Nº181 / Enero 2011 - periodicoperiscopio@gmail.com - 6.

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Cámara de Editores de Revistas Publicación auditada por

y Periódicos del Uruguay

Para ver
y leer
Que el calor nos nos
agote las ganas de conocer
y descubrir. Periscopio
entrega el especial de
enero para disfrutar, sin
apuro, que el año empieza
poco a poco.
 PERISCOPIO

Guerra de agua | Ramiro Alonso []

[Minas 1966.
Dibujante, infógrafo, periodista.
Ha publicado en diversos medios de
Uruguay del extranjero. Es colaborador
habitual de Periscopio.
]

Verano caliente Reposición | Manuel Cortés []

R epresentan su papel con soltura
sin necesidad de marcar diá-
logos ni pasos sobre un escenario que
conocen de memoria; se sienten
tan compenetrados.
El hombre los observa impasi-
ble para confirmar lo que sabe,
lo que cada verano se repite como
una canción de navidad y que sin
variaciones observa en sus vecinos
desde que, hace ya tiempo y tiempo,
llegó al balneario, desolado, por pri-
mera vez.
Así, a media mañana y como de
costumbre, Analía, de inmutables
ocho años, empieza las maniobras
con la bicicleta mientras su madre
intenta, atolondrada, cepillar el pelo
de Irene, señorita en sus trece,
rebelde a causa de la sal del mar, las
hormonas y los chicos de enfrente.
Hernán aparecerá en cualquier
momento con los útiles de pesca sin
pesca, con la carne sustituta que reco-
gió al pasar por lo de Rogelio, la leña
y la urgencia por disimular, enros-
trando a su mujer y a sus hijas su obs-
tinación de pescador frustrado.
El hombre mira y confirma deta-
lles, actualiza recuerdos; busca la
falla, el dato mínimo que le per-
mita desenmascarar la farsa, descu-
brir el truco que deje la magia al des-
nudo y le habilite el triunfo de ser el
único al que no engañaron. Y correrá
a contarlo, a dejarlos en evidencia
para recobrar la confianza de Roge-
lio y de Clara, de Sebastiano, de
Jaime, del carpintero…
Pero la falsía sigue encubierta, [Montevideo
prolijamente. 1963. Periodista,
El mismo tiempo que él en esa colaborador
playa tienen veraneando los vecinos. habitual de
Desde cuando se peinaba los ve Periscopio.
llegar cada año, entusiasmados; de ]
la época en que su difunta perra
Jineta celaba es la misma impecable
bicicleta, regalo de reyes, de Analía;
de cuando en su parrillero se amon-
tonaban las botellas que se traga-
ron sus ansias, son las greñas oxige-
nadas de la adolescente. Desde antes
de olvidar a Sandra repite bienve-
nidas, presentaciones, asombros.
Ellos siempre llegando por pri-
mera vez.

AT E N C I O N P S I C O L O G I C A
Eva Makukina
Psicóloga universitaria
Adolescentes y Adultos
COSULTORIO EN LA ZONA
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LA CÁMARA DE • Editor: Lucio Ornstein • Secretario de redacción: Mateo Vaz • Alienación y balanceo: Ramiro Alonso • Colaboradores: Pablo Alfano, Ximena Camarote, Andrés
EDITORES DE Capelán, José Esteves, Roberto Manzoni, Daniel Noya, Federico Pritsch • Corrección: Mateo Vaz • Administración: Lucía Lista • Ilustraciones: Ramiro Alonso, Nicolás
REVISTAS Y Martínez • Distribución: Roberto Manzoni, Arnoldo Arbelo • Servicio informativo de las agencias Comcosur (comcosur@comcosur.org) - Vecinet (vecinet@chasque.apc.org)

N º 181 ENERO PERIÓDICOS - Inter Press Service (IPS) (latam@ipslatam.net) • Nº de permiso en MEC en trámite • Asesoría jurídica: Dra. Iris Moreno Roca • Impreso en Microcosmos SA,
DE 2011 DEL URUGUAY Cuareim 2052 • Depósito legal Nº 318378 • Los artículos firmados son de responsabilidad del autor.

