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Arens
La Biblia
sin mitos
Una introducción crítica
La Biblia sin mitos
Una introducción crítica
CEP - 277 - 2004
ISBN: 978-9972-223-93-8
3a. edición. 1ra. reimpresión, julio 2006
4a. edición, julio 2014
4a. edición, 1ra. reimpresión, mayo 2017
Hecho el depósito legal en la
Biblioteca Nacional del Perú N° 2017-05488
Código de barras: 9789972223938
N° de proyecto editorial: 31501161601521
Lima, mayo del 2017
Tiraje: 300 ejemplares
Mayo 2017
Eduardo
Arens
La Biblia
sin mitos
Una introducción crítica
4
En testimonio de gratitud
a Roberto Heil, George Lytle,
Oscar Alzamora y Douglas Roper,
que desde su autoridad me alentaron y apoyaron
en el estudio de laBiblia.
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Índice
Prólogo
por Horacio Simian-Yofre, s.j. 11
Presentación 17
Planteamientos 23
1. El contenido de la Biblia 37
2. Contextos históricos de la Biblia 42
3. La formación de la Biblia 52
4. La comunicación y la Biblia 58
5. La tradición oral 67
6. La fijación escrita 73
7. Comunicación e interpretación 84
8. La pregunta por el autor 87
9. Géneros literarios 93
10. Texto y contextos: 109
a) Contexo y situación vital 109
b) El contexto cultural 116
c) El contexto literario 127
d) Síntesis: la comunidad, el autor y su obra 130
11. El texto bíblico 134
7
Segunda Parte: Palabra de Dios 151
Apéndices
Apéndice 1. El fundamentalismo 361
Apéndice 2. YO (1) leo/oigo un TEXTO (2) 369
Apéndice 3. ‘Mitos’ sobre la Biblia 371
Bibliografía 377
8
Abreviaturas frecuentes
Para encontrar fácilmente los pasajes bíblicos, cada libro de la Biblia está
dividido en capítulos, y éstos en versículos. Las referencias se leen como
sigue, por ejemplo:
9
PRÓLOGO
Prólogo
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LA BIBLIA SIN MITOS
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PRÓLOGO
damental, así como los orígenes de una persona no pueden determinar toda
su historia, aunque la condicionen.
La Biblia es Palabra de Dios para los que creemos que Dios ha elegido
en el curso de muchos siglos hombres (y tal vez mujeres) suficientemente
religiosos e inteligentes (inspirados) para percibir una verdadera manifes-
tación de la voluntad divina, de su deseo de guiar a su pueblo, a la comuni-
dad hebrea, a la comunidad de Jesús, a los hombres de todos los tiempos,
por un camino de verdad, justicia y santidad, en una serie de acontecimien-
tos y dichos, que otros habrían considerado como “banales” y “munda-
nos”, o como simple producto de la sabiduría humana o inclusive de la
histeria religiosa.
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LA BIBLIA SIN MITOS
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PRÓLOGO
Éstos son los elementos centrales sobre los cuales el autor de esta Intro-
ducción retorna con frecuencia, con énfasis particular aquí y allí, pero sin
apartarse nunca de cuanto se ha convertido en norma sana, fundamentada
y eclesial de la lectura e interpretación de la Escritura.
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PRESENTACIÓN
Presentación
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LA BIBLIA SIN MITOS
La Biblia se aprecia hoy, más que antes, como lo que materialmente es:
un conjunto de expresiones de vida, testimonios de vivencias históricas y de
fe. Sí, su carácter vivencial y vivificante es quizás el aspecto más importan-
te: son escritos nacidos de la vida y para la vida. Vida en clave religiosa,
pero vida vivida. Por lo mismo, hoy se valora mucho más su dimensión
comunicativa, sin por ello menosvalorar la presencia de Dios a lo largo del
proceso que condujo a la composición de los diferentes escritos que consti-
tuyen la Biblia. Valorar la dimensión humana de la Biblia no es restarle
sacralidad, pero sí es situarla en nuestro mundo, donde originó: Dios se
manifestó a través de acontecimientos históricos, hasta encarnarse Él mis-
mo en la historia. Mientras se veneraba la Biblia como revelación directa de
Dios, se carecía de la objetividad necesaria para poder apreciar su profundi-
dad y su cercanía al hombre. Y mientras se vea a la Biblia como un conjunto
de verdades doctrinales, no se valorará su carácter vivificante existencial.
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PRESENTACIÓN
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LA BIBLIA SIN MITOS
ras. Deja pocas piedras sin revolver. En otras palabras, es una introducción
crítica porque no me conformo con respuestas tradicionales sin fundamen-
to, sino que recurro al depósito de conocimientos que hemos acumulado y
actualizado. El problema en la apreciación de la Biblia no se suele situar en
el ámbito de la fe, sino en el de la información y de la razón. No tanto el
creer como el conocer y comprender, es el problema. Y no pocas veces lo
que “se cree” carece de fundamento o es un espejismo. Por eso empiezo por
exponer la dimensión netamente humana de la Biblia.
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PRESENTACIÓN
Eduardo Arens
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PLANTEAMIENTOS
Planteamientos
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LA BIBLIA SIN MITOS
¿Conoces la Biblia?
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PLANTEAMIENTOS
¿se trata de una historia, de una leyenda, o de un mito? ¿Por qué se relató?
¿Quién tomó nota de los diálogos entre Abraham e Isaac mientras caminaban
solos hacia el lugar del sacrificio? ¿Habló Dios con voz humana? ¿Es compren-
sible la mansedumbre del joven Isaac al dejarse atar para ser sacrificado? ¿Cómo
entender que en el v.12 el ángel hable como si fuera Dios mismo? ¿Cómo se
acordaron los narradores de los detalles después de más de ocho siglos que
transcurrieron entre el tiempo de Abraham (s. XVIII a.C.) y el tiempo en que se
escribieron por primera vez (s. X)?
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LA BIBLIA SIN MITOS
Por cierto, lo más obvio de todo, lo primero que nos sale al encuentro al
leer un escrito de la Biblia, es el hecho de estar escrito en un idioma, con una
gramática –que leemos en una traducción castellana, además,– con maneras
de pensar y de expresarse a menudo distintas de las nuestras, y que hablan
de situaciones, histórica y culturalmente, diferentes de las que vivimos. Es
decir, lo más evidente es su dimensión humana. Todo el mundo concuerda
en admitir que la Biblia es literatura –literatura religiosa, sí, ¡pero literatu-
ra!–. Es por aquí por donde empezaremos nuestro esfuerzo por conocer y
comprender la Biblia: por su dimensión más evidente, la humana.
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PLANTEAMIENTOS
Como suele suceder con cualquier materia sobre la cual conocemos poco
o nada, el estudio de ella nos informará e ilustrará, nos salvará de posibles
errores de juicio, y nos ayudará a comprender la materia en cuestión.
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LA BIBLIA SIN MITOS
¿Significa eso que la Biblia es solamente para los estudiosos, o que sin
estudiarla no es posible comprenderla? Sí y no. Si no sé nada de economía
no entenderé las páginas que sobre ese tema pueda leer en los periódicos, o
quizá entienda poco y algunas cosas las entenderé mal creyendo que las
entiendo bien. Cuanto más informado esté, más podré comprender. El ejem-
plo más claro es la lectura del Apocalipsis: sin la información necesaria
sobre el mundo del autor muchas cosas parecen incomprensibles o se en-
tienden erradamente. Por cierto, eso no significa que todo sea incomprensi-
ble en la Biblia. De hecho, hay mucho que es fácilmente comprensible, es-
pecialmente cuando se trata de vivencias y experiencias que son comunes a
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PLANTEAMIENTOS
todo ser humano, parte de las vicisitudes de la vida, a pesar del tiempo o la
cultura. Pero sí es necesario el estudio de la Biblia, de su mundo, cuando su
comprensión es esencial para la recta interpretación en materias de doctrina
o de ética, por las razones expuestas. La falta de estudio informado de la
Biblia y sus condicionamientos históricos y culturales conduce, por ejem-
plo, a prohibir la transfusión de sangre (Testigos de Jehová)... ¡y gente mue-
re! Para interpretar correctamente tengo que comprender correctamente, y
para comprender correctamente tengo que tener la información necesaria.
Los resultados de los estudios hechos por los expertos biblistas están al
alcance de quien esté interesado, pues se publican y se encuentran en libre-
rías. Pero, no es necesario su estudio si la Biblia va a ser leída como medio
o vehículo de comunión con Dios, es decir para la meditación y la oración
en cualquiera de sus formas. Al usar la Biblia para la oración no se la anali-
za, sino que uno se deja guiar, conducir, inspirar, por ella. En pocas pala-
bras, cuando se trata de afirmaciones conceptuales basadas en la Biblia,
especialmente sobre doctrina y moral, más vale que estemos bien informa-
dos sobre ella si no queremos arriesgar equivocarnos. Eso supone entrar en
el mundo del estudio como lo he descrito y veremos más ampliamente. Cuan-
do se trata de usar la Biblia para el enriquecimiento espiritual, no es necesa-
rio su estudio, incluso puede ser un obstáculo. De un modo u otro vale la
advertencia que debemos evitar caer en historicismos y que lo que debemos
buscar es fundamentalmente el mensaje del texto –y éste leído en párrafos,
no en frases sueltas.
Importancia de la Biblia
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LA BIBLIA SIN MITOS
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PLANTEAMIENTOS
¿Qué es la Biblia?
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LA BIBLIA SIN MITOS
“Yo declaro a todo el que escucha las palabras de la profecía de este libro
(biblíon): Si alguno les añade algo, Dios le añadirá las plagas que están
escritas en este libro (biblíon)….” (22,18s).
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PLANTEAMIENTOS
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PRIMERA PARTE
Palabras de hombres
1. El contenido de la Biblia
Los judíos obviamente consideran como Biblia lo que los cristianos llama-
mos “Antiguo Testamento”, porque no reconocen la venida de Jesús como la
del mesías, y los escritos cristianos no tienen para ellos carácter sagrado. La
división de la Biblia en testamentos es cristiana. El calificativo “antiguo (testa-
mento)” no se debe entender como obsoleto o como viejo, sino como el primero
con respecto al posterior. Algunos han propuesto por eso hablar más bien de
“primer testamento”. Sólo se puede hablar de un “antiguo” testamento si se
admite como real la existencia de un “nuevo” testamento, y esa distinción la
hacemos los cristianos. Quizá sea más correcto hablar de “Biblia Hebrea” para
denotar la propiamente judía, y “Biblia Cristiana” para designar la inclusión del
NT como parte de la Biblia por parte de los cristianos.
1
Son 73 escritos si se consideran Jeremías y Lamentaciones como dos obras dife-
rentes (como en realidad lo son); serán 72 si se cuentan como un solo escrito,
como aparece en nuestra Biblia (Lamentaciones como parte de Jeremías).
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PALABRAS DE HOMBRES
escrito independiente de los demás, y sin idea de que más tarde sería agregado
a otros para eventualmente formar parte de la Biblia.
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EL CONTENIDO DE LA BIBLIA
manera en que inicialmente se citaban los textos bíblicos: “No han leído en
el libro de Moisés (= Éxodo), en lo de la zarza (= capítulo tercero), cómo le
dijo Dios … (sigue una cita textual de Ex 3,6)”. En Rom 11,2 san Pablo cita
1Re 19,10 simplemente mencionando como referencia que es un pasaje de
“la historia de Elías”. Las divisiones por capítulos y versículos, aunque muy
prácticas, no siempre fueron acertadas; ocasionalmente cortan el texto don-
de no deberían, p. ej. el primer relato de la creación concluye en Gén 2,4a, y
no al final del cap. 1, como supuso quien dividió este libro en capítulos; el
último canto del siervo de Yahvéh en Isaías empieza a finales del cap. 52, y
no en 53,1 como lo supuso quien dividió este libro en capítulos.
Los subtítulos que hallamos (y que varían de una Biblia a otra) tampoco
son originales. Ocasionalmente son equívocos: la parábola conocida como
“del hijo pródigo” (Lc 15,11ss), no se centra en el hijo sino en el padre
misericordioso, por tanto debería ser titulada “parábola del padre misericor-
dioso” –además que la parábola habla también del otro hijo, el que se quedó
en casa.
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PALABRAS DE HOMBRES
Hay algo más que nunca debemos olvidar: los compositores de los diver-
sos escritos de la Biblia escribieron para un grupo de personas concretas,
para su pueblo o su comunidad de entonces, de aquel tiempo. Esto significa
que no escribieron pensando en nosotros, como ya advertimos. Cuando Isaías
habló y escribió lo hizo para los judíos del s. VIII a.C., y cuando Pablo
escribió su carta a los romanos, fue para los cristianos de Roma de la década
del 50, respondiendo a sus problemas y necesidades de aclaración, que no
siempre son los nuestros. Hoy día hablarían y escribirían de otra manera, y
acerca de otros problemas. Pero lo que escribieron es en cierta medida toda-
vía aplicable hoy, el mensaje central sigue siendo válido, pues el ser humano
es básicamente el mismo: sus preguntas, actitudes, angustias, alegrías, espe-
ranzas, se siguen dando hoy.
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EL CONTENIDO DE LA BIBLIA
fiel a su “alianza”. Por otro lado, los hombres se muestran inestables: hoy
sumisos y fieles, mañana rebeldes o indiferentes ante Dios, inclusive idóla-
tras. Cuando se observan los escritos del AT desde el lado de los hombres,
se ve que es una historia de las consecuencias de sus actitudes frente a Dios:
es una historia de éxitos y alegrías y de fracasos y frustraciones, estrecha-
mente relacionadas a su sumisión humilde y confiada, o rebelde y
autosuficiente ante la voluntad de Dios. Ésta es, en síntesis, la perspectiva
fundamental desde la cual se presentan los diferentes escritos del AT, muy
claramente así en los relatos. El NT, por su parte, pone de relieve esa volun-
tad salvífica de Dios manifiesta ahora en la persona de Jesús de Nazaret:
“Dios amó tanto al mundo que envió a su hijo unigénito, para que todo aquel
que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). En el NT
también aparecen una y otra vez respuestas fieles y respuestas distorsionadas,
inclusive de oposición a esa voluntad divina.
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PALABRAS DE HOMBRES
1. La historia de Israel empieza con los patriarcas, lo que nos sitúa hacia el
s. XXI según los datos arqueológicos3 . Eran clanes nómadas que se ins-
talaron en “la tierra de Canaán” (luego conocida como Israel y más tarde
Palestina), en busca de tierras más fértiles para sus ganados. El primero fue
el de Abraham, oriundo de Mesopotamia (Caldea). Hacia el s. XIII desta-
2
Una buena sinopsis cronológica se puede encontrar al final de la Biblia de Jeru-
salén. La historia que expongo no coincide en muchos momentos importantes
con “la historia oficial” que es común en libros modernos. Es una reconstruc-
ción basada en la correlación de datos especialmente arqueológicos.
3
A menos que indique lo contrario, las fechas son todas “antes de Cristo”. Para
una síntesis de los datos arqueológicos hasta fines del milenio, el lector interesa-
do puede consultar en particular W. Dever, What Did the Biblical Writers Know
42
CONTEXTOS HISTÓRICOS DE LA BIBLIA
and When Did They Know it? What Archaeology Can Tell Us About the Reality
of Ancient Israel, Grand Rapids 2001, y I. Finkelstein – N.A. Silberman, The
Bible Unearthed. Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of
Its Sacred Texts, Nueva York 2001.
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PALABRAS DE HOMBRES
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CONTEXTOS HISTÓRICOS DE LA BIBLIA
dan. Hacia el año 730 el imperio Asirio tomó posesión del reino de Is-
rael, deportó a parte de su población y la repobló con extranjeros, prime-
ro en Galilea, luego en Samaria, lo que resultó en nuevos sincretismos.
No se anexó el sur por su pobreza y difícil geografía.
Después de la aniquilación del reino del Israel por los asirios, el rey
Josías de Judá (639-609) buscó anexarse esos territorios a su reino, cosa
que no logró. Pero centralizó el culto en el templo de Jerusalén, instituyó
la Pascua como fiesta principal, y ordenó la purificación de la religión
Yahvista de lo pagano. Su reinado marcó un hito en la historia de Israel
–aunque no duró mucho–. Josías pasó a ser modelo de gobernante. En
ese tiempo se forjó la corriente llamada “deuteronomista”, que pondría
el peso en la observancia de la Ley.
5. Ciro el persa tomó en 538 el poder de las manos de los babilonios. Una
de sus políticas fue permitir que los exilados retornen a sus tierras. Va-
rios grupos retornaron a Israel y empezaron la reconstrucción, en parti-
cular del Templo, bajo Zorobabel, empresa ésta que fue alentada por los
profetas Ageo y Zacarías. La oposición por parte de Samaria a ese pro-
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PALABRAS DE HOMBRES
yecto originó un antagonismo nunca superado. Por encargo del rey persa
Artajerjes, a mediados del s. V, Nehemías fue enviado a Jerusalén a po-
ner fin a las revueltas anárquicas mediante una reorganización adminis-
trativa. Es el tiempo del profeta Malaquías, e inicio de las escuelas
sapienciales, colecciones de proverbios y fijación del Salterio. Se escri-
bió Job. Nehemías introdujo reformas religiosas, a las cuales contribuyó
particularmente Esdras estableciendo como normativas una serie de le-
yes de la Torá. Judea fue constituida como una provincia persa separada
de Samaria –desde entonces se llamó a sus habitantes “judíos”. A me-
diados del s. IV se rescribió la historia (Crónicas, Esdras-Nehemías).
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CONTEXTOS HISTÓRICOS DE LA BIBLIA
4
La fecha de composición y redacción final de los profetas, al igual que de la
mayoría de los escritos del AT, es difícil de precisar. Muchos tienen una larga y
compleja prehistoria de tradiciones y redacciones.
5
Las fechas de las cartas paulinas, así como del resto del NT, son aproximadas. No
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PALABRAS DE HOMBRES
El relato bíblico
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CONTEXTOS HISTÓRICOS DE LA BIBLIA
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PALABRAS DE HOMBRES
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CONTEXTOS HISTÓRICOS DE LA BIBLIA
liberación que Jesús predicaba no era del tipo que sus compatriotas an-
helaban: querían un reino de David, no un reino de Dios. La manera en
que Dios hablaba no era la que el judaísmo había establecido que debe-
ría ser, no cabía en sus esquemas (Jn). Exigía conversión. Como resulta-
do, los caminos se separaron entre los que escucharon a Jesús y recono-
cieron su mesianismo, y los que lo rechazaron (Mt). Para los que lo escu-
charon y aceptaron, optando por seguirlo (Mc), fue garantía de auténtica
liberación (Pablo) –garantía sellada con su resurrección–. Para los que
no lo escucharon, seguros de sus ideas preconcebidas, fue, una vez más,
causa de su destrucción. Ésta ocurrió con la toma de Jerusalén y destruc-
ción de su templo de manos de los romanos el año 70.
