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Facultad de Psicología
Cátedra de Trastornos Psicopatológicos de la Niñez y Adolescencia
CONSUMOS PROBLEMÁTICOS
Términos importantes
1
incorporan al organismo humano, con capacidad para modificar funciones
de éste (en más o en menos), pero cuyos efectos, consecuencias y
funciones están condicionados, sobre todo, por las definiciones sociales,
económicas y culturales que generan los conjuntos sociales que las utilizan.
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¿Cuándo un Consumo es Problemático?
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individuo no consumiera drogas. La mayoría de las personas que consume
drogas legales e ilegales no delinque.
Estos y otros estereotipos vinculados al consumo de drogas pueden dar
lugar a la discriminación de los usuarios, es decir, a su descalificación como
sujetos de derecho. Una forma de la discriminación es la estigmatización, que
implica las siguientes operaciones:
Modelos de Prevención
Modelo ético-jurídico
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Este modelo sigue siendo el que concita más adhesiones en la población
en general y es el más utilizado por los medios de comunicación social, que
asocian sistemáticamente el consumo de drogas con la delincuencia.
Modelo médico-sanitario
Modelo psicosocial
A diferencia de los otros dos, este modelo, que surge a mediados de los
años ´80, corre el foco de la sustancia y lo coloca en el sujeto. Por ello,
interpreta que el adicto es un enfermo y que la adicción es la resultante de un
malestar psíquico. El interés se centra en el tipo de vínculo que una persona
establece con la sustancia. Se plantea que lo no dicho queda tapado u
obturado por la práctica del consumo. Por eso, más que buscar formas que
permitan “detectar” signos de drogadicción, es importante desde esta postura
estar atentos a las dificultades que presentan algunas personas y buscar otras
formas del “decir”, más allá del síntoma del consumo.
Este modelo se sustenta en el reconocimiento de la complejidad de cada
individuo y del peso que tienen los factores psicológicos y ambientales sobre
sus decisiones. Al centrarse en el sujeto, busca saber cuáles son las
necesidades que lo llevaron al abuso de sustancias tóxicas. Basado
principalmente en el encuadre psicológico, es el de mayor peso en
comunidades terapéuticas y centros de rehabilitación actuales.
Las causas que se esgrimen para explicar por qué una persona
comienza a consumir drogas enfatizan la importancia que tiene en primer lugar
la familia como responsable de la socialización primaria y en segundo lugar el
grupo de pertenencia (amigos, compañeros). Se enfatiza así el peso del medio
social cercano, disminuyendo el del medio social más amplio –político,
económico, cultural, social –. La población en general y los usuarios de drogas
en particular han incorporado de manera acrítica este discurso, difundido por
los profesionales de comunidades terapéuticas y de centros de rehabilitación.
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Modelo sociocultural
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Modelos que explican el consumo de drogas: estereotipos y
representaciones
Modelo Estereotipo Representación social que
construye el
modelo
ETICOJURÍDICO El usuario de drogas es Trasgresión de normas (delincuente)
simultáneamente
DELINCUENTE y VICTIMA Inseguridad, miedo
Usuarios víctimas de la sustancia
MÉDICOSANITARIO El usuario de drogas es un Las sustancias alteran y afectan el
ENFERMO buen funcionamiento del organismo
El modelo multidimensional
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La reducción de daños
a) contactar a los servicios de salud con los usuarios con objeto de que se les
brinde la ayuda que necesiten (desintoxicación, tratamiento, etc.), como así
también distribuir jeringas, materiales desinfectantes, condones, etc. y servirles
como puentes con otros servicios;
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Las medidas enumeradas pueden instrumentarse aun dentro de los sistemas
que prohíben la tenencia de estupefacientes para uso personal, pues son
lícitas.
Legislación Argentina
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Signos Precoces de Consumos Problemáticos en niños y jóvenes
10
Cambio de amistades
Padres consumidores
Fracaso escolar
Disponibilidad de la sustancia
Factores Protectores
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Padres que están al tanto de las actividades, aficiones y amistades de
los hijos
Respuestas Sanitarias
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Los Dispositivos de internación son modalidades residenciales transitorias,
que ofrecen servicios de máximo nivel de complejidad. Estarán destinados a
pacientes en situación de crisis y a aquellos que, atento el estado de salud y
severidad de consumo que presentan, todo intento de tratamiento ambulatorio
pudiera o hubiese resultado infructuoso.
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• Pacientes que necesitan este tipo atención terapéutica, para evitar situaciones
de recaídas y/o de riesgo de consumo.
• Pacientes que necesitan evaluar y/o reforzar su tratamiento, en situaciones
que necesitan un mayor grado de seguimiento que en una modalidad
ambulatoria amplia.
