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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA

2º de Teología
Tema Ficha
15 LA LIBERTAD 16

OBJETIVO Reflexionar sobre la libertad del hombre como una dimensión óntica de ser
persona y como condición indispensable para responder a la llamada de la
vida de la gracia que Dios hace al ser humano.
NEXO Al afirmar que cada hombre es persona, un subsistente relacional para amar,
que goza de un espesor ontológico de poseerse a sí mismo (esse in) para
hacerse disponible (esse ad) hacia el Otro y los otros, exige que le pensemos
también como un ser libre, entendida ésta como la capacidad entitativa por la
cual la persona dispone de sí para el amor.
METODOLOGÍA Seminario por sub-grupos

SINTESIS GRÁFICA

LA LIBERTAD HUMANA

+ CREADO POR LA
LIBERTAD EN LA ESCRITURA: PALABRA.
+ Dios ha creado al hombre en libertad. + CAPAZ DE OBEDECER
+ Dios libera al hombre de la esclavitud. O DESOBEDECER A
DIOS.
+ Para ser libres, Cristo nos ha liberado.
+ LLAMADO A LA
CONVERSIÓN

REFLEXIÓN SISTEMÁTICA
+ Lo que no es la libertad
+ Libertad finita del espíritu finito.
+ Libertad in fieri del homo viator.
+ ¿Autonomía o teonomía?
+ Libertad como facultad entitativa.

1
INTRODUCCIÓN

El tema de la libertad ha tenido un lugar preponderante en el pensamiento occidental, sobre todo


a partir de la Ilustración: quién la defiende con radicalidad y quién la detracta con superficialidad.
La historia del pensamiento no siempre ha sido justa con el concepto de libertad; muchas veces se
ha negado o mutilado su sentido auténtico. Quizá hoy, en el contexto del pensamiento liberal de la
burguesía ilustrada, sea una de las dimensiones humanas más mentadas, pero igualmente sea una
de las menos comprendidas y más vejadas. Las corrientes filosóficas que niegan la subjetividad
humana o que equiparan al hombre con el animal o con la máquina terminan negándola, porque
hay un nexo entre sujeto personal y libertad. La negación de la libertad tiene gravísimas
consecuencias éticas tanto a nivel personal como social1.

La libertad, por tanto, no es una cuestión abierta a su aceptación o rechazo; sin libertad no podría
ni siquiera pensarse la fe cristiana, que «nace de la percepción de una palabra que convoca a la
metanoia, ofreciéndo la liberal gratuidad del perdón y de la novedad de vida, y que por tanto
suscita la posibilidad de la autodecisión» 2. La libertad es, pues, una de las dimensiones esenciales
de la persona humana. Es necesario aclarar qué significa dimensiones de la persona y por qué es
necesario hablar de la libertad, de la sociabilidad y de la relación con la naturaleza en un texto de
Antropología Teológica. Se habla de dimensiones de la persona en cuanto que se predican como
esenciales de un hombre concreto. Sin la referencia a éstas la antropología hablaría en abstracto,
del genérico hombre, pero no de la persona en concreto que es libre y vive situada en el tiempo y
en el espacio con una sociedad y en un lugar determinado, que cuenta con un bagaje personal con
el que puede hacer un proyecto vital. Por otra parte, la libertad es un dato que viene exigido en la
Revelación3.

El diálogo, que constituye a la persona en cuanto subsistente relacional, sólo se puede realizar por
dos libertades que se interpelan y responden; sin libertad cualquier palabra pronunciada sería
solamente monólogo. La libertad viene exigida por la noción misma de persona, en cuando que
ésta dispone de sí para hacerse disponible al otro. Por ello, se puede decir que la persona es «un
ser consciente de sí mismo, que dispone de sí mismo y se va construyendo progresivamente,
tomando una postura con sus opciones libres frente a los valores y a las demás personas, y sobre
todo frente a Dios»4.

