Sie sind auf Seite 1von 13

DERECHO ADMINISTRATIVO Y DEMOCRACIA.

A LOS 100 AÑOS DE LA CÁTEDRA (1909-2009)1

Allan R. Brewer-Carías
Profesor de la Universidad Central de Venezuela
Adjunct Professor of Law, Columbia Law School

Comienzo agradeciendo muy especialmente al decano Jesús María Casal,


por su afectuoso y generoso gesto al invitarme que escribiera estas palabras de
Salutación para ser leídas por él, dada mi obligada ausencia del país, en estas
Jornadas Conmemorativas del Centenario de la Cátedra de Derecho Adminis-
trativo.
Un Siglo, sin duda, siempre es un tiempo memorable para recordar y cele-
brar, como ocurre con esta celebración del Centenario de la Cátedra de Dere-
cho Administrativo, la cual fue fundada, como todos sabemos, en 1909, en un
momento muy especial en nuestra historia político constitucional, que coinci-
de con el proceso de consolidación del Estado Nacional en el país, pero en el
marco de un Estado Centralizado del cual se acababa de apoderar Juan Vicen-
te Gómez, iniciando así el régimen autoritario con el cual regiría el país en las
décadas sucesivas.
En los primeros cincuenta años de la Cátedra, hasta 1958, el derecho ad-
ministrativo fue, por tanto, el derecho relativo a un Estado centralizado y auto-
ritario, cuyo contenido se reducía a regular con cierta superficialidad, la orga-
nización y funcionamiento de su Administración Pública, sin que en el mismo
pudieran identificarse aspectos sustantivos y menos aún, planteamientos que
tuvieran relación con los posibles derechos de los administrados en sus rela-
ciones con la Administración Pública. Aquél no era tiempo de poder pensar en
regular en forma alguna, las garantías jurídicas de los administrados frente a la
Administración, ni las limitaciones que debían establecerse a los poderes de
esta, ya que no existía democracia como régimen político, ni tenía vigencia el
principio de la separación de poderes, que le es consustancial; ni existía, por

1 Salutación leída por el profesor Jesús María Casal, Decano de la Facultad de Derecho de la
Universidad Católica Andrés Bello, en las Jornadas Conmemorativas del Centenario de la Cá-
tedra de Derecho Administrativo en Venezuela, Caracas 16 de junio de 2009.
supuesto, la posibilidad efectiva alguna de controlar judicialmente la actividad
administrativa.
El derecho administrativo, por tanto, no es ni puede ser lo mismo en un Es-
tado autoritario, que en un Estado democrático. En el primero, lejos de un
equilibrio entre los poderes de la Administración y los derechos de los particu-
lares, lo que existe es más bien un marcado desequilibrio a favor del régimen
de la Administración, con pocas posibilidades de garantía de los derechos de
los particulares frente a su actividad. En cambio, el equilibrio antes menciona-
do sólo tiene posibilidad de pleno desarrollo en Estados con regímenes demo-
cráticos, donde la supremacía constitucional esté asegurada, la separación y
distribución del Poder sea el principio medular de la organización del Estado,
donde el ejercicio del Poder Público pueda ser efectivamente controlado, y
donde los derechos de los ciudadanos puedan ser garantizados por un Poder
Judicial independiente y autónomo. Nada de ello se encuentra en los Estados
con regímenes autoritarios, así sus gobernantes hayan tenido origen electivo.2
Yo me topé con el derecho administrativo precisamente al concluir esos
primeros cincuenta años de la Cátedra coincidente con el régimen de Estado
autoritario, cuando todavía no se había iniciado la segunda etapa correspon-
diente a los siguientes cincuenta años que correspondieron al período del Es-
tado democrático, durante el cual progresivamente se fueron limitando las po-
testades públicas, se fue afianzando el principio de la legalidad y el de la sepa-
ración de poderes, se reconocieron los derechos de los ciudadanos en sus rela-
ciones frente a la Administración, y se aceptó que ésta tenía efectivamente que
someterse a control judicial.
Ha sido precisamente en esa segunda mitad de la historia de la Cátedra, el
período en el cual yo he tenido el privilegio vital de haber estado vinculado a
la misma, tiempo en el cual nuestra asignatura adquirió un desarrollo e in-