2• ENERO 2011

Las lluvias | Laura Ferreira []
E l tablero de ajedrez está aban-
donado y polvoriento. Las pie-
zas conservan las posiciones que las
jugadoras les dieron por última vez.
La dama le da jaque al rey en una
agonía ya muy larga.
Días antes apenas, Marcos se dur-
mió en mi falda, inquieto, como frus-
trado por no poder presenciar el final.
También me había llegado el
sueño, pero me esforcé por quedarme
despierta. Nunca hubiera dejado a las
niñas solas en medio de una guerra,
aunque fuera entre piezas de ajedrez.
A Clara le enseñé a jugar apenas
llegó, el primer día. La encontré,
mojada y dura de frío, tratando de
dormir en el umbral de mi puerta.
Ese día se había cumplido el primer
mes de lluvias. Pensó, como muchos
otros, que la casa estaba abandonada,
y quiso irse cuando abrí la puerta.
Creo que fueron el sueño y el ham-
bre los que la convencieron de entrar,
más que mis palabras. Sueño, ham-
bre, resignación.
En el rincón entre el living y la
cocina, donde se abre la escalera,
estaba el juego de ajedrez. Lo había
encontrado ese mismo día, lo rescaté
del sótano, donde se eternizaba como
tantas otras cosas, y acababa de ter-
minar con su limpieza. Faltaba un
peón, pero tenía en mi poder un tro-
cito de madera que podía sustituirlo.
Clara lo miró con curiosidad, pero
no dijo nada hasta mucho después.
Luego de que se hubiera bañado y
comido, yo intentaba sacarle infor-
mación sobre su casa, sin obtener una
respuesta directa, cuando sus ojazos
oscuros se dirigieron a él.
“Enseñame a jugar” me dijo,
mirándome con picardía. “Después
te cuento todo eso. Pero es largo.”
Yo suspiré, fuimos hacia la mesa.
Se sentó en el lugar de las negras,
que luego serían sus preferidas.
Micaela ya sabía jugar cuando llegó,
pero tardamos en descubrirlo.
Hacía ya dos años de las lluvias.
Clara y yo estábamos frente a la
estufa, riéndonos con sus cuentos
sobre la maestra, cuando golpearon
la puerta.
Era la vecina, y a su lado ve-
nía una niña envuelta en muchos
abrigos.
“...no puedo... pobrecita... mis
hijos... y Rodolfo... los sobrinos...
viste... pobre ángel... la mamá... y no
podemos...”
Luego de diez minutos de charla
apresurada, entendí que la niña había
quedado, mágicamente, bajo mi
cargo. No sabía qué hacer, por lo
pronto sólo podía hacerlas pasar.
Al darme vuelta, vi una mirada
extraña en Clara. Le indiqué a la
vecina que llevara a la niña a la
cocina y le guiñé un ojo. Ella se mor-
día el labio inferior, pensativa.
Más tarde le pregunté qué pen-
saba ella del asunto. A pesar de lle-
var dos años conmigo, todavía se sor-
prendía cuando le pedía su opinión.
Me miró en silencio unos segun-
dos. Luego miró hacia la cocina.
“Si vos podés, que se quede.”
Micaela no sabía, no sabe de eso,
y Clara nunca se lo dirá. Su orgullo
nunca se lo permitiría. Y Micaela,
también por orgullo, no necesita
saberlo.
Ella llegó triste, triste se quedó. No
se resistió, pero no hizo ningún
esfuerzo por caernos bien. Y no podí-
amos reprocharle gran cosa. Micaela
había perdido todo en un derrumbe,
uno de esos edificios viejos del cen-
tro que se empezaron a venir abajo
luego de un año de lluvias.
Todo significaba padre, madre,
hermanos menores. La casa, la
escuela, los amigos. Perder todo para
Micaela incluyó un lugar fijo donde
dormir, un cuarto del qué apropiarse,
saber al día siguiente donde estaría.
Porque comenzó a viajar entre
parientes, amigos, de una mano a
otra, de una casa habitada por dos
ancianos a una con diez niños más,
y así sucesivamente, hasta llegar a la
casa de una mujer desconocida, que
era yo y no sabía qué hacer.
Micaela se encerró en sí misma,
y nada podíamos reprocharle.
Clara se dio cuenta de que la llegada
de una nueva persona a la casa impli-
caba una serie de pactos territoria-
les. Aún cuando Micaela no ocupaba
mucho espacio, ya que apenas se
movía en la casa, las cosas cambia-
ron inevitablemente. El baño, la
cocina, los espejos, las puertas que
se cierran o se dejan abiertas...
Ella vivía el mejor momento de
su vida, en el único hogar al que
deseaba volver siempre. Y Micaela
parecía encontrarse en un infierno.
Eso dificultaba las charlas entre ellas,
y desconfiaban una de la otra.
Pero ambas niñas intentaban con-
servar una postura digna de un caba-
llero medieval de cuento, mientras
afuera la riada traía cada vez más
gatos muertos al patio. Parecían
expertas diplomáticas, evitaban tener
conflictos muy fuertes. Cada movi-
miento de Clara hacia Micaela era
respondido con una elegante evasiva
por parte de ella, que nunca hubiera
podido decir porqué la evitaba.
Clara estaba desconcertada, pero al
mismo tiempo entusiasmada. El
rechazo de Micaela no le hacía daño.
Quiso enseñarle a jugar al ajedrez.
Preparó la mesa y llamó a su nueva
compañera, esperándola sentada del
lado de las negras.
Pero Micaela no quiso jugar. Se
excusó diciendo que era muy mala
para esas cosas.
Clara se sintió defraudada, pero
aguantó el golpe llamándome a mí.
Era ya mejor jugadora que su
maestra. Nunca me caractericé por
jugar bien al ajedrez, ni a nada pare-
cido. Jugaba con mi padre cuando lo
cuidaba durante su internación.
Cuando murió, lo olvidé hasta el día
en que Clara llegó.
La partida se puso intensa. Clara
me sorprendía siempre con sus estra-
tegias. Pero ese día estaba decidida
a darle pelea, fuera como fuera mi
inteligencia.
Concentradas como estábamos,
nunca vimos a Micaela sentada en la
