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…Y LLEGARON CON CADENAS…

Las poblaciones afrodescendientes en la Historia


de Arica y Tarapacá (Siglos XVII-XIX)

Alberto Díaz Araya


Luis Galdames Rosas
Rodrigo Ruz Zagal
(Editores)

Ediciones
Universidad de Tarapacá

2019
…Y LLEGARON CON CADENAS…
Las poblaciones afrodescendientes en la Historia de Arica y Tarapacá
(Siglos XVII-XIX)

Editores:
Alberto Díaz Araya, Luis Galdames Rosas y Rodrigo Ruz Zagal

Compilación: Felipe Casanova Rojas

Ediciones Universidad de Tarapacá

ISBN: 978-956-6028-08-6
Propiedad intelectual: 235934

Imagen de portada: Celebración del cumpleaños de María Esperanza Ayala Corvacho


en el sector de las Chimbas. Arica, año 1891.
Fotografía de Juan Manuel Anda.

Segunda edición 2019: 300 ejemplares


Primera edición 2013

Diseño: Eduardo Araya Castro

Este libro fue evaluado por académicos e investigadores externos


a la institución
ÍNDICE

Introducción 5

Características de la Esclavitud y la Resistencia Negra 11


en el Virreinato Peruano.
Luis Miguel Glave, Alberto Díaz Araya

Afrodescendientes en Arica. Registros Coloniales para una 29


Historia Regional.
Alberto Díaz Araya, Viviana Briones Valentín y
Eugenio Sánchez Espinoza

Afrodescendencia y Registros Documentales Coloniales 65


para el Corregimiento de Arica.
Viviana Briones Valentín

Estudio Socioeconómico de la Población Afrodescendiente 103


en Tarapacá (Siglos XVI-XIX).
Carlos Donoso Rojas

Mkumba Cumbe, Tumbe en Carnaval; Baila Negro 135


Cachimbo Andalajaya Ja. Aportes de los Africanos a la
Identidad Musical en el Norte de Chile.
Gianfranco Daponte

Caricaturas del Perú Negro en Magazines Chilenos. 165


Referentes Iconográficos y Alteridad (1902-1932).
Rodrigo Ruz Zagal, Luis Galdames Rosas, Michel Meza Aliaga
y Alberto Díaz Araya

Con Agua, Óleo y Crisma. Afrodescendientes en los 195


Libros Parroquiales de Lluta y Azapa. Siglo XVIII.
Alberto Díaz Araya y Renato Calderón Gajardo
Censos y Disensos en Arica, Azapa y Lluta. 227
Apuntes Sociodemográficos de los Afrodescendientes
durante el Siglo XIX.
Alberto Díaz Araya, Wilson Muñoz Henríquez y
Paulo Lanas Castillo

Amos de Esclavos: Las Redes de la élite para recomponer 407


los rastros de los negros y mulatos en el
Corregimiento de Coquimbo (Siglos XVIII-XIX).
Montserrat Arre Marfull

Afrodescendientes en documentos de Real Hacienda, 419


Chile. 1565-1580.
Juan Muñoz Correa

Promesa de Libertad: El retorno a la esclavitud de los 427


soldados pardos del ejército de Buenos Aires. Análisis del
tráfico de esclavos en la región Tacna-Arica, 1778-1815.
Jaime Rosenblitt

El proceso criminal contra los negros esclavos 435


en el valle de Sama, 1753-1754.
Valeska Rojas Contreras
INTRODUCCIÓN
…Y LLEGARON CON CADENAS…

América morena es una amalgama de grupos étnicos diversos que se


distribuyen en las diversas repúblicas, con grados variados de integración
y de autonomía. En este marco, el fenómeno de la esclavitud negra,
que se extendió por más de tres siglos, constituye uno de los elementos
determinantes en la constitución de los espacios culturales y sociales
durante la historia continental. ¿Qué motivos se hicieron presentes para
explicar la introducción de la esclavitud en las vastas tierras americanas y
andinas en particular? Rolando Mellafe (1964) propone que el propósito
fundamental estribaba en sustituir a una población aborigen que se extinguía
rápidamente. En efecto, el cambio de las condiciones laborales que impuso
el conquistador peninsular, unido a los cambios en la dieta alimentaria
provocaron enfermedades nuevas, bajas en las defensas, contagios y
otros graves problemas de salud que terminaron por ir diezmando a los
pobladores originarios y, con ello, despoblando severamente los espacios
productivos. Por otro lado, otros autores enfatizan que esta disminución
de la población obedeció a la violencia de los conquistadores, a los efectos
bélicos de la conquista (Peralta, 2005) y al trabajo inhumano a los que se
sometió al indígena.
El rol de la población afro fue tan relevante en la esfera de la producción,
que las instituciones solicitaron su expansión a expensas de toda
consideración ética. Peninsulares notables y cabildos realizaron peticiones
para que esclavos negros laborasen en ingenios mineros y lavaderos de
oro, argumentando que su presencia aliviaría la presión laboral que recaía
sobre los nativos.
Al interés por parte de la política económica de la Corona hispana
favorable a la esclavitud, se agregó una circunstancia histórica que la
obligó a otorgar intereses en juros o anualidades. En efecto, durante el
siglo XVI, la Corona debió confiscar bienes privados, por lo general a
conquistadores y mercaderes que retornaban desde Indias. A cambio de
ello, entregó altos intereses en juros, instrumentos de similar naturaleza a
los bonos de deuda pública. Con el correr de los años, estos devinieron en
licencias para introducir esclavos negros en América.
Durante más de dos siglos, el ingreso de esclavos por el Pacífico tuvo
como lugar legal a Panamá, que a su vez recibía cargas desde Cartagena
y Portobelo, que en la época fue considerada la garganta del Perú (Klein,

5
2011). En efecto, el tráfico de población afro al Perú fue el más extenso de
todos; los africanos enviados a través del Atlántico eran desembarcados
primero en el puerto de Cartagena, en las costas caribeñas de Sudamérica.
Después se realizaba el traslado hacia el puerto de Portobelo, a corta
distancia del istmo de Panamá. Por tierra eran conducidos al océano
Pacífico y, desde allí, navegaban al Callao, puerto de ingreso a Lima. Una
vez en la ciudad de los virreyes, los esclavos eran vendidos por todo el
Virreinato: hacia el Alto Perú, Chile por el sur, hasta Quito por el norte.
Además de conformar parte relevante de la población urbana, la población
afro fue dominante en la minería del oro y las labores agrícolas, en los
márgenes de la sociedad rural indígena. Por lo que dice al oro, éste se
encontraba en su mayor parte en depósitos aluviales situados en las tierras
bajas tropicales, alejados de las poblaciones indígenas. La agricultura fue
otra actividad económica en la que desarrolló su trabajo como esclavo. Para
cubrir las necesidades alimentarias de las nacientes ciudades del Perú, los
españoles crearon vastas extensiones de huertas, las que eran tendidas por
pequeñas familias de esclavos (Klein, 2011). La más ambiciosa de todas
las actividades agrícolas se llevó a cabo a lo largo y ancho del litoral. Las
plantaciones de los valles irrigados de la costa, con preferencia ubicados
al sur de Lima, tenían en Pisco y los valles de Cóndor e Ica unos dos
mil esclavos. En el interior del territorio también nos encontramos con
valles tropicales en los que podrían encontrarse haciendas con esclavos
especializados en el cultivo del azúcar.
Puntualizando, la historia de Arica, desde sus más remotos orígenes, posee
una diversidad de actores que han modelado su devenir. Como creación
hispana, se inicia y desarrolla como encomienda, se prolonga como
Corregimiento, luego como Villa, más tarde como Partido y, finalmente
como ciudad, a mediados del siglo XVI, se constituyó durante el largo
período colonial como una de las ciudades-puerto más importantes de
América (Galdames, 1981).
Durante los últimos cincuenta años, la arqueología, las ciencias sociales
y la historiografía han ido desplegando masivamente sus saberes y
acumulando conocimientos a propósito de la realidad humana del extremo
norte de nuestro país. Merced a dichos esfuerzos disciplinarios, se logró
acceder a la rica diversidad histórico-cultural de este territorio. Fue así
como merced a dichos estudios que se transformó la mirada y asomaron
a la luz, con toda su intensidad, las etnias andinas que no tenían parangón
a nivel de la historiografía chilena. Así, la diversidad expuesta por el

6
multiculturalismo fue puesta en escena. En efecto, silenciada durante el
siglo XIX e inicios del XX, la voz andina comenzó a reconocerse y a oírse
fuerte y clara.
Pero hubo un actor silente, olvidado y prácticamente ausente de la
preocupación intelectual, cuya presencia resultaba tan extraña y ajena,
cuyo transcurrir sucedió leve y apenas figuró en el anecdotario regional,
casi como un fantasma perdido entre las brumas tempranas de los valles
u oculta por las sombras que dibujaron los prejuicios de los habitantes
citadinos de la urbe ariqueña blanca y mestiza. Se trata, obviamente, de la
población afro, numerosa ya desde las primeras décadas del siglo XVII.
Dicho así, el propósito de este trabajo es justipreciar, la historia de un
pueblo que se inició como esclavo entre cadenas y luego se hizo habitante
de los valles y la ciudad-puerto, en segregación y en convivencia con
lo hispano; más tarde existiendo como peruanos y, al final del camino,
formando parte de los chilenos en el septentrión del país.
Nos ha parecido oportuno ofrecer al lector, desde la historiografía, análisis
de procesos diversos que las y los actuales afrodescendientes vivieron,
utilizando para ello abundante e inédita documentación que da cuenta de
una variedad de situaciones complejas como la discriminación y cotidianas
como las expresiones festivas y musicales.
Estos son algunos de los antecedentes que enmarcan la presencia de la
población afro en los valles y la costa de Arica y también de Tarapacá a
los cuales intentamos relevar. Tres siglos de coloniaje, casi un siglo de
existencia durante la república del Perú y, finalmente, más de ciento treinta
años de existencia bajo soberanía chilena, han dejado huellas indelebles
en el paisaje cultural del norte grande de nuestro país. Tras un largo
periodo de silencio forzado por la discriminación, los profundos cambios
asociados al reconocimiento de la diversidad, han abierto las puertas a
la diferencia y, nuevamente, podemos oír como vuelven a resonar los
sonidos del tambor. Robándole sus secretos al olvido, esta obra procura
colaborar en la puesta en valor de patrimonios siempre presentes, pero
invisibles para la sociedad chilena. Como señalara Tolstoy en una de sus
obras: “canta a tu aldea y serás universal”.

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Acerca del libro sobre los afrodescendientes
Los estudios sobre etnicidades en el extremo norte chileno, han ido
progresivamente renovando sus problemáticas, acogiendo el pulso de
los tiempos que impone un nuevo siglo y sus exigencias. Éste presenta
desafíos importantes a los investigadores regionales, considerando
que, a partir de contextos sociopolíticos y económicos propios de la
modernidad, las comunidades inscritas dentro de su espacio han cambiado,
comenzando a realizar lecturas respecto a su historia, exigiendo también
un involucramiento mayor a los historiadores, especialmente a quienes la
realizan desde sus mismas regiones y conocen las realidades de los actores
y organizaciones.
Este acercamiento robustece los vínculos de comunidades e investigadores,
permitiendo una suerte de relación simbiótica entre ambas. Por un lado,
la disciplina histórica se ve conminada a la evaluación de los paradigmas
dominantes, situación que desde hace más de una década atrás, ha venido
realizándose profusamente por medio de relecturas de los problemas, teorías
y metodologías, que han madurado al alero de programas de investigación
que las casas de estudios superiores regionales han comenzado a amparar.
Las comunidades en tanto, se nutren de las certezas con que normalmente
se asocian los resultados de las investigaciones histórico-documentales, la
cual incluso pone a disposición del público en general, la documentación
utilizada en sus investigaciones las que llegan sin mediación hacia quienes
por curiosidad requieren de ellas para el otorgamiento de sentido de modo
subjetivo.
Los estudios sobre la memoria, historicidad, usos políticos de la identidad,
interculturalidad y todo lo que una “historia colaborativa” involucra
(Rappaport y Ramos, 2005), resultan robustecidos y con una proyección
insospechada de este vínculo. Solo este argumento, hace importante el
esfuerzo desplegado por los autores y las instituciones involucradas en
esta iniciativa.
Este es un libro de divulgación, cuyo propósito central es difundir entre las
mujeres y hombres afrodescendientes del norte chileno, los resultados de
los procesos de búsqueda, pesquisa y sistematización de documentación
archivística e histórica que describa antecedentes del pasado de la
población negra regional, ayer esclavos hoy libres, pero con históricas
demandas que merecen la atención de las agencias de poder.

8
Este material, antes de concentrarse en interpretaciones generadas
peregrinamente sin datos suficientes que permitan corroborar o discutir
las ideas desarrolladas en el pasado por Dagnino, Urzúa o Wormald, pone
primero en relieve los antecedentes de carácter histórico que permiten
nutrir hoy a las y los afrodescendientes y encontrar vestigios de sus
antepasados, difundiendo citas, censos y palabras en castellano antiguo,
donde nombres y apellidos de otrora negros, que resuenan más allá de las
cadenas del tiempo.
Como profesionales nortinos, conocedores también de la compleja realidad
de la población afro de Arica, Lluta, Azapa, Chaca, Pica, Tarapacá e
Iquique, nos hemos esforzado en el Departamento de Ciencias Históricas
y Geográficas de la Universidad de Tarapacá, para revalorar a los que por
siglos no formaron parte de los libros de la Historia nacional. También
incorporamos materiales de colegas de otras regiones y hemos incluido
nuevos datos de archivos históricos.
Pese a todo, la historia local es otra. Acá nos nutrimos de las danzas, del
sonido de los tambores en Azapa o en nuestros barrios y tenemos certeza
de que la sociabilidad cotidiana se impone a la xenofobia de antaño.
Cantamos y tocamos en las cruces de Azapa y caminamos por senderos
milenarios para consagrar la vida cotidiana en el santuario de la Chinita
de Las Peñas, junto a los peregrinos y novenantes que visten y danzan de
morenos con matracas.
Muchas veces dialogamos en los pasillos de la Universidad de Tarapacá
con nuestra amiga Marta Salgado sobre la necesidad de entregar algunos
retazos del pasado negro de Arica. Cristian Báez también nos ha invitado
a seguir su camino trazado en sus valiosos textos. Infinidad de amigos o
vecinos con los cuales por varios años nos hemos relacionado, mucho
más allá del quehacer universitario, nos insistieron en la propagación de
sus demandas y en lo profundo de sus testimonios de negritud y cultura
afro. José Barraza Llerena, colega y conocedor de las costumbres y
movimientos corporales vallesteros, ha sido gravitante para intentar
ordenar algunas ideas sueltas y papeles dispersos sobre sus ancestros
africanos. Su abuelita Julia Corvacho, con la cual compartimos durante
las fiestas de las cruces a mediados de la década de 1990, representa el
significativo legado del Arica Negro de ayer, que siempre renace durante
el tumbe de carnaval.

9
Agradecemos igualmente al Dr. Emilio Rodríguez Ponce, Rector de la
Universidad de Tarapacá, por su permanente apoyo a los proyectos que
emprendemos. Al Convenio de Desempeño Desarrollo Estratégico de las
Humanidades, Ciencias Sociales y Artes en la Universidad de Tarapacá.
Finalmente, vayan nuestro más sincero reconocimiento a José Barraza,
Marta Salgado y Cristian Báez, por manifestar siempre que las y los
afrodescendientes siguen en movimiento y organizados en Arica, aunque
en el ayer colonial, hayan llegado con cadenas.
El camino está trazado, y en su tránsito, el desafío.
Los autores

Referencias Citadas
Galdames, L. et. al. (1981). Historia de Arica. Editorial Renacimiento,
Santiago.
Klein, H. y B. Vinson (2008). La Esclavitud Africana en América Latina y
el Caribe. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Klein, H. (2011). El Tráfico Atlántico de Esclavos. Instituto de Estudios
Peruanos, Lima.
Mellafe, R. (1964). La Esclavitud en Hispano-América. EUDEBA,
Buenos Aires.
Peralta, G. (2005). El Comercio Negrero en América Latina (1595-1640).
Editorial Universitaria, Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima.
Rappaport, J. y A. Ramos. (2005). Una historia colaborativa: retos para el
diálogo indígena-académico. Historia Crítica 29:39-62.

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CARACTERÍSTICAS DE LA ESCLAVITUD Y LA
RESISTENCIA NEGRA EN EL VIRREINATO PERUANO
Luis Miguel Glave1
Alberto Díaz Araya2

Todos recordamos esa anécdota tan propia de Ricardo Palma, cuando


decía que “quien no tiene de inga tiene de mandinga”. Tan profunda ha
sido la presencia de los africanos y de sus descendientes afroandinos en la
sociedad y la historia, que no se pueden entender nuestros países andinos y
su cultura si no se tiene en cuenta el aporte de esta población en la creación
de su sentir y sus seres nacionales. La historia colonial andina tiene todavía
una deuda con esta población que tuvo un papel crucial en su definición.
Aunque ahora tenemos cada vez más aportes que nos ayudan a solventarla.
La historia de la cultura afroandina no ha sido sólo la de la esclavitud, pero sin
duda ha estado marcada por ella. Los barrios de negros que han caracterizado
la historia de nuestras ciudades fueron un producto de la esclavitud. Una
vez liberados de esa inhumana sumisión, los pobladores negros se vieron
reducidos a la marginalidad. Pero antes, fugados y ocultos o liberados por
su propio esfuerzo, también estaban confinados a determinados espacios
de ciudades que los segregaban. Lima por ejemplo fue la ciudad de los
callejones, en el Rimac y Barrios Altos, cuartos ubicados en fila con un largo
pasillo de “un solo caño”, donde se vivía en una extrema promiscuidad. Los
viajeros lo notaron tanto y los describieron que las ciudades andinas se pueden
pensar como espacios de gentes negras. “Chinganas”, “picanterías” y “casas
de juego” donde negros y zambos, mestizos de negro llamados “castas”,
junto a los cholos, se reunían a buscar un descanso y huir del callejón. Esa
plebe urbana tomaba el centro durante las fiestas de las ciudades, donde
canciones, bailes y costumbres eran un florido y desordenado hervidero de
tradiciones de tres continentes: África, Europa y la América Andina. El sello
y la autenticidad de las ciudades y su cultura no pueden ser conocidos sin
reconocer la presencia de los afroandinos.
La llegada de los negros a los Andes fue muy distinta a la imagen que se
desprende de la trata de esclavos y la economía de plantación (Andrés-
Gallego, 2005, Gómez, 2002, Lucena, 2002). Al igual que como ocurrió
primero en la conquista del Caribe, México y Centro América, los

1Instituto de Estudios Peruanos, Lima, Perú.


2 Universidad de Tarapacá. Arica, Chile.

11
negros llegaron acompañando a los conquistadores. Primero pues fueron
compañeros, auxiliares y sirvientes. Con el tiempo y el establecimiento
de formas civilizatorias occidentales, particularmente las ciudades, estos
compañeros se convirtieron en criados. Ya se había abierto la puerta
a la trata en los territorios colonizados, y esta provenía de la demanda
de servicio, propia de esa sociedad plagada de vínculos personales de
dependencia. Según consigna Rolando Mellafe (1959, p. 36), apenas
instalados los conquistadores en Jauja, uno de ellos se obligó con un
compañero en Panamá para pagar ciertas mercaderías que le enviaría, entre
ellas una centena de esclavos marcados. Como señala James Lockhart
(1982), los españoles llevaron consigo esclavos con la idea de obtener
grandes ganancias al venderlos una vez se descubrieran las prometidas
grandes riquezas. Iniciada la conquista del Imperio Inca con la captura de
Atahualpa y el reparto del primer botín, los negros entraron a raudales en
los Andes, desde el actual Ecuador hasta Chile. Muchos negros llegaban
con los españoles que se asentaban en los Andes provenientes de otros
territorios conquistados por España en América y de la propia España,
pero otros tantos comenzaron a llegar por compraventas que se fueron
introduciendo por parte de otros migrantes y por las primeras licencias
de importación de negros, que fueron la forma más importante de
introducción de esclavos en el siglo XVI, hasta 1595 cuando se concretó
el primer asiento o contrato monopólico. Para entonces y hasta principios
del siglo XVII, los navíos con cargazones de negros de Angola y Guinea,
ya arribaban por decenas anuales a los puertos de entrada, empezando por
Cartagena de Indias. Se calcula que en el siglo XVI pasaron a la América
española unos 900,000 esclavos (Kamen, 1971).
Es interesante notar que mientras la densidad de esclavos en 1570 era
mucho mayor en el Caribe, hacia 1650 tanto en Nueva España como en
el Perú había zonas y ciudades donde la densidad era igual a la centro-
americana. En los Andes, la creciente presencia de los negros se notó
claramente a fines del siglo XVI y a principios del XVII fueron ya un
factor de riesgo político, como veremos. Contamos con datos que ha
reunido Frederick Bowser (1977, p. 407-411) y retomados por Jean Pierre
Tardieu (2005) sobre la presencia de los negros en el virreinato del Perú.
Veamos algunos de ellos, los más indicativos. Muy tempranamente, hacia
1554, Lima contaba con más de 1.500 esclavos y en todo el Perú había
unos 3,000. En 1588, según las Relaciones Geográficas de Indias, había
en Lima entre 12.000 y 15.000 negros. A fines del siglo, el número no era
menor a 20.000 y un informe de principios del siglo XVII habla de una

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cantidad similar en otras ciudades del virreinato. Ya en 1630 el cronista
Antonio Vázquez de Espinoza pensaba que Lima albergaba a 50.000
esclavos. Aunque esta era una expresión exagerada según otros registros
más precisos, lo cierto es que la presencia negra siguió creciendo y su
proporción dentro del total de la población llegó a ser contundente. Para
entonces, ya se hacían importaciones de tipo asiento y los mercaderes
introducían centenas de esclavos para los que hubo que construir unos
barracones aislados de la ciudad mientras se fueran vendiendo. En Chile
la cosa no fue tan abrumadora, pero ya había más negros que blancos
en el año 1620. No se puede establecer un precio medio de los esclavos
pues éste variaba de acuerdo a muchos factores, no sólo el sexo y la edad,
muchas veces el aspecto, la fortaleza, alguna habilidad real o supuesta, el
punto de venta y demás. Bowser (1977) ha hecho una agrupación de datos
que muestran variaciones alrededor de los 300 y 500 pesos, pero como
bien anotaba Lockhart (1982), hubo negros expertos en oficios o artes que
podían duplicar y triplicar el precio.
Esta población estaba muy dividida. Fernando Romero (1987, 1994)
ha identificado más de 50 tribus de dónde venían lo esclavos, desde
la costa occidental del Senegal a Angola, aunque algunos vinieron del
litoral oriental. Luego se mezclaron y se denominaron de las maneras
más increíbles: mestizo prieto, negro chino, mulato, mulato claro, mulato
oscuro, mulato morisco, mulato pardo, mulato lobo, tercerón, cuarterón,
zambaigo, chino, rechino, chino prieto, chino claro, zambo, zambo claro,
zambo prieto; ahí te estás (tente en el aire), salto atrás y... no te entiendo.
Acompañaron a sus amos y los sirvieron en sus casas, fueron sostén
fundamental del mantenimiento del tipo de vida de esas unidades
domésticas. Hay que tener presente que se trata de la implantación de casas
señoriales, de gran número de habitantes dentro de ellas. La formación de
las ciudades y de las incipientes formas de división del trabajo dentro de
ellas, para proveer servicios fundamentalmente, demandaron servidores
que en su inmensa mayoría fueron esclavos, salvo en aquellos asientos
serranos donde primero por vía de las encomiendas y luego por los
mecanismos de servidumbre personal que se implantaron, el servicio fue
proporcionado por los indios. La implantación de los indios en las ciudades
fue todavía lenta y luego insuficiente, el espacio económico para proveer
de ese servicio fue ocupado por los servidores negros. Carmen Bernard
(2001) nos ha relatado muy bien el panorama que se presentó. Su estudio
revela la vida de los negros en las ciudades, de manera que completa y
corrige la imagen general que los estudios sobre la economía esclavista

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de plantación han dado sobre la esclavitud africana en América. Parte
de la importancia del fenómeno de la urbanización como construcción y
aportación nueva de los espacios coloniales. Enfatiza la proximidad física
entre los esclavos y la familia del amo. Además, el negro se desenvolvía
en un espacio de mediación como fueron las calles y plazas. Allí se dio su
presencia más notoria, cuando comenzaron a tomar los espacios públicos.
Vendedores de asiento, pregoneros eximios, difundieron alimentos de
origen africano: anticucho bereber, tamal yoruba, chicha de Terranova,
sanguito de ñaju congoleño, champús de agrio chamba, choncholí y
brebajes alcohólicos de factura esclavista como el cañazo, la cachina y
el guarapo (Romero, 1988). Pero también, bebidas españolas como el
emoliente y comidas como el pescado frito.
Las ciudades mostraron zonas intermedias de mestizaje por la convivencia
y el poco claro estatus de los horros que habían conseguido su libertad de
la servidumbre. Se había producido una incorporación de esa población,
en un largo y contradictorio proceso. Bozal (el negro africano), ladino
(el negro aculturado), mulato (el descendiente mestizo): transmisión
cultural occidental, pero también a la inversa. Se formaron rancherías de
negros, que tenían vinculaciones con los espacios libres conquistados por
los huidos, los llamados palenques, poblados de cimarrones. Hubo desde
temprano uno en Huaura cerca de Lima y como en la capital, los hubo en
los alrededores de otras ciudades importantes.
Un caso que mencionamos a guisa de ejemplo de la cercanía que hubo
entre amos y esclavos fue nada menos que el de un connotado oidor. En
uno de los varios procesos que tuvo que enfrentar el oidor Manuel Barros
de San Millán, un hombre culto y político, que tuvo gran figuración en
los entretelones del poder virreinal en Charcas desde la época del virrey
Toledo, se le acusó de tratar a sus negros “en igualdad”. Las escenas de
este proceso nos llevan a la casa del oidor y allí lo vemos tratando con sus
esclavos en la cocina, en la biblioteca, en la sala previa a su recámara. Tanta
influencia tenían los esclavos de Barros sobre él que muchos pleiteantes
se acercaban a ellos para pedirles que intercedieran en sus casos. Varios
de los negros de Barros tenían presencia en la vida pública de la ciudad:
jugaban, hacían algunas pendencias y uno de ellos, con quien se le vinculó
sentimentalmente al oidor, era un gran bailarín y tañedor de vihuela, lo que
le permitía incluso ganar dinero con el que aparentemente logró comprar
su manumisión3.

3 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Escribanía 844 A.

14
Todos en la ciudad tenían esclavos, incluso los negros libres que adquirían
cierta fortuna podían tener los propios. Los mismos indios los tenían
como ha mostrado Emilio Harth-Terre (1973). No sólo los indios nobles y
pudientes de la ciudad, también los tuvieron los comuneros de los pueblos,
como los de los alrededores del río Apurimac que construían un importante
puente para la circulación colonial, como lo señaló el mismo Harth-Terre.
Estos indios fueron autorizados en 1595 a comprar con los fondos de sus
cajas de comunidad, cien piezas -como se denominaban a las personas
esclavizadas- para relevarse de las vejaciones que sufrían en la fábrica del
paso, tan necesario para todo el reino.
Esa presencia abrumadora de los negros y mestizos de negro que poblaron
las ciudades se manifestó en un momento muy ilustrativo de la historia
de las razas y del mestizaje cultural durante el siglo XVII, cuando la
Inquisición procesó a muchas mujeres acusadas de hechiceras, embusteras
y sortílegas. Ello ocurrió de manera continua, pero especialmente en el
segundo cuarto del siglo y a fines del mismo. En ambos casos, luego de
espectaculares procesos seguidos a mujeres blancas o mestizas acusadas
de iluminadas. Luisa Ramos, mulata del Callao, Francisca Martel, mulata
de Trujillo, Ana de Almanza y María de Bribiescas mulatas de Panamá
y María Martínez, mulata esclava de Portugal que vivía en La Plata,
fueron condenadas y públicamente azotadas hacia 1630 por sus hechizos
amatorios, sus conjuros y sus pactos con el demonio. Nótese que todas
eran mulatas, muchas venidas de otras latitudes y muy adentradas en la
vida urbana de Lima y otras ciudades andinas. La historiadora Gabriela
Ramos (1988) ha encontrado que en sesenta años del siglo XVII fueron
procesadas 43 hechiceras, de las cuales, 20 eran negras y mulatas y nueve
mestizas, más bien “pardas” que “cholas”. La Martínez por ejemplo era
una hija de un cura de Portugal con una esclava de Guinea. Tenía cinco
hijos de diversos padres cuando fue apresada luego que la acusara una
de sus clientes que, aterrorizada testificó que sobre su órgano sexual hizo
unos conjuros a Satanás y luego descubrió que la mulata estaba en realidad
tras los favores sexuales de su propia clienta.
Mucho podríamos comentar sobre estos casos, como la liberalidad sexual
de estas negras, su desvinculación de algún varón o tutela familiar y la
cantidad de ellas para ciudades tan pequeñas como eran las de la época,
lo que revela la demanda que había por sus servicios. Pero sólo nos
detendremos en algunos testimonios que revelan la mezcla de ritos en las
prácticas de las negras y morenas. Una de las suertes básicas que traían era
la “suerte de habas”, tirar habas para adivinar la suerte. Un rito que desde

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Panamá y probablemente desde África, llegó a Lima y el interior andino.
Pero lo curioso es que estas mujeres de Portugal, Panamá, Cuenca, Trujillo
y Lima, juntaban el sortilegio de las habas con mascar coca, tirarla y hacer
invocaciones a la hoja: “coca mía, madre mía...por quienes te idolatran,
por el inga, por la colla, por el sol, por la luna...”. Invocaciones que eran
pronunciadas muchas veces en quechua... por negras. Una muestra más de
la riqueza de la aculturación y los intercambios que esa sociedad andina
procesaba para dar origen al mundo andino colonial.
Esa mezcla cultural, hecha de manera tan espontánea que incluso era
marginal e ilícita, era parte de un proceso de aculturación donde los
afroamericanos aportaban en el nacimiento de una nueva cultura. Lo
mismo ocurría en México, peculiarmente en Veracruz. El historiador
Antonio García de León (1992) ha llamado a esa región el caribe afro-
andaluz de México. Marineros españoles, población negra liberta o
esclavos que desarrollaban oficios, se constituyeron en fundadores de
una cultura de integración, desarrollada también en los márgenes de la
sociedad, de manera desafiante y sin aceptar la norma, o reprocesándola
tanto que eran, junto con libertinos y dados a los sortilegios, devotos y
temerosos del poder del Rey. Hechiceras, suertes de hadas, encuentros
carnales desinhibidos, mestizaje racial y cultural, en un mundo nuevo,
dieron lugar a la cultura atlántica de México. En esas nuevas culturas
americanas, los negros formaron grupos exogámicos, que se fueron
fundiendo con otras razas y desaparecieron como tales, pero habiendo
contribuido a crear esa “raza cósmica” de la que José Vasconcelos (1925)
se preciaba en la revolución mexicana.
Regresando a los relajos urbanos coloniales, veíamos que la práctica de
la hechicería era básicamente hecha por mujeres, de origen africano pero
muy americanas o, para dar un término más preciso: andino-americanas,
afroandinas. Los hombres no destacaron en este espacio social disidente,
ellos eran más bien cimarrones, bandidos salteadores que se refugiaban
en lo que se conoce como palenques -nombre de origen antillano que
significa “lugar inaccesible”. Los llamados palenques fueron lugares que
funcionaron como aldeas, dominadas por los varones negros, donde los
esclavos fugados se refugiaban y establecían un mecanismo de resistencia
abierta a los abusos que sobre la gente de su raza se cometían. En la costa
los lugares más importantes de estos núcleos de resistencia negra fueron
varios, en los valles y el entorno de las ciudades.

16
La evasión y posterior formación de comunidades fue la forma más
común de rechazo a la dominación por parte de los negros. Los españoles
dividieron a los esclavos, los debilitaros para resistir, los enfrentaron.
Pero luego se produjo un efecto contrario de recreación de identidades y
creación de una “novedosa negritud” en la que estos palenques jugaron
un papel muy importante. Sin temor a equivocarnos, podemos sustentar
que, en una porción muy grande de la población rural andina, se procesó
una etnogénesis afroandina colonial. En el norte del Ecuador actual, en el
valle de Chota, todavía podemos encontrar pobladores negros que hablan
el idioma indio y visten a la usanza de los campesinos locales. Bolsones
negros son reconocibles en los valles bolivianos actuales, en las ciudades
del norte de Chile y algunos del piedemonte oriental peruano. Pero, sobre
todo, los poblados campesinos de la costa, particularmente la zona central
peruana, muestran un panorama de mezcla que caracteriza las formas
culturales y raciales de sus habitantes. Ello fue así porque los negros
esclavos también resistieron en la etapa étnica, fugando, mezclándose,
interactuando.
Los testimonios de palenques o de cimarrones cercanos a la capital del
virreinato los muestran en: montes de las chácaras de Chillón, Collique,
Chuquitanta, Carabaillo; Cajamarquilla en Huachipa; los totorales de la
hacienda Villa en los valles de Surco y Chorrillos. Célebres fueron los de
las chácaras de Garagay. La zona de Chancay y Supe fue convulsionada en
la segunda mitad del XVIII. El valle de Mala, particularmente los montes
en sitios conocidos como el Guarangal y Bujama. Revueltas hubo en Supe
y Andahuasi. El radio de acción de Chancay se extendió hasta Cañete,
Mala e incluso Chincha e Ica.
Junto con los palenques, que eran formas de resistencia marginal y
permanente, se produjeron algunas sublevaciones de esclavos en haciendas,
como la de Nepeña, San Nicolás de Supe, Andahuasi y Villa. Todas sin
embargo ya en el último cuarto del siglo XVIII. Hubo una relación entre
los esclavos de las haciendas y los palenqueros vecinos. Estos palenqueros
alentaban a los rebeldes y actuaban como bandoleros en un radio muy
amplio hacia el sur: las barreras étnicas del siglo XVII se iban rompiendo.
En Huachipa y Carabaillo hubo famosos palenques. En Huachipa (1713)
se detectaron formas de sincretismo religioso muy interesantes, junto
con formas católicas, se practicaba el vudú; el líder, el General Francisco
Congo -llamado Chavelilla- tenía dotes especiales de manera que ade-
más de líder militar y político, era brujo y chamán. En esos palenques

17
subsistieron las rivalidades, los Congos expulsaron a los Terranovos.
Francisco Congo se enfrentó a Martín Terranova, matándolo finalmente.
Pero, así como subsistían formas de enfrentamiento, también, el palen-
que estaba vinculado con el mercado urbano, constituyendo una forma
de interacción entre los cimarrones y la sociedad central. Las mujeres del
palenque hacían canastos que vendían con ayuda de los esclavos de las
haciendas; los aliados eran los leñateros, negros libertos que llevaban leña
a la ciudad y regresaban con negros fugitivos y con noticias y productos.
En Carabaillo y Zambrano, valle del Chillón, se encontraba el otro gran
palenque conocido. Asentamientos de larga duración, acentuados por
la crisis agraria de fines del XVIII. Se caracterizaba por su dispersión,
diferente al carácter militar de Huachipa, que tenía un fuerte hecho por
Francisco Congo, donde se refugiaba. También subsistían rivalidades entre
los Congos y los Minas, pero a la vez también se desarrollaban vínculos
con el mercado y con las haciendas.
Pero sin duda la forma más original de aldea dominada por los negros
en un grado extremo de marginalidad, pero en vínculo con el sistema
general y las otras razas fue la del puerto de La Canoa, en la región de
Esmeraldas, en las costas más septentrionales del Ecuador actual. Tierras
míticas de ensoñación y de riquezas que su nombre indica. El Ecuador
negro actual tiene ahí su baluarte. La historia del poblado, siempre
“libre” sin ser un palenque propiamente, está dotada de todo un mito.
Según una relación atribuida al capitán Ruiz Díaz de Fuenmayor, hay una
versión sobre la provincia de Esmeraldas que atribuye su surgimiento a
un negro sobreviviente de un naufragio que se refugió entre los nativos,
procreando muchos hijos y haciéndose jefe de los naturales y de su propia
descendencia. Una especie de arquetipo fundador.
Otras tradiciones hablan de un barco hundido con un grupo de negros
que se fugaron en la espesura de la jungla, como lo relata la relación de
Salazar de Villasante en 1570. Pero fue el cronista Miguel Cabello de
Balboa el que hizo una prolija relación del descubrimiento de la provincia
de Esmeraldas, poblada por negros y mulatos: según él, en 1553 en un
barco procedente de Panamá venían 17 negros y seis negras quienes, luego
de aportar en la costa, lograron fugarse y mezclarse con los indios -menos
desarrollados que los serranos y llamados por ello “behetrías”- dominando
la sociedad local y manteniendo un régimen que resultó irreductible por
el poder central. Uno de ellos logró hacerse jefe. Alonso de Illescas,
quien gozaba del favor de los nativos que le dieron por esposa a la más

18
bella mujer, hija de uno de los jefes indios del lugar. Mientras, otros
barcos españoles naufragaron en el paso hacia Paita y Lima y fueron los
negros y sus descendientes mestizos los que cobija- ron y ayudaron a los
sobrevivientes, constituyéndose en una suerte de asistencia naval informal
muy eficiente. Algunos de estos sobrevivientes lograron interceder
por estos negros cimarrones, que comenzaron a ser receptores de otros
cimarrones fugados de las zonas de la actual Colombia. Así, uno de los
más famosos mulatos de la zona, Juan Mangache, llegó a Quito en 1598
entre homenajes y regalos de las autoridades. Los pobladores de las costas
ecuatorianas fueron entonces negros, mulatos y zambos, que estuvieron
dentro de un espacio marginal, donde eran libres, pero estaban integrados
hasta la época republicana cuando fueron paulatinamente subordinados
y terminaron siendo conocidos como los “mangaches” en recuerdo de su
antiguo líder (Tardieu, 2006).
Regresando a la incorporación forzada de los negros a la economía
colonial, digamos que poco a poco, desde la economía urbana en
la que se asentaron, los negros comenzaron a servir también en las
primeras propiedades rurales de los alrededores de las ciudades. Los
distintos informes acerca de la vida en las ciudades hablaban de esta
ubicua presencia de los esclavos negros. Los señores tuvieron además
de sus casas urbanas, grandes fincas que se fueron convirtiendo en las
primeras haciendas, servidas en gran proporción por los esclavos ya
que la provisión de mano de obra indígena para ellos fue insuficiente.
Ya consolidadas las haciendas en espacios más denotadamente rurales,
los esclavos más bien se desempeñaron como especialistas y regidores
de los servidores indígenas que los primeros propietarios se agenciaron.
En el campo además, la presencia de los negros se debió a las fugas que
hicieron muchos desarrollando el cimarronaje.
Hubo también y desde muy temprano, un sector rural de tipo ingenio y
trapiche que se asentó en algunos valles costeños, e incluso en los valles
bajos y calientes de la zona interandina, demandante de mano de obra
esclava, única manera de abastecerla entonces por la falta de indios en
esos espacios y por la novedad de todo el invento implanta- do en esa
geografía que lo desconocía. El cronista Vázquez de Espinoza hablaba
ya para 1540 de 300 esclavos trabajando en el valle de Nasca en las
nuevas plantaciones azucareras. Mientras que a fines del siglo XVI, en los
valles de la provincia de Vilcabamba, particularmente en los ingenios de
Quillabamba, los testimonios hablaban de 2,000 piezas de todo género y
nación. Pero el apogeo de estas empresas agrarias no se produciría hasta

19
ya entrado el siglo XVII. Sólo los jesuitas, al momento de su expulsión en
1767, tenían en sus plantaciones de caña y viñedos, más de 5,000 esclavos
negros, con un promedio de más de 250 esclavos por hacienda. Esas
haciendas eran las de mayor valor invertido, en un sistema económico
que no se caracterizaba por la inversión. Dentro de ellas, el valor más
alto de los factores productivos fue el que se hizo en los esclavos, un
tercio del total. Al final del periodo colonial, apareció un tipo de esclavo
criollo, nacido en América, que en algunas haciendas llegaba al 40% en su
mayoría jóvenes de menos de 18 años.
Una de las puertas de entrada de los esclavos procedentes del caribe y de
Panamá fue el puerto de Paita, la puerta del Perú. Los barcos que traían los
cargamentos de esclavos que habían sido comprados en un comercio inter-
indiano en Panamá y Cartagena, tenían contra sí las corrientes del sur de
manera que fue esta estación enclavada en el desierto del norte por donde
se introducían los esclavos, probablemente las ventas más importantes de
los mercaderes una vez que se estableció un sistema comercial maduro en
el virreinato (Glave, 1993). Además, había una demanda importante en los
valles del norte donde se comenzaron a establecer empresas agrarias del tipo
estancia, trapiches y tinas de jabón (Espinoza, 2004). Los negros se asentaron
tanto en los nuevos espacios económicos rurales como en los alrededores
de las ciudades, tal el caso de Piura donde se fundó el asiento o barrio de
los malgaches –provenientes de Madagascar- y dentro de las casas urbanas
donde principalmente las mujeres servían en las necesidades domésticas.
Pero la entrada más importante se daba en el Callao, el puerto de Lima,
a donde llegaban las embarcaciones en las épocas del año cuando las
corrientes lo permitían. Dadas las normas monopólicas que regían el
comercio de Indias, esta era la ruta más importante. Allí llegaron, hasta
el siglo XVII, fundamentalmente los negros que habían estado ya en
Cartagena, Panamá y el Caribe, haciendo la llamada “ruta del Pacífico”
(Mellafe, 1959, p. 247). Muy pocos eran pues negros recién sacados de
sus puntos de origen, desde Angola y Guinea en África, desde donde eran
llevados a estos primeros puntos de entrada, aunque poco a poco, ya fines
del siglo XVI, se apersonaban los comerciantes limeños a comprarlos
tan pronto arribaban. Los comerciantes que querían llevar negros a Chile
no hacían la contrata en el norte, como los comerciantes limeños que
iban a comprar cargazones hasta Cartagena y principalmente Panamá,
contentándose con comprarlos en Lima en pequeñas cantidades. La
conducción de los esclavos al sur, especialmente a Chile, por las largas
distancias encarecían el valor de las piezas, por lo que se hizo recurrente

20
el uso de la ruta alternativa del oriente atlántico, la “ruta continental”
abastecida clandestinamente desde el Brasil.
El número creciente de negros en las casas de los señores y sus estancias
y chácaras y el cimarronaje asociado a ellas, hicieron temer alzamientos,
como ocurrió en Lima en más de una oportunidad a principios del siglo
XVII como veremos más adelante. Pero no se trató sólo de un fenómeno
capitalino. El inicio del siglo XVII mostró la presencia fundamental de los
negros en la vida política del reino desde entonces. En una sonada causa
política que tuvo su centro en Huamanga en 1601, cuando se denunciaron
los intentos conspiratorios del que fuera corregidor de la plaza, el caballero
García de Solís, que involucraron al noble descendiente Inca, don Melchor
Carlos Inca en Cuzco, una de las acusaciones que se le hicieron fue el
intento de movilizar a todos los mestizos, mulatos y negros, las capas
sociales nacientes de esa sociedad en proceso de cambio4.
En Quillabamba, jurisdicción de la provincia de Vilcabamba, a seis
leguas de la ciudad de San Francisco de la Victoria, se produjo lo que
debe ser el primer alzamiento de esclavos en los Andes, esta vez aunados
con los indios del valle, cercando a los españoles hacendados, sus
ayudantes y los indios servidores de sus casas. El gobernador, tan pronto
tuvo noticia del suceso, por medio de una angustiosa comunicación
de los afectados, organizó un operativo de represión, enviando gente
armada y un caudillo, mientras “hacía rostro” a los indios de la ciudad
que pretendían desamparar la labor de las minas, es decir una verdadera
revolución en el valle. Su pequeña tropa actuó con sonado éxito y con
una velocidad que sorprendió a los propios amenazados de muerte por los
alzados. Sometidos los negros esclavos de las haciendas e ingenios del
valle, los soldados acabaron con los jefes de la sublevación. Llevaron a
Vilcabamba la cabeza del indio pilcosone, Chichima, “capitán belicoso”
del alzamiento. Luego que, muertos dos capitanes de los esclavos, los
negros Juan Bañón que era el primero y Domingo Biafra que tomó su
lugar y un indio chiriguano “belicoso” llamado Conome, el corregidor
mandó ofrecer paz a los negros, que tenían con ellos también indios como

4 AGI, Lima 273. Entre las f. 470-489 de la numeración a lápiz, en la anotación postrera dice “Relación
del negocio de don García de Solis”. Lima 13 de octubre de 1601 los alcaldes del crimen habiendo
visto el proceso criminal que se fulminó contra don García de Solís Portocarrero, corregidor que fue
de la ciudad de Huamanga y villa rica de Oropesa de Huancavelica y otros culpados sobre el trato de
rebelión que se pretendió hacer en ella en deservicio del rey, mandaron que el escribano ante quien
pasó de un testimonio de la sentencia que se pronunció por Francisco de Coello, alcalde del crimen en
la corte, juez pesquisidor en la causa, en que condenó a muerte al reo.

21
declarara un testigo, y premios por la entrega del trofeo mayor que era
Chichima. Otro testigo, un minero que fue en la vanguardia armada al
rescate, entendía al chiriguano que le dijo que “le mataría y bebería en su
cabeza”. Logró con ello la pacificación y evitó que se perdiera la provincia
donde había más de 2,000 piezas de todo género y nación. La gente que
mandó sufrió muchas emboscadas preparadas por los alzados y cuando
llegó al valle, procedió a quemar dos bohíos de comida compuesta de
maíz, zapallos y yucas que ya habían recogido y a talar muchos sembríos
que tenían hechos un año atrás los esclavos previniendo su intento. Si no
se hubiese hecho esto no se hubiese podido dominar una zona tan fuerte
y abastecida como esa5.
El lunes 20 de mayo en la noche se amotinaron y alzaron 20 negros
esclavos de uno de los principales ingenios del valle y quisieron matar
a su propietario, encabezados por el indio Chichima y otros negros
que alguna de las cartas dice eran hasta 40. El dueño logró huir, pero
prendieron fuego a las casas de purga y resultaron muertos seis indios,
entre los cuales el curaca del valle y quedaron otros mal heridos. Cuando
llegaron los refuerzos salvadores, dieron testimonio como junto a la
capilla del ingenio se hallaron medio enterrados muchos cuerpos de indios
que daba lástima verlos. Todos los negros del valle de Amaybamba, del
de Ondara y de toda la provincia estaban convocados con ellos. Otros
testimonios suponían que también lo estaban los negros del Cuzco, ciudad
donde a pesar de la abrumadora presencia de servidores indígenas, hubo
una importante cuota de trabajadores negros (Tardieu, 1998). Los caminos
estaban tomados y los españoles propietarios del valle en número de ocho
cercados. Los alzados atacaban a todos los que encontraban. El alcalde
de la hermandad por orden del corregidor había entrado hacía unos días
en el valle, en donde además tenía una hacienda propia, a la captura del
indio Francisco Chichima, de un negro y otras “piezas” que andaban con
él, retirados en el monte ocultándose por haber cometido robos, asaltos y
muertes. Es decir, no era una sorpresa la actuación de Chichima, al que un
testigo calificaba como salteador y “cimarrón” y como vemos, capitán de
otros cimarrones negros. A pesar de haberse sofocado este intento, poco
después hubo nuevos, menos documentados, de alzamiento por parte de
los negros de estos valles.

5 AGI, Lima 158. Expediente de probanza promovida por el capitán Diego de Aguilar y Córdoba,
gobernador de la provincia, en San Francisco de la Victoria de Vilcabamba en 21 de octubre de 1602
ante Antonio Muñoz, teniente de corregidor sobre sus calificados servicios en el socorro de la gente
cercada por el alzamiento de los esclavos e indios del valle de Quillabamba. Escribano Juan Díaz de
Bermúdez.

22
Una década más adelante, en 1613, se pueden encontrar evidencias de
nuevos desaguisados sociales y políticos en los que la presencia de los
esclavos negros fue protagónica. Cuando el virrey el 8 de abril de 1613
escribió sobre los principales sucesos del país, dio cuenta del temor
a un alzamiento de negros en Lima, que fue rápidamente sofocado. El
informe de esta nueva presencia de los negros esclavos en el escenario
de las protestas, va sin embargo junto a la noticia del levantamiento de
otros descontentos en Potosí6. La noticia principal del virrey Marqués
de Montesclaros fue en todo caso la del temor a lo que pudiesen haber
intentado hacer los negros de Lima.
De lo que se trató fue que hubo noticia de la inquietud que se manifestó entre
los negros en México y por eso, en Lima se temía algo parecido. El virrey
dijo no tener claro si por que los recelos tuvieron fundamento o porque
ellos mismos le dieron aliento, lo cierto es que los negros “comenzaron a
desvergonzarse en palabras”. Por ello se aplicaron medidas punitivas de
gran crueldad para conseguir confesiones que a la postre y sin embargo no
se dieron. Luego metieron en galeras a dos de los más señalados, castigaron
a otros y se apuró la ejecución de algunos que ya estaban condenados a ello
en la cárcel. Así se aquietó todo. Pero llegó la nueva de que, tal vez porque
esta voz llegó a Potosí o ya antes tenían platicado el daño, se descubrió
que unos extremeños, “hombres sueltos de Extremadura” “que acá llaman
soldados”, en número de 60 ó 70 se concertaron para alzarse, repartidos
en partidas que asesinarían al presidente de La Plata y a los oidores y en
Potosí al corregidor y oficiales reales y algunos hombres ricos. Saquearían
la caja real y en el camino a Arica matarían a los arrieros que llevaban la
plata del rey y de particulares. Se harían dueños del galeón que esperaba
por ella en el puerto y traerían el tesoro del año para pagar gente que se les
uniera para “pregonar libertad en los negros y exención de tributos y mitas
en los indios” y para que les creyesen asolarían los ingenios de la ribera de
la villa minera. El programa de estos descontentos no era pues otra cosa
que una verdadera revolución social. Tenía esta propuesta una amplitud de
miras que desconcierta. Incluso si fue sólo figurada o temida por quienes
los reprimieron, ya era una manifestación de que las posibilidades o los
peligros de una sublevación contra el poder real y/o la justa dominación de
los reinos indianos, eran un hecho histórico. Para cualquier plan al efecto,
la participación de ese segmento creciente de la población constituido por
los negros esclavos y todos los descendientes de africanos, era central. El

6 AGI, Lima 36.

23
alzado más nominado de la intentona potosina fue Alonso Yáñez y otros
pocos soldados sueltos pobres y perdidos sin ningún género de armas,
para más señas Yáñez además era hijo de una mulata.
Los esclavos de las haciendas de la costa eran una creciente población
que alguien en el proceso que presentamos a continuación estimaba en
60,000 almas sólo en los valles de Lima. El dato, a la vista de los que ya
hemos presentado, suena exagerado, pero a la vez muestra que era muy
difícil calcular cuántos esclavos había cuando a la vista su presencia era
numerosa y creciente. Por eso es que la reacción del virrey, entonces el
Príncipe de Esquilache, ante una denuncia de un intento de movilizarlos
en 1619, nos devuelve al escenario de las ejecuciones de escarmiento y
nos entrega la figura de otro descontento, algo marginal, que sin embargo
osó pensar en pedir la libertad y en conseguirla con los esclavos negros.
Como varias de estas denuncias de alzamientos, ocurrió el primer día del
año, saliendo el virrey de la iglesia de la Compañía de Jesús. Se trató de
una delación contra Sebastián Machado, natural de la isla de la Tercera,
una de las Azores, de la corona de Portugal, oficial de herrero, de 34 años
de edad, casado en la provincia de San Miguel de Ibarra en la provincia de
Quito, que llevaba nueve años en el reino. Machado publicaba que estaba
muy disgustado y que en aquella Audiencia no le habían hecho justicia,
cuando seguía un pleito “por cierta fuerza” que decía habían hecho a su
mujer. Buscando a su agresor, había bajado a Lima. Habiendo estado unos
días como mayordomo en una chácara, con el fin de vengar su injuria,
había inducido a su delator a acompañarlo, diciendo que tenía convocados
“más de quinientos negros” que había juntado, doscientas libras de
pólvora y cuatro escopetas. Con todo eso atravesarían muchas chácaras y
los irían recogiendo hasta subir a la sierra y entrarían en tierra de guerra
de donde irían a Lima y a Quito. Los pertrechos para su asonada los tenía
escondidos en una guaca en una chácara7. Tenemos pues una pequeña
y personal historia que sin embargo se destapa como una posibilidad de
acción amplia, apelando a la movilización de los esclavos negros que a
raudales poblaban los espacios rurales de las cercanías de las ciudades.
El virrey, luego de dudar si intervenir al sospechoso de inmediato o dejar
que fuera a buscar al delator para ir donde las armas, optó por tomarlo
preso. No confiaba en el delator, temía que por alguna sospecha Machado
moviese las armas y en todo caso, en el tormento declararía lo que había

7 AGI, Lima 38, Libro IV, f. 304, despacho del virrey don Francisco de Borja Príncipe de Esquilache
del 27 de marzo de 1619, Gobierno N° 25.

24
al respecto. Ordenó que siguiesen al declarante y tan pronto lo viesen
hablar con Machado, lo tomasen detenido. El doctor Francisco Carrasco
del Saz8 fue cometido para examinar a los testigos, entre ellos un cerrajero
quien dijo haber cebado una piedra imán en unas limaduras de acero y
haber visto el agujón (de los testimonios se deduce que se trataba de una
brújula, una punta imantada) que Machado tenía para hacer su jornada por
despoblado, le dijo que con él podía salir de cualquier parte y montaña
donde estuviese. Además, le quiso comprar una escopeta, un molde de
hacer pelotas y un cucharón de hierro para hacer munición. Le enseñó
también dos arrobas de hierro que traía en unas alforjas. Machado confesó
el caso de la fuerza contra la mujer, que conocía a los testigos y haber
enseñado el agujón el cual se le encontró cuando lo prendieron junto a
quince balas, un molde de ellas, un canuto de maguey para yesca y tres
cuchillos, pero negó lo demás. El supuesto escondite de las armas nunca
se pudo encontrar.
Carrasco prosiguió la averiguación. Constó que había comprado diez
libras de pólvora y a quien se la vendió le dijo que sabía hacerla y que la
revolvería con la que trajo de Quito. También constó que había convocado
cuatro esclavos mulatos a quienes les mostró el agujón y les dijo que
hablasen con otros amigos animosos, que a todos los llevaría con él,
aunque fuesen mil. Declararon que les propuso salir de su esclavitud, irse
por la tierra de los indios de guerra y llegar al Brasil, de donde podían ir a
cualquier parte. Declararon que les enseñó el agujón con el que podría ir
por descampados en su marcha y tener unos polvos con los que no podrían
hacerle daño. Machado dijo que efectivamente buscó a los mulatos y
les pidió juntasen otros, pero dijo que era para ir con ellos a Quito a su
venganza.
Machado terminó confesando que persuadió a sus cómplices para que lo
acompañaran y fuesen con él recogiendo negros y toda la gente dispuesta
que hallare. Una figura literaria animaba el espíritu del enfadado rebelde
en ciernes, “no era más el ser uno rey que hacer hechos valerosos”. Con esa
consigna, digna de un cante medieval o poema de caballería, que Machado

8 Por entonces ya estaba nombrado como oidor de Panamá y como era un veterano ministro de Lima,
no quería irse, como lo promovió abiertamente, poniendo como uno de sus señalados servicios la
participación en esta fulminante y “peligrosa” causa. Entre sus valedores estaba el mismo Príncipe de
Esquilache, que lo tenía por asesor. Uno de sus principales méritos fue haber castigado a Sebastián
Machado “persona que intentó de apellidar libertad y conducir a los negros y mulatos esclavos para
que se levantasen con el reino lo cual fuera de muy grave daño por las muchas muertes e inquietudes
que se habían de recrecer”. AGI, Lima 108.

25
relacionó con los hechos valerosos del rey don Alfonso9, se informaba el
sentir de este otro rebelde popular al dominio real. Con estas evidencias
se le hizo cargo en un día de proceso, se hizo ratificar a los testigos y a los
esclavos en tormento y para descubrir si había más cómplices, se puso al
propio Machado en el potro de la tortura, pero no constó nada nuevo. Se le
declaró por facineroso, movedor de inquietudes contra el servicio del rey
y se le condenó a morir en la horca y hacer cuartos de su cuerpo, lo cual
se ejecutó el sábado 5 de enero, habiéndose hecho la delación el martes y
la prisión el mismo día a las siete de la noche. La sentencia se pronunció
el viernes a mediodía.
“Como estas materias son tan peligrosas en este reino, procuré
averiguarla y abreviarla con toda la diligencia posible” escribió el virrey.
Consideraba además que de ese castigo no sólo se escarmentaba de otros
posibles revoltosos, sino que además quedaban advertidos de españoles
que podían hacer levantamientos de negros “que es un daño hasta ahora
no advertido en este reino”. Temor que sin embargo nos relata cómo esa
nueva sociedad colonial tenía un componente fundamental en la población
africana trasladada por fuerza al Nuevo Mundo.

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9 A quien más adelante el propio virrey dedicó una épica en 1658 titulada Napoles recuperada por el
rey don Alonso/poema heroico de don Francisco de Borja Principe de Esquilache, conde de Mayalde,
comendador de Azuaga, de la Orden de Santiago, Gentilhombre de la Camara de Su Majestad.

26
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27
28
AFRODESCENDIENTES EN ARICA.
REGISTROS COLONIALES PARA UNA
HISTORIA REGIONAL
Alberto Díaz Araya1
Viviana Briones Valentín2
Eugenio Sánchez Espinoza3

Arica, es una antigua aldea de indios pescadores y nobles caciques


que modelaron una sociedad multiétnica que habitaba desde lejanos
tiempos la franja costera del Pacífico. Aquellos, con el paso de los años,
fueron imprimiendo rasgos locales que se articularon con la cultura de
las poblaciones de las tierras altoandinas y que también se registraron
en la toponimia regional. El viejo escenario geográfico de Arica y los
valles contiguos de Azapa, Lluta o Chaca e incluso mucho más allá de
las fronteras nacionales contemporáneas, como Sama, Caplina o Ilo;
permitieron el asentamiento de pescadores, agricultores y/o arrieros de la
puna, que buscaron en los deltas de las quebradas que surcaban el desierto,
la posibilidad de un hábitat que, entre aguadas, vertientes y una infinita
fauna marina, configurara una compleja realidad social e identitaria.
Con el advenimiento de los conquistadores españoles, las gentes del litoral
y la de los valles vieron paulatinamente una serie de transformaciones a
sus estructuras políticas construidas con el paso de los años, antes de la
arremetida del Tawantinsuyu. Los hispanos reestructuraron el territorio,
replegándose los indígenas andinos hacia las alturas de la sierra, para
desplegar un sistema de encomiendas y haciendas para la producción de
sementeras de trigo, alfalfa, olivos y la vid. Los antiguos valles dulces
y salados como Azapa y Lluta, tal como sabiamente lo advirtiera Luis
Álvarez, eran los lugares favorables para la implementación de una
agricultura foránea. Asimismo, el refugio a los pies del morro era también
el sitio propicio para levantar los primeros maderos para un incipiente
muelle y casas en torno a un pequeño puerto.
En 1540 el conquistador Francisco Pizarro entregó la provisión de la
encomienda a Lucas Martínez Vegazo, donde se informa tempranamente
sobre la realidad étnica de Arica y caseríos cercanos, informando sobre

1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


2 Universidad Técnica Federico Santa María, Santiago, Chile.
3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

29
la cantidad de indios y caciques que debía controlar y promover la
evangelización. El documento que ya ha sido ampliamente difundido,
sintetiza la realidad étnica que hemos reseñado:
en la cabezada del valle de Asapa los indios destos dichos valles que tienen
estancias de coca e ají e grana e otras cosas. E más en el valle de Ynta
[Yuta] con el cacique Cayoa que es señor del valle cuatrocientos y cuarenta
y cuatro indios en esta manera, en un pueblo que se dice Camarasa ciento e
veinte indios, y en el valle de Asapa diez indios con el principal Guacocán,
y en un pueblo que se dice Guator con el principal Lalio veinte e siete
indios, e cabe este pueblo una estancia que pareció tener quince indios, y
en otro pueblo de pescadores deste cacique en el pueblo de Ariaca en la
costa de la mar diez e ocho indios, y en dos estancias del dicho cacique
que tiene el valle arriba do tiene sus sementeras en ellas seis indios y en la
otra cuatro y en los pueblos mitimaes desde dicho valle en el pueblo que se
dice Yllavaya setenta indios con el principal del y en un pueblo que se dice
Auca cincuenta indios con un principal que se dice Aura que es natural del
cacique Cariapassa, y en un pueblo que se dice Inchichura noventa e cuatro
indios con un principal que se llama Canche que es natural del cacique
Cariapassa, y en un pueblo que se dice Ariaca de pescadores treinta indios
de Tarapacá con un principal que se dice Yano4.

A partir de la encomienda de Lucas Martínez, la población originaria de


camanchacas, carangas o lupacas experimenta un descenso y la antigua
caleta del cacique Ariaca comienza a transformarse en un puerto que se
articulará con el cerro rico de Potosí en el altiplano. Ahora españoles,
yanaconas y esclavos negros conformarán el paisaje humano de Arica. De
hecho, el mismo Lucas poseía esclavos negros hacia mediados del siglo
XVI, y en su testamento fechado el 20 de noviembre de 1565 puntualizó
que, “tengo en el tambo de Arica una negra que se dize Bárbara que haze pan
y vizcocho y asymismo tengo en el coto de las vacas un negro vaquero que
se dize Antón Cala […] declaro que tengo pa mi servicio conmigo una negra
que se dice Paloma y una mulata hija suya que se dize Leonor e un negro
cavallerizo que se dize Hernando” (Trelles, 1988, p. 288). Ahora, son otros,
los esclavos negros, los que van a modelar el panorama étnico y cultural del
puerto, siendo el objetivo que presenta este apartado descriptivo.
El Corregimiento de Arica fue creado en 1565 por el Gobernador del
Perú, Lope García de Castro. Limitaba al norte con los Corregimientos
de Ubina y Arequipa, por el sur con Lípez y Atacama y por el este con
Chucuito, Pacajes y Carangas. Esta situación se mantuvo hasta avanzado
el siglo XVIII, cuando el Virrey don Amat y Juniet crea el Corregimiento
de Tarapacá, debido fundamentalmente a la importancia que adquirió

4 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Justicia, Legajo 401.

30
Huantajaya por su producción de plata. Obviamente la costa pacífica,
para ese entonces conocida como “mar del Sur” se constituía como su
frontera oeste, donde la ciudad de San Marcos de Arica se articulaba como
el puerto y enclave urbano más importante5. Dada esta importancia, Arica
será objeto de descripciones y menciones en diarios de viajes, bitácoras e
intercambio epistolar entre vecinos y autoridades:
si quisieran venir a desembarcar á Arica, que es setenta leguas de costa
arriba, hacia Chile, de Arequipa, pueden desembarcar y venir á esta
ciudad por tierra poblada en diez ó doce días, porque hay ochenta leguas
de camino. Y si quisieran después de negociados volverse por la mar, se
pueden volver á embarcar en el dicho puerto de Arica, habiendo navio, y
de allí es breve la navegación a Chile y mucho más breve del puerto de
Atacama, porque está más adelante deste de Arica, pero no se contrata.
Y si quieren volver por tierra, pueden en los dichos cuarenta días volver
seguramente. Y yendo á pedir justicia á Los Reyes [Lima], aunque la ida
por la mar es breve, al volver es trabajoso y forzoso han de tardar mucho
tiempo en volver por la mar; y si han de volver por tierra, son trescientas
leguas más que desta ciudad (Álvarez, 1561, p. 81).

Igualmente, en 1590 el fray Alonso Obispo electo de Michoacán, en su


navegación por las costas del Pacífico, describe su largo periplo rumbo
a Mesoamérica. Anota que Arica es una ciudad de refugio donde se
embarcan las barras de plata que llegaban desde Potosí. Relata que la
aldea es una defensa contra los ingleses, donde existe un pequeño fuerte
con un “flanco difícil de acometer por cuanto es protegido por las aguas y
rocas de la bahía, junto a lo abrupto de su caída”6. Describe acertadamente
lo complejo que era arribar a este naciente puerto tal como lo enfatizó el
navegante Frezier (1982) a inicios del siglo XVIII.
En 1590, Juan de Miramontes informa a Juan García de Peñaloza, que
con la llegada del nuevo Virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza,
se registraron noticias de que los ingleses estaban llegando a las costas
cercanas de Arica, siendo este puerto la primera entrada al Perú7. La
ubicación estratégica de Arica como puerto que articulaba las vías que

5 Habría que precisar que la fundación de la ciudad se vio precedida por el descubrimiento del mineral
de Potosí, hecho que no solo cambió la fisonomía del antiguo pueblo de indios, sino también el devenir
del Virreinato Peruano. En 1570, Felipe II recién concede a Arica el derecho de tener Alcalde y Alférez
Real, clásicas normas españolas que resguardaban el control político vigilado desde los centros de
poder, en este caso Arequipa. Una síntesis sobre los contextos históricos de la bahía ariqueña, en
Galdames (et. al., 1981).
6 A letter of Frier Alonso new elected Bishop o Mechuacan, to the King of spaine, written in Peru in
the citie de los Reyes the first of March 1590, touching the state of Arica a chiefe Hauen in Peru, s/f.
7 A letter of Don John de Miramontes Suasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the
coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.

31
conectaban con el mineral de Potosí, permitieron que durante la segunda
mitad del siglo XVI el virrey Francisco de Toledo estableciera:
la contratación a Arica, y puso allí caja real y oficiales, á donde van a
para los azogues para Potosí. Reside allí el corregidor cotidianamente,
y es necesario porque en este pueblo viven de todas las naciones. Aquí
hay juegos, fogones, hay flamencos y ojalá no hubiera algunos ingleses
y alemanes encubiertos, y siendo escala donde los navíos que vienen de
Chile (Lizárraga, 1908 [1612], pp. 67-68).

Hacia fines del siglo XVI, el Licenciado Cristian Valano manifiesta que
Arica se constituía como el mejor puerto en el mar del sur, lo cual es
corroborado en diferentes escritos por la salida de toda la plata de las
minas de Potosí que luego eran embarcadas y trasladarlas a Lima8.
Durante las primeras décadas del siglo XVII, el carmelita Antonio Vásquez
de Espinoza describió Arica tras recorrer la precordillera que al bajar por
los pueblos de:
Humagata, pasando el río muchas veces, se viene por grandes llanadas
que si hubiera agua para regarles y sembrarlas fuera el mejor valle del
Perú, y tres leguas antes de la ciudad [de Arica] está el valle de Asapa,
donde hay buenas viñas y olivares, con molinos para hacer aceite, de que
se coge cantidad y más de 8.000 botijas de vino; riegánlas de ordinario
de unos ojos de agua que salen del pobre río, sobre que tienen muchos
pleitos los vecinos; siémbrase mucho trigo, maíz, ají, melones, pepinos
de la tierra y todo género de hortaliza, que se da con abundancia; bajando
por el valle una legua antes de la ciudad salen otros ojos de agua donde
hay buenas viñas, olivares e higuerales y se coge de todo mucha cantidad;
siémbrase trigo y maíz, que se da en abundancia; en este valle se han
cogido de una fanega de trigo mil, sembrada a macollas y guaneada; las
aceitunas de este valle y ciudad son mejores que las buenas de España;
estos dos valles son un pedazo de paraíso de mucha fertilidad y regalo y la
vendimia es por fin de cuaresma; luego viene el valle seco hasta cerca de
la ciudad, donde a la lengua del agua del mar sale otro ojo de agua de este
pobre río y está el celebrado totoral de Arica, que es una mancha de enea
tan grande como una plaza, que proveyó dios de aquel remedio; con ella
estriban los navíos para la carga del vino y lo demás; y todas las recuas se
aderezan para llevar las cargas a Potosí, y en ella hacen seroncillos para
llevar los cameros el vino y azogue, y finalmente con esta totora remedian
muchas necesidades (Vázquez de Espinoza, 1948 [1620], pp. 481-482).

Ese celebrado vergel era Arica, como una mancha de verdor donde se
estibaban los navíos con la carga del vino y donde las recuas se apertrechaban
para llevar las cargas al Alto Perú y a Potosí. Con la totora de este vergel

8 A letter of Don John de Miramontes Suasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the
coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.

32
se construían los seroncillos o capachos donde se transportarían el vino,
el azogue y diversas mercancías al mineral de Potosí (ver mapas). Pero
los sismos marcaron el pulso del tiempo en Arica, y así, los terremotos de
1604 y 1615 diezmaron el crecimiento experimentado en el siglo anterior.
El mismo Vásquez describe un desafortunado panorama para el puerto,
narrando que Arica es un lugar:
enfermo, por estar a la sombra y abrigo de un morro o pe­ñol alto, que está
a la altura del agua, y como en el dicho morro mueren infinidad de aves
marítimas de que hay innumerable cantidad en aquella costa, y junto a él
mucho pescado y lobos marinos, que como la tierra es caliente, y luego
antes que las aves se los coman se corrompen y el aire es corrupto, colado
entra junto al morro y pasa sobre la ciudad, es causa de que sea enferma;
que si la hubieran poblado un tiro de mosquete de donde está que es de
la otra banda de la Chimba o arroyo en un llano, a la mano izquierda de
donde está la ermita de Santa Lucía fuera una de las mayores y más regalas
ciudades de todo aquel Reino (Vázquez de Espinoza, 1948, p. 347).

Durante el siglo XVIII la fisonomía del puerto de Arica, a decir de Frezier,


era de una ciudad donde vivían cerca de ciento cincuenta familias, la mayor
parte negros, mulatos e indios y muy pocos blancos. Para la construcción
de las paredes de sus casas utilizaban una especie de “espadaña llamada
totora, abundante en los pantanos del valle de Azapa [y que] colocadas
verticalmente unos contra otros y atados con tiras de cuero a cañas que
sirven de travesaños”. Otra técnica utilizada para construir era hacerlas
de cañas fijadas verticalmente en cuyos intersticios se llenaban de
barro, mientras que el uso del adobe estaba reservado para las casas más
esplendidas de los vecinos acaudalados y para los templos e iglesias. De
esta forma, las residencias que habitaban los esclavos, muchos ya nacidos
en estas tierras, eran de un piso, construidas de adobe y con techos de
cañas que desde fuera siempre dieron la sensación de no estar terminadas
(Frezier, 1982).
Arica Negro
Desde las primeras expediciones al continente americano, la presencia
africana era visible. Comenzó siendo un apoyo auxiliar en las huestes
hispanas, sin embargo, con el tiempo se haría cada vez más imprescindible.
Este traslado involuntario obedeció ante todo y siempre a una finalidad
económica. El reemplazo de la mano de obra indígena por la africana dio
inicio a la diáspora de esclavos a América. Este traslado forzado y violento
estuvo regulado por las normas y leyes de comercio de la época pues,
esencialmente, el esclavo era una mercancía. Al igual que otras actividades
económicas coloniales, la Corona Española y sus entidades administrativas

33
cumplían un papel regulador fundamental en este floreciente negocio del
“traslado de esclavos” al Nuevo Mundo9.
Los primeros beneficiados con las licencias de importación de esclavos
negros fueron los mismos conquistadores y oficiales reales, como sucedió
por ejemplo con Pizarro. Estas concesiones, luego sabemos, tomaron
un ribete más mercantil y de mayor envergadura. Así, desde las costas
africanas se trasladarían entonces a los puertos que se transformaban,
en ferias de venta, como fueron los puertos de Las Antillas, Veracruz
y Cartagena. La procedencia exacta de los esclavos fue siempre difícil
de precisar y los documentos de la época, en un porcentaje importante,
no fueron una muestra de claridad al respecto. Hasta el siglo XVII, los
puertos intermedios en el Atlántico, como Cabo Verde y Santo Tomé10, se
transformaron en un primer escollo que se debía salvar.
Desde aquí se reenviaban a América, ya con un desconocimiento de su etnia
de origen, lenguas o de las zonas geográficas precisas de procedencia. No
obstante, en rasgos generales, en el siglo XVI los esclavos transportados a
América provenían de Senegambia, Guinea y la desembocadura del Congo.
Luego en el siglo XVII, Angola se transformó en una zona geográfica por
excelencia para la captura de negros esclavos11.
La carimba12, en algunos casos ayudaría a precisar el lugar de origen de
los esclavos llegados a América. Según el mercader, el diseño real de la
época, la compañía de captura, la compañía de importación a Brasil o
Puertos del Pacífico, etc., la carimba sellaría las características del esclavo,
garantizando lo “saludable de la pieza” en lo físico y en su carácter, por lo
tanto, vendible a buen precio.

9 Una serie de datos y reflexiones se han nutrido de los enfoques y aportes de Briones (2009).
10 Esto en el contexto que los primeros “Asientos” fueron concedidas a compañías portuguesas,
pues estos conocían particularmente bien la trata de esclavos en la zona. Estos eran hasta este primer
momento súbditos del monarca hispano.
11 Los españoles especialmente prefirieron a esclavos traídos de Angola, por su resistencia al trabajo
minero. Sin embargo, en el Virreinato peruano” se ubicarían en el servicio doméstico y labores
agrícolas,
12 Practicada desde la Edad Media, la carimba consistía en la marca a los esclavos con un hierro
candente, dejando una señal en carne viva en el hombro, pecho o ante brazo. Se transformaba en
propiedad del rey o de cualquier otro amo que había ya pagado el precio fijado.

34
35
36
La procedencia del esclavo no era algo al azar, ni aun menos un capricho
del comprador; por el contrario, en ella estribaría la futura suerte del
cautivo. El lugar de origen marcaba profundamente las características
que tendría el esclavo. Rebeldía, inutilidad, buen carácter, resistentes o
de “complexión delicada” eran algunas de las descripciones según su
tierra natal. También las consideraciones de tipo estéticas y físicas eran
importantes al momento de la compra, lo que tuvo directa relación con
las zonas geográficas de captura. En general, no hubo un esclavo ideal,
según plantadores y compradores. Quizá, fue recurrente la preferencia por
esclavos fiables y resistentes, indiferentes al cansancio, los de piel más
negra y cabello ensortijado13.
Jean-Pierre Tardieu manifiesta de manera más esquemática que, la
población esclava provenía de tres grandes zonas en las que se encontraba:
Guinea, que abarcaría desde el actual Senegal hasta Sierra Leona. De
este espacio llegaban a América los “caboverdes”, los “yolofos” y los
“mandingas”. Un segundo espacio de procedencia lo caracterizaban
las Islas de Sao Thomé, que partían desde los límites del actual Sierra
Leona hasta la región oriental de Nigeria. De este gran territorio llegaban
los “minas”, los “araràs” y los “caravalìs”. Finalmente, la tercera zona
era el Congo y Angola, donde llegaban negros “congos”, “angolas” y
“malembas” (Tardieu, 1998, p. 19).
Para la zona del actual norte de Chile y sur del Perú, particularmente la
que circunda las ciudades de Arica y Tacna, los documentos que entregan
información sobre la población esclava y su origen son escasos.
A pesar de lo anterior, la documentación dispersa y fragmentada entrega
algunos indicadores sobre la procedencia de la mano de obra esclava en
estos territorios. Por ejemplo, en un juicio acontecido en Tacna, en 1759
en el que se procesa y da muerte a un negro esclavo, llamado Antonio, se
menciona que era de “nación Guinea”14. También en Arica fue registrado
en los libros parroquiales en 1789 a “Antonio natural de Guinea”15.
Las descripciones de la época manifiestan que estos esclavos eran valiosos
para el cultivo de la caña de azúcar. Vendrían de una zona de África muy
estéril, por lo que desde niños se veían obligados a cultivar la tierra con

13 Las compañías responsables de las capturas y traslado de esclavos a América sabían de sobra las
características de éstos según su origen.
14 Archivo Nacional de Chile (en adelante ANCH), Judiciales de Arica, fondo Criminales, legajo
206, pieza 11.
15 Archivo Arzobispal de Arequipa (en adelante AAA), Matrimonios, Arica, 1789.

37
mucho esfuerzo. Del mismo modo, se les describe como de contextura
robusta y de alta resistencia, no proclives al ocio. Sin embargo, en éste
caso, el esclavo procesado demostraba otro tipo de habilidades más bien
reñidas con el orden social y jurídico de la época. En Arica, en 1656 se
realizó la venta de una esclava llamada Felipa Malamba al alférez Juan
Naranjo Ximenez, la que se vende como “casta Angola”16. En un testamento
fechado en 1634 se traspasó como un bien a “una negra esclava nombrada
Susana de tierra angola de hedad de treinta años poco mas e menos”17.
Un documento posterior, 1655, informa de la venta de un negro esclavo
de nombre Antonio, 24 años, y se precisa que era “casta Congo”18. De la
misma manera, se mencionan a una “criolla de la ciudad de Cartagena” y
un “criollo de Puerto de Santa Maria en los reynos de España”19.
Cabe destacar que la impronta o linaje tribal de los esclavos africanos fue
crucial en la prevención de focos de violencia y estallido de revueltas. Los
amos blancos debían conocer, aunque fuera vagamente, los antecedentes
tribales, sobre todo cuando se les permitía formar parte de hermandades
religiosas u otras actividades festivas. Por ejemplo, al congregar Congos
con esclavos de Guinea, se arriesgaba cualquier norma disciplinatoria. Un
antecedente relevante, y que al parecer era mejor sabido por portugueses
que por españoles, era que un cuantioso número de esclavos crearon
grupos de “cimarrones” y fueron propensos a la fuga y al suicidio. Este
tipo de esclavos provenían del área Senegambia y Guinea superior. Es
dable mencionar que, el control sobre este grupo por parte de la Corona fue
siempre vital y se sostuvo hasta incluso después de abolida la esclavitud
en tiempos republicanos (Bowser, 1990, p. 151).
Para el caso de Arica, hacia 1555, se registran 500 esclavos que llegaron al
puerto, aunque desconocemos si todos estaban destinados para el puerto.
Esta operación fue realizada como un premio otorgado por el rey Carlos V
al Gobernador Vaca de Castro por su labor efectuada contra la sublevación
de Gonzalo Pizarro. Para la misma época, según los supuestos de Wormald
(1966), en la costa sur peruana ya encontraríamos aproximadamente a
1.200 esclavos, siendo Arica un enclave no menor. Los registros de las
Cajas Reales de Arica informan que desde 1612 se pagaban tributos a

16 ANCH, Notariales de Arica, Vol. 8, pieza 12, foja 27r. La pieza no precisa más detalles de la
significación de su casta.
17 AAA, Parroquia de Arica, 1634.
18 ANCH, Notariales de Arica, Vol. 8, pieza 15, foja 40v.
19 Ambos documentos también son de Archivo Notarial Arica, siglo XVII.

38
“Cargo de los pesos que entran en esta caxa real pro quenta de tributos de
mulatos y negros”20.
Como ya advertimos en el testamento de Lucas Martínez y en las
descripciones de los viajeros, paulatinamente la zona sur peruana se
habituó a la presencia de la población negra. En el mismo periodo, la
Corona otorgó más de trescientas sesenta licencias para el transporte de
esclavos desde África, transitando por el sur peruano cerca de ciento
cincuenta esclavos aproximadamente (Thomas, 1998, p. 102).
Una de las tantas vías que seguían los esclavos camino a Potosí, de acuerdo
a las fuentes de expedicionarios europeos trabajadas por Fernández, se
iniciaba en la costa de Guinea, luego se dirigían a Jamaica y desde este
punto a Portobello. Después se desplazaban a pie al puerto de Panamá,
donde volvían a embarcar camino al Callao, y de ahí nuevamente subían
a una embarcación para llegar al puerto de Arica. Estando las piezas de
esclavos ya en la ciudad, quienes seguían su rumbo hacia las minas de
plata de Potosí debían hacerlo a pie quedándoles todavía 150 millas de
camino. Se dice que este viaje duraba cuatro meses y que uno de cada
tres esclavos que embarcaban en Guinea perdía la vida en dicha travesía
(Fernández, 2011).
En 1629 el fray Benito de Peñaloza21 manifiesta que la entrada de esclavos
a Arica venia de puntos diversos y muy distantes. Por ejemplo, la población
esclava que entraba por el puerto de Buenos Aires estaba destinada a las
viñas de las Provincias de Charcas y Chile, pero las fuentes mencionan
que algunos lograban llegar incluso hasta a Arica (Peñaloza, 1629). Esta
mención demuestra que la vía de entrada de esclavos a Arica no solo era
por el Callao, sino también desde un puerto lejano como el de Buenos
Aires. Solo nos toca imaginar las penurias sufridas en la gran distancia
recorrida por los esclavos.
Años antes, en 1614, el Virrey Marqués de Montesclaros mandó levantar
un censo de la población del virreinato a su cargo. Curiosamente, este
importante acontecimiento no fue mencionado en sus memorias. Junto
con dicha omisión, se sabe que dicho censo careció de rigurosidad, sobre
todo con las poblaciones alejadas de los centros urbanos, además de la
exclusión casi total de la población indígena. Sin embargo, se describe

20 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1612.


21 A letter of Don John de MiramontesSuasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the
coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.

39
cuál habría sido la población de la ciudad de San Marcos de Arica y
poblados de su distrito. A saber:

410 eran españoles, peninsulares y criollos. 250 hombres, 160 mujeres.

1300 eran negros, bozales, criollos y libres pertenecientes a diferentes


castas22.

600 hombres, 700 mujeres.

46 eran mestizos, 20 hombres y 26 mujeres.

20 eran mulatos.

8 eran religiosos, 6 eran clérigos y 2 eran frailes (Cavagnaro, 1994, p.


113).

Siguiendo los reportes de Cavagnaro (1994), este investigador tacneño


entrega una serie de porcentajes que dan cuenta de la proporción de la
población negra en distintas ciudades del Virreinato del Perú. Arica,
poseía un 73% de población negra, la cifra más elevada si la comparamos
con la población blanca que solo alcanzaba al 23%.
A pesar que el número de esclavos llegados a la zona parecía ser funcional
a los requerimientos de las economías locales, en 1615 se menciona la
falta de mano de obra de origen africano, testimonio entregado en las
memorias del Virrey de Montesclaros (Wormald, 1966, p. 127). Tal
situación sería reparada a finales del siglo XVII a través de un acuerdo
o contrato celebrado entre el Consejo de Indias y la Compañía Real de
Guinea23, trayendo a América más de treinta mil negros, correspondiendo
al Perú doce mil esclavos, lugar donde debió haber salido un porcentaje
destinado a ésta zona del Virreinato (Wormald, 1996, p. 167).
El comercio de esclavos, conforme a lo que se pueda pensar, no desplazaba
a los indígenas como mano de obra clave para aumentar las arcas de los
encomenderos españoles. Cuando fallecía algún indígena, rápidamente
la mano de obra nativa era repuesta por negros que se dice existían en

22 Durante el periodo colonial las castas que emergieron del proceso de cruce entre los disantos
grupos humanos fueron: mulato, testerón, quearterón, quinterón, blanco or español común, sambo,
sambohigo, tente en el aire, salto atrás, mestizo real, chino, rechino or criollo y torna atrás. AGI,
Indiferente General, 1528. Citado por Cahill (1994, pp. 325-346).
23 Esta compañía que en el siglo XVII mantuvo relaciones comerciales satisfactorias con la corona
española, no así en el XVIII, la que aparece generalmente en los textos de historia como Compañía
de Guinea, de origen francés. En su periodo de mayor apogeo, otros textos mencionan que lograron
internar en América alrededor de cuarenta mil esclavos (Thomas, 1998, p. 227).

40
abundancia en las viñas y valles del Perú y por añadidura en Arica. Pero
en este circuito de comercio, los esclavos quedaban signados por haber
propagado muchos males infecciosos a los naturales como las viruelas y
otras que deprimían la mano de obra indígena. El fray Benito de Peñaloza
y Mondragón relata que los negros al venir desnudos después de tan largos
viajes (ver imágenes adjuntas), junto con atravesar tantos climas, traían
muchas enfermedades contagiosas que recaían y consumían a los indios
de las viñas, lo que repercutía en las ganancias de los encomenderos
(Peñaloza, 1629).

41
Distribución de los esclavos negros en una embarcación, siglo XVIII
Archivo General de Indias, Sevilla

42
Detalle de la distribución de los esclavos negros en una embarcación, siglo XVIII
Archivo General de Indias, Sevilla

43
En el valle de Azapa, en la hacienda de Gaspar de Oviedo, sitio donde
hoy se encuentran las dependencias del Museo Arqueológico San Miguel
de Azapa de la Universidad de Tarapacá, para 1661 contaban con los
esclavos Juan García Angola, Miguel Angola, Juan Biafara, Sebastián
Capatero Angola, Sebastian y Enrique criollos, Pedro Angola (regador),
Juan Cabecitas Angola, Cristobal Angola, Domingo “sordo biafara”,
Phelipe Mandinga, Simón Congo, Luis Balanta, Juan Matamba, Anton
Yumbo, Cathalina Angola, María Angola, entre otros esclavos venidos
desde África (Hidalgo, et. al., 1990). En la transcripción del documento
fechado en 1661, emerge la presencia de población negra al mencionarse
que en dicha hacienda existen 20 piezas de esclavos de edad variable,
entre los que hay “mossos” y aptos para el trabajo, junto a dos negras y
cuatro negros muy viejos y enfermos e impedidos para desenvolverse en
las faenas agrícolas. Estos últimos, según el contrato, se adjuntaban de
igual forma a los otros, a pesar de no tener valor porque pertenecían a esa
chacra y por estar inventariados.
En otro aspecto, Cavagnaro documenta la existencia de dos compañías
militares que se destacaron en la defensa del puerto, que era atacada por
los corsarios y piratas que azolaban los mares del sur. Una de ellas era
comandada por el Capitán Lerga y la constituían mulatos libres; y la otra,
de morenos libres, la dirigía el Capitán Núñez quienes se enfrentaron al
pirata Sharp en el año de 1681 (Cavagnaro, 1994).
En párrafos anteriores ya se ha mencionado que la vía natural de ingreso de
los esclavos para esta parte de América era el puerto del Callao, pero aun
así el número de esclavos que entraba por el puerto de Buenos Aires cada
año aumentaba “por más que se mande cerrar el dicho puerto, para que
por el no entren negros”, pero los portugueses los seguían llevando desde
Brasil y de Angola en Navíos que llamaban de arribada. Finalmente, esto
redundaba en una circulación de esclavos que sobrepasaba las fronteras
del Virreinato de la Plata y la gobernación de Chile, tocando las viñas y
valles cercanos a la ciudad de Arica (Fernández, 2011).
Un dato interesante es que, además del Callao24, Arica se articulaba como
un puerto importante de desembarco de piezas de esclavos destinados a
abastecer las demandas de Charcas. No obstante, los costos de traslado
de los afrodescendientes se fue incrementado; así, el viaje desde Panamá

24 Es importante decir, que el Callao era un puerto de mayor trascendencia que Arica. Sin embargo,
aunque este último fue un puerto secundario logró ser un vértice importante en el desarrollo de ciertas
economías andinas como, por ejemplo, Potosí.

44
hasta Arica implicaba costos que la reducida demanda de la zona no
justificaba25. Por otro lado, debemos recordar que durante el siglo XVII
se internó de manera ilegal a esclavos vía Buenos Aires, generando la
merma de la actividad portuaria ariqueña. Aunque la demanda seguía en
niveles bajos, la internación de negros sería más económica vía Córdoba
y Tucumán26. Para áreas más centrales del Corregimiento, como los
valles de Locumba y Sama, parece evidente que el puerto de Arica se
articulaba como puerta de ingreso básicamente por una situación de
cercanía geográfica.
Por su parte, Cavagnaro (1994) ha determinado que, durante el siglo
XVIII, algunos esclavos comprados en Tacna curiosamente provenían de
Santiago de Chile o de otras ciudades del Alto Perú. En ambos casos, el
centro de distribución era el Real Asiento de esclavos de Buenos Aires27.
También esta vía de ingreso (Buenos Aires – Santiago - Valparaíso y
luego hacia puertos del norte o también la ruta Buenos Aires – Tucumán
– Cajamarca – Potosí) puede haber sido una manera complementaria
para abastecer las necesidades de mano de obra de Arica y sus valles. Al
respecto, para el año 1798 se informa que:
Josef Antonio Mallagisa y por el a Don Vizente Ballon por el 2 por ciento
de alcavala que en los dias 25 y 28 de septiembre y en 5 de octubre del año
pasado se le exigieron sobre el valor de los negros bozales que condujo de
Potosi y vendió en este pueblo [Arica]28.

En este contexto, José de Moraleda y Montero recorrió las actuales costas


chilenas en 1785, indicando que alguna vez la ciudad de San Marcos de
Arica había sido opulenta, pero que ahora no era más que un mísero pueblo
con chozas, habitado por 80 vecinos de todas las castas, especialmente
“pardas”.
A fines de aquel siglo XVIII, por mandato del Virrey Francisco Gil al
Conde de Aranda, se realizó un censo en el virreinato, entregando cifras
más exactas de la población negra en el área del distrito de Arica (Hidalgo,
1986, p. 167). De acuerdo a estas cifras, solo en Arica había 1.294 esclavos.

25 Este dato, no hay afirmaciones definitivas debido al estado de los conocimientos del tema, pero la
hipótesis parece razonable. Crespo (1997) une su interpretación a la hecha por la alemana Inge Wolff,
quien ha estudiado temas negroides en Latinoamérica para periodos coloniales tempranos.
26 Importantes antecedentes sobre las rutas de ingreso de esclavos en la vertiente pacífica del
continente y el desarrollo de polos de distribución como Buenos Aires y su incidencia en el Alto Perú
y en Chile, en Vilar (1977).
27 Estos datos son recogidos Cavagnaro (1994, p. 117) del Archivo Nacional de Chile, Notarial Arica,
pieza 5, f. 233.
28 Cajas Reales de Arica, Tributos, año 1798.

45
Las otras cifras según el área del distrito eran:
Cuadro n° 1. Población del Distrito de Arica (1792)

“gente de
Indio Español Mestizo Esclavos Total
color libre”

Codpa 3753 160 3 3916


Arica 140 118 473 147 878
Tacna 4365 886 1056 262 429 6998
Sama 223 132 150 121 626
Tarata 2719 2719
Ilabaya 2033 291 357 17 164 2862
Ilo 45 54 83 430 612
Total 12870 1585 1877 985 1294
Fuente: Hidalgo (1986).

La categoría “gente de color libre” es una difícil de precisar, pero queda


claro que el concepto de “libres” remite a la categoría de libertos, una
referencia a negros, mulatos, pardos o zambos libres. El mapa racial de
los lugares censados plantea entonces evidentemente un cambio. Durante
los siglos XVII y XVIII, como sabemos, la población negra se habría
incrementado, sobre todo en zonas como Moquegua, Tacna y puntualmente
en Arica. Freizer señala para 1793 que el partido de Arica contaba con
1.650 blancos, 12.870 indios y mestizos, 1.294 negros y 2.962 mestizos
de negros. La diferencia en las cifras es que la mayoría de la población
blanca e indígena se encontraba en Tacna y en la sierra, y la negra y
mestiza de negros en el puerto ariqueño, lo que posee cierta consonancia
con los datos registrados posteriormente en los censos del siglo XIX. El
ariqueño Hipólito Unanue, quien llegará a ser presidente del Perú, fue uno
de los intelectuales y médicos peruanos que realizó una caracterización de
las diferentes castas que habitaban en el Perú, desarrollando la siguiente
descripción:

46
Cuadro n° 2. Conservación del color primitivo y regreso hacia él en sus degeneraciones.

“Enlaces Hijos Color Mezcla29

Varón Mujer
Europeo Europea Criollo Blanco (71)
Criollo Criolla Criollo Blanco (72)
Blanco India Mestizo Blanco (73)
Blanco Mestiza Criollo Blanco
1/2 negro 1/2
Blanco Negra Mulato
blanco (74)
1/2 negro 3/4
Blanco Mulata Cuarterón
blanco (75)
1/8 negro 7/8
Blanco Cuarterona Cuarterón
blanco
Blanco Cuarterona Blanco
Negro Indio Chino
Fuente: Unuane (1815).

Cuadro n° 3. Salta atrás o degradaciones del color primitivo.

“Enlaces Hijos Mezcla

(76) El negro criollo en


disposición de cuerpo y alma y
Negro Negra Negros
también en vicios, aventaja a sus
padres nacidos en Africa.

Negro Mulata Zambos 3/4 negro 1/4 blanco


Negro Zamba Zambos prietos 7/8 negro 1/8 blanco
Negro Zamba-prieta Negros 15/16 negro 1/16 blanco
Negro China Zambos”
Fuente: Unuane (1815).

29 Las numeraciones refieren a: “(71) Retrato de sus padres, corazón más suave, alma mas pronto y
penetrante; pero menos fuste en el pensar y obrar. (72) Retrato de sus abuelos, si han sido andaluces.
Si del norte de España pierde el rojo de las mejillas, el blanco algo se quibra y permanece así en las
generaciones siguientes. Suele retroceder en ellos sacando el pelo rojo y ojos azules del tronco de su
familia. (73) Mestizo. Habita por lo regular en las faldas de la sierra… Su color con blanco que tira
algo a amarillo, muchas veces blanco enteramente. (74) Pierde la robustez de sus padres. Su alma
adelanta infinito sobre la de los negros. Imaginación acalorada, lengua voluble, amor al lucimiento.
Haría procesos en la elocuencia y poesía si la educación auxiliara al genio… (75) Cuarterón y
quinterón adelantan en el color al mulato; pero pierden sus fuerzas.

47
El precio de la esclavitud
Una de las informaciones más recurrentes en los registros notariales y en
juicios de libertad, y por supuesto, en cartas de compra venta de esclavos,
fue el valor de éstos. El precio monetario significó desde siempre el
carácter que tendría este tráfico humano. Bien es sabido que el valor varió
según el destino del esclavo. Varió también según la procedencia de éste
y, por último, y muy relevante también, fue su característica física, sexo
y edad.
Lugares como el Corregimiento de Arica, eran considerados zonas
periféricas del Virreinato, y como se necesitaban esclavos no solo para
el trabajo en las haciendas, sino para todas las actividades que requería el
puerto, la aduana y las actividades de transporte y comercio con Potosí,
eran citados negros físicamente actos para las diversas empresas en las
cuales se insertaban en el puerto ariqueño y que poseían un alto precio.
También habría que señalar que dichos valores tuvieron mucho que ver
con las épocas de auge de la trata de negros, como lo fue el siglo XVII30.
Newson (2007), al estudiar el comercio de esclavos en Lima, examina
un caso en el cual analiza la situación de los precios de los esclavos y
los vincula al contexto de Arica. Su trabajo puntualmente describe que:
las remesas de esclavos del comerciante Manuel Bautista Pérez llegaban
en marzo o abril, y ya a fines de agosto, había vendido casi el 90%. Los
esclavos sobrantes eran enviados al sur para ser vendidos en Pisco, Arica
o Moquegua entre octubre y noviembre. Algunos estaban en buenas
condiciones de salud, pero otros eran generalmente esclavos de baja
calidad, enfermos o débiles, provenientes en su mayoría de Angola o de
Alta Guinea, los que se vendían muy bien en estas zonas. Pérez tenía a
su cuñado y al hermano de éste, García Báez Enríquez y Simón Báez
Enríquez respectivamente, trabajando para él, pero también tenía un
agente, Manuel de Acosta, situado en Arica.
En 1628 Simón Báez Enríquez recibe detalladas instrucciones de Pérez
sobre el transporte y venta de 50 esclavos. También estaba instruido
para estar atento a cualquier defecto psicológico que pudieran tener los
esclavos, lo que podría provocar que los devolvieran. De estos esclavos
vendió pocos en Pisco, porque pensó que podría hacer mayores ganancias
en Arica. Para prepararse para el viaje, adquiere provisiones como maíz,
pescados, carne y otros alimentos, también agua, asegurándose de gastar

30 Especialmente el siglo XVII fue notorio en el Reino de Chile, pues el número de afros, como lo
plantea Vial (1957, p. 32).

48
lo menos posible, cuidando del mismo modo, que los esclavos no viajen al
sol o coman alimentos que podrían hacerles daño. Al parecer, los esclavos
viajaron por tierra a Pisco y desde ahí por mar hacia Arica (Newson, 2007,
pp. 225-232). A pesar de los costos adicionales de transporte y mantención
antes de la venta (que sumaban cerca de 25 o 40 pesos por esclavo), los
que se entregan en las regiones del sur, no siempre costaban más. En 1625
el precio promedio de 44 esclavos vendidos en Pisco, Arica y el valle de
Sama, excluyendo 3 jóvenes, fue de 540 pesos, que puede ser comparado
con el precio promedio en Lima de 567 pesos. El costo adicional por
transporte fue consignado hasta avanzado el siglo XVIII, tal como se
registró en Arica:
En seis de octubre de mill setesientos setenta y quatro rreales nos
hassemos cargo de quinientos setenta y seis pesos de a ocho que tocan a
su magestad por el comisio de doz negros bossales hecho en la Ciudad de
Arica pertenecientes a Don Antonio Quadros que venian fuera de partida
de registro en la fragata nombrada El Fuerte. Los quales se vendieron
en publico remate en esta Ofissina en cantidad de setesientos seis pesos
como consta de loz Autos que se siguieron y se tiene remitidos al superior
gobierno de estos reinos de cuia cantidad principal se dedugeron ciento
treinta pesos de sus costas prosesales, gastos que ocassionaron dichos
negros en su manutension y condusion a esta caxa31.

Como sea, el valor promedio variaba asegún costos de transporte,


manutención o el lugar y el origen étnico de los esclavos. Esclavos de
cualquier origen eran consistentemente más caros en Pisco que en
Lima, porque la diferencia de precios incluye los costos adicionales de
transporte. Aquí, esclavos angoleños son comparablemente más caros que
los esclavos de Alta Guinea (Newson, 2007). Esto probablemente refleja
dos cosas: la tarea en la que iban a ser empleados y la calidad de los
esclavos. La diferencia en el valor indicaría, al parecer, la preferencia por
los esclavos angoleños para los trabajos agrícolas (Newson, 2007). Aunque
solo existe información fragmentada disponible sobre la ocupación de
los compradores, muchos eran chacareros, quienes seguramente los
emplearon en sus cultivos de vino, azúcar y cereales (Newson, 2007).
Por otra parte, el bajo precio de los esclavos de Alta Guinea parece tener
relación con su pobre calidad. En 1625 el precio promedio de esclavos
angoleños vendidos fuera de Lima fue de 563 pesos, de Alta Guinea 525
pesos y aquellos de la Costa Dorada -Ardas y Cavalís- 516 pesos.

31 Cajas Reales de Arica, Tributos, año 1774.

49
Ahora, volviendo a los esclavos vendidos en los valles de Pisco, Sama y
Arica, siete de los 44 negros tenían problemas psicológicos o le faltaban
algunos dedos de las manos o los pies, o tenían alguna hernia o “tiña”,
y dos de esos estaban en edad de treinta años, siendo relacionados con
esclavos de Alta Guinea. De todos modos, esa era la diferencia de precios
en Pisco y Arica. En contra de los consejos de Simón Báez Enríquez, en
esa ocasión los esclavos enviados eran de menos valor en Arica a pesar
de los costos adicionales por el transporte (Newson, 2007). El siguiente
cuadro describe dicho panorama:
Cuadro n° 4. Promedio de precios por esclavos vendidos en Lima y sur del Perú 1625 a 162632

Precio en Precio en
Precio Precio Precio
Promedio Pisco y Arica y
en Lima en Pisco en Arica
Precio 1626 Chincha Moquegua
1626 1625 1625
1626 1626

Mujeres de
535 (39) 526 (34) 594 (5) - 578 (2) 540 (2)
Angola

Hombres de
549 (94) 519 (65) 602 (15) 564 (14) 625 (1) 553 (3)
Angola

Mujeres
mayores de 556 (37) 562 (33) 600 (1) 493 (3) - 570 (1)
Guinea

Hombres
mayores de 594 (77) 599 (68) 616 (5) 479 (4) 618 (2) 557 (8)
Guinea

Fuente: Newson (2007).

Los precios son muy similares tanto en la capital del Virreinato (Lima)
como en Arica, independiente de las características físicas, la proveniencia
o los gastos por transporte. Dichos criterios eran equivalentes no sólo para
los negros que eran traídos desde Guinea o Angola, sino que también para
los del Congo. Al respecto, en 1669 un oficial hispano indica que en Arica
“tiene por sus bienes muebles un negro congo llamado Agustin que costo
quinienttos y sinquenta pesso y se compró”33.

