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Historia Latinoamericana
Una nueva memoria para una nueva identidad. Pero también nuevas formas de
expresión que ligaban los sostenes tradicionales, los códices, los glifos y la
tradición oral al prestigio reciente y exótico de la escritura alfabética. La
tipografía, el canto gregoriano, la pintura renacentista, el grabado, el latín, la
contabilidad a la europea, fecundaron una cultura mixta como las hay muy
pocas en el Occidente moderno.
Los otomíes se habían convertido en una minoría étnica perdida entre otras. Su
identidad se reducía a las estrechas dimensiones de una subcultura urbana
replegada, esencialmente, en la lengua y los lazos del parentesco. Sobre todos
ellos, pueblo y caciques, pesaban los agobiantes estereotipos forjados por el
racismo más desenfrenado
La colonización de lo imaginario
Faltaba aún hacer entender a los indios los conceptos y los criterios que
organizaban la realidad definida por la Iglesia. La inmensa labor emprendida
por los religiosos chocaba con obstáculos infranqueables de los indígenas. Fue
así, que el mecanismo más aceptado para dicha transmisión fueron los frescos,
las pinturas y las esculturas. Sin embargo, la coacción cultural se abre paso
a través de la iconografía y el universo indígena se traslada de formas
sutiles a las imágenes cristianas, pintando al crucificado en medio de sus
divinidades o, más prudentemente disimulaban las imágenes antiguas detrás
de una pared o dentro de un altar, resultando, una misma forma comunicación
con lo divino por el camino del sueño o de la visión. Para suspender esta
distancia, era preciso que los indígenas tuvieran la experiencia subjetiva de lo
cristiano, que tuvo lugar por relatos de apariciones de la Virgen o santos que
llevaron a una heterogeneidad, afianzando la doctrina cristiana que no fue más
que un método de sometimiento de mentes hábiles en terrenos inhabitables
para la Corona española. El signo distintivo de esta subversión de la
realidad religiosa: La Virgen de Guadalupe.
Las comunicaciones entre las distintas regiones eran más seguras y eficientes
mediante el transporte ultramarino. Debido a la importante gran fragmentación
que se encontraba en el territorio hacia fines del siglo XVIII.
En este contexto se da una Hispanoamérica contradictoria. En la cual hay en
su conjunto, algunos rasgos comunes, la incidencia de la iglesia en lo social,
político y económico; la existencias de casta bien definidas y reafirmadas, en
donde la supremacía la tienen los blancos peninsulares y cristianos, la
diferenciación por castas es un elemento estabilizador, destinado a impedir el
ascenso social de los sectores urbanos inferiores mediante la administración, el
ejército y la iglesia. En este contexto, el ascenso social era prácticamente nulo.
Chile: es una de las regiones más aisladas de todas; En el siglo XVIII, había
tenido un crecimiento lento, en la producción de metales preciosos para la
exportación; hay poca diversificación en la economía por falta de compradores,
solo lima le compra trigo; la población crece más rápido que la economía, y es
sobre todo rural y formada por blancos y mestizos; el avance demográfico, se
da sin transformaciones notables de la estructura social, el campo es dominado
por la gran propiedad, la explotación semi-feudal, sube la proporción de
peninsulares, hay más burócratas y comerciantes en las clases altas, No se
logra integrar a los indios ( araucanos) a la sociedad, sin embargo, se genera s
lo largo de tres siglos un importante sector mestizo con fuerte influencia cultural
española; escaza población negra y mulata.
El edificio colonial que había durado varios siglos, entró en rápida disolución a
principios del siglo XIX; en 1825 Portugal había perdido sus tierras americanas,
y España solo conservaba a Cuba y Puerto Rico.
Entre 1800 y 1810, surgen una serie de episodios, a nivel local los cuales
prefiguran y preparan la revolución. Mostraban en primer término, el
agotamiento de la organización colonial: en más de una región crisis abiertas,
en otras, debilitamiento y vacilaciones de las autoridades ante posibles crisis.
