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Abstract: Departing from the inefficiency of the political realisms systems, we will de-
velop a study it brings the rhetorical mechanisms over as instruments of political analysis.
This will lead us of the hand of Derrida and Laclau, between others, to an examination of
our political key categories (sovereignty, freedom, hegemony, law). At the same time, we
will see that they propose these theories and the relation with the recent political events
in USA, the change of government in favour of Obama.
Key words: Hegemony, politics, emptiness, rhetoric, responsibility, realism.
de cualquier país democrático occiden- indebida del cálculo económico, tal y como
tal, y por que no mundial, preguntando, se ha venido haciendo desde la caída del
¿qué significa la sociedad?, ¿qué significa estado de bienestar a partir de la década
la política?; las respuestas serían probable- de los setenta del pasado siglo.
mente variopintas aunque de seguro se po-
Esta necesidad y esta lógica de estruc-
drían clasificar a partir de grandes bloques
tura retórica podemos observarla en la
que recogerían las tendencias principales
génesis misma de nuestra tradición libe-
que han sido protagonistas a lo largo de
ral. Concretamente, en la configuración
nuestra historia. Llegando, como no, a las
racional del contractualismo liberal de
respuestas consolidadas alrededor de po-
Hobbes (Hobbes 2002). El deja muy claro
sicionamientos ciudadanos múltiples que,
que es necesario el desarrollo de un mé-
en nuestra actualidad, parten de la crítica
todo que substituya las prácticas de poder
común a una política y a un sistema que
asentadas en una lógica de la verdad, en
en lugar de alternativas parece producir
su mayoría adscritas al oscurantismo reli-
apatía, ineficacia y hostilidad, ciudadanos
gioso. Esto es, describe la necesidad de un
con ideas pero en muchos casos hastiados
nuevo imaginario. Se trata por lo tanto de
de las ideologías.
un método, de una nueva narración que
Por lo tanto, lo que nos debería llamar proponga y defienda las necesidades que
la atención es que no podríamos despren- la sociedad emergente de su época enten-
der una definición esencial de los términos día como básicas, y que fueron recogidas
básicos de nuestro imaginario político a en un tríptico operativo: libertad, seguri-
partir de un ejercicio consultivo, y no por dad y propiedad. Su defensa, derivaría en
una falta de coraje o carencia intelectual, la formalización de un modelo democrá-
ya que tampoco lo podríamos hacer re- tico que denominaríamos posteriormente
uniendo en ese mismo auditorio a las men- protector (Held, 1993). Hobbes en todo
tes más lúcidas de las Ciencias Políticas. Y momento presenta una estrategia retó-
es que seguramente, acabaríamos estable- rica, desde la portada estudiada del Le-
ciendo luchas acerca de esos significados, viatán, hasta los principios constitutivos
apropiamientos estratégicos, o fidelidades del acuerdo; jamás habla de verdad ni de
históricas, pero en realidad no podríamos esencia, acaso de necesidad, pero como to-
definir la política, ni la sociedad, cualquier dos sabemos con ello no se refería a una
consenso respondería a una lógica eficien- necesidad natural e incuestionable, sino
temente retórica. Lo que parece despren- a un estado de necesidad que describía
derse de nuestro ejercicio imaginativo, es su época. Hobbes presenta el contrato,
la idea e imagen de estos campos como mediante un ejercicio de imaginación y
discutibles, están vacíos y su significado es equipara el momento constituyente a un
una clara muestra de un ejercicio retórico acto fundacional en el que su fuerza no se
mediante el que pretendemos copar o he- puede retrotraer a una realidad o esencia
gemonizar su vacío. Claro está, que quizá que lo defina; sino que su fuerza radica
este ejercicio sea ya una respuesta. La polí- en la aceptación de pequeñas metonimias
tica posee una base no apropiable, ni unas orientadas a la consolidación y aceptación
leyes esenciales, es como pretenderemos de una última metáfora que aceptemos
mostrar una práctica retórica, una narra- todos, la metáfora del Estado (tanto el de
ción. Esto no resta seriedad ni profundi- naturaleza como la organización de po-
dad, sino que otorga y demanda responsa- der). De hecho el consentimiento, piedra
bilidad, así como nuevos mecanismos que angular del liberalismo proto-democrático
permitan articular una política de resulta- surge como motor imprescindible de esta
dos y eficacia eficientemente democráti- estrategia; consentimos nuestra metáfora
cos, no definibles mediante la apropiación convirtiéndonos en padres fundadores, en
Este tipo de análisis abrió los análisis les estaban dispuestas a asumir, la caída del
académicos a enfoques más interpretati- bloque soviético finaliza con la era de las
vos y post-estructuralistas. políticas amigo-enemigo y desde enton-
ces “el jurado ya no está fuera”(Halliday
Sin embargo y a pesar de las duras crí-
1993); por lo que las políticas occidentales
ticas al realismo, defensores de esta visión
se vuelven claramente neoliberales dilu-
como Robert Tucker o Stephen Krasner
yendo las estrategias de contención como
(Krasner 1983), argumentan que la histo-
el estado de bienestar en una política eco-
ria avala su teoría, por lo que defenderán
nómica en la que el Estado queda reducido
que dos de los presupuestos defendidos
a mínimos, y el Imperio de la Ley a una
por su teoría son invariables: 1) sistema
función mediadora bastante sospechosa.
