera la realidad estable y permanente será el mundo ininteligible, del cual el sensible, como ya se ha
dicho, es simplemente sombra. Esta respuesta busca superar el inmovilismo de Heráclito y rescatar el lado
firme del ser de Parménides.
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Ontología: la teoría de las ideas
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Partiendo del concepto de Idea como realidad separada del mundo físico y a la que sólo se puede
llegar por medio de la capacidad intelectual, nunca a través de los sentidos, Platón afirma consecutivamente
que dichas ideas conforman una realidad la cual tiene las mismas características que definen a la ideas. Esto
supone una dual división de la realidad: una parte en la que “habita “ la idea o las ideas y otra parte dónde
se sitúan el resto de las cosas. A la parte de la realidad donde habitan las ideas la llamará mundo inteligible y
a la parte donde están el resto de las cosas la llamará mundo sensible. La teoría de los dos mundos
constituye el marco teórico de la producción filosófica de Platón.
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Veamos a continuación que características tienen uno y otro.
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Mundo inteligible o mundo de las ideas.
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Según Platón esta parte de la realidad constituye la esencia del mundo físico. Las características que definen
al mundo de las ideas o mundo inteligible son las siguientes:
• En el residen las ideas o esencias de las cosas sensibles.
• Se conoce por la inteligencia o capacidad intelectual (nous)
• Es el mundo auténticamente real.
• Es permanente.
• Es el origen del mundo sensible.
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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• Este mundo de la ideas tiene una organización jerarquizada, es decir las ideas se estructuran en razón de su
mayor o menor importancia. Exponemos ahora orden jerárquico de las ideas en el mundo inteligible de
menor importancia a mayor importancia:
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- Ideas o esencias de las cosas sensibles.
- Ideas o esencias matemáticas: unidad, dualidad, mayor, menor, relación, ...
- Ideas o esencias del tipo: sabiduría, belleza, ser, virtud, justicia,...
- Idea o esencia del bien.
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Cada idea participa de su inmediata superior y todas participan de la idea del bien. Esta idea es fundamental
para todo el sistema filosófico platónico. La idea del bien es la fuente de la inteligibilidad , de la esencia y
del ser de las otras ideas y de las cosas. Comprende a las demás ideas en un triple sentido:
- Conteniéndolas en su seno.
- Compenetrándose con ellas, es inmanente y a la vez transcendente a
ellas.
- Comprende todas sus perfecciones.
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Es, pues, el último principio ontológico. Esta afirmación no se encuentra en Platón como doctrina clara y
expresa, pero de sus descripciones puede deducirse. Toda la realidad ontológica proviene de la Idea del
Bien, y todo conocimiento es iluminado por ella.

Mundo sensible.
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Esta es la parte de la realidad que llegamos a conocer la mayoría de los mortales. Según Platón, sus
características son las siguientes:
• Es un copia del mundo inteligible.
• Se conoce por los sentidos.
• Sus cosas no tienen un verdadero ser. Son un constante devenir.
• Su relación con el mundo inteligible es de participación (imitación y esencia)
• También este mundo se estructura de forma jerárquica. Dicha ordenación la exponemos a continuación de
menor grado de importancia a mayor grado:
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- Materia prima del mundo.
- Cuerpos de los hombres , animales y plantas.
- Almas inmortales de los hombres.
- Esferas celestes.
- Alma del mundo.
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Además de estas características que definen el mundo sensible debemos saber que aunque es una
copia del mundo inteligible y por si mismo no tiene realidad, sin embargo no es totalmente una ilusión
absoluta , sino que en virtud del hecho de ser una copia de lo inteligible contiene en sí algo de racionalidad.
Para entender esto anterior debemos responder a la siguiente pregunta:¿Cómo se ha originado el mundo
sensible? La respuesta a esta pregunta constituye el contenido del siguiente apartado.
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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Génesis del mundo sensible.
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Para explicar cómo se origina el mundo sensible, Platón, acude a un relato mítico: el mito del
Demiurgo. El Demiurgo es una causa ordenadora muy poderosa y sabia que construye (no crea) el mundo
sensible a imagen del mundo de las ideas a partir de la materia inicial y primera. Por tanto , en la
construcción del mundo sensible intervienen tres elementos:
• Demiurgo:
- Es una inteligencia ordenadora, o creadora.
- Es un constructor.
-­‐ Es diferente de la ideas e inferior a ellas.
-­‐ Es superior a todas las cosas sensibles.
-­‐ Es eterno, bueno y poderoso.
• La Materia primera:
- Es aquello con lo que trabaja el demiurgo.
- Es eterna.
-­‐ Es totalmente indeterminada.
-­‐ Sobre ella actúa el demiurgo convirtiendo el Kaos (desorden) en Cosmos (Orden).
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• Las Ideas:
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Las ideas actúan como el modelo en el que se fija el demiurgo para construir el mundo sensible. No
obstante , al ser copia, no será nunca tan perfecto como el original, el mundo de las ideas. De esta forma se
origina el mundo sensible a partir del inteligible, aunque queda abierta la pregunta del por qué, la cual
Platón no responde.
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Objeciones a la teoría de las ideas. (Crisis y autocrítica de la teoría de las ideas)