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PALABRAS DE HOMBRES
3. La formación de la Biblia
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LA FORMACIÓN DE LA BIBLIA
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PALABRAS DE HOMBRES
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LA FORMACIÓN DE LA BIBLIA
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PALABRAS DE HOMBRES
7) Cuando los idiomas en que los escritos de la Biblia habían sido redacta-
dos, hebreo y griego, no eran aquellos de los lugares donde se quería leer
la Biblia, entonces se hizo necesario traducirlos a los idiomas de los
nuevos lectores. Como veremos, toda traducción es a su vez una inter-
pretación. Por eso tenemos tantas traducciones castellanas.
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LA FORMACIÓN DE LA BIBLIA
YO (lector) Traducción Canon Escritura
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PALABRAS DE HOMBRES
4. La comunicación y la Biblia
En el capítulo anterior hemos visto que, con pocas excepciones, los es-
critos de la Biblia son productos de procesos de transmisión oral que empe-
zaron con algún acontecimiento o una experiencia que se comunicó. Nos
detendremos primero a considerar, más detalladamente, el proceso de co-
municación como tal, para luego centrarnos en la tradición oral en sí, fuente
de la mayoría de los escritos bíblicos.
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LA COMUNICACIÓN Y LA BIBLIA
El proceso de comunicación
Para que haya comunicación debe haber “sintonía” entre el que habla o
escribe y el receptor. Cuando no la hay se produce la incomunicabilidad o la
incomprensión, y se suele exclamar “¡no sé de qué está hablando! ¡no lo
entiendo!”. El que habla o escribe debe adaptar su lenguaje a su auditorio,
es decir a su mentalidad y cultura, para que pueda ser comprendido. No se
habla de igual manera a un niño y a un adulto, a un campesino de los Andes
y a un abogado de Lima. Jesús habló a los judíos con el lenguaje de su
tiempo y cultura, y Pablo tuvo que adaptar el lenguaje con el que comunica-
ba el evangelio (palestino) a su auditorio de mentalidad griega, y según se
dirigiese a un público pagano, judío o cristiano. En pocas palabras, como ya
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PALABRAS DE HOMBRES
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LA COMUNICACIÓN Y LA BIBLIA
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PALABRAS DE HOMBRES
Inclusive los temas de los que se habla o escribe, a menudo están influenciados
por las circunstancias que vive el emisor: si hay una crisis nacional, hablará
de eso; si le sucedió algo importante a él o a un familiar, querrá hablar de
eso. El que habla o escribe lo hace desde su punto de vista, y si es algo que
recibió antes lo modificará de acuerdo a su punto de vista y así lo transmitirá
–a menos que sea un copista–. Más aún, el emisor comunica su mensaje
según la imagen que tenga del receptor: no es lo mismo hablar a un auditorio
acogedor y receptivo, que a un auditorio hostil. Todo buen orador y escritor
tiene presente al auditorio al cual se dirige. Como podemos apreciar, el emi-
sor no comunica su mensaje de manera imparcial y objetiva, sino más bien
influenciado por muchos factores, algunos de los cuales he destacado. Así
sucedió también con los autores de los escritos de la Biblia, con los profetas
y con Jesús cuando hablaron –y así nos sucede cuando hablamos acerca de
algún pasaje bíblico.
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LA COMUNICACIÓN Y LA BIBLIA
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PALABRAS DE HOMBRES
Algo similar ocurre entre una madre y sus hijos. Ésta les comunica lo que
ella recibió como formación moral, por ejemplo, pero modificado por sus pro-
pias vivencias y reflexiones, eso si no mejor informada. En otras palabras, la
madre no comunica a sus hijos exactamente lo que ella recibió de su propia
madre (o padre), y los hijos eventualmente harán lo mismo, condicionados por
sus propias vivencias y experiencias. Los hijos comprenderán a su madre según
sus capacidades y sus condicionamientos, sus intereses y conveniencias, sus
experiencias y conocimientos, y también según la imagen que tengan de ella.
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LA COMUNICACIÓN Y LA BIBLIA
Quizá todo esto parezca un tanto teórico y sin relación con la Biblia.
Sin embargo, es un hecho que una buena proporción de escritos bíblicos
fueron compuestos basados en tradiciones orales. Prueba de ello es que
encontramos:
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PALABRAS DE HOMBRES
– Faltas de orden lógico. P. ej. según Gén 17,25 Ismael era un muchacho
“de trece años” al ser circuncidado, pero cuatro capítulos más tarde, en
21,14, el mismo Ismael resulta ser un niño que tiene que ser cargado por
su madre.
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LA TRADICIÓN ORAL
5. La tradición oral
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PALABRAS DE HOMBRES
el grado de alfabetismo en la antigüedad indican que menos del diez por ciento
de la población en Grecia sabía escribir, mientras que en Egipto y Mesopotamia
no llegaba al uno por ciento, sin mencionar el hecho que poseer textos escritos
era costoso, ocupaba mucho espacio para tenerlos en casa, y su uso era poco
práctico. Por lo general se limitaban a escuchar textos, o a retener datos impor-
tantes en la memoria.
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LA TRADICIÓN ORAL
1. Tradiciones existentes:
a) explicación del origen del nombre del centro de sacrificios conocido
como Yahvéh-yiré (etiológico);
b) explicación del origen del rechazo de sacrificios humanos (mitológico).
2. Un día ambas tradiciones se fusionaron en un solo relato.
3. Más tarde se procedió a una actualización del mensaje.
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PALABRAS DE HOMBRES
Proyección retrospectiva:
la fe del pueblo de Israel es
personificada en la de Abraham
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LA TRADICIÓN ORAL
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PALABRAS DE HOMBRES
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LA FIJACIÓN ESCRITA
6. La fijación escrita
Según 2Reyes 22, el rey Josías ordenó la reparación del templo de Jeru-
salén en el año 621. En el curso de esa tarea se encontró inesperadamente
“el libro de la Ley”, y posteriormente se procedió a leerlo en público a “to-
dos los judíos”. Su contenido era las ordenanzas fundamentales de “la alian-
za” con Dios para el pueblo (23,2). Lo notorio es que se quedaron todos
sorprendidos con su contenido, al punto que reconocieron que “nuestros
padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito
para nosotros” (21,13). A partir de él, el rey ordenó una reforma religiosa.
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PALABRAS DE HOMBRES
rante el éxodo de Egipto (s. XII), son anacrónicas: se introdujeron en las narra-
ciones para afirmar el origen antiguo de la Ley y su relación directa con Dios.
La expresión más clara de esto es la afirmación que leemos en Ex 32,16: “Las
tablas (de piedra) son obra de Dios, y la escritura es escritura de Dios, grabada
en las tablas” (cf. Ex 31,18; 34,1; Dt 9,10; 10,2.4) ¡Imagínese cargando durante
un par de siglos centenares de tablillas de arcilla, que era el material de escritura
usado en ese tiempo (el papiro se usaba en Egipto, lugar donde crecía la planta),
y no sólo por el desierto, sino durante la conquista y eventual creación de una
nación! Papiros aparecieron en Israel recién en el s. VII. Ahondar en este asunto
nos llevaría a estudiar con mucho mayor detalle el origen concreto de los dife-
rentes libros del AT, para lo cual el interesado puede consultar las introduccio-
nes mencionadas en la Bibliografía.
Cuándo se escribió
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LA FIJACIÓN ESCRITA
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PALABRAS DE HOMBRES
obras del AT: la historia (Samuel-Reyes), que hacen remontar a los orígenes
del mundo (Gén 1-11), pasando por los padres del pueblo (Gén 12-50), para
detenerse en un recuento del éxodo y las leyes fundamentales (Éxodo-Jue-
ces). En el mismo tiempo se pusieron por escrito oráculos y discursos de los
profetas importantes (esp. Isaías, Jeremías, Ezequiel), así como textos que
ayudasen a mantener viva la religión como tal (Salmos). En Jeremías 36
leemos que el profeta llamó a Baruc para que actúe como secretario de un
extenso texto que le va a dictar, el cual se leyó en el Templo; tras ser quema-
do el rollo por orden del rey, Jeremías volvió a dictar el texto.
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LA FIJACIÓN ESCRITA
Con el correr del tiempo, y por diversas razones, las diferentes tradicio-
nes que circulaban y se preservaban como unidades independientes las unas
de las otras, fueron reunidas en pequeños “libros”. Así, por ejemplo, se
juntaron tradiciones sobre Jacob y su rivalidad con Esaú (Gén 25,19ss; 27,1ss;
32,3ss; 33,1ss), sobre sus encuentros con Dios, otras relacionadas con algún
lugar importante de culto (Betel: 28,10ss; 35,1ss; Penuel: 32,22ss; Siquem:
33,18ss), y sobre sus relaciones con la familia de Labán (27,46ss; 29,1ss).
Se juntaron relatos sobre la liberación de Egipto (Ex 1-18) y sobre el éxodo
(Nm 10-34). Los pronunciamientos de Amós, que fueron en parte dictados
por el profeta mismo (p. ej. 1,3-2,16) y en parte preservados oralmente (p.
ej. 3,1-15; 4,1-13; 5,1-9, que empiezan por “Escuchen esta palabra…”),
fueron juntados primero en colecciones, a las que luego se añadieron otras
tradiciones, hasta finalmente adquirir la forma que tienen actualmente. Los
escribas (sabios de Israel) juntaron proverbios y reflexiones llenas de pro-
funda sabiduría. Ciertas comunidades cristianas, por su parte, juntaron tra-
diciones sobre Jesús, especialmente con fines catequéticos. Mateo, por ejem-
plo, juntó en el cap. 13 siete parábolas sobre el reino de Dios, y en los cap.
5 a 7 juntó una serie de pronunciamientos dispersos de Jesús.
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PALABRAS DE HOMBRES
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LA FIJACIÓN ESCRITA
Para unir las tradiciones a menudo los redactores emplearon frases ilativas
como “Después de algún tiempo…”, “Un día…”, “De vuelta al otro lado del
lago…”, “En cierta ocasión... ”, sin precisar el lugar, el tiempo, o ambos.
Además, en las obras narrativas a menudo hay un vacío entre una escena y la
siguiente, y no sabemos qué sucedió entre las dos: falta continuidad. Vea por
ejemplo Hechos de los Apóstoles. Tradiciones de diversos orígenes fueron
puestas unas al lado de otras según el punto de vista y el propósito del
redactor.
El trabajo editorial
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PALABRAS DE HOMBRES
El ojo atento podrá observar la mano del redactor en muchos detalles que la
delatan: las suturas con las que unió diversas tradiciones, las añadiduras y los
comentarios editoriales, las adaptaciones a su momento histórico (que llegan a
ser anacronismos). Por cierto, no siempre es fácil determinar con absoluta pre-
cisión qué proviene de la tradición y qué se debe al redactor. Esto es trabajo de
crítica literaria.
Recordemos que aquel que puso por escrito las tradiciones, sean éstas
orales o escritas, pasó de ser receptor de ésas a ser a su vez un emisor. Al
comunicarlas las alteró, no sólo escribiendo con su propio estilo, sino tam-
bién según su manera de entender esas tradiciones y de acuerdo con lo que
quería comunicar a su auditorio. Por lo mismo el escritor le dio al texto que
iba a escribir giros, énfasis, recortes o añadiduras que le parecían necesa-
rios, según su punto de vista. Esto se observa cuando tenemos presente el
mundo del escritor en contraste con aquel del cual heredó las tradiciones, o
cuando podemos comparar obras que tratan el mismo tema. Esto es evidente
en la manera en que el autor de Crónicas manejó el texto de Samuel-Reyes,
y cómo Mateo y Lucas trabajaron el texto de Marcos, que les sirvió como
una de sus fuentes. Lo que tenemos es, en mayor o menor medida, la manera
de entender las tradiciones por parte de ese redactor, influenciado por las
circunstancias y condicionamientos culturales e históricos de su momento.
Por lo mismo, Marcos adaptó el pronunciamiento de Jesús sobre el divorcio
al mundo grecorromano (10,11s), donde la mujer también podía divorciarse
de su marido (en el judaísmo sólo el marido podía divorciar a la mujer: vea
Mt 5,31s). A las originales cuatro bienaventuranzas, preservadas por Lucas
(6,20-22), Mateo añadió cinco más para orientar éticamente a su comunidad
en un ambiente conflictivo (5,5.7-10). La oración dominical (Padre nuestro)
es diferente en cuanto a texto y contexto en Lucas (11,1-4) y en Mateo (6,7-
15). Como vemos, no sólo se alteraron las tradiciones orales, sino también
las fuentes escritas. En efecto, cuando un texto escrito es usado por otra
persona, es tomado de la misma manera que el material heredado en forma
oral, es decir vuelve en cierto modo a su oralidad. De hecho, los textos
bíblicos se escribieron para ser escuchados, no para ser leídos en privado.
En pocas palabras, el redactor es emisor de un mensaje para su comunidad
en su tiempo.
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LA FIJACIÓN ESCRITA
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PALABRAS DE HOMBRES
Según 1Mac 1,56s, por orden del rey Antíoco “se rompieron y echaron al
fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un
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LA FIJACIÓN ESCRITA
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PALABRAS DE HOMBRES
7. Comunicación e interpretación
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COMUNICACIÓN E INTERPRETACIÓN
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PALABRAS DE HOMBRES
Todo esto implica que no todo lo que se encuentra en la Biblia debe ser
absolutizado y considerado como indefectiblemente correcto y válido para
todos los tiempos. La interpretación es relativa en la medida en que depende
del nivel cultural y cognoscitivo, tanto del emisor como del receptor.
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LA PREGUNTA POR EL AUTOR
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PALABRAS DE HOMBRES
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LA PREGUNTA POR EL AUTOR
ricos, Proverbios, los evangelios, entre otros, son obras de redactores: son
colecciones de tradiciones de otros “compositores” (de aquellos que por
primera vez las narraron y que siguieron siendo transmitidas hasta que el
redactor las puso por escrito). Cada uno de los que transmitieron oralmente
el texto en cuestión fue también “autor”, pues interpretó y adaptó lo que él a
su vez transmitía. El último redactor es también el último “autor”. ¿A qué
viene todo esto? Simplemente al hecho de que, cuando se dice que “el au-
tor” fue inspirado por Dios, hay que cuidarse de no limitarlo exclusivamente
al redactor cuando se trata de obras que han tenido un recorrido más o me-
nos largo de tradición oral o cuando el texto actual es resultado de más de
una redacción profusa. Si hablamos del “autor” del cuarto evangelio (Juan),
debemos preguntarnos si nos referimos al que hizo el primer esbozo escrito
del evangelio (el apóstol), o al que llevó a cabo la composición más extensa,
o quizá al redactor final (que incluyó el cap. 21, por ejemplo).
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PALABRAS DE HOMBRES
El hecho de que precisamente los escritos que son producto de largas tradi-
ciones orales sean anónimos, sugiere que “el autor” en realidad es la comu-
nidad en su recorrido histórico-tradicional. El autor es muchas personas a lo
largo de mucho tiempo.
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LA PREGUNTA POR EL AUTOR
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PALABRAS DE HOMBRES
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GÉNEROS LITERARIOS
9. Géneros literarios
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PALABRAS DE HOMBRES
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GÉNEROS LITERARIOS
El problema elemental
Todo esto parecerá bastante obvio, casi pueril. Sin embargo, cuando se
trata de aplicarlo a la Biblia solemos toparnos con problemas. De hecho,
uno de los graves problemas del fundamentalismo y de la lectura literalista
es que, ya sea simple y llanamente ignora todo lo que eso implica, o reduce
los géneros literarios existentes en la Biblia a unos pocos, especialmente
cualquier narración la considera del género histórico, de modo que todo lo
toman al pie de la letra, confundiendo los géneros leyenda, mito, epopeya e
historia y reduciéndolos a historia; profecía y apocalíptica son reducidos a
vaticinios sobre el futuro; preceptos y exhortaciones se toman como siendo
del género jurídico, etcétera. Leen la Biblia como leen las noticias e infor-
maciones de los periódicos.
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PALABRAS DE HOMBRES
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GÉNEROS LITERARIOS
Formas literarias siguen por lo general un mismo patrón. Así, los relatos de
milagros empiezan siempre por presentar la situación desgraciada, a menudo
con detalles, a continuación la llamada de atención al taumaturgo para que rea-
lice el milagro, generalmente en forma de un pedido, sigue naturalmente el
milagro propiamente dicho sea por gesto y palabra, o ambos, cuyo realismo es
resaltado por detalles que confirman el hecho (el paralítico caminó, el mudo
empezó a hablar), y concluye con la mención de la admiración de los presentes.
Relatos de creación, de batallas y triunfos, de disputas, y muchos más, siguen
casi siempre un mismo esquema –que les es natural–. Relatos de creación en
Mesopotamia, en el Altiplano andino, y en Génesis, son básicamente iguales en
su esencia: del caos la divinidad pone orden y hace surgir los componentes del
mundo, y finalmente hace surgir una pareja para que lo habite.
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PALABRAS DE HOMBRES
Entre los géneros y formas literarios que incluye la Biblia tenemos: histo-
rias, leyendas, anécdotas, epopeyas, sagas, mitos, fábulas, etiologías, narracio-
nes noveladas, relatos paradigmáticos, crónicas, anales, diarios, itinerarios, ge-
nealogías, listas, catálogos, testamentos, autobiografía, plegarias, cánticos, sal-
mos, himnos, credos, leyes, preceptos, mandatos, decretos, exhortaciones, liti-
gios, apologías, controversias, cartas, proverbios, pronunciamientos, sentencias,
bendiciones, proclamaciones, lamentaciones, parábolas, alegorías, diálogos,
discursos, diatriba, oráculos, vaticinios, advertencias, visiones, apocalíptica.
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GÉNEROS LITERARIOS
Bajo el mismo rubro, como una variante, debemos incluir las “novelas”.
Son extensas narraciones que relatan algo sucedido en forma elaboradamente
enriquecida por la imaginación del narrador. Las actitudes, algunos hechos,
inclusive personajes, por lo general son reales –no hablamos de novelas de
pura ficción o fantasía, sino de corte popular y humano–. A este género
corresponden Rut, Ester, Judit, Tobías, obras cuyos títulos son los nombres
de los héroes o heroínas.
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PALABRAS DE HOMBRES
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GÉNEROS LITERARIOS
nos son conocidos, por lo que la influencia no se puede negar a priori (vea
G. del Olmo, Mitos y leyendas de Canaán, Madrid 1981).
Cercano al mito son las fábulas y los cuentos, fantasiosos pero con la
finalidad de mover al lector a sacar una lección generalmente relacionada a
alguna cualidad humana, o sea de carácter ético (vicio o virtud). Relatos de
ficción didáctica son los libros de Jonás y de Job, por ejemplo. No distantes
son las parábolas.
