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Seguir una dieta balanceada que contenga bastantes alimentos ricos en hierro;
Beber abundante agua u otros líquidos saludables, limpios y seguros;
Utilizar sal yodada al cocinar los alimentos. Las mujeres que tienen un déficit
de yodo cuando quedan embarazadas, corren un riesgo de tener un hijo con
daño mental y físico.
Si la mujer tiene muy bajo peso al inicio del embarazo o se desnutre durante el mismo,
es más probable que su hijo tenga un bajo peso al nacer. Los niños y niñas que nacen
con bajo peso, tienen un mayor riesgo de:
Siempre ha existido la idea de que una mujer embarazada debe comer más de lo habitual;
pero hay que prestar atención tanto a la cantidad como a la calidad. Se deben vigilar y
recomendar los nutrientes básicos para las funciones vitales de la madre y el desarrollo del hijo
o hija. Entre estas funciones están la formación de “el cuerpo del niño o niña, tejidos,
músculos, huesos, uñas, dientes y otros, y la sangre, que le va a dar vida y salud a
ese cuerpo”.
Durante el embarazo se necesitan calorías extras, más proteínas, zinc, vitamina A,
vitamina C, ácido fólico y mucho más hierro. Las necesidades de energía y de la
mayoría de los nutrientes aumentan durante el embarazo y la lactancia. Las
necesidades de hierro y ácido fólico durante el embarazo son tan altas que es
aconsejable dar suplementos de estos nutrientes.
Es importante que las mujeres coman bien durante su embarazo desde el primer
trimestre, para que el cerebro y el cuerpo del niño se desarrollen de forma apropiada.
Las mujeres que inician su embarazo con un peso normal deberían ganar alrededor de
1 Kg. de peso mensual en el segundo y tercer trimestre del embarazo. Durante el
segundo trimestre, las embarazadas deben empezar a aumentar gradualmente su
alimentación. Los alimentos se deben distribuir en tres, cuatro o cinco comidas
diarias, procurando cada día escoger diversos alimentos de los recomendados en las
secciones anteriores. Alimentación de la madre lactante:
Alimentación de la madre lactante:
Durante la lactancia las mujeres necesitan un poco más de calorías extras que en el
embarazo y más proteínas, calcio, zinc, vitamina A, vitamina C y ácido fólico.
Deben recibir una alimentación que además de cubrir sus necesidades, le permita
formar suficiente leche para amamantar al niño y que éste crezca sano y normal.
Por ello debe aumentar las cantidades de alimentos especialmente la leche o queso,
carne o huevo, vegetales verdes y amarillos y frutas. La composición de la leche de la
mujer sufre una serie de variaciones, que hace que se distingan tres clases de leche:
la primera leche o calostro (del primero al quinto día), leche transición (sexto a
decimocuarto día) y leche madura o definitiva.
Esperar al menos dos o tres años entre los embarazos para que su cuerpo se
recupere totalmente.
No tener hijos cuando la mujer es demasiado joven (menor de 18 años) o
demasiado mayor para un embarazo (mayor de 40 años)
Esperar al menos un año entre el término de la lactancia materna y el inicio de
un nuevo embarazo. Esto da a la mujer la oportunidad de recuperar sus
reservas de grasa, hierro y otros nutrientes. Si existe deficiencia de vitamina
A, las mujeres deberían recibir un suplemento de esta vitamina tan pronto
como sea posible después del parto, pero no más allá de las seis semanas
posteriores.
Lactancia natural y alimentación en el primer año de vida
Una correcta alimentación del niño durante los primeros años de vida puede repercutir
positivamente en su estado de salud, así como en su habilidad para aprender,
comunicarse con los demás, pensar y racionalizar, socializarse, adaptarse a nuevos
ambientes y personas y, sobre todo, en su rendimiento escolar. Una buena
alimentación puede influir notablemente en su futuro.
La alimentación es la base necesaria para un buen desarrollo físico, psíquico y social
de los niños. Por ello, una dieta saludable es vital para que su crecimiento sea óptimo.
Es recomendable no abusar de las grasas vegetales y comer al menos, cinco veces al
día frutas y verduras.
Durante los primeros seis meses de vida, la lactancia materna exclusiva, satisface
totalmente los requerimientos nutricionales del niño o niña, ofrecerle otros alimentos a
esta edad, puede tener muchos riesgos que afecten su crecimiento y su salud.
LACTANCIA EXCLUSIVA
Lactancia exclusiva significa que el bebé recibe
como alimento sólo leche materna, y ningún otro
tipo de líquidos o sólidos, excepto gotas de
suplementos vitamínicos y minerales o algún
medicamento indicado por el médico.
Los bebés deben alimentarse con lactancia
exclusiva durante los primeros seis meses de vida
Aconsejar a la madre dar lactancia exclusiva a su
bebé hasta que tenga seis meses de edad.
La leche materna es el único alimento capaz de satisfacer todas las necesidades de
nutrientes durante los primeros seis meses de vida.
Proporciona además suficiente agua aun en climas cálidos, y es la fuente de líquido
más segura.