Las discusiones que se plantean en el Fedón, el Banquete, en la República y en el Fedro representan


un corpus coherente de investigación filosófica. Están reagrupados en torno a la convicción platónica de que
más allá de los modelos de apariencias que nos proponen la experiencia de los sentidos, existe una realidad
eterna a cuyo conocimiento se llega mediante el razonamiento.
La realidad inteligible es un jerarquía ordenada de ideas en cuya cumbre se halla la idea del bien.
Platón cree que la comprensión de estas ideas le permite alcanzar la serie de intuiciones filosóficas que
después proyectará sobre la psicología humana, la teoría ética , la política, etc.. que tratará a lo largo de
todos sus diálogos. En el diálogo del Parménides , Platón someterá a crítica su propia teoría de las ideas.
Esta crítica no significa que Platón abandonase en su vejez dicha teoría, sino que implica una búsqueda de
clarificación de su propio pensamiento. Platón es consciente de las lagunas de sus planteamientos e intenta
resolverlos. Es en definitiva un reajuste de sus teorías. Por tanto, la autocrítica que lleva a cabo Platón en el
Parménides representa el desarrollo de su pensamiento en tanto que intenta clarificar la teoría de las ideas.
El problema general con el que nos encontramos con respecto a esta teoría es que Platón pone como
fundamento de todo su sistema a las Ideas, sin embargo qué son exactamente las ideas hoy sigue siendo un
enigma. Platón nos dice cuáles son sus funciones y sus características , pero en ningún
momento nos deja claro que son las ideas.
Además de este problema encontramos otros que pasamos a explicar a continuación:
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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1.- Si existen las ideas, debe existir una idea que corresponda a cada cosa.
Por tanto tiene que haber idea de todo, de lo bueno, de lo malo, de las relaciones entre las cosas...
Esto es un problema que no resuelve Platón . La cuestión es importante puesto que además del hecho
difícilmente explicable que existan ideas de la maldad (infinitamente malas) conviviendo en un mundo de
las ideas donde la idea suprema es el bien; se produce una multiplicación excesiva del número de ideas con
lo que estas pierden su idea de unidad y originalidad.
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2.- Si la idea como totalidad está presente en cada uno de los ejemplos concretos, la idea existe separada de
si misma. Y si sólo una parte de la idea está presente en cada uno de los ejemplos, entonces la idea es
divisible. Lo que se está planteando aquí es como los ejemplos de X participan de X
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3.- Si en los diversas realidades que son Z reconocemos la idea de Z-dad, se deduce que, si consideramos la
de Z junto con los múltiples individuos Zs, debe existir otra idea de Z-dad en virtud de la cual la idea de Z y
los individuos Z sean todos Z. Este es el famoso argumento llamado del “tercer hombre”. Para solucionar
