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Prefacio

Las historias comienzan cuando dos personas que no soñaban ni conocerse,


terminan encontrándose.
En el instante menos esperado, pero en el momento indicado.
Capítulo I
La primera vez que le vi, estaba junto a mi familia en el primer Holocausto a los
Caídos. Habían pasado casi 25 años desde que mi padre había acabado para siempre con
Lord Voldemort.

Para este primer holocausto escogieron la casa de mis abuelos en el Valle de Godrig. El
Magisterio había terminado de demoler la casa dejando solo el cercado y en su lugar
levantó un Obelisco con los nombres de todas las brujas y hechiceros que habían muerto
desde que Voldemort había aparecido por primera vez hasta el día de la batalla de
Hogwarts. Justo en la punta del obelisco brillaba una llama mágica que nunca se apagaba
y que todos llamaron como “Llama del Fénix” ya que los fénix nunca dejan de existir.

El día del holocausto miles de magos de todas partes del mundo llegaron hasta el Valle
de Godrig y comenzaron a reunirse alrededor del obelisco; A la media noche todos
dejaron sus varitas y encendieron velas de cera, pero yo estaba tan concentrada en el
baile de la llama de mi vela que no me fije en él hasta que su mirada y un codazo por parte
de Rose –la hija mayor de Hermione y Ron –me alertaron. Cuando levante la vista allí
estaba él. Alto, rubio, con los ojos Azul-grisáceo, y una silueta delgada pero musculosa.

James Malfoy.

Sentí a mi padre moverse de mi lado y tomar un lugar un poco más elevado justo al pie
del obelisco, comenzó a hablar y a decir palabras que seguramente fueron muy bonitas y
llenas de sentido para todos menos para mí. Yo solo podía mirar fijamente sus ojos y
sentir como el mundo dejaba de existir a mí alrededor. Primero las voces, luego la gente y
por ultimo estábamos solos él y yo en la nada. No sé cuánto tiempo paso, ni cuantas
personas más hablaron después de mi padre, solo volví a la realidad cuando Albus sacudió
mi hombro y me arrastro lejos de allí hasta el translador que nos llevaría a casa.

-Puedo saber ¿Qué tanto se miraban James Malfoy y tú?

-No sé de que hablas

Trate de caminar más rápido pero Albus me alcanzo con sus largas piernas

-No te hagas la tonta, James Malfoy no dejaba de mirarte y tu tampoco de mirarlo.

-No es cierto- mire a mi hermano con el ceño fruncido


-Voy a hacer que tomes todo un frasco de VeritaCerum en el té del desayuno si no me
dices, Lily.

-¡Albus, Lily! Apresuren el paso

Salvada por mama, le di una mirada rápida a mi hermano y luego me adelante hasta
donde mamá y papá nos esperaban.

Al llegar a Casa tuvimos que hacer malabares con las camas, teníamos tantos invitados
que estaba segura que mamá tendría que hacer un hechizo de expansión o algo para crear
suficientes camas; Aun así me las arregle para escapar sin ser vista y salir por la ventana
de mi cuarto para sentarme en el tejado.

La noche estaba fría gracias a una ligera lluvia que había caído en la tarde creando
pequeños charcos en la tierra por aquí y por allá. Cerré los ojos y solo me concentre en la
brisa fresca que hacia gracias al paso entre el verano y el otoño, escuche los ruidos y
golpes sordos dentro de la casa, a mi hermano mayor James bromear con Teddy Lupin y a
Albus y Hugo –el hijo menor de Hermione y Ron –hablar sobre Quidditch y escobas
mágicas, luego estaba Rose hablando con mamá y la tía Hermione en la cocina y por
último a papá hablando con Ron, el tío George, Neville Longbottom y su esposa luna y sus
hijas Clara –mi mejor amiga –y Estrella, los Abuelos Weasly y Hagrid. Había tanta vida
dentro de la casa que si viviéramos cerca del cementerio los muertos saldrían para bailar
sobre sus tumbas. Y entre tanto caos, nadie había notado mi ausencia.

Tranquilamente me recosté sobre el techo y mire el cielo, lleno de estrellas y


constelaciones titilando y creando todo un espectáculo; de la nada, las estrellas parecían
moverse y alinearse hasta crear sobre el cielo oscuro el rostro anguloso de James Malfoy.
Sonreía como pocas veces lo hacía, mostrando todos los perfectos dientes y casi pude ver
los hoyuelos de sus mejillas. Entonces me sentí estúpida ¿Cómo un chico como James
Malfoy se fijaría en alguien como yo? Es más, ¿Cómo siquiera podría yo estar pensando
de esa manera de un Malfoy? Por años había escuchado todas las tretas que su padre,
Draco, le había jugado a papá, la traición que había cometido al casi asesinar al profesor
Albus Dumbuldore por orden de Voldemort y su ridículo complejo hacia los sangre sucia.
Podía escuchar la voz del tío Ron quejándose a cada instante de Draco Malfoy y de Lucius
Malfoy cada dos por tres.

Sería una total idiota si llegara a sentir si quiera algo meramente cercano al cariño por
James Malfoy, además el tener que soportar a su horrorosa hermana menor, Gretta, hacia
que lo pensara dos veces antes de fijarme en James. Aun así, algo me decía que él no era
como el resto de su familia, tan solo hacia recordar cómo había parado cada ataque de su
hermana hacia mí los últimos años solo porque no le hacía gracia su actitud de niña
mimada. Sabía que James Malfoy era distinto, y sabia que él era bueno aun cuando
convivía con una familia como la suya. ¿Cómo es que nunca antes me había dado cuenta
de lo hermoso de sus ojos, o de lo sincero de su sonrisa? Sabía que iba en el mismo año
que mi hermano Albus, pero muy probablemente mis prejuicios hacia su familia y el que
estuviera constantemente rodeada por mis hermanos y primos y amigos no dejaban que
me diera cuenta del. Sin embargo hoy había sido distinto, había notado la conexión que se
estableció entre ambos y que solo había visto entre papá y mamá; y eso me aturdía,
porque no quería lastimar a nadie, y mucho menos a mí misma.

Volví a cerrar los ojos y respire profundo, con suerte este sería el último año de Albus
en Hogwarts y por lo tanto también el de James. No lo volvería a ver y entonces todo esto
se me pasaría.

-Te vas a congelar aquí afuera- mi hermano mayor James –malditas coincidencias –
asomo su cabeza por mi ventana y sonrió - ¿Acaso quieres volverte Paleta helada de Lily?
Se de alguien que te comería con gusto.

Reuní una enorme cantidad de hojas secas que habían en el techo y la arroje al rostro
de mi hermano.

-¿Sabes que eres un Idiota?

