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HISTORIA DE LA MÚSICA

MARÍA EUGENIA MOTILLA

LAS CAMPANAS DE
SÉRGEI RACHMANINOV

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Sérgei Rachmaninov (1873-1943), intérprete y compositor, quien en numerosas ocasiones
había sido tildado de ser un hombre fuera de su tiempo, por no comprender los patrones
estilísticos de las nuevas líneas musicales que, por entonces, se estaban ya afincando en el
panorama musical; llamado ignorante por no conocer Las variaciones ‘’Heroica’’ de
Beethoven, comparado con pianistas coetáneos como Schnabel o Fischer, o considerado un
intérprete cuestionable, pues todo el repertorio que tocaba lo adhería a su profunda
sensibilidad y áspero sonido. Este hombre, sin embargo, pudo componer la maravillosa
sinfonía coral Las campanas, Op. 35.
Tras su gira por Estados Unidos y el estreno de su tercer concierto para piano en re menor,
Op. 30, en Nueva York, dirigida por Walter Damroch y poco más tarde por Gustav Mahler,
decide volver a Rusia, donde le esperan noticias aciagas. Su prima y primer amor Vera
Skalon, a la que conoció durante una estancia con su abuela, después de la ruptura con su
profesor Zverev, fallece a causa de la viruela. A raíz de este acontecimiento, en las
vacaciones del verano de 1913, viaja a Italia, donde compone la ya mencionada sinfonía
coral, similar a un poema sinfónico, pero dividido en los cuatro tiempos de una sinfonía. El
30 de noviembre de ese mismo año se estrena en San Petersburgo. Es una sinfonía coral
descriptiva inspirada en el poema Las campanas, dividido en cuatro cantos independientes, al
igual que la sinfonía, del escritor americano Edgar Allan Poe, y dedicada al célebre director
de orquesta Guillermo Mengelberg y a su Orquesta del Concertgebow de Ámsterdam.
Durante su estancia en Italia, concretamente en Roma, dispone de un pequeño apartamento en
la conocida Piazza di Spagne, en la cual había vivido anteriormente Tchaikovsky. Allí recibe
una carta sin remite sugiriéndole que pusiera música al poema de Poe, traducido al ruso por el
poeta simbolista Kónstantin Balmont.

● El primer movimiento es un Allegro ma non troppo con el subtítulo Campanas de


plata, los trineos, versos contenidos en la primera parte del poema:

Hear the sledges with the bells–


Silver bells!
What a world of merriment their melody foretells!
How they tinkle, tinkle, tinkle,
In the icy air of night!

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While the stars that oversprinkle
All the heavens, seem to twinkle
With a crystalline delight;
Keeping time, time, time,
In a sort of Runic rhyme,
To the tintinnabulation that so musically wells
From the bells, bells, bells, bells,
Bells, bells, bells–
From the jingling and the tinkling of the bells.

Escuchad las campanas de los trineos.

¡Campanas de plata!

¡Qué mundo de diversiones anuncia su melodía!

¡Cómo tintinean, tintinean, tintinean,

en el aire helado de la noche!

Mientras las estrellas que centellean

por todo el cielo parecen guiñar el ojo

con cristalina delicia;

guardando el compás, compás, compás

como en un rúnico ritmo,

en el campanilleo que surge tan musicalmente

de las campanas, campanas, campanas, campanas,

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campanas, campanas, campanas,

del sonar y repicar de las campanas.

El animado ritmo de la orquesta junto con el tintineo de las campanillas evoca la imagen de
un trineo deslizándose por la nieve. En la sección central, entra en escena el tenor y los coros
con una melodía folclórica rusa y el tema se eleva hacia un brillante lirismo envuelto en un
ambiente eufórico. Una breve coda orquestal cierra el movimiento.

● El segundo movimiento, Lento, subtitulado Campanas de oro, la boda remite a los


siguientes versos:

II

Hear the mellow wedding bells


Golden bells!
What a world of happiness their harmony foretells!
Through the balmy air of night
How they ring out their delight!
From the molten-golden notes,
And all in tune,
What a liquid ditty floats
To the turtle-dove that listens, while she gloats
On the moon!
Oh, from out the sounding cells,
What a gush of euphony voluminously wells!
How it swells!
How it dwells
On the Future! how it tells
Of the rapture that impels
To the swinging and the ringing

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Of the bells, bells, bells,
Of the bells, bells, bells, bells,
Bells, bells, bells--
To the rhyming and the chiming of the bells!

II

Escuchad las dulces campanas nupciales.

