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LAS PRACTICAS SOCIALES

dimensiones y niveles
Roberto Doberti

Esta propuesta habla acerca de las prácticas sociales en sus términos más generales. Habla
de la forma de la prácticas, de lo podríamos llamar su estructura. Propone, explicita y
desarrolla una noción o idea de práctica social, noción o idea con la que tiene un fuerte
compromiso conceptual y vital.
Tengamos en cuenta que toda práctica –se trate de la práctica del diseño, de la física, la
literatura o el deporte– está demarcada por la noción o idea que la sustenta –sea de diseño,
física, literatura o deporte–. Al mismo tiempo puede decirse que sus modos de ejercicio
sustentan alguna noción específica de tales prácticas, y también que esas nociones no suelen
ser explícitas.

* * * *
Lo importante de esta propuesta general es lo que descarta o desenfoca. Lo que aquí no es
aceptado es la naturalidad y la racionalidad abstracta de nuestro habitar, lo que aquí se
desplaza es la idea de que hay un único y mejor modo de habitar, y especialmente se niega
que ese modo ya esté alcanzado y que solo es posible seguir la misma huella, la misma
orientación ideológica.
Dos aclaraciones: hemos soslayado una definición unívoca y última de práctica social,
aceptando el simple esbozo que la reconoce como acciones humanas que tienen algún grado
de registro y convalidación social, también es obvio que lo descartado no es la teoría porque la
práctica teórica no solo es reconocible sino también casi omnipresente.
Esta propuesta constituye, necesariamente y al mismo tiempo, una metodología de
conocimiento de las prácticas, y una teoría de la estructura propia de las prácticas. Eso no es
todo, se verá que derivará en complicaciones aún más arduas, la metafísica no le es ajena.
La estructuración o modelo que proponemos –con el que, en versiones parciales, ya estamos
trabajando desde hace tiempo– por su carácter general puede aplicarse a macroprácticas
sociales tales como el hablar y el habitar, como así también a prácticas muy específicas.

? Tres planos estructurales


Dos planos asociados: realizaciones y gramática
Un plano específico: la significación

Las prácticas son tales por su reconocimiento y convalidación social.


Ello supone que su ejercicio no es caprichoso, espontáneo o casual sino que poseen algún
ordenamiento interno, en términos más estrictos implica que las prácticas son necesariamente
sistemáticas.

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Será entonces necesario distinguir en primer lugar dos planos que componen las sistemáticas
sociales: el plano de las realizaciones y el plano de la gramática. Distinguimos así entre un
plano de la operatividad concreta de la práctica constituido por la producción emergente de la
misma, y el plano de los principios organizativos que posibilitan tanto la producción como la
circulación de las realizaciones.
Es decisivo verificar que en las sistemáticas de carácter social ambos planos no solo están
distinguidos, separados, sino también vinculados, interconectados. Así podemos decir que las
gramáticas de cada idioma determinan u organizan las realizaciones que se ejercen en la
correspondiente comunidad lingüística, pero no es menos cierto que los modos efectivos de
ejercicio del idioma van modificando las unidades y principios gramaticales.