internacional anárquico, 2) el derecho de
Mientras la democracia pierde su función
autoayuda, esto es, el derecho de un es-
constitutiva de sentido, autores “bien pa-
tado a determinar cuando sus intereses le-
gados” como Fukuyama (Fukuyama 1992)
gítimos están amenazados. A esto habría
se apresuran a enterrar espectros como los
que sumar, que según Krasner la natura-
de Marx, eso si para anunciar el fin de la
leza de las relaciones internacionales es no
historia. Y es que cualquier alternativa a la
cooperativa2. Claro que esta afirmación se
lectura mayoritaria era tachada de utópica,
realiza de manera acrítica, y asumiendo
al mismo tiempo que su defensor lo era de
curiosamente como esencial una descrip-
nostálgico.
ción, o una narrativa, cuya retórica quiere
ser descrita como contrastación y prueba Como vemos, asistimos a la configu-
empírica. Ante esto Jim George replicará ración, ya desde finales de los setenta, de
que las visiones realistas operan desde una una nueva narración que aplica categorías
codificación de nuestra realidad en la que contingentes a la economía a la vez que
los procesos dialógicos de interacción hu- asume como natural esa anarquía de la
mana son observados con extrañeza o “es- economía o de nuestras relaciones inter-
tratégicamente olvidados”. nacionales. Se ha “naturalizado” el re-
sultado de un ordenamiento económico
global que se muestra ingobernable, pero
--Soberanía y narración. nadie se ha hecho responsable de las deci-
siones tomadas ni de la sospechosa tran-
Lo que observamos es la asunción de
sigencia de la mayoría de gobiernos, que
una meta narración en la que se produce
apresuradamente subscribieron tratados e
una inflexión semántica a partir de seis
ideas mediante las cuales el libre mercado
términos: naturaleza-cultura; civilización-
en su traducción neoliberal se mostraba
soberanía, narración-verdad. Con ello ten-
como condición necesaria para el estable-
dríamos civilizaciones asentadas en una
cimiento y consolidación de las democra-
naturaleza propia y estanca; y claro está, si
cias.