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PALABRAS DE HOMBRES
Lo que interesaba resaltar era que el Decálogo, que contiene las leyes natu-
rales básicas sociales, proviene de Dios: es ley divina fundamental (como la
Constitución del Estado). Por eso se narraba. De hecho, mucho antes y en
otras civilizaciones se habían concebido códigos similares, por tanto no era
el Decálogo el primero; recordemos el código babilónico de Hammurabi,
que data del s. XVIII –en la estela el rey recibe la ley de manos del dios
Marduk!
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GÉNEROS LITERARIOS
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PALABRAS DE HOMBRES
El paso del mar es presentado de dos formas en Éxodo 14: una como
producto de un fuerte viento del este que secó el mar (v.21), y la otra como
que Dios separó las aguas formando dos murallas (v.22.26). Como sea, en
ambas se trata de lo mismo: la posibilidad de cruzar a pie el mar justo cuan-
do lo necesitaban con urgencia era una señal de que Dios estaba presente
guiándolos, pues es un dios liberador (v.17s). Eso es lo que el relato quería
comunicar, y para hacerlo más impactante lo exagera. “¿Algún dios intentó
jamás venir a buscarse una nación … por medio de pruebas, señales y prodi-
gios…?” (Deut 4,34; Sal 77,12s; cf. Deut 13,2ss). Los evangelios sinópticos
(Mc, Mt, Lc) hablan de portentos (dynameis) y actos de poder (erga), no
hablan de lo sobrenatural o de milagros. Algunos veían en esos actos seña-
les de la presencia de Dios entre ellos; otros no: no todos creían en él. Eran
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GÉNEROS LITERARIOS
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PALABRAS DE HOMBRES
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GÉNEROS LITERARIOS
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PALABRAS DE HOMBRES
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TEXTOS Y CONTEXTOS
Ahora bien, para comprender bien los textos bíblicos hay que conocer
ambos, el contexto y la situación vital. Por el momento nos concentraremos
en la situación vital. Posteriormente nos detendremos en el contexto cultu-
ral, que es el menos conocido. El contexto histórico, político y religioso se
puede conocer fácilmente a través de libros sobre Israel y el cristianismo
naciente. Nos interesa destacar la importancia de la situación vital porque
ésta está estrechamente relacionada a la comprensión de los textos bíblicos
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PALABRAS DE HOMBRES
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TEXTOS Y CONTEXTOS
situación vital
(¿a qué circunstancia o
hecho responde?)
111
PALABRAS DE HOMBRES
Ahora bien, sabemos que ese género tiene por finalidad dar motivos de
esperanza y de confianza en Dios y su justicia bajo circunstancias dramáti-
camente hostiles. De no haber sido por la situación (vital) de persecuciones
y hostilidades a la religión judía no se habría compuesto este escrito.
Inversamente, como lector de Daniel, yo me encuentro ante un género lite-
rario que (supuestamente) conozco, y cuyo propósito general también co-
nozco. Eso me da una primera idea acerca de la finalidad de Daniel. Es tan
sólo cuando conozco la situación vital vivida por el escritor y su auditorio
que entiendo el propósito específico: se dirige a judíos (no cristianos) perse-
guidos, y por eso habla de circunstancias que estaban viviendo, y lo hace en
lenguaje de imágenes típico del género apocalíptico. Y por eso también sé
que Daniel fue escrito para ellos, no para nosotros, y que no se trata de
vaticinios acerca del fin del mundo, sino de asegurar a sus compatriotas que
Dios es absolutamente fiel y hará justicia.
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TEXTOS Y CONTEXTOS
mos deducir que el Salmo es exílico. La situación vital nos ayuda a com-
prender por qué se escribió lo que se escribió, y por qué se hizo de esa
manera, las circunstancias que lo ocasionaron, la situación que el autor vi-
vía. La preocupación que el evangelio según Mateo muestra por las perse-
cuciones refleja una situación correspondiente. El interés que Juan mani-
fiesta en su versión del evangelio por el amor fraterno se debe a la falta de
ese amor en su comunidad. Un buen comentario bíblico ofrecerá la informa-
ción necesaria para conocer la situación vital que se precisa conocer para
entender el texto.
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PALABRAS DE HOMBRES
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TEXTOS Y CONTEXTOS
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PALABRAS DE HOMBRES
b) El contexto cultural
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TEXTOS Y CONTEXTOS
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PALABRAS DE HOMBRES
Los escritos del NT están también marcados, unos más que otros, por esa
mentalidad y cultura palestina, que fue además la de Jesús y sus discípulos.
Aunque escritos en lengua griega, no eran de mentalidad e ideas netamente
griegos. Cierto, con Pablo y otros, la adopción de conceptos y expresiones
griegas es evidente en sus escritos. Es decir, se fue dando una paulatina
helenización. Sería extraño que no se diera, pues las comunidades de Corinto,
Efeso, Colosas, estaban en la helénica Asia Menor, y otras, como la de
Tesalónica, estaban en Grecia. Nosotros estamos marcados por la mentali-
dad occidental de raíz grecorromana, con su lógica y su abstracción, su pre-
cisión matemática y el cuidado del cuerpo, su ética de vicios y virtudes, su
sentido de estética y de escenografía.
Mentalidades y actitudes
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TEXTOS Y CONTEXTOS
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PALABRAS DE HOMBRES
Cosmología
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TEXTOS Y CONTEXTOS
Aguas
Fir
ma
me
nt
o
Tierra
Pilares
Mares
Shoel
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PALABRAS DE HOMBRES
sión científica del mundo, como la que poseemos hoy. Su visión del mundo
era empírica y sus explicaciones de los fenómenos cósmicos eran mitológicas.
La diferencia con el griego estriba en que, mientras que para éste el mun-
do es el cosmos, un sistema organizado que hay que comprender y se con-
templa, para el hebreo es un mundo que nos afecta y está totalmente gober-
nado por Dios.
Antropología
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TEXTOS Y CONTEXTOS
Dios y religión
La idea que los pueblos tienen de sus dioses está marcada por sus expe-
riencias con el cosmos, siendo ellos quienes están “por encima” del mundo
y lo manejan. No extraña que los hebreos inicialmente tuvieran semejantes
ideas sobre su dios. Lo más notorio, y a menudo chocante, es la idea de Dios
en términos militares: es el “señor de los ejércitos”, el que ordena masacres,
que juzga y fulmina. Es un dios que, al igual que tiene compasión, también
es vengativo e inmisericorde con sus “enemigos” (vea Jueces, Sal 58, entre
otros). Estas maneras de entender y presentar a Dios han sido asimiladas de
las religiones del entorno, predominantemente cananeo, y sólo lentamente
se fueron purificando, aunque en términos racistas: es el dios de Israel, que
123
PALABRAS DE HOMBRES
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TEXTOS Y CONTEXTOS
pecado tiene una dimensión eminentemente social, para los otros es esen-
cialmente personal. Por lo mismo, la perfección se adquiere según el mundo
griego por medio de la ascesis, en la práctica de virtudes personales, mien-
tras que en la mentalidad semítica es cuestión de una praxis, es decir de un
comportamiento que conduzca a la vida social armoniosa, en shalom.
125
PALABRAS DE HOMBRES
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TEXTOS Y CONTEXTOS
c) El contexto literario
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PALABRAS DE HOMBRES
No pocas veces el sentido del texto (frase, párrafo) ha sido aclarado por
su autor en lo que sigue. Por esto es recomendable observar el texto siguien-
te al que se está tratando de comprender.
128
TEXTOS Y CONTEXTOS
Hay un contexto mucho más amplio para la lectura de los textos bíblicos:
el contexto canónico, es decir el sentido de los textos bíblicos que resulta de
tomarlos como parte de la Biblia como un todo, considerada toda ella como
palabra de Dios. Es así como, de hecho, los cristianos interpretan muchos
129
PALABRAS DE HOMBRES
textos del AT: los leen a la luz del NT. Sin embargo, si bien legítima esa
lectura, ya atestiguada en el NT mismo en las citas de textos del AT, ése es
un contexto de índole hermenéutica, vale decir interpretativa. Va más allá
del sentido literal y literario de los textos. Para ello se pone entre paréntesis
los contextos histórico y situacional del texto.
130
TEXTOS Y CONTEXTOS
(2) Son “testimonios de vida” porque revelan las vivencias reales de de-
terminados tiempos, idiosincrasias, culturas, vicisitudes vividas por sus au-
tores, herederos de tradiciones vividas por otros y la comunidad. Éstos los
representan los personajes de los que se habla y los que hablan, o mediante
ellos.
Lo hasta aquí expuesto sobre la Biblia nos ayuda a entender por qué allí
se dice que Dios ordenó masacres despiadadas como las que leemos en los
libros de Josué y Jueces. Igualmente aclara la impresión que se tiene de que
el dios del AT es iracundo y malvado, contrastado con el dios del NT tenido
por misericordioso y amoroso –como ya había observado y objetado Marción
en el s. II d.C. En efecto, si se toman los relatos bíblicos de masacres como
reportajes periodísticos, como órdenes literalmente dadas por Dios, son es-
candalosos e inaceptables a nuestra sensibilidad humana, y un tal dios es un
tirano. Una lectura fundamentalista de este tipo ha servido de justificación
para las matanzas de negros en Sudáfrica (equiparados a los cananeos bíbli-
cos) de manos de los inmigrantes holandeses (que se imaginaron ser el pue-
blo de Dios), por ejemplo. Pero, si se conoce el origen de la Biblia el asunto
resulta diferente y podemos comprender correctamente los relatos de
131
PALABRAS DE HOMBRES
masacres. Empecemos por tener presente que los relatos son posteriores a
los acontecimientos mismos. Los acontecimientos que vivió el pueblo de
Israel fueron interpretados por él como órdenes divinas.
132
TEXTOS Y CONTEXTOS
no supieron los cantores de gestas siglos más tarde. Lo que ponen de relieve
los relatos bíblicos no es la impiedad y la venganza de Dios, su aparente sed
de sangre, sino más bien la convicción que ha sido Yahvéh quien fue guian-
do a ese pueblo en su conquista de Canaán, conquista que ellos llevaron a
cabo “a sangre y fuego”. Son epopeyas de épicas militares, con las típicas
acentuaciones nacionalistas, que ponen a Dios como agente principal de
esas “glorias” porque así legitiman su posesión de Canaán y afirman su iden-
tidad judía como pueblo de “la alianza” (concepto político), como el pueblo
favorecido por Yahvéh, su dios.
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PALABRAS DE HOMBRES
Los idiomas.
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EL TEXTO BÍBLICO
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PALABRAS DE HOMBRES
Los manuscritos
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EL TEXTO BÍBLICO
rial ha sobrevivido hasta hoy. Más tarde se escribía con tinta sobre cerámi-
ca, generalmente trozos rotos para breves anotaciones (óstraca), y posible-
mente también sobre madera. Posteriormente se usaron el papiro y el cuero
como materiales sobre los cuales escribir. En estos materiales se escribieron
los textos de la Biblia. Por ser materiales orgánicos no han sobrevivido ex-
cepto en lugares muy secos y calurosos (Egipto, Mar Muerto). Por eso no
poseemos ningún texto original (autógrafo) de ninguno de los escritos de la
Biblia. Tan sólo poseemos copias, siendo la gran mayoría copias hechas en
base a copias.
¿Y del NT? Del NT tenemos un centenar de papiros, que son las copias
más antiguas, todos provenientes de Egipto por el clima seco y caluroso. El
más antiguo (P52) es un pequeño trozo del evangelio según Juan (18,31-
137
PALABRAS DE HOMBRES
33.37-38) que data de cerca del año 130. Le siguen en antigüedad cuatro
papiros de cerca del año 200, el más importante de los cuales es una colec-
ción de cartas paulinas de inicios del s. III (P46).
Como se puede apreciar, hay un lapso más o menos largo que separa a la
composición original de las copias más antiguas que han sobrevivido a las
inclemencias del tiempo y a tantas otras circunstancias. Esta situación no es
excepcional, pues los manuscritos originales de la mayoría de los escritos
138
EL TEXTO BÍBLICO
139
PALABRAS DE HOMBRES
Ahora bien, si pensamos que éstas y otras posibles alteraciones pueden ha-
berse producido en un texto copiado, imagínese cuál puede ser el resultado
de una cadena de copias, copias de copias.
La lectura del original autógrafo, tanto del AT como del NT, ha sido
restablecida por los estudiosos en base a las copias disponibles por medio
de criterios científicamente establecidos, aplicando la metodología de la crí-
tica textual. Es el mismo método que se emplea para establecer, con el ma-
yor grado de probabilidad posible, el texto original de cualquier escrito de
la antigüedad. Recién a partir del s. XIX empezó el estudio científico de los
manuscritos para determinar la lectura original, cotejando todos los que se
tenían. Valga la aclaración: el manuscrito más antiguo no es necesariamente
el que mejor ha preservado el texto original, pues un manuscrito más recien-
te puede ser una copia más fiel que otro más antiguo si resulta de una cadena
(familia) de copias todas ellas más fieles que otra cadena de copias menos
fieles. Antigüedad no necesariamente es garantía de fidelidad absoluta.
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EL TEXTO BÍBLICO
texto la que, a la hora de hacer una copia, determinó la fidelidad al texto que
se copiaba; por eso copias de Job, por ejemplo, se encontraron con muchas
variantes entre sí, no así las copias de Isaías.
141
PALABRAS DE HOMBRES
Nuestros evangelios han pasado, unos más otros menos, por revisiones
(Mc, Mt) e inclusive nuevas ediciones corregidas y aumentadas (Jn). He-
chos de los Apóstoles es el único escrito del NT del que sabemos que circu-
laban dos versiones distintas, la Occidental y la Alejandrina. El texto Occi-
dental es aproximadamente diez por ciento más extenso que el Alejandrino,
y muestra una actitud hostil hacia los judíos. Dado que la tendencia natural
es a ampliar, introducir detalles, y explicar, es muy probable que el texto
corto y más áspero, el Alejandrino, sea más cercano al que salió de la pluma
de Lucas. Este es el que se lee en nuestras traducciones. Como sea, autori-
zado es el texto reconocido y refrendado como normativo para la comuni-
dad, independientemente de si fue o no el primero en escribirse. Es éste el
que encontramos, tanto en la Biblia hebrea como en la cristiana.
Las traducciones
142
EL TEXTO BÍBLICO
143
PALABRAS DE HOMBRES
hebreo en Qoh 7,1, literalmente “Mejor buen nombre (shem) que perfume
(shemen)”, o en Job 42,6, donde se lee “Por eso me aborrezco y me arre-
piento en polvo (‘afar) y ceniza (’efer)”. Hay nombres que lingüísticamente
tienen un significado que se reconoce sólo en el idioma original. Es el caso
en el AT de todos los nombres que empiezan con “Ya” o terminan con “el”,
que son apócopes de nombres de Dios, Yahvéh y Elohim respectivamente.
El nombre de Isaías en hebreo es Yesayahu, que literalmente significa “Ya(vé)
es salvación”; el nombre Miguel, en hebreo Mikael, significa literalmente
“quién es como El (Dios)”, y Belén es Bethlehem, “casa de pan”. Si no se
pasa por el original no se entiende por qué el ángel le dice a José que al niño
“le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo” (Mt 1,21):
Yashua significa “Dios salva”.
Por otro lado, una misma idea se expresa diferentemente en idiomas di-
ferentes. Por ejemplo, cuando literalmente se lee “hijo de la mentira”, el
equivalente castellano es “mentiroso”; la frase “no te fijas en la cara de las
personas” corresponde a “no discriminas”. Además, muchas palabras pue-
den ser entendidas de diferentes modos, dependiendo del contexto en que se
usen o del prejuicio del lector. En los diccionarios encontramos varias pala-
bras que traducen una sola extranjera (o viceversa): ¿cómo sabrá el traduc-
tor cuál de ellas corresponde en su idioma a la idea del autor del texto que
está traduciendo? ¿Qué determina que un término tan importante en la teo-
logía de san Pablo como es dikaiosune, sea traducido por unos como justifi-
cación, por otros como salvación, y por otros como liberación? Pues lo de-
termina el contexto en el que Pablo lo usó y el conocimiento que el traductor
tenga de la teología de Pablo, entre otros factores.
144
EL TEXTO BÍBLICO
cir la identificación de Dios ante Moisés en Ex 3,14? ¿Cómo ‘Yo soy el que
soy’ o como ‘Soy el que seré’, o ‘el que está o estaré’ (con ustedes)? Para
eso hay que tener presente que el hebreo no piensa como el griego en térmi-
nos filosóficos (ontológicos) sino en términos relacionales dinámicos.
Uno de los problemas con el hebreo es que es un idioma del cual no tenemos
otro medio que la Biblia misma para conocer el significado de muchos de los
vocablos, pues es escasa la literatura hebrea de esa época. Cuando ciertos voca-
blos aparecen una o pocas veces, si el contexto no es claro, resulta difícil deter-
minar su sentido exacto, como es frecuente en el libro de Job. También es un
problema el hecho que el hebreo se escribía sin vocales –signos para represen-
tar vocales fueron creados por rabinos (los masoretas) en la Edad Media–. De-
pendiendo de la vocalización (no escrita), las mismas consonantes designan
cosas distintas; el indicador más directo es el contexto. Un referente útil es la
Septuaginta, primera traducción del AT (aunque fue hecha con mentalidad grie-
ga), por su cercanía a los textos originales.
145
PALABRAS DE HOMBRES
go que le antepuso, que “Quedan invitados a leer este libro con benevolen-
cia y atención, así como a ser indulgentes allí donde les parezca que, a pesar
de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos acertado en
la traducción de algunas expresiones. Es evidente que las cosas dichas en
hebreo no tienen la misma fuerza que cuando se traducen a otra lengua”
(v.15-22).
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EL TEXTO BÍBLICO
147
PALABRAS DE HOMBRES
Miguel (1793), corregida más tarde por Félix Torres Amat (1825, sorpren-
dentemente divulgada aún hoy como si fuera actual). Recién en 1944 se
publicó una traducción católica de toda la Biblia al español en base a las
lenguas originales (hebreo, griego), aquella realizada por Eloíno Nácar y
Alberto Colunga, seguida poco después por la traducción de José María
Bover y Francisco Cantera. Todas estas traducciones, como las que no cesan
de hacerse hasta hoy, obedecen al deseo de hacer accesible la Biblia a todas
las personas.
