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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION SUPERIOR


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL SIMON RODRIGUEZ
UNESR-TUCUPIDO
CURSO: GERENCIA EDUCATIVA
MENCIÓN EDUCACIÓN INICIAL  SECCIÓN D3

PARTICIPACIÓN PLURAL Y PROTAGÓNICA


COMPORTAMIENTO HUMANO DE LOS DIFERENTES
AUTORES EDUCATIVOS

FACILITADORA: ESTUDIANTE:

ANA T. ARRUEBARRENA G. 24470775-MEJIAS LUZ MARINA

MAYO, 2020.
De manera general el agente de cambio es el responsable de apoyar
técnicamente el proceso de cambio.
El gerente es quien inicia y coordina los cambios en una organización, son la
persona que alienta a los demás a recorrer el camino hacia el cambio y a
usar lo que construye el proyecto. Los gerentes que actúan como agentes de
cambio son más considerados, quizás excesivamente cautelosos, porque
deben vivir con las consecuencias de sus decisiones.
Por lo tanto, debe cumplir diferentes funciones, primero cuando le
corresponde dirigir la toma de decisiones relacionada con el proceso de
cambio y responde por los resultados obtenidos. Segundo cuando su función
es aconsejar a los responsables y/o ejecutores, con base en sus
conocimientos y experiencia, y tercero, cuando desarrolla una o varias tareas
específicas dentro de alguna etapa del proceso de cambio.
Por otro lado el gerente manifiesta explícitamente la necesidad de emprender
acciones para generar el cambio e intenta convencer a los demás acerca de
la conveniencia de llevarlo a cabo y además le corresponde determinar si se
alcanzaron los objetivos, si se mejoró la situación o si se resolvió el problema
y cuando se dedica a idear diferentes componentes del proceso de cambio y
los articula en un plan de trabajo.
Un gerente como agente de cambio debe Tomar en cuenta el “lado humano”,
comenzar por el nivel más alto, involucrar cada estrato, desarrollar
formalmente las situaciones que se presenten, crear un sentido de
pertenencia entren los involucrados y la institución. Esto implica, evaluar el
escenario cultural, hacer de la cultura un elemento extendido en todo el
proceso de cambio, prepararse para lo inesperado y hablar con las personas
o individuos de la empresa o grupos pequeños de trabajo.
Hay que tomar en cuenta las condiciones óptimas para el cambio, por lo que
cada gerente debe tener motivos justificados para hacer el cambio, tomar en
cuenta a las personas en el cambio, apoyarse en un líder confiable y formar
equipos para manejar la transición, capacitar en relación con la nueva
cultura, apoyarse en personas ajenas a la organización, establecer símbolos
del cambio, así como reconocer y recompensar a las personas.
El liderazgo en la institución educativa debe darse en forma integral,
considerando sus miembros y los principios que rigen su relación. De
acuerdo con Horn y Marfán (2010), en dicho ámbito pueden observarse dos
tipos de liderazgo: el institucional y el educativo. El primero reside en el
Director, quien debe dirigir la institución hacia el logro y concreción de los
fines educativos. El segundo, ejercido por el docente como facilitador del
proceso de construcción del conocimiento. Según Jaime Grinberg (Filosofo)
el liderazgo educativo “Es imprescindible que el líder educativo posea el
entendimiento, el conocimiento, la visión, los hábitos de pensamiento y
acción, la disposición de indagar, cuestionar y problematizar la inclinación a
tomar riesgos y a experimentar y evaluar consecuencias, las habilidades
para crear espacios y prácticas cuidadosas, dedicados, respetables y
respetuosos, confiables, estimulantes, preocupados y que contribuyan a
desarrollar comunidades de aprendizaje donde se avance en la democracia,
la equidad, la diversidad y la justicia social”.
Al respecto podemos decir que el liderazgo educativo no es más que una de
las bases para el buen desarrollo de un país. Las personas constantemente
estamos educando y aprendiendo, por ello es de vital importancia que desde
los primeros años se motive a que en los centros escolares se eduque desde
un liderazgo educativo. Este, busca crear una competencia e independencia
en la persona que haga de ella un individuo completo y autosuficiente,
