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El Mar de Dirac sueña con mi muerte

Miguel Lupián
Y los mares grises cantan,
y las blancas colinas se sumergen,
y yo estoy muriendo en todo mi esplendor,
muriendo, muriendo, muriendo.
William Hope Hodgson

¿En qué momento me convertí en Una lanza flamígera se clava


este autómata que no deja de en uno de mis hermanos. Lo mi-
remar a bordo de una barca sin ramos de reojo, esperando en-
nombre? Las llagas en las ma- contrar su cuerpo carbonizado.
nos y las arrugas en el rostro me Mas sólo lo vemos elevarse y flo-
lo insinúan. Nadie se detiene a tar alrededor de nosotros, como
pensarlo, seguimos remando, re- si fuera la marioneta idiota de un
mando: no podemos quedarnos titiritero monstruoso, hasta que
a la deriva. desaparece entre las nubes. En
Uno, dos, uno, dos. su lugar quedó un hueco, aunque
La tempestad se acerca, lo sigo sintiendo su presencia.
siento en los huesos. El viento Uno, dos, uno, dos.
fiero aúlla. La espuma sisea. Los Ahora todo es calma. Las
mares grises cantan. La som- llagas de mis manos han cica-
bra purpúrea de la muerte tiñe trizado y las lágrimas se han ex-
todo lo que era gris. Los rayos, tinto. Pero el hueco que dejó mi
lanzas níveas de dolor, encres- hermano me recuerda que muy
pan al mar, convenciéndolo de pronto la espuma dejará de me-
hundirnos. ditar y los mares grises entona-
Uno, dos, uno, dos. rán mi última canción. t
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La puerta de Oort condiciones de transmitir algo,
podría hacerlo desde cualquier
altas que
las desea-
punto del universo, y el mensaje das. Las
llegaría de inmediato a la Tierra. posibilida-
En teoría, el casco de la nueva des estaban
Amílcar Amaya López sonda estaba diseñado para so- ahí.
portar las inmensas fuerzas que Se constru-
La sala de espera de vuelos inter- de posibilidades en esa época estrujarían la nave a nivel mole- yeron las naves que
planetarios se encontraba casi era corta: Marte y la Luna. Esos cular durante un hipotético viaje hacían falta, cada una fue
vacía. Llevaba en ese estado más cuerpos no tenían las caracterís- interestelar. El experimento tu- diseñada para llevar veinticin-
de un centenar de años. El de- ticas mínimas para sostener la vo éxito, la sonda llegó a lo que co millones de personas, junto
terioro progresivo era evidente vida humana sin infraestructura se suponía era un agujero negro a diversas especies de animales,
desde el ala de espera más aleja- apropiada. Podían terraformar- en las afueras del sistema solar y plantas y diversos organismos
da hasta la única que quedaba en se, pero el proceso podría tardar entró. Cuando se volvió a saber microscópicos.
uso; que tampoco era cómoda, décadas, o peor, siglos. de ella estaba a más de cinco mil De nuevo en la Tierra, cinco
sólo utilizable. Buscar planetas muy pareci- años luz de distancia. Aquel fe- personas avanzaban lentamente
Allá, donde imperaba la oscu- dos o iguales a la Tierra era una nómeno fronterizo no era preci- en la fila de abordaje. Había una
ridad del olvido, las paredes se opción más económica, pero la samente un hoyo negro, sino un desesperación mal contenida en
caían a pedazos y el polvo y las lista de requerimientos era de- “agujero de gusano”. Hasta ese su andar. El penúltimo de ellos
telarañas se cubrían las ruinas. masiado desalentadora y mu- momento su existencia había si- dijo mirando sobre su hombro al
Panfletos que hacían promoción chos pesimistas expresaron que do sólo teórica, pero en cuanto que estaba detrás de él
de algún atractivo turístico ex- cualquier intento de encontrar se supo que de verdad estaban —¿Te das cuenta? Hasta que
trasolar u ofertas de empleo en copias exactas de la Tierra era ahí, cientos de mentes excepcio- pongamos un pie en esa nave so-
las colonias revoloteaban por el una pérdida de tiempo y dinero. nales se pusieron a planear los mos los últimos aquí.
suelo en corrientes de aire que Un día, la sonda espacial mi- inminentes viajes. El sujeto a su espalda sonrió
se colaban entre los huecos de la nera Hefesto simplemente dejó Gracias a lanzamientos pos- con una leve mueca, reflejo de
pared. No hacía falta limpiar, re- de transmitir datos desde más teriores fue posible conocer los infinita tristeza.
modelar o demoler aquellas sec- allá de Plutón. El estudio de las detalles del viaje instantáneo por —Amigo. El honor de ser el
ciones del edificio, ya nadie las últimas imágenes enviadas por el el universo. Se descubrió que último hombre sobre la Tierra
iba a usar jamás. vehículo dejaron desconcertados dependiendo del ángulo y la ve- será todo mío.
El éxodo comenzó poco des- a quienes las vieron. Al parecer, locidad de entrada en el agujero Presionó el botón que cerra-
pués de que se pusieron de moda la sonda se dirigía sin control ha- de gusano se llegaba a un punto ba la puerta y la aseguró por fue-
los viajes recreativos al espacio cia una región del espacio donde diferente del espacio, más lejos ra. Así se mandó la señal de que