El fundamento teológico de la libertad se encuentra en la Sagrada Escritura que enseña la creación


del hombre por la Palabra divina, como tú de Dios. La locución divina de la Palabra espera la
respuesta del hombre, respuesta que sólo puede forjar un ser capaz de responsabilidad y, por
tanto, libre. Incluso el hombre, negando paradójicamente su libertad, puede responder
negativamente a la llamada interpeladora del Creador. La libertad humana se ancla, pues, en la

1 Cf. J.L. RUIZ DE LA P EÑA, «Sobre la libertad como postulado de la teología» Salmaticensis 25 (1978) 485-486. Imagen de
Dios. Antropología Teológica Fundamental, Santander, 1988, 193-194.
2 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad cristiana en la Instrucción ‘Libertatis conscientiæ’» Salmaticensis 34 (1987)

139.
3. Cf. L.F. LADARIA, Introducción a la Antropología Teológica, Estella, 1993, 80-81.
4 M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica, Salamanca, 1989, 22.

2
capacidad responsorial de la persona. Sin embargo, llama la atención el hecho que el Magisterio no
haya pronunciado una palabra definitoria sobre la libertad. El Concilio Vaticano II sólo ha
esbozado algunos rasgos distintivos de la libertad como facultad entitativa 5. La falta de una
definición por parte del Magisterio eclesiástico subraya su carácter indefinitorio, pero los
pronunciamientos, en el plano de la fenomenología, aseveran que, para la fe cristiana, «la idea de
libertad es irrenunciable»6.

1. La libertad en la enseñanza de la Sagrada Escritura

La Biblia no da una definición de la libertad, pero afirma que la humanidad entera aspira a ser
libre. Incluso los paganos, que se creían dominados por la fatalidad, aspiran a vivir plenamente
libres. La afirmación sobre la libertad, que se puede entresacar de la Escritura, es la capacidad con
la que el ser humano está dotado para responder a Dios.

a) La libertad del hombre


A pesar de que en algunos textos bíblicos parece que la soberanía y omnipotencia de la voluntad
de Dios se impone sobre el hombre e incluso disminuye su capacidad electiva (Ex 4,21; 7,13; Is
6,9-13), la enseñanza bíblica supone que el hombre es un ser libre, capaz de tomar decisiones
propias y ser responsable frente a ellas, como en el paraíso (Gn22,3; 4,7), para obedecer o
desobedecer la ley, y así acarrearse la vida o la muerte (Dt 11,26-28). Dios también llama a la
conversión, reconociendo que el hombre es capaz, hasta la muerte, de hacerse responsable de su
propio destino frente a la llamada de su amor (Ez 18,21-28). La literatura sapiencial rechaza la
concepción fatalista:

No digas: “me he desviado por culpa del Señor” porque él no hace lo que detesta… Al principio el
Señor creó al hombre, y lo dejó a su propio albedrío. Si quieres, guardarás los mandamientos, y
permanecerás fiel a su voluntad. Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que
quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, a cada uno se le dará lo que prefiera (Ecclo
15,11-20).

Ciertamente los autores sagrados no anularon la aparente antinomia entre la soberana voluntad
de Dios y la libertad del hombre, pero sí dieron a entender claramente que tanto la gracia de Dios
como la obediencia libre del hombre son necesarias para alcanzar la finalidad última. En la Biblia
hay una clara consciencia de que Dios conoce el misterio de la libertad humana e inclina el corazón
del hombre atrayéndolo a él, sin forzar ni violentar, solamente por la fuerza del amor. Al justo le
toca pedir: «Inclina mi corazón a tus dictámenes» (Sal 119,36; Ez 36,26-27) porque el Señor está
dispuesto a seducir y hablar como susurro en el corazón (Os 2,16).

b) Libertad y liberación
La libertad ha marcado la historia del Pueblo de Israel, pues Dios los liberó de la esclavitud de
Egipto (Ex 1-15) y este será un acontecimiento por medio del cual será leída la entera historia de
salvación. El A.T. utiliza el verbo ga-ál (Ex 6,6; Sal 74,2; 77,16) con el significado de liberar y se
utiliza este verbo en el contexto del derecho familiar; el verbo padáh, con el mismo significado, se

5 “La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad” (GS 17).Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La
idea de libertad…» 139-140. Imagen de Dios… 187.
6 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 138.