2 Véase Allan R. Brewer-Carías, “El Derecho a la democracia entre las nuevas tendencias del
derecho administrativo como punto de equilibrio entre los poderes de la Administración y los
derechos del Administrado,” en Revista Mexicana “Statum Rei Romanae”de Derecho Adminis-
trativo. Homenaje al profesor Jorge Fernández Ruiz, Asociación Mexicana de Derecho Admi-
nistrativo, Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León,
México 2008, pp. 85-122; y “Prólogo: Sobre el derecho a la democracia y el control del poder”,
al libro de Asdrúbal Aguiar, El derecho a la democracia. La democracia en el derecho y la ju-
risprudencia interamericanos. La libertad de expresión, piedra angular de la democracia, Edi-
torial Jurídica Venezolana, Caracas 2008, pp. 19 ss.

2
fluencia extraordinarias sin parangón en alguna otra de las cátedras de las Fa-
cultades de derecho. En ese tiempo, sin duda, el derecho administrativo domi-
nó el campo del derecho, y ese fue el tiempo, precisamente, del afianzamiento
de la democracia en Venezuela.
En ese año de 1958, cuando comenzó el régimen político democrático en
el país, fue cuando me topé con el Derecho Administrativo como asignatura
de la carrera de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Central
de Venezuela. Esta materia la comencé a estudiar en el curso de Derecho Ad-
ministrativo I que daba el profesor Gonzalo Pérez Luciani, y la continué estu-
diando al año siguiente, en 1959, en el curso de Derecho Administrativo II que
daba el profesor Tomás Polanco Alcántara. Con ocasión de esos dos cursos, en
1959, hace exactamente cincuenta años, el Centro de Estudiantes de la Facul-
tad de Derecho de la Universidad Central, me solicitó publicar en forma mul-
tigrafiada un escrito denominado Esquemas de Derecho Administrativo I3 que
yo había redactado para mi estudio personal siguiendo el curso del profesor
Pérez Luciani.
La verdad es que no se trataron de “apuntes” tomados en sus clases, sino
de un texto que redacté en forma autónoma siguiendo el Programa de la asig-
natura y destacando los diversos aspectos que trataba el profesor en clase. En
esos Esquemas desarrollé el contenido de la materia apelando a la bibliografía
que sobre derecho administrativo existía en aquel entonces en el país, muy es-
casa por cierto, recordando ahora entre los libros y trabajos consultados, las
Lecciones del curso que había dado el profesor Moles Caubet;4 el Tratado de
Sayagués Lazo5 de Uruguay; los libros de Villegas Basavilbaso y Bielsa de
Argentina;6 el libro de Fraga7 de México; los de Merkl y Fleiner,8 de Alema-

3 Véase Esquemas de Derecho Administrativo I (Tesis 1 A 16), (Curso de Profesor Gonzalo Pé-
rez Luciani, Segundo año), Edición del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho, Uni-
versidad Central de Venezuela, multigrafiado, Caracas 1960, 96 pp.
4 Véase Antonio Moles Caubet, Lecciones de Derecho Administrativo, Curso 1956-1957, Cara-
cas.
5 Véase Enrique Sayagués Laso, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo 1, Montevideo 1953.
6 Véase Rafael Villegas Basavilbaso, Derecho Administrativo, 6 Tomos, Buenos Aires 1949-
1956; Rafael Bielsa, Derecho Administrativo, Buenos Aires 1955, y Ciencias de la Administra-
ción, Buenos Aires 1937.
7 Véase Gabino Fraga, Derecho Administrativo, México 1955.