cercano. Los que se podían per- no se veían estrellas. Después de o más cerca del sitio de partida. todos los que debían subir lo ha-
mitir el paseo escapaban así de eso, nada. No más imágenes, no Y se encontraron planetas co- bían hecho.
guerras intestinas y epidemias más datos. Nada. lonizables. No eran copias exac- Para evitar que alguien fuera
que diezmaban la población allá Se mandó una nueva sonda tas de la Tierra. había candidatos dejado atrás por error o como
abajo, a miles de kilómetros bajo para descubrir qué había pasado más grandes o más pequeños; parte de una terrible venganza,
sus pies. Los científicos se des- con la anterior, equipada con lo con un poco de más o de menos el último hombre sobre la Tierra
velaban con la idea de la coloni- más avanzado en comunicación de oxígeno; algunos fríos y otros debía quedarse atrás voluntaria-
zación de otros mundos. La lista cuántica. Si el equipo estaba en con temperaturas promedio más mente. t
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Fragmento de Historia de las nuevas colonias: milagro. O de una advertencia.
Las gemelas Mercure reci-
con la idea de evitar que, sin
más, su propio yo las aniquilase.
las gemelas Noche y Día bieron los nombres de Anniki
y Oriana. Alimentarlas fue el
Cuando la doctora Mercure
murió se acabó la bonanza de la
reto más grande, pues la docto- energía planetaria. Nadie podía
Gabriela Damián Miravete ra Mercure encontró una resis- reproducir como ella la consis-
tencia imposible de franquear tencia de los campos magnéti-
“… mucho tiempo después, cuando las mujeres ya no cargaban en sus vien- entre sus pezones y la boca di- cos. La cantidad de antimateria
tres la pesada tibieza de sus hijos, sucedió que la Doctora Mercure minuta de sus hijas. Nadie podía que se producía era insuficiente.
recibió la sorpresa de encontrarse esperando gemelos en su vientre tocarlas y, desde luego, ellas no Llegamos al borde de nuestra
de alquiler. La doctora Mercure era la responsable de diseñar el tra- podían tocarse entre sí. Cuando propia aniquilación. La única
zado de los campos electromagnéticos capaces de contener la anti- aprendieron a hablar, esta tra- salida para quienes nos queda-
materia con que enviábamos las naves llenas a poblar el espacio. Su gedia se redujo a una expresión mos era la huida. Pero no había
magnífica obra rodeaba la Tierra como un infantil: “Abrazar a mi hermana más combustible para viajar.
collar de perlas vibrante y lujoso, un me hace cosquillas”. “Abrazar a Moriríamos.
cinturón que zumbaba la canción mi hermana no me hace cosqui- Anniki y Oriana lo obser-
triunfante de la conquista in- llas”, respondía la otra con idén- vaban todo desde sus respec-
terestelar. Acostumbrada a tica picardía, no al unísono, sino tivas celdas. Un día pidieron a
lidiar con las extrañas si- como un eco. las autoridades del hospital que
metrías del universo, no Lo que al principio pare- las dejaran conversar un rato.
se sobresaltó cuando cía un espectáculo curioso Comieron cerezas, chocolate y
oyó al médico hablar fue revelándose un hecho pan de maíz juntas. Y después
de la partición del inquietante: las geme- huyeron.
único cigoto forma- las no sólo eran iguales Se sabe que secuestraron
do por un solo óvulo en el cabello rizado, la una nave de mantenimiento y
y un solo esperma- piel oscura y la voz su- llegaron hasta la vieja estación
tozoide: tendría ge- surrante, también en alrededor de la tierra. Se sabe
melas idénticas. Pero sus movimientos y en que calcularon la cantidad de
jamás esperó escu- las palabras que decían, antimateria que produciría el
char que cada embrión pero de la forma enreve- contacto imposible de sus cuer-
estaba protegido por un sada en que el reflejo de pos (“116 años de viajes inin-
diminuto campo mag- un cuerpo es idéntico a su terrumpidos a las colonias más
nético, minúsculo arrullo original. Cuando crecieron, lejanas, o un viaje para todos,
de ninfas eléctricas que se estas diferencias provocaron sin boleto de vuelta”, escribieron
expandía alrededor de cada episodios espantosos: el cuchi- de puño y letra, los cuadernos
una al mismo ritmo que la armo- llo que la una blandía jamás se con sus notas se conservan en el
niosa multiplicación de sus células. insertaba en la carne de la otra, Museo Mercure). Sabemos que
¿Extraño fenómeno de contaminación am- los cuatro ojos demasiado abier- ellas tenían la certeza de que lo
biental? ¿Tan insistente afán de trazar campos se había trasladado a tos, las cuatro manos crispadas harían posible, pues habían de-
la herencia genética de las Mercure? No podía ser. Las preguntas co- arrancándose los propios cabe- dicado toda su vida a descifrar
menzaron a responderse, pero para la gente común se trataba de un llos. Se cubrieron los espejos, cómo aniquilarse la una a la otra, 
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aunque también sabemos que
Anniki y Oriana descubrieron
ardió en el cielo nocturno como
las viejas bolas de fuego de las
Desplazamiento perpendicular