-Sí, no eres la primera chica que me lo dice

Ambos soltamos una carcajada y luego fue a sentarse a mi lado; Justo detrás de él
Albus asomo su cabeza también y nos miro con curiosidad

-¿Qué hacen afuera? ¿Por qué no me dijeron que venían?

-Lily quiere volverse una sabrosa paleta helada, estoy aquí para documentar el proceso
para futuras generaciones.

Volví a golpear a James y luego metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta liviana
que llevaba puesta, hacía rato que había dejado de sentirlas por el frio de la noche.

-Vale, te ayudare.

Ahora los tres estábamos sentados juntos en el tejado, mirando a la nada y al mismo
tiempo todo a nuestro alrededor.

-¿Estás listo para tu ultimo año?


Albus tardo unos instantes en responder, luego se encogió de hombros y le respondió a
James.

-¿Alguna vez estás listo para algo?

-Punto.

Los tres reímos y luego escuchamos a mamá llamarnos.

Los tres volvimos a entrar a la casa por la ventana de mi cuarto, sacudiendo nuestros
pantalones de las hojas y de la tierra para luego bajar hasta la sala de la casa donde mamá
acababa de entrar.

-¿Dónde estaban? Es hora de comer.

Habían pasado casi tres semanas desde el holocausto y de mi reto de miradas con
James Malfoy; Me había pasado todas las noches tratando de no pensar en el, pero sus
ojos no dejaban de aparecer en mis sueños, ni su rostro dejaba de formarse en cualquier
punto donde mirara. Hasta me había sorprendido dibujando su rostro y sus ojos sobre
cualquier superficie plana de mi cuarto, obligándome a redecorar y a mover todo de lugar
para ocultar mis culposas obras de arte. Finalmente me había dado por vencida contra el
hecho de que James Malfoy se había infiltrado en mi mente.

Ahora mismo estaba acostada en mi cama viendo volar la snitch dorada que mi
hermano Albus había atrapado en su primer partido de Quidditch. La cosa dorada
revoloteaba sobre mi cabeza cuando mamá llamo a todos para decirnos que habían
llegado las cartas de Hogwarts con la fecha de partida, 1ro de Septiembre, y la lista de
textos nuevos.

-¿Cuándo iremos al Callejón Diagon?- pregunte aun leyendo mi lista de textos.

-Quizá mañana- murmura mama sirviendo tazas de té- Tendremos que preguntarle a tu
padre si planea venir con nosotros.

-Es lo más probable- respondí sorbiendo un poco de té- le escribiré a Hugo, quizás
podamos quedar con los tíos para ir al callejón Diagon con ellos.

-Está bien, Cariño- ella paso por mi lado y me dio un beso en la coronilla para después
dirigirse al despacho de papá con otra taza de té.
Antes de entrar se volvió y grito un poco sobre su hombro para que escucháramos
Albus y yo.

-Hoy vienen los miembros de la orden, quiero que acomoden sus habitaciones, lo más
probable es que Rosie y Hugo se queden a Dormir.

Estaba corriendo, esquivaba escombros y hechizos que venían de todas partes a


medida que iba corriendo. Sentía la respiración agitada y las piernas pesadas, pero aun así
no pare de correr, tenía que llegar hasta él y salvarlo. Tenía que hacer que volviera.

Corrí junto a las grandes puertas de Hogwarts y fui derecho hasta el Gran Comedor y
allí estaba él. A su lado un hombre decrepito con el cabello largo, blanco y andrajoso reía a
carcajadas mientras el luchaba contra Albus. Chispas saltaban por todos lados, hechizos
iban y venían, y antes de que algo más sucediera me atravesé entre él y Albus.

-No lo hagas- grite sacando mi varita y apuntándole- no digas ni un solo hechizo más.

-Ya nada puede salvarme Lily, este es mi destino.

-¡No lo es! El está con controlándote, te lavo el cerebro y está utilizando la maldición
Imperio en ti. ¡Te metió ideas locas y ridículas en la cabeza! Yo se que tu eres diferente, se
que eres bueno, sé que no eres un monstruo… No eres como ellos. Por favor, no lo hagas.

Sentía las lagrimas bajar por mis mejillas mientras el viejo decrepito reía a carcajadas y
murmuraba cosas en su oído igual que la mano que tenia alzada empezaba a temblar con
mi varita en ella.

-Tengo que hacerlo…

Movimientos de varitas, gritos, un terrible dolor en el lado derecho de mi rostro y


entonces Desperté.

Bañada en lagrimas y sudando el mismísimo infierno mire por la ventana para ver al sol
salir. Tenía la respiración agitada y el cabello pegado a la frente, mejillas y cuello. Trate de
tranquilizarme tomando largas respiraciones y luego me levante de la cama para abrir la
ventana y dejar entrar aire fio. Cerré los ojos, tome una larga respiración, y de nuevo sus
ojos llegaron a mi mente junto con pequeñas fracciones del sueño. Trate de recordar pero
no hacía más que dolerme la cabeza y únicamente podía ver sus ojos azul-grisáceo
acompañados de una terrible carcajada que helaba la sangre, de nuevo el terror lleno
todo mi cuerpo y comencé a sudar hasta que mi padre entro a la habitación para
despertarme.

-Ah, buenos días Cariño, pensé que dormías

-Acabo de despertar-me di la vuelta, me aleje de la ventana y tome asiento en la cama.

-Bueno, vístete y baja a desayunar. Iremos hoy al callejón Diagon con tus tíos para
hacer las compras de último minuto. No vayas a dejar tu lista de libros.

Me sonrió y cerró la puerta tras él; borrones del sueño pasaron por mi mente y Salí
corriendo detrás de mi padre necesitando que alguien me escuchara y me dijera que no
estaba loca.

-Espera papá- abrí la puerta y me lance por el pasillo para alcanzarle- necesito
preguntarte algo

-¿Sucede algo malo?

-No… yo, solo… es que…- me frustre por mi inhabilidad para contar mis propios
secretos. Así que respire hondo y solté todo lo que tenía que preguntar- tuve un sueño
algo extraño, en realidad no recuerdo mucho del sueño, solo destellos. Sé que estaba
corriendo por algún lugar de Hogwarts y creo que había alguna batalla o algo así. No lo sé,
en realidad todo está muy confuso en mi mente, solo recuerdo tratar de detener a alguien
para que no asesinara a otro alguien y una risa súper macabra y ya luego desperté- en ese
punto mi padre me miraba seriamente, seguramente preguntándose si no había recibido
algún golpe en la cabeza últimamente- la cosa es, que todo se sentía muy real papá. Era
como si de verdad estuviera pasando, ¿crees que pueda ser una premonición? Quizá
necesito advertir a la Profesora McGonnagall sobre algo, o no sea literal o…

-Calma cariño, va a darte un patatús- me calmo papá – no sé si sea una premonición o


solo sea algún sueño loco por tomar demasiada cerveza de mantequilla ayer por la noche.
Pero si vuelves a tener ese tipo de sueños aquí o en el colegio no dudes en contarle a
alguien, ya sea a mí o a la Directora. Aun cuando tengas miedo de que te crean loca, Lily.
No quieras llevar el peso del mundo sobre tus hombros.

