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5/19/2018 Bourbaki,N.-LaArquitecturadeLasMatematicas-slidepdf.

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LA ARQUITECTURA DE LAS MATEMÁTICAS de N. Bourbaki

 Bourbaki en la enseñanza de Lacan. Nota de presentación


Juan Bauzá
 Nicolas BOURBAKI es el nombre que corresponde al pseudónimo adoptado por 
una eminente y anónima asociación de jóvenes matemáticos franceses de la École
 Normale Supérieure, formada en !""# $us miembros fundadores fueron% &enri 'artan(
'laude ')evalley( *ean 'oulomb( *ean +elsarte( *ean +ieudonn,( ')arles -)resmann(
 Ren, de .ossel( $/olem 0andelbrojt( Andr, 1eil# 'ompuesta despu,s por veinte
miembros no permanentes( que deb2an cumplir la condición de retirarse del 3rupo al 
lle3ar a la edad de 45 a6os# -l 3rupo BOURBAKI publicó desde !75 una 3i3antesca
obra de referencia% Los elementos de matemáticas, construida sobre bases a8iomáticas
ri3urosas si3uiendo el pensamiento de &ilbert( y a partir de la ló3ica formal y de la
teor2a de conjuntos. 'on ella unifican las matemáticas mediante el establecimiento de
estructuras9madres comunes a sus diversas ramas#
 :acan cita a Bourba;i en varios momentos de su ense6an/a#

 .or lo que a sus escritos se refiere encontramos este nombre en relación con la
revista de la <cole =reudienne de .aris( Scilicet, cuyos art2culos( e8cepto los del propio
 :acan no iban firmados. As2 en el n>  de la misma podemos leer%

«Me gustaría saber a quién perjudicó no aber !irmado una parte de su obra con otro
nombre que el de Bourba;i#
"#$ebo decir que es la !irma colecti%a bajo la cual un equipo a tratado de reconstruir 
sobre el !undamento de la teoría de conjuntos el edi!icio entero de las matemáticas&" ' $cilicet(
(, p. )*

? en la @ltima pá3ina del n> " de la misma revista+

«omo icieron los de -ourbai para su publicación monumental.


"/ es que a cosas como éstas '...*, uno no contribu0e en su nombre, sal%o para ser%irles
de %eículo de lo que se le borra." '$cilicet( 123, p. 455*

 -n cuanto a la ense6an/a oral de :acan en su $eminario( la primera ve/ que


encontramos e8pl2citamente esta referencia es en su seminario CIII sobre 6l objeto del
 psicoanálisis, en la sesión del 5 de abril de !DD%
«No a0 medio alguno de presentar el discurso, por más !ormali7ado que lo supongan,
no a0 medio alguno de presentar, si ustedes quieren, el -89:-;<=, sin pre!acio 0 sin te>to.
Se trata de esto+ de las relaciones del lenguaje, que, indiscutiblemente en e!ecto, es corte 0
escritura, con lo que se presenta como discurso, lenguaje ordinario que necesita el soporte de la
%o7." ?@raducción nuestraA

 +espu,s será en el $eminario CIC  E###8 peor  F en la sesión del4 de diciembre de


!G( donde encontramos una nueva referencia%

«Buedo acer obser%ar que, en los -lementos de -89:-;<=, se comien7a por poner 


las letras sin decir absolutamente nada de aquello para lo cual pueden ser%ir. /o ablo de esos...
llamemos a eso s2mbolos escritos, pues no se parece siquiera a ninguna letraC esos símbolos

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representan algo que podemos llamar operaciones. No se dice en absoluto de qué operaciones se
trata, 0 sólo será unas %einte páginas después que comen7aremos a poder deducirlo
retroacti%amente de acuerdo con el modo en que se las emplea." ?@raducción nuestraA

 =inalmente será en el $eminario CC(  ;Dn, donde :acan se referirá más


e8tensamente a este 3rupo en relación con la Heor2a de conjuntos( en las sesiones del !
de enero de !G"%

«#ómo puede una letra ser%ir para designar un lugar& :esulta claro que a0 en ello
algo abusi%o. / cuando abren, por ejemplo, la primera página de lo que !inalmente !ue reunido
en la !orma de una edición de!initi%a bajo el título de Heor2a de conjuntos, 0 bajo la dirección de
autores !icticios que se denominan con el nombre de Nicolás -89:-;<=, lo que ustedes
 pueden %er es la puesta en juego de cierto nDmero de signos lógicos. 6stos signos lógicos
designan precisamente, en particular uno de ellos, la !unción EsitioF EplaceJF como tal. 6ste
signo lógico es designado, escrito mediante un cuadradito+ G" 'Op# cit#( s. H.5(.(HI3* ?@rad.
nuestraA