3
nia, los de Jèze y Waline9 de Francia; el de Zanobini10 de Italia; y algunos
otros más que conseguí en librerías y en la vieja Biblioteca de la Facultad,
como el de Castro Martínez11 de Colombia.
Muchos de esos autores, por supuesto, serán desconocidos para casi todos
ustedes, pero es que en la época aquí no teníamos acceso a muchos más doc-
trinarios. Recuerden que en 1958 fue que se fundó la Revista de Administra-
ción Pública de España, de cuyas páginas y grupo salió la pléyade de adminis-
trativistas españoles que hoy son de primera lectura. En cuanto al libro del
profesor Polanco, se publicó en 1959,12 y el Manual del profesor Lares Martí-
nez salió publicado por primera vez en 1964.13 En esa época, por lo demás, el
libro del profesor Hernández Ron publicado inicialmente en 1937,14 era total-
mente desconocido.
Por esos “Esquemas” que con esa escasa bibliografía elaboré en aquella
época, estudiaron muchos alumnos en los años subsiguientes hasta que unos
años después le solicité al Centro de Estudiantes que no los siguiera publican-
do. Como desde 1963 ya yo me encontraba dando clases en los dos cursos de
la asignatura, consideré que no tenía lógica que mis alumnos de entonces pu-
dieran estudiar para mis cursos, por aquellos Esquemas que yo había redacta-
do como estudiante, y que incluso seguían un Programa que yo mismo como
profesor estaba proponiendo cambiar.
Este medio siglo de mi vinculación a la Cátedra también deriva de que fue
precisamente en 1960, cuando como estudiante, después de trabajar unos me-
ses como auxiliar de investigación con el profesor Manuel García Pelayo en el
Instituto de Estudios Políticos, ingresé como auxiliar de investigación en el

8 Véase Adolfo Merkl, Teoría General del Derecho Administrativo, México 1935; Fritz Fleiner,
Instituciones de Derecho Administrativo, Barcelona 1933.
9 Véase Gastón Jèze, Principios Generales del derecho Administrativo, 6 Tomos, Buenos Aires,
1949-1950; Marcel Waline, Droit Administratif, Paris 1957.
10 Véase Guido Zanobini, Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1954.
11 Véase José Joaquín Castro Martínez, Tratado de Derecho Administrativo, Bogotá 1950
12 Véase Tomás Polanco Alcántara, Derecho Administrativo Especial, Cursos de Derecho, Cara-
cas 1959.
13 Véase Eloy Lares Martínez, Manal de Derecho Administrativo, Caracas 1964.
14 Véase J. M. Hernández Ron, Tratado Elemental de Derecho Administrativo, 2 Vols., Caracas,
1937. Segunda edición, 3 tomos, Caracas 1943.

4
Instituto de Derecho Público de la misma Universidad Central, entonces bajo
la dirección del profesor Antonio Moles Caubet, institución en la cual perma-
necí hasta 1987. En ese mismo año de 1960 también fue cuando comencé a
trabajar en la recopilación de la jurisprudencia administrativa y constitucional,
entonces totalmente desconocida por todos, en el Instituto de Codificación y
Jurisprudencia del entonces Ministerio de Justicia; tarea que luego continué
sin parar.15
También fue, en 1960, hace precisamente medio siglo, cuando apareció
publicado mi primer estudio jurídico sobre derecho administrativo que versó
sobre el procedimiento administrativo en materia de regulación de alquileres,
y que se publicó como “Colaboración Estudiantil” en la Revista del Colegio de
Abogados del Distrito Federal.16
Por todo ello, la celebración del centenario de la Cátedra también pasa por
celebrar esta media centuria de mi vinculación con la misma, desde cuando en
1959 tuve el privilegio de toparme con los tres profesores que antes he men-
cionado, Gonzalo Pérez Luciani, Tomás Polanco Alcántara y Antonio Moles
Caubet, quienes sin duda, junto con el profesor Eloy Lares Martínez, fueron
los que en una forma u otra sentaron las bases del derecho administrativo con-
temporáneo en nuestro país. Esas bases fueron precisamente las que a mi me
correspondió desarrollar, aún cuando con aliento propio, en buena parte del
último medio siglo transcurrido donde construimos un derecho administrativo
del Estado democrático, ahora lamentablemente en vías de extinción.
Como bien sabemos, el derecho administrativo es ante todo un derecho es-
tatal17, es decir, un derecho del Estado, que está destinado a regular su organi-
zación y su actividad, particularmente de su Administración Pública, así como
el ejercicio de la función administrativa por los entes públicos, y las relaciones
jurídicas que se establecen entre las personas jurídicas estatales y los adminis-
trados. Pero al ser un derecho que regula al Estado, por supuesto siempre se nos
configura como un derecho dinámico, en constante evolución, respondiendo a