En el naufragio, del orden colonial, los puntos reales de disidencia eran las
relaciones metrópoli- Indias y el lugar de los peninsulares en estas. En estas
condiciones, las fuerzas cohesivas que en España eran tan fuertes contra
napoleón, en Hispanoamérica contaban bastante poco (ni la veneración por el
rey cautivo, ni la confianza en un nuevo orden, tenían adeptos fervorosos),
lograban aglutinar a Hispanoamérica, entregadas a tensiones internas cada vez
más insoportables.
Se abrirá entonces, una guerra civil que surge en los sectores privilegiados
(criollos vs peninsulares): cada uno de los bandos buscará, para ganar,
conseguir adhesiones en el resto de la población. La participación de las masas
en la revolución será muy variable según las regiones
Hasta 1814, España no pudo enviar tropas peninsulares para reprimir a las
Colonias sublevadas; y a pesar de estas condiciones favorables a las luchas
por la Independencia, la revolución sólo avanzó aun sustancialmente en
Venezuela y Nueva Granada (Colombia).
Así, tras la restauración que se da hacia 1815, la guerra vuelve a surgir, pero
ahora con un nuevo carácter. La metrópoli se esfuerza por suprimir
completamente el movimiento revolucionario, lo que transforma La guerra civil
en una guerra colonial. El bando de los realistas (metropolitanos y criollos)
estará dividido prontamente, por fuertes rivalidades.
Las victorias realistas de 1814-15, hicieron pensar que España enviaría mayor
cantidad de hombres y armas para mantener su dominio en América. No fue
así, debido a la existencia de numerosos problemas internos en la metrópoli.
Además la situación económica caótica (consecuencia de la guerra peninsular)
hacía difícil una reconquista costosa.
También, hay cambios en la iglesia, ya que ésta había estado muy vinculada
a la corona, ahora debe ponerse al servicio del nuevo poder: empobreciéndose
y subordinándose al poder político; en algunas zonas, como México,
Guatemala, Nueva Granada o Ecuador, el cambio es limitado y compensado
por el nacimiento de un prestigio popular muy grande.
Pero no solo los 15 años de guerra fueron la causa de esto último. Una de las
modificaciones más fundamentales que acarrea la revolución fue la brutal
transformación de las estructuras mercantiles, ya que, desde 1810 toda
Hispanoamérica se abrió plenamente al comercio extranjero.
La miseria estatal se debía a que las importaciones superaban por mucho a las
exportaciones. La economía muestra una Hispanoamérica estancada, en la
que, la victoria del terrateniente sobre el mercader se debe, sobre todo, a la
decadencia de este y no basta para inducir un aumento de producción tal como
se había pensado en 1810. Hispanoamérica aparece entonces encerrada en un
nuevo equilibrio, mucho más estático que el colonial.
Los avances de Brasil, incluidos los de la política, van a ser efímeros, pero por
el momento parecen confirmar la superioridad de la solución neo-portuguesa
frente a la neo-española.
Se plantea que Hispanoamérica, fue incapaz de superar las divisiones ya
existentes. Y que esta incapacidad se manifiesta a través del fracaso de las
tentativas de reorganización.
La antigua presidencia de Quito, luego de una lucha civil entre las sierras y la
costa, tiene una línea de desarrollo sencilla, Los representantes de ambos
comparten el poder y se suceden en la presidencia.
En este contexto, hacia 1845 hay bastante descontento, sobre todo en las
elites que no tienen tanto poder político. Ello se expresará en la conformación
de una oposición liberal.
América Central, no conoció las dificultades de la resistencia realista,
Separada de México surgen las Provincias Unidas de la América Central (1821-
38). La corta vida de esta Confederación fue producto de la desgarradora lucha
entre los conservadores y liberales. Esta lucha se identifica con la oposición
entre Guatemala (dominada por una minoría española de estilo señorial) y El
Salvador, que proporciona la mayor parte de las exportaciones (índigo) de
propiedad más dividida y población mestiza.
Recién cuando Brasil, unido a Montevideo y Urquiza, forman una coalición anti-
rosista, sé logra derrotar a Rosas. En esta época Argentina prosperó, si bien
especialmente Buenos Aires, también lo hicieron las provincias del interior
donde ahora sus elites urbanas reconquistan el poder en forma pacífica y
victoriosa.