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Sustitución de ingredientes marinos en la

elaboración de piensos
En la historia de la salmonicultura nacional, la fabricación de alimento
para salmones ha sido una de las áreas con mayor desarrollo e
innovación.

A mediados de los años 80, cuando la industria salmonera comenzaba a dar sus primeros
pasos en Chile, no existían compañías dedicadas a la nutrición acuícola. Por ejemplo,
Salmones Antártica -una de las primeras empresas salmonicultoras- fabricaba su propio
alimento fresco, el cual consistía en “una combinación de pescado entero molido con una
mezcla seca compuesta por harina de pescado, harina de trigo y vitamina” (Castro, 1992),
siendo preparado diariamente en sus centros de cultivo.

Los altos requerimientos logísticos de ese modo de producción, sumado a la necesidad de


contar diariamente con pescado fresco, dio paso a la fabricación de pelets en seco para su
posterior almacenaje. Para ello, se “ocupaban versiones simplificadas de una dieta usada
en las pisciculturas de Estados Unidos, la cual consistía en un 73% de harina de pescado,
20% de subproductos del trigo, 2 % de premezcla vitamínica y 5 % de aceite de pescado”
(Castro, 1992).

Posteriormente, y ya a inicios de los años 90, existían diferentes empresas elaboradoras de


piensos (peletizados, extruidos y húmedos), con una producción mucho mayor a la
demanda. Harina de pescado; subproductos de granos y vegetales; aceite de pescado;
vitaminas y premezclas minerales; y una fuente de pigmentos carotenoides componían la
fórmula más común.

Estas eran limitadas en comparación a las fabricadas en industria norteamericana y


europea, debido a la baja disponibilidad de materias primas de calidad para las empresas
nacionales. Se caracterizaban por un tener entre un 50% y 60% de harina de pescado y
costosos métodos de pigmentación, aspectos que hacían necesario desarrollar alimentos
sanos, eficientes y con una mayor flexibilidad a fin de no elevar los costos de producción.

Así es como casi tres décadas después, si bien el alimento continúa siendo el principal ítem
de gasto en la industria salmonicultora, la nutrición del salmón chileno ha bajado sus niveles
de uso de ingredientes marinos considerablemente, situándose entre un 10% y 20% según
lo expresado por Arturo Clément, presidente de Salmon Chile.

Por lo demás, junto con bajar considerablemente los costos de producción y la dependencia
de insumos marinos, la innovación y desarrollo en la alimentación de salmones ha
catapultado un enfoque centrado en los nutrientes más que en las materias primas. De esta
manera, la especialización en las dietas es cada vez mayor, con soluciones destinadas a
cada etapa de desarrollo del salmón.

Materias primas vegetales


Las dietas actuales para salmónidos se basen principalmente en proteínas y lípidos de
origen vegetal, existiendo incluso dietas libres de harina y aceite de pescado. En lo que
respecta a la acuicultura en general - y respecto a lo informado en sus reportes de
sustentabilidad- los productos más utilizados por las principales empresas dedicadas a la
fabricación de piensos son el trigo, la soya, el lupino, el aceite de palma y la canola.

Cargill por ejemplo, (compañía controladora de Ewos) indica que en sus formulaciones se
mezclan “entre 15 a 20 materias primas, principalmente vegetales”, entre las que destacan
lupines, aceite de palma y soya. Estos dos últimos ingredientes también son resaltados por
la empresa Biomar, haciendo énfasis en la certificación medioambiental que de ellos se
posee (92% y 100% respectivamente).

Agustín Adasme, Business Intelligence Manager de Skretting, señala que las principales
materias vegetales que utiliza su compañía son “el concentrado proteico de soya,
subproductos del maíz, trigo y subproductos del trigo, y aceite de canola”.

A juicio del ejecutivo, estas opciones de materias primas vegetales “permiten elaborar
productos con la misma calidad nutricional de siempre, pero con mayor independencia y
flexibilidad. Esto tiene una ventaja que no solo se evidencia en una mayor variedad de
ingredientes, sino que también se manifiesta a nivel de sustentabilidad, al poder
complementar o incluso reemplazar materias primas de origen marino, a fin de proteger
estos recursos y desarrollar una industria más sustentable”.

Por otro lado, el protagonismo que han ganado los granos en la dieta de salmones ha
generado una sinergia entre el sector salmonero y la agricultura nacional, surgiendo incluso
la necesidad de ampliar las áreas de cultivo. En ese sentido, durante el año 2019 Skretting
firmó un acuerdo con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), a fin de generar
investigaciones tendientes a la aparición de nuevas variedades de granos altos en proteínas
y ácidos grasos.