* * * *
Por otro lado, pensar en lo que significa una práctica es ponerse en un lugar distinto de aquel
que simplemente la reconoce como generadora de realizaciones organizadas por una
gramática. Pensar en el significado de una práctica implica su consideración integral, atender
al orden del sentido que cobra como totalidad. No se trata de lo que dice cada enunciación en
una lengua sino del reconocimiento del significado global de esa lengua, de lo que supone,
propone o impone como organización del mundo a través de su modo de ser hablada. . Así
también, no se trata de lo que se representa en cada dibujo de la sistemática de la
Perspectiva, sino de lo que ella supone, propone o impone como lógica de la espacialidad y de
las conformaciones, a través del modo en que esa sistemática es múltiplemente ejercitada.
Para atender al significado de una práctica se requiere ponerla en el contexto cultural de su
gestación y de su ulterior vigencia. En razón de esa contextualidad, las prácticas sociales
recogen una tradición, sea para confirmarla, ampliarla o negarla, y ello implica asumir su
condición histórica. Podríamos decir que circulan por la historia, o más acentuadamente que la
historia circula por ellas.
Existe un significado, entendido como un plano estructural de las prácticas sociales, porque el
orden del sentido es irreductible a las realizaciones y gramáticas. Que el nivel significativo de
una práctica no pueda ser deducido, conducido, resuelto y disuelto desde dichos planos o
campos no implica que esté desvinculado de ellos, que se cierre o agote sobre sí mismo, por
el contrario solo puede ser reconocido por la naturaleza y carácter de sus realizaciones y su
gramática.
En tanto orden del sentido, se trata del lugar específico que posibilita la crítica de las prácticas
sociales. Lo relevante y decisivo de la dimensión significativa es que en tanto plano habilitante
de la crítica propicia la reformulación y renovación, en definitiva se trata de ver en ella la razón
de ser de las prácticas, el motor que las instaura y las renueva.
Solo hay aprendizaje si se distinguen, recorren y enhebran los tres planos. Solo hay
aprendizaje si se sabe acerca del ejercicio de una práctica, se conocen sus principios y se

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accede a sus sentidos. Se alcanzarán, entonces, capacidad operativa, comprensión interna y
juicio crítico. Desde ahí podrá afirmársela, transformarla o abolirla.

? Plano de las realizaciones:


operaciones y producciones

El plano de las realizaciones está constituido por los hechos efectivos de habla que ejecutan
los hablantes de un determinado idioma o bien o bien los hechos efectivos de conducta que
ejecutan quienes habitan en un determinado código o contexto espacial.
Las realizaciones se manifiestan y concretan a través de productos o efectos y de operaciones
o acciones. Se definen así un nivel productivo y un nivel operacional, es decir un nivel
constituido por las acciones y otro constituido por los resultados de tales acciones. Enseñar,
contiene entre sus dimensiones ineludibles, la indicación de la concreta existencia de las
realizaciones y la capacitación para la ejecución de las operaciones que las posibilitan.
En este nivel todas las operaciones están destinadas o funcionalizadas hacia la producción, se
califican según su eficacia para concretar los productos, sea un modo de impostar la voz, el
trazado de un conjunto de rectas, la elección de la altura de la línea de horizonte, la inscripción
de números en las columnas del debe y el haber en una contabilidad. Las distintas
producciones –sean ellas sólidas o etéreas, estables o mutantes, permanentes o efímeras–
exigen siempre el cumplimiento de las operaciones que las concreten. En muchos casos
contienen la marca de las operaciones que las efectivizaron y en todos los casos están
predeterminados en su amplitud y carácter por dichas operaciones.

? Plano de la gramática:
normas y justificaciones

En el plano de la gramática, es necesario distinguir, a su vez, entre un nivel normativo y un


nivel justificativo. Estos niveles –que al igual que los definidos en el plano de las realizaciones
son estructurantes de las prácticas sociales y de su estudio integral– ordenan los discursos
acerca de dichas prácticas, los abren y los reconocen en sus peculiaridades, de modo que
cualquier enunciación cobra su sentido en el marco del nivel en el que se inserta.
Para iniciar el tratamiento del nivel normativo atendamos al hecho de que toda práctica social,
para ser tal, requiere ser reconocida, ejercida y convalidada por una sociedad, es decir que
tiene que ser entendida como algo normal. Tan normales, en el sentido de habituales,
reiteradas, esperadas, se manifiestan las prácticas sociales que no resulta evidente que su
ejercicio esté reglado, sino más bien parecería que aquello que se hace y dice cuando se
participa en ellas es simplemente apropiado a su fin, es natural y espontáneo, o bien es
necesario o verdadero. Así, para el hablante nativo, la comprensión inmediata o no reflexiva de
su lengua, la muestra como un reflejo directo de la realidad, como su simple inventario, y por lo

