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Artemio Baigorri
Autores:
PRESENTACIÓN
Artemio Baigorri 9
INTRODUCCIÓN
Mercedes Pardo 11
1
Con anterioridad denominado GIESyT (Grupo de Investigación
en Estudios Sociales y Territoriales)
9
Se recogen así algunos de los trabajos generados en los úl-
timos años en esa línea de investigación, en algunos casos
publicados como artículos, en otros inéditos.
Por otra parte, como coordinador (2007-2010) del Comité
de Investigación en Sociología y Medio Ambiente de la
Federación Española de Sociología (SOCMAyS), tenía el
empeño de retomar la iniciativa que en 1997 tuvo Mercedes
Pardo, reuniéndonos en Pamplona a buena parte de quie-
nes trabajábamos entonces, desde la Sociología y aledaños,
en temas ambientales. Así que, siendo conscientes de la
dificultad de atraer hacia la periferia peor comunicada de
España a muchos colegas, en un año en el que los recortes
empezaban a ser evidentes, y en el que el profesorado está-
bamos muy ocupados con la implantación del falsamente
llamado Espacio Europeo de Educación Superior (los afec-
tos al nuevo régimen montando chiringuitos de la seudoca-
lidad, y los del “no es eso, no es eso” montando barricadas
resilientes desde las que lanzar adoquines de conocimiento
contra las competencias del utilitarismo pedestre), gracias a
sendas ayudas de la Junta de Extremadura (ayudas a con-
gresos) y del Rectorado de la Universidad de Extremadura
(ayudas para seminarios científicos), conseguimos atraer a
los más animosos de SOCMAyS a Badajoz, los días 18 y 19
de septiembre de 2009. Fuimos pocos, pero creo que lo pa-
samos bien2.
El resto de los trabajos recogidos en el libro tienen su ori-
gen en dicho encuentro. Mi agradecimiento a quienes han
tenido la generosidad de aportarlos, y tener la infinita pa-
ciencia de esperar a que las ocupaciones cotidianas fuesen
dejando huecos para componer el volumen.
2
Sin el compromiso de todos los miembros del Grupo de Investi-
gación, incluidos quienes no trabajan en líneas ambientales, no ha-
bría sido posible que el encuentro saliese bien: especialmente hay
que agradecer la participación de Mar Chaves, Manuela Caballero,
Ramón Fernández, Miguel Centella, María José López, Leonor Gó-
mez, Pedro García y Santiago Cambero
10
INTRODUCCIÓN
El largo (pero firme) viaje de la Sociología
Medioambiental en España, o
¿de dónde venimos y a dónde vamos?
Mercedes Pardo
11
¿De dónde venimos?
12
fesionales, se autoorganizaron en el Colegio Nacional de
Politólogos y Sociólogos, creando una comisión de Me-
dioambiente en 1986 (¿tanto tiempo ha pasado?) embrión,
por cierto, junto con el Colegio de Biólogos del posterior y
exitoso Congreso Nacional de Medioambiente (CONAMA),
así como de avanzar líneas de investigación sobre la Eva-
luación de Impacto Ambiental, donde los sociólogos tenían
un papel claro, pues éstas requieren la evaluación del im-
pacto en la población.
Recordemos que las Evaluaciones de Impacto Ambiental
han constituido uno de los primeros y más importantes
nichos de participación profesional de sociólogos en mate-
ria medioambiental, que ya eran obligatorias en Estados
Unidos de América desde el año 1970 (NEPA National En-
vironmental Protection Act), y lo son en España desde 1985
(RDL 1302/1985).
Claro está que era un campo nuevo para los sociólogos,
que aun habiendo recibido alguna formación sobre Ecolo-
gía Humana (muchos venimos de la Universidad Complu-
tense, y recordaremos siempre a nuestro querido profesor
José Jiménez Blanco), estábamos escasos en conocimientos
sobre ese nuevo campo de evaluación.
Se organizó entonces un curso para los sociólogos sobre
El Análisis Socioeconómico en las Evaluaciones de Impacto Am-
biental, en noviembre de 1991, de manera que permitiera ir
formando un corpus de conocimiento sobre el tema.
Está pendiente la cuestión de que realmente la Adminis-
tración central y autonómicas medioambientales cumplan
con la ley, que exige la realización de estudios de impacto
en la población, así como realización de consulta a la pobla-
ción con relación al proyecto que se está evaluando. Son
dichas Administraciones las responsables de exigir a los
promotores de los proyectos evaluar dichos estudios socia-
les y que se lleven a cabo por personal con la cualificación
adecuada, en este caso sociólogos. No deberían aprobar
dichas evaluaciones de impacto ambiental sin estos estu-
13
dios sociológicos, que, insisto, se requieren por ley. !Haga-
mos ese trabajo en cada comunidad autónoma!
14
Córdoba, la Pablo Olavide, la de Murcia, la de Huelva, la
de Granada, la UNED, la Autónoma de Barcelona, las Poli-
técnicas de Barcelona y de Madrid, así como investigadores
en prácticamente todas las universidades españolas.¡No
está nada mal!
15
ámbito planetario, y, además, en un horizonte temporal de
mayor alcance.
Se trata de retos sociales en el sentido más amplio del
término; es decir, son retos investigadores pero, sobre todo,
son retos políticos, en una necesaria mayor interrelación
entre la esfera de la investigación y la esfera de la política y
de la sociedad en general.
Es algo plenamente reconocido. Por nombrar a algunos,
mencionaremos las llamadas al respecto por parte del Con-
sejo Internacional para la Ciencia (ICSU) junto con el Con-
sejo Internacional de Ciencias Sociales (ISSC), que en el
Earth System Visioning Process sitúan como un gran desa-
fío el Cambio Global y ponen en un primer orden de nece-
sidad la participación de las ciencias sociales y las humani-
dades en su investigación.
En resumen, más que nunca la Sociología medioam-
bi8ental en España tiene un lugar reconocido y destacado.
Queda en nuestras manos el hacer buen uso del mismo.
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EXTREMADURA SOBRADA
(En trance de modernización hacia una energía
descarbonizada)
Mario Gaviria y Gabriela Zanfir
Resumen.
3
Juan Serna, Artemio Baigorri, José Manuel Naredo, Pablo Cam-
pos, Antonio García Tabuenca, Blanca Berlín, y otros 40 voluntarios
benévolos no retribuidos
17
El ejemplo extremeño muestra que la innovación tecnoló-
gica es el resultado de un proceso, a veces poco perceptible
que permite un saber acumulado que acaba saliendo a la
luz. En Extremadura este saber acumulado, este proceso de
inversión en infraestructuras básicas es de manual: los
grandes embalses trajeron la gran hidroelectricidad y las
redes de alta tensión, el agua embalsada permitió los rega-
díos, y estos la especialización agroalimentaria exitosa. Los
ríos regulados en los embalses atrajeron los dos reactores
nucleares de Almaraz. La disponibilidad de agua, gasoduc-
to, tierra llana a buen precio y líneas de evacuación de alta
tensión, han atraído a las centrales solares termoeléctricas.
A efectos de agilizar la lectura, la mayor parte de las ta-
blas de rankings se han concentrado en un anexo estadísti-
co al capítulo.
Mejor imposible
18
Para el año 2040 en que el crecimiento económico hará
años que se ha detenido, tomara sentido una sociedad esta-
ble no despilfarradora, en que tal vez se trabaje y se con-
suma menos, pero en la que podamos disfrutar del tiempo
y el cuerpo. La Extremadura, para entonces probablemente
más infrapoblada y envejecida, tiene dos elementos claves
del futuro: la alimentación y las energías renovables. Nues-
tro planteamiento y propuesta es que en los próximos 20
años Extremadura haya cerrado los dos reactores de Alma-
raz y haya alcanzado los 10.000 Mw de potencia instalada
en energías renovables, según proponemos en el cuadro
siguiente.
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social, etc. Tiene España unos 505.000 km2 de superficie, y
unos 47 millones de habitantes (más unos 62 millones de
turistas anuales).
Es un país con baja densidad de población, mucha agua
dulce almacenada (60.000 hectómetros cúbicos), mucho
suelo, bellos paisajes, mas de 2.400 horas de sol al año y
más de 2.400 horas de viento turbinable al año. España ha
tenido la gran suerte de no encontrar yacimientos de petró-
leo y gas. Tenemos una dependencia energética exterior de
más del 80%, pero en una transición de unos 30 años con-
seguiremos la autosostenibilidad energética a partir de las
energías renovables.
España ocupa aproximadamente el puesto número 29 en
población entre los casi 200 estados del mundo, y aproxi-
madamente el puesto número 50 en cuanto a la superficie
territorial.
20
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El éxito español en energías renovables se debe además a
la estrategia de primas a la producción y al alto nivel tecno-
lógico de las empresas españolas.
Además de tener suelo, agua, sol y viento abundantes,
con baja densidad de población y con núcleos compactos,
España tiene grandes tecnólogos en gestión eléctrica, no
solo de las grandes empresas (Iberdrola, Endesa, etc) sino
en la gestión y operación del sistema eléctrico y transporte
de alta tensión (Red Eléctrica Española), una de las 3 o 4
mejores del mundo.
La legislación, las primas, las tarifas, los procesos de fi-
nanciación han hecho posible el milagro de situarse el país
en los 4 primeros puestos del mundo. Han tenido también
importancia media docena de comunidades autónomas que
dieron prioridad al desarrollo de la energía eólica y solar
termoeléctrica, según veremos en el próximo capítulo.
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tilla León, Castilla La Mancha, Aragón, y en menor medida
Galicia).
En Cataluña el parón eólico se ha debido entre otras cau-
sas a la creación de Comités y Coordinadoras de defensas
del paisaje. Andalucía ha jugado un término medio, fue
pionera en la eólica (Tarifa, Estrecho de Gibraltar), y ha
sido pionera y fundamental en las primeras fases de insta-
lación de centrales solares termoeléctricas hibridadas con
un consumo del 15% de gas natural. El caso más espectacu-
lar y que aquí analizaremos en profundidad es la Comuni-
dad Autónoma de Extremadura.
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ventaja del no desarrollo de la eólica hasta ahora en Extre-
madura son que las líneas de alta tensión para evacuar la
energía eléctrica de Valdecaballeros en su día o de los par-
ques solares no construidos, han permitido la llegada de
casi 40 centrales solares termoeléctricas de 50 Mw, unos
2.000 Mw de potencia instalada equivalente a 2 centrales
nucleares. La tecnología de la central solar termoeléctrica,
especialmente la de espejos convergentes requieren canti-
dades importantes de espacio llano (entre 200 y 250 hectá-
reas por cada 50 Mw eléctricos de potencia instalada, y
unos 700 hectómetros cúbicos anuales de agua).
Los grandes embalses y grandes líneas eléctricas de las
centrales hidroeléctricas y de los regadíos del Plan Badajoz
ha sido el capital infraestructural históricamente acumula-
do que han permitido el éxito de Extremadura como prime-
ra potencia mundial de solar termoeléctrica.
Los puestos que ocupa Extremadura entre las Comuni-
dades Autónomas en población, extensión territorial, den-
sidad de población, potencia nuclear instalada, potencia
hidroeléctrica instalada, potencia eólica instalada y poten-
cia solar fotovoltaica + termoeléctrica instalada, pueden
observarse en el siguiente cuadro.
En términos absolutos se constata que Extremadura una
Comunidad Autónoma con la mínima densidad de pobla-
ción de todas las Comunidades Autónomas, con una im-
portantísima potencia instalada en energía nuclear (que irá
cerrando en los próximos 20 años), en potencia instalada en
hidroelectricidad y en energía solar (fotovoltaica + termo-
eléctrica).
Pero donde es Extremadura líder autonómica en electri-
cidad es cuando consideramos la potencia instalada por
millón de habitantes: ocupa los tres primeros puestos en
nuclear, hidroeléctrica y solar, y el último puesto en poten-
cia eólica instalada, que comenzará a crecer, lentamente, a
partir del año 2012.
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Cuando consideramos la potencia instalada en función de
la superficie, por 1.000 km2 de territorio autonómico, ob-
servamos que tiene grandes posibilidades de crecimiento,
no solo en eólica, sino en todas las demás, excepto en la
nuclear, en los próximos 30 años. Los casi 42.000 km2 de
territorio extremeño, más el agua, el sol y el viento, son los
recursos claves, la actividad de industrialización a partir de
energías renovables que va a marcar, junto con el agroali-
mentario, el futuro de Extremadura.
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carbonizada y desnuclearizada. No alcanzaría ni siquiera
una ocupación y utilización del 6% al 7% del territorio ex-
tremeño, unos 3.000 km2 que permitirían autoabastecer a
Extremadura, a parte de España y transportar electricidad
descarbonizada a Europa.
Extremadura, Castilla La Mancha, Castilla León y Ara-
gón, con unas densidades de población de 26-28 habitantes
por km2, son claves para el futuro eléctrico español soste-
nible.
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.
29
La hidroelectricidad, con más de un siglo de antigüedad,
es la más perfecta de todas las energías renovables.
Además de esas característica de instantaneidad es, a tra-
vés de los embalses, predecible, gestionable, y sobre todo,
con los bombeos reversibles, puede ser utilizada como re-
gulador y almacenador de energías renovables (por ejem-
plo la eólica, excedentaria de noche). Los próximos 30 años
es muy probable que, sobre todo por los bombeos reversi-
bles, que requerirán únicamente la construcción de peque-
ños embalses estancas o balsas para almacenamiento de un
día de consumo sean un éxito. Extremadura es la cuarta
Comunidad Autónoma más potente en potencia instalada
hidroeléctrica, unos 2.200 Mw. Es muy probable que, junto
a los grandes embalses extremeños, a pie de presa, o en
puntos estratégicos con gran desnivel geográfico, se pro-
duzcan contraembalses en los que turbinar de manera re-
versible y almacenar kilovatios producidos excedentarios
de otras energías renovables.
La energía hidroeléctrica y los embalses extremeños, que
ya han cumplido más de 50 años, tienen varios records.
Extremadura tiene 5 de las 30 centrales hidroeléctricas de
más 100 Mw existentes en España. Tiene los 2 embalses de
mayor capacidad, la Serena de España y el gran esfuerzo de
los próximos 30 años será hacer participar a la población
rural y los agricultores de una ampliación de la potencia
instalada hidroeléctrica y de bombeo reversible, según está
previsto en el Plan Hidrológico de las Cuencas del Tajo y el
Duero, en territorio extremeño.
Extremadura es la primera Comunidad Autónoma en po-
tencia hidroeléctrica instalada por millón de habitante, y la
sexta por 1.000 km2 y, al agua extremeña le queda todavía
mucho recorrido hidroeléctrico por realizar.
La energía nuclear de Extremadura cumplirá su ciclo
productivo en los próximos 20 años y las redes eléctricas de
alta tensión que las sirven serán reutilizadas por las ener-
gías renovables.
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Solo 5 de las 19 Comunidades Autónomas tienen rectores
nucleares. Extremadura es la primera Comunidad Autó-
noma con más energía nuclear por millón de habitantes. Ha
contribuido a la transición a las renovables. La nuclear será
cerrada como en Alemania. Energía nuclear, ni es una
energía nacional (el uranio se importa), ni es una energía
renovable. Su riesgo no cubierto por ningún consorcio
mundial de seguros, la convertirá en la energía del futuro
cuyo tiempo ya pasó.
En Extremadura, la energía nuclear ha cubierto una etapa
de innovación nuclear fallida que, a diferencia de la solar
termoeléctrica y de la eólica, no tiene ningún futuro.
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relacionado con la energía solar, habiendo creado en Pam-
plona el resto de las energías renovables.
A efectos de la innovación futura de Extremadura en ma-
teria de energías renovables, Extremadura debe acercarse
aún más a Sevilla y atraer ciertos centros de investigación,
de I+D+i y priorizar en las universidades la energía termo-
eléctrica.
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En cualquier caso, en el año 2012, Extremadura es líder
español en energía solar termoeléctrica, tanto en términos
absolutos como por cada millón de habitantes.
El crecimiento es tan rápido, tanto de la energía solar fo-
tovoltaica como de la solar termoeléctrica, que los datos
estadísticos nos llegan demasiado lentos e incompletos.
Exponemos a continuación los rankings de solar fotovoltai-
ca + solar termoeléctrica, advirtiendo que derivado del
tiempo pasado para la edición y publicación de este capítu-
lo, las cifras quedarán ya un poco anticuadas con algunas
imprecisiones.
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paradójicamente encarga a empresas españolas como
Abengoa, Acciona o ACS, la construcción de sus centrales
solares termoeléctricas en Arizona y el sur profundo de
EEUU. No deja de ser una paradoja que fue en EEUU don-
de comenzó en los años 80 un gran impulso de la solar ter-
moeléctrica, que la primera empresa quebró, que las plan-
tas siguen funcionando, pero las nuevas en gran parte son
construidas con tecnología Española.
En el ranking autonómico español de la energía solar
termoeléctrica, el líder en términos absolutos es la Comu-
nidad Autónoma de Andalucía, y en términos relativos a
Mw de centrales solares termoeléctricas en operación en
función del millón de habitantes o de 1.000 km2, el primer
puesto lo ocupa Andalucia y el segundo Extremadura.
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tremadura ira compartiendo el liderazgo y superando en
energía solar termoeléctrica a Andalucía.
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Extremadura puede alcanzar los 3.500 Mw eólicos
de potencia instalada en los próximos 20 años
39
Es muy probable que se implanten aerogeneradores de
gran tamaño 4.5 Mw(Gamesa) y altura, unos 130 metros,
más 50 metros de las palas. Ello supone menor impacto
visual que los parques de pequeños aerogeneradores de
700 Kw.
El axioma clave del futuro de las energías renovables es
que hay que intentar desarrollar todas, especialmente las
descarbonizadas, y en menor medida los cultivos energéti-
cos, y pensar la estrategia, no solo en términos económicos
inmediatos, sino a muy largo plazo.
40
mente en la producción de Kw. Se debe plantear una estra-
tegia estrechamente relacionado con las empresas, las uni-
versidades y los centros tecnológicos, probablemente a tra-
vés de la Agencia Extremeña de la Energia para lograr im-
plantar en Badajoz capital centros de investigación en ener-
gías renovables y especialmente, compartiendo con Sevilla,
la primera Escuela de Ingeniería Solar Termoeléctrica del
mundo.
La Asociación Empresarial Protermosolar señala con in-
sistencia que en los cuatro o cinco últimos años se esta
desarrollando y concentrando en España, especialmente en
Andalucía(Scott) y en Asturias (Rioglass) gran parte de las
empresas tecnológicas y de fabricación industrial de los
elementos de las centrales solares termoeléctricas. José A.
Alfonso señala en su artículo “España número uno en solar
termoeléctrica”, Revista Energía Renovables de agosto del
2011, página 52, que el 80% de los componentes de las cen-
trales solares termoeléctricas son fabricados en España. Da
la impresión de que son las turbinas y el fluido o aceite
orgánico los dos elementos que todavía se importan.
Las grandes empresas investigadores constructoras y
promotoras de centrales solares termoeléctricas se están
situando en España y, sobre todo en Andalucía, habría que
atraerlas también a Extremadura también en los aspectos
tecnológicos.
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Bloque de potencia para canales parabólicos, torre central
y fresnel
o Intercambiadores
Lointec, Talleres MAC, ETM, Gea Ibérica
o Calderas y tubos
Lointec, Gea Ibérica, ETM
o Turbina
Siemens, General Electric, Alstom, Man
Torre de Refrigeración
o Esindus
Almacenamiento canales parabolicos y torre central
o Aislamiento de Tanques
Suaval, Bilfinger Berguer
o Tanques
Montajes Nervión, Emypro, Moncobra
o Sales
Basf, Solutia
Tubos canales parabólicos
Schott, Siemens
Fluidos canales parabólicos
Dow,Basf, Solutia, QM
Seguimiento de los heliostatos
Sener,Abengoa
Receptor torre central
Sener, Abengoa
Tubo receptor de fresnel
Novatec, Schott
Transformadores
Oasa, Cymi, Incoesa
Disco parabólico
Renovalia
Fuente: Energías Renovables (julio-agosto 2011).
42
ANEXOS AL CAPÍTULO
1° Cataluña 45.220
2° Andalucia 38.672
3° Madrid 30.528
4° Comunidad Valenciana 26.162
5° País Vasco 20.198
6° Galicia 19.587
7° Castilla León 13.402
8° Castilla La Mancha 11.604
9° Asturias 11.506
10° Aragón 10.405
11° Canarias 9.106
12° Murcia 8.791
13° Baleares 6.028
14° Navarra 5.308
15° EXTREMADURA 4.804
16° Cantabria 4.703
17° La Rioja 1.860
Fuente: Sistema Eléctrico Español 2009
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Ranking del Balance Energético de las CCAA entre sí y
con el extranjero (Saldo de intercambios en Gw/h)
EXCEDENTARIOS
1° Castilla La Mancha +11.591
2° EXTREMADURA +11.014
3° Castilla León +10.726
4° Aragón +8.012
5° Galicia +6.760
6° Murcia +3.887
7° Navarra +2.183
8° La Rioja +1.444
9° Asturias +382
10° Baleares 0
11° Canarias 0
DEFICITARIOS
12 ° Andalucía -706
13° Cantabria -3.003
14° Comunidad Valenciana -3.225
15° Cataluña -5.642
16° País Vasco -6.756
17° Madrid -28.815
Fuente: Sistema Eléctrico Español 200
44
Ranking español de las Comunidades Autónomas
según extensión territorial (año 2010)
45
Ranking español de las Comunidades Autónomas
según densidad de población (Habs/Km2 en 2010)
46
Ranking mundial de menor densidad de población,
es decir, habitantes por kilometro cuadrado (año 2010)
47
Ranking de energía hidroeléctrica en Mw instalados
(año 2010)
Regimen Régimen
Comunidad Autónoma TOTAL
general especial
1º- Castilla León 3.997 216 4.213
2º- Galicia 2.681 491 3.172
3º- Cataluña 2.206 286 2.492
4º- Extremadura 2.148 20 2.168
5º- Aragón 1.248 253 1.501
6º- Comunidad Valenciana 1.326 31 1.357
7º- Andalucía 1.046 130 1.176
8º- Castilla La Mancha 725 118 743
9º- Asturias 661 77 738
10º- Cantabria 389 73 462
11º- País Vasco 105 55 160
12º- Navarra 11 138 149
13º- Madrid 59 49 108
14º- Murcia 28 14 42
15º- La Rioja 8 27 35
16º- Canarias 1 0 1
17º- Baleares 0 0 0
TOTAL 16.658 1.974 18.632
Fuente: PANER-IDEA y elaboración propia
48
Ranking autonómico de potencia instalada de energía
hidroeléctrica en Mw/ millón de habitantes
(año 2010)
49
Ranking autonómico de potencia instalada en energía
hidroeléctrica en Mw/ 1000 km²
(año 2010)
50
Ranking autonómico de energía nuclear
Potencia instalada en Mw (2010)
51
Ranking de energía solar fotovoltaica + termoeléctrica
en Mw por 1.000 km2 (año 2010)
52
Producción española de electricidad por tipos
Hidro-
Millo-
eléctrica Térmica Térmica
nes de Eólica TOTAL
eólica y clásica nuclear
KWh
solar
1940 3.353 - 264 - 3.617
1950 5.017 - 1.836 - 6.853
1960 15.625 - 2.989 - 18.614
1965 19.686 - 12.037 - 31.723
1970 27.959 - 27.607 924 56.490
1975 26.502 - 48.469 7.544 82.515
1980 30.807 - 74.490 5.186 110.483
1985 33.033 - 66.286 28.044 127.363
1990 26.184 - 71.289 54.268 151.741
1995 24.450 - 89.199 55.445 169.094
1996 41.717 - 78.464 56.329 176.510
1997 37.332 - 96.752 55.297 189.381
1998 39.067 - 98.722 59.003 196.792
1999 30.789 - 120.244 58.852 209.885
2000 36.628 4.689 126.271 62.206 225.105
2001 50.975 6.759 123.001 63.708 237.684
2002 36.307 9.603 147.438 63.044 246.789
2003 56.281 12.063 146.896 61.894 265.071
2004 51.054 16.078 167.370 63.675 282.099
2005 44.715 21.173 192.007 57.538 294.260
2006 53.293 23.143 189.853 60.125 303.271
2007 59.145 28.033 199.094 55.103 313.342
2008 60.887 33.464 201.585 58.975 321.447
Fuente: UNESA y elaboración propia.
53
El futuro de las renovables en España
Potencia instalada (Mw)
Energías 2005 2011 2015 2018 2020
Hidráulica 15.831 19.869 20.049 22.229 22.362
Solar fotovoltaica 60 4.498 5.918 7.246 8.367
Solar termoeléctric. 0 1.379 3.048 4.149 5.079
Eólica onshore 9.918 21.855 27.847 32.139 35.000
Eólica offshore 0 0 150 1.500 3.000
Biomasa 0 771 965 1.265 1.587
Energía geotérmica 0 0 0 10 50
Energía marina 0 0 0 50 100
TOTAL 28.355 48.372 57.977 68.588 75.545
Fuente: PANER 2011-2020.
54
CAMBIO GLOBAL, VULNERABILIDAD Y
RESILIENCIA: EL PAPEL DE LAS CIENCIAS
SOCIALES
Artemio Baigorri4
55
En primer lugar, porque es un tema relacionado con sus
líneas de investigación. Obtienen recursos para financiar
sus investigaciones. Viven de eso, podríamos decir, por eso
les interesa.
Pero, yendo un poco más allá, ¿por qué les preocupa?.
Les preocupa por lo que pueda ocurrirles a ustedes, o a sus
seres queridos, o a sus descendientes, en el futuro. Están
aquí por esa pre-ocupación, no sólo por la ocupación. Es
decir, nos interesa y preocupa el cambio climático, o global,
por lo que pueda ocurrirnos a nosotros, o a nuestros des-
cendientes.
Bien, pero eso es sólo la primera parte de la cuestión.
Porque la vida está llena de cosas, hechos, procesos, que
pre-ocupan, ¿Me dejará mi novia?. ¿Mi hijo será drogadic-
to?. ¿Habrá alguien trabajando cuando yo esté jubilado
para pagar mi pensión?. ¿Llegaré a estar jubilado, o me
alcanzará el cáncer de colón antes de esa edad de jubilación
que vemos alejarse más y más…?. Hay tantos asuntos preo-
cupantes… ¿Por qué entonces nos preocupa este en particu-
lar?. No porque, objetivamente, sea más o menos importan-
te. Sino porque, entre todos los temas potencialmente pre-
ocupantes (antes de ocuparnos debemos pre-ocuparnos),
hemos decidido (la gente, en indeterminado) que eso es
importante. Lo hemos decidido así.
Pero ¿quién? -me dirán-, ¿quiénes son, o somos “la gen-
te”?. Ustedes han contribuido, sin duda. Pero ha sido la
sociedad, ese conjunto, esa cosa invisible y intocable, pero
que nos ve y nos toca. No los individuos, uno a uno, como
creen los etólogos (y los malos economistas) que actúan los
seres humanos, sino colectivamente una vez han interac-
cionado y se han conectado socialmente: los medios de
comunicación de masas, los centros de investigación, los
partidos políticos, las instituciones en suma.
Bien… ¿Y por qué han decidido darle esa importancia?
Pues de hecho no siempre ha sido así. Fíjense, la idea del
cambio climático es relativamente antigua, surge en los
56
años ’70, hace cuatro décadas. Y como pueden ver en este
gráfico5, el tema importó a la opinión pública, es decir a la
sociedad, con una intensidad muy variable a lo largo de los
57
Lo que ha ocurrido ha sido que la sociedad ha aceptado
una realidad que los científicos (unos científicos) le han
dictado. Podrían haber aceptado otra. Seguramente no sea
insignificante, al analizar las causas de esa elección, el he-
cho de que en 2006 el ex vicepresidente Al Gore hiciese su
gira mundial presentando la película “Una verdad incómo-
da”.
Aunque a juicio de algunos analistas el excesivo alarmis-
mo de algunos científicos, y sobre todo de algunos activis-
tas, puede tener incluso el efecto contrario, como veíamos
en el gráfico que analizaba la evolución de la opinión pú-
blica en los años ’80 y ’90. Determinados alarmismos son de
hecho utilizados por quienes no creen en el cambio climáti-
co, en el papel humano en el proceso, o en las consecuen-
cias que en plazos históricos pueda tener. Porque, aunque
como he señalado la mayor parte de la opinión pública
considera el tema como algo serio, el sentimiento no es
universal, ni generalizado. En España el hoy candidato a
presidente del gobierno por el PP decía hace un par de años
(ahora parece que ha cambiado su opinión, o al menos no la
expone en público en esos términos) que no creía en el
cambio climático. No creía, ese es un término clave en lo
que estamos hablando. Y el ex presidente español Aznar va
por ahí riéndose de “estos que se ocupan del cambio climático”,
proclamando ante quien quiere escucharle que el tema es
un engañabobos.
Es decir, la sociedad se preocupa porque ha dado por
buenos unos argumentos científicos, frente a otros. Incluso
a una fuente de conocimiento, la ciencia, frente a otras for-
mas de conocimiento que seguramente muchos de quienes
estén aquí respetarán mucho, o incluso las practicarán…
como la religión, por ejemplo. Acabamos de vivir una cam-
paña electoral en el distrito central del Imperio en la que
hemos visto a las candidatas del Tea Party, cristianas inte-
gristas, proclamar que la evolución es un mito, que la po-
58
breza es hereditaria, y por supuesto que esto del cambio
global es una tontería.
¿Por ocurre de este modo?. Pues porque por mucho que
se empeñen los físicos, la realidad es en parte algo social-
mente construido. Incluso las materialidades más básicas se
someten a un consenso social: los sociólogos hablamos, por
eso, de la construcción social de la realidad. Un consenso
siempre provisional, sujeto al cambio en función de pará-
metros muy variables. Por supuesto que el desarrollo de la
ciencia es un factor importante, pero de igual manera pue-
de serlo una crisis económica que conduzca a la desespera-
ción, consiguientemente al crecimiento del peso de la reli-
gión como consuelo o refugio, y finalmente por extensión al
crecimiento de las actitudes anticientíficas. La historia no es
un camino rectilíneo, siempre hacia arriba….
Por tanto, tenemos aquí tres cuestiones: ¿Qué es realmen-
te importante para la gente?. ¿Por qué hacemos que sea
realmente importante, o que sea sentido como realmente
importante por la gente?. Y finalmente, ¿cómo aborda la
gente ese peligro, o a ese riesgo que ha dado por real una
parte, o la mayor parte de la gente?
Bien. Pues de nuevo ahí, todo lo que la ciencia pueda de-
cir, todo lo que la técnica pueda desarrollar, se reduce a
nada si la gente no está dispuesta a incorporar esos elemen-
tos que la ciencia propone o que los técnicos desarrollan.