• Pacientes que egresan de una comunidad de internación prolongada y
necesitan ser adaptados en esta modalidad, antes de proceder a un
tratamiento en forma ambulatoria o en hospital de día.
14
personas no internadas que reciben tratamientos individuales y/o grupales
(controles psiquiátricos, médicos, talleres terapéuticos, etc.).
La forma de funcionamiento del dispositivo, estará determinada por la
adopción de criterios que contemplen un umbral mínimo de exigencia, donde la
abstinencia, será considerada como un objetivo que podrá o no alcanzarse,
pero aún así, se valorarán los logros intermedios.
4 - Abordaje Familiar
Resulta imprescindible el trabajo con los vínculos del paciente, ya sea en
modalidad grupal o individual según se crea pertinente.
Bibliografía
15
Manual de Psiquiatría del niño y del Adolescente. Asociación del
Psiquiatría del niño y del adolescente. Ed. Panamericana. Madrid,
2010.
16
de esa disposición legal en cuanto incrimina la tenencia de estupefacientes para uso personal que
se realice en condiciones tales que no traigan aparejado un peligro concreto o un daño a derechos o
bienes de terceros”.
En el fallo se resolvieron los casos de cinco personas que fueron sorprendidas saliendo de una
vivienda que se estaba investigando por comercio de estupefacientes. Estos consumidores fueron
detenidos por personal policial a pocos metros del lugar, habiéndose encontrado entre sus ropas
alrededor de tres cigarrillos de marihuana o poca cantidad de esa sustancia en cada uno de los
casos.
El principal argumento utilizado en el fallo es que la norma que penaliza la tenencia de
estupefacientes para consumo personal, en la medida que avanza sobre el ámbito privado de las
personas, afecta el derecho a la intimidad protegido por normas constitucionales (no sólo el artículo
19 de la Constitución Nacional, sino otros instrumentos internacionales de derechos humanos
incorporados luego de la reforma constitucional de 1994). Al respecto se señaló: “la tenencia de
droga para el propio consumo, por sí sola, no ofrece ningún elemento de juicio para afirmar que los
acusados realizaron algo más que una acción privada, es decir, que ofendieron a la moral pública o
a los derechos de terceros”.
El juez Carlos Fayt expresó: “hoy, la respuesta criminalizadora se advierte a todas luces ineficaz e
inhumana”. Ampliando esta idea señaló “la contundencia con la que se ha demostrado la ineficacia
de la estrategia que se vino desarrollando en la materia, en especial el hecho de considerar que
perseguir penalmente la tenencia para consumo combatiría exitosamente el narcotráfico”. Y agregó:
“ha quedado demostrada cuán perimida resulta la antigua concepción de interpretar que toda
legislación penal debe dirigirse indefectiblemente al binomio traficante-consumidor”.
Sobre las consecuencias negativas de la respuesta penal sobre los usuarios, el juez Raúl Zaffaroni
señaló: “el procesamiento de usuarios (…) se convierte en un obstáculo para la recuperación de los
pocos que son dependientes, pues no hace más que estigmatizarlos y reforzar su identificación
mediante el uso del tóxico, con claro perjuicio del avance de cualquier terapia de desintoxicación y
modificación de conducta que, precisamente, se propone el objetivo inverso, esto es, la remoción de
esa identificación en procura de su autoestima sobre la base de otros valores”.
Finalmente la Corte, yendo más allá de la solución del caso penal, exhortó “a todos los poderes
públicos a asegurar una política de Estado contra el tráfico ilícito de estupefacientes y a adoptar
medidas de salud preventivas, con información y educación disuasiva del consumo, enfocada sobre
todo en los grupos más vulnerables, especialmente los menores, a fin de dar adecuado
cumplimiento con los tratados internacionales de derechos humanos suscriptos por el país”.
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Respuestas Sanitarias
Existen diferentes modelos de atención de los usuarios de drogas, lo que configura diferentes
respuestas sociosanitarias frente a esta problemática que se fueron dando en el país a partir de la
década del 80. Estos primeros pasos fueron lo que luego se conocieron como comunidades
terapéuticas. Con el correr de los años estas comunidades han alcanzado una alta
profesionalización y se han diferenciado según diferentes criterios. Así, las hay: públicas y privadas,
rurales y urbanas, religiosas y no religiosas, democráticas y jerárquicas, entre otras variantes.
En términos generales, los tratamientos existentes para abandonar el consumo de drogas incluyen
terapia del comportamiento, medicamentos o una combinación de ambos y varían de acuerdo a la
sustancia y el paciente. Las prácticas que se utilizan son: desintoxicación, modalidad terapéutica
con internación parcial (hospital de día y de noche), modalidad terapéutica ambulatoria, y
comunidades terapéuticas.
