Sie sind auf Seite 1von 3

Cruz Gana, Salvador, Del Seguro obligatorio de Enfermedad, Maternidad, Invalidez y Pensiones de

Vejez. Ley 4054 de 8 de Septiembre de 1924, Imprenta Universitaria, 1926.

“Breve comentario a la Ley 4054 del Seguro Obligatorio de Enfermedad, Maternidad, Invalidez y
Pensiones Vitalicias

Entre los problemas sociales que atraen hoy de preferencia la atención de los tratadistas y
la preocupación de los gobiernos, pocos revisten tanto interés y gravedad como el relativo a los
riesgos de enfermedad, invalidez, vejez, y muerte entre las clases desvalidas.

Día a día se hace más fuerte el convencimiento de que la realización de esos riesgos, con
su cortejo de angustias, miserias, dolores físicos y morales, no representa simples desgracias
particulares de algunos individuos o familias faltas de recursos, sino que constituye verdaderos
males sociales que afectan de cerca y directamente al conjunto social y que deden ser combatidos
por la acción colectiva. (3)

Ha sido uno de los más grandes estadistas del presente, Mr. León Bourgeois, quien con
verdadera obstinación, como observa don Moisés Poblete, ha afirmado la necesidad primordial de
que se reconozca la existencia de males sociales, de males cuyas causas no están en el individuo
mismo, sino en las condiciones en que éste se halla obligado a vivir y cuyos efectos, lejos de
detenerse en la persona, se extienden a la familia, a la clase y por último a la colectividad entera.

De aquí por qué, en su concepto ‘se impone como la única solución adecuada del
problema, la que debe buscarse en la idea fundamental de remediar los males sociales por el
esfuerzo social, es decir, por la organización colectiva de la asistencia, del seguro y de la previsión
social, organización que habrá de ser común y aprovechar a todos, porque todos corren los
mismos riesgos y están expuestos a ser víctimas de improviso, de los mismo males’.

He aquí los fines que, entre otros, señala Mr. Bourgeois a esa nueva organización
colectiva:

‘Es preciso que la mujer que nos dará el trabajador de mañana sea protegida por medidas
apropiadas, contra el agotamiento físico y moral. Que en toda edad, en todos los medio, en todos
los grados, lo que se ha llamado con esa expresión (4) brutal y tan significativa –la máquina
humana –sea mantenida en perfecto estado; que las enfermedades sociales, como la tuberculosis
que amenaza el porvenir mismo de la raza, sean combatidas sin descanso en sus causas profundas
que residen, principalmente, en la mala alimentación, l alcoholismo, la habitación insalubre y la
promiscuidad de tugurio…´

‘En fin, si el trabajador ha sido alcanzado por alguno de los tantos riesgos que lo
amenazan, si el accidente de trabajo, si el paro forzoso y las terribles enfermedades sociales, si la
vejez o la invalidez han suprimido o disminuido su capacidad de trabajo, es menester que en todo
caso acuda en su auxilio la ayuda social y que encuentre lista esta ayuda para el restablecimiento
de su actividad, de su salud y de sus fuerzas cuando el mal es reparable. Es menester también que
cuando la prueba sea definitiva encuentre pronta la compensación indispensable, que es la justa
recompensa de lo que él mismo y el conjunto de los trabajadores han dado a la sociedad entera.
Tiene pleno derecho al mantenimiento de lo que le queda de salud y de vida y a que un retiro
suficiente asegure la conclusión de su existencia en la paz y en la dignidad’.

He aquí expresados en forma clara y precisa los (5) objetivos de los seguros sociales contra
la enfermedad, invalidez, vejez y muerte.

Estos seguros representan en el movimiento social contemporáneo un considerable


progreso y se fundan en elevados principios de solidaridad humana y de conveniencia colectiva. Su
utilidad es enorme,: mediante la mutualidad y la cooperación, posibilitan una asistencia eficaz y
oportuna en las situaciones más precarias y dolorosas que se presentan a la gente de escasos
recursos; y, por lo mismo, porque traen tranquilidad y bienestar a los hogares pobres crean un
ambiente de paz y de armonía social en que desaparecen las sordas agitaciones, las rebeldías
tenaces nacidas del dolor y la miseria.

La asistencia a los enfermos e inválidos que practican algunas sociedad de socorros


mutuos en pequeña escala y en forma deficiente por la insuficiencia de sus recursos se generaliza,
haciéndola extensiva a toda la población necesitada y puede prestarse en forma completa y eficaz,
gracias a los seguros sociales.

Más aún: la organización financiera de éstos, su amplitud y variedad de recursos, permite


obtener de ellos otros beneficios, como las pensiones vitalicias para los asegurados que lleguen a
cierta edad avanzada, beneficios que las instituciones (6) privadas de esta naturaleza no podrán
nunca proporcionar en forma verdaderamente provechosa a sus asociados.

Con razón, pues, hacía notar la Confederación de Trabajadores francesa:

´Será objeto de grande admiración de los historiadores futuros el constatar la lentitud y la


especie de resistencia con que las sociedad modernas que han practicado ampliamente el seguro
de bienes muebles e inmuebles, han venido a hacer extensivo este seguro al más precioso de
todos los bienes: el hombre, heredero viviente del progreso pasado, fuente frágil de que depende
todo el porvenir’.

Fue menester que un trastorno político revelara súbitamente la pavorosa situación de


nuestro pueblo para que un parlamento despachara en sesión memorable, un proyecto que desde
el año 1921 reclamaba su aprobación, y así, el 8 de septiembre de 1924, se instituyó ley de la
República al Seguro Obligatorio de Enfermedad, Invalidez y Pensión de Vejez, piedra fundamental
sobre la cual se levantará la futura legislación social de Chile. (7)
Las disposiciones de nuestra ley están inspiradas en la legislación social vigente en la casi
totalidad de los países europeos y en gran parte de los estados de la Unión Norte Americana y
viene, por decirlo así, a continuar la teoría de ‘la evolución del riesgo profesional’, ampliándola a la
enfermedad común y a la vejez.” (8)

“El seguro de enfermedad es una manifestación del amplio espíritu de cooperación social,
que revela en los pueblos una conciencia superior de los deberes de solidaridad humana.

En Chile, hasta ayer, los obreros afectos al riesgo de enfermedad o invalidez, debían
afrontarlos con sus propios medios de suyo escasos y quienes no los tenían debían golpear a las
puertas de a caridad pública para obtener, las más de (12) las veces, o un rechazo o una atención
deficiente porque el número de solicitantes era inmensamente superior al número de los que se
podía –materialmente –atender.

Por esta razón nuestra mortalidad general aumentaba hasta nivelarse con la China y
nuestro pueblo adquirió la costumbre de cuidarse por sí mismo o por procedimientos
absolutamente anticientíficos y nocivos por personas ajenas de preparación profesional.(…)

En casi todas partes la legislación del seguro social, nace imperfecta e incompleta, lo cual
trae evidentes ventajas porque permite introducir en ellas las modificaciones que aconseja su
práctica. (13)

En Chile ya fue modificada la ley 4054 por decreto de 19 de octubre del presente año y no
es aventurado decir que nuestra ley será materia de otras modificaciones. Ojalá que ellas
respondan a necesidades efectivas y sean bien estudiadas. (14)

Dentro de la cotización variable, la ley 4054 implantó en Chile la cotización del tanto por
ciento, la más equitativa y justiciera de todas y la más fácil de recaudar.(15) (…)

Salvador Cruz Gana

Jefe de la Sección Propaganda de la

Caja de Seguro Obrero

Obligatorio

Das könnte Ihnen auch gefallen