¡Campanas de oro!

¡Qué mundo de felicidad su armonía anuncia

en el fragante aire de la noche!

¡Cómo transmiten por doquier su delicia!

Más allá de las fundidas notas de oro

y todas en armonía

qué líquida canción flota

para la tórtola que escucha, mientras se regocija

con la luna.

Oh, de las sonoras celdas,

¡qué borbotón de alegría surge voluminosamente!

¡Cómo se dilata!

¡Cómo resta

en el futuro! ¡Cómo dice

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la gran alegría que excita

el balanceo y el tañido

de las campanas, campanas, campanas,

de las campanas, campanas, campanas, campanas,

campanas, campanas, campanas,

al ritmo y repique de las campanas!

Aquí aparece la boda, sugerida por un tema amplio de la mano de la orquesta, teñido de
melancolía. A posteriori, interviene brevemente el coro para dar la palabra a la soprano, quien
acompañada por la cuerda, interpreta una melodía nostálgica de origen ruso (de nuevo
Rachmaninov apela a la tierra natal) que desemboca en un tutti de orquesta y coros. La
soprano eleva la tensión emotiva del tema, progresivamente, yendo hacia un registro más
agudo y el coro hace la función de contrarréplica en los bajos hasta que la orquesta va
silenciando el movimiento, lentamente.

● Tercer movimiento, Presto, subtitulado Campanas de bronce; la alarma en forma de


scherzo y referido a los siguientes versos:

III

Hear the mellow wedding bells


Golden bells!
What a world of happiness their harmony foretells!
Through the balmy air of night
How they ring out their delight!

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From the molten-golden notes,
And all in tune,
What a liquid ditty floats
To the turtle-dove that listens, while she gloats
On the moon!
Oh, from out the sounding cells,
What a gush of euphony voluminously wells!
How it swells!
How it dwells
On the Future! how it tells
Of the rapture that impels
To the swinging and the ringing
Of the bells, bells, bells,
Of the bells, bells, bells, bells,
Bells, bells, bells--
To the rhyming and the chiming of the bells!

III

Escuchad las sonoras campanas de alarma

¡Campanas de bronce!

¡Qué historia de terror cuenta ahora su turbulencia!

En el sobresalto oído de la noche,

¡cómo chillan su espanto!

Demasiado asustadas para hablar,

sólo pueden chillar, chillar,

fuera de tono,

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llamando clamorosamente a la misericordia del fuego,

en una loca discusión con el sordo y frenético fuego,

que sube más arriba, más arriba, más arriba,

con su desesperado deseo,

y un resuelto esfuerzo

ahora –ahora ponerse, o nunca,

al lado de la pálida cara de la luna.

¡Oh las campanas, campanas, campanas!

¡Qué historia cuenta su terror

de desesperación!

¡Cómo rechinan, chocan y rugen!

¡Qué horror vuelcan

en el pecho del aire palpitante!

El oído comprende completamente,

por el tañido,

y el rechinar,

cómo se abate e hincha el peligro;

el oído distingue inmediatamente

en el doblar

y en el balancear

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cómo se abate e hincha el peligro

por la fatiga o el aumento de la ira de las campanas.

De las campanas, campanas, campanas, campanas,

campanas, campanas, campanas.

¡en el clamor y estrépito de las campanas!

Una crispante tercera se repite con insistencia, más veloz cada vez creando un clima de
angustia y expectación. El coro canta marcando excesivamente los acentos siendo el tema,
vestigio de una melodía sobradamente conocida por Rachmaninov: el obsesivo Dies Irae.
Este tercer movimiento se desarrolla como una danza macabra, plagada de ritmos medievales
compulsivos que llevan a un clímax apoteósico de gran violencia y sobrecogimiento.

● Cuarto movimiento, Lento, subtitulado Campanas de hierro; muerte que cierra el


poema y su espacio simbólico.

IV

Hear the mellow wedding bells


Golden bells!
What a world of happiness their harmony foretells!
Through the balmy air of night
How they ring out their delight!
From the molten-golden notes,
And all in tune,
What a liquid ditty floats
To the turtle-dove that listens, while she gloats
On the moon!

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Oh, from out the sounding cells,
What a gush of euphony voluminously wells!
How it swells!
How it dwells
On the Future! how it tells
Of the rapture that impels
To the swinging and the ringing
Of the bells, bells, bells,
Of the bells, bells, bells, bells,
Bells, bells, bells--
To the rhyming and the chiming of the bells!