Dentro de esta diversidad están los grupos de autoayuda, basados en los Doce Pasos de
Alcohólicos Anónimos, liderados por ex consumidores, que son redes de apoyo integradas por
personas que se encuentran en situaciones similares y se reúnen con el fin de apoyarse en el
esfuerzo de mantener la abstinencia.
El modelo abstencionista
Por lo tanto, el factor terapéutico más importante de las comunidades es la posibilidad de desarrollar
en los lugares de internación un entramado relacional diferente al vivido por los usuarios de drogas
previamente en sus medios familiares y en sus grupos de amigos. No se trata sólo de la creación de
nuevos vínculos, sino de que estos tienen la posibilidad de reemplazar el vínculo con el objeto
droga, presente en los escenarios anteriores en los que se desarrollaban sus vidas, a partir de la
aceptación de nuevos códigos de interacción social. A su vez, lo implícito es que el aprendizaje de
ese nuevo modo de interacción social será incorporado y transferido a la vida fuera de la comunidad,
en el momento del alta, aunque éste es un supuesto que en muchos casos no resulta fácil de
cumplir.
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Una primera mirada nos permite vislumbrar que pese a la profundización de las políticas represivas
y la criminalización, el comercio ilegal de drogas, su uso, tráfico y producción aumentaron en forma
alarmante en el siglo pasado y en lo que va del actual.
En este sentido, las cifras difundidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que
el consumo de distintas drogas ilícitas creció mientras que el precio al por mayor disminuyó. El
Informe Mundial sobre Drogas, presentado en enero de 2001 en Viena por la oficina de la ONU para
el Control de Estupefacientes y la Prevención del Crimen (UNDCP), planteó que aproximadamente
180 millones de personas (el 4,2 % de la población mundial de más de 15 años) consume drogas
ilegales y que ellas hacen uso de más de una sustancia. En el mismo informe se especificó que el
decomiso afecta sólo al 8 % de la producción y el tráfico.
Este informe realizado en 2010 arroja un total de más de 300 millones de personas que consumen
alguna droga ilegal.
De acuerdo a la experiencia recogida, es necesario sacar a los usuarios de drogas de la órbita del
derecho penal y colocarlos, en caso de ser necesario, en un sistema de salud que reduzca los
daños que les genera el consumo de drogas y les otorgue la posibilidad de un tratamiento que
respete su singularidad y que no tienda a homogeneizar un problema cuyo origen no se encuentra
en la sustancia sino en quién la consume y en su contexto social.
Existen actualmente en la Cámara de Diputados de la Nación varios proyectos de ley que apuntan a
modificar la ley 23.737.
El Documento Oficial del Comité Científico Asesor mencionado finaliza con las siguientes
conclusiones:
1. Despenalizar la tenencia de escasa cantidad de estupefacientes para el consumo personal no
supone ningún reconocimiento de la legitimidad de su uso, sino por el contrario, parificarla con el
consumo de otras sustancias no incriminadas penalmente para posibilitar abordajes preventivos y
asistenciales, no interferidos por el sistema penal.
5. Por todo ello resulta imprescindible centrar las políticas públicas en las personas y sus
necesidades y dejar de lado toda utopía de solucionar el problema sacando a las drogas de
circulación. Es claro que su presencia en la sociedad está satisfaciendo necesidades reales o
imaginarias de la gente y que éstas no desaparecerán sólo mediante la implementación del modelo
jurídico.
https://vimeo.com/12739471
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la imagen del usuario de drogas como un enfermo y el Estado debía orientarse
a tareas de prevención. Esta imagen sólo perduró hasta la sanción de la Ley
23.737 en el año 1989; con esta ley se incrimina el uso personal con prisión de
un mes a dos años.
La penalización de la tenencia de estupefacientes constituye una
herramienta preventiva dirigida tanto al control de la oferta como de la
demanda de drogas, ya que se considera que el usuario es la base social del
narcotráfico. Por lo que se atribuye a estas políticas haber estigmatizado a los
usuarios, alejándolos de los servicios preventivos y asistenciales.
En base a estos argumentos, en 1986, la Corte Suprema de Justicia, en
los fallos Bazterrica y Capalbo declaró la inconstitucionalidad del Art. 6 de la
Ley 20.771, que penalizaba la tenencia de drogas para consumo personal,
considerando que afectaba el derecho a la intangibilidad de las acciones
privadas, garantizado por el Art. 19 de la Constitución Nacional.
Aunque en el debate legislativo cobró importancia la postura
despenalizadora, el segundo párrafo del art. 14 de la ley 23.737, sancionada en
1989, mantuvo la penalización de la tenencia para consumo personal. La
constitucionalidad de la norma fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia,
que revisó su posición frente al tema, en el fallo Montalvo.