este problema debemos evitar cualquier implicación que suponga que la idea de Z-dad es en sí misma una
ejemplo de Z-dad en el mismo sentido que lo es un individuo Z. Un intento de solución a este problema lo
ofrece el propio Platón recurriendo a un ejemplo de belleza:
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“ La idea de belleza no solo es la causa de la belleza sino que es bella en si misma. No solo es causa de la
belleza sino que es belleza: esa belleza es transcendente, inmutable, de la que participa toda belleza
particular”
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4.- Si las ideas son realidades por completo separadas de nuestro mundo no podemos tener ningún tipo de
conocimiento sobre ellas. Si las ideas existen por completo separadas del mundo sensible , de nuestra
experiencia sensorial, entonces el paso o ascenso desde el mundo de la experiencia al de las ideas no solo es
dificultosos sino que es imposible
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La teoría del conocimiento.
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En “República” nos ofrecerá una explicación, la dialéctica, al final del libro VI, basada en la teoría de las
Ideas. En ella se establecerá una correspondencia estricta entre los distintos niveles y grados de realidad y
los distintos niveles de conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón dos modos de conocimiento: la
“doxa” (“opinión” o conocimiento sensible) y la “episteme” (“ciencia” o conocimiento inteligible). A cada
uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. La “doxa”
presenta dos niveles: “pistis” (conjetura), cuando percibimos sólo el reflejo o las sombras de las cosas; y
“eikasia” (creencia), la percepción directa de los objetos sensibles. La “episteme” (ciencia) se subdivide en:
“dianoia” (razón discursiva), conocimiento de los objetos matemáticos (no sensibles); y “noesis” (intuición),
la captación directa que el alma racional hace de las ideas, es decir, de la verdad. El verdadero conocimiento
viene representado por la “episteme” (ciencia), dado que es el único conocimiento que versa sobre lo
universal. Este es el saber propio del sabio, que habrá de entrenar su alma racional para alcanzarlo: la
dialéctica es para Platón ese entrenamiento, el paso desde los conocimientos más imperfectos hasta el más
perfecto, el de las ideas, dialéctica ascendente. Veamos el ejemplo del amor del Banquete:
! En "El Banquete" pone Platón en boca de Sócrates las distintas fases de esta “dialéctica del amor": debemos
iniciarnos en la aspiración absoluta de la Belleza empezando por el anhelo por la belleza sensible, la belleza que se
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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encuentra en los cuerpos, para pasar a la comprensión de la belleza de las almas, la belleza de las buenas acciones y de
las leyes justas, la belleza de las ciencias, la belleza de la filosofía y, finalmente la comprensión de la existencia de una
belleza absoluta o Idea de Belleza.