-Yo… Vale, de acuerdo.

Papá me abrazo fuertemente y me dio un suave beso en la frente para terminar de


calmarme y hacerme saber que pasara lo que pasara el siempre estaría allí para mi, sin
importar la distancia ni nada.
-Ahora, termina de arreglarte, cielo. Por cierto, tu madre quiere que te midas el
uniforme del colegio, dice que creciste al menos tres centímetros este verano y no quiere
que vayas por ahí mostrando mas piel de la necesaria.

-¿Lo dijo ella, o tu?

-Da igual. Solo mídete el uniforme.

Para cuando terminamos de desayunar y llegamos al callejón Diagon ya Ron y


Hermione nos esperaban con Hugo y Rose en las escaleras de entrada de Gringotts. Este
era el primer año en que mi hermano James no iría con nosotros a comprar sus útiles
escolares. Ahora trabajaba para el ministerio de magia, en el departamento de Control de
Creaturas peligrosas; desde pequeño había sido amante de los animales raros, para susto
de mamá y papá y para total agrado de Hagrid, quien se había vuelto como una especie de
enciclopedia andante para James. Este año También será el último año de Albus y lo más
probable era que terminara trabajando en el departamento de Artes Oscuras, por que el
muy maldito era tan bueno como papá a esa edad y el ministerio de magia estaba
impaciente por poner sus garras sobre él.

Finalmente, luego de los saludos y los protocolos para retirar oro en Gringotts nos
separamos en grupos para cubrir más terreno y terminar cuanto antes las compras. Por
supuesto, mamá tardaría un milenio tratando de escoger entre dos túnicas totalmente
iguales, igual que la tía Hermione, y Albus se iría derecho con Hugo y Rose a la tienda de
bromas del tío George. Ron y Papá terminaron caminando mientras hablaban
distraídamente hasta parar en la tienda donde comprarían nuestros suministros para las
clases de Pociones, y ya que al parecer era la única en la familia que no tenía la vena
bromista ni los gustos por las distintas telas ni olores raros de los ingredientes para las
pociones termine de cabeza metida en la librería. Hugo me alcanzo antes de que entrara a
la librería diciendo que no quería estar cerca del tío George ya que últimamente era el
único objetivo de sus bromas y quería llegar con todos sus dedos y extremidades intactas
a casa ese día.

-¿sabes? Has estado un poco rara desde el día del holocausto.

Hugo era algo callado, aun así era muy observador así que casi nada le pasaba
desapercibido.

-Son solo ideas tuyas, Hugo.

-No lo son, siempre que vamos a tu casa estas encerrada en tu cuarto o mirando por
alguna ventana o dibujando en cualquier lado cosas raras. Antes eras más abierta, más
social.
-Venga Hugo, no digas tonterías. Mejor vayamos a comprar los libros que nos hacen
falta.

Yo sabía que Hugo tenía razón, pero aun cuando era mi primo favorito y uno de mis
mejores amigos no iba a entablar una conversación con un chico sobre que me gustaba
otro chico. Aun cuando probablemente los consejos de Hugo en ese aspecto fueran
bastante acertados, el era bastante más torpe que yo en ese tipo de cosas. Así que lo
mejor será esperar a volver a ver a Clara, mi mejor amiga en todo el universo.

Esperaba encontrar a Clara ese día en el Callejón, pero para mí frustración y mala
suerte a la única persona que encontré fue a James Malfoy.

Afortunadamente, estaba sola en ese momento, había mandado a Hugo a buscar


algunos ejemplares en otro lado de la biblioteca para tener algunos minutos para mi sola,
así que ojeaba unos cuantos libros sobre Alquimia cuando James me encontró
apareciendo de la nada a mi lado.

-¿Escogiste Alquimia este Año?

-En realidad no- respondí sin levantar la vista del libro que tenía en la mano- Solo
curioseaba un poco

James Malfoy tenía la misma edad que Albus, por lo que estaba ya en el último año de
magia y veía exactamente las mismas materias que Albus y por lo que sabía Albus no
necesitaba ningún libro de esta parte de la librería, y por lo tanto tampoco James.

-¿Qué haces aquí?

-Solo curioseaba un poco.

Me gire para encararlo, molesta de su tono burlón y por haber robado mi frase. Pero
apenas gire un poco y levante la vista cuando su cercanía me dejo fuera de combate por
unos instantes.

-¿Alguna vez te han dicho lo hermoso del color de tus ojos?

Sentí de inmediato cuando me sonroje como un tomate, así que mire hacia otro lado
tratando de disimular el rojo de mis mejillas.

-Tomare eso como un no- dijo el tratando de buscar mi mirada- Es una pena que nadie
lo haya notado, hasta ahora.
-¿Y quién te dice que nadie lo ha hecho?- Chille, ansiosa por hacerle creer que era más
solicitada por los chicos de lo que en verdad era-Para tu información, los chicos hacen fila
para decirme lo hermoso de mis ojos.

-oh, ¿En serio?

-Si-respondí tajante.

-¿Y porque te sonrojaste? Debes estar acostumbrada ya a ese tipo de halagos como
para ponerte del color de un tomate.

Me gire para encararlo y responderle con el más cruel, mordaz y sarcásticos de mis
comentarios cuando su hermana menor hizo acto de presencia.

-James Malfoy, ¿Qué hacer aquí con esta?

James no dejo de mirarme ni por un segundo.

-¡James, estoy hablándote no me ignores! Y tu Potter, deja de mirar a mi Hermano, es


obvio que él nunca se fijaría en una chica simple y que parece una zanahoria como tú.

Aparte mis Ojos de James Malfoy solo para poder mirar a su hermana y regodearme
más tarde de su expresión atónita.

-Lo dices por experiencia propia, ¿verdad? Me refiero a ser ignorada por ser raquítica y
estiradamente simple.

Gretta Malfoy se adelanto para tratar de golpearme pero James la sujeto tratando de
contener una sonrisa por mi comentario, y en ese justo momento Albus, Hugo y Rose
llegaron hasta donde estábamos.

-¿Pasa Algo, Lily? ¿Acaso los hermanos Malfoy estaban molestándote?

Albus se puso de pie a mi lado con aire protector y mirando con cara de pocos amigos a
James Malfoy. Ellos nunca se habían llevado bien, y sospecho que la mayor parte de la
culpa la tenía el tío Ron y sus comentarios Anti-Malfoys.

-Ya déjalo Al, Vamos a Casa.

