Sie sind auf Seite 1von 1

Cómo "confesarse" durante la pandemia.

La misericordia de Dios siempre actúa, también en tiempos de iglesias cerradas o


imposibilidad de salir a la calle.
La Semana Santa es el tiempo del año por excelencia para acudir a la confesión. Si
acompañamos al Señor en su Pasión redentora, queremos hacerlo con el alma lo más
limpia posible, purificados de todo pecado.
¿Qué hacer cuando no puedo confesarme?
Primero un poco de doctrina sobre la confesión, para entender de qué se trata lo que vamos
a hacer.
El sacramento de la confesión es el medio ordinario para el perdón de los pecados. Pero
Dios no se ata las manos, su acción va más allá de los sacramentos.
La Teología enseña que un acto de contrición perfecta, con el propósito de confesar cuánto
antes se pueda, perdona los pecado mortales y devuelve la gracia santificante. No permite
comulgar todavía (salvo caso de necesidad, cosa muy rara), pero el alma está en gracia. Es
decir, Dios le ha perdonado el pecado, anticipativamente a la confesión que uno desea pero
no puede hacer.
La contrición es el dolor de los pecados: el arrepentimiento por los pecados concretos que
uno tiene. Cuando ese dolor es motivado por el amor a Dios (por ser tan bueno que no
merece que lo ofendamos, porque nos duele haber ofendido a quien nos quiere tanto), la
contrición es perfecta (porque es un dolor perfecto). Cuando ese dolor es motivado por la
fealdad del pecado, por miedo al infierno, por ganas de irse al cielo… (es decir, motivos
que siendo buenos, no son el amor a Dios por Él mismo), la contrición es imperfecta: es
buena, pero no es perfecta, y no alcanza para el perdón de pecados mortales fuera de la
confesión (sí para el perdón de pecados veniales).
Por eso hemos de fomentar el amor, que haga perfecta nuestra contrición. ¿Cómo hacerlo?
Te recomiendo hacerlo con calma, como fruto de un buen rato de oración.
Ante un crucifijo o imagen de la Divina Misericordia.
Contale a Jesús cómo te gustaría confesarte. Incluso donde, con quién... Hasta te podés
imaginar haciéndolo. Explícale que no podés... 
Podés meditar un pasaje del Evangelio: por ejemplo la parábola del hijo pródigo (en el
capítulo 15 del Evangelio de San Lucas). Así podrás aumentar tu sentimiento de la
necesidad del perdón de tan buen padre.
Después hacé un buen examen de conciencia, para que el arrepentimiento sea concreto.
Despacio, sin apuro. Si hace mucho que no te confesás, quizá te ayude buscar un examen
de conciencia en la web (basta poner en Google: examen de conciencia para la confesión).
Después expresale a Jesús tu dolor por haberlo ofendido (podés repasar cada uno de los
pecados que has descubierto, para pedir perdón por ellos, uno por uno).
Contale a Jesús que hacés el propósito de confesarse en cuanto puedas.
Intentá hacer algún propósito respecto a los pecados que le has pedido perdón (contale a
Jesús como quisieras ser en cada una de esas cosas).
Rezá el pésame o cualquier acto de contrición que conozcas o te guste.
Y ¡a disfrutar de la gracia!

Das könnte Ihnen auch gefallen