Un nuevo “por qué”…
Es curioso que siga habiendo personas obtusas que hacen
la distinción entre ciencias duras y ciencias blandas, cuando
lo que es realmente duro, difícil y trabajoso, es intentar ave-
riguar cómo piensa un ser humano, sobre todo cómo piensa
cuando está agrupado con otros; intentar comprender por
qué hace o no hace determinadas cosas; planear la modifi-
cación de sus actitudes, proyectadas a un cambio en sus
hábitos. Y he ahí el nuevo por qué… Cada vez se nos hace
más evidente que el futuro humano, lo hagamos de la for-
ma que lo hagamos, sea mediante adaptación, resiliencia
59
(esa disposición, tan geddesiana, a caballo entre la adapta-
ción y la rebelión) o rebelión, todo lo que hagamos va a
exigir de profundas transformaciones en los sistemas de
valores de todas las culturas vivas en el planeta (no sólo en
las tecnológicamente avanzadas y ricas sociedades occiden-
tales), y por tanto profundos cambios en los hábitos de las
gentes que lo habitamos.
Consecuencia de todo esto: ustedes pueden tener canti-
dades ingentes de dinero para predecir (aunque la verdad
es que casi siempre nos pillan desprevenidos; con los físicos
empieza a ocurrir ya como con los economistas, son unos
estupendos predictores de lo que pasó). Tenemos unos
instrumentos para la predicción climatológica cada vez más
afinados, lo sabemos casi todo, pero la verdad es que nos
pilla siempre a contramano, sin paraguas cuando llueve.
Pero aún así son muy útiles. Aunque todo ese aparato
científico-técnico, todo lo que se desarrolle, todo lo que se
investigue, si no va vinculado a los aspectos sociales, está
condenado a la nada. Es preciso unir las dos orillas, para
que aquellas dos culturas de las que hablaba Snow con una
denominación superficial y poco acertada, pues en realidad
hay tres bien diferenciadas (la de las Ciencias de la Natura-
leza y la Tecnología; la de las Ciencias Sociales; y la de las
Humanidades), trabajen al unísono en el asunto que nos
ocupa. Como decía el propio Snow en 1959, en su mega-
citado artículo, “hay que cruzar un océano”…
El problema es que esas dos (o tres culturas) se ubican en
sus respectivos islotes, aislados entre sí, cada uno con sus
condicionantes estructurales a menudo incompatibles con
los de los demás, y para los que hoy por hoy parece no ha-
ber conectores, drivers adecuados. Por un lado es impres-
cindible que los científicos de la naturaleza entiendan que
sin el concierto de las Ciencias Sociales no hay nada que
hacer (y además me refiero al concierto de las Ciencias So-
ciales, no a que ellos intenten suplantarlas), y por otro lado
es necesario que las Ciencias Sociales se interesen por tales
60
cuestiones, y se integren… Y eso yo lo veo muy incipiente
todavía. Pienso ahora en un chiste gráfico que utilizo a ve-
ces en mis conferencias, tomado de una revista académica,
en el que se hace referencia desde las Ciencias de la Natura-
leza a las propuestas transdisciplinarias como si del ataque
de un monstruo alienígena se tratase.
Acabamos de hacer una investigación en España, en cola-
boración con el grupo de la profesora Mercedes Pardo, de
la Universidad Carlos III de Madrid, sobre este asunto. Y
aunque aún no están terminados de explotar los datos, y
por tanto no están publicados los resultados, tenemos al-
gunos elementos de juicio… A raíz del I Congreso Nacional
sobre Cambio Ambiental Global, celebrado en España, en
2007, en el que no conseguimos que la participación de los
científicos sociales fue siquiera visible, planteamos una
encuesta tanto a científicos de la naturaleza como a tecnó-
logos y científicos sociales, intentando descubrir las claves,
las vías para la superación de esas barreras interdisciplina-
rias. Las respuestas eran muy poco alentadoras, estamos
avanzando muy despacio. En España incluso retrocedemos:
nada menos que en el diseño curricular formativo de los
ambientólogos (grados de Ciencias Ambientales) se intenta
expulsar a las Ciencias Sociales de dicho currícula; cuando
no lo han conseguido por completo (como ha ocurrido en la
mía, la Universidad de Extremadura), el conocimiento de la
dialéctica Medio Ambiente / Sociedad ha quedado circuns-
crito a la mínima expresión. ¿Cómo vamos a generar bue-
nos gestores ambientales si únicamente aprenden biología,
física y química, si no entienden por qué la gente se com-
porta como lo hace, y cómo se modifican las actitudes, y
por extensión los hábitos cotidianos? …
La resiliencia, que como decía es también en parte una
forma de rebelión contra las fuerzas de la naturaleza (por
muy en el Antropogeno que estemos, es la Naturaleza la
que finalmente nos daña como seres autoconscientes y ana-
líticamente separables del resto del universo) puede que
61
llegue a exigir incluso, en el futuro, la propia transforma-
ción de la estructura biológica del ser humano, para asegu-
rar la supervivencia de la propia especie. Es una cuestión
que ya genera profundos debates, y que los va a generar sin
duda en mucha mayor medida en el futuro. ¿Pero cómo va
a ser eso posible si tenemos a la mayor parte de las religio-
nes del planeta persiguiendo (a veces de forma literal) a
quienes se dedican a investigar por ejemplo con células
madre?.
Pero centrémonos en un aspecto cuya estrecha relación
con el cambio ambiental global y el cambio climático parece
más evidente, al menos a los ojos del público no especiali-
zado: las inundaciones, esa macabra rutina que hemos te-
nido tan presente en los noticiarios en las últimas semanas
y meses.
Las inundaciones producidas por las avenidas son hoy
por hoy, a nivel mundial, el principal de los riesgos natura-
les. Suponen un 30% de los desastres naturales en cuanto a
número y daños económicos, y casi un 20% de las muertes
producidas por la acción de la naturaleza. En el último
cuarto del siglo XX ocurrieron 100 avenidas importantes
por año, causando un promedio anual de 11.000 muertes y
150 millones de personas afectadas, y unas pérdidas eco-
nómicas de 20 mil millones de dólares anuales. La mayor
parte de las muertes ocurren en el continente asiático (India
1.500 y China 2.500)7. De hecho, las recientes inundaciones
que en julio y agosto han azotado el noroeste de Pakistán
han sido consideradas las peores de su historia; han produ-
cido 1.100 muertos y miles de damnificados sitiados por las
aguas y bajo amenaza de brotes epidémicos. Y también en
julio, varias provincias y regiones de Chinas en la cuenca
del Río Yangtse han sido azotadas por graves inundacio-
nes, con al menos 146 personas muertas y medio centenar
62
de desparecidas, y han sido calificadas como las peores en
años para algunas regiones
El discurso mediático sobre este tipo de desastres alimen-
ta la idea de que el clima se estaría volviendo “loco”, que
aumentan las catástrofes naturales… Y es que cuando el
conocimiento científico se traslada al saber popular, a me-
nudo se deforman las cosas… Obviamente el tiempo no
está loco, se comporta como es habitual, con pequeñas va-
riaciones (pequeñas variaciones que pueden modificar pro-
fundamente, a largo plazo, algunos ecosistemas).
¿Pero hay ahora más inundaciones?. En absoluto. De he-
cho, las más dañinas se han producido hace muchas déca-
das. En el caso de China, por ejemplo, las inundaciones del
pasado verano han sido una pequeña aventura al lado de
las que se produjeron, en la misma cuenca, en 1935: en el
río Han, afluente del Yangtze, una punta de riada de 50.000
m3/seg. causó 8.400 muertos y produjo 800 millones de
dólares en pérdidas materiales.
El problema, entonces, no es que el cambio climático
provoque más inundaciones; y como veíamos antes, desin-
formar al respecto sólo por conseguir mayor atención me-
diática puede ser peligroso a la larga, pues el público puede
dejar de prestar atención al tema, como ya ocurrió en los
años ’90 del pasado siglo. El problema no es que haya más
inundaciones, sino que allí en donde se producen las inun-
daciones hay cada vez más gente. El problema es que he-
mos asistido a procesos migratorios masivos del campo a la
ciudad en sociedades en las que el Estado apenas está pre-
sente fuera de los espacios centrales, y por tanto ni se ocupa
ni puede ocuparse de planificar, de organizar esos nuevos
espacios suburbanos, seudourbanos más bien. Y la gente se
ubica donde puede, donde la pobreza le marca, no donde
debería ponerse para no morir. Es decir, los problemas re-
lacionados con las inundaciones son, fundamentalmente,
problemas sociales.
63
Y no hace falta que nos vayamos a Sudamérica, a los paí-
ses pobres. Quedémonos en los países ricos, en las inunda-
ciones de la riqueza. En España, las más graves inundacio-
nes de los últimos años se han producido en cauces que
estaban ocupados, o bien por viviendas humildes en terre-
nos ocupados, o bien por viviendas o actividades turísticas,
como ocurre en la mayor parte de las producidas en el Me-
diterráneo, o la gravísima producida en el Camping de
Biescas, en el Pirineo aragonés. La más reciente con resul-
tados trágicos, en el año 2007, provocó varios muertos en
Alicante; pero en una zona en la que se han producido de-
cenas de riadas a lo largo del siglo XX. En 1957 arrasaron
un barrio humilde, las cuevas de Benalúa, y en 1961 (cuan-
do se iniciaba el despegue turístico en España) un camping
turístico en la Albufereta. Y de nuevo hubo inundaciones
1971, 1973, 1978, 1979, 1982 o 1997. Las inundaciones en las
zonas costeras españolas son cada vez más dañinas porque
(como está ocurriendo ahora en los principales centros de
turismo de playa de Portugal) la ocupación del suelo es
totalmente caótica. Las elevadas plusvalías que se obtienen
con los aprovechamientos urbanísticos hacen que no vaya
quedando espacio para que el agua evacue en libertad.
La peor inundación de la historia reciente en España,
producida en Badajoz en 1997, con 21 muertos y 1.300 vi-
viendas destruidas, se produce justamente en uno de esos
barrios de aluvión producto de las migraciones del campo a
la ciudad en los años 60, en espacios sin control urbanísti-
co8.
Entonces, ese fenómeno, esos graves “desastres naturales”,
son en realidad “desastres sociales”, producto una determi-
nada ideología, el neoliberalismo, que a partir de los años
8
A. Baigorri, R. Fernández, L. Gómez, S. Cambero: “Catástrofes na-
turales, acción pública y participación ciudadana: el caso de la riada
en Badajoz”, XII Seminario Internacional Participación ciudadana y
economía social en Iberoamérica: un balance hacia el tercer milenio,
Lima (Perú), 1999
64
‘80, y sobre todo de los años ‘90 tras la llegada del gobierno
conservador del Partido Popular, acabó en España con me-
dio siglo de planeamiento urbanístico ejemplar; desregula-
rizó totalmente la ocupación del suelo. La gente ha cons-
truido donde le dio la gana, casi lo que le dio la gana… Y
ahora pagamos las consecuencias. El país lo paga por los
costes derivados de la burbuja inmobiliaria (la economía
del ladrillo) que han complicado la crisis económica en
España, pero las ciudades de playa lo están vienen pagan-
do antes, y además, en destrozos provocados por las creci-
das.
Bien, para terminar volvamos al principio. Decía, segu-
ramente a juicio de algunos de forma pretenciosa, que iba a
hablar de lo más importante. Pero es que esas son las cues-
tiones, la agenda que marca tanto la contribución de las
sociedades humanas al cambio global, como la capacidad
de mitigación de sus efectos, o de adaptación: la gente. O lo
que es lo mismo, cómo pensamos en relación al tema, y
sobre todo cuáles son nuestras actitudes, nuestra disposi-
ción a la acción en aras de modificar nuestros hábitos de
producción, consumo y desplazamiento. El que suba un
centígrado arriba o abajo la temperatura es importantísimo,
para la biodiversidad, para la distribución de la vida sobre
el planeta incluso… ¡Pero es importantísimo porque esta-
mos aquí, porque hay gente, porque eso puede afectar a las
poblaciones humanas! A gentes cuyas constantes respirato-
rias pueden ser afectadas. Porque pueden provocar movi-
mientos migratorios masivos, incontrolados e incontrola-
bles que pueden provocar la desestabilización de muchos
países, violencia, guerras, que pueden provocar a su vez…
que pueden provocar a su vez… Eso intentamos dilucidar
desde las CCSS, ese es nuestro papel en ese asunto. Por
supuesto que habrá quien no esté de acuerdo con mis plan-
teamientos. Sobre todo porque cada científico, cada espe-
cialista considera que su ala de mosca es lo básico para el
65
futuro del planeta. Lo entiendo: justamente la Sociología de
la Ciencia nos ayuda entender tales actitudes.
Del mismo modo, hay gentes que atribuyen más impor-
tancia a cualquier otra especie que a la humana. Yo por el
contrario considero estas cuestiones en términos explícita-
mente democéntricos; es algo que no puedo evitar: aunque
no sea creyente, procedo de una tradición judeocristiana de
varios milenios, que entendió muy temprano que el azar, la
Vida, le regaló a nuestra especie un jardín enorme, todo un
planeta, quizás toda una constelación. Un jardín que ha
hecho posible nuestra supervivencia y nuestro crecimiento
exponencial, en todos los sentidos. Me interesa que ese
jardín perviva sólo porque me interesa que mi especie so-
breviva. Llámenlo integrismo humanista, egoespecismo,
como quieran. Yo lo llamo sentido común.
66
LA PERCEPCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
EN ESPAÑA
José M. Echavarren
Introducción
67
Nivel descriptivo
68
Tabla 1. Actitud sobre el calentamiento global e impor-
tancia percibida, según nivel de estudios
Nivel de estudios
Sin
Obliga- Secun- Universi-
estu-
toria daria taria
dios
Sí, estamos
asistiendo a
actitud frente al calenta-
No, no hay
pruebas de
5,8% 6,6% 5,7% 3,8%
que esto esté
sucediendo
N.S. 39,6% 15,1% 3,7% 2,6%
N.C. 1,3% ,2% ,0% ,0%
Total 100% 100% 100% 100%
La importan-
31,7% 35,5% 32,1% 35,6%
importancia del calenta-
que tiene
Menos impor-
45,1% 51,7% 58,0% 56,7%
tancia
N.S. 18,3% 5,7% 2,5% 1,4%
N.C. ,0% ,3% ,2% ,3%
Total 100% 100% 100% 100%
Fuente: Ecología y Medio Ambiente III 2007. CIS
69
formativo se hace mayoritaria la opinión de que el cambio
climático es un hecho. Es cierto que gran parte de esta dife-
rencia de cuarenta puntos porcentuales se explica por el
porcentaje de población que “no sabe”, porcentaje que de-
cae notablemente conforme se avanza en el grado educati-
vo. Controlando este efecto, observamos que las diferencias
se siguen manteniendo en el caso de la actitud frente al
calentamiento global, aunque son más moderadas, pasando
de un 90% a un 96% entre la población sin estudios y la
universitaria. Controlando la población que “no sabe”, la
pregunta relativa a la importancia del calentamiento no
muestra diferencias significativas al respecto del nivel edu-
cativo.
La actitud en relación al cambio climático se ve influida
por la orientación ideológica de la persona, siendo las per-
sonas de ideología “de izquierda” más propensas a recono-
cer la existencia del proceso de cambio ambiental y conce-
derle importancia. Las personas que declaran no saber con-
testar adecuadamente a ambas cuestiones, actitud e impor-
tancia, arrojan también puntuaciones políticas de carácter
conservador.
La edad también va a influir en la posición con respecto
al cambio climático. Si bien la posición mayoritaria en la
sociedad española es del convencimiento de que, efectiva-
mente, el cambio climático es un fenómeno que está te-
niendo lugar, esta opinión tiene mayor arraigo entre las
cohortes más jóvenes, oscilando entre el 85% y el 92%. A
partir de los 56 años, esta idea comienza a perder intensi-
dad, hasta rebajarse en veinte puntos porcentuales en el
estrato de “mayores de sesenta y cinco años”. La población
más joven se ha socializado en esta idea, primero con el
agujero de ozono y después con el fenómeno de calenta-
miento global, y por tanto van a ser más proclives a acep-
tarlo como un hecho dado.
70
Nivel multivariable
11
La pregunta es la siguiente: “¿En qué medida considera usted
que el estado del medio ambiente perjudica su salud?”
71
mismo”12. Por su parte, el factor conductual se ha com-
puesto de ocho variables que miden comportamiento
proambiental13.
A pesar del elevado número de variables que se han in-
troducido en el modelo, tan solo tres han resultado signifi-
cativas y han formado parte de la ecuación final. La regre-
sión logística resultante explica el 9% de la varianza. Nin-
guna de las variables sociodemográficas clásicas ha queda-
do incluida en el modelo. Ni el sexo, ni la clase social, ni la
edad, contribuyen a explicar la actitud hacia el cambio cli-
mático. El hecho de que una persona interprete que esta-
mos asistiendo a un proceso de cambio climático, entonces,
no está relacionado con las variables sociodemográficas
más clásicas, pero más sorprendentemente, tampoco el
nivel de estudios queda incluido en el modelo, como seña-
laban también Heath y Gifford (2006). Esto es, el proceso de
calentamiento global, algo que en principio podría parecer
un hecho externo perteneciente al ámbito del conocimiento,
no es interiorizado conforme más conocimiento se posee.
Tampoco el nivel de información medioambiental, ni si-
quiera el interés por el ámbito medioambiental, contribu-
yen significativamente a explicar las actitudes hacia el
cambio climático. Van a ser el sentimiento de autoeficacia
72
personal (también congruente con Heath y Gifford, 2006) y
la salud medioambiental dos de las tres únicas variables
que conformarán la regresión logística, hecho que explica
en parte la reducida varianza explicada que logra obtener.
La tercera variable incluida en el modelo, como nos podían
hacer sospechar los cruces bivariables anteriores, es la
orientación política.
De esta manera, el que una persona señale que el cambio
climático es una realidad, depende principalmente de si
considera que sus acciones proambientales tienen efecto en
el entorno, lo que también es una manera de decir que las
acciones anti-ambientales también tienen un efecto en el
entorno, seguramente un efecto en el fenómeno del cambio
climático. Por su parte, tiene sentido que las personas que
apuntan a la conexión entre salud y estado del entorno
tengan más en cuenta la posibilidad de un cambio climático
que pueda afectarles. El hecho de que la orientación política
tenga un papel importante en esta regresión es muestra de
que el fenómeno del cambio climático, en el ámbito de la
opinión pública, esté más cercano a las creencias que al
conocimiento. Paradójicamente, casi parecería más acertado
decir “creo que en el cambio climático” que “sé que existe
el cambio climático”.
Además de la actitud acerca del cambio climático, tam-
bién vamos a realizar una regresión logística analizando la
faceta de la importancia concedida al fenómeno. El paso
anterior es necesariamente previo, pero la verdadera impli-
cación para el ámbito proambiental va a nacer de la impor-
tancia concedida al fenómeno más que de la mera aprecia-
ción de que, efectivamente, tiene lugar. La variable depen-
diente será la importancia que recibe el cambio climático,
recodificando la pregunta, que en origen tenía tres niveles,
en dos. Separando así un nivel que subraye la importancia
concedida al fenómeno, y otro que la minimice14. Como
73
variables independientes, incluiremos muchas de las que
habíamos introducido ya en la regresión anterior. En con-
creto, la clase social, el nivel educativo, el sexo, la edad, la
adscripción religiosa, la ideología, el tamaño del municipio,
los factores conductual y de conciencia medioambiental, el
nivel de interés en el medio ambiente, y el nivel de infor-
mación medioambiental.
El nivel de varianza explicado por el modelo es del 7%,
similar al alcanzado en la regresión logística anterior. La
regresión admite finalmente cuatro variables. Se trata de la
edad, el nivel de información medioambiental, el nivel de
interés medioambiental y el factor conductual.
De esta manera, conforme aumenta la edad, disminuyen
las posibilidades de considerar que el fenómeno del cambio
climático recibe menos importancia de la que tiene, al igual
que señalan Heath y Gifford (2006). El resto de las variables
implicadas están correlacionadas positivamente con la im-
portancia del cambio climático. El nivel de información
medioambiental afecta a la percepción de la relevancia del
fenómeno, esto es, las personas más formadas parecen en-
tender que, con la información disponible, la importancia
que debiera recibir el cambio climático habría de ser mayor.
El interés medioambiental parece reaccionar de la misma
manera a este respecto. Por su parte, las personas con ma-
yores puntuaciones en el factor conductual, también en-
tienden que debería incrementarse la importancia de este
fenómeno, quizás para que el resto de la población asumie-
ra sus niveles de participación en materia medioambiental.
74
Representación espacial
75
0,6
Autoeficacia
0,3
0,0
Desarrollo afecta entorno
76
No hay Cambio Climático
Factor Normativo
Gobierno responsable medio
Medio No afecta salud
-0,3
Baja Autoeficacia
-0,6
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77
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78
LA CONSTRUCCIÓN DEL CAMBIO
CLIMÁTICO EN LA COMUNIDAD
VALENCIANA
(Algunas notas sobre imprecisiones,
contradicciones y desplazamientos)
Beatriz Santamarina Campos
Introducción
15
A través de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el
Programa De Las Naciones Unidas Para El Medio Ambiente
(PNUMA).
79
Sin duda, hoy el cambio climático es uno de los grandes
retos a los que nos enfrentamos. Pero ¿Cómo se percibe el
cambio climático? ¿Qué mediadores actúan en su construc-
ción? ¿Cuáles son las fuentes de legitimidad de la percep-
ción del cambio climático? ¿Cómo se identifican las causas
y consecuencias del cambio climático en el tiempo y en el
espacio? En este texto intentamos dar respuesta a algunas
de estas preguntas y para ello presentamos parte de una
investigación cuanti-cualitativa realizada en la Comunidad
Valenciana16, en el 2008. En concreto mostraremos algunos
de los resultados del trabajo cualitativo. El objetivo general
de nuestro estudio fue realizar una aproximación a la cons-
trucción social del cambio climático por la acción humana.
Nos interesó conocer cómo el cambio climático como fenó-
meno social, es decir, como fenómeno construido y percibi-
do socialmente, es representado a partir de percepciones,
creencias y valores. Desde nuestro punto de vista, estudiar
la manera en que el cambio climático se representa es fun-
damental, porque esta representación condicionará final-
mente las prácticas cotidianas.
80
mientos ambientales, la enorme labor de la movilización
ecologista, etc., provocaron una transformación en las per-
cepciones sobre nuestra relación con el medio. La sociedad
comenzó a sensibilizarse con la problemática ecológica y
todo ello contribuyó a que surgiera un interés por medir
esa respuesta social, apareciendo la conciencia medio am-
biental como un objeto de estudio definido y privilegiándo-
se la metodología cuantitativa para la medición de dicha
categoría. Del mismo modo que la preocupación sobre me-
dio ambiente ha ido en aumento, desde las ciencias sociales
y las instancias políticas ha habido un interés creciente por
medir la respuesta social ante la degradación ambiental.
Así, las encuestas han venido ofreciendo una primera ra-
diografía social sobre la preocupación ecológica de nuestra
sociedad y, en este sentido, permiten apuntar que ha habi-
do una creciente conciencia ecológica.
En los últimos veinte años hemos asistido a una preocu-
pación por conocer la opinión pública sobre el medio am-
biente, lo que ha contribuido a problematizar lo ecológico y
a definir sus categorías. En España, los estudios sobre valo-
res y actitudes de la población respecto al entorno han se-
guido la tradición metodológica dominante de la sociología
ambiental norteamericana, es decir, se han servido de las
encuestas estadísticas por muestreo como vía principal de
información. Desde los años ochenta contamos con infor-
mación referente a la percepción o concienciación de los
españoles respecto al medio ambiente. Pero es, sobre todo,
a partir de los noventa cuando disponemos de un mayor
número de encuestas que presentan una elaboración más
completa y que giran exclusivamente sobre la problemática
ambiental17. Todas ellas han puesto de manifiesto, con
diferentes matices, que la preocupación medioambiental de
los españoles ha ido en aumento conforme han pasado los
años.
17
Ver, por ejemplo, estudios CIRES (1992,1994) , CIS (1994,
1996, 2000, 2004, etcétera) o Fundación BBVA (2006).
81
Si bien los estudios realizados en España sobre el medio
ambiente, durante las dos últimas décadas, nos permiten
obtener una primera radiografía sobre la representación
social medioambiental de los españoles, no sucede lo mis-
mo con la construcción social del cambio climático (CC).
Pese a que, desde la década de los noventa, el CC se ha
situado como uno de los problemas ambientales más acu-
ciantes, en nuestro país no ha habido estudios de referencia
hasta el 2008 y 2009 que permitan aproximarse a la cultura
común de los españoles sobre el cambio climático. Frente a
los estudios específicos que se vienen realizando desde
hace diez años en otros países europeos o en Estados Uni-
dos sobre la elaboración del cambio climático, en nuestro
país sólo es posible hacer un somero seguimiento de su
elaboración a partir de los barómetros realizados sobre el
medio ambiente donde se incluye el cambio climático como
un aspecto más a valorar. Pero, en cualquier caso, estos
estudios no permiten conocer la representación social del
CC ya que suelen centrarse en analizar de forma general la
percepción pública del medio ambiente. En este sentido, los
estudios del CIS son, quizás, los que nos dan más informa-
ción sobre la elaboración medio ambiental de los españoles.
A partir de ellos se puede extrapolar alguna información
específica sobre el cambio climático. Del mismo modo son
útiles, para obtener una primera aproximación, por un la-
do, los eurobarómetros realizados por la Comisión Europea
(2005, 2008) y, en concreto, el eurobarómetro realizado so-
bre las actitudes respecto al CC (2008). Y, por otro, los estu-
dios que se han venido haciendo sobre CC en nuestro en-
torno cultural (Francia, Reino Unido, Alemania…). Si bien
es cierto que las características y peculiaridades de cada
país hacen difícil cualquier generalización, también es cier-
to que pueden apuntarse tendencias que nos acerquen a
una mayor compresión de la representación social del CC.
Centrándonos, en nuestro país, contamos con un estudio
para la población española sobre la percepción el Calenta-
82
miento Global que nos permite realizar muchas extrapola-
ciones. Se trata del informe presentado por la Fundación
BBVA: “Percepciones y actitudes de los españoles hacia el
Calentamiento Global” (2007-2008). En esta investigación,
el análisis se centra en cuatro ejes: la percepción de la pro-
blemática del calentamiento global, las causas y los efectos
del mismo, la lucha contra el calentamiento global y el pro-
tocolo de Kyoto. Los resultados apuntan en cuanto a per-
cepción de la problemática un nivel de significación muy
alto. El calentamiento global se valora como una problema
grave, en el que se reconoce la influencia y la responsabili-
dad de la actividad humana y en el que se perciben las con-
secuencias del mismo. Asimismo, el estudio indica que
existe una disposición favorable para el cambio y la acción,
siendo los españoles conscientes de la necesidad de tomar
medidas inmediatas y de asumir cambios en su estilo de
vida para reducir el calentamiento global. Pese a ello, es
significativo que un sector de la población reconozca que
no sabe que tendría que hacer para apaliar el problema. Por
último, cabe señalar que el estudio indica que existe un
consenso por la apuesta normativa para afrontar el calen-
tamiento global indicándose que los acuerdos internaciona-
les deben ser el marco de actuación contra el calentamiento
global. Al respecto, es interesante subrayar que la notorie-
dad del protocolo de Kyoto aún es baja (el 39% de los en-
cuestados afirman no haber oído hablar del protocolo)18,
aunque se muestran favorables a la adhesión del acuerdo
por parte de España, pese a que existen discrepancias sobre
lo logrado a través del acuerdo. Esta radiografía general
sobre el Calentamiento Global de la población española nos
ha servido como un referente en nuestro trabajo. Y nuestros
resultados globales se aproximan a lo que este informe re-
cogía.
18
En nuestro trabajo, como veremos a continuación, la notoriedad
del Protoco es mayor.
83
Junto a él cabe señalar el estudio de la Fundación Mapfre
dirigido por Meira, Arto y Montero “La sociedad ante el
Cambio Climático. Conocimientos, valoraciones y compor-
tamientos de la población española” (2009), que viene a
cubrir el déficit arriba señalado. En nuestro caso cabe seña-
lar que esta investigación no se tuvo en cuenta porque el
trabajo que aquí se presenta fue anterior a su publicación.
Si se tuvieron en consideración algunos estudios concretos
sobre el CC pero estos eran específicos para algunas zonas
o colectivos. Nos referimos a trabajos como “Percepción del
Cambio Climático en una muestra de población adulta de
nivel cultural medio” (1994) de Camarasa y Moreno, “Per-
cepción pública de las variaciones climáticas recientes”
(2004) de Benito, Rodríguez y Portela, “La representación
del cambio climático por los estudiantes de la Universidad
de Santiago de Compostela” (2004) de Meira o los trabajos
de Tábara sobre la percepción del CC en Catalunya (1999,
2005). Por último, resta decir que en los últimos dos años la
producción de estudios sobre la percepción del CC en nues-
tro país ha aumentado considerablemente como se refleja
en la aparición de numerosos estudios en distintas Comu-
nidades Autónomas (Catalunya, Andalucía, etcétera).
84
sión20. Tal y como avanzábamos nos vamos a centrar en el
estudio cualitativo, porque los datos de la encuesta se ase-
mejan, en gran medida, a los resultados obtenidos en otros
estudios y porque la aproximación cualitativa matiza di-
chos datos. Es evidente que no podemos mostrar en este
espacio todo el análisis de los discursos en torno al CC, así
que vamos a centrarlo en cuatro aspectos que nos parecen
relevantes para la reflexión y para la implementación de
políticas medioambientales.
Con todo, antes de empezar a analizar estos ejes, pode-
mos avanzar que los grupos de discusión que realizamos
muestran un discurso bastante cristalizado en cuanto al CC
por la acción humana. Si bien es cierto que se pueden de-
tectar pequeñas diferencias, en función de la formación
académica recibida y del status social, a la hora de manejar
ciertos conceptos o articular el discurso, ninguno de ellos
parece ser significativo. Del mismo modo, en los grupos
aparece alguna diferencia en cuanto a la receptividad y
actitud frente a la asunción de responsabilidades. En este
sentido, los grupos de mujeres parecen apuntar a una ma-
yor disposición a asumir compromisos y a la realización de
prácticas más sostenibles, frente a los grupos de jóvenes en
los que parece que hay una mayor resistencia a adoptar
medidas en la vida cotidiana (escepticismo).
Por otra parte, es importante reseñar, para contextualizar
bien el discurso de nuestros informantes, que todos los
grupos se realizaron entre el 15 de octubre y el 15 de no-
viembre del 2008. La crisis económica y financiera fue el
85
telón de fondo de todos y, sin duda, los condicionó. Los
dos primeros, sobre todo, se realizaron después de dos
semanas ‘negras’ donde los medios de comunicación cen-
traban toda su atención en el desplome de la bolsa, en la
caída de empresas financieras globales, en la quiebra de
constructoras, etcétera. En este contexto, la crisis económica
se convirtió, en todos los ámbitos, en centro de debate. Las
hipotecas subprice y los activos tóxicos se incorporaron en
el lenguaje común como parte del análisis cotidiano. Es
más, los grupos realizados no sólo reflejan esta crisis eco-
nómica sino que, en muchos momentos, la crisis se convir-
tió en el eje del discurso relacionando, de forma directa, la
crisis económica con la crisis ecológica.
