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Celebrante: Hermanos, estamos ya en el cuarto domingo de Pascua, también conocido como el domingo del
“Buen Pastor”. Pero también nuestra piedad popular colombiana recuerda especialmente la Exaltación de la
Santa Cruz. Esta celebración en el marco del tiempo pascual, recuerda que la victoria de nuestro Señor,
comienza por el suplicio de la Cruz. Está Cruz se convierte en estos momentos en un signo de esperanza, de
victoria y de luz. La Cruz pascual en otros tiempos sostuvo el cuerpo del Señor, ahora, sostiene espiritualmente
nuestra fe, por eso dispongámonos a invocar a nuestra Salvador, con la tradicional oración de los “1000
Jesuses”. Que este acto de devoción nos comprometa a invocar a nuestro Señor no solo con los labios, sino
también con el corazón y las obras.
Himno: Puerta de Dios en el redil humano fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino, glorioso va delante del
rebaño, guiando su marchar por buen camino.
Madero de la cruz es su cayado, su voz es la verdad que a todos llama, su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.
Pastores del Señor son sus ungidos, nuevos cristos de Dios, son enviados a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.
La cruz de su Señor es su cayado, la voz de la verdad es su llamada, los pastos de su amor, fecundo prado, son
vida del Señor que nos es dada. Amén.
PRIMERA DECENA – PADRE JORGE MARIO
Por la cruz, cuya fiesta hoy celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy, la
fiesta de la cruz, y junto con el Crucificado nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado,
gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz, posee un tesoro.
Y, al decir un tesoro, quiere significar con esta expresión a aquel que es, de hombre y, de hecho, el más
excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual, y el cual, culmina nuestra salvación y se nos restituye
nuestro estado de justicia original. (de las disertaciones de San Andrés de Creta, Obispo; sobre la Exaltación de
la Santa Cruz)
Porque, sin la cruz, Cristo, no hubiese sido crucificado, sin la cruz, aquel que es la vida, no hubiera sido clavado
en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la
sangre y el agua, que purifican al mundo, no hubiese sido rasgado el documento en el que constaba la deuda
contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el
paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los
muertos.
(de las disertaciones de San Andrés de Creta, Obispo; sobre la Exaltación de la Santa Cruz)
Por esto la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más
numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación.
Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en
ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue
vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en
salvación universal para todo el mundo.
(de las disertaciones de San Andrés de Creta, Obispo; sobre la Exaltación de la Santa Cruz)
La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante de que nos habla el salmo, y
la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz
es su gloria, cuando dice: Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por
él, y Dios a su vez lo revestirá de su misma gloria. Y también: Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía
junto a ti antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre.» Y, de improviso, se
dejaron oír del cielo estas palabras: «Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo», palabras que se referían a la
gloria que había de conseguir en la cruz.
(de las disertaciones de San Andrés de Creta, Obispo; sobre la Exaltación de la Santa Cruz)
También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré
a mí a todos los hombres. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.
¡Oh cruz admirable, en cuyas ramas estuvo suspendido el tesoro y la redención de los cautivos! ¡Salve, oh cruz,
que fuiste consagrada por el cuerpo de Cristo, y estuviste adornada con sus sagrados miembros como con
piedras preciosas! Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor.
(de las disertaciones de San Andrés de Creta, Obispo; sobre la Exaltación de la Santa Cruz, responsorio)
Primero hallamos la muerte en un árbol, ahora en otro árbol hemos recuperado la vida; los que habíamos sido
antes engañados en un árbol hemos rechazado a la astuta serpiente en otro árbol. Nueva y extraña mudanza,
ciertamente. A cambio de la muerte se nos da la vida, a cambio de la corrupción se nos da la incorrupción, a
cambio del deshonor se nos da la gloria. No sin motivo exclamaba el santo Apóstol: En cuanto a mí, líbreme
Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por él el mundo está crucificado para mí y yo
para el mundo. Pues aquella suprema sabiduría que nace de la cruz ha desmentido la jactancia de la sabiduría
del mundo y la arrogancia de lo que no es más que necedad. Los bienes de toda clase que dimanan de la cruz
han destruido todo germen de malicia. (de las disertaciones de San Teodoro Estudita, sobre la adoración de la
Cruz)
Ya desde el principio del mundo, todas aquellas cosas que no eran sino figuras y anuncios anticipados de este
leño fueron signo e indicio de algo mucho más admirable que ellas mismas. Mira, si no, tú que deseas saberlo.
