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1608217
Pero, si hay un mineral que ha condicionado durante los últimos años la violación
sistemática de derechos humanos en la zona y captado el interés de numerosas
empresas multinacionales, ese es, sin duda, el coltán. Distintos estudios ubican
alrededor del 80% del coltán mundial en territorio congoleño. Aunque tanto el
nombre que da lugar a este trabajo como el sobrenombre que ha recibido el
conflicto que sacude al pueblo congoleño ha pasado a la historia como “la guerra
del coltán”, es preciso matizar que una referencia más adecuada sería “la guerra
de los minerales”, ya que el coltán no es el recurso más valioso, ni siquiera el más
abundante, de los existentes en la región.
Algo tremendamente significativo de este genocidio fue que no solo fue el Estado
quien participó en esta matanza, sino que también los civiles fueron entrenados
para exterminar al grupo étnico enemigo. De hecho, en el genocidio participaron
militares, paramilitares y gente ordinaria, de la calle. Vecinos matando a vecinos o
incluso familiares matando a algún miembro de su familia, incluso a veces a sus
propios hijos por ser fruto de familias mixtas. Además, la violencia sexual durante
el genocidio fue sistematizada y generalizada, tanto, que la violencia contra las
mujeres tutsis fue declarada por el Tribunal Criminal Internacional para Ruanda
como una forma de genocidio
dio por terminados los diálogos de paz y lideró una serie de ataques selectivos. De
a poco, fue capturando ciudades de distinta envergadura, y se fue acercando a
Kigali. A su paso, sumaba cada vez más reclutas entre los sobrevivientes, que
encontraban en el FPR el único refugio de una muerte segura. En ese período,
también se produjeron matanzas indiscriminadas de tutsis contra hutus.