1) Un primer tipo se centra en el texto como tal; tiene por finalidad ofrecer
un texto castellano estrictamente fiel a la letra del original. Es la traduc-
ción literal, que es útil para el estudio para las personas que no manejan
los idiomas originales. De este tipo son las traducciones realizadas por
E. Nácar y A. Colunga (BAC), la de J.M. Bover y F. Cantera (BAC), y
más recientemente la de F. Cantera y M. Iglesias, así como la antigua
traducción de C. de Reyna (revisada por C. de Valera, y otros luego).
148
EL TEXTO BÍBLICO
149
PALABRAS DE HOMBRES
En general, todas las traducciones que están a nuestro alcance hoy son
buenas. Habrá diferentes razones por las que se escoja una en lugar de otra.
La calidad y comprensibilidad del castellano es mayor en unas que en otras.
Una traducción literal (para el estudio) será generalmente menos comprensible
para el común de las personas que una traducción popular. Aquellas hechas
en España, naturalmente emplean un vocabulario y giros lingüísticos que
nos son menos familiares que las traducciones realizadas en Latinoamérica.
150
SEGUNDA PARTE
Palabra de Dios
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
L a palabra “canon” viene del griego; designaba una vara para medir. Por
extensión también significa regla o norma (cf. 2Cor 10,13.15.16; Gál
6,16). Este término se usaba para referirse a los criterios y reglas literarias o
artísticas, por ejemplo. El cristianismo adoptó este término para referirse a
la colección de escritos que consideraba como “inspirados” por Dios y que,
como conjunto, constituían la regla o norma para la fe y la vida del creyen-
te. El término canon se usó, pues, para designar la colección de escritos
“inspirados” y para subrayar su carácter normativo, es decir de regla o nor-
ma de vida.
Origen de la canonicidad
153
PALABRA DE DIOS
2. En un inicio cada escrito bíblico fue compuesto como una unidad autó-
noma. Ningún escrito fue compuesto con la intención de formar parte de
un canon o colección. Ni Joel ni Pablo, por ejemplo, tenían la intención
de que sus escritos se juntasen con otros y fueran leídos durante siglos.
¡Ni lo soñaron! Escribieron porque era necesario hacerlo para esas cir-
cunstancias en que lo hicieron, y punto. Esto significa que, al hablar del
canon, se está hablando de una decisión posterior e independiente de la
composición de los escritos mismos y de la intención de sus autores.
154
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
155
PALABRA DE DIOS
fin a las discusiones y dudas sobre qué escritos sí son normativos y cuáles no
lo son. Por cierto, la preocupación por fijar un canon definitivo obedecía a
la urgencia de unificar a la comunidad (judía, cristiana) en torno a la misma
fe en el mismo Señor, fe testimoniada precisamente en esos escritos que
atestiguaban fidedignamente la revelación histórica que era el fundamento
de la comunidad. El límite interno lo constituía la sacralización del texto
mismo: no se permitía el mínimo cambio en ninguno de los textos canóni-
cos; esto se observó más en el judaísmo que en el cristianismo, como vimos
a propósito de los textos. Cualquier comentario, incluso adición, tendría
que hacerse en el margen del texto o en otros libros. En el judaísmo consti-
tuye una especie de segundo canon (Mishnah, Talmud). Tampoco se
permitía alterar o eliminar parte alguna: el texto era intocable, era “sagrada
escritura”.
Criterios de canonicidad
156
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
Los escritos considerados para constituir parte del canon debían haber
servido ya como norma de fe y de conducta desde hacía algún tiempo y en
todas o en la mayoría de las comunidades, señal de que contaban con una
aceptación tradicional y universal. Son los criterios de la tradición y de la
catolicidad. Con esos criterios se excluyeron los escritos demasiado recien-
tes (a menudo con pretensión de ser antiguos), y otros que sólo se emplearon
en algunos grupos. Grupos sectarios tienden a producir su propia literatura y
la presentan como antigua (que supuestamente habría estado escondida o
perdida) y autorizada. Ésta sirve para legitimar a la secta. Otros escritos son
simplemente falsificaciones.
157
PALABRA DE DIOS
En resumen, los escritos que constituyen el canon son aquellos que han
tenido un papel formativo continuado en el proceso de formación de la
identidad, tanto del judaísmo como luego del cristianismo. Son escritos de
la época fundacional y por eso se sitúan dentro de un límite cronológico,
que se extiende hasta que “la personalidad” característica de la comunidad
ya esté definida. Para el judaísmo era importante que los escritos en cues-
tión sean testimonios fidedignos y confiables de la revelación histórica cual
palabra inspirada de Dios. Para el cristianismo era decisivo que los escritos
sean cercanos al acontecimiento-Jesucristo. Por eso el canon podría ser ca-
lificado como la “partida de nacimiento y de formación básica”. Es la carta
de identidad –la identidad tiene sus raíces en sus orígenes y se define en su
etapa formativa.
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
El canon judío
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PALABRA DE DIOS
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
El Salterio tiene una larga historia en sí. Tal como lo tenemos, el Salterio
consta de cinco libros, delimitados por fórmulas al final de cada uno: el primero
consta de los salmos 2 a 41 (colección más antigua, pre-exílica); el segundo de
42 a 72; el tercero de 73 a 89; el cuarto de 90 a 106; y el quinto de Sal 107 a 149.
Salmos 1 y 150 fueron añadidos a modo de gran marco para el conjunto, en
clave sapiencial. Salmos 84 a 150 son postexílicos. En Qumrán se han encon-
trado diferentes colecciones, además de otros salmos. Otra colección no-bíblica
pero importante (de 18 salmos) por provenir de los fariseos, es aquella conoci-
da como “Salmos de Salomón”.
161
PALABRA DE DIOS
A partir del Sal 9, hasta el Sal 147, la numeración en las Biblias es doble.
Esto se debe a que la LXX, y la Vulgata siguiéndola, dividió el Sal 9 en dos
salmos. Se ha preservado esta nueva numeración, poniéndola entre paréntesis,
porque la Vulgata era la versión que se usaba comúnmente, especialmente en
las oraciones. Así, el famoso “salmo 50” (Miserere), es el 51 en la Biblia he-
brea, razón por la que en las Biblias aparece como “51(50)”.
162
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
En Qumrán, al pie del Mar Muerto, donde floreció una comunidad sectaria
(esenios) entre el s. II a.C. y fines de los años 60 d.C., se halló parte de su
biblioteca escondida en cuevas. Ésta incluía todos los escritos que se hallan en
la Biblia hebrea –excepto Ester, del cual no se ha encontrado nada– además de
Tobías, Eclesiástico (Sir), Judit y 1Macabeos, así como otros escritos de carác-
ter apocalíptico, comentarios, himnos y los escritos propios de la comunidad
esenia.
La LXX constituye lo que se dio por llamar “el canon Alejandrino”, por
haber sido tradicionalmente asociado con Alejandría (Egipto), aunque en
realidad nunca hubo un tal canon. Era leída y venerada entre los judíos de
lengua griega, especialmente lejos de Palestina (diáspora). Era lógico que el
cristianismo, que desde muy temprano incluyó a muchos convertidos de len-
gua griega y se expandió a lo largo y ancho del Mediterráneo, utilizara como
“sagrada Escritura” la versión griega, y no la hebrea.
163
PALABRA DE DIOS
d.C. los judíos dejaron de usar la LXX, y más bien recurrieron a las nuevas
versiones griegas. Pero la LXX (incluidos los deuterocanónicos) siguió viva
entre los cristianos, pues se leía en las reuniones litúrgicas y se citaba en la
predicación y la catequesis, como lo atestiguan el NT y los padres de la
Iglesia.
164
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
Talmud). Por eso se procedió, a partir del canon con un texto más “estable”,
a hacer nuevas traducciones al griego.
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PALABRA DE DIOS
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
El canon cristiano
La única “Biblia” a la que apelaban tanto Jesús como los primeros cris-
tianos, era la judía de su tiempo. Ésta era leída, comentada y meditada en las
reuniones litúrgicas como “palabra de Dios”. Esto explica por qué hallamos
tantas citas y alusiones a las Escrituras, a menudo introducidas como “el
Señor dijo por medio de ….”, o “la Escritura dice….” (vea Mt 1,22s; 2,15;
22,29ss; Lc 4,21; Jn 10,34s).
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PALABRA DE DIOS
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
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PALABRA DE DIOS
La inclusión de las Escrituras judías como parte del canon cristiano re-
sultó del reconocimiento lógico del valor histórico-revelador de esos escri-
tos. Después de todo, la cuna del cristianismo no es otra que el judaísmo, y
sus escrituras eran las de Jesús y de la iglesia naciente. La paulatina lectura
formal de determinados escritos cristianos (cartas, evangelios) junto con las
Escrituras judías, les fue otorgando a ésos una autoridad semejante, y es así
como eventualmente se ampliará “la Biblia” para incluir escritos propia-
mente cristianos.
Las cartas de san Pablo fueron preservadas por las comunidades que las
recibieron, y eventualmente fueron copiadas y juntadas porque considera-
ban su contenido valioso para el cristianismo en general. Esto empezó en el
último tercio del primer siglo, cuando se procedió a imitar el estilo de Pablo
con las llamadas cartas deuteropaulinas (Colosenses, Efesios,
2Tesalonicenses, 1-2 Timoteo, Tito). A inicios del s. II el autor de 2Pedro
habla en 3,16 de “todas las cartas” de Pablo y las equipara a “las otras escri-
turas”. Aunque no sabemos exactamente cuántas eran “todas las cartas” de
Pablo, lo cierto es que para entonces el bloque de cartas de Pablo como tal
tenía peso canónico. A éste se añadieron cartas compuestas por discípulos
de Pablo escritas en su nombre y bajo “su espíritu”.
170
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
Los evangelios escritos por Marcos, Mateo, Lucas y Juan, todos com-
puestos en el último tercio del primer siglo, no fueron los únicos ni gozaron
de una autoridad exclusiva hasta el siglo tercero. En el s. II se escribieron
otros, como los de Tomás, de Pedro y de Santiago, que fueron recogidos en
pie de igualdad con los otros cuatro durante algún tiempo. Y la producción
no cesó. La decisión a favor de los cuatro exclusivamente (lo que implicaba
una selección) fue paulatina. A mediados del s. II, Justino Mártir consideró
en gran estima los tres evangelios sinópticos (Mc, Mt, Lc, llamados así por-
que se pueden leer sinópticamente, puestos en paralelo) como “memorias de
los apóstoles”, y menciona que se leían en las reuniones litúrgicas (Apol.
i.67); pero Justino también hizo uso de otras tradiciones que no conocemos
a través de los evangelios canónicos. Hacia el año 170, Taciano compuso su
“Armonía de los cuatro evangelios” (Diatessaron), que es una vida de Jesús
compuesta en base a los evangelios, para lo cual empleó los que conocemos,
pero no los citaba literalmente (lo que indica que no le concedía sacralidad
al texto como tal) ni exclusivamente (lo que revela que empleó otras fuen-
tes: ¿evangelios?). La primera evidencia clara que tenemos a favor de un
reconocimiento de una autoridad exclusiva de los cuatro evangelios se en-
cuentra en los escritos de san Ireneo de Lyon, en el último tercio del s. II, al
referirse a ellos apologéticamente, lo que implicaba un rechazo de cualquier
otro evangelio existente: “no puede haber ni más ni menos que estos evan-
gelios”, sentenció al mencionar los cuatro canónicos (Adv. Haer. iii.11,8s).
El listado de escritos conocido como “canon de Muratori”, de inicios del s.
III, igualmente menciona en tono apologético esos mismos cuatro evange-
lios (lo que significa que a esas alturas ésos todavía no habían recibido reco-
nocimiento exclusivo en toda la Iglesia). En la misma época, Orígenes dejó
entrever que todavía se tenía en alta estima al evangelio según Pedro y al
evangelio de los Hebreos. En el s. IV la situación era clara: solamente
los evangelios según Marcos, Mateo, Lucas y Juan eran reconocidos como
canónicos.
171
PALABRA DE DIOS
dos en pie de igualdad con los otros cuatro, era porque éstos no gozaban de
exclusividad.
172
UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
El “canon de Muratori” (s. III) incluye todos los escritos que conocemos,
excepto las cartas de Santiago, de Pedro, a los Hebreos, y una carta (no especi-
ficada) de Juan. El llamado “canon de Cheltenham” (mediados del s. IV) men-
ciona a todos menos las cartas de Judas, de Santiago y a los Hebreos. Los escri-
tos cuya aceptación fue más discutida fueron la carta a los Hebreos y el Apoca-
lipsis de Juan por su fuerte sabor judío.
173
PALABRA DE DIOS
s.V se llegó a una consonancia en todas las iglesias sobre el canon del NT, la
que fue ratificada más adelante por los concilios de Florencia (1445) y de
Trento (1546). Tanto católicos como protestantes reconocen como canóni-
cos esos mismos 27 escritos.
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
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PALABRA DE DIOS
Como se habrá podido apreciar, el canon, tanto judío como cristiano, fue
el resultado de un largo proceso. Eran procesos que involucraban una serie
de interpretaciones, tanto de los escritos individuales como de su interrelación
y su pertinencia para la comunidad. De hecho, la fijación de un canon era en
sí una interpretación del valor de los escritos que lo constituyeron, tanto
judíos como cristianos.
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UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD: EL CANON
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PALABRA DE DIOS
Los apócrifos dan la impresión de ser Escritura, tanto por el lenguaje que
emplean como por los temas que tratan. Muchos se presentan como obras de
algún personaje importante: un patriarca, un profeta, un apóstol. Se presen-
tan como obras cuyos mensajes habían sido escondidos por tratarse de “re-
velaciones secretas”, reservadas para un círculo cerrado de privilegiados, y
que por eso recién ahora salen a la luz. La mayoría de los apócrifos son en
realidad composiciones tardías, muy lejanas del tiempo en que supuesta-
mente habrían sido escritas. En cuanto a su contenido, algunos son dogmá-
ticamente no-ortodoxos, eso si no francamente heréticos, otros son simple-
mente novelescos, fantasiosos. Suelen ser ampliaciones o complementos más
o menos piadosos o filosóficos de la información o revelación que se halla
en los escritos canónicos, cuya existencia conocen y suponen.
178
LOS EXCLUIDOS: APÓCRIFOS
Los apócrifos judíos notables, según su género literario son: (1) Narrativos:
Jubileos, carta de Aristeas, 3Esdras, 3Macabeos, Vida de Adán y Eva, Ascen-
sión de Isaías, Testamento de Job, José y Asenet, 4Baruc, Vida de los Profetas.
(2) Sapienciales: 4Macabeos y Ajicar. (3) Testamentos: Testamentos de los Doce
Patriarcas, de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moisés, de Salomón, de Job. (4)
Apocalípticos: 1 y 2 Henoc, Oráculos Sibilinos, Apócrifo de Ezequiel, Apoca-
lipsis de Abraham, de Elías, de Sofonías, de Esdras, 2 y 3 Baruc, 4Esdras. (5)
Oraciones: Salmos de Salomón, Odas de Salomón, Oración de Manasés.
179
PALABRA DE DIOS
Los apócrifos cristianos son más numerosos que los escritos canónicos;
se acercan al centenar. Los más antiguos datan del s. II y los más recientes
de la Edad Media. Entre los evangelios apócrifos destacan los de Santiago
(sobre los padres de Jesús y sus primeros años) y de Pedro (con detalles
sobre la Pasión y Resurrección). En su mayoría esos evangelios son nove-
lescos, con el claro propósito de llenar el “vacío histórico” dejado por los
canónicos. Otros son de franca tendencia herética, de los cuales el más co-
nocido es el evangelio gnóstico de Tomás (colección de sentencias de Je-
sús), popularizado en novelas y cine. Las cartas apócrifas muestran un claro
interés en legitimar la fundación de alguna comunidad. Algunas se presen-
tan como cartas “perdidas”. Finalmente, entre los apocalipsis destacan los
de Pedro y de Tomás.
180
RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
Los escritos canónicos judíos eran simplemente “la Biblia”, tanak. Los
cristianos primero se referían a ellos como “las Escrituras”, pero luego los
calificaron como “Antiguo testamento”. Con ese término no sólo se expre-
saba un contraste con los escritos cristianos más tarde llamados “Nuevo
testamento”, sino que se ponía de manifiesto la convicción de que, a partir
de la venida de Jesús de Nazaret, se había relativizado como algo del pasado
(antiguo) la historia salvífica que concluía con su venida. Así lo expresó
Lucas en 16,16: “La Ley y los profetas (= AT) llegan hasta Juan; desde
entonces se anuncia el evangelio del reino de Dios”. Y más adelante leemos
que Jesús afirmó “ésta es la copa de la nueva alianza en mi sangre” (Lc
22,20; 1Cor 11,25). Después de todo, Jesús mismo había relativizado, cam-
biando, declarando nulo o radicalizando, la revelación anterior que se en-
cuentra atestiguada en los escritos judíos, como pertenecientes a un período
“imperfecto” (cf. Mt 5,21-48).
181
PALABRA DE DIOS
timos que todos fueron inspirados y son palabra de Dios, como de hecho lo
reconoció el cristianismo al decidir sobre su canonicidad.
182
RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
La cuestión mesiánica
183
PALABRA DE DIOS
cristianos solemos tener acerca del AT. Además, en los escritos bíblicos y
los no-bíblicos judíos se descubren diferentes imágenes del esperado mesías,
no una sola y única. Ni desde el punto de vista histórico, ni desde el literario,
constituyó el mesianismo el centro del pensamiento y el sentimiento expre-
sado en el AT.
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RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
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PALABRA DE DIOS
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RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
tianismo. Así, por ejemplo, en Mt 2,18, el llanto de Raquel por sus hijos, que en
Jer 31,15 se refería al exilio babilónico, fue relacionado por Mateo (o la tradi-
ción que le precedió) con la matanza de los inocentes. Según Mt 8,17 las cura-
ciones realizadas por Jesús habrían sido anticipadas en Isa 53,4. Incluso las
treinta monedas pagadas a Judas por su traición, según Mt 27,9, habrían sido
previstas por Jeremías –cuando en realidad el texto citado es de Zac 11,12, y no
era una predicción sino una queja profética–. La razón por la que emplearon y
adaptaron estos y otros textos era demostrar que Jesús era el enviado definitivo
que Dios había prometido. Ésa, por cierto, era una interpretación cristiana, he-
cha por creyentes cristianos, no por judíos. Pero no sólo adaptaron los textos
del AT, sino también al revés: adaptaron ocasionalmente el relato al texto. Así,
en la versión de Mateo de la entrada de Jesús a Jerusalén, leemos que le trajeron
dos bestias, una burra y un pollino y, llamativamente, “pusieron sobre ellos los
mantos y Jesús se montó encima” (¿de las dos bestias?!!), pues así calza con el
texto citado de Zac 9,9: “Mira que tu rey viene manso y montado en un asna y
en un pollino, hijo de una bestia de carga” (Mt 21,1-7). En Mc y Lc el relato
habla de un solo animal.