15 Véase Jurisprudencia de la Corte Suprema 1930-1974 y Estudios de Derecho Administrativo,


Instituto de Derecho Público, Universidad Central de Venezuela, 6 Tomos, Caracas 1975-1979.
16 Véase Allan R. Brewer-Carías, “Estudio sobre la Ley de Regulación de Alquileres de 1° de
agosto de 1960,” en Revista del Colegio de Abogados del Distrito Federal, Nº 113, Año XXIII,
Caracas 1960, pp. 217-232.
17 Véase André Demichel, Le droit administratif. Essai de réflexion théorique, París, 1978, p. 14.

5
las transformaciones que se operan en el ámbito social y político de cada so-
ciedad18 y, particularmente, respondiendo al tipo de Estado que se configura
en cada sociedad y en cada tiempo.
Por ello, la existencia del solo derecho administrativo no garantiza equili-
brio alguno entre el poder del Estado y los derechos ciudadanos. Si el Estado
está configurado en forma autocrática, respondiendo a un modelo centralizado
y autoritario, estas relaciones son básicamente de sujeción, mostrando las
normas un profundo desequilibrio entre los poderes y prerrogativas del Estado
y los derechos y garantías de los administrados, inclinando la balanza preci-
samente en beneficio de los entes públicos. En cambio, si el Estado está confi-
gurado en una sociedad democrática, respondiendo a un modelo de Estado
descentralizado basado en la separación de poderes y el principio de legalidad,
estas relaciones son básicamente de equilibrio entre los poderes y prerrogati-
vas del Estado y los derechos y garantías de los administrados, precisamente
en beneficio de estos últimos. Simplemente, tal y como lo destacó la Sala Polí-
tico Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en 2000, antes de que
comenzaran a demolerse las instituciones democráticas en el país:
“El derecho administrativo se presenta dentro de un Estado social de de-
recho como el punto de equilibrio entre el poder (entendido éste como el
conjunto de atribuciones y potestades que tienen las instituciones y auto-
ridades públicas, dentro del marco de la legalidad), y la libertad (entendi-
da ésta como los derechos y garantías que tiene el ciudadano para convi-
vir en paz, justicia y democracia).”
Por ello, concluía la Sala diciendo que:
“En este orden de ideas, el derecho administrativo es ante y por sobre to-
do un derecho democrático y de la democracia, y su manifestación está

18 Véase Alejandro Nieto “La vocación del derecho administrativo de nuestro tiempo”, Revista de
Administración Pública, Nº 76, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales 1975; también en
34 artículos seleccionados de la Revista de Administración Pública con ocasión de su centena-
rio, Madrid, 1983, pp. 880 y 881; y Martín Bassols, “Sobre los principios originarios del dere-
cho administrativo y su evolución”, en Libro homenaje al profesor Juan Galván Escutia, Va-
lencia, 1980, p. 57.

6
íntimamente vinculada a la voluntad general (soberanía) de la cual ema-
na.”19
En ese marco fue que precisamente se desarrolló el derecho administrativo
durante la última media centuria, es decir, el derecho administrativo que todos
ustedes conocen, por el que han estudiado y por el que estudian, que es el
marco político democrático que se instauró en el país desde 1958, y que sin
estar exento de defectos, perduró hasta 1999. En ese período, la disciplina se
configuró como el instrumento normativo por excelencia para la búsqueda y
consolidación del mencionado punto de equilibrio que en una sociedad demo-
crática tiene que existir entre el Estado y los administrados; en un proceso de
lucha permanente por erradicar las inmunidades del poder y someter al Estado
a control judicial. Ese fue el derecho administrativo que nosotros ayudamos a
desarrollar y consolidar, y ese es el derecho administrativo que los juristas de
las viejas y nuevas generaciones tienen que buscar preservar, pues se nos está
desmoronando ante nuestros propios ojos a pasos agigantados, tal y como ha
venido ocurriendo en esta última década.
Desde 1999, en efecto, cuando por la crisis del régimen democrático de
partidos se produjo el violento asalto institucional al Poder que motorizó la
Asamblea Nacional Constituyente, a la vista de todos quienes hemos estudia-
do el derecho administrativo, y en contraste con el régimen político anterior,
se ha venido configurando un Estado Socialista, Centralizado, Populista, Mili-
tar y Policial que incluso fue el que se pretendió constitucionalizar después de
varios años seguidos de abuso de poder, en la propuesta de Reforma Constitu-
cional que se sometió a aprobación popular en el Referendo de diciembre de
2007, y que fue rechazada popularmente.
Como estudiosos del derecho público formados en un régimen democráti-
co, muchos pensaron que con ese rechazo popular prevalecería la voluntad
popular frente al voluntarismo Ejecutivo. Pero no fue así, y los pasos que
había comenzado a dar el Poder Ejecutivo para implementar la Reforma me-
diante decretos leyes dictados por delegación legislativa mucho antes de la