que eran una misma persona así brujas en el bosque, y que luego
como la noche y el día ocurren explotó como una pequeña es- Libia Brenda
en el mismo cielo. Sabemos que trella, devolviendo a la Tierra la
el método involucró dolorosas canción radioactiva que su ma-
dosis de calor y velocidad, que dre compuso.
éstas provocarían el anhelado y Fue así como pudimos dejar ropa, dije que era
fatal contacto entre piel y piel, el planeta, y nosotros, la gente una broma, pero
materia y antimateria. Sólo po- común, en este otro hogar, re- en realidad me fui
demos imaginar su abrazo des- zamos a Anniki por las noches, 17 años); 2, aun-
nudo mientras giraban a 800 y agradecemos a Oriana al des- que haya pasado
KPH dentro de la cápsula que puntar el alba.” t 13 años en, pon-
gamos, el globo
de Ur y allí haya
envejecido esos
13 años, al volver
a la cuerda prin-
cipal regreso tam-
bién a mi tiempo
biológico están-
dar. Pues es como
si me reiniciara
(tampoco te pue-
do contar el pro-
ceso), pero hay
un desfase: sólo
Mira, mi amor, imagínate una cuerda reinicia mi cuer-
recta, amarradas a ella hay varias po, pero me quedo con la expe-
cuerditas perpendiculares, cada riencia. En resumen, ya viví 543
una con un globo en el otro ex- años y 7 meses. ¡Que no!, yo no
tremo. ¿Ya?, bueno, la cuerda es creo en el suicidio. Es sólo que
el tiempo lineal, en el que tú yo ya me cansé.
nos casamos hace 23 años; los Cada globo es una una vida
globos son mis viajes en el tiem- completa, por eso les pongo el
po. No, no te puedo decir cómo nombre del lugar o la época a
empecé los viajes. Ah, nunca lo donde voy. No, no es el secre-
notaste porque: 1, siempre he re- to de la inmortalidad, al menos
gresado luego de que para ti han eso me explicaron. Uy, no, me-
pasado minutos (como la vez en nos puedo decirte quiénes me
que fui al baño y volví con otra explicaron. Otra vez: esto no es
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personal, es una investigación
muy amplia, está involucrada
No, sí me da tristeza. Tantita.
A ver, nos volvimos a des-
Espejo negro de antimateria
mucha gente. Ah, luego de nues- viar. Entonces, todos esos globos
tro primer beso: no desaparecí ocupan el mismo espacio que Enrique Urbina
tres semanas porque necesitara la cuerda principal, una cuerda
un tiempo para asimilar que ha- finita. Y aunque los globos son
bía “encontrado el amor”, estuve flexibles, ya empiezo a sentir, Cayó del espacio. Nadie se dio cuen- Al final, perdidos en el recuerdo
en la primera fase de explora- ¿cómo te diré?, mucha presión. ta, sólo Julio. Dijo que escu- de su reflejo, todos se olvidaron
ción y todavía no manejaba bien Para ti yo tengo cincuenta y siete chó un silbido después de ver del espejo. Se extraviaron en sus
este desplazamiento perpendi- años, pero si haces la suma verás un brillo negro que salía de revelaciones.
cular. ¿Ese globo?, no, no lleva tu que ya viví demasiado. ¿Ya ves?, las estrellas; y que luego sintió Pero Julio no. Él le se había
nombre, se llama ISS7. Sí, sí eres si por eso te lo cuento. un temblor. Al principio no le preparado como las voces de
especial, pero entiende que ha Bueno, al menos eso sí puedo creían porque nadie más lo sin- arriba le dijeron. Fue a rescatar-
sido medio milenio. No, no eres decírtelo, ese próximo globo se tió. Pero un haz de luz que salía lo. Lo encontró olvidado, solo.
el primero al que se lo cuento. llama Atlantis. t del pozo junto a su casa delataba Lo sacó de la caja, lo guardó en
el lugar del impacto. La gente del su bolsillo y regresó a su casa. Se
gobierno fue por el espejo, para miró en él según los rituales. Pe-
que nadie se lo robara. Julio re- ro no pasó nada. No sintió nada.
clamó que era suyo por haber Aguantó los embates de la anti
caído en sus terrenos. No le hi- roca, pero no veía que operara
cieron caso. Lo sacaron del po- ninguna transformación en el
zo con una grúa, aunque no era mundo como le habían dicho.
más grande que una piedrita de No vio ni un pequeño cambio.
río. Pero no lo escondieron. Lo Una noche vio su reflejo en las
metieron en una caja blanca y lo aguas muertas del pozo. Su leja-
pusieron en el zócalo para que no reflejo era igual que siempre.
todos lo vieran. Desesperado, regresó a su casa y
Muchos se acercaron a ese se colgó.
artefacto tallado por el univer- Al amanecer, las aguas del
so o por algo. Miles se miraron, pozo se estremecieron. El reflejo
pero nadie quiso contar qué de Julio se había quedado toda la
veía en él. Algunos terminaron noche ahí, y al fin había con-
vomitando un líquido negro y seguido escalar los mu-
viscoso. Otros, uno blanco. Hu- ros de tierra. Al salir,
bo abortos, suicidios, orgasmos, el anti Julio secó el
maldiciones, epifanías, muertes. agua de su ros-
Algunos de los científicos que lo tro y caminó
estudiaron primero vieron su re- a la ciudad.
flejo y luego inventaron propul- Una explo-
sores espaciales. Otros, armas de sión lo se-
destrucción masiva elemental. guía. t
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La astronauta de Zambia
Óscar Luviano

