22 :ev 16 al 22 de enero de 2011
Homilía
“Nosotros pertenecemos a Dios”
1 Juan 4.6
“Juntos esperamos el Reino, el Reino lo esperamos juntos”.
“Alabado sea Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre.”
Culminando nuestras fiestas de Navidad, celebramos
la ordenación de estos hermanos nuestros José Ramón
Meléndez Rodríguez de la Parroquia San José de Aiboni-
to, Javier Lebrón Sánchez de la Parroquia Ntra. Sra. de Las
Mercedes de San Lorenzo, Ángel Armando Rosario Maiso-
net de esta Catedral Dulce Nombre de Jesús al Diaconado
Permanente.
El Señor Jesús en los días finales de la Navidad rega-
ló a nuestra Iglesia Diocesana tres nuevos colaboradores
que nos ayudarán en la Misión Evangelizadora que nos han
encomendado. Hombres, como decía la lectura del Deute-
ronomio, elegidos de entre el pueblo; “sabios, perspicaces
y experimentados,” .Discípulos misioneros que configura-
dos con Jesucristo Servidor quieren ser multiplicadores del
bien, integradores de fuerzas en una Iglesia servidora de
la humanidad y constructora de una sociedad más justa,
reconciliada y solidaria.
La Palabra de Dios que hemos escuchado nos ayuda
como Iglesia, a fortalecer nuestro discipulado. A reafirmar
nuestra fe en Jesús, de quien hemos celebrado su nacimien-
to, y a quien reconocemos como el Cristo, el Hijo del Dios
bendito, nuestro Salvador. El Apóstol Juan en la segunda
lectura nos recuerda la importancia de creer en la persona
de Jesucristo, reconociéndolo como Hijo de Dios y viviendo
el amor como Él nos enseñó. “Porque quien cumple sus
mandamientos permanece en Dios y Dios en Él”.
Quien cree en Jesucristo ha recibido su Espíritu, Espí-
ritu que en nosotros da testimonio de que somos hijos e
hijas de Dios. Hemos sido llamados para estar en medio del
mundo testificando con nuestro estilo de vida la llegada del
Reino de Dios. Quien sigue a Jesucristo se distingue por una
vida diferente a la que nos presenta las corrientes malsanas
de este mundo.
del P. Rubén Antonio González Medina,
cmf
Obispo de la Diócesis de Caguas
con ocasión de la Ordenación Diaconal
del Sr. José Ramón Meléndez Rodríguez,
el Sr. Javier Lebrón Sánchez,
el Sr. Ángel Armando Rosario Maisonet
“Nosotros, afirma el apóstol Juan, pertenecemos a
Dios, somos de él, por lo tanto, estamos llamados a “ser
santos como el Padre celestial es Santo”. Vivir la Santidad
nos decía nuestro querido y venerado Papa Juan Pablo II,
quiere decir; que “pertenecemos a Aquel que por excelen-
cia es Santo “el tres veces santos”. Es por eso, que la vivencia
plena de nuestro Bautismo, nos lleva a la conciencia clara
de que por Él, hemos iniciado una “verdadera entrada a la
santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la
inhabitación de su Espíritu, de tal manera que “no nos po-
demos contentar con una vida mediocre vivida según una
ética minimalista y una religiosidad superficial.
Esto implica queridos hermanos y hermanas “exami-
nar toda inspiración para ver si viene de Dios”, pues han
surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia
del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel
que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecho hombre
es de Dios.
Hay muchos en nuestra sociedad que se empeñan en
decir simplemente, que Jesús fue un buen hombre, un pro-
feta, un revolucionario. Nosotros afirmamos: “que Él, es el
Hijo del Dios bendito, el Salvador, la luz del Mundo”. Esta es
la misión de la Iglesia en medio de un mundo que camina
en tinieblas y en sombras de muerte: “Anunciar y proclamar
que en Jesucristo muerto y resucitado se ofrece gratuita-
mente la salvación a todos y a todas”.
A este mundo, cegado por el pecado personal y es-
tructural, somos enviados los miembros de la Iglesia para
anunciar: la “Conversión”, el cambio de actitud, de vida,”
porque ya está cerca el Reino de los cielos”. Reino que Jesús
ha hecho presente a través de las obras buenas que realizó,
cuando “curaba las enfermedades y dolencias del pueblo”.
Reino que se construye cuando derrumbamos las murallas
de la indiferencia, porque prestamos atención a los que se
sienten excluidos y desanimados. Reino que vence la pre-
potencia de los soberbios, que pisan la dignidad de los sen-
cillos y humildes de corazón. Reino que se realiza cuando el
amor, la libertad, la justicia, la verdad y la Paz, florecen en el
corazón de las personas y nos ponemos de parte de los más
pobres, débiles y necesitados de nuestra sociedad.
por las diócesis CAGUAS
7 de enero de 2011
Es a esta Misión, José Ramón, Javier y Ángel Arman-
do, que ustedes por la imposición de manos del Obispo
se incorporarán en breves momento. Ustedes de hoy en
adelante, serán colaboradores del Obispo y de los presbí-
teros de nuestra querida Diócesis de Caguas en el servicio
de la Iglesia y del Pueblo. Es por eso que les recuerdo como
dice el Documento de Aparecida que, como “discípulos y
misioneros de Jesús servidor, son llamados a servir a la Igle-
sia como diáconos permanentes, fortalecidos, por la doble
sacramentalidad del matrimonio y del Orden. Son orde-
nados para el servicio de la Palabra, de la caridad y de la
liturgia, especialmente para los sacramentos del Bautismo
y del Matrimonio; también para acompañar la formación
de nuevas comunidades eclesiales (como nos pide nuestro
Plan de Pastoral) especialmente en las fronteras geográfi-
cas y culturales, donde ordinariamente no llega la acción
evangelizadora de la Iglesia. Sean sobre todo apóstoles en
sus familias, en sus trabajos, en sus comunidades y en las
nuevas fronteras de la misión. (DA 205-208)
Queridos José Ramón, Javier y Ángel Armando no olvi-
den que ser discípulo y misionero de Jesús implica seguirlo
paso a paso por los caminos del evangelio, del cual ustedes
hoy son “Constituidos Mensajeros; por eso, conviertan en
fe viva lo que leen, y lo que han hecho fe viva enséñenlo
y sobre todo cumplan aquello que han enseñado” .(Ritual)
Querido hermanos y hermanas: El llamado a ser discí-
pulo – discípula, misionero – misionera exige una decisión
clara por Jesús y su Evangelio, coherencia entre la fe y la
vida, encarnación de los valores del Reino, inserción en la
comunidad y ser signo de contradicción y novedad en un
mundo que promueve el consumismo y desfigura los va-
lores que dignifican al ser humano. En un mundo que se
cierra al Dios del amor, guiados nuestro Proyecto de pas-
toral, seamos una comunidad de amor, no del mundo sino
en el mundo y para el mundo. (Mensaje de los Obispos en
Aparecida)
¡Que Maria, Madre de la Divina Providencia, Madre de
la Iglesia! nos ayude, para que Juntos esperemos el Reino,
iniciado un camino de oración, de orientación y de orga-
nización.
“Alabado sea Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre.”