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La creatividad
y las formas de analogía
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No podemos detenernos a examinar el papel ejercido por las
matemáticas de la era islámica en el desarrollo ulterior de esta disciplina.
Parece innegable que la historiografía tradicional había postergado in-
justamente el rol que desempeñaron notables cultivadores del saber du-
rante el período áureo del Islam, carencia que, en décadas más recientes,
ha comenzado a subsanarse (cf. R Rashid, Entre Arithmétique et Algèbre:
Recherches sur l’Histoire des Mathématiques Arabes, Société d’Édition Les
Belles Lettres, París 1984). Cabe esperar que el acceso a un mayor número
de fuentes y el estudio más profundo de las ya conocidas contribuya a es-
clarecer esta cuestión neurálgica a la hora de pincelar una panorámica rig-
urosa sobre la evolución del pensamiento filosófico, matemático y cientí-
fico en Occidente.
18
Oeuvres Gauthier-Villars, París 1867-92, vol. VII, 271.
19
Cf. M. Kline, El Pensamiento Matemático de la Antigüedad a
Nuestros Días, Alianza, Madrid 1999, vol. I, 408.
20
Cartas sobre la Educación Estética del Hombre, Anthropos,
Barcelona 1990, 365.
21
Discurso del Método, Colihue, Buenos Aires 2009, 21.
25
Se trata del artículo seminal “Nova methodus pro maximis et
minimis, itemque tangentibus, quae nec fractas nec irrationales quantitates
moratur, et singulare pro illis calculi genus”, Acta Eruditorum 3 (1684),
467-473. El estudio de los manuscritos de Leibniz (por ejemplo, en las edi-
ciones elaboradas por C.I. Gerhardt y C. Couturat), en su mayoría inéditos
hasta décadas e incluso siglos después de su muerte, nos revela un mundo
fascinante, un torrente de ideas, fiel reflejo de su saber universal, de su
talento incesante para explorar nuevas áreas del conocimiento e inundar
cada una de estas parcelas con planteamientos originales. Pocos intelec-
tos han gozado de una amplitud de intereses tan conmovedora y de unas
habilidades tan versátiles como la mente de Leibniz, personificación del
genio.
26
A Treatise on Probability, Macmillan, Londres 1921, 258.
29
Monadología, Pentalfa, Oviedo 1981, n. 6.
tan amplio como para descubrir una idea absolutamente pura, virginal,
intacta, jamás percibida por ninguna mente humana, como un amanecer
que despuntase por vez primera y prístina sobre el difuso horizonte del
intelecto. Lo importante es la fertilidad que una cierta noción haya encon-
trado gracias a un autor concreto, gracias a quien ha sabido extraer todo su
jugo y ponderar sus verdaderas consecuencias. Sostener la relatividad del
tiempo no es, después de todo, una opción tan inverosímil y complicada;
entender cabalmente lo que implica y ser capaz de concebir un modelo
teórico que la sustente entraña una empresa indudablemente más ardua y
acuciosa.
31
B. Riemann, “Sobre las hipótesis en que se funda la geometría”,
en S.W. Hawking (ed.), Dios Creó los Números. Los Descubrimientos
Matemáticos que Cambiaron la Historia, Crítica, Barcelona 2006, 751.
32
Cf. E. P. Wigner, “The unreasonable effectiveness of mathemat-
ics in the natural sciences. Richard courant lecture in mathematical sci-
ences delivered at New York University, May 11, 1959”, Communications
on Pure and Applied Mathematics 13/1 (1960), 1-14. Este interrogante,
que ha intrigado a científicos de la talla de Einstein o Wigner, aún hoy de-
spierta fascinación. Cf. M. Livio, “Why math works”, Scientific American
305/2 (2011), 80-83.
recónditas.
2) Los trabajos de Georg Cantor sobre la teoría de
conjuntos y los números transfinitos, motivo de
agrias críticas en su época –finales del siglo XIX–,
pero hoy una pieza clave de la lógica y de la ma-
temática, ponen de relieve la posibilidad de des-
bordar nuestra noción intuitiva de infinito. Con
su desarrollo pionero de la teoría de conjuntos,
Cantor realizó contribuciones de notable impor-
tancia al estudio de los fundamentos de la mate-
mática. Definió un “conjunto” [Menge] como
cualquier agrupación en un todo [Zusammen-
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Cantor también define un conjunto o agregado como “jedes
Viele, welches sich als Eines denken lasst” (toda multiplicidad que puede
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Los trabajos sobre lógicas polivalentes, a los que hemos aludido
fugazmente, apuntan hacia una progresiva ruptura con la tiranía, de apari-
encia inexorable, que ejerce el principio de no contradicción. Desbordar
esta ley, rebasar su alcance, concebir un pensamiento capaz de plantearse
escenarios ajenos a la primacía de principios como el de identidad y el de
no contradicción, simbolizaría quizás el mayor triunfo de la imaginación,
de la mente en su libre discurrir, sobre el rígido imperio de la necesidad.
Cuando establecemos que A nunca puede equivaler a “no A”, ¿qué quer-
emos decir? Después de todo, nos referimos a que lo irreductible de A,
aquello que podríamos equiparar con su esencia hipotética, nunca puede
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Sabemos que no es posible la “raíz cero” de un número ( n ), salvo en el
caso de la unidad, porque ninguna otra cifra elevada a cero producirá una
cantidad distinta de 1. Además, la raíz cero de 1 posee infinitas soluciones,
pues cualquier número elevado a cero equivale a 1. Pero la mente humana
puede postular, ex hypothesi, lo que se nos antoja esquivo a toda compren-
sión puramente racional (en su acepción más rígida, menos flexible, me-
nos apta para explorar otras dimensiones del intelecto, de su coherencia
y de su consistencia). Puede inventar un número imposible que, elevado a
cero, genere cualquier cantidad arbitraria, y también puede, en sintonía
con la estela pionera trazada por Cantor, estudiar sistemáticamente las in-
determinaciones clásicas de la matemática (como x/0, y/0…) e investigar
si en realidad responden a diferentes tipos, de manera que consideremos
x/0 como una entidad diferente de y/0, de forma análoga a como hemos
advertido la existencia de diversas clases de infinito. Obviamente, se trata
de meras especulaciones destinadas a ilustrar una convicción básica: la cre-
atividad matemática del ser humano debe carecer de límites precisos.
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El célebre texto de Laplace reza de este modo: “Así pues, hemos
de considerar el estado actual del universo como el efecto de su estado
anterior y como la causa del que ha de seguirle. Una inteligencia que en
un momento determinado conociera todas las fuerzas que animan a la
naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la componen,
si además fuera lo suficientemente amplia como para someter a análisis
tales datos, podría abarcar en una sola fórmula los movimientos de los
cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligero; nada le re-
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41
Cf. P. A. R. Ade et al. “Planck 2013 results. I. Overview of prod-
ucts and scientific results”, arXiv preprint arXiv:1303.5062 (2013).
42
Cf. M.B. Green, J.H. Schwarz, E. Witten, Superstring Theory,
Cambridge University Press, Cambridge 2012.