 y del D de enero de !G"%


«Lo que constitu0e la irrupción, la intrusión de la teoría de conjuntos es justamente
 plantear eso+ ablamos del EunoF respecto a cosas que no tienen, entre sí, estrictamente
ablando, ninguna relación. ; saber, pongamos juntos ?bajo ese unoA lo que se llaman objetos
de pensamiento 02o objetos del mundo, todo eso, eso cuenta cada uno por EunoF 0 si juntamos
esas cosas absolutamente eteróclitas, 0 nos arrogamos el dereco de designar esta unión
?ensamblajeA Eassembla3eF con una letra. ;sí se e>presa, al comien7o, la teoría de conjuntos,
 por ejemplo... la que presenta 0 que les presenté la Dltima %e7, bajo el nombre de Nicolás
-89:-;<=.
"No se dieron cuenta de lo siguiente, que dije, por otra parte está escrito, dado que eso
se imprime,
designa del mismo
un conjunto modo que está
Eassembla3eF. 6s impreso en la susodica
precisamente, aunque losteoría de conjuntos,
autores, que la
0a que como letra
saben,
son mDltiples, los autores que an terminado por dar su consentimiento a la edición de!initi%a
de la susodica teoría, toman la precaución de decir que ellos designan conjuntos, las letras
designan conjuntos. Bero es precisamente aí donde reside su timide7 0 a la %e7 su error, la letra
es la Dnica cosa que )ace esos conjuntos. La letra, las letras son( 0 no designan, esos conjuntos,
0 como letras están tomadas en su !uncionamiento como esos conjuntos mismos.
"Bueden %er que al conser%ar aDn ese como, me atengo al orden de lo que presento
cuando digo que el inconsciente está estructurado como  un len3uaje( ese como  está mu0
 precisamente, %uel%o siempre a esto, pensado como diciendo, no diciendo que el inconsciente
está estructurado por un lenguaje. 6stá estructurado como los conjuntos Eassembla3esF de los
que se trata en la teoría de conjuntos, son como una letra. / es de eso de lo que se trata cuando
a%an7amos
en ella para en la pro!eración
leer& Bara leer enmatemática. #Jué
tanto que a0 papel
letras, parajuega esta&para
no leer, #Juéno soporte
leer máspodemos tomar 
que las letras,
 para leer eso de lo que se trata cuando tomamos el lenguaje como siendo lo que !unciona para
suplir la ausencia de lo que precisamente es la Dnica parte de lo real que no puede llegar a
!ormarse con letras, a saber la correspondencia ErapportF se>ual.
"Será en el juego mismo, el juego mismo del escrito matemático que tenemos que
encontrar, por así decirlo, el punto de orientación acia lo que tenemos que dirigirnos para sacar 
de esa práctica, de ese la7o social nue%o que emerge 0 que se e>tiende singularmente, que se
llama el discurso analítico, lo que puede sacarse en cuanto a la !unción misma de ese lenguaje,
de ese lenguaje en que con!iamos en suma para que ese discurso tenga e!ectos, medianos sin
duda, pero su!icientemente consistentes para que ese discurso pueda sostener 0 completar los
otros discursos." ?@rad. nuestra en !unción de las %ersiones a nuestra disposición de este
seminarioA

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'omo puede verse por estas citas( :acan se limita a indicar esta obra# Hocará a
 sus continuadores( si quieren( desarrollar aquellos aspectos que en relación con la
misma interesan al psicoanálisis# A nuestro parecer ese desarrollo pasa por el 
conocimiento( no de toda esta obra( monumental tanto por su e8tensión como por su
dificultad( sino de al3unos cap2tulos de cuatro de los :ibrosJ publicados y
distribuidos en la actualidad por -ds# +unod E.arisF%
 -lements d)istoire des mat),matiques
H),orie des ensembles E7 caps#F
 Al3Lbre E5 caps#F
Hopolo3ie 3enerale E5 caps#F

 Remitiendo al lector a estos libros( de los que sólo el primero se )alla traducido
al castellano en Alian/a( proponemos aqu2 una traducción al castellano del art2culo
que podemos calificar de peque6a muestra( dado su carácter introductorio y
divul3ativo que el 3rupo Bourba;i publicó en !7M en Les grands courants du pensée
matématique, 'a)iers du sud#

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LA ARQUITECTURA DE LAS MATEMÁTICAS


¿La a!eá!i"a o #a$ a!eá!i"a$%
N. Bourbaki

$ar en el momento actual, una idea de conjunto de la ciencia matemática, es una


empresa que parece o!recer, de entrada, di!icultades casi insal%ables, dada la e>tensión 0
la %ariedad del tema. ;l igual que en el caso de otras ciencias, el nDmero de
matemáticos 0 de trabajos consagrados a las matemáticas a aumentado
considerablemente desde !inales del siglo K=K. Las memorias de matemáticas puras
 publicadas en el mundo durante un ao normal, abarcan %arios miles de páginas. 6n
ellas, por supuesto, no todo tiene el mismo %alor, pero después de una decantación del
deseco ine%itable, no es menos cierto que cada ao la ciencia matemática se enriquece
con mucos resultados nue%os, se di%ersi!ica 0 se rami!ica constantemente en teorías
que, sin cesar, se modi!ican, se re!unden, se con!rontan 0 se combinan unas con otras.
 NingDn matemático,
condiciones de seguirnieste
siquiera consagrando
desarrollo en todosensus
ellodetalles.
toda su-uen
acti%idad, estaría
nDmero o0 se
de ellos en
cien a un dominio de las matemáticas del que no pretenden salir, 0 no sólo ignoran casi
 por completo todo lo que no tiene que %er con la materia que an escogido sino que
incluso serían incapaces de comprender el lenguaje 0 la terminología empleados por los
colegas que se adscriben a una especialidad alejada de la su0a. Bocos a0, incluso entre
aquellos cu0a cultura es más %asta, que no se sientan desorientados en ciertas regiones
del uni%erso matemático. ;quellos que, como Boincaré o ilbert, imprimen el sello de
su genio en casi todos los dominios, constitu0en, incluso entre los más grandes, una
rarísima e>cepción.

 No se trata aquí, pues, de dar al pro!ano una imagen precisa de aquello que los
 propios matemáticos no pueden concebir en su totalidad. Sin embargo, podemos
 preguntarnos si esta proli!eración e>uberante es el desarrollo de un organismo
sólidamente construido, que adquiere cada día más coesión 0 unidad en su propio
crecimiento, o si, por el contrario, no es más que el signo e>terior de una tendencia a un
!raccionamiento cada %e7 ma0or, debido a la naturale7a misma de las matemáticas, 0 si
éstas no se estarán con%irtiendo en una torre de -abel de disciplinas autónomas, aisladas
unas de otras, tanto en sus principios como en sus métodos, e incluso en su lenguaje. 6n
una palabra #e>iste o0 una matemática o varias matemáticas&

;unque más actual que nunca, no debería creerse que esta pregunta es nue%aC
está planteada desde los primeros pasos de la ciencia matemática. / es que, en e!ecto,
incluso dejando aparte las matemáticas aplicadas, subsiste, entre la geometría 0 la
aritmética 'al menos bajo su !orma elemental* una e%idente dualidad de origen, siendo
inicialmente la segunda ciencia de lo discreto( 0 la primera de la e>tensión continua, dos
aspectos que se oponen radicalmente desde el descubrimiento de los irracionales. Bor 
otra parte, !ue precisamente este descubrimiento el que resultó !atal en la primera
tentati%a de uni!icación de la ciencia, el aritmeticismo de los pitagóricos 'Etodas las
cosas son nDmerosF*.
 Nos %eríamos conducidos demasiado lejos si tu%iéramos que seguir, desde el
 pitagorismo asta nuestros días, las %icisitudes de la concepción unitaria de las
matemáticas. 6s ésta, además, una tarea para la que está mejor preparado un !ilóso!o
que un matemático, 0a que es un rasgo comDn de los di%ersos intentos para integrar en
un todo coerente el conjunto de las matemáticas 0a se trate de Blatón, de $escartes o