187
PALABRA DE DIOS
Jesús vivió, dijo e hizo, no fue mirando al AT, o con la finalidad “de cum-
plirlo”. Concretamente, Jesús no relató parábolas para así cumplir una su-
puesta profecía en el Salmo 78, sino para llamar a la conversión o a la re-
flexión. Tampoco fue crucificado para así materializar una supuesta
prefiguración de la serpiente de bronce elevada por Moisés, según Núm
21,8ss. En otras palabras, mientras que los hechos mismos seguían una línea
histórica continuada, del Antiguo al Nuevo testamento, los autores de los
escritos del NT, y los Padres de la Iglesia, miraron hacia atrás al AT para
reinterpretar desde allí los hechos, con el fin de destacar su significación
histórica y salvífica en la voluntad total de Dios. Para ellos (como para no-
sotros), la voluntad de Dios se conocía objetivamente en “las Escrituras”.
Sintetizando: hay que distinguir dos niveles de lectura del AT con res-
pecto al acontecimiento-Jesucristo: el de la historia, que se mueve del Anti-
guo al Nuevo testamento en secuencia cronológica histórica, y el nivel de la
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RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
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PALABRA DE DIOS
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RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
como lo hicieron los autores del NT cuando usaron textos del AT. Hay muchos
aspectos de la vida de Jesús que simplemente no tienen correspondencia en el
AT, y muchos anuncios del AT no tienen correspondencia con la vida de Jesús.
La convicción de que Jesús es el mesías no viene de un juego de textos bíblicos,
sino de la admisión de que Jesús resucitó: si resucitó, entonces… (1Cor 15,14ss).
Todo lo demás es un intento de resaltar la significación del acontecimiento-
Jesucristo, que se sitúa en la línea de la historia de la Revelación, y por tanto,
del AT.
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PALABRA DE DIOS
La unidad de la Biblia
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RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO
con el NT. Todo esto significa que en la Biblia hay diversidad dentro de
su unidad, y que unidad no ha significado nunca uniformidad.
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PALABRA DE DIOS
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LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
¿Qué hace que la Biblia tenga más autoridad religiosa para judíos y cris-
tianos, que cualquier otro libro? ¿Qué le da ese carácter de “libro sagrado”?
¿Es absoluta su autoridad? La pregunta por la autoridad de la Biblia está
entrelazada con aquella del canon y de la inspiración. La canonicidad, como
hemos visto, fue la ratificación oficial de la autoridad de la Biblia, de su
carácter normativo, y el reconocimiento del origen de esa autoridad, la ins-
piración divina.
195
PALABRA DE DIOS
Valga la aclaración: lo que nos remite a Dios no son los relatos de los hechos
como tales, sino la interpretación de esos hechos que los autores incorporaron
entretejidos con sus relatos. Lo que remite a Dios no es el relato del éxodo
como acontecimiento a secas y en sí, sino lo que el éxodo revelaba acerca de
Dios. Como tal, el éxodo simplemente fue la huída de un grupo humano de la
esclavitud de Egipto, pero lo que revelaba –y es así como fue comprendido,
interpretado y transmitido– era que la huída fue exitosa gracias a la ayuda de
Dios, y por lo tanto remite a Dios, que se manifestó como liberador.
La autoridad de la Biblia
196
LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
Los profetas, más claramente que ningún otro tipo de personaje, afirma-
ban que sus palabras tenían la autoridad de Dios mismo (quien les inspira-
ba), cuando en sus discursos intercalaban expresiones tales como “palabra/
oráculo de Yahvéh”, “así habla Yahvéh”, o cuando se introducen los discur-
sos proféticos con expresiones tales como “la palabra de Yahvéh vino a (tal
o cual profeta)”. Aunque era el profeta el que hablaba, él se consideraba
sólo como mediador –como lo es el texto bíblico–. La autoridad divina tam-
bién se ponía en evidencia al citar palabras asignadas a Yahvéh: “Y Yahvéh
dijo: ‘….’ (cita).”. Vemos que la autoridad de los discursos y de los relatos
reposaba en la autoridad de Dios mismo, quien se daba a conocer a través de
ellos: Él es el revelador e inspirador. Así lo comprendió Jesús (Mc 7,9-13;
12,10.26; etc.) y la iglesia primitiva (2Tim 3,16; 2Pdr 1,20s) al referirse a
los escritos bíblicos como palabra de Dios, y al indicar que Jesús cumplió lo
anunciado para Israel tal como se testimoniaba en las Escrituras.
Otro tanto sucede con los escritos del Nuevo testamento. Estos fueron
compuestos por personas que apelaban a la autoridad del Señor. La autori-
dad de los apóstoles era reconocida como proveniente del Señor: ellos eran
sus enviados y se remitían a la autoridad de Jesús (vea p. ej. Lc 9,1; 2Cor
10,8), como Él se remitía a la autoridad de Dios (vea p. ej. Mc 1,22; 11,28ss).
Al igual que en el AT, en el NT se citaban tanto las palabras de Jesús como
las de Dios (del AT), como palabras plenas de autoridad. Con frecuencia san
Pablo afirmaba que su autoridad no era suya, sino que le venía del Señor,
quien lo había elegido para ser su portavoz (vea los preámbulos de sus cartas).
197
PALABRA DE DIOS
vivencia
Dios hechos y dichos Biblia
testimonio
Revelador revelación en sí
Revelación transmitida
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LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
¿Autoridad suprema?
199
PALABRA DE DIOS
ción histórica (ya interpretada por sus testigos) que constantemente son in-
terpretados, profundizados, madurados, como lo muestra la historia del ju-
daísmo (Mishnah, Talmud, haggadot, halakot) y del cristianismo (Padres
de la Iglesia, concilios, magisterios). Los escritos bíblicos son el punto de
partida y referencia imprescindible, pues es allí donde nace la identidad de
fe, y es una cuestión de fidelidad a los orígenes y a la Revelación misma.
Pero no todo ha sido expresado, y menos en forma perfecta e insuperable,
en los escritos que constituyen la Biblia, como se observa claramente en el
desarrollo que va del AT al NT. Diré más al tratar el asunto de la inerrancia.
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LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
Aclaraciones necesarias
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les sirvieron de base), o entre Mateo y Marcos (que fue una de sus fuentes),
y se observará una serie de discrepancias que desde nuestro punto de vista
calificaríamos como “errores”. ¿A quién se deben: a Dios o a los escritores?
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PALABRA DE DIOS
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
Entre los errores de tipo histórico habría que incluir los anacronismos,
vale decir, las menciones de datos, detalles o costumbres que no correspon-
den al tiempo histórico en el que el escritor supuso que se daban. Así, por
ejemplo, en Gén 4 se supone que “Abel fue pastor de ovejas y Caín labra-
dor” (v.2), lo que sería propio de la vida sedentaria, y no de los inicios de la
humanidad, cuando los humanos eran nómadas. Además, a la muerte de
Abel sólo quedaban sus padres y Caín, de modo que la mención que “cual-
quiera que me encuentre me matará” (v.14) es un anacronismo pues presu-
pone una tierra poblada. Esto se comprende si se trata de proyecciones del
estilo de vida propio del tiempo de la composición del relato y no de los
inicios de la humanidad. Otro tanto sucede con las menciones de los filisteos
en Gén 21,32.34; 26,1.8.15; etc., pues recién aparecen en la escena en el
siglo XII, y no en los tiempos de Abraham e Isaac (s. XX-XVIII). También
es un anacronismo la mención de “la ciudad de Ramsés” en Gén 47,11, en la
época de José, que es anterior a la dinastía de los faraones Ramsés (s. XIII).
El “código del rey” en Deut 17,14-20 proyecta retrospectivamente hacia el
período nomádico del éxodo de Egipto las realidades vividas recién bajo la
monarquía, varios siglos más tarde (vea 1Sam 8,11-18).
Las discrepancias entre textos, de modo que solamente uno de ellos pue-
de ser correcto pero no todos, no se limitan a la información profana, sino
que se extienden al campo de lo teológico. Veamos primero algunos ejem-
plos de discrepancias entre textos en los que supuestamente Dios habría
revelado algo que, después de todo, resulta incoherente con otra revelación
o información:
209
PALABRA DE DIOS
– Dios advirtió a Adán y Eva que “el día (beyom) que coman del árbol de
la ciencia del bien y del mal, morirán sin remedio” (Gén 2,17). Pero, la
serpiente les asegura que “de ninguna manera morirán” cuando coman
del fruto prohibido (3,4). Pues bien, comieron del fruto y no murieron
ese día, tal como lo había anticipado la serpiente, sino muchos años más
tarde. La muerte en cuestión era física, real, no moral o simbólica (¿rela-
cionada al alma? una idea griega), cosa que de ningún modo siquiera se
sugiere, además que sería una idea totalmente ajena al pueblo judío.
– Dios le dijo a Abraham que sus descendientes serían oprimidos “durante
cuatrocientos años” (Gén 15,13), pero en Ex 12,41 se indica que la opre-
sión en Egipto duró 430 años. No se conoce de ninguna otra “opresión”.
– Sorprende que en Ex 6,3 Dios diga no haberse dado a conocer como
“Yahvéh” sino como “El Shadday (Dios todopoderoso)”, cuando a todo
lo largo de Génesis aparece identificándose como Yahvéh.
– Es llamativo el número de veces que Dios se refiere a sí mismo como
“Yahvéh”, como si se tratase de otra persona: vea Gén 18,19; Ex 3,12;
16,29; 27,21; etc. En el Decálogo en Ex 20,2-6 habla de sí mismo en la
primera persona (yo), como se esperaría, pero súbitamente, a partir del
v.7 pasa a hablar de sí mismo en la tercera persona.
– En Ex 11,1 Dios le anticipa a Moisés que el faraón mismo “lo expulsará
de aquí (Egipto)”, pero es contradicho por 14,5s.
– Según Ex 12,5, Dios le ordenó a Moisés que para la Pascua sacrifiquen
“un animal sin defecto, macho, de un año. Lo escogerán entre los corde-
ros o cabritos”. Sin embargo, en Deut 16,2 el mismo Dios les ordena
sacrificar “una víctima pascual de ganado mayor (=bueyes) y menor”, y
puede ser “cocida” (v.7) en lugar de “asada” como se ordenó en Ex 12,8.
– El tercer mandamiento del Decálogo, en Ex 20,11 da como motivo para
la observancia del sábado como día de reposo el descanso de Dios después
de la creación, pero en Deut 5,15 da como motivo la liberación de Egipto.
– En Isa 2,4 el profeta anuncia de parte de Dios que “forjarán de sus espa-
das azadones, y de sus lanzas podaderas”, pero Joel ordena también de
parte de Dios: “Forjen espadas de sus azadones, y lanzas de sus podade-
ras” (3,10/4,10).
– Ezequiel predice en el cap. 26 la destrucción de Tiro, pero en 29,18ss
Dios le da a conocer que Nabucodonosor no logró el propósito antes
anunciado. La profecía antes referida a Tiro, ahora es sustituida por otra
similar pero refiriéndose a Egipto, que esta vez sí corresponde a los he-
chos. ¿Quién se equivocó con respecto a Tiro?
210
LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
Como si todo esto fuera poco, y en honor a la verdad, hay que reconocer
que existe una serie de textos y de conceptos teológicos divergentes en la
Biblia que son más chocantes. Éstos nos obligan a reconocer seriamente la
intervención humana en la formación de la Biblia, con lo que eso implica en
términos de la comprensión limitada de sus autores por los condicionamien-
tos culturales y religiosos, y por el horizonte conceptual de un determinado
momento de la historia, que paulatinamente se fue aclarando. Veamos algu-
nos ejemplos.
211
PALABRA DE DIOS
– Es conocido que, mientras que según Lev 24,20 Dios decretó que se
pague “fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente”, Jesús más
tarde declaró esa ley divina inaceptable (Mt 5,38ss). La actitud de Jesús,
en cuanto a la Ley de Dios, en muchos aspectos fue “liberal”. ¡Al menos
él no consideró al AT infalible e inmutable!
– En Gén 18,21 Dios se muestra ignorante de lo que sucede en Sodoma y
Gomorra.
– Mientras que en Núm 23,19 y 1Sam 15,29 claramente se afirma que Dios
“no miente ni se arrepiente”, abundan los ejemplos de su cambio de opi-
nión: vea Gén 6,6; Ex 32,11ss; Joel 2,13s; Ezeq 20,13; etc.
– Resulta chocante leer en Ezeq 20,25 que Dios mismo admita que, duran-
te el período del éxodo, “llegué a darles preceptos que no eran buenos y
normas con las que no podrían vivir”. Inclusive se admite que “Dios ha
puesto espíritu de mentira en la boca de todos estos profetas tuyos” (1Re
22,18-23). Es conocido que no todas las profecías se cumplieron, como
se quejaba Jeremías (20,8s) y se advertía ya en Deut 13,2ss.
– En algunos textos del AT se negaba la existencia de una vida más allá de
la muerte (vea Sal 88,4-13; Job 7,8.21; 14,13-22; Sir 14,16s; 17,22s). En
los textos más antiguos se admitía la existencia de otros dioses (vea Gén
31,53; 1Sam 26,18ss; 1Re 18).
– La ley de Dios permitía el divorcio si “la mujer no halla gracia a los ojos”
de su marido (Deut 24,1ss). Pero Jesús declaró inválida esa ley, y para
ello remitió a Gén 1,27 y 2,24 porque “al principio no era así….” (Mt
19,3-9).
– ¿Qué es necesario para salvarse? Si nos atenemos a la respuesta dada por
Jesús en Mc 10,17ss al joven que pregunta, basta guardar los manda-
mientos del Decálogo. Pero según Hechos 16,30s, que responde a la mis-
ma pregunta, se necesita “fe en el Señor Jesús”. Más claramente, en Gál
3,1-14 Pablo contrapuso las palabras de Hab 2,4 a las de Lev 18,5 para
argumentar que no es por la Ley, sino por la fe, como se obtiene la justi-
ficación salvadora ante Dios.
– A la luz del conocimiento que tenemos y profesamos los cristianos acer-
ca de la persona de Jesucristo, en conformidad con Jn 1,1 (“la palabra era
Dios”) y 20,28 (Tomás: “Señor mío y Dios mío”), sería considerada erró-
nea la afirmación que leemos en 1Cor 15,25-28: “… al final también se
someterá el Hijo (Jesucristo) a Aquel que ha sometido a él todas las
cosas (o sea a Dios), para que Dios sea todo en todos”.
212
LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
Quizá sea chocante el texto de 1Cor 15 que he citado, pues tendemos a creer
que los primeros cristianos confesaban claramente que Jesús ES Dios. Pero en
ese (y otros más) vemos que no era así. Este es un ejemplo de la manera en que
nuestros prejuicios se pueden proyectar sobre la Biblia. En ningún texto leemos
que Jesús declarase “yo soy Dios”, ni que se afirme expresamente “Jesucristo es
Dios”. Lo más cercano se halla en los citados textos en Jn 1,1 y 20,28. Por eso,
los Testigos de Jehová, entre otros fundamentalistas, que se ciñen exclusiva y
literalmente a la Biblia, niegan la estricta divinidad de Jesús, su ser Dios. No
admiten que haya habido una paulatina profundización y comprensión acerca
de Jesús, más allá de la Biblia misma.
213
PALABRA DE DIOS
También ocurre que, por no tomar en serio el hecho de que los escritos bíbli-
cos están condicionados por sus tiempos y cultura, y que hubo una evolución en
la comprensión de la Revelación, y que ese proceso de búsqueda de una mejor
comprensión no ha concluido con los escritos bíblicos, en algunos círculos fun-
damentalistas se niega la divinidad de Jesucristo, o se da preferencia al AT
sobre el NT, pues se da mucho más peso a Moisés y los profetas que a Jesucristo
-¡a pesar de llamarse evangélicos!
Las inconsistencias de orden teológico y moral, que son las más serias, y
de las que me he atrevido a dar algunos ejemplos, se pueden entender cuan-
do se tiene presente la evolución en la comprensión de la Revelación por
parte de las personas, y cuando se admite que la tradición, en la que se
apoyan los escritos bíblicos, es dinámica e histórica, no estática y monolítica.
Solamente así se podrán comprender sin escándalo las inconsistencias y dis-
cordancias entre el Dios vengativo y el misericordioso, entre el Dios que
cambia de opinión y el inmutable.
214
LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
debemos mirar los textos sin tomar en cuenta que tienen un pre-texto, que es
anterior al texto mismo: es la vida misma que precede a la escritura (las
experiencias o los acontecimientos vividos). Por eso debemos estar atentos
a no pensar que los textos fueron escritos por una especie de dictado divino
al margen de las personas y su vida histórica real. Finalmente, las
inconsistencias que observamos en la Biblia nos alertan sobre el error de
querer absolutizar ciertos textos (según prejuicios dogmáticos) que son con-
tradichos por otros. Así, por ejemplo, las afirmaciones acerca de la divini-
dad de Jesucristo que leemos en Jn 1,1 y 20,28, son posteriores y más sope-
sadas que aquella que hallamos en 1Cor 15,25ss. El “error teológico” de
1Cor 15,25ss no vino de Dios, sino del nivel de comprensión que Pablo
tenía en ese momento. Esto nos advierte que no debemos absolutizar como
definitivas las afirmaciones que son más rudimentarias, influenciadas por la
teología del AT.
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PALABRA DE DIOS
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
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PALABRA DE DIOS
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
hecho de que así está relatado, o al hecho de que esos fenómenos ocurren, o
simplemente afirmando que “nada es imposible para Dios”, prueba de lo
cual serían precisamente las plagas. Negar que tal o cual supuesto milagro
haya realmente ocurrido, no significa necesariamente que se esté negando
que “nada es imposible para Dios”.
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PALABRA DE DIOS
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
La verdad bíblica
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PALABRA DE DIOS
veremos más adelante. El concilio Vaticano II, en contraste con una larga
tradición magisterial que afirmaba la inerrancia en sentido global y estricto,
declaró que “los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y
sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para
(= en vista a) nuestra salvación” (DV 11). Es decir, se afirma que es libre de
error solamente aquello que concierne a la salvación, la dimensión religio-
sa, y no lo tocante a la historia o las ciencias.
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LA VERDAD DE LA BIBLIA: INERRANCIA
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PALABRA DE DIOS
VERDAD
científica-histórica teológica-religiosa
¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde? ¿qué?
(p.ej. origen del mundo) (p.ej. creación)
es decir, conocimientos. es decir, fe dialogal.