En las afueras de Lukasa el distante técnico “semilla de la hazaña” sobre un armazón de madera, Con entusiasmo pasa a explicar-
rugido de un león no se diferen- (cuatro alegres jóvenes negros decoradas con la bandera de nos (o eso entiendo) la finalidad
cia del bramido de los cohetes que se mueven al unísono, en Zambia). Nos observan dos ga- de los gatos, que con caras de
en Cabo Cañaveral. Con su que- shorts y zapatos de un charol im- tos negros y la cosmo- fastidio se dejan encerrar
pí de explorador y una capa púr- pecable), nos pasea por el centro nauta, que luce un en cajas de madera la-
pura, Edward Makuka Nikoloso, de entrenamiento que consta de orgulloso y moreno bradas con imágenes
fundador de la Zambia National un tambo vacío que agitan para embarazo de siete estelares. Nosotros
Academy of Science, Space Re- preparar a los cosmonautas para meses. Recupe- no les disparamos,
search and Philosophy nos re- las tormentas de polvo cósmico; ro el micrófo- nos tranquiliza
cibe con una alegría que sólo un columpio que fortalece las no de manos Makuka Nikolo-
puede ser otra estrategia de su extremidades ante las extrañas de Makuka so, ¡Es una bar-
fraude. posturas a las que obliga la gra- Nikoloso y baridad!, pero
Desde hace meses envía te- vedad cero y una charca con cai- le espeto usamos dos
legramas a la BBC anunciando manes imperturbables en donde que no pue- para aumen-
que la expedición a Marte ha si- —nos cuenta— la astronauta de haber tar el número
do un éxito, y que la cosmonauta Mwambwa fue arrojada una y existido un de universos
Matha Mwambwa y su tripula- otra vez para entrenarla en el viaje “allá” posibles (otra
ción de dos gatos negros nos es- duro acuatizaje. Insiste en que o “acá” si expresión que
peran para narrar los detalles de interpretamos mal al Programa ni siquiera debe ser fruto
su llegada “allá”. Él se refiere a Espacial de Zambia, y que el via- hay cohe- de su limitado
la Tierra, es evidente que no do- je no era a Marte, sino “allá”. Y te alguno. inglés).
mina el idioma inglés. De todos al decir “allá” señala a su alre- Es evidente, La astro-
modos, el director de la cade- dedor: las ceibas, el suelo y los además, que nauta abre am-
na nos envió al Centro Espacial corrales con gallinas (que se su- la cosmonau- bas cajas, un
zambiense para desmentirlo y ponen valiosísimas para evaluar ta no irá a nin- gato sale, el otro
ver si así se callaba de una la falta de oxígeno). Lo corrijo: gún lugar en ese no, y ella aplaude y
vez. señalo el cielo y le digo “allá”, estado. mira a la cámara co-
Tras arrebatar- él se ríe con dientes brillantes. Martha Mwam- mo si todo fuera muy
me el micrófo- “Llegamos allá”, insiste, y señala bwa me pone una mano obvio.
no, Makuka la tierra bajo sus pies. tibia y cálida en el hombro Basta de parloteo científi-
Nikoloso Al final del recorrido llega- y me dice que para llegar “allá” co, sentencia Makuka Nikoloso,
nos pre- mos a un taller con techo de (y señala también el suelo) al- ¡Estoy seguro de que se mueren
senta al palma en el que los técnicos guien tiene que fracasar “aquí”  Continúa en la página 15
equipo ensamblan el cohete (láminas (y señala de nuevo el suelo).
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 viene de la página 11 de la cosmonauta nos invita a
entrar.
por entrevistar a Martha! Y se- Es ella, desde luego, con sus
ñala una cabaña en el extre- dos gatos en el regazo, aunque
mo del campo. La cosmonauta más delgada y cansada. Tiene
embarazada se despide: Yo me arrugas y el cabello gris (el viaje
quedó aquí mientras hablan con- hasta allá debe ser largo, espan-
migo… es mejor no arriesgarse a tosamente largo) pero sonríe
una anomalía. con sinceridad.
Mientras caminamos hacia la Al verla siento la extrañeza
cabaña, Makuka Nikoloso insiste que produce alguien sin una ma-
en la necesidad de que presen- no o una pierna, pero es como si
temos la filmación a la UNESCO todo cuando la rodea le faltase.
para obtener más fondos. Habla Los gatos, gordos y viejos, vis-
de millones de cajas, de millones ten pequeños trajes de astronau-
de gatos. Toca a la puerta de la tas. Son unos presumidos, dice
cabaña y desde el interior la voz Makuka Nikoloso. t

