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Pues, hombre, yo qué culpa que usted sea tan obtuso y no repare en sus errores.

Si no le
parece revelador lo que dije sobre la manera en que el artículo “lo” afecta a la palabra
posterior, generando una sustantivación de la palabra (por lo que es un error decir que es un
adjetivo, porque a través de la metábasis se vuelve una entidad y no una descripción de la
misma: su boca es un presagio (el verbo presagiar adjetivado) de “lo perpetuo”, o sea, su
boca remite a otra existencia y cuánto participará de esta), pues lo siento mucho por usted.
Si en Filosofía es común el uso de esos artículos, es porque se busca, al reflexionar sobre
las cosas, de darles categoría de entidad a las palabras, hablar de fundamentos universales,
absolutos (todo sustantivo lo es): no es lo mismo tratar el asunto de “la Bondad”, como
gran principio, a referirse a una bondad cualquiera, a la bondad que tengo yo de comentarte
(¿notaste que en el primer caso sustantivé y en el segundo no, al usar el artículo?).
Por cierto, el intento de menosprecio “parece arte moderno” es incorrecto. La expresión
correcta es “parece Arte Contemporáneo”, pues es a este, y no al primero, al que los
ignorantes juzgan como tramoyero, rebuscado y pretencioso. Pero si no eres capaz de
entender el valor de la más sencilla de las figuras del lenguaje (un artículo), es claro que no
espero que seas muy brillante al discernir lo que es el proyecto modernista en las Artes.
Con esto ya no vuelvo a intervenir, pues soy tan orgulloso como Jesús: me ofende botar
demasiadas perlas a las bestias. Y más a las que ponen infantilmente el “me divierte” a las
opiniones. Creo que ya estás como grande…

Me pide un contra-argumento como si usted hubiera propuesto algo nuevo y mis


explicaciones no hubieran sido suficientes. Está bien, responderé su pregunta.
¿Qué tiene de revelador lo que le he dicho? Si usted fuera agudo, habría reparado en la
naturaleza de eso que yo me atreví a llamar “la sublimación de un adjetivo”, que es, de
hecho, la restauración de un elemento que devino en rasgo o magnitud como entidad del
conocimiento. Por eso el error de su post, el de confundir adjetivos con sustantivos
(inefable y perpetuo lo son en el contexto de sus enunciados), es significativo: revela que
fue incapaz de reflexionar sobre la naturaleza de las palabras que consideramos adjetivos,
las cuales no portan ese rasgo intrínsecamente; es decir, ninguna palabra está obligada a
plegarse a otra entidad para reducirse a la descripción y la contingencia de la adjetividad (si
desea que le explique en qué consiste esa contingencia lo haré con gusto).
Ahora usted se preguntará: ¿qué importancia tiene, entonces, la sustantivación en
expresiones literarias? Su importancia reside en que, al no reducirse a la adjetividad a un
término, se busca dar cuenta de la sobrecogedora impresión que generó algo en mí, de darle
mayor trascendencia. Cuando Edmund Burke, por ejemplo, reflexiona sobre lo sublime,
refiere una experiencia interesante: dice que un hombre que se encuentre en medio de una
gran sala hipóstila, puede experimentar el vértigo de lo infinito o lo inagotable por la
disposición uniforme de las majestuosas columnas, las cuales, desde cierto ángulo, parecen
no agotarse. Por eso es sutilmente distinto decir “esas columnas son infinitas”, a decir “esas
columnas refieren lo infinito”: en el primer caso hay una preocupación de magnitud,
racional si se quiere, en el segundo un deseo de dar cuenta del sentimiento que genera algo
magnífico, un ansia de absoluto (en las pasiones románticas es algo frecuente, de ahí la
relevancia del suicidio en movimientos como el Romanticismo Alemán, pues el contraste
entre las ansias de absoluto y la imposibilidad de su materialización es insoportable: por eso
decide quitarse la vida el joven Werther, que confiesa que no puede “abrazar sin
estrangular”, que se excede).
Una última cosa: en la expresión “qué estrategia tan patética”, es indispensable la tilde de
exclamación indirecta, pues es en ella donde reside la fuerza de ese disgusto por mi manera
de comentarle.

Una buena forma de que lo que escribas suene inteligente o que parecezca decir algo,
aunque no diga una mierda, es usar el artículo neutro "Lo", antes de un adjetivo cualquiera.
Por ejemplo, podrías decir "he vivido bajo el augurio de "lo" inefable. O también, "sus labios
son un presagio de "lo" perpetuo. Las frases en sí no dicen nada, pero cuando agregamos el
artículo "lo" un lector idiota pensará que está leyendo poesía pura. También aplica para
pseudo filosofia, es más, creo que de ahí lo aprendimos. Siganme para más consejos de
escritura barata.