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LA INSPIRACIÓN
17. La inspiración
Un asunto problemático
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PALABRA DE DIOS
Ahora bien, se afirma que la Biblia es palabra de Dios por haber sido
inspirada por Dios. Cuando se dice “inspirada”, generalmente se quiere de-
cir que Dios es la aureola primera y el autor principal de la Biblia. Inspira-
ción y palabra de Dios se suelen emplear intercambiablemente. Pero estos
vocablos refieren a relaciones diferentes, por tanto no son intercambiables
porque no significan lo mismo, como veremos. Inspiración denota la rela-
ción de Dios con los autores de los textos; palabra de Dios designa la rela-
ción de los textos con sus lectores.
226
LA INSPIRACIÓN
El concepto de “inspiración”
Para empezar, el término inspiración viene del latín inspirare, que signi-
fica “soplar en/hacia adentro”. En el ámbito religioso, el término inspirar
remite a la imagen del soplo divino, que es una manera figurada de referirse
a la transmisión de la vida. Así, por ejemplo, en el relato de la creación se
lee que Dios “modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz alien-
to de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente” (Gén 2,7). De igual
origen es el término “espíritu (santo)” (ruaj/pneuma/spiritus), que refiere al
soplo, viento, aliento (que viene de Dios), y da vida.
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PALABRA DE DIOS
El autor inspirado
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LA INSPIRACIÓN
los textos al pie de la letra pues sostiene que todo viene de Dios, son sus
mismísimas palabras, sus “verdades” para siempre.
Los musulmanes tienen la misma idea sobre el Corán: fue dictado por Alá.
Es la idea que ha estimulado la iconografía clásica que presenta a Dios dando
un libro a su servidor o dictándole al profeta o al evangelista.
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PALABRA DE DIOS
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
do, y sin la tradición y los escritores (que fueron varios) no tendríamos aquello
que está incluido en el libro de Isaías. En otras palabras, la inspiración no se
reduce al privilegio de una sola persona. Por tanto, el modelo profético como
explicación de la inspiración bíblica es insuficiente.
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LA INSPIRACIÓN
El texto inspirado
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LA INSPIRACIÓN
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Dios inspirador
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
Pero, de todos los textos que se puedan citar en relación con la inspiración
bíblica, hay dos a los que invariablemente se apela para afirmar
“bíblicamente” que los escritos del canon fueron inspirados por Dios. Los
dos textos vienen del Nuevo Testamento: 2Tim 3,16 y 2Pedro 1,20s. Deten-
gámonos en ellos.
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
Como se puede observar, los dos textos en los que muchos se apoyan
para su idea de la inspiración bíblica, no se pronuncian directa y claramente
sobre ella. Reafirman la antigua convicción de que Dios es el origen del AT,
y quizás uno que otro escrito del NT (2Tim), así como del auténtico
profetismo (2Pdr). Estos textos no se pronuncian tampoco sobre una su-
puesta infalibilidad o ausencia de errores. Se limitan al contenido ético-
doctrinal (no histórico u otro) de un cierto grupo de escritos sagrados.
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
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LA INSPIRACIÓN
El texto y el lector
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PALABRA DE DIOS
contar con la presencia del espíritu de Dios para que el texto sea comprendi-
do como palabra inspiradora de Dios: “la Escritura hay que leerla e interpre-
tarla con el mismo espíritu con que se escribió” (DV 12). Hasta ahora he-
mos centrado la atención en el emisor, en la producción del texto. Pero no
hay comunicación sin receptor. En términos de inspiración, que es una co-
municación, el receptor también tiene que estar inspirado para comprender
el texto como palabra de Dios. El receptor final es el lector. Veamos esto
más detenidamente.
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
En resumen, escribir y leer son dos ejes de una misma elipse que no
deben ser divorciados, sino que deben ser vistos como dos momentos dentro
de la dinámica comunicativa. En la comunicación lo que está en juego es la
interpretación de los textos, que son los vehículos: escribir es comunicar
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LA INSPIRACIÓN
Nos queda una pregunta: ¿tiene importancia conocer lo que el autor qui-
so decir, o basta con lo que el texto nos diga independientemente de lo que
pretendió decir el escritor, como afirman filósofos como Hans-Georg
Gadamer y Paul Ricoeur? La respuesta está implícita en toda la discusión
que hasta aquí he expuesto, y puede resumirse en una frase: Dios no inspiró
ni inspira textos, sino a personas. Los textos son productos de personas; las
interpretaciones las hacen personas. Por otro lado, la fidelidad al sentido
literal (el mensaje básico originario) plasmado por el escritor inspirado cuyo
texto fue canonizado, pone en juego nuestra propia fidelidad al mensaje que
calificamos como “palabra de Dios”. Es una cuestión de identidad y de con-
tinuidad. De aquí la importancia de la exégesis y de la hermenéutica: saber
lo más precisamente posible lo que se quiso decir en el momento de su
redacción y lo que el texto dice en los contextos y las coyunturas actuales.
Ignorar lo que el escritor bíblico quiso comunicar arriesga desembocar en la
lectura fundamentalista de la Biblia.
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PALABRA DE DIOS
Dios al hombre de algo vital o vivencial. A eso añadí que el hombre no debe
ser considerado separado de su comunidad y de sus condicionamientos y
circunstancias histórico-culturales.
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
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LA INSPIRACIÓN
los tiempos bíblicos, concedió ese carisma con el fin de guiar a otros hacia
Él. Por eso la inspiración bíblica desembocó en la fijación por escrito de la
Revelación que, históricamente, Dios concedió a su pueblo hasta su máxima
expresión que fue el acontecimiento-Jesucristo. Recordemos que la Biblia
es, entre otros, un conjunto de testimonios de vivencias reveladoras, y no la
Revelación misma. Dios no se reveló en libros, sino en acontecimientos. Y
la inspiración bíblica incluye la decisión sobre el canon, pues recién con esa
decisión se tuvo “Biblia”.
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LA INSPIRACIÓN
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PALABRA DE DIOS
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LA INSPIRACIÓN
Afirmar que los escritores fueron inspirados no significa que lo que ellos
escribieron sea automáticamente válido tal cual para todos los tiempos, puesto
que la inspiración la concedió Dios a individuos que estaban condicionados
por la cultura y las circunstancias del momento y por su limitado horizonte
conceptual. La inspiración no convertía a esos individuos en genios o les
hacía entender a Dios y la significación de la Revelación de una manera
absolutamente perfecta e insuperable, como se suele suponer. La inspira-
ción, sea dicho claramente, no eliminaba las limitaciones naturales de los
autores humanos, y por tanto de sus obras –que se dirigían a momentos
concretos, que no son precisamente los de hoy sino del pasado, con los con-
ceptos propios de esos tiempos–. El hecho de haber sido inspirados no nos
dispensa de la necesidad de reinterpretarlos, de la tarea de discernir el men-
saje que puedan tener para hoy.
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PALABRA DE DIOS
El Espíritu no puede ser aprisionado entre las letras de los escritos bíbli-
cos. Éstos son medios de comunicación que remiten a Dios, a su presencia
activamente orientadora, presencia que se proyecta hacia el futuro, pasando
por el ayer y el hoy. La inspiración divina se dio mucho antes de que se
escribiese una sola letra, y es la inspiración divina la que mueve a las perso-
nas a comprender y a aceptar el mensaje salvífico que la Biblia comunica.
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LA INSPIRACIÓN
¿Certezas?
Lo más cercano a una prueba de que los escritos de la Biblia han sido
inspirados por Dios, es observar el papel que éstos han jugado y siguen
jugando entre las personas y en la comunidad de creyentes en particular.
Como destacó san Pablo a los cristianos en Tesalónica, “damos gracias a
Dios sin cesar, porque cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de
nosotros, la recibieron no como palabra de hombres, sino como es en ver-
dad: la palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes” (1Tes 2,13).
Sólo quien se compenetra y se pone en sintonía con el Espíritu puede reco-
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PALABRA DE DIOS
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LA REVELACIÓN
18. La Revelación
Dios acontecimientos- -
- - comprensión,interpretación Biblia
REVELACION INSPIRACION TESTIMONIOS
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LA REVELACIÓN
Hemos visto que Dios se dio a conocer mucho antes que se escribiese
una sola línea de lo que luego sería la Biblia. Dios se dio a conocer en
acontecimientos y experiencias vividos: es la revelación acontecida, cuya
expresión más clara fue la venida de Jesús de Nazaret. Él es la revelación
encarnada. Para nosotros, que vivimos después de los tiempos bíblicos, la
Biblia es el medio privilegiado de Revelación: es la revelación testimonia-
da. Mediante la Biblia conocemos clara y explícitamente (aparte del excep-
cional privilegio de un encuentro directo con Dios) quién es Dios y cuál es
su voluntad para la humanidad. Si bien la Biblia no es la Revelación misma,
es para nosotros su expresión más clara, pues contiene los testimonios de la
revelación históricamente acontecida en aquellos tiempos, revelación
fundante y determinante, cuyo zenit insuperable fue el acontecimiento-Jesu-
cristo: “la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,14;
Hbr 1,1).
El dios revelador
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LA REVELACIÓN
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LA REVELACIÓN
No fue Dios quien dio a conocer a los hombres, primero que es un dios
entre otros dioses (vea p.ej. Gén 28,13; 35,1s; Ex 3,6.15; 4,16; Jue 11,24,
donde se reconoce la existencia de otros dioses como tales), luego que es el
dios supremo (vea Ex 15,11; 20,2s), y finalmente que es el único dios (Isa
43,10s; 44,6; etc.), sino que más bien fueron los hombres quienes fueron
descubriendo quién es realmente Dios. Igualmente, observamos en los tex-
tos más antiguos un desconocimiento de una vida después de la muerte (vea
Isa 38,18; Job 14,13-22; Sir 14,16s; 17,22s; así como los Salmos), en textos
más tardíos se habla ya de un castigo o premio después de la muerte, para
finalmente tomar conciencia de una resurrección. Difícilmente se podrá ex-
plicar por qué Dios hubiese dejado a la humanidad en la ignorancia durante
siglos de algo tan importante como el destino después de la muerte –¡algo
sobre lo cual los egipcios ya tenían ideas claras muchos siglos antes!–. No
es que Dios se lo haya revelado a los hombres de a pocos, sino que los
hombres lo fueron comprendiendo lentamente. Y la Biblia contiene la histo-
ria de la comprensión de la Revelación por parte de los hombres creyentes
en un proceso de diálogo con su dios. Y este proceso de comprensión y
profundización no ha concluido.
Prueba de que han sido los hombres quienes han ido comprendiendo lenta-
mente la Revelación es, por ejemplo, la manera en que poco a poco han ido
“descubriendo” el significado y las implicaciones de la muerte de Jesús de
Nazaret, y luego su misma naturaleza en relación con Dios, hasta llegar a los
grandes debates cristológicos del s. IV que culminaron en el concilio de Calce-
donia con la formulación de “una persona y dos naturalezas”.
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PALABRA DE DIOS
Dios se da a conocer en el doble sentido que tiene ese verbo en las len-
guas semíticas: en el sentido intelectual informativo y en el sentido existencial
de la intercomunión entre personas. Por eso mismo, la Biblia no se reduce a
una determinada cantidad de información, sino que es un conjunto de testi-
monios que invitan a entrar en diálogo con ese Dios que se dio y se sigue
presentando en la vida. Si observamos atentamente lo que leemos en la Bi-
blia, descubriremos que, de principio a fin, se testimonia la voluntad salvífica
de Dios y las respuestas que las personas han ido dando en diferentes cir-
cunstancias, es decir la relación de diálogo entre Dios y las personas, con
sus consecuencias. Por eso el AT habla de Dios como si fuera humano
(antropomórficamente), y en el NT se revela en la persona de Jesús: “Ahora,
en esta etapa final, Dios nos ha hablado por el Hijo…”
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LA REVELACIÓN
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PALABRA DE DIOS
Aclaración conceptual
Por lo pronto, por el simple hecho de estar impresas, las palabras bíbli-
cas no son automáticamente las mismísimas palabras de Dios. Formalmen-
te, la Biblia es un libro más al lado de tantos otros: es literatura religiosa.
Recordemos, además, que los escritos bíblicos a menudo tienen una larga
historia anterior a su escritura. Consideraríamos ingenua a la persona que
sostuviese que la Biblia fue escrita directamente por Dios, con su puño y
letra. Sin embargo, a menudo se tiene la impresión de que es eso lo que se
piensa y se afirma cuando se define la Biblia como palabra de Dios. Algunas
simples observaciones nos invitan a reflexionar cuidadosamente acerca de
la relación entre Biblia y palabra de Dios:
– Algunos relatos (p. ej. en Josué y Jueces), leyes (p. ej. ojo por ojo), y
afirmaciones (p. ej. “Bienaventurado el que agarre a tus niños y los estre-
lle contra las rocas”, Sal 137,9), no tienen nada de edificantes, y bien
podemos preguntarnos si los calificaríamos como “palabra de Dios”.
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
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PALABRA DE DIOS
Por lo pronto tenemos que admitir que los escritos de la Biblia son de
valor y de profundidad diferentes, por ejemplo los libros históricos en con-
traste con los proféticos. Igualmente, tenemos que admitir que, además de
que los diversos escritos estaban cultural y circunstancialmente condiciona-
dos, no todo es en ellos revelador o importante para la salvación, por ejem-
plo las genealogías. La Biblia contiene, además, aspectos provisionales (p.
ej. en lo referente al divorcio, como se destaca en Mt 19,3-9) y conceptos
defectuosos que luego son “corregidos” (p. ej. la manera en que se fue en-
tendiendo la vida y la retribución después de la muerte). En otras palabras,
tenemos que admitir que no todo en la Biblia puede ser calificado en sentido
estricto como palabra de Dios infalible para siempre. De serlo, nos llevaría
a contradicciones, como vimos en la discusión sobre la inerrancia. Esto es
más cierto aún si, al calificar tal o cual texto como palabra de Dios, pensa-
mos que fue para nosotros hoy: ¿qué nos pueden decir de constructivo para
la fe y la moral los numerosos relatos de matanzas despiadadas, ya sea orde-
nadas o aprobadas por Dios (según los relatos bíblicos)? Entonces, ¿en qué
sentido debe entenderse la calificación de la Biblia como “palabra de Dios”?
¿Ha sido “palabra de Dios” solamente para los destinatarios originales de
los escritos bíblicos, o lo es también para nosotros? Para aclarar el panora-
ma, remontémonos a los orígenes del concepto mismo de “palabra de Dios”.
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
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PALABRA DE DIOS
¿Literal o metafórico?
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
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era el caso de los profetas (“la palabra de Dios vino a…”: Oseas 1,1; Joel
1,1; Miqueas 1,1; etc.). Como nos recuerda el autor de la carta a los He-
breos, “de muchas maneras Dios habló antiguamente a nuestros padres me-
diante los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos habló por el Hijo” (1,1s).
Y los apóstoles anunciaron esa buena nueva oralmente antes que se escri-
biese un solo renglón al respecto. Es fácil comprender, entonces, que la
Biblia es un conjunto de testimonios escritos de esa palabra de Dios, que
fue primero palabra acontecida y luego testimoniada oralmente.
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
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PALABRA DE DIOS
Puesto que los textos bíblicos fueron escritos dirigidos a auditorios con-
cretos de ese tiempo, con los condicionamientos propios de esa cultura, y
referidos a las circunstancias vividas en esos momentos, hay muchas cosas
que no entendemos de buenas a primeras, empezando por palabras y giros
idiomáticos. Para entenderlos, por lo tanto, es necesario un mínimo de in-
formación que el texto mismo no nos proporciona: sentido de las palabras o
giros, género literario del texto, condicionamientos culturales, situación his-
tórica en la que escribe el autor, problemática del destinatario. Es lo que
hace el estudioso crítico de la Biblia. El fundamentalista, en cambio, recha-
za tal estudio pues cree que basta con saber leer para poder entender lo que
se lee, y su única fuente es la Biblia misma porque la considera literalmente
palabra de Dios válida tal cual para siempre, eso si no dirigida a él.
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
Mensajes en palabras
Todas las palabras de la Biblia, como toda palabra humana, están condi-
cionadas por factores culturales, y limitadas por los conocimientos del mo-
mento. Se habla como se piensa. En los tiempos bíblicos pensaban de otra
manera que nosotros acerca del hombre, del mundo y de Dios. Ahora bien,
si Dios no habló como los humanos, deberíamos concluir que sus pensa-
mientos y su habla son perfectos, pues Él es perfecto en todo. Pero en la
Biblia hallamos conceptos y conocimientos iguales a los de las personas de
los tiempos en que se compusieron los escritos bíblicos. Jesús mismo, la
Palabra hecha carne, utilizó imágenes y conceptos propios de su tiempo, de
Palestina del primer tercio del primer siglo, y éstos no siempre eran perfec-
tos. Sus discípulos, y luego los evangelistas, hicieron lo mismo. Es decir, lo
que tenemos en la Biblia es palabra de Dios en palabras humanas. Por eso,
para entender esa palabra de Dios tenemos que entender primero su media-
ción, la palabra humana en la que fue transmitida.
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PALABRA DE DIOS
Por todo lo dicho debemos distinguir entre la letra y el espíritu, entre las
palabras escritas y el mensaje (vea Rom 2,27; 2Cor 3,6). Jesús advirtió re-
petidas veces al respecto en controversias con los fariseos en torno a cues-
tiones de la Ley de Moisés. No menos frecuente era la reacción de Pablo
frente a la idea de que la salvación se obtiene por la estricta y literal obser-
vancia de la Ley (la letra), que él relativizaba a favor de la convicción cris-
tiana de que la salvación depende de la fe. Vea a este propósito la carta a los
gálatas. El literalismo y su consecuente legalismo son dos de los errores más
lamentables del fundamentalismo (“pero la Biblia dice….”).
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
¿Cuántas veces no hemos tenido que admitir que tal o cual pasaje de la
Biblia no nos dice nada? Y sin embargo, cuando fue escrito, le decía algo a
sus destinatarios. ¿Cómo puede, entonces, ser palabra de Dios para noso-
tros? Calificar la Biblia como palabra de Dios implica afirmar que ésta
habla. A sus destinatarios originales les hablaba, les decía algo. La pregunta
que espontáneamente surge es si les habla a las personas de hoy. En la Biblia
misma se observa esta preocupación por la relevancia de lo que se transmi-
tía: de diversos modos se llevó a cabo la actualización de tradiciones orales
adaptándolas a nuevas circunstancias y destinatarios, como hicieron, por
ejemplo, cada uno de los evangelistas con respecto a las tradiciones acerca
de Jesús. Inclusive se volvieron a escribir, como se hizo con Samuel-Reyes
reescrito en Crónicas dos siglos más tarde, o Mateo y Lucas con respecto a
Marcos.