En la ley 23.737 se amplió la incumbencia del fuero penal al ámbito de la
prevención y asistencia de los usuarios de drogas, al admitir la desviación del
proceso hacia una medida de seguridad educativa o curativa, para la
educación, desintoxicación y tratamiento del usuario (ley N º 23.737 art. 17, 18
y 21) (18).
El 25 de agosto de 2009 la Corte Suprema de Justicia de la Nación
resolvió en el fallo “Arriola”, por unanimidad de sus integrantes, declarar la
inconstitucionalidad del segundo párrafo del Art. 14 de la Ley de
estupefacientes (Ley N° 23.737) que reprime la tenencia de estupefacientes
para consumo personal.
La aplicación de estas medidas alternativas requería la articulación entre
el sistema penal y el sanitario, lo que impulsó la sanción de nuevas leyes y la
creación de un nuevo organismo gubernamental: la Secretaría Nacional de
Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el
Narcotráfico (SEDRONAR, 1989).
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La SEDRONAR creó un sistema de becas para usuarios de drogas de
bajos recursos en instituciones privadas, especialmente en las organizaciones
no gubernamentales (ONGs) que ofrecían tratamiento en comunidades
terapéuticas. Esta política facilitó el crecimiento de estas instituciones y de su
modalidad de atención y transfirió recursos del subsector público al subsector
privado.
Al sostener que la reducción de la demanda de drogas debía constituir la
estrategia principal para abordar el problema, se propuso transformar los
adictos de compradores de drogas en el mercado ilegal, en pacientes del
sistema de salud y elaborar campañas preventivas cuyos mensajes pudieran
ser comprendidos y aceptados por la juventud.
La intervención de la justicia en la internación de usuarios de drogas se
ha visto plasmada en diferentes trabajos de investigación: El 19, 5 % había sido
internado mediante una orden judicial en un estudio mejicano (12). Según el
informe emitido por el Observatorio de las Adicciones de la Dirección Provincial
de Prevención en Adicciones el 13,7% del total de los casos poseía causas
judiciales; de estos el 43,9% tenía una causa civil y el 25,2% poseía causas
penales (14). Según el informe de gestión 2012 de la subsecretaría de
prevención de las adicciones el 19.5% lo hace derivado por un juzgado (16). En
el NEA el 22% recibió tratamiento por indicación legal (10).
En julio de 2009, en la 5ta. Conferencia Latina sobre Reducción de
Daños celebrada en Oporto, Portugal, un grupo de jueces de países latinos
elaboraron un documento llamado “Declaración sobre Políticas Públicas en
materia de Drogas y Derechos Humanos” que consideró que la imposición de
una determinada terapia violaba el principio de autonomía personal en la
atención de la salud e instaba a los gobiernos a brindar un amplio abanico de
alternativas en materia de asistencia (18).
El sistema sanitario, tuvo que ir adecuándose ya que, aún cuenta con
servicios de salud poco flexibles para atender el espectro de cuestiones
vinculadas con el uso y consumo de drogas (18).
Si bien la intervención penal había ayudado muchas veces, a acceder al
sistema de salud, también implicaba que se generaran antecedentes penales,
lo que representaba un obstáculo para la reinserción social, sobre todo, al
momento de obtener un empleo (18).
21
El informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas sostiene que
hay que descriminalizar el consumo no problemático de drogas, ofrecer
tratamiento en vez de cárcel a los consumidores problemáticos (20).
Pensar la salud mental, y dentro de este campo, a las adicciones, como
un derecho que debe ser, como tal garantizado por el Estado, nos confronta
con un necesario cambio en las concepciones de salud y por lo tanto, de los
abordajes asistenciales (21). También se acompañará de cambios culturales y
al ser el consumo de drogas un fenómeno dinámico (22) modificará el perfil del
usuario de drogas.
La provincia de Tucumán inició tras esta política nacional un Plan
Estratégico en Salud Mental y entre sus principales líneas de acción
encontramos el Desarrollo de dispositivos de atención de salud mental y
adicciones integrados a la red sanitaria general (23). Este plan contempla,
entre otros, el programa: Abordaje Integral de Adicciones cimentado en la Ley
Provincial Nº 8.267 (24). Entre las estrategias generadas encontramos la oferta
de lugares para realizar la desintoxicación de los pacientes con un consumo
problemático de sustancias.
22
alucinógena. Están contenidos en la marihuana y el hachís.
Todas poseen además propiedades de refuerzo, entendidas como la capacidad de producir
efectos que despiertan en el que las utiliza el deseo imperioso de consumirlas otra vez, en la
búsqueda de efectos similares.