19 Véase sentencia 1028 del 9 de mayo de 2000 en Revista de Derecho Público, Nº 82, Caracas,
Editorial Jurídica Venezolana, 2000, p. 214. Véase también, sentencia de la misma Sala de 5 de
octubre de 2006, Nº 2189 (Caso: Seguros Altamira, C.A. vs. Ministro de Finanzas), en Revista
de Derecho Público, Nº 108, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2006, p. 100.

7
realización del Referendo, se aceleraron con posterioridad al mismo, inicial-
mente también mediante decretos leyes, y más recientemente, mediante leyes
que se han aprobado en la Asamblea Nacional por la sola voluntad del Jefe del
Ejecutivo, en la misma forma como se emiten sus decretos leyes, utilizando la
sorpresa, elaborados en la clandestinidad, sin debate alguno, y sin participa-
ción ciudadana de ninguna clase.
Ese modelo de Estado autoritario que se nos ha venido imponiendo es el
que está desmoronando las bases fundamentales del derecho administrativo
que ayudamos a construir durante medio siglo, reconduciendo ahora al dere-
cho administrativo, a lo que fueron sus orígenes, es decir, un derecho exclusi-
vamente referido a un Estado autoritario en el cual los administrados no jue-
gan papel alguno. Recuérdese solamente la propuesta de Reforma Constitu-
cional formulada en 2007 en relación con el artículo 141 de la Constitución,20
quizás el más importante de todos los artículos constitucionales para nuestra
disciplina, en el cual se declara que la Administración está al servicio de los
ciudadanos, se enumeran una serie de principios que deben fundamentar su
relación con ellos, como la honestidad, la participación, la celeridad, la efica-
cia, la eficiencia, la transparencia, la rendición de cuentas y la responsabilidad
en el ejercicio de la función pública; y se termina con la indicación expresa de
que la Administración siempre debe actuar con sometimiento pleno a la ley y
al derecho, es decir conforme al principio de legalidad. Con la rechazada Re-
forma Constitucional de 2007, al contrario, se buscaba eliminar el principio
esencial de que la Administración está siempre al servicio de los ciudadanos, y
se buscaba simplemente establecer que la Administración sólo está al servicio
del propio Estado, eliminándose el derecho de los ciudadanos a que la Admi-
nistración estuviese a su servicio. Para ello, lo que en el artículo 141 se propu-
so fue establecer simplemente que “Las administraciones públicas son las es-
tructuras organizativas destinadas a servir de instrumento a los poderes públi-
cos para el ejercicio de sus funciones, y para la prestación de los servicios.” Y
eso es precisamente lo que ha venido ocurriendo, a pesar de que la reforma
hubiese sido rechazada, en burla, sin duda, de la voluntad popular.

20 Véase Allan R. Brewer-Carías, Hacia la consolidación de un Estado Socialista, Centralista,


Policial y Militarista. Comentarios sobre el alcance y sentido de las propuestas de reforma
constitucional 2007, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2007, pp. 31 ss.; La Reforma
Constitucional de 2007 (Inconstitucionalmente sancionada por la Asamblea nacional el 2 de
noviembre de 2007), Editorial Jurídica venezolana, Caracas 2007, pp. 50 ss.