281
PALABRA DE DIOS
relación de los hombres con Dios (sean ateos o creyentes) son básicamente
las mismas. Dios es el mismo ayer y hoy; sigue dándose a conocer a los
hombres, y les sigue invitando a confiar en Él. La Biblia es eminentemente
existencial: se dirige a la vida. Detrás de las diferentes escenas, personajes y
reflexiones que hallamos en los escritos de la Biblia, podemos reconocer-
nos. Y la Biblia es el medio privilegiado mediante el cual Dios “nos habla”:
allí están los testimonios de sus múltiples manifestaciones, las orientaciones
fundamentales para el camino que conduce a la salvación. Podemos con-
cluir que, si bien la Biblia no es idéntica con la palabra de Dios en el sentido
fuerte del término, sin embargo contiene su palabra (mediada por el escri-
tor) y “le habla” a toda persona que tenga los oídos abiertos. Por eso, es
importante tomar conciencia de que la Biblia no se reduce a un conjunto de
recuerdos del pasado, sino que es un conjunto de mensajes e invitaciones
para los hombres a que se confíen en Dios y sigan su camino, que son pre-
sentados mediante esos viejos textos pero frescos testimonios.
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
y espíritu, hasta lo más profundo del ser, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón” (4,12).
283
PALABRA DE DIOS
las exigencias éticas y religiosas como palabra de Dios para los hombres en
su presente histórico. Como es palabra siempre actual, ésta varía según el
momento histórico, de modo que sirva de guía eficaz.
El género sapiencial presenta a Dios hablando por boca del sabio quien,
en base a sus experiencias y reflexiones, da a conocer la manera en que hay
que comportarse en la vida terrena a fin de llegar a la plenitud de la felici-
dad. Por eso la sabiduría habla como si fuese una persona (vea Prov 1-8; Sir
24; Sab 6-11): Dios, el sabio por excelencia, es la fuente de toda sabiduría.
Al igual que el profeta, el sabio es el mediador y portavoz de Dios; tras su
voz está la de Dios.
284
LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
285
PALABRA DE DIOS
286
LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
cado” fue una sabiduría intuida por místicos y sabios, especialmente sobre
el arte de conocerse a sí mismo y a la realidad del mundo.
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PALABRA DE DIOS
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LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
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HERMENÉUTICA
TERCERA PARTE
Hermenéutica
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HISTORIA Y FE
20. Historia y fe
293
HERMENÉUTICA
relatos históricos (sin analizar si lo son o no) lo que en realidad son mitos,
leyendas o epopeyas. Casos típicos son los relatos en Génesis y aquellos sobre
el éxodo. Además, no se nos suele ocurrir que las narraciones históricas
se escribieron después que los supuestos episodios sucedieron, mirando hacia
atrás y desde el punto de vista del narrador –el cual tampoco se suele tomar en
cuenta.
Concepto de historia
294
HISTORIA Y FE
295
HERMENÉUTICA
296
HISTORIA Y FE
Todo esto explica (1) por qué en la Biblia se narra solamente lo que
consideraron como significativo; (2) por qué veían a Dios “detrás” de los
297
HERMENÉUTICA
298
HISTORIA Y FE
La verdad histórica
299
HERMENÉUTICA
300
HISTORIA Y FE
que afirme “yo sí creo que sucedió”, no por eso hará que haya sucedido, y
tendrá que respaldar su afirmación con criterios válidos, igual que aquel que
lo niegue. De lo dicho se desprende que es necesario distinguir entre la
verdad histórica y la verdad literaria (aquella que el relator quiso comunicar).
301
HERMENÉUTICA
302
MITO Y REALIDAD
1) Las más obvias son las realidades sensibles que son objetivas, aque-
llas del mundo material y que cualquier persona puede percibir por medio
de los sentidos, por ejemplo una flor, un mueble, un libro. No tenemos difi-
cultad alguna en comunicarnos acerca de esas realidades, siempre y cuando
hablemos el mismo idioma y ambos conozcamos el objeto del que hablamos.
303
HERMENÉUTICA
puede usar el lenguaje filosófico, abstracto, y decir que son esencias puras,
o se puede emplear un lenguaje concreto de imágenes tomadas de nuestro
mundo experiencial, que nos son conocidas, y así se habla de los ángeles
como si fueran seres humanos que hablan, se mueven, incluso que tienen
apariencia visible (¡y se dibujan!). Este último es el lenguaje típico de los
tiempos bíblicos para referirse a las realidades trascendentes.
Hablar de lo trascendental
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MITO Y REALIDAD
305
HERMENÉUTICA
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MITO Y REALIDAD
Mito y lenguaje
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HERMENÉUTICA
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MITO Y REALIDAD
Desmitización
Cuando las concepciones del hombre, del mundo y de lo divino, así como
de la relación entre éstos, han cambiado, y cuando el lenguaje se ha conver-
tido en extraño y se arriesga tomar literalmente los conceptos mitológicos
como si fueran realidades, entonces se hace necesaria una reinterpretación
y reformulación de aquello que el mito o lo dicho en lenguaje mitológico
309
HERMENÉUTICA
originalmente quería comunicar. Cuando se cree, por ejemplo, que Dios li-
teralmente no puede ser ofendido, entonces es necesario cambiar la manera
de hablar acerca del pecado. Este proceso de reinterpretación y reformulación
se conoce como desmitización. En las palabras crudas de Bultmann: “No es
posible utilizar la luz eléctrica y la radio, aplicar medios médicos y clínicos
modernos en casos de enfermedades, y al mismo tiempo creer en el mundo
de espíritus y maravillas” cuando existe una explicación científica compro-
bada. La desmitización tiene por finalidad hacer comprensibles a las perso-
nas de hoy las verdades profundas que en aquellos tiempos se expresaban
míticamente, de modo que no se caiga en el literalismo y en conceptos pre-
científicos. Ciertamente, no todo lo que en los tiempos bíblicos se conside-
raba como producto de intervención directa de Dios o de demonios –inclui-
do lo que calificamos como milagros– era así en realidad. El recurso al
lenguaje mítico muestra, en tal caso, que no tenían en aquellos tiempos otra
explicación que la mítica. Así, por ejemplo, Mc 9,17s atestigua claramente
que lo que conocemos como epilepsia era tenido como producto de pose-
sión demoníaca: “cuando el espíritu mudo se apodera de él lo tira por tierra,
echa espumarajos y rechina los dientes, y se queda rígido”.
Desmitizar un texto significa, en concreto, que hay que empezar por com-
prender la verdad sobre la cual estaban hablando con un lenguaje mítico (o
incluso un mito), para luego poder expresar esa misma verdad profunda en
términos familiares y comprensibles a las personas de hoy. Desmitizar, a
diferencia de desmitologizar (que veremos luego), no significa eliminar el
mito o su lenguaje, y lo que pueda decir, como si fuese inútil o inválido, sino
más bien cambiarle el ropaje: desnudar la verdad profunda del ropaje míti-
co de un tiempo, con el que se presentaba, y revestirlo con un ropaje tomado
del ajuar de nuestra cultura. Este, evidentemente, es un proceso que cons-
tantemente tendrá que repetirse, si el mensaje que se deseaba transmitir ha
de seguir siendo palabra de Dios actual, para las personas de otros tiempos
y otras culturas.
310
MITO Y REALIDAD
MEDIO
expresión
mítica
FIN
yo realidad
o verdad
en otro mito, o
conceptualmente
311
HERMENÉUTICA
312
MITO Y REALIDAD
Con frecuencia se consideran los mitos y las imágenes del lenguaje mítico
como descripciones de realidades que ocurrieron u ocurrirán tal como se las
relata, que son literalmente aquello que de ellas se dice. Ciertamente, con no
poca frecuencia, en los tiempos bíblicos los mitos fueron considerados como
auténticas realidades tal como se hablaba de ellos. Estaban convencidos que el
infierno era un lugar físico, y Satanás un personaje con rasgos humanos. El
pecado era considerado como una auténtica ofensa a Dios, y las desgracias eran
tenidas como verdaderos castigos de Dios o acciones del diablo. La creación
ocurrió tal como se la relata, y Adán y Eva existieron y comieron el fruto prohi-
bido, etc.
Por un lado, los mitos tenían sus orígenes en las experiencias humanas y
en las reflexiones sobre ellas. Por otro lado, las preguntas profundas a las
cuales se buscaba responder son propias de toda persona que medita sobre
su existencia y su relación con el mundo, su destino y lo divino. Por eso,
detrás del mito y el lenguaje mítico que hallamos en la Biblia, debemos
descubrir la experiencia-base y las interrogantes a las cuales buscaban dar
una respuesta, es decir la verdad profunda que expresan. Muchos mitos del
pasado pueden ser expresados en otros términos, el lenguaje de imágenes
propio de una época puede ser sustituido por otro más adaptado, pero la
verdad a la cual remiten no se debe descartar automáticamente. La imagen
del diablo es sustituible, pero la verdad a la que remite esa imagen es la
existencia de “misteriosas fuerzas” del mal. Las imágenes que constituyen
el cuadro mítico del juicio final en Mt 25,31ss son discutibles si se toman
literalmente, pero la realidad a la que el cuadro remite no lo es: habrá un
encuentro definitivo con Dios a otro nivel que el humano, y pasaremos a un
modo de existencia irreversible que está estrechamente relacionado a nues-
tro comportamiento durante nuestra vida terrena. Lo que siempre debe ocu-
313
HERMENÉUTICA
314
NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
Sentido literal.
315
HERMENÉUTICA
que el autor humano tenía en mente y quiso comunicar. Tal es el caso, por
ejemplo, con las parábolas: no eran para ser entendidas al pie de la letra.
Otro tanto hay que decir de los oráculos de los profetas, cuyo lenguaje era
predominantemente figurado (metafórico, hiperbólico, simbólico). El
literalismo consiste en la lectura de un texto sin tomar en cuenta el género
literario empleado, leyendo un mito o una leyenda, por ejemplo, como si
fuese historia. El literalista entenderá la creación del mundo en seis días al
pie de la letra, tanto de “seis” (ni más ni menos) como de “días” (no eras o
períodos, aunque juegue con aquello de que para Dios “un día son como mil
años”), y en el orden relatado. Es la lectura típica del fundamentalista.
El sentido literal del famoso oráculo de Isaías 7,14 era de una señal que
confirmaría al rey Acaz lo que el profeta le había dicho antes, una señal que
él mismo vería: que en su tiempo una doncella daría a luz a un niño al que
llamaría Emmanuel. En su sentido literal no se refería a María y a Jesús, que
es un sentido más-que-literal, ya que eso no fue lo que Isaías quiso comuni-
car. Se refería a un suceso en su tiempo, en el s. VIII. El sentido literal de “la
bestia que tiene siete cabezas” en el Apocalipsis (13,1; 17,7) es el Imperio
Romano “encabezado” por emperadores, como expresamente se dice en 17,9:
“las siete cabezas son siete colinas (Roma) y son siete reyes”. En su sentido
literal no se refería a un monstruo marino, ni a un imperio actual; eso sería
una lectura literalista. Por tanto, el sentido literal de un texto puede ser figu-
rado. Por eso sería mejor hablar de un sentido literario, pues se expresa
literariamente: su sentido está enmarcado en contextos literarios y se
da según convenciones lingüísticas que son los que permiten discernir su
significado.
316
NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
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HERMENÉUTICA
Sentido pleno
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
miento de Jesús sólo después que éste ya había nacido y ya había sido reco-
nocido (por los cristianos) como mesías. Igual sucede con ciertas interpreta-
ciones teológicas que se han hecho más tarde de determinados textos, por
ejemplo en relación a María o la Trinidad.
319
HERMENÉUTICA
Indudablemente, Dios nos puede hablar a través del texto bíblico sin que
conozcamos el propósito que tuvo el escritor (que además, no siempre es
fácil de determinar). Para evitar un subjetivismo de conveniencias (que me
diga lo que yo quisiera que me dijese, o que yo oiga el eco de mis deseos o
de mi imaginación), es necesario empezar por conocer lo que el autor inspi-
rado quiso decir en su momento, es decir su sentido literal. Por un lado, si
afirmamos que el autor ha sido inspirado (y el texto es inspirado porque lo
fue su autor, no a pesar de él), entonces sí es necesario tener presente la
intención de ese autor inspirado, el mensaje que a través de él quiso Dios
comunicar a sus receptores inmediatos (no siglos después). Por otro lado,
ignorar aquello que los autores quisieron comunicar en sus tiempos lleva
consigo el serio riesgo de separarse de los orígenes de la fe, de establecer
una discontinuidad (con los orígenes cristianos testimoniados en el NT, por
ejemplo), de modo que se podría llegar a una interpretación que no esté en
concordancia con los orígenes a los que debemos estar unidos. Nos situaría
fuera de la Tradición que nos mantiene en continuidad con los orígenes, con
la Revelación fundante y normativa, y que justifica nuestra identidad de fe.
En otras palabras, aquello que los autores quisieron comunicar mediante sus
textos, y lo que nosotros afirmemos como mensaje de esos textos, deben
estar en consonancia. Para eso es necesario conocer en primer lugar lo que
ellos quisieron comunicar. Lo que Dios quería dar a conocer lo hacía me-
diante los autores bíblicos, a quienes inspiraba, no modo que no se puede
prescindir del mundo y de la intención de precisamente esos autores, es
decir del sentido literal del texto. Cuando no se toma en serio el mensaje
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
querido por el autor inspirado (su sentido literal), se termina creando una
iglesia diferente, como ha sucedido tantas veces.
Exégesis alegórica
321
HERMENÉUTICA
Sentido tipológico
Además del sentido pleno de ciertos textos, la tradición judía, así como
la cristiana, ha visto en ciertos acontecimientos, instituciones y personajes
del pasado, prefiguraciones de otros posteriores. Estas prefiguraciones se
llaman tipos. Igual que el sentido pleno, es un sentido más que literal que no
había sido visto en ese tiempo. Pero se diferencia del sentido pleno por
cuanto no se trata ya de textos, especialmente profecías, sino de aconteci-
mientos, instituciones y personajes, que tendrían un sentido “tipológico”
que habría sido previsto por Dios. En 1Cor 10,1-10, por ejemplo, Pablo
considera una serie de tipologías: el paso del mar sería tipo (o prefiguración)
del bautismo, el agua de la roca y el maná lo serían de la eucaristía, etc., que
según el Apóstol son “acontecimientos que sucedieron para ser tipos para
nosotros” (v.6; cf. v.11). El sacerdocio de Melquisedec es visto en Hebreos
7 como prefiguración de aquel de Jesucristo.
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
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HERMENÉUTICA
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
Sentido canónico
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HERMENÉUTICA
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
Por otro lado, si bien ciertos círculos y personas propugnan una libre
interpretación con la intención de disociarse de una interpretación “oficial”
(o simplemente de disociarse de una Iglesia, si no oponerse a ella), esto al
final de cuentas es teórico. En la práctica, aquel que no pertenece o no se
identifica con alguna Iglesia, no interpretará la Biblia libremente puesto que,
como toda persona, está guiado por una serie de prejuicios y presupuestos,
de los cuales a menudo está inconsciente, eso si no lo guía alguna teoría o
ideología ajena. Aquel que pertenece a una Iglesia difícilmente interpretará
la Biblia libremente, pues lo hará, consciente o inconscientemente, guiado
por el “prejuicio” dogmático de su Iglesia: cada iglesia tiene su manera de
comprender e interpretar la Biblia y, ¡ay de aquel que se atreva a interpretar-
la de otra manera!... arriesga verse excluido de ella.
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HERMENÉUTICA
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
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HERMENÉUTICA
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NIVELES DE SIGNIFICACIÓN EN LA BIBLIA
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HERMENÉUTICA
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
¿Qué es tradición?
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HERMENÉUTICA
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
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HERMENÉUTICA
do, por más venerable que sea. Lo arcaico se cuida en museos, y produce
admiración, pero pertenece a otro mundo. Sin la dinámica de la vida (hoy)
es recuerdo, no tradición. ¡Tradición es vida, y vida es historia, e historia es
evolución! Por eso tradición significa adaptabilidad, actualización, evolución.
¿Solamente la Escritura?
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
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HERMENÉUTICA
Importancia de la tradición
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
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critica a la
Tradición y vida
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
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HERMENÉUTICA
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ESCRITURA Y TRADICIÓN
vea ya el saludo del ángel: “llena de gracia, el Señor está contigo”). Lo que se
declara, pues, en el dogma de la Inmaculada Concepción es que María no esta-
ba inclinada hacia la soberbia que nos caracteriza, lo cual hizo posible su mater-
nidad al acatar dócilmente el anuncio del ángel. Este dogma no va contra la
Escritura (que nada dice al respecto), sino que es un desarrollo de la tradición,
producto de la reflexión y maduración progresiva en la comprensión de la Re-
velación testimoniada en la Biblia, cuya semilla ya está allí. Otro tanto se puede
decir de la Asunción, en relación con la resurrección de los creyentes, repetidas
veces afirmada en la Biblia.
343
HERMENÉUTICA
Considerandos fundamentales
En cuanto a los textos bíblicos mismos, lo primero que hay que tener
presente es su gran dosis de humanidad, algo que, desde distintos ángulos,
nos ha ocupado a lo largo de la Primera Parte de este libro. Son palabra de
Dios en palabras humanas, no dictadas por Dios. Valga recordar algunos
aspectos importantes relacionados a la supuesta autosuficiencia y perfec-
ción de la Biblia. Para empezar, al escribir las tradiciones orales, los redac-
tores lo hicieron según el grado de entendimiento que ellos tenían en ese
momento. Y ése no era el más perfecto posible (el desconocimiento de esto
344
¿SOLAMENTE LA BIBLIA?
Por tanto, ¿es la Biblia la última y definitiva palabra, como algunos afir-
man? Pues, ni el judaísmo ni el cristianismo lo entendieron así en aquellos
tiempos. El judaísmo siguió profundizando los textos bíblicos, como atesti-
guan los targumim y los midrashim, además de la Mishnah y el Talmud,
entre otros. En el cristianismo se siguió hablando acerca de Jesús después de
Marcos, Mateo, Lucas y Juan, como consta en evangelios tan antiguos (si-
glos II y III) como los de Tomás, de Santiago y de Pedro, además de una
cantidad de palabras de Jesús que no encontramos en los evangelios canóni-
cos, por ejemplo. Todo esto es la tradición, que acabamos de estudiar dete-
nidamente.
345
HERMENÉUTICA
lar, cosa que ya hemos abordado ampliamente. Valgan por eso algunas ob-
servaciones suplementarias.
Los textos bíblicos tocan problemas que son propios de esos tiempos,
muchos de los cuales no son problemas actuales, mientras que no tocan los
problemas importantes para nosotros hoy, por ejemplo lo relacionado al
control de la natalidad, el secularismo, la ecología, la recesión, la globaliza-
ción, el neoliberalismo…. Eso significa que no fueron escritos pensando en
nosotros. Tenían en mente a otro público o destinatario, como es obvio en
muchos escritos. Y eso es una limitación de la Biblia. Los autores de los
escritos bíblicos no compusieron manuales que respondan a todas las pre-
guntas e inquietudes que los hombres pudieran plantearse donde sea y cuan-
do sea.