Inversión
camino a algún lado, Zak vio que El otro se presentó como Kaz y
se acercaba otro neutrino, y se confesó haber pensado que por
Adrián “Pok” Manero veía era exactamente igual a él. fin se había topado con su anti-
Ambos tenían la misma estatura, neutrino. Zak sonrió al admitir
Zak era un neutrino común y co- su posible aniquilación. Zak se la misma vestimenta, el mismo que había pensado lo mismo y le
rriente. Le gustaba divertirse imaginaba que su antineutrino peso, la misma sonrisa inicial, extendió la mano. Al estrechar-
y vestir a la moda, con ropa de sería completamente opuesto que fue sustituida por la misma la, ambos desaparecieron en un
colores llamativos, y llevaba un a él. Que sería viejo, aburrido y mirada desconfiada. Se contem- destello de luz.
gran copete. Pero, al igual que de traje y corbata; con portafo- plaron con recelo, se quitaron Si pudiera, Zak le diría a todos
el resto de su especie, temía en- lios en lugar de patineta volado- las gafas al tiempo que se explo- los neutrinos que las antipartí-
contrarse con su antineutrino. ra, lentes de fondo de botella en raban de arriba abajo. Pero Zak, culas son muy reales. Y que son
Algunos decían que eran sólo vez de radicales gafas oscuras; siendo tan sociable, decidió ini- idénticos a ellos, es más, ellos
cuentos inventados por las ma- que sería calvo a diferencia de él, ciar la conversación. mismos se piensan neutrinos.
dres neutrinas: “si te portas mal, quien adoraba su pelo morado. Grande fue su sorpresa, la Lo único que los diferencia es su
va a venir tu antineutrino y te va También imaginaba que no sería de ambos, cuando saludaron al carga. Pero Zak ya no existe, así
a aniquilar”. ¡Patrañas! pero aun nada amigable: y él era el neutri- mismo tiempo. Se echaron a reír que muchos neutrinos, quarks y
si descartaba esas habladurías, no más sociable de todos. y, ya más relajado, Zak decidió electrones incautos seguirán co-
Zak sentía miedo ante la idea de Un día, mientras flotaba de invitar a su doble a una fiesta. metiendo el mismo error. t
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DE CAMINO amable de su parte. Además, lo más probable es
que la cámara funcione bien y sea su naturale-
za insomne el único desperfecto. Según los
Francisco de León cálculos de Juan, el sexto mes de viaje debe
haber comenzado.
Seis meses despierto. “Debe ser un
récord”, intenta consolarse, pero no lo
Unas luces que destellan sin cesar. logra.
Juan abre los ojos; el constante Marte debe estar ya muy cerca; tal
titilar de las luces de la cabina lo vez ahí sí pueda dormir.
distrae desde que inició el reco- Cierra los ojos. t
rrido. Incluso con los ojos cerra-
dos puede “ver” esos inquietos
destellos.
Detesta esas luces que parpa-
dean sin tener una razón clara bien Temporada de cosecha
para hacerlo. Le inquietan desde des-
que era niño: en Navidad, mien- pués de
tras sus hermanos dormían al- una noche Ana Paula Romualdo Flores
rededor del árbol, acompañados entera sin
por el botín de juguetes recién dormir (así de
obtenidos, Juan permanecía des- tonto como sue-
pierto, aunque fingía dormir. Lo na)… Juan pierde la mi- Aquella mañana, Valentina antes de la crisis energética.
mismo hace ahora. El cielo estre- rada en el espacio “infinito”. Ya se despidió de Antonio con un Una dulce voz interrumpió
llado, lejano de tan cerca. Juan no siente consuelo. Piensa que beso que alargó unos segundos sus recuerdos.
no sabe por qué se acomoda bo- tal vez no fue tan buena idea más. Sabía que era el último. —¿Está segura de que quiere
ca arriba. Es la posición que más ofrecerse para la misión. Algo Anduvo por el desolado realizar el procedimiento?
le impide dormir. Sólo hace falta llena su estómago, su hambre y camino hasta llegar a su trabajo, —Sí.
que pierda la vista en un punto su sed quedan saciadas sin que donde se encontró con los ros- —Vea a la cámara. Listo. Feli-
para que pase horas despierto. por su boca haya pasado ningún tros famélicos que veía a diario. cidades, es la mejor decisión que
Juan piensa que allí la noche es sabor (¿tenía hambre o sed?). Durante su primer descanso se pudo haber tomado. Ahora pase
muy distinta, ¿se valdrá llamarle Ahora piensa que al me- dirigió con pasos lentos a la ofi- del lado izquierdo, por favor.
noche? Ahí está: esa sola pregun- nos debió haber hablado de cina de reclutamiento. Ahí la re- Aquella tarde, junto con