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de Leibni7, del aritmeticismo o de la logística del siglo K=K el estar ligados a un


sistema !ilosó!ico más o menos ambicioso, partiendo siempre, sin embargo, de ideas a
 priori sobre las relaciones de las matemáticas con el doble uni%erso del mundo e>terior 
0 el mundo del pensamiento. Lo mejor que podemos acer en relación a este punto es
remitir al lector sobre este punto al estudio istórico 0 crítico de Leon -runsc%icg+ :es
,tapes de lanop)ilosop)ie
circunscrita+ pretenderemosmat),matique (
e>aminar las# relaciones
 Nuestra tarea
de las es más modesta
matemáticas con lo0real
máso
con las grandes categorías del pensamientoC es en el seno de la matemática en donde
 pensamos quedarnos para buscar, anali7ando sus propios %ericuetos, una respuesta a la
 pregunta que nos emos planteado.

Formalismo lógico y método axiomático

$espués del !racaso, más o menos aparente, de los di%ersos sistemas a los que
emos eco alusión, parecía, a principios del presente siglo, que casi se ubiera
renunciado a %er en las matemáticas una ciencia caracteri7ada por un objeto 0 un
método Dnicos. Más bien se tenía la tendencia a considerarlas como Euna serie de
disciplinas fundadas sobre nociones particulares( delimitadas con precisiónJ( ligadas
 por mil caminos de comunicaciónJ que permitiesen a los métodos propios de una de
estas disciplinas poder !ecundar una o más de ellas '-runsc%icg, Op# cit#, p. 44I*. o0,
 por el contrario, creemos que la e%olución interna de la ciencia matemática a
 promo%ido, a pesar de las apariencias, más que nunca la unidad de sus di%ersas partes 0
a creado una especie de nDcleo central más coerente que nunca. Lo esencial de esta
e%olución a consistido en una sistemati7ación de las relaciones que e>isten entre las
di%ersas teorías matemáticas, resumida en una tendencia conocida generalmente bajo el
nombre de Emétodo a>iomáticoF.
Se la denomina también a %eces E!ormalismoF o Emétodo !ormalistaF, pero
debemos guardarnos, desde un principio, del peligro de con!usión que pro%ocan estas
 palabras mal de!inidas, e>plotadas no pocas %eces, por los ad%ersarios de la a>iomática.
@odo el mundo sabe que el carácter e>terno de las matemáticas consiste en presentarse
con el aspecto de aquella Elarga cadena de ra7onesF de la que $escartes ablaba. Hoda
teor2a matemática es un encadenamiento de proposiciones que se deducen unas de
otras conforme a las re3las de una ló3ica que( en lo esencial( es la establecida desde
 Aristóteles con el nombre de ló3ica formalJ( convenientemente adaptada a los fines
 particulares del matemático# 6s, pues, una banalidad decir que este Era7onamiento
deducti%oF
super!icial noespuede
un principio de dar
ciertamente unidad
cuentapara
de lalaaparente
matemática. 9na obser%ación
complejidad tan
de las di%ersas
teorías matemáticas, no más, por ejemplo, que la pretensión de reunir en una ciencia
Dnica a la !ísica 0 a la biología bajo el prete>to de que ambas aplican el método
e>perimental. 6l modo de ra7onamiento por encadenamiento de silogismos, sólo es un
mecanismo trans!ormador, aplicable indi!erentemente a toda suerte de premisas, 0 no
 podría caracteri7ar, pues, la naturale7a d éstas. 6n otras palabras, la  forma e>terior que
la matemática da a su pensamiento del %eículo que la con%ierte en asimilable a otros 1,

(
 Barís, ;lcan, (H(1
1
 Bor otra parte, todo matemática sabe que una demostración no está %erdaderamente EcomprendidaF
 por más que nos emos ceido a %eri!icar, paso a paso, la corrección de las deducciones que !iguran en
ella, si no emos intentado concebir claramente las ideas que condujeron a construir esta cadena de
deducción con pre!erencia a cualquier otra.

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0, para decirlo todo, del len3uaje propio de la matemáticaC 0 no debemos esperar más de


él. odi!icar este lenguaje, ordenar su %ocabulario 0 clari!icar su sinta>is es acer una
obra mu0 Dtil que constitu0e, e!ecti%amente, un aspecto del método a>iomático, aquel
que podemos llamar propiamente  formalismo ló3ico  'o, como se dice también, la
ElogísticaF*. Bero e insistimos en este punto este solo es un aspecto( 0 el menos
interesante.
Lo que la a>iomática se propone como !in esencial es precisamente lo que el
!ormalismo lógico es incapa7 de o!recer por sí solo+ la inteligibilidad pro!unda de las
matemáticas. $el mismo modo que el método e>perimental parte de la creencia a priori
en la permanencia de las le0es naturales, el método a>iomático encuentra su punto de
apo0o en la con%icción de que, si las matemáticas no son un encadenamiento de
silogismo que se desarrollan al a7ar, no son tampoco una colección de arti!icios más o
menos EastutosF, ecos de apro>imaciones !ortuitas en las que triun!a la pura abilidad
técnica. ;llí donde el obser%ador super!icial sólo %e dos o más teorías mu0 distintas en
apariencia, que se prestan, por intermedio de un matemático genial, una Ea0uda
inesperadaF '-runsc%icg, Op# cit . p. 44)*, el método a>iomático ensea a buscar las
ra7ones pro!undas de ese descubrimiento, a encontrar las ideas comunes camu!ladas
 bajo el aparato e>terior de los detalles propios de cada una de las teorías consideradas, a
descubrir estas ideas 0 a ponerlas de mani!iesto.