Las sustancias psicoactivas modifican la síntesis, la degradación, o la liberación de
neurotransmisores y neuropéptidos cerebrales. Son sustancias químicamente muy diversas,
que se unen a distintos sitios iniciales en el cerebro y la periferia, generando una combinación
diferente de efectos fisiológicos y conductuales luego de su administración.
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DOCUMENTO DE LA COMISION INTERDISCIPLINARIA DE EXPERTOS EN ADICCIONES
A pesar de estar involucrados distintos mecanismos de acción y efectos toxicológicos, todas
poseen ciertos efectos en común. Promueven la reexperimentación de la gratificación (reward)
y en sujetos vulnerables con contextos facilitadores, conducen a la adicción. Todas producen
luego de su retiro, estados emocionales negativos. La adicción se relaciona con los fenómenos
de neuroplasticidad de los mecanismos celulares, de la organización sináptica.
La drogadependencia no está definida por la dependencia física, sino por el “comportamiento
de búsqueda de droga”.
Muy frecuentemente tiende a identificarse al consumidor de sustancias como “adicto” y sin
embargo hay diferentes tipos de vínculos de las personas con las sustancias sin ser todos
ellos adicciones, ni necesariamente consumos problemáticos. Del universo de personas que
consumen sustancias, una inmensa mayoría no incurrirá en consumos problemáticos. Por el
contrario, en un grupo relativamente pequeño en proporción al universo de consumidores el uso
adquiere características problemáticas.
Por ello es muy importante hacer una diferenciación entre lo que es el uso – que incluye el uso
recreativo, el peligroso – el abuso y la dependencia a sustancias psicoactivas, considerándose
a los dos últimos conceptos como patológicos (consumo problemático), aunque aún no se da
por concluida la delimitación precisa de ellos.
Se puede definir el uso de una sustancia como un consumo aislado, episódico, ocasional, sin
tolerancia ni dependencia. Claro está que un único episodio de consumo puede ser fatal, en caso
de intoxicación aguda, o dañino cuando una mujer embarazada consume alcohol, o peligroso
cuando se consume marihuana y luego se conduce un vehículo.
El abuso es un uso inadecuado por su cuantía, frecuencia o finalidad. Conlleva un deterioro
clínico significativo, que da lugar al incumplimiento de las tareas habituales y/o alteraciones
en las relaciones interpersonales sean sociales o familiares. Incluye tomar un medicamento no
recetado o en dosis superiores a las indicadas, intoxicación etílica, usar drogas de diseño para
bailar, entre otras.
Existe dependencia de una sustancia cuando se tiene la necesidad inevitable de consumirla y se
depende física y/o psíquicamente de ella. Aparece una necesidad de cantidades marcadamente
crecientes de la misma para conseguir el efecto deseado (tolerancia), consumiendo en muchos
casos para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
23
construyendo junto a la persona desde la cotidianeidad de su espacio.
Es fundamental comprender a estos como sujetos de derecho, con potencialidades y con la
necesidad de aproximarse a ellos conociendo su trayectoria de vida, desde su singularidad y
atendiendo el contexto en el que se encuentran.
Atendiendo lo anterior, es necesario enmarcar el análisis y la reflexión de las estrategias de
trabajo desde la noción de proceso salud - enfermedad que, según el autor Eduardo Menéndez,
hace referencia a una estructura universal, que opera en cada sociedad, constituyendo hechos
cotidianos tanto en los padecimientos como en las respuestas a los mismos, generando
significados colectivos.
“En términos estructurales el proceso- salud- enfermedad supone la existencia en toda sociedad
de representaciones y prácticas para entender, enfrentar y de ser posible solucionar la incidencia
y consecuencia generadas por los daños en la salud”. (Menéndez Eduardo: 1994).
Desde esta perspectiva consideramos que las nociones de enfermedad/adicción, están
integradas al proceso de salud-enfermedad. Por lo tanto, la enfermedad es comprendida como
un proceso social y que sólo no se explica por su naturaleza biológica, sino fundamentalmente
por las normas culturales y las circunstancias socio- histórico donde dichos procesos se
establecen.
La atención de la salud es analizada como parte del proceso salud-enfermedad en un momento
determinado y se vincula con la posibilidad del acceso a saberes y/o servicios sanitarios de las
personas y de sus familias.
Dicho proceso supone admitir la existencia de un conjunto de valores, que interactúan en cada
sujeto y en la construcción de la enfermedad; construcción en la cual se distinguen representaciones
y prácticas de compleja articulación, que van adquiriendo formas diversas de ordenamiento
simbólico en las que interviene las opciones materiales.