32 ANHS VM 77-II fols. 138-139 venta de los negros en Arica 1627. Excluyendo los jóvenes, en
ese año el precio promedio de los angoleños era de 579 pesos y por los esclavos de Alta Guinea 573
pesos. Cinco tenían dientes menos, uno una hernia, uno era sordo y tenía un brazo roto y uno era ciego
de un ojo. Citado por Newson (2007). Nota: la tabla incluye solamente a esclavos adultos y aquellos
cuyo origen étnico es conocido. Los Precios están en pesos y los números de vendidos están dados
entre paréntesis.
33 Archivo Arzobispal de Arequipa, Capellanías, Arica, año 1669.

50
Los criterios de compra y venta de esclavos fueron similares para todas
las colonias americanas y tuvieron que ver con criterios físicos, edad y
sexo. Por lo demás, este tipo de selección ya se hacía desde las costas
africanas, asegurando solo el traslado de mujeres, niños y hombres lo
suficientemente resistentes al largo viaje a América (Newson, 2007).
La forma de acceder, por ejemplo, a la condición de liberto a través de
mecanismos legales, por supuesto, se observa en muchos casos al haber
tenido conciencia y conocimiento de que poseían un valor monetario
determinado. Más aún, esta situación se expresaba claramente cuando
los valores no coincidían entre los involucrados, es decir, la diferencia
de valores en las piezas de esclavos según su origen y condición. Las
situaciones fueron graves en momentos donde no se cumplía parte de lo
pactado y los esfuerzos de años se olvidaban tras el despotismo de los
amos. Cuando un negro o negra libre reclamaba por la libertad de otro,
pagando lo estipulado en actas notariales o público remate, toma relevancia
lo importante que debe haber sido pagar una cantidad de dinero, que para
ese momento solo podían hacer familias con cierto poder monetario.
El justo avalúo debió costar para un esclavo o esclava muchísimo tiempo
y cicatrices. Un amo maltratador aun cuando estuvo obligado por ley a
responder monetariamente por sus excesos, fue una norma poco practicable
y como ocurrió con otros deberes de los amos frente a sus esclavos, esta
terminaba siendo “letra muerta”.
Existieron casos excepcionales en los que los amos tomaban la iniciativa
para la liberación de sus esclavos, aunque ese acto fuera su último deseo
en vida. En 1628 fallece Doña Isabel María, dueña de una hacienda en
Azapa, en su testamento la cede a su segundo marido el capitán Juan de
Toledo y Tavira, más la obligación de cancelar 250 pesos que se debían a
las cajas reales, para continuar con la liberación de las esclavas Magdalena
e Isabel y así hacer la voluntad de la difunta (Cavagnaro, 1994).
Ser individuos sanos, sin enfermedades, bien alimentados y bien tratados
solo debieron ser motivos de materias en códigos y ordenanzas reales, en
algunos casos aplicadas en Cabildos. A modo de complemento, se presentan
los valores de tasación de los esclavos y esclavas en el Corregimiento de
Arica:

51
Cuadro n° 5. Precios de los esclavos en el distrito de Arica (siglos XVII – XVIII)

Sexo año precio Descripción

Femenino 1742 $500 Tiene hijos. Arica.


Pide ser tasada por la corona. Es manumitida.
Femenino 1717 $600
20 años. Tacna.
Valor que pagarían por ella, 30 años. Casta
Femenino 1655 $450
Angola. Arica.
Madre $350/ hijo
Madre e hijo 1813 32 años e hijo de pecho. Tacna.
$50
Criolla de Cartagena de 30 años y mulatillo de
Madre e hijo 1659 $1070 por ambos
5 meses. Arica.
Femenino 1771 $500 Negra criolla, Tacna.
Femenino 1771 $125 Zamba criolla, Tacna.
Femenino 1771 $300 Esclava criolla. Tacna.
Femenino 1708 $400 Mulata esclava, 10 años, Arica.
Masculino 1655 $650 Casta congo. Arica.
Masculino 1659 $700 Criollo de España. Arica.
Masculino 1779 $400 Esclavo. Tacna.
Masculino 1707 $325 Esclavo parte de una venta de hacienda.
Masculino 1694 $500 Esclavo mulato
Fuente: Archivo Judicial Arica (Briones, 2009).

Como se observa, los valores de tasación son los que se conocen también
para el resto de la América colonial. Los hombres siempre fueron de valores
más elevados, aunque la edad y enfermedades hacían variar el precio. Las
mujeres en edad fértil también tenían un valor distinto a las más maduras,
así como también el valor variaba cuando se trató de niñas, como de las
edades que se observan en el cuadro n° 5. Cavagnaro (1994) agrega otras
variables a considerar a la hora de tasar la pieza como la pureza de sangre,
sexo, salud, condición de bozal o criollo, bautismo y manejo de algún oficio,
haciendo que la relación de ellas modificara el valor de la pieza, oscilando
entre 300 pesos y 800 pesos cuando se trataba de mayores de edad.
Aquellos que tenían problemas con la ley y/o conductuales también
supusieron valores distintos, aunque se seguía privilegiando la edad y la
buena “contextura”. Estos eran puestos en remate fuera del lugar donde
habían delinquido. También la procedencia podría haber influido en el
valor de estos esclavos; como provenir de otras ciudades del virreinato,
ser bozal o traídos de España, por ejemplo:

52
Cuadro n° 6. Síntesis de precios por esclavos

Precio esclava (promedio) Precio esclavo (promedio)

Cartagena de Indias Entre 250 y 500 pesos Entre 300 y 400 pesos
Lima Entre 400 y 600 pesos Entre 350 y 600 pesos
Arica Entre 300 y 600 pesos Entre 400 y 700 pesos
Cifras aproximadas considerando edad, tachas, condición bozal o ladina.

Estos precios irán cambiando según las edades de los esclavos y esclavas.
Los valores eran distintos para un esclavo o esclava bozal o ladina. Por
ejemplo, en 1690 “el capitan Santiago de Mendia por la alcavala de
cetecientos sesenta y cinco pesos en que bendio un Negro nombrado
Juan de casta Congo a Don Francissco Portocarrero”34. En 1711, Pablo
de la Urnaga vendió a Diego Murillo “un negro nombrado Joseh de Catta
congo” por 550 pesos35. Aquél año, Geronimo Segarra vendió “por la
alcavala (…) un negro muleque” por 500 pesos36.
En el caso de las mujeres el valor era mayor considerando, como lo he
mencionado, por su potencial reproductivo. Estos valores considerados para
el siglo XVI, serían incrementados a fines del mismo, fundamentalmente
por la supresión de la trata oficial y cancelación de régimen de asientos37.
En la ciudad de Tacna en 1669 se registró una suma alta por el valor de
un esclavo, cancelando “ochocientos pesos que pagó este dia en esta real
caxa don Antonio de Andrada y Moscoso por mando de Alonso Fernandez
Lotero en que vendió un negro a Lucas Quijada por escritura ante Don
Feliz Menendez en este del pueblo de Tacna”38. Ese mismo año en Arica
Juan Ramírez canceló 280 pesos por el “alcavala de siete mill pesos que
a vendido de vino de su haVienda del valle de Chaca en quatro años que
se cumplieron este dia y los diez y seis pesos restantes por por el alcavala
de quatroVientos pesos en que compró un negro a Francisco Romero”39.
A diferencia de los esclavos negros llegados directamente desde África, los
cuales eran llamados con nombres hispanos e indicando la región o zona
procedencia (p. ej. “Miguel Angola”), los mulatos bautizados recibían

34 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1690.


35 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711.
36 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711. El “Muleque” era un esclavo africano entre siete y diez
años de edad.
37 Las cifras presentadas para Lima y Cartagena son trabajadas por Vila (1977, pp. 222-224).
38 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.
39 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.

53
nombres hispanos con advocación católicas (Santos, etc.) o llevaban el
apellido del amo o patrón. Así, en 1688 Pedro Piñero pagó 300 pesos por
el mulato “Antonio de la Cruz”40. Juan de Sosa en el año 1690 canceló
600 pesos a María Ramírez por “un mulato nombrado Juan de Dios”41.
Del mismo modo, los esclavos mulatos eran transados en el mercado por
precios similares a los negros bozales, dependiendo de sus características
físicas. Por ejemplo, en Arica en 1696 el mulato Juan de Valencia fue
vendido en 800 pesos, tal como se detalla a continuación:
Doña Ysidora Lopes Machado por mano del Capitan Pablo Domingues de
Aguilar por la alcavala de ochocientos y cinquenta pesos en que la dicha
vendio un mulato nombrado Juan de Balencia al dicho Pablo Domingues42.

Mujeres esclavas también fueron vendidas en Arica a los valores


promedio que el mercado esclavista establecía y en la cual participaban
administradores de la Corona hispana como hacendados locales. En 1669,
Felipe Martín Valero dio pagó a la Caja Real de Arica la suma “quatroVientos
pesos en que dio libertad a una negra su esclava”, cancelando además a
Juan Arias Maldonado “seisVientos pesos en que compró un negro”43. En
1711 Josefa Cornejo pagó al capitán Simón de Carranza 400 pesos por una
mulata llamada “Biviana”44. Para 1718 Sebastián Beltrán Lucero compró
por 1.100 pesos un “negro y negra sin bautizar” a Thomás Osorio. Ese
mismo año, Francisca de Saravia por 500 pesos a una negra cuyo nombre
era “Thereza”45. También se informa la venta por otras 4 esclavas negras
y María que era mulata a diferentes hacendados y señoras españolas
avecindadas en el distrito ariqueño46. En 1728 hallamos documentación
de la venta de “tres negras sin baptisar vosales” por una suma de 1.400
pesos y una mulata “nonbrada Luisa” por quien se pagaron 500 pesos47.
Durante los siglos XVII y XVIII los valores se mantendrían aun cuando
la trata ilegal haría bajar los precios en algunos lugares de América,
especialmente donde el tráfico ilegal o contrabando desde Buenos Aires
(ruta continental) hacia el pacífico tomaba fuerza, considerando la zona
central de Chile y zonas del Alto Perú. La demanda creciente de esclavos
como mano de obra, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII

40 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1688.


41 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1690.
42 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1696.
43 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.
44 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711.
45 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1718.
46 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1718.
47 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1728.

54
hizo que los precios tendieran siempre al alza, situación que fue continua
en toda América colonial. La demanda sostenida de mano de obra esclava,
se vinculaba esencialmente a la apertura de nuevos horizontes mineros y
mayor necesidad de productos agrícolas, sumando a ello la supresión de la
trata esclavista por conflictos bélicos (Mellafe, 1964, pp. 68-69).
El comportamiento de los esclavos mientras estaban en servidumbre, perfiló
el éxito del próximo traspaso en una venta, a un buen precio, suponiendo
que el valor invertido en “la pieza” equivaldría también a un buen trato,
por lo tanto asegurar durante un tiempo “la sobrevivencia”. También, el
vender a la madre con su hijo, fue desde un punto de vista humanitario,
el resguardo de la vida, pero desde el ángulo mas “mercantil”, la criatura
sería una futura pieza de servicio. Además, una negra amamantando a
su propio hijo, serviría como nodriza, que fue uno de los más conocidos
quehaceres de la mujer negra esclava y libre (Briones, 2009).
Algo interesante sobre el comercio de esclavos se da por la declaración
sobre la casta, el oficio, las enfermedades, o vicios, si los tuviere la pieza,
por parte del vendedor a sus compradores. Lo anterior se demuestra
cuando Gonzalo de Ríos vendió a una negra de 30 años, borracha, ladrona,
huidora y enferma a 270 pesos de buen oro en 1564. En ese mismo año
Martín Bilbao vendió a Luis Pérez un negro borracho, ladrón, enfermo y
criollo de 16 años en 200 pesos (Wormald, 1966)48.
Sobre las enfermedades, Gallego (2005) sostiene que en general eran el
peor final para los esclavos, pues suponían una carga que nadie deseaba
enfrentar. Como ejemplo, señala la situación de “la negra Teresa, de San
Marcos de Arica”, a quien:
le salió un bulto debajo del pecho, que la hizo inútil cuando tenía sólo
diecisiete o dieciocho años, y lo primero que hizo el amo fue pedir la
redivitoria de la esclava al que se la había vendido, o sea, la anulación de
la compraventa (Gallego, 2005).

48 Hipólito Unanue describe como sigue la dependencia alcohólica de algunos negros en las
plantaciones de caña de azúcar: “Tambien el guarapo puede considerarse como una de las cosas que
sustentan á los negros de las haciendas dé cana; pero quando estos usan con abundancia del melado, ó
guarapo dulce, se lés llena la cútis de sarna. La chicha hecha de la harina del huinafo: esto es del maiz
que con la humedad se ha hécho germinar y luego se ha secado y molido, estando bien fermentada
y depurada, es mucho mas sana y nutritiva què el guarapo, y que las cervezas de los otros granos
(Unanue, 1815, p. 163).

55
También existen referencias a las creencias y las formas en que los
esclavistas las reprimían. Sobre los suicidios y las prácticas impulsadas
para impedirlos, se decía que:
Acuérdome haber leído, que para impedir en las islas de barlovento los
freqüentes suicidios, que executan los negros africanos volviendo la punta
de la lengua y tapandose la resporacion, proyectó un francés hacerlos
pedazos á azotes, luego que aparecían algunos indicios de este intento.
Los negros quando se ahogan creen van á pasar á su suelo pátrio, y los
aotes eran para que teniendo vergüenza de aparecer maltratados delante de
sus paisanos, no pensasen en visitarlos (Unanue, 1815, p. 19).

De igual manera, se enfatiza en la “inclinacion á la música”, pues “de


quanto cae en sus manos hacen un instrumento hermónico, y si solo
encuentran una quixada de burro ó caballo, la baten, y saltan á sus sonidos”
(Unanue, 1815, p. 173).
Labores y oficios entre negros
La problemática que significó la escasez de mano de obra, requirió
buscar otras alternativas. La mano de obra esclava negra se constituyó en
América como el gran refuerzo humano para la implantación de sistemas
productivos a gran escala, como lo ocurrido en América del Norte,
áreas del Caribe, Brasil y en general la costa pacífica del continente sur
americano, fundamentalmente tropical. Así ocurrió en otras zonas donde
la demanda no era masiva, pero la necesidad de mano de obra más segura
y eficiente requirió de las mismas medidas. El mutuo y difícil diálogo
entre indígenas y españoles, y el especial maltrato del español tanto físico
como moral hacia la comunidad indígena, la reticencia del mestizo para
trabajos donde la fuerza física era importante, el esclavo negro mostró sus
mejores cualidades.
En general, por su situación y absoluta dependencia, el esclavo negro
solía ser más manejable. Llegaba a ocupar en algunas ocasiones según su
desempeño y buen rendimiento cargos de confianza, que para los amos
era difícil encontrar en otros estamentos sociales. Otro antecedente es
aquel que dice que fueron utilizados en trabajos que requerían una mayor
especialización, llegando muchos de ellos al momento de ser manumitidos,
desarrollar ciertos oficios muy valorados en la Colonia.
Sin embargo, la otra cara de la moneda da testimonios de una vida de
esclavitud llena de abusos, excesos y humillación. En un escenario de
dominación, las mujeres sufrieron toda clase de maltratos por parte de
propietarios o amos. Tal como ha consignado Briones (2007), las causas

56
judiciales reiteran la sevicia de los amos con las esclavas. Por ejemplo, en
1799, la zamba esclava Simona Menéndez de 34 años, solicitó su libertad
tras varios años de malos tratos, pues su amo la estuvo “ostilizando y
maltratando continuamente a mi persona”. La zamba señalaba que el
padre de sus cuatro hijos era el propietario a quien servía:
Primeramente el primero don Manuel si saue le consta o ha oido decir que
el referido su hijo Don Matías tiene en mi dos hijos y si ha estos los han
reconocido uno y otro como tales. En segundo lugar, declare dicho Don
Matías como hijo de familia con licencia y asistencia de su padre Don
Manuel si es verdad que si tiene en mi dos hijas naturales si este las ha
reconocido y tratado siempre como tales: si antes de haverlas me prometio
dar todo alibio, otorgandome libertad al hijo o los hijos que tuviese del
mismo49.

Un caso similar sucedió en Tacna en 1741, cuando Francisca, zamba


esclava maltratada por su amo, señaló que:
que el dicho mi amo tubo asseso carnal conmigo lo que en mi fue
ynhevittable por la presion de la esclavitud en que estaba y como tal
sujeta y cautiva a su voluntad y viendome mi ama preñada se dio por mas
agraviada y crecio en su animo la cruel colera50.

Esta relación hispano-negra es la más conocida por la historia, y fue tan


real como aquel negro “empleado de confianza” o como el “caporal” en
los yungas bolivianos. En comparación con el indígena, era considerado
menos vicioso y menos peligroso, por lo tanto más confiable, pero al corto
tiempo de convivencia, los códigos de marginación y percepción hispana,
fueron siendo los mismos que los usados para la población indígena. En
cierto modo, la resistencia pasiva o activa, sabotaje en los lugares de
trabajo, huidas masivas o individuales, uso de mecanismos legales ante los
malos tratos, etc. hicieron que la idea del “buen salvaje” se transformara en
el “bárbaro primitivo”. Esta última idea, quizá no haya sido tan mecánica
como la planteo. También ocurrió lo contrario. El esclavo negro por su
condición de tal, al ser tratado como objeto con valor monetario, significó
ya un desvalor en lo humano y solo una valoración en su utilidad y beneficio.
Esto iba acompañado del obsesivo valor del concepto “civilización” de la
época, dejando a todos quienes no habitan el viejo continente – África y
América- en la “conjura vándala” (Hurbon, 1993, pp. 34-35).

49 AJA, legajo 113, pieza 2, f. 1v. Citado por Briones (2007).


50 AJA, legajo 196, pieza 5, foja 1v. Citado por Briones (2007).

57
El esclavo negro desde su llegada a América fue tratado como un salvaje
carente de conciencia y necesidades. Sus bondades físicas fueron tratadas
como el beneficio de lo primitivo, y en la medida que la obediencia y la
suavización de las pasiones humanas y el vicio se presentaran, éste bárbaro
carente de conciencia sería tratado como el “buen salvaje”.
Desde este escenario, que los obligaba a una sobrevivencia muchas veces
inhumana y a un trato en la mayoría de las veces déspota, desarrollaron
labores según sus habilidades demostradas, condición física, edad, sexo,
etc. Mellafe (1964, pp. 75-77) sostiene que hubo ocho escenarios o espacios
donde los esclavos desarrollaron su condición de tales: “Agricultura, ya
sea de subsistencia o agricultura tropical de exportación. Esta última
fue la que requirió en mayor número, mano de obra esclava; servicio
doméstico; maestros y oficiales de diferentes oficios; órdenes religiosas;
transporte marítimo y terrestre; organismos estatales, para el trabajo de
obras públicas de importancia; particulares que arrendaban a sus esclavos
por años, meses o días; cabildos u hospitales para el trabajo más pesado;
pregoneros y porteros de los mismos; adquisición de esclavos por parte de
indios de cierto rango social y poder obviamente, económico”.
Un espacio que debe ser tratado con especial reparo, es el servicio
doméstico, que se constituyó en uno de los espacios por excelencia
ocupado por mano de obra esclava desde comienzos de la vida colonial
en América. Si bien, parte como una prioridad de la clase acomodada para
atender sus necesidades cotidianas, rápidamente se masifica en la sociedad
colonial la posesión de esclavos negros como un elemento decorativo y
signo de status. Ya no sólo es una opulencia necesaria, sino además un
importante agregado mobiliario al estándar de vida exigido a la clase
acomodada (Briones, 2009).
En la documentación trabajada la especificación de sus labores no muy
a menudo es explicitadas. Sin embargo, podemos encontrar a cocineras,
torneros y aprendiz de sastre51. Para el resto de la documentación,
suponemos que las labores domésticas fueron el espacio más común de
trabajo. Por lo menos, en los juicios revisados, las labores domésticas
son las frecuentes, y en su mayoría correspondían a mujeres esclavas. La
agricultura en los valles también necesitó mano de obra negra, tal como
se lee en algunos testamentos o escrituras de ventas, que junto con las
haciendas iban también los bienes muebles, más el grupo de esclavos.

51 Estas especificaciones aparecen para el siglo XVII en los Notariales de Arica.

58
Según el tipo de hacienda podemos suponer el tipo de trabajo realizado
por los esclavos, como por ejemplo en la venta de una hacienda en la
quebrada de Cinto, donde se especifica que son tierras para viñedos, con
8.504 cepas, y con el trabajo de 5 esclavos52.
En Arica ciertos oficiales reales se quejaban que solo existían marineros,
verteros, tenderos y arrieros, actividades que los distanciaban de las faenas
agrícolas propias del valle, debido a que ellas poseían mayor dinamismo
entregándoles otra categoría sobre todo a los libertos (Urzúa, 1957).
De acuerdo a la documentación, el ámbito de lo doméstico aparece como
el espacio más recurrente de servidumbre. En lo doméstico también podría
incluir aquellas tareas agrícolas de poca envergadura, sobre todo pensando
en pequeñas unidades de producción, que fueron las mayoritarias en la
zona. Pero, por otro lado, aunque de manera aislada, el desarrollo del
oficio, de la especialización en algunas tareas, irían también apareciendo
como espacios donde el negro esclavo o libre ganaría ciertos privilegios,
no solo materiales sino también de carácter social. Vale la pena señalar, por
ejemplo que en 1659 se hace una venta de un negro, criollo de Cartagena,
Joseph Amargo, de 25 años, quien siendo oficial de tornero era entregado
con “toda la herramienta que tiene del dicho oficio”53. En el mismo año,
se relató la formación que entrega un maestro del oficio de sastrería, Juan
Isidro Pradena, a su alumno Andrés de Quiroz, mulato libre de 14 años,
hijo de morena libre. En el documento se lee: “y el segundo año, le a de
dar un bestido de paño de quito, un sombrero, medias y capeta[¿] y mas
tijeras para que trabaje como oficial”54.
En otro plano, hubo negros que accedieron a cargos oficiales al interior
de la comunidad colonial local. Hacia finales del siglo XVII, se decía que
“Francisco Congo que ace oficio de Pregonero se dio el primer pregon al
oficio de Thesorero oficial real de san marcos de arica”55.
Asimismo, pero llamativo por lo cuestionable que podría resultar, dos
negros libertos a principios del siglo XVII llegaron a “desempeñar las
funciones judiciales que estaban a cargo de los alcaldes ordinarios” en el
puerto de Arica56. Dicha elección a manos de un Corregidor y un Cabildo
compuesto por hombres blancos, se tornó un asunto extraño o poco común.

52 ANH, Notariales de Arica, 1771, vol. 27, pieza 1.


53 ANH, Notariales de Arica, 1654, vol. 5, pieza 25, f. 32v.
54 ANH, Notariales de Arica, 1659, vol. 5, pieza 27, f. 36r.
55 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1682-1686.
56 Revista del Archivo General de Buenos Aires. Imprenta del Porvenir, Buenos Aires, 1869.

59
De acuerdo a la información, en 1620, el singular acontecimiento quedó
registrado en “las actas capitulares del Cabildo de la ciudad”, cuestión
que se deduce de la provisión (decreto) que manifiesta el conocimiento
y rechazo de tal suceso por parte del Virrey del Perú. Puntualizando, el
Alguacil Mayor propietario de la ciudad de Arica, el Capitán Antonio de
Aguilar Belicia, es quién denuncia el nombramiento de estos jueces tan
particulares para la época. De Aguilar manifestó que tanto el Corregidor
como el Cabildo actuaron sin la orden y mandato de Francisco de Borja
y que el nombramiento fue justificado por las dos instituciones indianas
para “que haya más justicia” pero que en realidad “son un perjuicio para la
república, porque se aúnan con los negros cimarrones y delincuentes” que
en libertad realizan muchos agravios a la ciudad y sus vecinos57.
Los dichos del Alguacil destacan una cualidad que siempre ha girado en
torno a los negros libertos, en forma de un aura de desorden y falta de
moral, de relajo en sus costumbres, que normalmente siempre han sido
fuente para la construcción de historias caóticas que tuvieron finales
trágicos, donde la influencia libidinosa llevó a más de alguno o alguna al
infierno. En efecto, el Alguacil “pide y suplica [al virrey) mande darle su
Provisión para que luego se quiten las varas a los negros que las trugeren y
que no se nombre otros hasta que por el gobierno otra cosa se les mande”.
Esa suplica tendrá eco en el príncipe Francisco de Borja, que mandatado
por el Virrey Joseph de Cáceres y Ulloa, el 22 de mayo de 1620, extendió
la Provisión que multaría con mil pesos de oro al Corregidor y Cabildo
si nombran nuevamente como alcaldes a negros sin su autorización, por
tanto prohíbe y revoca el “nombramiento de alcaldes negros que se haya
hecho en la dicha ciudad de Arica, sin Provisión y orden del gobierno,
para que no se use dél en manera alguna”. La Provisión dará cuenta que el
suceso es muestra de ciertas “conjeturas poco favorables a la moralidad de
los blancos de aquella ciudad”, que lógicamente influidos por la presencia
negra han llegado a estas “aberraciones”.
Sobre esta llamativa situación, Ricardo Palma (1877), advirtió que estos
dos jueces lograron ser nombrados producto de una serie de desavenencias
y “grave litijio que había (…) entre el Corregidor y el Cabildo de Arica de
una lado, y del otro el Capitán don Antonio de Aguilar Belicia” (Palma,
1877). Se decía que el Alguacil era hombre díscolo y que sus humos estaban
más bien cercanos a la aristocracia que a su verdadero origen, de ahí que
se le acusaba de pretender los cargos públicos para su familia. La historia

57 Ídem.

60
se habría iniciado a fines de 1619, cuando quedan vacantes dos varas de
alcaldes en el Cabildo. Ante esta oportunidad de proveer a sus parientes de
tan prestigioso puesto, de Aguilar solicitó al Corregidor “su auxilio para
salir airoso del empeño; pero su Señoria que, no sabemos el porqué, le tenía
tirria o enemiga, lo desahucio clarisverbis”. Lo dicho desató las pasiones y
chismes entre la población (Palma, 1877). Para enero de 1620, el Cabildo
se reunió para evaluar la situación, momento en que el Alguacil intentó
comprar los votos de los cabildantes, que se concertaron con el Corregidor
para dar una lección a la actitud soberbia demostrada por de Aguilar. El
resultado: la elección de dos negros naturales de Arica “por su buen porte,
religiosidad, riqueza, despejo de injenio y prendas personales”, uno de
apellido Anzures y otro del que no se tiene referencia (Palma, 1877).
Los alcaldes negros electos asumen sus funciones y no hacen sino otra
cosa que aplicar justicia. El enfurecido Alguacil parte de forma inmediata
a Lima en la búsqueda de su desagravio, y después de insistentes gestiones
vuelve a Arica con un Decreto o Provisión en sus manos, cuyo contenido
ya conocemos por los párrafos anteriores. Esa Provisión trajo molestias
en la población, pero los alcaldes negros lograron apaciguar los ánimos
y dejaron sus cargos. Anzures y su compañero formaban parte de una
población negra que bordeaba los mil esclavos y que se ubicaban en Arica
y en el valle de Azapa. Debe sumarse a unos cien negros libres y “algunos
de estos habían alcanzado a crearse una modesta fortuna y merecían
afectuosas consideraciones de los blancos” (Palma, 1877).

Referencias Citadas
Fuentes
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64
AFRODESCENDENCIA Y REGISTROS DOCUMENTALES
COLONIALES PARA EL CORREGIMIENTO DE ARICA1*
Viviana Briones Valentín2

Introducción
La presencia afrodescendiente esclava y/o libre en el Corregimiento de
Arica entre los siglos XVII y XVIII, puede resumirse en un ir y venir
de resignaciones y resistencias. La vivencia de la resignación habría
tenido que ver con procesos de adaptación, donde se aprendió a vivir en
la exclusión social, en el desarraigo, en la conmiseración de amos y en la
violenta y obligada condición de esclavitud.
La resistencia por otro lado, se habría vivido de diversas maneras, desde
los alzamientos más violentos, huidas y cimarronaje (expresiones claras
en otras áreas de América colonial), hasta la íntima, silenciosa, definida y
única certidumbre de que el gran enemigo era el amo. Esto último, toma
relevancia cuando el silencio se transformó en una abierta acusación,
reclamo y única vía que aseguraba la supervivencia física y espiritual3, y
es lo que vemos notoriamente en el Corregimiento de Arica.
Las cartas y peticiones de libertad, fueron un reflejo de esta tensión. La
formalidad de los reclamos, la presentación de hechos, el cumplimiento de
las normas jurídicas, la presentación de terceros y testigos y un lenguaje
breve y claro, pero a la vez persuasivo, nos acercan a la idea de que esta
resignación se transformó en una explicita resistencia, cuyo objetivo fue
desvincularse de la dependencia de un otro, para lograr la tan anhelada
autodeterminación del cuerpo y de la vida.
La resistencia se alimentaba en una especie de vía crucis, la libertad
era pensada quizá por años, planeada una y mil veces, imaginada en
silencio tras cada castigo, un espejismo reforzado tras cada mal trato. La
frustración de años llegaría a su fin a través de los procesos judiciales
que en este artículo revisaremos. Fue el esfuerzo por pasar de “objeto” a

1* Este trabajo se ha realizado en el marco de la ejecución del proyecto FONDECYT Nº 1100132.


2 Universidad Técnica Federico Santa María, Santiago, Chile.
3 Dockés (1984) plantea que este ir y venir entre resignación y rebeldía se articuló como una verdadera
ideología que habría marcado toda la vida de las comunidades negras en América. También reconoce
que ésta sería profundamente contradictoria en su constitución, por definición entonces, compleja y
hasta el momento poco estudiada.

65
“sujeto legal”, por lo tanto, el surgimiento quizá de una mentalidad menos
resignada y más reivindicativa, tal como lo sugiere también J. P. Tardieu
(2006). Recojo el concepto utilizado por J. Le Goff (Dockés, 1984, p.
254), quien planteaba que aun cuando haya sido ésta una “resistencia
pasiva” enconada por años, igualmente se encaminó hacia la vivencia y
obtención de la libertad, por lo tanto, negación de la esclavitud.
Resistir o seguir siendo esclavo y/o evitar la vuelta al cautiverio, no sólo
fueron luchas individuales. En los vínculos familiares, las redes de contacto
social, complicidades de casta etc., la libertad se iría transformando en
un objetivo en común, en instintos necesarios de supervivencia y niveles
de transgresión social que operaron a través de dispositivos grupales de
comunicación. Por lo tanto, la libertad fue un proceso y condición que se
constituyó en un desafío personal y también grupal.
Una de las tantas definiciones de libertad que se encuentran en los
documentos es la siguiente, que se extrae de un proceso de petición de
libertad fechado para 1783:
y siendo una cosa tan recomendable y digna de la mayor atencion
la libertad y al contrario de la esclavitud tan abominable por
contraria a nuestra naturaleza4.

La idea era simple. Llegar a ser un hombre o mujer libre fue una aspiración
que se observó desde los primeros tiempos de la colonia, aunque las
razones con el tiempo se fueron haciendo más complejas y diversas.
También con el tiempo se hicieron más numerosas, llegando incluso a
provocar cierta inquietud en las autoridades coloniales. En una sociedad
profundamente dominante en lo social, el miedo a un desborde justamente
en este ámbito, y particularmente de la población afrodescendiente, generó
siempre medidas de control social y un esfuerzo por restringir el acceso a
instancias judiciales que hicieran posible la libertad (Tardieu, 1997).
La esclavitud fue distinta ya sea en espacios rurales o urbanos. En términos
culturales y sociales la ciudad planteó desafíos distintos a los exigidos en
espacios rurales. La población esclava urbana estuvo siempre más sensible
a un hibridismo racial y cultural, debido a la cercanía con otras castas y

4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Judiciales de Arica, 1783, legajo 65, pieza 10. Esta
cita se extrajo de una defensa que hace Ignacio Foranza, negro libre, en favor de su esposa esclava
Francisca Cornejo. El documento tiene como lugar de origen el valle de Locumba. La esclava es
librada tras reconocimiento de un acuerdo estipulado entre el esposo de Francisca esclava y su amo
Cipriano Cornejo, quien es juzgado y encontrado culpable.

66
grupos sociales (Harris, 1974). Además, el ejercicio de la esclavitud se
expresó con intensidades distintas según el lugar de servidumbre, siendo
sin duda menos exigente en términos físicos, el servicio doméstico, por
ejemplo.
La esclavitud rural tuvo características más restrictivas, un espacio de
exigencias físicas más abrumadoras, una esclavitud alejada de ambientes
citadinos o urbanos, por lo tanto, con escasa posibilidad de crear vínculos
sociales. Este aislamiento, sin embargo, habría permitido recrear y
perpetuar silenciosamente algunos rasgos culturales de la tierra de origen,
un cierto apego a la tierra, -aquella que paradójicamente es la tierra
también del sufrimiento– pero que permitió, por ejemplo, fortalecer redes
familiares más estables5.
En lo que concierne al Corregimiento de Arica, las fronteras urbanas y
rurales estaban sutilmente definidas. Ciudades como Arica, Tacna, Sama,
Moquegua y Locumba estaban insertas en los espacios y economías
vallesteras como lo eran Azapa, Lluta, Caplina, Valle de Sama, Valles de
Locumba, Cinto y Moquegua respectivamente. Sin embargo, ciertamente,
hasta el momento sabemos por la documentación trabajada, que la
población esclava en chacras y haciendas fue cuantitativamente menor a
la que podemos registrar para las ciudades y pueblos del corregimiento.
“…en adelante sea orra y libre”6
A pesar de lo valioso de los casos estudiados, algunos de ellos no contienen
sus fojas finales, quedando la incertidumbre entonces del éxito o fracaso de
los procesos. En otros casos, los documentos están íntegros y completos,
por lo tanto, a través de aquellos se ha podido develar numerosas señales
y signos de cómo habría sido esta presencia afrodescendiente en la zona,
centrando la mirada en esta primera parte, y como ya se ha mencionado,
en los juicios y peticiones de libertad.

5 Existe un estudio interesante sobre identidad negra y su fuerza en su articulación, que corresponde
a las comunidades negras esclavas y libres en Ecuador, específicamente en el valle de Chota-Mira. El
artículo, señala que el apego a la tierra perfila sin duda la identidad negra, donde el fortalecimiento
de la familia es prioritario, conjuntamente con el asegurar la alimentación diaria. El pedazo de tierra
no sólo aseguraba una tranquilidad cotidiana para estos esclavos, sino también evitaba la fuga tras el
descontento. La caridad religiosa de los jesuitas se acompañaba de una segura rentabilidad económica
(Bouisson, 1997).
6 Debo aclarar que la expresión utilizada en este título corresponde a una cita textual de un documento
fechado en 1708, en el cual se da libertad a una niña de 10 años, hija esclava de mulata libre. La
palabra “orra” expresa la consecuencia de ser manumitida, o sea, ser liberada (o).

67
En 1792, Pedro Rubio, negro esclavo, pide a la autoridad local se le
conceda su libertad. Este esclavo de la familia Ara de Tacna (familia del
cacique Ara) declara que sus amos le han dejado una cierta cantidad de
dinero vía testamento para la compra de su libertad; “...se me tase y según
el justo evaluo...”7. El reconocer que debe ser tasado como requisito
fundamental para poder acceder a tal condición, implicó una aceptación
de los requisitos también legales en aquella materia. El “justo evaluo”,
consideró también el valor implícito de los años de experiencia en
servidumbre. Pedro Rubio, también hace saber que cierta enfermedad lo
inhabilita para seguir en esclavitud, lo que en general, según una previa
revisión médica, era suficiente motivo para recibir el beneficio de la
libertad. En un caso similar, para 1717 en Tacna, Silberia Collasos, samba
esclava, pide sea tasada por la corona para acceder a su libertad:
Tengo el cuerpo atormentado y temiendo morirme de alguna
postemia interior por lo continuo que me aporrea cuya esclavitud
es mas perjudicial a la vida y con riesgo notorio de perderla por lo
cual me ha sido al fabor y merced del Rey nuestro señor dios y en su
rreal nombre al de Vuestra Majestad para que como administrador
de su real justicia se sirva mandar a la dicha doña josepha Cornejo
que en virtud del poder general que tiene de su marido me benda
a otra persona que por mi de el dinero poniendome a tasación
que lo sumo y mas que yo puedo baler sera de 400 a 500 en que
debe Vuestra Majestad ampararme como apersona miserable no
permitiendo buelba a sugesion de caustiberio de manos impias y
con el rigor de su castigo yo muera con despecho y aburrimiento
con perdida de mi alma que tanto costó a nuestro creadorr8.

El riesgo de perder la vida, motivó a estos esclavos, tras años de


sufrimiento y silencio a interponer demandas en pro de la manumisión,
haciendo público los maltratos y obligando a sus amos ha someterse
ha la justicia ordinaria. Desde la esclavitud, Silberia Collasos revela
la necesidad de no volver a cautiverio, expresando los temores si esto
sucediera, pues señalaba que además de golpearla, su ama le quemaba la
cara con “tisones de candela”9 por no hacer los quehaceres domésticos
como se le mandaban. La zamba esclava es finalmente liberada, tras una
tasación de $500 efectuada por la Corona. El lenguaje misericordioso
utilizado en el testimonio no deja de llamar la atención, no teniendo certeza
si fue una estrategia discursiva o era efectivamente un reflejo de la baja

7 ANH, Judiciales de Arica, 1792, legajo 160, pieza 3.


8 ANH, Judiciales de Arica, 1717, legajo 38, pieza 2, foja 1v.
9 ANH, Judiciales de Arica, 1717, legajo 38, pieza 2, foja 1r.

68
valoración personal. También puede ser significativo que el destinatario
de la petición haya sido el rey, quién en este caso además de personalizar
la justicia terrenal, en un rol casi paternal, amparando especialmente a los
miserables, también su categoría divina y misericordiosa debía amparar a
los que incluso de alma, eran miserables.
Como el caso anterior, la tasación también funcionó cuando se trató de
pedir la libertad de familiares. Esto supuso, cierta capacidad monetaria
por parte de familiares para cumplir con el monto acordado al momento
de ser efectuada la tasación. Es así por ejemplo que Antonia Cornejo, en
1765 en el pueblo de Tacna, pide se tase a su hijo el “negro loro” de 17
años para que este sea libre. La búsqueda de libertad para la progenie no
fueron casos aislados. Estos procesos fueron muy delicados en lo legal,
debido a que las cláusulas probatorias de la libertad de un hijo esclavo
eran generalmente rechazadas por los amos o herederos de éste.
Por eso fue tan necesario que tanto testamentos, como cartas de libertad y
situaciones de vientre quedaran muy bien especificadas.
Todos estos casos no hacen sino corroborar aún más que a pesar de que
las relaciones de autoridad, poder y abuso eran obstáculos difíciles de
enfrentar, los padres libres insistieron sistemáticamente en la libertad de
sus hijos. Aun siendo “insoportablemente” apartadas (os) de la sociedad
colonial, arrinconados como lo plantea Gruzinski (1991, p. 200), fue
posible de todas formas, verse a sí mismos y a la progenie, emancipada. Lo
que María E. Chávez (2001, p. 56) denomina como “insolencia cotidiana”
habría estado justamente la antesala que permitió que tanto esclavas o
esclavos negociaran sus condiciones de vida y luego de obtenerla, seguir
con la libertad de sus hijos o esposos (as)10. En el caso presentado para
1765, el amo del joven recibió $450 por parte de la madre11.
Otro proceso interesante, es lo sucedido en 1708, donde María Sanches
mulata libre, pide la libertad de su hija Theresa de 10 años. La madre pide
a los amos de la niña que sea tasada para así llegar a un acuerdo de venta:
y por que de presente me hallo con persona que me hade dar
parte del precio que puede tener la dicha mi hija he solicitado por
ruegos y valiendome de personas de primera magnitud para que
a su intersección (a Doña Isabel sanches) por su justo precio de

10 Lo ha planteado también Lavallé (2001), a través de lo que ha denominado como el “despertar


jurídico” de estas poblaciones (Briones, 2007).
11 ANH, Judiciales de Arica, 1765-1766, legajo 44, pieza 2, Tacna.

69
libertad a la dicha (foja 1v) mi hija [ilegible varias lineas] recluir
a tasación a la dicha mi hija para por lo que fuere (foja 2r) tasadas
por dos personas se obligue a dona Isabel de Sanches a que reziba
el precio por que fuere tasada y que le otorgue carta d elibertad a
la dicha Theresa mi hija para que goze de ella como persona libre
y no sujeta a cautiverio12.

La negación por parte de los amos involucró la mediación del general


Jorge Negreiros de Silva, Teniente Capitán en la ciudad de Arica. Tras un
largo juicio, con la ayuda del teniente Negreiros, quien hizo notorio en
su defensa la injustificada rebeldía de los amos de la niña, logra que ésta
sea liberada acompañado de un gesto hasta el momento no encontrado en
otros documentos. Pide sea liberada en la plaza de la ciudad de Arica, en
presencia de los vecinos:
En el pueblo de San Pedro de Tacna, yo el General jorge Negreiros
de Silva Theniente de Capitan General en dicha ciudad de Arica y
sus costas Justicia Mayor en la y su juridiccion por su Majestad
actuando a falta de escribano por ante mi y con testigos (…) en
virtud de lo ( f.8v) que tengo mandado por el auto definitibo de la
foja buelta antes de esta en nombre de la real justicia que administro
y compadre de menores cojo de mi mano a Theresa Sanches samba
de edad de dies a onse años en el ara de Doña Isabel Sanches y de
Doña Gabriela de Andrade viuda y Albacea del Capitan Francisco
Sanches de Meneses e hija de Maria Sanches mulata libre y la arrojo
y suelto de dicha mi mano para que por la rebeldia que han tenido
y tienen las dichas sus amas en darle carta de libertad por su justo
precio en que fue ebaluada sea en nombre de su Majestad desde oy
dia de la fecha en adelante orra y libre y no sujeta a servidumbre
alguna de cautiverio para lo cual se otorga esta libertad por los
dichos cuatrocientos pesos en que fue tasada y ebaluada13.

Los casos donde negras libres eran apoyadas y asesoradas por autoridades
locales no debieron haber sido muchos. No obstante, la habilidad para
establecer lazos con autoridades de la justicia española local dependió
absolutamente de la destreza jurídica y la articulación de redes sociales
que podían tejer los esclavos manumitidos.
Desde la libertad, la negociación operó como una estrategia fundamental
para lograr la libertad de familiares, era esencial entonces reconocer
cuales serían los agentes de intervención y apoyo legal, pues negociar

12 ANH, Judiciales de Arica, 1708, legajo 167, pieza 14, fojas 1v y 2r.
13 ANH, Judiciales de Arica, 1708, legajo 167, pieza 14, fojas 8r y 8v.

70
desde posiciones más sólidas frente al amo, definiría el éxito o fracaso del
juicio (Briones, 2005, p. 19-20).
En 1783 en Locumba, ante testigos, Ignacio Foranza hace entrega de
cierto dinero a Cipriano Cornejo para la liberación de su esposa Francisca
Cornejo. El acuerdo nunca fue respetado por parte del amo de la esclava, lo
que dio origen a una batalla legal y jurídica para la obtención y ratificación
de libertad de la esclava por parte de su marido. Finalmente se logra la
efectiva libertad de Francisca tras un juicio donde Cipriano Cornejo no
tuvo mayores posibilidades de negarla14. En este caso, la red de vínculos
familiares y complicidades entre miembros de la misma casta, así como
también vínculos existentes con miembros de otros grupos sociales
posibilitó como en otros procesos también, el otorgamiento exitoso de la
libertad. Esencialmente, en estos casos fue fundamental el conocimiento
del leguaje notarial y de las exigencias legales para lograr menoscabar
el poder y rebeldía de los amos. Por lo tanto, el uso de la cultura notarial
por parte de la población afrodescendiente, aun cuando demandó dinero,
esfuerzos materiales, rescate de información y búsqueda permanente de
redes de apoyo, logró en la mayoría de los casos, buenos resultados15.
Ejemplificando lo anteriormente dicho, un caso fechado entre 1774- 1775,
tras la ausencia de la madre por muerte- mujer que gozaba de libertad-,
Juan Garate, zambo libre pide la libertad de su hijo Ramón Garate de 14
años. El argumento central tras la petición de libertad se fundamentó en
que la “la criatura nació libre”. No bastando tal condición, se le exigió
al padre presentara una serie de testigos que declarasen sí el niño había
nacido bajo justo y legitimo matrimonio y si él era efectivamente el padre.
A pesar de las dificultades legales, de los múltiples requerimientos de
veracidad, Juan Garate reunió y cumplió con las exigencias, logrando se
le entregue carta de libertad de su hijo16.
No cabe duda que el haber interpelado y puesto en tela de juicio el
comportamiento de los amos, de manera pública y fundándose en la
legislación tocante a los derechos de esclavos, fue un golpe certero a la
potestad y dominio de éstos amos.

14 ANH, Judiciales de Arica, 1783, legajo 65, pieza 10, Locumba.


15 Interesante es el estudio de Jouve (2005); donde el autor analiza la trascendencia y el éxito del
uso del lenguaje notarial por parte de esclavos, para la obtención de libertad. Más aún, es esta misma
cultura notarial, diseñada desde y para las clases privilegiada de la colonia, la que abriría nuevos
caminos en la “rebeldía cotidiana” esclava.
16 ANH, Judiciales de Arica, 1774-1775, legajo 70, pieza 2, Arica.

71
Resalta en estos procesos un caso fechado en la segunda mitad del siglo
XVIII, en la figura de Santos Hurtado, mulato, quien en alegato y defensa
de la libertad propia y de sus familiares, sorprende por la elocuencia en
el uso de instrumentos legales y jurídicos desplegados en el juicio. Santos
Hurtado emprende su alegato contra un español, suponemos, de expertis en
estos campos judiciales. José de Barrios y Hurtado era abogado de la Real
Audiencia de Lima y de la ciudad de la Plata, por lo tanto, un individuo
de poder político y de mayor credibilidad social, una condición muy
determinante y dominante en estos tipos de juicios. Lograr demostrar que
los argumentos e instrumentos legales eran lo suficientemente legítimos para
demostrar la condición de libertad, debió haber sido un recurso valiosísimo
para vencer los aparatos de legitimación propios de las elites hispano criollas,
especialmente en casos donde los propietarios de esclavos eran los mismos
que impartían las leyes, el orden y administraban poder. Este no resulta ser
un tema menor, lo que permite pensar que este tipo de pleitos fue un reflejo
de la capacidad de estos sujetos de ser activos determinantes de sus vidas,
alejándonos de la idea de que fueron siempre víctimas de un sistema17.
La confiabilidad no era un valor dado a los esclavos y esclavas que en
condiciones de marginalidad o segregación social podríamos comprender
como inviable la capacidad de agenciar o articular defensas exitosas. No
obstante, vemos como algunos esclavos y esclavas lograron exitosamente
defender sus derechos, hacer justicia y poner en tela de juicio a ciertas
autoridades coloniales.
Santos Hurtado, en defensa propia y de sus familiares Damiana y Pascuala,
más cuatro hijos de esta última, reclama que los instrumentos jurídicos
y disposiciones legales que se usaron para reclamarlos nuevamente
en esclavitud, eran ilegítimos. Que había una mala interpretación del
concepto de dominio y que por lo tanto había una oscura intención por
parte de José Barrios Hurtado:
diziendo que para deduzir el derecho que promuevo y tener
opzion a la que demanda, aun el caso de ser lexitima su perzona
esto es tan trillado en el derecho y practica tan universal que aun
a los menos versados en ella, no se les esconde un requisito tan
sircuntanziado. Pues de lo contrario se veran funestos sucesos en
los tribunales y para precaver los no se tuvieren prezentes estas

17 Una de las preguntas relevantes es si en juicios como estos realmente quien habla es el demandante.
Sobre todo, si se considera la tensión entre el poder de la palabra escrita y una oficialidad que en
manos de jueces, amos o corregidores, podrían considerar este tipo de acusación –como es el que
aparece en este documento- una vulneración a las formas de ejercer autoridad (Burns, 2005).

72
legales disposiciones. Azentado este principio elemental de foro:
el derecho no lexitima su perzona por medio de su fe de baptismo
y el derecho a nuestra esclavitud por la clausula de testamento que
zita el qual pues lo vio y rejistro su clausula del testamento según
asevera con las circuntanzias que finje de dejarsenos en el a su
disposición [ilegible] es boluntariedad pedir lo que no le perteneze
y hablar solo de memoria y este no es admitido en tribunal alguno
[ilegible]18.

Cuestionar o haber puesto en duda la pertinencia legal de los instrumentos


que validarían el retorno a la esclavitud, constituye a mi juicio, un
aprendizaje que, si bien no tuvo la clara intención de ser un cuestionamiento
de tipo político, en el sentido de enfrentar deliberadamente el sistema
jurídico dominante, la intención de hacer justicia me parece fue una
manera de abordar y resistir las malas prácticas que operaron en el
contexto hegemónico colonial. Podría ser que las luchas por la libertad
en arenas legales y jurídicas, litigios individuales o familiares, si pudiesen
considerarse una respuesta puntual a las relaciones de poder específicas que
desplegaba el sistema hispano colonial, por lo tanto, considerárseles una
reacción al negar ciertas legitimidades a las fuerzas sociales dominantes
(Mezzandra, 2008, p. 27).
No podemos afirmar que estos juicios por libertad debilitaran las bases del
sistema jurídico colonial, lo que sí ocurrió fue un proceso de apropiación
de registros legales concebidos para y desde las elites sociales (por
parte de la población esclava o afrodescendiente), apropiación que no
tenía otro fin que el de hacer justicia, terminar con prácticas abusivas,
sevicia, violaciones e incumplimiento de manumisiones. Por otro lado,
junto con otras manifestaciones por ejemplo insurreccionales, la Corona
y la sociedad civil dominante debieron considerar siempre transformar
o reaccionar frente a la persistencia de estas manifestaciones, es decir,
evitar que el orden social y político hegemónico mostrara algún indicio
de fragilidad. Un ejemplo de cómo pudo haberse interpelado aquellos
espacios de legitimidad, se lee a continuación:
declararnos libres de la esclavitud a que tanto empeño se
ha dirigido el Bachiller nuestro supuesto amo, fundado
unicamente en un espiritu de voluntad y que por lo mismo se
ha hecho deudor de los costos impedidos en esta instanzia…
47v Mui satisfecho queda según los exprecion de su escrito de

18 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, foja 2r.

73
bien probado que no merece titulo de tal y de haber justificado
nuestra esclavitud en la que confesamos haber sido esclavos
de su madre Doña Apolonia y que una ves que no hemos
calificado manumisión alguna con instrumento autentico
o publicos unicos arbitros en sentir de Don Joseff a que
debiamos apelar, nos hallamos en el mismo estado y condicion
en que estuvimos constituidos en vida de aquella, con bastante
claridad expresamos haber sido esclavos de su madre y que
en la (48r) actualidad, dice mi madre y Pacuala haber quedado
libres de este … por haber dado en virtud del qual paso el
Theniente Coronel Don Francisco Navarro Albacea que es
de su madre y extenderles los respectivos instrumentos que
corren a fojas 19 y 20 pero aun quando no los tubieran ignora
Don Joseff que para la validación de quales quiera contrato
o acto no se requiere necesariamente instrumento autentico o
publico, sino que basta para su firmeza y validación el que se
compruebe con suficiente numero de testigos como lo perscibe
la ley?19.

Hacer frente a una autoridad de la Real Audiencia de Lima creo insinúa


por parte del mulato una deliberada actitud que lo saca de una situación
de subordinación. Describir el concepto de dominio, de libertad por
ejemplo, y ponerlos en una escritura notarial que limite las intenciones
del demandado, motiva a pensar que procesos ideológicos propios de la
época, dotaron de sentido a estas batallas judiciales relativas a la libertad.
El mismo credito merece el otro reparo de que se le quiere usurpar
el dominio que en nosotros tiene, le daremos primero a entender
que cosa sea dominio y entonces reconocera que no se le usurpa:
dominio no es otra cosa que un poderio que nace del derecho que
uno tiene en la cosa por razon del qual puede disponer y percibir
toda utilidad de ella como quiera y excluir a los otros de su uso y
indicarla de quien la pocea a no ser que pleito o ley se oponga. Y
asi se le pregunta a Don Joseff de Barrios con que instrumento o
información de testigos ha justificado el derecho que en Paquala
y sus hijos tiene… 52r por ultimo la Ley I duoties ff. Lecegul
uir(ius=derecho) previene que todas las veces que hubiere alguna
interpretación en la libertad se deue sentenciar en fauor de
ella y la Ley in obscua del mismo titulo ordena que quando la
voluntad del manumitente ni es obscura se favoresca la libertad,
deducece de aquí que no siendo dudosa la libertad en que nos
hallamos constituidos, ni obscura la mente del manumitente, aun

19 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, fojas 47r-48v.

74
sin el beneficio de estas leyes, debemos gozar de ella… en suma
Pasquala tiene probada su libertad y la de su hija Petrona como
corresponde y si es asi como un 52v efecto lo es20.

Algunos casos similares pero de menor fuerza discursiva, no por ello


menos importantes, insisten en el incumplimiento de contratos efectuados
entre esclavos y amos. Fue el caso de Simona Menéndez, de 34 años
con cuatro hijos, quién reclamó su libertad en virtud de un contrato de
manumisión. Simona declara haber sido maltratada por su amo, al igual
que el maltrato dado a sus cuatro hijos, quienes habían sido concedidos tras
una larga relación con el hijo del amo. El hijo del amo habría prometido
en varias ocasiones darle libertad a Simona y sus cuatros hijos:
Primeramente el primero don Manuel si saue le consta o ha oido
decir que el referido su hijo Don Matías tiene en mi dos hijos y
si ha estos los han reconocido uno y otro como tales. En segundo
lugar, declare dicho Don Matías como hijo de familia con licencia
y asistencia de su padre Don Manuel si es verdad que si tiene en
mi dos hijas naturales si este las ha reconocido y tratado siempre
como tales: si antes de haverlas me prometio dar todo alibio,
otorgandome libertad al hijo o los hijos que tuviese del mismo21.

Sin embargo, la esclava sería acusada de vociferaciones en contra de la


familia, quedando su testimonio en total deslegitimación. En el proceso
participó Don Isidro Ortiz de Uriarte, Protector de Naturales y Defensor
General de Menores, quien tuvo a cargo la defensa de Simona. La presencia
de Síndicos Procuradores, quienes según las legislaciones tocantes a
esclavos debían obligatoriamente estar presentes en estos tipos de juicios,
no fue muy común, obligando a los demandantes a hacerse cargo de su
defensa con las complicaciones que esto implicaba. Ahora bien, por la
ausencia de fojas finales no sabemos cuan eficiente fue la presencia de esta
autoridad, pues la esclava y sus cuatro hijos al parecer fueron trasladados
a otra ciudad, alejados de la ciudad de Arica.
Como en el caso anterior, la negociación en muchas ocasiones pudo haber
significado grandes esfuerzos por llegar a acuerdos, pues la contraparte, o
sea el amo, siempre tendría percepciones opuestas a las del solicitante22.

20 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, fojas 52r-52v.


21 ANH, Judiciales de Arica, legajo 113, pieza 2, foja 1v.
22 Esta situación se veía más promisoria, al parecer, cuando el amo era una mujer. Como ha señalado
Hünefeldt (1992), la mujer limeña comparaba su propia vida a la de los esclavos y los sentimientos
eran más cercanos a la condescendencia. Pero, por otra parte, también hemos visto como ciertas amas
eran lo suficientemente indolentes con sus esclavos hasta poner en riesgo sus vidas.

75
En Arica, en el año 1790, Justa Pérez, mulata libre23 pide la libertad de su
hija Gertrudis, esclava de Don Francisco Pérez de Villaseca, Regidor del
Cabildo de Arica24. Justa Pérez y su hija habrían alcanzado su libertad tras
el mandato testamentario de su ama. El proceso se inicia con la siguiente
acusación de Justa Pérez:
esta providencia esta respirando en todas sus partes injusticia y
agarbio. Injusticia por que suponiendo don Francisco falsamente
que mi hija es esclava se debia enumerar en los bienes de dicha
finada, fue con este eror o malicia arepresentar a dicho señor
provisor un echo o echos enteramente repugnantes a la verdad del
casso imputandole a mi hija la esclavitud que supone , siendo asi
que es tan libre como yo según consta de la clausula de testamento
de dicha mi señora archivada en este oficio a que me remito cuyo
testimonio tengo pedido con lo que pretendo sacar en limpio
y probar la verdad de echo y derecho hasta el ultimo grado de
evidencia25.

No obstante, el Regidor apela a que habría sido imposible el mandato


pues su hermana habría sido declarada “fatua”26 y en ese estado hubiese
sido incapaz de declarar su libertad. En este caso solo sabemos que el amo
interpela a la demencia de la antigua ama y que él en calidad de curador
de los bienes no acepta la libertad de la hija. Sin embargo, no dice nada
respecto de la libertad de la madre, quien a entender por los argumentos del
regidor estaría en las mismas condiciones que la hija. Aunque la rebeldía
de Justa Pérez es clara en la documentación no sabemos del final del caso
pues las fojas finales no se encuentran.
Las relaciones amo-esclava también deambularon entre exóticos encantos
e inhibiciones del cuerpo, cuyos casos no fueron pocos. En párrafos
anteriores se ha expuesto como en casos de peticiones de libertad se hace
explicito el ambiguo escenario de los tratos sexuales. Ser la “amante” del
amo fue una opción también consciente de estas esclavas, considerada
por éstas como un progreso social nada despreciable si lo sabía conservar.
Pudo haber sido el caso de la zamba Simona, pero la severidad de la
sociedad colonial en estos casos solo perjudicaba a las mismas esclavas.
La inclinación de los españoles por sus esclavas en lo sexual siempre fue
un escándalo cuando en lo público tomaba notoriedad, pero en lo privado

23 Aunque ya es sabido, Mulata en este caso es hija de padre blanco y madre negra.
24 ANH, Judiciales de Arica, legajo 144, pieza 5.
25 ANH, Judiciales de Arica, legajo 144, pieza, foja 1r.
26 Término médico de la época para declarar personas con falta de razón o entendimiento.

76
fue una práctica permanente, y porque no, aceptada mutuamente. Lo que
en un comienzo pudo haber sido entonces de mutuo consentimiento, se
iría transformando en un abuso, en miedo y en la deshonra para la esclava,
particularmente cuando el amo transgredía ciertos acuerdos tomados en
la privacidad de la relación, sin testigos y sin recursos legítimos para una
eventual acusación y defensa de derechos27.
Podemos concretar en que el maltrato en temas sexuales y emocionales
eran quizá más cotidianos de lo que pudiésemos pensar, pero lo que no
merece mucha interpretación es el abuso de poder frente a legítimas
causas de manumisión. Por ejemplo, un juicio fechado para 1742, Bárbara
de la Arragoitia defiende su condición de liberta, tras 15 años de injusta
esclavitud. El relato lo hizo de la siguiente forma:
fui bendida por bienes en publico remate de mandato de la Real
Justicia en cantidad de quinientos pesos que por mi dio y pago de
contado el Governador Don pedro de Sabarburu, el mismo día de
dicho remate Cimeona de la Arragoitia negra libre mi madre yso
oblacion28* ante la real justicia de los mismos quinientos pesos en
que fui uendida pidiendoseme diece la libertad en que deuia cer
amparada y con efecto ce me dio y concedio la libertad por los
dichos quinientos pesos oblados por la dicha mi madre quien me
puso en casa del sargento Mayor Don Diego Dias de Gonzales
difunto y diciendome que dicho difunto le auia prestado los dichos
quinientos pesos para mi libertad y que cirbiese en dicha caza azta
debengar con mi trauajo personal como asy lo efectuado desde
el año pasado de setecientos veintiséis hazta el presenteque han
corrido mas de quinse años en los quales estado sirbiendo como
esclava cautiua cin que ceme alla querido descontar cosa alguna
a cuenta de mi trauajo. Ante si me an tratado como esclaua propia
(3v) yntentando muchas beses dicho Sargento Mayor difunto
benderme por esclaua en las urgencias que tubo y por ser publico y
notorio en esta ciudad cer io libre nunca pudo efectuar mi venta29.

27 Importantes han sido los estudios de Tardieu (1997), quien plantea que la única forma que operó
certeramente para terminar con los abusos sexuales hacia las esclavas negras por parte de sus amos era
propiciando el matrimonio entre los esclavos y por consecuencia dejarlos vivir en normal matrimonio,
o sea vivir juntos y en un espacio separado de la casa patronal. Estas propuestas dieron resultado
donde la comunidad jesuita tuvo incidencia en el buen manejo de la esclavitud.
28* Ofrenda y sacrificio que se hace a Dios (Real Academia Española, 2001). En líneas posteriores
uno de los testigos hace referencia a la “oblación Real” de los 500 pesos. Esta figura suponemos era
legal y podría entenderse como una ofrenda se hacía el prestamista y no al Rey, y este sacrificio que
podría ser visto como una esclavitud transitoria, se vería saldada al momento de cancelar la deuda.
29 ANH, Judiciales de Arica, 1742, legajo 7, pieza 3, fojas 3r y 3v.

77
En el proceso, la esclava se autodenomina siempre – en resistencia a su
estado de cautiverio – y como zamba libre, denunció así la dura esclavitud
de tantos años, pidiendo se le libere por las: “...opresiones y cautiverio
que tienen todos los esclavos...”30. Las acusaciones en este proceso fueron
contundentes al momento de poner en evidencia las malas intenciones
del amo de la esclava, quién incluso intentó venderla y hacer omisión
del acuerdo tomado con la madre de la demandante. Años de injusta
servidumbre llegaron a su término mediante una eficiente intervención del
Juez de Agua y Protector de los Naturales de la ciudad de Arica.
Se hizo frecuente como hemos visto, que a pesar de haber recibido los
demandantes el beneficio de la manumisión tras cláusulas testamentarias,
siguieron en la misma condición de cautiverio. Esto ocurrió especialmente
por la negativa de los familiares de amos a deshacerse de las esclavas o
esclavos, más aún cuando los años de esclavitud hacían de estas mujeres
u hombres muy apreciados por su experiencia, sumisión y humildad. En
1776 María Oporto negra esclava de 40 años, pedía conforme a derecho
y justicia se hiciera efectiva su carta de libertad otorgada por su difunta
ama31. En su denuncia relató lo siguiente:
Maria Oporto negra esclava que fui de doña Polonia Gil de Herrera y por
su muerte del Bachiller Don Pablo Martinez de Oporto como mas dia,
lugar en derecho paresco ante Vuestra majestad y digo que por clausula
del testamento de la dicha mi ama Doña Polonia soy libre oi al presente
pues consta de ella que solo era esclava del dicho mi amo bachiller Don
Pablo mientras sus dias y aviendo este antes de su fallecimiento testado en
la ciudad de los reyes en donde fallecio mando por clausula de testamento
se me otorgue carta de libertad sin cargo ni pensión alguna lo que no ha
querido heder mi ama Doña Mariana Ortiz de Oporto32.

Su defensa apelaba desde la necesidad espiritual de ser libre hasta recursos


jurídicos para hacer valer lo mandado en testamento. Su defensa sigue de
manera incansable en el proceso, diciendo lo siguiente:
una pobre infeliz, neofita que desde su nacimiento a vibido vaxo el jubo de
la esclavitud, haviendo merecido por su buen modo, servuicio y sumisión
y humildad que mi ama Doña Polonia Gil de Herrera me donase por su
muerte al Bachiller don Pablo Martines de Oporto su hijo con calidad que
después de sus días me diese la libertad, siendo assi que pleiteo por pobre
de toda solemnidad como es constante y notorio, por no tener mas bien,
que los pocos trapos con que mis carnes se cubren33.

30 ANH, Judiciales de Arica, 1742, legajo 7, pieza 3.


31 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2.
32 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2, foja 1r.
33 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2, foja 6r.

78
Y aunque son claras las argumentaciones de la manumitente, junto con
las constantes apelaciones a mostrar públicamente los testamentos que
la llevarían a la libertad, esta seguiría esclava. La finada ama por un
lado habría tenido tal cantidad de deudas que parte del pago se hizo a
través de la ratificación de esclavitud de María Oporto. También pesó
sobre la decisión, la fuga que cometió María Oporto, antecedente que
conociéramos en posteriores lecturas de archivo. La ausencia o fuga de
la esclava por ocho meses, fue determinante también al momento de
formular la sentencia por parte de la autoridad local.
Los casos de fugas son interesantes pues nos revelan la consecuencia
más radical del cotidiano vivir entre resignación y resistencia. En estos
casos, la fuga o huida se constituyó como la única vía de salvaguardar la
vida personal, no sólo como consecuencia de malos tratos, sino también
luego de haber cometido crimen o robo, por ejemplo34. Por lo general,
la fuga aconteció como una decisión que llegó después de largos años
de castigos y violaciones físicas y morales, especialmente en casos de
mujeres esclavas, como el que se expresa a continuación:
...que mi amo a tenido acceso sexual conmigo lo que en mi fue inevitable
por la presion de la esclavitud y como tal y sujeta y cautiva a su voluntad y
viendome mi ama preñada se dio por mas agraviada y crecio en su animo
la cruel colera temi que peligrara mi vida si llegase el momento de mi
parto y para evitar este eminente peligro hice fuga de la casa de dichos
amos y me oculté hasta que pariece...35.

Francisca zamba esclava, se refugia, según los testimonios, en la casa


de algunos de sus parientes, e incluso en la casa de un cura del pueblo.
Censuras Generales y citatorias se constituyeron como parte de este
proceso seguido a la zamba36. Este clásico caso de sevicia, de abusos
sexuales sistemáticos por parte del amo, terminó como en tantos otros
casos, en el embarazo de la esclava. Se describe además, que la propietaria

34 El Archivo Criminal de Arica contiene una serie de documentos de este tipo, evidenciando que
el cimarronaje y la huida efectivamente fueron una de las formas más violentas y más explícitas de
rebeldía. El asesinato, el robo, la venganza y rencillas habrían sido manifestaciones de desadaptación,
búsquedas de libertad desesperada, rebeldía sin miedo, a la vez la experiencia esquizofrénica de la
libertad inviable de otras formas (Briones, 2005, pp. 79-89).
35 ANH, Judiciales de Arica, 1741, legajo 196, pieza 5, foja 1v.
36 Las Censuras Generales fueron un recurso que amos y autoridades locales y eclesiásticas utilizaron
al momento de enfrentar problemas de fugas por parte de esclavos. A los esclavos fugitivos se les
veía como cualquier objeto de valor robado o extraviado. Estas Censuras Generales se las empleaba
cuando había mucha seguridad de que el esclavo no había salido del perímetro de la ciudad. El sistema
era eficaz cuando se sospechaba que un cómplice estaba escondiendo al fugitivo, o un español había
secuestrado al esclavo cuya posesión quería reivindicar (Tardieu, 1997).

79
de la zamba se ensañó golpeándola en reiteradas ocasiones con azotes,
estando ésta ya embarazada. Esta situación fue una de las tan- tas tensiones
que se vivieron al interior de las familias de los amos. No fueron raros
estos casos en donde la mujer del amo sabía de las relaciones potenciales
o de hecho que mantenía con alguna esclava, lo que terminaba en variadas
ocasiones en maltratos físicos, como en el caso recién relatado. En una
sociedad profundamente patriarcal, la perdida de status de estas mujeres
las obligaba a mantener los amancebamientos de sus esposos sólo a nivel
de vida privada, y así evitar escándalos. Es sintomático que tras el juicio
los amos se trasladaran a la ciudad de Arequipa y pasado algún tiempo
reclamaran a la esclava. En estos tipos de juicios, más aún cuando ha
habido Censuras Generales (citatorios e intimidatorios y excomulgadas las
almas hasta que digan que saben) los testigos bajo efecto de transformar
sus almas en malditas, pudieron haber declarado en favor de la litigante. Se
sucedieron varios testigos, verificando como público y notorio los azotes
y los malos tratos a la esclava, además de develar las malas intenciones e
irregularidades desde un comienzo del proceso a don Francisco de Oporto,
principal acusado por la zamba esclava. La fuga se sumó al juicio no como
una estrategia de defensa por parte de los demandados, sino más bien se
usó como un ejemplo de fuga necesaria y urgente tras los malos tratos de
los amos. Si bien la fuga de esclavos se constituía como un delito grave,
en este caso parece se le resta importancia tras potenciar en el proceso
los abusos y los castigos físicos que traían perjuicio de la vida tanto de la
madre como del hijo.
Sabemos por estudios hechos para el resto de Latinoamérica como los
de Moreno Fraginals (1991), F. Ortiz (1991), J. P. Tardieu (1997) , H.
Thomas (1998) entre otros, que la esclavitud distorsionó la vida sexual
de estas mujeres y particularmente para aquellos más conservadores en
la sociedad colonial, vieron e inventaron el mito de la “inmoralidad de
la mulata o la lujuria de la negra” como un mecanismo justificatorio a lo
que se denominó como el “apoderamiento total de la personalidad física y
cultural” de estos afrodescendientes37. En el caso de la mujer esclava esto
fue claro y notorio. El “cuerpo” pasó de considerarse además de un bien
mueble o mercancía a un bien sexual y reproductor, asegurando así por lo
demás la descendencia y por lo tanto aumentando la dotación de esclavos.
Recojo en este aspecto lo planteado por Rosa Soto, quien también ha

37 Ortiz (1996) y Fraginals (1996) han trabajado esta idea para el Caribe, siendo claro para estos
autores que la búsqueda permanente de justificaciones por parte de los españoles solo escondía en la
mayoría de las veces, excesos.

80
hecho hincapié en el abuso sexual de las mujeres esclavas como “vientres
generadores” y sus consecuencias legales38. En este mismo sentido lo
planteado por Dockés (1984, p. 17) quien sostiene que en “el único caso
en que el esclavo no estaba asimilado al animal es el de las relaciones
sexuales entre el amo y su esclava hembra”.
Vale la pena en este punto mencionar a propósito del apoderamiento y
distorsión en el uso del cuerpo de las esclavas, el dato que existe para
Arica, específicamente en el valle de Lluta, donde Wormald (1966, pp.
157-159) sostiene habría habido un “criadero de negros” en el siglo
XVIII, afirmación que sostiene y fundamenta a través de archivos del
valle y por los registros parroquiales de bautismo. El dato como tal no
se explicita en los textos de Wormald, pero los reiterados y numerosos
bautismos de niños efectuados por ciertos propietarios donde se especifica
que son de madre esclava y padre desconocido, pudiese acercarnos a que
esta práctica hubiese sido efectivamente real. Bastaba tener las mujeres
esclavas necesarias y algunos hombres esclavos para aumentar la dotación
de mercancía humana y proceder a la venta posterior. ¿Qué tipo de vida
pudieron haber llevado estas mujeres esclavas? Lejos de exacerbar el
sufrimiento, esta práctica reproductiva debió suponer sin duda, poner
a la mujer negra esclava al límite de sus capacidades de sobrevivencia,
despojándola absolutamente de la capacidad de autodeterminación de su
propio cuerpo.
Otros casos, menos frecuentes sin duda, son aquellos donde la libertad
llegó sin ser llamada o reclamada y concretada sin artimañas de por me-
dio. Los propietarios de esclavos manifestaron sus deseos de manumisión
a través de testamentos y por lo general las razones eran por buen servicio
y sumisión demostrada por años. Por ejemplo, a Petrona Ortiz, esclava, se
le comunica en 1798 que por cláusula testamentaria la esposa del cacique
de Tacna, Don Carlos Ara, le otorga carta de libertad39. Indudablemente
este documento no tiene nada que ver con lo que hasta el momento
hemos mostrado. Aquí la obtención de la libertad no requirió defensa, ni
acusaciones, tampoco resistencia, ni complicidades. No hubo necesidad
siquiera de quiza desearla explícitamente desde la esclavitud. No hubo
la exigencia de articular un discurso formal y legal en los contenidos,
que concluyera en el mejor de los casos, en una carta de libertad40.

38 Rosa Soto, “Mujeres negras: sexualidad, enfermedad y salud en el Chile colonial”. En línea: http://
www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/rsoto.html [consulta: 17 de enero 2007].
39 ANH, Judiciales de Arica, 1798, legajo 113, pieza 1, Tacna.
40 Habría que precisar que aunque no nos hemos encontrado aún con documentos que muestren como

81
Brevemente, me gustaría señalar que en este último documento aparece
nuevamente la familia Ara (familia del cacique de Tacna), vinculada a la
tenencia de esclavos. Estos pueden transformarse en interesantes datos
para saber cómo en la zona de Arica se habría dado la relación entre
negros e indígenas, abordar y explorar un tema que en la historia colonial
americana ha sido trabajada de manera tan fragmentada41.
Podríamos especular si casos como el anterior quizá eran más cotidianos
de lo que pensamos, pero por el momento la realidad plantea otros
escenarios. En los reglamentos sobre educación, trato y ocupaciones de
esclavos se explicitaba siempre en el buen trato, adoctrinamiento en la fe y
cuidado en los métodos de castigo de los esclavos y esclavas. Ciertamente
tales reglamentos quedaron en el silencio tal como lo hemos visto en los
casos expuestos. Cito por ejemplo una cedula Real de 1683 que dice:
pongan muy particular cuidado en el buen tratamiento de los esclavos,
velando mucho en ellos y en que sean doctrinados e instruidos en los
ministerios de nuestra santa Fe y que en lo temporal tengan las asistencias
convenientes, pasando al castigo de sus amos como esta dispuesto por
derecho, y por ser materia de tanto escrúpulo el que los pobres esclavos
sean maltratados y vejado (Lucena, 2002, p. 187).

La relación de reciprocidad y buen gobierno que apelaba la Corona


Española entre estos sujetos subalternos y las elites no operó en lo cotidiano,
sobre todo cuando se trató de los beneficios y derechos que estos esclavos
apelaban. Como en el caso anterior, los relatos y los juicios de esclavos y
manumitidos no solo develan la voz de estos sujetos, si no también definen
cuales habrían sido las condiciones que fueron perfilando su experiencia
contestataria en el marco de las relaciones de poder y discurso que la

algunos amos dan carta de libertad o manumisión a sus esclavos de manera espontánea, si ocurrió, en
donde se subrayaba el amor y caridad cristiana que motivaba el acto (Bowser, 1990, p. 336).
41 No es casualidad que en 1792 y 1798 aparezca la familia Ara, cacicazgo de Tacna, dando carta de
libertad en beneficio de sus esclavos. No fue raro al parecer que las familias de origen indígena de
mayores recursos tuviesen esclavos de trabajo doméstico, aun cuando desde la ordenanza de Lope
García de Castro estas eran prohibidas. Sin embargo, es interesante observar como en ambos procesos
la entrega de libertad fue indudablemente más expedita y menos compleja. La disposición de los amos,
tal vez habría sido importante al momento de ratificar una carta de libertad o el deseo testamentario de
otorgarla, y en estos casos, pudiese ser que los amos de origen indígena hayan tenido una disposición
más benévola frente a sus esclavos. Esto será materia de mejor análisis, pues hasta el momento son los
dos únicos casos encontrados y sin duda requiere de una mejor revisión. Siempre se ha destacado la
tensión entre negros e indígenas, como una expresión de fragmentaciones de intereses. Un mundo
subalterno irreconciliable, donde las tensiones sociales daban paso a una escasa solidaridad. Son pocos
los estudios dedicados a este tema, aunque recientemente se han renovado esta visión puntualmente
para Lima colonial, donde al parecer la tensión habría sido una de las tantas estrategias de control social
impulsadas por la corona española.

82
sociedad colonial imponía. En este sentido, las estrategias de libertad de las
mujeres y hombres esclavos y/o libres supusieron un manejo de una serie
de recursos que exitosos o no, interpelaron a las elites hispanas y a la misma
Corona española a dejar de subestimar la posición legal de estos sujetos.
Todos los documentos expuestos poseen un mismo denominador en común,
como fue terminar con el abuso, rebelarse a través de un juicio, resistir a través
de una fuga y lograr entonces la libertad. Fue la búsqueda permanente de la
autodeterminación, la simultánea y permanente resistencia en adaptación.
Este complejo proceso de resistencia y adaptación no fueron sin embargo
conductas excluyentes, entendiendo entonces cómo la lucha por la libertad
se hizo desde la misma esclavitud. Mientras se estuvo en servidumbre, la
vida de estos esclavos y esclavas transcurrió entre lo que sabemos significó
el cautiverio por definición, como un “usus-fructus-abusus”42.
Esta violenta administración de los esclavos por parte de los amos
significó también la presencia del miedo. Ahora bien, a través de estos
documentos podemos observar cómo a pesar de la resignación y el miedo
de años, estas esclavas y esclavos lograron hacer consiente que la libertad
podía ser un estado alcanzable, conciencia que solo pudo ser posible a mi
juicio, en el reconocimiento de los espacios legales a que paulatinamente
se fue teniendo acceso. El no dejarse maltratar y reconocer la posibilidad
de hacer valer judicialmente sus derechos si esto sucedía, se ha llamado
por algunos autores como “combatividad judicial” (de Trazegnies, 1995,
p. 107)43. El Honor, por ejemplo, no solo quedaría reservado a los amos,
sino que también se transformaría en un valor legal y social alcanzable para
estas esclavas y esclavos. Por otro lado, y en otras palabras, estas mujeres
y hombres esclavos debieron haber conocido y sabido de los intersticios
dejados entre la prepotencia del amo y la legalidad vigente. La relación de
dominio y autoridad ejercida sobre estos sujetos, se habrían transformado a
través de las causas de libertad en algún grado de disposición de sí mismas,
aunque pues sabemos la libertad no siempre fue sinónimo de una mejor vida.
Aun siendo “insoportablemente” apartadas (os) de la sociedad colonial,
arrinconados como lo plantea Gruzinski (1991, p. 200), fue posible de
todas formas, verse a sí mismas y a la progenie, emancipada. Lo que
María E. Chaves (2001, p. 56) denomina como “insolencia cotidiana”
habría estado justamente la antesala que permitió a estas esclavas negociar

42 Así lo define Dockés (1984, p. 15), y que parece ser una definición bastante precisa del uso no solo
de la fuerza de trabajo del esclavo, si no considerando el mismo esclavo como mercancía.
43 También habría que precisar que la condición de esclava o libre corría por línea materna, situación
que ya se explicitaba desde la Siete Partidas (Jouve, 2005, p. 42).

83
sus condiciones de vida y la de sus hijos o esposos44. No está demás decir
entonces, que en este creciente uso de instancias judiciales habría estado
uno de los tantos motivos de la desestabilización del sistema esclavista
en Hispanoamérica y su posterior abolición, que en general se consiguió
recién a mediados del siglo XIX.
A pesar de que el Virreinato Peruano no fue una sociedad esclavista como si
lo fueron las colonias caribeñas y portuguesas, sin embargo la población
esclava sí constituyó una fuente importante de ingresos además de la
importante adquisición de prestigio social para las clases dominantes. Es
en este sentido, más lo presentado y discutido en este artículo, la presencia
afrodescendiente no debiese seguir siendo un factor de invisibilidad y
silencio en la historiografía regional.
“… cargados de armas y todos juntos en cuadrilla”45
En 1754 se inicia este proceso criminal a los esclavos de Joseph de Ureta
por desacato y resistencia. Los vecinos del Valle de Sama procederían
así a atestiguar formalmente una serie de acusaciones donde no solo los
esclavos de Ureta serían el centro de la demanda, sino además el propio
General iría cobrando relevancia en los sucesos criminales. La resistencia
y desacato eran claros y concretos en torno a los esclavos. Alzamiento,
falta de respeto a la justicia, el porte de armas y resistencia a ser capturados
describen sin mayores interpretaciones los graves sucesos que estaban
ocurriendo en Sama. El acontecimiento que motivó el juicio y proceso
criminal aconteció en la festividad de la Purificación de Nuestra Señora46,
cuando los esclavos intentaron, con éxito, liberar a dos de los negros de la
cuadrilla apresados por el Teniente Rospillosi. Uno de los testigos relató
el momento de la siguiente forma:
…que sabe y le consta que los negros de don Joseph de Ureta las mas de
las noches lo ve ir valle arriba para hallarse sin sujeción por cuyo motivo
ejecuta muchas maldades de robos y que esto es publico y notorio, y que
saliendo de su casa un día de la festividad de la Purificación de Nuestra

44 Lo ha planteado también Bernard Lavallé, a través de lo que ha denominado como el “despertar


jurídico” de estas poblaciones.
45 ANH, Criminales de Arica, legajo 222, pieza 5, foja 1r.
46 En otros testimonios también se dice que la festividad era la de Nuestra Señora de la Candelaria.
Esta fiesta se celebra los 2 de febrero en toda América Latina y España, cuya veneración inicialmente
fue caribeña. Su relación con la purificación de nuestra señora tiene vinculación con la purificación
de María luego del nacimiento de Jesús. Su aparición relata que la mujer llevaba en un brazo a un
niño y en el otro brazo una vela encendida. La veneración popular habla de ella como la virgen de
las luces. En el transcurso de transformarse en una veneración popular, se dice que un esclavo huido
y cristianizado, quien retorna a Santo Domingo difunde la creencia que esta aparición era la virgen
María.

84
Señora, vio que venia el señor teniente tras de un negro de dicho Joseph
de Ureta, llamado Maturrango, dándole de bastonazos o amagandole y
que estando en esto, salio otro negro llamado Palacios, acompañado de
otro compañero suyo llamado Domingo, y le agarró la funda y la mula
de dicho señor teniente y viendo esta osadía se bajó de la mula y (4v)
agarró a este negro y don Joseph de Loayza que llegó a ese tiempo, cogió
al otro y lo trajo a la casa de su padre don Prudencio Ortiz y que dicho
señor teniente le mandó a este declarante cuando huía con los negros para
dicha casa, fuese a llamar a su mula al indio llamado Agustín choque y
que cuando vino de esta diligencia halló a los dos negros amarrados y
los llevó a la casa del cura y los metió al cepo y [¿] dicho señor teniente,
y luego supo la resistencia que había hecho a no dejarse prender, de tal
modo, que el negro llamado Palacios le había echado un lazo a la garganta
del dicho Don Joseph Loayza y según le dijeron, ya lo tenía casi ahogado,
que a no haberlo favorecido el dicho señor teniente, hubiera sucedido esta
desgracia y a cosa de las tres de la tarde vio este declarante a todos los
negros de dicho Don Joseph de Ureta, menos al capataz, todos armados
con garrotes, y que les oyó decir que si conforme estaban sus compañeros
en el cepo del cura, estuvieran en el cepo de la casa del teniente los había
de sacar y con esto los vio irse para arriba…47.

Este testigo daría veracidad a otra declaración, hecha por Joseph Loayza,
vecino también del valle, quien además de haber vivido personalmente la
violencia con la que actuaron los esclavos, oyó decir a un negro llamado
Fraile, quien era parte de la cuadrilla rescatistas, que su amo había dicho
que se mataría a palos a quien apresara nuevamente a algunos de sus negros.
Similar es lo testificado por Agustín de Valencia quien escuchó decir en
voz alta a uno de los miembros de la cuadrilla que luego de rescatar a los
esclavos, iban a matar al teniente Rospillosi por la desvergüenza de “haber
puesto cepo” a sus compañeros.
Es solo a través del cuarto testigo donde aparece la razón del por qué
habían sido apresado los esclavos de Ureta. Agustín Choque “asistente” del
valle, relata que encontró como era ya de costumbre, al negro Maturrango
hurtando sandías y que no era la primera vez que le robaban de su chacra.
Este mismo negro había robado a la hermana del declarante, “trastes”
y plata y que el cura del pueblo al saber del hurto obligo al esclavo a
devolver lo robado. Choque también testifica que era notorio y público
que estos esclavos al salir de noche por el valle violaban y atemorizaban
a las mujeres y que la osadía y violencia era porque no tenían sujeción
alguna, ni de amo ni mayordomo.

47 ANH, Criminales de Arica, legajo 222, pieza 5, foja 1v, Sama.

85
No sabemos que aconteció luego del proceso criminal de 1754 seguido
a los esclavos de Ureta, pues el expediente está incompleto. Es en la
pieza siguiente del mismo legajo que encontramos un nuevo proceso
criminal, entre los años 1756-1757, también en contra de los esclavos del
General pero esta vez por robo de ganado. Joseph de Ureta al parecer
no dio nunca atisbos de mucha preocupación, sobre todo frente a las
acusaciones e interpelaciones de los vecinos del valle, en cuanto a ser el
principal responsable de los robos y violencia reiterada de sus esclavos.
Por ejemplo, testigos declaran que al ir junto con un grupo de vecinos
del valle a la hacienda de Joseph de Ureta para hacer frente a los robos
reiterados de sus esclavos, además de cumplir con la misión de intentar
apresar a un esclavo fugitivo, la situación se dio de la siguiente manera:
…sabe que los negros en dicha declaracion contenidos prosiguieron en
sus maldades (6r) sin guardar respeto a persona alguna ni a la real Justicia
lo que se berifica con el caso que acaesio ayer miércoles que se contaron
veintidós del corriente que abiendo ido a sacar un negro fugitivo que tiene
dicho Don Joseph de Ureta trabajando en su asiento no quisieron darlo,
juntandose a la defenda de dicho negro mas de sien almas y trataron con
osadia y desvergüenza al Jues que lo fue a sacar…48.

El único que siempre aparecía armado con escopeta era el capataz, quien
en el curso de los acontecimientos nunca se le habría visto transitando
por el valle, ni tampoco acompañando a los esclavos en los actos que se
les imputaban. Solo aparece defendiendo a los esclavos y al propio Ureta
cuando los vecinos y la autoridad se acercaban a la hacienda Llamolle. El
juez Comisario del valle dejó en claro en una de sus declaraciones, que
ningún procedimiento ni dialogo parecía ser efectivo frente a los esclavos
de Ureta, pues llegar a los responsables de los robos era una tarea casi
imposible. En uno de los tantos intentos, el juez señalaba lo siguiente:
…y haberle visto en el monte de dicha hazienda se hallaron dichas
cabezas y haberse hallado alli el capatas de los negros de dicha hazienda
quien habiendole dicho que el y sus compañeros eran lo de este robo dijo
que no eran ellos, sino unos libres que estaban en su casa, a lo que dijo
este declarante que se los habia de entregar dijo que si, y habiendo al
siguiente dia pasado a la dicha hazienda con otros varios luego que los
dichos negros les rrepararon tocaron la campana y se juntaron todos y de
palos y hachas…49.

Este último episodio, obligó a las autoridades y algunos vecinos de Sama a


buscar por sus propios medios rastros del ganado robado. Los testimonios

48 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 6r, Sama.
49 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 3v, Sama.

86
señalan haber encontrado un matadero clandestino, evidencias de carne fresca
y salada, animales muertos y también vivos. Agrava este hecho considerando
que el matadero se encontraba dentro de la misma hacienda de Ureta.
El número de cabezas de ganado robado en ocasiones no era menor. Un
hacendado del valle presentó su declaración señalando que le habían sido
robados 60 animales. En otra muestra de que la autoridad local era ineficiente
en resolver el problema, fue este mismo hacendado quien insistió en seguir
la pista de lo parecía ser un nuevo pillaje50. Estaba claro que el ganado
robado formaba parte de un negocio de ganancias quizá importantes.
El matadero clandestino considerando la cantidad de animales robados,
evidenciaba que el motor de los pillajes eran subproductos valiosísimos en
la época, como por ejemplo el charqui. En rigor no sabemos si Ureta tenía
conciencia de que existía un matadero clandestino y el mercado informal
que este generaba. Con todo, no es apresurado plantear que Ureta sí sabía
dónde iba a parar el ganado robado, pues de otra manera no se explica
la audacia en defender a sus esclavos y los delitos que estos cometían.
Debió haber existido algún vínculo que podríamos denominar como
reciprocidad o beneficio mutuo, es decir, esclavos haciendo el trabajo más
evidentemente sucio y Ureta desde su sitial de hacendado y amparado en
su condición social, compartieron beneficios económicos y un poder fuera
de todo margen legal y formal.
Joseph de Ureta no era un señor desconocido en la zona. No sabemos
con precisión cuál era su patrimonio económico, si era ganadero o si la
hacienda “Llamolle” tenía fines agrícolas, lo que sí sabemos es que en su
hacienda mantenía una dotación de esclavos considerable. Sabemos por
registros de archivo que Joseph de Ureta habría sido nombrado por el rey
como Corregidor de Arica en 1738, saliendo del Puerto de Cádiz con tres
criadas y un esclavo51.
En lecturas posteriores de archivo, encontramos un documento de 1759
donde se relata la captura de un esclavo fugitivo de nombre Antonio de
propiedad del mismo Joseph de Ureta. Este esclavo habría llegado al
paraje de Para, en las inmediaciones de Tacna, asesinando a Juan de Palza
por haberlo apresado en varias ocasiones52. Por encargo del propio Ureta
se había dispuesto la búsqueda de este esclavo, quien ya era reconocido
por su violencia y porte de armas. La captura fue exitosa y aunque contó

50 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 6r, Sama.
51 Archivo General de Indias, Contratación, 5484, N° 1, R4.
52 ANH, Criminales de Arica, 1759, legajo 206, pieza 11, Tacna.

87
con defensa en el juicio, este procedió en pena de muerte. El esclavo
cimarrón atestiguo a través de esta defensa que había huido porque Ureta
se había negado a venderlo en múltiples ocasiones. Se menciona además,
como datos interesantes que el negro era de nación Guinea, que tenía al
parecer 40 años y que efectivamente hizo resistencia a entregarse hasta
el momento de su captura. Este esclavo, opta por la huida en una versión
que no se ajusta a lo que hemos visto ocurría en la hacienda Llamolle,
especialmente donde esclavos de Ureta gozaban de una libertad de acción
evidente. En las normas jurídicas tocantes a las irregularidades respecto
de esclavos, hayan sido robos, cimarronaje, agresión a personas blancas,
porte de armas, etc., el amo de los esclavos tenía la potestad para defender o
entregar a la justicia los esclavos que eran objeto de acusación y responder
civilmente ante los eventos. Sin embargo, los esclavos eran un bien tan
preciado que seguramente era mejor mantenerlos si el delito era menor y
solo recurrir a sanciones mayores si el delito era demasiado grave. Pero
a su vez, gran parte de los delitos más severos como la huida de esclavos
iría siendo una constante en aumento, situación que en el siglo XVIII se
vinculaba especialmente a los malos tratos que los amos tenían con sus
esclavos.
Es en este siglo donde a partir de las reformas borbónicas el cimarronaje
comenzó a ser objeto de más cuidado en la perspectiva de que los culpables
eran más bien los propietarios que los mismos esclavos53. Aunque hayan
sido reales o potenciales las sensaciones y los problemas que planteaba la
esclavitud, ya no solo como un sistema económico, sino como un problema
social, lo concreto fue que las variantes de comportamiento esclavo y no
esclavo fueron tan múltiples, que las interpretaciones y ejecución de la ley
fueron siempre insuficientes. Por lo demás, y como lo hemos visto en este
caso, los modos como operó la “sujeción” o la “relación amo-esclavo”
también habría tenido diversas expresiones, por lo tanto situaciones que
en su especificidad, difícilmente eran controlables y siquiera imaginadas
por las autoridades hispano coloniales54.

53 Previo a 1710 la legislación Borbónica solo había hecho hincapié en los vacíos legales que podían
interferir en la eficaz tenencia de esclavos. Sin embargo, una Real Cédula del 19 de abril de 1710 dada
para todas las Indias, planteaba la prohibición de dar castigos excesivos a los esclavos, recomendando
contener a los amos en estas áreas de la sujeción. “…ni que tomen aliento para las fugas que
acostumbran ejecutar, que dimanan muchas veces del imprudente rigor del castigo, y que probado que
sea el exceso de éste en el esclavo…”. Posterior a esta Real cedula la Instrucción para la Educación,
Trato y Ocupaciones de los esclavos de 1789 publicación que se dispersó por todo el territorio colonial,
disponía el carácter y la descripción de la figura del amo, concibiendo el paternalismo como un eje
fundamental de las relaciones entre amos y esclavos (Lucena, 1996, pp. 16-17 y 179).
54 A juicio de Lavallé (2001, p. 184), y me parece acertada su reflexión, estas fragilidades en el

88
El sistema colonial esclavista sin duda mostraba ciertas fragilidades que se
vinculaban precisamente a una crisis de autoridad o a una incapacidad del
Estado de saber cuáles eran esas distintas realidades locales que escapaban
a la norma y a la ley. Ureta era efectivamente un propietario de esclavos,
pero a la vez aliado de sus propios siervos, mostrando en una sola persona
aquello que sería incomprensible para las autoridades del valle de Sama,
transformándose en una suerte de “jefe de cuadrilla”55. Más aún, pareciera
ser que la figura de Ureta era un elemento vital, pues allí estos esclavos
encontraban sin duda protección y resguardo, sobre todo cuando la justicia
local intentaba sancionarlos, reprimirlos y capturarlos.
Haya sido porque eran negros, sin contención de amo ni mayordomo,
sensación de una sublevación esclava o falta de poder para dar con el
principal responsable, la cuadrilla de esclavos de Joseph Ureta desestabilizó
a la sociedad vallestera sin distinción de clases y personas. La rebeldía
se materializaba con osadía frente a Jueces y Corregidor aumentando el
temor de la población del valle por la aún evidente mirada de desconfianza
que se tenía de estas poblaciones afrodescendientes, aquella hostilidad del
blanco, como dice Richard Price que seguía reproduciendo una sociedad
“fatalmente racista”. Price plantea en este punto que cada pequeña victoria
de estas poblaciones, era para la clase dominante de la época, un motivo
para prever efectos más perjudiciales (Prince, 1981, p. 199). Si este
hubiese sido efectivamente la sensación de la elite vallestera, Ureta sería
uno de los responsables de estas victorias.
Más aún, cuadrillas amenazaban directamente a la clase terrateniente
del valle, violentando también dueños de chacras menores y también a
tierras de indígenas del pueblo de Sama, teniendo la particularidad de que
los delitos, sean robos o pillajes, minaban directamente sobre los únicos
rostros visibles de la economía vallestera. Para otras áreas del virreinato,
los actos de pillaje tuvieron la particularidad de que los objetivos o sujetos
de pillaje eran socialmente estamentos intermedios, que funcionaron
como diques de contención, como lo plantea Flores Galindo, que por

sistema esclavista colonial se habrían potenciado por una crisis de autoridad del sistema, que se vería
maximizada ya a comienzos del siglo XIX.
55 La curiosidad figura de Ureta me acerca en parte a la reflexión que hace Hobsbawn, en cuanto a
una figura ambigua, un hacendado asociado al bandidaje, sostenedor y aliado de sus subalternos. Es
parte de ellos, pero desde una situación de poder económico, es parte del sistema de los dominadores,
pero a la vez representa o se asocia con la otra cara del sistema. Interesante es la siguiente cita tambien
de Hobsbawn (2001, p. 107): “no hay nada que pueda convertir a un bandido campesino en un
‘caballero’, porque en las sociedades en las que florece el bandolerismo la gente noble y de alto rango
no se recluta en los medios populares”.

89
lo general evitó que estos actos de pillaje y robos de gran connotación
se transformaran en una amenaza directa y real a las clases dominantes
(Flores, 2001, p. 69).
Iglesia y población afrodescendiente en el Corregimiento de Arica.
Más sombras que luces en el plan de Dios y los hombres
La Corona española sabía y confiaba en que la labor de la iglesia para los
fines de consolidación del sistema esclavista era fundamental. Permitió que
la iglesia interfiriera en ciertas áreas de la trata esclava, siempre y cuando
no hiciera descargos respecto de la utilidad y necesidad de esta mano de
obra. En este sentido fue una aliada útil en la prosperidad del sistema.
No obstante, una cosa era teorizar respecto de cómo se debía manejar
el nuevo sistema en América y otra cosa era lo que realmente ocurriría
en los territorios de las Indias occidentales. Rápidamente implantado el
sistema de mano de obra esclava, América se transformaría en un espacio
de escasos logros y abundantes excesos, silencios y ambigüedades.
Los esquemas de cristianización variaron según y en función del medio
en que se desarrollaban. La labor era muy distinta si se desarrollaba en
la ciudad o en las haciendas y mientras más lejos de centros urbanos,
menos era la preocupación y la incidencia de esquemas de cristianización
y evangelización de esclavos y esclavas (Laviña y Ruiz-Peinado, 2006,
p. 26). Debo precisar en este primer acercamiento al tema, que frente
a la temática evangelizadora una cosa fue ocuparse de los esclavos y
otra de la población libre. En el primer caso, parece ser más coherente
la preocupación por parte de la corona, iglesia y amos, pues es la mano
de obra o bien mueble donde rápidamente y urgentemente se necesitaba
estabilidad económica y productiva. En el segundo caso, bajo prohibiciones
y marginalidad social las preocupaciones por parte de las elites dominantes
y jerarquía eclesiástica irían en preservar y garantizar un orden social
específico. Se permitiría por ejemplo interacciones culturales y sociales
siempre y cuando no violentaran un orden establecido. Hablaremos en
general de poblaciones afrodescendientes, puntualizando en esclavos o
libres según el documento lo señale.
El quehacer de la iglesia más que acercarse a las necesidades espirituales
de la población afrodescendiente, se acomodó a los requerimientos que
la sociedad hispano dominante hacía frente a las problemáticas que
planteaba la población esclava o libre. Para el Corregimiento de Arica,
las evidencias documentales del quehacer de la iglesia aparecen insertas
en casos judiciales y criminales. Aunque son retazos documentales y no

90
tienen una matriz común, son a nuestro juicio, antecedentes o fragmentos
de cómo se manifestaron u operaron las practicas clericales y eclesiásticas
en estas áreas del virreinato frente y en relación a esta población.
La corona española desde los inicios de la trata esclavista, sabía que no
podía coexistir la idea de indios cristianos y negros paganos. El cristianismo
además, cumpliría una doble función, los haría más dóciles y los ayudaría
a llevar con resignación cristiana su triste condición. La iglesia entonces
cooperaría en la necesidad de “civilizar” a esta población, disciplinar en
la fe, contener atisbos de descontento, alzamientos y rebeliones, y a través
del adoctrinamiento, difundir la idea que un buen esclavo aceptaba su
condición, obedecía al amo y no se rebelaba, además insistir que para la
salvación del alma no era necesaria la libertad del cuerpo. Especificaciones
que quedarían, no solo en materias doctrinarias, en letra muerta.
En principio, las diócesis tenían un ligero y superficial conocimiento de la
situación de los negros. Para el caso peruano en estas materias los avances
importantes han estado en manos de J. P. Tardieu (1997). El autor plantea
que no hubo una política eclesiástica ni una doctrina general definida para
este grupo humano. La norma apelaba a una cierta asistencia espiritual,
insistiendo que la iglesia misionera y evangelizadora para el caso de
negros esclavos y libres no se logra pesquisar de manera clara56.
Pero si hay que detenerse en alguna especificidad, lo determinante en el
matrimonio entre esclavos por ejemplo, era que existía una política favorable
(que era explícita por parte de la Corona y también de la Iglesia católica) de
propiciar los matrimonios entre esclavos para que estos particularmente se
“sosegaran” (Lucena, 2002, p. 127). Promover el matrimonio entre esclavos
y por ejemplo incentivar el uso conyugal de los esposos para una mejor
sujeción, sería un planteamiento que haría específico en 1582 el Tercer
Concilio Límense. Un planteamiento que obviaba que muchos esclavos y
esclavas habiendo dejado África, dejaban obligadamente también esposos
y esposas, pero que en el nuevo contexto religioso y moral aquello y tras

56 Hubo ciertas excepciones en América donde la iglesia hizo una labor profundamente evangeliza-
dora y protectora de los esclavos. Las iglesias más cercanas a estos afrodescendientes tuvieron nombres
como el padre Alonso de Sandoval y el padre Pedro Claver, ambos jesuitas, quienes desempeñaron
en Cartagena de Indias en la primera mitad del siglo XVII labores de protección, evangelización,
asistencia médica y espiritual a los esclavos, especialmente bozales. Alonso de Sandoval decía que
dentro de las almas carentes de enseñanza estaban justamente los etíopes (genéricamente para referirse
a los de piel negra), y lo urgente que era revisar sus bautismos y revalidarlos si fuese necesario y de
administrar otros sacramentos para su provecho. También diría que la diferencia de color sería una de
las tantas maravillas creadas por Dios, por lo tanto dignas de ser instruidas en la fe católica (Sandoval,
1647).