3
utiliza para el derecho comercial. La Escritura los utiliza indistintamente para referirse a la
libertad que ofrece Dios, cuando él es el sujeto. Los LXX tradujeron ambos verbos por lytroó, que
significa poner en libertad bajo rescate o redimir, aunque conviene recalcar que en la liberación de
la esclavitud de Egipto, Yahvé no pago un rescate, sino que liberó victoriosamente a Israel con
mano poderosa.

Dios es el Góel de Israel, el libertador que romperá las cadenas de esclavitud de los dominadores
de Israel (Is 43,14; 44,6.24; 47,4; Jer 50,34). La palabra góel se utilizaba en el derecho hebreo para
designar al pariente más próximo que debería defender a los suyos en caso de arriesgar el
patrimonio familiar (Lev 25,23-34), redimir a un hermano de la esclavitud (Lev 25,35-55),
proteger al huérfano y a la viuda (Rut 4,5). Yahvé es Goél de Israel porque es un Dios cercano en
razón de la Alianza, porque es la nación escogida por él, la esposa de Yahvé (Ex 4,22; Is 50,1). La
confianza en la liberación que proviene de Dios, hará que se acreciente el deseo mesiánico de una
liberación definitiva (Is 45,17), una liberación que va más allá de una libertad política y militar,
que atañe a la libertad del pecado y en la participación de la santidad de Yahvé (Sal 130,8; Is 1,27;
44,22; 59,20). La liberación de todo el pueblo se vive personalmente especialmente en los
momentos de peligro, de aflicción, de amenaza enemiga o de enfermedad (2Sam 4,9; Sal 19,15;
26,11; 55,19; 69,19; 103,3).

c) Para ser libres, nos ha liberado Cristo


La libertad es uno de los aspectos esenciales del mensaje de salvación obrada por Cristo. Jesús
vino para «anunciar la libertad a los cautivos» (Lc 4,18) y para liberar al hombre de toda
esclavitud. La liberación obrada por Yahvé en el A.T. es apenas una prefiguración de la libertad
que obra Jesucristo, pues el instaura una libertad perfecta y definitiva para aquellos que se
adhieren a él en la fe y en la caridad.

San Juan enseña que la libertad es fruto de la fe que acoge la Verdad, es decir, al mismo Cristo: «La
Verdad os hará libres» (Jn 8,32). San Pablo afirma contundentemente que «para ser libres, nos ha
liberado Cristo» (Ga 5,1). El pecado es la fuerza cuyo rigor somete a los hombres a dura esclavitud
y es de esta esclavitud de la que Cristo nos ha liberado, poniendo fin a la servidumbre y
«cesáramos de ser esclavos del pecado» (Rm 6,6), porque por la fe y el bautismo se ha participado
de la muerte de Cristo y de su resurrección, lo que permite no estar ya bajo la ley sino bajo la
gracia (Rm 6,15) entendida como vida en el Espíritu y «donde está el Espíritu del Señor, ahí está la
libertad» (2Cor 3,17).

Se puede corromper el sentido de la libertad como pretexto para el libertinaje o para la carne:
«Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad»
(1Pe 2,16; Gal 5,13; 2Pe 2,19). La libertad que ofrece Jesús es el fruto de su misterio pascual, de su
pasión, muerte y resurrección, y de la participación de ésta por medio del bautismo. El bautizado
ha alcanzado la libertad porque ha sido reconciliado con el Padre por la sangre de Cristo y por la
fuerza liberadora del Espíritu. Por tanto, la libertad ofertada por Jesús no se identifica ni con la
libertad civil, que en el mundo grecorromano es prerrogativa de los ciudadanos o de los libertos;
ni tampoco se identifica con la libertad de los estoicos, que por la reflexión y la disciplina lograban
el dominio de sí mismos para llegar a la tranquilidad interior.