Lo que el artículo «lo» genera en las frases mencionadas es la posibilidad de sublimar los adjetivos ulteriores;
es decir, la de concebirlos como absolutos platónicos (por eso es diferente concebir el enunciado así, a decir
«sus labios son un presagio de algo perpetuo»,
en el cual se rebaja la dignidad de esa misma perpetuidad al establecerla como una de varias posibles, no
universal).
Si lo sublime se concibe como algo capaz, por la sobrecogedora fuerza de su naturaleza, de evocar lo absoluto
(como cuando Kant imagina que la inmensidad de la bóveda celeste impresiona con un terror delicioso que
remite a lo Grande en sí mismo), asimismo la promesa del beso, en una pasión desbordada, es un exceso
nervioso que no puede más que remitir a la voluptuosidad sin límite, al amor que no cesa. Pero claro, es un
presagio-evocación que se experimenta no sin malestar al ser absolutamente conscientes de que el placer de la
más deseada de las bocas cesará, se apurará el cáliz, a pesar del vuelo sin límites de la imaginación
impresionada.
Sobre «he vivido bajo el augurio de lo inefable», hay un relato conocido como «Veintisiete» del escritor
Giorgio Manganelli, que da cuenta de su valor.

 Esas dos frases basura las inventé yo en un par de segundos para hacer mí comentario. Pero es
muy divertido ver todo lo que usted puede decir sobre ellas. Parece arte moderno

Otra posibilidad: la boca no refiere una pasión romántica, sino el rictus de una expresión hierática,
como la de la Virgen, la cual, ante su solemnidad, evoca-presagia el absoluto de lo virginal, de la
austera y severa vida de quien se entrega a la dura senda de la virtud, que es el camino hacia la
inmortalidad del alma.
Es que eso es, precisamente, lo curioso de sus intenciones: usted intentó menospreciar el valor del
artículo «lo» inventando rápidamente dos enunciados en los cuales está completamente justificado
su uso y valor, el cual da sentido (así sea o no interesante ese sentido).

Yo no menosprecié el articulo, menosprecié su uso como herramienta para escribir cosas que en el
fondo no dicen nada. Tu comentario es un buen ejemplo de ese tipo de textos: Citas desobligadas,
abuso de terminos, adjetivos rimbombantes y en el fondo nada. Por eso me tomé la libertad de
aclarar que también aplica para pseudo filosofía.

Pues, hombre, yo qué culpa que usted sea tan obtuso y no repare en sus errores. Si no le parece revelador lo
que dije sobre la manera en que el artículo “lo” afecta a la palabra posterior, generando una sustantivación de
la palabra (por lo que es un error decir que es un adjetivo, porque a través de la metábasis se vuelve una
entidad y no una descripción de la misma: su boca es un presagio (el verbo presagiar adjetivado) de “lo
perpetuo”, o sea, su boca remite a otra existencia y cuánto participará de esta), pues lo siento mucho por
usted.
Si en Filosofía es común el uso de esos artículos, es porque se busca, al reflexionar sobre las cosas, de darles
categoría de entidad a las palabras, hablar de fundamentos universales, absolutos (todo sustantivo lo es): no es
lo mismo tratar el asunto de “la Bondad”, como gran principio, a referirse a una bondad cualquiera, a la
bondad que tengo yo de comentarte (¿notaste que en el primer caso sustantivé y en el segundo no, al usar el
artículo?).
Por cierto, el intento de menosprecio “parece arte moderno” es incorrecto. La expresión correcta es “parece
Arte Contemporáneo”, pues es a este, y no al primero, al que los ignorantes juzgan como tramoyero,
rebuscado y pretencioso. Pero si no eres capaz de entender el valor de la más sencilla de las figuras del
lenguaje (un artículo), es claro que no espero que seas muy brillante al discernir lo que es el proyecto
modernista en las Artes.
Con esto ya no vuelvo a intervenir, pues soy tan orgulloso como Jesús: me ofende botar demasiadas perlas a
las bestias. Y más a las que ponen infantilmente el “me divierte” a las opiniones. Creo que ya estás como
grande…

El hipérbaton no es una alteración semántica, es una alteración sintáctica. Voy a tener que
empezar a cobrarle por tanta corrección.

Si, error mio al escribir. Pero, el contexto deja muy claro que me refiero al orden de las palabras
(sintaxis). Sin embargo, usted se limitó a ese error para evadir el argumento entero y no dar una
respuesta. Que estrategia tan patética. Me quedo esperando el contra-argumento que eludió,
aunque es triste que lo haga ahora que pongo en evidencia su truquito barato.

