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La continuidad, la unidad y el detalle.

Carlo Scarpa – Sigurd Lewerentz

Los conceptos de continuidad y unidad son temas que se desarrollan a partir de la experiencia
arquitectónica, pero estos conceptos contienen un elemento que los unifica: el material, al
vincularlos junto con el entendimiento arquitectónico se construye una definición de paisaje (Se
entienda este como el construido o como entorno que le rodea). A través de la definición de
Scarpa y Lewerentz podemos analizar que, el primero es un “arquitecto de discontinuidades” en
donde observamos una despreocupación por la unidad que acusa a la verdad de los materiales,
mientras que el segundo opta por una arquitectura en la que la diferenciación de sus partes es casi
imperceptible de manera formal y en su obra se aprecia el “sentido del todo” en donde los
materiales confluyen con ese mismo concepto. Ambos arquitectos concuerdan en una misma idea
desde diferentes puntos de vista: La sensibilidad ante la esencia del material.

Scarpa: “Los materiales se escuchan por su independencia”.

Para comprender lo anterior debemos ahondar en cómo Scarpa entendía la arquitectura, en sus
diseños se ve un profundo análisis en el detalle y las partes que lo conformaban, pero lejos del
lenguaje arquitectónico analítico, el cual se basaba -en su momento- en el ejercicio de yuxtaponer
volúmenes de construcción definidos geométricamente. Sus consideraciones y métodos de
expresión se vinculan más hacia un “metalenguaje tipológico” construido a través de su discurso
donde el dibujo y el desarrollo artesanal de las ideas eran necesarios para percibir y comprender
su obra a través de la observación y la percepción, logrando así una descomposición neoplástica
del espacio, resumido en sus propias palabras: “dibujo porque quiero percibir”.

Con estas herramientas y reflexionando su manera de componer, Scarpa comprendía que la


realización del espacio no era un método matemático, esquemático y funcionalista sino más bien,
un ejercicio de reflexión profunda legitimado por sus saberes e interpretaciones de simbolismos
arquitectónicos (“espíritus de la época”) que alimentaban la obra logrando su transición hacia las
figuras puras de la abstracción moderna, haciendo especial énfasis en que “el artista revela la
esencia de la materia”

Scarpa prioriza el entendimiento del detalle a través de sus partes, concibiendo que su
independencia era la esencia de su belleza y que gracias al toque del artista lograba emerger como
arte. Proyectos que ejemplifican esta resolución son La Fondazione Querini Stampalia en donde
su jardín se vislumbra el toque del arquitecto, ya que en detalles como los escalones de “paso de
samba” hechos en travertino y con unas huellas en lamina de hierro da cuenta de la sensibilidad
del usuario al dar sus pasos, alterando el ascenso con sus escalones para que este se encuentre
dotado de sonido y sensaciones, junto con su ciclo de agua infinito en donde delinea el agua,
destilando progresivamente su forma apoyándose con la luz y el sonido, construyendo el paisaje.

Con esto el arquitecto daba vida a sus obras; con lo tangible, lo que se permitía cincelar y ser
autor del volumen y materializarlo en un espacio arquitectónico o escultura y lo intangible; con
las sensaciones, las miradas y el fluir del sonido. El paisaje construido, perceptivo, etéreo.
Lewerentz: “La exposición como un método de representación en sí mismo”.

Con Lewerentz sus estrategias de actuación eran si bien, distintas a las consideraciones de Scarpa,
no dejaba de estar en la constante reflexión sobre el fragmento y la unidad, pero alejándose de la
especificidad del detalle (algo esencial para Scarpa), la propuesta generalista del contenedor y la
concepción de un espacio neutro y aséptico, que en muchas ocasiones dictaminar la arquitectura
moderna en ciertos casos o momentos, pero siempre dando especial sensibilidad ante el material.

El arquitecto sueco responde al material como un elemento que inspira belleza desde su crudeza
y que explota su máxima capacidad desde una vista general de la obra, representa su cosmovisión
del espacio a través de la exposición. Esto en gran parte se debe a su entendimiento de la
composición a través de lo tectónico y estereotómico con relación a su influencia en el clasicismo
nórdico y el eclecticismo que éste profesaba.

Con estos lineamientos Lewerentz construía su propia idea de arquitectura en donde la


continuidad de su obra se percibe en proyectos en donde primaba “lo icónico sobre lo funcional”
como en el proyecto del Crematorio de Woodland que, en compañía de Asplund, desarrollaron
en el proyecto el “bosque de la meditación”, donde se refleja la importancia de la connotación
simbólica a través del talud artificial, generando un recorrido que posee una fuerte imagen del
horizonte, evocando también de alguna manera el templo griego y relacionando una fuerte
inclusión cultural propia de la tradición clasicista y el interés por la construcción del paisaje.
Dentro de su obra también podemos encontrar proyectos como el Quiosco de Flores del
Cementerio de Malmö donde deja en evidencia su interés por la continuidad en donde las
cubiertas se perciben como los mismos muros pero que a su vez da cuenta de la crudeza e
irregularidad, no buscaba un final puro, sino que dejaba en evidencia las marcas del proceso
como complemento de su propia belleza dotándolo de un carácter atemporal, infinito y pétreo.

Redimir la forma de las cosas humildes y simples.

Como conclusión podemos entender a través de ambos discursos la importancia de la sensibilidad


del paisaje, la conceptualización del mismo, pero sobre todo como ese propio paisaje puede
transformarse y convertirse en obra a través del detalle, las partes que lo conforman y su material.
Comprender el hacer constructivo no solo como la forma de materializar la obra sino también un
punto esencial en el entendimiento de la propia, es decir, cómo a través de las cosas humildes y
simples se puede crear arte. Espacios que deleiten al usuario no solo por su distribución espacial
sino también por su relación con el material, entendiendo el detalle como una herramienta de
composición más que solo un entendimiento constructivo.

Es necesario la sensibilización del detalle ya que este permite que la obra “se intensifique, que
aguce los sentidos”, que desarrolle relaciones inteligentes, que genere emociones en
complemento con la composición, el espacio, el recorrer y todo lo relacionado con el hacer
arquitectónico. El material como un elemento que da vida a la arquitectura ya que la piel del
edificio vibra, sacia nuestro espíritu, desconcierta o nos emociona es re-pensar el hacer artesanal
junto con el papel del arquitecto para construir y crear verdaderas obras de arte.

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