 La noción de “estructura 

#ómo se reali7a dica operación& ;í es donde la a>iomática se apro>ima más


al método e>perimental. -ebiendo como él en la !uente cartesiana, Edi%idirá las
di!icultades para resol%erlas
disociar   los principales mejorF.
resortes de los6n las demostraciones
ra7onamientos de una
que !iguran teoría,$espués,
en ellas. buscará
tomando cada una de ellas aisladamente 0 planteándose como un principio abstracto,
desarrollará las consecuencias que le son propias. Pinalmente, %ol%iendo a la teoría
estudiada, combinará  de nue%o los elementos constituti%os pre%iamente liberados 0
estudiará cómo reaccionan unos con otros. No a0, por supuesto, nada nue%o en esta
clásica ida 0 %uelta entre el análisis 0 la síntesis. @oda la originalidad del método reside
en la !orma como se aplica.

Bara ilustrar con un ejemplo el procedimiento del que acabamos de dar una
descripción esquemática, tomaremos una de las teorías a>iomáticas más antigua '0 una
de las más simples*, la de los &ru'o$ ab$!ra"!o$.
onsideremos, por ejemplo, las tres operaciones siguientes+ (Q la adición de los
nDmeros reales, donde la suma de dos nDmeros reales 'positi%os, negati%os o nulos* se
de!ine de la manera ordinariaC 1Q la multiplicación de los enteros Emódulo un nDmero
 primo p, en donde los elementos considerados son los enteros ( (###( p9, siendo, por 
con%ención, el EproductoF de dos de estos nDmeros el resto de la di%isión por p de su
 producto en el sentido ordinarioC 3Q la EcomposiciónF de los despla7amientos en el
espacio euclídeo de tres dimensiones, siendo por de!inición el Ecompuesto 'o
EproductoF* de dos despla7amientos $( H   'tomados en este orden* el despla7amiento
obtenido al e!ectuar primero el despla7amiento H  0 después el despla7amiento $ .

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6n cada una de estas tres teorías, a dos elementos, 8( y 'tomados en este orden*
del conjunto de elementos considerado 'en el primer caso el conjunto de los nDmeros
reales, en el segundo caso de los nDmeros ( ###(p9, en el tercero el conjunto de todos
los despla7amientos* se les ace corresponder 'por un procedimiento particular a la
teoría* un tercer elemento bien determinado, que con%endremos en designar 
simbólicamente en los tres casos por 8 y 'esto es+ la suma de 8 0 de y son nDmeros
reales, su producto Emódulo  pF si son enteros ≤  p9, su EcompuestoF si se trata de
despla7amientos*. Si e>aminamos aora las propiedades de esta EoperaciónF en cada
una de las teorías, constatamos que presentan un paralelismo notableC pero en el interior 
de cada una de dicas teorías, estas propiedades dependen unas de las otras, 0 un
análisis de sus cone>iones lógicas lle%a a desprender un nDmero reducido de ellas que
son independientes 'es decir que ninguna es consecuencia lógica de las otras*. Bodemos,
 por ejemplo3, tomar las tres siguientes, que e>presaremos en nuestra notación simbólica
comDn a las tres teorías pero que es !ácil traducir al lenguaje particular de cada una de
ellas+ 
aF Bara cualesquiera elementos  8( y( /(  tenemos  8  Ey /F  R E8 yF   /
'Easociati%idadF de la operación 8   y*

bF 6>iste un elemento e tal que, para todo elemento 8, tenemos e   8 R 8  e R 8
'para la adición de los nDmeros reales es el nDmero 5C para la multiplicación Emódulo pF
es el nDmero C para la composición de despla7amientos es el despla7amiento
identidadJ que deja !ijo cada punto del espacio*C

cF Bara todo elemento 8, e>iste un elemento 8  tal que 8   8  R 8    8 R e 'para la


adición de los nDmeros reales,  8   es el nDmero opuesto  8C para la composición de
despla7amiento, 8   es el despla7amiento inverso  de  8, es decir, el que %uel%e a lle%ar 
cada punto despla7ado por 8 a su posición primiti%aC para la multiplicación Emódulo pF,
la e>istencia de 8  resulta de un ra7onamiento de aritmética mu0 simple4.

Se constata entonces que las propiedades que son susceptibles de e>presarse de


la misma manera en las tres teorías, con la a0uda de la notación comDn, son
consecuencias de las tres precedentes. Bor ejemplo, nos proponemos demostrar que la
relación 8   y R 8   / implica y R /. Bodríamos acerlo en cada una de las teorías por un
ra7onamiento que le !uera particular, pero podemos proceder de la manera siguiente,
aplicable a todos los casos+ de la relación 8   y R 8   / se deduce 'teniendo 8  el sentido
de!inido más arriba* 8   E8   yF R 8   E8   /FC después aplicando aF E8    8F   y R E8  
 8F   /C utili7ando cF esta relación se escribe e   y R e   /, 0 !inalmente, aplicando bF, y R
 /, que es lo que abía que demostrar. 6n este ra7onamiento emos eco total
abstracción de la naturale/a  de los elementos  8( y( /  considerados, es decir que no
tenemos necesidad de saber si eran nDmeros reales, enteros ≤ p9, o despla7amientos. La

3
 6sta elección no tiene nada de absoluta 0 se conocen numerosos sistemas de a>iomas Eequi%alentesF
al que e>plicitamos, siendo los enunciados de los a>iomas de cada uno de estos sistemas consecuencias
lógicas de los a>iomas de uno cualquiera de los otros sistemas.
4
 Sealamos que los restos de la di%isión por  p de los nDmeros  8 ( 8 (###( 8n (### no pueden ser todos
distintos. 6>presando que dos de dicos restos son iguales, se muestra !ácilmente que una potencia  8 m de
 8 tiene un resto igual a C si  8   es el resto de la di%isión por  p  de  8m9, se conclu0e que el producto
Emódulo pF de 8 0 de 8  es igual a .