ta podría mantenerlo despierto su insomnio. Tuvo muchas cibió un sonriente recepcionista los que habían elegido la mis-
por años. oportunidades: las entrevistas que le recordó todos los benefi- ma suerte, comió los manjares
Juan suspira. Se consuela pen- iniciales, los entrenamientos, cios que sus familiares directos que desde hacía una década es-
sando que, por lo menos ahora no el lanzamiento. Vaya, al menos obtendrían, mientras la condu- taban reservados para la clase
serán los rayos del sol los que le pudo haber advertido al per- cía a una amplia sala decorada timócrata.
molesten, los que le hagan levan- sonal de Tierra que su cámara con colores suaves y arreglos de Al terminar, se incorporó a
tarse enojado y encaminarse a la de hibernación no funcionaba antracitas, cuyo aroma le recor- una larga fila que avanzaba rá-
ducha para tratar de despertarse bien. Pero eso hubiera sido poco dó la edad de oro de la ciudad pidamente por un pasillo que
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parecía interminable y que los
condujo a los vehículos que los
ligera sensación de calor y miró
por las enormes ventanas que
Apunte sobre la nota
llevarían a la zona de despegue.
Codo a codo con los cuerpos
rodeaban la aeronave. Con que
así se veían de lejos los mundos
del doctor ArcheR
marchitos de sus compañeros de hechos de materia. Ella, antima-
resignación, atravesó un desier- teriana desde la creación, nunca
M. F. Wlathe
to, en cuyo extremo se encon- imaginó que un planeta de mate-
traba una flotilla de aeronaves ria fuera tan similar al suyo. A petición de la Universidad, in- semanas, era imposible adivinar
esperando ser abordada. En ese extraño lugar, donde formo lo poco que sé sobre el lo que traía en mente. Se encon-
Sería un viaje largo, pero le el curso de los ríos fluía hacia el trágico suceso ocurrido en el la- traba frente a uno de los más
aseguraron que no percibiría el sur, nadie sospechaba que una boratorio de partículas la sema- grandes avances en la física mo-
paso del tiempo. flotilla de aeronaves cosechado- na pasada. Debo aclarar que mi derna, era lógico que se negara
Antes de caer en un profundo ras de energía estaba por liberar trato con el doctor Archer era a participar en eventos y consu-
sueño, pensó en el gusto que le a Valentina y a sus hermanos de únicamente académico y que miera la mayor parte de su tiem-
daría a Antonio saber que sería desgracia sobre su superficie. nunca nos prestamos a conver- po en el laboratorio. La euforia
transferido a la parte de la ciu- De pronto el terror, la coli- saciones fuera de este ámbito, que lo invadía al
dad donde había luz artificial de sión, el aniquilamiento. Al fi- por lo que desconozco sus mo- Hablar del tema, su único te-
noche y agua caliente todos los nal, el espacio vacío que dejó la tivos para haberme hecho llegar, ma, era comprensible pues todo
días. Pensó también en la abulia Tierra. lo que después sería considera- el mundo creía que esa investi-
que la orilló a hacerlo, en el pa- Las aeronaves recolectoras da, su nota suicida. Fue en esta gación le valdría el Nobel.
tetismo de su vida diaria. El suyo atraparon de un bocado toda la nota donde me enteré, con sor- El día de su muerte me crucé
no había sido un acto de bondad energía creada y regresaron a presa, de la existencia de su es- con él, justo antes de que entrara
pura, sin embargo así sería re- Deimos, donde una nueva floti- posa Clara. al laboratorio, iba en exceso ali-
cordada por él. lla despegaba hacia otro extraño Pero no quisiera adelantarme. ñado y feliz. Por un momento se
Despertó invadida por una planeta. t Todo empezó con los intentos consideró la posibilidad de que
iniciales de la Universidad de fuera un accidente, que de algún
producir antimateria. El doctor modo no previsto hubiese entra-
Archer fue uno de los primeros do en contacto con la antipartí-
en lograrlo, aunque por periodos cula. Nadie supuso que estuviera
muy breves. Hasta hace tres se- convencido de un pacto de amor
manas, cuando logró contener suicida o de un beso capaz de
una antipartícula, aparentemen- desintegrarlo.
te por tiempo indefinido, en lo Me di cuenta hasta que entré
que muy pronto se conocerá a en mi oficina, horas después, y
nivel internacional como Cá- encontré la nota firmada por él
mara de Archer. Si bien es cier- que decía: “Me enamoré de una
to que la conducta de Archer antipartícula. Por favor, avísele a
fue un poco extraña las últimas mi esposa”. t