91
nuevos matrimonios, no sería considerado bigamia57. No es menor recordar
que el matrimonio era reflejo de la manera como se concebía un orden social
específico, negros con negros, indios con indios, españoles con españoles.
Esto claro iría cambiando, pero habría seguido siendo cuestionable por
ejemplo matrimonios entre negros y blancos. Me sirve en este aspecto
citar un documento (aun cuando este dato sale del marco geográfico del
Corregimiento pues Tarapacá ya en esta fecha dejaba de ser un territorio
jurídicamente correspondiente al Corregimiento de Arica), fechado en 1796,
para el pueblo de Matilla58. El expediente matrimonial relata la voluntad y
petición al cura de Pica de un hombre natural del reino de Santiago de Chile,
de 28 años y su deseo de contraer matrimonio con Vicenta de Bustos, negra
esclava. Efectuado un interrogatorio, Josef Cárdenas atestiguaba:
9r) que saue es esclava la muger con quien pretende casarse y que el
motivo que tiene para ello es el estimulo de su conciencia y servir a Dios…

El testimonio de la esclava decía que:


(10r) dijo que es su boluntad casarse con Jossef Cardenas y que para ello
tiene la licencia de sus amos y que es hija natural de Maria esclava ya
difunta y de don Tadeo Lecaros y que es de edad de 24 años…

Estos testimonios sin duda se hicieron necesarios pues el Cura de Pica


Bernardo Rebollar se había referido a este:
(8v) en cumplimiento del superior orden de Vuestra santísima Trinidad
digo: que haviendome presentado el pretendiente queriendo casarse con lo
que relaciona, resisti hacerlo ya que a primera vista me paresio montruoso
el matrimonio que queria por ser hombre blanco y la muger esclava….

Este documento en la voz del cura de Pica evidencia la mirada real


que se tenía de este tipo de vínculos, en donde servir a Dios a través
del matrimonio incluiría evitar este tipo de monstruosas alianzas. Sin
embargo, en el testimonio del pretendiente servir a Dios a través del
matrimonio nada tenía que ver con el color y condición de su novia. Los
marcadores raciales y sociales en temas de matrimonio ciertamente eran
una percepción generalizada en la sociedad colonial y no solo un sesgo
entre curas y párrocos (Klein y Vinson, 2008).

57 Lucena plantea que el potenciar los nuevos matrimonios en América, tras la ruptura de tantos
tras la trata de esclavos, podría considerar que aquello que tanto escandalizaba a la sociedad hispano
criolla, como era la bigamia, en el lenguaje del cristiano matrimonio se legalizaba una ambigüedad
más (Lucena, 2002, pp. 151-152).
58 Archivo Arzobispal de Arequipa, 1796, Expedientes Matrimoniales, legajo 1, pieza 23, Matilla. El
subrayado es de la autora.

92
Para los casos de defunciones y las disposiciones y normativas eclesiásticas
sobre los tipos de entierros consideramos interesante un documento fechado
en 1747 para Arica59, donde se planteaba que además de no impedir a los
fieles ser enterrados en la iglesia del Convento Seraficio (franciscanos) de
la misma ciudad, se precisaba que los difuntos de jerarquía debían hacerse
en entierros con cruz alta (28 pesos), pero que los entierros de esclavos y
personas pobres debías ser con cruz baja (cuerpo menor), lo que sugiere
que se efectuaba sin vigilia y sin misa (3 pesos). Es en esta época donde
también se especificaba la prohibición que los entierros de negros se
hiciesen con cantos y bailes, evitando similitudes con las ceremonias de
personas blancas. Las cruces y sudarios se estipula debían ser pagados.
La muerte carente de solemnidad expresaría sin complejos como esclavitud
y pobreza eran una condición miserable de principio a fin. Por ejemplo, el
cabildo de Lima del 6 de enero de 1614 había ya especificado y prohibido a
los negros ser enterrados en ataúdes, cosa que ratificaría el Virrey Marques
de Montesclaros (Lucena, 2002, p. 190). El que negros sean enterrados
en ataúdes menoscababa la autoridad de españoles y gente principal
además de incurrir en crecidos gastos, y que el evitar darle protagonismo
disminuía el natural desorden se decía estos hacían en los funerales. Sin
embargo, sería evidente que mientras la autoridad civil se esforzaba por
mantener las distinciones de clase en estas ceremonias, la iglesia católica
insistía en algunas negligencias que incitaban a conductas alejadas de la
moral cristiana. Desde Lima, los dos primeros concilios provinciales, por
ejemplo, hicieron hincapié en que todo entierro de esclavo debía pasar por
la iglesia. Este propósito chocaba sistemáticamente con amos que hacían
caso omiso de esta obligación básicamente por ahorrarse dinero, omisión
que según las autoridades eclesiásticas hacia crecer las ceremonias
funerarias de carácter pagano. Este no era un tema menor, pues el temor
no solo eran los rituales paganos en contextos funerarios, sino además que
la falta de cuidado cristiano - a raíz de una cedula enviada al arzobispo
de Lima en 1586 por parte de la corona no hacía más que acrecentar los
tan conocidos vicios, borracheras, hechicería y malos hábitos de esta
población (Lucena, 2002, p. 146).
En el Corregimiento de Arica al igual que en el resto de América colonial, las
visitas eclesiásticas se hicieron siempre en el tenor o el objetivo específico
de promover el catolicismo entre las comunidades indígenas. Cito por
ejemplo para el año 1632, en una visita a las zonas de Moquegua, Arica y

59 Archivo Arzobispal de Arequipa, 1747, Expedientes Civiles Arica.

93
Tarapacá del señor don Pedro de Villagomez, Obispo de Arequipa, quien
compuso e imprimió un “catequismo de doctrina cristiana, acomodado
a la capacidad y sencillez de los indios” (Echeverría, 1955 [1804] con
ausencia de alguna especificación referente al catequismo o reforzamiento
espiritual de negros esclavos y libres. Esta ausencia sería una constante,
lo que parece un contra sentido, considerando que en otros ámbitos de
la vida colonial seguían constituyendo un foco de preocupación social y
económica.
A través de los Concilios Límense (insistiendo en el bautismo, misa e
instrucciones en días festivos) y en especial de la cedula de 1586, el
arzobispo de Lima, por orden de la Corona, informaba a sus doctrinas que
los vicios y problemas con esta población era por la falta de adoctrinamiento
y que además sabía que esta población entre negros y mulatos crecía y por
lo tanto crecía los cúmulos de pecados.
Otro espacio donde podrían aparecer luces de la relación entre iglesia
y población afrodescendiente fueron las cofradías. En el resto de la
América española estas fueron una medida exitosa como instrumentos de
evangelización. Las cofradías de negros además de funcionar como un
modelo de control social, proveían a esclavos desarraigados de su tierra
una red de relaciones sociales fundamentales en contención y auxilio.
Según Francisco Xavier Echeverría y Morales en “Memorias de la
Santa Iglesia de Arequipa” en la primera mitad del siglo XVIII en Arica
existían tres cofradías, Nuestra Señora del Rosario, Patriarca San José y
la Cofradía de la Concepción (Echeverría, 1955, p. 149). Posteriormente,
en 1793 en la visita de Don Antonio Álvarez y Jiménez a la misma zona
menciona otra más que sería la Cofradía del Santísimo Señor Sacramento.
Pero Jiménez decía que estas cofradías se encontraban en muy mal estado,
básicamente en cuestiones de ornamentación, por lo tanto, eran cofradías
bastante pobres (Barriga, 1955, p. 55). Quizá una señal de que esta parte
del Corregimiento, a pesar de evidenciar población negra, no era una
zona de evangelización activa o prioritaria. De todas las agrupaciones
mencionadas, “Nuestra Señora del Rosario” debió haber sido de esclavos
negros, pues en el resto del virreinato especialmente los afrodescendientes
profesaban esta devoción mariana. Confirmando esto, Cavagnaro (1994,
p. 312) menciona que, a pesar de no encontrar información específica
para Tacna, deberíamos suponer que como sucedió en otros lugares del
virreinato, la presencia de Cofradías de negros sería evidente. El autor
plantea también, que Nuestra Señora del Rosario sería reconocida en
la zona de Tacna por los afrodescendientes como su patrona. En Tacna

94
esta hermandad tenía el sello de ser en sus pasacalles muy ruidosa,
originando los bailes populares como el “Son de los diablos” y el “Baile
de los Morenos”. Sin embargo, no aparecen hasta el momento datos e
información más específica para la zona.
Aparecen algunos documentos para Arica donde Conventos y hospitales en
manos de órdenes religiosas se convirtieron en las alternativas para evitar
captura y juicios criminales. Estos documentos me parecen importantes
de sumar a este registro pues sitúan a la iglesia local como un espacio,
aunque ficticio, de seguridad y resguardo. Podría significar que para el
común de los negros la iglesia cumplía un rol de resguardo espiritual,
quizá un espacio sagrado donde el asilo era comprendido. La disposición
y la ley de esclavos decía que un negro asesino era castigado con la pena
de muerte. Aquí habría que precisar que cada vez que un es- clavo cometía
delitos graves contra las personas, sería solo de injerencia de la Justicia
Civil y se especifica que “observándose en todo lo que las mismas leyes
disponen sobre las causas de los delincuentes de estado libre” (Lucena,
2002, p. 106). Es así entonces, que para Arica se han encontrado dos
casos donde la iglesia local tuvo obligadamente injerencia. En uno de los
casos fechado en 1767, un negro esclavo, llamado Juan Joseph, alias el
“polvillo” asesina a plena luz de día, en las gradas de la Iglesia Matriz
de Arica a un forastero. El esclavo inculpado se refugia en el Convento e
Iglesia de Nuestra Señora de La Merced. Tras una seguidilla de testigos,
tres de ellos pardos libres y un zambo esclavo, el Cura Rector y Vicario
y Juez Eclesiástico de la ciudad de Arica pide permiso al Convento para
allanar sus puertas y proceder a sacar al negro según la justicia ordinaria60.
En otro caso con fecha de 1759, un negro “cimarrón” de nombre Pantaleón
asesina en el Valle de Lluta al mestizo Thomas Jauriondo. Tras asesinarlo
con cuchillo y piedra, robándole luego la mula y las espuelas se dirigió
a Arica y se refugia en el Convento del Seraphicio Padre San Francisco
(aquí habría estado 3 días) y que luego fue trasladado al hospital a cargo
de la misma orden61.
La justicia ordinaria nos damos cuenta no podía intervenir estos espacios
conventuales, sin embargo, no era una medida eficaz que aseguraba alejar
a la justicia ni menos la pena de muerte. Quizá el refugiarse en lugares
como conventos se vinculaba a la idea de protección y caridad religiosa,
una idea sugerente desde la perspectiva de cómo habría sido comprendida

60 ANH, Criminales de Arica, 1767, legajo 214, pieza 31.


61 ANH, Criminales de Arica, 1759, legajo 217, pieza 13.

95
la misión de la iglesia en un contexto que sigue siendo poco claro, más aún
desde las propias poblaciones negras. Pero esta idea por ahora requiere de
más evidencias, pues debiésemos encontrarla también en otro tipo de casos
donde se expresará por parte de esclavos, por ejemplo, un acercamiento a
la iglesia local en una relación o búsqueda de asilo o asistencia espiritual
de manera más específica.
En otros casos donde la iglesia local podría haber intervenido, su quehacer
parece tardío. Pascual Bravo, de Ilabaya, negro libre y marido de Agueda
Sora, negra esclava, pide al amo de ésta, Tomas, Bertiz, le entregue carta
de venta pues la mujer se halla en concubinato con otro esclavo de su
misma posesión. El juicio se entabla luego de ser evidente los brutales
golpes que Pascual Bravo recibió por parte de esclavos de Bertiz. Luego
de 200 azotes Pascual Bravo atestiguaba:
Don Thomas Bertiz no es ni ha cido dueño de mi persona ni tiene facultad
para ejecutar castigo alguno en personas libres y solo si en sus cierbos por
modo de correccion62.

Este hacendado de Ilabaya era “Teniente del Regimiento de Dragones y


Disciplinador de la ciudad de Arica”, rango y cargo de alta ingerencia
en asuntos judiciales y militares. Posterior al cumplimiento de la escla-
va de la confesión anual, en compañía de su amo, el cura de Ilabaya y
al hacerse público el concubinato, determina hacer una “reconversión
Cristiana”63 a la esclava, lo que es entendida por Bertiz como un exceso y
descarga su ira nuevamente contra Pascual Bravo64. Tras el castigo moral
por parte del cura y un auto de procesamiento de 37 fojas, Thomas Bertiz
fue condenado a pagar 100 pesos a Pascual Bravo y obligación de entrega
de la esclava Águeda a su esposo legítimo. Ciertamente el cura de Ilabaya
sería determinante en cómo una autoridad política se vería doblegado
ante un juicio de carácter moral y cristiano, sobre todo considerando los
sujetos involucrados. Mi pregunta entonces tiene relación con que, si estos
casos no hubiesen tenido un carácter de público, ¿el cura del pueblo habría
actuado de la misma manera? Vuelvo a insistir en la idea de que en la
relación Iglesia y población afrodescendiente estuvo siempre al alero de
criterios específicos y particulares, a la vez que toda moralidad cristiana
tendía a la conservación de un orden social y económico, donde por lo
general, esclavos o libres, debían ser objeto y sujetos de disciplinamiento

62 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17, foja 6r.
63 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17, foja 12r.
64 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17.

96
más que de cuidado espiritual. Consideramos en esta reflexión una
consideración leída en un artículo de Iris Gareis (2005, p. 53) que plantea
que la evangelización de los negros habría sido un producto secundario.
La evangelización de negros habría sido un instrumento, pues la misión y
obligación era evangelizar primordialmente a los indígenas.
En algunos registros documentales, particularmente en las peticiones
de libertad y ya lo hemos expuesto, se hace referencia por parte de los
demandantes, a que la esclavitud es tan perjudicial al cuerpo como también
al alma. Tanto propietarios como el mismo Estado español, los primeros
con mayor beligerancia que los segundos, operaron a través de la represión,
castigo y la coacción para garantizar el funcionamiento y mantenimiento
del régimen esclavista. En este aspecto la iglesia jugo un rol relevante y
ambiguo a la vez; “bendecía el dominio sobre la base de la salvación de
las almas, mientras juzgaba, reprimía y castigaba los cuerpos” (Laviña y
Ruiz-Peinado, 2006, p. 30). Los abusos o castigos físicos, por ejemplo,
aun cuando se apelaba a que debían ser correctivos, pero no excesivos, la
iglesia veló más bien por no indisponerse con los propietarios de esclavos.
Pero en algunos juicios de estas características, los golpes y abusos daban
paso a cuestionamientos, donde los preceptos divinos eran recitados en las
voces de esclavos, cuan mensaje de libertad espiritual.
En el discurso oficial de la iglesia la intensión estaba puesta en la idea
que bien señala Carlos Esteban Deive (1980) como “el encadenamiento
del cuerpo del esclavo para en recompensa, ofrecerle un alma que
salvar”. Esta intencionalidad también la evidencia Tardieu (2005, p. 71),
denominando como Teología de la Resignación, a aquello que justamente
resolvería una contradicción, es decir la servidumbre le daría al hombre
negro la verdadera libertad, la del alma. Este es el discurso que justamente,
se iría haciendo poco convincente en las poblaciones afrodescendientes y
tal como comenzaríamos a ver en los documentos de petición de libertad,
ésta no solo remitiría a la autodeterminación del cuerpo sino también a
la libertad del espíritu. La defensa de la libertad y, en primer término, el
cese de abusos en post de una mejora en las condiciones de vida, significó
además que el alma no podía estar sujeta a un cuerpo mortificado y que
bajo los ojos de Dios aquello era repudiable.
Curas, presbíteros, párrocos y miembros la alta jerarquía eclesiástica
tuvieron esclavos y esclavas. En la práctica reconocemos, a través de
la documentación, además de un silencio en materias doctrinales, la
evidencia de una codicia y apego a los bienes materiales por parte de

97
curas y eclesiásticos, donde obviamente los esclavos y esclavas estaban
considerados. Esto no era menor, pues luego del Concilio de Trento los
ideales y deberes sobre todo de autoridades eclesiásticas debían ir por el
camino de la caridad y celo apostólico. El caso del cura de la ciudad de
Arica, Phelipe de Mogrovejo es útil para explicar la indolencia en el trato
de esclavos. Al no poder vender su esclava, que según el documento es
porque es mala, hizo trueque de ésta a cambio de unas tablas de Chile65.
El documento es aún más complejo pues el cura no solo intercambia a su
esclava, sino también al marido de ella, quien no sería esclavo del cura,
si no de otro señor. Ahora bien, no importando las discusiones monetarias
que se expresan en el documento o la falta de rigurosidad en los contratos,
lo esencial es que aun sabiendo que curas, obispos, etc. tenían esclavos a
su haber, las prácticas abusivas y poco humanas con esclavos y esclavas
no eran tan extrañas en la cotidianidad.
En 1713, igualmente en Arica, un caso de reclamo de una negra esclava puso
en aprietos al Tribunal de la Santa Inquisición de la Villa de Moquegua,
incluyendo a la autoridad de ésta en Arica, más el Corregidor de turno de
la misma ciudad. El juicio comienza por la intención de la madre de la
esclava al querer comprarla, sin embargo, el juicio finalmente se centraría
en una férrea defensa y alianza entre los comisarios del Tribunal de la
Inquisición de Moquegua y Arica contra el corregidor del mismo lugar. Si
no es porque sabemos que son presbíteros los involucrados, la pugna por
la esclava en todo el documento pareciera ser alegatos propios de amos
disputándose al parecer una preciada pieza. Una muestra de que quizá,
tanto para la justicia civil como para la justicia eclesiástica la esclavitud
se constituía como un bien demasiado importante. Un cura, en la posesión
de esclavos, primero era amo luego procedían sus quehaceres espirituales.
Seguimos insistiendo que aun cuando los estudios históricos concernientes
a la población afrodescendiente en tiempos coloniales tienen la dificultad
de trabajar con una documentación dispersa, que además carecemos de
marcos referenciales homogéneos sobretodo en materias eclesiásticas,
recalcamos lo trascendente que es la incorporación de estos avances
al resto de las temáticas coloniales. La insistencia hoy en día tiene que
ver además con estudios que avancen en las relaciones que estos grupos
tuvieron con otros grupos sociales y viceversa, cómo evidenciar estas
relaciones, los vínculos con las instituciones coloniales y como estas en la
praxis convivieron con la población esclava o libre, cómo formaron parte

65 Archivo Arzobispal de Arequipa, legajo 9, Arica, 1680.

98
también de los instrumentos de control social, apropiación de lenguajes
notariales, apropiación de espacios socio religiosos, por ejemplo.

Referencias Citadas
Fuentes
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Archivo Nacional Histórico, Criminales de Arica, Santiago, Chile.
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101
102
ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LA POBLACIÓN
AFRODESCENDIENTE EN TARAPACÁ
(SIGLOS XVI-XIX)1*
Carlos Donoso Rojas2

La explosiva transformación demográfica experimentada en Tarapacá


desde la década de 1970, asociada inicialmente al desarrollo sectorial del
comercio y los servicios derivados, y potenciada en los ochenta con el
resurgimiento de la actividad minera, no constituye una excepción en el
proceso de poblamiento experimentado por la región desde inicios del
ciclo colonial.
La evolución demográfica de Tarapacá, de hecho, está condicionada de
un modo indisoluble por los periodos de bonanza o decadencia de alguna
actividad económica predominante, pero de corta duración. A partir de
la explotación de los yacimientos de plata en Huantajaya y Santa Rosa,
pasando por el usufructo de los depósitos de guano y el esplendor oscilante
de la industria pesquera, hasta la consolidación de la industria salitrera a
mediados del siglo XIX, Tarapacá ha experimentado profundos cambios
en su composición y distribución poblacional, manteniendo tendencias
que se explican en función de los modelos de producción vigentes.
Desde los primeros registros de población, hasta los últimos datos censales,
el índice de masculinidad en Tarapacá ha sido históricamente superior al
rango 100, lo que define una evolución demográfica más producto de la
inmigración económica que por causalidad vegetativa. El predominio de
la población masculina se explica por el carácter de los oficios ejercidos
en la región, y por sus condicionantes geográficas y climatológicas, lo que
inicialmente limitó la migración de núcleos familiares. La provincia de
Tarapacá se inserta en una de las regiones más inhóspitas del planeta, en
donde la escasez de agua condicionó cualquier intento por transformar a
la región en un punto de residencia permanente, restringiendo la inversión
y la explotación eficiente de sus recursos. Aunque el problema del agua
fue solucionado en la medida que se transformó en un negocio altamente
rentable con el aumento la población (posibilitando incluso el desarrollo
de un activo mercado agrícola y ganadero en los valles interiores), la
imagen de una región desolada y vulnerable gestada en el período colonial

1* Este trabajo se ha realizado en el marco de la ejecución del proyecto FONDECYT Nº 11090195.


2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

103
perduró en el tiempo. Antonio O’Brien, en su visita a Tarapacá, informaba
al respecto:
Este es territorio penoso de vivir en él, tanto por los continuos temblores,
y las frecuentes pestes que se padecen anualmente en los principios,
y fines del Ynvierno, y del Verano, como la escasez de víveres que la
hacen mucho mas cara que Lima, y por lo costoso que es transitar por
qualquiera parte de este Partido, particularmente en el temperamento
cálido, pues es menester llevar consigo el que camina hasta el Agua y
Carbón necesario para su viaje, y se carece de Medico y Botica (Hidalgo,
2009, p. 21).

La imagen de una región desolada, reiterada hasta el período republicano


por viajeros ocasionales, contrasta con una dinámica política comercial
activa desde inicios del período colonial. En efecto, desde mediados
del siglo XVI emprendedores y aventureros lograron en no pocos casos
cimentar fortunas significativas basadas en la explotación del mineral
de Huantajaya y el comercio de pescado seco, destinado a la creciente
demanda del mineral y los emergentes núcleos urbanos de la región
(Marvin, 1968, pp. 27-31).
El primer encomendero de Tarapacá, Lucas Martínez Vegazo, tuvo tanto
éxito en sus iniciativas comerciales como los Cossio, de la Fuente o los
Loayza, verdaderas dinastías regionales, o como Juan Donoso, un aún
desconocido personaje quien hacia fines de siglo explotó las pampas
intermedias de Tarapacá hasta la región altiplánica de Bolivia. De acuerdo
a lo apuntado en su testamento, Donoso consolidó desde mediados de siglo
una riqueza considerable mediante la ganadería y el servicio de porteo de
minerales, el comercio de guano de la isla Cuadros y la venta de agua3.
Consideraciones metodológicas
El estudio de la esclavitud negra en Tarapacá presenta algunos
imponderables metodológicos a considerar. La historiografía peruana del
tema tiende a asociar la problemática del esclavo a núcleos urbanos, al
análisis cuantitativo en un intento por precisar su número y a su vínculo
con actividades económicas predominantes en el centro y norte del
virreinato y la incipiente república. Estudios clásicos sobre la esclavitud
en el Perú, como los de Frederick Bowser y Peter Blanchard, omiten
el sur del Virreinato y la República, respectivamente, como objeto de
análisis. Del mismo modo, historias generales del Perú sólo refieren
marginalmente al tema de la esclavitud en el Perú, sin profundizar en su

3 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Judiciales de Iquique, 1640, legajo 291, pieza 1.

104
impacto demográfico ni vincularla a la construcción de Estado peruano
(Blanchard, 1992).
Estudios recientes han dado un interesante giro al tema. Los aportes de
Christine Hünefeldt (1994) y Carlos Aguirre (2010) son destacables por
introducirse en corrientes epistemológicas innovadoras, estudiando las
relaciones familiares y la vida cotidiana de los esclavos negros en Lima
y sus alrededores. Desde perspectivas próximas, ambos autores asignan
una especial relevancia al aporte de la población negra a la construcción
de la tradición obrera en la capital virreinal, sin detenerse a visualizar la
expansión de dichos rasgos más allá de los círculos de la metrópoli.
Las investigaciones chilenas no se diferencian mayormente de las
peruanas, en cuanto su foco de análisis se limita a la zona central, en
donde se concentró la minoritaria población negra. Las obras clásicas
de Rolando Mellafe, Guillermo Feliú Cruz y Gonzalo Vial Correa
sirvieron, durante décadas, de pauta para estudios menores sobre el tema,
priorizando el proceso que derivó en el fin de la esclavitud, a comienzos
de la República, o bien enfocándose en su rol como factor productivo
en la estructura económica del período colonial. Estos últimos años,
el estudio de la esclavitud en Chile se ha vigorizado con el aporte de
Celia Cussen (2006) y Seminario Permanente de Estudios de Esclavos y
Castas en América colonial, de la Universidad de Chile. Las lógicas de
análisis, no obstante, continúan centradas en casos vinculados a la zona
central.
Sin excepción en ambos países, la inclusión de esclavos africanos y sus
descendientes constituye una omisión notable, lo que se explica por el
carácter histórico de la región. Mientras para el Perú el estudio del período
anterior a 1879 tiende a prescindir de Tarapacá como un objeto de estudio
(excluyendo la efímera influencia del salitre en el ordenamiento económico
nacional), para la historiografía chilena la importancia de la provincia sólo
se remite a su posterior inclusión como región proveedora de recursos al
Estado, y cuna de los movimientos sociales.
Visto desde una perspectiva crítica, la vida económica y social de
Tarapacá está condicionada por un centralismo interpretativo. Éste, por su
parte, no es sino el reflejo de la relación resultantes de controles políticos
que visualizan la evolución de los Estados, únicamente en relación a los
procesos históricos gestados en los ejes administrativos. Ocurrió durante el
período hispano, en donde el papel de la Corona fue secundario, centrando

105
sus intereses en la actividad a través del puerto de Arica y en los beneficios
marginales generados por la minería argentífera de Huantajaya y Santa
Rosa.
Esta dinámica se mantuvo durante la naciente república peruana, período
en el cual la elite tarapaqueña vinculada al salitre y actividades anexas
orientó el desarrollo regional, relegando la acción fiscal a un rol apenas
validante de condiciones preexistentes. La promulgación de Iquique
como Puerto Mayor en 1885 o el traslado de la capital regional a ese
puerto, en 1874, son dos ejemplos paradigmáticos. En el primer caso,
el que es considerado uno de los hitos relevantes de la historia de esa
ciudad no fue sino la oficialización de un status que, en la práctica, se
venía desarrollando al menos quince años antes, con la anuencia de las
autoridades provinciales. En el segundo, el abandono formal de la ciudad
de Tarapacá se había concretado de hecho en 1871, con la instalación en el
puerto del poder judicial y de las dependencias prefecturales.
Alejada de una influencia fiscal orientada a la inclusión de la provincia
y que supere intereses económicos puntuales, la historia de Tarapacá
debe ser necesariamente analizada en un contexto regional, sin mayor
vínculo con el poder central salvo cuestiones coyunturales ligadas a los
recurrentes conflictos políticos internos del Perú en el siglo XIX. Esto
define a la región como un modelo excepcional de análisis en la cual los
procesos históricos, desde cualquier formato epistemológico, deben ser
interpretados en relación a variables internas.
El estudio de la esclavitud en Tarapacá no escapa a esta disyuntiva,
considerando que las referencias a la población negra son siempre
secundarias al no estar insertas en un esquema que les diera una mayor
visibilidad (v.gr., censos o registros de tributarios) y, en especial, a que no
formaban parte de la memoria incidental de sus contemporáneos. La visita
general ordenada por el Virrey Francisco de Toledo, en 1574, concluyó
que en el repartimiento de Tarapacá habitaban 3.933 personas, de las
cuales 761 eran indios tributarios entre los 18 y los 50 años, 195 “viejos e
inútiles que no pagan tasa”, 1.004 muchachos menores de 17 años y 1.973
mujeres de toda edad y estado. En los repartimientos de Pica y Loa, la
cifra era menor: de un total de 630 personas, 150 eran tributarios, 56 viejos
e inútiles, 156 muchachos menores de 17 años, y 264 mujeres de todas
edades y estados. La población esclava no fue considerada en el conteo4.

4 Tasa de la Visita General de Francisco de Toledo. Ediciones de la Universidad Nacional de San


Marcos, Lima, 1975, pp. 236-238.

106
Una segunda complicación apunta al nexo jurídico de Tarapacá con las
ordenanzas reales y virreinales. Como indica asertivamente Carmen
Bernard en una reciente publicación, el estudio de las condiciones de
vida de la población negra debe, como requisito sine qua non, considerar
las modalidades regionales específicas de la esclavitud como sistema,
comprendiendo que el peso de las instituciones, los hábitos, el entorno
y las circunstancias no eran homogéneos en el amplio espacio colonial
americano (Bernard, 2009, p. 13).
Del mismo modo que la legislación indiana es rica en normas relativas
al trato y a las relaciones laborales y mecanismos de control social de
la población esclava, no existe forma de saber cómo su contenido que
podía ser aplicable en la región, ni siquiera si fueron conocidos, tomando
en cuenta que el estilo de las administraciones regionales, en la mayoría
de los casos, se basaba en la aplicación del sentido común por sobre el
conocimiento de la legalidad vigente. Existen antecedentes concretos
del incumplimiento de normativas emanadas desde Lima orientadas
a defender los intereses fiscales en la región en materias financieras,
judiciales o militares, lo que hace suponer que los modos de relación entre
personas esclavizadas y sus dueños no estaban insertos en un marco legal
aceptado, o al menos acatado de forma integral.
Una última objeción metodológica refiere a la compleja identificación
de la población afrodescendiente. Al llegar a América convertidos en
esclavos, su denominación originaria era comúnmente reemplazada por
un nombre cristiano, y una vez insertos en la sociedad colonial adqui- rían
un apellido que, sólo en algunos casos, aludía a su lugar de origen. A fines
del siglo XVIII, por ejemplo, era posible encontrar en Tarapacá apellidos
como Congo, Guinea y Cuba (Daponte, 2010, p. 23). El Censo de 1841
registra cuatro Angola, apellido del que hay registros hasta avanzado el
siglo XX en Iquique.
En la mayoría de los casos, sin embargo, los esclavos originarios, o su
descendencia, adoptaban un apellido castellanizado, en ocasiones el
de sus propietarios u otros por entonces de uso común. En el Archivo
Judicial de Iquique se aprecia una tendencia a presentar a esclavos negros
involucrados en algún tipo de demandas con apellidos que hoy son
comunes en el país, como Soto, Castro, Morales, Blanco, Ceballos y Díaz.
Considerando que la existencia de pueblos de indios en Tarapacá sirvió
de refugio a todos los grupos sociales no insertables en la categoría

107
de “español” (blancos), las relaciones sociales forzaban el carácter
endogámico, lo que explica la abundancia en los oasis interiores de
cholos, zambos y zambahijos, ante una minoría reconocida como mestiza
o mulata, donde hay directa participación hispana (Daponte, 2010, pp.
24-26).
Iquique y Huantajaya como motores de la economía regional
La extracción del abono, sumado al movimiento generado por Huantajaya,
a la pesca y a una incipiente actividad agrícola en los valles interiores,
darían Tarapacá, y especialmente al puerto de Iquique, una actividad
insospechada a inicios del siglo XVII, generando perspectivas que le darían
un status administrativo especial por parte de la administración española.
En 1613, los indígenas de Tarapacá fueron incorporados a la Corona por
el Virrey de Monteclaros, asignando parte de sus tributos a favor del
Marqués de San Germán. En 1628, dicha pensión fue traspasada por el
término de dos vidas a Manuel de Acevedo Zúñiga, Conde de Monterrey,
cuyo padre había servido como militar en las campañas de Felipe II en
Portugal. En reconocimiento por su desembolso, el monarca lo designaría
Virrey en México y posteriormente en Perú. La merced de encomienda a
favor del primogénito de aquel magnate, comprendía el pago de 3.117 ½
ducados en cada año, pagaderos por los indígenas de Ilo, Ite, La Quiaca,
Lluta, Sibaya, Tarapacá, Camarones, Iquique, Huancala y el puerto del
Loa. La población tributaria de los poblados costeros superaba las dos
mil personas, quienes debían rendir un pago anual de dos pesos oro por
persona (Cúneo-Vidal, 1930, p. 129; 1978, pp. 298-299).
El Conde de Monterrey falleció en 1653. Al no dejar descendencia
masculina, la Corona cedería a su viuda una pensión pagada por las Cajas
Reales de Arica. A su vez, los descendientes del Conde solicitarían al
Rey la posibilidad de seguir gozando la renta de la encomienda de indios
de Iquique, posiblemente atraídos por las ventajas económicas que ya
entonces entregaba el guano.
Una vez otorgada la encomienda a la casa ducal Alba, ligada con los
Acevedo por unión matrimonial, y a fin de cumplir con la pensión, el
Virrey Duque de Palata optó, en 1682, por dar el puerto de Iquique y sus
alrededores en arriendo a particulares. El convenio establecía la entrega
del puerto y su isla, las caletas de Camarones, Pisagua, Pabellón de Pica y
Huancala (a la desembocadura del Loa), islas e islotes aledaños, además
de sus pesquerías y guaneras. El traspaso del litoral otorgaba la facultad
de mantener en el puerto de Iquique una pulpería, en que se proveían los

108
comerciantes de Huantajaya y del interior de la provincia. Los derechos
de explotación duraban por cinco años, obteniéndose mediante remate al
mejor postor. Del importe recaudado, cuatro quintas partes iban destinados
al encomendero titular, y la restante a la Cámara del Rey (Cúneo-Vidal,
1977, pp. 212-213).
El primer arrendatario fue Manuel de Santa Ana, de quien dependió el
puerto entre 1683 y 1688. El primero, sin embargo, de quien se tiene
registro es Martín Cabezas [Caveças en el original], quien depositó en
1688 quinientos pesos en las Cajas Reales por concepto del arriendo, a
través del teniente delegado de la provincia, Juan de Loayza y Valdés.
La cantidad no era exigua, considerando que la recaudación total de ese
año en toda la encomienda de Tarapacá alcanzó a 2.480 pesos medio real,
monto que se mantendría estable los años venideros. Para infortunio de
los herederos de Conde, en diciembre de 1688 una provisión virreinal
dispuso que la mitad del valor del arrendamiento fuera retenido, con el
fin de destinarlos inicialmente a la conservación de la Armada Real en el
Mar del Sur. Considerando que a la suma total de la encomienda había que
restarle además un fondo especial destinado a limosnas para el convento
de Nuestro Señor Padre de San Juan, la cantidad final entregada a los
apoderados de la pensión se redujo de forma evidente5.
En 1716, al morir el último descendiente del conde de Monterrey con
derecho a pensión, los montos del arrendamiento de Iquique y de la
encomienda de Tarapacá pasarían a propiedad de la Corona, manteniéndole
en su poder hasta septiembre de 1723, cuando por orden real los fondos
correspondientes fueron traspasados a Francisco Manrique de Lara,
Marqués de Lara, contador del Tribunal y Audiencia Real de Cuentas de
Lima6.
Durante tres años, Lara cedería parte de sus ingresos a José Valverde
Contreras, oidor de la Audiencia de Chile. A la muerte de éste, el Virrey
Diego Monsilla renovaría beneficio “en atención a sus méritos y servicios
y los de sus progenitores”, bajo los mismos términos que el Conde de
Monterrey. Hacia mediados de siglo, el valor del arriendo había ascendido
a 850 pesos, cantidad de la cual la Corona retenía un tercio, conservando
el apoderado de Lara 566 pesos cinco y medio reales. La regularidad en
el pago del arriendo, como es de suponerse, dependía de las oscilaciones

5 Biblioteca de Derecho de la Universidad de Chile, Colección Histórica (en adelante BDUCH), Cajas
Reales de Arica, volumen 1, fojas 308v-311.
6 BDUCH, Cajas Reales de Arica, vol. 2, fs. 185-185v.

109
de la actividad interior. Debido al gradual descenso de la producción de
Huantajaya desde inicios de la década, el correspondiente a 1767, a pagar
por Baltasar Cáceres, fue aplazado hasta julio de 1768, cuando éste abonó
300 pesos, saldando la deuda un mes después, gracias a un préstamo de
Antonio Cuadros7.
El Marqués de Lara recibiría su renta hasta 1780, año en que Antonio
Cuadros, su arrendatario desde 1773, pagó los últimos 900 pesos
correspondientes a la explotación del año anterior (Cúneo-Vidal, 1978,
pp. 271-273 y 298-299)8.
En julio de 1780, el arriendo fue cedido a Bernardo Dávila y Sagredo,
quien no pudo pagar la fianza de mil pesos anuales correspondiente a 1781,
excusándose en el hecho de “no haber indios en la zona” y de escasear el
guano en la isla por su sobreexplotación. Mientras Dávila comenzaba un
juicio contra la Real Hacienda, exigiendo la devolución de las garantías
otorgadas para la explotación del puerto (el que finalmente ganaría), el
14 de septiembre de 1785, el Intendente de Arequipa, José Meléndez de
Encalada, a solicitud del vecindario de Tarapacá, y con autorización de
la Real Audiencia de Lima, declaró “libres y de libre comercio el puerto
de Iquique y sus caletas”, dejando en la práctica concluido el derecho
del arrendatario a mantener la pulpería “de abastos y mantenimiento”,
así como de retener el monopolio de la exportación de guano de las
islas inmediatas, con el auxilio y trabajo de los indios adscritos a dichos
puertos9.
Algunos años después, en 1788, el gobierno virreinal destinaría tres mil
pesos para comprar y habilitar una casa como bodega, donde se custodiarían
los efectos que transitaban por el puerto. La compra no constituía un
acto de filantropía: de acuerdo al Intendente Álvarez y Jiménez, la casa
bodega no solo evitaría “algunas clandestinas introducciones”, sino
que permitiría al Erario Real reintegrar en poco tiempo su costo con el
derecho de almacenaje en las piezas y fardos que se custodian en ellas,
“recibiendo el comercio el alivio de no dejar en la playa, y a todo riesgo
sus mercaderías”. Quienes internasen sus productos por Iquique debían
pagar un cinco por ciento de almojarifazgo de entrada, y seis de alcabala
(Barriga, 1941, pp. 72 y 95).

7 Ídem.
8 BDUCH, Cajas Reales de Arica, vol. 4, f. 117.
9 Archivo Nacional Histórico (ANH), Administración de Arica, 1785, legajo 9, pieza 21, s.f.

110
La nueva institucionalidad tarapaqueña implicaba también el
establecimiento de autoridades que, además de controlar el tráfico
portuario, se orientarían a la prevención del tráfico ilícito de plata,
efectuado fundamentalmente por los denominados “pallaquinis”, ladrones
que, amparados en la oscuridad de la noche, se dedicaban a extraer vetas
sueltas de las minas, llevándolas hacia el interior o al puerto, donde eran
embarcadas con destino desconocido10.
El rol de fiscalizador debía ser ejercido por el Administrador de Rentas
del Tabaco, quien también celaría el comercio de naipes, papel sellado,
pólvora y alcabalas, complementando su sueldo de acuerdo a un
porcentaje de las mercaderías tasadas. El problema, sin embargo, radicaba
en que el funcionario debía residir en el pueblo de Tarapacá, debiendo
autofinanciarse el traslado hasta el puerto, desde donde debía realizar las
correspondientes remisiones a la Real Hacienda11.
Huantajaya está ubicado unos veinte kilómetros al interior de Iquique,
en las planicies que anteceden la cordillera de la costa. Pedro de Pizarro,
en su Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Perú,
publicada en 1571, refirió por primera vez a la riqueza de la zona, al
afirmar que “hay otra parte donde los Incas sacaban plata, que se llamaba
Tarapacá… tiene ese nombre por un pueblo que ansí se llama, que está
a doce leguas de estas minas de Huantajaya. Están estas minas en unos
arenales… Hay tantos veneros, a manera de veta, en diez leguas alrededor
de lo que se ha visto, como venas tiene una hoja de sol, y en todas partes
que cavan, sacan metal de plata, uno más rico que otro” (Pizarro, 1944,
pp. 189-192).
Explotado desde tiempos inmemoriales, Lucas Martínez Vegazo fue
el primer español en lucrar de sus riquezas. Cuenta la leyenda que los
indígenas de la zona ocultaban la ubicación de una veta que consideraban
propiedad del sol. Poco tiempo después de llegar a su encomienda,
Martínez tuvo noticias de la existencia del yacimiento. Al viajar a la
zona, y pese a los intentos de los indígenas del lugar por negar su riqueza,
encontraría enormes filones de plata de alta ley. Entusiasmado, Martínez
invertiría grandes sumas en busca de una veta que nunca aparecería.
Posiblemente angustiado de perder la inversión, el encomendero amenazó
de muerte a los caciques de la aldea de Tarapacá, quienes le hicieron ver
los riesgos que implicaba revelar la ubicación de los yacimientos divinos.

10 ANH, Judiciales de Iquique, 1775, legajo 1629, pieza 2, fs. 2-7.


11 Biblioteca Nacional del Perú (en adelante BNP), Manuscritos, documento C792, 1794.

111
Garantizadas sus vidas por Martínez, camino al lugar se dejó sentir un
fuerte temblor, lo que fue interpretado por los indígenas como una señal
divina, negándose definitivamente a indicar su paradero (Pizarro, 1944, p.
156; Cúneo-Vidal, 1977, p. 101).
Cierto o no, el mineral ya era conocido a inicios de la conquista del Perú,
y los problemas que debió enfrentar Pizarro serían, paradójicamente, los
mismos que sufrirían los futuros explotadores, tanto por las dificultades
derivadas del desabastecimiento de bienes de consumo, como por la escasez
endémica de azogue, todo lo cual hizo que el yacimiento se trabajara de
manera irregular hasta su abandono definitivo, en pleno siglo XX.
De acuerdo a otra tradición, un indígena llamado Cucumate, buscando
guano, subió a explorar las sierras vecinas, descubriendo pequeños trozos
de plata en la superficie. Cucumate habría comunicado el hallazgo a Juan
de Loayza, quien después de hacer algunos reconocimientos, no pudo
superar las limitantes ocasionadas la falta de provisiones, muriendo sin
sacar provecho de sus minas.
Años después, su hijo Bartolomé renovaría los trabajos en Huantajaya, al
intuir que la plata no estaba a ras de superficie y sí en el subsuelo. El primer
punto en explotar fue el llamado “Hundimiento”, ubicado en la cima del
cerro de Huantajaya y que, según indicaba el propio O’Brien, había sido
explotado por los antiguos “cuio tiempo no ay tradición formal”. Debido
a la abundancia de plata, dicho paraje sería conocido como el Criadero,
en especial tras el hallazgo de la primera gran veta, a la que Loayza llamó
“San Simón”. En 1768, O’Brien señalaría que los primeros indicios de
plata se encontraron en dicho lugar en unas bolas de diferentes figuras a
las que le dieron el nombre de papas “porque las más tenían la figura de
las papas que se comen”. Célebre habría sido una de 800 libras de peso,
extraída en 1729, y que habría sido enviada al Rey como regalo, pagando
un impuesto de exportación de tres mil pesos (Witt, 1992, p. 12).
Ante la necesidad de más capitales para una explotación intensiva del
yacimiento, Bartolomé Loayza y Valdés se asoció en 1747, en Lima, con
Pedro Gutiérrez Cossio, Conde de San Isidro, Francisco Montrestuque
y Felipe González Cossio, quienes aportaron en partes iguales dineros
que, en diez años, jamás les fueron retribuidos. Iniciado un juicio contra
Loayza, este se defendería exponiendo ante los jueces las peculiares
características de Huantajaya, y que a futuro servirían de fundamento para
explicar su inestable producción.

112
Poco tiempo después del alegato de Loayza, y luego de años de decadencia,
fueron descubiertas nuevas vetas, lo que le permitiría pagar a sus acreedores
e iniciar un ciclo de prosperidad a una provincia sumida hasta la fecha
en la miseria. Un testigo señalaría en 1760, luego del hallazgo fortuito,
que “antes de este feliz descubrimiento, es notorio se halló todo el vasto
continente de este partido en la deplorable indigencia de solo habitado de
aquellos muy pocos y pobres vecinos que a costa de inmensos trabajos
apenas se mantenía en la escasa labor de las tierras que podían cultivar
con la corta agua que existe en esta quebrada; que esta partida o provincia
principió desde entonces a cobrar los alientos que antes tenía suprimidos
en la mísera condición en que estaba… [Con el redescubrimiento de
Huantajaya] se hizo habitable de muchas gentes socorriéndose todos de
sus productos con grandes ventajas y utilidades por el comercio que se
estableció…”12.
La mejoría fue corroboraba en marzo de ese mismo año. Una visita
practicada por el General Pedro Remigio Fernández Maldonado a las
minas y trapiches de Huantajaya, comprobó que los barreteros estaban
bien provistos “y dijeron estar todos satisfechos de sus jornales y atendidos
con el agua necesaria”. Los veedores de la misión, al recorrer la mina
de Joseph Basilio de la Fuente (yerno y heredero de Bartolomé Loayza),
declararon que estaba trabajada “al estilo más prolijo y escrupuloso, con
sus patillajes limpios y guarecida de puentes muy seguros y de cuantos
reparos puede tener la más bien labrada mina de este ramo sin haberle
faltado el más leve efecto de seguridad y aseo y habiéndose examinado a
los peones y demás que constituían el trabajo, dijeron estar bien tratados,
pagados y satisfechos de sus jornales”13.
La profundidad y distribución del mineral obligaría a construir complejas
redes de galerías subterráneas y, en especial, a fiarse de la intuición, tanto
para dar con un filón como para no morir en el intento. A juicio del propio
Loayza, “el cerro no es de la casta de los demás minerales del Reyno,
cuyas vetas siguen sus rumbos, dentro de sus cajas, por las cuales trabajan
los mineros; porque hasta aquí, jamás se ha descubierto veta, ni se trabaja
con ella en mano, sino que se hacen unos cañones que se llaman Suyos,
y si en estos se encuentra algún metal, se acertó la labor y si no, se perdió
el trabajo… y así es de parecer, que si no hubieren encontrado la veta, no
hubiere ya en que trabajar, porque está todo lo superficial de ella, comido

12 ANH, Judiciales de Iquique, 1788, legajo 327, pieza 3, fs. 348-349.


13 BNP, Manuscritos, documento C2416, sin numeración de fojas, 1760.

113
y desentrañado y si no se hallare descubierto su riqueza, lo uno, porque se
ve por las minas, que dicen el Alto, que solamente las trabajaban, mientras
encontraban barra y metales ricos, y cuanto les faltaron, las desampararon,
teniéndolas… sin profundidad y lo otro, porque siendo tan prolongada
la distancia que hay de la boca a la veta y por esto sumamente costoso
su reconocimiento, no lo intentarían menos que hombres de crecido
caudal”14.
Por lo mismo, la prosperidad del mineral y el éxito de las inversiones
realizadas en él dependía, muchas veces, de golpes de suerte. Ciertamente,
Bartolomé Loayza fue el más beneficiado de todos. En reconocimiento
a su aporte a las arcas reales, la Corona le otorgaría el grado de Coronel
de Milicias, mientras mineros y vecinos de Huantajaya lo honraban con
el título de “El Descubridor”, con él incluso firmaba sus documentos,
teniendo además el privilegio de explotar la “estaca de privilegio”, esto
es, el punto más rico del mineral y disponer, junto a la Real Hacienda, de
la distribución de las concesiones próximas a la suya15.
La suerte, para otros, sería esquiva. En 1766, el Superintendente de Armas
de Arica y dueño de estacas en el mineral, Manuel Pérez de Aragón,
solicitaba a los ministros de la Real Hacienda permiso para explotar unos
terrenos próximos a la propiedad de Bartolomé Loayza, su suegro. Mientras
sus estacas, ubicadas en el cerro denominado Padrastro, no produjeron en
años siquiera un gramo de plata, las de Loayza eran riquísimas, al igual
que las de otro minero próximo, Domingo Isola, “cuya veta le está dando
tanta riqueza como es notorio”. Cedido el trozo del yacimiento, Pérez de
Aragón buscaría por años en vano, invirtiendo buena parte de sus recursos
en ello16.
A la excepcional conformación geológica del mineral había que sumar
las dificultades inherentes a su ubicación. Ya en 1571, Pedro Pizarro
sostenía las limitaciones que impedían explorar de modo eficiente las
riquezas de la zona: “en este Tarapacá ay grandes rriquezas de minas
encubiertas, que por falta de agua y leña, ni se pueden buscar ni labrar
las descubiertas”. Tiempo después, en 1681, un piloto informó a la
expedición de Sharp que los españoles, pese a conocer el potencial de

14 Citado en “Historia del mineral de Huantajaya”, en Boletín del Instituto Minero e Industrial de
Tarapacá, Nº 2, octubre 1935, p. 59.
15 ANH, Judiciales de Iquique, 1768, legajo 829, pieza 3, foja 26.
16 ANH, Judiciales de Iquique, 1788, legajo 829, pieza 3, fs. 1-20; Notarios de Tarapacá, vol. 2, f.
22, sin fecha.

114
Huantajaya, no se atrevían a abrir las minas por temor a una invasión
enemiga (Pizarro, 1944, p. 189-192)17.
En 1765, el irlandés Antonio O’Brien fue designado Juez Visitador
y Alcalde de Minas, para averiguar todo lo concerniente a su labor,
administración y comercio en Huantajaya. Tras su visita, O’Brien culparía
la deficiente explotación del mineral a la falta de agua en la zona, situación
que encarecía, de manera extrema, las condiciones de vida en la zona.
Ratificada la relación entre el bajo rendimiento del mineral y la escasez de
agua, O’Brien proyectó canalizar las aguas de la laguna Lirima, irrigando
los valles interiores y transformándolos en zona fértil.
El proyecto tenía dos partes complementarias entre sí. Una sugería la
realización de obras de canalización para conducir las aguas de dicha
laguna hasta el nacimiento de la quebrada de Tarapacá, mediante la
construcción de dos canales. La otra exigía la construcción de un sistema
escalonado de embalses en tres puntos de la quebrada. La idea era des-
poblar dicho punto, y llevar a sus campesinos a cultivar en pampa Iluga
donde, pensaba, la buena calidad de los terrenos y del agua produciría
rendimientos agrícolas superiores a los entonces obtenidos. De este modo,
se podría proveer de alimentos baratos al mineral y disminuirían los costos
de insumos, beneficiando de paso a la economía iquiqueña.
Junto a esto, la disminución del costo del agua aumentaría la oferta de
mano de obra en las minas y la capitalización de los empresarios mineros,
favoreciendo además nuevas inversiones en otros minerales. Esto
enriquecería en el corto plazo la provincia y el Erario Real, beneficiado por
un aumento sustancial de los tributarios. De paso, mejoraría la calidad de
vida de una población que basaba su dieta alimenticia en ají, charqui y trigo
(Couyoumdjian y Larraín, 1974, p. 343; Villalobos, 1979, pp. 85-87)18.
La separación de Tarapacá del Corregimiento de Arica, los planes
proyectados para fertilizar el interior y las expectativas generadas por
el alto rendimiento de Huantajaya, reactivarían la industria minera,
llegándose a pagar en 1771, sólo por obtener una estaca en Huantajaya,

17 Buccaneers of America: A true account of the most remarkable assaults committed of late years
upon the coast of the West Indies by the buccaneers of Jamaica and Tortuga (both english and
French) wherein are contained more especially the Unparalleled Exploits of Sir Henry Morgan, our
English Jamaica Hero, who sacked Porto Bello, burnt Panama, etc. By John Esquemeling, One of the
Buccaneers who was present at those tragedies. How faitfully rendered into English. With facsimiles
of all the Original Engravings, etc, London, George Allen & Company Ltd, 1911, p. 405.
18 ANH, Judiciales de Iquique, 1793, legajo 608, pieza 4, foja 3.

115
más de dos mil pesos a la Corona. El 10 de marzo de 1779, el español
Francisco Sánchez murió repentinamente mientras se dirigía a Iquique,
donde abordaría la fragata La Fama, nave en la que había depositado todas
sus pertenencias para dirigirse a Lima, luego de una corta estadía en el
mineral. Al hacer un recuento de sus bienes, se contaron 2.187 pesos sólo
en plata pura, además de espuelas, pellines y cubiertos de ese metal19.
En diciembre de 1790, el Administrador General de Minería de Tarapacá,
Matías González de Cossio, señalaba en un informe enviado a la Real
Hacienda, que los niveles de producción eran tan altos que no era posible
dar razón de los montos de piña que producía cada mina de por sí. La
detención de las faenas por un tiempo breve implicaba no sólo dejar de
obtener recursos, sino también ponía en riesgo el derecho de propiedad
sobre las estacas, tanto porque eran solicitadas en el acto, como por que,
de todos modos, era explotada por la numerosa población flotante del
lugar. La abundancia de plata habría permitido, incluso, la existencia de su
comercio informal, tanto de las que producían los desmontes de las minas,
de los que se aprovechaba el común de las gentes, como por lo que les era
permitido sacar a los operarios para sí por los mismos dueños de estaca
(Mendiburu, 1885, p. 199)20.
La recuperación de Huantajaya ofreció a la Corona una posibilidad
de ampliar sus ingresos, imponiendo nuevas contribuciones, como el
almojarifazgo, cobrado en Iquique a partir de 1782 como impuesto paralelo
a la alcabala tradicional21. El esplendor de la plata, a su vez, le permitió al
puerto una oportunidad de diversificar sus actividades económicas. Como
se ha señalado, al agotarse el plazo cedido a los herederos del Marqués
de Lara para gozar los beneficios de la encomienda, la administración del
puerto fue cedida a un arrendatario, quien tendría derecho a establecer
una pulpería, de la cual se proveerían los comerciantes al por menor en la
provincia.
A finales del siglo XVIII, la provincia de Tarapacá estaba habitada por
7.946 personas, de las cuales 5.456 eran indígenas, 1.200 mestizos y 509
españoles. El censo elaborado en 1795 por el Virrey del Perú, Francisco
Gil de Taboada, arrojó una población esclava de 40.366, de los cuales
253 residían en Tarapacá, esto es, un 0,6 por ciento del total de territorio.

19 ANH, Judiciales de Iquique, sin fecha, legajo 990, pieza 6, fs. 1-3.
20 ANH, Judiciales de Iquique, 1779, legajo 990, pieza 6, fs. 1-3; 1791, vol. 608, pieza 1, f. 1. Véase
también BNP, Manuscritos, documento C3891, 1790.
21 ANH, Judiciales de Iquique, 1786, legajo 159, pieza 3, f. 1v.

116
Si sumamos a ellos las 528 personas clasificadas como “pardos libres”,
podemos concluir que, en el cambio de siglo, la población africana y su
descendencia no alcanzaba la décima parte del total residente en el Partido
de Tarapacá. Lamentablemente el registro no distingue la distribución
entre las cuatro doctrinas y pueblos anexos que componían el territorio
(Bermúdez, 1963, p. 191).
Esto de algún modo explica la escasa referencia a la población no indígena
de la región. Antonio O´Brien, al describir el pueblo de Pica en 1765,
refiere así sobre sus habitantes:
Su población se compone de bastante Gentte Española, muchos negros,
y Mulatos, Cholos, y Mestizos, entre los cuales hay muchos esclavos,
Ochenta, y quatro Yndios de tributo, y algunos Europeos transeúntes
(Hidalgo, 2004, p. 45).

En relación al total de población de la Intendencia de Arequipa, Tarapacá


albergaba apenas un 5,87 por ciento del total. La diferencia era también
notoria respecto a doctrinas eclesiásticas: de un total de 46, la provincia
sólo contenía cuatro, con un sínodo total de 1.400 pesos, cifra ínfima
considerando que sólo la iglesia de Arica recibía aportes de 3.768,61 pesos
anuales (Mendiburu, 1885, p. 51)22.
El devenir de la población negra en Tarapacá
La tradición de introducir esclavos en América fue, en cierto modo, la
continuación de un modelo de relación social y productivo arraigado en
algunas regiones de España desde tiempos medievales. La esclavización de
moros, aspecto poco conocido del proceso de reconquista de los territorios
ocupados por musulmanes, se extendió incluso más allá de su expulsión
definitiva, orientada básicamente al servicio doméstico. En 1565 residían
en Sevilla 87.538 habitantes, de los cuales 6.327 eran esclavos (Fernández,
2011, p. 65).
La opción de introducir la esclavitud en América, contradictoriamente a
lo que ocurría en la península, no fue considerada en un principio en el
proceso de conquista. En 1494 una Real Cédula dispuso la prohibición
al ingreso de esclavos blancos, moriscos o negros, bajo apercibimiento
del pago de multas cuantiosas cobrables en oro. Es probable que las
objeciones al uso de esclavos tengan relación directa con el intento de
frenar la expansión portuguesa en el continente, donde había iniciado la
explotación comercial de las tierras americanas asignadas en el Tratado

22 Memorias de los Virreyes, t. VI: Frey Don Francisco Gil de Tabeada y Lemos, 1859, p. 522.

117
de Tordesillas, y que desde el principio se basó en la venta y distribución
de mano de obra negra. Considerando que la influencia geopolítica de la
Corona portuguesa era relevante, abrir el mercado hispano en los nuevos
territorios pudo implicar un riesgo mayor para la estabilidad del incipiente
proceso de conquista.
La acelerada mortandad de la población autóctona, unida a la diversificación
de las opciones productivas derivadas de la multiplicidad de recursos no
minerales explotables, y la deficiente distribución espacial de la población
migrante, forzó a cambiar la perspectiva respecto a la introducción
de esclavos. A partir de 1560, la Corona autorizó el tráfico de esclavos
negros mediante el otorgamiento de licencias reales a un número menor
de agentes, quienes centraron sus operaciones en la isla de Cuba y Lima,
desde donde expandieron un lucrativo negocio, en medio de las protestas
de religiosos surgidas de las disyuntivas éticas de la actividad.
Las objeciones iniciales de la Corona española se disiparían en función
de dos variables. La primera apunta a la relación existente entre el costo
y la calidad del trabajo de la población negra. Eric Williams señala que la
condición de esclavos de origen africano nada tuvo que ver con su color,
sino con su superioridad productiva basada en su fortaleza, docilidad y
capacidad de trabajo. Las categorías posteriores sobre la condición sub-
humana asignada a la población negra fueron sólo racionalizaciones que
se emplearon para justificar un simple hecho económico: que las colonias
necesitaban mano de obra y recurrían a los negros porque eran más baratos
y mejores (Williams, 2011, p. 49).
La segunda variable refiere a la rentabilidad del negocio. Del rechazo
inicial, la Corona derivó al cobro de un impuesto por cada negro ingresado
a América (“aduanilla”), para posteriormente establecer el monopolio del
tráfico, controlado por el Consejo de Indias. Gradualmente, desde 1540 se
incorporaría en la legislación indiana disposiciones respecto a la situación
tributaria, judicial y laboral de los esclavos, como mecanismos de control
que definieron su rol en la naciente sociedad23.
La demanda por esclavos en Perú fue extraordinaria, particularmente por
el temprano auge de la minería y la escasez de mano de obra en las regiones
circundantes. Sólo entre los años 1560 y 1600 fueron comercializados
2.270 esclavos en el mercado de Lima, los que en su mayoría eran

23 Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, t. I, Boix Editor, Madrid, 1841, pp. 320-325.

118
destinados a las minas de Huancavélica y Potosí. El apogeo de este último
yacimiento coincidió con la unificación de las coronas portuguesa y
española entre los años 1580 y 1640, pudiendo los primeros abastecer
los crecientes mercados hispanoamericanos a partir de sus factorías en
territorio africano. Inicialmente provenientes de la región de Senegambia,
entre los ríos Senegal y Níger, a partir de 1570 los mayores contingentes
eran trasladados desde Congo y Angola (Klein, 2007, pp. 511-512).
No se tiene una certeza respecto al número de africanos internados en Perú
durante el período inicial de conquista ni tampoco es posible tipificar con
precisión las funciones que desempeñaban. En la región norte, los cultivos
de azúcar y algodón fueron desarrollados por población esclava, aunque
rápidamente fue reemplazada por operarios mestizos. En Lima y sus
alrededores, en tanto, la posesión de negros se asociaba a una condición
de prestigio social, por lo que el universo de propietarios de esclavos en el
Virreinato atravesaba toda la estructura social. Carlos Aguirre (2010, pp.
30-31) dedujo que, si bien el precio de un negro no era menor, tampoco
resultaba inalcanzable para personas de ingresos limitados.
La tenencia de esclavos era un elemento de validación social,
indudablemente, pero también era una inversión justificada desde el
punto de vista productivo. En zonas de alta producción agrícola o de
faenas mineras extensivas los esclavos demostraron ser buenos operarios,
en contraste con la población indígena o chola (mestiza), en opinión de
un contemporáneo, “más propensa a los vicios y menos dependiente”
(Fernández, 2011, p. 69).
La distribución espacial de la población esclava varió de las posibilidades
productivas de cada región del Virreinato, centrándose en la zona central
y, principalmente, en la costa norte, en el departamento de Piura, donde
a fines del siglo XVIII el 70 por ciento de la población tenía vínculos
sanguíneos con antiguos esclavos (Velásquez, 2003, p. 34). En Trujillo,
en tanto, en 1763 vivían en la ciudad 3.650 negros y mulatos, de un
total de 9.289 habitantes. En la capital, en tanto, a fines del siglo XVI
residían cerca de quince mil esclavos, conviviendo con no más de dos mil
españoles blancos. Bastante tiempo después, en 1836, residían en Lima
17.431 esclavos y 71.104 descendientes (Ferguson, 1944, pp. 10-11).
En cambio, en zonas con economías restringidas por la escasez de materias
primas explotables, el aporte específico de la población negra es más difuso,
tanto por el tamaño del mercado como por las acotadas fuentes laborales

119
existentes. En el caso de Tarapacá, las actividades económicas iniciadas
a partir del inicio del ciclo colonial no fueron sustancialmente disímiles a
las preexistentes, conservándose, por al menos un par de siglos, los modos
de producción agrícola bajo formato prehispánico, y sólo innovando
en materias de explotación minera, con el temprano descubrimiento de
Huantajaya y otros yacimientos metálicos en el interior.
La inserción de la población esclava en Tarapacá está ligada, precisamente,
a dicho mineral y a las relaciones de intercambio generadas con la población
indígena, sometida a un activo canje de plata por especies. En 1565, los
habitantes de la costa se excusaron de no pagar la tributación del año, porque
destinaron todo el pescado extraído a satisfacer la demanda de los “mineros
negros” (Trelles, 1991, p. 218)24. Estos, a su vez, habrían dejado labores
de porteo de los minerales a la población indígena, sometidos a una virtual
condición de esclavitud. En mayo de 1791, los mineros que trabajaban en el
mineral de Santa Rosa denunciaron al Alcalde Ordinario, Andrés de Loayza,
de perjudicar y tiranizar a los indios tributarios de ese partido:
…como llegan con sus mulas fatigadas, es visible a los que se exponen
de desplomarse o rodar con la carga … al indio que no ejecuta esto lo
pone preso en la cárcel y le saca una multa de dos y de cuatro pesos. De
esto redunda que mientras el indio está sufriendo la prisión sus mulas
se les excarrean [sic], lo que condujo en ellas se menoscaba y viene
a experimentar un quebranto considerable para un pobre indio que con
indecible afán de trabajo busca para su sustento y paga de reales tributos
y con ese temor dejarán de auxiliar los minerales25.

El nexo de Huantajaya también abarcaba el desarrollo agrícola en los


valles del interior, en donde se asentará con el correr del tiempo el grueso
de la población negra, creando relaciones próximas que no denotan las
diferencias sugeridas en la legislación indiana entre la población negra
y la nativa. Lucas Martínez Vegazo, el primer encomendero de Tarapacá
y controlador monopólico del mercado regional, creó incluso vínculos
familiares informales con una mujer de origen africano (Trelles, 1991, p.
135).

24 El testamento de Martínez Vegazo señala, sobre sus esclavos: “… declaro que tengo en las minas de
plata de Tarapacá un negro oficial herrero que se llama Antón [Martínez Brau], con su fragua e aderezos
della, y otro que se dize Antonio Garbato que suena los fuelles, e otros tres negros que labran las
minas, e otro negro que provee las minas que se dice Antonio Botero, e otro negro que se dice Pedro
Guatapari que está siempre en Ramainga haciendo carbón, e otro que se dice Jordan que reside en
Tarapacá maestro de las fundiciones, e una negra en las minas que se dize Juana, que guiza de comer
a su marido Juan Ballol e a los demás negros que residen en las minas”.
25 ANH, Judiciales de Iquique, 1791, legajo 1565, pieza 4, fs. 2-4.

120
El siglo XVI en Tarapacá nos presenta una dinámica económica
sorprendente, tanto por lo variada en relación a su número de habitantes,
como por atender mercados más extensos que los estrictamente regionales.
Considerando el carácter de la región, con una estructura autárquica y
descapitalizada por la escasez de circulante, el interés de las autoridades
hispanas fue secundario a otras más próximas al centro político del
Virreinato. Entre 1570 y 1575 la población de los repartimientos de
Tarapacá, Pica y Loa arrojaron un total de 4.559 personas encomendadas,
un quinto de los cuales eran hombres. En 1753 el conteo de la población
indígena aumentó a 4.471, elevándose a 5.406 en 1792, equivalentes al
68,3 por ciento del total de población. De las 7.908 personas registradas
en el censo de ese año, vivían en la provincia 1.200 mestizos (15,1), 509
españoles (6,4); 253 esclavos (3,2); 528 pardos (6,6). Había un religioso
cada 659 personas. La población indígena muestra una muy baja tasa de
crecimiento demográfica: en 1795 la cifra sólo había aumentado a 5.468,
un 1,4 en relación al censo anterior. En 1802, la población creció a 6.088,
manteniendo un crecimiento vegetativo de apenas 1,26 anual (Hidalgo,
1986, pp. 46, 118 y 120; Van Kessel, 2003, p. 191).
Aunque es posible suponer que el mínimo aumento poblacional pudo
deberse a cambios de límites en los distritos censales o a la migración de
indios desde la provincia de Tarapacá a la de Arica, no es posible descartar
la presencia de epidemias y de catástrofes naturales. La región fue
afectada por una peste de viruela, los años 1717, 1758 y 1804. Sabemos
también que los efectos de un gran aluvión en las inmediaciones de Pica,
en 1718, inutilizó grandes extensiones de terrenos cultivables. Pese a
que no es posible dimensionar los alcances reales de estos flagelos, sí
pudieron obligar el desplazamiento de cientos de residentes del lugar a la
provincia vecina o hacia los incipientes núcleos urbanos, lo que favoreció
el mestizaje26.
Mientras en el pueblo de Tarapacá en el período 1718-1738 el porcentaje
de indígenas alcanzaba al 62,8 por ciento, en el censo de 1792 la cifra se
había reducido a 37,5, muy cercano al 34,7 por ciento correspondiente a la
población mestiza. Creció también el número de españoles (de 7,9 a 11,1)
y de negros (4,7 a 16,7), lo que permite inferir que, al menos en el radio
urbano, había un notable cambio en la estructura económica y social, y
una acelerada adopción de modelos hispanos (Van Kessel, 2003, p. 201).

26 ANH, Judiciales de Iquique, 1786, legajo 607, pieza 1, f. 3.

121
Negros tarapaqueños y su inserción comunitaria
Hasta tiempos republicanos la población negra del Virreinato del Perú
fue sometida a condiciones de marginalidad propias de una sociedad
segmentada en grupos grupos social y culturalmente definidos, en donde el
esclavo era invisibilizado en base a su propia condición. En ese contexto,
el cautivo era validable sólo como una inversión, y por ello era necesario
amortizarlo lo más rápido posible para recuperar, en la producción,
el capital que representaba, disponiendo también de su descendencia
(Meillassoux, 1990, pp. 106-107).
Las autoridades debían procurar que la población se reprodujese
endógenamente, manteniendo la condición de esclavo sus hijos, y los
hijos de español y negra. De forma paralela, la población esclava debía
ser sometida a un régimen de control de movimientos con el objeto de
evitar deserciones y asociaciones delictuales. Las leyes indianas prohibían
estrictamente a la población negra, incluso libertos, tener servidumbre,
portar armas o salir de noche. En noviembre de 1577, el teniente general
del Reyno de Chile promulgó una ordenanza que intentaba reglamentar
el tráfico de negros, negras y mulatos “cimarrones” que habían huido
del servicio de sus amos, y que al parecer no eran pocos. Las penas eran
durísimas dependiendo del tiempo que llevasen fugados, pasando desde
una multa económica hasta el desgarramiento de los pies, el corte de los
genitales, en el caso de los hombres y de los senos en las mujeres. La pena
de muerte se aplicaba en casos de integrar bandas salteadoras o de incurrir
en robos con violencia27.
Varias investigaciones han dejado testimonio de las condiciones de
sobrevivencia de la población negra, y de abusos cometidos a lo largo
del período colonial, pero también de gestas que reflejan un compromiso
personal con la empresa de conquista española (Gray, 1951). Estas no
son excepcionales para Tarapacá, en donde las rigurosas condiciones de
trabajo, tanto en las faenas de extracción del guano como en la extracción
de plata en Huantajaya y Santa Rosa, fueron inicialmente vinculadas a
la sobrexplotación física y al deficiente abastecimiento de insumos en la
región, pero donde también pudieron insertarse sin las trabas existentes en
otras regiones del Virreinato.
En efecto, a diferencia de lo que ocurría en los núcleos económicos del
Perú, desde el temprano ciclo colonial la población negra en la región pudo

27 Biblioteca Nacional de Chile (en adelante BNCH), Colección Barros Arana, Manuscritos, tomo 10,
Calderon, “Ordenanzas para los negros del Reyno de Chile”, Santiago, 1577, pp. 157-166.

122
asimilarse a la población indígena, al menos con menor dificultad que en
el resto del territorio desde el siglo XVII. Existen referencias aisladas de
negros residentes en la región dedicados a actividades agrícolas, sin lazos
de dependencia y con vínculos familiares creados28. En 1962 Osvaldo
Ossandón, en una investigación inédita basada en la revisión de los libros
parroquiales de bautismo de San Andrés de Pica en la primera mitad del
siglo XVIII, concluye que la población negra abarcaba apenas el 1,48
por ciento del total de la doctrina. Sin embargo, sumando los porcentajes
en donde hay ancestros africanos, la cifra aumenta a casi un cuarto de la
población (24,16), sobresaliendo quienes fueron declarados zambos (19,76
por ciento), mulatos (2,78) y cuarterones (0,14) (Bermúdez, 1980, p. 187).
Mientras la mayoritaria población indígena, residente en los fértiles valles
interiores, optaba por la mantención de su status campesino, fuese en su
condición de tributario u hombre libre, la población española, o de esa
descendencia, orientaba sus intereses a la industria minera y la vida urbana,
además de la adquisición de amplias extensiones de terrenos productivos,
lo que permitió la formación de verdaderas dinastías familiares, célebres
por su riqueza material e influencia. Juan Donoso, muerto en 1638, tuvo
propiedades y bienes suntuarios en Arica, Pica, Huantajaya e Iquique,
donde incluso había levantado una capilla. Poseía, además, haciendas
en Potosí e intereses mineros en toda la región. Su testamento consigna
también deudas a su favor por más de cincuenta mil pesos, y pertenencias
de diversas especies y la propiedad de treinta esclavos negros.
No menos importante era el patrimonio de Joseph Basilio de la Fuente.
En su testamento de abril de 1774 declara propiedades en Tilivilca, San
Lorenzo de Tarapacá, Iquique, Huantajaya, Quebrada Suca, Camiña,
Huarasina y Pica, además de una gran variedad de negocios que iban
desde el transporte de mulas hasta el porteo de agua, oficios servidos
preferente por esclavos o negros libertos, algunos a quienes otorgó la
libertad por haberle servido durante años lealmente. Otro contemporáneo,
Matías González de Cossio, logró amasar una fortuna más modesta,
pero no menos importante, al adquirir progresivamente amplios terrenos
en los valles de Tarapacá, Tilivilca y Laonsana, además de tener doce
esclavos29.

28 ANH, Judiciales de Iquique, 1791, legajo 1676, pieza 5, fs. 3-109.


29 ANH, Judiciales de Iquique, sin fecha, legajo 291, pieza 1, s.f.; legajo 327, pieza 3; 1788, legajo
382, pieza 8.

123
Salvo Donoso, perteneciente a la temprana etapa de dominación
hispana, De la Fuente y González vivieron el período de organización y
consolidación administrativa de la provincia, desempeñando, en conjunto
a sus actividades privadas, funciones militares y gubernativas, formando
un marco de dominación social a la usanza del resto del Virreinato.
Testamentos, como los del sacerdote del mineral de Santa Rosa, Juan Joseph
de los Olivos, en 1791, no dudan en considerar a sus nueve esclavos negros
como posesiones personales, incluyéndolos junto a objetos domésticos y
propiedades menores30. Aunque esta dualidad se explica por la ausencia
de población hispana en la zona -poco más de quinientas personas en
1792- es también un claro reflejo de la estrecha alianza de los poderes
económicos y políticos, presente en todo el continente y extendido como
práctica hasta nuestros días.
La concentración e indivisibilidad de tierras, minas, e intereses
comerciales daba oportunidad a los herederos para consolidar sus propias
fortunas, ensayar nuevas perspectivas de negocios o vivir sin mayores
preocupaciones el resto de sus vidas. En el caso de medianos y pequeños
propietarios, en cambio, la fragmentación de la propiedad o su pérdida de
valor favoreció la movilidad social y facilitaría la integración indiana y
liberta al sistema hispano. Ello también explicaría la ausencia de grandes
haciendas indígenas y de autoridades originarias relevantes.
La inexistencia de núcleos sociales intermedios y la movilidad de
la población nativa hacia centros mineros o portuarios favoreció el
asentamiento de la dispersa población negra en el interior, supliendo o
complementando labores agrícolas. En 1805, Juan Gómez presentó
una demanda contra Julián de Morales, alcalde de Pica, quien habría
incentivado a un grupo de esclavos a tomar ocho varadas de tierras
cultivadas en Quisma, que supuestamente pertenecían a Cristóbal de Mesa,
un antiguo esclavo del valle. Gómez señalaba que los terrenos constituían
una herencia de su bisabuela, Esperanza Ali, quien legó en sus hijos Lucía,
esposa de Cristóbal, y Agustín, su abuelo.
La disputa familiar por las tierras cultivadas no era nueva, según se
desprende del expediente consultado. En mayo de 1773 Joseph Gómez,
padre de Juan, solicitaba al Subdelegado provincial la adjudicación del
tributo que compartía con Lucía, debido a que el de su abuela se hallaba
vencido, y por ser él el único hombre de la familia. Joseph señalaba

30 ANH, Judiciales de Iquique, 1800, legajo 794, pieza 6.

124
además que su tía “quiera dejar de herederos a sus agregados”, por lo que
estimaba conveniente asegurar para el bienestar familiar su porción para
que ésta no la enajenara no vendiera, como era, al parecer, su intención31.
Años después Lucía fallecería, quedando Joseph al cuidado de los viñedos.
Cristóbal no tuvo derecho a la propiedad de las tierras por tener aún la
condición de ex esclavo, que no le permitía convertirse en tributario. No
obstante, continuó viviendo en Quisma, administrando las viñas hasta el
momento de su muerte, en 1801.
Al morir Joseph, en 1803, Juan heredó las tierras y los problemas asociados
a ella. Abandonadas tras la muerte de Mesa, Julián de Morales, alcalde
de Pica, pidió derecho a gozar de las tierras suponiendo (o que- riendo
suponer) que pertenecían a Cristóbal, quien no tuvo descendencia con
Lucía y, por ello, no dejó herederos. Adelantándose a una posible resolución
favorable, Morales envió a trabajar a los viñedos a veinte esclavos, quienes
se establecieron en el lugar por casi dos años, sin pagar tributo alguno32.
Juan hizo valer sus intereses no sólo avalándose en los documentos que
acreditaban el testamento de su abuela y la condición de tributario de su
padre. También hacía ver la injusticia que se cometía al aceptar usurpaciones
por parte de esclavos, lo que podría generar un funesto precedente a futuro:
“poseyendo la tierra los negros, señalaba, es para que choque la luz de la razón
el que éstos gocen del privilegio de desheredar a los indios tributarios”33.
La solicitud de restitución fue acogida en abril de 1807. El alcalde Morales
fue amonestado y los esclavos desalojados de las tierras.
Lo que puede entenderse como un desacato a lo establecido por las
disposiciones reales, la relación de convivencia formada en Tarapacá entre
negros e indígenas es el reflejo de la nula (o frágil) extensión del poder
real español en la región, y de una condición endémica de pobreza que
hizo que las estructuras jerárquicas no tuviesen mayor sentido.
Al contrario de lo que se podría suponer a partir de su entorno geográfico,
Tarapacá durante el período colonial tardío logró configurar una
activa vida económica y social, centrada fundamentalmente en torno
a una actividad agrícola diversa en su producción y orientada más al
intercambio comercial que a la subsistencia del núcleo familiar. Pese a

31 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 3.


32 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 4.
33 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 5.

125
que, hacia fines del siglo XVIII, de un total de cuarenta y cinco minas
en la región sólo se explotaba diecisiete, empleando a poco más de
cuatrocientos trabajadores, las labores anexas a las mineras (transporte,
aprovisionamiento, diversión, entre otros) debieron, a lo menos, triplicar
la fuerza de trabajo orientada en dicho sector, equivalentes a un quinto
de la población total (Bermúdez, 1980, p. 50). Si a esto le sumamos
la creciente burocracia, la progresiva concentración de población y la
diversificación productiva, es posible justificar la agricultura como
actividad predominante, en un ciclo encasillado con regularidad, y sin
mayor análisis, bajo el dominio de la minería.
Existen casos que permiten suponer que, dadas las difíciles condiciones
de sobrevivencia en el Tarapacá colonial, la idea de sumisión de la
población esclava, y particularmente de los libertos, puede ser puesta en
entredicho. Salvo casos puntuales en que la distinción jerárquica quedaba
validada por el reconocimiento social implícito en el ejercicio de poder
político-económico, cuesta establecer una diferenciación notoria entre
grupos étnicos que justificase un sometimiento irrestricto. En 1580, el
corsario Richard Hawkins, al capturar un barco pesquero tripulado por
seis indígenas y un español en un punto no especificado al sur de Arica,
apuntaría que “los españoles se aprovechan de su trabajo y navegación
y los recompensan mal; están en peores condiciones que los esclavos, a
quienes deben alimentar, darles techo y ropa, y enseñarles el conocimiento
de Dios” (Lamagdalaine y Orrico, 1974, p. 2; Bittman, MS, p. 8).
Algunos testimonios de la época permiten suponer que la hipótesis que
sostiene que la resistencia y rebeliones de esclavos africanos a partir del
siglo XVII fue el resultado de la creación de un sentimiento de identidad a
partir de la sobreexplotación física y degradación moral, se contrapone al
caso de Tarapacá, en donde las relaciones sociales se ceñían por factores
legales o religiosos, y donde la pequeña élite tenía un poder acotado (Klein
y Vinson, 2008, pp. 189-221). En 1781, el alcalde ordinario de Iquique
denunció a un grupo de libertos de desobedecer su autoridad, quienes le
advirtieron “que se fuera a un cuerno porque no reconocía autoridad de
un juez que no era blanco”, y que “sólo Dios era el juez del lugar”. Tras
la revolución de Tupac Amaru, la isla Cuadros, frente a Iquique, sirvió de
lugar de extrañamiento para un grupo numeroso de sublevados de Codpa,
Camiña, Mocha y Miñimiñi, mayoritariamente indígenas, aunque también
se incluían tres zambos y un esclavo (Hidalgo, 1986, p. 238)34.

34 ANH, Judiciales de Iquique, 1781, legajo 1565, pieza 3, fs. 1-5; ANH, Administración de Arica,

126
Por su parte, Sergio Villalobos, en La economía del Desierto, refiere a una
demanda judicial seguida por un minero de Huantajaya contra el alcalde
del mineral ocurrido en 1793, y que testimonia un particular caso de mal
trato hacia un esclavo que evidencia, por un lado, la normalidad en el
trato hacia una persona jurídicamente sometida, por otro una reacción
posiblemente basada en algún principio reivindicatorio:
El administrador de la mina La Candelaria, Pablo Rivera, tenía encargado
a un negro salir muy de mañana a buscar agua de la que ordinariamente
llevaban los arrieros indígenas. Cierto día, sin embargo, el negro fue
interceptado por el alcalde José Antonio Aldecoa para quitarle el agua;
pero el negro se resistió. Sabedor de este hecho, el amo reprendió al negro
y el alcalde, no contento con eso, las emprendió a palos con aquel. Fue
inútil que Rivera tratase de justificar al esclavo, alegando que el agua era
la que se necesitaba para los operarios de la mina.

Los hechos amenazaron con pasar a mayores. El Alcalde fue a su casa


a armarse y dijo haber recibido una carta anónima que le avisaba del
propósito del negro de ir a asesinarle. Para evitar mayores males y que
el alcalde cumpliese la promesa de escarmentar al negro, para venderlo y
despacharlo en la primera embarcación, Rivera puso al negro en prisión
mientas recurría al diputado de minería en demanda de justicia (Villalobos,
1979, pp. 236-237).

La resistencia de afrodescendientes no era un caso aislado. Influenciado


por la rebelión en el sur peruano, en 1789 la Corona promulgó la Real
Cédula de Su Majestad sobre la educación, trato y ocupaciones de los
esclavos en todos sus dominios de Indias e Islas Filipinas. La normativa
buscaba “hacer útiles a los esclavos” y regular lo conveniente a su
educación, trato y a la ocupación que deben darle sus dueños conforme a
los principios y reglas que dictan la religión, la humanidad y el bien del
Estado, compatibles con la esclavitud y la tranquilidad propia (Aguirre,
2010, pp. 37-38).
Esclavos en la república
La asimilación de la población negra en el Perú durante el ciclo de dominio
hispano posibilitó la configuración de los denominados “cholos”, un
núcleo social creciente que en 1814 era definido como “los que teniendo
mezcla de indio o de negro están ya entreverados con los españoles por
sucesivas generaciones” (Cahill, 1994, pp. 337-338). De acuerdo a un
reconocido historiador, la integración obedeció a que la legislación indiana
reconocía en ellos la presencia de una “personalidad moral”. Esto, sumado

sin fecha, legajo 5, pieza 1, f. 58.

127
a la tradición esclavista española previa a la conquista de América, y la
presencia institucional del Estado y la Iglesia en el ordenamiento social,
que habría facilitado la manumisión y asimilación. En contraste con el
mundo anglosajón, en donde la esclavitud reducía a los individuos a casi
un bien inmueble, sin mayor validación jurídica (Bowser, 1972, pp. 78-79).
Esto ratifica la postura de Carlos Aguirre, quien sostiene que el Perú no era
una sociedad esclavista y que, si bien su aporte económico era importante, no
representaba intereses vitales para las finanzas peruanas. Siendo una fuente
de prestigio social prestigio social y un mecanismo de control altamente
valorado, cualquier proyecto para liquidarla era visto, necesariamente,
como un ataque a la propiedad y el orden (Aguirre, 2010, p. 238).
Esto no implica que el futuro de los negros haya sido determinante en el
inicio del proceso emancipador del Perú. Aunque algunos autores, como
Santiago Tavara, asimila el discurso independentista a la promesa del fin
de la esclavitud y el reconocimiento de derechos civiles de la población
negra, no existen evidencias que la sustenten. Soldados “pardos”, libertos
o negros, participaron efectivamente en la guerra de la independencia,
pero indistintamente desde ambos bandos y sin que sea posible distinguir
liderazgos reconocibles.
El grado de aislamiento de Tarapacá no permite sacar conclusiones
definitivas en torno al impacto de la declaración de libertad a los
esclavos nacidos a partir de 1821, ni menos la aplicación de la norma
que obligaba a sus antiguos amos a proveer los gastos que demandase
la crianza y educación de los hijos de madres esclavas hasta los 20 años
en las mujeres y 24 en los hombres. Menos de la decisión de Agustín
Gamarra de suprimir dicha normativa en noviembre de 1840, reanudando
la importación de esclavos desde Nueva Granada como una forma de
repotenciar la economía después del fracaso de la Confederación de Santa
Cruz (Basadre, 1964, pp. 190-191; Ferguson, 1944, p. 407).
La participación de negros en los movimientos revolucionarios en
Tarapacá, testimoniada aisladamente en las crónicas de la época, evidencia
una participación activa, pero también muy reducida (Blanchard, 2002,
p. 503). La apropiación por parte de los esclavos de la retórica de
independencia, libertad y republicanismo, distinguible en las guerras de
emancipación en Haití y Nueva Granada, y Peter Blanchard denomina “el
lenguaje de la liberación”, pierde fuerza en Tarapacá. Por el contrario, el
caótico paso de un batallón compuesto mayoritariamente por ex esclavos

128
negros por el pueblo de Tarapacá e Iquique en 1826 permite deducir una
escasa conciencia de los procesos políticos del período, ante los cuales la
población local tampoco mostró mayor vínculo (Vargas, 1932, pp. 14-17).
El Censo de 1841 nos aporta claridad respecto al grado de posicionamiento
de la población negra en Tarapacá (Díaz et. al., 2009). Aunque sólo
registra 39 afrodescendientes, el desglose de la información permite
deducir algunas tendencias interesantes para lograr visualizar la evolución
y transformación social del grupo. Sólo dos de los censados (mujeres)
reconoce haber nacido en África. La mayor declaró tener 76 años y ser
originaria de Guinea, siendo posiblemente trasladada a América a fines
del siglo XVIII, en alguna de las últimas remesas de esclavos. Sólo once
de los negros encuestados manifestaron ser cautivos, mientras quince
eran libertos y sólo uno se presentó como “doméstico”, sin precisar el
significado de su oficio.
Llama la atención que doce de los encuestados no especificaran si eran
libres o cimarrones. Esto se explica por el hecho de no haber regularizado
su status jurídico, sea por haber huido del tutelaje o bien porque, siendo
formal o informalmente libres, carecían de la autonomía necesaria para
declararse como tales. Sólo uno de los encuestados, que no definió su
condición, señaló tener trabajo como cantor de la iglesia de Tarapacá.
La empleabilidad de los libertos no variaba mayormente, y sólo cinco
informaron oficio, asociados a faenas agrícolas y mineras.
El total de población negra sin oficio, o que declara no tenerlo, equivale
en el Censo a dos tercios de total, una cifra alta considerando que su edad
promedio era de 30,3 años, y que apenas once tenían menos de diez años.
La madurez etaria de la población, el altísimo porcentaje de solteros (79,5
por ciento) y la escasa movilidad geográfica (salvo las mujeres de origen
africano, todos nacieron en Tarapacá) permite suponer una compleja
inserción y una más difícil integración.
El Censo de 1841 fue realizado en base a criterios que nos resultan difíciles
de dilucidar. Un ejemplo es el hecho que se apuntasen diez sambaygos y
406 sambos. De acuerdo a la clasificación racial elaborada por Estensoro,
los primeros eran fruto de la unión de sambo y mulata, y los segundos
eran descendientes de negros y mulata. Estos, a su vez, eran parte de 16
subcomponentes étnicos derivados de la mezcla entre españoles, indígenas
y negros, clasificación sin valor jurídico que distinguía, al parecer, rangos
sociales entre los propios involucrados (Estenssoro, 2000, p. 81).

129
El que no existiese una equivalencia entre la cantidad de afrodescendientes
con el número de zambos, y el que se reconozca un número tan bajo de
sambaygos, denota un criterio indefinido al momento de hacer la distinción
confiable de “clase”, como se le denominaba al componente racial. Alfredo
Wormald (1968, p. 155) recoge el testimonio de un funcionario real, a quien
en 1609 se le encargó empadronar a la población negra del Virreinato. Sin
tener claridad de cómo proceder, consultó “si sólo debemos empadronar
a negros y negras, mulatos y mulatas, zambaigos y zambaigas, o a los
descendientes que pasen del cuarto grado”.
Asumiendo cierta veracidad en las cifras aportadas, en 1841 la población
negra residente en Tarapacá equivalía al 1,03 por ciento de la población.
Sumando el total de residentes con algún vínculo de descendencia con
esclavos africanos, el porcentaje sube a poco más del doce por ciento, un
rango minoritario que relativiza con fuerza el papel de la población negra
en la organización de la República, al menos en la región. Esto se evidencia
todavía más al tabular los datos recogidos a partir de la revisión de las de
la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción entre 1852 y 1880, el que
arroja 4.337 nacimientos registrados en Iquique y sus alrededores. 55 de
los nacidos fueron inscritos como zambos y sólo ocho como negros, esto
es, el 0,2 por ciento de los nacidos (Lazo, 1966, apéndice sin numeración).
Los censos de 1862 y 1866 no registran clase o raza, posiblemente
influenciados por el término de la esclavitud legal en 1854, y el
reconocimiento de la condición de peruanos a todos los nacidos en el
territorio o residentes en él por más de 21 años. De los 455 encuestados
con ascendencia africana apuntados en 1841, en el Censo de 1866 solo se
repiten trece nombres, reflejo quizá de un proceso de migración espontánea
o, más probablemente, de una prematura muerte promedio.
Finalmente, el censo de población de 1876 es todavía más definitorio, al
registrar la residencia de 388 negros en Tarapacá, equivalentes al 2,71 por
ciento del total de los residentes sólo en el distrito de Iquique, y al 3,2
del interior de la provincia. El registro no distingue rangos intermedios,
fusionando a mulatos y zambos con la población mestiza predominante.
Sólo uno de los más de quince mil habitantes señaló provenir de África35.

35 Censo general de la República del Perú formado en 1876, t. VII: Piura, Tacna, Tarapacá y apéndi- ce,
Imprenta del Teatro, Lima, pp. 967-968.

130
Referencias Citadas
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134
MKUMBA CUMBE, TUMBE EN CARNAVAL; BAILA
NEGRO CACHIMBO ANDALAJAYA JA. APORTES DE
LOS AFRICANOS A LA IDENTIDAD MUSICAL EN EL
NORTE DE CHILE
Gianfranco Daponte1

Introducción
En las regiones de Tarapacá y Arica/Parinacota los primeros mestizajes
étnicos entre negros y “otras razas” comienzan a notarse desde fines del
siglo XVI, en su mayoría con indios cuyo resultado “zambo” resulta ser
el más numeroso, especialmente en las haciendas. Este tipo de mestizaje
fue muchas veces promovido por los mismos hacendados españoles que,
como la ley decía que hijo de madre esclava es esclavo, fomentaron los
matrimonios entre las esclavas y los indios o mestizos para obtener una
mayor cantidad de manos de obra a menor costo (Daponte, 2010, p. 25).
Con el pasar del tiempo los afrodescendientes que lograron su libertad
habitaron los anillos periféricos de las nuevas ciudades, se mezclaron con
otras castas menos favorecidas y después de dos a tres generaciones
fueron identificados como mestizos y cholo. Aunque, desde el punto de
vista religioso, se intentó establecer el proyecto colonial de segregación
étnica a través de las cofradías, estas no fueron efectivas en los lugares
más periféricos del virreinato del Perú como el actual norte de Chile.
De esta manera, la mayoría de las expresiones artísticas, tanto en la
religiosidad popular como en la música tradicional, están teñidas de
elementos aportados por los distintos grupos étnicos. Los aportes
africanos en la música tradicional comienzan a hacerse presente a través
de la evangelización, la que aportó modelos africanos caricaturizados,
los que con el correr del tiempo, a través del teatro y los villancicos, se
establecieron en el imaginario de la sociedad mestiza del sur del Perú.
En este sentido, los villancicos de negros propusieron en la sociedad
colonial un imaginario sonoro que remitía al mundo africano y que, con el
correr del tiempo, se estableció también en la música profana.

1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

135
Los villancicos de negros y las cofradías de poblaciones periféricas
En los Grandes centros urbanos virreinales, especialmente en las
catedrales, se les dedicaba las festividades de Navidad y Epifanía a los
negros. Para la ocasión, los maestros de capilla componían villancicos
dedicados especialmente a esta casta que llamaron villancicos de negros,
negrillas o guineos. Se trata casi siempre de composiciones polifónicas, a
capella o con acompañamiento de instrumentos en su mayoría, violines
y continuo2, la estructura consta de un estribillo y varias coplas, cuyos
textos, escritos en un español deformado que imita el habla de los negros
bozales, se refieren al nacimiento del Niño Dios y a la participación de los
negros en los pesebres.
Los Coflades De La Estleya3
Juan de Araujo (1646–1712)
Los coflades de la estleya vamo turus a Beleya
y velemo a ziola beya
con Siolo en la poltal.
¡Vamo, vamo curendo aya!
Oylemo un viyansico
que lo compondla Flasico ziendo
gayta su fosico
y luego lo cantala
Blasico, Pellico, Zuanico y Tomá
y lo estliviyo dila:
Gulumbé, gulumbé, gulumbá

guache, guache molenio de Safala.

En los últimos años ha habido bastante discusión respecto a que es lo


que tipifica al villancico de negros. De acuerdo con mi experiencia como
conocedor e intérprete de música colonial americana4, puedo afirmar que

2 Continuo se le llama al bajo característico del período barroco en el que está implícita (y en algunos
casos, explícita) una cifra que da al intérprete de instrumentos armónicos (teclados o cuerdas pulsadas)
una sugerencia armónica, que además es enriquecida por cada intérprete.
3 Se puede oír una versión en la siguiente dirección web: https://www.youtube.com/watch?v=-
EeayPpS2Ag
4 Entre los años 2001 y 2015, pertenecí y colaboré con la agrupación Capilla de Indias que dirigió la
musicóloga Tiziana Palmiero, agrupación dedicada a la interpretación de música colonial americana.

136
efectivamente, como apuntan Waisman (2012), Tello (2005) y otros autores,
los villancicos de negros se diferencian de otros villancicos hispanos en
el uso preeminente de ciertos patrones rítmicos, como el uso abundante e
irregular de hemiolas, el comienzo de frase acéfala, el encadenamientos
irregulares de ritmos troqueos y yámbicos, que permiten acentuación en
tanto en binario como en ternario, lo que produce la riqueza rítmica del
sesquiáltero (Daponte, 2019).
Partitura n° 1

Nota: La rítmica sesquiáltera hace referencia a tres pulsos de igual valor en el tiempo normalmente
ocupado por dos pulsos.

A diferencia de los grandes centros virreinales, en los lugares más


periféricos este tipo de villancicos eran interpretados, de manera muy
modesta, por las cofradías. Estas instituciones fueron un mecanismo de
evangelización destinado al control político y religioso de la población,
sea esclava o libre (Díaz, Martínez y Ponce, 2014). Al mismo tiempo,
generaron un complejo mestizaje de las manifestaciones sociales
(música, danza, gastronomía, vestuario, etc.) presentes en todas las fiestas
religiosas y el sur del Virreinato del Perú no fue ajeno a esta situación.
Estas cofradías tuvieron una destacada participación en las festividades
religiosas y especialmente la fiesta de Epifanía o pascua de los negros,
donde estas poblaciones tuvieron un rol protagónico en la participación
en las adoraciones5.
Esta tradición aún se mantiene en la región de Tarapacá, donde los negros
tienen asignada la primera parte de la adoración (Daponte, 2010, p. 35-52)6.

En el año 2011 participé en el programa titulado “Caminos Morenos” en calidad de investigador,


transcriptor e intérprete de músicas afrocoloniales, entre las cuales villancicos de negros, chaconas y
zarabandas.
5 Los cofrades tenían por costumbre salir entre navidad y epifanía a cantar a los pesebres de los
pueblos a cambio del “Aguinaldo”, que consistía fundamentalmente en alimentos que los dueños de
los pesebres obsequiaban a cambio de las adoraciones. Esta tradición y muchos de estos cantos aún se
conservan en la tradición oral de Sudamérica.
6 Aunque en este trabajo no profundizaremos en la presencia y aporte de los africanos en la religiosidad
popular, cabe destacar El canto “los negros” también llamado tradicionalmente los negritos, que es
un claro ejemplo de pervivencia de las cofradías de negros destinadas a la adoración al niño Dios en
la región de Tarapacá. Esta melodía pertenece a un ciclo de cantos que se encuentran con muy pocas
variaciones en casi todo el territorio Tarapaqueño.

137
Las cofradías de negros también tuvieron participación en las fiestas
populares, en especial el carnaval. Son numerosas las referencias escritas
en todo tipo de documentos que describen a animosas comparsas que
bailaban y cantaban ruidosamente por las calles. Fueron las cofradías las
que recogieron las recreaciones de las manifestaciones afroamericanas
gestadas en las catedrales y las legitimaron en la antigua sociedad del
actual norte de Chile.
Mkumba Cumbé, Tumbe Carnaval
La mayoría de las danzas con marcada influencia africana parecen surgir
en los principales puertos relacionados con el negocio marítimo de las
zonas del Congo Angola, península Ibérica y América Latina. Estos
puertos también fueron poblados por un gran contingente de negros libres
y esclavos que interactuaron culturalmente en forma simultánea. En este
sentido la música y danza jugó un rol muy importante, pues como todos
los esclavos provenían de diferentes puntos de África y por lo tanto de
culturas musicales diferentes, el repertorio musical ibérico se tornó
especialmente atractivo convirtiéndose en una “lengua musical franca”
con pequeñas variantes entre un lugar y otro. (Budaz, 2002, p. 64).
Muchas de estas danzas se ejecutaban en los espacios populares de las
ciudades y puertos principales y eran bailadas por todo el ambiente popular
incluyendo mulatos y negros libres. Entre las más populares podemos
mencionar a la chacona en el siglo XVII7, zarambeques, canarios y
fandangos hacia el XVIII, pero de la que existen mayores referencias
como danza bailada en su mayoría sólo por africanos ladinos zambos y
mulatos es el cumbé o cumbees.
El cumbé es una danza que en las crónicas iberoamericana ha estado
presente desde mediados del siglo XVII y se ha dado a conocer con
algunas variaciones en su nombre, pero que refieren a la misma daza.
El cumbé es quizás la danza que más remite a los esclavos africanos8,
pues siempre aparece en descripciones de fiestas populares protagonizadas
por negros. Una de las primeras alusiones a esta danza se encuentra
en un villancico de negros anónimo de 1670 titulado Los músicos se

7 “Mulata chacona” la llama Quevedo en la genealogía de los bailes, “De las indias a Sevilla” la
declara Lope de Vega en la comedia el Amante Agradecido. La Chacona de Arañés, cuyo texto satírico
de Miguel de Cervantes alude a las costumbres picarescas de las clases populares, es un símbolo del
mestizaje colonial afro-iberoamericano y sus vicios, así como lo veía la sociedad española de la época.
8 Cumbé también se utilizó en el mundo colonial para referirse a los poblados donde habitaban negros
cimarrones.

138
suspenden, en el que se canta9 “Cumbé, cumbé/ que jelofo venimo/ ye,
ye (Swiadon, 2004, p. 289). Según el mismo autor (2013)10. Al parecer, el
cumbé del siglo XVIII desciende del gurumbé o columbe, muchas veces
referenciados en los villancicos de negros11. Como baile asociado a los
negros, se mantuvo en el imaginario hispano hasta bien entrado el siglo
XVIII, como se deduce del villancico de negros del archivo de la Capilla
Real de Granada, Apalte la gente branca de Esteban Redondo, fechado
en 1783: “Viva la negrilla/ viva que lo hace muy bien/ que con su linda
gracia/cante al Niño la cumbe […] Ay le le le/Toca la cumbe/que al niño
le agrada/ aquesta tonada/ cante su mercé (Tejerizo, 1989, pp. 278-279).
El Diccionario de autoridades definía al cumbé como: “Baile de negros,
que se hace al son de un tañido alegre, que se llama del mismo modo, y
consiste en muchos menéos de cuerpo a un lado y a otro”12. Según el
musicólogo cubano Fernando Ortiz (1924, p. 153-155) la etimología de
esta danza proviene de distintas raíces africanas:
En lengua del Congo, kumba significa ‘ruidoso’, ‘rugiente’, ‘atronador’,
y, figuradamente ‘murmurar’ […] en lengua malinké, que es dialecto
mandinga, kumbé significa ‘encontrar’ y ‘encuentro’.
También Kumbe signifiaca Alegria, jolgorio y Nkumba danza de choque
de ombligo13, esta última acepción es muy interesante pues en muchas
descripciones coloniales de las danzas de negros, zambos y mulatos, el
choque pélvico y de caderas es una de las características fundamentales14.
En el Diccionario de Autoridades publicado en 1737, se describía el cumbé
como una danza de negros que consiste en “varios meneos del cuerpo”.
(Real Academia Española, 1963).
Aunque sería muy difícil determinar con exactitud cuál de todas las raíces
dio el nombre al cumbé colonial en Hispanoamérica, si es claro que esta
es una danza que llegó con los esclavos africanos, se adaptó y desarrollo

9 Ubicado en la colección de: Villancicos que se cantaron en los maytines y fiesta de la Purísima
Concepción de nuestra Señora [...], pliego suelto, The John Carter Brown Library (Swiadon, 2004).
10 Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1286 [consultada el
10.06.2016]
11 Ha sido mencionada en los villancicos de negros compuestos y ejecutados en Catedrales Virreinales.
Ver ejemplo anterior “Los coflades de la Estleya”, escrito por el Maestro de Capilla en Potosí de
Bolivia Juan de Araujo (1646–1712). En la parte del coro dice: Gulumbé, gulumbé, gulumbá.
12 Diccionario de autoridades de la RAE [Real Academia Española], Tomo II de 1726. Disponible
en: http://web.frl.es/DA.html [consultada el 10.06.2016]
13 Disponible en: http://etimologias.dechile.net/?cumbia
14 Vale decir que en Brasil Colonial a un gran corpus de estas danzas se les llama “samba de
ombligada” (Carneiro, 1961).