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Dnica premisa que a inter%enido es que la operación  8   y  sobre estos elementos
satis!ace las propiedades aF( bF  0 cF. 6ntendemos, aunque no sea más que para e%itar 
repeticiones !astidiosas que es cómodo desarrollar de una ve/ por todas  las
consecuencias lógicas de las tres @nicas  propiedades aF( bF  0 cF. Naturalmente, por 
comodidad de lenguaje, a0 que adoptar una terminología comDn. $ecimos así que un
conjunto en el que se a de!inido una operación 8   y que satis!ace las tres propiedades
aF( bF  0 cF  está pro%isto de una estructura de  3rupo 'o más bre%emente, que es un
 3rupo*C las propiedades aF( bF 0 cF  se denominan los a8iomasO de las estructuras de
 3rupo, 0 desarrollar sus consecuencias es desarrollar la teor2a a8iomática de los 3rupos.

;ora 0a podemos comprender qué es lo que a0 que entender, de manera


general, por una estructura matemática. 6l rasgo comDn de las di!erentes nociones
designadas con este nombre genérico es que se aplican a conjuntos de elementos cu0a
naturale7a)  no está especi!icadaC para de!inir una estructura, se dan una o más
relaciones en las que inter%ienen estos elementos I 'en el caso de los grupos, era la
relación  /  R  8   y entre tres elementos arbitrarios*C se postula después que la o las
relaciones dadas satis!acen ciertas condiciones 'que se enumeran* 0 que son los a>iomas
de la estructura considerada. 6laborar la teoría a>iomática de una estructura dada es
deducir las consecuencias lógicas de los a>iomas de las estructura proibiéndose
cualquier otra ipótesis sobre los elementos considerados 'en particular, cualquier 
ipótesis sobre su Enaturale7aF propia*.

O
 No ace !alta decir que no a0 ningDn punto comDn entre este sentido de la palabra a8iomaJ 0 el
sentido tradicional de verdad evidenteJ.
)

  Nos situamos
semi!ilosó!icas, aquí en el punto
semimatemáticas, de %ista
surgidas EingenuoFde0 lanoEnaturale7aF
del problema abordamosdelaslosespinosas
EseresF u preguntas,
EobjetosF
matemáticos. Nos bastará con decir que, poco a poco, las in%estigaciones a>iomáticas de los siglos K=K 0
KK an sustituido también el pluralismo inicial de la representación mental de estos EseresF imaginados
al principio como EabstraccionesF ideales de la e>periencia sensible que conser%an toda la eterogeneidad
de ésta por una noción unitaria que progresi%amente conduce a todas las nociones matemáticas, primero
a la del nDmero entero, después, en una segunda etapa, a la noción de conjunto. 6sta Dltima, considerada
durante muco tiempo como Eprimiti%aF e inde!inibleF, !ue objeto de polémicas sin !in debidas a su
carácter de e>trema generalidad 0 a la naturale7a mu0 %aga de las representaciones mentales que e%oca.
Las di!icultades sólo se an des%anecido cuando se a des%anecido la noción misma de conjunto '0 con
ella, todos los pseudoproblemas meta!ísicos sobre los EseresF matemáticos* a la lu7 de las recientes
in%estigaciones sobre el !ormalismo lógico. 6n esta nue%a concepción, las estructuras matemáticas se
con%ierten, propiamente ablando, en los Dnicos EobjetosF de la matemática.
6l lector encontrará
$=69$8NNÉ+ desarrollos
 :es m,t)odes más amplios
a8iomatiques sobreeteste
modernes les punto en los des
fondements dos mat),matiques
artículos siguientes+ T.
' Revue
$cientifique( LKKU== '(H3H* p. 114V131*C  . ;:@;N+ $ur le fondement lo3ique des mat),matiques#
ERevue $cientifique( LKKK= '(H43*, p. 3V((*.
I
 6n realidad, esta de!inición de las estructuras no es su!icientemente general para las necesidades de
las matemáticas. a0 que considerar también el caso en que tendrían lugar las relaciones que de!inen una
estructura, no entre elementos  del conjunto considerado sino también entre partes de dico conjunto, e
incluso, más generalmente, entre elementos de conjuntos de EgradoF aDn más ele%ado en lo que se llama
la Eescala de los tiposF. Bara más precisiones sobre este punto, %er nuestros  -lements de 0at),matique,
li%re = '!ascículo de resultados*, Actual $cient( et Idustr#( nQ 4)W.
W 6ste primer !ascículo de resultados a sido editado recientemente por 6d. Masson, Baris, (HH5+ N.
-89:-;<=, -lements de mat),matique( EH),orie des ensembles( c)ap#   7F#

 6n los casos de los grupos, abría que considerar, en rigor, como a>ioma, además de las propiedades
aF( bF( cF enunciadas más arriba, el eco de que la relación  / R 8   y determina un  / 0 sólo uno, para 8 e y
dados. $e ordinario, se considera que esta propiedad se alla tácitamente implícita en la escritura de esta
relación.

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 Los grandes tipos de estructura

Las relaciones que !orman el punto de partida de la de!inición de una estructura


 pueden ser asimismo de naturale7a bastante %ariada. La que inter%iene en las estructuras
de grupo es lo que se llama una Ele0 de composiciónF, es decir una relación entre tres
elementos que determina al tercero de manera Dnica en !unción de los dos primeros.
uando las relaciones de de!inición de una estructura son Ele0es de composiciónF, la
estructura correspondiente se llama estructura al3ebraica 'por ejemplo, una estructura
de cuerpo se de!ine mediante dos le0es de composición. on a>iomas con%enientes la
adición 0 la multiplicación de los nDmeros reales de!inen una estructura de cuerpo en el
conjunto de dicos nDmeros*.