20 21
Tresenrama
Alberto Chimal

{una aventura de Horacio Kustos; léase primero la columna 1, luego la 2, luego la 3}

DÍA 1 DÍA 2 DÍA 3


—No me llame “mago” —dijo —Puede decir que soy ma-
—Tal vez sea justo llamarme mago
Wang—. No lo soy. Soy algo distin- go —dijo Wang— pero también
—dijo Wang—, tal vez no. Soy el
to. Soy el augur de la Tresenrama. soy algo más: soy el augur de la
augur de la Tresenrama.
Tresenrama.

22
Otra vez me saludó como si me Me saludó como si me conociera
Me saludó como si me conociera conociera de siempre, aunque dijo de siempre.
de siempre. también: —Ha visto a mis otros yo, ¿ver-
—Mucho gusto. dad? Mis otras opciones.
No me sorprendió que otra vez
No podría precisar cómo era su Supe que era el hombre del día an-
fuera y no fuera él. Me pre-
cara: recuerdo facciones borrosas, terior y a la vez no lo era. Sus fac-
gunté qué sería realmente el
cambiantes. ciones borrosas eran otras.
Tresenrama.

Luego me explicó su doctrina: que Luego me explicó su doctrina: yo Lo dejé repetir su doctrina: era la
cada persona y cada cosa son exac- estaba tan asombrado que no le di- misma pero los tres (noté) la de-
tamente tres, ni menos ni más. je que ya la conocía. cían de modo vagamente distinto.

—Al ver la división en tres —di-


—Sí, No, y No Sé —dijo Wang—. Vi que también su ropa era dis-
jo— la percepción cambia.
Cada elección que hacemos nos tinta. Vi un sillón negro que el día
(Wang 1 había dicho mente;
trifurca: nos divide en tres. anterior había sido blanco.
Wang 2, alma.)
Ahora el sillón era gris.
—No lo vemos porque cada alter- —Cuando el alma ve su división —La parte interesante llega —
nativa que tomamos engendra tres entiende lo vano de todo. Y es, cla- dijo Wang— cuando piensa en
nuevos universos, uno para cada ro, una experiencia terrible. usted.
una.

—¿Qué dice? —¿Qué dice?


—Pero si se le entrena hasta poder
—Lo que no fue siempre brilla —¿Ha pensado que la división
ver esa división en tres, la mente
más que lo que es. Lo real es el lo afecta a usted? Así es. Hay otros
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cambia.
error y es el mal. dos como usted…
—Venga mañana y empezará a ver —Y el descubrirlo nos destruye — —Y nunca sabrá si usted es el Sí, el
cómo —y agregó que era una expe- siguió Wang—. Porque nunca sa- No, el No Sé:si los otros son más
riencia muy positiva. bremos qué elección nos condena. desdichados o más felices.