139
simultáneamente en varias regiones hispanoamericanas donde la presencia
africana ha estado presente.
Hacia fines del siglo XIX y del XX aparecen menciones que remiten a esta
danza como Cumba, columbia y guachambé. Posteriormente, la industria
discográfica populariza la cumba, macumba, cumbia, columbia, entre
otras derivaciones y/o adaptaciones. La principal característica de todas
estas danzas es el exacerbado juego de caderas en la danza.
Los puertos pequeños, pero no menos importantes durante la colonia como
Arica, también fueron parte de estas interacciones. En el virreinato del
Perú esta forma de danza se refleja como herencia del cumbé en espacios
populares y festivos, fundamentalmente en el período de Carnaval donde
comparsas de negros sambos y mulatos se enmascaraban, en la mayoría
de los casos de Diablos, y salían a bailar a cambio de regalos. También
fueron muy común comparsas de criollos y mestizos que caricaturizaban
al negro imitando sus costumbres, exagerando sus “modos de ser y actuar”
a través de la danza.
Los Blancos utilizaban al Negro Para su diversión, En las procesiones
religiosas, eran entretenimiento del siglo Pasado [XIX], los Amos
disfrazaban a sus criadas negras para que el espectáculo fuera más vistoso
[…] También los ricos pagaban los gastos de disfraces del famoso baile
negro “son de os diablos” que acompañaban distintas procesiones y así
hacían más felices a sus hijos. (Vázquez, 1982, p. 24).
Es en el carnaval donde las comparsas tenían la libertad de salir con sus
instrumentos más bulliciosos. En todos los rincones del virreinato del
Perú las comparsas de negros salían con un sinfín de membranófonos e
idiófonos tocando ritmos característicos que al oído de mestizos, criollos
y españoles eran bulliciosas y poco armónicas. Estas comparsas quedaron
documentadas en el siglo XVIII en las acuarelas del sacerdote Ilustrado
Martínez de Compañón y en el siglo XIX por el Pintor costumbrista
Pancho Fierro.
Una de las características sobre la música tradicional callejera de los negros
en toda América es el uso de tambores, lo interesante es que estos tambores,
en las diferentes manifestaciones americanas, poseen una estructura
definida, tanto en los ritos sagrados, así como también en los festivos.
Por ejemplo, para la santería afrocubana los tres tambores sagrados son

140
llamados Batá15 y en Brasil Atabaque16. También en la música tradicional
encontramos esta trilogía como por ejemplo en la Saya afro boliviana17 así
como en las poblaciones afroperuanas de la a sur donde existe un juego
de tambores nominado llamador y repicador (Vázquez, 1982, p. 30), cuya
trilogía la completa un idiófono “rascador”.
Arica fue en épocas coloniales un importante puerto argentífero,
sostenido fundamentalmente por los diferentes rubros relacionados con
la explotación del mineral de Potosí. Los valles anteriores de la ciudad
fueron organizados por la corona para el abastecimiento de insumos
que demandaba la explotación minera. Esta demanda trajo consigo la
importación de mano de obra esclava para las faenas agrícolas, lo que
convirtió a Arica en uno de los principales centros habitados por esclavos
en el actual norte de Chile.
Hacia fines del siglo XVIII y durante el XIX la población de Arica era en
su mayoría afrodescendiente y se recordaba una antigua danza llamada
Tumbé. El tumbé es una danza colectiva, de carácter alegre, que se bailó
hasta la década de 1930 y cuya principal característica es el entrechoque
de cadera entre hombres y mujeres18. Esta danza se bailaba al son de un
bombo, guitarra y quijada de burro19. Alfredo Wormald así describe el
tumbé:

15 Ejecutados para la Santería cubana, estos son llamados Ita, Itótele, ekonkoló u emelé.
16 Usados para el candomblé de Brasil llamados le, rumpi y rum.
17 En la zona de Yungas de Bolivia, se reivindica una danza llamada Saya cuya estructura organológica
básica está compuesta por tres tambores llamados: El más Grande tambor mayó, el mediano tambor
menó y para repique el ganyengo (Cavour, 1994, p. 236), El escritor Mario Montaño en su Guía
lingüística de Bolivia incluye a esta trilogía un tambor más pequeño llamado cachimba que a veces
reemplaza o se ejecuta junto al ganyengo (Montaño, 1992).
18 La folclorista chilena Margot Loyola en una de las sesiones de estudio me comentó que, en la
década de 1960, los cultores de Arica, ya ancianos, le mostraron la danza del tumbé: los bailarines
formaban un ruedo y las parejas se alternaban para bailar al centro. Cuando uno de los bailarines
golpeaba al otro “de un culazo” [sic.] todos los demás gritaban ¡tumbé!
19 La quijada es un idiófono de golpe indirecto, mientras que la cajita es considerada un instrumento
de caja de percusión transportable. La quijada o carachacha se fabrica todavía hoy, usando el maxilar
inferior de un burro, una mula o un caballo; se toca golpeando uno de los huesos, acción que hace
vibrar los dientes flojos y produce un característico sonido. Este instrumento está presente actualmente
en las provincias de Trujillo, Lambayeque y Piura y se obtiene después de una acuciosa preparación:
Una vez removida la osamenta, la quijada se hierve en agua jabonosa para limpiar el hueso y retirar
cualquier resto de carne que pudiera haber quedado, raspando con un clavo o algún objeto afilado;
luego se deja la quijada al sol para que seque. Los dientes se sueltan al remojarlos en alcohol o ron de
quemar, lo cual una vez encendido consume cualquier vestigio de carne que impida su movimiento.
La quijada también aparece descrita en un documento que describe la celebración de la reina de los
mandingas en la cofradía de San Lázaro en 1810 (Tomkins, 2011, p. 65-67).

141
Los antiguos habitantes de Arica recuerdan el entusiasmo con las que
los negros celebraban sus fiestas, en especial el carnaval. Comparsas
interminables recorrían las calles principales, cantando y bailando al son
de bandas que, para esa oportunidad, no contaban con más instrumentos
que un bombo y matracas hechas con quijadas de burro, que sólo servían
para marcar el ritmo (1968, p. 79).

Doña Francisca Ríos de Sánchez, antigua vecina afrodescendiente


de Azapa, en una entrevista realizada por Gustavo del Canto (2002) y
publicada en el periódico Primera Línea, recuerda que en Azapa20:
“Existía el Baile de la Lumbanga [barrio de Arica]. Yo nunca lo Bailé
porque era muy niña, pero recuerdo que los mayores se ponían en círculo
y comenzaban a golpearse cadera con cadera. Era pura percusión: tocaban
sobre una mesa un barril de aceituna o cualquier cosa”. En una entrevista
que realicé, en junio del 2009, a Doña Francisca y a su hija Azeneth Baez,
estas relataron que el tumbé se bailaba también en celebraciones como
la Cruz de mayo de Azapa, pero ambas coincidían en que era una danza
principalmente carnavalesca. En la misma ocasión, Azeneth cantó la
melodía que Doña Francisca le había enseñado cuando era niña y percutió
uno de los ritmos que recordaba.
Partitura n° 2. Tumbé de Arica

20 La publicación original de Gustavo del Canto del año 2002 contenida en el periódico digital www.
primeralinea.cl ya no está en la web. Sin embargo, el autor, con el objetivo de preservar su escrito, lo
ha subido a la siguiente dirección web: http://diadelaetnia.homestead.com/chilenegro.html

142
Desde el cerro verde/ Viene don Pascual/ Con la soga al cuello/ Queriéndose
Ahorcar. Vamos a la Plaza/ Que hay mucho que ver/ Un negro borracho/
Sobre su mujer. Marido Marido/ Sácalo a mear/ Que animal tan feo/
Vuélvelo a guardar.
Julia Corvacho, afrodescendiente ariqueña, recordaba la alegría de la
danza durante el carnaval:
Lo que más me gustaba era la tumbe o tumba carnaval que consistía en ir
con bombo, una quijada y una guitarra bailando en ronda entre hombres
y mujeres, la mujer se hacía la difícil, mientras el hombre la coqueteaba
haciéndole desprecios, pero a su vez bailando y cantando algunos versos
que eran como payas [coplas improvisadas de cuatro versos de seis
sílabas en los que riman los versos pares] y los bailarines al terminar la
estrofa cantaban a coro ¡tumba carnaval! Era el grito que señalaba que la
mujer tumbara de un culazo al hombre como una señal de que dejara de
molestarla todo esto en una sana alegría (Salgado, 2013, p. 179-180).

Esta danza se dejó de interpretar a mediados del siglo XX. Sin embargo,
la necesidad colectiva de buscar un elemento identitario que vinculara la
comunidad con el mundo afro llevó a quienes iniciaron este movimiento a
recuperar las antiguas músicas y danzas que los antepasados bailaban; en
este contexto se rescató el tumbé.
En el año 2003 se ejecutó un fondo concursable nacional FONDART que
realizó entrevistas a afrodescendientes de todas las edades para rescatar
datos históricos y tradiciones culturales. Uno de los principales productos
fue la recreación de una comparsa que desfiló por las calles de Arica el
6 de enero de 2003, después de más de 30 años el tumbé se volvió a
escuchar. En esta comparsa participaron miembros de las familias Salgado,
Corvacho, Huerta, Ríos, Báez, Carbone y Quintana, entre otras.
Según la periodista Claudia Parra en una publicación web 201021,
este proyecto recreó las Comparsas afrodescendientes basadas en las
descripciones historiador Alfredo Wormald Cruz y esta recreación
imaginó a tambores fabricados con barriles de aceituna, a los que le dieron
los nombre de Bombo repique y para los ritmos se tomó como base la
recreación de la música afro peruana realizada por el peruano Nicomedes
de Santa Cruz en “los Instrumentos folclóricos del Perú, pues este era
el referente más cercano, pensando en que Arica, por su historia, hizo
parte de la cultura afro peruana. Este trabajo lo realizó Yoni Olis Larronda
y Gustavo del Canto Larios y para la danza lo realizó Carolina Letelier

21 http://tumbacarnaval.wordpress.com/2010/07/15/primeras-luces-del-tumbe-en-arica/

143
Salgado. Por ejemplo, del ritmo de la “cajita” que aparece en el material
discográfico “Ritmos negros del Perú” publicado en 1975 por Nicomedes
de Santa Cruz se obtuvo el patrón rítmico que realiza en Arica el tambor
“repique”.
Partitura n° 3. Melodía del Tumbé

Fuente: Rojas, 201122.

22 José Rojas Navea es un destacado músico y musicólogo chileno, especialista en los ritmos y usos
de tambores afrolatinoamericano. Propuso en una entrevista realizada el 2011 estas células rítmicas
para los toques del tumbé.

144
Debido a varios encuentros y desencuentros de la sociedad afro Ariqueña
nacieron otras comparsas que reinterpretan el tumbé y actualmente el tumbé
se ha convertido en un género musical que ha trascendido las fronteras
regionales y hace parte del repertorio de otras agrupaciones de cariz afro en
ciudades como Iquique, Santiago, Valparaíso y Concepción (Daponte, 2019).
Hoy en día las comparsas afrodescendientes son más masivas y se
expresan tanto en el Carnaval del Sol organizado por el municipio de
Arica, así como en otros organizados por los mismos afrodescendientes
como es el carnaval Afro. También sus integrantes ya no son exclusivos
de familias afrodescendientes, sino que participan por el simple hecho
de sentirse parte del “ser ariqueño”. Su música continúa enriqueciéndose,
imitando y adaptando al tumbe referentes de otras comparsas cuya
referencia se encuentra en los carnavales del atlántico desarrollado por
las reivindicaciones africanas del movimiento llamado reafricanización de
Latinoamérica o la Diáspora Africana en América Latina.
De esta manera el antiguo tumbe tradicional, asociado al cumbé colonial,
ha adquirido en las reivindicaciones afroariqueñas una nueva fisonomía
más influenciada por los imaginarios sonoros actuales de lo que debería
ser la música afro en Latinoamérica.
Baila Negro Cachimbo
Durante la segunda mitad del siglo XVIII arribó a los teatros de las
principales ciudades del virreinato una nueva forma musical –“La tonadilla
escénica”– desarrollada en los teatros madrileños entre 1750 y 1790 (Lolo,
2003). Las danzas que se bailaban en los teatros de las ciudades más
importantes del virreinato fueron rápidamente adoptadas y popularizadas
en los rincones más lejanos del virreinato. Criollos, mestizos, zambos y
mulatos dieron nueva forma a jotas, fandangos, boleras, etc., al incorporar
a las tradicionales evoluciones coreográficas españolas estilo refinados
de las danzas africanas. Así, por ejemplo, el choque de pelvis que
representaba la posesión sexual, característica fundamental de este tipo
de danza, fue reemplazado por un sutil encuentro frente a frente entre la
pareja, evolución que en este tipo de danza aún llaman saludo, encuentro
o venia y además en los espacios menos populares se incorporó el uso del
pañuelo para hacerla menos escandalosa23.

23 Según los investigadores peruanos Nicomedes de Santa Cruz (1971) y Rosa Elena Vázquez (1982),
el uso del pañuelo en estas danzas es propiamente africano. Esto porque las danzas de choque pélvico
llamadas también de ombligada (Carneiro, 1964) que eran reproducidas por los esclavos en América,
estaban prohibidas, ya que éstas representan el acto sexual. Como una manera de seguir bailando,

145
Este nuevo estilo de danza reproducida en América que era parecida a
las de las tonadillas escénicas españolas, pero ahora bailada comúnmente
fuera de los escenarios (Loyola, 1986:13) y con características propias
de la gente americana, fueron clasificadas como “Danzas de la tierra”24.
En primer lugar, se debe tener en cuenta que el desarrollo de los
bailes de tierra en los principales centros republicanos se debió a una
práctica realizada desde fines del siglo XVIII por los maestros de danza
afrodescendientes; quienes se nutrían de las danzas populares practicadas
por los negros, las refinaban y las enseñaban en los salones (Tomkins,
2011, p. 39). De hecho, en el Mercurio Peruano del 26 de mayo de 1791
se podía leer: “ya logra una concurrencia numerosa; y como, por otra
parte, los negros que hasta aquí han sido y son los maestros de danza,
tienen bastante número de discípulos y discípulas, podemos formar una
idea muy justa de la afición con que entre nosotros se mira al baile, sea
nacional o sea extranjero” (Rey de Castro, 2003, p. 138). Según María
Elena Vásquez (1982, p. 24), la profesión de maestro de baile permitía a
los negros alcanzar una mejor posición social; el literato y médico limeño
Manuel Anastasio Fuentes declaraba en 1867 que “había maestros negros
como Elejalde y Monteblanco, que daban clases de baile a las señoritas
de Lima, también había otros, que se dedicaban a enseñar las danzas a su
propia gente” (Vásquez, 1982, p. 24). De esta manera este tipo de danza
se asentó rápidamente en todos los estratos y castas sociales del Perú
colonial, convirtiendo a las danzas de pareja mixta con pañuelo en una de
las danzas más populares al comenzar la república. Es probable que, por
esta razón, muchos de los nombres de los decimonónicos bailes criollos
o de tierra como zamacueca, guachambé, zamba refalosa, etc., remitan al
mundo afro de finales de la colonia y comienzo de la república. En nombre
de cachimbo no es la excepción.
Los oasis de Pica, Matilla y Tarapacá por ser los principales centros
coloniales productivos y de solaz del sur peruano, se nutrían rápidamente
de las manifestaciones sociales de moda que los “vecinos principales” de
las ciudades de Lima, Potosí y Arequipa traían cada vez que venían de
visita a las haciendas25. Además, el pujante campo minero de la plata en la

cumpliendo con la función que demandaba la danza se utilizaron los pañuelos para tocar a la pareja,
siendo así menos evidente ni escandaloso.
24 Vale decir al respecto que en variados relatos, crónicas y descripciones coloniales se utiliza la
terminología “de la tierra” para clasificar una creación, innovación u otra manifestación cultural
“mestiza” producida en el nuevo mundo. Para el caso de la música el término más común fue “al uso
de la Tierra”.
25 Muchos de estos vecinos principales, dueños de las haciendas, residían en Lima, Potosí o Arequipa

146
Región de Tarapacá a fines de este siglo26, trajo el asentamiento de nuevas
familias de hacendados cuyas familias se instalaron en el renaciente
poblado Tarapacá. Estos nuevos colonos incrementan y enriquecen las
tertulias en los nuevos salones de las haciendas con manifestaciones
populares de moda, como yaravíes, contradanzas y bailes de tierra
(Palmiero y Daponte, 2014).
La tradición oral piqueña argumenta que el Baile y Tierra se desarrolla
primero a los Salones de los “Señores de las Viñas”, espacio que ocupó
hasta la década de 1950-1960 cuando empieza a decaer la tertulia
realizada en los salones. La memoria oral de los vecinos más antiguos
del poblado de Tarapacá lo remontan a mediados del siglo XIX cuando
el tarapaqueño mariscal Ramón Castilla27, visitaba su pueblo natal, “San
Lorenzo de Tarapacá”, lo bailaba con “Donaire” (Loyola, 1994, p. 51).
También, los vecinos de Pica y Matilla recuerda que fue practicada por
personas comunes y de todo tipo de trabajadores libres (zambos, mulatos,
cholos y negros libres) de las haciendas en otros espacios sociales
como “el parabién del pueblo”28 (Díaz y Daponte, 2017). En las fiestas
comunitarias de comienzos del siglo XX esta danza mantuvo la estructura
coreográfica y forma musical del salón decimonónico, pero adquirió otro
estilo y carácter interpretativo, al parecer, otorgado por las nacientes
bandas de bronces (Díaz, 2009) Por lo que alrededor de 1914 recibe el
nombre popular de cachimbo (Loyola, 1994, p. 67). El Término cachimbo
alude probablemente al hecho que los negros eran reconocidos fumadores
de pipa o cachimba; además, cachimbo podría referirse a los esclavos
provenientes de una región de Angola llamada “casimbo” (Daponte, 2010,
p. 72)29. Según las recopilaciones de Margot Loyola (1994:31), algunos
pobladores de los oasis de Pica y Matilla declaraban que el nombre
cachimbo se refería un negro “alto y arrogante”30. También la palabra
cachimbo y catimba designa a lugares de Angola y casimbo y cacimba

y visitaban la zona para alguna actividad importante.


26 Misma época en que estos bailes ya eran populares según las transcripciones y acuarelas de
Martínez de Compañón.
27 El mariscal Ramón Castilla fue uno de los principales gestores de la independencia del Perú, lucho
a las órdenes de San Martín y después, como presidente, una de sus principales obras fue la abolición
de la esclavitud.
28 Espacio comunitario que sirve para celebrar las fiestas del pueblo.
29 También en algunos mapas aparece escrito “Cachimbo”, como es el caso de Google Map.
Disponible en: https://www.google.cl/maps/place/Cachimbo,+Angola/@6.9999947,16.5811443,17z/
data=!3m1!4b1!4m5!3m4!1s0x1a38770774eec6d1:0xf1663aed63487c6f!8m2!3d-7!4d16.583333
[consultada en 30.04.2017]
30 Durante la colonia, existieron varias cofradías de negros denominadas “cofradías de catimbanos”
o “catimbados”.

147
hace referencia a una estación del año en ausencia de lluvias, el noreste de
del mismo país.
La enciclopedia Espasa-Calpe la define como “Negro Arrogante” (Loyola,
1994, p. 31). Vale decir con respecto a esta última que algunos antiguos
vecinos de Pica como Roberto Gómez o Enrique Luza asocian la palabra
también a los esclavos negros orgullosos de elevada estatura que servían
de mayordomo en las casas aristocráticas, refiriéndose a ellos como “negro
acachimbao” o “negro cachimbo”. También en crónicas coloniales se
mencionan las cofradías de catimbos, catimbanos o catimbados, integradas
por negros. En el actual Perú esta palabra es utilizada en forma despectiva
para denominar a los músicos “aficionados” de las Bandas de Bronces.
Vale decir al respecto que los primeros músicos que conformaron estas
bandas fueron negros que integraron los ejércitos independentistas. En
cualquiera de estos casos, la palabra remite al mundo afro.
En los salones tarapaqueños, el piano era el instrumento más apreciado
para bailar el baile y tierra y el cachimbo. También se utilizaban cuerdas
como violines, bandurrias y mandolinas, pero, según los cultores, el bombo
era el instrumento más importante y significativo para la interpretación de
estos bailes, especialmente para el cachimbo. Este instrumento concedía
un cierto “aire” a la danza, la hacía “salerosa” e invitaba al movimiento
de caderas (Daponte, 2010, p. 73). “El bombo es el que le pone el ritmo
al cachimbo”, declaraba Gladys Albarracín, “sin el bombo el cachimbo
pierde lo especial”31. “El Bombo es el que compone toda la música”,
explicaba Rosa Bustos de Matilla a Margot Loyola (1994, p. 57). También
Maximiliano Pereira relataba a la folclorista “Yo soy músico, tocaba
trompeta y todavía toco, la música [del cachimbo] está en 6 por 8 ... El
Cachimbo tiene que tener bombo, el golpe del bombo es lo principal y lo
más difícil... un Cachimbo sin bombo no es nada... clarinete o violín le da
mucho aliento, bombo en todo caso” (Loyola, 1994, p. 68).
Por los testimonios transmitidos por cultores ya fallecidos, que vivieron
la danza a comienzos del siglo XX, y por las declaraciones de los cultores
actuales, es evidente que el ritmo del bombo encierra “el alma” del
cachimbo (Díaz y Daponte, 2017).

31 Gladys Albarracín, entrevistada en el marco del proyecto Programa de estudios del Baile del
Cachimbo, realizado por el Consejo Regional de la Cultura y las Artes y la Universidad de Tarapacá.

148
Partitura n° 4. Ritmo del bombo que acompaña al Cachimbo en el Salón de Pica

Es importante destacar que el bombo lleva la proporción sesquiáltera,


ternario en una mano y binario en la otra, que como se ha dicho
anteriormente, es propia de las músicas con influencia afroamericanas
coloniales. Este ritmo base facilita realizar en la melodía cambios de acento
y variaciones rítmicas, produciendo el “aire saleroso” y permitiendo una
mayor prestancia rítmica en la danza dándole una “mayor coquetería” y
sensualidad” a la que se refieren los cultores.
Es importante señalar respecto a esta danza, que, aunque sus evoluciones
coreográficas quedaron estilizadas, éstas aún denotan el aporte africano.
Por ejemplo, al comparar los giros que realiza el hombre alrededor de
la mujer en señal de cortejo en las danzas africanas, el cachimbo las
reproduce, claro que más refinadamente en la llamada “hecha y la
desecha” de la primera parte de la danza. El choque pélvico, clímax de
las danzas africanas, es representado en un elegante y arrogante “saludo”
y/o “encuentro” de la segunda parte. Finalmente, el mutuo coqueteo
donde un demandante persigue a la pareja y esta última lo acepta o no, es
representado fiel y finamente en el denominado “toreo” de la última parte.
Andalajaya ja
La actividad vitivinícola era la más importante en Pica y Matilla, ya que
por más de 350 años fue la principal actividad económica. Constaba de un
calendario anual que comenzaba con la poda de las parras en los meses
de julio y agosto; el cuidado, regadío y abono de éstas entre septiembre y
noviembre; el tapado32 de los racimos de uva durante el mes de diciembre;
la cosecha y faena de vinos entre febrero y marzo, y el destape de las
tinajas en junio. Estas últimas eran las actividades más importantes y

32 En estos oasis se hace necesario envolver con papel cada racimo de uva para que las aves no las
“picoteen”.

149
celebradas de este ciclo. Ambas duraban varios días; sin embargo, es la
faena de cosecha y pisa de la uva en la que participaban los distintos actores
sociales de la comunidad y era celebrada no sólo con la “danza” de faena
en la pisa, sino también con una gran fiesta en chacras y salones donde se
comía y bailaba ceremoniosamente el Cachimbo, del que hablaremos más
adelante, junto a otras danzas.
La faena de la pisa de uva en el lagar es la que desarrollaremos para el
propósito de este trabajo33. Ésta estaba marcada por cantos y formas de
desplazamiento denominados por algunos habitantes del pueblo como
“danza”, y en ciertos casos algunos le agregan “de los esclavos africanos”.
Las últimas vendimias en Pica y Matilla se realizaron entre 1930 y 1935,
quedando hoy día viejo lagares abandonados y algunas tinajas que adornan
los hogares de los piqueños y matillanos, como mudos testigos del pasado
vitivinícola que se vivió por casi tres siglos y medio.
En las memorias de los vecinos “más antiguos” de Pica y Matilla quedan
los recuerdos de las últimas faenas de vendimia; algunos la recuerdan
como un duro trabajo y otros como una hermosa fiesta en la cual participa
gran parte de la comunidad donde peones y amigos de las familias, que,
heredando el trabajo cansador y el doloroso canto de los esclavos, pisan
la uva.
La vendimia tenía una duración de uno a dos días, dependiendo de la
cantidad de uva cosechada. La faena comenzaba a las ocho de la mañana
aproximadamente, y continuaba hasta el atardecer o la “entrada de sol”,
con un descanso para almorzar.
Antiguamente, según la tradición oral, el trabajo de los pisadores los
realizaba negros esclavos, bajo la mano “implacable” del huairuro34,
quien era un capataz, que con una varilla de membrillo en la mano estaba
encargado de velar y exigir que la pisa de uva se efectuase sin descansos y
con mucho vigor, azotando en las canillas a los que rendían poco.

33 Para una información completa sobre esta fiesta de la vendimia, consultar Daponte (2000).
34 Palabra quechua cuyo significado aparece en los diccionarios como: “Planta papilionácea de
semilla roja con negro que se emplea en la joyería”. Sin embargo, según los mismos diccionarios
quechuas, Way: expresa susto y K’uru: Que tiene forma de arco, curva o arqueada. Se puede intuir
entonces que el término Huayruro o wayk´ruru, en el contexto de la pisa de uva en Pica, significa la
varilla que da miedo. La tradición oral dice que en este contexto –pisa de uva en el lagar– el término
significa “duro”. Enrique Luza, entrevistado en 1994, nos dice al respecto: “este nombre fue dado por
los negros durante los años de esclavitud por demostrar dureza y poca piedad con sus demás iguales”.

150
“Guía que ordenaba, era como un guardia que echaba el verso y azotaba
con una varilla de granado al que no saltaba” (Roberto Gómez, Pica, 1997).
Todos los piqueños y Matillanos que participaron en las últimas vendimias
recuerdan a este personaje, que dirigía la faena en el lagar fustigándolos
al son de su canto.
Después de 1854, cuando El Tarapaqueño y presidente del Perú Mariscal
Ramón Castilla decretó la libertad de los esclavos negros para toda la
nación, esta faena fue tornándose una fiesta más comunitaria, pues los
antiguos esclavos y sus descendientes ahora eran trabajadores parte de
la sociedad “tributaria”. Sin embargo, se conservó la antigua forma de
trabajo, pero con un significado jocoso, pues, en la mayoría de los casos,
los trabajadores –cortadores y pisadores– eran contratados. “Se les pagaba
10, 15 hasta 20 centavos por día” (Roberto Gómez, Pica, 1997). En otras
ocasiones “Lo hacían por cooperación, por amistad, porque se les atendía
bien […] con buen vino el puchero peruano preparado con chuño puti,
garbanzo, zapallo, papas, coles, cebollas y carne de llamo con bastante ají
molido” (Nelly Cayo, Pica, 1997).
Las faenas de la pisa de uvas y elaboración del vino se realizaba en el
lagar; éstos se iban adaptando de acuerdo con la tecnología de la época,
pero la mayoría continuó funcionando con la tecnología del siglo XVIII,
lo que permitió la supervivencia de la forma de pisa realizada por los
esclavos negros.
Por los datos de las personas más antiguas del pueblo que vivieron la última
época vitivinícola del oasis, y por los restos de algunos lagares, sabemos
que entre Pica y Matilla hubo aproximadamente quince lagares. Su
construcción es de adobe y estucado con una argamasa de tiza (anhidrita),
materia prima abundante que caracteriza a todas las construcciones
coloniales de la zona35.

35 Para una información más detallada acerca de los lagares de la zona de Pica, consultar Daponte
(2000:32-42).

151
Ilustración n° 1. Lagar del siglo XVIII en Matilla.

Fotografía: Gianfranco Daponte.

Entre los pocos lagares existentes hoy día, el mejor conservado es el de


Medina Hermanos, declarado Monumento Nacional. Data del siglo XVIII
y está ubicado en el pueblo de Matilla.
Ilustración n° 2. Planta y cortes del Lagar del siglo XVIII en Matilla.

Diseño: Tatiana Jiménez.

152
1: pirquería36 primaria. 2: pirquería secundaria. 3: piquera. sobresale entre
los componentes del lagar. 4: viga, un tronco de árbol de gran envergadura
(9.80 m) que funciona como prensa. completa el sistema un 5: torno de
madera con sus respectivas roldanas y un soporte de equilibrio. 6: el sector
de las tinajas refleja la organización del sistema. en él hay importantes
referencias cronológicas, inscripciones que fueron dibujadas sobre la
arcilla fresca y que data del año 1756, la fecha más temprana, hasta 1767 la
más tardía, resumiendo que estas tinajas fueron elaboradas explícitamente
para este lagar. 7: puerta de ingreso y 8-9: ventanas que permitían a los
pobladores observar la faena37.
Las vendimias no tenían fecha fija, algunas comenzaban en el mes de
febrero, mientras que otras se hacían, incluso, hasta en el mes de abril. Por
lo general las vendimias en la zona eran tardías, obteniendo mayor grado
alcohólico pero menor rendimiento. La cosecha era ejecutada por hombres,
las mujeres sólo recogían el sarmiento. Una vez cortadas las uvas se dejaban
a la intemperie entre 7 y 9 días, durante este período se le esparcía yeso
molido. Cuando la uva se encontraba “dormida”, se acarreaban en canastos
de totora hasta el lagar (Roberto Gómez, Pica, 1997).
Para la primera parte de la faena en el lagar, la uva se depositaba en la
pirquería primaria hasta ocupar todos los espacios, llenaban la pirquería
primaria hasta que alcanzara las canillas a los pisadores, para que cada
trabajador de la cuadrilla pudiera levantar la pierna y pisar la uva avanzando
lentamente. Antes de la pisa se recogía primer caldo denominado lagrimilla,
el que se producía por la presión del propio peso de las uvas; con éste se
fabricaba un especial vino dulce “muy tónico” que era sólo del consumo
exclusivo del dueño de la faena.
Luego comenzaba la pisa de uvas, entraban al lagar una cantidad de
entre ocho y quince trabajadores, todos descalzos, más el Huairuro. Este
personaje además de golpear a los pisadores que rendían poco, debía
ser un “buen verseador”, pues dirigía la pisa dando órdenes en coplas
octosílabas. Durante las últimas pisas, toda esta faena estaba revestida de
un ambiente de cantos y fiestas, por lo que muchas de las coplas estaban
dirigidas a la concurrencia.

36 El nombre de pirquería viene de la voz quechua pirca que significa tapia o pequeño muro construido
con piedras sin tallar que se levanta para dividir un determinado espacio.
37 Vale decir al respecto que algunos antiguos pobladores decían que cuando el lagar funcionaba no
existía la ventana y que esta se hizo con la primera restauración del lagar en 1965.

153
De esta forma comienza la primera jornada que debía terminarse antes del
almuerzo. Tomándose las manos a la altura del coxis “Iban sin zapatos y
con los brazos atrás.” (Grimanesa Ceballos, Matilla, 1997). “Todos pisaban
en conjunto, unos pisaban aquí, otro pisaba allá […] Iban buscando la uva
sin reventar […] Todos pisaban caballerosamente y el vino iba cayendo
por una cañería a un tiesto grande de cemento (Piquera) que había al lado
del lagar, donde unos los recibían con balde” (Nelly Cayo, Pica, 1997).
Los pisadores se disponían en fila india, desplazándose de derecha a
izquierda (en contra de las manecillas del reloj). Una vuelta, llegaban al
lugar de partida, giraban quedando el último pisador de guía, y nuevamente
daban la vuelta en sentido contrario a la primera, desplazamiento circular
de ida y vuelta, siempre avanzando y angostando el ruedo y luego
ensanchándolo. “Todos en rueda, uno detrás de otro, distantes más o menos
un metro […] El ruedo era grande e iban achicando, se iba angostando el
ruedo, hasta llegar al medio […] Se daban vuelta y el de la cola quedaba
adelante...” (Percy Loayza, Matilla, 1999).
Cuando la uva (orujo y escobajo) ha bajado a la altura del tobillo,
comenzaba la segunda parte de la faena. Se dividía en cuatro montones
agrupados en cada vértice de la pirquería primaria. Un pisador pisaba en
cada esquina, mientras el resto de los trabajadores o pisadores tenían la
misión de amontonar la uva que el pisador desparramaba al saltar sobre
ella. Este amontonamiento se realizaba sólo con los pies. También se
“relevaban los trabajadores” para aliviar a los pisadores, que cambiaban
su tarea, de pisador a amontonador.
Una vez pisada la uva se separa el escobajo en la zaranda; que en la zona
es una rejilla de madera que, a través del movimiento, separa el orujo del
escobajo o sobrantes. Luego se trasladaba la faena a la pirquería secundaria.
Con las manos, se le da forma a una masa compacta que era rodeada con la
“cimba”; que era una trenza de cuero con la cual se formaba un cilindro.
Este cilindro era ubicado exactamente bajo un extremo de la viga; que
es un gran tronco cuyo funcionamiento se realizaba por medio de una
palanca en el otro extremo, y con un sistema de torno y roldanas prensaba
la cimba que contenía orujo, terminando de estrujarse, botando hasta el
último jugo el cual caía a la pirquería secundaria, para juntarse finalmente
con el jugo de la pirquería primaria en la piquera. Obteniendo, de esta
manera, un aumento sustancial en los caldos.

154
Al finalizar la etapa de la prensa, con una pala se disponía a echar el jugo
de la uva a las tinajas, y esperar los años suficientes, hasta que el jugo se
transforme en vino. Con el ollejo que quedaba, se fabricaba el aguardiente.
La faena en el lagar finalizaba con una fiesta ofrecida por el dueño en su casa.
En Matilla se realizaba a la intemperie, en un lugar llamado “el arenal”. Se
iban cantando las huaras38 hasta la plaza y luego hacia el espacio donde
se iba a realizar la fiesta. En ambos casos no faltaba la buena gastronomía,
con platos típicos, generalmente el picante de conejo con arroz y el buen
vino de cosechas anteriores. En música se oían y bailaban valses, cuecas
y cachimbos39. “Y llegaban aquí a la plaza, bailaban su primer pie de
cueca, después se iban al morro del cementerio, y ahí seguían las cuecas,
cachimbos. Así cerraban una vendimia” (Elsa Oxa, Pica, 1998).
El canto utilizado en el lagar tenía dos momentos congruentes con la faena
en el lagar donde “El Huayruro hecha el verso y los pisadores responden
Ala jaya jaya” (Roberto Gómez, Pica, 1997). Los versos de las melodías
“Eran sencillos algunos de libreto y otros generalmente Improvisados” con
letras a veces pícaras, graciosas: “Yo me voy para la plaza/Yo me vengo
de la chacra/Yo me voy para la cocha”. Pero también quejumbrosas: “Para
que quiero la vida/ Y la vida para qué/ “Allá va la culebrilla40/A enroscarse
en las canillas” (Percy Loayza, Matilla, 1999). Enrique Luza, decía acerca
de los versos: “Son sin música, cantados a capella […] algunos son de
libreto y otros son improvisados” (Enrique Luza, Pica, 1994).
En la primera parte de la faena el huayruro es quien canta versos octosílabos
generalmente de libreto y la cuadrilla de Pisadores responde entre cada
verso y en coro al unísono “Anda la jaya já”.
Para la segunda parte de la faena, el huayruro improvisa y declama versos
más cortos; de cinco sílabas, más vivaz y la cuadrilla sólo responde
también declamando “aya”.

38 Tipo de canto responsorial muy común en la zona de Tarapacá. Era guiada por un guitarrista
encargado de cantar los versos que podían ser de libreto o improvisados. Mientras el resto respondía
dos versos de libreto. Las Huaras que se cantaban en Pica y Matilla eran: El Peral peral en Pica o
Palalita en Matilla y el Cuculí madrugadora: ambos pueblos compartieron la misma versión de música
y texto.
39 Para una información más detallada acerca de la música de la fiesta en los salones, consultar
Daponte (2000, p. 43-65).
40 Refiriéndose a la varilla de membrillo o granado con que el Huairuro los azotaba.

155
Don Enrique Luza en 1994 recordó los versos que cantaba su madre cada
vez que venía de una vendimia:

I. Parte de la pisa
Ay la.la jaya ja, llamaba el Huayruro. A ya. respondía el llamado la
Cuadrilla.

Vamos dando vuelta al mundo, cantaba el huayruro. Ay lala jaya ja,


respondía la cuadrilla.

A pintar un ángel bello/ Ay lala jaya ja.

Hasta la punta del cabello/ Ay lala jaya ja.

Que animada está mi gente/ Ay llala jaya já.

Tomaremos agua ardiente/ Ay lala jaya já.

II. Parte de la pisa


La mula vaya, declamaba el huayruro. Aya, respondía la Cuadrilla.

Que no se vaya/aya.

Para Sibaya/ Aya.

Por este lado/ Aya.

Por aquel otro/Aya.

Unos saltitos/Aya.

Unos brinquitos/ Aya.

Según lo que se ha podido indagar a través de la tradición oral, la melodía


cantada en la pisa en el lagar se ejecutaba en un ambiente festivo y tenía dos
partes congruentes con la faena, sin embargo, la mayoría de los antiguos
vecinos entrevistados recuerdan sólo la melodía de la primera parte. Como
corresponde a toda música de tradición oral, existen variaciones en la
melodía cantada, pero coinciden en su estructura básica. Esta melodía era
de carácter responsorial y cantada a capella. Estaba constituida por una
frase musical dividida en dos semifrases, la primera cantada por un solista
–el huairuro– y la segunda respondida en coro al unísono por la cuadrilla

156
de pisadores. La velocidad es “Como caminando, al paso de la gente”
(Enrique Luza, Pica, 1994). La versión que utilizaré en este trabajo es la
entregada por Enrique Luza, ya que es la más completa. Por su condición
de músico memorizó y transcribió la melodía que cantaba su madre cada
vez que venía de una vendimia41. Durante muchos años la ejecutó con el
piano en las tertulias saloneras junto a los vecinos invitados al salón de
Pica. Por esta razón su versión es la más completa con respecto a la forma
y clara con respecto a las alturas, metro y ritmos.
Esta versión posee las dos secciones de la música que coinciden con las de
la faena, es de metro ternario y posee una velocidad aproximada a negra
= 80.
Partitura n° 5. Primera parte de la melodía entregada por Enrique Luza.

A pesar de que se ha tenido la oportunidad de oír la versión ejecutada en


el armonio de su casa en 1994, para el objetivo de este trabajo he trascrito
sólo la melodía, pues don Enrique Luza (1994) siempre recalcó que este
canto: “Era a capella, sin música (sin acompañamiento instrumental) y los
versos podían ser de libreto o improvisados”.

41 Organista y compositor: fue, hasta su muerte, el último maestro de Capilla de la Iglesia de Pica
y en las otras parroquias de la región. También animaba las fiestas en los salones del pueblo y de las
oficinas salitreras más cercanas. Es uno de los compositores más recordados en la zona con un registro
de más de 280 obras.

157
Primera Parte
A rasgos generales, comienza con una entonación solemne, amensural y
a pulso lento, que correspondía al llamado efectuado por el Huairuro para
el comienzo de la faena. Recorre un ámbito de sexta ascendente con un
carácter interrogativo. “ay la la jaya ja”. Es respondida por la cuadrilla con
una trayectoria descendente y conclusiva: “a ya”.
Luego el Huairuro canta la copla y por cada verso, la cuadrilla responde
“anda la jaya ja”.
Partitura n° 6. Segunda parte de la melodía entregada por Enrique Luza.

Segunda Parte
Esta sección era exclamada por el Huairuro, quien “improvisaba los
versos” dando órdenes o contando anécdotas ocurridas en el pueblo.
La cuadrilla respondía a viva voz “aya”. Con el transcurrir de la hora,
iba bajando la cantidad de escobajo en el lagar y, por tanto, el pulso se
aceleraba. Este canto, en ocasiones, los invitados que eran invitados a
observar la faena acompañaban con las palmas u otros artefactos del lagar
que daban sonido.
A diferencia de las frases anteriores, estos versos poseen una melodía
estacionaria y un metro en el que resalta la proporción sesquiáltera. Este
pequeño modelo rítmico es el que posee, tanto en su sonoridad, así como
en su performance, una connotada característica que remite al mundo
africano. Esta célula rítmica de cuatro corcheas y negra cantada por el
Huairuro, más la respuesta cantada por la cuadrilla, está presente en los
“villancicos de negros” descritos anteriormente. Un claro ejemplo es el
villancico titulado “Juguete a 4 Convidando esta la noche”, compuesto por
el maestro de Capilla de la Catedral de Puebla, Juan García de Zéspedes
(1619-1678). En la parte del coro el compositor indica sobre la partitura
“Estriº Duo guaracha”, o sea, sugiere para la interpretación, el estilo
“Guaracha” afroamericano. Vale decir al respecto que este nombre aún se
usa para definir música bailable tradicional o popular afrolatinoamericana.

158
Partitura n° 7. Juguete a 4. Convidando esta la noche. Guaracha.

La Herencia Musical Africana en el norte de Chile


La conformación social de los oasis de la Región de Tarapacá es
producto de una serie de mestizajes etnoculturales que se ha articulado
desde comienzos de la colonia y que se reflejan en las fiestas religiosas
y celebraciones laicas. Sin embargo, en todas estas manifestaciones la
presencia africana se ha invisibilizado permanentemente, debido a las
disposiciones y prohibiciones político-culturales republicanas; tanto
peruanas (1825-1984) como chilenas (1884 en adelante).
De acuerdo con las manifestaciones expuestas en este trabajo, resulta
muy interesante la relación sonora y coreográfica del cumbé colonial con
el antiguo tumbé afroariqueño. Es necesario profundizar aún más este
estudio musicológico para entender el vínculo ancestral que las nuevas
comunidades afrodescendientes poseen con sus antepasados y, por ende,
con su territorio y de esta manera otorgar un nuevo punto de partida que
enriquezca aún más las recreaciones del actual “tumba carnaval” que en los
últimos años se ha vinculado más a los imaginarios afrolatinoamericano
establecidos por os países del Atlántico.
Importante también resulta el cachimbo de la región de Tarapacá, que,
desde su nombre, los versos que se cantan, su coreografía y, en especial,
la proporción sesquiáltera que le otorga el “aire” y la identidad de
la danza, mantiene una invisibilizada impronta que remite al mundo

159
afrotarapaqueño. Más aún hoy día que ha sido reconocido como
Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile; proceso que nació desde los
mismos cultores de la danza y que se desarrolló a través de procesos y una
investigación participativa. En otras palabras, el cachimbo, de marcada
presencia afrotarapaqueña, es un símbolo de la identidad regional y, por
tanto, reconocido de manera oficial como Patrimonio Cultural Inmaterial.
También es muy importante dar a conocer los cantos que se cantaban
en los lagares de Pica y Matilla, pues por más de 200 años de historia
republicana sustentaron la performance que se hiciera en los lagares de
Pica y matilla en la que se recordaba el sufrimiento, flagelo y dolor, de los
esclavos durante la pisa de uva. Por ejemplo, la figura del huayruro, quien
se valía del duro método del látigo, para cerciorarse de que todo el trabajo
fuese desarrollado eficientemente. De la mano de los versos como A ya
va la culebrilla/A enroscarse en las canillas/ Para qué quiero la vida/ Y la
vida para qué42, que dan cuenta de este aspecto, así como de la proporción
rítmica que vincula a este canto con los coloniales villancicos de negros,
en este caso uno intitulado Guaracha. Nos permite entender una historia
invisibilizada oficialmente, pero desde la subalternidad, relatada a través
del canto y la danza.
Las actuales reivindicaciones afrodescendientes en el norte de Chile han
recreado un imaginario afrolatinoamericano construido desde mediados
del siglo XX, en el que se asocia a los negros con tambores y el carnaval
(Daponte, 2019, p. 130-139). Esta situación se ve reflejada en la actual
reconstrucción imaginada de la tumba carnaval; derivado del recuerdo
que los antiguos abuelos afroariqueños tenían del tumbé. Sin embargo,
tanto el antiguo tumbé, como el cachimbo y los recordados cantos de la
faena de vendimia en los oasis de Pica y Matilla, son manifestaciones que,
como hemos visto, aún conservan la impronta africana que establecieran
los villancicos de negros y danzas populares como el cumbé durante
la colonia y que marcó los imaginarios sonoros y coreográficos de los
antiguos afrodescendientes que habitaron el norte chileno, por lo que, el
abordar estas músicas desee una perspectiva diferente a la establecida
por los actuales imaginarios afrolatinoamericano, son una oportunidad de
reencontrar a los actuales afrodescendiente tanto de la región de Arica
y Parinacota, así como los de Tarapacá, con la presencia y el aporte que
realizaran sus antepasados en uno de los desiertos más secos del mundo.

42 Versos del canto de la vendimia en Pica y Matilla.

160
Un claro ejemplo se encuentra en los versos que se cantan: O también:
Para que me dijiste/ que estabas sola/y estabas con tu amante/ Negra
traidora/ Ay Juana rosa/ Zamba Mañosa/ entra con Punta/ y sale motosa43.
Lo que permiten imaginar su presencia en el territorio.
Tras los 20 años de lucha por la legitimización de la afrodescendencia en
Chile, el antiguo tumbe, el cachimbo y el recordado canto de la vendimia
siguen con fuerza.

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Entrevistas

Enrique Luza, Pica, 1994.


Nelly Cayo, Pica, 1998.
Roberto Goméz Huarcaya, Pica, 1997-2000.
Percy Loayza, Matilla, 1997.
Grimanesa Ceballos, Matilla, 1997.
Azeneth Baez, Azapa, 2009.
Francisca Ríos, Azapa, 2009.

164
CARICATURAS DEL PERÚ NEGRO EN MAGAZINES
CHILENOS. REFERENTES ICONOGRÁFICOS Y
ALTERIDAD (1902-1932)
Rodrigo Ruz Zagal1
Luis Galdames Rosas2
Michel Meza Aliaga3
Alberto Díaz Araya4

La Guerra del Pacífico, conflicto bélico que enfrentó a Chile con las
repúblicas de Perú y Bolivia (1879-1884), posee entre sus diversas y
complejas repercusiones observables hasta el día de hoy, una arista
poco explorada pero que los últimos años ha venido a adquirir interés
desde las ciencias sociales y humanas. Esta guarda relación con evaluar
y comprender el complejo proceso de choque cultural generado en las
comunidades involucradas en el conflicto, a partir de la conformación de
nuevas fronteras y por ende el involucramiento de población, sus culturas
e ideas de país, teniendo en consideración que estos elementos poseen una
presencia idiosincrática a nivel de identidades nacionales hasta el presente.
El fenómeno descrito, a grandes rasgos, afectó de modo importante a la
constitución de un imaginario nacional chileno, ya que puso en tensión
la idea de país vivida hasta antes del conflicto en sus dimensiones
territoriales, étnicas y culturales, y que posterior a este, enfrentó el desafío
de incluir o “extranjerizar” a las comunidades que se incorporaron al
espacio nacional chileno post Guerra (Tarapacá, 1883, Arica, 1929 y el
departamento Litoral boliviano, 1904), a lo que se suma el despliegue de
un sistema de “ingeniería” de Estado en donde se desplegaron esfuerzos
simbólicos tendientes a instalar, a nivel de ideología, una imagen de
país caracterizada por un virtuosismo económico y político propio del
liberalismo y positivismo jurídico que venía acuñándose en Chile desde la
mitad del siglo XIX (Mc Evoy, 2007).
La autorepresentación chilena dentro del paradigma del liberalismo,
habría permitido el desmarque de una utopía panamericanista y de sus
supuestas ataduras telúricas, instalando en Chile el paradigma del progreso
en oposición al “retraso” asociado a inercias de una vecindad continental

1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
4 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

165
(Mc Evoy, 2007), fortaleciéndose una identidad e imagen nacional
particularmente disociada de otras realidades latinoamericanas, incluyendo
en ello la dimensión étnica y cultural de estas (Ruz et al., 2015, 2016).
Fue durante el período de conflicto donde se fortaleció uno de los principales
mitos de la identidad nacional chilena construidos a lo largo del siglo
XIX, esto es, una supuesta excepcionalidad racial dentro del concierto
latinoamericano, que tuvo como principal elemento arquetípico al “roto
chileno”, ícono funcional al escenario político que enfrentaba el país (Cid,
2010). La confrontación bélica y el triunfo chileno también permitió al
país contar con sujetos de comparación, con referentes de alteridad que,
tanto desde una perspectiva racial como cultural, fueron construidos e
imaginados, en gran parte, a través de los medios de comunicación de la
época (Ruz et al., 2015).
La diferencia entre “lo chileno” y la nueva vecindad creada por la
redefinición de fronteras post Guerra del Pacífico, estableció a nivel de
identidad una oposición entre el Chile blanco y uniforme, desde el punto de
vista étnico, y su inmediata vecindad septentrional, siendo Perú y Bolivia
alterizados y exotizados a partir del otorgamiento de atributos negativos a
su población originaria y criolla (Ruz et al., 2015, 2016).
A partir del desarrollo de distintas investigaciones centradas en los
problemas de la construcción y representación de la identidad nacional
chilena y sus respectivas alteridades, hemos logrado reunir un corpus
documental singular, compuesto por 303 caricaturas que fueron puestas
en circulación a través de dos de los magazines chilenos más importantes
de las tres primeras décadas del siglo XX: la revista Sucesos (1902-
1932) y la revista Corre-Vuela (1908-1928)5. Realizadas por distintos
dibujantes, estas imágenes estuvieron destinadas a ridiculizar y denostar
a la población peruana en el contexto de la tensión existente entre Chile
y Perú en el periodo post Guerra del Pacífico. La particularidad de estas
imágenes radica en que en ellas el Perú se representa mayoritariamente
como un personaje de “raza negra” al que se le otorgan atributos negativos
tales como el atraso, la cobardía, la flojera, lo ridículo y lo exótico. En
el lado opuesto, la imagen del progreso asociado a un Chile blanco y
occidental, en donde atributos como orden, limpieza, pulcritud, fuerza,
valentía y civilidad marcan el canon virtuoso (Ruz et al., 2015).

5 El género magazine corresponde a un tipo de publicación periódica e ilustrada de carácter misceláneo,


cuya característica principal es el privilegio de la imagen por sobre el texto escrito. Con respecto a los
orígenes, desarrollo y repercusiones de este género en Chile ver: Santa Cruz (2005).

166
Una de las imágenes de nuestro corpus que grafica claramente esta
oposición racializada entre peruanos y chilenos es la caricatura titulada
“Las gracias del tío”, aparecida en Sucesos en octubre de 1927 (Figura n°
1). En ella, además de apreciarse el lugar preponderante asignado a los
Estados Unidos en el conflicto de post Guerra entre Chile y Perú, es clara la
distinción hecha por el caricaturista “Santander Pereira”, quien representó
al primer país como un niño blanco -al igual que “el tío Sam”, con quien
comparte además el primer plano de la imagen- de rasgos caucásicos y
vestido con ropas “occidentales”, siendo el Perú en cambio, representado
como un niño negro, con rasgos físicos exagerados, tales como el crespor
de su cabello, el grosor y el color rojo de sus labios, así como también
el tamaño de sus blancos ojos que contrastan y hacen resaltar el color
negro de su piel6. El niño-Perú además, aparece en la imagen descalzo
y a torso desnudo, haciendo referencia a su “primitivismo”. La supuesta
superioridad respecto al peruano, es reforzada también a través del texto
asociado a la imagen, en el que se manifiesta la confianza en la capacidad
bélica del país y el supuesto temor de peruanos y bolivianos ante un
eventual nuevo conflicto entre las tres naciones, insinuando junto con la
imagen- que Chile podría obtener una fácil victoria en éste, venciendo a
sus antiguos enemigos incluso con las “manos atadas”.

6 En esta caricatura se representa también a Bolivia como una mujer negra, aunque con rasgos
atribuibles a las “cholitas” bolivianas (trenzas, falda ancha, bombín), siendo esta representación una
excepción dentro de las revistas, ya que las representaciones de este país girarán en torno al tema de
la indianidad. Este tema está siendo abordado de forma paralela por los autores.

167
Figura n° 1

Fuente: Sucesos, n° 1307, octubre de 1927.

La inadecuación entre la imagen y lo representado


La caricatura, desde su origen en la Europa del siglo XVI, ha sido
considerada como “un arte que ataca a la figura humana y que apunta a
divertir” (González, 2008, p. 74). Teniendo en cuenta esto, los caricaturistas
de Sucesos y Corre-Vuela, manteniendo siempre el color de la piel como
un marcador fundamental de la diferencia entre chilenos y peruanos,
denostaron y ridiculizaron a este “otro” a través de dibujos satíricos que
apelaron muchas veces a un negro sentido del humor, el cual, al igual que
otros artefactos culturales del periodo, cobró sentido dentro de un marco
de relaciones sociohistóricas e ideológicas específicas (Bourdieu, 2010),
constituidas en este caso particular, por un imaginario nacional que tomó

168
como modelos de referencia a Europa y los Estados Unidos, no solo en
lo que respecta a cuestiones de orden social y cultural, sino también en
términos raciales.
La caricatura, como sabemos, en ningún caso aspira a ser una representación
fiel de la realidad sino que es un arte que tiene como objetivo generar risa
a través de la burla, recurriendo para ello a la deformación de aquello
que pretende representar. Sin embargo, para lograr este efecto gracioso, el
dibujante debe trabajar con “elementos culturales reconocibles, fácilmente
apropiables y comprensibles por los hombres de su época” (Zaldivar,
2003, p. 201). El arte de caricaturizar implica por lo tanto un conocimiento
de lo representado por parte del dibujante, el cual le permitiría expresarlo
a través de una imagen sintética (Gombrich, 2002).
De acuerdo a lo anterior, en otro trabajo hemos planteado que es muy
probable que estas imágenes caricaturescas de la población peruana
se hayan generado a partir del desconocimiento de la realidad que
pretendieron representar, ya que muchos de los dibujantes de las revistas
fueron extranjeros radicados en las principales ciudades chilenas (Santiago
o Valparaíso), o bien sujetos oriundos de la zona central del país con poco
o nulo contacto con la realidad peruana del periodo estudiado (Ruz et. al.,
2015). Lo anterior explicaría la ausencia total de referencias a los indígenas
o mestizos (“cholos”) -que poseían una mayor presencia demográfica en
el Perú- a la hora de poner en imagen a la población peruana en estas
caricaturas, siendo en cambio representada siempre a partir de personajes
de “raza negra”, considerando que ésta sería el opuesto radical a una
supuesta “raza chilena”, imaginada como blanca y homogénea, paradigma
iniciado a comienzos del siglo XX en el clásico tratado de Nicolás Palacios
(1904) el cual que tuvo especial resonancia en la intelectualidad de la
época (Dümmer, 2012; Pavez, 2015).
Ahora, si bien es un hecho innegable que los afrodescendientes tuvieron
(y tienen) una presencia manifiesta en la composición demográfica del
Perú, en los territorios anexados por Chile post guerra, dicha población
se ubicó históricamente en las costas y los valles (Díaz et. al., 2013), y
no en el espacio geográfico de la sierra -habitado mayoritariamente por
población de origen aymara y minoritariamente quechua - como nos
sugiere la caricatura de Corre-Vuela aparecida en julio de 1911 (Figura
n° 2). En esta viñeta, titulada precisamente “En la sierra peruana”, ¿dónde
están los chullos, los aguayos, las casas de adobe y techo de paja, las
llamas, alpacos y la Cordillera de los Andes, elementos característicos del

169
paisaje cultural y natural de la zona geográfica que se pretende representar?
¿Por qué dichos elementos han sido sustituidos por boinas, jardineras,
una choza de madera, gatos, gallinas y perros? Sin el texto asociado a la
caricatura, ¿nos remite esta imagen a la realidad de la sierra peruana de
principios del siglo XX?
Figura n° 2

Fuente: Corre-Vuela, n° 187, junio de 1911.

Es muy probable que, durante el periodo estudiado, lo risible de caricaturas


como esta se encontrara precisamente en su incongruencia. El indagar
sobre dicha cuestión escapa claramente a los propósitos de la presente
investigación. Ahora bien, dado que en estas imágenes no existen rasgos
fisonómicos y/o culturales que nos refieran inequívocamente a la población

170
del Perú y, teniendo en cuenta que la caricatura -aunque no pretenda ser
una representación fiel de la realidad- “debe parecerse [a lo representado]
no solo por sus rasgos físicos sino también por aquellos históricos,
sicológicos o morales que se supone lo representan” (Montealegre, 2014,
p. 10), nos es posible plantear que los distintos dibujantes que transitaron
por las revistas Sucesos y Corre-Vuela -sea por desconocimiento de la
realidad que pretendieron representar o bien por una decisión consensuada
entre ellos- , habrían tomado como referentes para sus caricaturas, no
a la población peruana “real”, sino que más bien, se habrían basado
en otras imágenes estereotipadas de la población negra7, originadas
específicamente en el contexto de la esclavitud en Estados Unidos8.
Dichas imágenes, que tuvieron una circulación internacional a través
de distintos medios durante el periodo estudiado, habrían encajado
perfectamente dentro del imaginario nacional chileno de principios del siglo
XX -que puso su acento en la homogeneidad y blancura de la población-
siendo resemantizadas y ancladas a un significado específico por medio de
un texto escrito (Barthes, 2009), con el objetivo de denostar y ridiculizar
al vecino país, en el contexto de la tensión geopolítica, diplomática y
cultural post Guerra del Pacífico. En este sentido, si realizamos el ejercicio
de extraer el anclaje textual de caricaturas como “En la sierra peruana”,
nuestra memoria visual nos remite más bien a la imagen estereotipada de las
plantaciones norteamericanas del siglo XIX, popularizadas, por ejemplo, a
través de las portadas de libros como “La cabaña del Tío Tom” (1852)
de Harriet Beecher Stowe. Incluso, la realización de este ejercicio nos
hace dudar de que realmente esta sea una caricatura hecha en Chile, dada
su similitud con imágenes que se encuentran en abundancia en revistas
extranjeras de corte satírico como la publicación francesa Le Rire (1894-
1950) y la publicación estadounidense Puck (1871-1918) (Figura n° 3)9.

7 Ver galería virtual del Jim Crow Museum de la Ferris State University en Estados Unidos http://
www.ferris.edu/jimcrow/
8 La mayoría de las imágenes que componen el corpus analizado corresponden a caricaturas que, a
diferencia de los grabados de la sátira política chilena del siglo XIX caracterizados por su componente
alegórico (Zaldívar, 2003), carecen ―salvo algunas excepciones― de la sutileza de elementos
simbólicos y difícilmente resisten un análisis iconológico en busca de un significado oculto tras la
imagen (Panofsky, 1983). Por otro lado, la mayor parte de estas imágenes dependen necesariamente
de un texto escrito que hace que su mensaje mucho más explícito, impidiendo o restringiendo otras
lecturas posibles por parte de los observadores (Barthes, 2009). De acuerdo a lo anterior, en la
presente investigación optamos por una metodología que se aleja de los métodos tradicionales de
desciframiento, decodificación e interpretación de las imágenes (Guash, 2003), poniendo el énfasis
en la búsqueda de transferencias y diálogos entre las distintas representaciones visuales, tratando de
reconstruir ―en parte― su “biografía social” (Edwards, 2001).
9 Paralelamente a la revisión de las revistas chilenas, se realizó la revisión de los números de la

171
Figura n° 3

Fuente: Le Rire, n° 28, 1895.

Referentes iconográficos de la representación caricaturesca del


Perú en las revistas Sucesos y Corre-Vuela
La esclavitud en Estados Unidos no solo dejó tras de sí una horrible historia
de maltrato, humillación y violencia física hacia los esclavos, sino que
también, nos legó una serie de representaciones estereotipadas sobre la
población negra que tuvieron una amplia circulación en la cultura popular
occidental. Al igual que en el proceso europeo de expansión colonial en
África, en el que las imágenes de la conquista “fueron estampadas en cajas
de jabones, […] latas de galletas, botellas de whisky, latas de té y barras
de chocolate” (Hall, 2010, p. 425), los estereotipos asociados a “lo negro”
originados en las plantaciones norteamericanas, fueron plasmados en una

revista francesa Le Rire entre los años 1895 y 1905 y los números de la revista norteamericana Puck
entre los años 1901 y 1909, encontrando pequeñas historietas que fueron publicadas por las revistas
nacionales sin la referencia a estas publicaciones extranjeras, lo que nos indica que éstas últimas
fueron conocidas en Chile y por lo tanto pudieron haber inspirado a los dibujantes que trabajaron en el
medio local. Ver: Le Rire número 388 de 1902 y revista Corre-Vuela en su número número 3 de 1908.

172
gran cantidad de imágenes que se propagaron internacionalmente a través
de distintos soportes visuales.
Mientras las representaciones generadas a partir de la dominación colonial
europea difundieron predominantemente la imagen de un continente
africano lejano, salvaje y exótico al que había que civilizar, las imágenes
del mundo negro surgidas en Estados Unidos -dada “la proximidad de los
negros y las relaciones cuasi familiares con ellos que se desarrollaron en
el contexto de la esclavitud” (Pieterse, 2013, p. 264)- no solo tuvieron
el objetivo de representar la superioridad del hombre blanco por sobre
el negro, sino también, el de naturalizar estereotipos, asignando roles
específicos a estos últimos dentro de la sociedad norteamericana del siglo
XIX.
Las representaciones de los negros en la cultura popular estadounidense se
hicieron tan comunes que “los caricaturistas e ilustradores podían reunir
una galería completa de “tipos negros” con unos cuantos golpes de pluma”
(Hall, 2010, p. 429), cada uno de los cuales condensaba una serie de
estereotipos con respecto a la negritud entre los que se destacan la pereza,
la estupidez, el carácter servil, la fealdad, la dependencia, el infantilismo,
la musicalidad, la alegría, etc.10. Ahora bien, las imágenes caricaturescas
del Perú que componen nuestro corpus, dialogan en términos formales con
estas representaciones visuales, así como también con las connotaciones y
roles asignados a estos personajes, siendo posible encontrar referencias a
tres de los estereotipos norteamericanos más comunes: el coon, la mammy,
y el pickaninny.
A) La caricatura del coon.
La caricatura del coon, corresponde a la clásica representación racista de la
población negra surgida en el contexto de la esclavitud en Estados Unidos.
Sus rasgos faciales característicos son principalmente la exageración del
tamaño de su boca, nariz y labios, coloreados estos últimos generalmente
de rojo (dependiendo si es una imagen en colores o en blanco y negro),
además de poseer redondos ojos blancos que contrastan y hacen resaltar el
color negro de su piel. En cuanto a su vestimenta, podemos distinguir dos
tipos, un coon rural (el esclavo de plantación) y un coon urbano (el negro

10 Aspectos también observados y estudiados en Europa a partir de los trabajos de Franz Fanon (1952),
quien analiza la legitimación occidental blanca como sustento ideológico y moral de la estructura de
valores de occidente, en oposición a las peculiaridades africanas y americanas, configurando (Europa)
un discurso respecto de lo Negro como “lo indeseable”.

173
libre devenido en enterteiner), de acuerdo a la galería virtual del Jim Crow
Museum. Según Kenneth Lynn, el coon rural (Figura n° 4) representa el
estereotipo del esclavo contento, despreocupado y perezoso, “un bufón
de dientes blancos, deshumanizado, impenetrable al dolor, incapaz de ira
―una inofensiva figura cabeza hueca para divertirse” (Pieterse, 2013, p.
174). La imagen racista del coon rural, difundió el mito de la felicidad del
esclavo en las plantaciones del sur de Estados Unidos y se utilizó como
antídoto en contra del esclavo rebelde, mitigando con su imagen los temores
de los amos norteamericanos. “Ridiculizado como […] coon, el hombre
negro era mantenido a raya, emasculado y excluido como participante o
como competidor” (Pieterse, 2013, p. 175), en distintos ámbitos, incluso
en el sexual, en donde este personaje sirvió para contener simbólicamente
los “peligros” asociados a la sexualidad exacerbada atribuida a los negros
bajo la ideología racista dominante del periodo (Hall, 2010).
Figura n° 4

Fuente: Colección Jim Crow Museum.httpwww.ferris.edujimcrow

La figura del “coon” rural aparece en la cultura popular norteamericana a


comienzos del siglo XIX en los espectáculos musicales de Jim Crow11, y
se masificó durante el siglo XX a través de distintos soportes visuales tales

11 Personaje interpretado por el artista blanco Thomas Rice. Corresponde a una representación
bufonesca del esclavo negro, en la que se resaltaba su disposición al baile y su falta de inteligencia.
Las leyes de segregación racial en Estados Unidos fueron conocidas popularmente con el nombre de
“Leyes Jim Crow” (Pieterse, 2013).

174
como las tarjetas postales, el cine, las revistas ilustradas, la publicidad y
los dibujos animados norteamericanos.
El “coon” urbano, por su parte, fue una caricatura destinada a representar
al negro libre del norte de los Estados Unidos, el cual, habitando en la
ciudad, pretendió ser un dandy (Pilgrim, 2012). Al igual que el coon rural,
el rostro de este personaje fue caricaturizado con gruesos labios, pintados
de rojo o blanco, grandes y redondos ojos cuya blancura, al igual que en
el caso anterior, contrastaba y hacía resaltar el color oscuro de su piel.
A diferencia del estereotipo anterior, este personaje fue representado con
traje, corbata o corbatín de moño, sombrero de copa o “bombín” y un
bastón. El objetivo de esta caracterización era ridiculizar a los negros
como sujetos que intentaban imitar a los caballeros blancos y que, por lo
tanto, no reconocían “su lugar” dentro de la sociedad (Pilgrim, 2012). Uno
de los rasgos más característicos de este personaje es el uso de prendas
de vestir a cuadros o a rayas, ya sea en sus trajes, camisas o pantalones
(Figura n° 5).
Figura n° 5

Fuente: Puck, n° 1277, 1901.

175
Al igual que la representación del negro de plantación, esta caricatura se
originó en el siglo XIX en los shows y comedias musicales conocidos
popularmente como Minstrels, en los cuales la trama consistía en que
“los negros de plantación, los personajes más simples y campechanos, se
burlaban de las pretensiones rimbombantes del dandy y las denigraban
[…], burlarse de los negros urbanos que estaban realmente en proceso
de ser asimilados, en el vestuario y el habla, era un modo de socavar la
emancipación negra” (Pieterse, 2013, p. 153).
En las caricaturas que componen nuestro corpus, hemos identificado
la presencia de estos dos estereotipos. La imagen del coon rural, es
manifiesta en las caricaturas en las que el peruano aparece representado
como un negro granjero y en las que la ignorancia o estupidez atribuida a
este personaje en la cultura popular norteamericana, fue planteada a través
de los textos, ya sea a partir de los títulos de las caricaturas o bien a través
de los diálogos atribuidos a los personajes.
En la portada de Corre-Vuela del 27 de abril de 1910 (Figura n° 6), algunos
rasgos característicos del coon rural tales como la nariz ancha, el grosor
y color de los labios, además de andar descalzos, con ropas remendadas,
así como el uso de sobrero de paja y suspensores, son evidentes en
esta caricatura firmada por “H”. Su inferioridad intelectual, la falta de
entendimiento o simplemente su estupidez, se refleja tanto en el sarcástico
título de la imagen “La cultura del pueblo peruano”, así como también
en la conversación que sostienen ambos personajes (denominados “cholo
1.0” y “cholo 2.0”), en donde uno de ellos sostiene que Ecuador es un
general con el que se deberá enfrentar Perú, en una clara alusión a las
tensiones entre ambos países durante las primeras décadas del siglo XX.
Por otro lado, el texto reactualiza uno de los mitos que circularon en Chile
durante la Guerra del Pacífico, a saber, el que señalaba la confusión de los
soldados peruanos ante las razones de dicho conflicto, los cuales, frente a
la pregunta del porqué de lucha, respondían que esta se debía al apoyo a
determinados caudillos o generales, en oposición a los soldados chilenos
que, ante la misma interrogante respondían que su lucha era por la nación
y la patria “ofreciendo una cátedra de nacionalismo” (Mc Evoy, 2010, p.
16).

176
Figura n° 6

Fuente: Corre-Vuela, n° 122, abril de 1910.

177
El coon urbano fue sin duda una de las imágenes más recurrentes que se
utilizaron para representar al Perú en los magazines chilenos estudiados.
En este sentido, infaltables fueron los trajes y pantalones a cuadros,
los sombreros de copa o “bombín” y el uso bastones, como queda de
manifiesto en la portada de la revista Sucesos N° 446 firmada por el
dibujante “Wiedner” y que alude a las tensiones diplomáticas entre Perú,
Bolivia y Ecuador, representados como dos niños “blancos”, aunque con
rasgos de ruralidad12 (Figura n° 7).

12 De acuerdo a nuestra base de datos, las representaciones más frecuentes de estos países, los
relacionan con la “indianidad” en el caso de Bolivia y con la “negritud” en el caso de Ecuador. Este
último país, sin embargo, posee una representación minoritaria en las caricaturas de Corre-Vuela y
Sucesos.

178
Figura n° 7

Fuente: Sucesos, n° 446, marzo de 1911.

179
En la escena representada, Perú es caricaturizado con las características
típicas de un “coon” urbano, entre ellas el color de su piel, sus gruesos
labios rojos, corbata de moño, sombrero, bastón, traje y un pantalón a
cuadros. El texto refuerza la idea de que es un sujeto “aparentador” de
algo que no es, al referirse a este personaje como un “jutre empalagoso”13.
En la escena, los tres países interactúan con un “huaso” chileno, a quien
los niños Ecuador y Bolivia solicitan apoyo para enfrentarse al Perú, y
que se jacta de tener “harto jetón” al representante de este último país,
haciendo referencia al carácter abultado de los labios del personaje y al
triunfo chileno en la Guerra del Pacífico.
B) La caricatura de la mammy.
La caricatura de la mammy fue otro de los estereotipos de los negros
surgido en el contexto de la esclavitud en Norteamérica y fue utilizado
como prueba de que los esclavos fieles eran felices en esa condición, siendo
la amplia sonrisa característica de este personaje femenino ofrecida como
prueba de la supuesta “humanidad” de la esclavitud en las plantaciones
norteamericanas (Pilgrim, 2012).
Dentro de las características con las que fue representado este personaje,
que al igual que los otros estereotipos de los negros fue ampliamente
representado en el cine y la publicidad, se destaca su obesidad y el uso de
ropas que remiten a las labores de casa (principalmente labores de cocina
y aseo), tales como un delantal y un pañuelo en la cabeza (Figura n° 8).

13 El chilenismo “jutre” proviene de la palabra castellana “futre” utilizada para caracterizar a las
personas elegantemente vestidas. Sin embargo, en Chile, se utilizó con cierto tono despectivo y
burlesco para referirse a personas aparentadoras o de “medio pelo” (Lira, 1973).

180
Figura n° 8

Fuente: Puck, n° 1497, 1905.

En este personaje, es posible encontrar dos estereotipos negativos


implícitos. El primero de ellos dice relación con la supuesta “plácida
servidumbre” de la mujer negra, la que “fue convertida en un atributo
comercial” (Pieterse, 2013, p. 176), publicitando con esta imagen distintos
productos gastronómicos y de limpieza. La caricatura de la mammy llegó
a convertirse en “el estereotipo de la mujer negra, multiplicada un millón
de veces en la publicidad, obras de humor gráfico, filmes y libros […] una
figura de fácil trato, nada amenazadora” (Pieterse, 2013, p. 176), dedicada
exclusivamente a servir a lo blancos, como el personaje representado por
Hattie McDaniel en la película “Lo que el viento se llevó” del año 1939,
llamado precisamente Mammy, el cual, aunque muchas veces a su pesar,
satisfacía las necesidades y caprichos del personaje femenino protagónico,
Scarlett O’Hara, muchacha blanca interpretada por Vivien Leigh.
El segundo estereotipo negativo implícito en esta caricaturización de
la mujer negra, es el que dice relación con la representación de una
mujer “desexualizada” (Alonso, 2011). Como se mencionó más arriba,
el discurso racista sobre la sexualidad, fundamentado en la dicotomía
civilización v/s barbarie, atribuyó a los negros una sexualidad exacerbada

181
como manifestación de su “primitivismo”. De acuerdo a esto, la caricatura
de la obesa mammy, que se construyó deliberadamente para sugerir fealdad
(Pilgrim, 2012), se convirtió en un antídoto en contra de la hipersexualidad
atribuida a las mujeres afrodescendientes (tabú y fetiche para el hombre
blanco), ya que, al negar el atractivo físico de éstas, las agresiones sexuales
a las que las esclavas fueron muchas veces sometidas por parte de sus
amos, quedaban descartadas de plano (Alonso, 2011).
La caricatura de la mammy se manifestó casi con todos sus atributos en
las representaciones hechas por los dibujantes de Sucesos y Corre-Vuela.
Aunque no fue tan frecuente como la imagen del coon, la similitud tanto de
la figura misma, como de las actividades reservadas para a este personaje
en la caricatura original, son innegables (Figura n° 9).
Figura n° 9

Fuente: Corre-Vuela, n° 192, agosto de 1911.

La figura n° 9, firmada por “Chambergo”, forma parte de una breve


historieta aparecida en Corre-Vuela en el mes de agosto de 1911, mes
conocido popularmente en Chile como el “mes de los gatos”. En dicha
historieta, el caricaturista se burla de las costumbres gastronómicas los
peruanos, señalando que estos, durante el mencionado mes, se daban
sendos festines de guisados hechos con carne de gato, animales que eran
perseguidos, de acuerdo al texto que acompaña la caricatura, por “los
cholos armados con palos” sobre los tejados. En la viñeta, que claramente

182
pretende dar cuenta de las costumbres incivilizadas de los peruanos al
comer un animal doméstico, se aprecia en el costado derecho de la imagen
a un personaje femenino con rasgos propios de una mammy: obesa, de
gruesos labios, usando un delantal y una blusa blanca con lunares y que,
aunque no está satisfaciendo las necesidades de personajes blancos como
en el estereotipo original, si se le ha reservado el rol de servir los alimentos
(en este caso un gato con cola y todo).
En las caricaturas donde aparece la imagen estereotipada de la mammy, al
igual que en las otras representaciones con las que se ridiculizó y denostó
a la población peruana, es el anclaje textual el que fija el significado de las
imágenes (Barthes, 2009), ya que, como se mencionó anteriormente, los
personajes que aparecen en ellas no poseen ningún rasgo que nos señale
inequívocamente que pertenecen a esa nación. En el caso de la siguiente
imagen (Figura n° 10), es muy probable que el caricaturista (anónimo)
haya considerado insuficiente el haber pintado el vestido de una mammy
con los colores de la bandera peruana para adscribirla a esa nacionalidad,
decidiendo anotar en el pecho de este personaje el nombre del país, para
fijar así su significado y evitar así otras interpretaciones por parte de los
lectores de la revista”.
Figura n° 10

Fuente: Sucesos, n° 984, agosto de 1921.

183
C) La caricatura del picaninny

La caricatura del picaninny, al igual que las anteriores, fue una


representación racista funcional al discurso de superioridad del hombre
blanco. Su objeto de representación fueron los niños, hijos de esclavos,
y circuló a través de distintos objetos culturales como postales, afiches
publicitarios, novelas y dibujos animados, siendo la primera picaninny
conocida en Norteamérica el personaje de “Topsy”, personaje de la
novela anti esclavista “La Cabaña del Tío Tom” de Harriet Beecher Stowe
(Pilgrim, 2012).
El estereotipo del picaninny, posee características similares a la caricatura
del coon rural y la mammy y, a simple vista, parecen corresponder solo
a las versiones en miniatura de estos personajes o bien a imágenes que
pretenden representar su infancia (Figura n° 11).
Figura n° 11

Fuente: Colección Jim Crow Museum.httpwww.ferris.edujimcrow

184
Sin embargo, existe una interpretación un tanto más profunda para esta
insistente representación con respecto a la niñez de los negros14 y que tiene
que ver con uno de los fundamentos del racismo europeo-occidental,
según el cual existirían razas y culturas infantiles, jóvenes o inmaduras,
que deben permanecer bajo los cuidados del hombre blanco, el cual ha
alcanzado un estado de madurez, autogobierno y civilización (Pieterse,
2013).
Los picaninny generalmente son representados como niños delgados, con
bocas anchas, gruesos y rojos labios, ojos blancos y saltones y con un
cabello muy corto o muy rizado (Pilgrim 2012). En cuanto a su vestimenta,
los picaninny, aparecen generalmente descalzos, con ropas anchas y
harapientas, como las del coon rural, o bien desnudos o semidesnudos.
La imagen más frecuente este personaje es la que le muestra devorando
grandes trozos de sandía o siendo atacado por caimanes (Pilgrim, 2012).
Aunque estas características no son uniformes en todas las imágenes del
picaninny, las connotaciones negativas que poseen las caricaturizaciones
de los niños negros son siempre las mismas: son pobres, están mal cuidados
por sus padres o bien han sido abandonados por éstos, debiendo valerse por
sí mismos, apareciendo representados por lo general con mucha hambre
(Pilgrim 2012). Por otro lado la desnudez o semi desnudez que presentan
estas caricaturas nos sugiere que los negros son menos civilizados que los
blancos, además de que sexualiza a los niños negros, lo cual ―siguiendo
a David Pilgrim― normaliza su cosificacion sexual, y, por extensión,
justifica el abuso sexual de estos niños (Pilgrim, 2012).
El estereotipo del picaninny aparece en las caricaturas de nuestro corpus
con todas sus características, tanto en su forma física y su vestimenta
(o desnudez), así como también en los roles y connotaciones que se le
asignaron ya en la caricatura norteamericana original. Es frecuente por lo
tanto encontrarse con la imagen de un niño negro, representando a toda la
población peruana, asignándole el nombre de “Perú” en su cuerpo o bien
en los diálogos que sostiene con otros personajes blancos como el “roto” o
el “Tío Sam”, en donde se le señala como “peruano”, “cholo” o “cholito”.

14 Bhabha, en “La otra pregunta. El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo”,


señala precisamente que una de las funciones del estereotipo es crear representaciones que se repitan
constante e insistentemente, con el objetivo de fijar y naturalizar un determinado sentido con respecto
al “Otro” estereotipado, “como si la esencial duplicidad del asiático y la bestial licencia sexual
del africano que no necesitan pruebas, nunca pudieran ser probadas” (2002, p. 91), lo que es una
manifestación de las ambigüedades intrínsecas de los discursos de la diferencia, según el autor.

185
Un ejemplo de la presencia de este estereotipo en las caricaturas chilenas lo
constituye la portada de Corre-Vuela del 30 de noviembre de 1910. En ella
se puede apreciar la caricatura de Paulino Alfonso, diplomático chileno
que era partidario de dar una solución “salomónica” al problema de límites
entre Chile y Perú por los territorios de Tacna y Arica15, cuya intención era
dejar la primera ciudad en manos del gobierno peruano y la segunda bajo
la soberanía chilena, sin la necesidad de realizar el plebiscito estipulado
en el tratado de Ancón de 1883. Si bien la gestión de Alfonso no culminó
en la solución del conflicto, su propuesta constituirá un precedente para
el tratado de 1929, en el cual se determinará efectivamente la posesión de
ambas ciudades sin la consulta pública señalada (Figura n° 12).

15 Cabe recordar que tras la guerra, las ciudades peruanas de Tacna y Arica quedaron bajo la soberanía
Chilena a la espera de la realización de un plebiscito en el que la población de dichos territorios
decidiría la adscripción nacional de éstos. Esta particular consulta pública, estipulada en el tratado que
puso fin a la guerra (Tratado de Ancón de 1883), no se llevó a cabo, siendo definida la soberanía de
las mencionadas ciudades a través del Tratado de Lima de 1929, en el que se resolvió la entrega de la
ciudad de Tacna al Perú y la posesión definitiva y soberana de la ciudad de Arica por parte del Estado
chileno. (González, 2008).

186
Figura n° 12

Fuente: Corre-Vuela, n° 153, noviembre de 1910.

187
La caricatura, firmada por “H”, hace referencia a las limitaciones que le
habría impuesto el gobierno chileno a la gestión de Alfonso, representadas
a partir de un traje muy ajustado que le impediría “dar pasos muy largos”.
Detrás de éste personaje, se aprecia a un niño y una niña tomados de la
mano. Ambos son negros y presentan algunas de las características físicas
comunes al estereotipo del picaninny señaladas más arriba: redondos ojos
blancos, bocas anchas y gruesos labios coloreados de rojo. En cuanto a
su vestimenta, ambos están descalzos y lucen ropas que nos remiten a los
estereotipos de los adultos negros que hemos descrito, la niña haciendo
referencia a una mammy y el varón a un coon rural, ambos en “miniatura”.
Al igual que los coon rurales, el estereotipo del picaninny es representado
con ropas viejas y remendadas con varios parches, como muestra de la
pobreza de estos personajes. Esta característica también fue representada
en las caricaturas de las revistas estudiadas, como por ejemplo en la
caricatura de la revista Sucesos titulada “Dudas” de junio de 1922, y
que hace referencia a la aceptación, por parte del Estado peruano, de la
llamada “fórmula Hughes”, propuesta norteamericana en la Conferencia
de Washington, que planteaba que el conflicto chileno-peruano post Guerra
del Pacífico solo se remitiría a los territorios de Arica y Tacna, dejando
sin discusión el asunto de la ex provincia peruana de Tarapacá, cedida de
manera definitiva al Estado chileno en el Tratado de Ancón, y en la cual se
encontraba la mayor parte de la riqueza salitrera que, en definitiva, motivó
la guerra entre ambos países (González, 2008).
En la caricatura, firmada por “Espejo”, se aprecia una vez más el lugar
preponderante asignado a Estados Unidos, país que cumplió el rol
de mediador entre Chile y Perú en el contexto de la posguerra y que,
representado por un gran “tío Sam”, le muestra la mencionada “fórmula
Hughes” a un pequeño niño negro de cabello rizado y de labios blancos,
que luce una camisa a cuadros y un pantalón corto, remendado en la parte
posterior y sujetado con un suspensor, en el cual se lee la palabra “Perú”
(Figura n° 13).

188
Figura n° 13

Fuente: Sucesos, n° 1031, junio de 1922.

Las diferencias entre ambos personajes representados en la imagen, tanto


en el tamaño exagerado asignado al “tío Sam” con respecto al niño/Perú,
así como en las características etáreas de cada uno (un adulto y un niño),
nos sugiere que el dibujante pudo haber tenido en mente el prejuicio
racista “de la imposibilidad de autogobierno de la humanidad negra, [de]
la situación de infantilidad permanente en que se encuentra esta población
[y de] la necesidad constante de […] ser tutorizados” (Perceval, 2013,
p. 272), elementos presentes en el origen del estereotipo del picaninny,
y que fue utilizado para representar una situación histórica concreta, a

189
saber, el litigio de la posguerra entre Perú y Chile, para señalar que el
Estado peruano no tendría las competencias necesarias para solucionar los
problemas por sí solo, debiendo depender de otros.
Comentarios finales
La mordacidad en el discurso visual, permite un acercamiento a la
dimensión axiológica existente detrás de la caricatura. Esta, encripta
sentimientos y modos de ver la realidad, sirviendo como barómetro para
poder tomar el pulso de un clima de opinión epocal yendo unos pasos más
allá de la mera ilustración.
La exotización de la población peruana y su asociación a su afrodescendencia
negra, se entiende en el contexto de establecer elementos diferenciadores al
canon chileno, construyendo una contra imagen del supuesto virtuosismo
hegemónico de este país.
La autoimagen nacional elaborada a partir de la refracción de la imagen
negra, fortalece una idea de un Chile, blanco, occidental y asociado a un
paradigma liberal modernizante. Su desajuste, “lo negro” y por defecto la
peruanidad y su vínculo con antivalores, sostenemos que no es casual, sino
que respondería a la elección de un arquetipo que agrupara antivalores
considerados “universales” para la época; esto es la imagen disminuida y
alterizada de la población negra propia de las colonias imperiales franco-
británicas, o bien la imagen de la deshumanización negra en el esclavismo
norteamericano. Sostenemos que la utilización de “lo negro” como ícono
de la otredad, “ahorró” a las élites chilenas, esfuerzos para alterizar al
nuevo vecindario peruano (potencial enemigo) iniciando a partir de
este momento la asociación Perú-Negro vehiculizado por los medios de
comunicación.

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193
194
CON AGUA, ÓLEO Y CRISMA.
AFRODESCENDIENTES EN LOS LIBROS
PARROQUIALES DE LLUTA Y AZAPA. SIGLO XVIII1*
Alberto Díaz Araya2
Renato Calderón Gajardo3

Este apartado describe los distintos registros que existen en torno a los
afrodescendientes en los libros de bautismo, matrimonios y defunciones de
la viceparroquias de Lluta y Azapa para el siglo XVIII. Se compone de dos
partes. La primera, examina la posible existencia de criaderos de negros en
el valle de Lluta, cuyo estudio se realizó a partir de la sistematización del
Libro de Bautizos de la parroquia de San Jerónimo de Lluta que cubre el
periodo desde 1717 a 1800. La segunda parte, expone los datos recopilados
y sistematizados del Libro de Bautizos de San Miguel de Azapa entre los
años 1705 a 1718, además de las actas matrimoniales de la Iglesia de Arica
que van desde 1727 a 1740, y por último, un registro de defunciones de Arica
y Azapa entre 1704 y 1740. Todos estos libros se encuentran custodiados
por la Universidad de Tarapacá, materiales que hemos digitalizado y
sistematizado para su correspondiente análisis sociodemográfico. De
esta forma, los apartados presentan cuadros estadísticos, en los cuales se
detallan algunos antecedentes de índole cuantitativo sobre el desarrollo de
castas de afrodescedientes, por ejemplo: número de esclavos y de negros
libres bautizados, sus edades, matrimonios entre negros, el nombre de los
sacerdotes que administraron estos sacramentos o las principales familias
de ambos valles que poseían esclavos.
¿Criadores de negros en el valle de Lluta?
Mucho se ha discutido sobre si existió o no un criadero de negros en el valle
de Lluta durante la época colonial. Los datos escasean para poder afirmar
que efectivamente existió. Sin embargo, esta idea ha permanecido en el
imaginario colectivo y en la memoria social de la comunidad ariqueña y
específicamente de aquellas agrupaciones afrodescendientes.
Los antecedentes que han proporcionado esta imagen, han sido expuestos
por Alfredo Wormald (1966), pues todo hace suponer que los documentos
estudiados por él acerca de bautizos de bebés negros con madre soltera,

1* Proyecto FONDECYT n° 1120530.


2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
3 Universidad de Chile, Santiago, Chile.

195
padre no conocido y además del mismo dueño (amo) tendría cierta relación
con la existencia de criaderos de negros en Lluta, y además, nos sitúa ante
un escenario complejo que invita a la reflexión y a la interpretación ante la
escasez de fuentes históricas.
La interpretación de Wormald, quien ha sido citado y reproducido en una
serie de trabajos y crónicas sobre el pasado regional, es afirmar que los
criaderos pertenecían a quienes figuran como dueños de los esclavos, que
a su vez, son los padres de las criaturas bautizadas, y a partir de lo cual,
sospecha Wormald, han sido registrados con los apellidos de los dueños.
Dichos apellidos de los principales son Carrasco, Yáñez y Sánchez. Pese
a lo atractivo de esta interpretación, quedan algunos cabos sueltos, debido
a que no se especifica un lugar, un espacio, un sector del valle en el cual
se hayan ubicado dichos criaderos, con sus estancias, sementales y áreas
de trabajo.
Sin perjuicio de lo anterior, y buscando complementar los datos
presentados por Wormald, hemos localizado en la Biblioteca Central de la
Universidad de Tarapacá el libro de Bautizos con el cual trabajó, a partir
del cual mostraremos algunos cuadros y gráficos que reflejan la presencia
de afrodescendientes en el valle de Lluta.
Los antecedentes que presentamos siguen en parte la línea argumentativa
de Wormald, en el sentido de que dichos datos entregan indicios acerca da
la existencia de estos criaderos tan presentes en la memoria colectiva de
los afroariqueños. La hipótesis de trabajo se orienta en torno a dos aspectos
posibles de interpretar del libro de bautizos. A saber: 1) el seguimiento a
los hacendados que son dueños de esclavos, y 2) los esclavos que figuran
como padres de las criaturas bautizadas. Esto implica a los hacendados
que poseen mayor cantidad de esclavos y a los padres de los infantes
bautizados, que corresponderían a esclavos de los hacendados. Esta suerte
de ecuación, como intentamos constatar, arroja como resultados una serie
de nacimientos de negros hijos de esclavos de un mismo dueño o patrón,
factores que responderían los supuestos iniciales de Wormald.

196
La parroquia San Jerónimo de Lluta
La presencia de la Iglesia en el valle de Lluta posee antecedentes desde el
año 1572, fecha en la cual San Jerónimo de Poconchile se erigía como la
sede de la doctrina, según relación del Virrey Martin Enríquez (Hasche,
1997, p. 51). El valle Lluta, con su río de aguas salobres llamado Juan
Díaz, se configuraba como un punto neurálgico en el cual confluían
aspectos religiosos y sociopolíticos. Para este periodo Lluta también
comprendía administrativamente un repartimiento, cuya extensión de
acuerdo a Hidalgo y Durston (2004), habría limitado por el norte con el
repartimiento de Tacna, siguiendo la frontera chileno peruana moderna,
por el sur probablemente con la quebrada de Camarones, por el oriente
con el Corregimiento de Caranga (Hidalgo y Durston, 2004, p. 488).
La reducción del pueblo de San Jerónimo de Lluta, para el año de 1583
contaba con una población de 186 indios tributarios y 785 personas.
Según Hasche (1997) hacia 1599 el centro de evangelización de los
indios se encontraba en Lluta y en Azapa, concentrándose durante el siglo
XVII en San Jerónimo la sede de la doctrina de los Altos de Arica, que
abarcaba el altiplano y la precordillera, desde Caquena hasta Camarones.
El carmelita Vásquez de Espinoza a inicios del siglo XVII describió Lluta
como un valle:
muy fértil, y por más de 16 leguas valle arriba se siembra y coge mucho
trigo y maíz, que da con abundancia y fertilidad referida echándole guano.
Lo más grueso del valle, es desde la mar 7 leguas hasta el tambo Guanta,
donde ha en él muchas estancias de españoles con indios Yanaconas y
negros, donde hacen grandes sementeras de trigo, maíz y otras semillas;
en medio del valle está el pueblo de Lluta de indios que está en Arica 4
leguas; en este valle no se dan viñas, ni olivares sino solo lo referido por
ser el agua de azufre y alumbre; el valle es de mucha agua y arboleda y
por él va el camino real de Arica a Potosí (Vázquez, 1948, p. 479).

A mediados del siglo XVII el repartimiento de Lluta se desintegró, lo


cual coincide con la organización del cacicazgo de Codpa, generando el
término de las relaciones políticas entre los pueblos serranos y altiplánicos
con la formación de una unidad local centrada en la sierra; lo que en su
conjunto influirán en la baja presencia de población andina en los valles
bajos (Hidalgo y Durston, 2004).
El traslado definitivo de la doctrina hasta Codpa ocurrió en 1660. De
acuerdo con Hidalgo, una venta de tierras en Mollepampa tendría relación
con el abandono del pueblo de San Jerónimo de Lluta; no obstante, existen
antecedentes que mencionan “que el visitador de la composición de 1643

197
reservó en el mismo sector un terreno para el indio que fuese sacristán de
la iglesia del pueblo” (Hidalgo y Durston, 2004, p. 495). Tal vez este hecho
tenga algún tipo de relación con la supuesta existencia de dos iglesias en
el valle, una en Poconchile y otra en Mollepampa. Debemos recordar que
los valles costeros de Arica se componían de una fracción importante de
indios4, a quienes era necesario adoctrinar en la fe católica, razón por la
cual Lluta y Azapa contaban con capillas, siendo identificadas en 1680
como Viceparroquias (Barriga, 1941, p. 66). Para 1682, Azapa y Lluta
fueron desagregados de la jurisdicción de la doctrina de Codpa, pasando a
formar parte de la parroquia de Arica (Hidalgo y Durston, 2004, p. 493).
Los feligreses de Arica y su comarca para el año de 1793 sumaban un
total de 1.386 personas, distribuyéndose 828 personas en el puerto, 276 en
Azapa y 282 en Lluta (Barriga, 1941, p. 56). En la viceparroquia de San
Jerónimo de Lluta entre 1717 y 1800 se otorgó el sacramento del bautismo
a 680 personas, cuyas edades fluctúan entre un día de vida y los cuarenta
años de edad. Esta diferencia en las edades de los bautizos se explica a
partir de las castas, como lo constituye el caso de los afrodescendientes
que es el tema que nos preocupa. Así, personas bautizadas e identificadas
como “negros bosales”, “negros de guinea” o “negros congo”, son nacidas
en el continente africano, contabilizándose 11 casos de esclavos con más
de 15 años de edad al momento del bautizo.
Puntualizando, el libro en que se encuentran estos registros contiene
además las siguientes entradas:

Fecha de bautizo.

Nombre de la persona bautizada Edad.

Filiación: hijo natural o legitimo Casta de la persona bautizada.

Nombre del cura que administró el sacramento Nombres del padre y madre.

Casta o procedencia de los padres Nombres de los padrinos.

Casta o procedencia de los padrinos.

Podemos agregar que, en el caso de que la casta de alguno de los padres


sea negro, mulato, o zambo, acompañados de la condición de “esclavo”,
se incluye entonces el nombre y apellido del dueño de aquel esclavo.

4 Para el año de 1540, según la Cédula de Encomienda de Lucas Martínez Vegazo, en el valle de Lluta
hay 444 indios que tienen como señor al Cacique Cayoa (Hidalgo y Durston, 2004, p. 483).

198
Del total de los bautizados que hemos registrado, el 71,5% corresponde
hijos legítimos, el 20,7% a hijos naturales mientras que el 1,5% a hijos
huérfanos, y el 6,3% sin datos, tal como se puede verificar en el siguiente
cuadro:
Cuadro n° 1. Filiación de las personas bautizadas en Lluta.

Filiación Cantidad %

Legítimo 486 71,5


Natural 141 20,7
Huérfano 10 1,5
Sin Dato 43 6,3
Total 680 100
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800).

Con respecto al sexo de los bautizados, existe un equilibrio entre hombres


y mujeres, con una leve mayoría de los primeros, tal como se describe a
continuación:
Cuadro n° 2. Sexo de las personas bautizadas.

Sexo Cantidad

Masculino 348
Femenino 331
Sin Dato 1
Total 680
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800).

Sorprende el bajo número de bautizos, pues si recurrimos al promedio


anual se presentan solo 8 registros. Sin embargo, estas cifras son un tanto
engañosas debido a que el ir y venir de los religiosos entre distintos puntos
del valle, generaba que en repetidas ocasiones no se realizara el acto
sacramental y por lo tanto este quedaba sin registro, aunque la posibilidad
de ausencias reiteradas de los clérigos o los permanentes cambios en las
asignaciones de curas doctrineros, son antecedentes que es necesario
considerar para el caso de los valles ariqueños.

199
Cuadro n° 3. Cantidad de bautizos según rango de 10 años entre 1716 - 1800.

Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)

En el cuadro n°3 se observan las variaciones en la cantidad de bautizos que


cubren el periodo entre 1716 y 18005. Existen disminuciones de bautizos
para los periodos entre 1716-1725, 1756-1765 y 1796-1800, lo cual puede
explicarse que 1716-1725 el promedio anual es de 4,6 bautizos. Junto
a ello, en 1720 no existe registro debido a la falta de sacerdote, ya que
hasta 1719 figuraba Francisco Pacheco y desde 1721 lo hace don Thomas
Moron. Para el período de 1756 a 1765 ocurre algo similar, pero ahora
son dos años en los que no se anotan ceremonias en el libro, debido a la
evidente ausencia de clérigos.
Las ausencias de curas para la celebración de sacramentos, lo cual
también se evidencia en las aldeas de la precordillera y altiplano de Arica
y Tarapacá, pone en relieve el problema de la eficacia de las acciones
evangelizadoras de los clérigos y la reproducción de los valores y cánones
católicos en la sociedad regional del actual norte chileno, toda vez que
esto habría facilitado la construcción de una religiosidad con matices
locales e improntas agenciadas por las propias comunidades andinas
y/o afros en torno a sus creencias populares católicas y mestizas (Díaz,
2011). En perspectiva, si evaluamos el período de 1717-1800, en 83 años
anotados en los libros parroquiales, 24 sacerdotes ejercieron con una serie
de interrupciones la presencia eclesiástica en dicho valle:

5 Si bien, los registros son desde el año de 1717 en adelante, se especifica en el cuadro el año de 1716
para completar el rango de 10 años.

200
Cuadro n° 4. Sacerdotes de la Parroquia de San Jerónimo de Lluta 1717-1800.
Periodo en ejercicio
Nº Nombre del sacerdote
Desde Hasta Nº Bautizos
1 Francisco Pacheco 4/11/1717 15/11/1719 12
2 Thomas Moron 2/4/1721 9/3/1734 122
3 Joseph Sanabria 13/3/1736 13/3/1736 2
4 Agustin Bernardo de Quiroz 18/11/1736 8/6/1737 6
5 Pedro Joseph Barona 30/9/1737 26/8/1738 12
6 Felis de Ororvia 9/10/1738 28/6/1739 14
7 Bernardo Pedro de Rivero 5/1/1740 1/8/1741 13
8 Joachin Joseph Urquiza 6/6/1741 6/6/1741 1
9 Francisco de Collado 23/3/1742 28/12/1755 138
10 Juan de la Cerda 10/1/1758 6/6/1758 2
11 Joseph Manuel Carrasco 12/6/1758 19/4/1761 21
12 Joseph de Rivera 4/4/1762 4/4/1762 1
13 Miguel de Araujo 30/9/1763 12/8/1764 9
14 Feliz Sisneros 3/9/1764 20/8/1769 63
15 Domingo Lepay 20/3/1770 224/1779 74
16 Miguel Matheo Gil y Arias 19/7/1779 4/6/1780 10
17 Joseph Augustin Albarrasin 7/1/1781 18/6/1786 37
18 Manuel Sanches 1784 1784 1
19 Josef Suñiga 30/9/1785 30/9/1785 3
20 Joseph Vizcarra 28/1/1787 12/2/1787 5
21 Josef Manuel Carrasco 27/10/1787 6/3/1791 48
22 Vizente Rosas 11/3/1791 5/4/1792 25
23 Felis Ramon de Osorio 24/6/1792 16/6/1793 10
24 Mariano Barrachino 12/9/1793 3/1/1796 31
25 Jose Santiago Tagle 17/1/1796 8/10/1796 3
26 Felis Ramon de Osorio 16/9/1796 9/5/1800 17
Total 680
6
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)

6 Dos religiosos se repiten el cargo de esta iglesia, quienes eran Joseph Manuel Carrasco y Felis
Ramón de Osorio, por lo tanto se contabilizan 24 sacerdotes.

201
Volviendo al problema de las castas, durante la época colonial se
estableció un sistema sociopolítico que propiciaba la segmentación racial
de la población, ajustando el cobro de impuestos y la asignación de
obligaciones según su línea parental e incluso pigmentación. Bajo estos
supuestos, las castas que predominaban en el valle de Lluta, según los
bautizos administrados son las siguientes:

Cuadro n° 5. Número de bautizos según castas.

Casta Cantidad

Indio 294
Mestizo 111
Zambo 67
Sin Dato 60
Español 48
Negro 45
Cholo 31
Mulato 19
Cuarterón 3
Chino 1
Pardo 1
Total 680
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

202
En total, son 486 los bautizos registrados como legítimos, es decir, un
71,5%. De los 294 indios bautizados, 224 corresponden a hijos legítimos
(ver cuadro n°6), es decir, han nacido estando casados los padres de la
criatura. El porcentaje de negros bautizados es de 6,6%, muy semejante a
la cifra de españoles que alcanza al 7,1%.

Cuadro n° 6. Hijos legítimos según casta.

Indio 224 Zambo Esclavo 3

Mestizo 81 Cuarterón 2
Zambo 46 Mulato Esclavo 2
Sin Dato 44 Negro Libre 2
Español 34 Chino 1
Cholo 25 Esclavo 1
Negro Esclavo 10 Forastero 1
Mulato 9 Pardo Libre 1
Total 486
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

Sobre los hijos naturales, se contabilizaron 141 casos, siendo la casta de


indios la que predomina con un total de 61 registros (ver cuadro n° 7).

Cuadro n° 7. Hijos naturales según casta.


Indio 61 Cholo 4
Mestizo 26 Mulato 4
Zambo 12 Zambo Esclavo 1
Negro Esclavo 12 Cuarterón 1
Sin Dato 11 Mulato Esclavo 1
Español 7 Negro Libre 1
Total 141
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

203
Además, se encontraron 10 hijos huérfanos: 5 españoles, 1 cholo, 1 indio,
1 mulato, 1 mestizo y 1 sin dato. Junto a ello, aparecen hijos sin filiación,
es decir, que en el registro del bautizo no se especifica si la persona es
legítima o natural. En esta categoría se contabilizaron 43 personas sin
filiación predominando los “negros esclavos” con un total de 17, con un
39,5% sobre el total (ver cuadro n° 8).