escalera, hasta que dijo, con esa voz
casi desconocida aún:
“Caballo blanco a A5, y le hacés
jaque.”
Ambas malinterpretamos la cara
de desilusión de Clara en ese ins-
tante. Micaela le explicó que le gus-
taban más las blancas. Ella le dijo
que no había problema. Una vez
más, con un movimiento impecable,
le dijo entre risas que yo era dema-
siado mala y necesitaba la ayuda con
más urgencia.
A partir de ese momento, la primera
partida se anunció tácitamente.
Clara esperaba. Sabía que
Micaela caería tarde o temprano en
la tentación. El ajedrez estaba siem-
pre impecablemente dispuesto, siem-
pre el almohadón azul del lado de las
negras.
Micaela planeaba, también, el
momento. Clara era una rival muy
difícil. Y podía soportar todas las
indignidades que le tuviera preparada
la vida, pero jamás se permitiría per-
der la primera partida de ajedrez.
Marcos llegó seis meses después que
Micaela.
A esa altura, yo ya estaba resig-
nada a que ella no sería la última. Los
vecinos me habían insinuado la posi-
bilidad de traerme más niños en
algún otro momento. Y tal como
estaban las cosas, con las lluvias que
seguían, no iba a negarme.
Era un niño hermoso, rozagante,
tan risueño como llorón. Tenía cinco
años y las tres lo quisimos inme-
diatamente. Comencé a pasar
muchas horas fuera de casa, traba-
jando, y me asustó un poco la rela-
ción, siempre tensa, entre las dos
niñas, pero aparentemente las cosas
fluían cuando aparecía Marcos.
Clara intentaba enseñarle a jugar,
Micaela se sentaba en el escalón
donde más tarde se sentaría él a
observarlas. Él reía, aunque a veces
lloraba porque no entendía que le
comieran una pieza. Sobre todo
cuando entendió el concepto detrás
de “comer”.
Las lluvias seguían.
Un día, con Marcos de la mano, entré
a la casa y vi lo inesperado. Micaela
acababa de mover el primer peón.
Marcos entendió enseguida la
gravedad del asunto. Dejó de protes-
tar por la vacuna que acababan de
darle y corrió a sentarse a la escalera.
Yo me sentía estúpidamente emocio-
nada y corrí a la cocina a preparar
una cena acorde al momento.
No fue una noche. Fueron muchas
noches de ajedrez. Micaela presen-
taba batalla a cada oportunidad, bata-
llas casi tan calladas como ella, sua-
ves batallas. Clara, por su parte, la
obligaba a declararse, a mostrar sus
estrategias. Con sus movimientos
exigía respuestas. Micaela no siem-
pre estaba dispuesta a dárselas.
Fueron muchas noches, de cenas
prácticas, de Marcos y yo como
espectadores.
A veces se me ocurría pensar si
realmente estarían jugando bien, o
qué diría un jugador experto si las
viera. Pero me sentía absurda ense-
guida. Las niñas eran brillantes. Y la
partida había empezado años atrás,
desde el día en que Clara llegó y vio
el tablero.
Los días transcurrían en una calma
que no me cerraba del todo. Una
calma en medio de la tormenta, de
las lluvias... no parecía posible.
Sólo las noches nos daban una
idea de lo que estaba pasando.
Micaela se había vuelto más
abierta, dejó de vagabundear sola,
me ayudaba torpemente con las
tareas de la casa. Clara, en cambio,
se veía más concentrada en sí misma.
No había perdido su chispa (ni lo
hará nunca) pero no me era tan fácil
saber dónde estaba su pensamiento
como antes.
Traté de pensar que no era sor-
prendente, que estaban creciendo. Y
era así, pero también era otra cosa.
A veces uno piensa que atribuir esos
cambios al crecer los vuelve inocen-
tes. Uno cree que tiene que ser ino-
cente, pero no es necesario.
PERISCOPIO
Al fin y al cabo Clara había empe-
zado a llorar por las noches, a escri-
bir un diario, a confesar, ocasional-
mente, pequeños hechos de su vida.
Y su vida no era inocente.
Micaela estaba ganando. Ella se
hacía fuerte, mientras que Clara
empezaba a dudar. Y en las parti-
das de ajedrez, se la veía decidida,
casi cruel, a mostrarle a Clara que las
cosas no eran tan fáciles. Clara, a
veces, apenas podía defenderse. Se
confundía, se mezclaba… se rendía.
Caballo negro a B6. Alfil blanco a
C5. Dama negra a C7.
Y silencio, salvo por el agua
que caía.
Cuando Micaela movió la dama
blanca a G6 y le dio el jaque al rey
de Clara, estaba amaneciendo. Nunca
había permitido algo así, pero esa
noche las niñas no me escucharon,
ni cuando las regañé ni cuando les
prometí faltas escolares. Sus mentes
estaban fuera de mi realidad, trenza-
das en un asunto muy superior a
todos nosotros.
Ese jaque resultó especialmente
doloroso. Clara se había recuperado
esa noche, y había salido de otros
jaques como por arte de magia. Pero
este era definitivo.
La miré con tristeza, pero en sus
ojos había más orgullo que derrota.
Estaba dispuesta a morir, pero siem-
pre dando pelea, de pie hasta el final.
Micaela, por el contrario, parecía
triste. Siempre atacó sin miedo, pero
tenía miedo de matar.
La mano pequeñita, delicada,
temblaba cuando dejó a la reina en
su lugar de verdugo.
Y Clara brillaba. De un modo que
hacía tiempo no veía.
De un modo…
“¿Eso es el sol?”
La voz de Marcos apenas se escu-
chó en medio del pesado silencio,
pero cuando nos llegó su mensaje,
sólo pudimos recibirlo.
[Nací en la Nochebuena del 84, viví
siempre en Montevideo, escribo
cuentos desde chica y poesía desde
hace algunos años, aunque
prácticamente no los mostraba, hasta
que hace dos años empecé mi blog
Caldera de Lata
(calderadelata.blogspot.com), que por
ahora es el único lugar donde se
puede leer algo mío.
]
ENERO 2011 • 3