—¿Positiva?
—Lo que pudo ser refuerza el Dijo mucho más sobre el error, el Salí de allí. Me pregunté por los
valor de lo real. arrepentimiento, la amargura. otros dos ‘yo’ que se preguntaban
Dije que volvería. Salí del Dije que volvería. Salí de allí. sobre mí, y que no conocería.
despacho.
Y anoté todo, como siempre, en el cuaderno.
Esos datos tenían que enviarse de in-
El cálculo correcto mediato a la Tierra, la humanidad debía
enterarse. Sin embargo, Hipnos no pu-
do enviar el mensaje. En cuanto se dio
cuenta, el capitán se empeñó en ave-
David Venegas riguar qué ocurría.
Todo parecía estar en orden, los
La expedición de Hipnos era el pro- El mundo entero se maravilló sistemas funcionaban a la perfec-
yecto científico más ambicioso con el desempeño de la Hipnos ción. Sin embargo, había un error
que se había desarrollado hasta en el estudio de una superno- y no era de la nave.
el momento. Para su sola pla- va. El casco de la nave resistió Alguien, en algún momento,
neación fue necesario recopilar el impacto directo de la onda tal vez cientos de años atrás, se
y conjugar siglos de ciencia y de choque, y los datos que la había equivocado al calcular el
tecnología. tripulación cuántica recopiló y tamaño de ese agujero negro.
La nave podía resistir impac- analizó le valieron al capitán el No parecía un error muy gran-
tos de varios cientos de tonela- Premio Nobel por sus avances de, unos cuantos kilómetros de
das y contaba con un aislante de en astrofísica, rayos cósmicos ul- más no figuraban para nada en
amplio espectro contra la radia- traenergéticos, dinámica de los distancias astronómicas. Pe-
ción. Tenía también un reactor flujos interestelares, etcétera. ro debido a este error, Hipnos
de fusión nuclear de cuarta ge- Ahora se dirigía al sitio ideal había cruzado el horizonte de
neración, una estrella en minia- para estudiar la gravedad y las eventos. Ni la nave ni el mensa-
tura, para abastecer de energía a distorsiones en el espacio-tiem- je del descubrimiento absoluto
todos sus sistemas. po. Se encontraba ya en las in- podían viajar a la velocidad ne-
La tripulación estaba com- mediaciones del agujero negro cesaria para escapar de la gra-
puesta por entidades cuánticas en el centro de la Vía Láctea. vedad del agujero negro, así que
computacionales, que represen- El Soñador realizó los cálcu- estaban completamente perdi-
taban el pináculo en el desarro- los de la distancia mínima pru- dos para siempre.
llo de la inteligencia artificial. dente para acercarse e inició su El capitán sintió nauseas, des-
El capitán (a quien todos co- tarea. Los sensores comenza- esperación y ganas de arrancarse
nocían como el Soñador) era el ron a recibir un alud de datos los cabellos.
único humano a bordo y líder del y, casi a la misma velocidad, los El Soñador despertó. La luz de
proyecto desde su planeación. analistas cuánticos arrojaban media tarde entraba por la ventana
Lo habían sometido a tratamien- resultados. y anunciaba que la hora de la siesta
tos médicos genético espaciales, Al combinar lo que ya se sabía había terminado. Se incorporó un,
gracias a los cuales se alimentaba con lo que se descubría en ese poco torcido por haberse dormido en
por fotosíntesis, era capaz de so- momento todo cobró sentido: la silla, y miró su pizarrón abarrotado
portar aceleraciones de hasta 10 la cuántica con la relatividad, el con números que describen el Universo,
G sin despeinarse y su esperan- origen y destino del Universo, la su forma, su historia. Se concentró en los
za de vida era de varios cientos vida con la antimateria, las estre- huecos donde el entramado matemático aún
de años. Irónicamente, ya no re- llas y la materia oscura, todo en- no era suficiente para arrojar respuestas.
quería dormir. cajaba en un conjunto perfecto. Era hora de trabajar. t
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Contenido
Integrantes
del Cúmulo de Tesla: El Mar de Dirac sueña con mi muerte 1
Miguel Lupián Soto
La puerta de Oort 2
• Amílcar Amaya Amílcar Amaya López
• José Alejandro Ayala Fragmento de Historia 4
• Libia Brenda de las nuevas colonias:
• Raquel Castro las gemelas Noche y Día
• Alberto Chimal Gabriela Damián Miravete
• Gabriela Damián Desplazamiento perpendicular 7
• Gabriela Frías Libia Brenda
Villegas Espejo negro de antimateria 9
• Aline Guevara Enrique Urbina
Villegas
La astronauta de Zambia 10
• Alejandra Espino
Óscar Luviano
• Mario F. Wlathe
Relámpagos de laboratorio 12
• Eduardo Huchin Sosa
Alejandra Espino
• Francisco de León
Inversión 14
• José I. Jiménez Mier
y Terán Adrian “Pok” Manero
• Miguel Lupián Soto De camino 15
• Óscar Luviano Francisco Javier de león
• Adrian “Pok” Manero Temporada de cosecha 16
• José Luis Ramírez Ana Paula Rumualdo
• Martha Riva Palacio Apunte sobre la nota 19
• Ana Paula Romualdo del doctor Archer
• Enrique Urbina Mario F. Wlathe
• Arturo Vallejo Tresenrama 20
• David Venegas Alberto Chimal
• Rafael Villegas El cálculo correcto 22
David Venegas

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