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.or lo que a sus escritos se refiere encontramos este nombre en relación con la
revista de la <cole =reudienne de .aris( Scilicet, cuyos art2culos( e8cepto los del propio
:acan no iban firmados. As2 en el n> de la misma podemos leer%
«Me gustaría saber a quién perjudicó no aber !irmado una parte de su obra con otro
nombre que el de Bourba;i#
"#$ebo decir que es la !irma colecti%a bajo la cual un equipo a tratado de reconstruir
sobre el !undamento de la teoría de conjuntos el edi!icio entero de las matemáticas&" ' $cilicet(
(, p. )*
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representan algo que podemos llamar operaciones. No se dice en absoluto de qué operaciones se
trata, 0 sólo será unas %einte páginas después que comen7aremos a poder deducirlo
retroacti%amente de acuerdo con el modo en que se las emplea." ?@raducción nuestraA
«#ómo puede una letra ser%ir para designar un lugar& :esulta claro que a0 en ello
algo abusi%o. / cuando abren, por ejemplo, la primera página de lo que !inalmente !ue reunido
en la !orma de una edición de!initi%a bajo el título de Heor2a de conjuntos, 0 bajo la dirección de
autores !icticios que se denominan con el nombre de Nicolás -89:-;<=, lo que ustedes
pueden %er es la puesta en juego de cierto nDmero de signos lógicos. 6stos signos lógicos
designan precisamente, en particular uno de ellos, la !unción EsitioF EplaceJF como tal. 6ste
signo lógico es designado, escrito mediante un cuadradito+ G" 'Op# cit#( s. H.5(.(HI3* ?@rad.
nuestraA
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'omo puede verse por estas citas( :acan se limita a indicar esta obra# Hocará a
sus continuadores( si quieren( desarrollar aquellos aspectos que en relación con la
misma interesan al psicoanálisis# A nuestro parecer ese desarrollo pasa por el
conocimiento( no de toda esta obra( monumental tanto por su e8tensión como por su
dificultad( sino de al3unos cap2tulos de cuatro de los :ibrosJ publicados y
distribuidos en la actualidad por -ds# +unod E.arisF%
-lements d)istoire des mat),matiques
H),orie des ensembles E7 caps#F
Al3Lbre E5 caps#F
Hopolo3ie 3enerale E5 caps#F
Remitiendo al lector a estos libros( de los que sólo el primero se )alla traducido
al castellano en Alian/a( proponemos aqu2 una traducción al castellano del art2culo
que podemos calificar de peque6a muestra( dado su carácter introductorio y
divul3ativo que el 3rupo Bourba;i publicó en !7M en Les grands courants du pensée
matématique, 'a)iers du sud#
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No se trata aquí, pues, de dar al pro!ano una imagen precisa de aquello que los
propios matemáticos no pueden concebir en su totalidad. Sin embargo, podemos
preguntarnos si esta proli!eración e>uberante es el desarrollo de un organismo
sólidamente construido, que adquiere cada día más coesión 0 unidad en su propio
crecimiento, o si, por el contrario, no es más que el signo e>terior de una tendencia a un
!raccionamiento cada %e7 ma0or, debido a la naturale7a misma de las matemáticas, 0 si
éstas no se estarán con%irtiendo en una torre de -abel de disciplinas autónomas, aisladas
unas de otras, tanto en sus principios como en sus métodos, e incluso en su lenguaje. 6n
una palabra #e>iste o0 una matemática o varias matemáticas&
;unque más actual que nunca, no debería creerse que esta pregunta es nue%aC
está planteada desde los primeros pasos de la ciencia matemática. / es que, en e!ecto,
incluso dejando aparte las matemáticas aplicadas, subsiste, entre la geometría 0 la
aritmética 'al menos bajo su !orma elemental* una e%idente dualidad de origen, siendo
inicialmente la segunda ciencia de lo discreto( 0 la primera de la e>tensión continua, dos
aspectos que se oponen radicalmente desde el descubrimiento de los irracionales. Bor
otra parte, !ue precisamente este descubrimiento el que resultó !atal en la primera
tentati%a de uni!icación de la ciencia, el aritmeticismo de los pitagóricos 'Etodas las
cosas son nDmerosF*.