acudimos a los análisis de Huntington (Hun-
tington 1997, 1994) estas civilizaciones se Y es que, como Bobbio sostiene, puede
establecerían desde su vinculación con una ser verdad que la democracia haya supe-
base místico-religiosa, lo que ya de por si rado el desafío del comunismo histórico,
nos conduciría, según el, hacia la necesidad “¿Pero qué medios y qué ideales tiene para
de salvaguardar aquellos modos de vida co- hacer frente a esos mismos problemas de
rrectos y óptimos, o lo que es lo mismo, las los que surgió el desafío comunista?” (Bo-
democracias liberales occidentales. Esto se bbio 1993). Para poder responder a esta
observa perfectamente, como se radicaliza pregunta nos haremos eco de las reflexio-
a partir de 1989. Esta fecha puso “fin” a la nes de Raymond Aron, recogidas por Que-
vital y radical discusión en torno al tipo de sada en la introducción su estudio Sendas
civilización que las democracias occidenta- de Democracia (Quesada 2008), sobre “la
clausura de los tiempos” y “el fin de las expresión en las políticas imperialistas del
ideologías” vertidas en la revista Commen- último gobierno republicano en USA defi-
taire. Allí Aron sostendrá que la crítica al nida por la creación de una nueva verdad
marxismo acarrea la “insana” valoración que se presenta en un texto, la “Carta de
negativa del término “ideología” y su con- América” y la supuesta consolidación de
tenido. Sin embargo Aron, defenderá que Estados Unidos como “demos universal
esos mismos ideales liberales, como la li- legitimado” y la democracia como la “reli-
bertad, la igualdad o la felicidad deberían gión civil” que se debe abrazar.
entenderse como ideología, aplicando a
2) A su vez, desde el “instrumentalismo
este término un sentido crítico positivo y
político socio-económico” que tendría en
de prospección social.
Giddens a uno de sus mayores represen-
Pero como sabemos, lo que ha suce- tantes, se nos anuncia la quiebra de la fi-
dido es todo lo contrario. Frente a las losofía y de los paradigmas que habían re-
irracionalidades producidas por el sistema presentado el momento emancipatorio. Es
liberal (nos referimos a todos sus aspec- necesario que los gobiernos recuperen su
tos), no se ha ejercitado un análisis de los función, que es la de guiar a la sociedad,
resultados que estas prácticas estaban pro- la de dar respuesta ante un mundo desbo-
duciendo, lo que contradice sus “políticas cado. Para ello la democracia ya no se pro-
eslogan de eficacia y resultados3”. Por la pone como un sistema de institución de
contra, lo que se ha planteado, frente al sentido en común, sino como un sistema
clima de hostilidad generado por el propio de contención, análisis y satisfacción de las
sistema en la sociedad y economía global necesidades de nuestra sociedad. Esto no
interdependiente, es una contra-narrativa4 se lograría desde una epistemología socio-
panóptica asentada en un mito fundacio- lógica, que nos ayudaría a conocer las di-
nal que encuentra su expresión y unidad ferentes partes que componen el complejo
en los atentados del 11S en USA. A la vez, espacio de la globalización, sirviendo de
que articula un cálculo de pertenencia fra- este modo como guía para una sociedad.
ternalista5, como definitorio en la demar- Giddens reviste con rostro humano al ca-
cación de la soberanía y su conjunto social. pitalismo, pero no se plantea la idoneidad
Sin olvidarnos de la eugenesia civilizatoria de un modelo económico como el actual.
propuesta por la política de ejes en el go- Nos gustaría escuchar respuestas ante la
bierno de G.W. Bush. presente crisis.
Por lo tanto nos encontramos con la ¿Es efectiva esta política? Teniendo
configuración de un imaginario-sociopo- todo ello en cuenta, lo que estamos, es
lítico, cuya base se sigue asentando en la asistiendo a la construcción de una meta-
lectura realista de nuestra política; imagi- narración que no puede encontrar justifi-
nario que estría determinado por cuatro cación más allá de un ejercicio de potes-
factores principales, tal y como señala Ma- tad política, militar y económica. Ante ello
nuel Castells: a) el capitalismo industrial, deberíamos de responder a muchas cues-
b) la postmodernidad, c) la revolución de tiones: ¿Acaso las justicia esta de nuestro
las comunicaciones y d) la democracia. lado?, ¿nuestro sistema socio-económico
no posee una relación directa con el mo-
Ante este panorama se han adoptado
delo de hostilidad imperante en las relacio-
tres posturas teórico políticas principales:
nes internacionales? Y al responder a estas
1) Respecto a la primera, el monismo cuestiones objetivamente, y si admitimos
civilizatorio, solo diremos que recoge la un basamento retórico de nuestras cons-
postura que hemos definido con anteriori- trucciones políticas, que puede ser descrito
dad como producto de la caída del bloque a lo largo de la historia, ¿cuál debería ser
comunista y que ha encontrado su mayor la función de la política? Estas preguntas
nos deberían invitar a la reflexión, no solo culturales puede ser descifrado y explicado
desde el punto de vista moral. Hemos in- como campo retórico, y desde la analogía
dicado que los modelos político-hegemó- con términos propios como discurso, me-
nicos encuentran su justificación en última táfora o metonimia. Esta es la visión que
instancia en un ejercicio de potestad, lo Ernesto Laclau defiende en sus estudios
que por otra parte choca con nuestra bien- (Laclau, 1985; 2005; 2007), entre los que
querida democracia. Ante esto, pensemos: cabe destacar uno de sus últimos trabajos
si efectivamente porcentajes amplios de expuestos, nos referimos a “Articulation
nuestra praxis política se establecen de and the limits of metaphor”, donde de la
un ejercicio de poder, ¿podemos efecti- mano de Jackobson, Gennette o Saussure,
vamente mantener nuestra hegemonía?, desarrolla los mecanismos de significación
¿es ilimitado nuestro poder?, es más, ¿es y resignificación política, lo que como ve-
rentable desde cualquier punto de vista? remos nos llevará a la noción de hegemo-
Serán estos planteamientos los que nos si- nía.