Pues la dialéctica tiene dos direcciones. La dialéctica ascendente es la que va del mundo sensible al
inteligible, conociendo todas las ideas hasta llegar a la idea suprema de bien. La dialéctica descendente es
aquella que, desde el mundo inteligible, desciende al mundo sensible para aplicar en él el conocimiento de
las ideas adquirido anteriormente.
! ESQUEMA DE LO ANTERIOR:
● Definición: Conocer es conocer lo UNIVERSAL = las IDEAS

● Grados de conocimiento:
INTELECTUAL (“EPISTEME” O CIENCIA)
INTUICIÓN (“NOESIS”) CTO. DE LAS IDEAS DIALÉCTICA: ASCENDENTE Y
DESCENDENTE
RAZÓN DISCURSIVA (“DIANOIA”): CTO. DE ENTIDADES MATEMÁTICAS
SENSIBLE (OPINIÓN O “DOXA”)
CREENCIA (“EIKASIA”): CTO. DIRECTO DEL MUNDO SENSIBLE.
CONJETURA (“PISTIS”): CTO. INDIRECTO DEL MUNDO SENSIBLE.
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Pero ese conocimiento no parece fácil de lograr, es necesaria una vida dedicada al saber. Aún así, siendo
las ideas tan especiales y al parecer tan alejadas del mundo que habita el hombre ¿puede el alma racional
llegar realmente a conocerlas? Esta dificultad es parcialmente salvada por Platón gracias a la teoría de la
reminiscencia (anámnesis) que nos ofrece en sus diálogos Menón o Fedón. Según ella el alma, siendo
inmortal, al abandonar el cuerpo es posible pensar que entre en contacto con aquellos objetos de su misma
naturaleza (esenciales, inmateriales, eternos…), es decir, con las ideas. Ese alma, al reencarnarse en otro
cuerpo olvida lo aprendido, pero al entrar en contacto con los objetos sensibles que son copia de las ideas,
puede “recordarlas” (incluso el hombre más indocto comprende que llamamos bellas a cosas diferentes –una
acción, una estatua, un amanecer…-porque todas ellas coinciden en algo así como “la belleza”, aunque en
principio no sepa definirla). Aprender es, por lo tanto, recordar, de algún modo el alma racional está
“preparada” para la verdad (se halla en “nuestro interior” como diría Sócrates, sólo hay que preparar nuestra
razón para sacarla a la luz).
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La teología
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La teología platónica había sido ya anticipada en la República, pero de un modo muy esquemático y,
además, ambiguo. En efecto, Platón había insistido en tal diálogo en la idea suprema del Bien, la cual es
respecto al mundo inteligible como el Sol respecto al mundo sensible, de tal modo que el Bien ilumina a
aquel mundo por entero y es de tal manera elevado que, como dice Platón en una ocasión, se halla "más allá
del ser", pudiendo con ello constituir el fundamento del ser y, con él —en virtud de la característica
identificación platónica de ser y valor—, la belleza, la inteligencia y la bondad. Es posible considerar que
esta idea del Bien es equiparable a Dios. Pero es posible asimismo negarlo. En cambio, las cuestiones
teológicas se manifiestan de un modo decisivo en el Timeo, el diálogo que ejerció tan constante influencia al
final de la Antigüedad y durante toda la Edad Media. Se trata, en rigor, como apuntamos, de una teología y
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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de una cosmología — y cosmogonía. En efecto, Platón presenta en el mismo al cosmos como algo
engendrado por una combinación de necesidad e inteligencia. Esta combinación debe entenderse del
siguiente modo: la inteligencia controla a la necesidad y la persuade a que lleve siempre hacia el mejor
resultado posible la mayor parte de las cosas que llegan a ser. El orden implica para el filósofo un plan
determinado, es decir, una finalidad determinada. La inteligencia es, pues, la que persuade a la necesidad
para la producción ordenada de las cosas. Ahora bien, esta inteligencia es aquella norma sobre la cual se va a
basar el demiurgo. El demiurgo es, ciertamente, un Dios, pero un Dios que trabaja, como ha indicado Victor
Brochard, con los ojos fijos en los modelos de las ideas. Su actividad lo lleva a producir el alma del mundo
por la mezcla de lo Mismo y de lo Otro, el tiempo como medida (ordenada) del universo y como imagen
móvil de la eternidad, el alma humana y la realidad física. Puede decirse, pues, que el mundo ha sido hecho
por el demiurgo de acuerdo con las ideas mediante una combinación de lo determinado y lo indeterminado a
fin de sacar de esta combinación el mejor partido posible. En la República (507 C, 530 A) Platón había
hablado de un obrero o artífice de los sentidos y de uno de los cielos. En Sofistas. (265 C) se calificaba al