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tanto no específicamente reglada sino más bien organizada por el ordenamiento objetivo de lo
existente.
Si bien la condición reglada de las prácticas sociales no es patente, tampoco es totalmente
oculta. En distintas prácticas hay diversas normas que son expresas, reconocidas, y en
algunos casos de manera tan explícita que toman la forma de reglamentos, ordenanzas o
leyes.
Las normas se hacen más claramente presentes cuando se produce su incumplimiento que
cuando simplemente se las acata. Para el caso de las sistemáticas productivas el
incumplimiento de la norma aparece como un error. Esto es particularmente importante porque
un campo de producción se constituye en tecnología solo en el momento en que pueden
demarcarse con precisión los errores, es decir las desviaciones respecto de normas bien
definidas.
De cualquier modo, en todas las prácticas cuando la norma es violada hay sanción, punición,
sea a través de estipulaciones del derecho positivo, sea a través de reprobaciones o
segregaciones sociales, sea por el señalamiento del error y la exigencia de corregirlo, en
definitiva siempre se promueve la vuelta a los carriles normativos.
Una condición general de las prácticas sociales es que, aunque siempre está predispuesta la
penalidad por la transgresión de las normas, también siempre se producen transgresiones. Lo
notable y decisivo es que inexorablemente hay casos de transgresiones o innovaciones
exitosas articulando la vida social según el principio esencial de la historicidad, de la
mutabilidad, de una incesante transformación.
La existencia de normas que reglamentan las prácticas sociales podría verse como una
limitación al libre juego de la voluntad, sin embargo requieren ser normadas, regladas. Tener la
destreza adecuada en el manejo de las normas, se sea o no consciente de ello, es la condición
misma para el ejercicio de una práctica.

* * * * *

El nivel justificativo de las prácticas sociales es aquel que da cuenta del por qué de las
normas, es el nivel desde donde se las explica y avala.
Se trata de un nivel estructural de las prácticas sociales en el que las normas que las rigen se
muestran y despliegan como derivaciones de ciertos principios, como consecuencias de
ciertas razones o causas, es decir de ciertos basamentos que las sustentan o las ocasionan.
Las justificaciones pueden anidar en distintos ámbitos: derivarse de conocimientos reputados
como científicos, originarse en criterios estéticos, en apelaciones al sentido común imperante,
tener bases religiosas o tal vez míticas. Para distintas culturas y para distintas prácticas, las
justificaciones resultarán más eficaces o convincentes según que sus principios se apoyen en
uno u otro lugar.

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La justificación nunca está ausente. Precisamente estamos hablando de niveles estructurales
de las prácticas sociales porque su incidencia en ellas es indeclinable. Así como no hay
prácticas sociales que no estén normadas, no hay normas que no estén justificadas. Las
justificaciones son mutables, variables, pero densas, nunca presentan vacíos, nunca se carece
de justificación. La norma no puede ostentarse como arbitraria, desnudarse como mera
imposición: siempre podrá decirse su por qué, siempre se desplegará una causa o razón para
su vigencia.
Norma y justificación pueden o no ser conscientes, pueden o no ser explícitas, pero están
estructurando de manera permanente las prácticas, yaciendo en ellas, proveyéndoles la
mecánica para su ejercicio y también constituyendo los lugares en los que se elaboran sus
transformaciones.

? Afinando la articulación

Tanto los niveles correspondientes al plano de las realizaciones como al de la gramática están,
a su vez, organizados internamente según dos napas que delimitan aspectos o dimensiones
diferenciadas.
Contienen una napa superficial, externa, algo así como su piel, y tienen otra napa profunda,
interior, que se correspondería con su espesor o volumen. La primera es, entonces, más
accesible, iluminada y directamente observable y la segunda es relativamente más encubierta,
más difícil de abordar.