túan en la esfera crítica de la tercera pos-
La política, junto a lo social, en este
tura antes mencionada.
análisis no responden a ninguna defini-
3) La corriente representada por las ción verdadera ni es un campo que pueda
“políticas de la amistad” nos conduce nece- ser descifrado de una vez por todas, pues
sariamente a la necesidad de concretar, de como afirma Connolly (Connolly, 1988),
establecer, y de inventar nuevos imagina- la política es un término esencialmente
rios para nuestra sociedad. En esta postura discutible, prevaleciendo el elemento ins-
nosotros localizamos una plataforma idó- tituyente polemos sobre el elemento ins-
nea a la hora de replantear los paradigmas tituido polis. Esto será recogido por Iñaki
clásicos con los que opera nuestra política. Martínez de Albéniz (Albéniz, 2005), en
Para ello, acudiremos a dos autores, que si cuyo estudio, y de la mano de Laclau, Zi-
bien comparten la crítica antihegemónica zek y Jankelevitch entre otros, se nos dirá
articulan lecturas que nos abren prácticas que ni las vertientes descriptivistas, ni las
político-sociales diferentes. Eso si, ambos antidescriptivistas aciertan en su visión de
parten de la aplicación común del campo lo político, ya que ninguna observaría el
retórico al análisis político. Este análisis re- antagonismo inscrito en la noción de lo
tórico no permite reformular las grandes político. Y es que si para los primeros (des-
categorías con las que opera el realismo y criptivistas) existe un significado, un conte-
toda nuestra política. nido cierto que debemos descubrir, siendo
erróneas todas aquellas lecturas que olvi-
den este contenido correcto6; para los se-
III. Reformulaciones retóricas del gundos (nominalismo/antidescriptivismo)
realismo internacional realmente el término política no remite a
referente alguno, la lucha en torno a su
a. El irónico olvido de lo político. Reto-
significado surge de una confusión episte-
ricidad constitutiva.