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DOCUMENTO DE LA COMISION INTERDISCIPLINARIA DE EXPERTOS EN ADICCIONES
Se atiende a la persona desde su singularidad con sus ideas, proyectos y derechos, que vive en
su contexto familiar y social particular, donde cada decisión es tomada considerando los deseos
de una persona con enfermedad, a la luz de los principios de la Bioética.
Uno de los instrumentos esenciales que determinarán el éxito del proceso de atención es ejercer
la escucha, activa y comprometida, despojándose de todo prejuicio y preconcepto para dejarse
impresionar por las voces de estos sujetos que presentan un padecimiento que no sólo es físico,
sino también emocional, social y que afecta a su familia y contexto más próximo.
Para la implementación de un plan con estas características junto a los trabajadores que integran
los equipos de actuación, es necesario establecer diseños de intervención que se encuentren
enmarcados en conceptualizaciones y formaciones continuas con marcos teóricos,
metodologías y técnicas basados en la promoción y protección integral de los derechos de las
personas.
Realizar un diagnóstico bio psico social, requiere de un equipo de profesionales, integrado por
varias disciplinas (médico, trabajador social, psicólogo, etc.). Es importante que cada sujeto sea
comprendido, a la hora de pensar un tratamiento integral, desde su singularidad, atendiendo
cada trayectoria individual y familiar, como así también conocer su contexto y sus aspectos culturales.
Es por ello que es imprescindible diseñar un tratamiento a la medida de cada paciente.
Se debe incluir la aproximación evaluativa diagnóstica, tanto de la situación grupal como individual.
Existen casos o situaciones que se pueden incluir a la familia de origen, biológica, ampliada
o a los diferentes referentes afectivos.
El diseño debe contemplar la flexibilidad suficiente para poder visualizar y posibilitar en los
casos que lo ameriten, el corrimiento en la intervención del adulto operador, educador o profesional
y modificar la metodología implementada.
Es frecuente que sean los niños, niñas y adolescentes quienes eligen trabajar con nosotros,
quienes eligen el vínculo, la relación con el adulto y así lograr las estrategias y técnicas son
personalizadas.
Hay situaciones que demandan una rápida evaluación y posterior intervención, por los diferentes
y diversos cuadros que se presentan en esta operatoria de detección y trabajo personalizado
en medio abierto. Se pueden incluir los siguientes casos: consumo sostenido y crónico,
embarazadas, chicos y chicas de muy corta edad, período de lactancia, internaciones con o sin
hijos/as, etc.
Ya en esta instancia del proceso, es necesario contar con un acompañamiento profesional que
garantice su promoción, la construcción del sostenimiento y su posterior encaminamiento.
Actualmente nos encontramos con centros de atención y orientación, que principalmente dependen
24
de organizaciones de la sociedad civil (ong`s) que brindan asesoramiento, derivaciones
y contención tanto a los familiares como a los niños, niñas y adolescentes que se encuentran
comprometidos con el consumo.
Pero el sostenimiento de estas organizaciones muchas veces es endeble, debido a su principal
fuente de funcionamiento, su financiamiento. El resultado positivo de un tratamiento también
es posible por el sostenimiento en el tiempo y espacio de estos lugares. Por ello, la inconveniencia
de que sean dependientes o estén pendientes de las gestiones gubernamentales de turno.
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DOCUMENTO DE LA COMISION INTERDISCIPLINARIA DE EXPERTOS EN ADICCIONES
El acompañamiento profesional, de la familia20 o de referentes significativos es primordial para
iniciar y sostener cualquier tratamiento recomendado. Sean estos, ambulatorios, centro de día
o internación.
Aquí se inicia un camino sinuoso donde son escasas las ocasiones en que los niños, niñas y
adolescentes pueden contar con algún referente afectivo, adulto responsable. Por lo que es
necesario instalar esta figura positiva, que sea la persona que favorezca el inicio y sostenimiento
de la estrategia diseñada para su tratamiento.
La falta de un diseño para esta modalidad produce la forzada inclusión de los adultos que muchas
veces no pueden relacionarse de manera positiva y asumir un compromiso en la salud de
los chicos y chicas.
En caso de que el tratamiento sea de modalidad ambulatoria, de tránsito, las acciones y estrategias
deben contemplar y considerar la figura de este acompañamiento desde el inicio de
cualquier proceso de tratamiento.
Entonces, se debe avanzar hacia la consolidación del tratamiento, con un acompañamiento personalizado
y afianzado. Acompañamientos que se deben encaminar hacia los aspectos sociales,
culturales, educativos, de formación, laborales en los casos que correspondan, de vivienda
y salud integral.
La celeridad de estos tiempos y la compleja realidad ameritan la necesariedad de intervenir sin
priorizar cualquiera de estos aspectos. El aspecto vincular - afectivo es de suma importancia
para el sostenimiento del tratamiento y es el factor mas difícil para conformar.