* * * * *
Empecemos por el plano de las realizaciones.
En el nivel productivo la distinción entre el aspecto superficial y el profundo se establece del
siguiente modo.
Cuando un producto se presenta de manera estable y material, cuando es tangible o se
manifiesta como indeclinable entidad disponible en el campo de la sensibilidad directa, cuando
puede ser señalado u ostentado sin dudas ni mediaciones, entonces pertenece a la superficie:
la producción se constituye como concreción. Si se invierten estos rasgos, si un producto aún
teniendo eficacia operacional no tiene presencia material precisa ni se entrega a la captación a
través de los sentidos con inmediatez, si hasta puede pasar desapercibido y su señalamiento
es imposible o dificultoso, entonces pertenece al espesor o profundidad: la producción se
constituye como virtualidad.
En la macropráctica del hablar en su ejercitación escritural, es fácil reconocer los textos
ostensiblemente concretos, con un grado de terminación y entidad que así los manifiestan y,
por otro lado, los apuntes aparentemente inconexos, fragmentarios, tachados y sobrescritos
que suelen desarrollar los escritores con la sabia intención de tirarlos al cesto y disimular sus
dubitaciones. Con la tecnología informática estos productos efímeros, esas virtualidades, se
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multiplican y al mismo tiempo se disipan no solo en el campo de lo real sino también en el
espacio de la conciencia.

* * * * *
En el nivel operacional existen acciones que se perciben y entienden directamente, que
pueden verificarse fácilmente, cuyas consecuencias sobre el producto son innegables e
inmediatas, que permiten indicar para cada una de ellas los efectos parciales que acarrean,
entonces nos encontramos en la dimensión externa o superficial del nivel: la operación se
constituye como actividad. También existen operaciones cuyos rasgos se contraponen con los
que acabamos de describir. Se trata de aquellas que no se detectan de manera directa en el
producto, cuyo registro exige de una visión más detenida y analítica, cuyos resultados tienen
consecuencias globales en el producto porque en buena medida los predeterminan y
caracterizan, entonces nos encontramos en la dimensión profunda del nivel: la operación se
constituye como planificación.

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Como dijimos, también los niveles correspondientes al plano de las gramáticas, es decir el
normativo y el justificativo, están organizados internamente según dos napas –una superficial,
externa, digamos su piel, y otra profunda, interior, digamos su espesor–.
En el nivel normativo la pertenencia de una regla a la piel o a la interioridad del nivel puede
plantearse de la siguiente manera. Cuando una norma aparece claramente como tal, sea por
su carácter explícito, sea porque se patentiza a través de frecuentes transgresiones, sea
porque al mencionarla o describirla se la interpreta y acepta como regla, entonces estamos en
la superficie, en lo iluminado y accesible: entonces la norma se instituye como prescripción.
Por el contrario, cuando una norma presenta resistencias a ser reconocida como tal, cuando
su transgresión aparece imposible o alocada, cuando su mención o descripción parecen cubrir
un neutral y espontáneo ser así de las cosas, cuando esa norma funciona con resonancias de
ley natural, asimilable a la respiración necesaria y acompasada de la vida social, cuando
funciona casi sin ser percibida, entonces estamos en el espesor, en la dimensión más densa y
profunda: entonces la norma se instituye como regulación.

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La diferencia entre las justificaciones que ubica a algunas en la napa superficial del nivel y a
otras en su cuerpo o interioridad, puede describirse del siguiente modo. Cuando la justificación
atiende puntual y separadamente a cada norma, cuando se refuerza por su multiplicación –
capaz de dar cuenta de una norma desde distintos ángulos y vertientes– pero no mantiene
coherencia y continuidad con otros desarrollos justificatorios, cuando la justificación apela al