8tro tipo importante %iene dado por las estructuras de!inidas por una relación de
orden. 6sta %e7 se trata de una relación entre dos elementos  8( y, que, a menudo se
enuncia E 8  es menor o igual a  yF, 0 que anotaremos, en general  8 ℜ   y. ;quí no
suponemos 0a que la relación determine de !orma Dnica uno de los elementos  8( y( en
!unción del otro. Los a>iomas a los que se somete son los siguientes+ aF para todo 8,
tenemos 8  ℜ  8C bF las relaciones 8ℜ  y e y ℜ  / implican 8 R yC cF las relaciones 8  ℜ  y e y
ℜ  /, implican 8  ℜ  /. 9n ejemplo e%idente de conjunto pro%isto de una tal estructura es
el conjunto de los enteros 'o el de los nDmeros reales*, reempla7ando el signo ℜ    por el
signo ≤. 8bser%emos, sin embargo, que no emos incluido en los a>iomas la propiedad
siguiente, que parece inseparable de la noción %ulgar de EordenF+ Ecualesquiera que
sean 8 e y, tenemos 8 ℜ   y o yℜ   8F. $ico de otra manera, no se e>clu0e el caso en el
que dos elementos puedan ser incomparables. 6sto, a primera %ista, puede parecer 
 paradójico, pero es !ácil dar ejemplos mu0 importantes de estructura de orden en los
que se presenta tal !enómeno. 6s lo que ocurre cuando la relación C ℜ  ? , siendo C  e ? 
 partes de un mismo conjunto, signi!ica E C   está contenido en ? FC o también cuando
siendo 8 e y enteros > 5, 8 ℜ  y signi!ica E 8 di%ide a yFC o !inalmente cuando, siendo fE8F
0 3E8F !unciones reales de!inidas en un inter%alo a ≤  8  ≤ b, fE8F  ℜ   3E8F signi!ica Epara
todo 8   fE8F  ≤  3E8FF. 6stos ejemplos muestran al mismo tiempo la gran %ariedad de
dominios en los que inter%ienen las estructuras de orden 0 dejan presentir el interés de
su estudio.

$iremos aDn algunas palabras sobre un tercer gran tipo de estructuras, las
estructuras topoló3icas  o 'topolo32as*+ o!recen una !ormulación matemática abstracta
de las nociones intuiti%as de entorno, de l2mite 0 de continuidad , a las que nos conduce
nuestra concepción del espacio. 6l es!uer7o de abstracción que necesita el enunciado de
los a>iomas de tal estructura es aquí netamente superior al que corresponde en los
ejemplos precedentes, 0 el marco de esta e>posición nos obliga a remitir a los lectores
deseosos de precisiones sobre este punto a los tratados especiali7adosH.

 La estandarización del instrumento matemático

H
  Uer por ejemplo nuestros  -lements de mat),matique, li%re === 'Hopolo3ie 3en,rale*, introducción 0
capítulo =. Actual $cient et Idustr#, nQ O.

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(5

Bensamos aber dico su!iciente para permitir al lector acerse una idea bastante
 precisa del m,todo a8iomático. Su rasgo más sobresaliente, además de lo que precede,
es que permite una economía de pensamiento considerable. Las EestructurasF son
erramientas para el matemático 0 una %e7 que a discernido, entre los elementos que
estudia, relaciones que satis!agan los a>iomas de una estructura de un tipo conocido,
dispone
este tipoasimismo
allí donde,deasta
todo entonces,
el arsenal debía
de teoremas
!orjarsegenerales
él mismo,relati%os a las estructuras
laboriosamente de
medios de
abordaje cu0a potencia dependía de su talento personal 0 que se %eían entorpecidos
!recuentemente con ipótesis inDtilmente restricti%as, pro%enientes de las
 particularidades del problema estudiado. Bodríamos decir, pues, que el método
a>iomático no es sino el Esistema de @a0lorF de las matemáticas.

6sta comparación es, sin embargo, insu!iciente. 6l matemático no trabaja


mecánicamente, como el obrero en una cadena de montaje. Nunca se insistirá
su!icientemente en el papel !undamental que juega, en sus in%estigaciones, una
intuición particular (5 que no es la intuición sensible %ulgar sino más bien una suerte de
adi%inación directa 'anterior a todo ra7onamiento* del normal comportamiento que debe
esperar con todo dereco por parte de unos seres matemáticos que un prolongado 0
!recuente trato a con%ertido en seres casi tan !amiliares como los seres del mundo real.
;sí, cada estructura aporta su propio lenguaje, completamente cargado de resonancias
intuiti%as particulares, emanadas de las teorías de las que a desprendido el análisis
a>iomático que emos descrito con anterioridad. / para el in%estigador que descubre
 bruscamente esta estructura en los !enómenos que estudia, es como una modulación
sDbita que orienta de golpe en una dirección inesperada la corriente intuiti%a de su
 pensamiento, 0 que ilumina con una nue%a lu7 el paisaje matemático en el que se
mue%e. Biénsese para tomar un ejemplo antiguo en el progreso reali7ado a principios
del siglo K=K con la representación geométrica de los ?nDmerosA imaginarios. $esde
nuestro punto de %ista consistía en descubrir en el conjunto de los nDmeros complejos
una estructura topológica bien conocida, la del  plano eucl2deo, con todas las
 posibilidades de aplicación que ello implicaba 0 que, en manos de Xauss, ;bel, auc0
0 :iemann, reno%arían el Análisis en manos de un siglo.
 
@ales ejemplos se an multiplicado en los Dltimos cincuenta aos+ espacio de
 &ilbert , 0 más generalmente espacios !uncionales que introducen las estructuras
topológicas en conjunto de elementos que 0a no son puntos, sino funcionesC Vn@meros
 p9ádicos de &ensel   en los que, cosa más sorprendente aDn, la topología in%ade lo que,
asta entonces, era el reino de lo discreto, de los discontinuo por e>celencia, el conjunto
de los nDmeros
aplicación de laenterosC
noción Vmedida de &aar 
de integral , que amplía
0 permite enormemente
un análisis el campo
mu0 pro!undo de
de las
 propiedades de los grupos continuosC V0 otros tantos momentos decisi%os del progreso
de las matemáticas, de %uelcos en los que un relámpago de genialidad decidió la
orientación nue%a de una teoría, re%elando en ella una estructura que no parecía a priori
tener papel alguno.

6s decir+ menos que nunca la matemática queda reducida a un juego puramente


mecánico de !órmulas aisladas. Más que nunca, la intuición reina con autoridad en la
génesis de los descubrimientos pero disponiendo, desde entonces, de potentes palancas
que le o!rece la teoría de los grandes tipos de estructura 0 dominando de un solo %ista7o

(5
 =ntuición que, por lo demás, se equi%oca con !recuencia, como cualquier otra intuición.