IV

Escuchad el tañido de las campanas

¡Campanas de hierro!

Qué mundo de solemnes pensamientos su monotonía trae.

En el silencio de la noche,

¡cómo nos estremecemos de miedo

con la melancólica amenaza de su tono!

Cada sonido que flota

de sus oxidadas gargantas,

es un gemido.

Y la gente–ah, la gente–

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que está encima del campanario,

sola,

y que dobla, dobla y dobla,

en esta monótona velada,

encuentra una gloria al tirar

una piedra en el corazón humano.

No son hombre ni mujer.

Tampoco bestias ni humanos:

Son vampiros;

su rey es quien dobla:

y repica, repica, repica,

repica

un himno con las campanas

¡y su pecho alegre se dilata

con el himno de las campanas!

Y baila y grita;

guardando el compás, compás, compás,

en un rúnico ritmo,

al himno de las campanas.

De las campanas:

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guardando el compás, compás, compás,

en una especie de rúnico ritmo,

al palpitar de las campanas;

de las campanas, campanas, campanas,

al sollozo de las campanas.

Guardando el compás, compás, compás,

mientras toca, toca, toca,

en un feliz ritmo rúnico,

al tañido de las campanas:

de las campanas, campanas, campanas,

al doblar de las campanas,

de las campanas, campanas, campanas, campanas,

campanas, campanas, campanas,

al quejido y al lamento de las campanas.

En este movimiento final, el corno inglés interpreta una melodía elegíaca junto con acordes
quejumbrosos del metal, mientras el barítono canta una lúgubre y tenebrosa melodía que es
respondida por la intervención desafiante de los coros (podría estar representando la dualidad
de la existencia a la manera de las tragedias griegas; en este caso, Corifeo versus coro). La
canción adquiere dramatismo acompañada de una siniestra armonía. Suena el corno inglés, de
nuevo, tétrico tema al que se une la orquesta y las cada vez más acuciantes amenazas del
coro. El panorama no puede ser más desolador. La voz del barítono se ahoga en su tesitura
más baja antes de que la orquesta ordene el fin que nos lleva a la coda.

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El poema, que data de 1848, fue escrito casi a modo de conjuro durante una larga depresión
tras la agonía de su esposa, Virginia Clemm, y su posterior falta de creatividad.
Acercándonos ligeramente al mundo simbólico, el sonido de las campanas es símbolo del
poder creador. Por su posición suspendida participa del sentido místico de todos los objetos
colgados entre el cielo y la tierra; por su forma tiene relación con la bóveda y, en
consecuencia con el cielo1. Evidentemente, el tañer de las campanas para Rachmaninov, al
igual que el Dies irae, tiene un profundo efecto a raíz de la repetición, también presente,
como un mantra, en el poema. Ahora bien, podemos relacionar esta sinfonía, no sólo con la
complejidad de un hombre proclive a la introversión, manías recurrentes y tristeza crónica;
asimismo es el perfecto relato del ciclo vital: la alegría juvenil, madurez del matrimonio, la
llegada de la senectud y sus achaques y la muerte, al fin. Además, guarda una íntima relación
con la Sinfonía Patética de Tchaikovsky, compuesta en Roma, mismo lugar donde años
después Rachmaninov elige componer Las campanas. El cuarto movimiento de dicha
sinfonía posee ciertas reminiscencias de la ópera La dama de picas, también de Tchaikovsky
y cuya inspiración nace de la novela de Pushkin (se sobreentiende el título). Aún cabe
destacar una última analogía: un ciclo de canciones en forma de sinfonía, Das Lied von Erde
o La canción de la Tierra, compuesta por Gustav Mahler en 1907 para dos solistas vocales en
la que tras el fallecimiento de su hija mayor, María, la pérdida de su puesto como director en
la Ópera de Viena y las noticias no muy alentadoras acerca de una afección cardiovascular, le
llevaron a componer estas canciones, en plenos Dolomitas, a través del imaginario de poetas
chinos como Lǐ Bái, entre otros, escalas de tonos enteros y el uso recurrente de la
pentatónica, que relatan el devenir humano, desde la exaltación de la juventud, la caída del
paraíso y el largo declive hasta el ewig, ewig: eternamente, eternamente.

Los más puristas apenas se detienen ante esta obra, estructuralmente poco ortodoxa, no
obstante, encuentro en ella una belleza implacable, una colaboración interdisciplinar
necesaria y, sobre todo, la verdad a la que todo ser humano está expuesto y ¿dispuesto a
narrar?

1 Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos.

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