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argumento más persuasivo para sostener cada caso reglado, entonces estamos en la
dimensión superficial, expuesta y ostensible: la justificación se instituye como convalidación.
Cuando, por el contrario, la justificación se constituye como un todo orgánico, cuando contiene
una lógica y continuidad interna, cuando busca y expone los principios que sostienen a las
normas, entonces estamos en el volumen, en el núcleo profundo: la justificación se instituye
como fundamentación.
El primero de estos deslindes de la justificación, el que contiene a las convalidaciones, tiende a
ser dependiente y en algún sentido parasitario del nivel normativo. Responde, casi como un
automatismo, para argumentar a favor de cada particularidad reglamentaria. En esta napa
siempre se justifica ad-hoc, en una tarea de apuntalamiento cuya disposición proviene
exclusivamente de las normas. El conjunto de puntales queda así relativamente manifiesto, no
es difícil descubrir su condición defensiva. Cuando nos situamos en la napa profunda, en la
constituida por las fundamentaciones, se produce una relación de interdependencia entre el
nivel justificativo y el nivel normativo. Ahora la lógica interna que articula las justificaciones, no
solo da cuenta de reglas sino que también es generadora de reglas. La propia organización del
nivel justificativo incide ahora sobre el nivel normativo, lo completa, lo sutiliza, en suma, lo
recoge para responder a él pero también lo orienta para que no se presenten fisuras entre
ambos.
En la macropráctica del habitar, el juego de los comportamientos y los ámbitos donde se
desarrollan las actividades de los piqueteros, no solo pone en debate las normas que de hecho
las rigen, sino especialmente el tipo de justificaciones –convalidadoras o fundamentadoras–
con las que se argumentan apoyos, rechazos o límites.

? Plano de las significaciones:


evocaciones y determinaciones

En el campo del significado la distinción en dos napas, aquellas que podemos caracterizar
como superficial o expuesta y como corpórea o profunda, es igualmente existente y quizás
más fuerte y diferenciadora que en los casos anteriores.
Aquí no se trata de deslindar la ubicación de determinados significados en una u otra napa.
Aquí lo que se ubica en el exterior o en la interioridad son las formas genéricas del significar,
los distintos modos de gestación y existencia del sentido.

Cuando las conformaciones y las palabras, las nociones y las actividades que se manifiestan
en las prácticas sociales remiten, recuerdan, aluden, a los componentes similares o
emparentados que se corresponden con otras prácticas, cuando el campo de la significación
consiste en es e juego de circulaciones y remisiones en circuito cerrado, entonces estamos en
la dimensión superficial, expuesta y ostensible: la significación se instituye como evocación.

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Cuando, en marcado contraste con lo anterior, la significación primordial de las prácticas
sociales se relaciona directamente con la demarcación y calificación de lo Real, cuando es el
sentido de esas prácticas el que suscita las voces y activa las actitudes, cuando a través del
significado de los discursos y las actuaciones se define el consistir de aquello que refieren,
entonces estamos en el espesor, en la napa más densa y profunda: el significado se instituye
como determinación.
Se trata de una instancia en la que el significado no es meramente una ostensible mención
asociativa entre las cosas sino una incidencia estructural sobre las cosas; se trata de una napa
donde parecen anularse las distancias entre el ser, el consistir y el propio significado.
Puede verificarse entonces, por ejemplo, que la instauración de la Perspectiva y la
Contabilidad en un mismo y reducido recorte de tiempo y espacio no es casual. Una y otra
determinaban patrones de equivalencia abstractos, sea para el espacio o para las
transacciones, una y otra perfilaban un sujeto impensable durante el Medioevo, sea el
observador que construye los objetos desde su mirada, sea la entidad comercial que organiza
las cosas del mundo, las hace objetos según los criterios con los que engloba y discierne
aquello que ponderará como realidades.
En otros términos: el significado no hace que las entidades –cosas, personas, ideas o
comportamientos– sean, pero sí determina qué es lo que son. Podemos decir que el espacio y
su representación gráfica, el comercio y su registro, los modos de hablar y de habitar son o
están, pero es la existencia de una dimensión significativa la que permite decir qué son o qué
fueron en distintas circunstancias, o cuál es o ha sido el sentido de su estar en el mundo.