d) Momentos claves de la Antropología Bíblica

4
La noción de libertad se puede sustentar en tres momentos claves de la antropología bíblica: Al
crear por la Palabra se intuye el proyecto divino de encontrar en el hombre un sujeto capaz de
respuesta. También, al otorgarle unas normas éticas, primero en el paraíso y después en la
legislación de Moisés, Dios reconoce la libertad humana para actuar. La invitación a la conversión
recorre toda la tradición profética y mesiánica; no tendría sentido invitar a la conversión, que
implica una libre decisión, si no se contara con un sujeto libre capaz de tal medida en su vida. Esta
constante invitación al diálogo, a una vida ética y a la conversión no podría brindarse sin
reconocer al hombre como un ser libre. Por esta «con la libertad cae o se sostiene la comprensión
bíblica de Dios, la idea de la alianza, el evangelio de la conversión y de la gracia» 7.

• Creación por la Palabra.


La libertad se inscribe, pues, en la capacidad responsorial del hombre, creado por la Palabra de
Dios para entrar gratuitamente en el dinamismo del amor comunicativo de la Trinidad. «La noción
bíblica del hombre nunca considera a éste en la abstracción de una existencia incomunicada o
autosuficiente. Dios crea por la palabra»8. Dios crea al hombre como un tú con el cual poder
relacionarse y, en el Verbo eterno, en el cual poder encarnarse. En cuanto tú de Dios, el hombre es
interpelado a dar respuesta a la Palabra divina, ya que como sujeto no puede ser agente pasivo del
diálogo creativo de Dios; el dinamismo de la Palabra lo insta a dar una respuesta libre y
responsable9.

• Dios da los mandamientos


El Creador da al hombre una serie de disposiciones reconociendo, por la libertad, su capacidad de
asumir responsabilidades. Dios coloca al hombre como garante del orden establecido porque es el
único sujeto con el cual puede dialogar y el cual puede asumir responsabilidades (Gn 1,28).
«Cuando Dios crea al hombre, no crea un objeto, sino un sujeto; llama Adán por su nombre, lo
coloca frente a sí y le impone un precepto» 10. Los preceptos que Dios da al hombre (Gn 2,16-17)
son el reconocimiento de su índole responsorial; es la declaración tácita de la libertad humana. La
ley revelada por Dios en el Sinaí o aquella inscrita en su corazón son el reconocimiento incluso de
una libertad que puede responder negativamente al proyecto original, porque Dios ha creado a
una persona libre que puede incluso llegar a negarlo11.

• Llamada a la conversión
La fe cristiana nace de la invitación de Jesús a la conversión y al seguimiento, que suscita en el
corazón de sus oyentes una decisión, una respuesta que implica la libertad. Ya antes los profetas
invitaban constantemente al cambio de vida, a la conversión. Al decirse cristiano, el hombre está
afirmando su libertad al responder positivamente a esta llamada de Jesucristo; incluso el ateo
confeso reafirma su libertad en cuanto respuesta negativa a la invitación de Dios. Por tanto, «ya
antes que ella (la libertad) se tematice reflejamente, aun sin haber transpuesto el umbral de la

7 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 139.


8 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Visión cristiana…» 310.
9 “Dios llama al hombre como el tú amado: requiriéndolo, solicitándolo, fascinándolo. Pero no forzándolo. Ante una

llamada así, el hombre sólo puede comportarse respondiendo libremente”. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Gracia» en C. FLORISTÁN,
J.J. TAMAYO (dirs.), Conceptos fundamentales del cristianismo, Madrid, 1993, 552.
10 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Visión cristiana del hombre: unidad psicosomática y ser personal» Sal Terrae 63 (1975) 310.
11 Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios… 34. Cf. S.J. BÁEZ, «L’uomo nel progetto di Dio: Genesi 1-3» en B. MORICONI

(dir.), Antropologia cristiana. Bibbia, Teologia, Cultura, Roma, 2001, 188-191.

5
indagación especulativa, la cuestión ha sido resuelta por cualquier cristiano de forma afirmativa
en la acogida y seguimiento de la palabra evangélica» 12.