|Roberto Genta [] Paperback writer*
* *
No existe la poesía.
Si existe
no escribo el poema
escribo para no morir
E staba frente a la computadora,
intentando rematar un capítulo
de la novela que ya llevaba escri-
no se la puede tocar. para no llenar el paisaje biendo hacía largo tiempo. Una edi-
de teléfonos torial local de mediano porte me había
Si se la toca pies desnudos recomendado presentarla a los efec-
se disuelve en el aire y ramas secas tos de una posible publicación, me
de las palabras. pareció bien, así que dedicaba parte
para que nadie diga de mis días a escribir, lo que luego fue
con disimulado pudor: mi primera novela, ya tenía en mi
la noche dormía en sus ojos haber dos libros de poesía editados de
manera autogestionada, (casi no
no escribo el poema conozco otra manera de editar poe-
sía), además de colaboraciones con
dibujo una cárcel de tinta revistas y portales virtuales. El aire
para no respirar el aire sucio entraba fresquísimo, resucitador, por
de la madrugada la ventana del séptimo piso en el
Inasible que vivía con Paty, mi pareja. La con-
(para Laura Alonso) vivencia estaba por cumplir su tercer
La palabra año, y salvo pequeños detalles, nin-
que no buscas gún sobresalto, ni grietas existían en
te sigue esta vida de a dos, al menos, a simple
intima vista. Yo había regresado del trabajo
detrás de ti corre hacía poco rato, calenté dos milane-
cae sas en el microondas, me serví un
sólo palabra sola vaso de jugo de naranja y me llevé el
bajo el sol de tu noche menú al escritorio. Estaba concen-
–palpitando la sinrazón– trado en definir si ése personaje sinies-
leve zumbido que huye tro debía o no morir, cuando se me
escapa planta Paty, cruzada de brazos, y me
la que en otras se esconde dice, mejor dicho, me ladra:
grita – ¿Sabés qué?, ¡me tenés harta con
dice que no existe tu novela!, ¡vos y tu asquerosa novela!
sangra …¡y nunca la terminás!, la venís escri-
jazmín que en tus dedos tiembla biendo desde antes de conocernos
usurpa [Roberto Genta Dorado, Montevideo hace cuatro años, ocho meses y die-
y sólo es la que nunca 1957. 10 títulos publicados. Últimos: cisiete días, y todavía no la terminaste,
nunca Sangre Sucia (Premio MEC) Fractal ¡todo gira en torno a tu estúpida nove-
podrás escribir. y Umplugged. Los presentes textos lita!, te la pasás en la computadora
son inéditos escribiendo, y yo que reviente, total,
] siempre te aguanto la cabeza, siem-
pre estoy a tu lado en tus cosas, por-
que se supone que ya estoy acostum-
brada a que no me des corte, que no
|Christoph Niemann [] me atiendas por pasártela escri-
biendo… y usé atender no sé si soy
clara, ¿o te hago un dibujo?, ¿te acor-
dás?, ¿o también tenés amnesia?, hoy
nos limitamos a marcar tarjeta en
nuestros cuerpos y listo, a dormir que
al otro día tengo que trabajar y escri-
[ Alemania, 1970. bir, decís, y yo que mire cine tras-
Es ilustrador, diseñador gráfico noche, ¿no?, ni siquiera salimos como
y coautor de varios libros. antes… marcar tarjeta en nuestros
Desde julio de 2008, Niemann cuerpos, ahí tenés algo para tu novela.
ha estado escribiendo – Pero salimos hace unos días…–
e ilustrando sus caprichos me justifiqué.
en el New York Times. – ¿Me estás tomando el pelo?, ¡fui-
] mos a comer un mísero helado acá a
la vuelta, ni siquiera entramos al cine
que está en frente a la heladería, y des-
pués nos volvimos a casa a mirar el
cable!, ¡ni siquiera me llevaste al
bebedero del Parque Rodó a tomar
agua!, ¡¿a éso le llamás salir?!, no
entiendo como ésa novela acapare
toda tu atención, ya no sé que hacer
para que estés más tiempo conmigo,
para que me prestes más atención, y
dejes de prac-ti-ca-men-te acostarte
con la computadora, …¿me estás
escuchando?, ¡dejá de escribir y
mirame por favor!
– Pero no es tan así mi amor…
– Además, si dijera que no te
apoyo en tus proyectos, que no estoy
siempre a tu lado cuando me necesi-
tás, y vos te la pasás escribiendo, todo
el día con la cara pegada al monitor
de la computadora, llegás del trabajo
y te sentás a escribir esa novela de
mierda y nada ni nadie te despega de
la silla…
– ¿No te parece que estás exage-
4• ENERO 2011
PERISCOPIO
rando un poco?
– ¿Exagerando?, me quedo corta,
yo te quiero mucho y lo sabés bien,
pero de un tiempo a esta parte no
existo para vos, estoy cansada, todos
los días es igual, y como si fuera poco,
oficio de crítica literaria de lo que
escribís, debería cobrarte por éso…
– Seguís exagerando…
– ¿Te puedo hacer una pregunta?
– La estás haciendo…
– ¿Yo tengo para vos la misma
importancia en tu vida que la que le
das a tus no sé cuantos centenares
de libros y Cds?, ¿la misma al menos?
– Por favor Paty, no digas pava-
das…
– Menos, seguramente menos, y
ni quiero saber comparada a tu novela,
ahí si que pierdo por goleada, ¿no?
– No –contesté ya fastidiado, frun-
ciendo el ceño.
– Es increíble, compitiendo con
cosas, había competido con otras
minas para ganar tu corazón, y les
gané a todas, las reventé a todas, te
conquisté a pura personalidad utili-
zando todos mis encantos, pero con
cosas…, decime algo… ¡defendete
al menos, carajo!
– Pienso que te equivocás –dis-
crepé tímidamente.
– ¡No me equivoco, sabés que es
así!, no te pido más que tiempo con-
migo, más diálogo, y de paso un poco
de acción como antes, ¿entendés?, ¿o
te lo traduzco al arameo y al copto
juntos?, no sé cómo decírtelo más, y
conste que te quiero mucho, pero
basta con ésto, ¿cuán compleja es ésa
novela?, ¿qué estás escribiendo?,
¿Ulises?, ¿En Busca del Tiempo Per-
dido?, ¿Harry Potter?, hace más de
cuatro años que la venís escribiendo,
la primera vez que salimos me dijiste
con aire serio e importante, Sabés,
estoy escribiendo una novela, Qué
bien, contesté yo, pero que ingenua
fui, si aplicaras la misma obsesiva
dedicación para conmigo, no te esta-
ría echando en cara todo ésto…
– Estás gritando, no nos hace bien
esta discusión, además…
– El otro día, cuando vino mamá,
me preguntó cómo estábamos, le dije
que bien, qué le voy a decir, ¿que el
hombre que vive conmigo, o sea su
yerno, se la pasa atornillado a una silla
escribiendo en una computadora y
que yo si apenas soy un florero barato
ahí en un rincón?, ¿que casi ni se
ocupa de mi por escribir ésa novela?,
¿que casi no dialogamos?, ¿que no
hacemos cosas juntos?
Capítulo aparte merecería la madre
de Paty, esa mujer está loca. Es de esas
típicas suegras que no vacilan en
meterse en las relaciones de pareja de
sus hijos; había sido influencia fun-
damental en la separación de Leonel,
el hermano mayor de Paty, y parecía
empecinada en hacer lo mismo con
Paty y conmigo. Desde que Paty me
puso en frente a sus reventados ojos
por el humo de treinta cigarrillos
por día, desde su adolescencia allá en
el siglo XV, a doña Amalia, no le
gusté como yerno. La primera vez que
almorzamos en su casa, la vieja loca
ésta se la pasó hablando de don Leo-
poldo, su esposo, o sea el padre de
Paty, que falleció de una enfermedad
terminal cuando ésta apenas tenía
cinco años. “Vos lo que necesitás es