? Relaciones, discursos y entidades

Realizaciones y gramática, a su vez constituidas respectivamente por producciones y


operaciones y por normas y justificaciones, conjuntamente con la dimensión esencial del
sentido o el significado, organizan y sustentan de manera permanente e indeclinable las
prácticas sociales.
Los distintos planos, niveles y napas no suponen sectores estancos o cerrados. Resulta más
adecuado imaginar que si bien definen deslindes pertinentes, hay entre ellos un continuo flujo
de intercambios e incidencias mutuas a través de múltiples canales que los relacionan y
cohesionan. Se trata de un ordenamiento que, a través de estos canales de deslizamientos e
interconexión, se muestra no solo como andamiaje metodológico sino como estructuración de
la propia práctica. Ahora entonces, el deslizamiento y la interconexión caracterizan al análisis y
lo analizado, al método y al tema.
También podemos decir que el estar y el hacer del hombre se diferencia del yacer de la piedra,
del armarse y diluirse de la nube, de los inevitables tropismos de la hoja, de las funcionales

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migraciones de las aves, por la emergencia de cualquiera de esos elementos y por la
inevitable coexistencia de todos ellos.
Dicho de manera taxativa:
No hay práctica sin producciones, ni hay producción sin operaciones.
No hay práctica sin normatividad, ni hay norma sin justificación.
No hay operatividad productiva ni normatividad justificada sin efecto de significación.

* * * * *

Los elementos que aparecen en una práctica, que han sido descubiertos y elaborados
permanentemente por esa práctica, requieren descripciones distintas según el lugar desde
dónde se los describa. En rigor, los elementos operados por una práctica son entidades
diferentes según el lugar donde se los considere.
Tomemos un caso, un caso clave. Nos situamos en el interior de la Perspectiva Clásica, y
preguntamos aquí por uno de los componentes decisivos que la Perspectiva ha construido o
descubierto: el punto de fuga. Las respuestas deberán diferir según el lugar desde donde
contestemos.
Comencemos por ubicarnos en el plano de las realizaciones, y dentro de dicho plano en el
nivel productivo. Aquí el punto de fuga es una marca o señalamiento –que quedará
manifestada de manera concreta o virtual– existente en el dibujo. Este elemento tan decisivo
es, en tanto punto de fuga, precisamente tan solo eso: un punto. Su importancia podrá
verificarse a medida que otros componentes –un conjunto de rectas– salgan o lleguen a dicho
punto, y cuando se verifique su influencia en el producto total. En el nivel operacional el punto
de fuga rige, en la construcción tradicional, un gran conjunto de actividades en la elaboración
del dibujo, y su ubicación específica es relevante en las operaciones de planificación del
producto.
Si ahora nos ubicamos en el plano gramatical, y en dicho plano en el nivel normativo, debemos
decir que un punto de fuga establece una regla de convergencia para ciertas rectas del dibujo,
precisamente exige que confluyan a él, o emanen de él, las rectas que en el espacio figurativo
que ese dibujo establece, se corresponden con rectas paralelas del espacio tridimensional. En
el nivel justificativo, en el nivel en el que se da cuenta del por qué de las normas, en el nivel en
que la geometría fundamenta la Perspectiva, el punto de fuga es la proyección cónica del
punto impropio de una recta, proyección de la que se demuestra que es común a los puntos
impropios del conjunto de todas las rectas paralelas a dicha recta. Aquí el punto de fuga se
instituye y se define a través de un teorema.
En el campo significativo, cuando estamos atendiendo al sentido de espacialidad que la
Perspectiva determina, el punto de fuga es la clave que permite cerrar, consolidar el espacio
como una métrica, métrica que se extiende ilimitadamente a partir de un yo, de un sujeto

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observador que define desde él la objetividad del mundo o, tal vez más precisamente, que
define el mundo como una tensa relación sujeto-objeto, problemática que demarcará de
manera decisiva a toda la Edad Moderna.

* * * * *

Centrémonos por un momento en la enseñanza, empezando por reconocer que la propuesta