8
Así, hemos presenciado el proceso progresivo de concentración del Poder
que el Estado ha experimentado, basado en el desdibujamiento del principio
de la separación de poderes, de manera que en todas las leyes que se han veni-
do dictando en los últimos años, los ciudadanos y administrados progresiva-
mente han quedado sin derechos ni garantías, siendo el Estado y sus institu-
ciones lo único importante.
Ello es más grave aún, si tomamos en cuenta que nuestro país tiene un Jefe
de Estado que en pleno comienzo del Siglo XXI ha llegado a afirmar pública-
mente, que él es el Estado y la Ley. En 2001, en efecto, dijo: “Yo soy la Ley.
Yo soy el Estado,”21 en respuesta a las críticas que se le formularon por el uso
desmedido de los poderes de legislación delegada; y ello lo repitió en 2008, al
decir públicamente “La Ley soy yo. El Estado soy yo.”22 Esas frases, dichas
ahora por un Jefe de Estado, fueron las que en 1661 se atribuyeron al rey Luis
XIV cuando luego de la muerte de su ministro de Estado el cardenal Mazari-
no, decidió asumir el ejercicio del poder sin nombrar un ministro sustituto, pe-
ro con la diferencia que aún siendo un Monarca Absoluto tuvo el recato de no
decirlas nunca.23
Por ello, cuando uno oye esa frase de un Jefe de Estado de nuestros tiem-
pos, lo que se pone en evidencia es la tragedia institucional que hemos padeci-
do, precisamente caracterizada por la completa ausencia de separación de po-
deres, de independencia y autonomía del Poder Judicial y, en consecuencia, de
un gobierno democrático y de derecho ciudadano a la democracia;24 lo que en
fin, repercute directamente en nuestra disciplina.
Por ejemplo, en materia de organización administrativa, lamentablemente
hemos visto ocurrir lo que se anunciaba en la rechazada Reforma Constitucio-
nal de 2007 sobre la distinción entre lo que se buscaba llamar en el mismo ar-

21 Expresión del Presidente Hugo Chávez Frías, el 28 de agosto de 2008. Ver en Gustavo Coronel,
Las Armas de Coronel, 15 de octubre de 2008: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2008/10/yo-
soy-la-leyyo-soy-el-estado.html
22 Véase en El Universal, Caracas, 4–12–01, pp. 1,1 y 2,1.
23 Véase Yves Guchet, Histoire Constitutionnelle Française (1789–1958), Ed. Erasme, Paris
1990, p. 8
24 Véase Allan R. Brewer-Carías, “Los problemas de la gobernabilidad democrática en Venezue-
la: el autoritarismo constitucional y la concentración y centralización del poder,” en Diego Va-
ladés (Coord.), Gobernabilidad y constitucionalismo en América Latina, Universidad Nacional
Autónoma de México, México 2005, pp. 73-96.

9
tículo 141 de la Constitución como “administraciones públicas burocráticas o
tradicionales, que son las que atienden a las estructuras previstas y reguladas
en esta Constitución;” y -cito textualmente- “las misiones, constituidas por or-
ganizaciones de variada naturaleza, creadas para atender a la satisfacción de
las más sentidas y urgentes necesidades de la población, cuya prestación exige
de la aplicación de sistemas excepcionales, e incluso, experimentales, los cua-
les serán establecidos por el Poder Ejecutivo mediante reglamentos organiza-
tivos y funcionales.” Aún cuando la Reforma no fue aprobada, esto sin embar-
go es lo que hemos visto que ha sucedido, siendo imposible en la actualidad
conocer con claridad la estructura de la Administración Pública, que cambia
casi semanalmente mediante la sola voluntad del Jefe del Ejecutivo Nacional,
en la generalidad de los casos, incluso mediante simples anuncios en progra-
mas de televisión, desde donde suele gobernar. ¿Cómo vamos entonces a en-
señar los principios de la Organización Administrativa, que son parte medular
de nuestra disciplina?
Y lo mismo ocurre en todos los otros campos del derecho administrativo.
Por ejemplo, en el que se refiere al régimen de la economía que se ha conver-
tido, ahora, en lugar de un derecho relativo a la regulación y limitación de las
actividades económicas privadas, en un derecho exclusivamente referido a la
planificación estatal centralizada y al régimen y actuación de las empresas pú-
blicas. Los derechos económicos, que eran parte medular del derecho adminis-
trativo, quedaron marginados, y ya ni la propiedad privada se respeta, y el Es-
tado ni siquiera guarda las formas de seguir los procedimientos expropiatorios
cuando se apropia de bienes y servicios. Ahora se ocupan bienes y empresas
con el auxilio de la fuerza pública, de hecho, y se confiscan propiedades y de-
rechos sin que tenga valor alguno el que se pretendan tener derechos de in-
demnización, que se desconocen; todo en violación impune de la Constitución.
¿Que vamos entonces a enseñar sobre el régimen público de la economía y
sobre los derechos de los particulares a ser expropiados y compensados de ser
necesario cuando por causa de utilidad pública o interés social se requieren sus
bienes y derechos, si nada de ello se respeta y se confisca a mansalva, incluso
sin formalidades legales?
La contratación pública, por otra parte, pasó a ser un régimen para ahogar
y extorsionar a los co-contratantes privados, por supuesto, mientras estos exis-
tan, sin posibilidad alguna de efectivo control de la actuación de los funciona-

