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Antífona de entrada (sal 12, 6) Confío, señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con

tu auxilio. Cantaré al señor por el bien que me ha hecho.

Oración colecta. Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para
que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Del libro del Levítico: 19, 1-2. 17-18
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y
diles: 'Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. No odies a tu hermano ni en lo
secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te
vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo
soy el Señor' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Del salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.


- Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al
Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
- El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y
te colma de amor y de ternura. R/.
- El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar.
No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. R/.
- Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre
es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama. R/.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 3, 16-23


Hermanos: ¿No saben ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita
en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo
de Dios es santo y ustedes son ese templo.
Que nadie se engañe: si alguno de ustedes se tiene a sí mismo por sabio según los
criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios, como dice la Escritura: Dios
hace que los sabios caigan en la trampa de su propia astucia. También dice: El Señor
conoce los pensamientos de los sabios y los tiene por vanos.
Así pues, que nadie se gloríe de pertenecer a ningún hombre, ya que todo les pertenece a
ustedes: Pablo, Apolo y Pedro, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo futuro: todo
es de ustedes; ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (1 Jn 2, 5) R/. Aleluya, aleluya. En aquel que cumple la palabra de


Cristo, el amor de Dios ha llegado a su plenitud. R/.

Del santo Evangelio según san Mateo: 5, 38-48


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por
diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en
la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio
para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos
en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes,
no le vuelvas la espalda.
Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo:
Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los
persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol
sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso
mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como
su Padre celestial es perfecto". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión La mayoría de nosotros somos o conocemos a alguien que es devoto de algún


santo: San Antonio, San Judas, Santa Rita, entre muchos otros. Pero cuántos de nosotros
hemos caído en la cuenta de que los santos fueron personas como nosotros, personas
que tuvieron que enfrentarse a los mismos problemas que nosotros. Ciertamente fueron
personas que supieron desarrollar en un alto grado sus virtudes, pero fueron seres
humanos como nosotros.
Muchos de nosotros seguimos pensando que los santos o la santidad es algo del que sólo
unos cuantos tienen el derecho de participar, o que Dios sólo llama a unos pocos a ser
santos. Más aún, muchos de nosotros seguimos creyendo que los únicos llamados a ser
santos son los sacerdotes, los religiosos y las religiosas; y esto es totalmente falso. Ya el
Concilio Vaticano II en uno de sus documentos nos dice: «…todos en la Iglesia, ya
pertenezcan a la jerarquía, ya pertenezcan a la grey, son llamados a la santidad» (Lumen
Gentium n. 39).
Esta es precisamente la invitación que la Palabra de Dios nos hace el día de hoy:
SEAMOS SANTOS. En la primera lectura escuchamos el llamado a la santidad que desde
Moisés nos viene haciendo Dios a cada uno de nosotros; dice Dios: «sean santos, porque
yo, el Señor su Dios, soy santo». Recordemos que ya en el relato de la creación se dice
que nosotros somos imagen y semejanza de Dios; y esta semejanza implica también que
nos esforcemos por ser santos a imagen del Padre.
En la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que por el Bautismo Dios vive ahora en
nosotros; por este sacramento nos hemos convertido ahora en templo del Espíritu de Dios
y nuestra obligación como guardianes de este templo (que es nuestro cuerpo) es cuidarlo
y preservarlo lo mejor que podamos para que Dios siempre permanezca en nosotros y
nosotros en él.
Ahora bien, ya hablamos de la santidad y que todos estamos llamados a ser santos, pero
¿cómo podemos vivir esta santidad? La primera lectura, así como el Evangelio nos dan
algunas pautas y consejos que nos ayudan a vivir la santidad ya desde ahora. Todas
estas enseñanzas se pueden resumir en la frase que dice: «amen a sus enemigos, hagan
el bien a los que los aborrecen y recen por los que los persiguen y calumnian».
Esta es la gran novedad del Evangelio de Jesús, para cualquiera de nosotros resulta fácil
amar a nuestros padres, hermanos, familiares y amigos. A nadie le cuesta trabajo ayudar
a aquellas personas que quiere y que estima. Pero te propongo algo, imagina a aquella
persona que en este momento de tu vida te está causando incomodidad, que como dicen
por ahí «te está haciendo la vida de cuadritos»; imagina que esa persona viene a pedir tu
ayuda, ¿cuál sería tu reacción? La ayudarías, ¿te sería fácil o difícil hacerlo? Ese es el
gran dilema de la santidad.
Pero no desesperemos, la santidad no es algo que llega para quedarse, o que se logre de
un día para otro. Toda nuestra vida es un camino de conversión en el que la santidad se
tiene que ir cultivando poco a poco sin llegar nunca a ser plena (al menos en esta vida).
Esforcémonos por cultivarla para que como dice la escritura «Dichoso ese criado si, al
llegar su señor, lo encuentra haciendo lo que debe». Que el Señor nos encuentre a todos
esforzándonos por ser santos.

Se dice Credo
Oración universal. Elevemos nuestra plegaria a Dios uno y trino fuente de toda santidad,
que siempre escucha a su pueblo suplicante diciendo: Dios de santidad, atiende
nuestros ruegos.

- Por la Iglesia Universal, para que a través del tiempo pueda mantenerse sin mancha
como esposa inmaculada de tu Hijo, el cordero pascual.
- Te pedimos señor por el papa Francisco, pon nuestro obispo Sigifredo, por todos los
obispos, presbíteros y diáconos para que con su ejemplo sean modelos para el pueblo
que les ha sido encomendado. Oremos.
- Llena con tu Espíritu a nuestros gobernantes, para que siempre sean justos con todos
los ciudadanos, sin importar su origen o condición social. Oremos.
- Derrama también tu Espíritu sobre esta Iglesia particular de Zacatecas, para que por
medio de este Tercer Sínodo Diocesano, descubramos una nueva manera de ser Iglesia y
así poder responder al llamado a la santidad que tú haces a todos los hombres. Oremos.
- Por todos los que nos encontramos hoy reunidos, para que nos esforcemos todos los
días por ser hombres y mujeres de Dios que vivamos la santidad en cada uno de nuestros
hogares. Oremos.

Oración. Dios omnipotente, atiende las súplicas de tu Iglesia peregrina en el mundo y


llévala un día a la Patria Celestial. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración después de la comunión. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has
dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.

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