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Cada vez se escucha con más frecuencia hablar de ecoturismo, o turismo ecológico, ya que se trata
de uno de los sectores que más ha crecido en los últimos años dentro del conjunto del sector
turístico. A pesar de ello, esto no significa que todo el mundo sepa definir correctamente qué ya
que, en muchas ocasiones, la idea de un turismo ecológico se confunde con un turismo que, de un
modo u otro, guarda algún tipo de relación con los entornos naturales, pero sin llegar a especificar
más en el tipo de relación que el turista desarrolla con ese lugar que visita.
Esto hace que muchas veces se tenga una idea errónea o, por lo menos, incompleta que de qué es
el ecoturismo y de todas sus implicaciones medioambientales y sociales. Si quieres saber más sobre
esta forma de viajar que se caracteriza por ser respetuosa con los entornos en los que se practica,
sigue leyendo Ecología Verde, en el que te contamos todo sobre el ecoturismo: definición y
características.
De este modo, si realizamos una ruta a pie y nuestro viaje no tiene un impacto negativo en la
montaña (no depositamos basura en el entorno, no dañamos la flora y fauna del medio, no
colaboramos con negocios que exploten de manera insostenible el patrimonio natural o a la
población local, etc.), se podrá considerar que es un ejemplo de turismo ecológico.
Mientras que, si por el contrario, ese mismo viaje se realiza de manera insostenible, por ejemplo
haciendo uso de instalaciones como las estaciones de esquí (cuyo impacto es terriblemente dañino
sobre el entorno de la montaña), a pesar de ser un tipo de turismo relacionado con un entorno
natural y que puede generar riqueza para la población local, no podremos estar hablando realmente
de ecoturismo, ya que la relación que existe entre el turista y el entorno implica la degradación del
mismo para la realización de su actividad turística.
La Sociedad Internacional de Ecoturismo ha definido el ecoturismo más auténtico como aquel que
cumple con ciertos principios. Estos son los siete principios del turismo ecológico:
1. Reducir al mínimo los impactos negativos, tanto para el medio ambiente y como para la
comunidad.
3. Desarrollar experiencias positivas, que lo sean tanto para los turistas como para la población
local.
4. Producir beneficios financieros que sean directos para la conservación del lugar.
6. Favorecer la sensibilidad hacia el clima, tanto político como ambiental y social, de los lugares
que se visitan.
7. Apoyar tanto los derechos humanos universales como las leyes y normativas laborales del
lugar.
Estos siete principios constituyen un punto de partida para comprender la profundidad de lo que
implica el turismo ecológico y de cuáles son sus objetivos, tanto a corto como a largo plazo.
Hoy en día, dentro de la sociedad de consumo en la que vivimos, existe una gran variedad de formas
de “hacer turismo” y, al igual que sucede con muchas de las actividades diarias propias de este tipo
de sociedades, su impacto en el medio ambiente es desastroso. Este tipo de “turismo de consumo”
implica la degradación de los entornos naturales y la explotación de los recursos humanos locales
en aras de la obtención del máximo beneficio sin tener en cuenta el impacto que genera.
Esta forma de entender el turismo constituye un error gravísimo, tanto desde una perspectiva ética
como incluso económica. Desde la perspectiva ética, resulta injustificable la degradación del
entorno y los abusos a la población local. Desde una perspectiva económica, este tipo de turismo
conlleva la destrucción del patrimonio que permite que la actividad turística exista y que la
sustenta, por lo que terminará suponiendo su propia destrucción como sector que genera riqueza.
De este modo, el turismo de consumo se presenta como la versión turística del modelo “usar y tirar”
preponderante en gran parte de las actividades de la sociedad actual, que constituye el ejemplo más
negativo de cualquier forma de relacionarse con el medio ambiente.
Algunos de los ejemplos de ecoturismo más representativos los podemos encontrar en la gestión
de algunos parques naturales y de reservas marinas que han adaptado su modelo de
negocio, priorizando la conservación del entorno frente a los beneficios del turismo de consumo.
Esto se lleva a cabo mediante políticas concretas, algunas de las más comunes son las siguientes:
Se trata de una medida fundamental para reducir el impacto del turismo de masas. Las entradas se
deben adquirir con antelación, lo que permite gestionar mejor los flujos de turistas, que nunca
superan el número de visitantes que los responsables de la zona no puedan controlar. Así mismo,
se limita el acceso por carretera, haciendo que el turista deba acceder al entorno protegido en
transporte especial destinado para tal fin y evitando la entrada de transportes privados.
La mejor manera de gestionar un entorno turístico de manera sostenible implica una infraestructura
que gestione de manera sostenible a los turistas. En este sentido, gestos tan sencillos como disponer
de papeleras en las áreas de estacionamiento facilita la labor.
Creación de empleo y dinamización de la economía local
Concienciación
Del mismo modo que se crea una infraestructura tangible para que el turista pueda visitar el entorno
de manera responsable, también se le conciencia informándole de la importancia del entorno en el
que se encuentra, así como de la importancia de su colaboración para que pueda seguir
conservándose en las mismas condiciones.
https://www.ecologiaverde.com/ecoturismo-definicion-y-caracteristicas-1075.html