Hay que diseñar y acompañar tanto desde un ámbito institucional referente y positivo, como
desde la personalización.
Una propuesta que se puede construir es junto a las madres que luchan día a día y desde la territorialidad
contra la venta y el consumo de la sustancia denominada paco y pasta base. Su consolidación
territorial como organización puede significar instituir una base que conlleve la simple
y valorada estrategia de cómo se debe implementar diseños personalizados de acompañamientos
tanto para la instancia de desintoxicación como en el inicio de cualquier tratamiento.
Despojándose de cualquier apreciación profesional técnica médica pero valorizando a las mismas
e intentando un posicionamiento desde la cotidianeidad y los valores de crianza necesarios
para favorecer un cambio y un proyecto de vida diferente junto a los niños, niñas y adolescentes.
20 Para conocer las características de las familias es importante explicitar que se entiende por familia:
Definición dominante de “familia”: conjunto de individuos emparentados, vinculados entre sí por el matrimonio,
la filiación o la adopción, que se encuentran cohabitando y participando en común de las actividades
cotidianas de reproducción social. Se considera a la familia desde las nociones de vínculos de
parentesco y organización de actividades de la cotidianidad superando los límites de la co residencia de
sus integrantes.
Se entiende por actividad cotidiana de reproducción social: a las actividades vinculadas con la producción
y consumo, el acceso a bienes y servicios y la reposición generacional (socialización de niños y cuidado de
ancianos). Se incluye en esta última tanto la concepción o nacimiento como la muerte de los sujetos. Las
actividades cotidianas no se circunscriben a lo diario o convencional, incluyen la excepcionalidad de las
acciones.
Se identifican hogares o unidades domésticas:
• “nucleares completos” formados por los dos progenitores con hijos solteros o sin ellos
• “monoparentales o nucleares incompletos” formadas por un solo progenitor con hijos solteros
• “extendidos” formados por una familia nuclear más otros parientes
• “compuestos” formados por una familia nuclear y otros no parientes
• “ensambladas” conformadas por nuevas uniones
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DOCUMENTO DE LA COMISION INTERDISCIPLINARIA DE EXPERTOS EN ADICCIONES
Necesario es que se las acompañe y contenga ya que ellas, al igual que las demás familias y
personas significativas, son el primer recurso cuidador, con lo cual es imprescindible darles un
espacio de escucha y cuidado para que puedan cuidar.
Por último es necesario remarcar la importancia de que los servicios salud y asistencia
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necesarios para desarrollar el trabajo propuesto, deben garantizar su funcionamiento durante
las veinticuatro horas del día, con énfasis en los fines de semana y días lindantes al mismo, y en
zonas de permanente accesibilidad a la población.
Las dos lógicas mencionadas están edificadas sobre la noción de conducta “desviada”, que se
vincula con la falta de aceptación de las normas sociales. Las normas son ideas compartidas acerca
de cómo deben comportarse las personas. Establecen pautas para las más diversas conductas,
como por ejemplo cuándo y dónde dar a luz, cómo hacer el amor, qué y cómo comer, cómo vestirse,
cuándo y cómo decir chistes, etc. Sin embargo, la conducta puede no ajustarse a las normas. Por
otra parte, en las sociedades complejas, como las nuestras, las personas pueden tener normas
diferentes, según sus convicciones personales.
Los esfuerzos que la sociedad realiza para prevenir y/o corregir el comportamiento desviado
integran lo que se denomina el control social. El instrumento más poderoso de control social es la
socialización, a través de la cual la sociedad logra que los niños internalicen sus normas, proceso
que constituye una presión para que las personas hagan lo que se supone que deben hacer, ya sea
a través de sanciones morales o legales.
Otra forma de control social es el etiquetamiento, por el cual una persona es clasificada como
“desviado”, a partir de que ha infringido una norma. Estamos acostumbrados a pensar que la
desviación crea la necesidad de que existan controles sociales, pero la teoría del etiquetamiento
muestra cómo los controles sociales pueden crear ellos mismos la desviación. Para los partidarios
de esta teoría, ningún acto es desviado en sí mismo, sino que la desviación es un proceso por el
que los que sustentan el poder definen cierto comportamiento como desviado, clasifican a las
personas que lo cometen como desviadas y las sancionan a raíz de caracterizarlas de esa manera.