Nos %eríamos conducidos demasiado lejos si tu%iéramos que seguir, desde el
pitagorismo asta nuestros días, las %icisitudes de la concepción unitaria de las
matemáticas. 6s ésta, además, una tarea para la que está mejor preparado un !ilóso!o
que un matemático, 0a que es un rasgo comDn de los di%ersos intentos para integrar en
un todo coerente el conjunto de las matemáticas 0a se trate de Blatón, de $escartes o
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$espués del !racaso, más o menos aparente, de los di%ersos sistemas a los que
emos eco alusión, parecía, a principios del presente siglo, que casi se ubiera
renunciado a %er en las matemáticas una ciencia caracteri7ada por un objeto 0 un
método Dnicos. Más bien se tenía la tendencia a considerarlas como Euna serie de
disciplinas fundadas sobre nociones particulares( delimitadas con precisiónJ( ligadas
por mil caminos de comunicaciónJ que permitiesen a los métodos propios de una de
estas disciplinas poder !ecundar una o más de ellas '-runsc%icg, Op# cit#, p. 44I*. o0,
por el contrario, creemos que la e%olución interna de la ciencia matemática a
promo%ido, a pesar de las apariencias, más que nunca la unidad de sus di%ersas partes 0
a creado una especie de nDcleo central más coerente que nunca. Lo esencial de esta
e%olución a consistido en una sistemati7ación de las relaciones que e>isten entre las
di%ersas teorías matemáticas, resumida en una tendencia conocida generalmente bajo el
nombre de Emétodo a>iomáticoF.
Se la denomina también a %eces E!ormalismoF o Emétodo !ormalistaF, pero
debemos guardarnos, desde un principio, del peligro de con!usión que pro%ocan estas
palabras mal de!inidas, e>plotadas no pocas %eces, por los ad%ersarios de la a>iomática.
@odo el mundo sabe que el carácter e>terno de las matemáticas consiste en presentarse
con el aspecto de aquella Elarga cadena de ra7onesF de la que $escartes ablaba. Hoda
teor2a matemática es un encadenamiento de proposiciones que se deducen unas de
otras conforme a las re3las de una ló3ica que( en lo esencial( es la establecida desde
Aristóteles con el nombre de ló3ica formalJ( convenientemente adaptada a los fines
particulares del matemático# 6s, pues, una banalidad decir que este Era7onamiento
deducti%oF
super!icial noespuede
un principio de dar
ciertamente unidad
cuentapara
de lalaaparente
matemática. 9na obser%ación
complejidad tan
de las di%ersas
teorías matemáticas, no más, por ejemplo, que la pretensión de reunir en una ciencia
Dnica a la !ísica 0 a la biología bajo el prete>to de que ambas aplican el método
e>perimental. 6l modo de ra7onamiento por encadenamiento de silogismos, sólo es un
mecanismo trans!ormador, aplicable indi!erentemente a toda suerte de premisas, 0 no
podría caracteri7ar, pues, la naturale7a d éstas. 6n otras palabras, la forma e>terior que
la matemática da a su pensamiento del %eículo que la con%ierte en asimilable a otros 1,
(
Barís, ;lcan, (H(1
1
Bor otra parte, todo matemática sabe que una demostración no está %erdaderamente EcomprendidaF
por más que nos emos ceido a %eri!icar, paso a paso, la corrección de las deducciones que !iguran en
ella, si no emos intentado concebir claramente las ideas que condujeron a construir esta cadena de
deducción con pre!erencia a cualquier otra.
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Bara ilustrar con un ejemplo el procedimiento del que acabamos de dar una
descripción esquemática, tomaremos una de las teorías a>iomáticas más antigua '0 una
de las más simples*, la de los &ru'o$ ab$!ra"!o$.
onsideremos, por ejemplo, las tres operaciones siguientes+ (Q la adición de los
nDmeros reales, donde la suma de dos nDmeros reales 'positi%os, negati%os o nulos* se
de!ine de la manera ordinariaC 1Q la multiplicación de los enteros Emódulo un nDmero
primo p, en donde los elementos considerados son los enteros ( (###( p9, siendo, por
con%ención, el EproductoF de dos de estos nDmeros el resto de la di%isión por p de su
producto en el sentido ordinarioC 3Q la EcomposiciónF de los despla7amientos en el
espacio euclídeo de tres dimensiones, siendo por de!inición el Ecompuesto 'o
EproductoF* de dos despla7amientos $( H 'tomados en este orden* el despla7amiento
obtenido al e!ectuar primero el despla7amiento H 0 después el despla7amiento $ .