86
Esta indefinición, crea incertidumbre sobre el fenómeno:
“yo he escuchado muchas cosas pero ninguna concreta”. Al
ser difícil definirlo, al no tener referentes claros, su compre-
sión se muestra para los informantes inalcanzable. Los gru-
pos consideran que el conocimiento del cambio climático se
reduce a los grupos expertos que son capaces, gracias a su
alto grado de especialización, de alcanzar a comprender la
manifestación “no lo entendemos muy bien, no estamos
informados...”. Además, si no se sabe qué es, no se puede
hablar, en principio, ni de sus causas ni de sus consecuen-
cias. Y lo que es más importante: no se pueden percibir ni
los riesgos, ni la amenaza que supone.
“¿Qué es, en realidad, el cambio climático? ¿La esto de
ozono? ¿Qué nos lo produce?” (G.1).
Este primer problema detectado, la imprecisión a la hora
de definir el CC, se ve acompañado de un segundo pro-
blema: la existencia de discursos científicos opuestos. Estas
contradicciones complican más si cabe su conceptualiza-
ción. La falta de consenso científico con respecto al CC hace
que el tema se perciba con escepticismo. Si la ciencia es
fuente de verdad y su discurso legitima numerosas prácti-
cas, el que se muestre dubitativa y dividida hace cuestionar
que el CC por la acción humana sea un fenómeno que se
esté realmente produciendo.
“Hay científicos que dicen que sí, y científicos que dicen
que no. Ahí está el problema” (G.2).
“Claro, si oyes, por un lado, una cosa y, por el otro lado,
otra cosa… Claro te crea un decir: ¿Están exagerando por
un lado? ¿Está éste diciendo la verdad?” (G.5).
Ahora bien, la existencia de discursos científicos encon-
trados es leída de dos formas diferentes. Por un lado, se
subraya los intereses que pueda haber detrás de ciertos
datos o estudios. Por otro lado, se hace la lectura de que la
complejidad del fenómeno impide a la comunidad de cien-
tíficos saber con claridad qué está pasando.
87
“Hay otra película que es ‘la gran mentira del cambio
climático’ que rebate las argumentaciones que hacen y las
plantea como un gran negocio que nos están vendiendo
políticamente. Es un gran negocio para algunos y nos están
haciendo llevar las pilas al sitio y las cosas al sitio para ha-
cer un gran negocio a costa de nuestra obediencia” (G.6).
“O a los ciclos naturales porque siempre ha habido épo-
cas de glaciares o épocas de... Entonces ¿Cuánto influye
una cosa y cuánto influye al proceso normal geológico o de
la naturaleza?” (G.1).
Las contradicciones percibidas en el campo de lo científi-
co son especialmente importantes. La ciencia se construye
como ‘verdad’ y si la misma no se pronuncia de forma clara
surgen dudas ‘razonables’. No ocurre lo mismo con otro
tipo de discursos, sobre todo, los que provienen del ámbito
político. En estos casos, la apreciación de que los discursos
están mediados por intereses económicos descalifica de
forma directa sus argumentaciones: “bueno, Estados Uni-
dos dice que es mentira pero sabemos el por qué”.
Pese a los dos problemas señalados (inconsistencia y con-
tradicción en los discursos científicos), existe un cierto con-
senso en reconocer que el CC producido por la acción hu-
mana existe, o al menos, parece existir.
“-yo pienso que haya un cambio climático es evidente
porque...
-se ve
-se ve y lo dicen... lo que pasa es lo que no está tan claro
es a qué se debe, porque no sabemos si es todo debido a la
contaminación” (G.1).
En gran medida, estas afirmaciones están sustentadas en
la idea clara de que la intervención del ser humano sobre el
medio es cada vez mayor y con claras repercusiones nega-
tivas. La percepción generalizada de que el medio ambiente
es un problema grave, que hay que resolver, permite, por
una parte, dar veracidad al cambio climático por la acción
humana y, por otra, ubicarlo como problemático. En todos
88
los grupos de discusión, se produce el mismo mecanismo:
hablar de CC es hablar de medio ambiente. Si en el CC por
la acción humana no hay consenso ni ideas claras, en lo
referente al medio ambiente encontramos consenso y afir-
maciones compartidas. En este sentido, el CC aparece como
una manifestación más del deterioro medio ambiental, lo
que facilita poder analizarlo. Si bien esta contextualización
(su ubicación en la problemática medio ambiental), permite
reconocerlo como problema y dejar de lado las inconsisten-
cias, también dificulta el análisis propio del CC. En primer
lugar, porque diluye sus causas y consecuencias y, en se-
gundo lugar, porque las medidas para atajarlo se engloban
en buenas prácticas medio ambientales (por ejemplo, el
reciclaje). Todo es analizado dentro de un todo. Tal y como
se reconoce:
“A lo mejor me he hecho un lío pero veo que estamos
mezclando todo y está todo hecho una pelota y [estamos]
dando vueltas” (G.3).
89
ción de problemas ecológicos globales y locales es común
en todos los grupos (contaminación generalizada, destruc-
ción bosques, consumo irracional de recursos y un largo
etcétera). Y es también común en todos señalar, la ‘cons-
trucción’, masiva y desordenada, como uno de los proble-
mas medio ambientales más acuciantes en la Comunidad
Valenciana. La construcción se sitúa como agresión al me-
dio y se relaciona con el CC.
“Eso era un bosque y al día siguiente no había bosque,
habían entrado con maquinarias de esas y lo arrasaron por
todo el morro y eso es imperdonable porque era el pulmón
de Alicante, esto es demencial” (G.5).
Pero, quizás, la contaminación es el referente más claro
tanto para el deterioro medio ambiental como para el CC.
La contaminación asociada a las industrias es, en el imagi-
nario social, la figura más contundente (“la contaminación
sí que afecta, yo creo que eso es clarísimo, las industrias”).
Los efectos de la contaminación, la expulsión de gases y el
dióxido de carbono, se unen directamente con el deterioro
de la capa de ozono y la capa de ozono con el CC. Y junto
ella se sitúa el efecto invernadero con la misma lógica (estos
juegos se repiten en todos los grupos). En menor medida,
sólo en dos grupos, aparece el gas metano, relacionado con
los sistemas intensivos de ganado vacuno. Por último, el
actual modelo de energía, de forma difuminada, aparece
como el responsable del CC por la acción humana.
“es que lo de la capa de ozono, tindrà que vore i tots els
gasos que fan, que desprès... més rojos. I coses d’estes que
van a produir el canvi del clima” (G.3).
“El cambio climático son procesos relacionados con la
emisión de gases de CO2 por el efecto invernadero” (G.5).
En suma, los informantes dibujan un mapa difuminado
sobre las causas del CC, sin saber a ‘ciencia cierta’ qué es
realmente lo que acelera los procesos de cambio. Ahora
bien, si las causas del CC por la acción humana parecen
desdibujarse, las consecuencias se establecen de manera
90
más clara. Las consecuencias derivadas de la experiencia, o
de lo que se vive como experiencia, son más fáciles de defi-
nir y expresar. En este sentido, se comparte que los efectos
del CC por la acción humana ya se pueden ver o sentir. Las
variaciones meteorológicas, los cambios bruscos del tiem-
po, se experimentan como ‘anormales’. Y, precisamente, es
esta construcción del tiempo como ‘anomalía’ lo que se
percibe con más claridad.
“Cambian muchas cosas, te das cuenta que no es normal,
es un clima que no es normal, y cada vez irá a más” (G.3).
“No veo normal, que hoy 16 de octubre, ir en manga cor-
ta y en febrero, en el mes de febrero pasado, hacía un calor
en Valencia que era una locura” (G.2).
Entre las transformaciones consideradas como anormales
se enumeran básicamente tres: la pérdida de estaciones, el
aumento y cambios de la temperatura y la irregularidad en
las precipitaciones. Y dichos cambios se basan en la expe-
riencia vivida y en la memoria. En primer lugar, destaca la
percepción de la pérdida de las estaciones del año: “yo echo
muchísimo de menos las estaciones”. Existe un consenso en
reconocer que de las cuatro estaciones tradicionales hemos
pasado a tener dos: “pasamos de verano a invierno”. La
variación de las estaciones es una de las imágenes más con-
sensuadas y una de las consecuencias más visibles, para
nuestros informantes, del cambio climático por la acción
humana. En segundo lugar, destaca la percepción de que
existen cambios rápidos de temperatura. Además, junto
con dicha variabilidad también existe una percepción de
que ha habido un aumento general de las temperaturas: “la
temperatura, ¡si que ha subido la temperatura!”. Del mismo
modo, las afirmaciones se sustentan en la experiencia acu-
mulada, en el tiempo vivido. Y en tercer lugar, aparecen las
variaciones en las precipitaciones. En este caso, se interpre-
ta que hay un claro desequilibrio, hoy en día, en el régimen
de lluvias. Bien porque las lluvias son más intensas, lo que
conllevaría inundaciones y agresión al medio, o bien por-
91
que se ha pasado a un clima donde se alternan, de forma
dicotómica, los periodos de sequía con los de lluvia torren-
cial.
“Date cuenta, yo tengo 45 años, y yo he vivido cuatro es-
taciones anuales y hoy en día sólo hay dos, invierno y ve-
rano, es que cambio hay” (G.5).
“Yo lo que estoy viendo de los quince o veinte años hacia
aquí (…) Sólo hace calor y cada vez más calor. Yo me
acuerdo hace cinco años en marzo ni de coña iba a la playa
y este año y el anterior no es que fuera, sino que ya me ba-
ñaba, el agua está un poco fría pero te has bañado en mar-
zo” (G.4).
“luego las lluvias también, o llueve mucho o no llueve, o
se pasa cinco días lloviendo y luego no llueve en dos me-
ses... lo veo raro...” (G.6).
Por otro lado, estas transformaciones meteorológicas apa-
recen relacionadas con lo que se construye como cambios
climáticos globales. Los tsunamis, los ciclones y las inunda-
ciones han pasado de considerarse fenómenos puntuales y
aislados, a ser percibidos ahora como fenómenos ‘norma-
les’. De todas formas, en las representaciones sobre estos
cambios, la imagen más clara la encontramos personificada
en el deshielo de los polos: “[que] la temperatura aumente
está ahí, porque se ve que los polos se están descongelando
diariamente”. El deshielo y la consiguiente subida del nivel
del mar se asumen como dos consecuencias evidentes del
CC por la acción humana.
“Antes en televisión salían inundaciones cuando era la
época de los monzones, ahora salen inundaciones todos los
días, en todas las partes del mundo. Y no sé, yo creo que las
inundaciones que están habiendo ahora, bueno… ligado a
la sequía. Yo antes sólo veía, hace quince años, sólo veía
inundaciones una vez al año en los sitios, ahora están con
inundaciones cada semana” (G.2).
“Pero, ya se va notando porque ha subido el nivel de los
océanos, que se han derretido los polos” (G.5).
92
Por último, los informantes hablan de las consecuencias
indirectas de estos fenómenos que se concretan en la apari-
ción de problemas de salud. La relación entre la salud y el
cambio climático, o de la salud y el medio ambiente, apare-
ce en todos los grupos. La construcción es sencilla: si asis-
timos a desequilibrios medio ambientales (climáticos) es-
tamos introduciendo anomalías en el medio y si el medio
condiciona la salud, se da entrada a la enfermedad. Y la
enfermedad representa, por excelencia, los desórdenes.
“yo creo que nos afecta hasta en la persona, en el stress,
nos afecta para la vida diaria y en el trabajo. Todos estos
cambios, nos afectan y nos alteran” (G.1).
Entre las enfermedades que se relacionan con el CC des-
tacan, fundamentalmente, dos: las alergias y el cáncer. El
aumento de las alergias y los problemas respiratorios se
conecta con las causas y consecuencias del fenómeno y se
percibe con un problema del presente. El cáncer, con todas
las connotaciones sociales que tiene, sintetiza esa percep-
ción de un riesgo real que se traduce en miedo: “poco a
poco, la frase es muy fuerte pero nos están matando”. El
desorden climático, que lleva parejo la alteración del me-
dio, se traduce en enfermedad. Y el cáncer, quizás represen-
te, con contundencia ese desequilibrio.
“Si el planeta se calienta más y hay dos grados más de ca-
lor en verano pues eso tiene que afectar a personas asmáti-
cas y a personas...” (G.5).
“És que hem de primar altres interessos per a que la gent
d’eixas poblacions que tenen les taxes més elevades de càn-
cer de tota la península... Què passa? Si la gent diguera:
‘Vaig a primar la meua salut als beneficis econòmics’. Pos-
siblement canviaria” (G.4).
En definitiva, en todos los grupos encontramos un análi-
sis sobre lo que se percibe como CC. Aunque cabe señalar,
que igual que sucede con las causas, las consecuencias mu-
chas veces se interpretan dentro de un todo difícil de desli-
gar: “Te afecta a ti como persona (referido al CC) no sólo
93
porque suba la temperatura... los transgénicos te afectan a ti
como persona, la ecología es buena para ti, independiente-
mente del cambio climático” (G.2).
94
ecológica lleva pareja una crisis de valores. Además, la im-
portancia que adquiere en el discurso la crisis de valores es
significativa en cuanto que se asocia que los cambios que se
requieren son complicados de llevarse a cabo puesto “que
es difícil porque la gente no tiene principios”. De forma
contundente, aparece en todos los grupos, al cuestionar el
modelo y relacionarlo con la pérdida de valores, la crisis de
la idea de desarrollo. En todos se repite que el desarrollo
que hoy tenemos “no es un verdadero progreso”. En defini-
tiva, en todos los grupos se señala que el telón de fondo de
todos los problemas ambientales se encuentra en nuestro
estilo de vida y en los valores asociados al mismo. De ahí,
que se perciba la necesidad de un cambio urgente.
“-cambiar el modelo económico que nos está abocando a
esto...
-Y cambiar los valores o, por lo menos, plantear un abani-
co de valores” (G.6).
95
-y según quien lo cuente
-es interesado” (G.1).
En todos los grupos, hay una petición generalizada hacia
la administración de contar con información clara y precisa
sobre el CC: “decir la verdad, porque no sabemos lo que
nos vamos a encontrar”. Dicha petición se concreta en
campañas que ayuden a conocer el problema para poder
tomar partido en el mismo.
“Yo creo que a lo mejor hace falta más información y más
anuncios, más información, menos anuncios chorras y más
información sobre lo que podemos hacer” (G.4).
Al no existir una comunicación efectiva y al no contar con
información precisa sobre las posibles prácticas que se po-
drían llevar a cabo para mitigar el CC, se ve como imposi-
ble poder intervenir: “a lo mejor podríamos hacer muchas
más cosas pero como no las sabes...”. Sin conocer es difícil
actuar. En este sentido, se culpa a la administración de su
pasividad: “tienes que enterarte por tu cuenta, pero no hay
una campaña buena”, entendiéndose que no responde a las
expectativas sociales cuando, en realidad, la información
“no hace daño a nadie”. La demanda de comunicación a la
administración y su posicionamiento frente al CC se consi-
dera un referente necesario.
“Es una sociedad que empieza a estar sensibilizada pero
la administración no responde en ese punto” (G.6).
La información es vista en todos los grupos como funda-
mental: “lo principal: información”. Así, para poder llegar a
cambios reales en los comportamientos que lleven de la
preocupación a la acción: “necesitamos mucha informa-
ción”. Sin información y sin políticas que promuevan prác-
ticas sostenibles se ve difícil que haya una transformación
en los valores.
“Necesitamos mucha información, y si todo el mundo lo
entendiera como una cosa normal, y supiéramos de recicla-
je (...) yo creo que la gente daría un vuelco” (G.3).
96
Y es precisamente la falta de información la que se esgri-
me para la no acción. De hecho, cuando los informantes
hablan de llevar a cabo medidas que eviten el CC, hacen
referencia buenas prácticas ecológicas generales (básica-
mente consumir menos y reciclar). En gran medida, esto es
debido a la falta de concreción de las causas y consecuen-
cias del CC y al deslizamiento en el discurso hacia los pro-
blemas medio ambientales. Así, se reconoce de forma explí-
cita que no se sabe bien cómo actuar, “no se sabe muy bien
qué hacer”. Además, pese al consenso general en torno a la
necesidad de asumir socialmente la responsabilidad, el
papel del ciudadano se ve condicionado no sólo por la falta
de información. Entre los motivos que se señalan para no
asumir prácticas cotidianas es que se ven, en muchos casos,
como carentes de sentido: “lo poco que nosotros podamos
hacer, no es nada”. La lógica aplicada es clara si los mayo-
res culpables (las empresas) y los mayores responsables (la
administración) no toman medidas, las acciones cotidianas
pierden sentido.
Centrándonos en la administración los informantes se
muestran, especialmente, reivindicativos. Por una parte,
muchas de sus acciones se ven desarmadas por la propia
actitud de la administración lo que provoca desencanto y
desanimo. En todos los grupos, se ha hablado de este pro-
blema representado en el reciclaje: “después te llegan noti-
cias, de varios sitios, de que luego lo mezclan todo, lo
amontonan y lo esconden, entonces...” (G.3). La demanda
es clara: debe haber una compensación, al menos, simbólica
por parte de la administración. Es decir, alguna forma de
refuerzo de los comportamientos asumidos (por ejemplo,
ver cómo se transforma un residuo en algo concreto como
el mobiliario urbano): “los ciudadanos necesitamos ver
como revierten los esfuerzos, los pequeños o grandes que
hagamos, en cuestiones palpables” (G.6). Tal y como lo
expresan los informantes, debe existir una mayor informa-
97
ción sobre las acciones emprendidas para reforzar los com-
portamientos.
“es que hay que mirar que se hace después del reciclaje,
para que a nivel individual y a nivel personal, para sentir-
nos bien y [sentir] que estamos haciendo algo...” (G.2).
Y por otra parte, se conciben contradictorias las políticas
de la administración. Por ejemplo, se pide una reducción
del transporte individual pero se organiza un circuito de
carreras urbano o se demanda menos consumo energético
mientras los poderes públicos la derrochan. Este tipo de
contradicciones, que aparecen reflejadas en todos los gru-
pos, deslegitiman las posibles medidas a implementar.
“desprès de montar un rallie urbà en València, els ma-
teixos que et monten un rallie urbà no van a dir-te: ‘no aga-
fes el cotxe’” (G.3).
Existen, además, otras dificultades para llegar a la acción.
De una parte, al situarse el cambio climático como un pro-
blema global, el impacto de las acciones que se adopten se
percibe que se diluyen y poco contribuyen. De ahí la im-
portancia que adquiere que los informantes vean como
ineficientes las políticas y los acuerdos internacionales.
Junto con la ubicación espacial (la globalidad del problema)
el eje temporal se sitúa también como un problema a aña-
dir: “Pues a lo mejor ahora no nos damos cuenta, pero a la
larga sí que nos va afectar. Ahora a lo mejor no lo notas
pero dentro de un tiempo lo vamos a notar” (G.4). Las con-
secuencias del cambio climático por la acción humana se
construyen como un problema de cara al futuro y esta per-
cepción condiciona la decisión de asumir prácticas sosteni-
bles en el presente. En suma, pese a que se señalan medidas
para llevar a cabo en el día a día se reconocen muchos pro-
blemas que impiden que la mayoría cambien sus prácticas.
Y, entre ellos, la recurrida falta de información se convierte
en un escollo importante.
98
Conclusiones
99
Para finalizar, me gustaría acabar exponiendo las conclu-
siones que fueron pensadas y presentadas para el equipo
de técnicos que puso en marcha esta investigación como
una acción de la Estrategia Valenciana ante el Cambio Cli-
mático 2008-2012. De hecho, el planteamiento inicial fue
que el conocer los valores y percepciones que atraviesan la
construcción social del CC era fundamental para poder
trazar una agenda política más coherente y eficaz. En este
sentido, la finalidad de esta investigación era hacer una
aproximación a la percepción del CC (conocer) para luego
poder intervenir. El contar con un primer diagnóstico sobre
la cultura medioambiental de los valencianos, en general, y
del cambio climático, en particular, debería permitir empe-
zar a desarrollar estrategias políticas más eficaces de res-
puesta al CC.
En los resultados que hemos presentado se hace evidente
que existe una falta de información y una demanda de la
misma a las administraciones públicas sobre el CC de ori-
gen antrópico. Por ello, y desde nuestro punto de vista, la
estrategia de la Dirección de Cambio Climático debería ir
encaminada, como objetivo prioritario, a ofrecer una infor-
mación clara y sencilla a colectivos estratégicos. En este
sentido, se aconsejó que dicha información fuera clara y
sintética, pero que contuviera las causas y las consecuencias
del CC de forma explícita. Además se sugirió que, de forma
gráfica, se presentaran los impactos locales y globales del
CC para dar a conocer la necesidad de tomar medidas
inaplazables siendo fundamental aquí ayudar a identificar
las responsabilidades tanto colectivas como individuales.
Por último, se recomendó la elaboración de una guía de
buenas prácticas para implementar en la práctica cotidiana
En definitiva, la sencilla y compleja ecuación de siempre:
conocimiento, compromiso y acción. Se trataría de conse-
guir, por un lado, que la población asuma comportamien-
tos y estilos de vida y, por otro, que la población impulse,
participe y demande políticas alternativas que permitan
100
actuar de manera conjunta para frenar el CC introducido
por la acción humana. Pero es evidente que sino existe un
conocimiento del problema, de sus causas y consecuencias,
es imposible actuar. Además, esa imposibilidad de llevar
acciones a la práctica viene determinada, de nuevo, por el
desconocimiento de las medidas paliativas que se pueden
llevar a cabo en las prácticas cotidianas. De ahí la necesidad
urgente de diseñar políticas que promuevan el compromiso
real sobre el CC sin ellas será imposible mitigar los impac-
tos ecológicos y sociales.
Bibliografía
101
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104
EL RETO DE LA PARTICIPACIÓN
CIUDADANA EN LOS ESPACIOS NATURALES
PROTEGIDOS
Juan F. Bejarano Bella, Adolfo Torres Rodríguez,
Carmen Sanz López
Introducción
105
normativo donde se suceden diferentes leyes22 que inten-
tan adaptar el modelo español a la realidad político-
administrativa de nuestro país y a las nuevas estrategias y
principios de conservación de la naturaleza. Como ejem-
plos de ello podemos citar, la exposición de motivos de la
ley 5/2007 de 3 de abril, de la Red de Parques Nacionales,
en la que se asume que “los territorios que merecen la con-
sideración de Parques Nacionales son un producto social
en el sentido de que son el resultado de la interacción histó-
rica de la sociedad con el territorio”, así mismo, se señala
que “la Red de Parques Nacionales debe asegurar la viabi-
lidad de la coexistencia entre los Parques Nacionales y su
entorno, demostrando, con el desarrollo de buenas prácti-
cas, la aportación que la existencia de los Parques Naciona-
les significa para el desarrollo sostenible del territorio de su
área de influencia”, y también que “el ministerio –de medio
ambiente- deberá contribuir a la implicación de los agentes
sociales y a la participación de la sociedad en la consecu-
ción de los objetivos de la Red”.
El abandono productivo de un espacio natural para facili-
tar su conservación conducirá ineludiblemente a su trans-
formación e incluso degradación ecológica. Sólo el mante-
nimiento de su función productiva –o el mantenimiento de
la ausencia de ésta- no sólo económica sino sobre todo eco-
lógica y social, puede facilitar la conservación, pero enten-
dida ahora como preservación (poner a cubierto anticipa-
damente de algún daño o peligro-riesgo). La capacidad de
producción será la esencia de los espacios protegidos, en
modo alguno la protección que la preservación implica
22
Ley de Espacios Naturales Protegidos de 1975, Ley 4/1989 de
Conservación de Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres,
Ley 41/1997 sobre un nuevo modelo de gestión de los Parques Na-
cionales y establece la figura del Plan Director de la Red de Parques
Nacionales, Ley 5/2007, de 3 de abril, de la Red de Parques Nacio-
nales y Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y
de la Biodiversidad.
106
puede ser sinónimo de abandono productivo o bloqueo de
actividades. Cuando estos espacios dejan de responder a la
función (usos/no-usos) que los ha generado y pasan a
cumplir una función para la que no han sido diseñados, es
cuando se transforman en espacios frágiles necesitados de
protección. Otra cuestión será las consecuencias y costes
sociales en la configuración de las estructuras socioeconó-
micas ante la nueva situación o estructura generada, y es
que “cada modelo de producción, cada sistema productivo,
precisa de una Naturaleza funcionalmente adaptada a sus
necesidades... en suma, tratar de mantener las actividades...
es siempre la mejor defensa frente a las agresiones exterio-
res al ecosistema a proteger... hacer otro tipo de considera-
ciones es puro romanticismo, inservible para el análisis
social”. (Baigorri, A. 1998).
107
comunidades), sino los procesos, y no es posible encasillar
tales procesos dentro de espacios limitados arbitrariamente.
Los modelos de conservación de la naturaleza, al conside-
rar a ésta un recurso -mediante la atribución de valor-, la
convierten en mercancía –objeto de mercado- generando
una amplia gama de intereses que desencadena abundante
conflictividad entre los diversos actores tendentes al esta-
blecimiento de nuevos equilibrios de poder. Según esto,
cualquier estrategia de conservación de la naturaleza po-
dremos considerarla como una acción socio-política y, co-
mo tal, objeto de análisis desde la Sociología. Expresado en
términos sociológicos de corte más clásico podemos afirmar
que los ENP son un producto social, y por tanto con un
componente social ineludible e incuestionable. Por nuestra
parte, hace tiempo que venimos señalando que las actua-
ciones orientadas al fomento socioeconómico en los muni-
cipios del área de influencia de un ENP suponen la apertu-
ra de nuevos ámbitos, no sólo para la investigación, sino
también, para el ejercicio profesional del sociólogo como
profesional capaz de contribuir a la preservación del medio
ambiente, mediante su participación en la definición, dise-
ño, desarrollo y ejecución de estrategias, planes, programas
y proyectos orientados a armonizar conservación de la na-
turaleza con el desarrollo socioeconómico en la línea de la
preservación y la sostenibilidad. Igualmente, el análisis de
la respuesta social ante la declaración de un territorio como
ENP, la participación social en la gestión, la educación am-
biental, la formación de grupos de voluntarios ambientales,
la conciencia ambiental, las iniciativas económicas empren-
didas, la conflictividad social generada, y un largo etc. no
son más que una pequeña muestra de las múltiples posibi-
lidades de investigación que para el sociólogo ofrecen los
ENP23.
23
TORRES, A. J. y SANZ, C. “El papel del sociólogo en los Es-
pacios Naturales Protegidos”. Ponencia presentada al I Congreso
profesional de Politólogos y Sociólogos. Madrid, 2001.
108
El análisis de las estructuras socioeconómicas en un espa-
cio natural concreto exige investigar los cambios en un con-
texto de complejidad e incertidumbre. En primer lugar, se
habrá de reconocer que los pobladores son los directos ges-
tores del espacio, son ellos y sus antepasados los que han
permitido que el espacio natural sea hoy lo que es y no otra
cosa. En segundo lugar, la regulación y gestión del espacio
concreto ilustrará la pluralidad de situaciones acaecidas en
un ENP determinado aunque para establecer las causas de
los cambios hayamos de huir de lo particular y tender a lo
global.
La actual Sociología del Medio Ambiente ha incorporado
como nuevo paradigma aquel que considera las condicio-
nes de los sistemas medioambientales en los que se desen-
vuelven los sistemas sociales. Este planteamiento sociológi-
co parte del concepto de interacciones medioambientales o
relaciones socioambientales como constructo teórico que
asume la transición desde ecosistemas naturales a sistemas
transformados antropológicamente y que viene a significar
la transferencia de ciertas funciones físicas de conservación
y realimentación desde el ecosistema natural al sistema
social (Woodgate y Redclift, 1998). En la mayoría de las
sociedades actuales la complejidad de las estructuras socia-
les alarga la cadena de conexión e interdependencia entre la
sociedad –sistema social- y el medio biofísico –ecosistema
natural- incorporando los lazos entre los diversos actores y
las instituciones sociales y alejando a éstos de la naturaleza.
La consecuencia de esta dinámica será el distanciamiento
humano y social respecto de la natura. Los espacios vitales
experimentados por los diferentes actores se caracterizan
por conjuntos específicos de relaciones sociales simbólicas y
materiales que definen sus estructuras y que pueden ser
localizados en límites espacio-temporales.
En un trabajo precedente (Torres Rodríguez, 1996) com-
probábamos que la población que vive y mantiene una
109
relación práctica y cotidiana con el monte -como espacio
natural- concibe que éste es su medio, no sólo su medio
físico sino que además forma parte de su existencia, de su
realidad. Dos son los aspectos que van a conformar y con-
dicionar esta concepción: de un lado un componente afecti-
vo-simbólico, de otro un componente material. El primero,
encontraría su raíz en el hecho incuestionable de que son
sus pobladores, lo que les permite atribuirse derechos, con-
cedidos y concebidos tradicionalmente como naturales. Se
trata de su espacio. El segundo, que se expresaría en el de-
seo de la población de permanecer en este espacio, viene
determinado por las relaciones prácticas –productivas- que
se mantienen con él. El signo, positivo o negativo, de cada
uno de estos dos componentes dependerá de las necesida-
des humanas que el medio venga a satisfacer y del uso y
aprovechamiento que se haga del mismo. En la conjunción
de los dos componentes señalados, subyace una identifica-
ción con el Medio, que en el supuesto de máxima identidad
reconoce una mutua dependencia. Su imagen del monte es
la de un medio productor intervenido por los seres huma-
nos, que es usado por éstos, contribuyendo a su manteni-
miento y conservación.
110
necesario que tanto los beneficios como los costes de la
conservación sean distribuidos de manera equitativa entre
la sociedad en su conjunto. Algo que no ocurre ahora: los
beneficios se distribuyen a nivel global mientras que son
las comunidades locales las que soportan los mayores cos-
tes. Y es que las AP además de contribuir al desarrollo sos-
tenible por la prestación de servicios ecológicos también
pueden generar un impacto negativo en las comunidades
locales si no se tienen en cuenta sus derechos. En este sen-
tido, el reto de futuro consiste en incorporar las necesida-
des y aspiraciones de las comunidades locales y otros in-
teresados directos en un AP mediante la participación de
todos ellos en la elaboración y adopción de decisiones que
les afectan. En resumen, Durban pone de manifiesto que en
la práctica las AP deben administrarse de acuerdo con el
enfoque por ecosistemas (estrategia de gestión integrada de
las tierras, el agua y los recursos biológicos que promueve
la conservación y la utilización sostenible de una manera
equitativa), y por los principios de la UICN que compren-
den la descentralización, la participación, la transparencia y
la responsabilización. El Congreso, a la par que recalca la
importancia que las áreas Protegidas revisten para el desa-
rrollo sostenible por la prestación de servicios ecológicos y
las oportunidades de sustento que representan, hace notar
el impacto negativo que dichas áreas pueden generar en las
comunidades locales si no se tienen en cuenta sus derechos
y si éstas no participan plenamente en la elaboración y
adopción de decisiones que les afectan. En este sentido,
para contar con un sistema mundial de áreas protegidas
debidamente gestionado se asume la urgencia de medidas
que permitan la participación activa en el proceso de la
amplia variedad de sectores, comunidades e intereses pre-
sentes en cada caso. Una condición fundamental para lo-
grar la responsabilización de los interesados directos es la
creación de un ambiente de confianza y diálogo entre todas
las partes. Dicho clima sólo se conseguirá mediante una
111
buena gobernanza en las áreas protegidas. La adopción de
políticas apropiadas consistirá, entre otras cosas, en: habili-
tar a las comunidades locales para participar en la ordena-
ción de las AP; asegurar una distribución equitativa de
costos y beneficios relacionados con las AP; y reconocer la
diversidad de enfoques relativos a la gobernanza de las
Áreas Protegidas.