Es importante resaltar que los y las jóvenes han sido socializados en el consumo como modo de
satisfacción de sus deseos y necesidades. El consumismo se refiere tanto a la acumulación o
compra de bienes o servicios considerados no esenciales, como al sistema político y económico que
promueve la adquisición de riqueza como signo de status y prestigio, riqueza que es asimilada con
la satisfacción personal. En este sentido, resulta importante indagar en los diferentes consumos que
realizan especialmente los jóvenes, teniendo en cuenta que la búsqueda y la construcción de la
identidad juvenil está íntimamente relacionada con el ámbito recreativo y con el consumo de
diferentes aspectos como por ejemplo el baile, la música, la indumentaria, los escenarios
sofisticados, así como también las drogas.
Después de muchos años de debates parlamentarios, en 1989 el Senado sancionó la ley 23.737 –
vigente actualmente– que penaliza la tenencia de estupefacientes aun para consumo personal.
Dicha ley prevé la pena privativa de la libertad así como también medidas educativas y curativas
para aquellas personas que posean drogas para su consumo personal. El detenido por tenencia
para este tipo de consumo debe optar entre la cárcel o el tratamiento compulsivo. Esta ley está
siendo discutida actualmente por los legisladores, fundamentalmente con el argumento de que
generó daños a la población usuaria de drogas por impedir su ingreso al sistema de salud y por
alentar en la población actitudes de estigmatización hacia los usuarios de drogas, todo lo cual, lejos
de solucionar el problema, lo acentuó. Por otra parte, sus críticos consideran que contiene artículos
que son contrarios a derechos y garantías básicos establecidas por la Constitución Nacional.
Para profundizar este tema es necesario analizar la historia y los orígenes de las políticas que se
aplican globalmente para los usuarios de drogas.
En el año 1968, durante la dictadura militar encabezada por el General Juan Carlos Onganía, se
promulgó la ley de facto 17.567 que sancionaba al que “sin estar autorizado, tuviera en su poder
cantidades de drogas que excedan las que correspondan a un uso personal…”. La exposición de
motivos de la ley vinculaba a la tenencia de dosis para el consumo personal con las acciones
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privadas de los hombres concernientes a la esfera de la libertad individual, consagrada en el artículo
19 de la Constitución Nacional y que por lo tanto se encuentran más allá de la autoridad de los
magistrados. Por lo tanto, aun durante el transcurso de una dictadura militar que cercenó las
garantías constitucionales, no se consideraba que la tenencia de drogas para consumo personal
debía someterse a la autoridad de los magistrados.
Según opina el juez federal Horacio Cattani (2000), la adopción en el país del discurso sobre la
“Guerra contra las Drogas” y su importancia para la llamada “doctrina de la seguridad nacional” se
produjo en el año 1974, con la sanción de la ley 20.771, que reguló la cuestión en nuestro país
hasta 1989. El proyecto de esta ley surgió en el Ministerio de Bienestar Social de la Nación, a cargo
de José López Rega, fundador de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), el grupo parapolicial
que fue precursor del Terrorismo de Estado en nuestro país. Como vimos en el Módulo 2, se
comenzó a vincular de este modo “droga” con “subversión”, tanto en la oferta como en el consumo
de drogas. Según rezaba la exposición de motivos de la ley, el control penal de las drogas era
necesario para tutelar la “seguridad nacional” y la “defensa nacional”. El artículo 6 de la ley 20.771
imponía la pena de 1 a 6 años de prisión al que tuviere en su poder estupefacientes aunque
estuvieren destinados a consumo personal, definiendo a dichas sustancias como las que son
“capaces de producir dependencia física o psíquica, que se incluyan en las listas que elabore la
autoridad sanitaria nacional”.
Es importante hacer una breve referencia a los diferentes criterios jurisprudenciales que adoptó la
Corte Suprema de Justicia de la Nación respecto a la tenencia de drogas para consumo personal en
las últimas décadas. En el año 1978, durante la última dictadura militar, la Corte dictó el fallo
“Collavini”, en el que rechazó el pedido de declarar inconstitucional el artículo 6 de la ley 20.771 por
considerar que la tenencia de estupefacientes no se constituía en una de las acciones privadas de
los hombres exentas de la autoridad de los magistrados establecidas en el artículo 19 de la
Constitución Nacional, dado que el criterio de los jueces de ese momento fue que “ese obrar
afectaba el orden público y el derecho de terceros y ofendía el orden y la moral pública”.
Esta tendencia jurisprudencial se revirtió en el año 1986 cuando, ya en democracia, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación dictó los fallos “Capalbo” y “Bazterrica”, que declararon la
inconstitucionalidad del artículo 6 de la ley 20.771 que incrimina la tenencia de estupefacientes para
consumo personal. El argumento del Máximo Tribunal fue que la citada norma invadía la esfera de la
libertad personal contemplada en el artículo 19 de la Constitución Nacional, la que se encuentra
excluida de la autoridad de los órganos estatales.
§ Primer Encuentro.
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