Tome a Albus del brazo y lo jale fuera del pasillo y fuera de la tienda, seguida por Hugo
y Rose. Aun así tome unos cuantos segundos para mirar por sobre mi hombro y en esos
pocos segundos mis ojos y los de James chocaron mientras este me lanzaba un pícaro
guiño.
Capítulo II
El viento corría creando una pequeña ventisca junto con la nieve que caía, trate de
moverme desde donde estaba de pie pero algo por más que quise no pude. Mi cabello
suelto ondeaba salvaje a causa del viento logrando que se viera como si mi cabeza
estuviera en llamas. Lagrimas espesas bajaban por mis mejillas bañando toda mi cara,
refrescando el ardor que iba desde mi sien derecha hasta, casi, mi quijada.

Podía ver su silueta a tan solo 30 pasos de mí, Allí, parado viéndome, con la locura
pintada en usos ojos que ya no eran completamente suyos. Podía ver las lágrimas bajando
por su rostro también creando surcos en la suciedad de sus mejillas. La nieve cada vez más
profunda comenzó a tapar los cadáveres y los restos de la batalla que estaban repartidos
por todo el castillo; Entonces él se giro y dio un paso alejándose de mí.

-No- susurre viendo como se alejaba de mí- no, no, ¡no, NO!

A medida que él se alejaba mi voz aumentaba de potencia, al igual que mis ganas por
salir corriendo tras de él y atraparlo en mis brazos para obligarle a quedarse; pero mis
piernas no se movían de su sitio y por más que tratara de correr solo me quedaba allí, con
la desesperación en aumento y atrapada en mi propio cuerpo. Finalmente solo pude caer
al suelo de rodillas y cuando el por fin termino de cruzar el puente de entrada al castillo un
sonoro grito desgarro el aire.

-¡NOOO…!

Desperté en mi habitación a oscuras, con los brazos de papá sosteniéndome para que
no saliera disparada de la cama después de despertar ahogada por falta de aire y
sentándome de golpe.

-Lily. Lily, Cariño…

-¡Harry! Ya abrió los ojos, no la zarandees tanto.

-Hija, ¿estás bien?

Yo respiraba agitada tratando de meter todo el aire posible en mis pulmones, papá me
miraba con aire preocupado y mamá a unos cuantos pasos detrás de él no dejaba de
mover y tocar sus manos con aire compulsivo al mismo tiempo que encendía todas las
luces que podía.

-Yo… creo que… si, no… no lo sé.


Hablaba en susurros con la voz ronca, como si todo lo que hubiera gritado en el sueño
hubiera sido de verdad.

-Estabas gritando- he ahí mi dolor de garganta- y estabas muy agitada.

Mi madre camino por los pies de la cama y se sentó a mi lado para abrazarme
suavemente y acariciar mi cabello.

-Fue solo un mal sueño, Mama- respondí tratando de quitarle importancia al asunto.
Después de todo las imágenes de mi sueño empezaban a desvanecerse dejando tras de sí
solo un manchón rojo en un montón de nieve y una triste pero profunda mirada azul-
grisácea.

Mire a mi padre como si tuviera las respuestas a todo en el universo. Aun cuando mi
padre sabia bastante de todo estaba segura que no entendía mucho de lo que estaba
sucediéndome, de porque tenía ese tipo de sueños o pesadillas y porque los olvidaba
apenas despertaba.

-Ginny, ve a preparar el desayuno y a despertar a los muchachos- dijo papá con


seriedad- Lily y yo iremos a caminar antes de ir a King’s Cross.

-De acuerdo- mi madre sonrió con amor y deposito un beso en mi frente antes de salir
de mi cuarto.

-Vístete, ponte zapatos y ropa cómoda. Nos vemos en mi despacho cuando estés lista.

Asentí nerviosamente y espere hasta que mi padre salió para empezar a vestirme. 10
minutos más tarde y con mi cabello en una cola alta de caballo entré en el despacho de
papá. Levanto la vista de unos documentos que tenia sobre su escritorio y luego señalo
hacia el armario que había a un lado de la pared izquierda.

-Toma tu escoba del armario, Volaremos un rato.

Apresurada fui hasta el armario, emocionada por poder volar libremente un poco con
papá antes de partir al colegio. Guardábamos todas las escobas en ese armario durante el
verano ya que no podíamos volar muy a menudo gracias a la población de muggles que
había a unos 3 Km de casa, por lo que solo volábamos de noche para evitar ser vistos y
con papá. Mi padre, como un buen amante del Quidditch y de volar, se había encargado
de que cada uno de sus hijos supiera volar correctamente en una escoba incluso antes de
dignarse a enseñarnos a manejar o a permitir que James y Albus tomaran sus exámenes
para aparecerse; por lo que se podía decir que teníamos cada uno, un buen modelo de
escoba y una habilidad casi innata para volar mejor que cualquier jugador profesional de
Quidditch. Y por supuesto, que nuestra habilidad para volar no interfirió en lo absoluto
para que Albus y James formaran parte del equipo de Quidditch de Griffyndor durante
todos sus años de escuela.

Luego de tomar nuestras escobas salimos apresurados por la puerta de la cocina hasta
el jardín trasero, tomando unas tostadas con mermelada en el camino para amortiguar el
hambre hasta la hora del desayuno.

-¡Tengan cuidado!- grito mama desde la cocina mientras despegábamos hacia el cielo
nocturno.

Luego de no sé cuánto tiempo volando finalmente tocamos suelo en un pequeño


claro a varios kilómetros de casa.

-¿Mejor?- pregunto papa al aterrizar.

-Mucho. El aire frio me aclaro la mente.

Levante la vista al cielo y me quede mirando como el cielo cambiaba de colores a


medida que amanecía.

-Lily, necesito que me digas exactamente lo que soñaste.

-Ni si quiera se que fue lo que soñé, no lo recuerdo. Solo recuerdo la sensación de que
eran demasiado reales. Casi como si viajara en el tiempo. Pero cuando despierto ya no
recuerdo nada.

-No sé que pueden ser ni de que puedan tratarse. Pueden ser muchas cosas y al mismo
tiempo solo sueños muy producidos, pero sean lo que sean por favor no dudes en
contarme, Lily; sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, y también con tu madre
y tus hermanos.

Asentí enérgicamente sin ver sus ojos, temerosa de que pudiera descubrir algo en los
míos con tan solo una mirada, tal como lo hacía cuando era niña y trataba de ocultarles
algo.

-Bueno, papá, por mucho que disfrute hablar contigo, necesito ir a casa para
cambiarme y desayunar. Ya sabes, primero de Septiembre.

Mi padre sonrió y luego de levantarse y tomar su escoba añadió.


-¿Sabes? Los primeros de septiembre fueron los días más felices de mi vida… luego del
día en que me case con tu madre, por supuesto.

Solté una risa y monte en mi escoba.

-Una carrera a Casa.