10
rios públicos, y sin que exista disciplina fiscal ni presupuestaria algunas.
¿Cuáles son entonces las reglas que debemos enseñar en materia de selección
de contratistas, de igualdad de los potenciales contratantes, de ausencia de
parcialidad en las adjudicaciones, o de protección del co-contratante frente a
las prerrogativas de la Administración? ¿Que es en definitiva lo que debemos
enseñar sobre los derechos de los co-contratantes en los contratos públicos,
cuando en el Estado autoritario lo que prevalece es la voluntad estatal?
En cuanto a la función pública, la misma, lamentablemente se ha reducido
a un sistema mediante el cual el Estado dispone de un personal que presta ser-
vicios, si es que efectivamente es así, sólo con base a la lealtad política. Nadie
que no se pliegue a la doctrina oficial podría pretender siquiera pensar en ejer-
cer cargos públicos con independencia, y los que piensan que por necesidad
pueden permanecer neutrales, pronto se dan cuenta de los efectos devastadores
que origina la compleja maraña de venta de valores en la que forzosamente se
ven inmersos. Y entonces, ¿qué podemos enseñar sobre la otrora importante
carrera administrativa, con sus escalas, escalafones y concursos de ingreso y
ascenso?
Y por último, para sólo referirme a los distintos temas que serán tratados
en estas Jornadas conmemorativas, está el de la actividad administrativa y su
control judicial. El sistema jurídico relativo al acto administrativo, al procedi-
miento administrativo y a los recursos administrativos solo puede tener senti-
do y utilidad en el mundo del derecho cuando en los mismos, los administra-
dos entran en relación con la Administración teniendo ciertos derechos que
deben ser respetados por esta. Si estos no existen, estamos sólo en presencia
de aspectos de la Ciencia de la Administración pero no del derecho adminis-
trativo, el cual se ha estructurado precisamente como un sistema para regular
esas relaciones jurídicas y garantizar a los administrados sus derechos frente a
la Administración. Si esto no existe, ¿que podemos entonces enseñar sobre el
derecho administrativo formal, que no sea un elenco de normas de conducta
impuestas a la Administración, pero que no se cumplen?
Pero sin duda, lo más grave de toda esta demolición del derecho adminis-
trativo ha sido la neutralización o intervención de la jurisdicción contencioso
administrativa por parte del Poder Ejecutivo, a través del control político que
éste ejerce sobre el Tribunal Supremo de Justicia. El punto culminante de la
construcción del derecho público en una sociedad democrática, incluido el de-