2. Reflexión sistemática en torno a la libertad

La reflexión sistemática sobre la libertad debe comenzar respondiendo a la pregunta sobre el quid
de ésta. ¿Qué es la libertad? Una definición de libertad, en sentido antropológico, no se tiene, pero
se puede indagar en lo que no es la libertad y fenomenológicamente describir algunos rasgos.

a) Lo que no es la libertad
La libertad antropológica no es la independencia social de los poderes opresores o de las clases
dirigentes; no es la emancipación de las dependencias sociales, económicas o éticas. Tampoco es la
exoneración de la fatiga humana en su relación con la naturaleza, por medio de los instrumentos
sofisticados inventados por los avances científico-técnicos. Ni siquiera es la capacidad electiva
como decisión de escoger entre un objeto u otro. Estos fenómenos pueden inscribirse como
realización parcial de la libertad, pero no es la auténtica libertad humana.

¿Por qué se niega que estas realidades, tan cercanas a la libertad, sean la auténtica libertad?
Porque ningún movimiento emancipatorio ha conseguido su fin: la libertad integral del hombre.
Los procesos de liberación adolecen de un sentido de libertad muy ambiguo, lo que ha creado
nuevas servidumbres, amenazas y terrores; basta que se piense en la libertad individual
sacrificada en aras de la liberación del proletariado. La libertad entendida como manumisión
conduce irremediablemente a la concepción del otro como una amenaza para la libertad
individual. Por otra parte, la emancipación del poder de la naturaleza por medio de la ciencia y la
técnica ha generado una grave crisis ecológica y una injusta distribución de los medios de
producción y de consumo. Por último, la libertad de elegir, plasmada sobre todo por el
consumismo capitalista, no puede ser auténtica libertad, porque la sed insaciable por tener y no
por ser termina por minar al ser humano, esclavizándolo a los objetos que él mismo cree elegir13.

b) Libertad finita del espíritu finito


Si la libertad no es sólo la emancipación social, técnica o económica, entonces ¿cómo se puede
describir la libertad? Si no se puede contar con una definición, ¿cuáles son los rasgos descriptivos
de la libertad humana? La libertad, en cuanto dimensión esencial de la persona, se inscribe en el
ser del hombre como espíritu finito. El ser humano vive su libertad situado en las coordenadas que
le vienen dadas inevitablemente; se experimenta en-el-mundo y en-el-tiempo, pero a la vez
trasciende el mundo y el tiempo. La persona, por tanto, vive su libertad en la dialéctica finitud-
trascendencia. El hombre es un ser finito y contingente, por tanto, la libertad humana debe ser
finita y contingente, en palabras de Jaspers, una libertad situada14.

El ejercicio de la libertad siempre se desarrolla dentro de un área de limitaciones o posibilidades


que se imponen a la persona a priori, como condicionamientos; por ejemplo, la constitución
biológica, la historia personal y familiar, el medio cultural, etc. Estas realidades no dependen de

12 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Sobre la libertad…» 484. Cf. Imagen de Dios… 200-201.
13 Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 127.
14 Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El hombre y su muerte. Antropología teológica actual, Burgos, 1971, 94-98.

6
una decisión libre de la persona, de ellas no puede ser responsable, pero es en ellas donde debe
ejercer su libertad con creatividad y con responsabilidad. Pensar en una libertad absoluta sería
tan absurdo como pensar en un hombre des-mundano y a-temporal, que puede existir sólo como
abstracción. Sin embargo, los condicionamientos impuestos a la persona no son determinantes, de
modo que no anulan la libertad; desde una lectura positiva, más bien, son los estímulos que la
provocan: «Sin el estímulo de las situaciones impuestas, la libertad humana sería una libertad no
interpelada, no responsable: pura y simplemente no sería» 15.

c) Libertad in fieri del homo viator


Se esboza otra descripción de la libertad como consecuencia de la libertad situada. El hombre, que
ejerce su libertad condicionado por su situación, no puede definirse en un solo acto aislado. «Los
actos cuentan en la medida en que van fraguando la actitud a lo largo del decurso temporal de la
existencia»16. El hombre es un ser en proceso, no ha llegado a la meta, es homo viator; logra
rectificar, arrepentirse y convertirse porque ninguno de sus actos puede definirlo definitivamente.
La libertad, por tanto, no es sólo la facultas electionis, que la atomizaría en un actualismo
puntualista. La libertad, si se entiende sólo como la facultad de elección, correría el riesgo de
colocarse en el objeto a elegir y no en el sujeto elector. Más bien, la libertad se entiende como una
facultad entitativa.

d) ¿Autonomía humana vs teonomía?