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6n cada una de estas tres teorías, a dos elementos, 8( y 'tomados en este orden*
del conjunto de elementos considerado 'en el primer caso el conjunto de los nDmeros
reales, en el segundo caso de los nDmeros ( ###(p9, en el tercero el conjunto de todos
los despla7amientos* se les ace corresponder 'por un procedimiento particular a la
teoría* un tercer elemento bien determinado, que con%endremos en designar
simbólicamente en los tres casos por 8 y 'esto es+ la suma de 8 0 de y son nDmeros
reales, su producto Emódulo pF si son enteros ≤ p9, su EcompuestoF si se trata de
despla7amientos*. Si e>aminamos aora las propiedades de esta EoperaciónF en cada
una de las teorías, constatamos que presentan un paralelismo notableC pero en el interior
de cada una de dicas teorías, estas propiedades dependen unas de las otras, 0 un
análisis de sus cone>iones lógicas lle%a a desprender un nDmero reducido de ellas que
son independientes 'es decir que ninguna es consecuencia lógica de las otras*. Bodemos,
por ejemplo3, tomar las tres siguientes, que e>presaremos en nuestra notación simbólica
comDn a las tres teorías pero que es !ácil traducir al lenguaje particular de cada una de
ellas+
aF Bara cualesquiera elementos 8( y( /( tenemos 8 Ey /F R E8 yF /
'Easociati%idadF de la operación 8 y*
bF 6>iste un elemento e tal que, para todo elemento 8, tenemos e 8 R 8 e R 8
'para la adición de los nDmeros reales es el nDmero 5C para la multiplicación Emódulo pF
es el nDmero C para la composición de despla7amientos es el despla7amiento
identidadJ que deja !ijo cada punto del espacio*C
3
6sta elección no tiene nada de absoluta 0 se conocen numerosos sistemas de a>iomas Eequi%alentesF
al que e>plicitamos, siendo los enunciados de los a>iomas de cada uno de estos sistemas consecuencias
lógicas de los a>iomas de uno cualquiera de los otros sistemas.
4
Sealamos que los restos de la di%isión por p de los nDmeros 8 ( 8 (###( 8n (### no pueden ser todos
distintos. 6>presando que dos de dicos restos son iguales, se muestra !ácilmente que una potencia 8 m de
8 tiene un resto igual a C si 8 es el resto de la di%isión por p de 8m9, se conclu0e que el producto
Emódulo pF de 8 0 de 8 es igual a .
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Dnica premisa que a inter%enido es que la operación 8 y sobre estos elementos
satis!ace las propiedades aF( bF 0 cF. 6ntendemos, aunque no sea más que para e%itar
repeticiones !astidiosas que es cómodo desarrollar de una ve/ por todas las
consecuencias lógicas de las tres @nicas propiedades aF( bF 0 cF. Naturalmente, por
comodidad de lenguaje, a0 que adoptar una terminología comDn. $ecimos así que un
conjunto en el que se a de!inido una operación 8 y que satis!ace las tres propiedades
aF( bF 0 cF está pro%isto de una estructura de 3rupo 'o más bre%emente, que es un
3rupo*C las propiedades aF( bF 0 cF se denominan los a8iomasO de las estructuras de
3rupo, 0 desarrollar sus consecuencias es desarrollar la teor2a a8iomática de los 3rupos.
O
No ace !alta decir que no a0 ningDn punto comDn entre este sentido de la palabra a8iomaJ 0 el
sentido tradicional de verdad evidenteJ.