|Paulo Roddel []
un buen hombre, (Amalia, la ser-
piente, siempre creía saber lo que los
demás necesitaban, creía mal las más
de las veces, claro), un tipo con los
pantalones bien puestos –proseguía
en su discurso el escorpión–, un buen
marido, que sea buen padre para tus
hijos, un hombre honesto y trabaja-
dor, sin vicios, tal como tu padre,
(Dios lo tenga en la santa gloria), que
te valore, que te respete nena, como
lo era Leopoldito conmigo, una figura
paterna fuerte, éso necesitás…”
–decía la inefable suegra bruja full
time a la vez que clavaba sus colmi-
llos en una pata de pollo al horno que
había preparado para Paty y para
mí, en ése orden. Por cierto, lo de la
“figura paterna fuerte”, es un dis-
cursito de dos pesos que se lo copió
al psicólogo de Paty. Ahora, yo le pre-
gunto doña Amália Jacinta Carregare:
yo, ¿estoy pintado?
– Mi amor –le dije–, puede que
tengas razón, pero tenés que entender
que escribir es muy importante para
mi, vos lo sabés bien… te quiero –le
dije, e intenté besarle los labios, pero
me ofreció una gélida mejilla que ape-
nas pude rozar con mi boca.
– ¡Uff, por qué llegué a plantearte
todo ésto!, yo también te quiero, pero
no podemos pelear por ésto, es estú-
pido. A mí me hace feliz verte hacer
lo que te gusta, y que disfrutes de
ello, pero yo también vivo en ésta
casa, y te pido más dedicación…
¡pero a mí!, ¡disfrutá más de mí!, éso
es lo que te pido…
A veces creía que Paty era capaz
de ponerse como loca por una tonte-
ría, o no darle importancia a algo que
para mí sí era importante. Siempre
habíamos tenido una buena conexión
mutua mente-cuerpo, nos leíamos las
cabezas, los cuerpos, los gestos, las
palabras. Pero en los últimos meses,
algunos cables de ésa conexión,
comenzaban a pelarse, dejando a la
[Nació en Montevideo e1 13 de exposición, el peligro de electrocu-
octubre de 1977. Frustrado bajista de tarnos las almas, los besos. A todo
rock, y peor en otro montón de esto, me levanté de la silla, me dirigí
actividades, cuando se dio cuenta que a la ventana y la cerré rápidamente,
escribir era más barato que ser el aire marítimo traía tormenta, y los
músico, arrancó para ahí, cosa que meteorólogos habían pronosticado
tampoco le ha ayudado a destacarse entusiastas que el buen tiempo segui-
mayormente. Ha integrado talleres ría durante toda la semana, así que de
literarios, publicado poesía y cuentos seguro, en poco rato, llovería. Ahora
en revistas y antologías de escritores, la tormenta estaba afuera, la de aden-
además de artículos sobre rock y tro, estaba dando los primeros sínto-
literatura. Co fundó los grupos de mas de amainar.
poetas 7 Segundos y Seis 50. Editó en – ¿Qué pensás hacer? –inquirió.
formato artesanal libro/objeto los – Amarte, trabajar y escribir; en
poemarios Trapos (2004, Ediciones ese inalterable orden, ¿está bien?
Seis50), y Palidezco (2010). Organiza Intenté abrazarla por atrás, a la
y participa en eventos culturales y vez que buscaba besarle la nuca y el
artísticos. Actualmente escribe para el cuello.
suplemento de rock R de La Diaria, – Eso es trampa –me dijo–, sabés
así como en portales culturales que no puedo resistirme a ésto, no
virtuales de Uruguay, Argentina, es justo, salí…
España y Chile, es redactor de Revista Yo persistía en mis caricias, besos,
Cultural Fango, y siempre que lo y refregadas en general. Había comen-
inviten, lee. zado a llover. La tromba de agua gol-
] peaba fuertemente contra los vidrios
de la ventana, no rompiéndolos de
pura suerte.
– Vamos a la cama –le propuse.
– Ahora no, tengo cosas que
hacer…
– ¿Como cuales? –pregunté.
– Cosas –me respondió casi inau-