Cuando llegamos ya mamá había logrado despertar a Albus y a James, quien nos iba a
acompañar hasta la estación. Cuando papá y yo entramos en la cocina vimos a James
leyendo un pergamino con el sello del Magisterio y luego levantarse de un salto para
tenderle la carta a Papá.

Papa leyó rápidamente la carta al mismo tiempo que tomaba mi escoba y me hacia
sentar en la mesa para desayunar. Cuando termino, miro a James y le hizo señas para que
le siguiera hasta su despacho.

-¿Qué sucede?- pregunto Albus viendo el intercambio de miradas.

-Cosas del Ministerio- respondió James siguiendo a papá por el pasillo hasta su
despacho.

Mi padre, quien finalmente se había convertido en Auror, luego de que el ministerio


diera por aprobado su ultimo año después de la gran batalla y de que tomara los
exámenes de Auror, se había vuelto casi la mano derecha del Ministro Weasly, A.k.A Tío
Percy, y también en el jefe de los Aurores.

-Odio cuando hacen esas cosas- murmuro Albus molesto porque le ocultaran algún
jugoso secreto y de no ser parte de la “Relación de Adultos” que había entre Papá y
James.

-Ya se enteraran luego si es necesario- dijo mamá poniendo otro plato de comida para
mí.

-¿Ya sabes qué carrera vas a escoger? Es año de TIMOs para ti- Albus se giro en su
asiento para verme mientras masticaba una tostada.

-No lo sé, la verdad… me gustaría ser Auror como papá, o trabajar en uno de esos
escuadrones de respuesta que tiene el ministerio cuando alguien hace uso de la magia
oscura.
-Bueno- continuo Albus con la boca atiborrada de comida- Eres un cerebrito, estoy
seguro de que pasaras todos tus exámenes.

-No lo creo, es más, voy a suspender Adivinación solo para no tener que soportar a la
señorita Trilownie ni al…

Un recuerdo de la primera clase de Adivinación cruzo por mi mente y me quede


callada.

-¿Ni a Firenze? Pensé que todas las chicas estabais locas por él.

-Yo… ammm… recordé que debo empacar un par más de blue jeans en mi baúl, ya
vuelvo.

Salí disparada de la cocina sin esperar respuesta por parte de mi hermano o de mamá y
subí las escaleras saltando los escalones de dos en dos hasta llegar a mi habitación.
Rebusque mi pequeña biblioteca hasta dar con el ejemplar de tercer año de adivinación,
busque con mi dedo por el índice hasta dar con el capitulo adecuado, cambie las paginas
con brusquedad hasta llegar al capítulo y me senté de golpe en mi cama a leer.

L
“ a capacidad de un mago o bruja para distinguir entre
Sueños y premoniciones puede variar dependiendo de la aceptación
Del mago hacia sus capacidades extrasensoriales. Sin embargo dado
A que todos tenemos magia en nuestros cuerpos es posible que
Todos los magos reciban una o más premoniciones a lo largo de
Sus vidas mediante sueños.

Como Diferenciar Sueños de Premoniciones

Para diferenciar un sueño de un recuerdo y al mismo tiempo de una


Premonición, podemos tener en cuenta las siguientes características
De los sueños:…”

-¡Lily!- Albus grito mi nombre desde el piso inferíos- Ya es hora de Irnos.

Maldije entre dientes el tener un hermano tan inoportuno y tire el libro en mi bolso de
mano para bajar a regañadientes hasta la sala.

Baje arrastrando el baúl por las escaleras al mismo tiempo que seguía maldiciendo a
Albus por ser tan atravesado en esta vida y para cuando llegue al piso de Abajo, James y
papá salían de su oficina ambos con cara de pocos amigos. Me quede de pie en las
escaleras esperando que no notaran mi presencia a unos pocos metros de ellos y para que
siguieran hablando y así yo poder escuchar.

-¿Iras? ¿Vas a encargarte tú de esto?

-Claro que lo hare, James. Es mi trabajo después de todo.

-De acuerdo, iré directo a la oficina y hare que reúnan toda la información posible para
ti. ¿Crees que ya el público lo sepa?

-No lo creo, el ministerio siempre ha amado esconder secretos al resto de la población


mágica, estoy seguro de que querrán hacer lo mismo con esto y tratar de mantener todo
oculto a menos de que se vuelva todo demasiado público.- la voz de papá denotaba su
enojo y preocupación. Mientras que la de James tenia cierto rastro de Excitación,
probablemente feliz por formar parte de aquello a espaldas nuestras.

-¿Pero no es demasiado peligroso dejar a publico sin saber?

-Por supuesto que lo es, pero ya se la ingeniaran ellos para lograr mantener al mundo
entero en sus casas durante las noches y callar cualquier intento de difundir la noticia
hasta que ellos quieran. Aunque creo que por ahora el que algunas personas no sepan
sobre el asunto es lo mejor.

-Crees que intentara llegar a ellos, ¿verdad?

-Lo creo, específicamente a cuatro personas. Pero no podremos hacer nada por el
momento sin alertar el mundo mágico.

No había movido ni un solo musculo tratando de evitar ser notada mientras estaba allí
con mi enorme baúl al pie de las escaleras. Cuando por fin dejaron de hablar espere unos
segundos y Salí del hueco de las escaleras para ir detrás de papá y James como si nada.
Cuando papá escucho mis pasos se giro y tomo mi baúl para ayudarme a llevarlo, y cuando
lo hizo pude ver por una fracción de segundo como sus ojos reflejaban la preocupación de
su voz, una preocupación de que algo muy terrible fuera a suceder. Sin embargo, cambio
su expresión tan drásticamente por una sonrisa que hasta llegue a pensar que lo había
imaginado todo.

Pero estaba segura de haber escuchado bien la conversación, y de que mis ojos no me
engañaron. Estaba segura de que algo malo estaba sucediendo y por algún extraño motivo
presentía que los sueños que no lograba recordar y este nuevo asunto tenían que ver el
uno con el otro.
Capítulo III
Llegamos a la plataforma 9 y ¾ más o menos a las 10:00 am y ya Rose y Hugo nos
esperaban junto con Ron y Hermione. Mientras Rose regañaba a Hugo por alguna
tontería, Ron y Hermione hablaban en susurros y con los seños fruncidos, viendo a sus
hijos con una notable preocupación, al igual que el resto de los padres que estaban allí
dejando a sus hijos para que abordaran el expreso de Hogwarts. La mayoría de los padres
que se notaban preocupados trabajaban en el ministerio de magia y tenían alguna
relación con el departamento de seguridad mágica y parecía que realmente se lo estaba
pensando el mandar a sus hijos al colegio este año.

De inmediato Albus y yo notamos como la acostumbrada alegre atmosfera que siempre


acompañaba al 1ro de septiembre se transformaba en una triste versión de la misma.