De acuerdo con lo dicho, la gobernanza ocupa un lugar
central para la conservación de las Áreas Protegidas. Se
basa en una serie de principios subyacentes que represen-
tan lo que se podría describir como valores humanos fun-
damentales. Estos incluyen el concepto de integración,
oportunidades equitativas para contribuir al proceso de
decisión, y una participación significativa de todas las par-
tes afectadas por las áreas protegidas o que se beneficien
con ellas. Comprende asimismo valores institucionales de
transparencia, capacidad de dirección, eficiencia y rendi-
ción de cuentas. Los cinco principios de una “buena” go-
bernanza (legitimidad y voz, eficiencia, rendición de cuen-
tas, equidad y dirección) permiten el análisis comparativo
de los diversos modelos existentes como proceso de adap-
tación de los mismos al contexto pertinente del AP concre-
ta, y se convierten en instrumentos de evaluación participa-
tiva mediante ejercicios como pueden ser los procesos par-
ticipativos en la toma de decisiones, los procedimientos de
resolución de conflictos y los mecanismos de control y eva-
luación.
Se hace necesario un proceso de comunicación estratégica
participativa y multimedia a nivel de encargados de la to-
ma de decisiones, poblaciones urbanas y comunidades lo-
cales. Una comunicación en ambos sentidos y la participa-
ción de los interesados directos en los procesos de decisión
pueden contribuir a que se conozcan mejor las percepcio-
nes, problemas y necesidades de las partes interesadas en
las AP y a que se involucre a las comunidades en su con-
servación activa. Las AP son percibidas como la realización
112
de una vocación ética. Expresan los deseos de la humani-
dad en pro de la preservación de la vida en el planeta. Por
ello, son objeto de veneración. El grado en que las AP cum-
plen sus objetivos de conservación y alcanzan las metas
sociales, económicas y ambientales está estrechamente rela-
cionado con la calidad de su gobernanza. En la actualidad,
existen en el mundo una diversidad de tipos de gobernanza
de Áreas Protegidas en función de las partes sobre las que
debería recaer la responsabilidad de la misma sobre bases
legítimas. El concepto de Gobernanza abarca la interacción
entre las estructuras, los procesos, las tradiciones y los sis-
temas de conocimientos que determinan la forma en que se
ejerce el poder, la responsabilidad, se adoptan las decisio-
nes y expresan su opinión los ciudadanos y otros interesa-
dos directos. Debe reflejar y abordar los factores sociales,
ecológicos, culturales, históricos y económicos pertinentes y
debe definirse teniendo en cuenta, para cada AP, las cir-
cunstancias, las tradiciones y los sistemas de conocimientos
locales.
El Área Protegida formada por el Parque Nacional y Na-
tural de Doñana han contado históricamente con los órga-
nos de gestión habituales hasta el año 2006, donde la Junta
de Andalucía asume la gestión del Parque Nacional de Do-
ñana, e introduce un nuevo concepto en estos órganos co-
legiados aunando el hasta ahora Patronato del Parque Na-
cional y la Junta Rectora del Parque Natural en un nuevo
órgano al que llamará Consejo de Participación de Doñana,
un foro que asumirá las funciones que correspondían a sus
antecesores, en cuanto a colaboración y coparticipación
entre las Administraciones implicadas haciendo efectiva la
coordinación interadministrativa, además de posibilitar la
intervención de los ciudadanos en la gestión del END. Sin
embargo, según la información proporcionada por la nor-
mativa que lo regula, este órgano, al igual que sus predece-
sores, poseerá un carácter predominantemente consultivo.
Los datos de la siguiente tabla muestran como las funciones
113
que más se repiten son las de informar, promover y propo-
ner.
Junta Consejo de
Funciones Patronato Rectora Participación Total
Velar 1 0 1 2
Promover 3 1 2 6
Aprobar provi-
1 1 0 2
sionalmente
Informar 1 3 8 12
Aprobar regla-
1 1 1 3
mento interior
Colaborar 0 1 1 2
Facilitar 0 1 1 2
Conocer 0 1 0 1
Aprobar 0 1 1 2
Requerir in-
0 1 0 1
formación
Proponer 0 4 0 4
Acordar 0 1 1 2
Someter 0 1 0 1
Recabar infor-
0 0 1 1
mación
Total 9 17 17 43
Elaboración Propia. Fuente: Consejería Medio Ambiente
Junta de Andalucía.
24
Distinción que recoge David Tábara en su capítulo “Los para-
digmas culturalistas, cualitativo y participativo en las nuevas líneas
de investigación integrada del medio ambiente y la sostenibilidad”
del libro editado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de
114
unos hablan y otros escuchan, en la comunicación se pro-
duce un flujo de información en todas direcciones y afecta a
todas las partes que intervienen, pero es en los procesos de
participación cuando la comunicación se materializa en
propuestas y en programas de acción que reparten conoci-
mientos, objetivos, medios y responsabilidades concretas
entre todos los participantes. Podemos clasificar estas tres
dimensiones bajo dos criterios básicos, de un lado, el grado
de implicación de los distintos agentes sociales (nivel de
demanda de atención, de esfuerzo y de implicación por
parte de los diferentes actores participantes), de otro lado,
el grado de otorgamiento de responsabilidad (nivel efectivo
en el que los distintos agentes sociales tienen capacidad
para entrar en los procesos de evaluación y decisión, y en
contrapartida, adquieren responsabilidades). El Consejo de
Participación estaría en una fase de comunicación, donde
los diferentes actores sociales de las comunidades locales
de este espacio natural sólo se encuentran implicados, sin
que lleguen a asumir responsabilidad en la toma de deci-
siones. Decimos esto porque en el decreto por el que se
crean los Consejos de Participación, los representantes con-
servacionistas disminuyen su representación y desaparece
la representación de las asociaciones de vecinos, por el con-
trario aumenta la representación de las administraciones
hasta un total de veintiocho (Tabla 2). Este dato es significa-
tivo del nuevo marco regulador de la participación de la
sociedad, que atendería más a una correlación de fuerzas
entre administraciones que a integrar las demandas y pro-
blemáticas de las comunidades locales. El Consejo de Parti-
cipación no sólo carece de participación real en la toma de
decisiones sobre el Espacio Natural Doñana, sino que ado-
lece también, de la representación necesaria de sus comu-
nidades locales. Realidad que es reinterpretada desde la
115
dirección del END cuando se afirma que “el único vehículo
de participación son los alcaldes”.
Consejo de
Junta
Patronato Participación
Rectora
Representantes de la
13 1 10
Admón. Central
Representantes de la
Administración Au- 1 6 13
tonómica
Diputación 2 3 3
Ayuntamientos 5 10 11
Mov. Ecologistas 3 3 3
Empresarios 1 6 5
Consumidores 0 1 1
Asociación vecinos 0 1 0
Sindicatos 0 3 2
Universidad 1 3 3
Hermandad Matriz
0 1 1
del Rocío Almonte
Persona prestigio 0 0 2
END 0 0 4
Federación Caza 0 0 1
Usos 0 0 1
Propietarios 0 0 2
TOTAL 26 38 62
Elaboración Propia. Fuente: Consejería Medio Ambiente
Junta de Andalucía
116
La participación como instrumento de preserva-
ción
117
Hemos intentado demostrar que en la puesta en práctica
de la participación ciudadana se produce una recontextua-
lización por parte de los agentes sociales dotándola de for-
ma y contenido real alejado en ocasiones del sentido origi-
nario, de tal forma que la formación de la política de parti-
cipación viene a encubrir la desigual distribución de las
responsabilidades entre los agentes.
La gobernabilidad tanto en las ciudades “sostenibles”
mediante agendas 21 locales como en los espacios naturales
protegidos requerirá de instituciones participativas donde
se produzca una participación efectiva. Los mecanismos
que nos interesan serán todos aquellos que permiten algún
grado de participación ciudadana en la toma de decisiones.
Es decir, instrumentos que vayan más allá de proveer in-
formación al ciudadano sobre la actividad de la Adminis-
tración, de forma que supongan un intercambio bidireccio-
nal. Por tanto, nos interesan los mecanismos organizados
que permiten escuchar la voz de la ciudadanía en los pro-
cesos de toma de decisiones a nivel local. Estas nuevas for-
mas participativas traerán consigo una democracia fuerte
capaz de superar las limitaciones de la representación. El
término adquiere un sentido de concreción y de mera reali-
dad sólo cuando los individuos se redefinen como ciuda-
danos y se reúnen directamente para resolver conflictos o
alcanzar acuerdos o implementar decisiones. (Barber B.
2004)
118
tipo, referido a la intromisión de colectivos sociales -de un
supuesto estatus subordinado- en un terreno -preconcebido
como propio- de expertos y gestores. En el segundo, los
expertos y administradores confunden el saber cualificado
–autoridad racional basada en el saber- con la participación
–intereses particulares legítimos-.
El XV Congreso de Europarc-España celebrado en junio
de 2009, señala en las conclusiones la relación entre el desa-
rrollo rural y la conservación. De hecho, de las cuatro se-
siones de trabajo del congreso dos de ellas se dedican a esta
temática. Señalando los beneficios de la colaboración entre
entidades de conservación, de desarrollo, así como con su
entorno social. En este mismo sentido, el documento elabo-
rado en dicho congreso “Estándar de calidad en la Gestión
para la Conservación en Espacios Naturales Protegidos”
señala entre sus principios generales el de “asegurar el
apoyo social”: el proceso de planificación y ejecución de las
acciones de conservación debe tener en cuenta a todos los
agentes locales potencialmente implicados, y valorar la
oportunidad de tenerlos en cuenta en el proceso de toma de
decisiones. La mayor parte de planes de conservación pre-
cisan para ser viables de amplio respaldo social e implican
asumir compromisos, limitaciones de usos y obligaciones
por parte de toda la comunidad. Para ello es preciso prever
mecanismos de participación pública en todo el proceso,
desde la concepción del plan o proyecto a su evaluación.
Muchos problemas de conservación no son estrictamente
biológicos, sino que frecuentemente tienen también que ver
con los sistemas humanos y sus patrones de comporta-
miento (p. ej.: cambios en patrones tradicionales). Conside-
rar el entorno socioeconómico es esencial para asegurar el
éxito de las acciones de conservación, por lo que es necesa-
rio poner el énfasis en la participación social en la toma de
decisiones (Jiménez Pérez, 2005). En todo caso la magnitud
del proceso de participación debe adecuarse a la naturaleza
del plan o proyecto, siendo más limitada en proyectos muy
119
concretos o que afectan a un número reducido de colecti-
vos. Como mínimo debería verificarse cuáles son los colec-
tivos implicados para poder valorar si es necesario em-
prender un proceso de participación (Cuadro 2). De lo con-
trario, lo que estamos logrando es desencantar a los ciuda-
danos y desgastando -cuando no eliminando- el componen-
te mágico que envuelve al Desarrollo Sostenible, a la Soste-
nibilidad y a la Conservación de la naturaleza y que les
hace ser aceptados por todos en tanto estrategias de preser-
vación ecológica y erradicación de la miseria.
120
Doñana25. Tratándose este trabajo de una aportación teóri-
ca, no pretendemos entrar en el plano del reglamento, sólo
incidiendo en algunas de las consideraciones más impor-
tantes para la creación de dichos foros. Considerando que
el proceso participativo sólo se puede planificar partici-
pando, nuestro trabajo permanecerá, por tanto, en el te-
rreno de las recomendaciones.
La primera característica de esta nueva herramienta par-
ticipativa, a la que denominamos “Consejo Local de Parti-
cipación de Doñana”, CLP, será su carácter interadminis-
trativo, ya que dependerá del máximo órgano colegiado de
participación de Doñana, adscrito, a efectos administrati-
vos, a la Consejería de Medio Ambiente, siendo la Sociedad
Civil la que participe, de ahí que se proponga una gestión
descentralizada y compartida (Cuadro 3). Con el fin de
superar la complejidad territorial de Doñana, el CLP ha de
contar con delegaciones en todos los municipios del Parque
Nacional y otras tantas en aquellos del Parque Natural
(municipios pertenecientes a las provincias de Huelva, Se-
villa y Cádiz) todas ellas con sede física y de carácter per-
manente. Para esta empresa será necesario un equipo técni-
co especializado en funciones de asesoramiento ciudadano
y de formación, dependiente del END, en coordinación
interadministrativa con los diferentes técnicos/as de parti-
cipación de los municipios del END. La voluntad de las seis
delegaciones ciudadanas serán recogidas por dos represen-
tantes (Ciudadanos del Parque Nacional y Ciudadanos del
Parque Natural) haciéndola llegar al máximo órgano cole-
giado de participación de Doñana: el Consejo de Participa-
ción.
Cada CLP territorial estaría presidido por una represen-
tación municipal/provincial (persona de reconocido presti-
25
La información sobre este estudio se encuentra recogida en Be-
jarano Bella J. F.: La gestión Compartida en Espacios Naturales
Protegidos. Análisis sociológico de la Participación Ciudadana en
Doñana. Pendiente de publicación.
121
gio) y del END. Entre los agentes sociales dispuestos a
participar encontramos, entre otros: agricultores locales,
empresarios de turismo ambiental, ganaderos, usos tradi-
cionales, cazadores, asociaciones de vecinos, asociaciones
culturales, asociaciones de amas de casa, etc. por lo que la
participación deberá presentar un carácter mixto, donde
tengan cabida tanto representantes de agentes sociales y
económicos de los municipios, como todos aquellos ciuda-
danos no organizados de Doñana interesados en su gestión
y conservación.
122
Los Consejos Locales de Participación
El régimen jurídico de funcionamiento del CLP será el
que se disponga en su Reglamento de Régimen Interno
según lo establecido en los artículos 22 y siguientes, sobre
los órganos colegiados, de la Ley 30/1992, de 26 de no-
viembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Pú-
blicas y del Procedimiento Administrativo Común, modifi-
cada por la Ley 4/1999.
Las funciones de los diferentes CLP serían tres, que vie-
nen a corresponder con los tres niveles de participación
considerados.
123
3. Tercer nivel de participación:
Se coordinará un proceso que permita participar en la
gestión, es decir, una gestión compartida donde se posibili-
te la toma de decisiones conjunta, y dicha ejecución sea
compartida por los miembros de la colectividad. Para, por
último, elevar dichas decisiones al Consejo de Participación
de Doñana. La participación será efectiva antes de la toma
de decisiones, es decir, en la planificación de la participa-
ción, debiéndose practicar también después de la toma de
decisiones, en la ejecución y en la evaluación. La vincula-
ción de las decisiones tomadas en el proceso deliberativo
será clave para conseguir una participación real.
En cuanto a las competencias de los diferentes CLP, serán
todas aquellas recogidas en el Capítulo III, artículo 16 de la
Ley 8/1999, de 27 de octubre, del Espacio Natural de Do-
ñana:
124
gramas de investigación científica.
Proponer las posibles modificaciones de los límites de las
figuras de protección que integran el Espacio Natural Do-
ñana.
Recabar y recibir información sobre las actuaciones y acti-
vidades que se desarrollen en el Espacio Natural Doñana
relacionadas con su conservación y uso público.
Aprobar la Memoria anual de actividades elaborada por el
Equipo de Gestión del Espacio Natural Doñana, proponi-
endo las medidas que considere necesarias para corregir
disfunciones y mejorar la gestión.
Informar los proyectos de obras y trabajos que se conside-
ren necesarios realizar y no figuren en el Plan Rector de
Uso y Gestión o en el Plan Anual de Trabajos e Inversio-
nes.
Informar el régimen de funcionamiento de las instalacio-
nes y servicios del Espacio Natural Doñana, propuesto por
el Equipo de Gestión.
Informar sobre la propuesta de distribución de ayudas y
subvenciones en el Área de Influencia Socioeconómica del
Espacio Natural Doñana.
Informar las propuestas de autorizaciones de actuaciones
no prohibidas en la presente Ley ni contempladas en el
Plan de Ordenación de Recursos Naturales o el Plan Rec-
tor de Uso y Gestión del Espacio Natural Doñana.
Informar los Convenios de colaboración que el Equipo de
Gestión vaya a proponer a la Administración de la Comu-
nidad Autónoma.
Aprobar su Reglamento de Régimen Interno.
Acordar la creación de comisiones o grupos de trabajo.
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127
NI EN MI CASA, NI EN LA TUYA: ALTRUIMO
AMBIENTAL Y CONFLICTOS
Artemio Baigorri Agoiz, Mar Chaves Carrillo
Introducción
128
ción. En el texto se discute además si podemos atribuir al
efecto NIMBY el compromiso ambiental, o si por el contra-
rio podemos considerar que otros factores bien estructura-
les, bien superestructurales (culturales) tienen más peso
que la afección directa.
129
de la interacción social y la evolución cultural (Baigorri,
1999) y, como tales, el conflicto es parte consustancial.
En cualquier caso, y estando en la actualidad nuestra in-
vestigación en fase de revisión de los aspectos teóricos rela-
cionados con los conflictos ambientales, a efectos de la ex-
plotación inicial de los datos del Ecobarómetro de Extre-
madura28 vamos a hacer una consideración indiscriminada
de la conflictividad ambiental. De hecho hemos preferido
hablar de estrés ambiental para referirnos, en general, a
situaciones que, o pueden ser potencialmente fuentes de
conflicto, o presentan ya todos los elementos tipológicos de
un conflicto social.
130
tos, que justamente rompen la pretendida dicotomía entre
conflictos ambientales y socioambientales, pues en ambos
casos se trataba a la vez tanto de un desajuste en la gestión
de las externalidades (contaminación química y radiactiva),
como de apropiación de recursos (agua), siguieron en los
años '80 un tipo de conflictos bien distinto. La construcción
del Canal de las Dehesas (precisamente reivindicado por el
movimiento social que alentó la lucha antinuclear) y la sub-
siguiente transformación en regadío generó un conflicto
entre el Estado y las organizaciones proteccionistas, algo
que se repetiría en la década siguiente con la construcción
de la presa de Alqueva, en Portugal (pero que inunda tam-
bién tierras de algunos municipios españoles), también
orientada inicialmente a la transformación en regadío.
Pero es un periodo, el de los años '80 y '90, en el que los
conflictos ambientales son más bien de naturaleza urbana,
como corresponde a una sociedad en proceso acelerado de
modernización: el conflicto por el tratamiento duro del
cauce del Guadiana en Badajoz (1986-1988), el derivado de
la 'neo-gentrificación' del casco antiguo de Badajoz (PERI
de PRIM) o más recientemente el de la Ribera del Marco, en
Cáceres, por el intento de urbanización de las antiguas
huertas de la ciudad.
Este proceso de urbanización de la ecología, en el que los
campesinos que otrora fueron el apoyo más importante de
los ecologistas pasan a ser el enemigo de los ambientalistas
(Baigorri, 1999), determinará la naturaleza de los conflictos
ambientales en la última década del siglo XX. Será precisa-
mente la implantación de medidas de protección ambiental
las que enfrentarán a agricultores, ambientalistas y admi-
nistración. Llegando a fracasar en algunos casos (Tentudía-
Sierra Sur) pero llegándose a implantar en otros, generando
conflictos que, como el de la ZEPA (zona de protección de
aves) de los Llanos de Trujillo-Cáceres, amenazó durante
años por convertirse en uno de los que algunos denominan
131
“conflictos intratables”, o intransigentes (Lewicki, Gray,
Elliott, 2002).
132
ahora vigente en torno a la construcción de la Refinería de
Tierra de Barros.
Para su consideración en el Ecobarómetro hemos tomado
la mayoría de los conflictos ambientales más importantes
ocurridos a lo largo de las tres últimas décadas: la infausta
Central Nuclear de Valdecaballeros es el más antiguo de
los considerados; fuertemente vinculado al mismo fue el de
la mina de uranio de La Haba (Badajoz), también de los
años '70; a la siguiente década corresponden los denomina-
dos Tratamiento duro del Guadiana en Badajoz, la trans-
formación en regadío del Canal de las Dehesas o la cons-
trucción de la presa de Alqueva (Portugal); a la última dé-
cada del siglo XX pertenecen (en algún caso se arrastran
desde entonces) los conflictos de las ZEPAS o el de la Side-
rurgia de Jerez de los Caballeros (más bien su ampliación,
pues su primera fase no levantó protesta alguna). Surgidos,
o madurados, ya en el siglo XX está en primer lugar el de la
CNA (Central Nuclear de Almaraz)29; y junto a ella hemos
considerado el conflicto en torno a la Cementera de Alco-
nera; el de la Refinería de Tierra de Barros, el de la Mina
de Aguas Blancas, ubicada entre Badajoz y Huelva, que
produce níquel y un poco de cobre en una explotación a
cielo abierto; el de la urbanización de la Ribera del Marco,
y finalmente el estrés ambiental (pues el nivel de conflicti-
vidad ha sido muy débil hasta la fecha, únicamente en Sie-
rra de Gata) generado por los campos eólicos.
133
Del estrés ambiental a la exposición conflictual
134
bientales. Entendemos conflicto según su definición más
simple y universal, como una relación social entre dos o
más partes que o cuyos portavoces creen tener metas in-
compatibles. En el caso de los conflictos ambientales estas
metas incompatibles estarían ligadas, entre otros aspectos,
al desarrollo económico o la conservación de la naturaleza.
La resolución del conflicto, si no es de los denominados
“intractables”, derivará en el triunfo de una de esas dos po-
siciones o en un encuentro dialéctico superador.
Una vez desencadenado el conflicto, normalmente cons-
truido por minorías sociales activas, la población podría-
mos decir que se ve expuesta al conflicto, en la medida en
que es obligada, por dichos actores a posicionarse.
A partir de ahí, hemos construido la variable exposición
conflictual, que define para cada municipio, en función de
la distancia al epicentro de cada uno de los conflictos con-
siderados ya existentes, un determinado nivel de intensi-
dad de exposición. En la medida en que esa distancia de-
termina una mayor o menor presión para la implicación;
salvo en aquellos sectores poblacionales que por sus valo-
res se comprometen y entienden como propios todos los
problemas ambientales: no quieren para otros lo que no
quieren para sí, no quieren en el patio trasero de la casa de
los otros, lo que no quieren en su propio patio trasero.
Así, el gráfico siguiente recoge la distribución para todos
los elementos de la muestra de su nivel de exposición con-
flictual. La participación efectiva en los conflictos plantea-
dos nos sugiere, como medida provisional, el nivel de im-
portancia que tienen los conflictos, o al menos, los que han
generado mayor repercusión para la movilización ciudada-
na, asignándole a cada uno de los conflictos un determina-
do nivel de repercusión (peso). Por otro lado, cada locali-
dad está a cierta distancia de cada uno de los conflictos,
aunque esto no significa que el conflicto haya tenido mayor
repercusión en aquellas localidades más cercanas al mismo,
de ahí que utilicemos la variable de la repercusión (o im-
135
portancia) generada por el conflicto y que la relacionemos
con el de las distancias de cada localidad con los conflictos,
generando así, la variable de Nivel de Exposición conflic-
tual.
136
siguiente refleja, para cada uno de los conflictos, dicha par-
ticipación.
137
Nos vamos a centrar en cómo afecta los niveles de expo-
sición conflictual al hecho de participar o no en los conflic-
tos ambientales.
Como vemos, son los que mayores niveles de exposición
conflictual se ven sometidos los que en mayor medida se
movilizan o dicen haber participado en los conflictos am-
bientales.
En la siguiente tabla se relaciona el número de conflictos
en los que han participado con las distancias respecto de
los conflictos. Como podemos observar, quienes dicen
haber participado en un sólo conflicto, lo han hecho en
aquellos más cercanos, fundamentalmente locales. De lo
que podríamos deducir que quienes menos tienden a movi-
lizarse, sólo lo hacen cuando son ellos los afectados por el
potencial impacto, lo cual se corresponde con el modelo
NIMBY.
1 2 3-4 5+
Valor % Valor % Valor % Valor % %
Valor 46 45,54 16 25,4 11 22 20 14,71
< 50 km
% 49,46 17,2 11,83 21,51 100
Entre 50 y Valor 32 31,68 22 34,92 18 36 49 36,03
100 km % 26,45 18,18 14,88 40,5 100
Entre 100 y Valor 18 17,82 14 22,22 15 30 60 44,12
200 km % 16,82 13,08 14,02 56,07 100
Valor 5 4,95 11 17,46 6 12 7 5,15
≥ 200 km
% 17,24 37,93 20,69 24,14 100
% 100 100 100 100
138
cias, vemos que hay un 30% de participaciones brutas reali-
zadas a más de 100 km de distancia del participante.
Podemos decir que son minoría los ciudadanos que se
movilizan frente a las situaciones de conflicto ambiental,
pero entre quienes se movilizan, predomina la moviliza-
ción altruista, es decir, 'Ni en mi casa, ni en la tuya'.
139
res, y en mucha menor proporción, a los científicos (un 28%
de los altruistas, frente a un 43 % de la muestra). Es decir,
los altruistas ambientales confían, en menor medida que la
muestra general, en la ciencia, en coherencia con la crisis
de la ciencia como sustentadora de la verdad absoluta.
En cuanto a la confianza en las instancias políticas regio-
nales, se decantan un poco más por que la junta está ha-
ciendo claramente menos de lo suficiente (de l 32% frente al
28% de la muestra) en los demás sigue igual, son niveles
muy bajo de confianza en las acciones de la junta de Extre-
madura. El 40% tanto de los altruistas como de la muestra
general piensa que la Junta de Extremadura está haciendo
algo menos de lo suficiente.
Estos “altruistas ambientales” también presentan ciertas
diferencias substanciales con respecto a la muestra en de-
terminadas actitudes y comportamientos medioambienta-
les, empezando por la propia comprensión del medio am-
biente, que entienden como protección de la naturaleza, el
estado del medio ambiente que heredarán sus hijos y nues-
tra responsabilidad individual en la mejora ambiental, y no
tanto como contaminación de las ciudades, los paisajes
verdes y placenteros, los terremotos, etc. Es decir, son más
generalistas, prácticos y menos bucólicos en este sentido
con respecto a la muestra.
Frente a la dicotomía crecimiento económico vs. medio
ambiente, la muestra general tiende a decantarse por dar
prioridad al medioambiente aun cuando ello suponga un
menor crecimiento económico o la pérdida de puestos de
trabajo, pero los altruistas lo hacen en mayor medida31.
Además, los hallamos más cercanos a un tipo de pensa-
miento ambiental que podemos definir como eco-optimista
140
a nivel societal e individual, esto es un tipo de pensamiento
ambiental que tiene confianza tanto en la acción social, co-
mo en los efectos positivos de su acción individual para la
mejora o el cuidado del medio ambiente.
En lo que se refiere a los hábitos medioambientales, los
altruistas hacen esfuerzos para cuidar el medio ambiente en
porcentajes superiores a la muestra general (un 90% frente
al 74%), tanto entre quienes consideran que ese esfuerzo
está teniendo resultado positivos, como sobre todo entre
quienes dicen que sus esfuerzos no servirán de nada si
otros no se comprometen también.
Esto se materializa en acciones concretas en pro del me-
dio ambiente. Aunque en comportamiento relacionados
con el consumo (como son las prácticas para economizar
agua, apagar las luces cuando no son necesarias, desconec-
tar la televisión y otros aparatos cuando no se utilizan, re-
gular la calefacción o el aire acondicionado cuando no son
necesarios, tratar de evitar ruidos y reutilizar materiales o
productos como el papel o bolsas de plástico) no encontra-
mos diferencias substanciales con respecto a la muestra, es
decir, son tan consumistas como el resto de la población, sí
podemos observar otros comportamientos más ecológicos
como son los de utilizar recipientes diferentes según el tipo
de desecho de que se trate, reciclar o tirar el aceite usado
en la basura en lugar de por el fregadero o comprar pro-
ductos ecológicos, acciones que dicen realizar con mayor
frecuencia que la muestra en general.
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CONFLICTO SOCIO-ECOLÓGICO EN LA
BAHÍA DE PORTMÁN
Introducción
El conflicto ambiental
143
casiterita, etc. El historiador griego Polibio ya describió los
procedimientos de explotación de las minas de esta sierra.
Figura 1. Localización
144
Bahía y núcleo urbano de Portmán
145
ría tradicional, ahora son grandes explotaciones a cielo
abierto; para la concentración de las menas metálicas, en
lugar de los anteriores métodos gravimétricos, ahora son
nuevos procesos de flotación diferencial.
Por O. M. de 18 febrero 1.959 se otorgó la concesión ad-
ministrativa de vertido de estériles en la Bahía de Portmán
“en el punto distante 400 m al Oeste de Punta Galera, una
tubería de 300 mm de diámetro enterrada en la playa, es-
tando su extremo libre ubicado por debajo del nivel medio
del mar, y en un lugar donde las aguas tengan una profun-
didad mínima de 3 m”, con la condición de que no afectara
a las características fundamentales y naturales de la bahía,
y con la obligación de dragarla para recuperar los calados
naturales que se viesen afectados. En 1.968, nueve años
después de la citada concesión, la Dirección del Grupo de
Puertos de Murcia (24 abril 1.968) hace un estudio de dra-
gado y resulta un coste aproximado de 66 millones de pese-
tas (cerca de 40.000 € de 1.968). Un año antes, con fecha 15
diciembre 1.967, se anuncia en el Boletín Oficial de la Pro-
vincia de Murcia nº 285 la solicitud de ampliación de las
instalaciones para el vertido de 335 m3 /hora de estériles.
Después de algunos intentos de oposición por parte del
Ayuntamiento de La Unión y varios vecinos de Portmán, el
Ministerio de Obras Públicas autoriza la ampliación del
volumen de los vertidos por un plazo de treinta años y se
anula la obligación de dragado de la bahía, aunque recono-
ce que el anular las prescripciones de dragado impuestas
en la O.M. de 1.959 “será a costa de que sigan los aterra-
mientos en la bahía de Portmán”.
El vertido inicial estimado era de unas 3.000 Tm/día y
con la autorización de 1.969 se establecía en 6.000 Tm/día,
llegando a ser a finales de los años de 1.980, de más de
8.000 Tm/día. El lavadero Roberto concentraba mediante
procesos de flotación diferencial, menas de galena, blenda,
y, en la última época, también pirita. Sus residuos, que con-
tenían restos de metales pesados, altamente tóxicos y
146
bioacumulables (Cu, Cd, Zn, Pb, Hg) unidos a gran canti-
dad de tierra y otros restos de reactivos utilizados en el
proceso de concentración (cianuro sódico, ácido sulfúrico,
sulfato de cobre, carbonato de sosa, isopropilxantato sódi-
co…), formaban el estéril, que a través de dos tuberías de
250 mm de diámetro y más de 2 Km de longitud recorrían
todo el antiguo perfil de la bahía, vertiéndose finalmente al
mar. Esto representa, en los más de 30 años de vertido
(desde 1.959 hasta 1.990), unos 70 millones de toneladas de
estériles arrojados al Mar Mediterráneo. Ello ha supuesto
que la Bahía de Portmán se encuentre aterrada; esto es,
unas 75 Ha. “ganadas” al mar. Donde en 1.957 existía una
profundidad de más de 20 m, hoy se puede caminar sobre
los restos del vertido. Además, figura nº 2, los estériles cu-
bren la mayor parte de la plataforma continental frente a
Portmán. Una zona de más de 225 Ha que se extiende a lo
largo de unos 2 Km frente a Portmán, con una anchura
máxima superior a 1 Km frente a la bahía y de unos 200 m a
lo largo de la costa.
