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DECANA DE AMERICA
7 ENSAYOS DE LA INTERPRETACIÓN
DE LA REALIDAD PERUANA
REGIONALISMO Y CENTRALISMO
2018
Regionalismo y centralismo
Cuando surgió la República Peruana, ésta se constituyó bajo el sistema
centralista, pese a los planteamientos de federalismo que hicieron algunos
ideólogos liberales. En la época de Mariátegui, el problema de la
centralización política se mantenía vigente; naturalmente, para él, la
solución de este problema tenía que abarcar necesariamente el plano
social y económico, y no solo el político y administrativo, como se había
venido intentando.
Ponencias básicas
Para Mariátegui, el problema del regionalismo versus el centralismo se
planteaba ya en términos nuevos, quedando atrás los viejos conceptos
propios del siglo XIX. Reconocía la existencia, sobre todo en el sur
peruano, de un sentimiento regionalista, pero observaba que dicho
regionalismo más parecía ser «una expresión vaga de un malestar y un
descontento».
Regionalismo y gamonalismo
Mariátegui resalta que en su tiempo ya existía una ideología de avanzada
interesada en la solución del problema agrario y la cuestión indígena. Por
ello, entendía que toda política descentralista que estuviera enfocada solo
como reforma política y administrativa, sin contemplar previamente la
solución del problema del indio, no merecía ni siquiera ser discutida.
Temía que al darse una autonomía más o menos amplia a los
departamentos y a las regiones, esto solo aumentaría el poder del
gamonalismo, que era la lacra que debía ser extirpada, con prioridad.
Tienen plena razón las regiones, las provincias, cuando condenan el
centralismo, sus métodos y sus instituciones. Tienen plena razón cuando
denuncian una organización que concentra en la capital la administración
de la república. Pero no tienen razón absolutamente cuando, engañadas
por un miraje, creen que la descentralización bastaría para resolver sus
problemas esenciales. Las preocupaciones de nuestra época no son
superficial y exclusivamente políticas, sino, principalmente, económicas y
sociales.
La región en la República
Mariátegui observa que es difícil definir y demarcar en el Perú regiones
existentes históricamente como tales. Los departamentos, cuyos orígenes
se remontan a las antiguas intendencias coloniales, no pueden ser
definidos como «regiones» pues son solo entidades políticas
administrativas, que no representan una unidad económica e histórica.
Tampoco las tres regiones físicas: la Costa, la Sierra y la Montaña (Selva)
equivalen a regiones en cuanto a realidad social y económica; Mariátegui
afirma que la Montaña carece aún de significación socioeconómica; en
cambio, «la actual peruanidad se ha sedimentado en tierra baja» o Costa,
y la Sierra es el refugio del indigenismo. Otra forma artificial de concebir
las regiones en el Perú ha sido la división de Norte, Centro y Sur peruano,
cada una de las cuales reunía tentativamente a departamentos y
provincias sin ningún contacto entre sí.
El nuevo regionalismo
Examinada la teoría y la práctica del viejo regionalismo, Mariátegui
formula sus puntos de vista sobre cómo debe enfocarse la nueva
descentralización. Primero, debe quedar esclarecida la solidaridad del
gamonalismo regional con el régimen centralista. El gamonalismo, por su
naturaleza, tendía hacia el federalismo, pero una vez aliado con el
gobierno central, dejó de lado su reivindicación federalista. Sólo los
gamonales en disfavor ante el poder central se muestran propensos a una
actitud regionalista que, por supuesto, están resueltos a abandonar
apenas mejore su fortuna política. Y esto se da porque la realidad peruana
es que ya no hay un problema de forma de gobierno, esto está absorbido
por el aspecto económico de forma evidente. Luego, Mariátegui considera
que el Perú debe optar entre el gamonal o el indio: «no existe un tercer
camino». Naturalmente, él y los hombres nuevos se inclinan por el indio.
Porque «ninguna reforma que robustezca al gamonal contra el indio, por
mucho que aparezca como una satisfacción del sentimiento regionalista,
puede ser estimada como una reforma buena y justa». En conclusión, para
los nuevos regionalistas, la regionalización debe contemplar
simultáneamente el problema del indio y de la tierra.
El problema de la capital
Mariátegui estudia también el problema de la capital y sostiene que la
suerte de Lima como centro político del Perú estará subordinada a los
grandes cambios políticos que se den en este país. Aunque el centralismo
subsista por mucho tiempo, no se podrá hacer de Lima el centro de la red
de caminos y ferrocarriles. La explotación de los recursos de la sierra y la
montaña reclama vías de penetración, o sea vías que darán a lo largo de la
costa, diversas desembocaduras a nuestros productos. En la costa, el
transporte marítimo no dejará sentir de inmediato ninguna necesidad de
grandes vías longitudinales. Las vías longitudinales serán interandinas. Y
una ciudad costeña como Lima, no podrá ser la estación central de esta
complicada red que necesariamente, buscará las salidas más baratas y
fáciles. Se habla del industrialismo como factor primordial para la
formación de las urbes. Sobre el poder del industrialismo nadie discrepa.
Si Lima reuniese las condiciones necesarias para devenir un gran centro
industrial, no sería posible la menor duda respecto a su aptitud para
transformarse en una gran urbe. Pero ocurre precisamente que las
posibilidades de la industria en Lima son limitadas. No sólo porque, en
general, son limitadas en el Perú-país que por mucho tiempo todavía tiene
que contentarse con el rol de productor de materias primas– sino, de otro
lado, porque la formación de los grandes núcleos industriales tiene
también sus leyes. Y estas leyes son, en la mitad de los casos, las mismas
de la formación de las grandes urbes.
En el Perú, el Cuzco, capital del Imperio incaico, perdió sus fueros con la
conquista española. Lima fue la capital de la Colonia. Fue también la
capital de la Independencia, aunque los primeros gritos de libertad
partieron de Tacna, del Cuzco, de Trujillo. Es la capital hoy, pero ¿será
también la capital mañana? Esta es la pregunta q se formula Mariátegui y
que nos formulamos todos, hasta hoy es la capital pero ¿Más adelante lo
seguirá siendo? Lo único que se sabe está reflejado en una frase que me
impacto mucho y es esta “El futuro de Lima, en todo caso, es inseparable
de la misión de Lima, vale decir de la voluntad de Lima”.