dible, bajando la cara.
Acaricié su espalda por debajo de
la remera ajustada y nos besamos apa-
sionadamente.
– Perdoname, perdoname es que
estoy tan sobregirada con el trabajo
que exploto por cualquier cosa…
– Cuando publique la novela te la
voy a dedicar, así quien la compre
podrá entrever quien es la mujer que
me aguanta –dije con aire distendido
y concluyente.
Afuera la lluvia continuaba su
furiosa embestida contra los vidrios.
Antes de ir a la cama, en la cual Paty
me esperaba ya desnuda y hermosa,
fui a cerciorarme que la ventana estu-
viese bien trancada, a la vez que pude
observar por un breve momento, la
desesperada carrera de las personas
en la calle buscando refugiarse bajo
el primer techo estable que hubiere
cerca, a la espera de que la situación
climática mejorase. Pero la cosa se
complicaba. Ahora el viento era
más fuerte, unido a una tormenta eléc-
trica infernal; el apocalipsis desatado
en segundos. Las calles inundadas, la
basura mezclada con el agua, las mar-
quesinas se zarandeaban amenazado-
ramente, todo peligrosamente inesta-
ble, todo tapado, todo roto. Cada
trueno era el fin del mundo.
– ¿No venís? –me preguntó Paty,
enredando su desnudez en las sába-
nas. Fui.
La novela se publicó hace casi cinco
meses (por cierto, lo de marcar tar-
jeta en nuestros cuerpos jamás lo usé),
las ventas no van mal, mi editor me
dijo que como van las cosas, tendre-
mos que hacer una segunda edición
en pocas semanas. Estuve dando
entrevistas en medios de comunica-
ción, algunos amigos me han invitado
a tomar unas cervezas como excusa
para felicitarme, mis padres están
orgullosos de mí, y hasta me mudé a
un departamento más cómodo en el
centro de la ciudad. Y digo me mudé,
porque Paty y yo nos separamos hace
un tiempo, poco después de la salida
de mi novela, en parte, Amália había
triunfado. Ahora estoy saliendo con
Eloísa, la conocí en la presentación
de mi novela, a la cual ella había asis-
tido para hacerme una entrevista para
una revista literaria en notorio
ascenso. Al final, nuestro encuentro
fue lo mejor de ésa presentación, en
la que fue menos gente de la esperada
y mi editor terminó borracho, mos-
PERISCOPIO
trándole las ventajas de publicar con
su editorial a una joven y atractiva
poeta que asistió esa noche. El sábado
pasado, cenábamos Eloísa y yo en un
restaurant, cuando me preguntó por
Paty.
– ¿Supongo que es ella?, ¿no?
– ¿Quién?
– Tu ex, a la que le dedicás la
novela.
– Ah, sí.
– Vamos a mi departamento –pro-
puso–, cómo me gustaría que me
dedicaran un libro, con mi nombre
claramente impreso en la primera
página –se resignó suspirando, termi-
nando su vino.
– Tenés que engancharte con un
escritor, pero uno de verdad –bromeé.
Extendió su mano hasta tocar la
mía, nos besamos. Salimos del res-
taurante, llamamos un taxi, y enfila-
mos rumbo a su departamento. Fui-
mos por la rambla; una tibia brisa
entraba por la ventanilla del vehículo
de alquiler. Sus ojos titilaban refle-
jados en la ventanilla del coche, mez-
clados con las estrellas, difícil deter-
minar en qué territorio estaban unos
y otras. Sonreíamos, en el fondo era
una sonrisa inmensamente triste, tris-
temente inmensa, como la noche que
nos hundía. Embobados con tanta
miel en nuestras bocas, Eloísa y yo
flotábamos en esa nave delirante.
– ¿Creés en el destino? –me pre-
guntó, fusilándome.
Ella vivía sola, como yo. Estamos
juntos y vivimos solos, pensé, exacta-
mente lo opuesto a lo que nos venía
pasando a Paty y a mí, en los últimos
tiempos del amor que algún día ya
lejano, juramos sería eterno.
* Título de una canción de The Beatles,
(1966).
ENERO 2011 • 5