)
Nos situamos
semi!ilosó!icas, aquí en el punto
semimatemáticas, de %ista
surgidas EingenuoFde0 lanoEnaturale7aF
del problema abordamosdelaslosespinosas
EseresF u preguntas,
EobjetosF
matemáticos. Nos bastará con decir que, poco a poco, las in%estigaciones a>iomáticas de los siglos K=K 0
KK an sustituido también el pluralismo inicial de la representación mental de estos EseresF imaginados
al principio como EabstraccionesF ideales de la e>periencia sensible que conser%an toda la eterogeneidad
de ésta por una noción unitaria que progresi%amente conduce a todas las nociones matemáticas, primero
a la del nDmero entero, después, en una segunda etapa, a la noción de conjunto. 6sta Dltima, considerada
durante muco tiempo como Eprimiti%aF e inde!inibleF, !ue objeto de polémicas sin !in debidas a su
carácter de e>trema generalidad 0 a la naturale7a mu0 %aga de las representaciones mentales que e%oca.
Las di!icultades sólo se an des%anecido cuando se a des%anecido la noción misma de conjunto '0 con
ella, todos los pseudoproblemas meta!ísicos sobre los EseresF matemáticos* a la lu7 de las recientes
in%estigaciones sobre el !ormalismo lógico. 6n esta nue%a concepción, las estructuras matemáticas se
con%ierten, propiamente ablando, en los Dnicos EobjetosF de la matemática.
6l lector encontrará
$=69$8NNÉ+ desarrollos
:es m,t)odes más amplios
a8iomatiques sobreeteste
modernes les punto en los des
fondements dos mat),matiques
artículos siguientes+ T.
' Revue
$cientifique( LKKU== '(H3H* p. 114V131*C . ;:@;N+ $ur le fondement lo3ique des mat),matiques#
ERevue $cientifique( LKKK= '(H43*, p. 3V((*.
I
6n realidad, esta de!inición de las estructuras no es su!icientemente general para las necesidades de
las matemáticas. a0 que considerar también el caso en que tendrían lugar las relaciones que de!inen una
estructura, no entre elementos del conjunto considerado sino también entre partes de dico conjunto, e
incluso, más generalmente, entre elementos de conjuntos de EgradoF aDn más ele%ado en lo que se llama
la Eescala de los tiposF. Bara más precisiones sobre este punto, %er nuestros -lements de 0at),matique,
li%re = '!ascículo de resultados*, Actual $cient( et Idustr#( nQ 4)W.
W 6ste primer !ascículo de resultados a sido editado recientemente por 6d. Masson, Baris, (HH5+ N.
-89:-;<=, -lements de mat),matique( EH),orie des ensembles( c)ap# 7F#
6n los casos de los grupos, abría que considerar, en rigor, como a>ioma, además de las propiedades
aF( bF( cF enunciadas más arriba, el eco de que la relación / R 8 y determina un / 0 sólo uno, para 8 e y
dados. $e ordinario, se considera que esta propiedad se alla tácitamente implícita en la escritura de esta
relación.
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8tro tipo importante %iene dado por las estructuras de!inidas por una relación de
orden. 6sta %e7 se trata de una relación entre dos elementos 8( y, que, a menudo se
enuncia E 8 es menor o igual a yF, 0 que anotaremos, en general 8 ℜ y. ;quí no
suponemos 0a que la relación determine de !orma Dnica uno de los elementos 8( y( en
!unción del otro. Los a>iomas a los que se somete son los siguientes+ aF para todo 8,
tenemos 8 ℜ 8C bF las relaciones 8ℜ y e y ℜ / implican 8 R yC cF las relaciones 8 ℜ y e y
ℜ /, implican 8 ℜ /. 9n ejemplo e%idente de conjunto pro%isto de una tal estructura es
el conjunto de los enteros 'o el de los nDmeros reales*, reempla7ando el signo ℜ por el
signo ≤. 8bser%emos, sin embargo, que no emos incluido en los a>iomas la propiedad
siguiente, que parece inseparable de la noción %ulgar de EordenF+ Ecualesquiera que
sean 8 e y, tenemos 8 ℜ y o yℜ 8F. $ico de otra manera, no se e>clu0e el caso en el
que dos elementos puedan ser incomparables. 6sto, a primera %ista, puede parecer
paradójico, pero es !ácil dar ejemplos mu0 importantes de estructura de orden en los
que se presenta tal !enómeno. 6s lo que ocurre cuando la relación C ℜ ? , siendo C e ?