“El objetivo principal es estudiar y potenciar el uso de materias primas vegetales


especializadas para mejorar la dieta de los salmones en Chile, a través del apoyo para
mejorar la competitividad de los productores locales. En particular, el trabajo entre el
Instituto y Skretting busca reemplazar la harina y aceite de pescado en sus dietas por
materias primas de origen vegetal, con productos nacionales que logren la escalabilidad y
competitividad necesarias para poder ser una opción para la industria, con alcances a largo
plazo y una proyección sostenida en el tiempo”, explica Adasme.

Harina y aceite de pescado

De acuerdo al último reporte del Global Salmon Initiative (2018), el salmón chileno ha
bajado su dependencia de peces silvestres, requiriendo para la producción de 1 salmón
0,85 y 0,67 unidades de pesca pelágica para obtener aceite y harina respectivamente. Sin
embargo, y de acuerdo a sus últimos reportes, a pesar de los esfuerzos por el uso eficiente
de los recursos marinos, estos aún permanecen como un ítem relevante en la producción
mundial de las principales multinacionales elaboradoras de piensos.
Skretting produjo 2.300.000 toneladas de alimento acuícola durante el año 2018, destinando
a salmón un 2,6% más de ingredientes marinos en comparación al año anterior (20%) En
tanto, el 74% de su harina de pescado y el 77% de su aceite de pescado (utilizado en la
producción total) cumplieron con la certificación IFFO rs, la cual permite a los productores
de piensos demostrar las buenas prácticas de sus pesquerías asociadas.

De todas formas, Adasme aclara que en Skretting gran parte de las dietas de engorda se
formulan sin harina de pescado y que en el caso del aceite “existen cada vez más
alternativas, como las harinas y aceites de microalgas y el aceite de canola GM, los cuales
paulatinamente han ido aumentado su disponibilidad y se han ido posicionando como una
materia prima más en las dietas para peces. En ese sentido, Skretting está trabajando en el
programa Infinity, el cual tiene como objetivo la flexibilidad total en el uso de materias
primas marinas”.

Cargill el año 2017 produjo un total de 1.490.377 toneladas de alimento destinadas a la


acuicultura, cuyo monto aumentó en 84.812 toneladas al año siguiente, representando el
4,7% de la producción de la industria mundial de piensos. Para su fabricación, el año 2017
Cargill utilizó un 30,7% de materias primas provenientes del mar, cifra que bajó a un 27,6%
el año 2018 y cuya procedencia fue certificada por IFFO rs en un 89,6%.

Finalmente, Biomar generó 1,156.000 toneladas de alimento para acuicultura el año 2017,
cuyo 65% estuvo destinado a salmones. Al año siguiente la producción total aumentó a
1.210.000 toneladas, eso sí con un 63% correspondiente a salmónidos. Su porcentaje de
uso de materias primas de origen marino se ha mantenido en un 27% entre los años 2017 y
2018, encontrándose certificadas por la IFFO rs el 94% y 83% de su harina y aceite de
pescado respectivamente.

Algas e insectos

Como se ha visto previamente, la evolución en la dieta de los salmones es permanente,


apuntando cada vez más a prescindir de los recursos marinos. En aras de este último
propósito, materias primas provenientes de algas e insectos han comenzado a tomar fuerza
como futuras soluciones.

“En Noruega ya se ha producido alimento utilizando aceite de algas y estamos trabajando


en investigación de distintas materias primas y nuevas formas de obtener los nutrientes que
los peces necesitan. El aceite de microalgas, la harina de insectos y harina de bacterias son
parte de estas investigaciones. En Chile estamos evaluando diferentes productos y su
potencial impacto en las dietas y el cultivo. El mayor desafío es encontrar proveedores
capaces de cumplir con los requerimientos de calidad y los volúmenes necesarios”,
comenta Adasme.

Por su parte, y como consta en su último reporte de sustentabilidad, desde el año 2016
Biomar comenzó a incluir “un ingrediente Omega 3 alternativo en algunas de sus dietas,
producido mediante tecnología celular y fermentación de algas, vendiendo alrededor de
400.000 toneladas de alimentos que contienen dicho ingrediente”. A la vez, desde el 2015 la
compañía viene investigando las potencialidades de la harina de insectos como mosca
soldado negro, gusanos y otros, señalando que los resultados “han sido prometedores”.
Cargill finalmente, tal como detalla su reporte de sustentabilidad 2017, “ha trabajado de
manera cercana con un proveedor para desarrollar una fuente de aceites de algas que
hemos incluido en la dieta de dos clientes importantes desde principios del 2018. El aceite
de alga proveerá el 20% de EPA y DHA en los alimentos, ahorrando 330 toneladas de
aceites de pescado”. A ello se suma el acuerdo realizado junto a InnovaFedd durante el año
pasado, compañía con la cual piensa comercializar alimentos para peces que incluyan
proteínas a base de insectos.

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