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ÉTICA
1. La ética y la Moral
Cuando hablamos de ética y moral, muchas veces tendemos a pensar que estamos
refiriéndonos a conceptos idénticos o sinónimos. Sin embargo, si profundizamos en su
análisis nos daremos cuenta de sus diferencias, para ellos comenzaremos definiendo
cada una de estas palabras.
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Para poder observar las diferencias de escritura del vocablo Griego pongan atención en la acentuación de cada uno (´ y ^)
en Pasmanik, 2009). Por lo tanto, la actitud ética permite asumir un protagonismo
consciente de la propia existencia y del proyecto de vida personal.
Por su parte la palabra Moral proviene utilizadas como sinónimos, sin embargo
del latín “mos, moris”, que significa hay que tener muy claro que la ética
“modales”, modos populares de hacer las trasciende a la moral. La moral está
cosas”. Tiene relación con las conductas determinada por el grupo y se caracteriza
que se espera de hombres y mujeres por ser exógena, es decir mandatos
que pertenecen a un grupo, asociación o externos al sujeto que regulan sus
sociedad. Es decir, se conductas.
refiere a un modo
“heredado” de vivir, Está vinculada con las
costumbres que son experiencias y
aceptadas, adoptadas y aprendizajes, que sirven
practicadas socialmente. como patrones de
Ello es lo que nos van conductas tanto para
amoldando y personas como para
haciéndonos parte de un grupos cuyo fin es
todo dado que la moral, alcanzar un bienestar o
es una forma específica mejor vivir. Mientras que,
de la conciencia social, la ética es “endógena” y
que representa un conjunto de principios, “autónoma”, es decir, está referida a la
requisitos, normas y reglas que regulan posibilidad que tiene el propio individuo
la conducta y deberes en todas las de construir el carácter, los hábitos y las
esferas de su vida. (Catalán, 2009). actitudes de vida que quiere asumir
Es necesario recordar que, como se conscientemente por considerarlos
señaló anteriormente, ética y moral son adecuadamente buenos.
Cortina (2008) advierte que es a partir de la ética en que
orientamos nuestra vida, “funcionamos”, juzgamos lo que hacen
los demás y lo que hacemos nosotros mismos, por ella nos
sentimos orgullosos de nuestro comportamiento, identificados
con una agrupación o un conjunto de creencias y otras veces
también pesarosos y culpables.
La moral, en cambio, el conjunto de los usos, las costumbres o las prácticas que
identifican a una forma de vida y generan la tradición a la cual pertenece. Es una serie de
costumbres o prácticas, cada una de las cuales consiste en actos espacial, temporal y
culturalmente situados que carecen de las aspiraciones teóricas o filosóficas. (Orellana,
1994)
Las directrices sobre el qué hacer y la reflexión que la ética plantea respecto de las
consecuencias de cada uno de nuestros actos, palabras y omisiones en el grupo social,
da pie al cuestionamiento respecto de la necesidad de establecer Códigos de ética, para
regir especialmente el quehacer de las distintas agrupaciones de Profesionales y
Técnicos, apelando a orientar el desempeño de sus quehacer al logro del bien común al
mismo tiempo que intenta resguardar a quienes deben recurrir a sus labores, de posibles
malas prácticas que pudiesen cometerse.
Un Código de ética, entregará directrices que la persona sigue para mejorar la forma de
comportarse en la vida. La educación y la educación ética son partes imprescindibles de
la formación humana, ya que en pos de la educación integral es necesaria la formación de
oficio y a su vez la formación de las capacidades de convivencia y ciudadanía.
Para reflexionar antes de continuar…
Tanto los principios éticos, como los valores personales y grupales que agrupan a
diversos colectivos humanos, resultan propios para ese grupo y si bien, son posibles de
ser argumentados, la ética ni sus principios entregan respuestas irrevocables a las
necesidades de solución o evaluación de alguna situación.
Ayllón (2003) señala al respecto que en una sociedad pluralista como la nuestra, con
divergencias en cuestiones fundamentales, se requiere un esfuerzo común de reflexión
racional: por el diálogo al consenso y a la convivencia pacífica. Siempre el diálogo es
mejor que el monólogo. La sabiduría popular reconoce que “hablando se entiende la
gente”, y que “cuatro ojos ven más que dos”.
Bibliografía
Orellana, M.E. (1994). Pluralismo: Una ética del siglo XXI. Santiago: Editorial de la
Universidad de Santiago de Chile.