Cuadro N° 8. Hijos sin filiación según casta.


Negro Esclavo 17
Indio 8
Sin Dato 4
Mestizo 3
Zambo Esclavo 3
Zambo 2
Español 2
Cholo 1
Mulato 1
Mulato Esclavo 1
Esclavo 1
Total 43
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

Como sabemos, la condición de “esclavo”, no era exclusiva sólo de negros,


sino que también incluía a mulatos y a zambos. Entre los 680 registros se
encuentran 52 bautizos de esclavos, con un evidente predominio de la
casta “negra” con 39 personas.
Cuadro N°9. Esclavos bautizados según casta.

Casta Cantidad

Negro 39
Mulato 4
Zambo 7
Sin Dato 2
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

204
A partir de estos 52 esclavos se pueden establecer distintos rangos etarios
que sirven como indicadores de su situación. En tal sentido, los bautizos de
personas menores a un año presentan el 55,8% del total, más de la mitad de
los bautizos de esclavos corresponden a criaturas menores a un año de vida
(ver cuadro n°10). Esto indica que son infantes nacidos en el valle de Lluta,
además de ser hijos de esclavos pertenecientes a hacendados del valle.
El segundo rango de 1 a 5 años presenta las mismas características: son
hijos de esclavos con amos en el valle, con la salvedad que en los registros
se expresan los nombres de las madres, y a los padres se les refiere como
“no conocidos”, lo que al parecer indicaría que ambos padres son esclavos
y que pertenecen al mismo dueño, con la salvedad de que el padre no
poseía identificación de nombres y apellidos en los registros, seguramente
por no tener certeza de quién era justamente el padre. A continuación, se
expone el detalle de los bautizos por rango etario:
Cuadro n° 10. Bautizos de esclavos según rango etario.

Rango de edad (años) Nº bautizos

Menos de 1 29
1a5 6
6 a 10 2
11 a 15 0
Más de 15 11
Sin dato 4
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

205
Los dueños de esclavos en el valle de Lluta que se han identificado,
corresponden a las familias Yáñez, Carrasco, Sánchez, Sabarburu [sic],
y a los Nacarino (ver cuadro n° 11). Desde la perspectiva de Wormald,
este ángulo permitiría focalizar la hipótesis sobre los criaderos, puesto
que a partir de la identificación de los dueños o amos, es posible establecer
una cifra aproximada acerca de la cantidad de esclavos que poseían. Por
ejemplo, debido a que la irregular presencia de clérigos en el valle era
evidente, estos aprovechaban según las fechas del calendario litúrgico y el
santoral, las festividades para bautizar a los feligreses, registrando durante
las fiestas de las cruces a inicios de mayo los sacramentos, además de las
madres y los padrinos que eran los propios amos. El 3 de mayo de 1726,
“en dicho Valle”, Fray Juan Telles puso oleo y crisma a “Maria de las
Mercedes negra esclava de Don Francisco Yañes de edad de cinco meses,
hija natural de Francisca Yañes y de padre no conosido… fueron sus
padrinos Luis Muños y Doña Isidora Ramires, adbertiles, el parentesco y
la obligasion que tienen”7.
También aquel día Fray Thomas Moron bautizó a “Prudensio negro esclavo
de Don Francisco Yañes asistente en dicho Valle, hijo natural de Maria
Yañes de edad de tres años y de padre no conosido” […] “a Claudia negra
esclava de Don Francisco Yañes asistente en dicho Valle, hijo natural de
Maria Yañes de edad de diez meses hija natural de Maria Yañes y de padre
no conocidos”8; a Thomasa negra esclava de Yañez de dos años de edad
e hija natural “de Maria Yañes negra esclava y de pa- dres no conocido” y
a María Perfecta, esclava de Francisco Yáñez, de dos años de vida e hija
natural de Francisca Yáñez y de padre desconocido9. El listado de dueños
de esclavos negros en Lluta es el siguiente:

7 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 101.


8 Libro parroquial de Lluta (1717-1800), foja 102.
9 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 102v.

206
Cuadro n° 11. Dueños de esclavos, incluyendo esclavos bautizados, sus padres y padrinos.
Nº Esclavos
Dueños de Esclavos Padre10 Madre Padrinos Total
Bautizados
Francisco Yáñez 22 6 8 6 42
Luis Carrasco 9 1 3 3 16
Ambrosio Sánchez 7 1 3 0 11
Pedro Sabarburu
2 2 0 2 6
(Gobernador)
Francisca Nacarino 3 1 2 0 6
Joseph Sánchez
2 1 2 0 5
(Maestre De Campo)
Manuel De Sánchez
1 1 0 1 3
(Maestre De Campo)
María Yáñez 1 1 1 0 3
Joseph Cornejo 1 0 1 0 2
Joachina de Obiedo
1 1 0 0 2
(Azapa)
Juan Joseph Sánchez 1 0 1 0 2
Tiburcio Sosa
0 2 0 0 2
(Azapa)
Paulino Joaquín De Tapia 1 0 0 1 2
Juan Ximenes 1 1 0 0 2
Andrés Blanco 1 0 1 0 2
Hermenegilda Nacarino 0 0 2 0 2
Francisco Nacarino 1 0 1 0 2
Pedro Barrera 0 1 0 0 1
Feliciano Osorio
0 1 0 0 1
(Mariscal De Campo)
Juan Sánchez 1 0 0 0 1
Totales 55 20 25 13 115
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)

10 Para el caso de los padres, sólo se han contabilizado aquellos que figuran con nombre o apellido,
puesto que hay 23 entradas con la categoría “padre no conocido” que corresponden a esclavos de
distintos dueños. Esta situación se explica a partir de dos cuestiones: 1) la persona bautizada es un
esclavo adulto que fue comprada por lo cual se desconoce el nombre de su padre y madre, 2) son
esclavos con dueño definido, pero al no tener la certeza de quién es el padre de la criatura no se
específica en el registro. En este sentido, según el punto dos, a ellos no los hemos contabilizado puesto
que una misma persona probablemente sea padre de dos niños.

207
Como vemos, los amos, patrones o dueños asignaban sus apellidos a los
esclavos. De esta forma, se puede encontrar a una madre y a un padre con
el mismo apellido siendo esclavos del mismo amo. Esto describe que, al
interior de una hacienda, esclavos del mismo dueño se están reproduciendo.
De este modo, pudimos establecer que los esclavos pertenecientes tanto a
Francisco Yáñez, Ambrosio Sánchez y Luis Carrasco tuvieron hijos entre
sí, tal como detallamos:

Cuadro n° 12. Hijos de esclavos nacidos entre esclavos del mismo dueño.
Hijos esclavos nacidos entre
Dueño de Esclavos N° esclavos (Padres y/o madres)
esclavos del mismo dueño
Francisco Yáñez 14 13
Ambrosio Sánchez 4 9
Luis Carrasco 4 4
Andrés Blanco 2 1
Joseph Cornejo 2 1
Joseph Sánchez 3 1
Paulino de Tapia 2 1
María Yáñez 2 1
Francisca Nacarino 3 0
Pedro Barrera 1 0
Joachina Obiedo 2 0
Feliciano Osorio 1 0
Pedro Sabarburu 2 0
Juan Sánchez 1 0
Juan Joseph Sánchez 1 0
Manuel de Sánchez 1 0
Tiburcio Sosa 1 0
Juan Ximenes 1 0
Total 47 31
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)

208
Por ejemplo, entre 1726 y 1753, tal como en los párrafos anteriores,
Francisco Yáñez mandó a bautizar a 16 negros esclavos, cuyas edades
fluctuaban entre un día de vida y los tres años11 (ver cuadro n° 13).
Para 1726 figuran tres bautizos ya descritos que merecen cierta atención:
Prudensio de 3 años, Thomasa de 2 años y Claudia de 10 meses, los tres
hijos de padre desconocido, pero con la misma madre, María Yáñez. El
apellido de la madre se presenta como un indicador de propiedad. El padre
desconocido es un indicador de un hijo natural que se concibió fuera del
matrimonio, por lo cual, se podría pensar en un acto reproductivo. Las
tres criaturas nacieron seguidas, Prudensio en 1723, Thomasa en 1724 y
Claudia en julio de 1725; la continuidad de los nacimientos puede ser otro
indicador de la existencia de un criadero manejado por Yáñez.
Lo curioso de esta información es que los tres niños mencionados, años
después aparecerán en los registros como padres de nuevos esclavos.
Veamos el caso de cada uno por separado. El mayor de los tres hermanos,
Prudensio, en 1743 a la edad de 20 años fue padre, junto a la esclava
Juana Nacarino, de una niña llamada Estephania, la que al momento de
ser bautizada tenía once días de vida. Tres años más tarde y a la edad
de 23 años, Prudensio fue padre por segunda vez, de un niño llamado
Theodoro Joseph, bautizado cuando tenía un mes de vida. Su madre fue la
esclava Juana Nacarino. Ambos bebés se especifican como legítimos, lo
cual indica que Prudensio y Juana mantenían un vínculo marital.
Thomasa, la niña que en 1726 tenía 2 años, es madre a los 19 años de
edad. Tuvo un hijo llamado Mateo junto a un esclavo de apellido Yáñez
llamado Lorenzo. Al igual que los hijos de Prudensio, Mateo también es
hijo legítimo. Y finalmente, Claudia, la menor, tiene su primer hijo a los 14
años junto a Cristóbal, un negro proveniente del Congo que seguramente
Yáñez compró en el mercado de esclavos. De esta manera el número de
esclavos de Yáñez aumenta con el tiempo, sobre todo cuando aparecen
bautizados esclavos mayores de 15 años recién llegados de África.
Seguramente con la intención de disponerlos como procreadores.

11 Si bien, en el cuadro n° 13 se expresa que fueron bautizados 13 niños hijos de padre y madre
esclavos de Yáñez, existe una diferencia de tres bautizos, puesto que tres padres no eran esclavos, sino
que zambos libres por lo tanto para la confección de dicho cuadro fueron excluidos.

209
Cuadro n° 13. Bautizos de niños esclavos de Francisco Yáñez.
Casta Casta
Fecha bautizo Nombre Edad Filiac. Casta Padre Madre
Padre Madre
María de las Negra Francisca Negra
3/05/1726 5 m. N PNC SD
Mercedes esclava Yañes esclava
Negro Negra
3/05/1726 Prudensio 3 a. N PNC SD María Yañes
esclavo esclava
Negra Negra
3/05/1726 Claudia 10 m. N PNC SD María Yañes
esclava esclava
Negra Negra
3/05/1726 Thomasa 2 a. N PNC SD María Yañes
esclava esclava
Negra Francisca Negra
3/05/1726 María Perfecta 2 a. N PNC SD
esclava Yañes esclava
Negro Negro Negra
29/05/1730 Francisco 6 m. N Antonio Francisca
esclavo esclavo esclava
Negra Negro Francisca Negra
23/07/1732 Juana 1 m. N Antonio
esclava esclavo Yañes esclava
Antonio de la Negro Negro Claudia Negra
6/08/1740 15 d. L Cristóbal
Crus esclavo Congo Yañes esclava
Lorenzo Thomasa
26/09/1743 Matheo 5 d. L Esclavo Esclavo Esclava
Pacheco Yañes
Negra Prudencio Negro de Juana Negra
17/02/1743 Estephania 11 d. L
esclava Yañes Lluta Nacarino esclava
Theodoro Negro Prudencio Negro de Juana Negra
26/07/1746 1 m. L
Joseph esclavo Yañes Lluta Nacarino esclava
Negra Negro Negra
12/10/1749 Martina 6 d. L Miguel Vasilda
esclava bosal criolla
Pasqual Thomasa
20/11/1749 Petrona 3 d. L Esclava SD Esclava
Cuentas Nacarino
Zambo Pasqual Thomasa
14/02/1751 Juan Apolonio 5 d. L SD Esclava
esclavo Cuentas Nacarino
Zamba [ilegible] Zambo Negra
22/05/1752 María 6 m. L Juana Yañes
esclava Nacarino Libre esclava
Negro Fernando Negro Valeriana Negra
26/02/1753 Valerio 1 d. L
esclavo Yañes esclavo Yañes esclava
Leyenda: N (Natural), L (Legitimo), PNC (Padre no conocido), SD (Sin dato).
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

En el caso de los esclavos de Ambrosio Sánchez, los datos no permiten


tanta especificidad como el caso anterior, pero si es posible establecer
algunos aspectos no menos importantes. Entre 1724 y 1732 se registraron
6 bautizos de hijos concebidos entre los esclavos de Sánchez. La esclava
Olaya Sánchez “en dicho Valle en diecisiete de febrero de mil setecientos
veintisiete años eche Agua puse Olio y Crisma, a Gabino Sanches negro

210
de edad de dos años a quien bautiso por necesidad el Padre Fray Felis
de Ororbia Religioso de la Merced, esclavo de Ambrosio Sanches, hijo
natural de Olaya Sanches negra y de padre no conosido, fue su madrina
Francisca Serdas”12. Además Olaya tuvo otro hijo llamado Marcos.
Asimismo, las esclavas de Ambrosio Juana Sánchez (zamba), Josepha
Sánchez (zamba) y Josepha Bargas [sic] también tuvieron hijos de padres
desconocidos. Josepha tuvo como hijo a Pablo Sánchez siendo madrina
“Francisca Serdas sanba libre”13. Estos datos podrían confirmar la tesis
de Wormald respecto a la existencia de los criaderos, puesto que para
identificar su presencia un factor de importancia es que la madre del niño
bautizado sea esclava con un dueño definido y el padre sea desconocido.
Por último, en cuanto a los esclavos de Luis Carrasco, existen aparecen
9 personas bautizadas, de los cuales sólo cuatro son niños y cinco son
adultos. Estos últimos lo más probable es que hayan sido adquiridos en el
comercio de esclavos, ya que no se identifican padres ni madres y además
se les otorga el apellido de su dueño. Así, el “dieciocho de julio de mil
setecientos veintiseis eche Agua puse Olio y Crisma, a Antonio Carrasco
negro congo de edad de cuarenta años esclavo de Don Luis Carrasco hijo
de padres no conocidos, asistente en dicho Valle a quien bautiso el Padre
Fray Agustin de Castro”14. Del mismo modo fueron sacramentados Pedro
Carrasco de 30 años (negro bosal), Juan Carrasco de 38 años (negro), Juan
Carrasco de 24 años (negro), y Francisco Carrasco de 30 años (negro).
Por otra parte, los 4 niños bautizados fueron concebidos entre esclavos
pertenecientes a Carrasco. De todos estos, sólo se menciona a un padre,
a Francisco Carrasco (es probable que sea el mismo Francisco Carrasco
nombrado anteriormente), que junto a Cathalina Carrasco figuran en 1727
como padres de Antonio Carrasco de 7 años de edad. Las demás madres
son: María Rosa Carrasco, madre de dos niños; uno de cinco meses y otro
de seis años; e Ignacia Carrasco, madre de una criatura de cuatro meses.

12 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 104v.


13 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 108.
14 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 103.

211
A partir de estos casos se puede observar que la mayor cantidad de bautizos
de esclavos se concentra entre los años 1726 y 1745 (ver cuadro n° 14).

Cuadro n° 14. N° de bautizos de esclavos según rango de 10 años entre 1716 y 1800.
Rango Nº Bautizos

1716-1725 4
1726-1735 22
1736-1745 15
1746-1755 6
1756-1765 1
1766-1775 3
1776-1785 1
1786-1795 0
1796-1800 0
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)

Los datos indican que al menos tres dueños de esclavos con haciendas en
Lluta con los apellidos Carrasco, Sánchez y Yáñez son quienes durante el
siglo XVIII mantenían a una considerable cantidad de esclavos dispuestos
para sus servicios. Incluso, estas personas bautizaban a los hijos de los
esclavos negros de forma consecutiva, de lo que se desprende la idea de
que hayan poseído un espacio para la reproducción de negros o “criaderos”.
Sin embargo, faltan muchos antecedentes para ubicar espacialmente
dichos asentamientos y sus respectivas construcciones.
Negros, mulatos y zambos en Arica y Azapa. 1704-1740
Los documentos parroquiales del valle de Azapa entre 1704 y 1740,
describen un panorama general acerca de la esclavitud. Siguiendo
el entramado, entre os años 1705 y 1718, en el valle de Azapa fueron
bautizadas 35 personas15 (19 corresponden al sexo femenino y 16 al
masculino), entre infantes menores de un año y adultos desde 19 a 24
años. Los datos arrojan el mismo patrón detectado en Lluta, puesto que,
de los 35 bautizos, 27 son hijos naturales, a quienes solo se especifica el
nombre de la madre y el padre es inscrito como no conocido.

15 De tal cifra hemos excluido los bautizos inscritos con las castas “española” e “india”, de manera
que todos los cuadros estadísticos que se presentan en adelante corresponden a las castas “negra”,
“zamba”, “mulata” y “parda”.

212
El detalle se expresa en los siguientes cuadros:
Cuadro n° 15. Bautizos en Azapa según rango etario (1705 y 1718).
Rango N° Bautizos

Menores de un año 30
Entre 19 y 24 años 5
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

Cuadro n° 16. Bautizos en Azapa según filiación (1705 y 1718).


Filiación N° Bautizos

Legítimo 4
Natural 27
Sin dato 4
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

Los cinco padres registrados con nombre, corresponden a bautizos de 3


niños de casta “zamba”, un “mulato”, y una “negra”, todos libres. Los
bautizos de negros y zambos representan la mayor cantidad, ambos con 15
inscripciones. Sin embargo, los negros esclavos alcanzan a los 13 bautizos,
mientras que los zambos esclavos suman sólo dos registros.
Cuadro n° 17. Bautizos en Azapa según castas. 1705 - 1718.
Casta N° Bautizos

Negro esclavo 13
Zambo libre 13
Negro libre 2
Zambo esclavo 2
Mulato libre 2
Pardo libre 2
Cuarterón 1
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

213
Los registros bautismales, junto con incluir los datos de la persona bautizada,
señalan el nombre del dueño de esta persona en caso de que el bautizado –o
sus padres- sean esclavos. Por lo tanto, a partir de esto podemos conocer
quiénes eran algunos de los hacendados de Azapa que tenían, entre sus
posesiones, a esclavos negros y zambos (ver cuadro n° 18).
Cuadro n° 18. Dueños de esclavos en Azapa entre 1705 y 1718 según rango etario de bautizos y
madres esclavas.
Nombre dueño de Bautizos menores 15 Bautizos mayores 15 Total
Madres
esclavos años años esclavos
María de Barrios 1 4 1 6
Luis de Rivera 3 0 2 5
María de Tovar 4 0 4 8
Marcos de Tovar 1 1 2 4
Alan Ramires 1 0 1 2
Totales 10 5 10 25
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

A primera vista llama la atención el bautizo de 5 mayores de 15 años. Estos


corresponden a negros esclavos que probablemente fueron comprados
a excepción de una esclava, a quien “en seis de henero de setesientos
y catorce de mi licencia el padre fray Juan Sidrón bautiso puso oleo y
crisma… a Francisca negra de edad de veinte años, hija natural de María
esclava de Don Marcos de Tovar y de padre no conocido… su madrina
Lorenza de Tovar”16.
El caso de María de Barrios es diferente, esta hacendada estaba vinculada
al comercio de esclavos negros adultos, quienes no habían sido bautizados,
por lo que conjeturaos podría estar llegando desde el África u otra zona sin
recibir aun los sacramentos requeridos por la Iglesia para todos los esclavos.
Como es de suponer, los sacerdotes y curas auxiliares de la parroquia de
Arica para el siglo XVIII, ausentes en las zonas interiores de la región,
aprovechaban la época de fiestas para la celebración de los sacramentos.
Precisamente, para la festividad de la Virgen de la Candelaria, en “el valle
de San Miguel de Azapa el dos de febrero de setecientos y diez y siete años
[…] el padre fray Juan Telles de la orden religiosa de agustinos puso oleo
y crisma a Gabriel Raphael negro adulto al pareser de edad de veinte años
esclavo de Doña María de Barrios a quien instruido En la santa fe doctrina
y cristianos y catecismo le echo el agua del santo bautismo [ilegible] el

16 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 34.

214
dicho padre fue su padrino Manuel del Barrios”17. Los negros vendidos
o comprados serían todos mayores de 15 años, provenientes directamente
desde África o desde otras localidades del virreinato. Por otra parte, entre
María de Tovar y Marcos de Tovar suman 12 esclavos negros, y que al no
figurar algún padre conocido quizá hayan incurrido en la reproducción de
esclavos.
Entre los años 1704 y 1740 se registraron 164 defunciones de negros,
zambos, mulatos y pardos residentes en Arica y Azapa. Al igual que las
castas predominantes en los bautizos, tanto negros esclavos como zambos
libres tienen la mayor cantidad de decesos en ambas localidades. La mayor
cantidad de esclavos fallecidos en este periodo corresponde se concentran
en Azapa, con 55 defunciones, en relación a los 24 fallecimientos
registrados en Arica (ver cuadro n° 19).
Cuadro n° 19. Defunciones de negros, zambos, mulatos y pardos en Arica y Azapa
entre 1704 y 1740.
Castas Arica Azapa Total

Negros esclavos 24 55 79
Zambos libres 15 22 37
Pardo libre 9 8 17
Negros libres 8 5 13
Mulatos esclavos 4 2 6
Mulatos libres 3 2 5
Zambos esclavos 3 1 4
Sin dato 0 3 3
Totales 66 98 164
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

17 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 41.

215
Al organizar los datos según rangos etarios, es posible observar que la mayor
cantidad de muertes se concentra entre los 50 y 59 años, predominando los
negros esclavos con 20 fallecimientos. La segunda mayoría, la presentan
los zambos, quienes se agrupan en los tres primeros rangos. El siguiente
gráfico muestra dichas tendencias:

Gráfico n° 2. Defunciones en Arica y Azapa según rangos etarios. 1704 - 1740.

Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800).

216
A continuación, se detalla un listado con aquellas personas que figuran
como dueños de esclavos, tanto en Arica, como en el valle de Azapa:

Cuadro n° 20. Dueños de esclavos en Arica y Azapa entre 1704 y 1740.


Dueños de esclavos en Arica Dueños de esclavos en Azapa

Alejandra Sánchez Alan Ramires


Alexo de Leiba Alejandro Ximenes
Antonia Arias Mansilla Bartolomé de Moza
Balthazar Pérez de los Ríos Catalina Sienes de Morejo
Barbara de Arteaga Fausto de Ororbia
Barbara Pérez de los Ríos Francisca Carrasco
Barbara Ximenes Francisco Lorarse [?]
Bernarda de Vicenso Francisco Portocarrero
Bonifacio de Abila Gregorio Soza
Diego Diaz Gonzalez Joseph de Quiroga
Diego Diaz Gutierres Julio de Aturaza
Domingo Hernández de Ledesma y Salamanca Luis Carrasco
Isabel de Vilca Luis de Rivera
Joachin de Alvarracin Covaleda Marcos de Tovar
Josefa de Zabarburu María de Alvares
Josepha del Campo María de Barrios
Juan Carlos Marques María de Tauca [?]
Juan de Galania María de Tomani [?]
Juan Domingo de Aguilar María de Tovar
Juan Peres Mariana Mesia de Zuñiga
Juana de Castro Pedro Barraza Lagos
Justo Arias Pedro de Zabarburu
Lucas Enriques
María Mensia Pérez
Pedro Balades y Reano
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800).

217
Entre los años 1727 y 1740 se registraron 14 matrimonios en Arica que
involucraron, ya sea a negros, zambos o mulatos (ver cuadro n° 21).

Cuadro n° 21. Matrimonios en Arica afrodescendientes (1727 y 1740).


N° Hombre Mujer

1 Negro esclavo Negra esclava


2 Negro esclavo Negra esclava
3 Negro esclavo Negra libre
4 Negro libre Sin dato
5 Sin dato Negra criolla (libre)
6 Negro esclavo Zamba libre
7 Negro libre Sin dato
8 Zambo esclavo Mestiza
9 Negro bosal congo India mestiza
10 Negro esclavo Sin dato
11 Pardo esclavo Negra criolla (libre)
12 Negro libre Zamba libre
13 Zambo libre Zamba esclava
14 Pardo libre Zamba esclava
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

De estos matrimonios, 8 hombres y 4 mujeres son esclavos, y 5 hombres y 7


mujeres son libres. Entre esclavos se registraron dos matrimonios, uno el 20
de mayo de 1727 y el otro en “la ciudad de San Marcos de Arica en veinte y
cinco dias, del mes de septiembre de setecientos treinta y siete años caso y
bele In feccie eclesiesiana a Bernardo de Espinosa y Baños, negro esclavo
con Phelisiana quina Baños natural de esta ciudad asi mismo negra esclava
habiendo presedido las informaciones [ilegible] tres amonestaciones de
que manda el Santo Concilio de Trento”18. Igualmente, en los antecedentes
parroquiales se identifican 7 matrimonios entre esclavos y negros libres,
mientras que sólo uno entre negros libres.

18 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 65.

218
Los sacerdotes que llevaron a cabo los bautizos y los matrimonios son los
siguientes:

Cuadro n° 22. Sacerdotes que celebraron bautizos y matrimonios entre 1704 y 1740.
Bautizos Matrimonios

Agustín de Castro Juan de Figueroa


Juan de Landaeta Ignacio Figueroa
Juan Sidron Joachin Xavier Portocarrero y Calderón
Juan Telles Don Antonio Germán Legay
Sebastian Sidron Eugenio Enriques
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)

Para la segunda mitad del siglo XVIII los casamientos que se realizaron en
la parroquia de Arica, donde se identifican las distintas castas existentes,
son los que presentamos a continuación:

Tabla n° 1. Casamientos Iglesia San Marcos de Arica. 1740-1780.


Castas H % M %
Blancos 208 40 211 42
Españoles 5 1 1 0
Mestizos 3 1 9 2
Cholos 10 2 7 1
Mulatos 23 5 18 4
Indios 26 5 16 3
Negros 48 10 33 7
Negros criollos 5 1 1 0
Pardos 3 1 0 0
Quarterones 3 1 4 1
Quinterones 1 0 0 0
Sambos 24 5 41 8
Sin identificación 146 28 164 32
Total 505 100 505 100
Fuente: Inostroza (2010).

219
Para la zona de la precordillera de Arica, los estudios realizados por
Inostroza (2010) sobre la composición de la población serrana durante el
siglo XVIII, describen el hecho que estas sociedades estaban constituidas
por una población totalmente indígena. Al respecto, los registros de los libros
de la Parroquia de Belén, informan de un 90% de indígenas, originarios y
forasteros; pero, también entrega un pequeño porcentaje de población de
otras castas, entre las cuales se encontraban los negros, mulatos y zambaigos.
En general, los registros parroquiales de Belén establecen la existencia
de cuatro tipos de castas: una gran mayoría de indios, algunos españoles
y mestizos, y un número escaso de cholos. Sin embargo, en el libro de
Casamientos de la Parroquia de Belén (1775-1799) se identifica la
presencia de dos zambaigos y 4 negros pertenecientes a otros pueblos. De
esta manera, encontramos a Pablo Tapia, casado con Rosa Thapia, ambos
de nación Sorongo y esclavos de Matías Tapia (no se indica el pueblo
de residencia, pero fueron testigos del matrimonio Mathias Mamani e
Isidro Quiroga, residentes en Churiña y Belén); Juan Baptista, casado con
Ermeregilda, esclava, hija natural de Paula Cañipa, los tres esclavos de
Phelipe Cañipa.
En el libro de defunciones de la Parroquia de Belén (1773-1799) se apunta
que, en 1796, Catalina Mendosa, esclava de 48 años, fue enterrada en la
Iglesia de Socoroma, aunque no se indica el nombre de su dueño. También
se menciona a un zambaigo y a un negro perteneciente a otros pueblos no
especificados. Para el caso de Churiña en la cabecera del valle de Lluta,
se alude a un niño, Manuel, de 9 meses e hijo legítimo de Blas Tapia y
Manuela Delgado (“forasteros de boca negra”); dos negros adultos; y un
indio zambaigo llamado Theodoro Bolaños, casado con Tiburcia Belonio.
En el pueblo de Socoroma, en 1773 se registran dos esclavas adultas
y un niño que probablemente era esclavo: Mariano, hijo legítimo de
Manuel Collado y de la esclava Magdalena Emagazayni(?). En Sora se
registraron dos mulatos, aunque en otros registros estas mismas personas
fueron identificadas como “monstruncos”. En 1763 fue bautizada María
Mercedes, hija legítima de Manuel Yañez y Basilia Puis, monstruncos;
y posteriormente, en 1766, fue bautizado Juan, hijo legítimo de Manuel
Yañez y Basilia Catorceno, ambos mulatos.
En la Revisita de Egan de 1773 se contabilizó a 3.578 personas en el
pueblo San Martín de Codpa, entre los que se encuentran dos zambaigos
casados con tierras y cuatro zambaigos solteros sin propiedades. En 1792,

220
Álvarez y Jiménez agrega que en Codpa hay 24 zambaigos y 12 negros,
de un total de 1.358 personas. No obstante, es importante mencionar que
las Revisitas coloniales buscaban determinar a la población tributaria, por
lo que casi no incluyen a personas de otras castas. Finalmente, en Putre
se ha podido identificar la existencia de dos esclavas del cura, además
de algunos esclavos del cacique, pero sin poder determinar su residencia
(Inostroza, 2010). En las siguientes tablas se sintetiza la situación de las
catas en la precordillera ariqueña.
Tabla n° 2. Castas según libros de Casamientos, Parroquia de Belén. 1775 – 1799.
Belén Socoroma Sora Otros

Nº casamientos 127 124 30

Españoles hombres 1 0 0 2
Contrayentes mujeres 0 0 0 0
Total 1 0 0 2

Mestizos hombres 3 3 0 7
Contrayentes mujeres 3 0 0 9
Total 6 3 0 16

Cholos hombres 0 1 2 3
Contrayentes mujeres 1 0 0 4
Total 1 1 2 7
hombres 2
Zambaigos mujeres 0
Total 0 0 0 2
hombres 1
Negros mujeres 1
Total 0 0 0 2
hombres 1
Esclavos mujeres 1
Total 0 0 0 2
Fuente: Inostroza (2010).

221
Tabla n° 3. Castas según libros de Defunciones. Parroquia de Belén. 1773- 1799.
Belén Socoroma Sora Otros

Nº defunciones 387 371 167


hombres 3 0 2
Españoles
mujeres 3 0 0
Total 6 0 0 2
hombres 2 1 2 8
Mestizos
mujeres 2 1 1 7
Total 4 2 3 15
hombres 1 0 6
Cholos
mujeres 0 1 6
Total 0 1 1 12
hombres 1
Zambaigos
mujeres 0
Total 0 0 0 1
hombres 1
Negros
mujeres 1
Total 0 0 0 2
hombres 0
Esclavos
mujeres 1
Total 0 1 0 0
Fuente: Inostroza (2010).

Hasta aquí los antecedentes que hemos analizados direccionan posibles


inferencias en torno a una práctica vinculada a la reproducción esclavos
negros en ambos valles, como parte de una posible actividad económica
encubierta con la cual comerciaban los hacendados de Lluta y Azapa e
invisibilizada de la documentación. El bautizo de muchos menores de
un año -hijos de madre esclava- que no tuvieron un padre conocido al
momento del rito sacramental, nos da un indicio para considerar la
existencia de los “criaderos”, debido a que el desarrollo de esta práctica
podría haber sido algo más rentable que comprar esclavos.
La compra y venta de esclavos fue una práctica que también se desprende
de la documentación, puesto que tanto en Lluta como en Azapa, figuran
esclavos mayores de 15 años bautizados, los cuales –en algunos casos–
son inscritos como “negro congo”, “negro de guinea” o “negro bosal”,
indicando que estos esclavos estaban recién llegados de África.

222
En las actas matrimoniales se cubre un periodo de 13 años, en el cual
se celebraron 14 matrimonios que incluyeron personas de casta negra y
zamba. Podemos establecer que el matrimonio entre negros esclavos y
negros libres era posible, del mismo modo entre zambos y negros, sean
estos esclavos o libres. Del mismo modo, indican que la mayor cantidad
de muertes se concentra en los esclavos negros que murieron entre los 40
y los 69 años. Si asociamos esta información con el bautizo de esclavos
negros -que fueron comprados teniendo entre 19 y 30 años- podemos
especular que los compradores de negros privilegiaban a aquellos cuya
edad fluctuaba dentro de este rango etario, privilegiando la extensión de
vida laboral de los esclavos.
La casta negra fue predominante en relación a los zambos y mulatos, esto
lo observamos en los bautizos y en las defunciones. Asimismo, los negros
fueron la casta mayormente solicitada por los hacendados de los valles.
Entre estos podemos mencionar como principales propietarios de esclavos
a: en Lluta a Francisco Yáñez, Ambrosio Sánchez y Luis Carrasco; y
Azapa a María de Barrios, Luis de Rivera, María de Tovar y Marcos de
Tovar. El detalle en términos estadísticos según puntos de comparación
entre valles en los siguientes cuadros:
Cuadro n° 23. Estadística comparada sobre porcentajes de bautizos según castas en los valles de
Azapa y Lluta19.
Azapa Lluta

Casta N° Bautizos % Casta N° Bautizos %


Negro 15 42,9 Negro 45 33,3
Zambo 15 42,9 Zambo 67 49,6
Mulato 2 5,7 Mulato 19 14,1
Pardo 2 5,7 Pardo 1 0,7
Cuarterón 1 2,9 Cuarterón 3 2,2
Total 35 100,0 Total 135 100,0

19 Recordemos que los registros bautismales para el caso de Azapa, abarcan un periodo de 13 años,
mientras que los registros de Lluta cubren 83 años.

223
Cuadro n°24. Bautizos en Azapa y Lluta según castas y condición de libres o esclavos.
Localidad Lluta (1717-1800) Azapa (1705-1718)

Casta Libres Esclavos Libres Esclavos

Negros 3 41 2 13
Mulato 15 4 2 0
Zambos 60 7 13 2
Totales 78 52 17 15

Cuadro n° 25. Bautizos en Azapa y Lluta según castas, condición y filiación.


Valle Lluta (1717-1800) Azapa (1705-1718)

Filiación Naturales Legítimos Sin dato Naturales Legítimos Sin dato

Casta/Condición L E L E L E L E L E L E
20
Negros 1 12 2 10 0 17 1 9 1 0 0 4
Mulatos 4 2 9 2 2 21 0 2 0 0 0 0 0
Zambos 12 4 46 3 2 0 10 2 3 0 0 0
Totales 17 18 57 15 4 17 13 11 4 0 0 4
Leyenda: L (Libre); E (Esclavo).

Claramente, las cifras expuestas no representan una totalidad, sino que


son una fracción la cual nos ha permitido dibujar un panorama parcial de
la presencia de estas castas en Arica y sus valles, para que los actuales
afrodescendientes puedan acercarse a una realidad histórica construida
entre los valles ariqueños.

20 Quince de ellos eran mayores de 16 años al momento del bautizo.


21 Uno de ellos figura como “huérfano”.

224
Referencias Citadas
Fuentes
Libro Parroquial de Lluta (1717-1800).

Libros y artículos
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ediciones
Ráfaga, Santiago.
Hsche, R. (1997). La Iglesia en la Historia de Arica. Imprenta Herco,
Arica.
Hidalgo, J. y A. Durston. (2004). La presencia andina en los valles de
Arica, Siglos XVI-XVIII: Casos de regeneración colonial de estructuras
archipelágicas. En Historia Andina en Chile, J. Hidalgo, pp. 479-506.
Editorial Universitaria, Santiago de Chile.
Vázquez de Espinosa, A. (1948). Compendio y Descripcion de las Indias
Occidentales. Smithsonian Institution, Washington.
Barriga, V. (1941). Memorias para la Historia de Arequipa. Tomo II. La
Colmena, Arequipa.
Díaz, A. (MS). Sistema de Cargos Religiosos en Arica y Tarapacá
Colonial. Universidad de Tarapacá.
Inostroza, X. (2010). Sociedad Indígena en su Interrelación con la
Sociedad Colonial en la Provincia de Arica. Segunda Mitad del Siglo XVII.
Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, mención Etnohistoria,
Universidad de Chile.

225
226
CENSOS Y DISENSOS EN ARICA, AZAPA Y LLUTA.
APUNTES SOCIODEMOGRÁFICOS DE LOS
AFRODESCENDIENTES DURANTE EL SIGLO XIX
Alberto Díaz Araya1
Wilson Muñoz Henríquez2
Paulo Lanas Castillo3

Tal como se ha evidenciado para la época colonial, los registros de fuentes


archivísticas denotan una marcada presencia de afrodescendientes en
la provincia de Arica para el siglo XIX. Este siglo, donde las políticas
liberales van a matizar las acciones en torno a la población africana,
generando incluso que el tarapaqueño Ramón Castilla declare abolida la
esclavitud en 1854. No obstante, las medidas implementadas por algunas
autoridades peruanas no tuvieron resonancia en todas las zonas del país,
persistiendo situaciones de violencia contra las castas rotuladas aún bajo
la impronta moderna como “negros” o la fijación de algunos “libertos”
por mantener sus actividades productivas en favor de sus ahora antiguos
amos.
En términos cuantitativos, Arica y sus valles ofrecía una serie de actividades
laborales que permitieron diversificar su rol social, como desencadenar
una serie de trabajos que no eran asumidos ni por españoles, mestizos o
indígenas. Así, el puerto y las laborales de estiva, carga o el carguío de
vapores o bodegas de la aduana peruana, fueron entre muchas otras acciones
vinculadas a la agricultura, los oficios que la población negra asumió. ¿Cómo
es posible determinar dichas ocupaciones si el panorama ciertamente puede
configurarse como desolador en cuanto a la presencia y acciones concretas
de los afrodescentientes de Arica durante el complejo siglo XIX en tanto
la información documental disponible? Más aun, cuál era la cantidad de
afrodescendientes que habitaban el puerto ariqueño, la chimba, los valles
de Lluta y Azapa, que a su vez estaba experimentando un escenario social
de cambios y ajustes políticos y económicos, como lo constituyó el ciclo
del guano hacia mediados del siglo XIX, y porqué pervivía aun los sesgos
raciales que fueron enmarcando en tipologías de castas coloniales a la
sociedad regional, pese a que ya se habían generado las transformaciones
jurídicas amén de las improntas liberales que la república peruana auspiciaba.

1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


2 Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris, Francia.
3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

227
Parte de estas premisas nos periten problematizar los componentes de
orden social que constituyeron los contextos demográficos regionales
decimonónicos, presentando una serie de antecedentes cuantitativos
que faciliten a los afrodescendientes actuales no solo las cifras, sino los
nombres, apellidos, ocupaciones y contextos de sus antepasados, que
configuraron una sociedad multicultural (Díaz et. al., 2009).
Gracias a la información que hemos podido recopilar a través de una serie
de trabajos en repositorios y archivos peruanos, analizamos los censos
realizados en la zona en los años 1813, 1845 y 1871, permitiéndonos
generar un mapa sociodemográfico de la población que habitó durante
este periodo en la provincia de Arica, y conocer con cierto detalle, el
panorama estadístico y algunas de las características de la población
afrodescendiente.

El Censo de 1813
Los registros censales del siglo XVIII informaban que en todo el
territorio que correspondía al Corregimiento de Arica, habitaban 1.294
afrodescendientes para 1792. Esta cifra que bordea el millar de esclavos,
es un indicador que nos abre la posibilidad de identificar quiénes eran
este millar y dónde estaban distribuidos. La significación de esta cifra
es valiosa, porque existe en la memoria colectiva nortina la idea de que
en el pasado había una “Arica negra”. Dichas expresiones es necesaria
confrontarla a la luz de los datos demográficos que, a nuestro juicio,
pueden confirmar dichas aseveraciones.
En julio de 1813 se realizó el Censo General de la vicaría y Ciudad de San
Marcos de Arica que está al cargo de su Cura Propio el Licenciado Dn.
Pedro Josef Veles, en el presente año de 1813 demostrando los estado e
individuos que la componen, padrón el cual no sólo se entregó información
significativa sobre la ciudad en general, sino también sobre la población de
origen afro4. Según este registro, la población residente alcanzaba las 2132

4 Durante las labores de pesquisa e identificación de la documentación de origen colonial y republicana,


se pudo acceder y localizar en el Archivo de Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú
(ALP), un valioso e interesante corpus documental sobre la sociedad regional, lo cual nos ha permitido
acercarnos a los diferentes segmentos culturales y de castas (según las expresiones raciales del
periodo estudiado), que grafican la polifonía de identidades que Arica poseía a inicios del siglo XIX.
No obstante, en este apartado entregamos solo algunos datos relativos a los afrodescendientes, dejando
para otro texto la información contenida sobre indígenas, cholos y españoles que residían en Arica
y sus valles. Recientemente el historiador Julio Aguilar nos ha comunicado que el Censo de 1813
catalogado en las referencias archivísticas como tal (censo), sería al parecer un padrón de electores
enmarcado en el contexto sociopolítico de la Constitución de Cádiz de 1812. Precisa Aguilar que,

228
personas. Desagregando por sexo, había 1031 hombres que representaba
un 48,55% del total de población, mientras que las mujeres eran 1097,
representando el 51,45% restante. Además, se contabilizó la existencia de
4 clérigos católicos, completando así el total de la población registrada.
La información igualmente nos permite colegir cómo se estructuraba la
población según rangos etarios. Se evidencia que el grupo de personas
que concentraba la mayor cantidad de población se ubicaba en el rango
de edad entre los 11 y 20 años, representando un 21,3% del total de la
población. Dentro de este rango etario, la distribución según sexo era
bastante simétrica (217 eran hombres y 238 eran mujeres). Otros grupos
que se destacaban eran los correspondientes a las edades que oscilaban
entre los 21 y 30 años y los infantes de 0 a 5 años de vida.

durante el interregno liberal (1808-1814) se produjeron en América importantes transformaciones


en el sistema tributario y en la condición política de las sociedades indígenas en el Imperio. Hacia
esta época una importante novedad fue que, al calor de las políticas liberales promovidas por Cádiz,
las poblaciones andinas fueron incorporadas en padrones que no eran tributarias y/o fiscales.
Precisamente en el virreinato peruano se llevaron a cabo padrones hacia 1813 a cargo de los curas
de cada parroquia para la elección de diputados para las Cortes de Cádiz. El sistema de votación era
sin duda moderno pues reconocía la existencia de una única ciudadanía española y eliminaba las
repúblicas duales del antiguo régimen. Los padrones efectuados en 1813 en Belén y otros pueblos de
la hasta entonces Intendencia de Arequipa registraba a los ciudadanos quienes por mayoría relativa
elegirían a los compromisarios de la parroquia, quienes a su vez elegirían a los electores del partido,
que finalmente definiría a los dos diputados de la Intendencia de Arequipa (Aguilar, 2013). Sin
perjuicio de lo anterior, padrón o censo, los datos que aportan eran hasta este momento desconocidos
y su divulgación ofrece un nuevo panorama para las poblaciones afrodescendientes de la región de
Arica y Parinacota en cuanto a su presencia y significación demográfica para el extremo norte chileno.
Agradecemos al profesor Aguilar su generosidad al comentar sus recientes avances investigativos
(Aguilar, 2013).

229
Al respecto ver el siguiente cuadro:
Cuadro n° 1. Cifras según grupo etario y sexo.
% del total % del total
Grupo % del total de
Total Hombres del grupo Mujeres del grupo
Etario la población
etario etario
0a5 357 16,7% 170 47,6% 187 52,4%
6 a 10 314 14,7% 173 55,1% 141 44.9%
11 a 20 455 21,3% 217 47,7% 238 52.3%
21 a 30 423 19,8% 194 45,9% 229 54.1%
31 a 40 295 13,8% 142 48,1% 153 51.9%
41 a 50 138 6,5& 65 47,1% 73 52.9%
51 a 60 92 4,3% 45 48,1% 47 51.9%
61 a 70 44 2,1% 23 52,3% 21 47.7%
71 a 80 9 0,4% 3 33,3% 6 66.7%
81 a 90 4 0,2% 3 75% 1 25%
91 a 1005 1 0,06% 1 100% 0 0%
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

Una información interesante que se desprende del censo de 1813 es


el estado civil de la población. Según el registro, las personas casadas
representaban un 27,5% de la población y las solteros, que eran la mayoría,
alcanzaban un 66,8% de la población. El restante 5,6% correspondía a los
viudos, como se evidencia en el Cuadro n° 2.

Cuadro N° 2. Cifras según estado civil.


Casados 288 Solteros 716 Viudos 31
Casadas 299 Solteras 709 Viudas 89
Total 587 Total 1425 Total 120
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

Si consideramos la descomposición de la población por oficios,


descontando la categoría “no registra”, las labores más destacadas en el
Arica de aquél entonces eran las de jornalero (116), hacendado (101),
labrador (99), lavandera (49) y marinero (41), como se muestra en el
Cuadro n° 3. Esta información permite hacernos una idea aproximada del
tipo de labores económicas que se realizaba en la ciudad en aquella época,
destacándose especialmente la actividad agrícola.

5 Edad máxima considerada: 95 años.

230
Cuadro n° 3. Oficios de la población.
Oficio Hombres Mujeres Total
Adobero 2 0 2
Albañil 3 0 3
Amasd.ra 0 3 3
Arriero 21 0 21
Barquero 8 0 8
Beata 0 1 1
Bodeguero 1 0 1
Calafate 1 0 1
Camarera 0 1 1
Cant.o 4 0 4
Carpintero 13 1 14
Chichera 0 4 4
Comerciante 11 5 16
Comte. 1 0 1
Cort.a 0 1 1
Costurera 0 34 34
Cuetero 1 0 1
Dulcera 0 1 1
Escolo ? 1 0 1
Escolera ? 0 1 1
Estanquero 1 0 1
Estudiante 1 0 1
Hacendado 49 52 101
Herrero 1 0 1
Hilandera 0 32 32
Invalido 1 0 1
Jornalero 115 1 116
Labrador 96 3 99
Lavandera 0 49 49
Maro ? 41 0 41
Molinero 1 0 1
Músico 3 0 3
No registra 583 855 1438
Panadero 1 20 21
Pescador 15 2 17
Piloto 0 1 1
Platero 2 0 2
Pordiosero 0 3 3
Pulpero 5 8 13
Recaudador 0 1 1
Sastre 20 0 20
Servicial 9 19 28
Traficante 1 0 1
Zapatero 18 0 18
Eclesiástico 4 0 4
Total 1030 1098 2128
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

231
Consignemos que durante la época colonial, las castas o calidades de
sus habitantes determinaba el lugar o grupo de pertenencia dentro de la
pirámide social colonial. Esta división se realizó desde principios del
pro- ceso colonizador, distinguiéndose muy gruesamente entre españoles,
indios y negros. Con el transcurso de los siglos, estas castas originales
dieron paso a una serie de hibridaciones y diferenciaciones internas. Así, a
comienzos del siglo XIX las castas existentes en Arica eran las siguientes:
Cholo, Mestizo, Mulato, Negro, Pardo, Cuarterón, Quinterón, Zambo y
Quintanilla. Según la información analizada, la composición cuantitativa
de las castas registradas era la siguiente:
Cuadro n° 4. Cifras según casta y sexo.

% del total de la % del total de la % del total de


Calidad Hombres Mujeres Total
calidad o casta calidad o casta la población

Cholo 71 51,1% 68 48,9% 139 6,5%


Español 85 47,8% 93 52,2% 178 8,3%
Indígena 117 60,0% 78 40,0% 195 9,1%
Mestizo 48 40,7% 70 59,3% 118 5,5%
Mulato 69 48,2% 74 51,8% 143 6,7%
Negro 191 52,3% 174 47,7% 365 17,1%
Pardo 9 32,1% 19 67,9% 28 1,3%
Quarteron 43 42,1% 59 57,9% 102 4,8%
Quinteron 1 12,5% 7 87,5% 8 0,4%
Sambo 393 46,6% 451 53.4% 844 39,6%
Quinta- nilla 4 50,0% 4 50,0% 8 0,4%
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

En el cuadro anterior se aprecia claramente el fenómeno del mestizaje


mencionado más arriba. En este contexto, es especialmente significativa
la cantidad de negros y personas de otras castas derivadas del mestizaje de
los grupos afro ascendientes, en comparación con el resto de la población.
Si se contabiliza conjuntamente a las castas pertenecientes a las categorías
de Mulato, Pardo, Cuarterón, Quinterón, Zambo y Quintanilla; en conjunto
representan a más de la mitad de la población (53,2%). El ejercicio se
vuelve más revelador si agrupamos a todas las castas que poseen algún
origen afro, pues la sumatoria evidencia un hecho altamente significativo:

232
en 1813 la ciudad de San Marcos de Arica poseía 1498 habitantes con
ascendencia africana, lo que representaba al 70% de su población total.
En este contexto, se destaca la presencia del grupo de zambos (mezcla de
negro con indígena) que representaba a la primera mayoría poblacional
con un 39,6%, seguido por los negros con un 17,1% de la población.
Si nos focalizamos en este segmento de la población y analizamos los datos
según el sexo, la información arrojada por el padrón de 1813 muestra que
las mujeres (788) superaban levemente a los hombres (710) en cantidad.
Además, las mujeres afrodescendientes representaban a un 71,8% del total
de mujeres de Arica, mientras que los hombres eran el 68,6% del total de
varones ariqueños.
Respecto al rango etario por castas de negros, al analizar el censo seña-
lado se destaca la gran cantidad de personas que se agrupaban en los
rangos de edad menores, entre los de 0 y 30 años, evidenciando la relativa
juventud de esta población. Mientras que, al pasar el grupo de 31 años de
edad en adelante, se percibe una baja ostensible, no superando en conjunto
a más del 30% de esta población aproximadamente, según el cuadro que
presentamos a continuación:
Cuadro n° 5. Cifras según grupo etario y sexo.
G. Etario. Hombres Mujeres Total

0a5 132 151 283


6 a 10 129 112 241
11 a 20 145 158 303
21 a 30 117 152 269
31 a 40 86 105 191
41 a 50 37 52 89
51 a 60 36 37 73
61 a 70 18 18 36
71 a 80 3 5 8
81 a 90 3 1 4
6
91 a 100 1 0 1
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

6 Edad máxima contemplada: 95 años.

233
Por otro lado, los datos sobre el estado civil del grupo analizado indican
que 1054 personas se encontraban solteras, mientras que 369 personas
estaban casadas. En estado de viudez sólo se registraron 75 personas.
Respecto a la población afrodescendiente, los solteros representaban
a un 74% del total de la población que no había contraído matrimonio
hasta 1813, mientras que los casados representaban a un 62,9% del total
de contrayentes matrimoniales de la ciudad. El detalle en cifras de estas
variables, desagregadas por sexo, en el Cuadro n° 6:

Cuadro n° 6. Cifras según estado civil.

Casados 182 Solteros 509 Viudos 19

Casadas 187 Solteras 545 Viudas 56

Total 369 Total 1054 Total 75

Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

Otro de los aspectos que aporta el censo de 1813, son las actividades de
carácter laboral que desarrollaba la población de origen afro en Arica.
Descartando a la gran cantidad de personas que no registraron la realización
de oficios (N.R.), la población activa restante registra actividades muy
diversas, destacándose especialmente las de jornalero (86 personas),
labrador (52 personas), lavandera (45) e hilanderas (31). Con todo, en
conjunto, estas actividades no superan el 9%, pues la mayoría de los datos
(72%) no están registrados.

234
Pese a esta limitante, esta estructuración da cuenta del tipo de actividad
económica desarrollada en Arica, siendo especialmente significativa la
relativa al sector agrícola. El detalle numérico de estas actividades, según
el sexo de las personas, se evidencia en el siguiente cuadro:

Cuadro n° 7. Cifras según oficio y sexo.


Oficio H M Total
Adobero 2 0 2
Albañil 3 0 3
Amasandera 0 3 3
Arriero 6 0 6
Barquero 4 0 4
Beata 0 1 1
Bodeguero 1 0 1
Cantor 4 0 4
Carpintero 12 1 13
Chichera 0 4 4
Comerciante 5 1 6
Comte. 1 0 1
Costurera 0 16 16
Dulcera 0 1 1
Escolera 0 1 1
Estanquero 1 0 1
Estudiante 1 0 1
Hacendado 6 14 20
Herrero 1 0 1
Hilandera 0 31 31
Invalido 1 0 1
Jornalero 85 1 86
Labrador 51 1 52
Lavandera 0 45 45
Mar.o?? 29 0 29
Músico 3 0 3
No registra 454 632 1086
Panadero 1 19 20
Pescador 8 0 8
Pordiosero 0 3 3
Pulpero 2 6 8
Recaudador 0 1 1
Sastre 14 0 -
Servicial 2 7 -
Zapatero 13 0 -
Total 710 788 1498
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

235
También existen antecedentes sobre la posesión de esclavos, uno de los
fenómenos sociopolíticos clave que permite comprender el desarrollo de
gran parte de la actividad económica de la época. Recordemos que una
parte considerable de la población de origen afro estaba bajo el régimen
de la esclavitud, debiendo realizar las labores y servicios que sus amos le
encomendaban (ver cuadro n° 8).
Cuadro n° 8 . Propietarios de los Esclavos.

Calidad de Esclavos
Cantidad
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad
de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu

1. Felipe
M C Español Hacendado 61 19 16 2 1 -
Portocarrero

2. Maria Claudia
F V Español Hacendado 30 2 1 1 - -
Gonsalez

3. José Calderon M V Español n.r. 49 2 - 2 - -

4. Josefa Obiedo
F V Español Hacendado 55 4 - 3 - 1
y Ximenes

5. Maria Antonia
F S Español Costurera 50 1 - 1 - -
Baixo

6. Maria del
F S Español n.r. 31 3 3 - - -
Rosario Osorio

7. Fermina
F S Español Hacendado 48 2 2 - - -
Henrriquez

8. Justo
M C Español Hacendado 47 6 2 4 - -
Portocarrero

9. Josefa Ferrer F V Español Comerciante 37 3 1 2 - -

10. José Maria


M C Español Comerciante 26 4 4 - - -
Ferrer

236
Calidad de Esclavos
Cantidad
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad
de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu

11. Marselina
F S Español Costurera 45 2 2 - - -
Oviedo

12. Diego
Fernandes M V Español Hacendado 50 14 1 13 - -
Davila

13. Manuela
F V Español Comerciante 32 1 - 1 - -
Osorio

14. Anselmo
M S Español Hacendado 25 5 - 5 - -
Vargas

15. Josefa
F V Español Hacendado 54 11 10 1 - -
Obiedo y Rios

16. Maria
F S Español Costurera 14 1 - 1 - -
Carmen Guerta

17. Tomasa
F V Español Hacendado 37 7 3 4 - -
Albarracin

18. Teodoro
Gonzales M C Español Hacendado 37 14 14 - - -
Cadenas

19. Narcisco
M S Español Hacendado 23 7 7 - - -
Albarracín

20. Martina
F V Español Hacendado 45 2 2 - - -
Obiedo

21. María
F S Español Hacendado 25 2 2 - - -
Michaela Arias

22. Justo Vargas M C Español Labrador 35 1 1 - - -

23. Juan Sosa M C Español Hacendado 25 2 1 1 - -

24. Matias
M C Español Hacendado 56 5 5 - - -
Baluarte

237
Calidad de Esclavos
Cantidad
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad
de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu

25. Lucia
F V Español Hacendado 48 1 1 - - -
Carrasco

26. José
M S Español Hacendado 22 4 1 3 - -
Carrasco

27. Juana
F C Español Hacendado 24 8 2 6 - -
Baluarte

28. Teresa
F V Español Hacendado 45 11 8 3 - -
Albarracín

29. José
M V Español Hacendado 50 4 4 - - -
Ysaguirre

30. Antonio Diez M C Español Comerciante 50 3 1 2 - -

31. Jose Vicente


M C Español Hacendado 47 9 4 5 - -
Galbes

32. Sebastian
M C Indígena Barquero 35 2 - 2 - -
Cadenas

33. José Vildoso M V Indígena Labrador 50 4 1 3 - -

34. Gregoria
F C Indígena n.r. 30 5 3 2 - -
Corbera

35. Francisca
F C Mestizo Hacendado 40 1 1 - - -
Sosa

36. Pedro Pablo


M C Mestizo Labrador 40 1 1 - - -
Coria

Total de esclavos 173 104 67 1 1

Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).

238
Como se ha podido constatar, la mayoría de los propietarios de esclavos
eran de origen español y trabajaban especialmente como hacendados,
aunque también se contabiliza a 3 indígenas y 2 mestizos, quienes al
parecer con cierto prestigio local y con bienes aquilatados en labores
productivos y/o el comercio poseían entre sus bienes algunos esclavos. Del
mismo modo, esto describe el rol que jugaron los indígenas, hacendados
y los esclavos en el desarrollo de la actividad agrícola de la ciudad y sus
valles vecinos. Según las cifras, se destaca especialmente la presencia de
la casta de Negros, aportando con la primera mayoría de esclavos, seguida
por la casta de Zambos, mientras que el resto de castas afrodescendientes
presenta cifras casi nulas.
El Censo de 1846
A mediados de 1846 se realizó un nuevo registro de la población. Según
las fuentes históricas, para entonces residían en Arica 3.064 personas7.
Esta cantidad resulta ser bastante significativa si consideramos que se
trataba de una ciudad periférica la Colonia y la república peruana. Para
analizar el detalle del mencionado registro censal, podemos señalar que,
desagregando por sexo, la relación entre hombres y mujeres era casi del
50%. Las cifras y los detalles demográficos en el Cuadro n° 9.
Cuadro n° 9. Cifras según sexo
Hombres Mujeres Total

1.571 1.493 3.064


51% 49% 100%
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

Los datos nos muestran la diversidad étnica y racial que caracterizaba a


Arica. Esto se visualiza claramente en la nomenclatura utilizada por el
gobierno para clasificar a los habitantes de estas tierras, expresión de
la estructura y organización social de la población. Uno de los aspectos
más importantes para el análisis, es la presencia de una serie de sub
clasificaciones utilizadas para registrar a la población afrodescendiente:
grupos tipificados como pertenecientes a la raza cuarterona, morena,
mulata, mulatilla, negra, parda y zamba. En conjunto, esta población
alcanzaba el 50% de la población total, con un total de 1543 personas, que
desagregadas por sexo correspondían a 749 hombres y 794 mujeres.

7 Durante las actividades de pesquisa documental, logramos identificar en el Archivo Departamental


de Tacna (ADT), un censo practicado en la ciudad de Arica y los valles adyacentes. Después de un
procedimiento de registro, digitalización y sistematización, se procedió a catalogar y etiquetar en
software de base de datos para Ciencias Sociales.

239
El detalle de la cantidad numérica y la proporción porcentual de todos los
grupos respecto al total de la población censada en 1846, se expresa en el
Cuadro n° 10:
Cuadro n° 10. Cifras según condición racial y sexo.

Raza Hombres Mujeres Total Porcentaje

Canaca 1 - 1 0%
Chino 1 - 1 0,5%
Cholo 200 157 357 12%
Cuarterona 7 10 17 0%
Española 256 237 493 16%
Indígena 326 260 586 19%
Mestiza 38 45 83 3%
Morena 47 41 88 3%
Mulata 474 544 1.018 33%
Mulatilla 44 46 90 3%
Negra 38 44 82 3%
Parda 140 107 247 8%
Zambo 0 1 1 0%
Total 1.571 1.493 3.064 100%
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

Dentro de la población afrodescendiente, el grupo que tenía mayor


presencia era el que correspondía a los mulatos: alcanzaba el 33% de
la población total de Arica, siendo mayor el porcentaje de mujeres que
de hombres. En este contexto, debemos mencionar que la población
afrodescendiente era seguida por los indígenas, que casi equiparaban a la
población española blanca de Arica de 1846.
Uno de los datos más relevantes que permite caracterizar la estructura de
la población afrodescendiente está referido a sus ocupaciones laborales.
Sin embargo, pese a la certeza que se tuvo a la hora de cuantificarla, la
mayoría de ellos (alrededor del 90%) aparecen sin datos respecto a esta
variable, como se detalla a continuación:

240
Cuadro n° 11. Condición y sexo de población afrodescendiente.

Condición Hombres Mujeres Total

Cojo 1 - 1
Domestica(o) 24 28 52
Esclavos 16 22 38
Jornalero 1 - 1
Labrador 2 - 2
Liberto 15 20 35
Pupilo 8 12 20
Sin dato 683 711 1.394
Total 750 793 1543
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

Esta ausencia de datos también se ve reflejada en el análisis específico de


las profesiones u oficios que ejercían los afrodescendientes. No obstante,
el registro permite considerar el tipo de profesiones y oficios que el censo
consideraba hacia 1843 en Arica, destacándose especialmente la cantidad
de personas de origen afro que trabajaban como jornaleros y labradores,
como se describe en el Cuadro n° 12.
Esto no sólo evidencia la importancia que poseían las actividades agrícolas
en la ciudad de Arica y sus valles, sino también la posición de esta población
dentro de la jerarquía sociolaboral de la época. Por su parte, la presencia
de afrodescendientes pulperos evidencia su adaptación a actividades
asociadas al expendio de productos más específicos y elaborados. Por
último, destaca la baja cantidad de población femenina registrada, pese
a que poseen una distribución bastante similar a los hombres en cuanto a
cifras totales.

241
Cuadro n° 12. Profesión y sexo de población afrodescendiente.
Profesión Hombres Mujeres Total

Adobero 1 - 1
Agricultor 5 - 5
Albañil 8 - 8
Amasandera - 1 1
Arriero 3 - 3
Cargador 13 - 13
Carnicero 2 1 3
Carpintero 12 1 13
Comerciante 5 - 5
Cocinero 4 - 4
Costurero - 5 5
Doméstico 2 1 3
Empleado 1 - 1
Herrero 1 - 1
Jornalero 106 - 106
Labrador 68 8 76
Lampero 1 - 1
Lavandero 1 2 3
Marino 10 - 10
Matriculado 2 - 2
Músico 1 - 1
Pastor 3 - 3
Pescador 2 - 2
Posto Adu 1 - 1
Pulpero 11 6 17
Sastre 6 1 7
Sin dato 464 767 1.231
Sirviente 1 - 1
Zapatero 16 - 16
Total 750 793 1543
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

242
A partir del censo realizado 1846, se puede tener acceso a información
sobre la ubicación de la población en las distintas localidades de la
zona: Arica, Aguatalla (Linderos, Lluta), Tambo Huanta (Lluta) y Valle
de Azapa; desagregada además por subcategorías raciales y sexo de la
población. Los detalles de esta información se expresan en los cuadros
siguientes:
Cuadro n° 13. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total

Canaca 1 - 1
Chino - - -
Cholo 93 66 159
Cuarterona 7 10 17
Española 213 209 422
Indígena 141 124 265
Mestiza 35 42 77
Arica
Morena 12 16 28
Mulata 371 443 814
Mulatilla 44 46 90
Negra 30 39 69
Parda 23 20 43
Zambo - - -
Total 970 1.015 1.985
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

243
Cuadro n° 14. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total

Canaca - - -
Chino - - -
Cholo - - -
Cuarterona - - -
Española - - -
Indígena 67 39 106
Aguatalla (Linderos, Mestiza 1 - 1
Lluta)
Morena 1 1 2
Mulata 5 3 8
Mulatilla - - -
Negra 7 5 12
Parda - - -
Zambo - - -
Total 81 48 129
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

Cuadro n° 15. Cifras según localidad, raza y sexo.


Localidad Raza Hombres Mujeres Total

Canaca - - -
Chino - - -
Cholo 64 61 125
Cuarterona - - -
Española 6 3 9
Indígena 76 70 146
Mestiza 2 3 5
Tambo Huanta (Lluta)
Morena - - -
Mulata 12 7 19
Mulatilla - - -
Negra - - -
Parda 2 - 2
Zambo - 1 1
Total 162 145 307
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

244
Cuadro n° 16. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total

Canaca - - -
Chino - 1 1
Cholo 43 30 73
Cuarterona - - -
Española 37 25 62
Indígena 42 27 69
Mestiza - - -
Valle de Azapa
Morena 34 24 58
Mulata 85 92 177
Mulatilla - - -
Negra 1 - 1
Parda 115 87 202
Zambo - - -
Total 357 286 643
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).

En primer lugar, casi el 65% de la población (1985 personas) se


encontraba residiendo en la localidad de Arica, mientras que la localidad
me- nos poblada dentro de las registradas correspondía a Aguatalla (sector
Linderos en el valle de Lluta): su población (129 personas) no superaba
al 5% del total (129 personas). Agreguemos que, tanto las localidades del
valle de Azapa y Tambo Huanta (Lluta), poseían un número considerable
de personas viviendo en sus tierras.
En segundo lugar, este comportamiento general de la población hacia
el año 1843 permite evidenciar un hecho bastante relevante en términos
analíticos, a decir, que más del 68% de la población afrodescendiente
(1061 personas) se encontraba radicada en la ciudad de Arica. Esto quiere
decir que no sólo había más afrodescendientes en la localidad más poblada
de la zona, sino que además su presencia era relativamente mayor en la
estructura poblacional.

245
Tanto en Aguatalla como Tambo Huanta, la presencia de afrodescendientes
es bastante baja, alrededor de la veintena de personas en cada una de
estos asentamientos. No obstante, su presencia es mayor en el valle de
Azapa, pues en conjunto, las 438 personas que pueden ser agrupadas
bajo la categoría de afrodescendientes, superaban el 68% del total de la
población, evidenciando que eran la mayoría poblacional de la localidad.
Esta información permite matizar la tradicional afirmación de que gran
parte de los afrodescendientes residían principalmente en el valle de Azapa,
donde se ocupaban primordialmente de actividades agrícolas, pues si bien
su presencia en esta zona es importante en términos absolutos y relativos,
la mayoría de los afrodescendientes residía como se ha constatado en la
ciudad de Arica.
El Censo de 1871
En el año 1871 se realizó nuevamente un censo de la población de la
provincia de Arica, lo que nos ha permitido obtener información sobre
la composición y estructura de la sociedad regional. Aunque un censo
anterior, con características modernas ya había sido realizado in extenso
en todo el territorio de Tacna y Arica en 1866, tal como lo hemos
registrado en investigaciones censales anteriores (Ruz et. al., 2008), se ha
considerado para efectos de este estudio utilizar otro padrón realizado años
más tarde, y anterior al de 1876, que fue determinante para la evaluación
de los componentes demográficos de Arica y Tarapacá antes de la guerra
del Pacífico (Galdames et. al., 2008). Nos referimos al censo de 1871,
instrumento que recopiló no solo in- formación del puerto y los valles
bajos ariqueños, sino que también fue censada toda la población de sierra,
los valles altoandinos y el altiplano de la zona.
Dos atributos significativos poseen este empadronamiento: el primero,
pese a que había avanzado el siglo, con políticas económicas y sociales que
buscaban la participación de todos los segmentos de la población peruana
(incluidos indígenas y negros), el registro aplicado en el área de Arica
mantuvo los patrones coloniales a la hora de identificar y caracterizar a los
ciudadanos, reproduciendo la antigua matriz de castas tradicionales (indios,
blancos, negros). No sabemos por qué fueron reutilizadas estas categorías,
ya que el censo de 1866 solo consignaba a ciudadanos en igualdad de
condiciones sociales según la mentalidad política liberal de aquella época.
Lo segundo, es que el censo de 1871, custodiado en el Archivo Histórico
Vicente Dagnino (AHVD) de la Universidad de Tarapacá, fue el mismo
material con el cual trabajó Alfredo Wormald durante la segunda mitad

246
del siglo XX para estudiar a los mestizos en Arica y esgrimir una serie
de hipótesis que han nutrido las crónicas relativas a la presencia negra
en Arica. Por lo anterior, y considerando que para 1871 están presente el
detalle de las castas, hemos reevaluado los aportes de Wormald y tabulado
toda la información censal, buscando problematizar algunas conjeturas
que circulan aun entre los informes periodísticos regionales, analizando
el censo in comento.
De acuerdo al material demográfico de 1846, los datos evidencian que
la cantidad de personas aumentó considerablemente en menos de treinta
años: la población total presente en la provincia de Arica en 1871 era
de 7835 personas. Dentro de este contexto, la distribución según sexo
de la población era bastante simétrica, siguiendo el patrón de décadas
anteriores. Se contabilizaron 4036 hombres, lo que corresponde al 51.6%
de la población, y 3789 mujeres, correspondientes al 48,4% restante
(Cuadro n° 17):
Cuadro n° 17. Población total según sexo.
Categoría Nº de Individuos Porcentaje

Población Masculina 4.046 51,6%


Población Femenina 3.789 48,4%
Población Total 7.835 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

El censo de 1871 ofrecía como categoría clasificatoria las siguientes


“condiciones raciales” de los habitantes: blancos, mestizos, indios y
negros (Cuadro n° 17). Si analizamos la estructura de la población según
estas categorizaciones coloniales, se destaca la alta presencia de población
indígena: es el grupo mayoritario alcanzando un 52% de la población total
(4090 personas), seguido por la población catalogada como negra, la cual
alcanzaba el 19% de la población (1459 personas). En este escenario, la
población blanca era el grupo minoritario, alcanzando apenas el 13% de
la población total:

247
Cuadro n° 18. Población total según condición racial.
Condición N° de individuos Porcentaje

Blancos 1.031 13%


Mestizos 1.255 16%
Indios 4.090 52%
Negros 1.459 19%
Total 7.835 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

La distribución de la población general según condición racial y sexo,


muestra que a nivel general no existen diferencias significativas entre
sexos. A partir de los Cuadros n° 18 y n° 19, podemos distinguir que,
dentro de la población negra, la distribución según sexo era bastante
similar al que presentaba la población general, siendo conformada por un
49% de hombres y un 51% de mujeres.

Cuadro n° 19. Población masculina según condición racial.


Condición Cantidad Expresado en Porcentaje

Blancos 558 14%


Mestizos 610 15%
Indios 2.169 54%
Negros 709 17%
Total 4046 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 20. Población femenina según condición racial.


Condición Cantidad Expresado en Porcentaje

Blancas 473 12%


Mestizas 645 17%
Indias 1.921 51%
Negras 750 20%
Total 3.789 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

248
En términos de la estructura etaria, se trata de una población relativamente
joven, donde el promedio de edad oscila entre los 22 y los 25 años, cifras
relacionadas especialmente con la esperanza de vida propia de la época
colonial. La población negra posee un comportamiento similar a la
población blanca, con un promedio de edad levemente menor, aunque la
diferencia no es estadísticamente significativa.
Cuadro n° 21. Población según condición racial, sexo y edad.
Varones Mujeres
Condición Media (años)
(años) (años)
Blancos 26,85 24,37 25,72
Mestizos 22,70 21,64 22,16
Indios 24,35 25,48 24,88
Negros 25,24 25,96 25,61
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Los datos censales informan la distribución de la población negra dentro


de la provincia. La información muestra que la tendencia de ubicación
espacial de los afrodescendientes presentada en el registro de población
anterior, en cierta medida se mantiene, pues el 60% de esta población se
ubica o vive en la ciudad de Arica, mientras que el 40% restante reside
en los valles de la misma provincia. Del mismo modo, se evidencia una
redistribución de la población negra en los valles, como se muestra a
continuación:
Cuadro n° 22. Población afrodescendiente según lugar de residencia y sexo.
Lugar Hombres Mujeres Total Porcentaje

Negros en Arica 378 492 870 60%


Negros en los Valles 331 258 589 40%
Total 709 750 1.459 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

El censo también nos informa acerca de la procedencia de la población


negra presente en la provincia de Arica, distribuida según sexo. Las cifras
evidencian que la inmensa mayoría de la población era de origen peruano,
mientras que la población de origen extranjera apenas bordeaba el 1%
de la población total de afrodescendientes, evidenciando la escasísima
población originaria de otros países presente en la provincia.

249
Cuadro n° 23. Población afrodescendiente según procedencia y sexo.
Categoría Peruanos Extranjeros

Hombres 699 48% 10 62%


Mujeres 744 52% 6 38%
Total 1.443 100% 16 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Los datos de 1871 nos permiten conocer también la procedencia de la


población general según localidad, condición racial y género. En este
contexto, el Cuadro n° 24 y el Cuadro n° 25 evidencian que el 83% de la
población residente en la ciudad de Arica era de origen peruano y sólo el
17% restante era de origen extranjero; mientras que en Azapa la población
de origen peruano alcanzaba el 97% de la población. En general, se aprecia
también que la población de origen peruano en todas las localidades de la
provincia superaba ampliamente el 70% de la población.
Si nos centramos concretamente en los datos que nos permiten caracterizar
a la ciudad de Arica, la información censal nos muestra que en total
habitaban 2769 personas la ciudad, manteniéndose la distribución por
sexos cercana al 50% para hombres y mujeres, con una media de edad de
la población de 25 años (Cuadro n° 26).

250
Cuadro n° 24. Población según localidad, género, procedencia y condición racial.
Género Procedencia Condición racial
Localidad
Hombres Mujeres Total Peruanos Extranjeros Blancos Mestizos Indígenas Negros
Arica 1.371 1.398 2.769 2.287 482 663 729 506 871
Azapa 310 280 590 570 20 71 66 63 390
Chaca 80 38 118 86 32 15 31 52 20
Codpa 425 425 850 679 141 82 155 609 4
Pachica 82 81 163 117 46 1 11 151 -
Esquiña 69 70 139 119 20 - - 119 -
Timar 63 62 125 113 12 - 3 122 -
Humagata 68 56 124 104 20 - 9 107 8
Livilcar 62 51 113 85 28 4 1 108 -
Tignamar 105 118 223 192 31 - - 223 -
Belén 114 111 225 192 33 1 6 218 -
Chapiquiña 56 68 124 102 22 1 - 123 -
Guallatire 47 59 106 101 5 - - 106 -
Putre 193 197 390 274 116 - 3 387 -
Socoroma 169 204 373 284 89 1 - 372 -
Parinacota 37 49 86 74 12 - - 86 -
Caquena 44 43 87 81 6 - - 87 -
Lluta 751 479 1.230 929 301 192 241 631 166

251
Totales 4.046 3.789 7.835 6.389 1.446 1.031 1.255 4.090 1.459
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Cuadro n° 25. Población según localidad, género, procedencia y condición racial (porcentajes).
Género Procedencia Condición racial
Localidad

252
Hombres Mujeres Peruanos Extranjeros Blancos Mestizos Indígenas Negros
Arica 50% 50% 83% 17% 24% 26% 18% 32%
Azapa 53% 47% 97% 3% 12% 11% 11% 66%
Chaca 68% 32% 73% 27% 13% 26% 44% 17%
Codpa 49% 51% 83% 17% 10% 18% 71,6% 0,4%
Pachica 51% 49% 72% 28% 0,6% 6,74% 92,6% -
Esquiña 50% 5% 86% 14% - - 100% -
Timar 50% 50% 90% 10% - 2,4% 97,6% -
Humagata 56% 44% 84% 16% - 7% 86% 7%
Livilcar 55% 45% 75% 25% 3% 1% 96% -
Tignamar 47% 53% 86% 14% - - 100% -
Belén 51% 49% 85% 15% 0,4% 2,26% 96,8% -
Chapiquiña 45% 55% 82% 18% 1% - 99% -
Guallatire 43% 57% 95% 5% - - 100% -
Putre 49% 51% 70% 30% - 0,5% 99,5% -
Socoroma 45% 55% 76% 24% 0,5% - 99,5% -
Parinacota 43% 57% 86% 14% - - 100% -
Caquena 49% 51% 93% 7% - - 100 % -
Lluta 61% 39% 76% 24% 16% 20% 51% 13%
Totales 51% 49% 82% 18% 13% 16% 52% 19%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Cuadro n° 26. Población de Arica según género y edad promedio.
Categoría Cantidad Porcentaje Edad promedio

Masculina 1.371 49,51% 25,01 años


Femenina 1.398 50,49% 24,06 años
Promedio general 2.769 100% 24,53 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Dentro de la población total de Arica, habitaban 871 individuos


considerado negros (Cuadro n° 24). Este grupo correspondía al 32% de
la población total de la ciudad de Arica, de los cuales 382 eran hombres
(44%) y 489 eran mujeres (56%), lo que evidencia el comportamiento
disímil de la población según sexo. En este punto es necesario hacer una
observación. Las cifras señaladas sobre la población afrodescendiente
sólo corresponden a las personas que estrictamente fueron catalogadas
“negros” según la categorización del censo, que distinguía gruesamente
entre blanco, indio, mestizo y negro, a diferencia de lo que ocurrió en los
censos anteriores.
Según Wormald, además de las 874 personas catalogadas como “negros”
(su cifra es mayor que la que nos entrega el censo), habría 728 personas
que catalogó como “mestizos de negros”, lo que haría engrosar la cifra
de afrodescendientes totales presentes en Arica, alcanzando la suma de
1602 personas, equivalente al 57,9% de la población (Wormald, 1966,
p. 171). No obstante, Wormald categorizó como “mestizos de negros” a
la totalidad de personas que en el registro censal figuraban simplemente
como “mestizos”, mientras que catalogó de manera conjunta como “indios
y mestizos de indios” a la población catalogada como “indios” en el censo.
Este criterio de clasificación lo utilizó para todas las localidades de la
provincia (Arica y sus valles).
Es muy probable que muchas de las personas que fueron catalogadas
como “mestizas” en realidad tenían alguna ascendencia afrodescendiente,
quedando enmascarada bajo esta etiqueta la presencia total real de
afros, lo que explicaría en cierta forma el descenso relativo general de
afrodescendiente respecto al censo de 1846. La suposición de Wormald es
cuestionable, pues nada permite afirmar que la totalidad de los mestizos
que figuraban en el censo en realidad eran de origen afrodescendientes, de
ahí que sus cifras probablemente hayan sobre representado a la población
de origen afro.

253
Teniendo esto en consideración, debemos advertir entonces que nuestras
cifras poseen esta limitante, a decir, que la caracterización sociodemográfica
que realizamos de la población afrodescendiente para 1871, en realidad
está basada exclusivamente en los datos que poseemos sobre la población
que solo fue catalogada como “negros” en toda la provincia de Arica.
Una de las variables clave que permite comprender su organización resulta
ser la actividad laboral o productiva que poseían los diversos grupos según
su condición racial. En los siguientes cuadros se evidencia de manera
detallada esta información desagregada por género.
De acuerdo a la información contenida en los cuadros, los hombres,
independiente de su condición racial, se ocupaban en actividades que
pertenecían al sector terciario o de prestación de servicios dentro de la
economía de la época, sobrepasando al 45% de la población masculina.
En este contexto, los hombres blancos eran quienes en términos absolutos
más se dedicaban a este sector económico (194 personas), seguido de los
hombres indígenas (178 personas). Asimismo, el mayor porcentaje de
hombres dedicados a este sector dentro de cada casta correspondía a la
población indígena, pues el 60% de sus hombres se desempeñaban en este
ámbito.

254
Cuadro n° 27. Población masculina de Arica según condición racial y actividad.
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general
Primera Secundaria Terciaria Inactivo
Blancos 14 35 194 208 - 93 356
Mestiza 21 66 116 20 - 118 341
Indios 12 59 178 3 - 45 297
Negros 28 69 131 12 - 137 377
Total 75 229 619 55 - 393 1.371
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 28. Población masculina de Arica según condición racial y actividad (porcentajes).
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general
Primera Secundaria Terciaria9 Inactivo
Blancos 4% 10% 55% 5% - 26% 100%
Mestiza 6% 19% 34% 6% - 35% 100%
Indios 4% 20% 60% 1% - 15% 100%
Negros 8% 18% 35% 3% - 36% 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

8 Preferentemente estudiantes para todas las castas.

255
9 Existe una similitud aparente en el resultado de hombres blancos e indígenas. Sin embargo, la diferencia está en que el trabajo realizado en la categoría terciaria
por la “casta indígena” correspondía al trabajo servil, mientras que la categoría de hombre blancos está representada mayoritariamente por trabajos de comercio,
administración y profesionales libres.
La población negra se ubicaba en términos absolutos (131 personas) y en
términos relativos (35% de sus hombres) en la tercera posición dentro del
escalafón de los servicios. Sin embargo, es necesario destacar que, dentro
de la población considerada negra, una cantidad altísima de personas (137
hombres, un 36% del total de la casta), aparece sin datos relativos a esta
variable, de manera que las cifras totales podrían ser aún mayores. Sobre
todo, considerando la importancia que poseía el desarrollo del trabajo
servil dentro del grupo de los afrodescendientes.
De manera similar, la mayoría de la población femenina, independiente de
su condición racial, realizaba actividades terciarias, es decir, desarrollaba
algún tipo de labor de prestación de servicios (Cuadro n° 29 y n° 30). En
este contexto, las mujeres negras alcanzaban a un 29% dedicados a estas
labores. Por su parte, las mujeres blancas eran, evidentemente, quienes en
menor medida realizaban estas actividades.
La desagregación de estas actividades nos permite considerar el tipo
de ocupaciones que realizaba la población en general, apreciando
dónde se concentraban las labores de la mayor cantidad de población
afrodescendiente; pese a que en más de la mitad de los casos no se posea
información al respecto, como lo evidencia el Cuadro n° 30.
En términos generales, la actividad que más destaca dentro de este abanico
de ocupaciones, corresponde a la lavandería ejercida por las mujeres
negras, pues de un total de 489 mujeres, 105 figuran realizando esta
actividad, es decir, casi el 22% de la población negra femenina, siendo
seguida bastante de lejos por la ocupación de costurera. En el caso de los
hombres, destaca la cantidad de personas dedicadas a las actividades de
cargador (41 personas), jornalero (38 personas), lanchero (22 personas)
y labrador (20 personas), entre otras; lo que entrega información sobre el
ámbito económico en el cual se desarrollaban en la ciudad de Arica.

256
Cuadro n° 29. Población femenina de Arica según condición racial y actividad.
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general
Primera Secundaria Terciaria Inactivo
Blancas - 2810 12 - - 267 307
Mestizas - 45 49 4 - 290 388
Indias - 21 74 - - 114 209
Negras - 39 144 - - 311 494
Total - 133 279 4 - 982 1.398
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 30. Población femenina de Arica según condición racial y actividad (porcentajes).
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general
Primera Secundaria Terciaria11 Inactivo
Blancas - 9% 4% . . 87% 100%
Mestizas - 11% 13% 1% - 75% 100%
Indias - 10% 35%12 - - 55% 100%
Negras - 8% 29% - - 63% 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

10 Todas son costureras, aunque esto no representa que estas mujeres laboren o posean una pequeña manufactura. Más bien es el resultado del tipo de educación
femenina recibida durante la época, donde a las mujeres se les enseñaban, además de leer, labores de hogar, entre ellas la costura.
11 Existe una similitud aparente en el resultado de hombre blancos e indígenas. Sin embargo, la diferencia notoria está en que el trabajo realizado en la categoría

257
terciaria de la “casta indígena” corresponde al trabajo servil, mientras que la categoría de hombres blancos, está representada mayoritariamente por trabajos de
comercio, administración y profesionales libres.
12 Mayoritariamente de tipo servil (domésticas, lavanderas, etc.).
Cuadro n° 31. Población afrodescendiente de Arica según ocupación y sexo.
Ocupación Hombres Mujeres Total
Adobero 6 - 6
Agricultor 1 - 1
Aguador 1 - 1
Albañil 16 - 16
Borriguero 1 - 1
Calderero 1 - 1
Camalero 1 - 1
Capitán de Puerto 1 - 1
Cargador 41 - 41
Carpintero 10 - 10
Carretero 7 - 7
Cocinero (a) 2 8 10
Colchonero 2 - 2
Comerciante 4 4 8
Costurero (a) - 26 26
Dependiente 1 - 1
Doméstico (a) 9 15 24
Empleado 3 - 3
Escolástico 6 - 6
Fletero 2 - 2
Frutera - 16 16
Herrero 4 - 4
Jornalero 38 - 38
Lavandera - 105 105
Labrador 20 - 20
Lanchero 22 - 22
Matriculado 6 - 6
Panadero 6 - 6
Pescador 7 - 7
Plasera? - 4 4
Pulpero 1 - 1
Sacristán 1 - 1
Sastre 7 - 7
Cigarrero 2 - 2
Sin dato 137 311 448
Sombrerero 1 - 1
Tonelero 1 - 1
Zapatero 14 - 14
TOTAL 382 489 871
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

258
Si bien en aquella época se mantuvo la mayor presencia de afrodescen-
dientes en la ciudad de Arica, su distribución geográfica en la localidad
presentaba patrones bastante claros de ubicación. Según el Cuadro n° 32,
que considera las casas (incluidas las direcciones de las calles y numeración
utilizada aquel año en Arica), la concentración de afros se ubicaba en el
sector denominado “Del Hospital”, con un total de 216 personas, cercano
al 14,7% de la población. Dentro de este grupo, destacaba especialmente
la población femenina, pues 128 personas eran mujeres (casi un 60%),
mientras que las 88 personas restantes eran hombres (alrededor del 40%).
En orden de importancia cuantitativa, Del Hospital era seguido por los
sectores Dos de Mayo (147 personas), Alameda (120 personas) y La Cal
(98 personas), los que en conjunto concentraban al 66,7% del total de
negros en Arica. Por otro lado, los sectores de La Recoba (sic), Plaza
Matriz, Chinchorro y Moquegua, muestran una presencia casi nula de
población afrodescendiente, no superando las 6 personas en conjunto. El
detalle de las ubicaciones según sectores y sexos se visualiza en el Cuadro
n° 32, mientras que la distribución espacial de esta población en el mapa
de la ciudad de Arica (figura n°1).
Cuadro n° 32. Ubicación espacial de la población negra en Arica.
Sector Hombres Mujeres Total
2ª del Morro 6 10 16
Alameda 57 63 120
Chimba 12 7 19
Chinchorro 2 2
De la Aduana 3 4 7
Del Hospital 88 128 216
Del Morro 31 27 58
Del Pozo 23 22 45
Dos de Mayo 55 92 147
Faldas de Morro 12 11 23
La Cal 39 59 98
La Merced 1 4 5
La Recoba 1 - 1
Matriz 4 4 8
Moquegua - 2 2
Plaza Matriz 1 - 1
San Francisco 28 40 68
San Marcos 15 20 35
Total 378 493 871
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

259
Los afroariqueños se concentraron en el puerto, y no necesariamente en el
sector de la Chimba como tradicionalmente suele señalarse, siendo estas
áreas destinadas a la producción de huertos agrícolas para la venta diaria
en las ferias y mercados locales, con la presencia de pequeños ranchos
o estancias, y no necesariamente en asentamientos que concentrara a la
población negra, la cual, como lo evidencian los antecedentes históricos,
residía en los barrios del puerto ariqueño.

Figura n° 1. Distribución espacial de la población afrodescendiente en la ciudad de Arica

Nota: Hemos utilizado el plano de Arica de 1902 porque ofrece un panorama general de
las calles y manzanas de Arica, permitiendo gratifcar con fines explicativos los registros
documentales.

260
También existían habitantes de origen africano que permanecían en los
valles de la zona. En el siguiente cuadro se identifica a un 11% de la
población afro residiendo en los valles.
Cuadro n° 33. Población afrodescendiente en Arica y sus valles.
% Población Negra del total
Lugar Población negra Población total
de población
Ciudad de Arica 870 2.770 31,4%
Valles de la Provincia 589 5.065 11,6%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Como se detalla, la distribución de la población de origen afro era bas-


tante desigual en los valles, como detallaremos a continuación. En el valle
de Azapa habitaban 590 personas, con una distribución bastante similar
según sexo (53% de hombres y 47% de mujeres), y con una media de edad
que se comportaba como la población general de la provincia.
Cuadro n° 34. Población del Valle de Azapa según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad

Hombres 312 53% 24,48 años


Mujeres 278 47% 24,74 años
Total 590 100% 24,60 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

En el valle de Azapa se contabilizó la existencia de 390 catalogados


como “negros”. Esta cifra es significativa, pues correspondía el 66% de
la población total del lugar. Además, es la cifra absoluta y proporcional
más elevada de los valles de Arica. De ellos 209 eran varones y 181 eran
mujeres.
En el Cuadro n° 35, se detalla la composición racial de la población, según
la localidad especifica del valle y el género. Al respecto, es relevante
señalar que la localidad de Pago de Azapa Grande concentraba a la mayor
cantidad de población negra (249 personas), superando al 42% de la
población total negra en el valle, seguido por las localidades de Riberas
y Pago de las Ánimas. Por su parte, las localidades de San Lorenzo y
Buen Retiro eran las que poseían menor cantidad de población negra,
representando apenas al 3,9% de la población negra del valle.
Si consideramos la actividad realizada según la condición racial y el sexo
de la población (Cuadro n° 36), distinguimos que la mayoría de población
negra masculina se ocupaba de actividades primarias (32% de la población

261
negra), lo que está en concordancia con el tipo de labores agrícolas que
se desarrollaban en esta zona; seguido de las actividades terciarias o de
servicio (20% de la población negra). Esta distribución es similar a la que
presenta el grupo indígena en la zona y contrasta abrup- tamente con el tipo
de actividades desarrollada mayoritariamente por lo blancos (primaria).
Los datos para el caso de las mujeres son bastante escasos, lo que no
permite establecer un cuadro comparativo significativo como en el caso
masculino.
Por otra parte, dentro de las principales ocupaciones que desempañaba
la población negra se encontraban las de agricultor y jornalero, mientras
que en menor medida se desempeñaban en como labradores o en acti-
vidades domésticas (Cuadro n° 38). Dada la escasez de datos al respecto
(especialmente para el caso de las mujeres), en el registro del censo el
conjunto de estas actividades no cubría más del 32% de la población.

262
Cuadro n° 35. Población del valle de Azapa según localidades y condición étnica.
Blancos Mestizos Indígenas Negros
Localidades Total
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Pago de Buena
3 2 3 2 5 1 14 11 41
Vista
Pago de Las
6 3 9 12 3 1 42 35 111
Animas
Pago de Azapa
16 29 6 9 21 10 87 71 249
Grande
San Lorenzo - - - 1 5 4 1 - 11
Buen Retiro 1 - - - - - 3 8 12
Riberas 8 3 9 15 7 6 62 56 166
Total 34 37 27 39 41 22 209 181 590
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

263
Cuadro n° 36. Población masculina del Valle de Azapa según condición racial y actividad.
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general

264
Primaria Secundaria Terciaria Inactivo

Blancos 22 - 2 - - 10 34
Mestiza 9 - 7 - - 12 28
Indios 6 1 22 - - 12 41
Negros 66 4 42 - - 97 209
Total 103 5 73 - - 131 312
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 37. Población masculina del Valle de Azapa según condición racial y actividad (porcentajes).
Actividad
Condición racial Indet. Sin dato Total general
Primaria Secundaria Terciaria Inactivo

Blancos 65% - 6% - - 29% 100%


Mestiza 32% - 25% - - 43% 100%
Indios 15% 2% 54% - - 29% 100%
Negros 32% 2% 20% - - 46% 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Cuadro n° 38. Población afrodescendiente del Valle de Azapa según ocupación y sexo.

Profesión Hombres Mujeres Total


Agricultor 59 2 61
Albañil 1 - 1
Carpintero 2 - 2
Cigarrero 1 - 1
Cocinera - 1 1
Doméstico(a) 4 6 10
Jornalero 38 1 39
Labrador 7 - 7
Sin dato 97 171 268
Total 181 209 370
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

265
En el caso del Valle de Lluta, habitaban 1230 personas (Cuadro n°
39). Existía una distribución desigual según sexo, pues el 61,05%
de la población eran hombres, mientras que sólo el 38,95% restante
eran mujeres. No obstante, en términos generales, la media de edad se
comportaba de manera similar a la media de la población en general de la
provincia (alrededor de los 24 años).
Cuadro n° 39. Población del Valle de Lluta según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad

Hombres 751 61,05% 25,21 años


Mujeres 479 38,95 22,96 años
Total 1.230 100% 24,34 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

En el Valle de Lluta se contabilizó la existencia de 166 negros, siendo el


segundo valle con más presencia de afrodescendientes en la provincia.
Aun más, esta población sólo alcanzaba a ser el 13,4% de la población
total del lugar.
La distribución según sexo era desigual y similar al comportamiento
general de la población en el Valle de Lluta, pues casi el 60% de esta
población eran hombres (99 personas) y sólo el 40% restante eran
mujeres (67 personas). De la misma manera es pertinente señalar que las
localidades de Pago de Sascapa, Pago de Chuilona y Pago de Mollepampa,
concentraban a la mayor cantidad de población negra en el valle (103
personas), alcanzando al 62% de la población total negra en el valle;
seguido por las localidades de Pago de Poconchile y Chacalluta. Por su
parte, en las localidades de Pago de Sora y Pago de Bocanegra, no se
registró la existencia de población negra residente.

266
Cuadro n° 40. Población del Valle de Lluta según localidades, condición racial y sexo.
Blancos Mestizos Indígenas Negros
Localidades Total
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Pago de Sora - - - - 25 12 - - 37
Pago de
14 7 24 24 60 36 2 1 168
Churiña
Pago de
2 2 1 1 41 31 - - 78
Bocanegra
Pago de
14 16 32 20 35 16 4 2 139
Huanta
Pago de
12 12 4 6 20 9 4 7 74
Aguataya
Pago de
22 24 14 11 17 20 7 2 117
Lindero
Pago de
18 8 10 9 65 33 8 8 159
Poconchile
Pago de
9 3 25 19 68 25 18 8 175
Mollepampa
Pago de
7 5 15 14 65 28 26 24 184
Sascapa
Pago de
1 4 3 6 8 3 17 10 52
Chuilona
Chacalluta 8 4 3 - 10 4 13 5 47
Total 187 85 131 110 414 217 99 67 1.230

267
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Considerando la actividad realizada según la condición racial y el sexo
de la población en este valle, identificamos que un número importante
de población negra masculina se ocupaba de actividades terciarias (42%)
y primarias (31%). En este contexto, cabe destacar la importancia que
poseía en volumen la población indígena masculina, la cual se dedicaba
mayoritariamente a actividades de tipo terciario (52%) (Cuadro n° 41 y
Cuadro n° 42).
Cuadro n° 41. Población masculina del Valle de Lluta según condición racial y actividad.
Actividad
Condición Racial Indet. Sin Dato Total
Primaria Secundaria Terciaria Inactiva

Blancos 30 5 35 9 - 28 107
Mestiza 35 4 29 9 - 54 131
Indios 83 13 215 22 - 81 414
Negros 31 - 41 2 - 25 99
TOTAL 179 22 320 42 - 188 751
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 42. Población masculina del valle de Lluta según condición racial y actividad
(porcentajes).
Actividad
Condición Racial Indet. Sin Dato Total
Primaria Secundaria Terciaria Inactiva

Blancos 28% 5% 33% 8% - 26% 100%


Mestiza 27% 3% 22% 7% - 41% 100%
Indios 20% 3% 52% 5% - 20% 100%
Negros 31% - 42% 2% - 25% 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

En el caso de la población femenina, no existen los datos suficientes que


permitan describir el tipo de actividades que realizaban. La ausencia de
datos supera al 81% en cada una de las castas. Dentro de los datos que se
poseen, el 12% de las mujeres negras se dedica a actividades secundarias,
mientras que sólo un 7% se empleaba en actividades terciarias o de
servicios.

268
Dentro de las ocupaciones más desarrollaba por los esclavos en este valle,
se destacan en primer lugar las de agricultor (19%) y luego las de jornalero
(13%). Sin embargo, no es posible realizar una descripción más fidedigna
respecto a las ocupaciones efectivas de esta población, pues en más del
47% de los casos no se poseen datos al respecto.
Cuadro n° 43. Población afrodescendiente del Valle de Lluta según ocupación y sexo.
Ocupación Masculino Femenino Total

Agricultor 31 - 31
Arriero 3 - 3
Cocinera - 3 3
Costurera - 3 3
Domestico(a) 5 2 7
Escolástico 2 - 2
Jornalero 32 - 21
Lavandera - 3 3
Mayordomo 1 - 1
Panadera - 2 1
Sin Dato 25 54 79
Total 99 67 166
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

En el caso del Valle de Chaca, el Censo de 1871 señala que habitaban


118 personas en total. Se constata una distribución desigual de la pobla-
ción según género, pues el 68% de la población eran hombres y sólo el
32% restante eran mujeres, lo que le otorga una especial configuración
estructural a la población. La media etaria era bastante similar al resto de
la población, bordeando los 25 años de edad, aunque la mayoría de los
hombres eran menores de 14 años, mientras que en el caso de las mujeres
la composición era variada.
Cuadro n° 44. Población del valle de Chaca según sexo y edad promedio.

Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad

Hombres 80 68% 27,10 años


Mujeres 38 32% 22,37 años
Total 118 100% 25,58 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

269
Cuadro n° 45. Población del Valle Chaca según localidad, condición racial y sexo.
Blancos Mestizos Indígenas Negros
Localidades Total

270
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Vítor 5 - 1 - 2 3 - - 11
Socavón 1 - - - 2 - 7 4 14
Cadenas 1 1 1 - 9 2 - - 14
Cornejo - - 6 11 1 - 3 - 21

Hacienda Grande - - 4 4 7 2 4 1 22

Chaque 2 3 1 - 6 1 - - 13
Pintatani 2 - 3 - 11 6 1 - 23
Total 11 4 16 15 38 14 15 5 118
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Cuadro n° 46. Población del Valle de Chaca condición racial y actividad.


Actividad
Condición Racial Indet. Sin Dato Total
Primaria Secundaria Terciaria Inactiva
Blancos 5 3 2 - - 1 11
Mestiza 4 - 6 - - 6 16
Indios 3 - 31 - - 4 38
Negros - - 15 - - - 15
Total 12 3 54 - - 11 80
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En el Valle de Chaca sólo habitaban 20 negros (Cuadro n° 45), lo que
correspondía al 17% de la población total, siendo la mayoría de ellos
varones. Casi la totalidad de ellos se ubicaban en asentamientos como el
Socavón, Hacienda Grande y Cornejo; mientras que en Vítor, Chaque y
Pintatani no se registra la existencia de población negra. Se trataba de un
valle donde la mayoría de la población era indígena o mestiza.
Si consideramos la actividad realizada según la condición racial y el
sexo de la población, se evidencia que la totalidad de la población negra
masculina se ocupaba en actividades terciarias, es decir, prestaba algún
servicio dentro de la economía del lugar. Salvo en el caso de los blancos,
la mayoría de la población se dedicaba a este tipo de actividades en el
Valle de Chaca, como se observa en el Cuadro n° 46.
Por su parte, los datos para la población negra femenina son muy escasos
al respecto, sólo se registra la existencia de dos mujeres en el valle, una
de las cuales se dedicaba a labores secundarias y la otra a actividades
terciarias según el censo.
Cuadro n° 47. Población del valle de Chaca según condición racial y actividad (porcentajes).

Condición Actividad
Indet. Sin dato Total
Racial Primaria Secundaria Terciaria Inactiva

Blancos 46% 27% 18% - - 9% 100%


Mestiza 20% - 40% - - 40% 100%
Indios 8% - 82% - - 10% 100%
Negros - - 100% - - - 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

En términos generales, se puede verificar que el 50% de la población


negra del Valle de Chaca se dedicaba a la labor de jornalero, siendo el
resto de labores menores al respecto.

271
Cuadro n° 48. Afrodescendientes del valle de Chaca según ocupación y sexo.
Ocupación Masculino Femenino Total

Camayo 1 - 1
Cocinera - 1 1
Domestico 2 - 2
Jornalero 10 - 10
Lavandera - 1 1
Mayordomo 2 - 2
Sin Dato - 3 3
Total 15 5 20
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Par el caso de la cabecera del valle de Azapa, en el área de Humagata 124


personas conformaban el total de la población, con una distribución según
sexo levemente desigual: el 54,8% de la población eran hombres y un
45,2% restante eran mujeres. Además, la media etaria de la población era
menor en comparación con el resto de la población de la provincia, pues
oscilaba, en torno a los 21 años de edad.
Cuadro n° 49. Población de Humagata según sexo y edad promedio.

Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad

Hombres 68 54,8% 22,98 años


Mujeres 56 45,2% 20,42 años
Total 124 100% 21,84 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

La presencia de población afrodescendiente en Humagata era bastante


baja, pues en el censo de aquella época sólo se contabilizaron 8 negros,
correspondientes apenas al 7% de la población, 6 de los cuales eran
hombres y sólo eran 2 mujeres. Humagata era un lugar donde la población
era predominantemente indígena, superando el 86% de la población total
del lugar. Sólo en el Pueblo de Humagata (localidad donde se concentraba
la mayoría de la población de todas las castas), en Pago de Chilpe y en
Pago de Ausipar se registraron negros residentes; mientras que en las
localidades Pago de Canalane, Pago de Achaúyo y de Pago de Uriza no
se registró su presencia. En esta última localidad, los pocos residentes que
había eran indígenas.