La Escritura enseña la libertad humana siempre subordinada a Dios, lo que puede suscitar unas
preguntas: ¿La obediencia a Dios y a su ley, no es una merma de la libertad del hombre? ¿Cómo
compaginar, pues, la libertad humana en un contexto teonómico? ¿La libertad no es sólo una
apariencia? ¿Dios juega con el hombre como si fuera una marioneta? Se responden estas
preguntas recurriendo a las imágenes bíblicas que superan la dialéctica libertad-obediencia
inscritas en el marco de la relación señor-esclavo, y se sugieren más bien las imágenes de las
relaciones esponsales, de paternidad-filiación y de amistad.

La auténtica libertad, siempre en el marco dialógico, implica una ligadura con otro, como es el caso
de la relación entre esposos, entre el padre y el hijo o viceversa y en una relación de amistad (Jn
15,15; Rm 8,15.21; Ga 4,3-7). La libertad es la disposición de sí para hacerse disponible a otro; por
ello, la paradoja más grande del amor es que libera de todo para hacer totalmente disponible hacia
el otro. «Toda experiencia amorosa es liberadora» 17 porque el amor suavemente esclaviza y
vigorosamente libera. El amor libera de las vanas ataduras para religarnos a lo esencial. «La

15 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Sobre la libertad…» 484. Cf. Id. Imagen de Dios… 188-190. La libertad humana en vistas a la
salvación se ejerce condicionada por dos polos: el del pecado y el de la gracia. Hay una «situación» real del existencial
de perdición en la concupiscencia que condiciona la libertad del hombre; por otra parte, también hay una «situación»
real de gracia en la salvación otorgada por medio de Cristo. Son verdaderamente elementos en los que se circunscribe
la libertad humana, previos a su ejercicio y que se imponen; sin embargo, no anulan sino que suscitan la libre
responsabilidad de la persona. “Lo que llamamos pecado original coincide con el ser situado en la privación de la
gracia”. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Pecado original. Panorámica de un decenio crítico» Lumen 18 (1969) 406. Cf. Id. El
hombre y su muerte…. 227-228.
16 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios… 135.
17 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 144. Cf. Id. Imagen de Dios… 201.

7
libertad verdadera no es la ausencia de ligaduras; es una forma de religación. Sólo quien se haya
re-ligado a un fundamento último, puede sentirse des-ligado ante lo puenúltimo»18.

Por tanto, el reconocimiento de nuestra dependencia a Dios y la obediencia a la Palabra que nos
interpela, lejos de ser actitudes alienantes, son plenamente liberadoras. La libertad bíblica,
entonces, no es la libertad conquistada por los métodos cínicos de la apatía estoica, ni la libertad
caprichosa del adolescente que quiere reivindicar su identidad autónoma. La libertad bíblica es la
del amor que se nos da como don y regalo, pero que exige la conversión responsable a fin de
liberarnos de todo aquello que impide la entrega total a Aquel que es el fundamento último de
todo19.

