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CARLOS E. CUÉ
El castor construye por instinto diques para inundar todo. Hace su madriguera en el medio
del lago artificial que crea y así busca protegerse de unos predadores que en realidad no
tiene en la Patagonia. Esa inundación mata el bosque, porque los árboles patagónicos,
lenga, guindo y ñire, mucho menos resistentes que los de Canadá, la patria natural del
castor, no la soportan y van muriendo. Además, el roedor corta los árboles que sobreviven
a la inundación para hacer más fuerte su dique y más grande su lago. Lengas que tardan
casi 100 años en crecer son cortadas por el roedor en pocas horas. Los castores ya han
destruido en Tierra del Fuego una zona equiparable a dos veces la ciudad de Buenos Aires,
unas 30.000 hectáreas.
Desde hace más de un año, con financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial
(GEF) y apoyo de la FAO, (la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura), un grupo de siete cazadores se mete en el bosque a buscarlos. A las zonas
más inaccesibles van en helicóptero. Pero no es fácil. Erio Curto, director de fauna y
biodiversidad de Tierra del Fuego, no duda. "Ojalá pudiéramos acabar con todos. Pero no
es la idea ahora. Hemos elegido siete zonas para ver cuánto costaría y qué efectos tendría
eliminarlos por completo de Tierra del Fuego [una isla compartida entre Argentina y Chile].
La preocupación es que siguen subiendo y ya han cruzado al continente. Podrían
extenderse por toda la Patagonia. Lo más interesante es que vemos que donde hemos
erradicado el castor el bosque empieza a recuperarse", cuenta.
Diques construidos por castores en Tierra del Fuego. MIN. DE AMBIENTE
Un problema económico
Un estudio señala que los castores provocan un coste de unos 66 millones de dólares
anuales. No solo mata árboles. También cambia el suelo y el agua, que acumula
sedimentos. Afecta a peces e invertebrados e incluso altera zonas que se utilizan para el
agua potable de Ushuaia. El equipo de Curto tiene 1.3 millones de presupuesto para esta
fase inicial del proyecto de sacar a los castores de este paraíso. Pero el dinero se acaba
este año y aún no se sabe cuánto costaría una eliminación masiva. Sin duda más de 30
millones de dólares.
En un año, los tramperos han logrado matar un millar y despejar seis de las siete zonas
elegidas. "En cuatro días podemos liberar el entorno de un dique. Suele ser una familia de
unos ocho miembros. Ellos siempre se mueven por los mismos senderos. Ahí colocamos
las trampas", cuenta Fernando Encinas, uno de los cazadores, armado con los artilugios de
hierro y acero para atraparlos y una Tablet especial muy resistente que envía toda la
información de cada animal cazado para tener controlado todo el territorio. Allí los
tramperos tienen un mapa detallado de las zonas identificadas por satélite como posibles
lagos artificiales creados por castores. Y allá van.
Sala contó el caso de las islas Galápagos. “La industria pesquera se oponía al parque. Decían
que iban a destrozar miles de puestos de trabajo. Ahora la flota ecuatoriana está pescando allí
más que en ningún otro país porque se regeneró”.
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