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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales - IEPRI


Seminario de Relaciones Internacionales
Profesor: Giovanni Molano Cruz
Luis David Castillo Rojas

Estados Unidos y el proyecto de Unidad regional.


En este escrito se abordan los textos: “Panamericanismo y Latinoamericanismo” de Arturo
Ardao y “El Antiimperialismo y el APRA” de Víctor Raúl Haya de la Torre. El texto de
Ardao, filósofo uruguayo, aparece en 1986 como parte del libro coordinado por Leopoldo
Zea: América Latina en sus Ideas. En sintonía con el propósito del libro, Ardao se propone
dar cuenta de las diferencias y tensiones que existen entre dos de las formas más
representativas cómo se nombró la unidad regional en el continente americano entre
mediados del siglo XIX y mediados del XX, a saber, el “Panamericanismo” y el
“Latinoamericanismo”. Estas dos nociones dan cuenta del lugar conflictivo y equívoco que
ocupo Estados Unidos en los proyectos regionales del continente; por esta razón, si bien el
texto de Ardao puede clasificarse dentro de la historia de las ideas, es relevante para
comprender la dimensión política de los procesos y experiencias de unidad regional. Por su
parte Haya de la Torre escribe el libro en 1928 como una respuesta al político cubano Julio
Antonio Mella, quien en ese mismo año había escrito “Qué es el ARPA” como una crítica
al proyecto formulado por el pensador peruano dos años atrás. Este proyecto, llamado
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), surgió en abierta tensión con la Liga
Antiimperialista de las Américas (LADLA), cuya sede en México era dirigida precisamente
por Mella (Peláez Ramos, 2013). Esta tensión entre Haya de la Torre y Mella es
representativa, no de la discusión entre panamericanismo y latinoamericanismo, pues
ambos pensadores y activistas se oponen al panamericanismo, sino de la discusión que
surge a la hora de concretar el latinoamericanismo y el ideal de la unidad regional en un
proyecto político.
Tomando como base estos textos, en lo que sigue se busca sostener que es posible observar,
en relación con la forma cómo se planea hacia comienzos del siglo XX el problema sobre la
unidad regional, un mayor énfasis en la cuestión económica que en la cuestión cultural o
identitaria. Primero se reconstruyen las principales ideas de los textos de Ardao y de Haya
de la Torre, destacando el lugar que ocupa Estados Unidos en tales reflexiones. Luego se
aborda la cuestión sobre el lugar de lo económico en el problema sobre la unidad regional
en el latinoamericanismo.
En su texto Ardao se propone abordar la disputa entre dos formas de concebir la unidad
regional en América Latina: el panamericanismo y el latinoamericanismo. Para ello aborda
en términos generales el origen y desarrollo de estas nociones. Al referirse a los lugares de
producción de estas nociones, Estados Unidos y la comunidad de hispanoamericanos en
París respectivamente, el autor hace hincapié en lo que sería el corazón de la disputa: las
relaciones de América del Norte y América del Sur.
El panamericanismo surge, según el autor, como una apuesta norteamericana por integrar el
continente bajo la figura de los llamados “panismos”, los cuales eran movimientos que
buscaban unir diferentes pueblos o comunidades que compartían lazos culturales (Ardao,
1986, p. 158). El proyecto fue ideado por el norteamericano James G. Blaine y
representaba, por tanto, el primer panismo basado en una localización común (continental)
y no en una identidad compartida. La aparición pública de la noción se da con la
conferencia panamericana en 1889, que es seguida por otras siete más (1901, 1906, 1910,
1923, 1928, 1933 y 1938); lo cual no deja de ser llamativo si se compara con las pocas y
distantes iniciativas regionales previas como el congreso de Panamá (1826) y los dos
Congresos de Lima (1847 y 1864-65). Ardao señala, sin embargo, que la motivación real de
las conferencias panamericanas eran las “necesidades comerciales de Estados Unidos, cada
vez más urgido de mercados exteriores seguros para los excedentes de su joven industria en
expansión” (1986, p. 159). El latinoamericanismo, por su parte, sería una derivación de la
consolidación de la noción de América Latina en la obra de Torres Caicedo en 1857, es
decir, tres décadas antes del proyecto de Blaine. Para el autor, en el surgimiento de esta
noción puede evidenciarse con claridad un elemento diferenciador, que busca distinguir al
norte del sur, a la américa latina de la américa sajona.