272
Cuadro n° 50. Población de Humagata según localidad, condición racial y sexo.
Blancos Mestizos Indígenas Negros
Localidades Total
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Pago de Uriza - - - - 6 8 - - 14

Pago de
- - 2 1 8 8 - - 19
Canalane
Pago de
- - 2 - 7 5 - - 14
Achaúyo

Humagata - - 1 - 22 19 2 1 45

Pago de Chilpe - - - - 7 5 3 1 16

Pago de Ausipar - - 1 2 6 6 1 - 16

Total - - 6 3 56 51 6 2 124
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

273
Según los registros censales, este reducido grupo de población catalogada
como negra desarrolló las labores de jornalero (3 personas) y agricultor
(2 personas), siendo todo ellos varones. La ocupación de las 3 personas
restantes es desconocida.
Finalmente, debemos considerar a la población presente en el Valle de
Codpa, donde habitaban en total 850 personas, con una distribución según
sexo totalmente simétrica (50% hombres y 50% mujeres), y con una media
de edad cercana a los 25 años.

Cuadro n° 51. Población del Valle de Codpa según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad

Hombres 425 50% 23,91 años


Mujeres 425 50% 25,55 años
Total 850 100% 24,73 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

Una de las características más significativas de la población de Codpa de


aquella época era su estructuración por castas, donde se destaca el hecho
de que la inmensa mayoría poblacional era indígena (72%), distribuida
principalmente en las localidades de Huañacahua (sic), Alameda y Pago de
Chitita (Cuadro n° 51). Por contraparte, es el valle en donde se registra el
menor número de personas catalogadas como negras, alcanzando apenas
la cifra total de 4 personas (menos del 1% de la población total), de los
cuales 3 de ellos eran hombres y 1 era mujer. Según el registro de la época,
2 de ellos se dedicaban a la agricultura, 1 era jornalero y la mujer realizaba
labores domésticas.

274
Cuadro n° 52. Población del Valle de Codpa según localidad, condición racial y sexo.
Blancos Mestizos Indígenas Negros
Localidades Total
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Cachicoca - - - - 23 15 2 - 40
Pago de Ofrajía - 2 7 8 22 25 - - 64
Pago de Amasaca - - 28 20 25 32 1 - 106
Pueblo C. del 10 6 7 11 32 27 - - 93
C. de Sta. Rosa 7 8 1 1 3 3 - - 23
Plaza 1 3 1 - 2 3 - 1 11
Alameda 17 10 25 31 64 63 - - 210
Huañacahua 2 5 6 9 72 80 - - 174
Pago de Chitita 7 4 - - 60 58 - - 129
Total 44 38 75 80 303 306 3 1 850
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).

275
Observaciones Generales
En términos generales, los datos censales obtenidos sobre la población
de Arica durante el siglo XIX muestran la importancia que poseían los
afrodescendientes en la estructura social de la provincia, configurando de
manera particular el mapa sociocultural de la región.
Siguiendo los indicadores demográficos, el censo de 1813 describe que,
de un total de 2132 personas censadas, 1498 eran afrodescendientes, lo
que representa al 70%, siendo especialmente significativa la presencia
femenina dentro de la estructura general de la población, pues el 71%
de las mujeres en Arica eran negras. En términos cuantitativos, los datos
evidencian de manera clara la importancia absoluta y relativa que poseía
esta población en el puerto ariqueño. Además, podemos agregar que se
trataba de una población bastante joven, siendo la mayoría de ellos solteros
(74%) y que solían realizar actividades propias del sector agrícola.
Para el año 1846 la población había aumentado considerablemente en
Arica. Se contabilizaron a 3.046 personas en total, una población alta
considerando que se trataba de una ciudad periférica. En este esce- nario,
se produjo una baja relativa de la población afrodescendiente, y como era
de suponer, siguió siendo el grupo mayoritario dentro de la población:
1543 personas fueron consideradas afrodescendientes, lo que representaba
al 50% de la población total, destacándose especialmente los mulatos
(33%). Si bien no se poseen datos suficientes sobre las actividades que
realizaban, en general se evidencia la importancia de las labores agrícolas,
dando cuenta de la posición de origen africano dentro de la jerarquía
sociolaboral de la época.
Uno de los datos relevantes que se desprende de este censo es la ubicación
y distribución espacial de la población en 1846. Gracias a la información
disponible, visualizamos que casi el 65% de la población se encontraba
residiendo en el puerto de Arica, mientras que el restante 35% habitaba
en los diferentes asentamientos de los valles de Lluta o Azapa. Al
respecto podemos señalar que la población afrodescendiente mantuvo
estos indicadores, pues más del 68% vivía en la ciudad, mientras que
cerca del 32% restante habitaba en las localidades de los valles de Azapa
y Lluta (Aguatalla y Tambo de Huanta). En este contexto, se destacaba
su presencia en Azapa: 643 personas fueron catalogadas como negros y
correspondían al 68% de su población, lo que se condice con el desarrollo
de la actividad económica agrícola de la zona, vinculados, posiblemente,
a las antiguas labores productivas de las haciendas coloniales de Azapa.

276
Esta información es importante, en tanto cuestiona la difundida idea de
que los afrodescendientes habrían vivido especialmente en la zona rural
(valles), ya que los antecedentes censales evidencian la predominancia de
un asentamiento urbano de esta población.
Para el año 1871, la población de Arica había aumentado significativamente,
alcanzando las 7835 personas. En este nuevo contexto de crecimiento
demográfico, las personas consideradas de origen afro disminu- yeron
en términos relativos: mientras que el 52% era de origen indígena,
quienes fueron considerados como “negros” representaban sólo el 19%.
En términos absolutos su presencia aún era importante, pues alcanzaba
la cifra total de 1549 personas, manteniendo desde la segunda mitad del
siglo XVIII el millar de afrosdendientes para el caso ariqueño, cifra que es
necesario consignar para futuros estudios históricos demográficos. Ahora,
debemos recordar que el censo de 1871 categorizó muy gruesamente a
la población entre blancos, indios, mestizos y negros. Como señalamos
anteriormente, es probable que parte de la población considerada como
mestiza en realidad haya sido afrodescendiente, de manera que su
presencia estaría enmascarada dentro de esta categoría, lo que explicaría
parcialmente el descenso relativo de la población afro respecto al periodo
anterior. De igual forma debemos considerar que las cifras que difundiera
Wormald (1966), es posible que haya sobre-representado a la población
afrodescendiente en la provincia de Arica, sin verificar las categorías
raciales implicadas en el empadronamiento.
En términos concretos, la población considerada “negra” en general
mantuvo el patrón de comportamiento etario del censo anterior (1846),
siendo una población bastante joven. Conjuntamente, se evidenció que
la mayoría de ellos era de origen peruano, superando el 80% en las
localidades censadas de la provincia.
Si nos concentramos en el puerto de Arica, se evidencia que la proporción
relativa de afrodescendientes es mayor en la ciudad que en la provincia,
pues en ella habitaban 871 individuos de origen afro, conformando el 32%
del total. Igualmente, la mayoría de ellos se dedicaba a labores del sector
terciario, lo que da cuenta de la paulatina transformación de la economía,
donde se requería crecientemente la prestación de servicios vinculados
tanto a la agricultura como a las labores portuarias y/o aduaneras, demanda
cubierta en gran medida por esta población.

277
Los registros también demuestran la existencia de un patrón de localización
espacial concentrado desde inicios del siglo XIX en la ciudad, residiendo
en la zona céntrica de la urbe, en sectores (siguiendo la nomenclatura de la
época) como Del Hospital, Dos de Mayo, Alameda y la Cal, representando
casi al 70% de la población.
Por último, hemos identificado algunos de los apellidos de los
afrodescendientes más recurrentes y/o significativos que figuran a lo largo
de los censos realizados durante el siglo XIX, con el fin de ilustrar su
presencia y avizorar su pervivencia hasta la actualidad. Como evidencia,
en el detalle del Censo de 1813 (Anexo 1), aparecen registrados los
siguientes apellidos de negros, según la escritura de la época: Albarracín,
Obiedo, Henríquez, Corbacho, Arias, Cornejo, Pimentel, Sánchez,
Portocarrero, Mesa, Tobar, Ramírez, Yañes, Miranda y Sabarburo,
entre otros. Por su parte, 23 años más tarde, el censo de 1846 (Anexo
2) subraya la permanencia de gran parte de los apellidos que figuraban
ya en el censo de 1813. Con todo, apellidos como Mena, Trillo, Salas,
Siles, Maldonado, Rondón, Loaiza, Espinoza, Sosa y Tapia, aumentaron
su presencia o simplemente emergieron como nuevos apellidos en la
población afrodescendiente; mientras que apellidos como Arias, Tovar
(Tobar) o Ramírez, disminuyeron considerablemente su presencia o casi
desaparecieron.
Finalmente, en el censo de 1871 (Anexo 3), se identifican apellidos como
Cornejo, Sánchez o Yañes (sic), quienes mantuvieron su presencia. Al
mismo tiempo, varios de los apellidos más significativos que figuraban
en los censos anteriores se redujeron, como ocurrió con Albarracín, Arias,
Corvacho (Corbacho), Obiedo, Miranda o Tapia; mientras que muchos
estuvieron a punto de desaparecer o simplemente desaparecieron, como
fue el caso de los Mesa, Portocarrero, Ramírez, Espinoza, Mena, Rondón,
Trillo, Pimentel, entre otros. En definitiva, emergieron o se destacaron
nuevos apellidos dentro de la población afrodescendiente regional,
acentuándose especialmente el caso de los Bravo, Zegarra, Ríos y González.
Este comportamiento, entre otras cosas, expone los procesos de mestizaje
cultural en los que se vio implicada la población de origen afro y que
gravitan la construcción de una sociedad local con improntas, costumbres
y una rica identidad cultural y étnica en permanente transformación, según
sus propios requerimientos y demandas históricas.
Un dato no menor lo constituyen los datos demográficos expuestos, los
cuales subrayan que en gran parte de la historia colonial y del largo siglo

278
XIX de Arica, los antiguos esclavos negros, representaron el 50% (e incluso
más) del total de la población del puerto, lo que permitió que se elaborara
un imaginario cultural donde la expresión de “Arica negro” era mucho
más que una simple frase. Los indicadores cuantitativos manifiestan esta
intención, colmatando de datos que justifican dicha consonancia entre
la traidicón oral de los afrodescendientes y la documentación histórica
propiamente tal. Frente a los antecedentes aquí discutidos, que no quede
duda que ya en los censos del siglo XIX, pese a cualquier tensión social o
política, las poblaciones afrodescendientes de Arica y sus valles formaba
parte de los registros y reconocimiento que el Estado les confería. Tema
aún pendiente en nuestros días.

Referencias Citadas
Aguilar, J. (2013). Políticas Imperiales, Subdelegados y Sociedades
Indígenas. Los Partidos de Arica y Tarapacá entre el Tributo y la
Civilización. 1784-1824. Tesis para optar al Grado de Magíster en Historia
mención Etnohistoria, Universidad de Chile.
Díaz, A.; L. Galdames y R. Ruz. (2009). Población Indígena, Mestiza
y Negra de Arica y Tarapacá. Documentos Republicanos (1827-1841).
Ediciones Universidad de Tarapacá, Arica.
Galdames, L.; R. Ruz y A. Díaz. (2008). Arica y sus valles durante el
siglo XIX. Estudio del censo de 1866. Ediciones Universidad de Tarapacá,
Arica.
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ediciones
Ráfaga, Santiago.

279
Anexo 1. Detalle de la población afrodescendiente según el censo de 1813.
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Sabarburu F C Mulat. Comerciante 32
José Manuel Sabarburu M S Quar. n.r. 11
Juana F S Samba Costurera 30
Josefa Pimentel F C Mulat. n.r. 47
Melchora F S Mulat. n.r. 19
Ysabel F S Quar. n.r. 17
Paula F S Quar. n.r. 13
Mariano M S Quar. n.r. 12
Mariano M S Quar. n.r. 2
Manuela F S Quar. n.r. 1
Fermina Sabala F C Quar. n.r. 23
Maria Antonia F S Quint. n.r. 3
Mersedes Rodriguez F C Samba Hacendado 45
Manuel Sabarburo M S Samba n.r. 19
Ysabel Ureta F S Quint. n.r. 15
Lucia Ureta F S Quint. n.r. 11
Teodora Ureta F S Quint. n.r. 8
Juan Carrasco M C Mulat. Sapatero 29
Maria Alberta Ybañes F C Sambo n.r. 18
Baltasara Cayo F S Sambo n.r. 6m
Maria Almansa F C Sambo n.r. 37
Rafaela Ampuero F S Sambo n.r. 16
Manuel Ampuero M S Sambo n.r. 8
Tomasa Sabarduro F C Mulat. n.r. 33
Manuela Ramires F S Mulat. n.r. 10
Tadeo Jara M C Sambo Pescador 35
José Jara M S Sambo n.r. 15
Vidal Jara M S Sambo n.r. 7
Santiago Jara M S Sambo n.r. 5
Videl José Jara M S Sambo n.r. 3
Teresa Jara F S Sambo n.r. 10
Domingo Jara M S Sambo n.r. 1
Maria Chanaya F S Sambo Servicial 8
Gavriel Ocaransa M S Sambo Servicial 10
Juan de Dios Gomez M S Sambo n.r. 2

280
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Marsedes Salas F C Mulat. n.r. 26
Norberta Caseres F C Sambo n.r. 27
Mariano Flores M S Sambo n.r. 9
Francisco Flores M S Sambo n.r. 3
Catalina Miranda F C Sambo n.r. 38
Dorotea Vera F C Sambo n.r. 28
Fermin Opaso M S Sambo n.r. 6
Maria Opaso F S Sambo n.r. 1
Juan Salgado M C Mulat. Jornalero 50
Carlos Alfaro M C Sambo n.r. 26
José Alfaro M S Sambo n.r. 3
Maria Alfaro F S Sambo n.r. 1
Manuela Seballos F C Sambo n.r. 29
Lorenza Valdivia F S Sambo n.r. 3
Juana Corbacho F S Sambo n.r. 3
Martin Rosa M S Sambo n.r. 3
Manuel Rosa M S Sambo n.r. 8
Lorenza Rosa F S Sambo n.r. 7
Maria Santos Rosa F S Sambo n.r. 1m
María del
Perico F C Sambo n.r. 37
Carmen
Fernando Quebedo M S Sambo n.r. 15
Justo Quebedo M S Sambo n.r. 12
José Quebedo M S Sambo n.r. 8
Pedro Quebedo M S Sambo n.r. 7
María
Quebedo F S Sambo n.r. 6
Germania
Manuel Quebedo M S Sambo n.r. 8m
Marcos Obiedo M C Sambo Jornalero 34
Maria Josefa Obiedo F S Sambo n.r. 2
Ygnacio Cornejo M C Sambo Jornalero 35
Manuela Cornejo F S Sambo n.r. 9
José Mariano Corbacho M C Sambo Jornalero 25
Petrona Corbacho F S Sambo n.r. 4
Ysidora Tobar F C Sambo n.r. 20
Dorotea Ramos F S Sambo n.r. 4

281
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Esteban Cabesas M C Sambo Labrador 60
Mariano Cabesas M S Sambo n.r. 20
Maria Cabesas F S Sambo n.r. 4
Pedro Pimentel M C Sambo Hazendado 67
Bruno Pimentel M S Sambo Arriero 19
Magdalena Ymagrayo F C N n.r. 33
Mariano Collado M S Sambo n.r. 14
Manuel Corbacho M C N Jornalero 22
Manuel Corbacho M S Sambo n.r. 2
Bonifacio M S Sambo n.r. 1
Ysidroro Grimaldos M C Quart. Pulpero 60
Catalina Henrriquez F V Quart. Recaudadora 40
Mersedes Almenari F C Quint.a n.r. 26
Ana María Santana F S Quint.a n.r. 7
José Maria Santana M S Quint.a n.r. 6
Josefa Santana F S Quint.a n.r. 1
Antonio Legai M C Quart. Comte. 62
Buenabentura Legai M S Mulato n.r. 18
Silbestre Legai M S Mulato n.r. 14
Andrea Almansa F C Sambo n.r. 40
Carlos Ruis M C Quart. Jornalero 24
Tomasa Ruis F S Quart. n.r. 5
Julian Portocarrero M C Mulato Mar.o 38
Manuela Albarracín F C Sambo n.r. 24
Anacleto Albarracín M S Sambo n.r. 7
Lucas Santoro M S Sambo n.r. 12
Joaquin Santoro M S Sambo n.r. 9
Andrés Henrriquez M C Sambo Arriero 32
Maria Elena Obiedo F C Mulato n.r. 28
Juan Sosa M S Quart. n.r. 6
Andrea Sosa F S Quart. n.r. 3m
Feliciano Albano M C Quart. Hazendado 49
Domingo Albano M S Quart. n.r. 11
Florentina Ojeda F S Quart. n.r. 2
Petrona Albarracín F S Negro Labandera 30

282
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Toribia Albarracín F S Negro Serv.l 5
Barbara Sansoro F S Negro n.r. 70
Luis Gutierrez M C Negro n.r. 65
Maria Albarracín F C Negro n.r. 70
Mariano Rodriguez M S Negro Jornalero 18
Rosa Melendes F S Negro Labandera 25
Juan Alberto Melendes M S Negro Serv.l 10
Maria Choque F S Negro Labandera 35
Juana Obiedo F C Negro Labandera 60
José Antonio Alfaro M C Sambo Mar.o 70
Juana Alfaro F S Negro Serv.l 8
José Nuñes M C Negro Labrador 79
Josefa Henrriquez F C Negro n.r. 65
Maria Niebes Nuñes F S Negro Panadero 48
Maria
Nuñes F S Negro Panadero 35
Felisidad
Casilda Arias F S Negro n.r. 60
Rosa Miranda F S Negro Ilandera 46
Juan Miranda M S Negro Jornalero 30
Manuel Rendon M S Negro Sapatero 28
José Blancas M C Negro Labrador 40
Juana María Cuentas F C Sambo n.r. 26
Ygnacio Blancas M S Sambo n.r. 9
Vicente Alfaro M C Negro Mar.o 44
María Albarracín F C Sambo n.r. 36
Pasqual Henrriquez F C Negro Labrador 36
Faustina Carrasco F C Negro n.r. 28
Josefa Henrriquez F S Negro n.r. 13
Manuel Henrriquez M S Negro n.r. 10
Vicente Henrriquez M S Negro n.r. 9
Mariano Henrriquez M S Negro n.r. 8
Maria Henrriquez F S Negro n.r. 3
Joaquin Henrriquez M S Negro n.r. 2
Cesilia Vera F S Negro por dios.a 56
Eulalia Vera F S Negro Labandera 32
Petrona Ramires F S Negro Labandera 16

283
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Ramires F S Negro n.r. 3
Ana Sanches F V Negro Ilandera 60
Miguel Ximenes M S Sambo Jornalero 23
Gervacio Ximenes M S Sambo Labrador 30
Gregoria Ximenes F S Sambo Labandera 22
Ysabel Ximenes F S Sambo n.r. 15
Maria Ximenes F S Sambo n.r. 3
Francisca Ximenes F S Sambo n.r. 2
José Balcasar M C Negro Sapatero 56
Agustina Balcasar F C Negro n.r. 38
María Balcasar F S Negro n.r. 16
Julián Balcasar M S Negro n.r. 13
Josefa Balcasar F S Negro n.r. 12
María Carmen Balcasar F S Negro n.r. 7
Petronila Balcasar F S Negro n.r. 4
Antonia Balcasar F S Negro n.r. 3
Lucia Balcasar F S Negro n.r. 2
Alejandro Balcasar M S Negro n.r. 4m
Rita Vera F C Negro Panadero 48
Lorenzo Vera M S Negro Jornalero 26
Dionicio Vera M S Negro Jornalero 24
Paula Corbacho F V Negro Ilandera 56
Francisco Albarracín M C Negro Jornalero 26
Manuela Henrriquez F C Negro n.r. 22
Pedro Albarracín M S Negro n.r. 5
Maria Albarracín F S Negro n.r. 3
Ganuario Corbacho M C Negro Jornalero 42
Agustina Cuentas F C Pardo n.r. 38
Manuel Corbacho M S Negro Jornalero 23
Juana Corbacho F S Negro n.r. 20
Maria Corbacho F S Negro n.r. 13
Francisco Corbacho M S Negro n.r. 9
Maria Corbacho F S Negro n.r. 6
Mariano Corbacho M S Negro n.r. 5
Damaso Corbacho M S Negro n.r. 4

284
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Felipe Corbacho M S Negro n.r. 9
Andrés Obiedo M S Negro n.r. 15
Bruno Obiedo M S Negro n.r. 5
Martín Cornejo M C Negro Jornalero 45
Josefa Obiedo F C Negro n.r. 38
Manuel Cornejo M S Negro n.r. 18
José Cornejo M S Negro n.r. 14
Juana Cornejo F S Negro n.r. 9
José Cornejo M S Negro n.r. 7
José Simon Cornejo M S Negro n.r. 4
María Cornejo F S Negro n.r. 1
María Chombo F C Negro n.r. 27
Pablo Obiedo M C Sambo Jornalero 23
Matias Tobar M S Negro Jornalero 14
Silbestre Tobar M S Negro n.r. 10
José Obiedo M C Negro Jornalero 25
Juana Maria Obiedo F S Sambo n.r. 2
Simón Cornejo M C Negro Arriero 50
Maria Niebes Santana F C Sambo n.r. 29
Gaspar Chombo M C Negro Jornalero 25
Manuela Saconeta F C Negro n.r. 25
Josefa Carrero F V Negro Ilandera 40
Juan Alberto Carrero M S Negro Jornalero 25
Catalina Carrero F S Negro n.r. 9
Lorenzo Carrero M S Negro n.r. 8
Gervacio Cornejo M C Negro Jornalero 26
María Carmen Cadenas F C Negro n.r. 25
Ebarista Cornejo F S Negro n.r. 4
José Silba M C Negro Labrador 60
Francisca Calderon F C Negro n.r. 60
Manuel Carrasco M C Negro n.r. 30
Maria Ynes Maller F C Sambo n.r. 24
Petrona Carrasco F S Sambo n.r. 6
Norberta Carrasco F S Sambo n.r. 5
Bernarda Chombo F S Sambo n.r. 12

285
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Teresa Gonzales F C Negro n.r. 50
Juan Brabo M C Negro Labrador 70
Geronima Santana F C Negro n.r. 60
Juan Alberto Brabo M S Negro Jornalero 40
Bernardo Brabo M S Negro Jornalero 38
José León Brabo M S Negro Jornalero 37
Miguel Brabo M S Negro Jornalero 24
Feliciana Brabo F S Negro Ilandera 36
Antonio Brabo M S Negro n.r. 17
Petrona Brabo F S Negro n.r. 14
Toribio Brabo M S Negro n.r. 12
Simon Brabo M S Negro n.r. 10
Rafael Brabo M S Negro n.r. 7
Clara Brabo F S Negro n.r. 3
José Cordoba M S Negro Jornalero 45
Asencio Tobar M C Negro Labrador 35
Petrona Paico F C Sambo n.r. 30
Pedro Tobar M S Sambo n.r. 9
Paula Tobar F S Sambo n.r. 7
Magdalena Tobar F S Sambo n.r. 5
Maria Cruz Tobar F S Sambo n.r. 2
Ysidoro Tobar M S Sambo n.r. 1
Antonia Ximenes F C Negro Panadero 27
Geronimo Albarracín M S Negro n.r. 7
Beatris Albarracín F S Negro n.r. 5
Maria Angela Albarracín F S Negro n.r. 3
18
Marselina Albarracín F S Negro n.r.
dias
Faustina Obiedo F C Negro Ilandera 25
Pedro Albarracín M S Negro n.r. 7
Leocadia Albarracín F S Negro n.r. 6
Juan Albarracín M S Negro n.r. 3
Ysabel Albarracín F S Negro n.r. 1
Marcos Rivera M C Negro Jornalero 40
Josefa Ximenes F C Negro n.r. 46
Andrés Rivera M S Negro Jornalero 21

286
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Rivera F S Negro n.r. 15
Eulalia Rivera F S Sambo n.r. 8
Marselino Rivera M S Sambo n.r. 2
Santiago Chombo M C Negro Labrador 54
Leonarda Mesa F C Sambo n.r. 35
José María Chombo M S Sambo n.r. 11
José Chombo M S Sambo n.r. 10
José María Chombo M S Sambo n.r. 9
Josefa Chombo F S Sambo n.r. 8
Juan Santos Chombo M S Sambo n.r. 4
Julian Sansoro M C Negro Jornalero 28
Ysabel Cornejo F C Negro n.r. 24
Justa Sansoro F S Negro n.r. 3
Juan Sansoro M S Negro n.r. 2
Fulgencio Obiedo M C Negro Jornalero 80
Maria
Cornejo F C Negro Ilandera 60
Mersedes
Ylario Obiedo M S Negro n.r. 39
Juan de Dios Obiedo M S Negro n.r. 15
Buenabentura Obiedo M S Negro n.r. 11
Pedro Obiedo M S Negro n.r. 8
Clemente Obiedo M S Negro n.r. 9
Casimiro Obiedo M S Negro n.r. 6
Pablo Obiedo M S Negro n.r. 2
Juan Ramón Sansoro M C Negro Labrador 80
Maria Henrriquez F C Negro n.r. 42
Demetrio Sansoro M S Negro Jornalero 18
Manuel Sansoro M S Negro n.r. 14
Magdalena Sansoro F S Negro n.r. 11
José Sansoro M S Negro n.r. 9
Miguel Sansoro M S Negro n.r. 5
Paula Obiedo F V Negro Labandera 50
Margarita Rios F S Negro n.r. 23
Juana Rios F S Negro n.r. 18
Andrés Rios M S Negro n.r. 15
Juan Rios M S Negro n.r. 5

287
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria
Rios F S Negro n.r. 2
Angélica
Vibiana Toro F C Negro Panadero 42
Manuel Henrriquez M S Negro Jornalero 20
Agustina Henrriquez F S Negro n.r. 18
Bernardina Henrriquez F S Negro n.r. 17
Carmela Henrriquez F S Negro n.r. 15
Lucia Henrriquez F S Negro n.r. 11
Baltasar Henrriquez M S Negro n.r. 6
Agustin Henrriquez M S Negro n.r. 3
Catalina Henrriquez F S Negro n.r. 2
Antonia Albarracín F V Negro Labandera 60
Mariano Bracamonte M C Negro Labrador 36
Josefa Sansoro F C Negro n.r. 36
Anacleto Bracamonte M S Negro n.r. 14
Juana Bracamonte F S Negro n.r. 12
Rosa Bracamonte F S Negro n.r. 10
Maria Angela Bracamonte F S Negro n.r. 7
Melchor Bracamonte M S Negro n.r. 12
Manuel Bracamonte M S Negro n.r. 5
Silberio Bracamonte M S Negro n.r. 1
Vicente Negrillos M S Negro Jornalero 20
Maria Ramires F S Negro n.r. 19
Juan Garcia M S Negro n.r. 16
Agustin Rios M C Negro Labrador 35
Maria Henrriquez F C Sambo n.r. 40
Santiago Henrriquez M S Sambo n.r. 14
Juan Rios M S Negro n.r. 13
Martin Rios M S Negro n.r. 10
Manuel Rios M S Negro n.r. 9
Manuela Rios F S Negro n.r. 5
Melchor Rios M S Negro n.r. 1
Juan Corbacho M C Negro Jornalero 26
Antolina Henrriquez F C Negro n.r. 24
José Andrés Arias M C Negro Labrador 45
Juana Corbacho F C Negro n.r. 44

288
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Polonia Arias F S Negro n.r. 24
Bernarda Arias F S Negro n.r. 20
Maria Niebes Arias F S Negro n.r. 22
Felipe Arias M S Negro n.r. 18
Pedro Arias M S Negro n.r. 7
Raymundo Arias M S Negro n.r. 8
Florentino Arias M S Negro n.r. 6
Manuela Arias F S Negro n.r. 5
Clemencia Arias F S Negro n.r. 4
Domingo Arias M S Negro n.r. 1
Alberto Sansoro M V Negro Labrador 50
Maria Aranibar F C Negro n.r. 23
Asencia Aranibar F S Negro n.r. 2
Antonio Collado M S Negro Jornalero 27
Juan Tobar M C Negro n.r. 25
Manuela Ysauri F C Negro n.r. 31
Dionicio Tobar M S Negro n.r. 3
José Santos Tobar M S Negro n.r. 5m
Antonio Vera M C Negro Labrador 50
Juliana Ysauri M C Sambo n.r. 36
Maria Vera M S Sambo n.r. 16
Polonia Arias F S Negro Hazendada 32
Francisca Arias F S Negro n.r. 17
Paula Arias F S Negro n.r. 7
Maria Ysabel Tobar F C Sambo n.r. 28
Tomás Legay M C Sambo n.r. 39
Juan García M S Negro n.r. 59
Pedro José Portocarrero M C Negro n.r. 60
Rita Vera F C Negro n.r. 50
Dioniciio Portocarrero M S Negro n.r. 10
José Maria Portocarrero M S Negro n.r. 12
Juan Portocarrero M S Negro n.r. 35
Juan Bautista Portocarrero M S Negro n.r. 25
Antonio Portocarrero M C Negro n.r. 35
Josefa Portocarrero F C Negro n.r. 30

289
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Portocarrero F S Negro n.r. 9
Maria
Portocarrero F S Negro n.r. 6
Mercedes
Ejidio Portocarrero M S Negro n.r. 8
Agustina Portocarrero F S Negro n.r. 4
Martina Portocarrero F S Negro n.r. 3
Marcos Portocarrero M S Sambo n.r. 23
Manuel Portocarrero M S Quarteron n.r. 21
José Leon Portocarrero M S Sambo n.r. 16
Juan Portocarrero M S Mulato n.r. 12
José Portocarrero M S Negro n.r. 13
José Maria Portocarrero M C Negro n.r. 35
Francisca Gonzales F S Negro n.r. 35
Pasifica Gonzales F S Sambo n.r. 11
Fernando Calderon M S Sambo n.r. 33
Ysidora Calderon F S Sambo n.r. 8
Tomasa Obiedo y Ximenes F V Mulato n.r. 46
José Maria Obiedo y Ximenes M S Sambo n.r. 18
Melchor Obiedo y Ximenes M C Sambo n.r. 60
Gregoria Obiedo y Ximenes F C Sambo n.r. 28
Margarita Bairo F S Sambo n.r. 15
Rosa Osorio F S Negro n.r. 25
Felipa Osorio F S Negro n.r. 5
Juana Osorio F S Negro n.r. 2
Hermenegildo Henrriquez M S Negro n.r. 22
Baltasar Henrriquez M S Negro n.r. 6
Josefa Portocarrero F S Negro n.r. 80
Manuel Portocarrero M S Sambo n.r. 7
Atanacio Portocarrero M S Sambo n.r. 2
Maria Ferrer F S Negro n.r. 40
Pedro Ferrer M S Sambo n.r. 20
Gregoria Ferrer F S Sambo n.r. 6
Juana Ferrer F S Negro n.r. 46
Buenabentura Ferrer M S Negro n.r. 20
Juan
Ferrer M S Negro n.r. 18
Chrisostomo

290
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Ferrer F S Negro n.r. 14
Francisca Oviedo F S Negro n.r. 50
Manuela Oviedo F S Negro n.r. 26
Geraldo Davila M S Negro n.r. 60
Venedicto Davila M V Sambo n.r. 48
Ypolita Davila F S Sambo n.r. 38
Maria Davila F S Sambo n.r. 16
Vonifacia Davila F S Sambo n.r. 10
Jose María Davila M S Sambo n.r. 5
Pedro Davila M S Sambo n.r. 2
Miguel Davila M C Sambo n.r. 38
Paula Carrasco F C Sambo n.r. 28
Teresa Davila F S Sambo n.r. 12
Maria Davila F S Sambo n.r. 9
Francisco Davila M S Sambo n.r. 5
Melchora Davila F S Sambo n.r. 3
Petrona Davila F S Sambo n.r. 7 meses
Micaela Osorio F S Sambo n.r. 6
Francisca Vargas F S Sambo n.r. 50
Nicolas Vargas M S Sambo n.r. 21
Apolinar Vargas M S Sambo n.r. 14
Leonardo Vargas M S Sambo n.r. 12
Maria Santos Vargas F S Sambo n.r. 11
Jose Obiedo y Rios M S Negro n.r. 33
Manuel Obiedo y Rios M S Negro n.r. 30
Francisco Obiedo y Rios M S Negro n.r. 28
Raymundo Obiedo y Rios M S Negro n.r. 12
Mariano Obiedo y Rios M S Sambo n.r. 15
Cayetano Obiedo y Rios M C Negro n.r. 38
Maria Obiedo y Rios F C Negro n.r. 29
Juana
Obiedo y Rios F S Negro n.r. 12
Francisca
Maria Obiedo y Rios F S Negro n.r. 8
Feliciana Obiedo y Rios F S Negro n.r. 7
3
Santiago Obiedo y Rios M S Negro n.r.
meses

291
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Huerta F S Sambo n.r. 21
Dionicio Albarracin M S Negro n.r. 32
Maria Josefa Albarracin F S Negro n.r. 24
Alexandra Albarracin F S Negro n.r. 10
José Santos Albarracin M C Sambo n.r. 40
Juana Lamiña F C Sambo n.r. 30
Manuela Albarracin F S Sambo n.r. 10
Gabriel Albarracin M S Sambo n.r. 8
Antonio Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 40
Bacilio Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 40
Manuel Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 20
Nicolas Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 30
José Manuel Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 15
Olegario Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 9
Petrona Gonzales Cadenas F S Negro n.r. 50
José Manuel Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 15
Juan Ramon Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 25
Maria
Gonzales Cadenas F S Negro n.r. 19
Candelaria
Gregorio Albarracin M S Negro n.r. 30
Manuel Albarracin M S Negro n.r. 28
Lorenza Albarracin F S Negro n.r. 22
Prudencia Albarracin F S Negro n.r. 4
7
Paula Albarracin F S Negro n.r.
meses
Manuel Albarracin M S Negro n.r. 9
Jacinta Albarracin F V Negro n.r. 50
Manuela Obiedo F S Negro n.r. 19
Joaquin Obiedo M S Negro n.r. 20
Maria Josefa Arias F S Negro n.r. 24
Simon Arias M S Negro n.r. 12
Cesilia Vargas F S Negro n.r. 22
Margarita Sosa F S Negro n.r. 18
Estefania Sosa F V Sambo n.r. 24
Joaquin Valuarte M C Negro n.r. 40
Luisa Valuarte F S Negro n.r. 23

292
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Petrona Valuarte F C Negro n.r. 19
Maria del
Valuarte F S Negro n.r. 3
Carmen
5
Manuel Valuarte M S Negro n.r.
meses
Paula Carrasco F S Negro n.r. 20
Domingo Carrasco M C Negro n.r. 25
Dominga Carrasco F S Sambo n.r. 30
Maria Carrasco F S Sambo n.r. 7
Mariano Baluarte M S Sambo n.r. 12
Petrona Baluarte F S Sambo n.r. 6
Juan Baluarte M C Negro n.r. 25
Manuela Baluarte F C Negro n.r. 24
Dionicio Baluarte M S Negro n.r. 3
10
José Santos Baluarte M S Negro n.r.
meses
José Manuel Albarracin M C Negro n.r. 50
Juana Albarracin F C Negro n.r. 37
Miguel Albarracin M S Sambo n.r. 15
Pedro Pablo Albarracin M S Sambo n.r. 13
Juan Albarracin M S Sambo n.r. 3
Simon Albarracin M C Negro n.r. 25
Damiana Collao F C Negro n.r. 31
Carmelo Albarracin M S Negro n.r. 9
Manuela Albarracin F S Negro n.r. 7
Maria Albarracin F S Negro n.r. 2
Polonia Albarracin F S Negro n.r. 1
Juan de Dios Ysaguirre M S Negro n.r. 35
José Ysaguirre M S Negro n.r. 20
Juan Ysaguirre M S Negro n.r. 21
Mariano Ysaguirre M S Negro n.r. 85
Francisca Dies F C Negro n.r 35
Maria Dies F S Sambo n.r 5
Julian Dies M S Sambo n.r 2
Baltasar Galbes M S Sambo n.r 48
Francisco Galbes M S Sambo n.r 15
Oledorio Galbes M S Sambo n.r 20

293
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
José Galbes M S Sambo n.r 85
Cayetano S/D M S Negro n.r 40
Alejo Galbes M S Negro n.r 12
Maria Antonia Galbes F S Negro n.r 22
Clemente Galbes M S Negro n.r 5
Buenabentura Galbes M S Sambo n.r 24
Francisco Cadenas M S Sambo 28
Gertrudis Cadenas F S Sambo 24
Juan José Vildoso M S Negro 24
Marcos Sosa M C Sambo 35
Lorenza Vildoso F C Sambo 40
Pedro Nolasco M S Sambo 7
Carlos Ramos M S Sambo 8
José Ramos M S Sambo 5
Felipa Nuñes F S Negro 31
Melchor Nuñes M S Negro 9
Eduarda Nuñes F S Negro 7
Andrés Sosa M S Negro n.r 25
Maria Coria F S Negro n.r 30
Domingo Mesa M V quintanilla Panadera 48
Felipa Vellido F S quintanilla n.r. 11
Pantaleon Corbacho M C Sambo Labrador 57
Josefa Toledo F C Sambo n.r. 47
Mateo Corbacho M S Sambo n.r. 30
Tadeo Corbacho M S Sambo n.r. 21
Manuela Corbacho F S Sambo n.r. 11
Luis Corbacho M S Sambo n.r. 9
Martin Corbacho M S Sambo n.r. 8
Gertrudis Corbacho F S Sambo n.r. 6
Fernando Arias M S Quarteron Labrador 26
Maria Ubalde F S Sambo Ilandera 33
Angela Selada F V quintanilla Hacendado 58
Tadeo Caseres M S Quarteron Labrador 38
Maria Santos Caseres F S Quarteron n.r. 18
Maria del
Caseres F V Quarteron Pulpero 40
Carmen

294
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuel Sanches M C quintanilla Comerciante 53
Francisca Obiedo F C Quarteron n.r. 55
Rudesindo Landaeta M S Sambo n.r. 70
Juan Pablo Ramires M S Quarteron n.r. 8
Juana Ramires F S Quarteron n.r. 11
Manuela Ramires F S Quarteron n.r. 6
Maria del
Ramires F S Quarteron n.r. 2
Carmen
Petrona Corbacho F S Sambo n.r. 14
Juana Maria Sabala F V Sambo Ilandera 62
Nicomedis Melendes M S Sambo Sapatero 52
Maria del
Santana F V Sambo Pulpero 33
Carmen
Manuel Valdibia M S Sambo n.r. 10
Luis Valdibia M S Sambo n.r. 8
Petronila Valdibia F S Sambo n.r. 7
Maria Miranda F V Sambo Pulpero 55
Francisca Carrero F S Sambo n.r. 19
Manuela Carrero F S Sambo n.r. 17
Felipe Vera M S Sambo n.r. 10
Josefa Sabala F V Quarteron Panadera 43
Manuel José Mesa M S Sambo Comerciante 35
Mariano Mesa M S Sambo n.r. 8
Francisco Rendon M C Quarteron Labrador 58
Manuela Negreiros F C Quarteron n.r. 45
Lorenzo Rendon M S Quarteron n.r. 23
Manuela Rendon F V Quarteron n.r. 19
Ana Maria Rendon F V Quarteron n.r. 14
Maria Rendon F V Quarteron n.r. 12
Marcos Rendon M V Quarteron n.r. 10
Pedro Juan Portocarrero M C Mulato Estanquero 32
Maria del
Nacarino F C Quarteron n.r. 26
Carmen
Juana Manuela Tapia F C Quarteron Hacendado 19
Maria Ypolita Tapia F S Quarteron Hacendado 20
D. Juan Jacinto de Ayala M C Mulato n.r. 53
Maria Garcia F C Sambo n.r. 48

295
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Antonio Ayala M S Mulato n.r. 33
Juana Manuela Ayala F S Mulato n.r. 24
Josefa Ayala F S Mulato n.r. 22
José Garrido M S Mulato Carpintero 17
José Esteban Sabarburo M C Sambo Sastre 26
Benancia Serdas F C Sambo n.r. 22
Juan Sabarburo M S Sambo n.r. 3
Maria Josefa Sabarburo F S Sambo Servl. 10
Marta Yañes F V Quarteron Hacendado 55
Julian Sabarburo M S Mulato Estudte. 24
José Antonio Nacarino M C Sambo Hacendado 57
Maria Selada Selada F C Quarteron n.r. 63
Tomás
Nacarino M S Sambo n.r. 22
Francisco
Gregoria Selada F S Sambo n.r. 24
Casimira Pimentel F S Sambo n.r. 8
Manuel Barreda M S Sambo n.r. 10
Juana Segarra F S Mulato Veata 39
Santiago Negreiros M V Quarteron Comerciante 42
Andrés Sanches M C Mulato n.r. 39
Josefa Henrriques F C Quarteron n.r. 38
Manuel Sanches M S Quarteron n.r. 20
José Sanches M S Quarteron n.r. 17
Pedro Sanches M S Quarteron n.r. 13
Miguel Sanches M S Quarteron n.r. 4
Mariano Parrales M S Sambo n.r. 2
José Maria Garrido M S Mulato n.r. 8
Paula Ororbia F S Mulato Labandera 27
Juana Ororbia F S Mulato n.r. 8
Fernando Ororbia M S Mulato n.r. 7
Marselino Pimentel M C Mulato Inbalido 28
Clara Ororbia F C Sambo n.r. 22
Santiago Pimentel M S Sambo n.r. 7
Maria Ana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Mauricia Selada F V Sambo Pulpero 30
Cayetano Mesa M S Sambo Labrador 15

296
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Eulalia Mesa F S Sambo n.r. 12
Manuela Mesa F S Sambo n.r. 11
Juana Mesa F S Sambo n.r. 9
Manuela Labayen F V Mulato Pulpero 28
Rosa Legai F S Quarteron Costurera 27
Juan Legai M S Quarteron n.r. 7
Marcos Legai M S Quarteron n.r. 5
Josefa Legai F S Quarteron Costurera 24
Fabiana Legai F S Quarteron Costurera 19
Dubina Obiedo F V Quarteron Por Diosera 79
Jose Antonio Alfaro M C Sambo Mar.o 70
Juana Obiedo F C Negro Labandera 60
Julian Ororbia M C Sambo n.r. 38
Petronila Alfaro F C Sambo n.r. 34
Gregoria Garrido F S Sambo n.r. 22
Juan Aransa M C Sambo Pescador 55
Josefa Alfaro F C Sambo n.r. 50
Geronimo Rivera M C Sambo Barquero 50
Marselina Albarracin F C Mulato n.r. 35
Sebastiana Rivera F S Mulato n.r. 19
Paula Rivera F S Mulato n.r. 15
Manuela Rivera F S Mulato n.r. 12
Clara Rivera F S Mulato n.r. 9
José Santos Rivera M S Mulato n.r. 7
Bernardina Rivera F S Mulato n.r. 8
José Blas Sanches M C Sambo Mar.o 35
Maria Santana F C Sambo n.r. 32
Mariano Henrriques M C Sambo n.r. 32
Francisca Contreras F C Cholo n.r. 25
Mariano Henrriques M S Sambo n.r. 12
Anselmo Henrriques M S Sambo n.r. 11
Manuela Henrriques F S Sambo n.r. 7
Catalina Henrriques F S Sambo n.r. 2
Mariano Rivera M C Sambo Mar.o 28
Antonia Marselo F C Sambo n.r. 20

297
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Micaela Yañes F V Sambo Chichera 50
Melchora Rosa F S Sambo Chichera 30
Angela Maria Rosa F S Sambo n.r. 15
Blasa Rosa F S Sambo n.r. 17
Francisco Yañes M S Sambo n.r. 4
Juan de Dios Yañes M S Sambo n.r. 1
Josefa Yañes F S Sambo n.r. 4
Alejo Yañes M S Sambo n.r. 1
Manuel Pimentel M C Mulato Pescador 23
Juliana Balerio F C Mulato n.r. 17
Jose Pimentel M S Mulato n.r. 15
Pedro Jose Nacarino M C Mulato Labrador 38
Mariana Ayala F C Mulato n.r. 28
Fermin Nacarino M S Mulato n.r. 12
Tomas Nacarino M S Mulato n.r. 5
Emeterio Nacarino M S Mulato n.r. 1
Juana Ayala F S Mulato Panadera 25
Paula Bargas F S Sambo n.r. 14
Ylarion Blancas M C Quarteron Barquero 37
Rosa Sabala F C Quarteron n.r. 26
Rosa Blancas F S Quarteron n.r. 5
Ysidora Blancas F S Quarteron n.r. 3
Maria Dolores Blancas F S Quarteron n.r. 2m
Manuel Sabala M S Quarteron n.r. 20
Jose Sabala M S Quarteron n.r. 16
Manuela Esteban F S Sambo n.r. 55
Marselina Esteban F S Sambo n.r. 7
Manuel Quiroga M C quintanilla Labrador 58
Juana Pimentel F C quintanilla n.r. 52
Manuel Quiroga M S Quarteron n.r. 17
Venita Pimentel F V Mulato Costurera 38
Antonio Pimentel M S Mulato n.r. 9
Ana Pimentel F S Mulato n.r. 7
Tomas Pimentel M S Mulato n.r. 2
Narsisa Pimentel F S Mulato n.r. 36

298
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Francisco Pimentel M S Mulato n.r. 2
Manuela Ximenes F S Mulato n.r. 38
Maria Niebes Ximenes F S Sambo n.r. 8
Manuel Osorio M C Mulato Sastre 25
Romualda Ulloa F C Sambo n.r. 22
Juana Osorio F S Sambo n.r. 3
Gregoria Osorio F S Sambo n.r. 8
Agustina Osorio F S Sambo n.r. 1
Martin Obiedo M C Mulato n.r. 35
Margarita Mesa F C Sambo n.r. 43
Jose Obiedo M S Sambo n.r. 18
Gregorio Obiedo M S Sambo n.r. 17
Marta Mesa F S Sambo n.r. 11
Pablo Mesa M S Sambo Comerciante 26
Mariano Mesa M S Sambo Carpintero 26
Juan Manuel Mesa M S Sambo Carpintero 22
Gregoria Mesa F S Sambo Carpintero 17
Manuela Mesa F C Sambo n.r. 49
Maria Santos Gomez F S Sambo n.r. 17
Josefa Gomez F S Sambo n.r. 12
José Siles M C Sambo Sastre 30
Maria Aranibar F C Sambo n.r. 25
Julian Beltran M C Quarteron Pulpero 35
Manuela Beltran F S Quarteron n.r. 7
Antonia Beltran F S Quarteron n.r. 6
Ysabel Beltran F S Quarteron n.r. 3
Manuel Beltran M S Quarteron n.r. 1
Romualdo Barreda M S Mulato Sastre 26
Melchor Contador M C Mulato Comerciante 40
Josefa Sanches F C Sambo n.r. 40
Balentin Carbajal M S Sambo Mar.o 24
Maria Carbajal F S Sambo n.r. 18
José Contador M S Sambo n.r. 16
Domingo Contador M S Sambo n.r. 13
Miguel Contador M S Sambo n.r. 7

299
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Gaspar Albarracin M S Sambo n.r. 17
Dominga Albarracin F S Sambo n.r. 15
Maria Carmen Albarracin F S Sambo n.r. 13
José Maria Caseres M C Sambo Mar.o 25
Camila Cabesas F C Sambo n.r. 20
Manuel Caseres M S Sambo n.r. 7
Pastora Caseres F S Sambo n.r. 4
José Salas M C Sambo Pescador 48
Josefa Silba F C Sambo n.r. 35
Romualda Salas F S Sambo n.r. 2
Baltasar Salas M S Sambo n.r. 10
Marcos Salas M S Sambo n.r. 5
Asencia Albarracin F S Negro n.r. 20
Manuela Garrido F V Sambo Chichera 40
Luisa Garcia F S Sambo n.r. 14
Luis Sanches M S Sambo n.r. 9
Toribia Marques F S Mulato n.r. 26
Juana G(Q)urrutia F C Sambo n.r. 35
Miguel Loayza M S Sambo Mar.o 20
Geronimo Loayza M S Sambo Jornalero 16
Pedro Juan Loayza M S Sambo n.r. 4
Manuela Delgado F C Sambo n.r. 28
Francisco Miranda M C Negro Pescador 37
José Manuel Miranda M S Sambo Carpintero 14
Eusebio Miranda M S Sambo Carpintero 12
Baltasar Miranda M S Sambo n.r. 7
Mariano Espinosa M C Sambo Labrador 40
Gregoria Orellana F C Sambo Labandera 55
Mariano Espinosa M S Sambo Mar.o 16
Lorenza Peñalosa F S Sambo Labandera 24
Ysidora Peñalosa F S Sambo n.r. 8
Pablo Guzman M C Sambo Mar.o 36
Francisca Guzman F S Mulato n.r. 6
Maria Salgado F V Quarteron Costurera 35
José Rodrigues M S Sambo n.r. 8

300
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Mariano Rodrigues M S Sambo n.r. 5
Ylarion Miranda M C Sambo Pescador 38
Juana Vera F C Sambo n.r. 32
Maria Miranda F S Sambo n.r. 14
Lusgardo Miranda M S Sambo n.r. 6
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 5
Juana Manuela Miranda F S Sambo n.r. 4
Mariano Miranda M S Sambo n.r. 2
Juan de Dios Trillo M C Sambo Mar.o 30
Catalina Miranda F C Sambo n.r. 30
Josefa Trillo F S Sambo n.r. 14
Maria Trillo F S Sambo n.r. 4
Teodora Vilches F S Sambo Labandera 22
Juana Francisca Vilches F S Sambo n.r. 3
Maria Ursula Vilches F S Sambo n.r. 1
Plasido Pimentel M C Mulato Jornalero 58
Bartola Velarde F C Sambo n.r. 63
Rosa Ximenes F S Sambo Panadera 64
Tomas Carrero M C Mulato Labrador 67
Mariana Nina F C Sambo n.r. 60
Felipe Henrriques M C Sambo Jornalero 36
Maria del Valle F C Sambo n.r. 26
Juana Henrriques F S Sambo n.r. 10
Nicolasa Henrriques F S Sambo n.r. 8
Toribia Henrriques F S Sambo n.r. 4
Alejo Henrriques M S Sambo n.r. 1
Dominga Arsola F S Sambo n.r. 20
Baltasar Arsola M S Sambo n.r. 5
Geronimo Arsola M S Sambo n.r. 3
Escolera (Esco-
Jualiana Sabarburo F V Sambo 58
lara?)
Felipa Gonzalez F S Sambo n.r. 7
Maria Antonia Caseres F V Sambo Labandera 35
Celedonio Miranda M S Sambo n.r. 11
Pedro Pablo Miranda M S Sambo n.r. 6
Pedro Juan Miranda M S Sambo n.r. 3

301
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Pedro Rendon M S Sambo Sastre 26
Silberia Garcia F V Sambo Panadera 64
Juana Ororbia F S Sambo Panadera 36
Pastora Ororbia F S Sambo Panadera 34
Joaquin Garcia M S Sambo Sastre 12
Segundo Garcia M S Sambo n.r. 7
Lorenzo Garcia M S Sambo n.r. 6
Jacinta Santana F S Sambo Panadera 56
Jose Santana M S Sambo Mar.o 25
Josefa Peñalosa F S Sambo n.r. 20
Leandro Pimentel M C Sambo Jornalero 23
Dorotea Santana F C Sambo n.r. 26
Jacinta Pimentel F S Sambo n.r. 4
Juana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Paulina Ayala F C Sambo Labandera 46
Agustina Bargas F S Sambo n.r. 9
Joaquin Henrriques M C Sambo Musico 46
Marta Yañes F C Sambo n.r. 33
Rafaela Nacarino F V Sambo Dulsera 64
Angel Sanches M S Sambo n.r. 26
Rufina Sanches F S Sambo n.r. 32
Jose Maria Sanches M S Sambo n.r. 11
Maria Sanches F S Sambo n.r. 7
Santiago Sanches M S Sambo n.r. 5
Antonio Sanches M S Sambo n.r. 3
Josefa Sanches F S Sambo n.r. 1
Gregoria Bargas F V Sambo Costurera 40
Dominga Alsedan F S Sambo Costurera 20
Lucas Alsedan M S Sambo n.r. 12
Josefa Alsedan F S Sambo n.r. 9
Eusebio Alsedan M S Sambo n.r. 6m
Jose Lino Santana M V Sambo Cant.o 56
Anacleto Santana M S Sambo Cant.o 25
Tiburcio Santana M S Sambo Cant.o 23
Juan Santana M S Sambo Cant.o 20

302
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Bernabe Santana M S Sambo n.r. 9
Josefa Eulalia de Tapia F S Sambo Hacendado 60
Maria del
Salgado F V Quarteron Labandera 38
Rosario
José Manuel Carbajal M S Sambo Sapatero 17
Segunda Carbajal F S Sambo n.r. 9
Baltasar Carbajal M S Sambo n.r. 6m
Paulina Carbajal F S Mulato Costurera 21
Juana Ruis F S Mulato Labandera 30
Marselina Corbacho F S Mulato Labandera 21
Pedro Corbacho M S Mulato n.r. 12
Calisto Corbacho M S Mulato n.r. 2
Mersedes Sabarburo F S Sambo Costurera 28
Mersedes Sabarburo F S Sambo n.r. 11
Manuel Sabarburo M S Sambo n.r. 8
Maria de la
Sabarburo F S Sambo n.r. 5
Concepcion
Maria Rosario Vargas F C Sambo n.r. 26
Olegaria Vargas F S Sambo n.r. 8
Juan Vargas M S Sambo n.r. 5
Margarita Flores F S Sambo n.r. 2
Atanacia Flores F S Sambo n.r. 2m
Tadeo Marques M C Mulato Herrero 25
Maria Sabarburo F C Sambo n.r. 25
Antonio Sabarburo M S Sambo n.r. 6
Carlos Henrriques M C Quarteron Jornalero 40
Barbara Maller F C Sambo n.r. 36
José Henrriques M S Mulato Carpintero 13
Manuel Henrriques M S Mulato n.r. 6
Maria Henrriques F S Mulato n.r. 5
Fulgencia Henrriques F S Mulato n.r. 1
Buenabentura Escalera F V Sambo Ilandera 64
Martina Escobar F C Mulato n.r. 40
Paula Escobar F S Mulato n.r. 18
Teodoro Escobar M S Mulato n.r. 2
Luis Albarracin M C Sambo Mar.o 32

303
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Rosario Carrero F C Sambo n.r. 23
Matias Albarracin M C Sambo Mar.o 30
Manuela Peñalosa F C Sambo n.r. 24
Faustina Albarracin F S Sambo n.r. 1
Juan Cadenas M C Sambo Barquero 25
Maria Plasida Carrero F C Sambo n.r. 24
Juan Cadenas M S Sambo n.r. 5
Juana de la
Cadenas F S Sambo n.r. 3m
Cruz
Mariano Carrasco M S Sambo Jornalero 25
Manuela Carrasco F S Sambo n.r. 20
Juan Carrasco M S Sambo n.r. 15
Petrona Carrasco F S Sambo n.r. 10
Ygnacia Obiedo F S Sambo Ilandera 68
Ramon Pimentel M C Mulato Labrador 40
Teresa Albarracin F C Mulato n.r. 39
Mersedes Albarracin F S Mulato n.r. 20
Dominga Pimentel F S Sambo n.r. 18
Juana Ortis F S Sambo Labandera 36
Ypolito Ortis M S Sambo n.r. 13
Domingo Ortis M S Sambo n.r. 4
José Carrasco M C Sambo Jornalero 34
Gregoria Carrasco F C Sambo n.r. 30
Ursula Trillo F S Sambo Servl. 25
Polonia Corbacho F S Sambo Servl. 10
Miguel Corbacho M S Sambo n.r. 6
Melchor Corbacho M S Sambo n.r. 3
Gregorio Albarracin M C Sambo Vodeguero 58
Vitorina Henrriques F C Sambo n.r. 48
Paula Albarracin F S Sambo n.r. 32
Juan de Mata Albarracin M S Sambo Carpintero 26
Juan Manuel Albarracin M S Sambo Sapatero 26
Antonio Albarracin M S Sambo Sapatero 21
Gregorio Albarracin M S Sambo Sastre 20
Esteban Albarracin M S Sambo Carpintero 16
Francisco Albarracin M S Sambo Sastre 13

304
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Jose Albarracin M S Sambo Sapatero 11
Pasifico Albarracin M S Sambo n.r. 9
Ysidoro Rodriguez M C Mulato Sastre 28
Damiana Palomino F C Mulato n.r. 42
Visente Rodriguez M S Mulato n.r. 7
Lucas Rodriguez M S Mulato n.r. 4
Ebarista Mesa F V Mulato Hacendado 60
Andres Sabarburo M S Mulato Sastre 22
Mauricia Ferrer F S Sambo Costurera 56
Buenabentura Sapeain F V Mulato Costurera 40
Eulalia Lusero F S Sambo Labandera 60
Maria Pimentel F C Sambo n.r. 25
Bacilia Flores F S Sambo n.r. 4
Teodora Berrios F S Sambo Labandera 32
Marsela Vera F V Sambo Panadera 46
Damiana Vargas F S Sambo Panadera 20
Vicente Vargas M S Sambo Mar.o 19
Juana Alfaro F V Sambo Ilandera 50
Jose Manuel Santana M S Sambo Mar.o 19
Juana Alfaro F C Sambo Labandera 30
Lorenzo Obiedo M S Sambo Mar.o 15
Tiburcio Obiedo M S Sambo Mar.o 14
Maria Obiedo F S Sambo n.r. 13
Santiago Obiedo M S Sambo n.r. 8
Redento Obiedo M S Sambo n.r. 9
Marcos Cuentas M C Sambo Mar.o 28
Pascuala Rendon F C Sambo n.r. 23
Venedicto Cuentas M S Sambo n.r. 6
Maria
Cuentas F S Sambo n.r. 9m
Mersedes
Francisco Aranburo (sic) M C Sambo Mar.o 95
Francisca Obiedo F C Sambo n.r. 55
Manuela Aranburo (sic) F S Sambo n.r. 0
Maria Pimentel F S Sambo n.r. 18
Manuel Pimentel M S Sambo Mar.o 15
Antonio Ramires M S Sambo Mar.o 20

305
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Ysidro Arias M V Quarteron Jornalero 66
Jose Arias M S Sambo Carpintero 35
Catalina Arias F S Sambo n.r. 18
Manuela Arias F S Sambo n.r. 25
Manuel Arias M S Sambo n.r. 5
Polonia Solalinda F S Sambo Panadera 50
Maria Pimentel F V Sambo Por Diosera 60
Rosa Beltran F S Sambo Labandera 40
Eledoro Beltran M S Sambo Sapatero 21
Pascuala Beltran F S Sambo n.r. 14
Josefa Beltran F S Sambo n.r. 10
Balentin Beltran M S Sambo n.r. 60
Micaela Beltran F S Sambo n.r. 1
Gregorio Henrriques M C Sambo Jornalero 42
Juana Henrriques F C Sambo n.r. 36
Francisca Henrriques F S Sambo n.r. 18
Marsela Henrriques F S Sambo n.r. 11
Manuel Henrriques M S Sambo n.r. 8
Josefa Henrriques F S Sambo n.r. 3
Mariano Henrriques M S Sambo n.r. 1
Fermin Alfaro M V Mulato Sastre 70
Petronila Alfaro F C Mulato Labandera 33
Luisa Ara F S Sambo n.r. 9
Felipe Ara M S Sambo n.r. 7
Fermin del Valle M C Sambo Pescador 47
Maria Jacoba Tobar F C Sambo n.r. 40
Gregorio Bustios M C Mulato Carpintero 28
Juana Churruca F C Quarteron n.r. 28
Maria Bustios F S Quarteron n.r. 5
Micaela Bustios F S Quarteron n.r. 10m
Melchor Barrios M C Sambo Jornalero 40
Miguel Ximenes M C Sambo Jornalero 23
Maria Albarracin F C Mulato n.r. 19
Antonio Blancas M C Mulato Carpintero 40
Carmen Aredondo F C Mulato n.r. 43

306
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Blancas F S Mulato n.r. 12
Maria Blancas F S Mulato n.r. 5
Luisa Blancas F S Mulato n.r. 8
Maria Blancas F S Mulato n.r. 7
Juana Blancas F S Mulato n.r. 5
Mariano Blancas M S Mulato n.r. 2
Angela Maria Gonzales F S Sambo n.r. 68
Siriaco Carrasco M C Sambo Mar.o 40
Josefa Ramires F C Sambo n.r. 28
Maria Quintanilla F S Sambo Ilandera 22
Pascuala Sansoro F V Sambo Labandera 46
Petrona Ramires F S Sambo Labandera 19
Dionicia Ramires F S Sambo Labandera 13
Nicolasa Ramires F S Sambo n.r. 5
Yndalecio Ramires M S Sambo n.r. 4
Pedro Obiedo M C Pardo Jornalero 50
Lucia Carrasco F C Pardo n.r. 36
Tomasa Obiedo F S Pardo n.r. 13
Gaspar Obiedo M S Pardo n.r. 12
Juan Obiedo M S Pardo n.r. 10
Maria Angela Obiedo F S Pardo n.r. 6
Eduarda Obiedo F S Pardo n.r. 1
Eulalia Esquibel F S Sambo Labandera 38
Pio Esquibel M S Sambo n.r. 8
Manuela Esquibel F S Sambo n.r. 5
Margarita Sabarburo F V Sambo Labandera 44
Francisco Mena M S Sambo Jornalero 22
Melchora Mena F S Sambo n.r. 20
Manuel Mena M S Sambo Jornalero 18
Martina Albarracin F S Pardo Labandera 46
Petrona Albarracin F S Pardo Labandera 22
José Maria Albarracin M S Pardo Jornalero 20
Mersedes Albarracin F S Pardo n.r. 11
Josefa Obiedo F C Pardo Ilandera 39
Juana Arias F S Pardo n.r. 14

307
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Arias F S Pardo n.r. 13
Marta Arias F S Pardo n.r. 12
Juliana Arias F S Pardo n.r. 10
Luisa Arias F S Pardo n.r. 10m
Hermenegilda Carrasco F V Pardo Ilandera 58
Juana Albarracin F S Pardo Ilandera 28
Gregoria Albarracin F S Pardo n.r. 8
Josefa Albarracin F S Pardo n.r. 6
Yldefonzo Albarracin M S Pardo n.r. 3
Laurencia Esquibel F V Sambo Ilandera 76
Maria Arias F S Sambo Ilandera 36
Petronila Arias F S Sambo Ilandera 15
Policarpio Arias M S Sambo n.r. 8
Jose Menendes M C Sambo Labrador 57
Benardina Arias F C Sambo n.r. 46
Manuela Menendes F S Sambo n.r. 28
Juana Menendes F S Sambo n.r. 24
Jose Menendes M S Sambo Jornalero 19
Rosa Menendes F S Sambo n.r. 17
Josefa Menendes F S Sambo n.r. 12
Patricio Nacarino M C Sambo Jornalero 46
Melchora Tapia F C Sambo n.r. 36
Miguel Saconeta M C Sambo Albañil 36
Maria Ramires F C Sambo n.r. 32
Juana Albarracin F S Sambo n.r. 12
Juan de Dios Sanches M C Sambo Carpintero 60
Mariana Mesa F C Sambo n.r. 44
Mariano Sanches M S Sambo Sastre 23
Juana Sanches F S Sambo Ilandera 24
Maria Sanches F S Sambo Costurera 20
Mariano Sanches M S Sambo Jornalero 19
Visente Sanches M S Sambo n.r. 13
Pedro Sanches M S Sambo n.r. 12
Eusebia Sanches F S Sambo n.r. 9
Josefa Cadenas F C Mulato n.r. 35

308
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Jose Luis Miranda M C Pardo Albañil 39
Ysabel Miranda F S Sambo n.r. 18
Maria Miranda F S Sambo n.r. 8
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 10
Yldefonza Miranda F S Sambo n.r. 7
Maria Niebes Miranda F S Sambo n.r. 5
Felipe Miranda M S Sambo n.r. 3
Fermin Miranda M S Sambo n.r. 2
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 10m
Juana Nuñes F S Sambo n.r. 60
Juan Maldonado M C Mulato Musico 36
Francisca Ragutia F C Sambo n.r. 40
Pablo Maldonado M S Quarteron n.r. 5
Petrona Vera F S Sambo n.r. 22
Maria Vera F S Sambo n.r. 15
Juan Jose Villena M V Sambo Adobero 61
Maria del
Villena F S Sambo n.r. 23
Rosario
Mariano Villena M S Sambo n.r. 1
Manuel Jose Villena M V Sambo Adobero 61
Jose Diego Nacarino M C Sambo Jornalero 40
Gertrudis Carrasco F C Sambo Labandera 36
Maria Josefa Nacarino F S Sambo Labandera 17
Maria Ana Nacarino F S Sambo n.r. 9
Vicenta Nacarino F S Sambo n.r. 7
Maria Nacarino F S Sambo n.r. 4
Manuel Nacarino M S Sambo n.r. 6m
Josefa Nacarino F S Sambo Amasd.ra 74
Martina Caseres F S Sambo Amasd.ra 26
Mariano Caseres M S Sambo n.r. 3
Josefa Caseres F S Sambo n.r. 1
Luisa Carrasco F V Sambo n.r. 29
Vicencio Ynclan M S Sambo n.r. 12
Gaspar Ynclan M S Sambo n.r. 11
Pedro Ynclan M S Sambo n.r. 10
Francisca Ynclan F S Sambo n.r. 3

309
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Gregoria Ramires F C Sambo Ilandera 40
Nasario Carrasco M C Negro n.r. 62
Sebastiana Carrasco F S Sambo Ilandera 23
Josefa Carrasco F S Sambo n.r. 15
Manuel Carrasco M S Sambo n.r. 13
Maria Carrasco F S Sambo n.r. 12
Juan Carrasco M S Sambo n.r. 10
Fermina Carrasco F S Sambo n.r. 9
Dominga Carrasco F S Sambo n.r. 7
Diego Carrasco M S Sambo n.r. 6
Manuel Carrasco M S Sambo n.r. 5
Brijida Carrasco F S Sambo n.r. 2
Bartolomé Carrasco M C Sambo Mar.o 24
Lucia Pladera F C Sambo n.r. 22
Monica Carrasco F S Sambo n.r. 3
Marcos Torres M C Sambo Labrador 50
Anastacia Olibera F C Sambo n.r. 38
Paula Torres F S Sambo n.r. 12
Bonifacia Torres F S Sambo n.r. 10
Pedro Torres M S Sambo n.r. 8
Marta Torres F S Sambo n.r. 4
Maria Torres F S Sambo n.r. 4m
Teodora Henrriques F S Sambo Panadera 38
Manuela Parrales F S Sambo Ilandera 46
Manuel Parrales M S Sambo Sapatero 14
Celedonia Cuentas F S Sambo Labandera 60
Ana Cuentas F S Sambo Labandera 25
Pedro Cuentas M S Sambo n.r. 10
Maria Cuentas F S Sambo n.r. 6
Casimira Cuentas F S Sambo n.r. 3
Andres Henrriques M C Sambo Arriero 36
Ysidora Cespedes F C Sambo n.r. 30
Dionicio Pladera M C Sambo Mar.o 56
Marselina Yañes F C Sambo n.r. 42
Juana Pladera F S Sambo Labandera 30

310
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Pladera F S Sambo Labandera 26
Mariana Pladera F S Sambo Labandera 12
Vicente Pladera M S Sambo n.r. 10
Paula Pladera F S Sambo n.r. 8
Josefa Pladera F S Sambo n.r. 9
Hermenegildo Pladera M S Sambo n.r. 7
Antonio Albarracin M C Sambo Musico 42
Simona Salas F C Sambo n.r. 31
Angel Albarracin M S Sambo n.r. 1
Juan Jose Carrasco M C Sambo Arriero 56
Toribia Nacarino F C Sambo n.r. 30
Angel Carrasco M S Sambo n.r. 10
Juana Selada F V Sambo Amasd.ra 58
Francisco Pimentel M S Sambo Mar.o 25
Antonia Pimentel F S Sambo Labandera 18
Jose Pimentel M S Sambo n.r. 10
Barbara Serdas F S Sambo Panadera 40
Ursula Guillen F S Sambo n.r. 36
Jose Osorio M S Sambo Sastre 38
Hermenegildo Carrasco M C Mulato Jornalero 26
Manuela Arias F C Mulato n.r. 24
Manuel Carrasco M S Mulato n.r. 5
José Maria Vera M V Sambo Jornalero 36
Eleuterio Vera M S Sambo n.r. 4
Feliciano Albarracin M V Sambo Mar.o 40
Antonio Albarracin M S Mulato n.r. 12
Francisca Albarracin F S Mulato n.r. 8
Gaspar Albarracin M S Mulato n.r. 3
Felipa Albarracin F S Mulato n.r. 4
Rosalia Sosa F S Mulato Labandera 25
Francisco Carrasco M C Sambo Jornalero 56
Rafaela Tobar F C Sambo n.r. 50
Pedro Juan Carrasco M S Sambo Jornalero 20
Josefa Carrasco F S Sambo n.r. 17
Jorje Corbacho M C Sambo Labrador 35

311
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Venedicta Tobar F C Sambo n.r. 32
Maria Corbacho F S Sambo n.r. 14
Manuela Corbacho F S Sambo n.r. 11
Feliciano Corbacho M S Sambo n.r. 7
Mariano Corbacho M S Sambo n.r. 5
Melchora Corbacho F S Sambo n.r. 3
Miguel Corbacho M C Sambo Jornalero 26
Estefania Santana F C Sambo n.r. 30
Diego Corbacho M S Sambo n.r. 7
Lucia Corbacho F V Sambo Labandera 30
Martina Corbacho F S Sambo n.r. 11
Francisca Obiedo F V Sambo Panadera 36
Manuela Albarracin F S Sambo n.r. 6
Buenabentura Albarracin M S Sambo n.r. 12
Andres Albarracin M S Sambo n.r. 7
Juan Esteban Albarracin M S Sambo n.r. 4
Juan Albarracin M S Sambo n.r. 2
Paula Caseres F V Sambo Ilandera 60
Agueda Alfaro F S Sambo Costurera 38
Maria Ragutia F S Sambo Labandera 26
Mersedes Ragutia F S Sambo n.r. 2
José Santos Ragutia M S Sambo n.r. 1m
José Albarracin M C Sambo Mar.o 40
Felipa Carrasco F C Sambo n.r. 26
Mariano Albarracin M S Sambo n.r. 13
José Cayo Albarracin M S Sambo n.r. 10
José Carrasco M S Sambo Jornalero 23
Mariano Mena M C Sambo Labrador 64
Margarita Alfaro F C Sambo n.r. 65
Maria Ysabel Mena F S Sambo Chichera 28
Faustino Mena M S Sambo Pescador 18
Matias Mena M S Sambo n.r. 10
Gabriela Mena F S Sambo n.r. 6
Jose Mena M S Sambo n.r. 1
Francisco Caseres M C Sambo Albañil 33

312
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Mena F C Sambo n.r. 23
Manuel Caseres M S Sambo n.r. 6
Manuela Caseres F S Sambo n.r. 3
Leonardo Caseres M S Sambo n.r. 11m
Maria Clara Arsola F S Sambo Labandera 26
Juan Arsola M S Sambo n.r. 6
Marselina Arsola F S Sambo n.r. 4
Rosalia Arsola F S Sambo n.r. 2
Juan del Valle M C Sambo Jornalero 45
Josefa Obiedo F C Sambo n.r. 35
Josefa del Valle F S Sambo n.r. 17
Manuel del Valle M S Sambo Jornalero 15
Narsisa del Valle F S Sambo n.r. 11
Vibiana del Valle F S Sambo n.r. 10
Manuela del Valle F S Sambo n.r. 8
Pedro Juan del Valle M S Sambo n.r. 5
Manuel del Valle M S Sambo n.r. 3
Ylario del Valle M S Sambo n.r. 2m
José Mesa M C Sambo Labrador 54
Josefa Albarracin F C Sambo n.r. 60
Paula Mesa F S Sambo Ilandera 20
Eulalia Mesa F S Sambo Ilandera 16
Fermin Pimentel M C Sambo Jornalero 25
Maria Mesa F C Sambo n.r. 24
Asencia Pimentel F S Sambo n.r. 3
Juana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Juana Maria Obiedo F S Mulato Hacendado 48
Manuela Obiedo F S Mulato n.r. 24
Sebastian Obiedo M S Mulato n.r. 18
Juliana Obiedo F S Mulato n.r. 13
Faustina Mamiña (Alamiña) F S Sambo Ilandera 38
Joaquin Mamiña (Alamiña) M S Sambo n.r. 9
Florentina Mamiña (Alamiña) F S Sambo n.r. 7
Leandro Mamiña (Alamiña) M S Sambo n.r. 6
Yldifonza Mamiña (Alamiña) F S Sambo n.r. 1

313
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Albarracin F S Mulato Servl. 9
Maria Antonia Obiedo F V Sambo n.r. 36
Martina Obiedo F S Sambo n.r. 10
Petrona Obiedo F S Sambo n.r. 3
José Maria Obiedo F S Sambo n.r. 1
Ygnacio Obiedo M C Mulato Labrador 46
Maria Carrero F C Sambo n.r. 31
Rafael Obiedo M S Sambo n.r. 12
Maria Manuela Obiedo F S Sambo n.r. 9
Pedro Pablo Obiedo M S Sambo n.r. 7
Juan Bautista Obiedo M S Sambo n.r. 5
Paula Obiedo F S Sambo n.r. 1
Maria Ysabel Sansoro F C Sambo n.r. 46
José Tobar M C Sambo Jornalero 50
María
Tobar F S Sambo n.r. 18
Magdalena
Maria
Tobar F S Sambo n.r. 17
Natibidad
Teodora Tobar F S Sambo n.r. 8
Maria Vicencia Tobar F S Sambo n.r. 7
Maria Tobar F S Sambo n.r. 4
José Santos Rea M S Mulato Jornalero 23
Toribio Rea M S Mulato Jornalero 25
José Cornejo M C Pardo Labrador 50
Paulina Alfaro F C Mulato n.r. 40
Juan Cornejo M S Sambo n.r. 23
Simon Cornejo M S Sambo n.r. 20
Petronila Cornejo F S Sambo n.r. 14
Maria
Cornejo F S Sambo n.r. 11
Mersedes
Martina Cornejo F S Sambo n.r. 9
Manuel
Cornejo M S Sambo n.r. 6
Ygnocencio
Silberio Cornejo M S Sambo n.r. 2
Manuel Telles M S Sambo n.r. 12
Melchora Rosa F V Sambo Ilandera 60
Manuela Obiedo F V Sambo Ilandera 27

314
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Petronila Obiedo F S Sambo n.r. 7
Fernando Obiedo M S Sambo n.r. 5
Silberio Obiedo M S Sambo n.r. 3
Martina Obiedo F S Sambo n.r. 9m
Visente Lucero M C Sambo Jornalero 30
Maria Josefa Obiedo F C Sambo n.r. 25
Manuel
Lusero M S Sambo n.r. 10
Luciano
Eugenio Lusero M S Sambo n.r. 7
Juan Maria Lusero M S Sambo n.r. 5
Francisco Lusero M S Sambo n.r. 3
Bacilia Lusero F S Sambo n.r. 37
Pascual Lusero M S Sambo n.r. 6
Gregorio Lusero M S Sambo n.r. 3
Paula Cornejo F S Sambo n.r. 50
Bartolomé Contreras M C Sambo Jornalero 35
Josefa Aranibar F C Sambo n.r. 30
Maria Contreras F S Sambo n.r. 15
Manuel Contreras M S Sambo n.r. 5
José Contreras M S Sambo Jornalero 25
Manuel Contreras M C Sambo Jornalero 25
Balentin Contreras M S Sambo n.r. 5
Martin Fernandes M C Mulato Sapatero 48
Juana Balderrama F C Sambo n.r. 50
Urbano Fernandes M S Sambo Sastre 20
Anselma Fernandes F S Sambo Costurera 15
José Maria Fernandes M S Sambo Sapatero 16
Manuel Fernandes M S Sambo Sapatero 15
Ebarista Fernandes F S Sambo n.r. 12
Pio Fernandes M S Sambo n.r. 10
Maria Fernandes F S Sambo n.r. 8
Manuel Fernandes M S Sambo n.r. 3
Francisco Fernandes M C Sambo Labrador 21
Lucia Fernandes F S Pardo n.r. 1
Hermenegildo Cornejo M C Sambo Arriero 40
Clara del Valle F C Sambo n.r. 35

315
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Tomas Osorio M C Sambo Labrador 45
Juana Tobar F C Sambo n.r. 50
Maria
Osorio F S Sambo n.r. 11
Francisca
José Venabides M C Sambo Labrador 35
Ygnacia Ebia F C Sambo n.r. 35
Maria Benavides F S Sambo n.r. 10
Martin Benavides M S Sambo n.r. 5
Diego Benavides M S Sambo n.r. 2
Maria
Benavides F S Sambo n.r. 9m
Concepcion
Benancio Cordoba M C Mulato Labrador 60
Matias Delgado M S Mulato Labrador 50
Luis Palsa M C Sambo Jornalero 70
Martina Palza F C Sambo n.r. 30
Margarita Palza F S Sambo n.r. 13
Manuel Palza M S Sambo n.r. 1
Justo Veltran M C Sambo Labrador 40
Leonarda Ramires F C Mulato n.r. 35
José Espinosa M S Cholo Jornalero 30
Lorenza Henrriques F C Sambo n.r. 22
Calisto Obiedo M C Pardo n.r. 25
Vitorina Obiedo F S Sambo n.r. 3
Mariano Salas M C Sambo Jornalero 23
Maria Susana Arias F C Sambo n.r. 19
Tomas Salas M S Sambo n.r. 6
Gertrudis Salas F S Sambo n.r. 6m
Josefa Venabides F S Sambo n.r. 18
Lorenza
Venabides F S Sambo n.r. 1
(florencia)
Dionicio Baños M S Mulato Jornalero 35
Josefa Carrasco F C Mulato Jornalero 25
Gregoria Vildoso F C Mulato n.r. 20
Dionicia Carrasco F S Mulato n.r. 1
Domingo Vildoso M V Mulato Labrador 45
Toribio Garcia M S Mulato n.r. 12
Pedro Ragutia M C Mulato Jornalero 40

316
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Anselma Martines F C Mulato n.r. 25
Gavino Herrera M C Sambo Labrador 40
Josefa Ragutia F C Mulato n.r. 45
Manuela Herrera F S Mulato n.r. 15
Petronila Herrera F S Mulato n.r. 12
Tomasa Herrera F S Mulato n.r. 11
Buenabentura Herrera M S Mulato n.r. 7
Manuel Molina M C Sambo Labrador 35
Juliana Monson F C Mulato n.r. 35
Maria Dolores Monson F S Mulato n.r. 16
Paula Monson F S Mulato n.r. 14
Vicente Monson M S Mulato n.r. 9
Manuel Monson M S Mulato n.r. 2
Mersedes Albarracin F V Quarteron Hacendado 65
Susana Sabala F V Quarteron Hacendado 46
Antonio Vedoya M S Quarteron Labrador 21
Juan Alfaro M C Sambo Jornalero 32
Tadea Pladera F C Sambo n.r. 27
Luis Alfaro M S Sambo n.r. 5
Eduardo Alfaro M S Sambo n.r. 3
Josefa Alfaro F S Sambo n.r. 2
Tomas Yañes M C Sambo Labrador 55
Maria
Pladera F C Sambo n.r. 50
Mersedes
Manuela Yañes F S Sambo n.r. 34
Plasida Yañes F S Sambo n.r. 28
Pedro Yañes M S Sambo Jornalero 22
Eulalia Yañes F S Sambo n.r. 20
Josefa Yañes F S Sambo n.r. 13
Marselina Yañes F S Sambo n.r. 12
Francisco Yañes M S Sambo n.r. 11
Maria Yañes F S Sambo n.r. 7
Manuela Pladera F S Sambo Labandera 20
Micaela Pladera F S Sambo n.r. 3m
Baltasar Pladera M V Sambo Jornalero 45
Cesilio Pladera M V Sambo Jornalero 60

317
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Asencia Pladera F S Sambo n.r. 30
Josefa Pladera F S Sambo n.r. 8
Gregorio Pladera M S Sambo n.r. 6
Francisco Pladera M S Sambo n.r. 4
Gregoria Sosa F C Sambo Costurera 35
Manuel Sansoro M S Sambo n.r. 12
Marcos Barrios M S Sambo Jornalero 44
Agustin Barrios M S Sambo n.r. 7
Catalina Linares F C Quarteron n.r. 25
Juana Portales F S Quarteron n.r. 12
Pedro Portales M S Quarteron n.r. 7
Matias Portales M S Quarteron n.r. 6
Manuel Portales M S Quarteron n.r. 1
Casimiro Cabesas M C Sambo Labrador 28
Marta Arias F C Sambo n.r. 26
Sabina Cabesas F S Sambo n.r. 6m
Mateo Collado M S Sambo Labrador 25
Magdalena Collao F S Sambo n.r. 25
Justa Collao F C Sambo Ilandera 46
José Arias M S Sambo Jornalero 12
Juana Arias F S Sambo n.r. 12
Lucas Arias M S Sambo n.r. 7
Petronila Arias F S Sambo n.r. 4
Monica Arias F S Sambo n.r. 1
Felipe Henrriques M C Sambo Hacendado 63
Petronila Contreras F C Cholo n.r. 40
Toribio Henrriques M S Sambo n.r. 18
Maria Escalante F S Sambo n.r. 22
Felipa Escalante F S Sambo n.r. 9
Juan Escalante M S Sambo n.r. 3
Margarita Escalante F S Sambo n.r. 9m
Maria Villena F V Quarteron Hacendado 55
Antonio Cuentas M S Quarteron Labrador 18
Esteban Veterano M C Sambo Labrador 40
Josefa Sanches F C Sambo n.r. 25

318
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Feliciano Veterano M S Sambo Labrador 19
Juan Bentura Veterano M S Sambo n.r. 5
Manuela Veterano F S Sambo n.r. 3
Alexandro Caseres M V Sambo Labrador 60
Caya Arias F S Sambo Hacendado 60
Fernando Blanco M C Mulato Hacendado 45
Marta Yañes F S Sambo n.r. 15
Juana Yañes F S Sambo n.r. 8
Nicomedis Valdibia M C Sambo Jornalero 70
Margarita Flores F C Sambo n.r. 40
Maria Salguero F V Sambo Ilandera 50
Juana Sarria F S Mulato n.r. 20
Petronila Segobia F C Quarteron n.r. 36
Petronila Madueño F S Quarteron n.r. 18
Baltasar Madueño M S Quarteron n.r. 16
Petronila Madueño F S Quarteron n.r. 11
Pio Madueño M S Quarteron n.r. 7
Antonina Madueño F S Quarteron n.r. 4
Manuela Madueño F S Quarteron n.r. 2
Francisca
Menendes F S Sambo n.r. 57
Xaviera
Ylario Caseres M C Sambo Labrador 30
Nicolasa Mamani F C Sambo n.r. 35
Maria Santos Caseres F S Sambo n.r. 4
Monica Espejo F V Sambo Hacendado 60
Maria Pimentel F S Quarteron Panadera 25
Buenabentura M C Cholo Arriero 21
José Lanchipa M C Quarteron Hacendado 90
Juana Corbacho F S Negro n.r. 5
Juan Corbacho M S Negro n.r. 2
Buenabentura Corbacho M S Negro n.r. 1
Marcos Selada M S Negro n.r. 8
Dominga Mesa F S Negro n.r. 38
Santiago Mesa M V Sambo n.r. 55
Mariano Mesa M S Negro n.r. 18
Jose Mesa M S Sambo n.r. 18

319
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Mesa F S Sambo n.r. 16
Carmelo Mesa M S Sambo n.r. 7
Rosa Ramires F S Negro n.r. 25
Ponciano Ramires M S Sambo n.r. 13
Juan Alberto Ramires M S Negro n.r. 10
Norberto Rendon M S Negro n.r. 10
Ysabel Tapia F V Sambo n.r. 50
Gertrudis Tapia F S Sambo n.r. 26
Felis Tapia F S Sambo n.r. 20
Pedro
Tapia M S Sambo n.r. 17
Celestino
Narsisa Tapia F S Sambo n.r. 12
Francisco Tapia M S Sambo n.r. 7
Jose Tapia M S Sambo n.r. 5
Serafina Tapia F S Sambo n.r. 2
Pedro Tapia M S Sambo n.r. 5m
Pascual Ayala M S Sambo n.r. 50
Antonia Ayala F S Negro n.r. 25
Clara Ayala F S Negro n.r. 14
Patricia Ayala F S Negro n.r. 6
Manuel Ayala M S Negro n.r. 1
Pedro Yañes M S Negro n.r. 30
Petronila Yañes F S Negro n.r. 25
Juana Yañes F S Negro n.r. 30
Justo Yañes M S Negro n.r. 1
Agustin Nacarino M V Negro n.r. 32
Maria Nacarino F S Negro n.r. 35
Manuela Nacarino F S Negro n.r. 20
Jose Nacarino M C Sambo n.r. 60
Manuela Caseres F C Sambo n.r. 30
Casimira Caseres F S Sambo n.r. 8
Manuel Negreiros M S Negro n.r. 50
Lucia Negreiros F S Negro n.r. 40
Juana Sanches F S Negro n.r. 30
Juan Blancas M S Negro n.r. 36

320
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria del
Pimentel F S Negro n.r. 75
Carmen
Maria del
Tapia F S Negro n.r. 63
Carmen
Manuela Tapia F S Sambo n.r. 21
Ana Maria Tapia F S Sambo n.r. 2
Julian Mesa M S Negro n.r. 20
Josefa Obiedo F S Negro n.r. 90
Agustina Obiedo F S Sambo n.r. 13
Lorenzo Obiedo M S Negro n.r. 24
Lorenzo Obiedo M S Sambo n.r. 14
Bruno Obiedo M S Negro n.r. 5
Damian Telles M C Negro n.r. 48
Cayetano Telles M S Negro n.r. 25
Antonia Rueda F S Negro n.r. 25
Cruz Rueda M S Negro n.r. 4
Luisa Rueda F S Negro n.r. 2
José Manuel Segarra M S Negro n.r. 24
Manuel Segarra M S Negro n.r. 26
Juana Segarra F S Negro n.r. 25
Paula Segarra F S Sambo n.r. 3
Maria
Espejo F S Negro n.r. 25
Clemencia
Francisco Espejo M S Negro n.r. 20
Juan de Dios Espejo M S Negro n.r. 2

321
Anexo 2. Detalle de la población afrodescendiente según el censo de 1846.
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Fernanda Portocarrero F S Mulata Costurera 34
Gregoria Albarracín F S Mulata Costurera 17
Juan Portocarrero M S Mulata sin dato 11
María Pilar Portocarrero F S Mulata sin dato 5
Catalina La Rosas F C Mulata Pulpero 43
Antolín Corbacho M S Mulata Carpintero 21
Pablo Corbacho M S Mulata Carpintero 19
Pascual Ulloa M S Mulata sin dato 10
Manuela Zalas F S Mulata sin dato 15
Mercedes Portocarrero F V Negra sin dato 38
Isidra Portocarrero F S Mulata sin dato 18
Jacoba Portocarrero F S Mulata sin dato 8
Evarista Huarachi F S Mulata sin dato 15
Jertrudis Corbacho F S Negra sin dato 38
Fernanda Nacarino F V Mulata Amasandera 22
Placido Corbacho M S Mulata Jornalero 17
Bernardo Corbacho M S Mulata sin dato 12
María Corbacho F S Mulata sin dato 8
Tomasa Bravo F S Mulata sin dato 3
María
Bravo F S Mulata sin dato 1
Natividad
Manuela Pimintel F V Cuarterona sin dato 33
María Garrido F sin dato Cuarterona sin dato 10
Carlos Garrido M sin dato Cuarterona sin dato 8
Manuela Garrido F sin dato Cuarterona sin dato 6
Valentín Garrido M sin dato Cuarterona sin dato 4
Fidel Ruiz M sin dato Cuarterona sin dato 8
Mariano Mesa M C Moreno Albañil 54
Manuela Arias F C Mulata sin dato 44
Timoteo Mesa M S Mulata Cargador 25
Carmen Mesa F S Mulata sin dato 23
Nicolasa Mesa F S Mulata sin dato 21
Mercedes Mesa F S Mulata sin dato 18
José Mesa M S Mulata sin dato 14
José María Mesa M S Mulata sin dato 12

322
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Melchora Carrasco F sin dato Mulata sin dato 6
María Nacarino F sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Alfaro F S Mulata sin dato 25
Ignacio Blancas M C Mulata Zapatero 30
Marcelina Zabala F C Mulata sin dato 30
Gregorio Blancas M S Mulata Zapatero 21
Santiago Blancas M S Mulata Jornalero 19
María Blancas F S Mulata sin dato 5
Mariano Blancas M S Mulata sin dato 3
Mariano 2º Blancas M sin dato Mulata sin dato 2
Urbano Blanco M S Mulata sin dato 22
Tomasa Obiedo F sin dato Mulata sin dato 19
Dorotea Pastrana F sin dato Mulata sin dato 4
Alejandrino Pastrana M sin dato Mulata sin dato 5
Bernardo Baraybar M S Moreno sin dato 18
Juan Baraybar M sin dato Moreno sin dato 7
Justina Albarracín F S Cuarterona sin dato 27
Jacinto Cano M C Cuarterona Zapatero 21
Isabel Rojas F C Cuarterona sin dato 15
Vicencio Orsola M S Mulata Zapatero 46
Juana Pladena F V Mulata sin dato 60
Manuela Orsola F S Mulata sin dato 17
Rafael Orsola M S Mulata sin dato 15
Mariano Surna M S Mulata Agricultor 40
Isabel Ribera F S Moreno sin dato 32
Juana Ribera F S Mulata sin dato 14
María
Ribera F sin dato Cuarterona sin dato 2
Santos
María Loreto F S Moreno Doméstico 15
Luis Calderon M S Moreno sin dato 25
Calisto Cornejo M sin dato Moreno sin dato 7
Juana Helquero F S Moreno sin dato 34
Narcisa Helquero F sin dato Mulata sin dato 7
Juan de
Helquero M sin dato Moreno sin dato 5
Dios
Juan Helquero M sin dato Mulata sin dato 2
Agustín Fuentes M S Mulata sin dato 34

323
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Bernarda Ramires F sin dato Mulata sin dato 10
Vidalio Jara M C Mulata Carpintero 37
María Trillo F C Mulata sin dato 33
Sirilo Jara M sin dato Mulata sin dato 13
Julian Jara M sin dato Mulata sin dato 11
Domingo Jara M sin dato Mulata sin dato 5
Mercedes Jara F sin dato Mulata sin dato 1
Melchora Trillo F S Mulata sin dato 25
Ana Trillo F sin dato Mulata sin dato 1
Paubla Ororbía F V Mulata sin dato 61
Josefa Ayala F sin dato Mulata sin dato 8
Gaspar Albarracín M sin dato Mulata Cargador 50
Martina Zegarra F C Mulata sin dato 49
Saturnina Albarracín F S Mulata sin dato 19
Juana Albarracín F S Mulata sin dato 16
Andrea Albarracín F S Mulata sin dato 16
Faustino Cornejo M S Mulata sin dato 18
Manuel Portocarrero M S Mulata sin dato 22
Antonia Portocarrero F S Mulata sin dato 17
Josefa Portocarrero F S Mulata sin dato 15
Bernardina Anca F sin dato Negra sin dato 8
Isidora Anca F sin dato Negra sin dato 6
Marcos Dies M sin dato Moreno sin dato 4
Carlos Negreiros M S Moreno Jornalero 30
Caytano Mesa M C Mulata Pulpero 52
María
Zabarburu F C Mulata sin dato 38
Mercedes
Manuel Mesa M sin dato Mulata sin dato 18
Pedro Pablo Mesa M sin dato Mulata sin dato 13
Bernavel Mesa M sin dato Mulata sin dato 11
María del
Mesa F sin dato Mulata sin dato 6
Rosario
Manuel Mesa M sin dato Mulata sin dato 2
Rosa Cabezas F S Mulata sin dato 37
Carmelo Bruz M C Mulata Pulpero 56
Castulo Bruz M sin dato Mulata sin dato 13

324
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
María Bruz F sin dato Mulata sin dato 11
Gabina Bruz F sin dato Mulata sin dato 6
José María Bruz M sin dato Mulata sin dato 1
Ayonato Infantas M sin dato Mulata sin dato 8
Juana Infantas F sin dato Mulata sin dato 5
Juliana Henriques F S Mulata sin dato 12
José Jara M C Mulata Marino 50
Antonia Pimintel F C Mulatillo sin dato 50
José María Santana M S Mulatillo Marino 30
Saturnino Santana M S Mulatillo Marino 25
Damaso Madueño M C Mulatillo Marino 50
María Nacarino F C Mulatillo sin dato 49
Gabino Madueño M sin dato Mulatillo sin dato 6
Fermina Albarracín F S Mulata sin dato 31
Gabriel Albarracín F sin dato Mulata Marino 16
Leandro Ribera M S Mulata sin dato 15
Rosalía Lucero F sin dato Mulata sin dato 8
Agustín Caseres M S Mulata Labrador 23
Juana Caseres F S Mulata Labrador 24
Leona Caseres F S Mulata Labrador 23
Angela Caseres F S Mulata Costurera 15
Tomasa Caseres F S Mulata Costurera 12
Paubla Caseres F S Mulata Costurera 16
Esmeralda Caseres F sin dato Mulata sin dato 4
Manuela Caseres F V Mulata sin dato 30
María Corbacho F S Moreno sin dato 40
Carmen Corbacho F S Moreno sin dato 26
María Sunta Obiedo F S Negra sin dato 17
Felipe Henriques M C Mulata Labrador 65
María del Valle F C Mulata Labrador 50
Francisco Henriques M S Mulata Labrador 30
Nicolasa Henriques F S Mulata Labrador 25
Marcelino Henriques M sin dato Mulata sin dato 9
Faustino Mena M V Mulata Labrador 60
Sebastían Mena M S Mulata Labrador 19

325
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Canaca Sandlusche M S Canaca sin dato 15
Manuela Tapia F V Mulata Pulpero 45
Teodora Mendes F S Mulata sin dato 15
Luis Mendes M S Mulata sin dato 13
Manuel Obiedo M C Mulata Pulpero 28
Manuela Torres F C Mulata sin dato 17
Bernarda Obiedo F sin dato Mulata sin dato 1
Paubla Obiedo F S Mulata sin dato 30
María
Portilla F S Mulata sin dato 14
Salome
Gregoria Carrasco F C Mulata Pulpero 35
José Carrasco M sin dato Mulata sin dato 7
Modesto Carrasco M sin dato Mulata sin dato 1
Pasífica Portocarrero F S Mulata sin dato 40
Mercedes Portocarrero F sin dato Moreno sin dato 10
Simona Portocarrero F sin dato Moreno sin dato 8
Josefa Valles F C Mulata sin dato 40
María
Quiroga F S Cuarterona sin dato 21
Rosario
Manuela Quiroga F S Cuarterona sin dato 20
Manuel Quiroga M S Cuarterona Sastre 18
Mariano Quiroga M sin dato Cuarterona sin dato 12
Bernabe Quiroga M sin dato Cuarterona sin dato 10
Melinda Palza F sin dato Cuarterona sin dato 2
María Botetano F sin dato Mulata sin dato 7
Gabina Botetano F sin dato Mulata sin dato 2
Daniel Albarrazín M sin dato Negra Doméstico 12
Josefa Pomareda F S Mulata sin dato 40
Josefa Pimintel F S Mulata sin dato 87
Francisco Pimintel M sin dato Mulata sin dato 14
Josefa Sanches F S Mulata sin dato 37
Manuela Asabache F S Mulata sin dato 13
Petita Sanches F S Mulata sin dato 10
Pascuala Sanches F S Mulata sin dato 7
Juana Sanches F sin dato Mulata sin dato 2
Juana Baltina F sin dato Mulata sin dato 4

326
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Matilda Baltina F sin dato Mulata sin dato 2
Sebastían Yañes M V Mulata Sastre 29
Fidel Yañes M sin dato Mulata sin dato 5
Manuel Pimintel M sin dato Mulata sin dato 8
Juan Román Collado M S Mulata sin dato 54
Sebastiana Ruis F V Mulata sin dato 74
Manuela Sanches F V Mulata sin dato 24
Vicente Sanches M S Mulata Cargador 23
Dominga Alvarrazín F V Mulata sin dato 36
Pedro Botetano M S Mulata sin dato 19
Tomasa Cuentas F S Mulata sin dato 21
Juan Cuentas M S Mulata Labrador 12
Agueda Alfaro F S Mulata sin dato 64
Santos Alfaro F S Mulata sin dato 60
Paula Mesa F S Mulata Pulpero 50
Manuela Mena F S Mulata sin dato 19
Manuel Garcilla M S Mulata sin dato 4
Julian Corbacho M C Mulata Adobera 36
Leona Cuentas F C Mulata sin dato 28
Natividad Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Tomasa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 2
Primitivo Corbacho M sin dato Mulata sin dato 1
Bonifacio Corbacho M sin dato Mulata sin dato 1
Luisa Corbacho F V Mulata sin dato 64
Francisca Carrero F S Mulata sin dato 30
Balentina Carrero F S Mulata sin dato 29
Bartola Carrero F sin dato Mulata sin dato 10
Jorge Carrero M sin dato Mulata sin dato 4
Manuel Carrero M sin dato Mulata sin dato 3
Gregorio Collado M S Mulata Jornalero 24
Candelaria Obiedo F C Mulata sin dato 50
Siriaco Grimaldos M C Mulata Labrador 37
Tomasa Maturano F C Mulata sin dato 40
Simeón Grimaldos M S Mulata sin dato 20
Dominga Carrasco F S Mulata sin dato 37

327
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
María Navarro F S Mulata sin dato 20
Francisca Carrasco F S Mulata sin dato 2
Dominga Albarrazín F S Mulata sin dato 50
María Albarrazín F S Mulata sin dato 15
Mariano Mena M S Mulata Jornalero 19
Martín Morales M V Mulata Albañil 50
Crusa Morales F S Mulata sin dato 13
Gabriel Alvarado M S Mulata Jornalero 33
José María Cadenas M S Negra Jornalero 26
Justo Cadenas M S Negra Jornalero 15
Juan de
Salas M S Mulata sin dato 36
Dios
Luis Salas M S Mulata sin dato 34
Manuel Salas M S Mulata sin dato 27
Juan Salas M S Mulata sin dato 7
Santiago Salas M S Mulata sin dato 8
Catalina Arias F V Mulata sin dato 57
Pedro Salas M C Mulata Albañil 26
Clara Esquibel F C Mulata sin dato 22
Ana Salas F sin dato Mulata sin dato 4
Josefa Mamani F S Negra sin dato 25
Lorensa Sansoro F S Mulata sin dato 27
Bentura Sansoro F sin dato Mulata sin dato 4
Mariano Sansoro M sin dato Mulata sin dato 9
Mónica Sansoro F sin dato Mulata sin dato 6
Juana Sansoro F sin dato Mulata sin dato 2
Josefa Tovar F S Mulata sin dato 50
Rafaela no indica F S Mulata sin dato 70
Ponciana Cornejo F S Negra sin dato 19
Melchora Cornejo F S Negra sin dato 17
María Cadenas F S Negra sin dato 12
Isabel Albarrasín F S Mulata sin dato 27
Juana Albarrasín F S Mulata sin dato 7
Paula Albarrasín F S Mulata sin dato 5
Manuel Albarrasín M S Mulata sin dato 3
Melchora Corbacho F S Mulata sin dato 35

328
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Mariano Corbacho M S Mulata sin dato 6
Rasaura Corbacho F S Mulata sin dato 4
Tomasa Corbacho F S Mulata sin dato 3
Juan Corbacho M S Mulata sin dato 1
Santiago Sevallos M C Mulata Cargador 27
Juana Sosa F C Mulata sin dato 18
Rafaela Ramires F S Mulata sin dato 27
María Susana F V Negra Lavandera 50
María Salas F S Mulata Lavandera 23
Bruno Salas M S Mulata Lavandera 20
Silveria Salas F S Mulata sin dato 18
Manuela Salas F S Mulata sin dato 15
Manuela Salas F S Mulata sin dato 13
Manuel Salas M S Mulata sin dato 10
Mercedes Cornejo F S Mulata sin dato 47
Rosa Fernandes F S Mulata sin dato 26
María Fernandes F S Mulata sin dato 14
Rafael Carrasco M C Mulata Matriculado 24
Ignacia Flores F C Mulata sin dato 18
Felipe Bera M C Mulata Labrador 41
Martina Cornejo F C Mulata sin dato 30
Miguel Bera M S Mulata Labrador 17
Bartolomé Bera M S Mulata Labrador 16
Mariano Bera M S Mulata Labrador 15
Balentin Bera M sin dato Mulata Labrador 13
María del
Bera F sin dato Mulata sin dato 7
Rosario
José María Bera M sin dato Mulata sin dato 6
Manuel Bera M sin dato Mulata sin dato 5
Mariano Bera M sin dato Mulata sin dato 4
Agustina Bera F sin dato Mulata sin dato 2
Isabel Corbacho F V Mulata sin dato 58
Juana
Sansoro F S Mulata sin dato 28
Rosario
María del
Sansoro F S Mulata sin dato 19
Rosario
Luisa Carrasco F V Mulata sin dato 70