El origen de la libertad es la verdad, porque «la verdad os hará libres» (Jn 8,32). ¿Cuál es la verdad
sobre el hombre que lo lleva a la libertad? La verdad del hombre es nuestra identidad como
imagen divina e hijos en el Hijo. Cobrando nuestra identidad, es decir, nuestra verdad, somos
capaces de alcanzar la auténtica libertad. «El hombre será libre en tanto asume y afirme en su
existencia la referencia constitutiva a Dios» 20. Cuando, por la pretensión de autosuficiencia
autónoma, se niega la religación con Dios, el hombre termina siendo muy poco libre. El ser
humano considerado extra mura bíblica no puede ser auténticamente libre: «Para el hombre
pagano, su libertad será siempre una libertad mínima y precarizada; estando como está
permanentemente asediada por la naturaleza» 21.

e) Libertad como facultad entitativa más que electiva


En cuanto facultad entitativa, la libertad tiene sus raíces en el sujeto que es persona. El hombre es
de naturaleza humana, pero en cuanto persona es alguien concreto que existe como individuo de
esa naturaleza. Como naturaleza humana el hombre no tiene posibilidad del ejercicio de su
libertad; «padece» su situación y no puede ser de otra manera; nunca podrá cambiar su
naturaleza. Como persona, como un individuo tal, puede y debe vivir con responsabilidad,
buscando las posibilidades de la realización concreta de ser tal sujeto; se elige para sí mismo un
proyecto22. La situación provoca a la persona para proyectarse libremente desde ese contexto
situado. De ahí que la libertad sea, más que la capacidad de elegir entre objetos, la capacidad de
elegir un modelo de vida, de realización personal en un contexto condicionante, pero jamás

18 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 144.


19 Cf. J.L. RUIZ DE LA P EÑA, «La idea de libertad…» 146. Imagen de Dios… 202.
20 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de libertad…» 128. El pecado es la perversión del sentido de la propia libertad, porque
tiene a falsificar la genuina identidad del hombre. Aquí radica el carácter trágico de la existencia pecadora, creer que
negando a Dios se afirma su libertad. Cf. Ibidem.128-129. Imagen de Dios… 191-192.
21 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Crisis y apología de la fe, Santander, 1995, 152.

22 El hombre es la síntesis de naturaleza (aquello que es) y persona (sujeto cual es). Como naturaleza ya es (hombre),
como persona tiene que hacerse desde su libertad y responsabilidad. Como persona no puede “padecer pasivamente”
lo que es, sino debe buscar en las posibilidades ser activa y creativamente aquello que puede llegar a ser como
persona, como sujeto responsable, decidiendo y disponiendo libremente de sí. El hombre es en cuanto naturaleza
pasión, en cuanto persona acción; pero ello simultáneamente y unitariamente. El hombre es unidad, pese a ello,
experimenta la tensión entre lo que es como realidad dada y lo que quiere ser como posibilidad a realizar. Cf. J.L. RUIZ
DE LA PEÑA, El hombre y su muerte…. 226-227.

8
determinante. «Libertad es la aptitud que posee la persona para disponer de sí en orden a su
realización, la posibilidad humana de construir el propio destino»23.

Si la libertad es una facultad entitativa, ¿la elección concreta de objetos no es un ejercicio de


libertad? Lógicamente la respuesta es afirmativa. La elección de cualquier objeto es generalmente
un ejercicio de la libertad humana, pero no la puede agotar. El acto de elegir es la selección del
material para la construcción del proyecto personal; pero no debe pensarse la libertad como la
suma de actos de elección. La libertad está enraizada en el sujeto que elige algo porque ha
decidido libremente ser alguien, y para ser alguien elige ese algo a fin de lograr su proyecto 24. Es,
en dos palabras, la «opción fundamental» de ser más uno mismo; proyecto de disponer de sí
mismo. En cuanto disposición de sí mismo, la libertad no podría cerrarse en un círculo egoísta del
“sí mismo”. «Es libre quien se posee a sí mismo; y sólo se posee a sí mismo quien, lejos de cerrarse
sobre sí en una mortal autoclausura se abre al riesgo de la relación con el tú y al futuro de su
proyecto existencial»25.