346
¿SOLAMENTE LA BIBLIA?
Tomar al pie de la letra los textos bíblicos, como si fueran ley eterna,
puede conducir incluso a una traición de la intención de Dios. Es el caso,
por ejemplo, de los mandatos que obligan a castigar con pena de muerte: “el
que pegue a su padre o a su madre es reo de muerte. Quien rapte a una
persona es reo de muerte. Quien maldiga a su padre o a su madre es reo de
muerte” (Ex 21,15-17). El que profane el (reposo del) sábado es reo de
muerte (Ex 31,14; 35,2); toda adúltera debe ser puesta a muerte (Lev 20,10).
Estas leyes eran propias de aquellos lejanos tiempos, típicas en la vida de
clanes. No se puede afirmar que fueran voluntad eterna e inalterable de
Dios, y es así como se entendió en el mismo judaísmo, como lo demuestran
sus interpretaciones y el hecho de que con raras excepciones no se aplicaban
esas leyes a la letra, sino que los castigos eran sustituidos por otros menos
drásticos. Jesús hizo igual.
De todo lo dicho se puede concluir que los textos bíblicos no son absolu-
tos. Encierran un cierto grado de relatividad, es decir están limitados por su
cultura, por sus conceptos, por sus preocupaciones y circunstancias. Por
eso, no todo lo que allí leemos debe tomarse como absoluto e inalterable,
como si fuera válido para siempre y en todas partes por igual. Las “verdades
eternas” en la Biblia no son muchas, ni toda la Biblia es “verdades eternas”.
Para decirlo una vez más, los libros de la Biblia son hijos de su tiempo –que
no es el nuestro.
347
HERMENÉUTICA
van de la mano), les lleva a hacer una caricatura de Dios. Un Dios responsa-
ble de todo tipo de errores, incluidas ignorancias múltiples, un Dios que no
conoce bien su creación, que es caprichoso, que cae en cóleras y es celoso,
que cambia de opinión,... En otras palabras, los que toman la Biblia como
autoridad máxima, suprema, perfecta y absoluta, asumen y presuponen de-
masiadas cosas gratuitamente, basados en prejuicios que no vienen de la
Biblia sino de dogmas implícitos que para ellos son incuestionables -pero
no tienen otro sustento que ciertos pasajes sueltos de la Biblia, lo cual cons-
tituye un círculo vicioso: se usa para prueba lo mismo que se quiere probar.
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¿SOLAMENTE LA BIBLIA?
La Biblia y el cristiano
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HERMENÉUTICA
todo cuanto él les había mandado (Mt 28,19s), que anuncien que el reino de
Dios está a la mano, que curen enfermos y expulsen demonios (Mt 10,7s; Lc
9,1s.6; 11,9). ¡Jesús mismo no fue un predicador de la Biblia, como tampo-
co lo fueron después sus discípulos!
Una y otra vez Jesús tuvo conflictos con las autoridades religiosas judías
porque él ponía el acento en la fe y en la integridad del hombre mismo,
mientras que en el Judaísmo se ponía en la observancia estricta de la Ley.
“El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado” (Mc
2,27). No en vano Pablo contrastaba una y otra vez al cristianismo con el
judaísmo, al camino de justificación por la fe con el de justificación por las
obras de la Ley (vea sus cartas a los Gálatas y a los Romanos).
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SUGERENCIAS PARA LA LECTURA Y EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
1. leer la Biblia como si todo fuera historia, lo que va de la mano con nues-
tra tendencia a tomar en un sentido literal todo lo que leemos. Estamos
tan acostumbrados a leer toda narración que parezca ser historia como si
lo fuera, que proyectamos esa costumbre sobre las narraciones bíblicas.
La Biblia contiene historias, pero no todo es historia; también hay leyen-
das, mitos, epopeyas, sagas, evangelios. Además, lo que aparece como
historia no está escrito con nuestro concepto moderno de historia. Es
decir, en esa época no tenían la misma idea que tenemos nosotros acerca
de lo que es historia (vea lo dicho al respecto en el cap. 9: géneros litera-
rios). Las narraciones no ocupan ni la tercera parte de la Biblia.
2. Tampoco se debe leer la Biblia como si hubiera sido escrita ayer y aquí.
Hay que estar conscientes de que ciertas palabras y expresiones de anta-
ño no significaban lo mismo que hoy día, además de otras diferencias
culturales. En esa época la conocida expresión “temor de Dios” signifi-
caba respeto de Dios, pero hoy significa miedo, por ejemplo.
351
HERMENÉUTICA
3. Hay que cuidarse también de pensar que los escritos bíblicos fueron re-
dactados directa y expresamente para nosotros, y leerlos como tales. Es
el conocido: “la Biblia nos dice….”.
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SUGERENCIAS PARA LA LECTURA Y EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
Cuando lea una unidad, observe atentamente cómo empieza y cómo ter-
mina: el inicio y el fin suelen ser más importantes de lo que se piensa. En los
discursos observe quién habla a quién, así como en qué ocasión se pronun-
353
HERMENÉUTICA
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SUGERENCIAS PARA LA LECTURA Y EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
El estudio de la Biblia
Algunas Biblias incluyen ayudas con ese fin: notas introductorias a los
diferentes escritos, notas explicativas al pie de página, y “referencias cruza-
das” que remiten a otros textos bíblicos. Para el que desee estudiar la Biblia
más a fondo existen comentarios exegéticos, diccionarios bíblicos, y una vasta
gama de estudios temáticos. He incluido algunas orientaciones bibliográficas
en la Bibliografía.
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HERMENÉUTICA
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SUGERENCIAS PARA LA LECTURA Y EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
Empezar por la cuestión histórica a menudo pasa a ser tan absorbente que se
hace de ésta el principio y el fin de su consideración del texto. Hay personas que
dedican los esfuerzos iniciales a las preguntas de carácter histórico-cronístico
(qué pasó, cómo, dónde, cuándo) y se pierden en el intento de reconstruir los
hechos, a tal punto que la pregunta por el mensaje se relega a un plano secunda-
rio o, más gravemente, se hace totalmente dependiente de la supuesta historicidad
de lo narrado. No sólo olvidan que lo narrado es narrado por alguien y desde su
punto de vista, es decir interpretado, sino que incluso proyectan sobre el texto
lo que se supone que sucedió, no respetando así el relato bíblico al crear un
relato nuevo. Están preocupados en recrear lo que Jesús hizo y dijo, e ignoran al
autor inspirado. Leen el texto como si estuvieran ante el video del tiempo de
Jesús. El típico discurso es “Jesús dijo/hizo…”, en lugar de empezar “Marcos
presenta a Jesús diciendo/haciendo….”. Omiten olímpicamente el tiempo del
autor bíblico. “Palabra de Dios” (el texto) equivale a “video-cassette de Jesús
en los años 30”.
El error de muchas personas es pensar que los textos bíblicos son una
suerte de video-cassettes de lo que allí se lee: el relato del éxodo sería en tal
caso el reportaje preciso y exacto de todo lo que pasó en el curso del éxodo,
como si el relato fuera del mismísimo tiempo que los acontecimientos, cuando
sabemos que los hechos ocurrieron varios siglos antes de que el autor escri-
biera su libro. Los discursos de los profetas se suelen leer como si fueran
productos de cintas grabadas o de notas de secretarias de lo que el profeta
históricamente dijo, cuando en realidad a menudo fueron escritos muchos
años más tarde y por otras personas; el profeta simplemente habló espontá-
neamente aquí y allá; no llevaba notas escritas y muy pocas veces escribió él
mismo algo.
357
HERMENÉUTICA
La explicación típica a este error suele ser que Dios inspiró al autor,
entendiendo por inspiración que Dios de alguna manera “le dictó” exacta-
mente todo lo que había pasado o se había dicho. Esta es una explicación
ingenua y muy simplista, que no resuelve las preguntas que un análisis aten-
to de la Biblia revela, por ejemplo la presencia de incoherencias, inexactitu-
des y anacronismos. Equivale a decir “es un misterio; no hagas preguntas”,
como si fuéramos niños, y pone en evidencia una gran ignorancia de la natu-
raleza de la Biblia por parte de quien replica así.
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SUGERENCIAS PARA LA LECTURA Y EL ESTUDIO DE LA BIBLIA
– ¿Son iguales las situaciones al inicio y al final del relato? ¿Qué cambios
se observan y cómo se explican?
– ¿Cómo concluye el relato? y ¿por qué concluye así y no de otra manera?
Igualmente, ¿por qué empieza el relato de esta y no de otra manera?
– ¿Cuáles son las reacciones que se destacan del personaje principal del
relato?
– ¿Cómo se relaciona este personaje con su medio (con otros personajes,
con las circunstancias)? ¿Por qué se comporta así?
– ¿Qué relación se observa entre la acción y las palabras?
– ¿Hay algún(os) detalle(s) llamativo(s) pero que no parecerían ser impor-
tantes a primera vista (p. ej. cómo se vestía)? ¿Por qué están allí? (No
piense en historia solamente, sino en el mensaje).
– ¿En qué se concentra más, en los personajes, en los acontecimientos,
en algo que se dijo, o en las actitudes en juego (¿cuáles?)? ¡Esto es
importante!
– ¿Qué aspecto se enfatiza o recalca? ¿Hay alguno que se repite o en el
cual se detiene ampliamente? ¡Aquí está la clave!
– ¿Por qué razón cree ud. que el redactor narró esta escena? Es decir, ¿qué
le movió a hacerlo? Y, ¿qué quería compartir con su auditorio con esa
narración? Aquí está el corazón del asunto.
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HERMENÉUTICA
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Apéndice 1
El fundamentalismo
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La Biblia sin mitos
El fundamentalismo cristiano
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El fundamentalismo
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La Biblia sin mitos
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El fundamentalismo
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La Biblia sin mitos
de aquellos que piensan con espíritu crítico. Por eso exigen fe ciega en los
textos, las interpretaciones y los líderes, y no toleran cuestionamiento alguno.
Son incapaces de una autocrítica.
366
El fundamentalismo
367
Apéndice 2
(1) YO leo….
(2) … un TEXTO
— escrito por alguien, con sus ideas, sus apreciaciones, su historia personal,
su cultura y conocimientos, su subjetividad;
— escrito para alguien concreto con su problemática, sus necesidades, sus
expectativas;
369
La Biblia sin mitos
370
Apéndice 3
3. El tercer ‘mito’ importante es creer que la Biblia está libre de todo tipo
de errores, empezando por lo religioso e incluyendo referencias históri-
cas y científicas. Por eso se perturban de que se pueda pensar que tenga
371
La Biblia sin mitos
4. El cuarto gran ‘mito’ es creer que la Biblia fue escrita para nosotros (“la
Biblia nos dice…”), y no para unos destinatarios concretos de antaño.
Eso es contradicho por los textos mismos que mencionan al destinatario
(profetas a Judá/Israel, Lucas a Teófilo, Pablo a Filemón).
6. …creer que la Biblia no tienen nada que ver con culturas, como si hubiera
sido escrita en Occidente. ¿Acaso el autor y sus lectores originales no
vivían en una cultura, distinta de la nuestra? Igualmente, es un ‘mito’
creer que los textos bíblicos nada tienen que ver con condicionamientos
políticos, sociales, circunstanciales, como si fueran escritos en y para el
vacío.
8. ... creer que las narraciones son todas reportajes fidedignos de lo narrado,
por tanto nada tienen que ver con géneros literarios. Igual leen historia,
leyenda, epopeya, mito, como si fueran crónicas. Además, el que así lee
ignora el hecho de que la historia precede al relato, y que el relato es una
interpretación de lo relatado.
372
‘Mitos’ sobre la Biblia
10. … creer que la Biblia es una suerte de recetario del cual se pueden sa-
car fórmulas o soluciones para cada situación o problema de la vida, es
decir que responde a todas las circunstancias, problemas, necesidades
de todos y en todos los tiempos y culturas, por tanto también a nuestros
problemas –incluidos de ecología, medicina, psicología.
11. … creer que las palabras significaban antaño lo mismo que significan hoy
para nosotros aquí y ahora. Igualmente, pensar que lo que aparenta ser
historia lo sea cuando es una leyenda u otro género afín, que es anuncio
(profético) lo que sólo es admonición, o que es legislación lo que sólo es
exhortación. Confunden profecía y apocalíptica, y éstas con predicción.
12. … creer que para entender la Biblia sólo necesitamos saber leer (sola
scriptura) y pedir la asistencia del Espíritu Santo. Es decir, creer que se
pueden entender los pasajes que se extraen de la Biblia sin necesidad de
respetar el contexto literario, además de los contextos culturales y las
circunstancias históricas (pasadas) a las que respondían y se referían.
No necesitamos información histórica, cultural, lingüística. La Biblia se
autointerpreta. El que así piensa ignora que toda lectura es una interpre-
tación que hace el lector, por eso hay tantas interpretaciones diferentes.
13. ... creer que es legítimo extraer y mezclar pasajes como si se tratara de un
todo uniforme, bajo la premisa de que todos fueron dictados por el mismo
Dios: “la Biblia dice…”. Salto de garrocha histórico y falta de respeto a
los contextos. Se pasa alegremente de Deuteronomio a Mateo, de Isaías
a Pablo y de Pablo a Levítico, y se mezclan como si todos vinieran de
un único autor y tiempo, sin respetar ninguno de sus contextos.
14. … creer que todas las interpretaciones anteriores, de otros, son erróneas;
sólo la mía (o la del pastor) es la correcta e incuestionable –como si
recién se descubriese el verdadero sentido (interpretación) del texto. Es
el dogmatismo, típico del fundamentalismo.
373
La Biblia sin mitos
– la Biblia nunca dice (1) ser inspirada toda ella, (2) ni dice que está libre
de errores, (3) ni que es para todas las personas de todos los tiempos y
culturas. (4) Tampoco dice que Dios de alguna manera la dictó. Todo
eso se le imputa sin otro fundamento que el pre-juicio. Es un punto de
partida que no se discute, se debe aceptar ciegamente….
– Las palabras y frases del texto (léxico) las entienden los fundamentalistas
siguiendo la INTERPRETACION del pastor o ministro o exegeta, que
es una persona del Occidente de hoy. No se da la ‘libre interpretación’
(sin mediación de un intérprete): viene determinada por la autoridad del
pastor. Más: no hay lectura que no sea interpretación. Sino, ¿por qué hay
tantas iglesias distintas y no una sola, si no hay más que (supuestamente)
una sola interpretación?
374
‘Mitos’ sobre la Biblia
las formas que usaba para expresarse. De este modo podrá conocer mejor
quién fue el autor sagrado y qué quiso decir al escribir. … debe observarse
en qué ocasión habló el apóstol, y ha de atenderse con cuidado y exactitud
a quién es la persona y cuál es el motivo por el que escribía, no sea que
alguno, ignorando tales cosas o entendiendo otras cosas diversas, se aleje
del verdadero pensamiento del autor” (DAS n.19).
375
Bibliografía
Manuales introductorios
377
La Biblia sin mitos
378
Bibliografía
¿Qué es la Biblia?
Contenido de la Biblia
La formación de la Biblia
379
La Biblia sin mitos
El texto bíblico
380
Bibliografía
Tradición
381
La Biblia sin mitos
Géneros literarios
382
Bibliografía
a) Geografía
383
La Biblia sin mitos
c) Qumrán
384
Bibliografía
Traducción
Canon
385
La Biblia sin mitos
Apócrifos
386
Bibliografía
Relación entre AT y NT
387
La Biblia sin mitos
La Unidad de la Biblia
Inspiración
388
Bibliografía
−− A. Alvarez Valdés, ¿La Biblia dice siempre la verdad? Buenos Aires 2002.
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Revelación
389
La Biblia sin mitos
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−− A.M. Artola – J.M. Sánchez Caro, Biblia y Palabra de Dios, Estella
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390
Bibliografía
Historia y fe
Mito y realidad
391
La Biblia sin mitos
392
Bibliografía
393
La Biblia sin mitos
Escritura y Tradición
394
Bibliografía
Magisterio
Fundamentalismo
395
La Biblia sin mitos
396
Bibliografía
397
La Biblia sin mitos
398
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−− X. Pikaza, Diccionario de la Biblia, Estella 2009.
−− A. Ropero B. (ed.), Gran diccionario enciclopédico de la Biblia, Bar-
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Pérez Fernández, Estella 2011.
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a) Diccionario
−− T.D. Alexander – D.W. Baker (eds.), Diccionario del Antiguo Testamento,
4 vols., Barcelona 2012-
−− (vea otros diccionarios, arriba)
b) Introducción
−− *P.R. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento,
Estella 2013.
−− *H. Cazelles (ed.), Introducción crítica al Antiguo Testamento, Barce-
lona 1981.
−− O. Eissfeldt, Introducción al Antiguo Testamento, Madrid 2002.
−− J.L. McKenzie, Espíritu y mundo del Antiguo Testamento, Estella 1968,
−− R. Rendtorff, El Antiguo Testamento. Una introducción, Lima 1994.
401
La Biblia sin mitos
c) Cultura
−− *R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona 1964.
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−− (vea también arriba “La Biblia y sus contextos”)
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−− F. Castel, Historia de Israel y de Judá, Estella 1984.
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e) Comentarios
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−− F. Fernández Ramos (ed.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Burgos 2001.
−− C. Vidal, Diccionario de Jesús y los evangelios, Estella 1995.
−− (vea otros diccionarios arriba)
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−− E. Charpentier, Para leer el Nuevo Testamento, Estella 1981.
−− W.D. Davies, Aproximación al Nuevo Testamento, Madrid 1979.
−− F. Fernández Ramos, El Nuevo Testamento: Presentación y contenido,
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−− *A. George – P. Grelot (eds.), Introducción crítica al Nuevo Testamento,
2 vols., Barcelona 1983.
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f) Comentarios
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Bíblico “San Jerónimo”, vol. II: Nuevo Testamento, Estella 2004.
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tario, Madrid 1965.
−− A. Levoratti – E. Tamez (eds), Comentario Bíblico Latinoamericano,
vol. 3: Nuevo Testamento, Estella 2003.
406
La Biblia como documento fundacional de la
comunidad cristiana (y antes de ella de la
comunidad hebrea), la Palabra de Dios como
manifestación del Espíritu a partir del
fundamento del texto, el problemático texto,
antiguo de cientos de años, el mensaje nuevo
para cada persona y cada día, esos son los
aspectos sobre los cuales centra su atención
este volumen.
ISBN: 978-9972-223-93-8