329
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Eduarda Obiedo F S Mulata sin dato 46
Fermín Pimintel M C Mulata Cargador 56
María
Nacarino F C Mulata sin dato 40
Josefa
Manuel Pimintel M S Mulata Carpintero 31
Pedro Pimintel M S Mulata Sastre 25
Pedro José Zeballos M C Mulata Lampero 47
Manuela Corbacho F C Mulata sin dato 40
Eulalia Zeballos F S Mulata sin dato 20
María Zeballos F sin dato Mulata sin dato 13
Ayonato Zeballos M sin dato Mulata sin dato 10
Lorenza Zeballos F S Mulata sin dato 19
Mariana Zeballos F S Mulata sin dato 29
Santiago Maldonado M S Mulata Carpintero 18
Isidro Maldonado M S Mulata Matriculado 16
Beatriz Maldonado F S Mulata sin dato 14
Rafaela Maldonado F S Mulata sin dato 1
Juan Cornejo M C Mulata Jornalero 50
María Corbacho F C Mulata sin dato 40
Julian Cornejo M S Mulata Jornalero 25
Mariano Cornejo M S Mulata Jornalero 23
Gregorio Cornejo M S Mulata Jornalero 25
Jorge Ortega M C Mulata Herrero 32
Carmen Vargas F C Mulata sin dato 23
Estefa Ortega F sin dato Mulata sin dato 5
Sebastiana Ortega F sin dato Mulata sin dato 2
Paula Coria F S Mulata sin dato 34
Carmen Coria F S Mulata sin dato 12
Juan Padilla M C Mulata Pulpero 30
Casimira Sanches F C Mulata sin dato 27
Manuel Padilla M sin dato Mulata sin dato 10
Catalina Padilla F sin dato Mulata sin dato 4
Esmerijilda Henriques F S Mulata sin dato 50
Juan Henriques M S Mulata Labrador 30
Teresa Henriques F S Mulata sin dato 16
María Henriques F S Mulata sin dato 110

330
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José María Chombo M C Mulata Labrador 50
Juliana Loayza F C Mulata sin dato 47
José Chombo M S Mulata Jornalero 26
Manuela Caseres F V Mulata sin dato 30
Sicilio Pimintel M S Mulata sin dato 14
Juana
García F V Mulata sin dato 37
Santos
Manuel
García M S Mulata es sirviente 18
Antonio
Manuela Caseres F sin dato Mulata sin dato 5
Ventura Obiedo M C Mulata Jornalero 40
Polonia Trillo F C Mulata sin dato 30
Damiana Obiedo F sin dato Mulata sin dato 11
Mariano Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
Mariano 2º Obiedo M sin dato Mulata sin dato 4
Micaila Obiedo F sin dato Mulata sin dato 2
Antonia Henriques F S Mulata sin dato 27
Francisco Henriques M sin dato Mulata sin dato 8
Nicolas Henriques M sin dato Mulata sin dato 6
José Manuel Henriques M sin dato Mulata sin dato 6
Pedro Henriques M S Mulata Jornalero 25
Manuel Henriques M sin dato Mulata sin dato 1
Mariano Saconeta M S Mulata Zapatero 36
Petrona Collado F negra Negra sin dato 34
Manuel Collado M Arica Negra sin dato 8
Manuel García M Arica Negra Albañil 28
Siloenia Bracamonte F Arica Mulata sin dato 30
Pio de García M Arica Mulata Albañil 15
Rafael García M Arica Mulata Albañil 12
Francisco García M Arica Mulata sin dato 10
Josefa Benavides F V Mulata sin dato 50
José María Benavides M S Mulata Jornalero 28
Carmen Benavides F S Mulata sin dato 16
Gabina Benavides F S Mulata sin dato 1
Catalina Henriques F S Mulata sin dato 37
Juliana Henriques F sin dato Mulata sin dato 12

331
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José Vidaurre M C Negra Cosinero 47
María Valle F C Mulata sin dato 40
Nicolasa Atina F S Mulata sin dato 20
Francisca Valles F S Mulata sin dato 17
Martín Valles M S Mulata sin dato 10
Manuela Vidaurre F sin dato Mulata sin dato 8
José Carrasco M C Mulata Pescador 80
Gregoria Mesa M C Mulata sin dato 60
Vicencia Obiedo F S Mulata sin dato 40
Isidora Obiedo F S Mulata sin dato 15
Estanilisada Obiedo F S Mulata sin dato 12
María
Obiedo F sin dato Mulata sin dato 10
Santos
Leandro Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
Lucia Siles F S Mulata sin dato 38
Manuel Siles M S Mulata Jornalero 14
Isidora Siles F S Mulata sin dato 12
Casimiro Siles M S Mulata sin dato 7
Venancio Siles M sin dato Mulata sin dato 5
Mariano García M C Mulata Jornalero 64
Carmela Sanches F C Mulata sin dato 34
Ildefonza García F S Mulata sin dato 12
Carmela García F sin dato Mulata sin dato 6
Pedro Yañes M C Mulata Jornalero 50
Juana Bracamonte F C Mulata sin dato 46
Tomasa Yañes F S Mulata sin dato 26
Brijida Yañes F S Mulata sin dato 22
Casimira Yañes F S Mulata sin dato 20
Lorenzo Yañes M S Mulata Jornalero 15
Mariano Yañes M S Mulata Jornalero 12
Agustina Yañes F sin dato Mulata sin dato 11
Manuel Ríos M C Mulata Zapatero 28
Manuela Ríos F sin dato Mulata sin dato 2
Manuela Bracamonte F S Mulata sin dato 25
Dominga Arias F C Mulata sin dato 34
Andrés Sanches M C Mulata Labrador 47

332
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Mariano Sanches M S Mulata Labrador 18
Pantaleón Sanches M S Mulata Labrador 15
Josefa Beltrán F S Mulata sin dato 46
Nicanor Beltrán M S Mulata Labrador 14
José Beltrán M sin dato Mulata sin dato 4
Sebastían Beltrán M sin dato Mulata sin dato 3
Mariano Albarrazín M C Negra Labrador 36
Juana Nacarino F C Mulata sin dato 34
Mercedes Albarrazín F S Mulata sin dato 18
Mariana Nacarino F S Mulata sin dato 25
Pascual Nacarino M sin dato Mulata sin dato 1
María Estoraica F S Mulata sin dato 28
Juan Estoraica M sin dato Mulata sin dato 2
Martina Obiedo F S Mulata sin dato 30
Mercedes Obiedo F S Mulata sin dato 15
Julian Obiedo M sin dato Mulata sin dato 6
María Jacoba F V Mulata sin dato 77
Magdalena Tovar F S Mulata sin dato 47
Jon Siles M S Mulata Labrador 50
Pedro Siles M S Mulata Labrador 17
Clara Siles F S Mulata sin dato 15
Manuel Yañes M S Mulata sin dato 6
Manuel 2° Yañes M S Mulata sin dato 5
Manuel 3° Yañes M S Mulata sin dato 3
Natividad Yañes F S Mulata sin dato 2
María Trillo F S Mulata sin dato 40
Saturnino Trillo M S Mulata sin dato 11
Manuela Savala F S Mulata sin dato 15
Prudencia Albarrazín F S Mulata sin dato 34
María Albarrazín F S Mulata sin dato 8
Eustaquia Albarrazín F S Mulata sin dato 14
Mariano Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 3
Juan Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 2
Petrona Rabutia F S Mulata sin dato 47
Tomasa Herrera F S Mulata sin dato 47

333
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Pedro Fernandes M C Mulata Cargador 23
Ramona Zeballos F C Mulata sin dato 19
Manuela Fernandes F sin dato Mulata sin dato 3
María Santana F V Mulata sin dato 56
Agustín Fernandes M S Mulata Cargador 19
Fermín Santana M S Mulata Labrador 35
Juan Santana M S Mulata Labrador 25
León Santana M S Mulata Labrador 20
Justo Santana M S Mulata sin dato 10
Manuel Santana M sin dato Mulata sin dato 7
María Santana F sin dato Mulata sin dato 8
Antonia Zespedes F S Mulata sin dato 20
Joaquín Estoraica M S Mulata sin dato 8
Damaso Corbacho M S Mulata Labrador 40
Pedro Sanches M S Mulata Labrador 47
Juan Sanches M S Mulata Labrador 26
Lino Sanches M S Mulata Labrador 14
Manuela Sanches F sin dato Mulata sin dato 9
Paula Pradena F S Mulata sin dato 30
José Lopes M S Mulata Zapatero 28
Santos Beltrán F S Mulata sin dato 25
Juana Lopes F S Mulata sin dato 11
Beatriz Lopes F sin dato Mulata sin dato 2
Alejo Mena M C Mulata Zapatero 28
Lorenza Collado F C Mulata sin dato 25
Camilo Mena M sin dato Mulata sin dato 3
Mercedes Mena F sin dato Mulata sin dato 1
María Estoraica F S Mulata sin dato 16
Ángel Carrasco M C Mulata Cargador 46
Toribia Henriques F C Mulata sin dato 30
Petrona Carrasco F S Mulata sin dato 15
María Elena Carrasco F sin dato Mulata sin dato 8
Manuela Carrasco F sin dato Mulata sin dato 1
Manuel Corbacho M C Mulata Cargador 44
Juana Arias F C Mulata sin dato 36

334
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Manuela Corbacho F S Mulata sin dato 23
Juan Corbacho M S Mulata Jornalero 16
Paula Corbacho F sin dato Mulata sin dato 12
Manuela 2a Corbacho F sin dato Mulata sin dato 8
Agustina Corbacho F sin dato Mulata sin dato 6
Melchora Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Santiago Pimintel M V Mulata Cargador 37
Balentina Pimintel F S Mulata sin dato 12
Manuel Pimintel M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de
Pimintel M sin dato Mulata sin dato 9
Dios
Mariana Pimintel F S Mulatillo Sastre 30
Luisa Carbonera F S Negra sin dato 18
Manuel Castañón M S Mulata sin dato 28
Samuel Clavik M S Negra Comerciante 37
Carmen Hernandes F S Negra sin dato 40
Evarista Salamanca F S Mulata sin dato 17
José Ilarión Obiedo M S Mulata Posto Adu 52
Manuel Lagomarcino M S Negra sin dato 30
Paula Cespedes F S Negra sin dato 25
Martina Cespedes F sin dato Negra sin dato 2
Manuela Cespedes F sin dato Negra sin dato 6
María del
Cespedes F sin dato Negra sin dato 2
Rosario
Dolores Villa F S Negra sin dato 17
Camila Baldes F S Negra sin dato 30
Severina Baldes F sin dato Negra sin dato 10
Jocefa Baldes F sin dato Negra sin dato 6
Miguel Baldes M sin dato Negra sin dato 3
Bernardo Vicuña M sin dato Negra sin dato 56
Tadeo Jimenes M S Negra sin dato 40
Lucia Jimenes F S Negra sin dato 50
Ana Tapia F C Mulata sin dato 36
María
Carrasco F S Mulata sin dato 16
Barbara
Margarita Tapia F sin dato Mulata sin dato 7

335
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Andrés
Tapia M sin dato Mulata sin dato 2
Nacanor
Mariano Obiedo M S Mulata Sastre 30
Carolina Obiedo F S Mulata sin dato 28
Salome Obiedo F S Mulatillo sin dato 16
Manuel Obiedo M sin dato Mulata sin dato 9
Domitila Obiedo F sin dato Mulata sin dato 6
María Obiedo F sin dato Mulata sin dato 4
Nicanor Obiedo M sin dato Mulata sin dato 3
José Julio Obiedo M sin dato Mulata sin dato 1
Pedro Albarrazín M C Mulata Marino 56
manuela Pimintel F C Mulata sin dato 50
Baleriano Albarrazín M S Mulata Carpintero 27
Juliana Albarrazín F S Mulata sin dato 20
Manuela Albarrazín F S Mulata sin dato 15
Juan Albarrazín M S Mulata Carpintero 14
Mercedes Albarrazín F sin dato Mulata Carpintero 9
María Albarrazín F S Mulata sin dato 30
Manuel Miranda M sin dato Mulata sin dato 4
Marcelino Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 1
Manuela Maldonado F S Mulata sin dato 20
Domingo Alfaro M C Mulata Labrador 40
Petrona Herrera F C Mulata sin dato 38
Bernardino Alfaro M S Mulata Sastre 25
Manuela Alfaro F S Mulata sin dato 21
Sicilio Alfaro M S Mulata Labrador 19
Domingo Alfaro M S Mulata sin dato 16
Juan Alfaro M S Mulata sin dato 16
Mariano Alfaro M sin dato Mulata sin dato 10
Santiago Alfaro M sin dato Mulata sin dato 8
Jacoba Alfaro F sin dato Mulata sin dato 8
Pascual Herrera M sin dato Mulata Marino 25
Juana Zavala F sin dato Mulata sin dato 15
María
Herrera F sin dato Mulata sin dato 1
Encarnación
Margarita Flor F sin dato Negra sin dato 30

336
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Pedro Rondon M V Mulata Pulpero 57
José María Rondon M C Mulata Pulpero 28
María
Santana F C Mulata sin dato 27
Santos
Estalisnado Rondon M sin dato Mulata sin dato 9
Juan Rondon M sin dato Mulata sin dato 4
Martín Rondon M sin dato Mulata sin dato 3
Luis Rondon M sin dato Mulata sin dato 1
Teresa Galian F sin dato Negra sin dato 10
Felipe Cuentas M C Negra Labrador 36
Agustina Rondon F C Negra sin dato 35
Francisco Cuentas M S Negra Jornalero 18
Juan Cuentas M sin dato Negra Jornalero 14
Manuel Cuentas M sin dato Negra Jornalero 13
Fermín Rondon M S Negra Jornalero 34
Santiago Chombo M C Mulata Labrador 29
Jocefa Henriques F C Mulata sin dato 36
Adelaina Vargas F sin dato Mulata sin dato 3
Melchora Maldonado F sin dato Mulata sin dato 1
Francisca Carrero F V Mulata sin dato 50
Juan
Obiedo M S Mulata Marino 20
Manuel
Manuela Obiedo F S Mulata sin dato 16
José Espinosa M sin dato Mulata sin dato 11
Eucebio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 4
Vilonia Sansoro F sin dato Mulata sin dato 10
Jacoba Siles F S Mulata sin dato 16
Manuel Siles M S Mulata Jornalero 14
Pascual Ayala M S Mulata Carpintero 37
Mercedes Zabarburu F V Mulata sin dato 36
Manuel Zabarburu M sin dato Mulata Carpintero 14
María
no indica F sin dato Mulata sin dato 10
Magdalena
José Rabutia Lino M S Mulata Labrador 21
Balentin Mena M S Negra Zapatero 27
Micaila Chumica F S Mulata sin dato 35
Manuel Chumica M sin dato Mulata sin dato 12

337
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Asencio Chumica M sin dato Mulata sin dato 11
Miguel Chumica M sin dato Mulata sin dato 7
María Chumica F sin dato Mulata sin dato 6
Paula Chumica F sin dato Mulata sin dato 3
Antonio Chumica M sin dato Mulata sin dato 1
Manuel Soloriano M C Mulata Cargador 27
Antonina Churruca F C Mulata sin dato 21
María
Soloriano F sin dato Mulata sin dato 1
Teresa
Inés Maldonado F S Mulata sin dato 18
Mariano Maldonado M S Mulata sin dato 1
Rufina Sanches F V Mulata sin dato 65
Josefa Santana F S Mulata sin dato 40
María Butilen F V Mulatillo sin dato 45
Manuela Santana F S Mulata sin dato 18
Juana Albarrazín F S Mulata sin dato 25
Jacinta Loayza F S Mulata sin dato 35
Bernardo Loayza M sin dato Mulata sin dato 1
Petrona Sabarburu F V Mulata sin dato 36
Manuel Santos M sin dato Mulata sin dato 15
Mariano Albarrazín M S Mulata Pescador 30
María Días F S Mulata sin dato 29
María Isabel Días F sin dato Mulata sin dato 1
Francisca Vega F S Mulata sin dato 56
Juana Rabutia F V Mulata sin dato 90
Juana Obiedo F V Mulata sin dato 90
Juliano Zolano M S Mulata Jornalero 47
Rosa Gomes F S Mulata sin dato 25
Leandra Solano F S Mulata sin dato 28
José
Solano M sin dato Mulata sin dato 6
Bernardino
Juana
Solano F sin dato Mulata sin dato 4
Manuela
María
Solano F sin dato Mulata sin dato 1
Santos
Josefa Solano F sin dato Mulata sin dato 45
Antonio Blancas M V Mulatillo Carpintero 87

338
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Manuela Blancas F V Mulatillo sin dato 37
Mariano Blancas M S Mulatillo zapatero 29
Ana Blancas F S Mulatillo sin dato 28
Mercedes Blancas F S Mulatillo sin dato 19
Elojia Vargas F sin dato Mulatillo sin dato 4
Mariano Espinosa M C Mulata Pulpero 50
Pascuala Ruiz F C Mulata sin dato 42
Leandra Espinosa F S Mulata sin dato 24
Manuela Espinosa F S Mulata sin dato 14
Mariano Espinosa M sin dato Mulata sin dato 6
Teodora Vilchis F S Moreno sin dato 50
Hodorico Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Jesica Corbacho F sin dato Mulata sin dato 1
Lucas Albarrazín M S Mulata Doméstico 12
María
Obiedo F S Mulata sin dato 97
Josefa
Juana Pimintel F S Mulata Labrador 25
Francisco Soto F C Mulata Carnicero 56
María marengo F C Mulata sin dato 54
Andrés Zoto M S Mulata Carnicero 26
Isabel Zoto F S Mulata sin dato 24
Benancio Zoto M S Mulata sin dato 22
Francisco Zoto M S Mulata Carnicero 14
Juan de
Zoto M sin dato Mulata sin dato 12
Mata
José Lino Zoto M sin dato Mulata sin dato 10
Marcos Altanera M C Mulata Jornalero 29
Ancelma Soto F C Mulata sin dato 27
Isidora Altanera F sin dato Mulata sin dato 4
Manuel Altanera M sin dato Mulata sin dato 3
Rufina Altanera F sin dato Mulata sin dato 1
Francisco Soto M sin dato Mulata sin dato 3
María
Soto F sin dato Mulata sin dato 2
Rosario
María Miranda F C Mulata sin dato 47
Lorenzo Miranda M sin dato Mulata sin dato 7
Juan Miranda M S Mulata Pulpero 29

339
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Isidoro Ruiz M sin dato Mulatillo sin dato 12
Viviana Valle F C Mulatillo sin dato 46
María R. Ramires F V Mulatillo sin dato 60
Juana Albarrazín F S Mulatillo sin dato 40
Manuel Albarrazín M S Mulatillo Comerciante 20
Jacoba Albarrazín F S Mulatillo sin dato 18
Carmen Albarrazín F S Mulatillo sin dato 10
María Sanches F S Mulatillo sin dato 56
Antonino Albarrazín M C Mulatillo Zapatero 57
Isabel Miranda F C Mulatillo sin dato 46
Manuela Albarrazín F S Mulatillo sin dato 28
Pedro Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 25
Saturnino Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 20
Juan Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 16
Lucas Albarrazín M sin dato Mulatillo sin dato 12
Francisca Albarrazín F sin dato Mulatillo sin dato 10
Mercedes Albarrazín F sin dato Mulatillo sin dato 9
Eulalia Mesa F V Mulata sin dato 50
Antonio Pimintel M S Mulata Carpintero 30
Juana Pimintel F C Mulatillo sin dato 35
Asencia Pimintel F C Mulatillo sin dato 35
Paula Pimintel F sin dato Mulatillo sin dato 7
Manuel Pimintel M sin dato Mulatillo sin dato 2
José Patricio Nuñes M S Mulatillo Empleado 36
Carmen Nuñes F sin dato Mulatillo sin dato 1
Martín Corbacho M C Mulata músico 31
Mercedes Cuentas F C Mulata sin dato 35
Bacilio Corbacho M sin dato Mulata Jornalero 14
Jacinta Corbacho F S Mulata sin dato 13
Ilarión Corbacho M sin dato Mulata sin dato 10
María Corbacho F sin dato Mulata sin dato 9
Narcisa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 8
Gertrudis Corbacho F sin dato Mulata sin dato 6
Luisa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 1
Dominga Carrero F V Mulata sin dato 24

340
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Carmen Carrero F sin dato Mulata sin dato 11
Manuela Carrero F sin dato Mulata sin dato 6
Manuela Carrero F V Mulatillo sin dato 50
María Arias F S Negra sin dato 80
Petrona Días F S Negra sin dato 45
Policarpio Días M S Negra Jornalero 40
Candelaria Franco F C Mulata sin dato 38
Apolinario Arias M sin dato Mulata sin dato 9
Oligario Obiedo M C Mulata Labrador 45
Manuela Belarde F C Mulata sin dato 36
Felipe Obiedo M sin dato Mulata sin dato 9
Pedro Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
María Obiedo F sin dato Mulata sin dato 4
Juan Nieto M sin dato Negra sin dato 10
María Nieto F sin dato Negra sin dato 7
Juan Carrasco M C Mulatillo Agricultor 64
Manuela Henriques F C Mulatillo sin dato 37
Mariano Carrasco M S Mulatillo Agricultor 21
Faustino Carrasco M S Mulatillo Agricultor 19
Simón Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 7
Vicente Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 6
María Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 5
Teresa Henriques M S Mulatillo sin dato 25
Ángel Henriques M sin dato Mulatillo sin dato 7
Margarita Henriques F sin dato Mulatillo sin dato 4
Marcelina Henriques F sin dato Mulatillo sin dato 2
Manuel Ríos M S Mulatillo Sastre 26
Benita Vargas F S Mulatillo sin dato 24
Mercedes Días F S Mulatillo sin dato 28
José María Albarrazín M C Mulatillo Pulpero 25
Isabel Garrido F C Mulatillo sin dato 17
José M. Albarrazín M sin dato Mulatillo sin dato 1
Juan Alfaro M S Mulata sin dato 17
Juana Henriques F S Mulatillo sin dato 19
Manuel Henriques M sin dato Mulatillo sin dato 10

341
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Dionicio Miranda M C Mulatillo Pulpero 75
Pedro Figuerola M S Mulatillo Carpintero 33
Ignacio Benavides M S Mulatillo sin dato 30
Teresa Benavides F S Mulatillo sin dato 13
José Luis Miranda M C Mulatillo Albañil 70
Josefa Cadenas F C Mulatillo sin dato 77
María
Portocarrero F S Mulata sin dato 26
Teresa
Antonio Portocarrero M sin dato Mulata sin dato 6
Apolinario Belarde M S Mulata Jornalero 51
María
Belarde F S Mulata sin dato 41
Natividad
José Belarde M sin dato Mulata sin dato 9
Santiago Belarde M sin dato Mulata sin dato 7
Antonia Belarde F sin dato Mulata sin dato 5
Andrea Belarde F sin dato Mulata sin dato 4
Tereza Belarde F sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Espinosa F S Mulata sin dato 40
Andrea Espinosa F S Mulata sin dato 14
Joce Espinosa M S Mulata sin dato 7
Antonio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 4
Toribio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 3
José María Espinosa M sin dato Mulata sin dato 1
José
Maturana M S Mulata sin dato 14
Mariano
José
Enriques M V Mulata sin dato 78
Gregorio
Juana María Enriques F V Mulata sin dato 49
Mariana Loayza F S Mulata sin dato 21
Camila Loayza F S Mulata sin dato 16
Joaquín Loayza M S Mulata sin dato 10
Andrés Loayza M S Mulata sin dato 9
Emilio Loayza M sin dato Mulata sin dato 7
Francisca Tamiña F S Mulata sin dato 50
Mariano Tamiña F S Mulata sin dato 51
Andrea Tamiña F S Mulata sin dato 42
Josefa Tamiña F S Moreno sin dato 24

342
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Antonia Tamiña F S Moreno sin dato 42
Natividad Bravo F S Mulata sin dato 31
Juan Bravo M S Mulata sin dato 10
Antonio Bravo M sin dato Mulata sin dato 7
Manuela Bravo F sin dato Mulata sin dato 5
María
Bravo F sin dato Mulata sin dato 3
Natividad
Francisca Bravo F sin dato Mulata sin dato 2
Francisco Vega M V Mulata Marino 57
Josefa Vega F V Mulata Marino 47
Saturnina Vega F S Mulata sin dato 14
Juan Vega M S Mulata sin dato 13
Mariano Vega M S Mulata sin dato 10
Emilia Mena F V Mulata sin dato 50
Juan
Mena M V Mulata sin dato 56
Antonio
Juana María Mena F S Mulata sin dato 35
Manuela Mena F S Mulata sin dato 15
Francisco Mena M S Mulata sin dato 13
Antonio Mena M S Mulata sin dato 10
Jocefa Mena F S Mulata sin dato 7
Gertrudis Mena F sin dato Mulata sin dato 5
Jacinto Mena M sin dato Mulata sin dato 3
Juana
Mena F sin dato Mulata sin dato 7
Dolores
Juan Bracamonte M S Mulata sin dato 5
Jenara Mena F S Mulata sin dato 14
Mariano Fernandes M C Pardo Labrador 57
Josefa Bravo F C Pardo sin dato 51
Manuela Fernandes F S Pardo sin dato 15
Juan Fernandes M sin dato Pardo sin dato 7
Mariano Chombo M sin dato Pardo sin dato 10
María Eliza Cornejo F S Pardo sin dato 36
Juan de
Cornejo M sin dato Pardo sin dato 8
Dios
Mariano Cornejo M sin dato Pardo sin dato 6
José María Cornejo M sin dato Pardo sin dato 4

343
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Luis Salas M V Mulata Labrador 57
Mercedes Salas F S Mulata sin dato 30
Mariano Salas M sin dato Mulata sin dato 7
Rosa Obiedo F V Mulata sin dato 51
Josefa Obiedo F V Mulata sin dato 47
Pablo Obiedo M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de
Obiedo M sin dato Mulata sin dato 6
Dios
José María Argumanes M S Mulata Jornalero 50
Benito Bracamonte M V Mulata sin dato 90
Nicolasa Bracamonte F V Mulata sin dato 50
Mariano Bracamonte M V Mulata sin dato 51
Felipe Chaya M V Mulata Labrador 56
Luisa Chaya F S Mulata sin dato 26
Fernanda Chaya F S Mulata sin dato 16
Juana
Chaya F S Mulata sin dato 12
Manuela
Andrés
Chaya M sin dato Mulata sin dato 9
Abelino
Juan
Chaya M sin dato Mulata sin dato 7
Crisostomo
Francisca Chaya F sin dato Mulata sin dato 5
María
Chaya F sin dato Mulata sin dato 3
Rosario
Andrés Chaya M sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Mamondes F S Mulata sin dato 51
Bartolano Mamondes M S Mulata sin dato 12
José
Mamondes M S Mulata sin dato 7
Gregorio
María Cruz Mamondes F sin dato Mulata sin dato 5
Antolina Mamondes F sin dato Mulata sin dato 3
Juana
Collao F V Mulata sin dato 50
Francisca
María A. Collao F S Mulata sin dato 17
José Manuel Collao M S Mulata sin dato 10
Toribio Collao M S Mulata sin dato 7
José
Collao M sin dato Mulata sin dato 4
Mariano
Francisca Collao F sin dato Mulata sin dato 3

344
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José
Collao M sin dato Mulata sin dato 2
Antonio
Toribio Collao M sin dato Mulata sin dato 14
José
Yara M V Mulata sin dato 57
Mariano
José
Yara M V Mulata sin dato 50
Antonio
José
Caceres M V Mulata Jornalero 57
Antonio
José María Caceres M sin dato Mulata sin dato 12
María Caceres F sin dato Mulata sin dato 10
Andrea Caceres F sin dato Mulata sin dato 6
Jocefa Caceres F sin dato Mulata sin dato 4
Antonia Caceres F sin dato Mulata sin dato 3
Bonifacio León M V Mulata Labrador 56
Gregoria León F S Mulata sin dato 26
Juan de
León M sin dato Mulata sin dato 10
Dios
Mariano León M sin dato Mulata sin dato 7
Jacinto León M sin dato Mulata sin dato 5
Josefa León F sin dato Mulata sin dato 3
Andrea León F sin dato Mulata sin dato 1
José Andrés Chaves M V Mulata sin dato 56
Tomasa Chaves F S Mulata sin dato 27
Feliciano Chaves M S Mulata sin dato 14
Dominga Chaves F sin dato Mulata sin dato 10
Luisa Chaves F sin dato Mulata sin dato 7
Joaquina Chaves F sin dato Mulata sin dato 5
Josefa Gil F V Mulata sin dato 57
Antonia Gil F S Mulata sin dato 26
Gerbacio Gil M S Mulata sin dato 16
Leandro Gil M sin dato Mulata sin dato 10
Andrea Luca F S Negra sin dato 37
Josefa Luca F S Negra sin dato 14
Toribio Luca M S Negra sin dato 10
Juan de
Luca M sin dato Mulata sin dato 4
Dios
Juliana Luca F sin dato Mulata sin dato 2

345
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Santiago Luca M sin dato Mulata sin dato 1
Juana Huarachi F S Mulata sin dato 37
Antonio Huarachi M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de
Huarachi M sin dato Mulata sin dato 7
Dios
María
Huarachi F sin dato Mulata sin dato 4
Rosario
María
Huarachi F sin dato Mulata sin dato 2
Natividad
José
Huarachi M sin dato Mulata sin dato 1
Antonio
Agustín Cano M S Mulata Cosinero 51
Juan
Osnalo M V Mulata Jornalero 49
Antonio
Agustín Osnalo M sin dato Mulata sin dato 10
Juana María Osnalo F sin dato Mulata sin dato 7
Andrea Osnalo F sin dato Mulata sin dato 5
Agustina Osnalo F sin dato Mulata sin dato 4
Josefa Osnalo F sin dato Mulata sin dato 2
Mariano Osnalo M sin dato Mulata sin dato 1
Juana María Lucero F S Mulata sin dato 27
Antonio Lucero M sin dato Mulata sin dato 10
Juan Lucero M sin dato Mulata sin dato 7
Josefa Lucero F sin dato Mulata sin dato 6
José Zalas M sin dato Mulata sin dato 7
Mariana Zalas F sin dato Mulata sin dato 6
José María Zalas M sin dato Mulata sin dato 4
Antolín Zalas M sin dato Mulata sin dato 2
Juan de
Zalas M sin dato Mulata sin dato 1
Mata
Sebastían Peres M S Pardo Marino 50
Dolores Ramires F sin dato Mulata sin dato 47
Teresa Ramires F sin dato Mulata sin dato 35
Juan Peres M sin dato Mulata sin dato 10
Manuel Peres M sin dato Mulata sin dato 7
Antonia Peres F sin dato Mulata sin dato 5
Juana Peres F sin dato Mulata sin dato 4
Andrea Peres F sin dato Mulata sin dato 1

346
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Leandra Villegas F S Mulata sin dato 24
Antonio Villegas M sin dato Mulata sin dato 10
José María Villegas M sin dato Mulata sin dato 9
Antolina Villegas F sin dato Mulata sin dato 7
Andrea Villegas F sin dato Mulata sin dato 5
Juan Villegas M sin dato Mulata sin dato 3
Andrés Villegas M sin dato Mulata sin dato 1
Juana Trejo F V Pardo sin dato 46
Manuela Trejo F sin dato Pardo sin dato 12
Avelino Trejo M sin dato Pardo sin dato 9
Reimundo Trejo M sin dato Pardo sin dato 7
Avelino Trejo M sin dato Pardo sin dato 4
Teresa Trejo F sin dato Pardo sin dato 2
Josefa Bendejo F sin dato Pardo sin dato 4
José María Bendejo M sin dato Pardo sin dato 3
Ramón Bendejo M sin dato Pardo sin dato 1
Josefa Cuadros F V Mulata sin dato 33
Antonia Cuadros F S Mulata sin dato 14
María Cuadros F sin dato Mulata sin dato 9
Manuel
Cuadros M sin dato Mulata sin dato 7
María
Ana Cuadros F sin dato Mulata sin dato 5
José
Cuadros M sin dato Mulata sin dato 3
Antonio
Mariano Cuadros M sin dato Mulata sin dato 1
Mariana Chinga F sin dato Mulata sin dato 31
Manuela Chinga F sin dato Mulata sin dato 10
Elena Chinga F sin dato Mulata sin dato 7
María R. Chinga F sin dato Mulata sin dato 6
Balerio Chinga M sin dato Mulata sin dato 4
Evaristo Chinga M sin dato Mulata sin dato 3
Julian Chinga M sin dato Mulata sin dato 1
Gertrudis Uriola F S Mulata sin dato 29
Juana María sin dato F S Mulata sin dato 14
Carolina Uriola F S Mulata sin dato 10
Camilo Uriola M S Mulata sin dato 7

347
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Antonio Uriola M sin dato Mulata sin dato 5
Eliza Uriola F sin dato Mulata sin dato 3
Ambrocio Morales M S Mulata Zapatero 36
Dominga Alandan F S Mulata sin dato 24
Mariana Morales F S Mulata sin dato 6
Antonio Morales M sin dato Mulata sin dato 4
Joaquín Morales M sin dato Mulata sin dato 2
Romualda Alcedan F S Pardo sin dato 21
Juana Alcedan F S Pardo sin dato 10
Antonio Alcedan M S Pardo sin dato 8
Juan de
Alcedan M S Pardo sin dato 6
Dios
Manuela Pulanco F S Pardo sin dato 36
Juana María Pulanco F S Pardo sin dato 20
Antonio Pulanco M S Pardo sin dato 14
Jacinto Pulanco M sin dato Pardo sin dato 10
Toribio Pulanco M sin dato Pardo sin dato 8
Josefa Pulanco F sin dato Pardo sin dato 4
José Lovera M S Mulata Labrador 47
Mariano Osorio M V Mulata Labrador 56
María Osorio F V Mulata sin dato 24
Manuela Osorio F S Mulata sin dato 19
José
Osorio M sin dato Mulata sin dato 10
Antonio
Andrés Osorio M sin dato Mulata sin dato 8
Estalisnado Osorio M sin dato Mulata sin dato 6
Juan de
Osorio M sin dato Mulata sin dato 4
Dios
María Miranda F S Mulatillo sin dato 38
Ildefonza Miranda F S Mulatillo sin dato 31
Josefo Miranda M S Mulatillo Labrador 28
Simón Miranda M S Mulatillo Labrador 26
Bernardino Miranda M S Mulatillo Labrador 22
María Miranda F S Mulatillo sin dato 36
José Santos Miranda M sin dato Mulatillo sin dato 5
Manuela Yañes F sin dato Mulatillo sin dato 36
Margarita Yañes F sin dato Mulatillo sin dato 22

348
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José Ballón M S Negra sin dato 40
Luis Corbacho M S Negra sin dato 30
Antonio Romero M sin dato Mulatillo sin dato 18
Mariano Marques M sin dato Mulatillo sin dato 16
Juana María Hullo F sin dato Negra sin dato 56
Miguel Hullo M sin dato Negra Cosinero 30
Pablo Hullo M sin dato Negra sin dato 10
Diego Hullo M sin dato Negra sin dato 7
Clemente Hullo M sin dato Negra sin dato 5
Agustina Hullo F sin dato Negra sin dato 3
Josefa Hullo F sin dato Negra sin dato 1
Antonio Carbonera M C Pardo Jornalero 57
Francisca Cadenas F C Mulata sin dato 46
María E.
Cadenas F sin dato Mulata sin dato 30
Isabel
Andrea Cadenas F sin dato Mulata sin dato 27
Antonio Carbonera M sin dato Mulata sin dato 10

349
Anexo 3. Detalle de la población negra según el censo de 1871.
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir

350
Manuel Filomena Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Jornalero
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Jornalero
Leandra Corvacho Peruano Negro Católica 53 Soltero No No sin dato
Miguel Corvacho Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Pescador
José Oviedo Peruano Negro Católica 31 Soltero No No Pescador
Toribia Corvacho Peruano Negro Católica 16 Soltero No No Costurera
Manuel Calisaya Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Pescador
Manuela Masias Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera
Juan Blaque Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Jornalero
Raimundo Oviedo Peruano Negro Católica 6 sin dato
Isabel Oviedo Peruano Negro Católica 2 sin dato
Pantaleon Miranda Peruano Negro Católica 56 Casado No No Pescador
Manuela S. de Miranda Peruano Negro Católica 40 Casado No No Costurera
Manuel Miranda Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si Pescador
Antonio Miranda Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Lanchero
Asencio Miranda Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Lanchero
Ricardo Miranda Peruano Negro Católica 9 Si Si sin dato
Margarita Miranda Peruano Negro Católica 12 Soltero Si Si Costurera
Nicanor Miranda Peruano Negro Católica 7 Si No sin dato
Antonio Santana Peruano Negro Católica 30 Casado Si Si Cargador
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Maria M. de Santana Peruano Negro Católica 25 Casado Si No Labandera
Francisco Santana Peruano Negro Católica 5 sin dato
Dolores Santana Peruano Negro Católica 3 sin dato
Felipe Miranda Peruano Negro Católica 30 Soltero Si No Lanchero
Pedro Baldivia Peruano Negro Católica 41 Soltero No No sin dato
Mariano Espinoza Peruano Negro Católica 28 Soltero Si Si Cargador
Leandra Espinoza Peruano Negro Católica 48 Soltero No No Labandera
Manuela Espinoza Peruano Negro Católica 33 Soltero No No Labandera
Carmen Bove Peruano Negro Católica 1 sin dato
Cruza Pimintel Peruano Negro Católica 12 No No Doméstica
Rosa Rojas Ecuatoriano Negro Católica 16 Soltero No No Doméstica
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 15 Soltero Si Si Doméstica
Natividad Bravo Peruano Negro Católica 24 Soltero Si Si Labandera
Isabel Flores Peruano Negro Católica 5 sin dato
Manuel Quelopana Peruano Negro Católica 2 sin dato
Julian Carrasco Peruano Negro Católica 40 Casado No No lanchero
Agustin Rojas Boliviano Negro Católica 48 Casado Si Si Comerciante
Leandro Reyes Peruano Negro Católica 23 Soltero Si sin dato
Marta Albarracín Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si Lavandera

351
Dolores Reyes Peruano Negro Católica 1 sin dato
Pablo Suasnabar Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si Doméstica
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Mariano Cornejo Peruano Negro Católica 50 Viudo Si Si Cargador

352
Matias Cornejo Peruano Negro Católica 24 Casado Si Si Alvañil
Francisca Perez Peruano Negro Católica 16 Casado No No Labandera
José Santos Cornejo Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si lanchero
Candelaria Ramirez Peruano Negro Católica 42 Viudo No No Costurera
Manuela Nacarino Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Labandera
José Santos Albarracín Peruano Negro Católica 3 sin dato
Libro Dañado Peruano Negro Católica 10 meses sin dato
Eulalia Mena Peruano Negro Católica 11 Si Si sin dato
Juana Sanchez Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Costurera
Antonia Mena Peruano Negro Católica 10 meses sin dato
Concepción Mena Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Paulina Alfarado Peruano Negro Católica 106 Viudo No No sin dato
Petronila Cornejo Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Eduardo Santana Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Odorico Albarracín Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Comerciante
Primitivo Corvacho Peruano Negro Católica 24 Soltero Si Si Zapatero
María Mora Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Labandera
Antonino Bove Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Cargador
Santiago Albarracín Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Carretero
Carmen Coria Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Vicente Sanchez Peruano Negro Católica 47 Soltero Si Si Cargador
Juana Albarracín Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Costurera
Natividad Sanchez Peruano Negro Católica 5 sin dato
Carmen Albarracín Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Costurera
Manuela Maldonado Peruano Negro Católica 16 Soltero No No Doméstica
José Rejas Peruano Negro Católica 37 Soltero Si Si Lanchero
Juana Rejas Peruano Negro Católica 45 Viudo No No sin dato
Pedro Pablo Céspedes Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Maria A. Rejas Peruano Negro Católica 4 sin dato
Rosa Rejas Peruano Negro Católica 3 sin dato
Domitila Góngora Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Costurera
Carmen Paja Peruano Negro Católica 16 Casado Si Si sin dato
Gabriel Calisaya Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Cargador
Gabriela Mena Peruano Negro Católica 12 Soltero No No sin dato
Juana Calisaya Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Costurera
Gregorio Maturano Peruano Negro Católica 40 Soltero Si No Cargador
Cruza Calisaya Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
José Vidaurre Peruano Negro Católica 50 Viudo No No Cocinero
José Días Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Cargador

353
Francisco Días Peruano Negro Católica 28 Casado Si Si Lanchero
Carmen Vidaurre Peruano Negro Católica 20 Casado No No Labandera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Manuel Chombo Peruano Negro Católica 6 sin dato

354
Manuel Días Peruano Negro Católica 15 Si No Jornalero
Santos Yañes Peruano Negro Católica 50 Viudo No No sin dato
Eduardo Calisaya Peruano Negro Católica 14 Si No sin dato
Candelaria Bové Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
María N. Flores Peruano Negro Católica 2 sin dato
José Fuguer Inglés Negro Católica 30 Soltero No No Lanchero
Adelaida Sanchez Peruano Negro Católica 26 Casado No No sin dato
Dolores Pimintel Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Lucas Albarracín Peruano Negro Católica 35 Casado No No Zapatero
Adolfo Albarracín Peruano Negro Católica 14 Si Si Zapatero
Lucas Albarracín Peruano Negro Católica 1 sin dato
Pedro P. Albarracín Peruano Negro Católica 33 Casado Si No Zapatero
Javier Albarracín Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Manuela Albarracín Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Doméstica
Delfina Martínez Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Doméstica
Manuela Santana Peruano Negro Católica 14 Soltero Si No Doméstica
Dominga Arana Peruano Negro Católica 14 Soltero Si No Doméstica
Cacimiro Cornejo Peruano Negro Católica 32 Soltero No No Sastre
Fortunato Arana Peruano Negro Católica 5 Doméstica
Narsisa Ramírez Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
María C. de Torres Peruano Negro Católica 26 Casado No No sin dato
Juana M. Cornejo Peruano Negro Católica 31 Soltero No No Labandera
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 15 Soltero Si Si Jornalero
Ramón Cornejo Peruano Negro Católica 27 Soltero No No Jornalero
Anacleto Baluarte Peruano Negro Católica 35 Casado No No Labrador
Juana Cornejo Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Labandera
Presentación Baluarte Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Leonor Baluarte Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Jesús Baluarte Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Josefa Mamani Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
Manuela Fernández Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si sin dato
José Irares Peruano Negro Católica 11 Si No Doméstica
Carmen Nacarino Peruano Negro Católica 60 Si No Comerciante
Juan de Mata Soto Peruano Negro Católica 33 Casado No No Zapatero
Rufina Z. de Soto Peruano Negro Católica 29 Casado No No sin dato
Francisco Soto Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Eduardo Soto Peruano Negro Católica 5 sin dato
Vicente Soto Peruano Negro Católica 1 sin dato
María Soto Peruano Negro Católica 80 Viudo No No sin dato

355
Francisco Soto Peruano Negro Católica 55 Viudo No No Aguador
Andrés Soto Peruano Negro Católica 56 Viudo Si Si Jornalero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Tomasa Soto Peruano Negro Católica 5 sin dato

356
Dominga Soto Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Centro
Petronila Garibaldo Americano Negro Católica 38 Soltero Si Si sin dato
Santiago Fernández Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Dependiente
Jetrudis Salas Peruano Negro Católica 50 Viudo No No sin dato
Pastor Albarracín Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Jornalero
Juan de Dios Salas Peruano Negro Católica 56 Casado No No Adovero
Manuela A. de Salas Peruano Negro Católica 36 Casado No No sin dato
Sebastian Salas Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Jornalero
Juan de Dios Salas Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Jornalero
Juan de Mata Salas Peruano Negro Católica 15 Si No sin dato
Margarita Salas Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Fortunata Salas Peruano Negro Católica 6 sin dato
Micaela Hurtado Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si sin dato
Juana de Dios Enriques Peruano Negro Católica 13 Soltero Si No sin dato
Erminia Enriques Peruano Negro Católica 10 Si Si sin dato
Manuel Manzanares Peruano Negro Católica 3 sin dato
José Velarda Peruano Negro Católica 12 Si Si Doméstica
Paula O. de Ayala Peruano Negro Católica 90 Viudo Si Si sin dato
Enriqueta Quiroga Peruano Negro Católica 10 No No Doméstica
Blasa Corvacho Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Cocinero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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María Corvacho Peruano Negro Católica 5 sin dato
Jaquelina Corvacho Peruano Negro Católica 6 meses sin dato
Dionicio Albarracín Peruano Negro Católica 29 Casado No No Alvañil
Manuela P. de Albarracín Peruano Negro Católica 19 Casado Si Si sin dato
Cristina Albarracín Peruano Negro Católica 1 sin dato
Bruna Corvacho Peruano Negro Católica 10 No No Doméstica
Cayo Zuniga Peruano Negro Católica 41 Casado No No Labrador
María B. de Zuniga Peruano Negro Católica 34 Casado Si Si sin dato
Eduardo Zuniga Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Manuel Zuniga Peruano Negro Católica 6 sin dato
Natalia Zuniga Peruano Negro Católica 3 sin dato
Pablo Salas Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Cargador
Josefa Santana Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Labandera
Clorinda Salas Peruano Negro Católica 9 meses sin dato
Gabriel López Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Lanchero
Aurora Santana Peruano Negro Católica 17 Soltero Si Si Labandera
Mercedes Santana Peruano Negro Católica 16 Soltero No No sin dato
Petronila C. de Bravo Peruano Negro Católica 46 Casado No No sin dato
Juana Bravo Peruano Negro Católica 22 Viudo No No sin dato

357
Mariano Bravo Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si Cargador
Natividad Bravo Peruano Negro Católica 17 Soltero Si Si sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Isabel S. Bravo Peruano Negro Católica 14 Soltero Si No sin dato

358
Manuela Bravo Peruano Negro Católica 12 Si No sin dato
Mariano Pilar Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Manuel Bravo Peruano Negro Católica 15 Si No sin dato
Ramón Bravo Peruano Negro Católica 2 sin dato
Pedro Pablo Valle Peruano Negro Católica 60 Viudo No No Zapatero
Cayetano Albarracín Peruano Negro Católica 56 Casado No No Labrador
Mercedes C. de Albarracín Peruano Negro Católica 45 Casado No No sin dato
Concebida Albarracín Peruano Negro Católica 12 Si Si sin dato
Santiago Albarracín Peruano Negro Católica 19 Soltero Si No Carretero
Candelaria Albarracín Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juana Albarracín Peruano Negro Católica 5 sin dato
Mariano Albarracín Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Tomasa Albarracín Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Manuela Bracamonte Peruano Negro Católica 48 Soltero No No Labandera
Rosa Cacéres Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Bernardo Fernández Peruano Negro Católica 34 Casado No No Cargador
Narsisa Corvacho Peruano Negro Católica 25 Casado Si Si sin dato
Lorenzo Vera Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Matriculado
Juana M. de Mamani Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Labandera
Mauricio Mamani Peruano Negro Católica 27 Soltero No No Labrador
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Anjela Malmerta Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Labandera
Juan Manuel Carrasco Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Tomás Carrasco Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Clara Carrasco Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Salvador Carrasco Peruano Negro Católica 5 sin dato
María N. de Palacios Peruano Negro Católica 25 Casado Si Si Costurera
Bernardina
de Cacéres Peruano Negro Católica 25 Casado Si Si sin dato
O.
Francisco Albarracín Peruano Negro Católica 50 Casado No No Labrador
de Alba-
Manuela O. Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
rracín
Mariano Gomez Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Labrador
Cruza Bravo Peruano Negro Católica 43 Viudo No No Frutera
María Santana Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si sin dato
Juana Santana Peruano Negro Católica 3 sin dato
José María Santana Peruano Negro Católica 3 meses sin dato
Joaquín Fuentes Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si Comerciante
Manuela Sanches Peruano Negro Católica 46 Soltero No No Comerciante
Rosa Gonzales Peruano Negro Católica 12 Soltero No No sin dato
María P. Gonzales Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Lisandro Gonzales Peruano Negro Católica 4 sin dato

359
Carmen Sanchez Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Manuel Filomeno Peruano Negro Católica 28 Casado No No Jornalero

360
Petronila C. de Filomeno Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
Juana Carrero Peruano Negro Católica 48 Viudo Si No Labandera
Juana Carrero Peruano Negro Católica 29 Soltero Si Si Labandera
Vicente Copaira Peruano Negro Católica 6 sin dato
Margarita Alfaro Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Adriana Alfaro Peruano Negro Católica 1 sin dato
Martina Salas Peruano Negro Católica 46 Viudo Si Si Labandera
Manuela Zuleta Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Labandera
Julian Oviedo Peruano Negro Católica 15 No No Doméstica
Manuel Corvacho Peruano Negro Católica 8 No No Doméstica
Manuela Miranda Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
Josefa Albarracín Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera
Maximiana Albarracín Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juan M. Nacarino Peruano Negro Católica 58 Casado Si Si Sastre
Juana Corvacho Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Doméstica
Cruza Liendro Peruano Negro Católica 48 Soltero No No sin dato
Asencia Fernández Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Armanda Fernández Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Mercedes Maguine Peruano Negro Católica 9 Si No sin dato
Teresa Fernández Peruano Negro Católica 21 Soltero Si No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Delmira Lanchipa Peruano Negro Católica 15 Soltero Si No sin dato
Manuel Arias Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Mercedes C. de Corvacho Peruano Negro Católica 50 Viudo No No Frutera
Jetrudis Corvacho Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Frutera
Luisa Corvacho Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Labandera
Manuela Corvacho Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Labandera
Carmen Zevallos Peruano Negro Católica 3 sin dato
María R. Fernández Peruano Negro Católica 13 Soltero Si Si sin dato
Daniel Pimintel Peruano Negro Católica 36 Casado Si Si Cargador
Carmen Santana Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si sin dato
Vicente Carrasco Peruano Negro Católica 28 Casado Si Si Carretero
Marcelina C. de Carrasco Peruano Negro Católica 30 Casado Si No Labandera
Juana Carrasco Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Claudia Carrasco Peruano Negro Católica 5 sin dato
Leonor Carrasco Peruano Negro Católica 1 sin dato
Carmelo Osorio Peruano Negro Católica 40 Casado No No Colchonero
Mercedes C. de Osorio Peruano Negro Católica 28 Casado No No sin dato
Melchora Sanchez Peruano Negro Católica 12 Si Si sin dato
Bartola Padilla Peruano Negro Católica 34 Soltero Si Si Frutera

361
Cacimira Santana Peruano Negro Católica 12 Si Si sin dato
Benjamin Santana Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Emilia Padilla Peruano Negro Católica 1 sin dato

362
Juan Odonos Peruano Negro Católica 36 Casado Si Si Jornalero
Pastora S. de Odonos Peruano Negro Católica 29 Casado No No sin dato
Manuel U. Odonos Peruano Negro Católica 3 sin dato
Juana Odonos Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Jorje Oviedo Peruano Negro Católica 30 Casado Si Si Alvañil
José Oviedo Peruano Negro Católica 9 Si Si Escolástico
Fidel Oviedo Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juana Oviedo Peruano Negro Católica 6 sin dato
Erminia Oviedo Peruano Negro Católica 1 sin dato
Pedro Ramírez Peruano Negro Católica 45 Soltero Si Si Cargador
Isaias Cornejo Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si Matriculado
Silveria Albarracín Peruano Negro Católica 19 Soltero No No sin dato
Juan Albarracín Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si Cargador
Tomasa Cuentas Peruano Negro Católica 29 Soltero Si Si sin dato
Irene Montero Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Bacilio Corvacho Peruano Negro Católica 37 Viudo Si Si Sastre
Melchora Benavides Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si sin dato
Aurelia Corvacho Peruano Negro Católica 1 sin dato
María Corvacho Peruano Negro Católica 80 Soltero No No sin dato
Carmen Albarracín Peruano Negro Católica 40 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Leandro Albarracín Peruano Negro Católica 80 Casado No No Agricultor
Felipe Esquibel Peruano Negro Católica 37 Casado Si Si Sombrerero
Isidora C. de Esquibel Peruano Negro Católica 26 Casado Si Si sin dato
Victor Esquibel Peruano Negro Católica 6 sin dato
Sebastían Esquibel Peruano Negro Católica 4 sin dato
Pedro P. Esquibel Peruano Negro Católica 2 sin dato
Juan José Esquibel Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Pacifica Gonzales Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Simona Sansoro Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labandera
Juan de Dios Sansoro Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Felix Sansoro Peruano Negro Católica 6 sin dato
Micaela S. de Sansoro Peruano Negro Católica 49 Casado No No sin dato
Miguel Alvarado Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Carpintero
Petronila R. de Andarria Peruano Negro Católica 56 Viudo No No sin dato
Flora A. de Romero Peruano Negro Católica 30 Viudo Si Si sin dato
María Andarria Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si sin dato
Ildefonso Albarracín Peruano Negro Católica 60 Casado No No Adovero
Juana R. De Albarracín Peruano Negro Católica 56 Casado No No sin dato
Carmen Albarracín Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si sin dato

363
Juan Collao Peruano Negro Católica 12 Si Si Escolástico
María Collao Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Exequiel Collao Peruano Negro Católica 7 No No sin dato

364
Urbano Nacarino Peruano Negro Católica 40 Casado No No Labrador
Jacoba Arenas Peruano Negro Católica 38 Soltero No No sin dato
Tadeo Ordoñes Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Carpintero
Juan Nacarino Peruano Negro Católica 50 Casado No No Cargador
Juliana Palacios Peruano Negro Católica 56 Soltero No No Cocinero
Estefanía Sansoro Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Plasera
Manuela Siles Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Lorenza Collao Peruano Negro Católica 50 Viudo No No Plasera
Julian Collao Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Estevan Cuentas Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Borriguero
Sabastiana A. de Lara Peruano Negro Católica 42 Casado Si Si Costurera
Baleriano Lara Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Carpintero
José Maria Lara Peruano Negro Católica 12 Si Si sin dato
Marcela Lara Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Mariano Lara Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Bernardina C. de Arroyo Peruano Negro Católica 65 Casado No No sin dato
Nieves S. de Cornejo Peruano Negro Católica 100 Viudo No No sin dato
Antonia Ramirez Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Labandera
Dolores Balentines Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Labandera
María A. de Balentines Peruano Negro Católica 45 Viudo Si Si Panadera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
Juan de la
Santana Peruano Negro Católica 16 Soltero Si Si Carpintero
Rosa
Manuela Santana Peruano Negro Católica 14 Soltero Si Si sin dato
Saturnino Santana Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Urbano Oviedo Peruano Negro Católica 44 Casado Si Si Carretero
Rosa N. de Oviedo Peruano Negro Católica 32 Casado Si Si Labandera
Eduardo Oviedo Peruano Negro Católica 11 Si Si sin dato
Juana Oviedo Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Ricardo Oviedo Peruano Negro Católica 4 sin dato
Manuela Sansoro Peruano Negro Católica 33 Soltero No No Labandera
María H. Valle Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Labandera
Francisco Mena Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Zapatero
José Manuel Corvacho Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Manuela Corvacho Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Jesus Corvacho Peruano Negro Católica 6 sin dato
Jorje Corvacho Peruano Negro Católica 4 sin dato
Juan R. Corvacho Peruano Negro Católica 2 meses sin dato
Juana N. de Sanchez Peruano Negro Católica 57 Viudo No No sin dato
Juan Padilla Colombiano Negro Católica 60 Casado No No sin dato
Casimira S. de Padilla Peruano Negro Católica 50 Casado No No sin dato

365
Saturnino Oviedo Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Cargador
Bernardo Corvacho Peruano Negro Católica 32 Soltero Si Si Zapatero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
Escribir
de

366
Petronila C. Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
Maldonado
Benancia Maldonado Peruano Negro Católica 20 Soltero Si No Costurera
Santiago Maldonado Peruano Negro Católica 16 No No sin dato
Mariano Maldonado Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si Cargador
Juan Maldonado Peruano Negro Católica 14 Si Si sin dato
Juana Maldonado Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Grimanesa Maldonado Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Beatriz Maldonado Peruano Negro Católica 4 sin dato
Pablo Maldonado Peruano Negro Católica 2 sin dato
Elvira Arauto Peruano Negro Católica 1 sin dato
Josefa P. de Chombo Peruano Negro Católica 62 Viudo No No sin dato
Alejandro Pimintel Peruano Negro Católica 14 Si No sin dato
Mariano Loserrega Peruano Negro Católica 10 Si No sin dato
José Gonzales Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Paula Mendoza Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera
Manuel Rosas Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Rosario Oviedo Peruano Negro Católica 14 Soltero No No Labandera
Juana Sanchez Peruano Negro Católica 7 meses sin dato
Teresa Anriques Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Comerciante
Luis Salas Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Labrador
Leonor Anriques Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Garcia
Juana G. Peruano Negro Católica 63 Casado No No Comerciante
Losano
Felix Copaira Peruano Negro Católica 28 Casado Si Si Labrador
Carmen S. de Copaira Peruano Negro Católica 20 Casado Si Si sin dato
Isabel Copaira Peruano Negro Católica 2 sin dato
José Manuel Copaira Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Juana María
de Salas Peruano Negro Católica 24 Viudo Si No Labandera
S.
Eduardo Días Peruano Negro Católica 13 No No Doméstica
Mariano Collao Peruano Negro Católica 30 Casado Si Si Matriculado
Francisca U. de Collao Peruano Negro Católica 24 Casado No No sin dato
José Collao Peruano Negro Católica 6 sin dato
Nicolas Collao Peruano Negro Católica 1 sin dato
Pedro Oviedo Peruano Negro Católica 45 Casado No No Jornalero
Francisca L. de Oviedo Peruano Negro Católica 35 Casado No No sin dato
Estévan Delgado Peruano Negro Católica 58 Soltero No No Cargador
Mercedes Anriques Peruano Negro Católica 46 Soltero No No Labandera
Carmen Anriques Peruano Negro Católica 16 Soltero Si No Labandera
Manuel Yañes Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Cargador
María Carrasco Peruano Negro Católica 37 Soltero Si No Labandera
Carlota Yañes Peruano Negro Católica 8 meses sin dato

367
Gabriel Valle Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si Cargador
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Fermina Albarracín Peruano Negro Católica 70 Soltero No No sin dato

368
Clemente Lara Peruano Negro Católica 50 Casado Si Si Carpintero
Sebastiana A. de Lara Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
Marcelina Lara Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Baleriano Lara Peruano Negro Católica 16 No No Carpintero
José María Lara Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Lorenzo Vera Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Cargador
Juana M. Mamani Peruano Negro Católica 24 Soltero No No sin dato
Corpus Vera Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Sebastiana Vera Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Estévan Vera Peruano Negro Católica 6 sin dato
Asunta Arias Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Frutera
Manuel Anriques Peruano Negro Católica 13 No No sin dato
Pablo Albarracín Peruano Negro Católica 30 Casado No No Jornalero
de Alba-
Isabel D. Peruano Negro Católica 23 Casado No No sin dato
rracín
Julia Albarracín Peruano Negro Católica 3 sin dato
Emilia Albarracín Peruano Negro Católica 1 sin dato
Juana R. Sansoro Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Mercedes Cavesas Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Frutera
Modesta Alfaro Peruano Negro Católica 31 Soltero Si Si Frutera
Candelaria Alfaro Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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María Sansoro Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Wenceslao Sansoro Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Melchora Albarracín Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Labandera
Brijida Flores Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera
Juan Gutierres Peruano Negro Católica 27 Casado No No Cargador
María B. de Gutierres Peruano Negro Católica 24 Casado No No Labandera
Agustina Corvacho Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Labandera
Fortunato Sambrano Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Clotilde Sambrano Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Irene Sambrano Peruano Negro Católica 1 sin dato
Mariano Mendoza Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Cargador
Isabel Zoza Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si sin dato
Pedro Bildozo Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si Jornalero
Benancia Corvacho Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Frutera
Manuel Corvacho Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si Carretero
Delfina Bildozo Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Costurera
Sahara Bildozo Peruano Negro Católica 3 meses sin dato
Manuela Bildozo Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Costurera
Manuel Maldonado Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Carpintero

369
Juan de Dios Albarracín Peruano Negro Católica 38 Soltero Si Si Cargador
Petronila Mena Peruano Negro Católica 27 Soltero No No Labandera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Fortunata Meza Peruano Negro Católica 9 No No sin dato

370
José Bravo Peruano Negro Católica 27 Soltero Si No Panadero
Saturnina Oviedo Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Costurera
Rosa C. de Anrrieques Peruano Negro Católica 38 Casado Si No Labandera
Manuel Delgado Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Jornalero
Norte
Juan de Dios Linso Negro Católica 52 Casado Si Si Sastre
Ameri- cano
Ciriaco Céspedes Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Cargador
Rafaela Jimenez Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Frutera
Mariano Céspedes Peruano Negro Católica 13 Si Si Albañil
Juan Céspedes Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Mercedes Céspedes Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Josefina Céspedes Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Josefa Alfaro Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Labandera
Emilia Vargas Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Justa Ivañes Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Panadero
Rosario Ivañes Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Santos Ivañes Peruano Negro Católica 3 sin dato
Mariano Blancas Peruano Negro Católica 27 Casado Si Si Alvañil
Vicenta N. de Blancas Peruano Negro Católica 19 Casado Si Si Labandera
Juan de Mata Blancas Peruano Negro Católica 1 sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Juana Alfaro Peruano Negro Católica 22 Soltero No No sin dato
Catalina Soto Peruano Negro Católica 10 No No Doméstica
Carmen Argandona Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labandera
Nicolas Enriques Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Jornalero
Bernarda Enriques Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Plasera
María F. Enriques Peruano Negro Católica 1 sin dato
Cosme Enriques Peruano Negro Católica 5 sin dato
Prudencia Alfaro Peruano Negro Católica 60 Viuda No No Labandera
Mariano Alfaro Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Zapatero
María Mendoza Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Costurera
Juan Juarez Peruano Negro Católica 46 Soltero No No Jornalero
Nasario Bera Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Jornalero
Eduarda Balcazar Peruano Negro Católica 34 Soltero No No Labandera
Santos Castro Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Labandera
Domingo Bera Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juan A. Bera Peruano Negro Católica 4 sin dato
Juana E. Bera Peruano Negro Católica 2 meses sin dato
Pablo Albarracín Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Adovero
Carmen Castro Peruano Negro Católica 23 Soltero No No Labandera

371
María Pomareda Peruano Negro Católica 5 sin dato
Juan Sanchez Peruano Negro Católica 36 Soltero Si Si Carpintero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Nicolasa Ramírez Peruano Negro Católica 21 Soltero No No sin dato
Manuel Sanchez Peruano Negro Católica 4 sin dato
Manuel Martínez Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Alvañil
Griselda Céspedes Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Labandera
Manuel Fernández Peruano Negro Católica 37 Casado No No Fletero
Mercedes S. de Fernández Peruano Negro Católica 24 Casado No No sin dato
Rosario Fernández Peruano Negro Católica 14 Soltero No No sin dato
José Herrera Peruano Negro Católica 70 Casado No No Labrador
Isabel O. de Herrera Peruano Negro Católica 60 Casado No No sin dato
Paula Herrera Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Mariano Arse Peruano Negro Católica 6 sin dato
Juan de Dios Herrera Peruano Negro Católica 2 sin dato
Balentín Herrera Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Jornalero
Federico Negreiros Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Lanchero
Gabriela C. de Lopez Peruano Negro Católica 36 Viudo No No sin dato
Buenaven-
Miranda Peruano Negro Católica 51 Casado Si Si Pescador
tura
Manuela F. de Miranda Peruano Negro Católica 53 Casado No No sin dato
Teodoro Salas Peruano Negro Católica 35 Casado Si Si Lanchero
Carolina Corvacho Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Agustin Gomes Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Maria Gomes Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Antonio Alzamora Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Antonia Alzamora Peruano Negro Católica 1 mes sin dato
Nolverta Rios Peruano Negro Católica 13 Soltero Si Si Doméstica
Maria Barrios Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Doméstica
Agustina Villaverde Boliviano Negro Católica 40 Soltero No No Cocinera
Alejo Mena Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Zapatero
Mercedes Santana Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Labandera
Francisco Hurtado Chileno Negro Católica 70 Soltero No No sin dato
Manuel Perez Peruano Negro Católica 25 Casado Si Si Cargador
María P. de Perez Boliviano Negro Católica 19 Casado No No Labandera
Victoria Perez Peruano Negro Católica 9 meses sin dato
Simón Carrasco Peruano Negro Católica 41 Casado Si Si Lanchero
María B. de Carrasco Peruano Negro Católica 22 Casado No No Labandera
Guillermo Pierola Peruano Negro Católica 6 sin dato
María C. de Carrasco Peruano Negro Católica 3 meses sin dato
Inocensio Echenique Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Lanchero
Carmen Cuentas Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Labandera
Benjamín Días Peruano Negro Católica 2 sin dato
Manuela Cornejo Peruano Negro Católica 30 Viudo No No sin dato

373
María Corro Peruano Negro Católica 3 sin dato
Eujenio Corro Peruano Negro Católica 1 sin dato
Sabe
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Santiago Zevallos Peruano Negro Católica 51 Casado No No Cargador
Rosa E. de Zevallos Peruano Negro Católica 40 Casado No No sin dato
Manuela Zevallos Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si Zapatero
María Zevallos Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si sin dato
Antonio Zevallos Peruano Negro Católica 15 Si Si Cigarrero
Timoteo Zevallos Peruano Negro Católica 11 Si Si sin dato
Juan de Dios Cornejo Peruano Negro Católica 11 Si Si sin dato
Benjamín Lucero Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
Antonia Valcarcel Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Frutera
Jesús Corvacho Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Mariano Valcarcel Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Lanchero
Francisca Garcia Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Labandera
David Valcarcel Peruano Negro Católica 2 sin dato
Anjel Morales Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Lanchero
Maria S. Arias Peruano Negro Católica 70 Viudo No No sin dato
Maria Salas Peruano Negro Católica 50 Viudo No No Labandera
Silveria Salas Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera
Rosa Albarracin Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Labandera
Cristina Salas Peruano Negro Católica 15 Soltero Si Si Labandera
Rosa Legay Peruano Negro Católica 10 Si Si sin dato
Bernardina Legay Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Sabe
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Miguel Dávila Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Cigarrero
Rafaela Corvacho Peruano Negro Católica 70 Soltero No No sin dato
Patricia Albarracin Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Labandera
Carmen Alfaro Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Vicente Alfaro Peruano Negro Católica 6 sin dato
Juan Alfaro Peruano Negro Católica 2 sin dato
Lorenzo Albarracin Peruano Negro Católica 57 Casado Si Si Empleado
Marcelina Z. de Albarracin Peruano Negro Católica 59 Casado Si Si sin dato
Agustin Cruz Rosas Arjentino Negro Católica 50 Viudo Si Si Jornalero
Paula H. Rodriguez Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Labandera
Isidro Corvacho Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
José Ramos Peruano Negro Católica 40 Viudo Si Si Sastre
Ana Siles Peruano Negro Católica 42 Soltero No No Labandera
Nicanor Perez Peruano Negro Católica 15 Si Si Herrero
Marcelino Liendo Peruano Negro Católica 29 Casado Si Si Albañil
Fermina A. de Liendo Peruano Negro Católica 23 Casado No No Labandera
Emilia Liendo Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Juan Manuel Liendo Peruano Negro Católica 4 sin dato
Rosa Liendo Peruano Negro Católica 3 sin dato

375
Delfina Martinez Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Cocinero
Pastor Albarracin Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Albañil
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Eulojia Savedra Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
David Albarracin Peruano Negro Católica 2 meses sin dato
Isabel Navarrete Peruano Negro Católica 45 Viudo No No Labandera
Margarita Martinez Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Labandera
Mariano Herrera Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Adovero
Manuela Zegarra Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Josefa Benavides Peruano Negro Católica 90 Viudo No No sin dato
Polo Molinas Boliviano Negro Católica 23 Soltero No No Jornalero
Manuela Cornejo Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Costurera
José Luis Ayala Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Daniel Ayala Peruano Negro Católica 6 sin dato
Manuela Ayala Peruano Negro Católica 6 meses sin dato
Petronila Rodriguez Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Panadero
Alejandro Corvacho Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juana Mendoza Peruano Negro Católica 6 sin dato
Justo Maldonado Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Jornalero
Juan Juarez Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Irene Huaysano Peruano Negro Católica 41 Soltero No No Labandera
Andrea Ascona Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Lastenia Vargas Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Rosa Rios Peruano Negro Católica 44 Soltero No No Plasera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Emilio Eysaguirre Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si Cargador
Manuel Miranda Peruano Negro Católica 16 Soltero Si Si Cargador
Maria Cadénas Arjentino Negro Católica 100 Viudo No No sin dato
Asunta Pimintel Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Labandera
Justa Pimintel Peruano Negro Católica 37 Soltero Si Si Labandera
Esmeralda Miranda Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Labandera
Estanislao Arias Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Camalero
Manuela Sanchez Peruano Negro Católica 24 Soltero Si Si sin dato
Elisa Sanchez Peruano Negro Católica 15 Soltero Si Si sin dato
Eulalia Zevallos Peruano Negro Católica 52 Soltero No No sin dato
Manuela C. de Zevallos Peruano Negro Católica 70 Viudo No No sin dato
Agustina Cuentas Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Juana Cuentas Peruano Negro Católica 15 Soltero No No sin dato
Ciriaco Albarracin Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Cargador
Antonia Céspedes Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Labandera
Isabel Oviedo Peruano Negro Católica 44 Soltero No No Labandera
Juana Lucero Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Costurera
Nicolasa Ivarra Peruano Negro Católica 70 Viudo No No sin dato
Maria Santana Peruano Negro Católica 65 Viudo No No sin dato

377
Manuela Fernandez Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Candelaria Figueroa Peruano Negro Católica 8 sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Francisca Jimenez Peruano Negro Católica 48 Soltero No No Labandera
Mariano Saconete Peruano Negro Católica 60 Casado No No Comer- ciante
Manuel Silva Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Lanchero
Francisca Delgado Peruano Negro Católica 33 Soltero No No Labandera
Juan Silva Peruano Negro Católica 1 sin dato
Manuel Mena Peruano Negro Católica 39 Casado Si Si Cargador
Maria F. de Mena Peruano Negro Católica 36 Casado No No sin dato
Clemente Mena Peruano Negro Católica 12 Si Si sin dato
Rosa Jimenez Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Frutera
Melchora Albarracin Peruano Negro Católica 38 Viudo No No Labandera
Maria P. Fernandez Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Labandera
Lorenza Ramirez Peruano Negro Católica 54 Soltero No No sin dato
Elisa Hernandez Peruano Negro Católica 32 Soltero Si No Labandera
Alejandro D. Castro Peruano Negro Católica 13 Si Si sin dato
Juan R. Ramos Peruano Negro Católica 5 sin dato
Paula Pladera Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Felix Albarracin Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Cargador
Manuela Sanchez Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si Labandera
Manuela Lea Peruano Negro Católica 15 Soltero No No sin dato
Cárlos Mesa Peruano Negro Católica 39 Soltero No No Carretero
Maria Mena Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Alfredo Mesa Peruano Negro Católica 6 sin dato
Delfina Mesa Peruano Negro Católica 4 sin dato
Sara Mesa Peruano Negro Católica 8 meses sin dato
Manuel Siles Peruano Negro Católica 56 Soltero No No Cargador
Margarita Carrasco Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Costurera
Francisco Tapia Peruano Negro Católica 1 sin dato
Pedro Cortéz Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Albañil
Micaela Mena Peruano Negro Católica 58 Viudo No No sin dato
Mercedes Mena Peruano Negro Católica 24 Soltero Si Si sin dato
José Chombo Peruano Negro Católica 32 Soltero No No Carretero
Manuela C. Ontanera Peruano Negro Católica 22 Soltero No No sin dato
Delfina Chombo Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
José Chombo Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Elena Chombo Peruano Negro Católica 4 sin dato
José Pio Céspedes Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Cargador
Jacinta Coloma Peruano Negro Católica 24 Soltero Si No sin dato
Cacimira Ramirez Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labandera
Manuela Peres Peruano Negro Católica 6 sin dato
Maria Peres Peruano Negro Católica 6 meses sin dato

379
Santiago Ivañez Peruano Negro Católica 45 Soltero Si Si Zapatero
Manuela Dias Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Frutera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Mercedes Vargas Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
David Zegarra Peruano Negro Católica 1 sin dato
Lisandro Dias Peruano Negro Católica 15 No No Herrero
Juan Melendez Peruano Negro Católica 34 Soltero No No Lanchero
Ancelmo Soto Peruano Negro Católica 51 Casado No No Cargador
Manuel Carrera Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Jornalero
Manuela Cacéres Peruano Negro Católica 43 Soltero No No Labandera
Nicolas Sanchez Peruano Negro Católica 30 Soltero Si No Adovero
Manuela Ramirez Peruano Negro Católica 29 Soltero No No sin dato
José Zegarra Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si Lanchero
Isidora O. de Crivillero Peruano Negro Católica 27 Casado No No Labandera
Pedro Carrero Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Albañil
Juan Carrasco Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Lanchero
Carmen Garcia Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Labandera
Manuel Carrasco Peruano Negro Católica 1 sin dato
Natividad Estoraica Peruano Negro Católica 52 Viuda No No sin dato
Leandra Carrero Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Juan Carrero Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Labrador
Mariano Carrero Peruano Negro Católica 15 No No Labrador
Carlota Bracamonte Peruano Negro Católica 34 Soltero Si No Labandera
Maria Carrero Peruano Negro Católica 29 Soltero No No Frutera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Vicencia Oviedo Peruano Negro Católica 54 Soltero No No Labandera
Mónica Cacéres Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Labandera
Nicanor Oviedo Peruano Negro Católica 6 sin dato
Leandro Oviedo Peruano Negro Católica 33 Soltero No No Calderero
María Campero Peruano Negro Católica 36 Viudo No No Costurera
Delfina Yañes Peruano Negro Católica 14 Soltero No No sin dato
Juana Yañes Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Juan Cárdenas Peruano Negro Católica 33 Soltero No No Jornalero
Juliana Bracamonte Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Labandera
Valentina Pimintel Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Manuel F. Nacarino Peruano Negro Católica 10 Si No Escolástico
Tomás Nacarino Peruano Negro Católica 8 Si No Escolástico
María Z. Nacarino Peruano Negro Católica 3 sin dato
Santiago G. de Nacarino Peruano Negro Católica 11 meses sin dato
Petronila Melendez Peruano Negro Católica 52 Soltero No No Labandera
Filomena Delgado Peruano Negro Católica 23 Soltero No No Cocinero
Eustaquia Bravo Peruano Negro Católica 37 Soltero No No Labandera
Filomena Nuñes Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Manuela Corvacho Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labandera

381
Cecilio Alfaro Peruano Negro Católica 45 Casado No No Cargador
Juana C. de Alfaro Peruano Negro Católica 39 Casado No No Labandera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Agustín Salgado Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Cargador
Juan Salgado Peruano Negro Católica 12 Si Si Escolástico
Paula Cacéres Peruano Negro Católica 38 Soltero Si Si Costurera
María Albarracín Peruano Negro Católica 16 Soltero Si Si Costurera
José Dias Peruano Negro Católica 5 sin dato
Elisene Dias Peruano Negro Católica 1 sin dato
Isidora Bera Peruano Negro Católica 40 Viudo No No sin dato
Polo Bera Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Jornalero
Natividad Ríos Peruano Negro Católica 19 Soltero No No sin dato
Manuela Ríos Peruano Negro Católica 21 Viudo No No Costurera
Manuel Morales Peruano Negro Católica 10 No No Doméstica
Juana R. Castillo Peruano Negro Católica 18 Soltero Si No Cocinero
Carmen Tobar Peruano Negro Católica 46 Soltero No No Labandera
Mariano Bove Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Carpintero
Cruza Albarracín Peruano Negro Católica 1 sin dato
Domitila Albarracín Peruano Negro Católica 6 meses sin dato
Juana B. Torres Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Ignacio Retamoso Peruano Negro Católica 50 Casado Si Si Colchonero
Rudecinda V. de Retamoso Peruano Negro Católica 54 Casado No No sin dato
Antonio Estoraica Peruano Negro Católica 50 Soltero Si Si Cargador
Cipriana Barrios Peruano Negro Católica 40 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Luis Estoraica Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
Gavino Carrasco Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si Jornalero
Petronila Enriques Peruano Negro Católica 23 Soltero No No sin dato
David Carrasco Peruano Negro Católica 7 meses sin dato
Rosa Flores Peruano Negro Católica 19 Soltero No No sin dato
Fermina Morillo Peruano Negro Católica 16 Soltero Si Si sin dato
Mercedes Sanches Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Simón Santana Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Buenaven-
Sansoro Peruano Negro Católica 36 Soltero Si Si Jornalero
tura
Manuel Collao Peruano Negro Católica 40 Casado No No Labrador
Pablo Collao Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Labrador
Mariano Santana Peruano Negro Católica 33 Casado Si Si Jornalero
Juana E. de Santana Peruano Negro Católica 22 Casado Si Si sin dato
José Santana Peruano Negro Católica 1 sin dato
Luis Corvacho Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
María R. de Salas Peruano Negro Católica 33 Casado No No sin dato
Florencia Salas Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Juana M. Oviedo Peruano Negro Católica 50 Viudo No No sin dato
Pedro Oviedo Peruano Negro Católica 15 No No Jornalero

383
Elías Oviedo Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Jornalero
Santos Castro Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Jornalero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Tomása Asevedo Peruano Negro Católica 80 Viudo No No sin dato
Capitán de
José Becerra Peruano Negro Católica 45 Casado Si Si
Puerto
Esmeralda Miranda Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Doméstica
Federico Oviedo Peruano Negro Católica 15 No No Doméstica
Mariano Jimenez Peruano Negro Católica 9 No No Doméstica
Mateo Barrios Peruano Negro Católica 48 Casado No No Agricultor
Maria S. de Barrios Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
Juan Barrios Peruano Negro Católica 14 No No Agricultor
Melchora B. de Chacon Peruano Negro Católica 25 Casado No No sin dato
Julian Albarracin Peruano Negro Católica 14 No No Jornalero
Gregoria Barrios Peruano Negro Católica 3 sin dato
José Tiempo Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Gregoria Lanchipa Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Loreta O. de Tercero Peruano Negro Católica 25 Casado No No sin dato
Fabian Tercero Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Labrador
Juan Alfaro Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labrador
Manuel Yañes Peruano Negro Católica 36 Soltero No No Jornalero
Maria Tapia Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Manuel Barrera Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Labrador
José Maria Barrera Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si Labrador
Francisco Bravo Peruano Negro Católica 70 Casado No No Labrador
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Vicenta Nacarino Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Maria Nacarino Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
Pedro Tapia Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Labrador
Serafina Tapia Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
José Maria Chombo Peruano Negro Católica 70 Soltero No No Agricultor
Pilar Tapia Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Carmen Gonzales Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Maria Ascarrus Peruano Negro Católica 34 Soltero No No sin dato
Lucia Bravo Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
Isidora Bravo Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Manuel Albarracin Peruano Negro Católica 60 Soltero Si Si Agricultor
Buenaventura Albarracin Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
Asunta Albarracin Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Mercedes Albarracin Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Juana Albarracin Peruano Negro Católica 6 sin dato
Candelaria Albarracin Peruano Negro Católica 5 sin dato
Nolverto Rios Peruano Negro Católica 46 Soltero No No Agricultor
Severina Ivañes Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Juan de Dios Rios Peruano Negro Católica 5 sin dato

385
Concepcion Rios Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Manuela Bravo Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Cacimiro Aredondo Peruano Negro Católica 30 Casado No No Jornalero
Maria M. de Aredondo Peruano Negro Católica 25 Casado No No sin dato
Bacilio Mamani Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
Gavino Aredondo Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Juan de Dios Aredondo Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Abel Aredondo Peruano Negro Católica 6 sin dato
Manuel Aredondo Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Jornalero
Fermina Gonzales Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Domingo Mamani Peruano Negro Católica 50 Casado No No Jornalero
Fermin Mamani Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Fulgencio Bisa Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Matea Trillo Peruano Negro Católica 30 Viudo No No sin dato
Juan José Rios Peruano Negro Católica 4 sin dato
José María Albarracin Peruano Negro Católica 60 Casado No No Agricultor
Hermenejilda Ivañes Peruano Negro Católica 60 Casado No No Jornalero
Petronila M. de Ivañes Peruano Negro Católica 61 Casado No No sin dato
José María Barrionuevo Peruano Negro Católica 50 Casado No No Jornalero
de Barrio-
Asunta A. Peruano Negro Católica 40 Casado No No sin dato
nuevo
Santos Albarracin Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Manuel Enriques Peruano Negro Católica 62 Soltero No No Agricultor
Josefa Mamani Peruano Negro Católica 51 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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José Enriques Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Evarista Cornejo Peruano Negro Católica 56 Viudo No No sin dato
Mariano Collao Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Jornalero
Pablo Collao Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Jornalero
Juana Collao Peruano Negro Católica 14 Soltero No No sin dato
Concep- cion
de Cruz Peruano Negro Católica 28 Casado No No sin dato
C.
Francisco Cornejo Peruano Negro Católica 13 No No sin dato
Presentacion Cruz Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
José B. Cruz Peruano Negro Católica 6 sin dato
Juana M. Cruz Peruano Negro Católica 3 meses sin dato
Juan F. Jimenez Peruano Negro Católica 6 meses sin dato
Maria Mamani Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
Simon Vargas Peruano Negro Católica 53 Soltero Si Si Agricultor
Mariano Galean Peruano Negro Católica 70 Soltero sin dato
Juana Morales Peruano Negro Católica 8 No No Doméstica
Juana Torres Peruano Negro Católica 52 Soltero No No sin dato
Juan Rosas Peruano Negro Católica 6 sin dato
Francisco Baluarte Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Juan Baluarte Peruano Negro Católica 8 No No sin dato

387
Dolores Miranda Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
Joaquina Miranda Peruano Negro Católica 18 Soltero No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Martín Portocarrero Peruano Negro Católica 70 Soltero No No Jornalero
María Rodríguez Peruano Negro Católica 40 Soltero No No sin dato
Polonia Rosas Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
José María Bisa Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Jornalero
José Rosa Bisa Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Candelaria Bisa Peruano Negro Católica 5 sin dato
José Bisa Peruano Negro Católica 2 sin dato
Petronila Loaiza Peruano Negro Católica 46 Soltero sin dato
Santiago Rosas Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Rosa Rosas Peruano Negro Católica 35 Soltero No No sin dato
María Rosas Peruano Negro Católica 3 sin dato
José Jimenez Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Jornalero
Cacimiro Jimenez Peruano Negro Católica 46 Casado Si Si Agricultor
Jacoba R. de Jimenez Peruano Negro Católica 26 Casado No No sin dato
Celestino Jimenez Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Agricultor
Manuel Jimenez Peruano Negro Católica 19 Soltero Si Si Agricultor
Jesus Jimenez Peruano Negro Católica 6 sin dato
Manuel Ríos Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Jornalero
Natividad Ríos Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Manuela Ríos Peruano Negro Católica 16 Soltero No No sin dato
Juan Ríos Peruano Negro Católica 13 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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José Bera Peruano Negro Católica 5 sin dato
María Bera Peruano Negro Católica 22 Soltero No No sin dato
Miguel Bera Peruano Negro Católica 2 sin dato
Fortunata Bera Peruano Negro Católica 11 meses sin dato
Juan Alfaro Peruano Negro Católica 50 Viudo No No Jornalero
José Alfaro Peruano Negro Católica 5 sin dato
Juana Alfaro Peruano Negro Católica 3 sin dato
Brijida Alfaro Peruano Negro Católica 1 sin dato
Manuel Alfaro Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Pablo Albarracin Peruano Negro Católica 28 Casado Si Si Alvañil
Pedro P. Corvacho Peruano Negro Católica 45 Casado No No Agricultor
Victoria S. de Corbacho Peruano Negro Católica 46 Casado No No sin dato
Mariano Corvacho Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Carpintero
Carmen Corvacho Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Santos Corvacho Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Francisco Corvacho Peruano Negro Católica 5 sin dato
Manuel Espinoza Peruano Negro Católica 25 Casado Si No Agricultor
Anjela C. de Espinoza Peruano Negro Católica 26 Casado Si Si sin dato
Jenaro Corvacho Peruano Negro Católica 6 meses sin dato

389
Martina O. Gonzales Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Honorio Gonzales Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Gregorio Collao Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Agricultor
José María Santana Peruano Negro Católica 65 Soltero No No Agricultor
Mónica Collao Peruano Negro Católica 61 Soltero No No sin dato
Manuela Zoza Peruano Negro Católica 4 sin dato
María C. Zoza Peruano Negro Católica 2 sin dato
Benancio Santana Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Jornalero
Santiago Santana Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Jornalero
Enrique Santana Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Jornalero
Francisco Santana Peruano Negro Católica 35 Casado No No Agricultor
Ignacia C. de Espinoza Peruano Negro Católica 23 Casado Si Si sin dato
Manuel Zavala Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Jornalero
Clara Fernandez Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Mariano Delgado Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Felipe Delgado Peruano Negro Católica 5 sin dato
Juan José Zavala Peruano Negro Católica 4 sin dato
Flavio Zavala Peruano Negro Católica 2 sin dato
Juana Collao Peruano Negro Católica 12 No No Doméstica
Mariano Flores Peruano Negro Católica 36 Casado No No Agricultor
Severina F. de Flores Peruano Negro Católica 27 Casado No No sin dato
Eduardo Cornejo Peruano Negro Católica 4 sin dato
María Osorio Peruano Negro Católica 11 No No Doméstica
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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José María Bera Peruano Negro Católica 33 Viudo Si Si Agricultor
Juana Bera Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Ana Bera Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Laura Bera Peruano Negro Católica 3 sin dato
Juan Alfaro Peruano Negro Católica 40 Soltero sin dato
Escolástica Collao Peruano Negro Católica 40 Soltero No No sin dato
María R. Collao Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Mariana Cornejo Peruano Negro Católica 28 Soltero Si Si Agricultor
Teodoro Cornejo Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Pedro Yañes Peruano Negro Católica 55 Viudo No No Jornalero
Encarnación Peralta Peruano Negro Católica 18 Soltero No No sin dato
Isidro Marín Peruano Negro Católica 1 sin dato
Calixto Brabo Peruano Negro Católica 40 Casado Si Si Agricultor
Feliciana C. de Brabo Peruano Negro Católica 39 Casado No No sin dato
Trinidad Brabo Peruano Negro Católica 17 Soltero No No sin dato
Ciriaca Brabo Peruano Negro Católica 15 Soltero Si Si sin dato
Micaela Brabo Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Miguel Brabo Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Andrea Brabo Peruano Negro Católica 5 sin dato

391
Francisco Brabo Peruano Negro Católica 3 sin dato
María Brabo Peruano Negro Católica 2 sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Manuel Arana Peruano Negro Católica 44 Casado No No Jornalero
Carmen T. de Arana Peruano Negro Católica 30 Casado Si Si sin dato
Faustino Arana Peruano Negro Católica 13 No No sin dato
Aurelia Arana Peruano Negro Católica 2 sin dato
Miguel Albarracín Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Adrian Albarracín Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Rosa Pladera Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
Antonia Corvacho Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Agricultor
Juan Corvacho Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Agricultor
Josefa Corvacho Peruano Negro Católica 22 Soltero No No sin dato
Juana Corvacho Peruano Negro Católica 3 sin dato
Carmen Sansoro Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Juana Conchalique Peruano Negro Católica 5 sin dato
Miguel Conchalique Peruano Negro Católica 3 sin dato
María Conchalique Peruano Negro Católica 1 sin dato
Miguel Sansoro Peruano Negro Católica 60 Casado No No Agricultor
Juan de Dios Duran Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
José Marquez Peruano Negro Católica 42 Soltero No No Agricultor
Matías Copaira Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Carpintero
Manuela Collao Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si sin dato
Manuel Copaira Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Juana Copaira Peruano Negro Católica 3 sin dato
Pilar Copaira Peruano Negro Católica 2 sin dato
Daniel Corvacho Peruano Negro Católica 19 Soltero Si Si Doméstica
Eugenio Corvacho Peruano Negro Católica 50 Casado Si Si Agricultor
Melchora O. de Corvacho Peruano Negro Católica 40 Casado Si Si sin dato
Carmen Corvacho Peruano Negro Católica 24 Soltero No No sin dato
Petronila Corvacho Peruano Negro Católica 22 Soltero No No sin dato
Ana Corvacho Peruano Negro Católica 18 Soltero No No sin dato
Andrea Corvacho Peruano Negro Católica 14 Soltero No No sin dato
Ilario Corvacho Peruano Negro Católica 13 Si Si sin dato
Marcelino Corvacho Peruano Negro Católica 11 Si Si sin dato
Modesto Corvacho Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Juan de Dios Corvacho Peruano Negro Católica 6 sin dato
Rita Corvacho Peruano Negro Católica 4 sin dato
María Salas Peruano Negro Católica 60 Viudo No No sin dato
Aurora Quelopana Peruano Negro Católica 13 Soltero Si No Doméstica
Felix Rios Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Santos Corvacho Peruano Negro Católica 32 Soltero No No sin dato
Andrés Rios Peruano Negro Católica 17 Soltero No No Agricultor

393
Mariano Rios Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Nolverto Rios Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Manuela Rios Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Manuel Rios Peruano Negro Católica 3 sin dato
Juan Rios Peruano Negro Católica 2 sin dato
Asencio Rios Peruano Negro Católica 1 sin dato
Daniel Pisarro Peruano Negro Católica 19 Soltero Si Si Agricultor
Rosalia Lucero Peruano Negro Católica 40 Soltero No No sin dato
Cruza Lucero Peruano Negro Católica 5 sin dato
Juan M. Lucero Peruano Negro Católica 3 sin dato
Maria Lucero Peruano Negro Católica 2 meses sin dato
Justa Lucero Peruano Negro Católica 45 Soltero No No sin dato
Josefa Lucero Peruano Negro Católica 100 Viudo No No sin dato
Jacinta Albarracin Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si sin dato
Esmelinda Albarracin Peruano Negro Católica 3 sin dato
Eduardo Albarracin Peruano Negro Católica 6 meses sin dato
Juana Albarracin Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si sin dato
Manuel Apaz Peruano Negro Católica 2 sin dato
Felipe Cacéres Peruano Negro Católica 40 Soltero Si Si Agricultor
Manuela Eysaguirre Peruano Negro Católica 36 Soltero No No sin dato
Juana Eysaguirre Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Manuel Cacéres Peruano Negro Católica 3 sin dato
Maria Cacéres Peruano Negro Católica 4 meses sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Ramon Rios Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Jornalero
Bernarda Osorio Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Maria Osorio Peruano Negro Católica 70 Soltero No No sin dato
Maria Albarracin Peruano Negro Católica 50 Viudo No No sin dato
Francisco Bildozo Peruano Negro Católica 25 Soltero Si Si Agricultor
Santos Bildozo Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si sin dato
Juan Albarracin Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Cigarrero
Mariano Bautista Peruano Negro Católica 50 Casado No No Agricultor
Juana A. de Bautista Peruano Negro Católica 55 Casado No No sin dato
Placido Flores Peruano Negro Católica 14 No No sin dato
Jacoba Estoraica Peruano Negro Católica 23 Soltero No No sin dato
Simon Tapia Peruano Negro Católica 36 Casado No No Agricultor
Sabastiana
de Tapia Peruano Negro Católica 35 Casado No No sin dato
M.
Juan Tapia Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Manuel Tapia Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Juana Tapia Peruano Negro Católica 3 sin dato
Sabastian Tapia Peruano Negro Católica 2 sin dato
Matias Sanchez Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Fulgencio Arana Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Jornalero

395
Ursúla Albarracin Peruano Negro Católica 30 Soltero Si Si sin dato
Santiago Soto Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Jornalero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Francisca Rosas Peruano Negro Católica 50 Soltero No No sin dato
Marcelino Rosas Peruano Negro Católica 34 Soltero No No Jornalero
Mariano Rosas Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Jornalero
Alejo Rosas Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Jornalero
Maria Rosas Peruano Negro Católica 18 Soltero No No sin dato
Saturnina Rosas Peruano Negro Católica 15 Soltero No No sin dato
Alejandro Rosas Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Juan Estoraica Peruano Negro Católica 41 Casado No No Agricultor
Maria R. de Estoraica Peruano Negro Católica 30 Casado No No sin dato
José Maria Estoraica Peruano Negro Católica 1 sin dato
Juan S. Cornejo Peruano Negro Católica 25 Casado No No Agricultor
Salomé R. de Cornejo Peruano Negro Católica 26 Casado No No sin dato
Rosario Cornejo Peruano Negro Católica 8 meses sin dato
Fermin Solis Peruano Negro Católica 60 Casado No No Agricultor
Santos Rosas de Solis Peruano Negro Católica 58 Casado No No sin dato
Mariano Cornejo Peruano Negro Católica 55 Soltero Si Si Agricultor
Baltazar Cornejo Peruano Negro Católica 2 sin dato
Juana Cornejo Peruano Negro Católica 70 Soltero No No sin dato
Maria Cornejo Peruano Negro Católica 60 Soltero No No sin dato
Cruza Cornejo Peruano Negro Católica 23 Soltero No No sin dato
Benito Cadénas Peruano Negro Católica 48 Soltero No No Agricultor
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Maria Oviedo Peruano Negro Católica 38 Soltero No No sin dato
Concepcion Oviedo Peruano Negro Católica 15 Soltero No No sin dato
Manuel Oviedo Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Fortunata Oviedo Peruano Negro Católica 4 sin dato
Isabel Oviedo Peruano Negro Católica 1 sin dato
Josefa Corvacho Peruano Negro Católica 50 Viuda No No sin dato
Juan L. Duran Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Manuel Cadénas Peruano Negro Católica 16 Soltero No No Agricultor
Juana Oviedo Peruano Negro Católica 20 Soltero No No sin dato
Manuel Jimenez Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Manuela Jimenez Peruano Negro Católica 5 sin dato
Manuela Oviedo Peruano Negro Católica 1 sin dato
Tomás Cornejo Peruano Negro Católica 60 Soltero Si Si Agricultor
Micaela Chombo Peruano Negro Católica 37 Soltero No No sin dato
Paula Cadénas Peruano Negro Católica 12 No No sin dato
Florentina Albarracin Peruano Negro Católica 75 Casado Si Si sin dato
Senovia Cadénas Peruano Negro Católica 14 Soltero No No sin dato
Alejandro Cadénas Peruano Negro Católica 37 Soltero No No Agricultor
Tomása Ortega Peruano Negro Católica 39 Soltero No No sin dato

397
Juan Conchaliques Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Rosario Cadénas Peruano Negro Católica 6 sin dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Marcos Cadénas Peruano Negro Católica 2 sin dato
2 meses
Manuel Cadénas Peruano Negro Católica sin dato
Rafaela Brabo Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Candelaria Estoraica Peruano Negro Católica 10 No No sin dato
Pedro P. Estoraica Peruano Negro Católica 6 sin dato
Petronila Estoraica Peruano Negro Católica 4 sin dato
Bácilio Estoraica Peruano Negro Católica 2 sin dato
Natividad Brabo Peruano Negro Católica 23 Casado No No sin dato
Emilia Brabo Peruano Negro Católica 10 meses sin dato
Antonio Cacéres Peruano Negro Católica 8 No No sin dato
Jesus Tapia Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Lorenzo Albarracin Peruano Negro Católica 36 Soltero No No Agricultor
Matias Flores Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Agricultor
Manuela Cornejo Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Adelaida Corro Peruano Negro Católica 6 sin dato
Cárlos Corro Peruano Negro Católica 11 No No sin dato
Eugenio Corro Peruano Negro Católica 2 sin dato
Santiago Estoraica Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Agricultor
Marcela Pango Peruano Negro Católica 55 Soltero No No sin dato
Mateo Rios Peruano Negro Católica 7 No No sin dato
Cayetano Albarracin Peruano Negro Católica 53 Casado No No Agricultor
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Carmen Albarracin Peruano Negro Católica 30 Soltero No No sin dato
Manuel Robles Peruano Negro Católica 9 No No sin dato
Cruza Robles Peruano Negro Católica 5 sin dato
Tomasa Robles Peruano Negro Católica 4 sin dato
Ignacio Albarracin Peruano Negro Católica 3 sin dato
Erminia Albarracin Peruano Negro Católica 1 sin dato
Bernardina Albarracin Peruano Negro Católica 25 Soltero No No sin dato
Pedro José Bautista Peruano Negro Católica 44 Soltero No No Agricultor
Toribio Brabo Peruano Negro Católica 65 Soltero Si Si Agricultor
Mariano Estoraica Peruano Negro Católica 67 Soltero No No Agricultor
Manuel Roman Peruano Negro Católica 31 Soltero No No Camayo
Bruno Pimintel Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Jornalero
Josefa Oviedo Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labandera
Benancio Aredondo Peruano Negro Católica 29 Soltero Si Si Jornalero
Maria Herrera Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Sin Dato
Maria Sanches Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
Juan de Dios Mora Peruano Negro Católica 30 Soltero Si No Jornalero
Ramona Herrera Peruano Negro Católica 20 Soltero No No Cocinera
Manuel Oviedo Peruano Negro Católica 12 No No Doméstico

399
Celedonio Flores Peruano Negro Católica 10 No No Doméstico
Rufino Cornejo Peruano Negro Católica 18 Soltero Si Si Jornalero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Celestino Vargas Peruano Negro Católica 27 Soltero Si Si Jornalero
Jacinto Ivarra Peruano Negro Católica 36 Soltero No No Jornalero
Juan Cornejo Peruano Negro Católica 50 Casado Si Si Mayordomo
Francisca Rueda Peruano Negro Católica 19 Soltero Si Si Sin Dato
Andrés Ascona Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Jornalero
José Maria Velis Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Jornalero
Francisco Zuniga Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Jornalero
Francisco Paisa Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Jornalero
Andres Oviedo Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Agricultor
Andrés Pasaman Peruano Negro Católica 69 Soltero No No Jornalero
Felix Jimenez Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Catalina Soriano Peruano Negro Católica 9 No No Doméstica
José R. Lucero Peruano Negro Católica 34 Soltero No No Agricultor
Manuela Tirado Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Doméstica
Nasario Paja Peruano Negro Católica 9 No No Doméstica
Manuela Jimenez Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Costurera
Manuela Chaves Peruano Negro Católica 65 Soltero No No Sin Dato
Ildefonso Jimenez Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Arriero
Mariano Romero Peruano Negro Católica 30 Casado No No Jornalero
Nolverto Gutierres Peruano Negro Católica 7 No No Doméstica
Adelaida Ríos Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Labandera
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Juana Ríos Peruano Negro Católica 8 No No Sin Dato
Mariano Ríos Peruano Negro Católica 3 Sin Dato
María Ríos Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
Lorenza Ríos Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Labandera
María E. Ríos Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Mateo Ríos Peruano Negro Católica 6 Sin Dato
Juana Ríos Peruano Negro Católica 4 Sin Dato
Manuel Ríos Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
José Manuel Oviedo Peruano Negro Católica 80 Casado No No Agricultor
Maria O. de Oviedo Peruano Negro Católica 55 Casado No No Sin Dato
Juan Tapia Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Domingo Tapia Peruano Negro Católica 13 Si No Escolástico
Manuel Lanchipa Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Agricultor
Santiago Lanchipa Peruano Negro Católica 4 Sin Dato
Juana Lanchipa Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
Manuel Guillen Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Arriero
Esperanza Corvacho Peruano Negro Católica 16 Soltero No No Costurera
Amalia Corvacho Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
Avelino Albarracín Peruano Negro Católica 13 Si No Escolástico

401
Antonio Cañipa Peruano Negro Católica 100 Casado No No Sin Dato
Manuela Cañipa Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Labandera
Sabe
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Juana Cañipa Peruano Negro Católica 5 Sin Dato
María Cañipa Peruano Negro Católica 2 Sin Dato
José Santos Robles Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Arriero
Aniceto M. Carrasco Peruano Negro Católica 38 Soltero Si Si Agricultor
Manuel Estoreica Peruano Negro Católica 28 Soltero Si Si Jornalero
Manuel Lucero Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Jornalero
Marcelino Estoraica Peruano Negro Católica 50 Casado No No Agricultor
Manuela C. de Estoraica Peruano Negro Católica 46 Casado No No Sin Dato
Miguel Corvacho Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Agricultor
Mercedes Corvacho Peruano Negro Católica 22 Soltero No No Sin Dato
Rosendo Corvacho Peruano Negro Católica 7 No No Sin Dato
Bartolomé Corvacho Peruano Negro Católica 5 Sin Dato
Manuel Corvacho Peruano Negro Católica 3 Sin Dato
Paula Corvacho Peruano Negro Católica 2 Sin Dato
Manuel Sansoro Peruano Negro Católica 23 Soltero No No Jornalero
Benigno Vargas Boliviano Negro Católica 30 Soltero Si Si Jornalero
María Sansoro Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Sin Dato
Santiago Ale Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Doméstica
Pedro Galindo Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Jornalero
Mariano Muños Colombiano Negro Católica 64 Viudo No No Mayordomo
Juan Birrueta Peruano Negro Católica 15 No No Doméstica
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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María Pladera Peruano Negro Católica 41 Soltero No No Sin Dato
Mariano Murillo Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Jornalero
Teodoro Sanches Peruano Negro Católica 29 Soltero Si Si Jornalero
Cornelio Urdanivia Peruano Negro Católica 27 Soltero No No Jornalero
José María Cornejo Peruano Negro Católica 48 Casado Si Si Agricultor
Mauricia G. de Cornejo Peruano Negro Católica 26 Casado No No Sin Dato
Nicolas Ivañes Peruano Negro Católica 26 Casado Si Si Agricultor
Manuel Salas Peruano Negro Católica 40 Casado No No Agricultor
Maria Baluarte Peruano Negro Católica 60 Soltero No No Cocinero
José Benavides Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Jornalero
Calixto Morillo Peruano Negro Católica 23 Soltero No No Jornalero
Rosa Berrios Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Cocinero
Lorenza Berrios Peruano Negro Católica 10 No No Sin Dato
Hilario Liendo Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Agricultor
Mariano Jordan Boliviano Negro Católica 32 Soltero No No Agricultor
Melchor Serpa Peruano Negro Católica 36 Soltero No No Agricultor
Paula Ivañes Peruano Negro Católica 29 Soltero No No Sin Dato
Melchora Ivañes Peruano Negro Católica 13 Soltero No No Sin Dato
Felix Ivañes Peruano Negro Católica 5 Sin Dato

403
Dolores Ivañes Peruano Negro Católica 4 Sin Dato
Nasario Herrera Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Jornalero
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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María Carrasco Peruano Negro Católica 10 meses Sin Dato
Andrés Rueda Peruano Negro Católica 58 Casado No No Jornalero
Sebastiana Albarracin Peruano Negro Católica 15 Soltero No No Sin Dato
Asencio Albarracin Peruano Negro Católica 10 No No Sin Dato
Raimundo Albarracin Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Manuela Albarracin Peruano Negro Católica 6 meses Sin Dato
Maria Albarracin Peruano Negro Católica 6 meses Sin Dato
Petronila Cardénas Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Sin Dato
Senovia Cardénas Peruano Negro Católica 14 Soltero No No Costurera
Pedro Carrasco Peruano Negro Católica 56 Soltero Si Si Agricultor
Nicolas Carrasco Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Agricultor
Martín Ivañes Peruano Negro Católica 28 Soltero No No Agricultor
Mariano Cornejo Peruano Negro Católica 53 Viudo Si Si Agricultor
Manuela Cornejo Peruano Negro Católica 23 Soltero Si Si Sin Dato
Natividad Guzman Peruano Negro Católica 26 Soltero Si Si Sin Dato
Dolores Guzman Peruano Negro Católica 1 Sin Dato
Sebastiana Cornejo Peruano Negro Católica 19 Soltero No No Sin Dato
Mariano Cornejo Peruano Negro Católica 17 Soltero Si Si Agricultor
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 15 Si No Sin Dato
Julia Cornejo Peruano Negro Católica 13 Soltero No No Sin Dato
Biviana Cornejo Peruano Negro Católica 11 No No Sin Dato
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Luis Cornejo Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 52 Soltero Si No Agricultor
Manuela Sendeja Peruano Negro Católica 34 Soltero No No Sin Dato
Severina Cornejo Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Sin Dato
Manuela C. Cornejo Peruano Negro Católica 11 No No Sin Dato
Manuel D. Cornejo Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Pedro A. Cornejo Peruano Negro Católica 5 Sin Dato
Pablo Brabo Peruano Negro Católica 52 Viudo No No Agricultor
Isidoro Ruiz Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Jornalero
Manuela Brabo Peruano Negro Católica 29 Soltero No No Sin Dato
Juan Brabo Peruano Negro Católica 7 No No Sin Dato
Manuel Brabo Peruano Negro Católica 5 Sin Dato
Francisco Brabo Peruano Negro Católica 50 Soltero No No Agricultor
Manuela Santana Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Sin Dato
Asencion Santana Peruano Negro Católica 11 No No Sin Dato
Luzgarda Santana Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Damiana Santana Peruano Negro Católica 3 Sin Dato
Cecilio Cornejo Peruano Negro Católica 22 Soltero Si Si Jornalero
Manuel Cornejo Peruano Negro Católica 20 Soltero Si Si Jornalero

405
Mariano Telles Peruano Negro Católica 35 Soltero No No Jornalero
Mariano Collau Peruano Negro Católica 55 Soltero No No Agricultor
Sabe
Nombre Apellido Patria Condición Religión Edad Estado Sabe Leer Profesión
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Melchora Brabo Peruano Negro Católica 57 Soltero No No Sin Dato
Santiago Guzman Peruano Negro Católica 24 Soltero Si Si Jornalero
Tomás Flores Peruano Negro Católica 30 Soltero No No Jornalero
Luciano Montero Peruano Negro Católica 24 Soltero No No Jornalero
Manuel Miranda Peruano Negro Católica 22 Casado No No Jornalero
Manuel Rios Peruano Negro Católica 21 Soltero Si Si Jornalero
José María Oviedo Peruano Negro Católica 40 Casado No No Jornalero
Cayetana P. de Oviedo Peruano Negro Católica 50 Casado No No Sin Dato
Elías Oviedo Peruano Negro Católica 21 Soltero No No Agricultor
Juliana Oviedo Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Sin Dato
Manuel Oviedo Peruano Negro Católica 9 No No Sin Dato
Pedro Arenas Peruano Negro Católica 26 Soltero No No Agricultor
Gregoria Aguilar Peruano Negro Católica 25 Soltero No No Sin Dato
Simon Gutierres Peruano Negro Católica 57 Casado Si Si Agricultor
Isidora Covalera Peruano Negro Católica 45 Soltero No No Sin Dato
María Bildozo Peruano Negro Católica 18 Soltero No No Sin Dato
Antonio Cuentas Peruano Negro Católica 80 Soltero No No Sin Dato
José Santos Chambilla Peruano Negro Católica 40 Soltero No No Jornalero
Alberto Balcazar Peruano Negro Católica 38 Soltero No No Jornalero
AMOS DE ESCLAVOS: LAS REDES DE LA ÉLITE PARA
RECOMPONER LOS RASTROS DE LOS NEGROS Y
MULATOS EN EL CORREGIMIENTO DE COQUIMBO
(SIGLOS XVIII-XIX)
Montserrat Arre Marfull1

Introducción
La realidad multicultural y pluriétnica americana ya no es un tema marginal
en los estudios realizados desde las ciencias sociales y las humanidades.
Si en otras épocas el ideal blanco y europeo estructuró y legitimó las
historias patrias, permeando aún con fuerza, sin duda, los imaginarios
locales y nacionales en nuestro continente, se han dado pasos de marcada
importancia en los avances de las investigaciones y políticas estatales para
lograr el reconocimiento de nuestras múltiples raíces.
En este contexto, el estudio sobre los esclavos africanos y sus
descendientes en el Corregimiento de Coquimbo (Chile) durante la
Colonia y primeros años de la República sugiere un imperativo para los
investigadores, en vista que para la zona el tema ha sido escasamente
trabajado. Si bien, la documentación para lograr descubrir sus rastros
es amplia, cuando se intenta llegar al sujeto mismo nos enfrentamos a
un complejo proceso metodológico, el que debe ir más allá de la mera
descripción de cantidades y castas. Las dificultades aumentan al observar
que la historiografía tradicional tiende a minimizar la presencia de sujetos
de estas características, a saber, africanos y criollos negros o mulatos y,
a la vez, esclavos o descendientes de esclavos, invisivilizándolos de los
relatos históricos nacionales y locales (Del Río, 2009).
Ciertamente, los esclavos son rastreables, especialmente porque estaban
asignados a un amo, de quien dependían al momento de ser inscritos en
los diversos tipos de registros como son los documentos parroquiales,
especialmente bautismos y defunciones, y notariales, en particular cartas
de ventas e inventarios testamentales.
Para lograr generar un conocimiento histórico sistematizado sobre los
africanos y sus descendientes en el Corregimiento de Coquimbo, en tanto
parte de la historia de nuestro país, como metodología propongo situarnos

1 Investigadora Postdoctoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

407
en un grupo específico, como son los esclavizados, y de ese modo entablar
una relación genealógica-económica entre amos y esclavos, de forma de
lograr traspasar el elemental concepto de objeto transable que es el esclavo
atado a un amo, y poder llegar a la persona que debía lidiar con su situación
de esclavitud, en este caso, dentro de un contexto principalmente rural,
de economía mixta (minero-agrícola), y con poblaciones laboralmente
activas de toda índole, a saber indios encomendados y libres, peonaje
mestizo, además de pequeños y grandes propietarios.
Motivaciones
Los esclavos de origen africano llegaron con los primeros conquistadores a
los territorios del actual Chile. Por no ser una zona de grandes plantaciones,
y subsanar el problema de la mano de obra con poblaciones nativas y
mestizas especialmente hacia el siglo XVIII, el Reino de Chile demandó
pocos esclavizados africanos durante el último siglo colonial; aun así, la
esclavitud legalmente perduró hasta 1823.
Por ello, para la época señalada estos esclavos mayoritariamente eran
mulatos nacidos en las diferentes ciudades y provincias de Chile.
Desde esta perspectiva, es notorio que habiendo nacido en la casa de
un amo los esclavos, en primera instancia, generaran vínculos con las
familias de origen, los cuales se canalizaron a través de las herencias,
es decir, el intento de mantener la servidumbre en la misma familia,
pasando así de una generación a otra de amos sucesivas generaciones
de esclavos; otra opción, si pensamos en nexos posiblemente afectivos,
fue el otorgamiento de la libertad graciosa donde no mediaba retribución
en dinero al amo, la cual pudo tener diversas motivaciones y variados
modos de llevarse a cabo (Moraga, 2008). Estos libertos, muchas veces
mantuvieron el apellido de su primer amo, en algunos casos único amo,
y eventualmente es posible rastrear a partir de este apellido el camino de
libertad seguido por algunos de ellos y sus descendientes (Ogass, 2009,
2011).
Si bien, esta práctica dada dentro del sistema esclavista de permanecer
junto a una familia a través de generaciones fue efectiva, de manera común,
igualmente, muchos amos y amas no dudaron en otorgar en venta algunos
de sus esclavos, toda vez que la situación lo ameritase (en estos casos, que
son muchos, se esbozaban razones como problemas económicos y deudas,
mala conducta del esclavo, obtener dinero para hacer negocios o muerte
de un amo sin descendencia); estas ventas, no obstante, se realizaron sólo
en parte entre personas cercanas en términos geográficos y familiares,
y una importante cantidad de esclavos terminaron siendo vendidos con
destino Perú u otros lugares más o menos lejanos.
La motivación de pensar sobre las relaciones de tipo familiar entre amos
y esclavos, y en muchos casos relaciones comerciales entre diferentes
amos con algún nexo familiar, ligados al traspaso de esclavos a través de
ventas, surgió al adentrarme en cierto tipo de documentación de la zona
de Coquimbo, relativa a esclavos y sus amos. En ella era muy complejo
percibir las experiencias de los esclavos, pero si más fácilmente encontrar
relaciones entre esclavos y amos mediadas por el mercado esclavista local,
como lo eran las cartas de venta, padrones o inventarios.
Partir estudiando esta zona con aquella documentación no era cosa
novedosa. Varios autores, entre ellos Marcello Carmagnani (1963), Jorge
Pinto Rodríguez (1980) o Eduardo Cavieres (1993) ya habían repasado
una cantidad considerable de estos y otros documentos para la realización
de sus investigaciones en un marco de historia regional, relevando en
sus trabajos especialmente la estructura minera y rural de la sociedad
coquimbana, y desde ahí estableciendo formas de trabajo, relaciones
sociales, y circunstancias económicas y demográficas.
Desde la genealogía, por su parte, estudios basados en partidas bautismales
y matrimoniales principalmente, como los de Guillermo Pizarro Vega,
entre otros, también han analizado aspectos familiares y societales de
Coquimbo, en especial del Valle del Limarí. Pizarro Vega incluso integró
la variante negra y mulata a sus trabajos, sin profundizar, no obstante, en
el origen de estas poblaciones (Pizarro, 1997).
Sin embargo, no hay trabajos sistemáticos sobre la presencia africana
en la zona. Motivo más que suficiente para investigar, especialmente al
observar los datos del Censo de 1813, el cual arrojó cantidades de mulatos
y negros, libres y esclavos bastante altos en algunos de los 19 distritos de
la provincia2.
Metodología: genealogía de la esclavitud
La metodología propuesta en nuestro caso proviene, en parte de las
posibilidades dadas por los documentos, junto a las ideas aportadas por
los diversos trabajos revisados durante las investigaciones realizadas sobre
Coquimbo, principalmente de las áreas de la historia regional y la genealogía.