La lactancia exclusiva reduce el riesgo de diarrea y de otras infecciones.
Dar al bebé cualquier otro tipo de alimento o bebida aumenta el riesgo de diarrea.
Los niños alimentados sólo con leche materna presentan un menor riesgo de
enfermedades infecciosas, menor frecuencia de cuadros alérgicos durante el primer
año de vida y menor riesgo de desarrollar obesidad, diabetes y otras enfermedades
crónicas en etapas posteriores de la vida.
Además de una nutrición óptima, los niños alimentados con lactancia materna
exclusiva presentan mejores patrones afectivos y emocionales, y tienen un menor
riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria en la infancia.
La ingesta adecuada para los lactantes de 0 a 6 meses de edad es de 210 mg/día, y
para los lactantes de 7 a 12 meses de edad es de 270 mg /día.
LA ALIMENTACIÓN DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 MESES
A partir los 6 meses el bebé está listo para consumir otros alimentos además de la
leche materna, que hasta ese momento había sido su alimento exclusivo, ya que ha
madurado fisiológica y neurológicamente como para recibir, digerir (su sistema
digestivo ya está lo suficientemente maduro) y absorber otros alimentos diferentes a la
leche.
Además de estar preparado fisiológicamente para incorporar nuevos alimentos, su
organismo necesita de la energía y los nutrientes que estos aportan para continuar
creciendo y desarrollándose, dado que los requerimientos nutricionales aumentan con
el paso de los meses. Y si bien la leche materna continua siendo una importante
fuente de calorías, nutrientes y protege al bebé (inmuniza) de diversas enfermedades
la demanda energética es otra a partir de los 6 meses.
Al comienzo los alimentos deben darse al bebé entre las tomas de pecho o biberones,
para no sustituirlos. Y recién cuando el bebé come una comida completa, es decir
primer plato y postre, se puede sustituir el pecho o biberón correspondiente.
A los 6 meses
En general, cuando se comienzan a incorporar los alimentos a la dieta del bebé, se
empieza con el puré de frutas (banana y manzana, aunque dependiendo del país y de
la fruta de estación se puede variar), que al ser dulce es más fácilmente aceptado por
este y además es un importante aporte de energía por ser fuente de carbohidratos,
fibras, antioxidantes, minerales y vitaminas. Aproximadamente a los 15 días de haber
comenzado con la fruta se puede empezar con la verdura (puré de papa, zapallo,
zanahoria, con una hoja de espinaca y unas gotas de aceite de oliva o girasol). Las
verduras también aportan minerales y vitaminas muy importantes para la nutrición del
bebé. El puré debe ser suave, espeso, apenas deslizarse en el plato y puede estar
acompañado con un poco de leche materna o de fórmula, para que el niño lo acepte
mejor y además se facilite su digestión.
A los 10 días, aproximadamente, de haber comenzado con las verduras se puede
agregar la carne (proteínas de origen animal) a la alimentación, ya que ahora el bebé
está listo para asimilar proteínas más complejas que las de origen vegetal. Las carnes
pueden ser de vaca, pollo (sin piel) o cordero, sin grasa, a la plancha, hervida o a la
parrilla. Se debe agregar, aproximadamente, una cucharada bien picada (no
procesada ni licuada ya que así no se estimula la bebé a que mastique ni se le permite
identificar sabores y texturas distintas) al puré de verduras.
Al comenzar a comer alimentos sólidos, el bebé necesitará beber líquidos, si bien hay
muchos pediatras que no recomiendan los jugos de frutas cítricas en esta etapa por
ser fuente de alergenos (los aconsejan después de los 8 meses), hay otros que
igualmente recomiendan jugo de naranja y zanahoria a partir de los 6 meses de edad.
Sino el agua es siempre una excelente alternativa.
A los 7 meses
Se incorporan los cereales: Arroz, maíz y avena, que aportan proteínas, vitaminas,
minerales, ácidos grasos y tienen un alto valor energético.
A los 8 meses
Se introduce el trigo y la cebada en galletas, pan, fideos, etc.
A los 9 meses
A los 9 meses se puede incorporar a la dieta el pescado, que se introduce unos meses
después que las otras carnes dado a que es una fuente de alergenos. Se aconseja un
pescado sin espinas cocido a la plancha o hervido, mezclado con el puré de verduras.
También se pueden introducir derivados de la leche como el queso, las cremas, flanes,
arroz con leche, etc.
A los 10 meses
A los 10 meses se introduce el huevo, primero la yema y alrededor de los 15 días la
clara (ya que es alergeno). El huevo se debe cocinar muy bien e incorporarse al puré
de verduras, no más de 1 o 2 a la semana. También se incorporan leguminosas como
garbanzos, judías.
A los 11 meses
Pueden comenzar a ofrecerse queso crema, gelatinas y otros alimentos del estilo.
A los 12 meses
Al cumplir el año el niño ya puede comenzar a incorporar todo tipo de alimentos y a
sentarse a la mesa con su familia y comer lo mismo que ellos. De todos modos se
aconseja que la introducción de nuevos alimentos y sabores se haga paulatina y
progresivamente, para que el niño pueda ir adaptándose de a poco.
