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Toda organización, así como la vida profesional y personal de cualquier persona, tiene

un “futuro preestablecido” que todo el mundo espera que suceda. Pero si logramos
cambiar y de algún modo mejorar dicho futuro, ocurrirán cosas muy interesantes y
beneficiosas. Cuando las cosas no están funcionando, por lo general los individuos
luchan por conocer qué parte del problema afrontar primero. Sin embargo, la fijación
en un problema a menudo no produce los resultados esperados y esto se debe a que
las dinámicas subyacentes que perpetúan el problema no se ven afectadas. De
acuerdo con los autores, para cada problema hay un futuro que ya ha sido escrito al
respecto. Las Tres Leyes del Desempeño no tratan sobre la gestión del cambio, sino
de volver a escribir el futuro, la solución de problemas, y el logro hacia un mayor
rendimiento. Una ley no es una regla, una clave o un paso; una ley diferencia las
partes en juego en un fenómeno observable. Cuando las tres leyes son aplicadas a las
situaciones, el rendimiento se transforma en un nivel mucho más allá de lo que la
mayoría de la gente piensa que es posible.  

¿Qué me llamó la atención del libro las tres leyes del desempeño
y por qué?

Al leer el libro las tres leyes del desempeño me llama la atención que Steve Zaffron y
Dave Logan reconocen que los negocios y los líderes se enfrentan cotidianamente a
movimientos radicales en el entorno corporativo y tienen que lidiar con problemas
urgentes, pero en lugar de enfocarse en la negatividad, ofrecen soluciones llamadas
las “Tres Leyes del Desempeño” basadas en la comunicación, que desde su punto de
vista, pueden transformar a las empresas y a las relaciones individuales. 
Me llamo la atención porque explican claramente cómo sostener las organizaciones o
nuestras vidas personales usando un lenguaje sincero, fomentando la discusión
abierta, confrontando heridas del pasado y expresando una visión positiva para el
futuro. 

¿Qué aprendí del libro las tres leyes del desempeño?

El aprendizaje al leer este libro fue bastante amplio, puesto que lo plasmado en él por
los autores, dos expertos en el área de los negocios y en rendimiento de talento
humano en las organizaciones, es claro y contundente; iniciando con el concepto de
ley, donde mencionan: “una ley no es una regla, una clave o un paso; una ley
diferencia las partes en juego en un fenómeno observable. –una ley es invariable.
Podemos creer o no en la gravedad, pero eso no disminuye su efecto en nosotros.”

Seguidamente indica cuales son las tres leyes del desempeño:


1. El desempeño de las personas está correlacionado con la manera como las
situaciones ocurren para ellas. 
2. Como una situación ocurre, surge en el lenguaje. 
3. Lenguaje basado en el futuro transforma el modo como las situaciones ocurren para
las personas. 

Estas leyes permiten un enfoque en las organizaciones, donde se puede revisar si


muchas de ellas fracasan en sus esfuerzos por mejorar el desempeño porque para
ellas puede ser tentador pensar que implementar tal vez un nuevo sistema de
tecnología de la información o un análisis de capacidad de requisitos de planeación y
fracasa porque la gente ‘se resiste’ al cambio. Según Zaffron y London no es que la
gente se resista al cambio, es simplemente que las personas quieren ser tenidas en
cuenta en ese cambio, quieren ser parte de él. 
La fuerza impulsora de los seres humanos es el modo como ven el mundo: su
perspectiva sobre el mundo, lo que piensan de él, y lo que los conecta
emocionalmente con él. Y esa perspectiva es la razón por la que hacen lo que hacen.”

Zaffron dice que todos tenemos un “futuro por omisión”, y explica: “los chinos tienen un
dicho magnífico: ‘si no cambiamos la dirección en la que estamos yendo, muy
seguramente terminaremos allí para donde vamos’. La gente avanza en una dirección
o en otra basada en lo que piensa que pasará, que es en realidad lo que nos importa.
Siempre se está tratando de descubrir qué es lo que va a pasar: qué es lo que nos va
a pasar a nosotros, a nuestras organizaciones, a nuestro equipo.
Nuestra base para determinarlo es el pasado, nuestras experiencias del pasado, lo
que aprendimos, lo que pensamos, lo que parecía funcionar bien, y lo que no
funcionaba, son proyectados hacia el futuro. Así es como nos las vemos con lo que
creemos que viene hacia nosotros. A esto le llaman futuro por omisión”.

Se plantea la posibilidad de reescribir el futuro, a partir de la reciprocidad para el


cumplimiento de las leyes de convivencia, del desempeño social y personal. La gente
quiere ser efectiva y desea que su trabajo cuente. Cuando las personas ven que
pueden ser cocreadoras del futuro de su organización, es emocionante. La mayoría de
la gente aprovecha la oportunidad de hacer la diferencia. 

El lenguaje basado en el futuro comprende declaración, compromiso, promesa y


solicitud. Cuando la gente colabora y crea en grupo un compromiso, eso se convierte
en el futuro en el que vive. A eso lo llaman reescribir el futuro.

¿Cómo lo voy a aplicar?

Este aprendizaje y conocimiento adquirido es sin duda alguna aplicable a diferentes


aspectos de mi vida, donde debo determinar qué defiendo, a qué me comprometo, y
qué tipo de conversaciones estoy dispuesta a generar, pienso que uno debe
apropiarse de la situación y tomar el riesgo de empezar conversaciones que harán que
otros confronten su futuro por omisión, especialmente si ese futuro no es el deseado.
En una organización invitaría a los líderes a conversar con todos los trabajadores
sobre lo que es posible, que escuchen sus preocupaciones, sus expectativas y sus
interpretaciones, sus ideas y que estén dispuestos a mirar el mundo del modo como
ellos lo hacen, a fin de establecer una relación en las comunicaciones que “cree un
equipo de colaboradores en un juego en el que todos van a ganar”.

Las tres leyes del desempeño nos enseñan a llegar al corazón de los empleados, de
las organizaciones y de nosotros mismos, para de esta forma generar ideas
programadas que lleven a las compañías a fijar los estándares altamente calificados.

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