2 Censo de 1813, Provincia de Coquimbo, 1953.

409
Para clarificar a qué me refiero con un método genealógico, indicaré
los pasos seguidos en el trascurso de las pesquisas. Al enfrentarnos con
documentación de archivo, como cartas de venta, inventarios, registros
de bautismo, etc., normalmente se tiende a generar un registro de tipo
cuantitativo, con la mirada puesta en lograr organizar algún formato
de estadística, lo cual resulta tremendamente complicado y casi un
espejismo, si pensamos que la documentación que llega a nuestras manos
es parcial por dos razones: primero, quienes se encargan de registrar
(escribanos, párrocos) no siempre fueron diligentes en sus labores, y sin
duda es posible encontrar en los registros errores, informaciones faltantes,
saltos temporales, etc. Además, en una zona principalmente rural, con
poblaciones separadas unas de otras por cerros, valles y amplias distancias,
y muchas veces sin escribanos ni párrocos disponibles, era evidentemente
complejo realizar cualquier tipo de trámite burocrático.
Segundo, la conservación de la documentación no siempre fue la óptima,
ni en la época de su registro, ni posteriormente. Traigo a colación, en
este sentido, un hecho acaecido en La Serena en 1680, cuando el pirata
Bartolomé Sharp incendió la ciudad, siendo consumidas por las llamas
varias iglesias, casi la totalidad de las casas y el edificio del Cabildo con
sus archivos dentro. Ciertamente este fue un evento extremo, pero el
fuego accidental o bien la corrupción del papel producto de la humedad,
e incluso el robo o destrucción por mano humana, permiten que llegue
hasta nuestros días sólo parte del total de la documentación producida
hace trescientos o doscientos años atrás.
Junto a esta realidad, la investigación cuantitativa requiere de una
sistematización que exige investigaciones en equipo y de largo aliento,
que hasta hoy no se han realizado; pues, aunque no haya llegado toda
la documentación generada en la Colonia hasta nuestros días, esta sigue
siendo tremendamente amplia.
Por ello, una forma de aprehender ciertos aspectos de esta historia, desde
la metodología planteada, sería empezar seleccionando documentos con
algunos criterios que nos permitan buscar sujetos de la elite en su relación
con los esclavos.
Elegir, primero, un corpus de documentos por alguna razón que
represente un aspecto de la investigación, y luego desde ese corpus,
donde encontraremos, por ejemplo, para nuestro caso, nombres de amos
y esclavos, fechas y lugares, seguir la pista en otros tipos documentales.
Lo realizado en nuestro caso fue partir con cartas de venta como fuente
inicial. En ellas se encuentran ciertos datos que entregan las primeras
coordenadas de lo buscado: nombres de esclavos, su amos vendedores y
compradores, edades de los esclavos, casta, precio, lugar de origen, fecha
y en ocasiones razones de venta. Cada uno de estos datos puede abrir un
abanico de posibilidades.
Otra fuente básica ha sido el Empadronamiento de 1738, el cual registra a
gran parte de los hombres y algunas pocas mujeres del Corregimiento en
capacidad de declarar bienes o alguna forma de sustento. En esta fuente se
indica a quienes tenían esclavos. Con ello se muestra el lugar geográfico
donde habitaba el empadronado, cuántos esclavos tenía cada amo, en
algunas ocasiones se indica si los esclavos eran pequeños o grandes, y
también se menciona sus sexos. Si bien no aparecen sus precios, si se
explicita la capacidad económica del amo.
Si nos detenemos en los amos en ambos corpus documentales, podemos
ir posteriormente a archivos testamentales, buscando a los amos que
más relevancia tengan en las cartas de venta por cantidades de esclavos
consignados o porque tienen relaciones comerciales entre sí; otras
opciones es recurrir a los archivos parroquiales, indagando sobre los
amos y esclavos mencionados en las ventas; y por último, en ocasiones
los archivos judiciales nos dan indicios de estas relaciones comerciales-
familiares conflictivas entre los amos, o entre amos y sus esclavos.
Los estudios genealógicos ya realizados de las élites locales y nacionales
ayudan enormemente, asimismo, en develar las relaciones de los sujetos
vendedores y compradores de esclavos. Si pensamos en utilizar la
genealogía clásica, pero siguiendo el rastro de la servidumbre esclava,
podremos, eventualmente, seguir una línea entre la gran espesura de los
diversos fondos documentales.
Luego de ello es recomendable, según experiencia, realizar un esquema
genealógico con los apellidos escogidos; la sugerencia es realizar un
esquema por familia, y anotar al margen de cada persona que tenga
esclavos, la cantidad, edades si es posible, y lugar donde se consignó
al esclavo. También, consignar en una lista por familia, igualmente,
los detalles de estas referencias a esclavos, haya sido en carta de venta,
inventario, carta de libertad, bautismo, u otro.

411
Luego de tener a la vista las informaciones, es necesario realizar el análisis
de éstas, de manera de comparar edades, nombre, fechas, y hacer los nexos
necesarios para establecer traspasos de herencias y ventas, y determinar
cuáles esclavos fueron siendo pasados de un amo a otro, y quienes no, y
de qué forma y por cuáles motivos se va entretejiendo una red social que
agrupa a amos y esclavos.
Estimo que este tipo de metodología puede aportar al conocimiento de
los nexos sociales de grupos subalternos como fueron los esclavos en la
sociedad trabajada.
Caso Alcayaga-Cortés (Alcayaga-Rojas), mediados del siglo XVIII
En el Valle del Elqui, el año 1759 se registró una carta de venta en la
que Don Norberto de Alcayaga vendía a Don Juan de Dios Rojas la
mulatilla Nicolasa. En esta venta se indicaba que la mulatilla vendida
tenía 12 años y estaba siendo transada en la suma de 280 pesos3. En la
misma carta de venta se especificaba que anteriormente la niña había
sido heredada y posteriormente vendida por Don Juan de Alcayaga al
actual vendedor4.
Para el año 1747, 12 años antes, se ha consignado una repartición de
bienes que quedaron por muerte del Capitán Ignacio Alcayaga5 y su esposa
Magdalena Cortés en Diaguitas, Valle de Elqui, padres de los mencionados
Don Juan y Don Norberto (Iglesias y Leal, 1997; Cortés-Monroy, 1991-
1992)6. En este documento, así como en cualquier tasación de bienes, se
expone una serie de aperos, enseres, tierras, plantas de viña y otros con sus

3 Los precios de esclavos son indicadores múltiples. Primero, nos da cuenta de la edad del esclavo,
luego de su casta y su sexo, y finalmente su estado físico-conductual (salud y tachas). Desde el
nacimiento el precio aumenta rápidamente hasta alrededor de los 18 años que llegan a su precio
máximo, el cual sube levemente o se mantiene hasta alrededor de los 35 años, y luego baja más o
menos rápido, dependiendo, primero que nada, de la salud del esclavo. 280 pesos era un costo normal
(en el siglo XVIII) para una niña mulata de 12 años, mientras que las negras podían costar un poco
más; los niños negros de esta edad costaban lo mismo que las mulatillas, y los mulatos de 12 años, un
poco menos que las mulatillas. El precio de un esclavo de esta edad, en la época trabajada, siempre
oscilaba entre los 250 y 300 pesos; sin embargo, hacia la segunda década del siglo XIX se registra
una caída de precios.
4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Escribanos de La Serena, vol. 22, fs. 280-281.
5 Ignacio de Alcayaga Oronos (+1733) era español, natural de Fuenterrabia, Guipúzcoa. Ver
Genealog.com: http://www.genealog.cl/Chile/A/Alcayaga/
6 Doña María Magdalena Cortés (o Rojas) fue apadrinada y criada por los primeros marqueses de
Piedra Blanca y Guana, no obstante ser una de las dos hijas naturales de Felipe Rojas Niño de Zepeda y
Escolástica Godoy Cisternas. Siendo acogida por María Bravo de Morales (o Morales Bravo y Riveros
Fernández), la marquesa, esposa de Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala, Magdalena Cortés utilizó
el apellido de sus padrinos y además heredó parte de las posesiones que la marquesa llevó a su propio
matrimonio en forma de dote.
precios, junto a los esclavos. Es notorio que los esclavos eran los bienes casi
más costosos como unidad, y se indicaban en segundo lugar en la tasación,
después de la tierra7.
En la repartición señalada, los fallecidos Don Ignacio y Doña Magdalena
poseían a lo menos 12 esclavos, los cuales se repartieron entre sus cuatro
hijos mencionados como herederos8: Miguel, Antonio, Norberto y Juan;
de todos los esclavos, 4 eran mulatillos y mulatillas, seguramente hijos
de los otros esclavizados. Estos amos de esclavos también eran extensos
terratenientes de viñas, las cuales pudieron competir con la producción
de vinos de los Jesuitas, con quienes lindaban hacia el poniente según se
indicó en la tasación y repartición9.
Siguiendo la línea ascendente de la familia Alcayaga Cortés (Alcayaga
Rojas), llegamos a los conocidos primeros Marqueses de Piedra Blanca
y Guana. Doña María Bravo de Morales, esposa de Don Pedro Cortés de
Monroy y Zavala y primera marquesa, en la segunda década del siglo XVIII
siendo una de las mujeres encomenderas más poderosas de La Serena y ya
de avanzada edad, testó, de manera de dejar estipulada su última voluntad.
Es preciso indicar que los primeros marqueses no tuvieron descendencia
legítima, y algunos de los bienes dotales de Doña María fueron entregados
a María Magdalena Rojas Godoy quien utilizaba el apellido Cortés, pues
había sido criada por los marqueses. Doña María Bravo de Morales, entre
otras disposiciones, escribió
mando a mis albaceas que para descargo de mi conciencia, repartan entre
mis criados y criadas siguientes, la cantidad de dosientos pesos, es a saber
la negra viexa Chabela, maría grande, negra, Marquilla, negra, Helena,
mulata, María Pulga china, María de mercedes, mulata, Michaela,10

7 ANH, Escribanos de La Serena, fs. 303-310v.


8 En la genealogía se observa una hija más que no aparece en la repartición de bienes.
9 Don Antonio de Alcayaga, uno de los cuatro herederos mencionados (Miguel, Norberto, Juan y
Antonio), además de tierras con viñedos “rrecibio en tierras de pan llebar desde la tapia de la viña asta
los linderos de los Padres de la Compañia y sin medision y dicha tierras (sic) lindan por el norte con
las que le pertenesen a Don Norberto de Alcayaga y por el sur asta donde tiene agua y tiene rregadio
asiendo frente a las de Alto que pertenecen al mesmo Don Norberto y al mesmo Don Antonio todo
linderos por medio y la viña de esta parte anda por el oriente con la que le toco Al dicho Don Norberto
y por el poniente con tapia de la viña y por el norte con la mesma tapia de dicha viña y por el sur
con dicha tapia- Ytten rrecibio esta parte doscientas y beintisinco baras de tierras sin rregadio que
deslindan por el oriente continuas de Alto del mesmo Don Norberto y por el sur con tierras del [cerro]
y por el poniente con los linderos de los Padres de la Compañia y por el norte con tierras mesmas desta
parte”. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 22, f. 306.
10 Sobre Micaela mulata tenemos antecedentes de que en 1690 Don Pedro Cortés la compró en
300 pesos y teniendo 13 o 14 años de edad en ese entonces, al matrimonio del Capitán Rodrigo de
González y de Doña Agustina del Peñalillo; la mulata era hija de una esclava mulata de propiedad de

413
mulata, Francisco, negro, Xavier, negro y Lorenzo sambo. (Iglesias y
Leal, 1997, p. 12)11.

En este ítem se mencionan 9 “criados” caracterizados étnicamente como


negros, mulatos o zambos. No se indica que sean esclavos ni sus edades,
pero si sabemos que la marquesa poseía una importante cantidad de cautivos,
de los cuales su ahijada, heredaría a lo menos 11. Llama la atención en la
precedente declaración que esta mujer, en vista de sus enormes posesiones
y sin descendencia propia, optó por legar una pequeña parte a sus criados.
Referente a algunos de sus esclavos, Doña María indicó expresamente lo
siguiente:
Isabel, negra, esta se la dexo a mi hermana Damiana para que la mire
con charidad por haber sido de mi padre y declaro que es mi voluntad
que despues de los dias de la dicha mi hermana quede libre” y luego
“declaro por mis bienes, a Helena, mulata y la dexo libre con el cargo de
que remiende y lave la ropa de la sachristia de mi madre santisima de las
Mercedes”. También agregó que “a María Mercedes, mulata que la dejo
a Doña Magdalena Cortez, con el cargo y declaración que quede esclava
suia por el tiempo de veinte años y pasado ese tiempo quede libre y solo
me muebe a dexarle esta pensión a dicha María de las Mercedes mirando
el fin de que en este tiempo aplaque su gran vivesa y es declaración que
si durante este tiempo que es esclava tubiere algunos partos, queden
esclavos de Magdalena Cortez (Iglesias y Leal, 1997:12).

Años antes, al momento de casarse con Don Pedro Cortés de Monroy y


Zavala en 1684, Doña María había integrado al matrimonio en su dote
dos esclavos negros, Gerónimo e Isabel, por tanto es presumible que
durante el enlace los otros esclavos de su dominio hayan sido parte de los
bienes que su marido aportó, se hubiesen adquirido por compra durante
el matrimonio o hubiesen nacido de estos dos negros ya mencionados o
de otros adquiridos12. Sin duda, la aludida negra Isabel, parte de la dote,
es la que aparece mencionada como “negra vieja Chabela” y luego como
“Isabel negra” quien fuera de su padre, en el testamento. De Gerónimo,
negro esclavo perteneciente a la dote, no se ha encontrado referencia.

los González Peñalillo, llamada Agustina. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 13, fs 105 -106.
11 “Testamento de María Bravo de Morales”. María testó entre el año 1716 y 1722, año de su muerte.
ANH, Escribanos de La Serena, vol. 8, f. 657 y ss.
12 Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala declaró en su testamento “cuando casé con la dicha mi
mujer se me dieron en dote veinte y siete mil pesos, pocos más o menos como parecerá por la escritura
de dote, en cuya cantidad entra la hacienda del valle de Copiapó, la chacra de Cutún con el asiento de
Talca, donde tengo las vacas, las lagunillas y demás posesiones que consta por dicha carta de dote y
por los títulos, con más la negra esclava Isabel y un negro llamado Gerónimo, y es mi voluntad que
todo este dote vuelva a la dicha mi mujer”. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 8, fs. 599-605v, citado
en Iglesias y Leal (1997, p. 7).
En un matrimonio ventajoso como el de los marqueses, cuyo dominio en
común comprendió gran parte de las tierras de la Provincia de Coquimbo,
tanto en el Valle de Limarí como en el de Elqui, además de tierras en
Choapa, Huasco, Copiapó y solares en la ciudad de La Serena, era
necesario y esperable ostentar la posesión de esclavos como sirvientes, y
que éstos acompañaran a la pareja en sus quehaceres hasta el fin de sus días.
Sabemos, ciertamente, que sus extensas posesiones no se mantuvieron en
el tiempo. Sin herederos legítimos, los marqueses a su muerte terminaron
dividiendo parte de sus posesiones, y entre ellas, sus esclavos y esclavas
de todas las edades.
De una de sus sucesiones, la que le dio heredad a la mencionada ahijada,
Magdalena Cortés, tenemos datos de cómo hacia la segunda mitad del
siglo XVIII, los esclavos fueron repartiéndose sucesivamente. Al testar,
Magdalena declaró que poseía “la hacienda nombrada ‘Nuestra Señora
de la Concepción’, (…) once esclavos, la estancia nombrada ‘La Punta’,
una casa en la traza de esta ciudad, frente a la plazuela de Santo Domingo,
bienes que hubo y heredó de doña María Bravo de Morales” (Iglesias y
Leal, 1997, p. 11). Asimismo, Doña Magdalena, junto con recibir esclavos
por herencia, el año 1723 tras la muerte de su madrina, se la registró
comprando 4 esclavos africanos, de los 9 traídos por Pedro de Palacios,
los cuales fueron ingresados por Buenos Aires (Arre Marfull, 2012:45 y
ss). Las “piezas” constaban de una mujer, María Rosa, y tres hombres,
Antonio, Juan José y Francisco. Los esclavos tenían entre 17 y 20 años, y
en la compra Doña Magdalena invirtió 1.600 pesos13.
De la heredad del matrimonio Alcayaga Cortés (Alcayaga Rojas), entre
otros bienes repartidos en 1747, enumeraremos los esclavos asignados a
cada hijo. A Don Miguel de Alcayaga se le entregaron la mulata María (400
pesos) y el mulato Gerónimo (300 pesos). A Don Antonio de Alcayaga se le
otorgaron la mulata Cipriana (300 pesos) y el mulatillo Sixto (150 pesos),
además de un “negro biejo” llamado Francisco (avaluado en apenas 18
pesos). A Don Norberto de Alcayaga se le entregaron el negro Antonio
(300 pesos), la negra María (400 pesos) y el mulatillo Nicolás (200 pesos).
Y finalmente, Don Juan de Alcayaga se adjudicó el negro Antonio (325
pesos), el mulato Basilio (300 pesos) y las mulatillas Tomasa y Nicolasa
(en 125 pesos cada una).

13 ANH, Escribanos de La Serena, vol. 19, fs. 118v-121. Sin duda, el capitalizar el dinero de la
herencia en esclavos se veía como una rentable opción.

415
La repartición no indicaba filiación de los esclavos ni sus edades, aunque
estas últimas son deducibles por los precios; no obstante, se podría inferir
alguna preferencia de entregar los esclavos de cierto modo tal vez no
benevolente, pero si racional o eficiente. Muy posiblemente algunas de
las esclavas o esclavos eran madres o padres de los niños con los que
fueron entregados, o bien se traspasan esclavos casados o hermanos. La
idea, creemos, era permitir al heredero contar con una servidumbre que
cumpliese las labores junto con quienes pudieran complementarse de
una mejor manera en aquellos menesteres y, a la vez, se lograse repartir
equitativamente el patrimonio entre los hijos.
Sobre el destino final de estos esclavos repartidos, hasta ahora no tenemos
información, excepto por la carta de venta del año 1759, anteriormente
indicada, la cual menciona a la mulatilla Nicolasa. Como en esta venta
se mencionaba que la mulatilla tenía 12 años al ser vendida, claramente
contaba 1 o 2 años cuando fue otorgada en herencia en 1747; ya en 1759
y a tan corta edad había sido vendida dos veces, en el segundo caso
separándola para siempre su, seguramente, hermana Tomasa14.
¿Qué instó las sucesivas ventas de la pequeña niña? Sabemos que el
valor monetario de un esclavo fue una parte importante de las herencias.
En la división de tierras y bienes de los Alcayaga Cortés, las tierras y
solares entregados estaban cargados todos con censos a favor de diferentes
conventos. Una mala cosecha, u otra situación, pudo afectar la economía
de alguno de los herederos, quien optó por vender a uno de sus esclavos
para, tal vez, pagar esas deudas con la Iglesia, o bien emprender un nuevo
negocio. Además, el costo de la niña se iba incrementando a raíz de su
mayor edad.

Conclusión
Para finalizar, podemos afirmar que hemos logrado observar en el caso
expuesto, el cual inicia con María Bravo de Morales hacia fines del siglo
XVII y finaliza en 1759 con la carta de venta de la mulatilla Nicolasa por
parte de Norberto Alcayaga, de qué modo a través de herencias y ventas
puede dilucidarse el tránsito de los esclavos de unos amos a otros, dentro
de un mismo grupo familiar. La repetición de algunos nombres dados a
los esclavos, y la ausencia muchas veces de sus edades, tornan complejo
lograr descubrir si estamos hablando de los mismos sujetos, y es en ese

14 ANH, Escribanos de La Serena, vol. 22, fs. 280-281.


punto que el investigador debe arriesgarse a inferir parentescos, generando
nexos tentativos, a la espera de encontrar nuevos antecedentes.
Evidentemente en este caso faltan aún referencias, así como en muchos
otros, y por ello es preciso exhortar a los nuevos investigadores que se
atrevan a utilizar métodos “clásicos”, como lo es la genealogía de la élite,
con nuevas preguntas que exijan llegar a un conocimiento más profundo
y diverso de nuestro pasado. Este tipo de método puede aportar en la
reconstrucción de historias de vida de los esclavos, y eventualmente de
los libertos y libres de origen africano, tanto en Coquimbo como en todo
el Chile colonial.

Referencias Citadas

Archivos
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AFRODESCENDIENTES EN DOCUMENTOS DE
REAL HACIENDA, CHILE. 1565-1580
Juan Muñoz Correa1

Introducción
De la documentación contable de la Real Hacienda chilena del siglo XVI
se encuentran muy pocas cuentas de ingresos y gastos, por lo que un grupo
que se ha conservado en el Archivo General de Indias, de Sevilla, para
algunos años comprendidos entre 1565 y 1580, de tesoreros y factores. De
los libros de cargo y data, destacan especialmente los correspondientes a
los factores que tuvieron participación en la recolección de bienes para las
campañas militares y en su distribución en los socorros repartidos a los
soldados y a otros participantes. Esta documentación arroja informaciones
muy variadas sobre una gran cantidad de variables que tienen cierto valor
de muestra para múltiples asuntos, de los cuales en esta oportunidad se ha
elegido las menciones que se hace de negras, negros, mulatas, mulatos y
otras denominaciones, entre las que topamos hasta con los eufemísticamente
anotados como morenos, ya fuesen libres o esclavos. Esta gran variación
hace conveniente buscar, para mencionarlos, un término –conjunto-, que
los contenga a todos, en este caso, afrodescendientes, término que se ha
decidido usar aquí pues es el que los contiene a todos, independientemente
de los otros grupos étnicos de los que podían descender, ya fueran libres,
esclavos, bozales, criollos, o mestizados en la infinidad de “castas” que
fueron surgiendo en América.
Sobre el tema se cuenta ya para el siglo XVI con una valiosa historiografía
y repositorios que los contienen, en esclavitud o libres, ya sea entre otros
sujetos, o específicamente centrados en ellos, tales como las obras de
Tomás Thayer Ojeda (1939, 1941 y 1943), para los hombres, e Imelda Cano
(1980), para las mujeres, por ejemplo. Entre los autores cabe destacar a
Gonzalo Vial (1957), Rolando Mellafe (1984), y algunos discípulos suyos,
como también en la actualidad, el grupo liderado por Celia Cussen (2006).
Destacan figuras curiosas en el siglo XVI, tales como la negra Malgárida,
compañera de Diego de Almagro, la cual en 1553 fundó una capellanía
por las almas de los que habían participado “en la jornada que hicimos
a las provincias de Chile”, el negro Juan Valiente, miembro de la hueste

1 Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile.

419
de Pedro de Valdivia, y uno de los primeros encomenderos de la Nueva
Extremadura, y Catalina de Mella, mulata venida en la misma expedición,
quién decidió anular su matrimonio con Gonzalo de los Ríos, uno de los
principales encomenderos, y tuvo otros dos matrimonios posteriores.
En los repositorios los afrodescendientes son nombrados en varios
documentos, que dan cuenta tanto de niveles de integración como de
desajuste, así, por ejemplo, en las Ordenanzas para las minas de plata, de
1550, y las Ordenanzas de minas, de 1561.
La falta de integración y la reacción hispana, especialmente de su elite,
y que muestra los miedos que la presencia de esclavos, necesaria para la
economía, va generando tiene su máximo exponente en las dictadas por
el licenciado Melchor Calderón en 1577, y la cédula real de 1580 que
prohíbe que los negros vivieran entre los indios.
En el ámbito más particular, tenemos las cartas de venta trascritas por
Álvaro Jara y Rolando Mellafe (1996) para los años 1559 y del 64 al 66, en
que son particularmente interesantes las tachas de las piezas y sus lugares
de origen (isla de Santo Tomé2, Jelofe3 Mozambique, tierra Biafra4, de
tierra Orán5, campol, nobo, berbesí, zaloje y zape6).
Otro hito muy curioso es un “emprendimiento” de una expedición
transoceánica organizada desde Santiago. El capitán Simón Vicencio
Justiniano, nacido aquí, lo realizó. Era hijo de Vicencio Pascual, macedonio,
y doña Jerónima Justiniano, hija de un genovés y una española. Viajó a
Buenos Aires y a Angola para traer esclavos, llevando 3.000 pesos de
la dote de su mujer y otros capitales. Pero la mayoría de los que traía
murieron en el camino, el resto fue vendido, pero con mínimas ganancias.
Casado con doña Ángela Godoy Báez de Cartagena, nacida en La Serena,
dotada con 5.000 pesos. Dueña de una casa frente a la Merced, al testar, el
21 de febrero de 1688, poseía siete esclavos, pero no se señala si serían de
los importados por su marido.

2 Isla en el Golfo de Guinea, cerca de la línea ecuatorial.


3 Jelofe (Cafre), de la región de los ríos Senegal y Gambia, por influencia árabe se habían convertido
al islam.
4 Se refiere a la población que venía desde el Golfo de Biafra, ubicado entre Nigeria y Guinea
Ecuatorial. Fue un gran centro de venta de esclavos entre los siglos XVI y XIX.
5 En Argelia.
6 Estos dos últimos provenían desde la franja que se extiende entre Guinea Bisseau y Sierra Leona.
Pero los gentilicios de los esclavos podrían haberse derivado de los puertos en que eran embarcados
y no del lugar de origen.
Las cuentas de Debe y Haber, es decir ingresos y egresos de las cajas
reales, nos informan de algunos detalles de sujetos de aquellas etnias y las
llamadas castas, cuyos nombres no alcanzaron igual relevancia, pero de
los cuales su situación o características registradas merecen ser conocidas
para la mejor comprensión, no solo de estos sujetos, en particular, sino de
la sociedad en que actuaron, en general.
Este trabajo da cuenta de todas aquellas personas de origen africano
que fueron mencionados, por la circunstancia que lo hayan sido, por los
oficiales reales de Hacienda o Caja Real, tanto de la capital, Santiago
del Nuevo Extremo, como de otros corregimientos, o del escenario de
la guerra austral. Hay, por ejemplo, desde negros esclavos del rey, en
diferentes funciones, así marinos, trompetas y tambores, hasta libres, que
al igual que los soldados de otros grupos, españoles y mestizos, participan
en las campañas bélicas, recibiendo pertrechos para ello, como unas
pocas mujeres, lo que se comprende por el carácter de la documentación
utilizada.
Mujeres negras
Gracia, era una esclava que fue condenada por el licenciado Gaspar
Calderón con una multa de cinco pesos, los que el mercader Hernando
Alonso, su amo, consignó en 1577 en penas de cámara.
María del Corro, fue condenada a pagar cuatro pesos de penas de cámara
por la pendencia que había tenido con Francisca Ramírez, los que depositó
en la Caja en 1569. Francisca no aparece pagando nada, por lo que serían
dos las anotadas, ambas por conductas poco integradas.
Negros esclavos
Esclavos del rey
Diego, había sido esclavo de Francisco Villagra, tenía el oficio de herrador.
De los bienes de Villagra fue comprado en 1570 por el factor Rodrigo de
Vega Sarmiento para la Real Hacienda. El 10 de mayo de 1572 Nicolao,
maestre de la fragata del rey lo entregó al factor Ñuflo de Herrera junto
con Manuel. Además de unos fuelles con sus cañones, aderezos de fragua,
seis martillos, siete tenazas, una lima, tres esclaveras, una cortadora, tres
pedazos de hierro, una sierra, entre otras herramientas.
Manuel, negro especializado como marinero, había sido prestado al
maestre Bartolomé García, quien, a la fecha, 10 de mayo de 1572 debía a
la Real Hacienda 40 pesos de su soldada. Otra noticia de Manuel, además

421
de la del párrafo anterior, es que el 20 de octubre de 1575 estaba enfermo
a cargo del factor.
Caravajal, era otro negro de propiedad del rey. En 1569 fue llevado por
Agustín de Ahumada desde Tucapel, y entregado al factor Rodrigo de
Vega Sarmiento en Concepción.
Anónimos. En 1568 el capitán don Gonzalo Mejía, alguacil mayor de
corte, recibió un negro trompeta para que sirviese en el ejército bajo sus
órdenes, también colleras y cadenas para los indios de Concepción. En
1569 Francisco de Lugo vendió a la Real Hacienda en 350 pesos un negro
esclavo trompeta para la guerra, con dos trompetas. El general Martín
Ruiz de Gamboa, antes de 1570, sacó un negro marinero de la fragata
del rey con otras cosas que llevó a otra fragata para Tucapel. Uno de los
negros del rey recibió un sombrero el 20 de mayo de 1574.
Esclavos de particulares
Antón, era un negro que vivía en La Serena con su amo el encomendero
Luis Ternero. En 1571 tuvo una pelea con Bartolomé otro negro de esa
ciudad, el que fue condenado por este motivo en seis pesos, era esclavo de
Miguel Duro, gran comerciante, exportador e importador.
Francisco negro esclavo del fundidor Cristóbal Díaz. Zapatero. Vivía en
Osorno en 1571, año en que fue secuestrado junto a los bienes de su amo y
depositado en Pedro Lobo, fue sacado del depósito por el licenciado Egas
Venegas para llevarlo consigo desde Osorno a Concepción. De otros no se
registraron sus nombres.
En 1568 un negro de Bartolomé Flores pagó 2 pesos de penas de cámara,
junto con Alonso de Riberos, el que pagó 8, por pendencia entre ambos.
El 14 de octubre de 1569 se le dio una frazada a un negro de Andrés Pérez.
Ese mismo año un negro de Juan Jufré debió pagar 10 pesos de penas
de cámara, por haber echado mano a la espada a favor de varios jóvenes
que reñían con Pedro Sánchez de Alderete. Por la misma situación fueron
multados Juan de Ahumada, Juan de Córdoba Juan de Miraval, y Ludueña.
Antes de 1571 Juan de Oviedo, vecino de Villarrica, le había vendido
un negro al capitán Juan de Villanueva, vecino de La Imperial. Pedro de
Obregón, vecino de La Imperial, tenía un negro, un caballo y una cota por
ese tiempo.
En 1576 Cristóbal de Escobar, recibió unas fanegas de cal y sus negros
curtieron cinco cueros de vaca. En 1578 Francisco Gómez Durán, fundidor
en Valdivia, cobró a la Real Hacienda 41 pesos un tomín porque un negro
suyo había herrado 47 caballos a los soldados.
Juan de Molines, mercader, en Valdivia tenía casas, navíos, caballos, armas
y tienda, además de una herrería con esclavos herreros cuyas obras vendía.
En una declaración dice que se sustenta de la contratación de mercaderías,
de sus navíos y de sus esclavos negros que usan oficios.
Negros libres
Mateo, en 1565 era pregonero en Valdivia.
Diego, negro herrador. En 1567 recibió dos fanegas de trigo de la Real
Hacienda, Concepción, y otras dos en el año siguiente. El 13 de mayo de
1569 recibe un par de borceguíes y un par de botas. El 28 de diciembre de
1574 recibe botas, borceguíes y sombrero de fieltro forrado.
Antón, vivía en Concepción, aparece en un reparto de trigo realizado por
la Real Hacienda de esa ciudad en 1571, en que recibe una fanega, no se
señaló su condición.
Zapata, negro atambor. En 1575 vino a Chile con el capitán Juan de Losada.
Cristóbal Cometierra, en 1576 fue al sur sirviendo de arriero con los
caballos en que se llevaban las municiones, con el negro Juan Moreno.
Probablemente participó en la campaña de ese año.
Juan Moreno, además de llevar las municiones al sur, participó en la
campaña de 1576, recibió tres pares de alpargatas y fustes, también en
la de 1578 recibiendo en esta oportunidad 46 pesos en mercaderías y 17
pesos en dos caballos.
Juan Valiente, miembro de la hueste de Pedro de Valdivia, en 1578 se
vendió un caballo suyo en 20 pesos. No se señala su etnia.
Mulatos esclavos
Juan de Montenegro, mulato esclavo cuyo amo, Jerónimo de Miranda,
pagó en 1577 cinco pesos de penas de cámara por la multa que le había
impuesto el corregidor Juan de Cuevas.

423
Mulatos libres
Alonso de Cervantes, en 1572, Hernán Martín fue condenado en una
espada por pelear con él y con Juan de Cervantes, el que a su vez fue
condenado a entregar su espada y el año anterior por lo mismo había sido
condenado en tres pesos.
Vitoria, mulato desherrado. Vino a Chile en 1575 con el capitán Juan de
Losada.
Varios participaron en la campaña de 1577: Melchor de Espinoza y
Agustín, Domingo, cada uno recibió de socorro 40 pesos en mercaderías
de manos del factor. A Diego Gregorio, aparece en el reparto de cueras, y
el 28 de octubre se le dieron 60 pesos en mercaderías. Jerónimo, recibió
un caballo avaluado en 12 pesos y una silla, en 30 pesos.
En los dos años siguientes, de que hay cuentas de repartos de socorros,
se anota a Miguel, quien se enroló en la campaña de 1577, recibió 40
pesos en mercaderías, 30 pesos en una silla y seis pesos en un arcabuz. En
el refuerzo de 1578 participó Juan de Riberos, recibió una lanza, 30
pesos en mercadería y 12 pesos en un caballo.
También deben haber sido mulatos libres tres sujetos que aparecen
denominados como morenos, aunque no siempre queda claro si el “moreno”
fue solo su apelativo étnico o su apellido. Antón Martín Moreno, en 1563
recibe frazada, dos vestidos y camiseta. Juan, en 1565 era pregonero en
Valdivia. Diego, carpintero. En 1569 recibe una fanega de trigo de la Real
Hacienda de Concepción. Antón de Badajoz, debe haber tenido un cierto
nivel social, pues en 1573 Alonso de Alvarado entregó un caballo suyo a
la Real Hacienda, y al año siguiente Pedro de Armenta, gran comerciante
y agente, cobró 20 pesos en su nombre.

Menciones generales
El capitán Alonso Benítez, dueño de un navío de cabotaje, cuando se
despobló la ciudad de Cañete llevó españoles y esclavos a Valdivia. Don
Antonio Bernal Benavente, pasó a Chile desde la ciudad de Los Reyes,
y desde Valparaíso a Concepción fue trasportado por Andrés Pérez en su
navío, con dos piezas, es decir esclavos, y una cámara, por lo que le quedó
debiendo 37 pesos desde 1559. Matías de Herrera, en 1574, en La Serena,
entregó dos pesos de dos espadas viejas en que había sido condenado por
la muerte de un negro y por una pelea con Rodrigo Montano.

424
Conclusiones
La presencia de descendientes de africanos, sus características, y otras
variables anejas a ellos, tiene como principal fuente para la historia los
archivos notariales, judiciales y parroquiales. En este artículo se ha podido
apreciar que varios aspectos que sobre ellos no aparecen en aquellas, se
puede obtener en fuentes fiscales.
Encontramos para fechas tan tempranas, desde 1565 a 1580 (en que se
cuenta con ingresos y egresos de las cajas reales), negras, negros, mulatas,
mulatos, morenos, tanto esclavos como libres, acusando diversos niveles
de integración. Son anotados desde hombres libres que participan como
soldados, al igual que muchos españoles y mestizos, hasta negros esclavos
del rey (herradores, marinos, trompetas y tambores).
Las pocas mujeres, dos, fueron anotadas por multas aplicadas por
conductas trasgresoras, al igual que varios esclavos que lo fueron por
pendencias ocurridas en Santiago, La Serena y Osorno.
Respecto a los oficios u ocupaciones, entre los negros libres localizamos,
en 1565 un pregonero en Valdivia, en 1567 un herrador en Concepción,
en 1575 un negro y un mulato que vinieron a Chile con el capitán Juan
de Losada, en 1576, dos arrieros transportando pertrechos al sur. En 1577
y el año siguiente, seis mulatos libres que se enrolaron en las campañas
bélicas, entre ellos había otro pregonero y un carpintero.
Entre los esclavos de particulares se cuentan zapateros, curtidores,
herradores, herreros, un mercader de Valdivia declaró que entre otros
emprendimientos de que se sustentaba estaban “sus esclavos negros que
usan oficios”.
De lo dicho puede desprenderse que la documentación hacendística del
siglo XVI constituye una fuente de una variada gama de aspectos sobre la
población afrodescendiente, lo que podría ser válido también para épocas
posteriores, de las que se ha conservado una documentación muchísimo
más rica y completa, tanto en archivos peninsulares, en especial en el
General de Indias, en Sevilla, como en el Archivo Nacional Histórico, en
Santiago.

425
Referencias Citadas

Cano, S. (1980). La Mujer en el Reyno de Chile. Gabriela Mistral, Santiago.


Cussen, C. (2006). El paso de los negros por la historia de Chile. Cuadernos
de Historia 25:45-58.
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Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago.
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Tráfico y Rutas. Universidad de Chile, Santiago.
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Frontera, Temuco.
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grado de Licenciada en Historia, Universidad de Chile, Santiago.
Thayer, T. (1939, 1941 y 1943). Formación de la Sociedad Chilena y
Censo de la Población de Chile en los años de 1540 a 1565. Tres Tomos,
Prensas de la Universidad de Chile, Santiago.
Vial, G. (1957). El Africano en el Reino de Chile. Instituto de Investigaciones
Históricas, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago.

426
PROMESA DE LIBERTAD: EL RETORNO A LA
ESCLAVITUD DE LOS SOLDADOS PARDOS DEL
EJÉRCITO DE BUENOS AIRES. ANÁLISIS DEL TRÁFICO
DE ESCLAVOS EN LA REGIÓN TACNA-ARICA, 1778-1815
Jaime Rosenblitt1

Los primeros días de mayo de 1816 llegó a Tacna una columna del ejército
realista del Alto Perú, comandada por el capitán Hilario Rivero, escoltando
a 35 prisioneros de color. Se trataba de soldados del ejército de Buenos
Aires, derrotado en la batalla de Viluma, el 29 de noviembre de 1815.
El capitán Rivero traía instrucciones del virrey Pezuela de vender a los
prisioneros para allegar recursos para su ejército.
El 22 de abril de 1821, mientras la fragata San Martín bombardeaba el
puerto de Arica, una columna del Ejército Libertador desembarcaba 50
kilómetros más al norte, cerca del morro de Sama, con la tarea de envolver
a los defensores y forzar su capitulación. Al frente estaba el coronel
William Miller, quien había sido advertido de la presencia en la región
de este grupo de esclavos, repartidos en haciendas de Moquegua y los
valles de Sama, Caplina, Azapa y Lluta. En sus Memorias, Miller señala
que se había propuesto liberarlos y volver a reclutarlos como soldados
de la emancipación americana. Al encontrar a algunos de estos hombres
en un estado de extrema degradación, desistió de su propósito y continuó
preocupado por el progreso de la campaña.
La venta de los infortunados prisioneros tuvo lugar en una subasta pública
entre el 6 y el 14 de mayo de 1816. A ella concurrieron los más importantes
hacendados y mercaderes de Tacna, Arica, Sama y Moquegua, motivados
por la oportunidad de adquirir esclavos a precios convenientes. Entre
los principales compradores estuvieron el hacendado moqueguano José
María de la Flor, que se llevó 5 hombres en $940; el mercader ariqueño
José Manuel Cornejo, que adquirió 7 esclavos en $1.750; y el comerciante
de Tacna, José Santiago Basadre, que pagó $5.700 por 12 prisioneros, seis
de ellos eran los que se veían en mejores condiciones físicas, tres ancianos
y tres que habían recibido heridas.

1 Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, Chile.

427
Más allá de lo anecdótico, este episodio sirve para examinar el comercio
de esclavos en el eje Tacna-Arica entre 1782 y 1830, a partir de la revisión
documental hecha para el período 1776-1845.
No obstante, algunos efectos de las reformas borbónicas, al comenzar
la década de 1780, el eje Tacna-Arica experimentaba un momento de
expansión económica impulsado por el aumento del intercambio comercial
con el Alto-Perú y por su vinculación con la también creciente minería de
la plata tarapaqueña.
No obstante, el crecimiento del intercambio comercial y de la agricultura
asociada, el tráfico de esclavos se caracterizó por ser de muy bajo volumen.
Las evidencias que tenemos sobre el comercio de esclavos en la región
provienen de las escrituras notariales que registran este tipo de operaciones
y de las matrículas contables de la Caja Real de Arica, donde quedaron
registrados los pagos de la alcabala por este tipo de transacciones.
Estos antecedentes muestran que el comercio esclavista en la región Tacna-
Arica fue una actividad de muy baja intensidad, tal vez porque la elite
regional jamás logró alcanzar un nivel de prosperidad –por lo demás, muy
fugaz- que le permitiera ostentar de su holgura mediante la adquisición de
numerosos esclavos y porque la agricultura regional no contó con alguna
actividad que precisara del uso intensivo de mano de obra cautiva, por
haber estado principalmente orientada a la producción de forraje, maíz,
viñedos, olivares y frutales.
De esta forma, en el cuadro se observa que el comercio esclavista consistió
en que mercaderes y arrieros tacnoariqueños, cuando viajaban al Alto Perú
recibían encargos de propietarios altiplánicos de vender esclavos de su
propiedad al retorno de sus expediciones mercantiles. O bien, al revés,
sus propios vecinos les encargaban adquirir a alguien para su servicio
personal. Esto se aprecia porque, generalmente, las partidas eran de uno o
dos esclavos, situación en que normalmente se trataba de padres e hijos,
matrimonios o hermanos.
En este punto es importante precisar que, muchas veces, la relación
amo-esclavo dio lugar a vínculos afectivos, ya que muchos testamentos
consideran la manumisión de los esclavos del difunto y la asignación de
un pequeño capital y bienes que les permitan asegurar la sobrevivencia;
o bien, se indica la prohibición a quienes heredan esclavos de separar
familias.

428
Luego, se presenta la modalidad de la venta de esclavos a nivel local, dentro
de la región o hacia provincias vecinas, como Moquegua y Tarapacá. En
este caso, las operaciones también eran de bajo volumen y, en general, se
trataba de propietarios que vendían esclavos para enfrentar situaciones de
estrechez económica. En otras ocasiones, la venta de esclavos corresponde
a las etapas finales de pleitos sucesorios, en la que diversos herederos
acordaban “capitalizar” los bienes del pariente difunto, para facilitar su
distribución o para saldar sus deudas.
Entonces, es interesante examinar los casos en los que tuvieron lugar
“importaciones” de esclavos en un número superior a 3, es decir, cuando
es posible inferir que este tráfico fue concebido como un negocio en sí, en
lugar de corresponder a una enajenación para salir de apuros económicos
o resolver una disputa sucesoria.
El primero de estos se remonta a febrero de 1784, cuando el sacerdote
Patricio Gabriel Menéndez llegó desde Oruro con 4 esclavos, propiedad
de su padre, Antonio, comerciante de Potosí. Los esclavos fueron vendidos
en Tacna.
Luego, en mayo de 1790, José Luis Solar llegó desde Potosí con 5
esclavos. Se presentó ante los oficiales de la Caja Real en Tacna, a pagar
la alcabala. El propósito de Del Solar no era venderlos en el pueblo o
la región, sino que embarcarlos con destino a Valparaíso. La familia Del
Solar era originaria de Chile y había formado una red de comercio en el
litoral del Pacífico. Pedro del Solar se había establecido tres años antes en
Tacna, y su inserción en el mercado local se basaba en la colocación de los
alimentos que sus hermanos le enviaban desde Chile, para lo que se valían
de una nave de su propiedad. Los alimentos eran distribuidos al interior de
la región, en Alto Perú y en Tarapacá, y a cambio obtenían manufacturas
de ultramar y plata, disponibles en dichos lugares. Es posible suponer que
los 5 esclavos se incorporarán a este flujo y obtuvieran un mejor precio de
venta en Chile que en Tacna o sus provincias vecinas.
En 1801, hubo otras dos ventas de este tipo. A comienzos de agosto José
Alonso Díaz de Barreda llegó desde Alto Perú con 4 negros bozales de su
propiedad, que entregó a Manuel Vicente Belaúnde para que les encontrara
comprador. Un mes después, el paceño Miguel Francisco Araos llegó con
7 esclavos de su propiedad que vendió personalmente, a seis personas
distintas. Este caso confirma que los esclavos eran comprados en pequeños
números y eran destinados al servicio doméstico.

429
Estos pocos casos, detectados en un período de 49 años (1782-1830), dan
cuenta que el tráfico negrero tuvo escasa relevancia en el comercio regional.
Las ocasiones en que se comercializaron más de 3 esclavos corresponden
a coyunturas recesivas en el altiplano, ya sea por la sobreoferta de bienes
manufacturados que saturó esas plazas y obligó a los mercaderes a buscar
otros destinos donde colocar sus “productos”. Por otra parte, la guerra
anglo-española que siguió al tratado de San Ildefonso (1796-1808), limitó
el ingreso de mercaderías por el Río de la Plata, lo que causó la ruina
de muchos mercaderes altiplánicos, que para sobrevivir debieron vender
sus esclavos. Esta lógica también es parte de ventas en menor escala que
tuvieron lugar en la región.
Al comparar esta lógica con el destino de los 35 esclavos subastados en
Tacna en mayo de 1816, destaca el caso de José Santiago Basadre, quien,
en el resto del año, vendió en Tacna y las provincias vecinas, 9 esclavos,
obteniendo grandes utilidades. A pesar de ello, Basadre no persistió en
el comercio de esclavos, siendo, como tantas ocasiones a lo largo de
su carrera empresarial, una oportunidad que aprovechó, pero declinó
de seguir insistiendo. Esto, porque no volvió a tener la oportunidad de
adquirir esclavos a tan bajo precio y porque el advenimiento de la Era
republicana opuso reparos morales a el comercio de seres humanos.
Sobre las relaciones personales entre amos y esclavos, los documentos
examinados ofrecen pocas pistas, ya que se trata de escrituras de compra-
venta o de cancelación de obligaciones tributarias, que nada difieren de
otros intercambios de productos. Sin embargo, algunos testamentos dan
algunos indicios. En algunas ocasiones, sólo unas pocas, el testador liberó
a sus esclavos más antiguos y les asignó una pensión. En otros casos hubo
liberaciones de grupos familiares, con el encargo que siguieran al servicio,
ahora remunerado, de los herederos del testador. En situaciones en que
la sucesión tendría dificultades para sanear las deudas del testador y éste
estaba persuadido que sus esclavos serían enajenados, dejó una indicación
a sus herederos para que se preocuparan de no separar a las familias de
esclavos.
Salvo en el caso de J. Santiago Basadre y los prisioneros de guerra de
1816, el comercio de esclavos nunca ocupó un lugar importante en los
intereses de los mercaderes de Tacna y Arica. No se integró como un
ítem especial dentro de los bienes llegados desde el Atlántico y que luego
eran despachados a Tarapacá, Moquegua y Arequipa, que principalmente
consistían en manufacturas de ultramar. De dichas regiones, Arequipa

430
era donde radicaba la principal demanda por mano de obra cautiva, que
era empleada en la cosecha de algodón y azúcar. Es probable que, dado
el volumen del intercambio con el Alto Perú, existiesen mercaderes
arequipeños especializados en el suministro de esclavos.
En cuanto al destino de los esclavos en la región Tacna-Arica y las
provincias vecinas, la mayor parte de la mano obra cautiva fue empleada
en el servicio doméstico, en algunas faenas agrícolas en los sectores bajos
de los valles de Azapa y Sama, y en tareas pesadas en el puerto de Arica.
En adelante, el comercio de esclavos declinó, prácticamente no se
introdujeron nuevos cautivos y muy pocos cambiaron de dueño. La
esclavitud en Perú fue abolida por el mariscal Ramón Castilla, en 1854.
Para entonces, ya no quedaban esclavos en Tacna y Arica.

431
Cuadro n° 1. Compra-venta de esclavos en Tacna y Arica, 1782-1830.

Llega de

432
Cantidad de Ventas dentro de Cantidad de Grandes Cantidad de
Año pequeñas Total de esclavos
esclavos la región esclavos volúmenes esclavos
partidas

1782 2 3 3

1783 1 2 2

1784 1 4 4

1785 1 1 1

1786

1787 2 2 2

1788 1 1 1

1789

1790 1 2 1 5 7

1791 2 2 2

1792 1 2 2

1793

1794

1795

1796
1797

1798 4 4 4

1799 1 1 1 1 2

1800 1 1 2 2 3

1801 9 10 1 1 2 11 22

1802 2 5 5

1803

1804 1 1 1 1 2

1805 2 2 2

1806

1807 1 1 1

1808 1 1 1

1809

1810

1811

1812

1813 2 2 2

433
1814 3 3 3
1815 1 2 2 3 5

1816 1 1 5 9 1 35 45

434
1817 1 1 1 1 2

1818 3 3 3

1819

1820 3 3 2 2 5

1821 1 1 1

1822

1823 1 1 1

1824

1825 1 1 1 1 2

1826 1 2 1 1 3

1827 1 1 1

1828 1 1 1 2 3

1829 1 1 1

1830 1 1 1
Fuente: ANH, Notariales de Arica, legajos 41, 43, 44, 47, 48, 54, 55, 57, 58, 59 y 60.
EL PROCESO CRIMINAL CONTRA LOS NEGROS
ESCLAVOS EN EL VALLE DE SAMA, 1753-1754
Valeska Rojas Contreras1

Introducción
A comienzos de febrero de 1754 en el cálido y prolífico Valle de Sama,
ubicado aproximadamente a 37 km al norte de la ciudad de Tacna- Perú se
hicieron patente una serie de constantes desórdenes, hurtos y violaciones,
causadas por un grupo de esclavos negros, quienes desde años anteriores
venían alterando la tranquilidad acostumbrada de esta zona vallestera.
Entre estos encontramos a Maturrango, Lucio Palacios y Domingo, todos
ellos esclavos pertenecientes a Joseph de Ureta2.
Esta situación se comenzó a hacer insostenible tal como lo expuso en
enero de 1754, Jacinto Choque natural del valle, quien descubrió que
dichos esclavos habían robado algunas sandias de su huerta, por lo cual,
decidió ir a denunciar esta situación ante la Justicia a fin de poner freno
a los constantes atrevimientos de dicha cuadrilla de negros, quienes
deambulaban libremente cargados de palos y premunidos de armas
ejerciendo constantemente el miedo en la población.
Al tenor de esta situación, Miguel Julio Rospillosi3, Teniente General de
Corregidor del Valle de San Gerónimo de Sama, inició un proceso Criminal
a fin de establecer la veracidad de los graves delitos en que incurrían los
esclavos de Ureta y la resistencia que ejercieron a su aprehensión, y el

1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


2 Influyente e importante autoridad hispana asentada en el valle peruano. Es importante en primera
instancia destacar quien fue Joseph de Ureta Goicochea, de él sólo se tiene registro que nació en el
pueblo de San Sebastián, España, aproximadamente hacía 1690. Luego se tiene noticias de él en
1748 cuando contrae matrimonio con Francisca Nicomedes y Peralta celebración llevada a cabo en
la ciudad de Arica. De este enlace nacerían siete hijos, entre los cuales se encuentran: María, Ramón,
Pedro Bartolomé; Evarista, Lucas, Tomasa y Joseph Valentín Ureta y Peralta, de ellos no se tiene
registros; no, así como de su padre quién por 1749, había sido nombrado Corregidor de Arica bajo
el gobierno del Virrey don José Antonio Manso de Velasco (Dagnino, 1909) donde se desconocen
mayores detalles de su vida y, quien posteriormente fallecería en 1765 en la localidad de Arequipa,
Perú. Desconociéndose la causa de su deceso, presumiéndose natural debido a su avanzada edad.
https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=en&n=ureta&oc=0&p=joseph
3 El Teniente General nació en el Valle de Sama en una fecha indeterminada, sus padres fueron Pedro
Julio Rospillosi y Francisca Henríquez. Luego, 03 de febrero de 1733 contrajo matrimonio en la ciudad
de Tacna con Ana Beltrán, teniendo por descendencia a: Teresa, Josefa Patricia y Juan Esteban Julio
Rospillosi. Falleciendo el 22 de noviembre de 1770 en la ciudad de Arica, desconociéndose mayores
detalles de su vida. https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=en&p=miguel&n=julio+rospigliosi

435
posterior actuar de otros negros compañeros para su liberación.
Frente a la situación caótica es que el Teniente Corregidor Julio Rospillosi
comenzó las diligencias para tomar declaración en calidad de testigos
a cinco vecinos de la jurisdicción, quienes afirmaron mediante sus
testimonios el mal comportamiento en que incurrían los esclavos, como es
apreciable en la declaración de don Joseph de Loayza vecino del valle en
donde manifiesta que:

save y le consta averlo bisto que todos los negxos de Dn Jospeh de Uxeta
esepto el capatas los vido el dia dos del presente mes dia de Nuestra
Señora de la Candelaria a las tres de la tarde pasax en quadrilla axmados
con gaxxotes px delante de su casa y llegaron estando estedeclarante en
compañia del p ayudante y preguntaron que donde estaban los negxos que
avia apxisionadoel teniente y respondio este declaxante junto con el dho
padre que estavan en el sepodel cura y tixaxon paxa dha casa disiendo que
exa mucha desverguenza la que avia executado el teniente en poner los
negxos en el sepo4.

Situación que será corroborada por otro de los testigos Prudencio Ortiz
quien también expuso:

aviendo salido de su casa cosa de las dos de la tarde dijo que el señor
Thente, benia detras de un negxo de Dn Joseph de Uxeta dandole (N/L)
con el baston y que dho negro benia dandole a la mula de dho Señor
Thente con un poncho px la cabesa y qese bajo de la Mula y lo cogio
el qual resistió mucho sin quexexselos dax para amaxxax y llamado dth
señox thente a labor del reyno llegue y un hijo mio a quedaxle , y el dhto
negxo quando estaban amaxxando con un laso se lo escucho a Dn Jph de
Loayza en la garganta el dtho negxo y lo tiro a aogax como con afecto
estuvo ya casi aogado que ano averlo favoresido dtho señox thente5.

Claramente, las declaraciones de ambos testigos concuerdan y es


fehaciente el hecho que los negros se paseaban libremente por el valle;
considerando que eran esclavos, y no poseían sujeción de mayordomo que
los vigilará y normará como era lo usual; situación que era aprovechada
para cometer toda clase de delitos; como el hurto del que fue víctima
el indio Jacinto Choque en su huerta y de los ultrajes a mujeres, entre
otros ilícitos. No sólo la conducta licenciosa mostrada por esta cuadrilla

4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222,
pieza 5.
5 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, Legajo 222, pieza 5, foja 1.

436
inquietaba a los vecinos, sino que también, las armas que utilizaban para
defenderse de quienes se interpusieran en su camino. La vida en el valle
transitaba en un constante ir y venir de violencia, la que estaba supeditada
a la presencia de los esclavos, quienes infundían temor y desasosiego en
la cuenca de Sama. La autoridad local en primera instancia, se desentendió
de estos hechos sólo instruyendo posteriormente, una investigación a
fin de constatar la veracidad de lo sucedido. Será con esta sumaria en
donde quedará demostrado que los esclavos a diferencia de otros, poseían
el ímpetu y la osadía de no respetar autoridad alguna más que fuera la
de su amo Joseph de Ureta, desconociendo el porqué de esta relación de
fidelidad bidireccional.

El documento
Pese a la constante búsqueda bibliográfica por las más diversas fuentes,
sólo fue factible encontrar el artículo de Viviana Briones (Briones, 2011,
p 85-92) donde expuso la situación que se dio entre el amo y sus esclavos,
la resistencia que opuso una cuadrilla de estos y la consecuencia que ello
desencadenará en la desestabilización de la vida en el valle en sus más
diversos ámbitos.

La idea del presente trabajo y transcripción surgió como una forma de


complementar el estudio anteriormente presentado por Briones y aportar
nuevas interrogantes a este proceso particular en donde fue posible
identificar a los principales partícipes de estos hechos, concentrándonos
en Joseph de Ureta y Miguel Julio Rospillosi; Además de entregar una
visión distinta a la realidad que se acostumbraba a percibir durante el siglo
XVIII en relación a la dualidad amo-esclavo; como también hacer patente
la conducta, resistencia y desacato que opuso un séquito de esclavos
pertenecientes a un alto funcionario administrativo en una sociedad
coercitiva y estamental que los reprimía desde el mundo de la Justicia y
la religiosidad.
La riqueza de este documento, nos demuestra que al menos en este caso,
-si no tal vez el único de esta especie- los “esclavos” no siempre fueron
subyugados y/o coartados, comprendiendo la realidad que imperaba
durante el siglo XVIII en América Latina, donde aún existía la relación
servil colonial.
El caso de esta pieza archivística es totalmente contrario a lo que se
acostumbraba para la época, demostrando claramente una especie de
clientelismo entre los personajes y donde es posible dilucidar que Joseph de

437
Ureta ampara las fechorías que realizaban sus esclavos, desconociéndose
el porqué de esta situación.
La pieza procesal consta de 7 fojas en total con sellos españoles y
membretes, lo que le otorga un carácter oficial; además de poseer márgenes
donde se aprecian los nombres de los testigos en su totalidad, cinco los
cuales describen bajo juramento y en señal de la cruz la osadía y audacia
en que incurrían dichos esclavos por medio de las declaraciones. No fue
posible obtener la etapa final del mismo, desconociéndose el castigo o
sanción a las faltas cometidas.
El proceso
Esta situación de violencia y/o desacato por parte de los esclavos había
sido ya descrita en siglos anteriores, como una forma de contraposición
a los abusos sufridos por los esclavos a mano de sus amos, quienes en
sonadas específicas causaron la incertidumbre y el temor por parte de la
clase dominante como queda demostrado cuando:
El gobernador tan pronto tuvo noticias del suceso, por medio de una
angustiosa comunicación de los afectados, organizó un operativo de
represión, enviando gente armada (…) una verdadera revolución en el
valle. Su pequeña tropa actuó con sonado éxito y con una velocidad que
sorprendió a los propios amenazados de muerte por los alzados. Sometidos
los esclavos negros de las haciendas e ingenios del valle6.

Es por ello que Ignacio Ortiz, vecino de Sama expone:


que sabe y le consta que los negxos de Dn Joph Uxeta las mas de las
nochez los be pox el valle axxiba pox allaxse sin sugesccion por cuyo
motivo executa muchas maldades de xobos y que estos publico y notoxio
(...) que quando bino desta diligencia allo a los dos negxos amaxxados y
los llevo a la casa del cuxa Y, los metio al sepo y se bajo dho Señor Thente,
y luego supo la Xesistencia que actuaxon acto a no dejaxse pxendex de
talmodo Que el negro llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta
a Dn. Jph Loayza y según le digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano
aversido favoxecido dho Señor Thente hubiexa sucedido Esta desgxasia y
a cosa de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los negxos de
dho Dn Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y
queles oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del
cuxa estubiexan en el sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con
esto los bido yxse paxa Axxiba y que ebsta es la vexdad de lo que lleva
dho y declaxado7.

6 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222, pieza 5.


7 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222, pieza 5, fojas 4v y 5.

438
Claramente es posible observar que la libre circulación en el valle de
estos esclavos es de público conocimiento, como también de los delitos
en que incurren, tal cual lo relata el indio Agustín al Teniente Corregidor
señalando que:
hallo al negxo de Dn Jph Uxeta llamado el matuXxango uxtando de sus
sandillas cmo lo venían de costumbxe todo Los demás negxos de dho
Dn Jph de Uxeta de huxtaxle demás fxutos De sus sembxios y que en
este tiempo ya que se hiva el negro llego El señor thente , asu casa y le
dio la quexella y que le dijo que pox Que no los amaxxaxa y los meta al
sepo que si no se lo tenía mandaDo , y que le dijo dho selor que no le
asia temexoso del amo y de los Dhos negxos pox lo altino que son pues
bien sin sugescion de amo Ni tiene mayoxdomo que los sugete pues la
mas de las nochez be Pasax avaxios de ellos pox sexca de su casa valle
axxiba de que resulTan los gxaves pexjuicios que cometen de bxios pues
no es menox Aun bexmalla suya le bio el negxo llamado matuxxango
sustxaex y Plata que tenía y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso
volvex= y que también sabe y le consta andan foxzando mugexes y asi
Tienen atemorisada a la pobxe muger yn defensas yque esto publiCo y
notoxio y que después de averle dado la querella a dho seño Thente se
paso paxa abajo sexa el negxo el que hiva pox delate De su casa …..
que cometen de barios, pues no menos aun Bexmata suya le vio al negxo
llamado Matuxxango sustraexles y Plata que tenia y saviendolo el cuxa de
este valle se los hiso volver= y que también sabe y le consta an foxzado
a mujexes y asi tienen Atemoxizadas a la pobxe mugex indefensas y que
esto es publico Y notoxio y que después de avexle dado la quexella a dho
señor thente se paso Paxa bajo siexa el negxo el que hiva pox delante y le
dijo que si y Pxosiguio dho señox, y entrabxevi xxato lo embio a llamax
con jphtxillo , y bajo asu llamado y alio adho señox thente a Dn. Jospeh
de Loayza y Prudencio Oxtiz que estavan batallando con dho negxo
llamado Palasios hasiendo gxave resistensia y pox hultimo amaxxaxon a
dho negxo como también al negxo Matuxxango y los mando llva a casa
del Cuxa de este valle y los puso en el sepo y se bajo paxa sus casas, entxe
bxeves xxato bido venix todos los negxos de dho Dn. Jph de Uxeta en
quadrilla traiendo gaxxotes que pasavan paxa axxiba meno0s el capataz
y que esta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxada socaxgo del
juxamento que fecho tiene8.

Frente a esta serie de sucesos contrario a lo establecido y considerando


que los esclavos eran los protagonistas de estos, se intentó por parte del
Teniente restablecer a como de lugar el equilibrio social y terminar con
la conducta licenciosa y de malvivir de los esclavos, no quedando más
remedio que apresar y llevar amarrados a los negros a cumplir su castigo
al cepo del cura, acorde a las pautas de sanción colonial. No olvidando
que la imposición de la disciplina castiga las desviaciones contrarias a

8 Ibid, op cit.

439
todo orden preestablecido en una sociedad. “El cuerpo está también
directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan
sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a
suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen
de él unos signos” (Foucault, 2002, p. 28). Bajo esta dinámica de control
y sujeción física del cuerpo en el cepo, la que era cumplida efectivamente
en dominio de la iglesia. Esto implicó colocar los negros a vista de la
población, como parte de un castigo social y medida de escarmiento, a
fin establecer límites a las conductas delictuales en que incurrían para que
aprendieran y lograrán amoldarse bajo el régimen de control colonial y
en donde ellos, no poseían libertad ni voz. Dicho sometimiento no tenía
cuestionamiento alguno, pero llama poderosamente la atención que
la cuadrilla de negros frente a la estupefacción de quienes los veían al
momento de ser aprehendidos por el Teniente junto a algunos vecinos de
la comarca opusieran tenaz resistencia. Lo que nos hace reflexionar que
los esclavos no reconocían el respeto o temor hacia las autoridades locales
al ser amparados por su amo Joseph de Ureta, lo que les daba “cierto
márgen de libertad”. En vista a esta circunstancia, es que Maturrango,
Palacios y Domingo no iban a permitir ser apresados y menos aún ser
llevados amarrados y puestos en el cepo a vista de la población. De ahí
que estuvieran convencidos
que su amo, los rescataría al igual que sus compañeros de cuadrilla, quienes
expusieron a viva voz, según consta en la declaración de Prudencia Ortiz
que:
fueron a conbocax a todos los negxos sus compañexos y biniexon a casa
de una oxa poco menos en quadxilla haxmados dispuestos es que ya el
señox thente se avia hido pa su casa y dejado en pxision al negxo que
llaman Matuxxango y aotxo que llaman Lucio Palasio en el sepo de cuxa
de este valle; y pasando pox casa de este declaxante preguntaxon po el
Señox Thente y diciéndole aunode ellos aquiyban a casa de dhto Cuxa
respondio que sacax asus compañexos que avia puesto el dhto Thente
en el sepo9.

Igual situación expone Joseph de Loaíza en su declaración, manifestando


que:
se hallo pxesente en la xesistencia que hiciexon txes negxos de dho Dn
Joseph de Uxeta a no dejaxse pxender con el Señor Thente, pues aviendo
venido siguiendo dho Sñor auno de ellos, le hiciexon los otxos dos
al encuentro y el uno de ellosle cogio la rienda y luego se apeo de la

9 Ibid op.cit. foja 3.

440
mula a cogexlos a cuyo tiempo llego este declaxante cogio a uno de los
negxos y los traxieron a su casa y pxocuxando amaxxarlos se resistieron
bastantemente asi con el declaxante como con dho Señor thente sin quexex
daxse pxeso pox que desia no tenia paxa que y biendo este declaxante la
total osadia de no atendex al Real respeto de la Justicia (n/l) de negro para
amaxxaxlo con un cabestxillo tubo el atrevimiento de echaxle una lasada
al (n/l) declaxante en la garganta de modo que se allo bien fatigar porque
el dho negxo tixaba pa aogaxlo en cuya accion biendo dho Señor Thente
que este declaxante se bia casi aogado vino de una chimna pextuxbaxle la
vista a dho negxo con cuyo echo solo laxgo al declaxante pox ocuxxir a
este defensa y entonces lo amaxxaxon y mando dho Señor lo llevaxen al
sepo del cuxa donde lo apresaxon y deste temp en poco menos de media
oxa se apareciexon los demas negxos que lleva buelta declaxado, y que
dhos negxos llegaxon donde el cuxa qn estava actualmente durmiendo
y al qual pxeguntaxon pox los negxos. Superior y pregunto qnes exan y
el declaxante respondio que exan los cxiados de don Joseph de Uxeta y
entonces los llamo dho Señor Cuxa y les pregunto la yntencion qe llevan
y ellos respondieron que benian a quitar a los negros pxesos que presento
estava ay el teniente y bolviendoles a preguntar ratificaron en que se le
huvieran quitado al theniente y entonces el cuxa dijo estando ay presente
su ayudante y este declarante que atendiesen a lo que los negxos desian=
I que tambien le consta pa verles oydo desia el negxo= que llaman frayle
que su amo Dn Joseph de Uxeta de que se cometian otra deceppesarle
algun negro luego que lo aviesen pasar px la hacienda lo matasen a palos10.

Lo que nos demuestra el coraje con que actuaba este grupo, sin importar lo
establecido, pero no sólo todo quedaba en palabras, sino que esta situación
fue mucho más compleja y atrevida la que se hizo visible al ser apresados
tres de los negros, quienes en su afán de zafarse de la detención, uno de
ellos tomo las riendas del caballo y se la puso al cuello a don Joseph de
Loaiza causando gran asombro de quienes se encontraban en el momento
por la gravedad de los hechos en que incurrieron, tal cual lo manifiesta
Ignacio Ortiz al señalar que:
el negro llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta Del dho Dn.
Jph Loayza y según le digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano aversido
favoxecido dho Señor Thente hubiexa sucedido Esta desgxasia y a cosa
de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los negxos de dho Dn
Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y queles
oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del cuxa
estubiexan en el sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con esto
los bido yxse paxa Axxiba y que ebsta es la vexdad de lo que lleva dho y
declaxado Socaxgo del juxamento11.

10 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, Leg.222, pieza 5, foja 2v.


11 Ibid op.cit. foja 5.

441
Incluso a tal punto llegó la molestia y disconformidad de los esclavos
que el testigo Agustín de Valencia, señala en parte de su declaración que
querían matar al teniente Corregidor por la desvergüenza de haber metido
a dos esclavos en el cepo de la Iglesia:

estando el día de la festividad de nuestxa señoxa de la Candelaxia en casa


de Jph Salazax quien fue ese dia alfexez de la fiesta, bio llegax a todos los
negxos de Dn. Jsp Uxeta harmados de gaxxotes en quadxillas los quales
fuexon a sacax a txes negxos sus compañexos y los llamaxon en alta boz
, diciéndoles que caminasen apxisa que aviande hir a matax al thente, px
la desverguenza de aver metidoal sepo a dos compañexo de ellos = y que
save y le consta y que es publico y notoxio que los negxos de dho Dn. Jph
Uxeta solo se ocupan en asex xobos foxzax mugexes y otxas maldades
que asen y que de dia y de noche, se están paseando en el valle y que no
tiene sugecion de su amo y que no les tiene puesto mayordomo de modo
que están los del valle temexosos y amedxentados pox vex que son negxos
osados y de avexia12.

Consideraciones
Las situaciones que contiene la presente sumaria, nos hacen dilucidar
que efectivamente en este caso se dio una especie de clientelismo entre
la relación amo- esclavos, la cual por medio de las declaraciones de los
testigos fue posible establecer la protección brindada por Joseph de Ureta
como así también, ver la lealtad que existía de los esclavos para con su
amo. Lo relevante de esta reciprocidad, apunta a que una alta autoridad
administrativa ampare y acepte los actos delictivos cometidos por sus
esclavos, sin tomar las medidas disciplinarias esperadas, en donde es
posible saber la presencia de un mayordomo, pero que este no acompaña en
ningún momento a los esclavos cuando salen de la hacienda perteneciente
a Ureta, lo que provoca que estos se desplacen libremente por el valle
causando los estragos por los que se les persigue.
Tanto Miguel Julio Rospillosi como Ureta fueron directa o indirectamente
piezas esenciales en el presente caso criminal, debido a que por un
lado tenemos a un investigador que intenta comprobar la veracidad de
los hechos denunciados por la cuadrilla de esclavos negros, quienes
deambulan libremente por el valle sin supervisión alguna.
En contraposición encontramos a Ureta, destacado hacendado del valle
con un vasto poder político y social, y quien por palabras que exponen sus
propios esclavos argumentando a quien ose de apresarlos, serán hombres

12 Ibid op.cit. foja 6v.

442
muertos, según lo referido por el español, lo que produciría en los esclavos
una suerte de inmunidad y protección, la que de alguna u otra forma, debió
estar cimentada en un beneficio recíproco de las partes y por lo demás,
provechoso debido a que el propio Ureta se arriesgaba ante la justicia.
Cabe también cuestionarse el por qué sólo fueron considerados cinco
testigos por el Teniente Rospillosi, existiendo más personas que
presenciaron tal vez los hechos, considerando que fue en la vía pública
y en una fecha religiosa en que las personas se encontraban con mayor
facilidad en los caminos, por ser festividad. Además, no se encuentra la
declaración a Joseph de Ureta, como amo de los esclavos involucrados.
Lo que nos hace cuestionarnos sobre la objetividad e imparcialidad de la
sumaria llevado a cabo en Sama.
Finalmente cabe mencionar y destacar el poder de hermandad y empatía
mostrada por la cuadrilla de negros, situación que quedo de manifiesto
al momento en que los esclavos no involucrados en el robo sufrido por
Joaquín Choque se dirigieron hasta el cepo ubicado en la casa del cura
para sacar a sus compañeros de aquel lugar de deshonra y escarmiento
moral/social. Esto nos da atisbos de un sentimiento de identidad grupal
cohesionado que actúa y se mueve libremente al alero protector de su amo,
no perdiendo con ello su calidad de esclavos.

Referencias Citadas

Archivo

Archivo Nacional Histórico. Fondo Criminales de Arica. Legajo 222.

Libros y artículos

Briones, V (2011). Un caso de alianza y negociación entre amo y esclavos.


Valle de sama (1754-1757), Corregimiento de Arica. Dialogo Andino
38:85-92.

Dagnino, V. (1909). El Corregimiento de Arica: 1535-1784. Imprenta La


Época, Arica.

Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: El Nacimiento de la Prisión.


Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.

443
Anexo

Transcripción

En la transcripción del proceso criminal, se consideró oportuno conservar


el mismo formato del documento original, lo que no alteró el contenido en
relación a forma y fondo.

Es importante tener presente que n/l: No legible.


F.1

Miguel Julio Rospillosi

(1753 y 1754)

Dn Miguel Julio Rospillosi Then Gxal de Coxxegto y Justicia Mayor de estes Valle de
Sn Gexonimo de Zama y sus terminos y Jurisdiccion p su trabajo. Por cuento se hallo
bien Informado de pexsonas (n/l) avisamiento a que sean puestos los negxos esclavos
de Dn Joseph de Uxeta vesino de dhto este valle p’ avexlos visto baxios sujetos y sex
publico salieron de cuadxilla todos ellos el dia dos del pxesente mui axmados valle axxiba
premunidos de su osadez pexdiendo el respeto a la Real Justizzia; y suyo obligacion qe
(n/l) a mi caxgo devio pxoseder a la obligacion de este delito tan gxave, y para ello mando
se examine las personas que los vieron caxgados de axmas, todos juntos en quadrilla; y
sobxe la resistencia que hicieron txes negxos a no dejaxse pxender y que lazearlos que
dispusieron de publico y notoxio de las maldades que exejutan, y an exejutado en este
valle; asi lo pxoveieron mande y firme. actuando ante mí y testigos a falta de escribano
publico ni xxeal. Fecho con el Valle de Sn Gerónimo, 7 de Febxexo de mil setecientos
sincuenta y quatxo años=

Miguel Julio Rospillosi

Albexto Lopez Mathias Poxtocaxxexo

de Baxxada

F. 1 vta.

Declaxasion En el Valle de Sn Geronimo de Zama en siete dias del mes

de Joseph Loayza de Febxexo de mil setesientos sincuenta y quatro años.

Dn Miguel Julio y Rospillosi Thente Gxal de Coxxegimito y Justicia Mayor deste dhto
valle y su Juxisdiccion por su Magtad en conformida a lo mandado px la causa de pxoceso
de la buelta mande a compareser en este mi Jusgado a Dn Jph Deloayza vecino y moxador
en este dho valle aqn se le resivio juxamento, que lo hizo a Dios Hxo Señor y a una señal
de Cruz segun forma de dexecho y so caxgo del pxometio decir la verdad en lo que supiexe
preguntado y siendole en los paxticularres contenidos, en el auto que ba pox causa, dijo
que save le consta averlo bisto que todos los negxos de Dn Jospeh de Uxeta esepto el
capatas los vido el dia dos del presente mes dia de Nuestra Señora de la Candelaria a las

444
tres de la tarde pasax en quadrilla axmados con gaxxotes px delante de su casa y llegaron
estando este declarante en compañía del p ayudante y preguntaron que dondeestaban los
negxos que avia apxisionadoel teniente y respondio este declaxante junto con el dho padre
que estavan en el sepo del cura y tixaxon

F.2

paxa dha casa disiendo que exa mucha. desverguenza la que avia executado el teniente
en poner los negxos en el sepo. I tambien dice este testigo que se hallo pxesente en la
xesistencia que hiciexon txes negxos de dho Dn Joseph de Uxeta a no dejax se pxender
con el Señor Thente, pues aviendo venido siguiendo dho Sñor auno de ellos, le hiciexon
los otxos dos al encuentro y el uno de ellos le cogio larienda y luego se apeo de la mula a
cogexlos a cuyo tiempo llego este declaxante cogio a uno de los negxos y los traxieron a
su casa y pxocuxando amaxxarlos se resistieron bastantemente asi con el declaxante como
con dho Señor thente sin quexex daxse pxeso pox que desia no teniapaxa que y biendo
este declaxante la total osadia de no atendex al Real respeto de la Justicia (n/L) de negro
para amaxxaxlo con un cabestxillo tubo el atrevimiento de echaxle una lasada al (N/L)
declaxante en la garganta de modo que se allo bien fatigar porqe el dho negxo tixaba pa
aogaxlo en cuya accion biendo dho Señor Thente que este declaxante se bia casi aogado
vino de una chimna pextuxbaxle la vista a dho negxo con cuyo echo solo laxgo al declaxante
pox ocuxxir a este defensa y entonces lo amaxxaxon y mando dho Señor lo llevaxen al sepo
del cuxa donde lo apresaxon y deste temp en poco menos de media oxa se apareciexon los
demas negxos que lleva buelta declaxado, y que dhos negxos llega xon donde el cuxa qn
estava actualmente durmiendo y al qual

F. 2 vta

pxeguntaxon pox los negxos. Superior y pregunto qnes exan y el declaxante respondio
que exan los cxiados de don Joseph de Uxeta y entonces los llamo dho Señor Cuxa y
les pregunto la yntencion qe llevan y ellos respondieron que benian a quitar a los negros
pxesos que presento estava ay el teniente y bolviendoles a preguntar ratificaron en que se
le huvieran quitado al theniente y entonces el cuxa dijo estando ay presente su ayudante
y este declarante que atendiesen a lo que los negxos desian= I que tambien le consta pa
verles oydo desia el negxo= que llaman frayle que su amo Dn Joseph deUxeta de que
se cometian otra deceppesarle algun negro luego que lo aviesen pasar px la hacienda lo
matasen a palos= y que es publico y notoxio que todos los negxos de Dn Joseph Uxeta
estan de dia y de noche paseando en el valle px la ninguna sugeccion que tienen pues ni
aun mayordomo les tiene puesto dhto su amo de donde resultan las estorciones que asen
de ladxoncillos, y queriendo foxzarlas mugexes lo atemorisado que tienen a los mas deste
valle pox conosex las averias; que estan haciendo que lo que lleva dho y declarado es la
verdad socargo del Juramento quede fe doy y aviendosele leydo esta su declarasion.F.3
Firmo conmigo y actuando por mi con los testigos ynfrascritos a falta de escribano publico
xxeal. Manuel Julio Rospillosi

Declaracion de don Prudencio Ortiz En dho Valle dia, mes y año dho Dn Miguel Julio
Rospillosi Thente Gxal de dho valle en atencion a lo mandado en la causa de proceso que
ba pox cabesa mande compareciera en este mi juzgado a don Prudencio Ortiz, vecino de
este dho valle a qn le resivi juramento que lo Iso P Dios Hn Señor y una señal de de cruz
en foxma derecho so cuyo cargo pxometio decir la verdad de lo que le fuere pxeguntado
y diciendo al tenox de los particulares de dho auto pxocesal dijo que aviendo salido de su
casa cosa de las dos de la tarde dijo que el señor Thente, benia detras de un negxo de Dn

445
Joseph de Uxeta dandole (N/L) con el baston y que dho negro benia dandole a la mula de
dho Señor Thente con un poncho px la cabesa y qe se bajo de la Mula y lo cogio el qual
resistió mucho sin quexexselos dax para amaxxax y llamado dth señox thente a labor del
reyno llegue y un hijo mio a quedaxle , y el dhto negxo quando estaban amaxxando con
un laso se lo escucho a Dn Jph de Loayza en la garganta el dtho negxo y lo tiro a aogax
como con afecto estuvo ya casi aogado que ano averlo favoresido dtho señox thente ; y
otxo negxo de los txes estaba en este resistimiento el qual se llama Dominguillo exte te
yntia según le dijo su muger de este declaxante y una hija suya entxo azoran diligensias
a la cosina de ellas y estevino buscando el cuchillo y no pudo allaxlo, el qual bisto que
no lo pudo allax se desapaxecio y fue a conbocax a todos los negxos sus compañexos y
biniexon a casa de una oxa poco menos en quadxilla haxmados dispuestos es que ya el
señox thente se avia hido pa su casa y dejado en pxision al negxo que llaman Matuxxango
y aotxo que llaman Lucio Palasio en el sepo de cuxa de este valle; y pasando pox casa de
este declaxante preguntaxon po el Señox Thente y diciéndole aunode ellos aquiyban a casa
de dhto Cuxa respondio que sacax asus compañexos que avia puesto el dhto Thente en
el sepo; y aviendo pxeguntado este delcaxante pox que avia sido este pxendimiento , supo
que avian ydo a xxrobar aun yndio llamado augustinchoque y que este le dio la quexella
, y que también save de publico y notoxio que los negxos de dtho Dn Joseph Uxeta salen
de noche valle axxiba aser maldades de xobos y quexiendo foxzar mugexes y que los
tiene su amo sin mayoxdomo que lo que lleva dho y declaxado es la vexdad socaxgo del
juxamento quefecho tiene yaviendosele leydo esta declaxacion

F. 4

En ella se afixmo y ratifico y no fixmo px que dijo no saver y lo fixmo con los testigos
ymfrascxiptos con quienes actuo a falta de escxibano publico y xeal=

Miguel Julio

Rospillosi

Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo

De Baxxeda Y Rexgifo

Declaxacion de En Dho Valle dho dia mes y año Dn Miguel Julio Rospillosi

Ignacio Oxtiz Thenten Genexal de este dicho valle en conformidad de lo Mandado px


la causa de pxoceso manda compaxecer ante mi y mi Juzgado a Ignacio Oxtiz vesino de
este valle a quien se le resivio Juxamento que lo hiso a Dios Ntro Señor y a una señal de
cxuz en Foxma de desix la vexdad so cuyo caxgo pxomtio decix la vexdad En lo que se
le fuexe pxeguntado y siéndolo al tenox del auto que Bapox causa de pxoseso dijo: que
sabe y le consta que los negxos De Dn Joph Uxeta las mas de las nochez los be pox el valle
axxiba Pox allaxse sin sugesccion por cuyo motivo executa muchas malda Des de xobos
y que estos publico y notoxio= y que saliendo de su Casa un dia delafestividad de la
Puxificacion de Ntxa Señora vido Que benia el Señor Thente, txas de un negxo de dho Dn
Jph de Uxeta llamado el matuxxango dándole de bastonazos o aogando Le y que estando
en esto salio otxo negxo llamado Palacios a Compañado de otxo compañero suyo llamado
Domingo y le Agaxxo la xienda y la mula de dho Señor Theniente; y viendo esta Osadia
se bajo de la mula

446
F. 5

agaxxo a este negxo y Dn Jph de Loayza quexello aese tiempo Cogio al otxo y los txayan
paxa la casa de su padxe Dn Prudencio Oxtiz y que dho Señox Thente le mando a este
declaxante quando Hiva con los negxos paxa dha casa fuese a llamax en su mula al
yndio llamado augustin Choque y que quando bino desta diligenCia allo a los dos negxos
amaxxados y los llevo a la casa del cuxa Y, los metio al sepo y se bajo dho Señor Thente, y
luego supo la Xesistencia que actuaxon acto a no dejaxse pxendex de talmodo Que el negro
llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta Del dho Dn. Jph Loayza y según le
digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano aversido favoxecido dho Señor Thente hubiexa
sucedido Esta desgxasia y a cosa de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los
negxos de dho Dn Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y queles
oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del cuxa estubiexan en el
sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con esto los bido yxse paxa Axxiba y que
ebsta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxado Socaxgo del juxamento que fecho tiene
y aviendosele leydo esta es Su declaxacion 5 vta en ella se afirmo y ratifico y no fixmo
poxque dijo no sabe y lo fixmo Con los testigos infraescxiptos. Actuando ante mi afalta de
escxivano Publico y xeal=

Miguel Julio

Rospillosi

Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo

De Baxxeda Y Rexgifo

En el valle de Sn. Gexonimo de Zama en ocho días del mes de febxeXo de mil setecientos
sincuenta y quatro años Dn Miguel Julio RospiLlosi Thente Gxal de Coxxegidox y
Justicia Mayox de este dho valle y Su Juxisdiccion pox su Magestad en confoxmidad de
lo mandado pox La causa de pxoseso mande comparesex en este mi juzgado a Agustin
Choque avitante en este valle a qn se le resivio Juxamto , y lo yso Pox Dios Nxo Señox y
una señal de cxuz según foxma de dexecho so Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de
lo fuexe que supiexe y fuexa Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el
auto que Ba pox causa dijo que hallo al negxo de Dn Jph Uxeta llamado el matu Xxango
uxtando de sus sandillas cmo lo venían de costumbxe todo Los demás negxos de dho Dn
Jph de Uxeta de huxtaxle demás fxutos

F. 6

De sus sembxios y que en este tiempo ya que se hiva el negro llego

El señor thente , asu casa y le dio la quexella y que le dijo que pox Que no los amaxxaxa y los
meta al sepo que si no se lo tenia mandaDo , y que le dijo dho selor que no le asia temexoso
del amo y de los Dhos negxos pox lo altino que son pues bien sin sugescion de amo Ni
tiene mayoxdomo que los sugete pues la mas de las nochez be Pasax avaxios de ellos pox
sexca de su casa valle axxiba de que resulTan los gxaves pexjuicios que cometen de bxios
pues no es menox Aun bexmalla suya le bio el negxo llamado matuxxango sustxaex y
Plata que tenia y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volvex = y que también sabe y
le consta andan foxzando mugexes y asi Tienen atemorisada a la pobxe muger yn defensas
yque esto publiCo y notoxio y que después de averle dado la querella a dho señor Thente

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se paso paxa abajo sexa el negxo el que hiva pox delateDe su casa ….. que cometen de
barios, pues no menos aun Bexmata suya le vio al negxo llamado Matuxxango sustraexles
y Plata que tenia y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volver = y que también sabe
y le consta an foxzado a mujexes y asi tienen Atemoxizadas a la pobxe mugex indefensas
y que esto es publico Y notoxio y que después de avexle dado la quexella a dho señor
thentese paso Paxa bajo siexa el negxo el que hiva pox delante y le dijo que si y Pxosiguio
dho señox, y entrabxevi xxato lo embio a llamax con jphtxillo , y bajo asu llamado y alio
adho señox thente a Dn. Jospeh de Loayza y Prudencio Oxtiz que estavan batallando con
dho negxo llamado Palasios hasiendo gxave resistensia y pox hultimo amaxxaxon a dho
negxo como también al negxo Matuxxango y los mando llva a casa del Cuxa de este valle
y los puso en el sepo y se bajo paxa sus casas, entxe bxeves xxato bido venix a todos los
negxos de dho Dn. Jph de Uxeta en quadrilla traiendo gaxxotes que pasavan paxa axxiba
meno0s el capataz y que esta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxada socaxgo del
juxamento que fecho tirnr ; al qual se le leyó esta su declaxacion en ella se afirmo y ratifico
y no firmo px que dijo no saver, a falta de testigo con q actuax ante mi a falta de escxivano
publico y xeal=

Miguel Julio

Rospillosi

Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo

De Baxxeda Y Rexgifo

En dho valle, dho día, mes y año dho Dn Miguel Julio Rospillosi Thente Gxal de este dho
valle y en confoxmidad de lo mandado pox El auto que bade causa de pxoceso mande
comparesex en este mi Y mi juzgado a Agustin de balensia vesino en este valle a qn
se le resivio Juxamto , y lo yso Pox Dios Nxo Señox y una señal de cxuz según foxma
de dexecho Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de lo fuexe que supiexe y fuexa
Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el auto que Ba pox causa dijo
que estando el dia de la festividad de nuestxa señoxa de la Candelaxia en casa de Jph
Salazax quien fue ese dia alfexez de la fiesta, bio llegax a todos los negxos de Dn. Jsp
Uxeta harmados de gaxxotes en quadxillas los quales fuexon a sacax a txes negxos sus
compañexos y los llamaxon en alta boz , diciéndoles que caminasen apxisa que aviande
hir a matax al thente, px la desverguenza de aver metidoal sepo a dos compañexo de ellos
= y que save y le consta y que es publico y notoxio que los negxos de dho Dn. Jph Uxeta
solo se ocupan en asex xobos foxzax mugexes y otxas maldades que asen y que de dia y
de noche, se están paseando en el valle y que no tiene sugecion de su amo y que no les
tiene puesto mayordomo de modo que están los del valle temexosos y amedxentados pox
vex que son negxos osados y de avexia = y que también save pox avexlo oydo que se le
xesistiexon al Señor Thente tres negxos de dho Dn. Jph Uxeta sin quexexse dejax apresax;
que lo que lleva dho y declaxado es la verdad so cargo del juxamenTo que tiene fecho ,
esta su declaxacion en ella se afirmo y ratifico y

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no firmo px que dijo no saver, a falta de testigo con q actuax ante mi a falta de escxivano
publico y xeal=

Miguel Julio

Rospillosi

Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo

De Baxxeda Y Rexgifo

F. 7

Don Loxenzo Gomez de Bergara Juez Comisionado por la Comisión a mi confexida del
Sr. Gral Dn. Pedro Remigio Fexnandez Maldonado para ratificación de los testigos en
Esta sumaria hize conparecex ante mi , a Dn. Jph de Loayza Testigo que declaro ante Dn.
Miguel Rospillosi y le resivi Juxamento que hiso Pox Dios Nxo Señox y una señal de
cxuz según foxma de dexecho Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de lo fuexe que
supiexe y fuexa Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el auto que
Ba pox causa dijo sex la misma que abia aquel entonzes echo; que se afixma y xatifica en
ella y en caso necesaxio la buelbe a haser de nuevo y que lo que dho y declaxado lleva es
la berdad y lo que save so caxgo del juxamento qye hecho tiene y que es de la contenida
en dho declaxacion que no le tocan las Genexales de la Ley y lo fixmo pox ante mi y los
testigos que se hallaxon pxesente que lo fue linonaxes, a falta de escxivano publico y xeal=

Lorezo Gomez Jph de Loayza

De Bergara Y Valdez

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