Para Ardao la disputa entre estas concepciones se puede rastrear desde los problemas que
siguieron a la independencia, pues desde aquél entonces se abría la cuestión sobre quienes
estaban incluidos, y quienes no, en la idea de una unidad regional. Aunque Brasil era objeto
de esta discusión –debido a que solo tardíamente cambio su sistema monárquico por el
republicano–, el verdadero corazón de la disputa era Estados Unidos. La razón era
relativamente sencilla: conforme transcurrió el siglo XIX, la potencia del norte demostró,
cada vez más, su interés por expandirse territorialmente al punto de llegar a intervenir en
otro de los países, como lo evidencia la guerra con Mexico en la década de los 60.
El autor señala finalmente cómo en 1948 ambas concepciones enfrentan situaciones
determinantes. Por un lado, el panamericanismo desaparece (nominalmente) y da lugar al
“interamericanismo” al ser creada la OEA –dentro de la cual se encuentra hasta el día de
hoy Estados Unidos–. Por otro lado, en el mismo año, el latinoamericanismo logra
conquistar por primera vez un lugar oficial en la creación de la CEPAL (Comisión
Económica para América Latina). A modo de balance, el autor concluye que si bien el
panamericanismo llego a ser más exitoso en términos jurídico-institucionales, no obstante
no deja de ser una experiencia de regionalismo (es decir, de integración geográfica),
mientras que el latinoamericanismo expresaba algo distinto pues, advierte, “fue interpretado
como un nacionalismo”, en referencia a unos lazos comunes identitarios mucho más fuertes
(Ardao, 1986, p. 170).
El libro de Haya de la Torre, publicado en 1936, es por su parte un documento que busca
denunciar el imperialismo de Estados Unidos y propugnar por la Unidad de América
Latina, en un contexto en el que, de un lado, se cuentan ya aproximadamente seis
conferencias panamericanas1, y de otro, las previas iniciativas de unidad latinoamericana
(Congreso de Panamá en 1826 y Congresos de Lima en 1847 y 1864) han cedido su lugar a
guerras y conflictos entre las repúblicas (Chile-Bolivia-Perú 1879-83; Bolivia y Brasil
1889-1903; Paraguay y Bolivia 1932-35; Colombia-Perú 1932-34). Es decir, un momento
donde la fragmentación de América Latina se corresponde con el protagonismo de Estados
Unidos.
Pero el libro del pensador peruano no constituye solo una denuncia, sino que formula
además un programa político para los países latinoamericanos. En ese sentido, como
señalábamos antes, cobra importancia la dimensión estratégica en la formulación del
problema sobre la unidad regional. En efecto, el libro representa una alternativa para el
proyecto representado por las Ligas Antiimperialistas y los partidos comunistas. La
discusión que plantea de manera explícita Haya de la Torre es, en efecto, el para qué de la
unidad regional. Pregunta que supone, como en las primeras décadas del siglo XIX, definir
cuál es la amenaza más importante para los países latinoamericanos.
Para la fecha en que escribe Haya de la Torre, la principal amenaza (al menos en cierto
círculos académicos y políticos) ya no es representada tanto por Europa como lo es por el
expansionismo de Estados Unidos, que pasa a conceptualizarse como imperialismo. La
discusión que se plantea entre el autor –que no obstante rescata el pensamiento de Marx– y
el comunismo (institucionalizado en la tercera internacional, en la Unión Soviética y en los
partidos comunistas) radica en la definición de la principal amenaza.