147
más importantes cuanto más nos acercamos al punto de
vertido en Portmán. “Se puede estimar que, en los últimos
años de actividad del lavadero, existía una zona de unos 10
km2 que pudiera definirse como severamente recubierta,
con espesores de aterramiento superiores a 1 metro y una
segunda zona, de superficie cercana a los 100 km2, afectada
por el vertido, con espesores de recubrimiento inferiores a 1
metro” (TRAGSATEC, Estudio de Impacto Ambiental,
2007).
El vertido de estériles de minas en la bahía, además de los
problemas estéticos, de turbidez, de colmatación y de ente-
rramiento de habitat, tuvo los efectos derivados de la in-
corporación de concentraciones tóxicas de metales pesados
a la cadena alimenticia. Este vertido supuso una contribu-
ción de un 50% al incremento de metales pesados y de un
90% a la contaminación por residuos sólidos para el Medi-
terráneo español. Esto, unido a la turbidez de las aguas y al
recubrimiento de los fondos marinos, provocó una brusca
desaparición de la flora y la fauna frente a las costas de
Portmán. Multitud de estudios, como el citado “Estudio de
la contaminación de la bahía de Portmán”, realizado por el
Instituto Español de Oceanografía, alertan sobre las canti-
dades de metales pesados encontrados en moluscos de esta
zona y el peligro que esto representa en relación a la incor-
poración de los mismos a la cadena trófica. Conviene des-
tacar las declaraciones de Francisco Faraco Munuera, inves-
tigador del Instituto Español de Oceanografía: “La Organi-
zación Mundial de la Salud prohíbe el consumo de pez
espada cuando concentra a partir de una parte por millón
(1 ppm.) de mercurio. En esta zona el pez espada concentra
el doble o el triple de esa cantidad. Para los hombres es
peligroso aquel animal que acumula metales, y lo grave no
es sólo que los esté acumulando, sino que los transmite al
resto de la cadena biológica”. (Revista Interviú nº 534). Ver
la figura nº 3.
148
Figura 3. Esquema de la destrucción ambiental en sierra
y bahía (modelo de contaminación)
149
con lo que se puede producir el paso de estas sustancias al
agua, aumentando los posibles efectos negativos y de bio-
acumulación sobre la biota de la zona.
150
Hay que destacar que el entorno de Portmán y su cuenca
visual está rodeado de espacios incluidos en la Red Natura
2.000, con importantes valores de flora y fauna silvestres.
En la figura 6 se recoge las LICs y ZEPAs.
151
Conflicto socioeconómico
152
flotación de la bahía e inutilización de las pequeñas obras
portuarias”. Se aducía que Portmán era una pequeña aldea
sin ningún interés ni perspectivas de desarrollo y que la
bahía de Portmán carecía de interés turístico alguno. Pre-
viamente, y para reforzar esta teoría, Peñarroya había su-
primido el telégrafo y una academia donde se estudiaba
hasta bachiller superior y trasladado sus oficinas a Carta-
gena. Estamos hacia la mitad de la década de los años de
1.960, es la época en la que se inicia el desarrollo turístico
en La Manga del Mar Menor; mientras tanto, se elimina la
posibilidad de desarrollo turístico de esta zona condenán-
dola a ser coto exclusivo para las labores de Peñarroya.
Existe un gran contraste entre los beneficios económicos
derivados de las actividades mineras en manos de la Socie-
dad Minero Metalúrgica Peñarroya-España S.A. y el aspec-
to de desolación y miseria que invadió la playa, la sierra y
el pueblo. Peñarroya amenaza con el cierre de las instala-
ciones cuando se le exigen medidas anticontaminación,
aduciendo la baja rentabilidad de las explotaciones por la
baja ley de las menas con las que se trabaja. Con la llegada
de la democracia comienza a demandarse una solución,
tanto a nivel político como social. Pero se genera una situa-
ción de inestabilidad social, puesto que con el cierre de
todas las instalaciones de esta gran empresa en la zona de
Cartagena y La Unión se perderían unos diez mil puestos
de trabajo, entre directos e inducidos. En un contexto polí-
tico de Democracia Parlamentaria, las protestas contra los
vertidos se refuerzan. Además de organizaciones no gu-
bernamentales; instituciones políticas: Ayuntamiento de La
Unión, la Oficina de El Defensor del Pueblo y algunos or-
ganismos internacionales; incluso un senador en Cortes de
1977 (Más información en GONZÁLEZ, I. y BAÑOS, P.,
1.987).
El 31 julio 1.986, GreenPeace-España, en un acto de de-
nuncia pública, cierra “simbólicamente” los tubos de verti-
dos de estériles al mar. La agresión por parte de algunos
153
trabajadores a uno de los periodistas que cubrían la noticia,
hace que ésta sea portada en varios medios informativos.
En diciembre de 1.986, GreenPeace-España denuncia a la
Sociedad Minero-Metalúrgica Peñaroya-España S.A. por
delito ecológico. Tras varios años en los que el expediente
va pasando por diferentes jueces, incluso por diferentes
juzgados, finalmente se exime de responsabilidad a la de-
mandada, condenando a la Administración que, dice la
sentencia, había permitido ese estado de cosas. La sentencia
fue recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Mur-
cia, siendo finalmente archivado el recurso.
En este contexto, Peñarroya busca una salida para unas
explotaciones mineras cada vez menos rentables (menos
minerales explotables y cada vez más profundos; mayor
oferta internacional de estos minerales por países con me-
nores costes de extracción; menor demanda industrial de
estos minerales y consecuente caída del precio de los mis-
mos a nivel internacional). En medio de las negociaciones
abiertas en distintos frentes –se habla de paralización de
vertidos, obligación de recuperar la bahía de Portmán,
promesas de mantener la actividad, solicitudes de ampliar
las explotaciones, etc.-, en septiembre de 1.988 Peñarroya
cede sus derechos mineros y propiedades a la empresa
Portmán Golf S.A., creada en esos momentos y a cuyo fren-
te aparecen como accionistas principales dos empresarios
locales. La nueva empresa presionará para que la Adminis-
tración recupere con fondos públicos la bahía y para que,
posteriormente, recalifique como urbanos los terrenos cir-
cundantes que son, en su mayoría, de su propiedad tras el
traspaso desde Peñarroya.
El 30 marzo 1.990 cesaron los vertidos al mar. En la pues-
ta en escena para el cierre de los vertidos, con importante
presencia, además de los dueños de la mina, de autoridades
políticas y administrativas, la Naturaleza dejó patente su
malestar con un fuerte día de viento y oleaje (Más informa-
ción en BAÑOS PÁEZ, P. (1.991). Más de 60x106 Tm. de
154
estériles habían sido arrojados al Mediterráneo; además de
los más de 700.000 m2 de la bahía, varios km2 de platafor-
ma marina frente a Portmán quedaron sepultados bajo es-
tos estériles; bajo ellos –además- quedaron los sueños, las
esperanzas, el futuro y la dignidad de mucha gente.
155
urbanización del entorno, para lo que consiguió la aproba-
ción inicial de la reclasificación de 1,5 km2 de terreno en los
municipios de Cartagena y La Unión.
Tras unos años de espera, a partir del año 1.994 se reali-
zan diversos acuerdos y convenios entre administraciones
y centros de investigación tendentes, inicialmente, a la re-
cuperación de los usos tradicionales en la bahía y el peque-
ño puerto pesquero original, situado a Poniente de la mis-
ma. Más adelante, el objetivo de los estudios pasa a ser la
regeneración y/o adecuación ambiental de la bahía de
Portmán y su entorno.
En marzo de 1.995, la Secretaria de Estado de Medio Am-
biente y Vivienda acude a Portmán para presentar a los
vecinos algunas propuestas que está analizando el MOPT-
MA para poder acometer la recuperación de la bahía de
Portmán y su entorno. Básicamente se trata de dos posibili-
dades de recuperación de la lámina de agua: 1) a la línea de
costa de 1.957, anterior al comienzo del vertido, y 2) hasta
la mitad de la antigua bahía. Cada una de estas posibilida-
des se completaba con el estudio del tratamiento dado a los
restos de antiguos vertidos que se sacasen de la bahía; se
analizaban tres posibilidades: a) Todo a tierra, en las anti-
guas cortas mineras previamente impermeabilizadas y pre-
paradas; b) Todo al mar, buscando su traslado a las simas
marinas más próximas, y c) Traslado de la parte superficial
de lo depositado en la bahía a las cortas mineras, en condi-
ciones de depósito de seguridad, y el resto al medio ma-
rino. Los grupos ecologistas GEM, ANSE, Ecologistas en
Acción y la Coordinadora para la Conservación y la Recu-
peración de la Sierra y la Bahía de Portmán, que habían
sido invitados a la reunión, plantean su rechazo ya que no
se establecía la posibilidad de discutir las diferentes alter-
nativas. El Director General de Política Ambiental se com-
promete a preparar una serie de reuniones de los técnicos
de Medio Ambiente y los grupos ecologistas para tratar de
consensuar una alternativa para la recuperación de la bahía
156
de Portmán. A estas reuniones de trabajo, que se celebran
en Murcia y en Madrid, asisten también los técnicos del
Área de Ingeniería Marina del CEDEX que habían estado
elaborando las alternativas de recuperación de la bahía. Se
van discutiendo propuestas y aunando criterios que permi-
ten ir avanzando en una alternativa consensuada y se si-
guen realizando informes y trabajos desde el IGME y el
CEDEX.
Mientras tanto, desde la Administración Autonómica, se
habían ido elaborando una serie de trabajos para la ordena-
ción territorial de la zona, atendiendo a los aspectos am-
bientales y sociales. Tras estos trabajos, el Consejo de Go-
bierno de la CARM, con fecha 26 mayo 1.995, aprueba las
Directrices de Ordenación Territorial de la Sierra Minera y
la bahía de Portmán. Un documento muy completo que
contempla un calendario de actuaciones y un programa
socieconómico para el desarrollo de toda la comarca. El
Consejo Económico y Social de la Región de Murcia, en su
Dictamen 9/1.995, elogió todo el proceso de participación
pública y de información que se había desarrollado durante
la tramitación de estas Directrices.
Una semana después de aprobadas las Directrices, en las
elecciones locales y autonómicas resulta vencedor el Parti-
do Popular y accede al gobierno de la Comunidad de Mur-
cia y al del Ayuntamiento de La Unión. Quedan en suspen-
so estas Directrices; que fueron finalmente derogadas en
2.004 por las Directrices y Plan de Ordenación del Litoral
de Murcia, sin que la Administración Regional hubiese
realizado ninguna de las actuaciones comprometidas ante-
riormente.
Poco antes de las Elecciones Generales de marzo de 1.996,
se somete a información pública el Estudio de Evaluación
de Impacto Ambiental de la recuperación de la bahía de
Portmán y el vertido a las cortas de la Sierra Minera. En
estas elecciones gana el Partido Popular y el nuevo Go-
bierno, que incorpora un Ministerio de Medio Ambiente,
157
aparca todos los estudios realizados para la recuperación
de la bahía de Portmán y su entorno, y deja sin fecha la
aprobación de una solución. Posteriormente se firman nue-
vos convenios y se van realizando nuevos estudios.
En 1997 se firma un nuevo Convenio entre la Dirección
General de Costas y el CEDEX para realizar el análisis de
los aspectos medioambientales en el proyecto “Recupera-
ción de usos de la Bahía de Portmán-Ampliación del Puerto
de Escombreras”. El proyecto consistía en el dragado de los
sedimentos de la bahía y su depósito como material de re-
lleno, quedando encerrados en “un sarcófago” en la nueva
terminal a construir en la Dársena de Escombreras. El pro-
yecto sometido a Evaluación de Impacto Ambiental, a pesar
de la oposición de los colectivos ecologistas y de algunos
vecinos, obtuvo una Declaración positiva. Pero los Fondos
de Cohesión solicitados a la Administración Europea para
financiar las obras fueron denegados. Se desechó la recupe-
ración de la bahía de Portmán y se mantuvo la ampliación
de la dársena de Escombreras, estando casi finalizadas las
obras de la nueva terminal.
El 26 julio 2.001 se firma un Convenio de colaboración en-
tre la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Terri-
torio de la CARM, la Secretaría de Estado de Aguas y Cos-
tas del MMA, el Ente Público de Puertos del Estado y el
Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas
(CEDEX) del Ministerio de Fomento, para la Realización de
trabajos tendentes a la regeneración y adecuación ambien-
tal de la bahía de Portmán (Murcia), su desarrollo contaba
con cuatro fases sucesivas.
En la primera fase se contemplaba la elaboración por par-
te del CEDEX de un documento que analizase las líneas
fundamentales de posibles alternativas de corrección del
problema ambiental existente en la bahía de Portmán, junto
con su correspondiente justificación técnica, económica y
ambiental, para su presentación a las Autoridades de la
Unión Europea. (Trabajos tendentes a la regeneración y
158
adecuación ambiental de la bahía de Portmán (Murcia).
Informe CEDEX abril 2.002)
El 10 octubre 2.002, el Pleno de la Asamblea Regional de
Murcia aprueba por unanimidad una moción en la que
insta al Consejo de Gobierno a que:
1º.- En las Directrices y Plan de Ordenación Territorial del
Litoral de la Región de Murcia sea calificada la citada rege-
neración como “Actuación Estratégica”, como paso previo
para que sea declarada “Actuación de Interés Regional”,
con la participación del Ayuntamiento de La Unión y el de
Cartagena y los propietarios de los terrenos afectados, que
aportarían en su caso la documentación necesaria para lle-
var a buen fin la citada declaración.
2º.- Impulse la elaboración de un convenio entre Admi-
nistraciones públicas y entidades privadas que puedan
beneficiarse de las plusvalías que se generen en la zona, e
incluir los compromisos e inversiones secuenciales y pluri-
anuales que a cada parte corresponda, plasmando así la
obligatoriedad de la restauración ambiental y paisajística,
así como la subordinación de todo el proyecto urbanizador
sostenible a la recuperación ambiental de la bahía de
Portmán y la sierra Minera.
En diciembre 2.002 la empresa propietaria de la mayor
parte de los terrenos de la Sierra Minera, presenta a la Con-
sejería de Turismo y Ordenación del Territorio de la CARM
unos estudios y propuestas para el tratamiento de la bahía.
En abril 2.003 se firma un nuevo Convenio de Colabora-
ción entre la Consejería de Turismo y Ordenación del Terri-
torio de la CARM y el CEDEX, para la realización del estu-
dio e informe técnico del documento Estudio de alternati-
vas para la regeneración de la bahía de Portmán (Murcia),
(informe CEDEX julio 2.003).
A partir de las elecciones autonómicas y locales de mayo
2.003 y generales de marzo de 2.004 se produce un cambio
de mayoría políticas. Ahora, la situación de los gobiernos
es:
159
Administración central: PSOE
Administración autonómica: PP
Administración local en Ayuntamiento de La Unión:
PSOE
Administración local en Ayuntamiento de Cartagena: PP.
Con el gobierno del partido socialista en la Administra-
ción Central, cambia la relación de fuerzas respecto al tema
de conflicto. El MMA favorece una mayor participación de
los movimientos sociales: se les pide opinión en un proceso
no formal de participación pública, previa a la toma de
decisión política mediante consultas a asociaciones vecina-
les y ecologistas. Se producen varias reuniones del Secreta-
rio General para el Territorio y la Biodiversidad con los
actores sociales; excepto los principales propietarios, que
no asisten pero llevan sus ideas los dirigentes de la Admi-
nistración Local y Autonómica.
El 10 marzo 2.004 se firma en Madrid la II Addenda al
convenio de colaboración entre la Consejería de Obras Pú-
blicas y Ordenación del Territorio de la CARM, la Secreta-
ría de Estado de Aguas y Costas del MMA, el Ente Público
Puertos del Estado y el CEDEX del Ministerio de Fomento
para la Realización de trabajos tendentes a la regeneración
y adecuación ambiental de la bahía de Portmán (Murcia.).
El CEDEX realiza la memoria-resumen comprensiva de las
alternativas de solución analizadas, recogiendo sus caracte-
rísticas más significativas al objeto de iniciar el procedi-
miento de EIA. En mayo 2.004 el CEDEX emite un informe
que contiene la memoria-resumen de las alternativas anali-
zadas. El informe es enviado al MMA en octubre 2.004, que
decide someterlo a consulta ambiental previa a la EIA, con-
teniendo las tres alternativas siguientes:
ALTERNATIVA 1: Revestimiento del talud actual con es-
collera.
ALTERNATIVA 2: Recuperación de la playa con una po-
sición de la línea de orilla adelantada 250 m en su perfil
160
central con respecto a la línea de 1.957 y construcción de un
puerto deportivo.
ALTERNATIVA 3: Recuperación de la playa adelantando
la línea de orilla de 1.957 en unos 100 m y construcción de
un puerto deportivo
A la vista de las respuestas recibidas, la Secretaría Gene-
ral para el Territorio y la Biodiversidad convoca una
reunión el día 1 junio 2005 en las dependencias del Ministe-
rio de Medio Ambiente a la que asisten:
- Administración. Central: Secretario General para Terri-
torio y Biodiversidad, Director General de Costas y Direc-
tor General de Ordenación del Territorio.
- Administración. Autonómica: Director General de Puer-
tos, Secretaria General de la Consejería de Medio Ambiente
y Ordenación Territorial.
- Administración. Local: Alcalde, Primer Teniente de Al-
calde y Concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de La
Unión
- Movimientos ciudadanos: Vecinales (Asociación Liga de
Vecinos; Fundación Sierra Minera) y Movimientos ecologis-
tas (Ecologistas en Acción, ANSE y Coordinadora para la
Conservación y la Recuperación de la Sierra y la Bahía de
Portmán).
El MMA informa de la dificultad ambiental y financiera
del dragado de la bahía y lanza la propuesta del sellado
como la más viable ambiental y financieramente. El repre-
sentante de Ecologistas en Acción solicita que no se dé por
cerrado el tema definitivamente y que se vuelva a revisar
por el CEDEX la posibilidad de recuperar al menos la mi-
tad de la bahía, aunque no se contemple la opción de un
nuevo puerto deportivo, sólo la recuperación del puerto
pesquero tradicional. Los demás grupos ciudadanos apo-
yan esa propuesta. Las Administraciones Local y Autonó-
mica no muestran desacuerdo con esta propuesta, aunque
siguen insistiendo en la necesidad de que se contemple la
creación de una estación náutico-deportiva; los represen-
161
tantes de los movimientos ecologistas y vecinales se des-
marcan de esa propuesta de puerto deportivo. Finalmente
se propone que el CEDEX estudie una cuarta alternativa a
las tres contempladas en esa Memoria-Resumen. Esta cuar-
ta alternativa, propuesta por los movimientos ciudadanos,
venía a ser una intermedia entre la 2 y la 3 y no contempla-
ba la necesidad de la construcción de un puerto deportivo;
sólo la recuperación del puerto pesquero tradicional. La
Secretaría General para Territorio y Biodiversidad encarga
al CEDEX que prepare un documento desarrollando una
nueva alternativa que recoja los elementos sobre los que se
había manifestado consenso y cuyo planteamiento básico
fue sometido por el CEDEX, vía correo electrónico, a con-
sultas de los asistentes.
Se producen nuevas reuniones entre colectivos vecinales
y ecologistas para aunar propuestas: 1. Recuperación de la
bahía hasta la línea de costa 1.957; 2. No asumir los colecti-
vos ciudadanos la reivindicación de un puerto deportivo;
sólo la recuperación del puerto pesquero tradicional; 3.
Procurar que las arenas limpias que se utilicen en la recu-
peración ambiental de la bahía no procedan de zonas de
áreas protegidas, como se contemplaba en el proyecto de
recuperación de Portmán y ampliación de la Dársena de
Escombreras.
Ante la persistencia de la idea de sellado por parte de la
Administración Central, el día 5 Junio 2.005, en la aterrada
bahía de Portmán, se produjo una concentración de protes-
ta contra el sellado de la bahía, mediante la creación de una
pancarta humana con el texto No al Sellado, con cerca de
dos mil personas (ver figura nº 7). En este mismo acto, se
leyó la carta que, desde el Colectivo de Asociaciones del
Pueblo de Portmán y la Sierra Minera de Cartagena sería
enviada, junto a la foto aérea, a la Administración Central.
El MMA acepta estudiar la regeneración de la bahía par-
tiendo de la propuesta vecinal, quedando ésta incorporada
a la II Addenda como la Cuarta Propuesta.
162
Figura 7. Pancarta humana “No al sellado” en la Bahía
163
estudiar la propuesta vecinal y manifiestan una predisposi-
ción positiva a su aceptación.
En enero 2.006, se suscribe en el Ayuntamiento de la
Unión (el Presidente de la CARM, la Ministra de MA y el
Alcalde de La Unión) el Convenio de Colaboración entre
las tres administraciones para la recuperación y adecuación
ambiental de la Bahía de Portmán, y se acuerda convocar
un concurso de ideas para la regeneración.
En marzo de 2.006 se hace pública la convocatoria del
concurso de ideas y el 16 octubre 2.006 el jurado decide
otorgar al proyecto In situ el primer premio del concurso de
ideas para la regeneración y adecuación de la Bahía de
Portmán. El segundo premio es al proyecto Portmán Jazz y
el tercer premio al proyecto 0 emisiones.
164
El 18 febrero 2.007, la Ministra de Medio Ambiente presi-
de en los locales de la Liga de Vecinos de Portmán la entre-
ga de los premios del concurso de ideas para la regenera-
ción y adecuación de la Bahía. Participan el Consejero de
Obras Públicas, el Consejero de Industria y Medio Ambien-
te y el Alcalde de La Unión. El representante de los colecti-
vos ciudadanos da lectura al acta del jurado y presenta a
los premiados.
En las elecciones locales y autonómicas de marzo 2.007, el
Partido Popular refrenda su mayoría absoluta en la CARM
y, además, resulta la lista más votada en el Ayuntamiento
de La Unión. Actualmente dirige el Gobierno Municipal,
con el mismo número de concejales que el PSOE, adqui-
riendo un gran valor el voto del único concejal de Izquierda
Unida.
El MMA informa del inicio para el 30 julio 2.007 de los
trabajos del proyecto piloto para la recuperación de los
suelos contaminados de la bahía de Portmán. El proyecto,
presentado en mayo 2007, está elaborado por la empresa
TRAGSATEC y en él participa activamente el Grupo de
Investigación de Contaminación de Suelos de la Universi-
dad de Murcia. Ya se ha realizado diferentes estudios para
la recuperación in situ de los suelos contaminados de la
bahía y para la estabilización de los metales pesados conte-
nidos en las arenas.
En noviembre 2.007, el Secretario de Estado para la Bio-
diversidad y el Territorio cifra en unos 170 millones de
euros el costo de la recuperación ambiental de la Bahía de
Portmán; aquí no se incluyen los gastos de elaboración de
la estación náutico-deportiva que la Administración Auto-
nómica quiere instalar en la Bahía de Portmán tras su recu-
peración ambiental. También declara que espera poder
convencer a los propietarios de Portmán Golf S.A. para que
aporten el equivalente a una quinta parte del coste del pro-
yecto. Esta colaboración, que se recogía en los acuerdos de
la Asamblea Regional de Murcia de 10 octubre 2.002, se
165
establece a modo de adelanto sobre los cuantiosos benefi-
cios que reportarán las plusvalías asociadas a la puesta en
valor de los territorios próximos a la Bahía de Portmán una
vez recuperada ambientalmente, terrenos cuya mayor parte
son propiedad de la mercantil Portmán Golf S.A. Además,
de alguna manera, aunque sea indirecta, esa aportación de
capital desde la propiedad privada vendría a compensar
algo los daños causados por la empresa Peñarroya, de la
que Portmán Golf S.A. es, como ya se ha dicho, heredera en
su activo y en su pasivo.
En Diciembre de 2.007 sale a información pública el Pro-
yecto y Estudio de Impacto Ambiental de la Regeneración y
Adecuación Ambiental de la Bahía de Portmán T. M. La
Unión (Murcia) realizado por la empresa TRAGSATEC
para el Ministerio de Medio Ambiente. El proyecto, basado
en la idea ganadora del concurso de ideas, tiene un presu-
puesto de 118,97 millones de euros y prevé un plazo de
ejecución de las obras de 27 meses. Las actuaciones con-
templadas son:
1. Dragado de la bahía y formación de la nueva playa. Re-
tranqueo de unos 250 m. de la línea de costa actual, creando
una playa seca estable de 20 m. de anchura, con la aporta-
ción de 1.400.000 m3 de arena limpia, de procedencia te-
rrestre, no de fondos marinos. Antes de efectuar el dragado
se construirán tres recintos en la playa para permitir la se-
paración del agua de la parte sólida. En la actualidad se
está finalizando la construcción de dichos recintos.
2. Traslado de estériles dragados. El material dragado,
una vez escurrido suficientemente en los recintos de seca-
do, se trasladará mayoritariamente (2.300.000 m3) a la corta
minera San José, mediante cinta transportadora que partirá
de la propia bahía.
3. Acondicionamiento y estabilización de la corta San Jo-
sé. Será preparada e impermeabilizada para el depósito de
los estériles en condiciones de seguridad, así como la reco-
166
gida de lixiviados y aguas de escorrentía. También con-
templa su posterior sellado y restauración ambiental.
4. Diseño del trasdós de la playa. Se acondicionará como
zona verde para uso público. Se realizaría con una parte de
los sedimentos dragados y descontaminados en los recin-
tos.
Las propuestas a este proyecto por parte de las organiza-
ciones vecinales y ecologistas pretenden conseguir que
prime la recuperación de la naturaleza y del patrimonio
natural, histórico, social y cultural, para que esta actuación
de regeneración de la bahía sea un ejemplo de desarrollo
sostenible, coherencia ambiental y urbanística y consenso
social. No tendría sentido la gran inversión pública que se
va a realizar, para que Portmán se convierta simplemente
en una nueva gran urbanización costera con puerto depor-
tivo y playa. Por ello, se reclama que los tres proyectos de
actuación (recuperación de la bahía, construcción de la dár-
sena náutico-deportiva y organización del espacio restante)
se consideren como conjunto, sin que pueda desligarse de
la actuación que se realice en la bahía, el entorno urbano y
natural alrededor de ésta. Así mismo, se reclama que se
estudie la recuperación de la Sierra en base a los proyectos
de recuperación de la Bahía.
A finales del año 2.010, se está a la espera de la Declara-
ción de Impacto Ambiental por el MMA del Proyecto de
Regeneración y Adecuación Ambiental de la Bahía de
Portmán T. M. La Unión (Murcia), sometido a información
pública en 2.007; quedó pendiente cuando las competencias
de Medio Ambiente se integraron en el Ministerio de Me-
dio Ambiente y Medio Rural y Marino. La llegada a este
Ministerio del nuevo equipo ministerial en octubre 2.010 ha
retomado la cuestión volviendo a abrir los cauces de parti-
cipación ciudadana y se espera el comienzo de las obras
para mayo 2.011. Queda otra dificultad; cuando parece que
ve la luz este importantísimo proyecto de regeneración de
la Bahía, las organizaciones sociales participantes ven como
167
una posible contradicción la pretensión de la Autoridad
Portuaria de Cartagena de ubicar una gran Terminal de
contenedores en El Gorguel, a unos 500 m. de la futura pla-
ya de Portmán. Es un proyecto apoyado por la CARM, que
puede chocar con el futuro desarrollo turístico de la zona, y
que choca frontalmente con la conservación de los valores
ambientales del entorno de esta pequeña bahía de El Gor-
guel (la Sierra de la Fausilla, en el entorno mismo de la
bahía de El Gorguel, es LIC y ZEPA), y con la protección
del patrimonio minero de El Gorguel y la rambla del Aven-
que que deben permanecer como BIC dentro del espacio
protegido.
Después de analizar las diferentes actuaciones y solucio-
nes propuestas para la regeneración y el desarrollo turístico
de la bahía de Portmán y Sierra Minera, en la Tabla que se
incluye como Anexo se resumen los principales agentes
implicados en la historia reciente de Portmán, para así po-
der entender los distintos posicionamientos que defienden.
Bibliografía
168
LORENZO SOLANO, J.A. (1986):Portmán (Portus Magnus Ro-
mano), Murcia. Novograf.
MARTOS MIRALLES P. (Coord.) (2001): Medio Ambiente y Em-
pleo en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión. La Unión. Fun-
dación Sierra Minera.
VILAR, J.B., EGEA BRUNO, P.M. y FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ,
J.C. (1991): La minería murciana contemporánea (1930-1985).
Madrid. Instituto Tecnológico GeoMinero de España.
ANEXO AL CAPÍTULO
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
Responsable de
la Planificación
urbanística.
Pidió el cese
Aprobación del
total de los
Plan Parcial
vertidos al
Porto Magno.
final de la
Recuperación En el avance de
ADMÓN actividad de la
de la Bahía elaboración del
.LOCAL empresa. De-
para facilitar P.G.M.O. con-
Ayuntamiento claraciones pro
desarrollo del templa 9000
de La Unión regeneración
Municipio nuevas vivien-
de la bahía
das en Portmán.
junto a otros
Reducidas a
actores impli-
2500 tras elec-
cados
ciones locales
2007.
169
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
Competencias
Ordenación del
Territorio:
Aprueba Direc-
Buscan Desa- trices y Plan de
ADMÓN. AU- rrollado Soste- Ordenación del
TONÓMICA Recuperación nido Litoral (2002)
Consejo de Go- de la Bahía Apoyo a las que anulan Di-
bierno de la para facilitar propuestas de rectrices de
Comunidad desarrollo de agentes em- Ordenación
Autónoma de la la Comarca. presariales. Territorial de
Región de Mur- Necesidad Acepta inter- Sierra y Bahía de
cia (C.A.R.M.) y irrenunciable vención pro- Portmán (1995)
diversas Conse- de Estación puesta por cuyas actuacio-
jerías: Turismo; Náutica en la MMA de los nes no habían
Obras Públicas; Bahía recupe- movimientos desarrollado.
Desarrollo Sos- rada. ciudadanos: Promueve des-
tenible; etc. vecinos y eco- protección terre-
logistas. nos en Parque
Regional pro-
puesta por
Portmán-Golf
170
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
Cartagena recuperación Pendiente Eva-
de la bahía. luación de Im-
pacto Ambiental
de la alternativa
de regeneración.
Nuevas perspec-
tivas al relevo
cúpula ministe-
rial en 2010
Niega la finan-
Apoyo a la sos-
ciación de la
tenibilidad am-
última pro-
biental y social
Cumplimiento puesta presen-
de las actuacio-
UNIÓN EURO- de la normati- tada (1998)
nes.
PEA va europea Portmán-
Recibe propues-
Comisión Recibe quejas Escombreras:
tas del Estado
Agencia Europea de los movi- Dudas en la
Español para
de Medio Am- mientos ciu- calidad am-
protección del
biente dadanos. biental.
territorio.