partes de un mismo conjunto, signi!ica E C está contenido en ? FC o también cuando
siendo 8 e y enteros > 5, 8 ℜ y signi!ica E 8 di%ide a yFC o !inalmente cuando, siendo fE8F
0 3E8F !unciones reales de!inidas en un inter%alo a ≤ 8 ≤ b, fE8F ℜ 3E8F signi!ica Epara
todo 8 fE8F ≤ 3E8FF. 6stos ejemplos muestran al mismo tiempo la gran %ariedad de
dominios en los que inter%ienen las estructuras de orden 0 dejan presentir el interés de
su estudio.
$iremos aDn algunas palabras sobre un tercer gran tipo de estructuras, las
estructuras topoló3icas o 'topolo32as*+ o!recen una !ormulación matemática abstracta
de las nociones intuiti%as de entorno, de l2mite 0 de continuidad , a las que nos conduce
nuestra concepción del espacio. 6l es!uer7o de abstracción que necesita el enunciado de
los a>iomas de tal estructura es aquí netamente superior al que corresponde en los
ejemplos precedentes, 0 el marco de esta e>posición nos obliga a remitir a los lectores
deseosos de precisiones sobre este punto a los tratados especiali7adosH.
H
Uer por ejemplo nuestros -lements de mat),matique, li%re === 'Hopolo3ie 3en,rale*, introducción 0
capítulo =. Actual $cient et Idustr#, nQ O.
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(5
Bensamos aber dico su!iciente para permitir al lector acerse una idea bastante
precisa del m,todo a8iomático. Su rasgo más sobresaliente, además de lo que precede,
es que permite una economía de pensamiento considerable. Las EestructurasF son
erramientas para el matemático 0 una %e7 que a discernido, entre los elementos que
estudia, relaciones que satis!agan los a>iomas de una estructura de un tipo conocido,
dispone
este tipoasimismo
allí donde,deasta
todo entonces,
el arsenal debía
de teoremas
!orjarsegenerales
él mismo,relati%os a las estructuras
laboriosamente de
medios de
abordaje cu0a potencia dependía de su talento personal 0 que se %eían entorpecidos
!recuentemente con ipótesis inDtilmente restricti%as, pro%enientes de las
particularidades del problema estudiado. Bodríamos decir, pues, que el método
a>iomático no es sino el Esistema de @a0lorF de las matemáticas.
(5
=ntuición que, por lo demás, se equi%oca con !recuencia, como cualquier otra intuición.
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((
inmensos dominios uni!icados por la a>iomática, aí donde otrora parecía reinar el más
in!orme caos.
!na "isión de con#unto
6n el centro están los grandes tipos de estructuras de las que emos enumerado
antes las principales, las estructuras9madres podríamos decir. 6n cada uno de estos tipos
reina una di%ersidad bastante grande, 0a que a0 que distinguir la estructura más general
del tipo considerado, con el menor nDmero de a>iomas, de las que se obtienen
enriqueciéndola con a>iomas suplementarios, aportando cada uno de ellos su coseca de
nue%as consecuencias. 6s así, como la teoría de grupos, más allá de las generalidades
%álidas para todos los grupos, 0 dependiendo sólo de los a>iomas enunciados más
arriba, comporta una teoría particular de los 3rupos finitos 'donde se aade el a>ioma de
que el nDmero de elementos del grupo es !inito*, una teoría particular de los 3rupos
abelianos 'donde tenemos 8 y R y 8 para cualquier 8( y*, así como una teoría de los
3rupos abelianos finitos 'donde se supone que ambos a>iomas se %eri!ican
simultáneamente*. ;simismo, en los conjuntos ordenados, se distinguen aquellos en los
que como ensonel comparables,
orden de los 0 enteros
que se ollaman
de lostotalmente
nDmeros reales*, dosentre
elementos
cualesquiera ordenadosC estos
Dltimos, se estudian más particularmente aDn los conjuntos llamados bien ordenados 'en
los que, como para los enteros > 5, todo subconjunto tiene un Eelemento mínimoF*. a0
una gradación análoga en las estructuras topológicas.