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((

inmensos dominios uni!icados por la a>iomática, aí donde otrora parecía reinar el más
in!orme caos.
!na "isión de con#unto

Xuiados por la concepción a>iomática, intentemos pues representarnos el


conjunto del uni%erso matemático. iertamente, apenas reconoceremos 0a el orden
tradicional que, al igual que las primeras clasi!icaciones de las especies animales, se
limitaba a colocar una junto a otra las teorías que presentaban ma0ores parecidos
e>teriores. 6n lugar de los comportamientos bien delimitados del Pl3ebra, del Análisis,
de la Heor2a de los N@meros 0 de la Qeometr2a, allaremos, por ejemplo, la teor2a de los
n@meros primos  junto a las curvas al3ebraicas, o la  3eometr2a eucl2dea  junto a las
ecuaciones inte3ralesC 0 el principio ordenador será la concepción de una jerarqu2a de
estructuras, que %a de lo simple a lo complejo, de lo general a lo particular.

6n el centro están los grandes tipos de estructuras de las que emos enumerado
antes las principales, las estructuras9madres podríamos decir. 6n cada uno de estos tipos
reina una di%ersidad bastante grande, 0a que a0 que distinguir la estructura más general
del tipo considerado, con el menor nDmero de a>iomas, de las que se obtienen
enriqueciéndola con a>iomas suplementarios, aportando cada uno de ellos su coseca de
nue%as consecuencias. 6s así, como la teoría de grupos, más allá de las generalidades
%álidas para todos los grupos, 0 dependiendo sólo de los a>iomas enunciados más
arriba, comporta una teoría particular de los 3rupos finitos 'donde se aade el a>ioma de
que el nDmero de elementos del grupo es !inito*, una teoría particular de los  3rupos
abelianos 'donde tenemos 8   y R y   8 para cualquier 8( y*, así como una teoría de los
 3rupos abelianos finitos  'donde se supone que ambos a>iomas se %eri!ican
simultáneamente*. ;simismo, en los conjuntos ordenados, se distinguen aquellos en los
que como ensonel comparables,
orden de los 0 enteros
que se ollaman
de lostotalmente
nDmeros reales*, dosentre
elementos
cualesquiera ordenadosC estos
Dltimos, se estudian más particularmente aDn los conjuntos llamados bien ordenados 'en
los que, como para los enteros > 5, todo subconjunto tiene un Eelemento mínimoF*. a0
una gradación análoga en las estructuras topológicas.

Más allá de este primer nDcleo, aparecen estructuras  que podríamos llamar 
m@ltiples, en las que inter%ienen a la %e7 dos o más de las grandes estructurasVmadre, no
simplemente 0u>tapuestas 'lo que no aportaría nada nue%o* sino combinadas
orgánicamente por uno o más a>iomas que las ligan. 6s lo que se conoce como ál3ebra
topoló3ica, estudio de estructuras en las que !iguran a la %e7 una o más leyes de
composición  0 una topolo32a, ligadas por la condición de que las operaciones
algebraicas sean funciones continuas 'para la topología considerada* de los elementos
que implican. No menos importante es la topolo32a al3ebraica, donde ciertos conjuntos
de puntos del espacio, de!inidos por propiedades topológicas ' s2mplices, ciclos, etc.* se
toman ellos mismos como elementos sobre los que operan leyes de composición. La
combinación de las estructuras de orden 0 del ál3ebra es, también, !értil en resultados,
0 conduce por un lado a la teor2a de la divisibilidad   0 de los ideales, 0 por otro a la
 Inte3ración 0 a la teor2a espectralJ de los operadores, en los que la topología %iene
también a jugar su papel.

que los Más lejos empie7an


elementos por !in, ablando
de los conjuntos propiamente,
se consideran, las teorías
completamente particulares en
determinados en las
estructuras generales anali7adas asta aora, reciben una indi%idualidad más

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(1

caracteri7ada. ;quí es donde se encuentran las teorías de la matemática clásica+ análisis


de las funciones de variable real o  compleja,  3eometr2a diferencial ,  3eometr2a
al3ebraica, teor2a de los n@merosC pero an perdido su antigua autonomía 0 se an
con%ertido aora en encrucijadas en las que se cru7an 0 actDa entre sí numerosas
estructuras matemáticas más generales.

Bara conser%ar una justa perspecti%a, nos ace !alta, después de este rápido
esquema, aadir enseguida que sólo debemos considerarlo una apro>imación mu0
grosera del estado actual de las matemáticas tal 0 como es en realidad. 6s a la %e7
esquemático( ideali/ado 0 coa3ulado.

 -squemático porque en detalle las cosas no ocurren de manera tan simple ni tan


regular como puede parecer que emos dico. a0, entre otras cosas, inesperadas
%ueltas acia atrás en las que una teoría mu0 particular como la de los nDmeros reales
%iene a prestar una a0uda indispensable para la construcción de una teoría general como
la Hopolo32a o la Inte3ración.

 Ideali/ado porque ace !alta que en todas las partes de las matemáticas, la parte
e>acta de cada una de las grandes estructuras esté per!ectamente reconocida 0
delimitada. 6n ciertos dominios 'por ejemplo en Heor2a de N@meros*, subsisten
numerosos resultados aislados que no se an sabido clasi!icar ni ligar asta aora de
manera satis!actoria con estructuras conocidas.

'oa3ulado !inalmente porque no a0 nada más alejado del método a>iomático


que una concepción estática de la ciencia, 0 no querríamos dejar creer al lector que
emos pretendido dibujar un estado de!initi%o de ésta. Las estructuras no son
inmutables ni en su nDmero ni en su esencia. 6s mu0 posible que el desarrollo ulterior 
de las matemáticas aumente el nDmero de las estructuras !undamentales, re%elando la
!ecundidad de nue%os a>iomas o de nue%as combinaciones de a>iomas 0 podemos, de
antemano, dar por seguro progresos decisi%os de estas in%enciones de estructuras, a
 ju7gar por los que an aportado las estructuras actualmente conocidas. Bor otra parte,
estas Dltimas no son en modo alguno edi!icios acabados 0 sería mu0 sorprendente que
todo el jugo de su principios estu%iera 0a agotado.