El argumento central del autor consiste en señalar que el principal enemigo de América
Latina es el imperialismo, particularmente el norteamericano. Este imperialismo, agrega,
que domina económicamente a los pueblos, no podría hacerlo, sin embargo, sin dominarlos
a su vez políticamente. Observa entonces que las clases dirigentes de los países
latinoamericanos son aliadas del imperialismo, y son las encargadas de intercambiar en
términos injustos las riquezas de estos países y de situarlos en una condición de absoluta
dependencia. El programa del APRA consiste, así, en defender la soberanía de los países
latinoamericanos. Para lo cual es necesario una unión de todos los sectores sociales que se
ven amenazados por el imperialismo (trabajadores manuales e intelectuales, pero también la
pequeña burguesía). Esta alianza entre diferentes clases sociales tendrá como tareas,
primero, la conquista del poder político (Estado), y su programa será el de la
nacionalización económica.
A lo largo del libro, y en el contexto de su discusión con los comunistas ‘criollos’ –como
los llama–, el autor aborda la cuestión sobre cómo apropiar conocimientos extranjeros (el
marxismo), la cuestión sobre el proceso histórico de los pueblos latinoamericanos, la
1
Que Haya de la Torre considera como “congresos interburgueses” (2010, p. 157).
cuestión sobre la táctica y la estrategia del partido aprista, la cuestión sobre las alianzas y
sobre una posible guerra entre países imperialistas, entre otros problemas.
Ahora bien, los textos de Ardao y de Haya de la Torre reflejan, a mi juicio, un cierto
desplazamiento en la forma cómo se plantea (hacia finales del siglo XIX y comienzos del
XX) el problema sobre la unidad regional. No solo se presenta la tensión entre
panamericanismo y latinoamericanismo, abordada por Ardao, y que da cuenta del lugar
conflictivo y equívoco que ocupa Estados Unidos en cualquier proyecto de unidad regional,
sino que además permiten identificar tensiones al interior del propio latinoamericanismo.
Ahora, Estados Unidos representa un lugar conflictivo, a mi juicio, por dos razones. Por un
lado, porque a lo largo del siglo XIX asume posiciones cada vez más hostiles y
abiertamente intervencionistas en relación con los países latinoamericanos; evidencia de
ello es la invasión a México y la doctrina Monroe. Por otro lado, como lo señala el texto de
Haya de la Torre, se consolidaron unas relaciones de dependencia tal que, en la realidad, las
decisiones que tomaban los gobiernos nacionales estaban fuertemente influenciadas por la
agenda del país del Norte; como señala Haya de la Torre, los vínculos con Estados Unidos
son, ante todo, lazos (cadenas) económicas. Por esta razón, el lugar conflictivo de Estados
Unidos se plantea en términos estratégicos: cómo superar la subordinación política-
económica. En otras palabras, el problema tiene que ver con los intereses (económicos y
políticos) entrecruzados de los Estados Unidos y los países latinoamericanos.
Así pues, en la medida en que el lugar conflictivo de Estados Unidos se fortalece, el
proyecto de una unidad regional se aleja (no totalmente) de los términos identitarios en los
que se formó a lo largo del siglo XIX, y en los que se señalaba como elemento
determinante la existencia de unas tradiciones comunes, de unos lazos culturales, de una
lengua, etc. En cambio, se pone de presente el problema sobre la autonomía de América
Latina, aunque ya no en relación con una posible conquista o colonización, sino a la
dependencia económica que podría tener con Estados Unidos, y las consecuencias que esto
tendría en otras esferas de la vida.
Bibliografía.
Ardao, A. (1986). Panamericanismo y Latinoamericanismo. In L. Zea (Ed.), América
Latina en sus ideas (p. 499). Siglo XXI; UNESCO.
Haya de la Torre, V. R. (2010). El Antiimperialismo y el APRA. Lima: Fondo Editorial del
Congreso del Perú.
Peláez Ramos, G. (2013). Julio Mella y el movimiento aprista peruano. Retrieved
September 19, 2017, from http://www.rebelion.org/noticia.php?id=177806

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