-Si lo notas, ¿verdad?-Albus alentó su paso hasta estar a mi lado- Algo raro está
sucediendo, la mitad de los padres parecen querer agarrar a sus hijos por el cuello y
llevárselos corriendo.

-Si lo noto- murmure viendo a mi alrededor, mirando por sobre las cabezas buscando
una en especifico a pesar de mi misma, por lo que no supe descifrar si fue alegría por no
encontrar a la persona o decepción lo que sentí luego de mirar por sobre el mar de
cabezas y no ver nada.

-¿Papá?- Llamo Albus tomando a mi padre por el brazo para que le escuchara entre
tanta gente- ¿Acaso hay algo que debamos saber este año antes de ir a Hogwarts?

Mi padre miro a mamá y luego a nosotros- no estoy muy seguro de que deban saberlo-
respondió papa- lo que sí es seguro es que probablemente se enteren mas tarde. Traten
por favor de no meterse en problemas este año, y Albus, disfruta el ultimo año en
Hogwarts, créeme que luego extrañaras estar en el castillo.

-Eso es mucho pedir para un Potter- dijo una voz fría y cruel detrás de nosotros.

Mi padre giro inmediatamente en su puesto al igual que todos nosotros.

-Malfoy- saludo con una helada cortesía.

-Potter- regreso el saludo Draco Malfoy con una sonrisa petulante en el rostro pero que
no lograba ocultar unas enormes ojeras y las arrugas de preocupación en su frente y ojos-
Eso de pedirle a tus hijos que no se metan en problemas, es como algo descarado
viniendo de tu parte ¿no lo crees? En fin, creo que finalmente será algo útil este año que
tus hijos sean tan buenos en defensa contra las artes oscuras, quizá den un poco de
batalla.

Un fragmento de una imagen llego a mi mente, el castillo del colegio destruido en


algunos lugares, cuerpos en el piso y gente gritando hechizos de todos lados.

-No tengo ni la más mínima idea de lo que estás hablando, Malfoy- Respondió mi
Madre con una furiosa mirada- Lo que si se es que si alguno de mis hijos resulta lastimado
alguien va a tener que pagar por ello.

Casi podida ver los ojos de mama centelleando de rabia.

Sin querer, lleve la mirada más atrás de la silueta de Draco Malfoy y vi a unos cuantos
metros como James abordaba el tren de la mano de la muy detestable Beatriz Umbrige y
de su hermana menor Gretta. Beatriz –la horripilante Sobrina-Nieta de la aun mas
horripilante Dolores Umbrige, quien aun no terminaba por morir a pesar de todos sus
años –sonreía totalmente feliz en su elemento; Hablando con Gretta y jalando a un James
serio y mas demacrado que la última vez que lo había visto en la librería.

Por solo unos segundos su rostro se volvió y clavo su mirada en mí, como si hubiera
sentido que estaba mirándolo, de la misma forma en la que sentí que él estaba allí incluso
sin verlo. Por ese mínimo instante todo pareció más brillante y hermoso aun a pesar del
demacrado rostro de James, una triste y pesada sonrisa apareció en sus labios y se fue tan
pronto como llego. Luego Beatriz jalo nuevamente de su brazo irritada por que no estaba
prestando atención al montón de idioteces que decía para luego mirar a su alrededor
tratando de adivinar a donde estaba mirando James instantes antes.
Para evitar que Beatriz me encontrara y así salirme de problemas incluso antes de
empezar clases, tome mi baúl y subí al vagón más cercano murmurando una triste excusa
sobre encontrar un compartimiento vacio para todos. Albus se apresuro a ir tras de mi
mientras le hacía señas a Rose para que nos siguiera y así evitar el confrontamiénto que se
llevaba a cabo entre Draco, mis Padres y los padres de Hugo que se habían unido al ver
como Draco Malfoy se dignaba a dirigirle la palabra a mi padre.

Conseguí un compartimiento dos vagones mas allá, donde dejamos los baúles y las
jaulas del gato de Rose, la lechuza de Hugo y la de Albus.

-Vamos a despedirnos de papá y mamá, el tren está a punto de salir.

Asentí, deje mi chaqueta en los asientos del compartimiento para asegurar que mas
nadie se metería allí en el viaje y camine detrás de él intercambiando algunas palabras con
Rose y con Hugo sobre la carrera que probablemente escogería. Bajamos del vagón y ya
Draco se había ido, dejando a mi padre molesto y a un Tío Ron refunfuñando cosas sobre
hurones blancos.
-Papá- le llame- Solo ignóralo, el no sabe de lo que habla.

-Espero que de verdad no lo sepa- respondió el con pesadez. Luego me abrazo


fuertemente y se inclino hasta estar a mi altura- Ahora escúchame bien. Recuerda que
Hogwarts siempre te protegerá y dará ayuda a aquellos que lo merezcan- asentí medio
extrañada por la extraña elección de palabras de papá- Aquí tienes- me extendió una
bolsita de cuero y me hizo guindarle en mi cuello- Resiste cualquier cosa, y tiene
guardados varios tesoros que estoy seguro vas a necesitar.

Volvió a abrazarme fuertemente y me miro fijamente a los ojos cuando dijo:

-Eres una excelente hechicera, Lily, pero recuerda que hasta el hechizo más sencillo
puede salvarte la vida.

Mire fijamente a mi padre tratando de entender a que se refería, por lo que asentí solo
para hacerle creer que si había entendido de que iba la cosa. Se me aguaron los ojos igual
que todos los años al despedirme de mi padre y aun más por el hecho de que mi padre, el
gran Harry Potter, haya dicho que era una excelente bruja. Albus llego de la nada por lo
que me dirigí a despedirme de mamá mientras que mi hermano y mi padre
intercambiaban algunas palabras.

-Escribe cada vez que quieras, Argwen sabrá encontrarnos donde sea que estemos-
Dijo mama luego de abrazarme por millonésima vez- y por favor, no se metan en
problemas. Sé que su padre y yo no somos exactamente los mejores para pedirles esto,
pero cuando cosas extrañas empiezan a suceder en el mundo mágico el único lugar donde
estarán verdaderamente protegidos, pase lo que pase, será Hogwarts.

-Vale mamá, tampoco es como que fuéramos a tratar de atrapar algún maniático el
mismo año en que Albus y yo tenemos que presentar exámenes finales.

-Por Merlín, A veces te pareces mas a tu padre que a ti misma- otro abrazo- cuídate
cielo.