|Eduardo Curbelo []
1.
Pelamen, no llueven niñeras del cielo
Quedamos sin clandestina cita / regurgita
El abrazo lazo hacia tu caballo
Largo cuello de nuez juego a ser tu crin
En la clara morochez chamán de tu falda
El lugar indicado caos fondo de las cosas
Caos que refulge / urge
La ingeniería falaz del amor y el pene
La suma deseo sauna varios animales
La pata encima de las huellas barro
Que me desliza y tapiza epidermis
Que me disloca coyunturas y su frémito
Pelamen, no llueven niñeras (en celo) del cielo
2.
Tercio pelo tercio
Coxales / triángulo amoroso
Enjuto vértice ocupamos un lugar obsceno
Un rincón profanado / afanado:
Cerveza para tres, nos enrollamos oruga
Ante la amenaza
Sin cuerpo
La cesárea cicatriz
¿Cómo fue?
Trazo de tiza
3.
Ático:
“En caso de calma
Mantenga la alarma”
Encebollado retazo / trazo de himen roto
Audaz sobrevivir
El juego bataraz de la mujer en cuestión
[ Euardo Curbelo (Montevideo, 1962)
es Médico Psiquiatra. Publicó Basalto
(Ediciones de la Crítica, 1999), Diario
Íntimo de un Comensal (Ediciones La
Gotera, 2001) y Abrevadero
(Ediciones Nudo Sur, 2004), Mención
del Ministerio de Educación y Cultura
Categoría Poesía Inédita 2004. En
2005, obtuvo el Primer Premio de
Poesía de la Intendencia Municipal de
Montevideo por su libro inédito
Penitentes (Ediciones Botella al Mar,
2006). En 2010, publica La rosa del
manicomio y otros servicios de salud
mental por Ediciones Yaugurú.
]
6• ENERO 2011
Caminos |Ramiro Sanchiz []
E se verano llegaron temprano a
la casa del balneario, antes de
las fiestas y de los primeros días de
calor insoportable. Habían ido sin
sus padres, que tenían otros planes,
desconocidos para ellos y también
irrelevantes. Se turnaban para aten-
der la casa, buscar leña en el monte
cercano, ir en el auto a hacer las com-
pras día por medio y barajar mane-
ras de entretenerse en las largas horas
de la noche, cuando no valía la pena
o no se podía dormir. Al principio
ella se levantaba temprano para bajar
a la playa, y él, que había llevado una
caja llena de novelas de ciencia fic-
ción (las leía por las tardes hasta que
algún mecanismo de su mente sal-
taba y lo catapultaba a una caminata
por la costanera, a veces hasta el fara-
llón de rocas) empezó a entender que
pronto ya no tendría qué leer y debe-
ría encontrar algo diferente para ocu-
par su tiempo, quizá llamar a Mon-
tevideo e invitar algún amigo o pasar
allá un fin de semana de salidas y
alcohol. Pero pasan los días y las
amplias tardes pobladas de ecos, y
ellos van perdiendo de a poco todo
interés en las fechas y el mundo exte-
rior a la pequeña casa, los médanos
de la playa y los amplios caminos
desolados. Una noche descubren una
larga fila de gente desconocida
|Cummy Chúmez []
Tel. 2222 4712
pasando frente a su casa. Un poco
asombrados los miran, inmóviles
como en la cola de un supermercado
o en un embotellamiento de tránsito,
y si han deseado hablarles, pregun-
tarles qué hacían allí o a dónde iban,
ninguno de los hermanos lo ha
hecho; así, noche tras noche, mien-
tras aceleran su paso las constelacio-
nes, miran pasar la procesión que
crece, que se alarga, siempre las caras
anónimas y silentes, el avance indis-
cernible. Una noche la hermana se
pierde entre los otros; regresa al otro
día, entrada la mañana. A partir de
ese momento repite todas las noches
la misma secuencia, llegando a veces
más tarde, pasado el mediodía, a
veces poco después de la salida del
sol. Jamás cuenta dónde estuvo o qué
vio o a dónde o a qué tiende la fila
misteriosa. Su hermano tampoco lo
pregunta, aunque es fácil entender
que se muere por saberlo. La gente
nunca es la misma pero tampoco se
los ve moverse, aunque en ocasio-
nes, pasada una o dos horas el her-
mano, que no logra apagar su curio-
sidad, constata que los rostros han
cambiado. Un día la hermana no
regresa. Ni ese día ni el día siguiente.
El hermano la llama a gritos desde
el porche, sin éxito, y algunos de los
otros parecen mirarlo, como apres-
PERISCOPIO
tándose a darle una respuesta que
nunca llega. El verano se ha desva-
necido, los pinos se mecen en el
viento cargado de espuma helada. La
gente persiste, días y noches, bajo la
lluvia, bajo la nieve inexplicable. Y
a toda hora llama el hermano a su
hermana, sin respuesta alguna, hasta
que una noche, cerca del corazón del
invierno, sale de su casa pasadas las
doce y toma su lugar entre los otros.
[ Ramiro Sanchiz (Montevideo, 1978).
Narrador. Publicó las novelas
01.lineal (Editorial Anidia, Salmanca,
España, 2008), Perséfone (Estuario,
Montevideo, 2009), Vampiros
porteños, sombras solitarias (Meninas
Cartoneras, Madrid, España, 2010)
y Nadie recuerda a Mlejnas (Reina
Negra, La Plata, 2010), además de
los libros de relatos Del otro lado
(La propia cartonera, Montevideo,
2010) y Algunos de los otros (Trilce,
Montevideo, 2010). Algunas de sus
ficciones pueden leerse en las
revistas Otro cielo, Axxon, Letralia
y Narrativas. Desde 2008 escribe
reseñas para La Diaria. Mantiene
su blog personal en
http://aparatosdevuelorasante.
blogspot.com
]
[José María
González Castrillo
nació en San
Sebastián, España,
en 1987 y murió en
2003. Famoso por el
pseudónimo de
Chumy Chúmez fue
un humorista
gráfico, escritor y
director de cine
español.
]