Otros organis- Posible fuente No querer
Tramita denun-
mos: Parlamen- de financiación financiar con
cias de movi-
to, Banco Euro- del proyecto capital público
mientos ciuda-
peo de Inversio- de regenera- un proyecto
danos y, si es el
nes… ción de la con elevados
caso, actúa con-
Bahía. beneficios
tra las Adminis-
privados para
traciones espa-
los causantes
ñolas.
del desastre.
Posee más del Tiene ambicio- Continúa adqui-
80% de los sos proyectos riendo terrenos.
terrenos de la urbanísticos en Se benefician de
EMPRESA comarca. la zona que actuaciones
PORTMÁN Interés en la promociona anticontamina-
GOLF S.A. regeneración asegurando la ción en la sierra.
de la bahía; regeneración y Construcción de
beneficia a sus vendiendo un diversas promo-
estrategias y paisaje distinto ciones en
171
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
planes de al actual. Portmán, dupli-
negocio. cando nº de
viviendas ante-
riores.
Presiona para
recalificación
masiva de suelo,
que le permita
sus proyectos
urbanísticos en
la zona.
Elabora pro-
puestas. Presen-
Principal gru-
Piden que sus ta alegaciones,
po afectado
denuncias y Convoca movili-
por el desastre.
reivindicacio- zaciones, …
Más de 40 años
nes sean “es- Siguen “en lu-
MOVIMIENTO en lucha. Dife-
cuchadas”. cha” día a día
VECINAL rentes posicio-
Siguen recla- por “salir ade-
nes antes y
mando “una lante” y por
después del
solución jus- recuperar la
cierre de la
ta”. bahía que les fue
minería.
“arrebatada”.
Organización Elaboración de
de carácter “Alternativas de
participativo. Apuesta por desarrollo” para
Representa “el los valores la zona. Puesta
Tercer Sector”. culturales y en marcha de
FUNDACIÓN Su objetivo es ambientales de Proyectos como:
SIERRA MINE- el desarrollo Sierra Minera, Parque ambien-
RA socioeconómi- impulsando el tal Huerto Pío.
co de la zona. desarrollo Restauración de
Defienden una socioeconómi- minas y recupe-
regeneración co de la zona. ración del pa-
integrada de la trimonio minero
Bahía y Sierra Centro de Inter-
172
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
Minera. pretación Mina
Las Matildes.
Cursos de for-
mación: Guías
Ecoturísticos;
etc.
Realización de
Importante estudios y alega-
papel de de- Necesidad de ciones.
ASOCIACIO-
nuncia contra Plan conjunto Denuncias en
NES ECOLO-
la situación de de regenera- prensa y orga-
GISTAS
la bahía y la ción de Sierra nismos políticos
Grupo Ecologis-
Sierra Minera. y Bahía. y administrati-
ta Mediterráneo;
Lucha activa Necesario vos.
GreenPeace;
contra los estudiar “Al- 1986, GreenPea-
ANSE; Ecologis-
vertidos y sus ternativa cero” ce “cierre” de los
tas en Acción;
efectos sobre el a la recupera- vertidos.
Coordinadora
medio natural ción Bahía. 1987.ANSE:
para la Conser-
y social. De- Sostenibilidad Semana Mono-
vación y Recupe-
fienden una ambiental y gráfica de
ración de la
regeneración social de alter- Portmán
Sierra y la Bahía
ambiental y nativas de 1987. Greenpea-
de Portmán.
socialmente actuación ce Denuncia por
sostenibles. delito ecológico
173
PRINCIPALES
¿QUÉ ¿QUÉ
ACTORES POSICIÓN
DICEN? HACEN?
SOCIALES
CIÓN tando solucio- de medio ma- de Suelos de la
Centro de Estu- nes. rino y de los UM para el tra-
dios y Experi- El IEO hace el de medio te- tamiento in situ
mentación de primer gran rrestre en de los residuos
Obras Públicas estudio del cuanto al tra- tóxicos almace-
(CEDEX) Medio Marino tamiento de los nados en la
Instituto Geoló- afectado (1984) residuos tóxi- bahía.
gico y Minero de y participa en cos y su verti- Intervenciones a
España (IGME) todas las fases do en mar o en nivel particular
Instituto Español de consulta. tierra. Posicio- de algunos cien-
de Oceanografía No hay posi- namiento a tíficos. Especial
(IEO) cionamiento nivel indivi- implicación en
oficial en apo- dual de algu- todo el proceso
yo a ninguna nos miembros de algunas per-
de las muchas de la comuni- sonas de Socio-
soluciones dad científica. logía y Ecología
propuestas; sí de la UM. Tam-
para rebatir bién de Arqueo-
algunas pro- logía e Hª Con-
puestas. temporánea de
la UM; Geodi-
námica de la
UPCT; Ciencias
del Mar de la
UA.
174
EL DEBATE NUCLEAR: EL PERSISTENTE
RECHAZO DE LA OPINIÓN PÚBLICA
ESPAÑOLA
Mar Chaves Carrillo, Artemio Baigorri Agoiz,
Manuela Caballero Guisado
32
Este trabajo tiene su origen en una investigación sobre el Debate
Nuclear en España financiada por el Centro de Estudios del Cambio
Social la Fundación Encuentro, y se ha podido mejorar en el marco
del proyecto PRI09139 financiado por la Junta de Extremadura y el
FEDER. Una versión fue presentada y discutida en el X Congreso
Nacional de Sociología (Pamplona, 2010).
175
bién latente (deducidas de las altas tasas de no respuesta y
No Sabe) la mayoría de los españoles.
Nuestro análisis pone de manifiesto que, contrariamente
a esas tesis (defendidas en documentos que explícita o im-
plícitamente promueven la energía nuclear), la oposición a
la energía nuclear no debemos explicarla por el bajo nivel
de información sobre esta fuente de energía. Recordemos
que la defensa y oposición de este tipo de energías se inser-
ta de lleno en la conflictividad ambiental, en donde las per-
cepciones de sentido común sobre riesgos y amenazas per-
cibidas y latentes se tornan suficientes para posicionarse
ante este tema, sin necesidad de recurrir a información ex-
perta. Es decir: le enormidad de los riesgos y la desconfian-
za hacia las agencias responsables de su control harían in-
necesaria mayor información.
Marco general
176
tiendo sobre bondades y maldades de la energía nuclear,
unos pidiendo más nucleares y otros el cierre de las mis-
mas, el desencadenante del debate no es en realidad el de-
seo de ningún agente económico de invertir en centrales
nucleares, sino que lo que realmente se está dilucidando es
el de la prolongación, o no, de la vida útil de las ya centra-
les nucleares ya existentes (la mayoría de ellas diseñadas y
construidas hace tres décadas).
Así, el debate quedaría mejor enmarcado en los siguientes
términos:¿podemos asumir los riesgos derivados de pro-
longar la vida útil de unas centrales nucleares obsoletas, y
por tanto, más proclives a incidentes?. ¿Asumirá la pobla-
ción española este mismo riesgo?. Teniendo en cuenta que
si la pregunta fuese realmente si la población española
acepta la construcción de nuevas centrales nucleares, todos
los datos apuntan a que la respuesta sería negativa, a la
vista del análisis del estado de opinión pública general,
debemos deducir una mayoritaria oposición también a los
intentos de ampliación de la vida útil de las centrales exis-
tentes, habida cuenta que la opinión pública española tiene
una percepción muy alta de riesgos y peligros de dichas
actividades.
177
Oposición que también queda reflejada en los Eurobaróme-
tros.
178
De hecho, en virtud de los datos referentes al Eurobaró-
metro Especial 297 del año 2.008, España se encontraba
entre los países que mayor oposición manifestaba en rela-
ción a esta fuente energética, desmarcándose de la media
europea de apoyo a la misma (44%) aun cuando se observa
un incremento a la alza entre 1996 y 2008.
179
entrevistados se oponían a la conjetura; porcentaje que au-
mentaba cuando esa hipotética construcción se realizaba
cerca de la localidad del encuestado (71%).
Otro aspecto consistente con las opiniones anteriores ha
sido el de considerar decisiones consensuadas con la pobla-
ción en esta materia. Así, destaca del estudio del CIS de
1990 un aspecto que se mantiene de forma recurrente: la
necesidad de contar con los ciudadanos ante posibles pro-
yectos de instalación de centrales nucleares y plantas de
residuos radiactivos, mediante referéndum, tal y como lo
explicitó un 67% de los entrevistados en aquel estudio para
el caso de las centrales nucleares, o mediante la consulta y
participación directa en el proceso de toma de decisiones,
tal y como lo explicitan un 55% de españoles en estudios
más recientes como en el Eurobarómetro Especial 297 de
2008 para el caso de las plantas de residuos radioactivos (en
el Eurobarómetro Especial 227 de 2005 ese porcentaje al-
canzaba un 74%).
Además, se considera el ámbito de la energía nuclear co-
mo aquel en el que se debería limitar el desarrollo tecnoló-
gico por su escasa contribución a la calidad de vida, tal y
como manifestaba el 53,4% en el estudio del CIS de 1996
sobre Actitudes ante los avances científicos y tecnológicos,
aspecto que se repite en el estudio del CIS sobre Opiniones
y Actitudes de los españoles hacia la biotecnología (2001),
bajando incluso el porcentaje de los que mantenían que la
energía nuclear había contribuido mucho o bastante a esta
mejora de la calidad de vida (de 36,7% en 1996 a un 32,3%
en 2.001). En los últimos años se mantiene la limitación a la
investigación en este ámbito y a su utilización: en el estudio
CIS sobre la Percepción social de la ciencia y la tecnología
del 2006 los españoles seguían oponiéndose a que la inves-
tigación se orientara hacia la energía nuclear; así como a su
utilización ( Ecología y Medio Ambiente de marzo de 2007 ,
CIS, 2007a), en el que para el 74,3% de los españoles la
proporción de energía nuclear debería disminuir porque
180
implicaba problemas de seguridad (desechos radioactivos),
el peligro de accidentes, más perjudicial para el medio am-
biente la que comportaba mayores riesgos para la salud
humana; y Barómetro de Noviembre de 2007 (CIS, 2007b),
en el que para un 40,3% de la población española, la ener-
gía nuclear sería la fuente energética que se debería utilizar
en menor medida por encima del petróleo y el carbón,
atendiendo también a los riesgos percibidos, en términos
de seguridad (56,7%), contaminación del aire y agua
(40,8%), o la generación de residuos (33,7%).
Grado de peligrosi-
dad Alto o Muy
47% -- -- -- --
Alto otorgado a las
centrales nucleares
El hecho de vivir -- 77% -- -- --
181
EVOLUCIÓN DE LA PERCEPCIÓN DE RIESGOS DE LA
ENERGÍA NUCLEAR
Encuesta CIS CIS CIS CIS CIS CIS CIS
Pregunta (1978) (1990) (1993) (2000a) (2000b) (2004) (2007a)
182
Especial 271 sobre Europeans and nuclear safety de 200734) y
extendido también a las industrias asociadas, como las cen-
trales nucleares35. Una percepción que también se ha mani-
festado en estudios del CIS sobre Ecología y Medio Ambiente
de marzo de 2007 (CIS, 2007a), donde el 58,2% de los espa-
ñoles otorgan mayores riesgos para la salud humana a la
energía nuclear que otras fuentes como el petróleo (14%) o
el carbón (7%); o para el medio ambiente (un 38,1%) por
encima del petróleo (31,3%) o del carbón (12,5%).
Los riesgos asociados a la energía nuclear han sido varia-
dos y puestos de manifiesto desde los primigenios estudios
del CIS de 1978 hasta los más actuales, siendo los principa-
les riesgos (o inconvenientes tal y como en algunos casos se
planteaban en a pregunta) los relacionados con la contami-
nación radiactiva , el almacenaje de residuos radiactivos y
el riesgo de accidentes (estudio del CIS Energía Nuclear de
1993), una percepción mantenida en el Barómetro de abril
2000, aun cuando destaca el aumento en la percepción del
riesgo de accidentes (del 17,9% en 1993 pasa al 24,7% en
2000). También conviene señalar cómo a lo largo de la dé-
cada de los noventa, y a tenor de los datos del estudios
sobre Opiniones y actitudes ante la energía nuclear del CIS de
1990 y el Barómetro de Abril de 2.000, el aumento de enfer-
medades provocadas por la radiactividad (pasa del 37% en
1990 al 53,5% en el 2000) desplaza al riesgo de accidentes
nucleares (baja del 60% en 1990, al 47% en el 2000)como
uno de los riesgos con mayor probabilidad de que ocurra,
junto con la contaminación radiactiva del entorno (crece del
45% en 1990 al 50,7% en el 2000 y a de los trabajadores del
183
sector (del 45% en 1990 al 49,1% en el 2000). Señalamos al
mismo tiempo, como el almacenaje de residuos radiactivos
comporta para la opinión pública riesgos asociados con el
medio ambiente y la salud humana, como lo pusieron de
manifiesto el 49% de los españoles encuestados en el Euro-
barómetro Especial 227 sobre Radioactive Waste de 2005 co-
mo respuesta a lo que más temerían ante la posibilidad de
que se construya una planta de residuos cerca de su casa;
porcentaje que aumenta hasta el 52% en el Eurobarómetro
Especial 297 sobre Attitudes towards radioactive waste de
2008.
184
confirman el desconocimiento experto. La desinformación va a
ser una característica junto con la oposición: ya en el estu-
dio de 1993 del CIS mantenía un 88% que se sentía desin-
formados sobre ventajas e inconvenientes de la energía
nuclear, aspecto que sigue en la actualidad en los últimos
estudios analizados, y en el Eurobarómetro Especial 271 de
2007, sobre la seguridad de las centrales nucleares, un 87%
de los españoles manifestaban sentirse mal informado so-
bre esta cuestión, situándose España entre el grupo de paí-
ses con menos información al respecto de Europa.
Bien, explicitados estos bajos niveles de información de
los españoles hacia cuestiones básicas sobre energía nu-
clear, legislación, riesgos, control, etc. bien pudiera parecer,
en un principio, que una cosa lleva a la otra: que la oposi-
ción se deba a la falta de información o al gran desconoci-
miento sobre esta energía nuclear. Tal conclusión olvida un
aspecto consustancial al conflicto, aparte de que no se está
tratando de ver la calidad de la opinión pública.
A diferencia de otros temas de debate, el de la energía
nuclear hemos mantenido cómo se inserta de lleno en el
ámbito de los conflictos ambientales donde los ciudadanos
mantienen sus argumentos en virtud del sentido común
sobre peligros percibidos y sentimientos de agravios explí-
citos o latentes, y que para ellos son suficientes para posi-
cionarse en posturas a favor o en contra ante la conflictivi-
dad. Y estos riesgos son efectivamente percibidos a tenor
de los datos de los diferentes estudios.
Por otro lado, nada parece indicar que el acceso, por parte
de quienes se oponen, a mayor información científica sobre
energía nuclear incida en una menor oposición hacia este
tipo de energías (Austria sería el ejemplo de país que se
informó y decidió oponerse a la energía nuclear). Otro as-
pecto relacionado es la escasa confianza otorgada a este
185
tipo de información científica por parte de público, debido
a que son cuestiones que despiertan desconfianza, venga de
la mano de quien venga, incluso de la comunidad científi-
ca37. El nivel de confianza de los españoles hacia determi-
nados actores sociales como portadores de información
sobre energía nuclear y residuos radiactivos, por ejemplo,
se diluye entre la diversidad de los mismos38.
Al mismo tiempo no está demás recordar que las posibi-
lidades de acceso a información cualificada se ha multipli-
cado en estas décadas, fundamentalmente a partir de la
irrupción de Internet, por lo que debemos plantearnos, a
tenor de los riesgos percibidos, en la necesidad o no que
tienen los españoles de mantenerse informado en cuestio-
nes en las que conocen/saben de los riesgos básicos.
186
Conclusiones
Bibliografía
187
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189
ANÁLISIS DE LA PERCEPCIÓN SOCIAL ANTE
ESTRATEGIAS INNOVADORAS DE GESTIÓN
LITORAL EN EL DELTA DEL EBRO
Elisabet Roca, Míriam Villares y Rosa Junyent
Introducción
190
Desdel los trabajos realizados en el IPCC (IPCC 2007) se
reconoce la necesidad de considerar otras alternativas más
allá de las estrategias de “hold the line” o no hacer nada,
para empezar a implementar “managed realignment”. El
“managed realignment”39 implica trabajar con les dinámi-
cas naturales y dejar más espacio al agua y los sedimentos.
Consiste en identificar una nueva línea de costa en tierra y
fija nuevas defensas, comportando en ciertos casos la eli-
minación de les infraestructuras existentes o bien hacer
cambios en los usos del suelo.
Sin embargo, este tipo de estrategias, a veces, por diver-
sos motivos son fuente de conflicto social. Esto es objeto de
estudio de nuestra investigación. Se parte de la premisa que
es necesario conocer de las raíces del conflicto, así se puede
contribuir a establecer mecanismos que favorezcan una
implementación de dichas estrategias de gestión. En este
contexto se sitúa el presente artículo. El trabajo forma parte
de un proyecto desarrollado en el Delta del Ebro, al sur de
Cataluña. En la zona, un desequilibrio sedimentario pone
en juego ciertas actividades socioeconómicas y las funcio-
nes de conservación del Parque Natural del Delta del Ebro.
Desde hace décadas el principal problema físico de los
deltas del Mediterráneo es la regresión, el origen de la cual
es la construcción de grandes embalses que han retenido
sedimento. Les obras transversales costeras (puertos y es-
pigones) también representan una barrera para la transfe-
rencia de material sedimentario. Así mismo, la degradación
de los hábitats costeros como los humedales, dunas, han
191
eliminado la protección natural de las playas contra los
episodios extremos de tempestad.
A pesar de todo ello, recuperar la función protectora que
de forma natural nos ofrecen los sistemas costeros puede
convertirse en muy costoso tanto desde un punto de vista
económico, social como ambiental. Tanto si se realiza con
formas de gestión tradicionales basadas en técnicas de in-
geniería marítima (dura o blanda), como con nuevas estra-
tegias consideradas adaptativas, como la del retroceso con-
trolado de la línea de costa o recrear humedales, la elección
pude comportar grandes conflictos sociales.
Nuevas estrategias de gestión como el retroceso o el tra-
bajo conjunto con los procesos naturales han sido poco im-
plementados en nuestras costas. Realmente existe alguna
propuesta tanto desde los sectores académicos (Picó, 2005),
como desde las instituciones competentes, (Demarcación de
Costas del Ministerio de Medio Ambiente en Tarragona) de
recuperar una franja de territorio por regenerar antiguos
hábitats naturales (como dunas y marismas) y dotar el sis-
tema de capacidad natural para afrontar las adversidades
que se producen.
192
maban unos 50.000 habitantes. Esta población ha aumen-
tando más de un 4% los últimos diez años. La población
de los municipios del semidelta norte es de 11063 habitan-
tes en Deltebre y 2662 en l’Ampolla (2007). Parte de este
crecimiento se debe al turismo de sol y playa, que ha tenido
un importante impacto ambiental en el Delta. La construc-
ción de las urbanizaciones de Riumar y Eucaliptus (en los
años setenta y ochenta) destruyó muchas zonas de dunas y
marismas de gran valor ambiental.
193
te aprovechado desde el punto de vista económico. Otro
sector en auge es la caza, hay importantes cotos que son
explotados o bien por los propietarios de las tierras o bien
por sociedades locales de cazadores mediante contratos de
alquiler. El volumen estimado de cazadores que practiquen
la actividad cinegética en el delta del Ebro se estima en
unos 5000.
La pesca y la acuicultura es otra actividad con una larga
tradición en el Delta, pero la sobreexplotación, la reducción
de subvenciones y la baja calidad del agua de las bahías a
disminuido mucho las capturas desde los 80s. Las lonjas
pesqueras de Deltebre en el cauce del río y l’Ampolla en el
Norte tienen unas capturas de 290 y 300 toneladas anuales
respectivamente (2004). Así, la contaminación y la eutrofi-
zación de la bahía por los fertilizantes procedentes de los
arrozales producen graves efectos negativos sobre la acti-
vidad de marisqueo.
194
subsidencia en el Delta del Ebro, preoscila entre 1 y 6
mm/año, aunque en muchas zonas se estima en 2-3
mm/año. Y el aumento del nivel del mar y subsidencia
(2cm al año). Pero hay una gran incertidumbre asociada a
este tema.
La regresión a que se hace referencia se produce en la
parte frontal del delta. Los sedimentos se redistribuyen
alrededor del mismo y se erosiona la parte frontal y la
desembocadura y se crean fenómenos de acreción en las
puntas del Fangar y los Alfaques. Esto esta provocando la
colmatación de la bahía del Fangar que con el tiempo pue-
de conllevar su cierre, transformándose en una “bassa”
(lago interior) y teniendo un efecto negativo directo sobre
las actividades pesqueras que allí se desarrollan.
En el tramo del semidelta Norte comprendido entre la
urbanización Riumar y la flecha del Fangar, la regresión de
la costa debido a la erosión está causando la desaparición
de la franja costera afectando plenamente las propiedades
agrícolas. En la playa de la Marquesa, la desaparición del
sistema dunar y la ocupación de las zonas de marisma por
parte de la actividad agrícola han agravado el problema
porque evita que el sistema migre y se reproduzca hacia el
interior. La punta del Fangar tiene un alto valor ecológico
principalmente por la fauna que habita o anida en ella. El
aspecto más destacado es la importancia de la zona para
cría de aves marinas y limícolas, junto al considerable valor
como área de refugio y alimentación de especies migrato-
rias. En este contexto, existen unos 20 propietarios que
están afectados por el problema erosivo, a lo largo de 5 Km.
de frente litoral. Las actuaciones realizadas hasta este mo-
mento para paliar los efectos del temporal han sido de ca-
rácter puntual (construcción de un muro de contención en
la zona de los Vascos, la reconstrucción parcial del “sistema
dunar”… ) intervenciones que en algún caso, han compor-
tado resultados negativos.
195
Últimamente, desde la administración central, responsa-
ble de la protección costera, se ha planteado la posibilidad
de realizar una actuación que permita restituir los antiguos
ecosistemas dunares. Se ha iniciado la compra de la franja
más periférica de terrenos agrícolas. Sin embargo, este tipo
de propuesta ha generado rechazo y desconfianza por parte
de algunos agentes locales sobre todo aquellos directamen-
te afectados. A partir de esta primera valoración, el artículo
quiere profundizar en las causas de este rechazo para tratar
de proponer mecanismo que permitan gestionar este tipo
de conflictos.
196
escenarios en relación a una serie de criterios en función de
su impacto.
197
científico-técnicos en el campo de la gestión de la erosión
costera. De esta manera, los tres escenarios resultantes re-
presentan distintas formas de intervención litoral. En un
extremo, el primer escenario: la intervención dura, que sig-
nifica mantener la actual línea de costa con la construcción
de diques, comportaría una polderización de la zona y el
mantenimiento de la abertura de la bahía del Fangar. El
escenario intermedio que presenta una intervención blan-
da, consiste en aumentar la anchura de la playa y restaurar
el cordón dunar, que actuaría como a reserva de sedimento
durante los temporales, esta línea también comportaría la
restauración humedales. La efectividad de estas dos estra-
tegias está condicionada por la incertidumbre del cambio
climático. Y al otro extremo, el tercer escenario, la alterna-
tiva de no actuar y dejar que la dinámica marina alcance un
nuevo equilibrio.
La definición de los criterios de valoración de los escena-
rios proviene de la clasificación de servicios ambientales
que nos ofrecen las zonas costeras como los deltas estable-
cidos en Constanza et al. (1997).
La información obtenida de las entrevistas ha sido trans-
crita cuidadosamente, valorada e interpretada mediante el
análisis de contenido. Así mismo se ha volcado la informa-
ción relativa a la evaluación de los escenarios en una hoja
de cálculo y se han agregado los datos para obtener una
sociografía general y cualitativa de las posiciones de los
actores que será comentada en el siguiente apartado.
Los resultados
198
cuado si se quieren beneficiar a las actividades socioeco-
nómicas tradicionales como la actividad arrocera y la pesca.
El turismo que en este ámbito queda vinculado a los valo-
res ecológicos queda más ligado al desarrollo del escenario
2. La actividad económica derivada de la caza presenta
posiciones más variadas, porqué desde este sector se consi-
dera que cualquier escenario no debería tener mucha inci-
dencia sobre la explotación cinegética. Según sus represen-
tantes, la intervención blanda, aunque amplia el espacio
público, no tendría por qué comportar una disminución de
los puestos de caza. La figura 3 muestra como el conflicto
reside principalmente en una confrontación entre mantener
los usos socioeconómicos del sector primario o conservar y
recuperar los valores naturales originarios del delta. Se
percibe como una confrontación, la pérdida de unos, bene-
ficiará a los otros. El gran reto seria convertir este conflicto
en una oportunidad para consensuar una actuación respon-
sable.
Otra cuestión muy interesante en los resultados expues-
tos, es la reiterada percepción de que una intervención dura
será mucho más eficaz que una blanda. Estos temores y la
desconfianza van en aumento a medida que el actor desa-
rrolla sus actividades más cerca de la costa y por lo tanto
tiene más patrimonio en juego. Esto concurre con expe-
riencias inglesas (Myatt,2003). En el caso del proyecto en de
recuperación de las Marismas de Essex, los entrevistados
que se encuentran más alejados de la línea de costa tienen
más confianza en el proyecto que los que están más próxi-
mos.
Por su parte, los científicos consultados están de acuerdo
en recuperar la dinámica natural de la zona, en retirar el
espigón ilegal, y propiciar que la línea de costa retroceda
hasta conseguir una nueva situación de equilibrio.
El análisis cualitativo de las entrevistas en profundidad es
coherente con lo explicado anteriormente. Existe una posi-
ción local clara que reclama con urgencia la necesidad de
199
intervenir, aunque se cuestiona cuál es la solución más ade-
cuada. Por una parte los actores socioeconómicos no quie-
ren perder más territorio, ni sacrificar su actividad y los
actores que representan los valores naturales prefieren al-
ternativas que primen la conservación. Por lo tanto, el con-
flicto reside principalmente en una confrontación entre
mantener los usos socioeconómicos del sector primario y
recuperar los valores naturales originarios del delta.
200
Otra constatación es la desconfianza ante la efectividad
de una obra blanda, y del papel de las dunas y las maris-
mas como amortiguadores del impacto de las olas. Afirman
que esto es una medida a corto plazo y que con el tiempo el
mar avanzará y se reproducirá el actual escenario al cabo
de los años. El conflicto se ve agravado por la desconfianza
ante unas instituciones promotoras a las que se acusa de no
haber realizado ninguna intervención en la zona hasta el
momento. En este sentido, se ha constatado que la opinión
de los entrevistados no cuestiona los estudios sobre los que
se fundamenta el proyecto, pero se observa que la solución
propuesta por el Ministerio de Medio Ambiente no les
comporta garantías de eficacia. Algunos actores han viaja-
do y visitado soluciones de polderización como las aplica-
das en el Delta del Po, en cambio, no han podido constatar
la evidencia y la experiencia en aplicaciones más blandas,
como las propuestas en la costa de Essex.
Estrategias de gestión como el retroceso o el de una ges-
tión mixta que incluya procesos naturales han sido escasa-
mente implementadas en nuestras costas. Ahora se empie-
za a esgrimir alguna propuesta tanto desde la esfera aca-
démica (Picó, 2005) como desde les instituciones competen-
tes de recuperar una franja de territorio litoral para regene-
rar antiguos hábitats naturales (como dunas y humedales)
y dotar el sistema de capacidad natural para afrontar los
riesgos que amenazan. Pero tal como se ha descrito, en el
delta esta situación genera conflictos sociales. Ante ello, se
ha constatado en experiencias similares de otros países
como Gran Bretaña que las barreras para implementar este
tipo de iniciativas están relacionadas con la desconfianza
de las instituciones promotoras, la falta de conocimiento
técnico de estas medidas y la falta de una compensación
económica suficiente (Ledoux et al. 2005).
Este tipo de proyectos no son atractivos para los afecta-
dos porqué la visión cortoplacista de los pagos contrasta
con la irreversibilidad de la pérdida de sus tierras, que se
201
agrava en una cultura donde se da un gran valor a la pro-
piedad y parte de esta ya se ha visto desaparecer bajo el
mar en pocas decenas de años. En el caso del delta, se echa
en falta un conocimiento preciso del proyecto por parte de
unos afectados, que conocían el proceso de expropiación,
pero desconocían la aplicación de un cordón dunar sobre
estas tierras expropiadas, como medida de protección natu-
ral contra los temporales. El conocimiento de este impor-
tante detalle puede hacer cambiar percepciones muy nega-
tivas, ya que inicialmente, se tiene el convencimiento que
el mar entraría en sus campos y éstos se convertirían de
manera desordenadamente en marismas. No hay duda,
hace falta más pedagogía para explicar a los afectados el
proyecto y su futura evolución.
Conclusiones
202
Ante esta situación de desconfianza institucional y de te-
mor ante nuevas formas de intervención litoral como la
recreación de humedales y regeneración de sistemas duna-
res se requiere más pedagogía y sobre todo nuevas oportu-
nidades de participación. Estas son necesarias no sólo para
legitimar los proyectos innovadores que se proponen por
parte de la administración que gestiona la costa, sino tam-
bién para hacer más diáfanas las incertidumbres de los
afectados y reconstruir su confianza.
Agradecimientos:
Investigación realizada en el marco de los proyectos fi-
nanciados por el Ministerio Español de Educación y Cien-
cia: Defcon-EEP (REN2003-09029-C03/MAR) y AGITE
(CGL2005-04189).
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204
PAISAJES NATURALES URBANOS Y CALIDAD
DE VIDA
205
pansión industrial y urbana, los paisajes naturales se han
ido transformando por la acción del hombre con la incorpo-
ración de elementos no naturales (casas de labranza, naves
industriales, maquinarias, granjas ganaderas,…)
En los paisajes artificiales no hay presencia de elementos
naturales, sino de artefactos fabricados y ordenados por el
hombre de acuerdo con sus gustos o necesidades. Tradicio-
nalmente, estos paisajes han estado identificados con la
ciudad y el mundo urbano, mediante la edificación, el pla-
neamiento de calles y avenidas, la presencia del automóvil,
la ubicación de áreas industriales,…, hasta el punto de for-
mar parte de la propia identidad urbana (algunos autores
hablan de paisajes fundantes para referirse a este tipo de
paisajes artificiales que, creados por el hombre, acaban
siendo parte esencial de su identidad ciudadana). No obs-
tante, el desarrollo del urbanismo moderno incorpora áreas
verdes en las ciudades, de tal modo que el paisaje urbano
se naturaliza.
Por ello, lo más frecuente es encontrar paisajes mixtos,
donde la naturaleza se combina con elementos artificiales,
bien como complemento o como parte central del entorno.
Según cuán importante sea la presencia de la naturaleza en
ello, podemos hablar de dos tipos de paisajes: los naturales
artificializados, y los artificiales naturalizados.