Termine de despedirme de mi madre, y luego me despedí de mis tíos, prometiendo


ayudar a Hugo para que pasara sus exámenes de pociones, ya que al parecer había
heredado lo desastroso del tío ron para hacer pociones… o casi cualquier hechizo.
Subí al vagón saludando por última vez con la mano y luego viendo como mi familia se
hacía cada vez más pequeña. Camine hasta el compartimiento que habíamos apartado
para terminar sentada sola, con las lechuzas y el gato de Rose, y maldiciendo el momento
en que mis dos primos y mi hermano y hasta mi mejor amiga habían terminado siendo
Prefectos y yo no. Es decir, no es como si de verdad me importara el ser o no ser prefecta,
lo que me irritaba era el no estar incluida es esto con mis amigos.
Como sabía que probablemente no vería a más nadie hasta dentro de un buen rato,
subí mis pies al asiento de forma que el largo de mis piernas estuvieran en el asiento y mi
espalda apoyada al vidrio de la ventana, para así poder disfrutar cómodamente de mí
impuesta soledad. Luego de 5 minutos, el aburrimiento me había vencido y solo quería
encontrar algo que hacer, hasta que un peso nuevo en mi cuello me recordó la bolsa de
cuero que mi padre me había dado. Volví a bajar los pies del asiento y vacié el contenido
de la bolsa en este.

>Un espejo Roto


>Un Pergamino en blanco
>Un Chivatoscopio
>Una moneda de Oro

-¿Pero qué…? - ¿es que mi padre había perdido totalmente la cabeza? Mire las cosas
por separado y luego trate de ponerlas una al lado de la otra, tratando de averiguar si
quizá algún tipo de magia se activaba con la presencia de otro objeto mágico. Mire
fijamente cada pieza por un buen rato hasta que me di por vencida. Volví a revolver la
bolsita de cuero con la esperanza de que alguna cosa que explicara las otras cuatros
apareciera, sin resultado alguno.

-Ahora sí, mi padre se había vuelto completamente loco. Tanto aparecerse de un lado a
otro y volar tan rápido habían terminado por fritarle el cerebro.

Volví a mirar los objetos y espere, y espere, y espere. Irritándome cada vez más por que
parecían ser un montón de baratijas. Frustrada, tome mi varita con una mano y el
pergamino en blanco con la otra. Abrí totalmente el pergamino y luego le apunte con la
varita

-Revelio- le di un toque con mi varita y casi me desmayo de la emoción cuando unas


finas letras empezaron a aparecer en el papel.

-El Señor Lunático, saluda respetuosamente la hija de Harry Potter, recordándole que
no sea una mocosa entrometida y pecosa, y que no debe meter sus narices donde no le
interesan
-El señor Colagusano, totalmente de acuerdo con Lunático, muestra sus respetos a Lily
Potter y añade, que quizá si pintara su cabello con un color menos parecida a la sangre
podrida seria menos entrometida.
-El señor Canuto, también se muestra totalmente de acuerdo con sus colegas,
pidiéndole a la adorable y pecosa hija de Harry Potter dejar de Curiosear.
-Y finalmente, yo, Cornamenta, sin nada más que agregar a los acertados comentarios
de mis amigos, le pide a Lily Potter guardar cuidadosamente el pergamino y dejarlo de
nuevo con Harry Potter, antes de que lo ensucie.
-lunático, Colagusano, canuto y cornamenta- susurre para mí misma a medida que las
letras y los insultos iban apareciendo. Finalmente un recuerdo sobre una vieja historia que
papa nos conto acerca de un pasadizo en Hogwarts que terminaba en Hogsmade me
dieron una idea de lo que era el pergamino. Espere a que todas las palabas terminara de
borrarse y volví a apuntar al pergamino con mi varita.

-Juro Solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Di un golpe con mi varita y de inmediato líneas y pequeñas manchas con letreros y


nombres comenzaron a aparecer en el pergamino. Una risa burbujeante floreció en mis
labios y apreté el pergamino a mi pecho al recordar varias de las aventuras de papá
durante su edad de colegio junto con mamá, Ron y Hermione.

-el Mapa del Merodeador, la moneda del ED, el chivatoscopio de la tía Hermione y el
espejo roto del cual la pareja era de Sirius Black y que ahora papá tenía en su despacho
encima de la chimenea.

Feliz de poseer los recuerdos de las mejores aventuras de papa me distraje totalmente
de vigilar la puerta, por lo que me congele en mi regocijo cuando alguien se aclaro la
garganta desde la puerta del compartimiento. Lentamente mire hacia la puerta para ver a
la persona de pie allí, solo para descubrir a James Malfoy apoyado cómodamente contra el
marco, con las piernas cruzadas sobre los tobillos y las manos dentro de los bolsillos de su
pantalón.

-¿Te han dicho que tienes una hermosa risa?- dijo con su ronca voz aterciopelada y con
la más dulce de las sonrisas en los labios.

Me sonroje a más no poder, olvidando responder y solo mirando al personaje de pie en


la puerta de mi compartimiento. El dio un paso dentro del compartimiento y con un
movimiento de varita cerró la puerta nuevamente. Cerré mis ojos y con una respiración
recupere el control de mi cuerpo, atinando a cerrar el mapa con las palabras de “travesura
realizada” y metiéndolo en la bolsa de cuero junto con todo lo demás.

-Pensé que tus primos, Albus y esa chica loca Longbottom estarían aquí contigo.

-Son prefectos, todos ellos- murmure- Yo pensé que estarías con Gretta y con Featriz.
Perdón, Beatriz Umbridge.

Una leve carcajada, muy poco característica de él, broto de sus labios mientras se
acomodaba en el asiento frente a mí.

-Digamos que logre escaparme un rato.


-Claro, escaparte- gire mi rostro y mire por la ventana, viendo los borrones de los
arboles a medida que el tren pasaba a toda velocidad

Podía sentir sus ojos fijos en mí, poniéndome cada vez más nerviosa y haciéndome que
me preguntara que rayos quería.

-¿Para qué…?

-Quería verte- ni siquiera me dejo terminar la pregunta cuando ya había respondido.


Como si pudiera leer mi mente.

-¿Cómo sabias que iba a preguntar?

El se encogió de hombros- Intuición.

La forma tan relajada en la que se movía por todo el compartimiento termino por
relajarme a mí también, rompiendo la tención que había haciendo que una suave risa
brotara de mis labios.

-¿lo sientes, verdad?- susurro- Sientes esa energía rara que hay entre nosotros, la
conexión ¿cierto?

Pegue lo mas que pude mi espalda al respaldar del asiento, tratando de poner toda la
distancia posible entre los dos, pero cada centímetro que yo retrocedía él lo borraba
acercándose aun más.

-No sé de lo que estás hablando- murmure. De inmediato la forma extraña en la que


presentí que él estaba a escasos metros de mí en el andén me hizo sentir culpable y
mentirosa.