artífice de divino. Sin embargo, la teoría platónica del obrero o artífice del mundo se encuentra expuesta con
cierto detalle solamente en el Timeo (especialmente 28 A - 31 A) cuando el filósofo habla de un obrero,
(traducido por artífice, fabricador), que plasma el mundo teniendo sin cesar los ojos fijos sobre el modelo de
lo eterno y, por consiguiente, de lo bello. Este demiurgo que ha contemplado el modelo eterno, que es la más
perfecta de las causas; ha producido el mundo en virtud de su bondad y carencia de envidia, deseando que
todas las cosas fuesen semejantes a él. Resultado de su actividad ha sido el mundo como un ser viviente,
provisto de alma y de intelecto. El hecho de que el demiurgo no haya creado él mismo ni el receptáculo del
devenir ni los modelos del devenir no significa que sea meramente el símbolo del orden del universo, no
quiere decir que su idea no represente algo que efectivamente "ha ocurrido".
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Antropología: La concepción dual del hombre.
En cuanto a la concepción de la naturaleza del hombre, Platón está fuertemente influido por los pitagóricos
y el orfismo. Al igual que ellos lo considera un compuesto de:
Cuerpo: es terrenal, y por tanto generable y corruptible. Es un obstáculo para alcanzar el perfecto
conocimiento de las ldeas; por lo que, por sí mismo a lo más que puede aspirar es a ese conocimiento de
segundo orden, que Platón, siguiendo a Parménides, llama doxa (parecer, opinión).
Alma: después de su primer viaje a la Magna Grecia Platón comienza a introducir en sus Diálogos la
concepción de un alma inmortal (idea procedente de los pitagóricos que la habían tomado, a su vez, del
orfismo. Según Platón el alma tiene su origen en el mundo de las ldeas. Esta alma tiene tres partes con una
facultad, o función, cada una: la concupiscible o apetitiva, que es la facultad por la cual deseamos los
placeres; la irascible o volitiva, que es la facultad de la ira y de la voluntad; sometidas ambas a la parte
racional o nous (a veces ésta aparece en los escritos platónicos como la única parte del alma que es eterna),
en la que reside la facultad del conocimiento. Cuando las pasiones dominan y desobedecen al gobierno de la
razón caen de ese mundo inteligible y tienen que encarnarse en un cuerpo como castigo (Fedro). De este
modo, mítico otra vez, explica Platón cómo pasan las almas del mundo inteligible, al que pertenecen, al
mundo sensible. En el alma reside, pues, el nous, la capacidad de conocimiento intelectual.
En el Fedro explica Platón la naturaleza del alma a través de un mito, el del carro alado: el alma habita
originalmente la región supraceleste donde tiene la posibilidad de contemplar las Ideas. Ahora bien, el alma
es como un tronco de caballos y un auriga. Uno de los caballos es dócil y sigue las instrucciones del auriga,
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
pero el otro, arrastrado por los deseos, se muestra díscolo y finalmente, hace caer al carro. (En este mito
aparece desarrollada en forma simbólica la concepción platónica de la naturaleza tripartita del alma -que
aparecerá expuesta de modo claro en Diálogos posteriores- El caballo dócil simboliza la parte irascible o
volitiva del alma donde radica el valor y la voluntad; el caballo díscolo simboliza la parte concupiscible o
apetitiva del alma, donde radica el deseo de placeres, y el auriga simboliza la parte racional del alma). Una
vez caída al mundo terrestre, sensible, el alma tendrá que encarnarse en un cuerpo.
En algunos de sus libros (Fedro, República) Platón acepta la tesis pitagórica de la reencarnación, según la
cual el alma se reencarnaría, al morir el cuerpo, en uno u otro elemento según el tipo de vida que hubiese
llevado en la reencarnación anterior.
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Ética platónica.
Como consecuencia de su división del mundo en mundo sensible y mundo inteligible, el conocimiento del
bien, del buen gobierno, de la justicia, etc., ya no radica en meras definiciones, sino que tales cosas tienen
entidad por sí mismas: tienen su propio mundo al que pertenece el alma inmortal humana. Como además el
mundo inteligible pasa a ser el auténticamente real, y el alma pertenece a ese mundo, ahora lo que interesa
sobre todo no será ningún tipo de éxito en nuestro mundo físico, lo que interesa por encima de todas las
cosas es, por decirlo así, el éxito para el alma.
A partir de aquí el término virtud adquiere, en Platón, tres sentidos, que no se dan por separado sino
vinculados a su teoría de las Ideas y a su concepción del alma:

1. Virtud como sabiduría: por influencia de Sócrates la virtud sigue siendo considerada como sabiduría
(sabiduría que sólo se alcanza en un “ver” que realiza el alma a través del nous). Platón defiende, al igual
que su maestro Sócrates, un intelectualismo ético o moral: sólo puede obrar bien quien conoce lo que es el
bien. La diferencia es que ahora el Bien, la Justicia, y demás, son considerados entidades subsistentes por sí
mismas.
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2. Virtud como purificación: por influencia del orfismo y el pitagorismo la virtud es considerada como
purificación (por la cual el alma se libera del cuerpo); con el orfismo surge la concepción del alma como
inmortal. Esta concepción es asumida por los pitagóricos que consideran que el alma es inmortal y se
reencarna tras la muerte del cuerpo, que es concebido como una cárcel para el alma. Por todo ello, tanto el
orfismo como los pitagóricos consideran necesaria la purificación, entendiendo por tal un proceso por el
cual el alma se va liberando paulatinamente del cuerpo. En el caso de Platón esta liberación tendría por
objeto último que el alma, ya enteramente libre, y sin necesidad de reencarnarse en otro cuerpo, pudiera
contemplar las Ideas.
3. En virtud de su propia concepción tripartita del alma, la virtud es considerada como justicia (entendiendo
por tal una armonía entre las facultades del alma). Platón sostiene que el alma tiene tres funciones (a veces
habla de tres almas distintas). Estas funciones son: la concupiscible o apetitiva, la irascible o volitiva y la
inteligible o racional. Pues bien, a cada una de estas tres funciones le corresponde su virtud particular.
Tenemos así:
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                                                                                                                                                                          PLATÓN
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(1) La templanza (sophrosyne): es la virtud propia del alma en su función concupiscible; por ella el
alma modera sus apetitos corporales.
(2) La fortaleza o valor (andreía): es la virtud propia del alma en su función irascible. Es la que
mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las ldeas.
(3) La sabiduría o prudencia (phrónesis,); es la virtud propia del alma en su función racional. Es esta
virtud la que acerca al alma al mundo de las ldeas. (De nuevo aparece aquí la virtud como sabiduría,
pero ahora dentro de un esquema más general).
Cuando se dan estos tres tipos de virtudes se da la justicia, que Platón, siguiendo la concepción general
que tiene el mundo griego de la justicia, entiende como orden o armonía (en este caso entre las tres
funciones del alma). Pero la justicia no se da siempre, y ello puede deberse fundamentalmente a dos
motivos: 1) cuando el alma en su función concupiscible no cumple con su virtud específica, esto sucede
siempre que el individuo confunde el placer con la felicidad; 2) cuando el alma en su función irascible no
cumple con su virtud específica, y esto sucede siempre que los individuos confunden la ambición con la
felicidad.
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Política platónica.
En los primeros tiempos de constitución de las polis la participación en los asuntos públicos ocupaba una
buena parte del tiempo de la aristocracia; más tarde con el triunfo de los sistemas democráticos, la
dedicación de una buena parte de sus vidas a los asuntos públicos se extendió a todos los ciudadanos
(categoría en la que no entran, ni las mujeres ni los esclavos, ni los extranjeros residentes en las polis). Para
un griego de la época arcaica o clásica es inconcebible una vida enteramente humana fuera de la polis. Y en
esto Platón es un buen griego; desde muy joven tuvo inquietudes políticas, y si renunció a una participación
activa en la vida política de Atenas se debió a su falta de fe en los sistemas imperantes (después de
comprobar cómo sucesivamente la oligarquía y la democracia tenían comportamientos poco virtuosos). Es
en la polis, donde el hombre se realiza como tal, donde alcanza la virtud, la excelencia, donde el hombre da
lo mejor de sí. Sin embargo, Platón introduce en su reflexión filosófica elementos poco griegos,
fundamentalmente la idea de un alma inmortal que hay que cuidar (a pesar de toda la tradición órfica y
pitagórica, estas ideas seguían siendo un poco extrañas a la mentalidad griega); y en dependencia de su
concepción del alma pondrá Platón a la política.
Platón no se limita a describir un Estado justo, sino que además elabora una especie de filosofía de la
historia que pretende mostrar el proceso de corrupción a que se ve abocado todo gobierno. Veamos este
proceso:

Aristocracia: es la mejor forma de gobierno, es el gobierno de los mejores, de los más justos y
sabios. Pero acabará degenerando tarde o temprano; a causa, por ejemplo, de una mala elección de
los que han de gobernar. Los nuevos gobernantes, que ya no estarán correctamente formados, se
aliarán con los guerreros para someter al pueblo y desproveerlo de sus propiedades, dando origen así
a la timocracia.

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                                                                                                                                                                          PLATÓN
Timocracia: es un tipo de gobierno intermedio entre la aristocracia y la oligarquía. Como tal
conserva algo de las virtudes del sistema aristocrático, tales como el respeto por las leyes y los
magistrados, así como el valor propio de los guerreros. Pero no es un gobierno regido por la
sabiduría y la justicia sino por la ambición y la cólera, propias del carácter de los guerreros. Esto les
lleva a un afán de riquezas y propiedades, lo que hará que finalmente sólo se les preste atención a
éstas, degenerando en una oligarquía, en un gobierno de los ricos.

Oligarquía: es aquel tipo de gobierno movido por la codicia y la avaricia. Arrastra consigo múltiples
vicios, tales como: (1) Se elige a los gobernantes en función de la riqueza y no de la capacidad para
dirigir el Estado. (2) Genera una división en el seno del Estado entre dos clases enfrentadas: ricos y
pobres. (3) Los ricos tienden a acaparar cada vez más riqueza, con lo que habrá cada vez más pobres,
con sus secuelas de miseria e inseguridad. Finalmente, las revueltas del pueblo acabarán instaurando
la democracia.

Democracia: es el gobierno del pueblo. Es el tipo de gobierno regido por la libertad. En principio
puede parecer el más dulce de los gobiernos, pero llevada a sus extremos la defensa de la libertad
hace que toda forma de poder sea vista como insufrible, por lo que no se respeta la autoridad de los
magistrados ni de las leyes. Sucede, además, que los más ricos ven peligrar sus fortunas a manos de
los demagogos que incitan al reparto de bienes, por lo que conspiran continuamente contra la
democracia. Para acabar con esta situación de caos el pueblo encumbra a alguien que se erige en su
defensor dando origen así a la tiranía.

Tiranía: surge como degeneración de la democracia. El pueblo pone el poder en manos de un


individuo para que imponga orden en el Estado y defienda sus intereses contra los oligarcas. Pero
una vez en el poder el protector del pueblo, en cuyas manos se ha puesto una guardia, elimina a
quienes pueden estorbarle, y busca la forma de hacerse imprescindible para mantenerse en el poder
(por ejemplo, provocando guerras con otros Estados). Se instaura así la tiranía, que impone el poder
arbitrario en el Estado, y acaba sometiendo a los ciudadanos como si fuesen esclavos.

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En La república, y más tarde en las Leyes, describe lo que habría de ser un Estado ideal. El fundamento de
ese Estado ideal habría de descansar en la virtud, entendida ahora como justicia. Es decir, sólo cuando se da
la justicia puede funcionar bien la Ciudad. Pero ya hemos dicho que los griegos, y Platón entre ellos,
entienden la justicia como orden, como estar cada cosa en su lugar. Así, un alma es justa cuando cada parte
cumple la función que le corresponde, se mantiene en su lugar. Pues bien, siguiendo el mismo esquema que
había aplicado a la descripción de las funciones del alma, el Estado Justo debería estar compuesto por tres
estamentos, cada uno de los cuales cumpliendo con su misión específica:

1. El de los agricultores, artesanos y comerciantes: serán los encargados de producir los bienes
necesarios para la vida de toda la población. Serán los únicos que tengan derecho a tener propiedad
privada. Tendrán como virtud característica la templanza.

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                                                                                                                                                                          PLATÓN
2. Los guerreros-guardianes: serán los encargados de defender a los ciudadanos de sus enemigos.
Serán elegidos de entre los ciudadanos más fuertes y valerosos; el valor (andreía) ha de ser la virtud
que los caracterice.

3. El de los gobernantes-filósofos: serán los encargados de dirigir a los ciudadanos. Serán elegidos
de entre los guerreros más sabios y prudentes. Tienen que tener un perfecto conocimiento del
mundo de las ldeas, ya que sólo quien conoce lo que es el Bien en sí, la Justicia en sí, podrá ser
realmente justo y bueno y dirigir a los demás por el camino de la justicia. Ésta es la razón por la que
los gobernantes han de ser filósofos.

Cuando cada uno de estos estamentos cumpla con su virtud específica se dará la Justicia.

Aunque este Estado ideal se desarrolla según una división en clases de la sociedad, Platón considera que
estos estamentos (al revés de como funcionaba el sistema aristocrático tradicional) no deberían ser estancos.
La pertenencia o no pertenencia a un estamento no vendría dada por herencia o la riqueza sino que, según
las capacidades demostradas desde niño. La educación de niños y niñas se hará por parte de la polis
(ciudad-estado), se educaría a los ciudadanos y según sus méritos formarían parte de uno u otro estamento.
Como novedad señalar que Platón no excluye a las mujeres, como sí sucedía en la vida cotidiana de la
época, de su participación en la vida política o militar, por lo que también éstas podrían formar parte de la
casta gobernante o militar -en caso de reunir las virtudes adecuadas-.

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