además, el liderazgo educativo fomenta la toma de decisiones propias por
parte de la persona debido a que se fomenta precisamente eso: que sea la
persona la que elige cómo hacerlo y no haya una manera estipulada como la
correcta.
Debido a lo antes mencionado, se puede lograr tener gerentes que a pesar
de administrar, sean líderes que innoven y recreen; los gerentes solo se
centran en los sistemas, mientras que los líderes en las personas; los
gerentes controlan, los líderes inspiran confianza y arrastran; los gerentes
aceptan el orden establecido, mientras que los líderes lo desafían y tratan de
transformarlo; los gerentes imitan y copian, los líderes son originales; los
gerentes se preocupan por las tareas; los líderes por las personas. Es por
ello, que necesitamos en la educación verdaderos líderes comprometidos
con un proyecto innovador de calidad y con las personas, que no sólo sepan
gestionar recursos y elaborar planificaciones estratégicas, sino que sepan
gestionar la dimensión emocional de las personas. En definitiva, necesitamos
directivos expertos en educación y sobre todo en humanidad, con capacidad
de convocar y de entusiasmar, pues nada en la vida se puede lograr si falta
el entusiasmo. En conclusión, necesitamos directores con autoridad y no sólo
con poder. En definitiva, un verdadero líder educativo es abierto a los
cambios, establece una relación de resonancia, capaz de sentir las
necesidades, conflictos, esperanzas y miedos de los que lo rodean. Este
respeta siempre la autonomía, empleando más tiempo en tratar de ayudarle
a formular y resolver preguntas, que en exigirle respuestas.
El nuevo gerente requiere de un gran potencial humano porque es el
protagonista del cambio, y de él depende la efectividad en la planificación,
organización, dirección, evaluación y retroalimentación de todos los
miembros de la clase. Esto, en conjunción con la misión, visión y los valores
permitirán que la gerencia participativa sea eficaz, pertinente y eficiente, con
especial referencia para incidir en la calidad de vida de los estudiantes.
La calidad del proceso evaluativo, demanda un docente competente para
gerenciar el aula y con la capacidad de enfrentar los retos que se le
presenten adecuándose a las exigencias del cambio en relación con la gran
responsabilidad de ser el depositario de una alta profesionalización, que le
legitime las relevancias de sus diagnósticos y sus prácticas evaluativas.19 A
su vez tiene que asumir las funciones gerenciales de poder, que le
consentirán lograr cambios e influenciar para que otros reflexionen, aprueben
u objeten, tomen decisiones y realicen negociaciones.
Al relacionar el proceso educativo con la gerencia participativa, el docente
cede su poder conjuntamente con los alumnos, se desenvuelve en un
escenario con sentido de mejoramiento continuo para la calidad del
aprendizaje, surge la necesidad de un escenario dinámico, participativo,
critico. Para ello se recomiendan ciertas premisas para la evaluación con
acción participativa como: Establecer un escenario basado en la
comunicación permanente entre todos los actores sociales, por lo que es
importante enfocarse en los intereses, motivaciones, inquietudes y
aspiraciones de quienes están involucrados en el proceso para el
mejoramiento continuo del mismo. Asumir la participación activa de todos los
actores, desde la planificación hasta la reflexión y retroalimentación del
mismo que permita la oportuna toma de decisiones durante el recorrido del
aprendizaje
Configurar la evaluación operativa y estratégica en el marco de una gerencia
compartida en el aula, en la cual los elementos identificados como poder
deben estar organizados y sincronizados para valorar de forma integral los
pasos que garantizan la calidad de las acciones realizadas con lo que se
implementa una evaluación por procesos. Estos supuestos planteados
permiten que la gerencia de aula sea abierta, participativa, reflexiva que
llevan al docente a desenvolverse como mediador crítico, reflexivo,
potenciador y animador del aprendizaje de todos los estudiantes, los cuales
pueden auto regular los procesos evaluativos por medio de una estrecha
relación dialógica.

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