plantea que lo enseñable son las prácticas sin desconocer que la propia enseñanza es
también una práctica –o para ser más precisos, que contiene un conjunto de prácticas– con lo
que deberá mirarse en el espejo que la configura, pero insisto, deberá mirarse.
Es fácil verificar también las grandes distancias entre las formas de la enseñanza habitual y la
de esta propuesta. ¿Cuáles son las desviaciones más fuertes y por qué se producen?
En primer lugar la tendencia a la cosificación, a la negación u olvido de la práctica que recorta,
reconoce o produce los objetos. Por citar un ejemplo, se enseña el sistema planetario, la cosa
sistema planetario, disolviendo la práctica astronómica que permitió su conocimiento.
Parecería, más bien que alguien se asomó desde algún privilegiado balcón y sin más vio las
órbitas y los planetas y transmitió su imagen. Esa función de observador sapiente se la arroga
subrepticiamente el docente, quien suele exigir no solo el recuerdo de los datos sino propiciar
la admiración hacia la cosa observada. Lo maravilloso o deslumbrante no es el sistema
planetario –podría fácilmente imaginárselo más simétrico, denso o divertido– la maravilla
reside en la práctica de los hombres que a fuerza de imaginación y cálculo pudieron descubrir
esa organización tan dispersa y compleja.
Esto nos habla de la firmeza de la enseñanza habitual en sostener al mundo como conjunto de
datos, o sea como el conjunto de lo dado. Se nos dice que tenemos que saber acerca de las
cosas, pero evitando indagar el modo de aparición y permanencia de esas cosas, evitando
cuestionar su sentido y su transformación.
Pero si bien este rasgo es central es cierto que fragmentos de esta propuesta suelen aparecer
en la enseñanza. Veamos cuáles y cómo. Si la enseñanza está destinada a la generación de
oficios útiles se privilegia la transmisión de normas y actividades para capacitar al operario, y
se reduce o anula la planificación y la justificación, de manera de asegurar que quede
encerrado en los límites de su operatividad. Más frecuente es el sesgo cientificista que pone el
acento en la justificación sistemática, viendo las normas y todo el plano de las realizaciones
como consecuencias de ese espacio de pura racionalidad.
En casi todos los casos el gran ausente es el plano de la significación, el campo del sentido, el
lugar de la crítica y también de la vacilación y el cambio. La otra ausencia es la conexión e
integración entre todos los elementos del modelo.

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La enseñanza, en la versión que proponemos, nos convoca a suscitar esas presencias
eludidas, en realidad ese fue siempre su destino como la palabra enseñar exige: indicar,
señalar, presentar el camino.

? Modelos gráficos

A continuación se agregan dos modelos gráficos que permiten visualizar las relaciones y
jerarquías de los componentes de la propuesta conceptual.
En el primero de ellos se ubican todos los elementos –planos, niveles y dimensiones o
desgloses– en términos generales.
En el segundo se agrega para cada una de las instancias un ejemplo –debe entenderse que
solo se trata de un caso o ejemplo– correspondiente a dos prácticas sociales.
Hemos elegido las prácticas de la Perspectiva Clásica y la de la Contabilidad Clásica. Se trata
de mostrar la capacidad del modelo para hacerse cargo de prácticas correspondientes a
objetivos y a actuantes bien diferenciados. Confiamos también en que la concordancia de
época constitutiva de ambas prácticas y su aproximación y eficacia para la constitución del
nuevo mundo que nace con el Renacimiento les otorgue un parentesco suficiente para facilitar
su comprensión.

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concreciones
producciones
virtualidades

realizaciones
actividades
operaciones
planificaciones
evocaciones
significación
determinaciones
prescripciones
normas
regulaciones

gramática
convalidaciones
justificaciones
fundamentaciones

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concreciones
dibujos en Perspectiva
asientos contables – balances
producciones
virtualidades
dibujos mostrando puntos de fuga, líneas auxiliares
facturas, registros bancarios, informes de almacén
realizaciones

actividades
trazar líneas
inscribir un registro
operaciones evocaciones
planificaciones otros tipos de dibujo
definición de línea de horizonte, de puntos de fuga otros modos de registro
repertorización de cuentas
significación

prescripciones
las rectas paralelas se dibujan convergentes
cada asiento tiene que igualar el debe y el haber
normas determinaciones
regulaciones la mirada personal
todo el cono o pirámide visual es representable el espacio homogéneo
toda operación comercial es registrable el sujeto comerciante
gramática la economía monetaria

convalidaciones
la perspectiva está en las bases del arte
la contabilidad está en las bases del comercio
justificaciones
fundamentaciones
la proyección cónica
el principio de la partida doble

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