En los paisajes naturales artificializados, la naturaleza es
el elemento central, y los elementos no naturales son sólo
un complemento de aquélla. Esto es lo que ocurre con los
grandes espacios naturales situados en el medio rural o con
las grandes áreas verdes de las ciudades que, en forma de
parques o jardines, se instalan (o mejor dicho se preservan
de la expansión urbanística) para recreo y esparcimiento de
la población.
En los paisajes artificiales naturalizados, los elementos
naturales son secundarios y se incorporan al paisaje con
una función de servicio, nunca fundamental. Esto es lo que
ocurre, por ejemplo, en los patios de las casas tradicionales
206
andaluzas (el caso de los patios cordobeses es paradigmáti-
co) o en las zonas ajardinadas de las modernas áreas resi-
denciales de las ciudades.
Podemos definir, por tanto, el concepto de “espacio natu-
ral” como aquel paisaje donde la naturaleza es un elemento
central de su composición morfológica y donde los poderes
públicos, reconociéndole su importancia para el equilibrio
de los ecosistemas, la conservación de la biodiversidad, el
desarrollo sostenible y el bienestar de la población, han
acotado sus límites y establecido normas para regular su
uso y explotación.
207
estado de salud personal. Ello ha despertado el interés de
ecólogos, antropólogos, biólogos, geógrafos y sociólogos
por la importancia que los espacios verdes urbanos tienen
para la calidad de vida en las ciudades, existiendo hoy ya
una potente línea de investigación sobre estos temas.
La importancia de las zonas verdes en las ciudades radica
en los efectos positivos que tienen sobre la población resi-
dente, efectos que pueden manifestarse en varios ámbitos:
i) en el aprendizaje de la conciencia ambiental o ecológica;
ii) en el proceso de enraizamiento (embeddedness) en la
comunidad y de construcción de identidad cultural y capi-
tal social; iii) en el sentimiento de seguridad; y iv) en la
mejora del estado de salud mental y física de los ciudada-
nos.
En relación con el primer ámbito (el relacionado con la
conciencia ambiental o ecológica), cabe señalar que la ex-
tensión de las zonas verdes en las ciudades contemporá-
neas representa una importante oportunidad para que la
población aprenda sobre los principios ecológicos y sus
interconexiones, dado que la observación y contacto con la
naturaleza le permite un aprendizaje práctico sobre el fun-
cionamiento de los ecosistemas. La educación ambiental es
algo más que impartir una clase de biología o viajar a un
centro o parque natural; es el resultado de una experiencia
directa y constante asimilada a través del contacto diario
con la naturaleza en los lugares donde vivimos, en las calles
que recorremos o en los árboles que contemplamos.
En lo que se refiere al ámbito de la identidad social y el
enraizamiento (embeddedness) en la comunidad local, di-
versos estudios vienen mostrando el debilitamiento de los
lazos sociales entre los vecinos que residen en las grandes
aglomeraciones urbanas, de tal modo que se acaba per-
diendo el sentido de comunidad. Ello explicaría el descenso
del capital social en las grandes ciudades, entendido como
el descenso de la confianza entre vecinos y, en definitiva, la
falta de integración de los individuos en sus comunidades
208
de referencia, dando lugar a problemas de anomia. La lite-
ratura especializada sugiere que una mayor interacción de
los ciudadanos con los espacios naturales y la existencia de
zonas verdes en las barriadas de las grandes ciudades para
el ocio y el esparcimiento de los vecinos, pueden inducir en
ellos el desarrollo de valores compartidos, es decir, el en-
raizamiento de los individuos en sus comunidades de refe-
rencia, contribuyendo a la construcción de capital social.
Algunas experiencias demuestran cómo la implicación de
los vecinos en programas de creación de espacios verdes en
sus barriadas, facilita el conocimiento mutuo y la interac-
ción social y permite el desarrollo de un sentimiento de
identidad, además de generar altos niveles de satisfacción
personal.
Un tercer ámbito a destacar es el del sentimiento de segu-
ridad que provoca la existencia de áreas verdes en las ciu-
dades. Hay interesantes evidencias empíricas que muestran
cómo la creación de zonas verdes y la presencia de áreas
ajardinadas en los barrios aumentan la sensación de segu-
ridad en los vecinos, disminuyendo las tasas de criminali-
dad y reduciéndose las expresiones de violencia. En algu-
nos estudios se introduce la idea de “ojos en la calle” para
explicar cómo la presencia de personas en los espacios pú-
blicos destinados al esparcimiento ayuda a controlar el
crimen y aumentar la seguridad ciudadana. Algunos auto-
res observaron cómo los residentes que viven en casas con
árboles o zonas verdes muestran actitudes más constructi-
vas y presentan menores formas de violencia y conflictos
intrafamiliares, que los que viven en casas sin estos espa-
cios destinados a la presencia de la naturaleza en el hogar.
Por último, son abundantes los estudios que demuestran
los positivos efectos de las áreas verdes urbanas sobre la
salud física y mental. Muestran, en concreto, la estrecha
asociación entre la disminución del estrés y la mejora de la
salud física de los residentes urbanos. En tales estudios se
demuestran cómo los paisajes con árboles y vegetación
209
producen estados psíquicos y emocionales más distendidos
en los individuos, que los paisajes donde dichas caracterís-
ticas naturales están ausentes. Por ejemplo, estudios reali-
zados en hospitales muestran cómo los enfermos alojados
en habitaciones con vistas a un paisaje de arboleda se recu-
peran de forma más rápida y con menos complicaciones,
que los pacientes en habitaciones donde no hay esas vistas.
Otros estudios demuestran que la vista de paisajes de natu-
raleza verde desde las ventanas de una oficina proporciona
importantes beneficios psicológicos a los trabajadores, ele-
vando su bienestar y satisfacción en el trabajo. En esa mis-
ma línea, se ha demostrado que las experiencias vividas en
parques urbanos ayudan a cambiar estados de ánimo y a
reducir la presión del trabajo. Igualmente, se ha comproba-
do que la sombra de los árboles reduce la radiación ultra-
violeta y, en consecuencia, ayuda a reducir determinados
problemas de salud (cataratas, cáncer de piel, irritaciones
dermatológicas,…)
Más recientemente se han ido incorporando nuevas di-
mensiones en la valoración de la importancia de las áreas
verdes urbanas, sobre todo las relacionadas con el medio
ambiente. En esas nuevas dimensiones destacan, por ejem-
plo, la contribución que las áreas verdes urbanas pueden
hacer para reducir los efectos de la contaminación atmosfé-
rica en las ciudades o su función positiva a la hora de fijar
CO2, efectos que de un modo indirecto influyen en la salud
de los ciudadanos.
210
ción, convirtiendo el paisaje en un “espacio natural”. A la
hora de analizar esas políticas, es necesario distinguir entre
los paisajes naturales ubicados en el medio rural, y los pai-
sajes, también naturales, situados en las ciudades en forma
de parques o áreas verdes urbanas.
Los paisajes naturales no ubicados en el medio rural, sino
en el medio urbano, como las grandes áreas verdes o par-
ques de las ciudades, también están recibiendo la conside-
ración de bienes públicos. Bien es verdad que es todavía un
ámbito de las políticas públicas menos desarrollado que el
de las políticas destinadas a regular los espacios rurales,
debido, quizá, a su consideración de espacio mixto natu-
ral/artificial, al hecho de ser competencia de las institucio-
nes locales y de formar parte como elemento secundario
(complementario, y no central) de las políticas urbanísticas.
A esto habría que añadir que la influencia de las áreas
verdes urbanas para la salud y la calidad de vida de la po-
blación es un tema que sólo recientemente se ha incorpora-
do a la agenda política y científica, no existiendo todavía
una fuerte corriente de opinión pública interesada en
reivindicar la importancia social de estos espacios naturales
y demandar de los poderes públicos políticas que trascien-
dan el ámbito local del planeamiento urbanístico.
Con objeto de analizar el modo en que la población euro-
pea se relaciona e interactúa en su vida diaria con los espa-
cios verdes de sus ciudades, la Comisión Europea convocó
en el año 2000 un programa de investigación sobre el
“Desarrollo de los espacios verdes públicos para el aumen-
to de la calidad de vida en las ciudades y regiones urba-
nas”. Como resultado de ese programa se presentó a la
Comisión Europea el documento Social Criteria for the
Evaluation and Development of Urban Green Spaces (Cri-
terios Sociales para la Evaluación y Desarrollo de las Áreas
Verdes Urbanas) en el que se incluye una veintena de crite-
rios sociales que, complementando los criterios más bioló-
gicos relativos a la conservación de la naturaleza y los eco-
211
sistemas, debieran tenerse en cuenta a la hora de crear zo-
nas verdes en las ciudades, sirviendo de guía y orientación
a planeadores urbanísticos y a responsables de las políticas
municipales de medio ambiente.
Los citados Criterios Sociales parten de la idea de que la
existencia de zonas verdes en las barriadas de las ciudades
es algo apreciado por los ciudadanos y de que el contacto
con la naturaleza es un elemento que contribuye a elevar su
grado de satisfacción con el entorno donde viven y traba-
jan. De ahí que una de las principales premisas de estos
criterios es que todos los potenciales usuarios de los espa-
cios verdes deben tener libre acceso a ellos, pues, precisa-
mente de esa libertad plena es de donde surge la satisfac-
ción que encuentran los ciudadanos al relacionarse con la
naturaleza, reforzando su propio estilo de vida. También se
parte de la idea de que muchas de estas satisfacciones con
las zonas verdes radican en el hecho de que son percibidas
como espacios naturales por los ciudadanos, siendo su ca-
rácter natural lo que convierte a estas zonas en la antítesis
de las formas artificiales en las que descansan las viviendas
que, en forma de bloques de apartamentos, se extienden
por las ciudades en largos e interminables paisajes unifor-
mes e impersonales.
Para la elaboración de los 21 Criterios Sociales se han te-
nido en cuenta tres grandes ámbitos de estudio: i) la locali-
zación física del espacio natural y su accesibilidad para el
ciudadano; ii) la calidad de la experiencia, entendida como
la satisfacción que los ciudadanos experimentan al visitar la
zona; y iii) los aspectos funcionales del área natural, defini-
dos según las actividades desarrolladas dentro de ella.
En lo que se refiere a la localización del espacio natural y
su accesibilidad, no son sólo factores objetivos, sino tam-
bién subjetivos, los que deben guiar los criterios utilizados
a la hora de diseñar un área verde urbana. Ya que la per-
cepción social de la distancia a tales espacios naturales y el
medio utilizado para ir a ellos, son elementos relacionados
212
con la composición cultural y sociodemográfica de los po-
tenciales usuarios. No obstante, según estudios de la Coun-
tryside Comisión (1985) y Countryside Recreation Network
News (1994), cabe establecer algunos criterios generales,
como que los usuarios prefieren ir andando a los espacios
verdes públicos, fijando en 5 minutos el tiempo medio que
están dispuestos a dedicar para desplazarse desde su lugar
de residencia al lugar donde está situada la zona de espar-
cimiento (tiempo que equivale a una distancia promedio de
0,5 Km). Resultados similares se han encontrado en otros
estudios sobre las preferencias de los ciudadanos en el uso
de espacios naturales urbanos, donde, para cada zona ver-
de, habría un “área teórica de influencia”, formada por una
cantidad de población potencialmente usuaria, indepen-
dientemente de la edad, el género, la etnia o el nivel de
renta.
Respecto a la calidad de la experiencia persona, cabe se-
ñalar que la distancia y accesibilidad no son factores sufi-
cientes para que una zona verde sea atractiva a los ciuda-
danos. Es necesario que el espacio natural tenga una de-
terminada estructura paisajística y una calidad apropiada
para despertar en el usuario lazos emocionales y le haga
sentirse satisfecho con su entorno. La calidad de los espa-
cios verdes urbanos es un elemento subjetivo, por cuanto
tiene que ver con el modo en que son percibidos por los
usuarios y con el significado que tienen para ellos. Se sabe
por numerosos estudios que estos aspectos dependen de la
cultura de los individuos, de modo que un mismo tipo de
zona verde tendrá significados diferentes y generará gra-
dos distintos de satisfacción en los usuarios, según la base
cultural y estilos de vida en los que éstos hayan sido socia-
lizados. De ahí que si se analiza en diversas culturas cómo
son los sentimientos que los espacios verdes urbanos gene-
ran en los ciudadanos y cuáles son los motivos por los que
acuden a tales áreas de ocio y esparcimiento, estaremos en
condiciones de establecer unos parámetros de calidad para
213
cada tipo de cultura. No obstante, esos estudios han seña-
lado la existencia de algunos parámetros físicos de calidad
que son comunes a las distintas culturas, como los que in-
cluyen aspectos relativos a la superficie del espacio verde y
a su estructura paisajística. Así, por ejemplo, zonas dema-
siado pequeñas favorecen las aglomeraciones, generan rui-
do y ofrecen vistas inapropiadas que no estimulan el des-
canso y el relax del usuario; mientras que espacios dema-
siado grandes pueden provocar sensaciones de miedo e
inseguridad asociadas al vandalismo y la delincuencia.
Asimismo, la calidad de la zona verde tiene mucho que ver
con el valor que le da el usuario a su experiencia de visitar-
la, hasta el punto de que, si la experiencia no es buena, lo
más probable es que no la repita. En ese sentido, la ya men-
cionada sensación de inseguridad es un aspecto de gran
influencia negativa en la experiencia, pero también lo es el
desagrado que puede producir en el usuario encontrar un
parque sucio y con señales de abandono por negligencia de
los responsables de su gestión y mantenimiento (coches
abandonados, caminos difíciles de transitar para las perso-
nas mayores o las madres con cochecitos para bebés, zonas
estéticamente bellas, pero peligrosas para que los niños
jueguen en ellas,…)
Por último, hay que señalar que la valoración de los espa-
cios verdes urbanos depende también de su funcionalidad,
es decir, de las funciones que cumplan para los usuarios,
funciones que varían según las actividades realizadas en
tales espacios: caminar, hacer jogging, pasear al perro,
montar en bicicleta, observar la naturaleza, sentarse en un
banco a leer,…. En la mayoría de los casos, las zonas verdes
urbanas pueden proveer fácilmente esas actividades, pero
no siempre su tamaño, diseño y estructura (incluyendo la
dotación de instalaciones y equipamiento) permiten que
todas ellas puedan ser realizadas de forma simultánea res-
pondiendo así a las múltiples y diversas demandas de los
usuarios. Por lo general, las zonas verdes suelen especiali-
214
zarse en una o varias funciones de ocio y esparcimiento, lo
que puede ser motivo de conflictos por el espacio si no hay
zonas complementarias (por ejemplo, en zonas no aptas
para la práctica deportiva puede surgir un conflicto entre
usuarios). Los conflictos se mitigan si los usuarios tienen
diversas opciones donde elegir en función de sus deman-
das, cosa que sólo es posible aumentando el número y ex-
tensión de las áreas verdes en la ciudad. Para el estudio de
esos aspectos funcionales de los espacios verdes urbanos es
conveniente distinguir tres niveles en las actividades de los
usuarios que acuden a tales áreas de esparcimiento: indivi-
dual (actividades que se realizan para mejorar su estilo y
calidad de vida); familiar (actividades que aportan cohe-
sión y unidad a la familia, tales como organizar un picnic o
una barbacoa, llevar a pasear a los hijos o desarrollar
reuniones intergeneracionales), y colectivo o comunitario
(actividades que contribuyen a dotar a la comunidad de
una mayor identidad y cohesión social, como organizar
eventos deportivos o festivales, darle al espacio usos esco-
lares,…).
Los Criterios Sociales son, en definitiva, un buen marco
para el estudio de la interacción social en torno a los espa-
cios verdes urbanos y representa una excelente herramienta
para analizar las diferentes percepciones según el nivel
sociocultural del ciudadano.
215
en lo que respecta a la tranquilidad frente al estrés, a los
recuerdos y emociones, a la relación con amigos y familia-
res u otros tipos de beneficios sugeridos por los entrevista-
dos.
216
Caso de Estudio: Análisis comparado entre las ciudades
de Halle (Alemania), Concepción (Chile) y Córdoba (Es-
paña)
El objetivo general de este proyecto de investigación
comparativo entre Chile, Alemania y España consistió en
comparar las distintas percepciones sobre el medio ambien-
te en poblaciones diferentes desde el punto de vista socio-
económico y cultural, analizando cómo valoran los ciuda-
danos sus experiencias de contacto con los espacios natura-
les urbanos. Con ello se pretende tener un mejor conoci-
miento de cómo los aspectos geográficos, culturales o socia-
les influyen en el uso y disfrute del medio ambiente ur-
bano.
Objetivos específicos
Análisis de la naturaleza en el barrio: percepciones.
Estudiar las actitudes y comportamientos de los
ciudadanos respecto a los espacios verdes urbanos.
Determinación de la valoración de la naturaleza
por los usuarios en cada uno de las zonas de estu-
dio.
Estudio del tipo de uso y preferencias de los ciuda-
danos por los espacios verdes urbanos.
217
218
Observamos como la tradición cultural de un país, y la es-
tructura de oportunidades que ofrece a sus ciudadanos,
ejercen una influencia significativa en el uso y disfrute de
los espacios verdes de la ciudad.
Indiferentemente del barrio donde se viva, del estrato so-
cioeconómico que se tenga, o de la cultura y país de perte-
nencia, los ciudadanos encuestados se muestran amplia-
mente satisfechos con la naturaleza que tienen en sus ba-
rrios.
Se debería hacer hincapié en que la naturaleza y los espa-
cios verdes urbanos son espacios del paisaje urbano que
mejoran la calidad de vida de los habitantes, sin importar el
status cultural o socioeconómico de sus usuarios.
Por otro lado, se cree importante que la definición del
término “paisaje urbano” tiene que incluir a los espacios
verdes de la ciudad en todas sus manifestaciones, y que
éstos se diseñen pensando en satisfacer las necesidades de
contactar con la naturaleza que tienen los ciudadanos.
Se señala que todos los países tendrían que desarrollar
una planificación estratégica para incluir espacios verdes
en las cercanías y alrededores de las ciudades, así como
ofrecer a la población más naturaleza ornamental en el inte-
rior de sus barrios. Esto también incluye una mayor educa-
ción ambiental, donde además de valorar toda clase de
naturaleza urbana y periurbana, los ciudadanos puedan
hacer uso directo de ella.
Finalmente se constata que tanto los europeos como los
latinoamericanos consideran que las zonas verdes urbanas
son un aspecto importante de la cultura urbana.
Conclusiones
219
les. Los paisajes son entornos físicos en los que la naturale-
za desempeña una función esencial en su composición mor-
fológica y biológica. Cuando esos paisajes son reconocidos
como bien público por su importancia para la salud, la ca-
lidad de vida o la sostenibilidad ambiental, estamos ha-
blando de un “Espacio Natural”, que debería ser acotado
por los poderes públicos mediante una correspondiente
política, donde se debería de regular además de su acceso,
el uso y explotación por la ciudadanía.
La protección pública de los paisajes naturales situados
en el medio rural se ha basado sobre todo en su conserva-
ción por razones ambientales y ecológicas (biodiversidad,
cambio climático,…), y sólo recientemente se ha incorpora-
do la dimensión social y económica (recreativa, turística y
de ocio). Sin embargo, en el caso de los paisajes naturales
urbanos (áreas y espacios verdes de las ciudades) su pro-
tección se ha basado en la incidencia que tienen para la
salud y la calidad de vida de la población y no por razones
ecológicas o ambientales (sólo más recientemente se ha
incorporado este tipo de razones). Por lo general, la regula-
ción de las áreas verdes urbanas se ha realizado en el marco
de las políticas urbanísticas de ámbito local. Más reciente-
mente se han elaborado criterios sociales para que el diseño
de estas áreas verdes se ajuste a las demandas de uso de la
población, demandas que vienen determinadas por la cul-
tura, el nivel de renta, la estructura demográfica de los
usuarios y la propia estructura física de los barrios donde
residen.
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LA IMPORTANCIA DE LAS CREENCIAS Y LA
INFORMACIÓN A LA HORA DE CONJUGAR
EL VALOR PRODUCTIVO Y AMBIENTAL DEL
AGUA
Regina Lafuente Fernández, Ernesto Ganuza
Fernández y Fernando Garrido Fernández
Introducción
225
ples dimensiones de la actitud ambiental, y en buscar rela-
ciones entre esas variables, sin que se haya obtenido mode-
los válidos que permitan predecir o explicar las conductas
ambientales a partir de variables actitudinales (Américo
2006). Son muchas las reflexiones que en esta línea han
criticado la orientación que estudia exclusivamente las va-
riables individuales desde una perspectiva cognitiva y con-
ductual y que reivindican la influencia del contexto en el
que se encuentran insertos los individuos (Stern 2000, De-
genhardt 2002, Gardner, 2001, Berenguer 2000).
En la búsqueda de las vías para que la preocupación am-
biental se transforme en conductas ambientales responsa-
bles, el enfoque adaptativo de la psicología ambiental da un
paso más y no se limita a analizar la influencia del contexto
o de las variables situacionales en la conducta proambien-
tal, sino que ofrece un marco unificado para el estudio del
ambiente y la conducta (Holahan, 1999). Desde este enfo-
que se resalta que la conducta ocurre dentro de una serie de
contextos físicos y socioculturales, y que refleja la interac-
ción entre las características de la persona y las característi-
cas del ambiente, lo cual explicaría las diferentes respuestas
(o conductas) ante una misma situación. Además este enfo-
que concede mucha importancia a los procesos de gestión y
a la participación en los mismos de los grupos implicados
(Wandersman, 1979). También Stern (2000) reivindica un
cambio en las investigaciones centradas por la perspectiva
conductual y cognitiva por investigaciones con una orien-
tación hacia los problemas, con base en factores sociales y
niveles de análisis grupales.
De forma coincidente con estas reflexiones arrojadas des-
de la psicología ambiental, expertos mundiales en educa-
ción ambiental resaltaron en el documento de la UNESCO
para la Década de la Educación para el Desarrollo Sosteni-
ble (2005) que “el desarrollo de una sociedad debería ser
visto como un continuo proceso de aprendizaje que explo-
rase argumentos y decisiones difíciles, donde las respuestas
226
y las soluciones apropiadas podrían cambiar conforme au-
mentase la experiencia”. Desde estos planteamientos se
desea “una educación para el pensamiento crítico, innova-
dora en los contenido y en las metodologías interdisciplina-
rias y participativas” (Mayer 2006).
227
una técnica de investigación de carácter participativo, no
responde plenamente a los principios que definen la Inves-
tigación Acción Participativa por cuanto que no pretende
una transformación del marco legislativo que regula el
aprovechamiento de los recursos hídricos, ni parte de una
comunidad que se reconoce a sí misma como tal e intenta
abordar un problema común, sino que, por el contrario, es
durante el foro cuando se problematiza el tema del agua
por parte de los expertos. No obstante, el diseño de la ED
los siguientes objetivos:
Los invitados al foro en calidad de expertos, representa-
ban la pluralidad de los grupos de interés enfrentados en
torno a la gestión del agua. Sus intervenciones, tanto orales
como escritas, representan los discursos oficiales sobre el
agua. Además, el foro abrió un proceso de comunicación
entre expertos y ciudadanos acorde con las indicaciones de
Winter (2000) acerca de las acciones que deben desarrollar-
se para superar los estudios centrados en las variables indi-
viduales.
Las dinámicas deliberativas de los participantes en el fo-
ro, organizadas mediante pequeños grupos para favorecer
el diálogo entre ellos, permite, rozando los postulados del
constructivismo social, analizar sus argumentaciones a
favor y en contra de los discursos expuestos por los repre-
sentantes de los colectivos sociales involucrados en el con-
flicto del agua.
Al finalizar el foro los participantes mostraron sus prefe-
rencias sobre la gestión política del agua. Además es posi-
ble relacionar las opiniones sobre la gestión del agua con la
información distribuida, así como con las creencias y acti-
tudes manifestadas en torno a la cuestión hídrica.
La ED se realizó en el marco de un convenio de colabora-
ción entre el IESA-CSIC y la Agencia Andaluza del Agua
de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Anda-
lucía. La ED recoge la opinión de la población en tres mo-
mentos distintos. La primera encuesta se realizó en la pri-
228
mera quincena de octubre de 2008 a una muestra represen-
tativa de la población andaluza formada por 1.200 perso-
nas. A continuación se organizó un Foro Deliberativo (FD)
celebrado en Córdoba los días 22 y 23 de noviembre. Para
la realización del FD se seleccionó una submuestra de 150
personas de los 1.200 entrevistados originariamente, respe-
tando criterios de representatividad por sexo, edad, pro-
vincia y nivel de estudios. Finalmente acudieron al FD 113
personas y todas ellas contestaron el cuestionario al finali-
zar el FD. Por último, en la primera quincena de mayo de
2009 se contactó telefónicamente con los participantes en el
FD para que volviesen a contestar las preguntas del cues-
tionario, obteniendo en esta ocasión 100 respuestas. Los
resultados que se presentan en este trabajo se ciñen a las
respuestas de los 100 participantes de los que se ha obteni-
do información en las tres fases de la Encuesta Deliberativa.
229
sión en las preferencias de la población por distintos mode-
los de gestión de los recursos hídricos según opten los par-
ticipantes en el foro por medidas públicas orientadas a in-
crementar la disponibilidad de este recurso o a racionalizar
e incluso limitar su consumo.
A grandes rasgos, los resultados de la primera oleada de
la encuesta, realizada antes del foro, revelan que las creen-
cias de los andaluces sobre el agua marcan sobre todo su
carácter de bien productivo, que la información sobre el
reparto de agua en Andalucía es bastante confusa y en
cuanto a la gestión pública de este recurso, combinan me-
didas apoyadas tanto en criterios que aumentan su oferta
(sobre todo la construcción de pantanos), como en el uso
eficiente (ahorro de agua en los hogares). Los datos objeti-
vos proporcionados en el foro sobre la distribución del vo-
lumen de agua entre los distintos sectores de consumo y la
intervenciones de los representantes de los distintos grupos
de interés, produjo entre los participantes un amplio reco-
nocimiento del valor ambiental del agua acompañado de
preferencias de gestión basadas en un mayor control sobre
la oferta del recurso, en la utilización de tecnología para
reutilizar el agua residual y en mejorar la eficiencia de los
regadíos. Los resultados de la tercera oleada, realizada seis
meses después del foro, muestra como los cambios de opi-
nión registrados entre las dos primeras oleadas se mantie-
nen respecto a los modelos eficientes de gestión del agua,
mientras que los cambios no han sido tan sólidos cuando se
encuentran anclados en las creencias de los ciudadanos.
Los resultados que se presentan a continuación se articu-
lan en dos ejes. En primer lugar, se analizan los cambios de
opinión tanto en creencias, información y medidas de ges-
tión, considerando únicamente el eje temporal marcado por
la participación en el FD. Para cada variable se calcula el
número de encuestados que mantienen la misma opinión
en las tres encuestas, el número de quienes cambiaron de
opinión a raíz de la participación en el FD distinguiendo
230
quienes en última consulta retornaron a sus opiniones ori-
ginales o las han modificado hacia opciones nuevas.
En segundo eje recoge las relaciones bivariables (ver las
tablas de contingencia en el Anexo 1) para estudiar si la
información recibida en el contexto del FD ha modificado el
grado de relación entre las preferencias de los ciudadanos
por determinadas medidas de gestión pública del agua y
sus creencias sobre las implicaciones ambientales del uso
de los recuros hídricos.
231
Gráfico 1. “El agua que no es consumida, se vierte al
mar, se pierde y no tiene ninguna utilidad”
232
produjo durante el Foro no se ha mantenido en la tercera
consulta en casi la mitad de los casos. Sin embargo, entre
quienes desde la primera encuesta reconocían el valor am-
biental al agua, ha habido menos cambios de opinión que
entre quienes le reconocían un valor productivo, sobre todo
en el caso de los cauces de los ríos.
Cauces Acuíferos
Product.. Amb. NS Product. Amb.
Puros:
La misma opinión en las 3 7 21 - 25 8
encuestas.
Foro:
La misma opinión en la 3ª y 2ª 6 20 - 7 20
encuesta
Retornados:
La misma opinión en la 3ª y 1ª 18 4 - 17 1
encuesta
Nuevos:
La opinión en la 3ª encuesta 10 10 4 8 14
es distinta a 1ª y 2ª
Total 3ª encuesta 41 55 4 57 43
233
cuestados sobre el reparto del agua en Andalucía con la
distribución real según las fuentes oficiales, es decir, hasta
qué punto el FD ha jugado como medio de información
para adquirir este tipo de conocimiento.
En total, 26 personas en la primera encuesta distinguieron
correctamente que la agricultura consume la mayoría de los
recursos hídricos de Andalucía. Los resultados de la en-
cuesta realizada al terminar el foro dejan claro que la dis-
tribución del consumo de agua por sectores había sido uno
de los ejes de las exposiciones y debates: el número de
aciertos aumenta a 88. No obstante, y tal como muestra la
Tabla 2, pese a que en la tercera encuesta la opinión mayo-
ritaria continúa identificando el mayor consumo con el
sector agrícola, el número de aciertos disminuye a 57, mien-
tras que 11 encuestados han vuelto a señalar el sector que
errónamente identificaron en la primera encuesta y otros 30
encuestados han señalado en la última consulta sectores
como los hogares, la industria u otros usos. Otra lectura de
los mismos datos permite afirmar que de las 88 personas
que respondieron correctamente en la segunda encuesta, 21
ya conocían ese dato, mientras que entre los 67 que lo
‘aprendieron’ durante el foro, sólo 33 han mantenido ese
conocimiento seis meses después. Por lo tanto, la participa-
ción en el foro ha sido eficaz a la hora de transmitir un tipo
de información tan específica como a la que nos estamos
refiriendo, pero sólo ha sido retenida en el tiempo en la
mitad de los casos.
234
Foro:
La misma opinión 33 - 1 1 -
en la 3ª y 2ª encuesta
Retornados:
La misma opinión 2 9 2 - -
en la 3ª y 1ª encuesta
Nuevos:
La opinión en la 3ª
5 11 12 5 2
encuesta es distinta
a 1ª y 2ª
Total 3ª encuesta 57 20 15 6 2
235
cultura del agua” o “cultura de la demanda”. Desde este
enfoque se proponen medidas de ahorro de agua como son
mejorar los regadíos para que consuman menos o ahorrar
agua en los hogares. A todas ellas se les suma un último
bloque de medidas basadas en la disminución del consumo
de agua de las cuales se han seleccionado dos: disminuir el
agua destinada a regadíos, y controlar las extracciones ile-
gales de los pozos.
La gestión pública del agua en Andalucía ha sido el foco
que ha centrado los debates del FD, creándose el espacio
para que los distintos grupos de interés y expertos expresa-
ran sus propuestas de gestión. Cada propuesta fue debatida
y evaluada por todos los participantes, llegando a valorar
las ventajas e inconvenientes de todas las medidas que se
han descrito anteriormente. Dado el interés que suscitó la
información sobre la gestión pública del agua, sorprende
que en los tres momentos en los que se ha recogido la opi-
nión de los encuestados, las preferencias más frecuentes
hayan variado poco en términos generales: la mitad de los
encuestados han elegido medidas orientadas a controlar la
demanda de agua con criterios de eficiencia (51 personas en
la primera encuesta, 55 en la segunda, y 53 en la tercera).