Me pide un contra-argumento como si usted hubiera propuesto algo nuevo y mis explicaciones no hubieran
sido suficientes. Está bien, responderé su pregunta.
¿Qué tiene de revelador lo que le he dicho? Si usted fuera agudo, habría reparado en la naturaleza de eso que
yo me atreví a llamar “la sublimación de un adjetivo”, que es, de hecho, la restauración de un elemento que
devino en rasgo o magnitud como entidad del conocimiento. Por eso el error de su post, el de confundir
adjetivos con sustantivos (inefable y perpetuo lo son en el contexto de sus enunciados), es significativo: revela
que fue incapaz de reflexionar sobre la naturaleza de las palabras que consideramos adjetivos, las cuales no
portan ese rasgo intrínsecamente; es decir, ninguna palabra está obligada a plegarse a otra entidad para
reducirse a la descripción y la contingencia de la adjetividad (si desea que le explique en qué consiste esa
contingencia lo haré con gusto).
Ahora usted se preguntará: ¿qué importancia tiene, entonces, la sustantivación en expresiones literarias? Su
importancia reside en que, al no reducirse a la adjetividad a un término, se busca dar cuenta de la
sobrecogedora impresión que generó algo en mí, de darle mayor trascendencia. Cuando Edmund Burke, por
ejemplo, reflexiona sobre lo sublime, refiere una experiencia interesante: dice que un hombre que se
encuentre en medio de una gran sala hipóstila, puede experimentar el vértigo de lo infinito o lo inagotable por
la disposición uniforme de las majestuosas columnas, las cuales, desde cierto ángulo, parecen no agotarse. Por
eso es sutilmente distinto decir “esas columnas son infinitas”, a decir “esas columnas refieren lo infinito”: en
el primer caso hay una preocupación de magnitud, racional si se quiere, en el segundo un deseo de dar cuenta
del sentimiento que genera algo magnífico, un ansia de absoluto (en las pasiones románticas es algo frecuente,
de ahí la relevancia del suicidio en movimientos como el Romanticismo Alemán, pues el contraste entre las
ansias de absoluto y la imposibilidad de su materialización es insoportable: por eso decide quitarse la vida el
joven Werther, que confiesa que no puede “abrazar sin estrangular”, que se excede).
Una última cosa: en la expresión “qué estrategia tan patética”, es indispensable la tilde de exclamación
indirecta, pues es en ella donde reside la fuerza de ese disgusto por mi manera de comentarle.

Uy viejo, hágase ver de un médico porque esa manía de divagar y perder el foco puede ser un problema
cognitivo serio. Ni siquiera ha tocado la tesis de mí comentario inicial y se supone que esa tesis es la que
usted debe controvertir. Se la resumo porque sé que ni la recuerda: "La sustantivización del adjetivo por
medio del artículo "Lo" puede ser usada como truco barato para hacerle creer a malos lectores que nuestros
textos dicen algo". Eso es en esencia lo que yo afirmo, pero frente a esa afirmación usted no ha dicho nada,
solo se dedica a hacer pseudo-análisis de los ejemplos que usé y a divagar en circunloquios totalmente
desconectados del tema. Sus respuestas son sólo pajas mentales. Usted es el mejor ejemplo de una escritura
que no dice nada. Por eso sus respuestas son larguísimas, porque está incapacitado para ser concreto y
puntual, porque debe hacer todo tipo de rodeos sin decir nada, pero aparentando que lo hace. Por eso desde un
inicio le incomodó mí comentario, porque era imposible que no se viera reflejado en el.

 Es sustantivación, no sustantivización. Y no, reconozco que no me vi nada reflejado en "él", en tu post.
Y a lo que tú llamas "mi tesis", sin contar los ejemplos que te juegan en contra y no a favor, y que son lo que
a mí más me interesa, me parece una imbecilidad nada digna de atención; pues es una obviedad que todo
recurso del lenguaje puede ser usado de manera incorrecta, como truco barato. Mejor dejar así: comprendo
que te puedes sentir reducido o castrado, y que eso te impide reconocer cualquier cosa. En el fondo, créeme,
empatizo contigo: nadie va en contra de sí mismo.
Suerte con los consejos de escritura barata.

 Si lo que afirmé en mi comentario inicial es obvio, entonces usted gastó una buena parte de su
tiempo intentando negar algo que es obvió. Por otro lado, gracias. Le diría que voy a compartir con
usted mís futuros consejos sobre escritura barata, pero en ese asunto es claro que usted ya
conoce y domina todo. Y una última cosa, ya que a usted le gusta usar arbitrariamente términos del
psicoanálisis como "sublimación", dale una repasada al término psicodinámico "negación". Podría
aprender mucho de sí mismo.

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