¿Por ventura no escapó Noé del desastre del diluvio, por decisión divina, él, su esposa, sus hijos y las esposas de
éstos, y los animales de cada especie, en un frágil madero? ¿Qué significaba también la vara de Moisés? ¿No era
acaso una figura de la cruz? Cuando convirtió el agua en sangre, cuando devoró a las falsas serpientes de los
magos, cuando con su golpe y virtud dividió las aguas del mar, cuando de nuevo las volvió a su curso,
sumergiendo en ellas al enemigo y preservando al pueblo elegido. (de las disertaciones de San Teodoro
Estudita, sobre la adoración de la Cruz)
Semejante poder tuvo la vara de Aarón, figura también de la cruz, que floreció en un solo día, demostrando así
quién era el legítimo sacerdote. También Abraham anunció la cruz de antemano cuando puso a su hijo atado
sobre el montón de maderos. Por la cruz fue destruida la muerte, y Adán fue restituido a la vida. En la cruz se
gloriaron todos los apóstoles, por ella fueron coronados todos los mártires, santificados todos los santos. Por la
cruz nos revestimos de Cristo y nos despojamos del hombre viejo. Por la cruz nosotros, ovejas de Cristo, hemos
sido reunidos en un solo redil y destinados al aprisco celestial.
(de las disertaciones de San Teodoro Estudita, sobre la adoración de la Cruz)
Este es el árbol nobilísimo, plantado en medio del paraíso, * en ti, el Autor de nuestra salvación venció con su
propia muerte a la muerte de todos los mortales. Aleluya.
Tú sobresales por encima de los cedros más elevados. En ti, el Autor de nuestra salvación venció con su propia
muerte a la muerte de todos los mortales. Aleluya.
(responsorio)
SANTA MISA DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA – Domingo del Buen Pastor
57° Jornada Mundial de Oración por la Vocaciones
Pidamos al Señor de la vida, que no falten vocaciones en su Iglesia, vocaciones al sacerdocio, a la vida
consagrada y también vocaciones en los países en misión. Que aquellos a los que el Señor llama respondan con
generosidad.
Acto Penitencial
— Tú, que eres el Buen Pastor que da la vida por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
— Tú, que eres el médico de nuestras almas, que curas todas nuestras heridas: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
— Tú, que llamaste a tus discípulos y los enviaste a predicar el Evangelio a todas las naciones: Señor, ten
piedad. R. Señor, ten piedad.
Monición a las Lecturas: En las lecturas escucharemos que Cristo es el camino a seguir, y se nos invitará a
que vayamos tras sus huellas. Repetiremos con el salmista «El Señor es mi Pastor, nada me falta», una imagen
que nos habla de cómo debe ser nuestra relación con Dios, y que expresa muy bien la actitud de plena
confianza en Cristo que hemos de tener. El evangelio proclamará que Él es la puerta por donde debemos entrar,
esto es lo que significa el seguimiento y la escucha de su palabra. El camino que estamos llamados a recorrer
nos lo va a ir mostrando poco a poco.
Oración de los Fieles
Celebrante: Hermanos, en la certeza que nuestra súplica será escuchada, y con el mismo
entusiasmo de los primeros cristianos, que creyeron en la resurrección del Señor, oremos con
toda confianza. A cada una de las intenciones responderemos orando:
Por el papa Francisco, por nuestro obispo José Alejandro y por todos los obispos, para que tomen a Cristo
como modelo, y guíen con valentía al Pueblo de Dios al reino de justicia y de amor. Oremos.
Por los sacerdotes y consagrados, especialmente oramos por nuestro Párroco, para que vivan con entrega
generosa su vocación, y que cada día progresen más en su servicio como pastores y consagrados. Oremos.
Por nuestros jóvenes, para que tengan el coraje de ser y sentirse totalmente libres para el trabajo que el
Señor les encomiende en la Iglesia. Oremos.
Por las Iglesias más jóvenes y necesitadas, para que, con nuestra oración y con nuestra ayuda económica, el
Señor suscite nuevas vocaciones y puedan perseverar en el servicio a sus comunidades. Oremos.
Para que aumenten entre nosotros las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. Oremos.
Celebrante: Oh, Padre, haz surgir entre nuestras comunidades santas y numerosas vocaciones
al sacerdocio y a la vida consagrada, que mantengan viva la fe y custodien la memoria de tu
Hijo Jesús, mediante la predicación de la Palabra, su testimonio y los sacramentos, Te lo
pedimos, Padre, por Jesucristo tu Hijo, bajo cuyo cuidado de Pastor nos has puesto, para que
tengamos vida eterna. Él vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Bendición Solemne
El Dios, que por la resurrección de su Unigénito los ha redimido y los ha adoptado como hijos, los llene de
alegría con sus bendiciones. R. Amén.
Y ya que por la redención de Cristo recibieron el don de la libertad verdadera, por su bondad reciban también
la herencia eterna. R. Amén.
Y, pues confesando la fe han resucitado con Cristo en el bautismo, por sus buenas obras merezcan ser
admitidos en la patria del cielo. R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe
siempre. R. Amén.