La disposición de sí mismo tiene como fin último el Otro. En síntesis, la libertad se ordena a la
autoposesión de sí mismo para disponerse al Otro en cuanto origen y fin de toda relación, y por él
y en él al otro humano. Así lo entendía santo Tomás cuando afirmaba que el acto de elección de la
cosa particular se ordena, por su propia naturaleza, a la elección de un bien mayor, una elección
particular no puede ser el fin de la voluntad humana 26. La libertad, por tanto, no puede ordenarse
a otra cosa que no sea la verdad y el bien. Se es libre sólo para el bien y se llega al conocimiento del
bien por la verdad. Para ejercer la libertad el hombre requiere del acto cognoscitivo a fin de
suscitar el apetito de la voluntad27. En palabras de K. Rahner, la libertad trascendental se ejerce en
la libertad categorial, signo anticipatorio, pero jamás realización plena de la libertad. Con estas
premisas, se puede deducir el carácter teológico de la libertad humana, incluso cuando Dios no es
captado temáticamente.

Una comprensión radicalmente autonómica de la responsabilidad humana conduciría, tarde o


temprano, al postulado sartriano de la libertad autárquica, y, desde ahí, a la irresponsabilidad. Sólo
una libertad comprendida teonómicamente puede conferir sustancia a la afirmación de una libertad
puramente formal 28.

El carácter teológico de la libertad conduce a las imágenes bíblicas de libertad que se han utilizado
para iluminar la re-ligación que implica la auténtica libertad. El amor, entonces, es la clave de

23 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Sobre la libertad…» 487. Cf. Id. Imagen de Dios… 189. K. RAHNER, «La libertad en la Iglesia»
Escritos de Teología, T. II, 100-103.
24 Cf. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios… 189. « Sobre la libertad… » 487. K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe.

Introducción al concepto de cristianismo, Barcelona, 1998, 55-59.


25 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, « La idea de libertad… » 143. Cf. Id. Imagen de Dios… 192.
26 “Elegir significa querer una cosa para conseguir otra. Por eso, su objeto propio son los medios que llevan al fin”.

S.Th. I, q.83, a. 4.
27 “En la elección coinciden en parte la facultad cognoscitiva y en parte la facultad apetitiva. Por parte de la facultad

cognoscitiva, se precisa la deliberación o consejo, por el que se juzga sobre lo que ha de ser preferido. Por parte de la
facultad apetitiva se precisa el acto del apetito aceptando lo determinado por el consejo”. S.Th. I, q.83, a. 3.
28 J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «Sobre la libertad…» 487. Cf. Id. El hombre y su muerte… 90-94.

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lectura utilizada para reflexionar sobre la libertad: amor de esposos, de familia, de amigos 29. De
ahí que encuentre el parentesco lingüístico entre libertas y liberalitas: libertad es la autoposesión
para hacerse disponible por amor, porque el amor es el fundamento último de la libertad y la raíz
de la verdad. En este sentido, Jesús es el arquetipo del hombre libre. Cuando lo conocemos y lo
contemplamos sabemos qué es la libertad y en su liberalidad, como total autodisposición hasta dar
la vida por sus amigos, encontramos el modelo del bien actuar. En suma, Jesús es el auténtico
hombre libre y liberador.

ACTIVIDADES + Leer la ficha con atención y subrayar lo que te parezca más importante.
PERSONALES + Hacer una síntesis breve y personal de los puntos a tratar siguiendo el esquema
propuesto en la gráfica inicial:

FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA:
• El hombre libre, según la S.E.
• Creado por la Palabra
• Capaz de obedecer o desobedecer a Dios
• Llamado a la conversión

REFLEXIÓN SISTEMÁTICA
• Lo que no es la libertad
• Libertad finita del espíritu finito.
• Libertad in fieri del homo viator.
• ¿Autonomía o teonomía?
• Libertad como facultad entitativa.

ACTIVIDADES + Reporte de lectura para consignar la asimilación de los contenidos.


GRUPALES + Participación en cada sub-grupo.
+ Exponer las preguntas, dudas, comentarios.

29 Incluso en esta perspectiva de la libertad, leídad desde amor, se puede entender de mejor manera el nexo entre
libertad individual y libertad social. No puede haber una sin la otra y, aunque hay una preminencia de condición de la
libertad individual, “mi libertad será una libertad a medias mientras haya un esclavo”. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, «La idea de
libertad…» 145. Cf. «Sobre la libertad…» 488.

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