mológica y se apacigua y neutraliza en la
Tanto Laclau como Derrida defende- coexistencia de una pluralidad de signifi-
rán que la política puede ser descifrada cados. Sin embargo, nos dice Zizek (Zizek
a partir de la reglas de la retórica, por lo 1992), “Lo que ambas perspectivas no ven
que ambos sostendrían que la política po- es que la lucha por la hegemonía , la lucha
see una retoricidad constitutiva, pero… por el contenido particular que funciona
¿A qué nos referimos al hablar de una como contenido universal de lo político,
retoricidad constitutiva? Con ello quere- no tiene ninguna base; es lo Real que no
mos señalar que el campo sobre el que puede fundamentarse en una estructura
se asientan todas nuestras construcciones ontológica. De ahí que toda ontología,
nealogía acerca del poder, y de la génesis las paternalistas; y, cómo no, la asunción
política, semántica y sintácticamente. acrítica de una noción de soberanía, y de-
cisiones económicas transnacionales irres-
De este modo, nosotros hemos optado
ponsables. No, lo que ha fallado, es: edu-
por un modelo político al que denomina-
cación, sistemas económicos racionales,
mos “cosmopolitismo efectivo”, mediante
decisiones, y consensos no estratégicos;
este concepto creemos poder unificar la
ha fallado aquello mismo que defendía
vertiente formalista hebermasiana, con
el sistema liberal, y la gente es prioritaria-
las lecturas ético-política antihegemó-
mente lo que reprocha, por ello los brazos
nicas derridianas. El formalismo, es una
abiertos a Obama y su retórica acerca del
herramienta con posibilidades múltiples:
esfuerzo, ilusión o libertad. La poliarquía,
reproductor de una hegemonía vigente,
homogenizador de significados, pero tam- el consenso, la hegemonía, tienen los mis-
bién posibilitador de una apertura cosmo- mos problemas y creemos, buscan las mis-
polita que operase acuerdos, significados, mas salidas. Estamos en una encrucijada
verdades, pero no una mera emancipación de-constructivista de lo político; y aquí las
hegemónica en la que reflejarnos. Debe- ontologías lacanianas se muestran como
mos de entender que tenemos una herra- criterios descriptivos, y en ocasiones su
mienta óptima, que a nuestro juicio no se “pseudo-positivismo” parece traicionar,
ha utilizado de modo acertado, es necesa- como criticaba Derrida, la posibilidad de
rio dar otra dirección y otro ritmo. Esto es, una comprensión de aquello mismo que
otra política. ellos determinan.
4 A. Etzioni, F. Fukuyama, S. Huntington. principio éticos”. Según el, autores como Ha-
5 Se radicalizan las políticas de pertenen- bermas, y Derrida efectuarían esta operación.
cia, conmigo o contra mi; los diferentes y los 9 Está claro, que entre ellos existen dife-
iguales. La política parece querer alimentarse rencias substanciales, sin embargo más de for-
en esta época mediante un régimen de exclu- ma que de contenido. Respecto a la carencia de
sión. un principio o imperativo ético-político, cree-
6 En ciertos aspectos, autores represen- mos que Derrida lo formula claramente, esto es
tantes de las corrientes dialógicas como Haber- la indecibilidad traducida como lógica política
mas han sido acusados de defender posturas tangible y contingente.
de este tipo, siendo catalogados como “apolí- 10 Sería una soberanía fluida, pero con-
neos”. Desde estas críticas a las políticas consen- creta en la que se contemplarían los tres presu-
suales se recalca el excesivo empeño de unificar puestos operativos presentes en la deliberación
y acelerar procesos de acuerdo lo que según es- y señalados por Habermas: reciprocidad, rever-
tos pensadores, hace que se acreciente el poder sibilidad y universalidad.
de las capas mayoritarias. Este tipo de críticas, 11 A pesar de que al establecer conexiones
entre ellas cabría destacar a autores tan dife- lógicas entre autores, y más aún entre discipli-
rentes como Zizek, Laclau o Moueffe; les llevan nas, se corre el riesgo de ser reduccionista; nos
a proponer modelos alternativos al mayoritario, gustaría mencionar algunos estudios que cree-
lo que hace que sus lecturas articulen propues- mos están claramente relacionados con nuestra
tas democráticas inclusivas frente a la estructura lectura. Así la lectura democrática propuesta
deliberativa, que desde su punto de vista des- está cercana a la noción de “obra en proceso”
cuida aspectos distributivos. tal y como señala Char Davies. Podríamos rela-
7 Esto se observa en los acontecimientos cionar hegemonía con las corrientes de desen-
revolucionarios donde se aglutinan diferentes canto posrománticas: positiva y negativamente.
grupos bajo un mismo estandarte, se constru- Aquí Turkle hablaría de la necesidad de una
yen nuevas metáforas donde la diversidad en- educación apara complejidad y la pluralidad.
cuentra una nueva identidad). Son muy interesantes al respecto los trabajos de
8 Término utilizado por Laclau para refe- Bruce Sterling sobre el aburrimiento y la necesi-
rirse a las teorías políticas que pretenden articu- dad de que el mundo sea más interesante.
lar una práctica política a partir de “supuestos