;sí, con estos correcti%os indispensables podemos tener una ma0or conciencia
de la %ida interna de la matemática, de lo que constitu0e, a la %e7, su unidad 0 su
di%ersidad, al igual que una gran ciudad, cu0as a%enidas no dejan de progresar, de
manera un periódicamente,
reconstru0e poco caótica, sobre el terreno
siguiendo circundante
cada %e7 mientras
un plano más claro que
0 unaelordenación
centro se
más majestuosa, ecando abajo los %iejos barrios 0 sus dédalos de callejones, para
e>tender acia la peri!eria a%enidas más directas, más ancas 0 más cómodas.

 $etorno al pasado y conclusión

La concepción que emos intentado e>poner aquí no se a !ormado de una sola


%e7 0 constitu0e el !inal de una e%olución que %iene siguiendo desde ace más de medio
siglo, no sin aber encontrados serias resistencias, tanto en los !ilóso!os como en los
 propios matemáticos. Mucos de estos Dltimo sólo consintieron, durante largo tiempo,
en %er en la a>iomática %anas sutile7as de lógicos, incapaces de !ecundar teoría alguna.

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(3

$ica crítica se e>plica sin duda por un mero accidentes istórico+ las primeras
a>iomati7aciones, que tu%ieron la ma0or resonancia 'las de la aritmética con $edeind
0 Beano, de la geometría euclídea con ilbert* se re!erían a teorías univalentes, es decir 
a teorías completamente determinadas por el sistema global de sus a>iomas, sistema que
no era, por consiguiente, susceptible de ser aplicado a ninguna otra teoría distinta de la
que abía sido
ejemplo*. e>traídosido
Si ubiera 'al re%és de lotodas
así para que emos %isto para el
las estructuras, la reproce
teoría de los
de grupos, por 
esterilidad
dirigido al método a>iomático abría estado plenamente justi!icado((. Sin embargo, este
a mostrado el mo%imiento andando 0, los reca7os que se constatan aDn aquí 0 allá
sólo se e>plican por lo muco que de !orma natural, le cuesta al espíritu admitir que,
ante un problema concreto, una !orma de intuición distinta de la directamente sugerida
 por los datos '0 que, con !recuencia, Dnicamente se obtiene por medio de una
abstracción superior 0 a %eces di!ícil* pueda resultar igualmente !ecunda.

6n cuanto a las objeciones de los !ilóso!os, se dirigen sobre todo a un terreno en


el que, por !alta de competencia, tendremos mucísimo cuidado en a%enturarnos
seriamente+(1el gran problema de las relaciones del mundo e>perimental 0 del mundo
matemático . Jue e>iste una cone>ión estreca entre los !enómenos e>perimentales 0
las estructuras matemáticas, es algo que parece con!irmar, de la !orma más inesperada,
los recientes descubrimientos de la !ísica contemporánea, pero ignoramos totalmente las
ra7ones pro!undas de ello 'si es que puede darse un sentido a estos términos* 0 tal %e7 lo
ignoraremos siempre. 6n cualquier caso, es una constatación que, en este punto, podría
incitar en un !uturo a los !ilóso!os a una ma0or prudencia+ antes de los desarrollos
re%olucionarios de la !ísica moderna se gastaron mucos es!uer7os en querer acer 
surgir las matemáticas, a cualquier precio, de %erdades e>perimentales, especialmente
de intuiciones espaciales inmediatas. Bero, por una parte, la !ísica de los quanta mostró
que dica intuición EmacroscópicaF de lo real cubría !enómenos EmicroscópicosF de
una naturale7a totalmente distinta que surgían de ramas de las matemáticas que
ciertamente no se abían imaginado para aplicaciones a las ciencias e>perimentales. /,
 por otra parte, el método a>iomático mostró que las E%erdadesF de las que se quería
acer pi%otar las matemáticas no eran más que aspectos mu0 especiales de concepciones
generales que no limitaban en absoluto su alcance. Si bien, a !in de cuentas, esta íntima
!usión, cu0a armoniosa necesidad nos acía admirar, sólo aparecía como un contacto
!ortuito de dos disciplinas cu0os la7os están muco más escondidos de lo que se podía
suponer a priori.

6n la concepción a>iomática, la matemática aparecía en suma como un


reser%orio
 bien de formas abstractas
por quéV las de
que ciertos aspectos estructuras matemáticas.
la realidad / sucede
e>perimental llegan sin saber mu0a
a amoldarse
algunas de estas !ormas, como por una suerte de preadaptación. No puede negarse, por 
supuesto, que la ma0or parte de dicas !ormas tenían en su origen un contenido intuiti%o
 bien determinado, pero es precisamente al %aciarlas %oluntariamente de este contenido
((
  Se a asistido también, sobre todo en los principios de la a>iomática, a un !lorecimiento de
estructuras teratológicas, totalmente pri%adas de aplicaciones 0 cu0o Dnico mérito era mostrar el alcance
e>acto de cada a>ioma obser%ando lo que ocurría cuando se suprimía o se modi!icaba. 6%identemente, se
 podía tener la tentación de concluir que esos eran Ylos Dnicos productos que se podían esperar del métodoZ
(1
 No abordaremos aquí las objeciones suscitadas por la aplicación de las reglas de la lógica !ormal a
los ra7onamientos de las teorías a>iomáticas. Se relacionan con las di!icultades lógicas encontradas en la
@eoría de onjuntos. Sealemos simplemente que dicas di!icultades pueden %encerse de una !orma que
no deja subsistir malestar ni duda alguna sobre la corrección de los ra7onamientos. Buede consultarse
sobre este tema los artículos de . ;:@;N 0 T. $=69$8NN6 citados más arriba.

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(4

cuando se les a sabido dar toda la e!icacia que tenían en potencia 0 se las a ecos
susceptibles de recibir interpretaciones nue%as 0 cumplir plenamente su papel
elaborador.

[nicamente en este sentido de la palabra E!ormaF puede decirse que el método


a>iomático
arma7ón de es un E!ormalismoF.
la lógica !ormal, unidadLadeunidad que sin
esqueleto con!iere a lala matemática
%ida. 6s no de
sa%ia nutriti%a es un
el
organismo en pleno desarrollo, el dócil 0 !ecundo instrumento de in%estigación en las
que an trabajado conscientemente, desde Xauss, todos los grandes pensadores de las
matemáticas, todos aquellos que, siguiendo la !órmula de LejeuneV$riclet, an tendido
siempre a EsustituirF las ideas por el cálculo.

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