Sin embargo, los participantes han trasladado la responsa-
bilidad del esfuerzo del ahorro de los hogares a la agricul-
tura: mientras que en la primera encuesta 29 personas con-
sideraban que el esfuerzo debía recaer en los hogares frente
a 22 personas que citaron la mejora de regadíos, en la se-
gunda encuesta el mayor esfuerzo se le exige al sector agrí-
cola (49), aunque desciende a 35 apoyos en la tercera en-
cuesta.
Continuando con el enfoque que defiende el control de la
demanda de agua, se observa un aumento de los apoyos a
las medidas más restrictivas: controlar las extracciones ile-
gales y disminuir el agua para regadíos. Mientras que en la
primera encuesta solo 9 personas consideraron prioritarias
estas medidas, en la segunda el número ascendió a 17 y en
236
la tercera a 20 (16 de los cuales abogan por control de las
extracciones ilegales y 4 la disminución de las dotaciones
de agua para los regadíos).
OFERTA DEMANDA
Infraestructura Tecnología Eficiencia Control
Puros:
La misma
2 - 20 -
opinión en las
3 encuestas.
Foro:
La misma
3 1 10 6
opinión en la 3ª
y 2ª encuesta
Retornados:
La misma
6 2 10 1
opinión en la 3ª
y 1ª encuesta
Nuevos:
La opinión en
10 3 13 13
la 3ª es distinta
a 1ª y 2ª
Total 3ª en-
21 6 53 20
cuesta
237
dos que eligieron otras opciones antes de la celebración del
Foro e inmediatamente después de la celebración de éste.
Por último las medidas basadas en la aplicación de nue-
vas tecnologías obtuvieron el doble de apoyos tras la cele-
bración del FD (20 personas frente a las 10 que las señala-
ron en la primera encuesta) mientras que ha sufrido un
gran retroceso en la tercera encuesta (6). Esta variación en
las cifras responde básicamente a que tras la celebración del
FD los encuestados expresaron su confianza en la reutiliza-
ción de las aguas residuales (17) y sólo una persona ha
mantenido esa opinión en la tercera encuesta.
238
ra encuesta la mitad de quienes tenían un conocimiento
acertado de la distribución del agua pensaban que el agua
que se vierte al mar tiene utilidad. Al aumentar tras el FD el
porcentaje de aciertos también aumenta las opiniones más
favorables a la protección de los caudales en ese grupo
(72,7%), mientras que el mismo porcentaje se reduce al
63,2% en la tercera encuesta. Las variaciones en las opinio-
nes sobre los caudales dentro del mismo grupo de conoce-
dores indican que reconocer el valor ambiental del agua no
sólo está relacionado con la información objetiva sobre có-
mo se distribuye este recurso entre sectores.
El reconocimiento del valor ambiental del agua en el caso
de la explotación de los acuíferos no ha sido paralelo al
descrito sobre los caudales ecológicos. La mayoría de los
conocedores de la distribución del consumo de agua en la
primera encuesta mantienen una visión productivista de
los acuíferos (57,7%) que es mitigada en la segunda (38,6%)
y en la tercera retoma los valores parecidos a los recogidos
antes de la celebración del FD (56,1%).
239
consumidor de agua y a quien se debe exigir mayor esfuer-
zo en el consumo eficiente. De hecho, cuando en la tercera
encuesta algunos participantes retornan a su idea original
de que el principal consumidor de agua son los hogares,
vuelven también a considerar que las políticas de gestión
deben de basarse en medidas de ahorro en el consumo do-
méstico (Ver anexo 1).
En cuanto a las creencias ambientales o productivas sobre
el valor que los participantes reconocen al agua se trasla-
dan de forma ambivalente a las medidas propuestas para
mejorar la gestión de los recursos hídricos. La mayoría de
los participantes eligen medidas orientadas a lograr una
demanda eficiente con independencia de pensar en los
acuíferos o en los caudales en términos productivos o am-
bientales. Las diferencias se presentan de forma más clara
cuando los encuestados optan por las medidas tradiciona-
les basadas en la construcción de infraestructuras para au-
mentar la oferta del recurso. Aunque el apoyo a este tipo de
medidas varía de 30 registros en la primera encuesta, al 10
registros en la segunda y a 21 en la tercera, en los tres mo-
mentos los apoyos corresponden mayoritariamente a quie-
nes piensan que los acuíferos no se aprovechan lo suficiente
y que el agua que se vierte al mar se desperdicia y no tie-
nen ninguna utilidad.
Conclusiones
240
agua marcan sobre todo su carácter de bien productivo ya
que la mayoría considera que el agua que se vierte al mar
se pierde, que los acuíferos están infraexplotados, a la vez
que consideran a los hogares los mayores consumidores de
agua. En cuanto a la gestión pública de este recurso, com-
binan medidas apoyadas tanto en criterios que aumentan
su oferta (sobre todo la construcción de pantanos), como en
el uso eficiente (ahorro de agua en los hogares).
La experiencia del Foro Deliberativo ha puesto de mani-
fiesto la validez de esta técnica para incorporar a los ciuda-
danos al debate público sobre un tema de interés general,
ya que los argumentos de los participantes han sido ex-
puestos no sólo desde su posición como consumidores sino
como ciudadanos activos y responsables. La información
sobre el uso del agua transmitida en el foro por parte de los
expertos ha influido de forma positiva en los indicadores
de conocimiento recogidos en la segunda encuesta. Sin em-
bargo, el tipo de conocimiento basado en los datos objeti-
vos (la distribución del consumo de agua por sectores) sólo
ha sido retenido en el tiempo por la mitad de los partici-
pantes. Ante esta trayectoria ‘cognitiva’ cabe preguntarse si
la información recibida durante el foro ha logrado modifi-
car las creencias de la población sobre el agua, y en ese su-
puesto, si el cambio en las creencias permanece una vez que
se olvida la información.
Tras la participación se produce un reconocimiento casi
generalizado del valor ambiental del agua, pero al igual
que lo descrito para el caso de la información ‘aprendida’,
el cambio de opinión respecto a las creencias sólo permane-
ce en la mitad de los participantes que respondieron la ter-
cera encuesta. Sin embargo, dichas variaciones en las creen-
cias, tal y como reflejan los anexos, no corresponden con los
cambios en los porcentajes de aciertos de los encuestados.
Por lo tanto, el reconocimiento del valor ambiental del agua
que se produjo tras la celebración del foro no respondía
241
exclusivamente al conocimiento adquirido sobre datos ob-
jetivos.
La información sobre la distribución real del consumo de
agua ha variado las preferencias de los participantes sobre
las medidas más eficaces para mejorar la gestión del agua,
no tanto en si deberían de incidir en aumentar la oferta o
controlar la demanda del recurso, sino sobre a quién se
debe exigir más responsabilidad en el uso eficiente. Quie-
nes en la primera encuesta sabían que el principal consu-
midor de agua es la agricultura, defendían un aumento en
las infraestructuras para captar agua y medidas para alcan-
zar un uso eficiente. Tras la celebración del foro aumenta el
grupo de conocedores, y en vez de apoyar el aumento de
las infraestructuras se inclinan por la reutilización y desala-
ción, mientras que exigen un mayor esfuerzo al sector agra-
rio en las medidas de eficiencia en los regadíos. Entre quie-
nes mantienen el conocimiento aprendido en el foro en la
tercera consulta, aumenta el apoyo a las medidas más res-
trictivas: controlar las extracciones ilegales y disminuir el
agua para regadíos.
Antes de analizar la relación entre las creencias sobre el
agua y los modelos de gestión pública, es preciso señalar
que los dos indicadores utilizados en la encuesta para me-
dir si los andaluces reconocen un valor productivo o am-
biental al agua, aunque correlacionan positivamente en las
tres encuestas, han arrojado trayectorias de opinión algo
distintas. El tema de las creencias sobre el agua es amplio y
complejo y los resultados de este trabajo muestran que para
la población es más fácil reconocer el valor ambiental del
agua en el cauce de los ríos que en las aguas subterráneas
de los acuíferos.
Las creencias ambientales o productivas sobre el valor del
agua se trasladan de forma ambivalente a las medidas pro-
puestas para mejorar la gestión de los recursos hídricos. La
mayoría de los participantes eligen medidas basadas en un
consumo eficiente, con independencia de pensar en los
242
acuíferos o en los caudales en términos productivos o am-
bientales. Sin embargo los apoyos a las medidas basadas en
la construcción de infraestructuras para aumentar la oferta
del recurso corresponden mayoritariamente a quienes
piensan que los acuíferos no se aprovechan lo suficiente y
que el agua que se vierte al mar se pierde y no tiene ningu-
na utilidad.
Finalmente, este estudio empírico muestra la complejidad
a la que se enfrenta la educación ambiental para modificar
las creencias de las personas sobre el medio ambiente. Tal y
como se ha comprobado, la información sobre el tema del
agua, de interés en el contexto de Andalucía, no logra en
muchos casos ser incorporada al bagaje de conocimientos
de los ciudadanos, ni aun cuando esta información ha sido
contrastada con distintos puntos de vista en un marco deli-
berativo. También se ha comprobado que el acceso a la
información modifica en sólo algunos aspectos las prefe-
rencias sobre los modelos de gestión pública, que sin em-
bargo sí se encuentran más relacionados con tener creencias
ambientales o productivistas sobre el agua.
Bibliografía
243
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Encuesta Deliberativa, Cuadernos Metodológicos del Centro de
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Development, adopted in Vilnius, 17-18 March 2005,
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perspectiva psicosocial comunitaria: hacia una psicología ambien-
tal del cambio, Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 2
(1), 2-20.
244
Anexos
245
CREENCIAS ACUÍFEROS
Valores absolutos PRIMERA SEGUNDA TERCERA
ENCUESTA ENCUESTA ENCUESTA
P A NS P A NS P A NS
Oferta infraestruc. 15 5 10 4 3 1 14 6 -
Oferta tecnología 9 - 1 8 11 1 4 2 -
Medidas
Demanda eficien. 32 9 10 24 28 3 26 27 -
Demanda control 9 - - 8 7 2 12 8 -
CREENCIAS CAUDALES
Valores absolutos PRIMERA SEGUNDA TERCERA
ENCUESTA ENCUESTA ENCUESTA
P A NS P A NS P A NS
Oferta infraest 19 7 4 4 3 1 12 7 2
Medidas
Oferta tecnología 2 7 1 6 13 1 2 3 1
Demanda eficien 25 21 5 12 38 5 16 36 1
Demanda control 6 2 1 3 13 1 11 9 -
246
¿HACIA EL NUCLEARISMO POSTKYOTO?
MODELOS NUCLEARES DESDE UNA PERS-
PECTIVA INTERNACIONAL41
Introducción42
41
Este trabajo tiene su origen en una investigación sobre el Debate
Nuclear en España financiada por el Centro de Estudios del Cambio
Social la Fundación Encuentro, y se ha podido mejorar en el marco
del proyecto PRI09139 financiado por la Junta de Extremadura y el
FEDER. Una versión fue presentada y discutida en el X Congreso
Nacional de Sociología (Pamplona, 2010).
42
El accidente de Fukushima ha modificado algunas de las posi-
ciones de países recogidas en este trabajo. No obstante, hemos prefe-
rido respetar la redacción original, correspondiente a un texto elabo-
rado en 2009.
247
a 1985 de 400 centrales nucleares en prácticamente los cinco
continentes.
248
dójicamente como efecto en parte de algunos de los discur-
sos emanados de las cumbres ambientalistas. Algunas cla-
ves: el discurso articulado en torno al cambio climático, las
incesantes necesidades energéticas de los países emergentes
y los desarrollados, el agotamiento de las reservas de petró-
leo, la dependencia energética de los países más poderosos
de la tierra de países políticamente “inestables”, el elevado
precio de las renovables y su escasa capacidad de sustitu-
ción, y sobretodo el papel ejemplarizante que está jugando
la vuelta a políticas pronucleares de ciertos países conside-
rados internacionalmente defensores del desarrollo soste-
nible, con la construcción en sus territorios de nuevas cen-
trales nucleares
Así que de manera sintética podíamos decir que la caden-
cia del ritmo nuclear ha pasado primero por una primera
fase de promoción y desarrollo (1945/1985); una segunda
fase mesetaria, o de contención (1985- 2000); y por último,
una tercera fase en los inicios del siglo XXI que hasta el
momento supone un repunte de las políticas pronucleares a
nivel internacional ya sea bajo la fórmula de prolongar la
vida de las centrales nucleares existentes, ya sea con la
construcción de centrales nucleares de nueva planta.
249
concebirse como un tesoro que debe conservarse (bosques,
tierras, aguas, flora y fauna tienen que ser preservadas por
derecho propio y debían salvaguardarse de las presiones
del crecimiento económico), a un recurso cuyo rendimien-
to debe sostenerse.
En la Convención del Clima (Río de Janeiro, 1992), más de
150 Estados reconocieron que la cuestión del cambio climá-
tico constituye una “preocupación común de la humanidad” y
se propusieron elaborar una estrategia mundial, para “pro-
teger el sistema climático para las generaciones presente y futu-
ras”. El objetivo fundamental era “la estabilización de las con-
centraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un
nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el
sistema climático. Ese nivel debería lograrse en un plazo suficien-
te para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al
cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se
vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de
manera sostenible” (artículo 3 Convención del Clima). Los
gobiernos firmantes sabían que ese compromiso general era
insuficiente y pusieron en marcha rondas de negociaciones
para concretar compromisos más firmes. Fruto de ello sur-
ge el Protocolo de Kyoto, firmado el 11 de diciembre de
1997, en el que las partes se comprometen a limitar o redu-
cir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al me-
nos un 5% con respecto a los niveles de 1990, en el período
de compromiso de 2008-2012. Con la incorporación de Ru-
sia (productora del 17% del CO2 mundial) se superó el 55%
del total de las emisiones y se pudo aplicar oficialmente el
16 de febrero de 2005
El Protocolo de Kyoto está firmemente ligado a la promo-
ción del desarrollo sostenible y vinculado a la “investiga-
ción, promoción, desarrollo y aumento del uso de formas
nuevas y renovables de energía, de tecnologías de secuestro
del dióxido de carbono y de tecnologías avanzadas y nove-
dosas que sean ecológicamente racionales” (art 2, IV Proto-
colo de kyoto). Pero, sobre todo, excluye de forma explícita
a la energía nuclear (junto al carbón y las grandes centrales
250
hidroeléctricas) de la lista de medidas para combatir el
cambio climático como mecanismo de desarrollo limpio
(MDL), uno de los instrumentos denominados flexibles que
permite a los países desarrollados compensar sus excesos
de emisiones invirtiendo en proyectos ambientalmente
sostenibles en los países en vías de desarrollo.
Por su parte la Unión Europea también ratifica los com-
promisos con Kyoto, lo que implica reducir las emisiones
totales medias durante el período 2008-2012 en un 8% res-
pecto a las de 1990. A cada país se le otorga un margen
distinto en función de diversas variables económicas y am-
bientales según el principio de “reparto de la carga”. Para
el período 2007-2020, se plantea una economía de alta efi-
ciencia energética y baja emisión de CO2, reduciendo el
consumo de energía en un 20%, aumentando la participa-
ción de las energías renovables hasta un 20% de su “mix”
energético, y concretando la disminución de los gases de
efecto invernadero en un 30% hasta 2020.
No obstante sus posiciones están llenas de ambigüedad;
porque si bien es cierto que por un lado deja clara su acti-
tud pro-Kyoto, por otro lado deja a la discreción de los Es-
tados miembros el uso de la energía nuclear, calificada co-
mo “una de las fuentes de energía de baja emisión de carbono
cuyos costes y suministro son más estables”43.
El fracaso de la Cumbre de Copenhague (COP15) en di-
ciembre de 2009, cuyo objetivo pretendido era la reducción
mundial de las emisiones de CO2 en al menos un 50% en
2050 respecto a 1990, pone de manifiesto las grandes ten-
siones políticas a las que nos enfrentamos (países desarro-
llados vs. países en desarrollo); la última oportunidad es la
COP 16 de Cancún (México, 29/11-10/12/10).
251
El poder nuclear mundial
252
Situación de la Energía Nuclear en el Mundo
Centrales Centrales en Centrales Producción % Prod.
Electr.. Electr.
Operando construcción Clausuradas Nuclear Origen
Num MW Num MW Num MWe (GWh Nuclear
2008)
Italia - - - - 4 1.423 - -
Japón 53 45.957 2 2.191 6 1.864 240.519 24,9
Kazajistán 1 52 - - - - 91 0,2
Lituania 1 1.185 - - 1 1.185 9.140 72,9
Méjico 2 1.300 - - - - 9.359 4,0
Pakistán 2 425 1 300 - - 1.739 1,9
Reino 19 10.097 - - 26 3.324 52.486 13,4
Unido
República 6 3.634 - - - - 25.015 32,5
Checa
República 20 17.647 5 5.180 - - 144.255 35,6
de Corea
Rumanía 2 1.300 - - - - 10.334 17,5
Rusia 31 21.743 9 5.809 5 786 152.058 16,9
Sudáfrica 2 1.800 - - - - 152.713 5,2
Suecia 10 8.958 - - 3 1.225 61.336 42,0
Suiza 5 3.238 - - - - 26.275 39,2
Taiwan 6 4.949 2 2.600 - - - -
Ucrania 15 13.107 2 1.900 4 3.515 84,300 47,4
TOTAL 437 370.273 49 41.798 126 39.374 2.563.861 17,7
Fuente: Fundación Encuentro
253
Ucrania y nueve en Rusia). En Francia, en Flamanville, se
está construyendo un nuevo reactor nuclear denominado
“de tercera generación” (Reactor Europeo de Agua a Presión,
EPR) que tendrá que estar listo para 2012, y el Presidente
Sarkozy anunciaba en febrero de 2009 la construcción de
una segunda central nuclear de nueva generación en la
localidad de Penly, en la Alta Normandía. En Finlandia se
construye un nuevo reactor nuclear en la isla de Olkilouto;
este caso es considerado como paradigmático por los parti-
darios de la energía nuclear, debido al giro copernicano que
ha dado en los últimos años, al construir una nueva central
nuclear la primera que se construye en Europa después de
una década (si bien es cierto que el coste ya se ha duplicado
respecto de lo previsto desde que se inició su construcción,
y los analistas de la energía son bastante escépticos respec-
to de sus posibilidades de finalización, y sobre todo de ex-
plotación rentable).
Estrategias nucleares
254
res de cada país pueden actuar como un factor de conside-
ración determinante en las decisiones políticas energéticas.
Para tratar de analizar la situación nuclear en el conjunto
del planeta hemos elaborado una tipología que pretende, a
modo de hipótesis, observar la evolución en los últimos 20
años de los distintos posicionamientos nacionales en rela-
ción al uso civil de la energía nuclear. No se trata de una
relación exhaustiva de países, sino de un barrido general a
partir del cual hemos construidos algunos tipos ideales, ca-
tegorías de análisis amplias que sólo intentan describir la
gran variedad de políticas nucleares existentes en el plane-
ta.
255
do (y en ello se centraron casi todas las estrategias de polí-
tica exterior), la Administración Bush decidió relanzar la
energía nuclear, proponiendo la construcción de ocho nue-
vos reactores nucleares. La noticia fue bien recibida por
compañías como la Exelon Corporation (con sede en
Chicago y que cuenta con 17 reactores) quienes además
iniciaron una estrategia de presión para conseguir que la
Administración financiara hasta el 80 por ciento de los cos-
tes de construcción de los reactores. Aunque el Gobierno de
Bush aceptó esas presiones, ocho años después del lanza-
miento de la NEP tan sólo hay una central en construcción.
Con la elección de Barack Obama como Presidente se ini-
ciaba un tiempo de cambios orientados hacia el desarrollo
de "una nueva economía de la energía con dos objetivos
simultáneos: la generación de un nuevo motor económico
que impulse el empleo y el crecimiento, y la promoción de
una cultura medioambientalista que sitúe a Estados Unidos
en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático” (El
país 27-01-09). En este proceso hacia la sostenibilidad no
desecha la producción nuclear, pero su advertencia de que
va a exigir mayores niveles de seguridad en el proceso de
generación eléctrica y en el tratamiento de residuos, puede
que acerque a los Estados Unidos a otro de los modelos. En
Febrero de 2010 el Presidente anunciaba su intención de
construir una nueva central nuclear en el condado de Burke
(Georgia), la primera en 30 años contribuyendo a su finan-
ciando con garantías de préstamos de hasta 8.000 millones
de dólares.
Corea del Sur:
Después de Estados Unidos, Francia, Japón y Rusia, es el
país con mayor número de reactores (20), y tiene cinco en
construcción (se prevé la construcción de ocho plantas más
entre 2010 y 2016). La investigación de la energía atómica
en Corea del Sur es muy activa. Es miembro del proyecto
ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), con-
sorcio internacional formado en 1986 (Unión Soviética, los
256
Estados Unidos, Europa a través de EURATOM y Japón,
cuenta además con el auspicio de la IAEA), para demostrar
la factibilidad científica y tecnológica de la fisión nuclear,
además de estar inmerso en el desarrollo de reactores nu-
cleares de nueva generación. Las tecnologías de la gestión
de residuos también se han desarrollado localmente. Corea
del Sur firma el protocolo de Kyoto en 1998 y lo ratifica en
2002.
Taiwan:
Cuenta con 3 plantas activas, 6 reactores y 2 en construc-
ción, que suponen alrededor del 20% del consumo de ener-
gía nacional. Esto hace de Taiwán el décimoquinto usuario
más grande de energía atómica en el mundo. La tecnología
elegida para los reactores ha sido tecnología de grandes
multinacionales americanas como la General Electric o
Westinghouse, como aliado económico y político que es de
los Estados Unidos.
Gran Bretaña:
En el Reino Unido funcionan 19 reactores nucleares que
generan un 18,39% de la electricidad que se consume. En
2007, en el Libro Blanco de la Energía, el gobierno británico
(apoyado por el Partido Conservador, los sindicatos y la
patronal) pone de manifiesto una actitud claramente pro-
nuclear, dando vía libre para la construcción de nuevas
centrales nucleares. Pero esta decisión ha provocado una
fractura ideológica y territorial: a nivel nacional se oponen
los grupos ecologistas y parte de la opinión pública (el Par-
tido Liberal Demócrata y el Partido Verde articulan la opo-
sición, en la que se incluyen miembros del Partido Laboris-
ta, 60 de cuyos parlamentarios firmaron un manifiesto con-
tra el cambio de posición de su partido en 2006), pero ade-
más el Parlamento Escocés se ha opuesto tanto desde plan-
teamientos económicos como ideológicos2. Es importante
observar que, pese al apoyo decidido del gobierno a los
proyectos de centrales su participación se limita a tramitar
las autorizaciones aunque conserva su implicación-
257
responsabilidad en el largo plazo (los residuos nucleares
seguirán siendo probablemente una responsabilidad esta-
tal). El Reino Unido firmó el protocolo de Kyoto en 1998 y
lo ratifica en 2002.
258
de su producción total (cerca de 100 TWh) a Italia, los Paí-
ses Bajos, Gran Bretaña, y Alemania, y su coste de electrici-
dad está entre el más bajo de Europa.
China:
Considerada la economía con mayor potencial de creci-
miento del mundo, China se encuentra ávida de energía
para culminar su proceso de desarrollo industrial. En la
actualidad cuenta con 11 reactores nucleares, número cla-
ramente insuficiente para garantizar el suministro de una
economía en expansión y la independencia energética del
gigante que le permita mantener su posición competitiva
en los mercados internacionales, por lo que el Gobierno
chino apuesta claramente por la energía nuclear como ins-
trumento de crecimiento con la que esperan cuatriplicar la
generación de electricidad en 2020. China aprueba el Proto-
colo de Kyoto en 2002 pero no lo ratifica en 2005 y está con-
siderado uno de los países más contaminantes del mundo.
India:
Como Francia, hay una auténtica obsesión nacional por
ser una potencia nuclear, tanto civil como militar. Por otra
parte, en un proceso de desarrollo económico e industrial y
similar al Chino, también necesita grandes cantidades de
energía con las que garantizar la continuidad en el creci-
miento y su competitividad en el mercado internacional.
Acuerdos con Francia, Estados Unidos y Rusia garantizan
la transferencia de tecnología nuclear y consolida la orien-
tación pronuclear de su política energética. Acepta el pro-
tocolo de Kyoto en 2002 pero no lo ratifica en 2005, por lo
que la promoción de energías alternativas y la reducción de
los gases de efecto invernadero no son asumidas como
prioridades políticas.
Rusia:
Acusada de utilizar sus reservas energéticas como ins-
trumento de presión en su política exterior, controla el pre-
cio del petróleo que vende a las vecinas repúblicas ex-
soviéticas y tiene la llave del gas del que la mayor parte de
los europeos dependen. Con una economía salvaje en cre-
259
cimiento y las reservas energéticas bien pertrechadas, Rusia
(con 31 reactores nucleares) opta por la energía nuclear civil
para la producción de electricidad y se plantean como obje-
tivo que el 25% de la electricidad que se consuma el 2030
sea de origen nuclear; para lo cual se están haciendo planes
para aumentar el número de reactores en funcionamiento
de 31 a 59. Rusia firmó el protocolo de Kyoto en 1999 y lo
ratifica en 2004.
Japón:
En 2005 Japón era el tercer usuario más grande de energía
atómica en el mundo, con 55 reactores nucleares que gene-
ran el 30% de su electricidad. El gobierno tenía planes para
aumentar hasta el 37% en 2009 y el 41% de 2014, para acer-
carse al 60% de producción de energía en 2050. Desde 1954,
la energía nuclear es una prioridad estratégica nacional
limitada exclusivamente a fines pacíficos, basadas en tecno-
logías americanas y asociadas a multinacionales tales como
General Electric o Westinghouse, aunque con el tiempo
fueron las propias compañías japonesas (especialmente
Mitsubitshi) quienes asumen el diseño y la construcción de
nuevas centrales. Japón firma la Convención del Clima en
1992 y lo acepta en 2002, pero no lo ratifica en 2005.
260
nuclear, ya que no implicaba el cierre de las instalaciones
activas, sino la paralización de nuevas autorizaciones.
Alemania:
Alemania cuenta con 17 reactores nucleares operando en
su territorio. En el año 2000 el gobierno alemán (Partido
Socialdemócrata Alemán en alianza con los Verdes) anun-
cia oficialmente su intención de eliminar el uso de la ener-
gía atómica y de dirigir los esfuerzos energéticos hacia la
promoción de las energías renovables. En la actualidad los
déficits energéticos alemanes tienen que ser compensados
con las importaciones de energía nuclear francesa o del gas
ruso, lo que según los filo-nucleares genera inseguridad y
dependencia de países con sistemas políticos inestables. En
2008 la Canciller Angela Merkel y el CDU manifiestan su
interés por cambiar la política socialista de eliminación
progresiva de centrales nucleares, pero no han dado pasos
definitivos en esa dirección. Alemania firmó el protocolo de
Kyoto en 1998 y lo ratificó en 2002.
261
público que llevó a grandes manifestaciones en 1977. Fi-
nalmente, en 1978 el Parlamento votó a favor de una prohi-
bición del uso de la fisión nuclear en Austria, incluyendo el
almacenamiento y transporte de materiales nucleares en o a
través de Austria. En 1997 el Parlamento se ratificó por
unanimidad en aquella legislación.
Bélgica:
Cuenta con 7 reactores nucleares que producen el 54,04%
de la electricidad. A finales de 2002 el gobierno se com-
prometía a abandonar totalmente la energía nuclear me-
diante el cierre escalonado de las siete centrales nucleares
entre el 2015 y el 2025, siguiendo el ejemplo de Alemania.
El compromiso de eliminar la energía nuclear en Bélgica
formó parte del acuerdo de la coalición entre el partido
ecologista, el socialista y el liberal en 1999. Bélgica firma el
protocolo de Kyoto en 1998 y lo ratifica en 2002.
262
están obligados a seguir la disciplina de voto de su partido,
lo que explica que en 1994 no prosperase el proyecto de
construcción de una quinta unidad nuclear, aunque pre-
viamente había sido apoyada por el gobierno la industria y
los sindicatos. En 2002 la construcción de un quinto reactor
nuclear fue aceptada en el Parlamento, ante la protesta de
la Liga Verde que abandonó el gobierno. La decisión fin-
landesa fue considerada como muy significativa, ya que era
la primera decisión en Europa occidental, después de más
de una década sin construir una nueva central nuclear.
Finlandia firma el protocolo de Kyoto en 1998 y lo ratifica
en 2002.
Suecia:
Cuenta en la actualidad con 10 reactores nucleares, 3 de
ellos clausurados, y el 40,03 % de la energía que se consume
en el país es de origen nuclear. Después del accidente de
Three Mile Island el parlamento, tras un referéndum, deci-
día que no se construirían más centrales nucleares y que la
energía atómica debería ser eliminada progresivamente
antes de 2010. Tras el accidente de Chernobyl la cuestión de
la seguridad fue planteada otra vez, y en 1997 el Parlamen-
to decidió cerrar uno de los reactores de Barsebäck en 1998
y el otro en el 2001, aunque bajo la condición de que su
producción energética sería compensada. El gobierno con-
servador siguiente intentó cancelar la eliminación progresi-
va, pero ante las movilizaciones de protesta ciudadana se
limitó a ampliar el límite de tiempo a 2020. Por fin, la coali-
ción conservadora regida por Fredrik Reinfeldt ha dado luz
verde a nuevos proyectos de centrales. Suecia firma el pro-
tocolo de Kyoto en 1998 y lo ratifica en 2002.
Italia:
Tras el accidente de Chernobyl se celebró un referéndum
sobre la producción de energía atómica, y el gobierno deci-
día en 1988 eliminar las plantas existentes, cerrándose el
primer reactor en 1990. Actualmente los cuatro están clau-
surados, y el país se ha convertido en el importador más
263
grande de energía de toda la Europa occidental, compran-
do aproximadamente el 10% de su electricidad a Francia.
La nueva política, tras el triunfo de Forza Italia (que apoya
sin complejos la energía atómica) en las elecciones 2008,
apuesta por invertir esta tendencia. El gobierno de Berlus-
coni, sin volver a consultar a la población, ha propuesto la
construcción de 10 nuevos reactores nucleares con la inten-
ción de alcanzar el 25 % del suministro eléctrico antes de
2030. El 24 de febrero de 2009 se firmó un acuerdo entre
Francia e Italia por el cual Francia comparte con Italia su
tecnología. Italia firma el protocolo de Kyoto en 1998 y lo
ratifica en 2002.
Conclusiones
264
gen internacional en defensa del desarrollo sostenible (los
países firmantes del Protocolo de Kyoto) y una posición
nacional tolerante con el uso de la energía nuclear (prolon-
gación de la vida útil de las centrales existentes en unos
casos y construcción de nuevas centrales en otro)
El fracaso del COP 15 de diciembre de 2009 puso de ma-
nifiesto esta especie de esquizofrenia política colectiva entre
las posiciones de los países ricos y las demandas de desa-
rrollo de los países pobres.
Bibliografia y webgrafia
http://www.eup.uva.es/emisionesco2/Cambioclimaticoyprotocolodekioto/
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http://www.nuclearfiles.org/
http://news.bbc.co.uk/2/hi/in_depth/sci_tech/2005/nuclear/default.stm
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AUTORES
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