-Si lo saber, Lily Potter- su rostro seguía acercándose y yo estaba quedándome sin
espacio para escapar- se que sientes cuando estoy cerca, sientes la corriente que pasa
entre nosotros- tomo mi mano para reafirmar lo que decía, y una potente corriente
eléctrica pareció fluir de su mano a la mía- entiendes lo que quiero decir cada vez que te
miro…

-Basta- lo corte a mitad de su discurso, nerviosa porque todo lo que decía era
completamente verdad y no estaba dispuesta a aceptarlo.

El se cayó pero aun así seguía sin alejarse de mí y sin soltar nuestras miradas. Nuestros
rostros solo a milímetros con los labios rosándose a penas. ¿Por qué rayos no terminaba
de acercarse, me besaba y ya? Mi respiración estaba agitada al igual que mi cabeza,
entonces decida corte casi la inexistente distancia y le bese.

Fue el más castos de los besos, probablemente, y que termino en unos pocos
segundos, pero transmitió tanto que de ninguna manera podría todo volver a ser como
antes de aquel beso.

-No sé qué sucede, Lily Potter- susurro- pero lo que si se, es que no quiero que termine.

Llegamos por fin a Hogwarts en una fría lluvia otoñal, congelándonos hasta el tuétano
gracias a lo mojados que estábamos. Clara, Rose, Hugo y Albus llegaron al compartimiento
del tren momentos después de que James se fuera dándome un beso en la frente y las
manos y saliera disparado del lugar, dejándome con un montón de ganas de golpearlo por
dejarme allí sin más palabras que un corto “Hasta luego”. Cuando llegamos al andén y
pudimos montarnos en los carruajes no pude evitar irritarme por no encontrarlo entre el
montón de cabezas y túnicas negras.

-Lil, ¿Qué pasa contigo? Has estado enfurruñada todo el viaje- Clara que estaba a mi
lado susurro esas palabras en mi oído.

-Estoy bien, Clars- respondí sin ganas- es solo el cansancio.

-Vale- Sabia que no lo dejaría allí, que más tarde me atosigaría de preguntas hasta que
le dijera algo. Así que conociéndola a ella y conociendo mi terquedad, batallaríamos
bastante antes de que alguien cediera.

Por fin llegamos al castillo y pasamos directo al Gran Comedor, donde ya la mayoría de
los estudiantes estaban sentados en las mesas de sus respectivas casas. Mas allá estaba la
mesa de los profesores, donde solo el puesto de Hagrid estaba vacío. Mirando más
detenidamente a los profesores me fije en dos rostros nuevos sentados en las sillas que
hasta el año pasado ocuparon el profesor Flitwick y el profesor Kingsley.

-Los dos se retiraron este año- dijo Clara cuando le pregunte por los nuevos profesores-
Papá me dijo que Kingsley debía hacerlo de todas formas, estaba ya demasiado viejo y en
cualquier momento podía perder la razón. Flitwick decidió retirarse para poder terminar el
libro de hechizos, ya sabes que lleva años trabajando en el.

-Ya lo sé- respondí volviendo a mirar a la mesa de profesores- Lo que no entiendo es


por qué la profesora Mcgonaggall tenía que contratar al Tío George como profesor de
encantamientos y a un profesor malhumorado como profesor de defensa contra las artes
oscuras.
-¿Qué?- Dijo Hugo levantándose y mirando la mesa de profesores. Se había vuelto más
pálido de lo normal ya que siendo el habitual blanco de las continuas bromas del Tío
George, el hecho de que siquiera en el colegio pudiera tener un poco de tranquilidad hacia
que pareciera que quisiera meterse debajo de su cama y nunca volver a salir- no puede
ser.

-Oh, por las barbas de Merlín, este año será genial- Rose estallo en risas junto a todos
nosotros- no te preocupes, Hugo, el no puede hacerte muchas bromas ahora que es
profesor. Al menos no aquí en el colegio.

Hablaba con clara sobre si iría a casa por unos días en navidad cuando le sentí. Sabía
que había entrado al comedor y casi podía adivinar a cuantos pasos exactos estaba de mí.
Casi por instinto gire mi rostro en su dirección y me encontré de lleno con sus ojos, los
cuales me miraron con una intensidad tal que me sonroje inmediatamente. Una burlona y
en exceso sexy sonrisa se asomo por sus labios haciéndome sonreír también un poco. Aun
cuando no quería dejar de verle, dirigí mi atención nuevamente a una parlanchina Clara,
que aun no se daba cuenta que había dejado de escucharla por unos instante por hablar
sin parar sobre los Nargles que su madre le había enseñado durante las vacaciones de
verano.

-¿Qué son Nargles?- pregunto Hugo con el ceño fruncido. Clara abrió la boca para
responder cuando las puertas del gran comedor se abrieron de par en par y una fila de los
nuevos estudiantes de primer año entraron temblando de pies a cabeza por el frio y el
pánico. Entre el montón de pequeñas figuras resalto una cabecilla castaña que miraba
todo con curiosidad y era la única que parecía no tener miedo.

-No sabía que tu hermana empezaba este año- murmure inclinándome hacia ella.

-¿No te lo dije? Creí haberte dicho eso en mi última carta.

-No lo hiciste, en fin ¿crees que entrara a Griffyndor?

-Lo dudo, creo que es más una Ravenclow, igual que mamá. Es idéntica a ella.

Mire con incredulidad a mi mejor amiga, con sus risos rubios indomables, piel cremosa
y blanca como la leche y los ojos claros y brillantes iguales a los de su madre. Es más, era
casi como su copia en miniatura, su gemela perdida. Mientras que su hermana de Cabello
castaño oscuro y piel más morena era una versión femenina de su padre.

Clara seguía mirando hacia su hermana, por lo que aproveche y lance otra mirada
curiosa a la mesa de Slyterin para descubrir que James de nuevo estaba mirándome con
mucha atención. Así que regodeándome internamente por su atención dirigí mi vista de
nuevo a la ceremonia de selección.
La profesora Sprout, subdirectora del colegio y profesora de Herbolaria para los
estudiantes de 6to y 7mo año, llego caminando con el viejo Sombrero Seleccionador y un
banco en el cual poso el sombrero. Dio un paso atrás y este comenzó a cantar las típicas
palabras que narraban los inicios de Hogwarts y las cualidades de cada casa; Sin embargo
no fue sino hasta la última estrofa del canto que los cabellos de todos se pusieron de
puntas.

“Tiempos difíciles se acercan.


Todos deben volver a ser como uno.
Porque solo la valiente sabiduría
Y la pureza del alma, lograran derrotar
Al último en las Tinieblas”

Se hizo silencio absoluto en la habitación, incluso los profesores dejaron de hablar


entre ellos y miraron al sombrero seleccionador. El profesor Neville miro de inmediato y
de forma preocupada al Tío George y luego a nosotros, con el temor escrito con letras
doradas en su rostro.

Entonces, la directora, la profesora Mcgonaggall se levanto de su puesto y dio unas


pocas palabras a la profesora Sprout al oído.

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