Alimentación del pre escolar, escolar, adolescentes
EN ESTAS EDADES DEVEN EVITARSE ALIMENTOS QUE LLENAN SIN NUTRIR, COMO
DE REFRESCOS DE BOTELLAS CON COLORANTE ARTIFICIALES, CHURROS, CONFITES,
BOMBONES.
En este grupo existen subgrupos que obedecen a los marcados cambios que se
producen durante la pubertad (aproximadamente los 12 años), en cuanto a velocidad
de crecimiento, actividad física, desarrollo de la sexualidad y la personalidad. Esta
edad es la más difícil del individuo pues no es niño ni adulto. A esto se suma la
incomprensión de la sociedad que en ciertos momentos considera sus conductas
infantiles y en otros, propias de los adultos. La Organización Mundial de la Salud OMS
definió en 1975 adolescencia como la etapa en la cual hay cambios:
Requerimientos nutricionales:
Los estudios de requerimientos nutricionales en adolescentes son limitados,
estableciéndose las ingestas recomendadas para este colectivo por extrapolación de
los datos obtenidos en niños y adultos. Como las recomendaciones se indican en
función de la edad cronológica, y ésta no coincide en muchos casos con la edad
biológica, muchos autores prefieren expresarlas en función de la talla o el peso
Agua
Energía
Los requerimientos calóricos son superiores a los de cualquier otra edad y pueden
estimarse por el método factorial que supone la suma de metabolismo basal, actividad
física, termogénesis inducida por la dieta y coste energético del crecimiento y
aposición de nutrientes. A efectos prácticos, los cálculos para la obtención de las
necesidades energéticas se realizan a partir de las cifras de gasto energético en
reposo de la FAO/OMS de 1985, aplicando un factor de actividad de ligera a
moderada.
Proteínas
Grasas
Para hacer frente a sus elevadas necesidades calóricas. Proporcionan también ácidos
grasos esenciales y permiten la absorción de las vitaminas liposolubles. Las
recomendaciones en la adolescencia son similares a las de otras edades y su objetivo
es la prevención de la enfermedad cardiovascular. El aporte de energía procedente de
las grasas debe ser del 30-35% del total diario, dependiendo la cifra máxima de la
distribución de los tipos de grasa, siendo la ideal aquella en que el aporte de grasas
saturadas suponga menos del 10% de las calorías totales, los ácidos mono
insaturados, el 10-20% y los poliinsaturados, el 7-10%. La ingesta de colesterol será
inferior a 300 mg/día número de años. Conviene valorar los aportes en función de su
solubilidad, más que en términos absolutos de fibra dietética.
Tabla I de recomendaciones de energía y proteína
Hidratos de carbono
Deben de representar entre el 55% y el 60% del aporte calórico total, preferentemente
en forma de hidratos de carbono complejos que constituyen, también, una importante
fuente de fibra. Los hidratos de carbono simples no deben de constituir más del 10-12
% de la ingesta
Vitaminas
Los objetivos nutricionales son conseguir un crecimiento adecuado, evitar los déficits
de.
Hay que asegurar un aporte calórico suficiente, de acuerdo con la edad biológica y la
actividad física, que permita el crecimiento adecuado y mantener un peso saludable,
evitando sobrecargas calóricas en los casos de maduración lenta.
La distribución calórica de la ingesta debe mantener una proporción correcta de
principios inmediatos: 10-15% del valor calórico total en forma de proteínas, 50-60%
en forma de hidratos de carbono y 30-35% como grasa.
El reparto calórico a lo largo del día debe realizarse en función de las actividades
desarrolladas, evitando omitir comidas o realizar algunas excesivamente copiosas. Es
fundamental reforzar el desayuno, evitar picoteos entre horas y el consumo
indiscriminado de tentempiés. Se sugiere un régimen de cuatro comidas con la
siguiente distribución calórica: desayuno, 25% del valor calórico total; comido, 30%;
merienda, 15-20%, y cena 25-30%.
Debe potenciarse el consumo de agua frente a todo tipo de bebidas y refrescos, que
contienen exclusivamente hidratos de carbono simples y diversos aditivos.
Hay que procurar que la dieta sea variada, con vistas a proporcionar un correcto
aporte de vitaminas y oligoelementos. Como fuente de vitaminas liposolubles se debe
fomentar el consumo de hortalizas y verduras, en particular las de hoja verde, los
aceites vegetales, el huevo y los productos lácteos no descremados.
El hígado es muy rico en vitamina A. Las distintas vitaminas hidrosolubles se
encuentran en muy diversas fuentes: verduras, hortalizas, frutas, cereales no
refinados, carnes, derivados lácteos y frutos secos.
En la edad adulta del ser humano la dieta debe ser en relación consumo-gasto de 0,
destacando
factores como:
Los adultos necesitan beber al día por lo menos 1,5 litros de líquido, e incluso más, si
son físicamente activos. El agua es una buena fuente de líquido, pero la variedad
también puede ser agradable y saludable. Se pueden escoger líquidos alternativos,
como zumos, refrescos, té, café y leche.