Más allá de este primer nDcleo, aparecen estructuras que podríamos llamar
m@ltiples, en las que inter%ienen a la %e7 dos o más de las grandes estructurasVmadre, no
simplemente 0u>tapuestas 'lo que no aportaría nada nue%o* sino combinadas
orgánicamente por uno o más a>iomas que las ligan. 6s lo que se conoce como ál3ebra
topoló3ica, estudio de estructuras en las que !iguran a la %e7 una o más leyes de
composición 0 una topolo32a, ligadas por la condición de que las operaciones
algebraicas sean funciones continuas 'para la topología considerada* de los elementos
que implican. No menos importante es la topolo32a al3ebraica, donde ciertos conjuntos
de puntos del espacio, de!inidos por propiedades topológicas ' s2mplices, ciclos, etc.* se
toman ellos mismos como elementos sobre los que operan leyes de composición. La
combinación de las estructuras de orden 0 del ál3ebra es, también, !értil en resultados,
0 conduce por un lado a la teor2a de la divisibilidad 0 de los ideales, 0 por otro a la
Inte3ración 0 a la teor2a espectralJ de los operadores, en los que la topología %iene
también a jugar su papel.
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(1
Bara conser%ar una justa perspecti%a, nos ace !alta, después de este rápido
esquema, aadir enseguida que sólo debemos considerarlo una apro>imación mu0
grosera del estado actual de las matemáticas tal 0 como es en realidad. 6s a la %e7
esquemático( ideali/ado 0 coa3ulado.
Ideali/ado porque ace !alta que en todas las partes de las matemáticas, la parte
e>acta de cada una de las grandes estructuras esté per!ectamente reconocida 0
delimitada. 6n ciertos dominios 'por ejemplo en Heor2a de N@meros*, subsisten
numerosos resultados aislados que no se an sabido clasi!icar ni ligar asta aora de
manera satis!actoria con estructuras conocidas.
;sí, con estos correcti%os indispensables podemos tener una ma0or conciencia
de la %ida interna de la matemática, de lo que constitu0e, a la %e7, su unidad 0 su
di%ersidad, al igual que una gran ciudad, cu0as a%enidas no dejan de progresar, de
manera un periódicamente,
reconstru0e poco caótica, sobre el terreno
siguiendo circundante
cada %e7 mientras
un plano más claro que
0 unaelordenación
centro se
más majestuosa, ecando abajo los %iejos barrios 0 sus dédalos de callejones, para
e>tender acia la peri!eria a%enidas más directas, más ancas 0 más cómodas.
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(3
$ica crítica se e>plica sin duda por un mero accidentes istórico+ las primeras
a>iomati7aciones, que tu%ieron la ma0or resonancia 'las de la aritmética con $edeind
0 Beano, de la geometría euclídea con ilbert* se re!erían a teorías univalentes, es decir
a teorías completamente determinadas por el sistema global de sus a>iomas, sistema que
no era, por consiguiente, susceptible de ser aplicado a ninguna otra teoría distinta de la
que abía sido
ejemplo*. e>traídosido
Si ubiera 'al re%és de lotodas
así para que emos %isto para el
las estructuras, la reproce
teoría de los
de grupos, por
esterilidad
dirigido al método a>iomático abría estado plenamente justi!icado((. Sin embargo, este
a mostrado el mo%imiento andando 0, los reca7os que se constatan aDn aquí 0 allá
sólo se e>plican por lo muco que de !orma natural, le cuesta al espíritu admitir que,
ante un problema concreto, una !orma de intuición distinta de la directamente sugerida
por los datos '0 que, con !recuencia, Dnicamente se obtiene por medio de una
abstracción superior 0 a %eces di!ícil* pueda resultar igualmente !ecunda.
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(4
cuando se les a sabido dar toda la e!icacia que tenían en potencia 0 se las a ecos
susceptibles de recibir interpretaciones nue%as 0 cumplir plenamente su papel
elaborador.
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