11
recho administrativo, es el establecimiento de tribunales con competencia para
controlar los actos del Estado, con potestad para anularlos y para condenar a la
Administración por sus actos ilegítimos e ilegales. El desarrollo y consolida-
ción de la Jurisdicción Constitucional fue así la culminación del derecho cons-
titucional, y el establecimiento y consolidación de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa fue por su parte lo que originó el derecho administrativo que
conocemos y por el que tanto hemos luchado. Sin control judicial de la activi-
dad administrativa, simplemente, carece de sentido hablar de derecho adminis-
trativo.
Por tanto, si no hay posibilidad real y efectiva, conforme a las garantías del
debido proceso, de enjuiciar a la Administración Pública, de exigirle respon-
sabilidad a los funcionarios, de anular los actos administrativos ilegales, abu-
sivos o arbitrarios, simplemente el derecho administrativo se nos convierte en
un elenco formal de normas relativas a la Administración, pero que no prote-
gen a los ciudadanos. Nosotros hemos vivido en estos últimos años la tragedia
institucional que significa el hecho de haberse intervenido el Poder Judicial en
general y, en particular, el sometimiento de los tribunales contencioso admi-
nistrativos al poder.25 Vimos cómo se destituyó a mansalva a jueces conten-
cioso administrativos que fallaron en contra de la Administración,26 y vimos
incluso cómo, una vez que la Corte Interamericana de Derechos Humanos27
protegió las garantías judiciales de los jueces destituidos, la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo,28 citando como precedente la sentencia de un Tri-

25 Véase Allan R. Brewer-Carías, “La progresiva y sistemática demolición de la autonomía en


independencia del Poder Judicial en Venezuela (1999-2004)”, en XXX Jornadas J.M Domín-
guez Escovar, Estado de derecho, Administración de justicia y derechos humanos, Instituto de
Estudios Jurídicos del Estado Lara, Barquisimeto, 2005, pp. 33-174; y “La justicia sometida al
poder [La ausencia de independencia y autonomía de los jueces en Venezuela por la intermina-
ble emergencia del Poder Judicial (1999-2006)]” en Cuestiones Internacionales. Anuario Jurí-
dico Villanueva 2007, Centro Universitario Villanueva, Marcial Pons, Madrid 2007, pp. 25-57.
26 Véase Claudia Nikken, “El caso “Barrio Adentro”: La Corte Primera de lo Contencioso Admi-
nistrativo ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia o el avocamiento como
medio de amparo de derechos e intereses colectivos y difusos,” in Revista de Derecho Público,
nº 93-96, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2003, pp. 5 ss.
27 Véase Sentencia de 5 de agosto de 2008. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, Serie C Nº 182, en www.corteidh.or.cr
28 Véase sentencia Nº 1.939 de 12 de diciembre de 2008, Expediente : 08-1572, Case: Abogados
Gustavo Álvarez Arias y otros

12
bunal Superior Militar del Perú de 2002, declaró como “inejecutable” la deci-
sión de la Corte Interamericana en el país, solicitando incluso al Ejecutivo que
denunciara la Convención Americana de Derechos Humanos. Y entonces,
¿qué es lo que podremos enseñar en materia contencioso administrativa y de
control de la legalidad de los actos administrativos?
El panorama, ciertamente, es sombrío y desolador, pero queridos amigos,
nada de lo dicho es para desanimarlos; al contrario, con el mismo ánimo de
siempre, incluso ante todas las adversidades, esto que les digo es para retarlos
a que asumamos el rol que nos corresponde como universitarios y que defen-
damos nuestro derecho administrativo, que ello es defender la democracia; y
que con el esfuerzo de todos, podamos volver a los cauces del Estado de dere-
cho democrático, que es ese en el cual el control del ejercicio del poder es po-
sible y efectivo. Sin democracia y sin dicho control, insisto el derecho admi-
nistrativo no pasa de ser un derecho del Poder Ejecutivo o de la Administra-
ción Pública, montado incluso sobre un desequilibrio o desbalance, donde las
prerrogativas y poderes de la Administración predominan en el contenido de
su regulación.
La celebración de este Centenario de la Cátedra, en todo caso, es momento
propicio para rescatar nuestra propia historia, y en ella, la historia del derecho
administrativo en nuestro país, que tantas horas, días, meses y años de trabajo
nos ha costado; y a cuyo desarrollo, estoy seguro, todos los jóvenes profesores
que tiene ahora la responsabilidad de conducirlo, le continuarán dando sus me-
jores esfuerzos en los años venideros. Yo también aspiro seguir en la misma
tarea, y como siempre, pueden contar conmigo.
Un fuerte abrazo para todos y adelante !!

13

Das könnte Ihnen auch gefallen