La muerte del pistolero |José Estévez []
L os balazos en aquella matinée
del cine de barrio, te acordás,
comíamos refuerzos de mortadela y
nos atragantábamos en medio de la
euforia que nos despertaba la bala-
cera, el muchachito que los cagaba
a tiros, que nunca se moría, le pasa-
ban las balas ¡tuing! cerca de la
cabeza y el loco se agachaba y chau
bala, y apuntaba su Colt 45 y dale,
¡Bang! ¡Bang! y nunca se le termi-
naban las balas porque los genios de
Hollywood no se fijaban en esos
detalles, lástima que ahora no esté el
muchachito a nuestro lado, Mincho,
justo ahora que se nos vino toda la
milicada con el arsenal más pesado
y con orden de hacernos mierda, que
nadie salga vivo, jódanlos a esos
pichis grita un cabo y grita por allí
un miliquito novato cagado de
miedo, y vos sacás la mano con el
bufoso por una hendidura de la ven-
tana y meta bala, y humo y un olor a
pólvora que ni en las mejores pelí-
culas de John Wayne, viejo, que esto
es en serio y nos va el cuero, la
vida de mierda que nos toca vivir,
porque cuando uno se mete en la
joda no hay regreso, no hay tangente
por la cual zafarse, no te dejan, te
atrapa el círculo que se alimenta de
bronca y muerte, sos vos o ellos y
uno siempre quiere ser uno el que la
cuente y no el otro, ese vil esclavo
de los poderosos que le tiran unos
mangos para que les defiendan el
|El Roto []
[El Roto se llama Andrés Rábago
y nació en Madrid, España, en 1947.
Es un humorista gráfico y antes
dibujaba bajo el seudónimo de Ops.
Desde la década de 1990 publica
diariamente sus viñetas en el diario
El País de Madrid.
]
José Serrato 3549 Telefax 2215 3264
Banco, la Casa de Cambio, la sacro-
santa propiedad, Mincho, la puta que
los parió a todos los alcahuetes del
sistema, ojo el plomo, agachate, no
[Este cuento, te rifes, apunto, cierro un ojo ¡Bang!,
escrito por milico al suelo, uno menos, pero
nuestro ¿cuántos quedamos? ¿alguien lleva
colaborador José la cuenta? ¿no seremos vos y yo
Esteves (Joe), solos? ¿no estaremos acaso soñando
publicado en la la misma pesadilla y estamos dentro
revista literaria de la pantalla de aquel viejo cine
LSD en 2004, siendo los malos en vez de los bue-
fue grabado en nos mientras escuchamos el clarín
versión del séptimo de caballería que viene
radioteatralizada a darle apoyo a los soldados que nos
por Jorge tienen rodeados? ¿quiénes somos en
Tempone y realidad? ¿adónde quedó el límite del
emitido en el bien, cuándo cruzamos la línea, en
programa radial qué momento pasamos a ser los
Mateína. Esa malos de la película? Sé que no
versión integra podré leer los diarios de mañana y
un Cd con me perderé la crónica en primera
diversas plana que van a dedicarnos; porque
narraciones, nos odian y somos realmente odio-
denominado sos pero mañana seremos los que
Los cortos de le salvaremos el culo a los dueños de
Mateína. los diarios, mañana agotan la edición,
] Mincho, seremos los muertos más
vendedores de diarios de la historia
y la gente andará hablando de nos-
otros por los boliches, en los ómni-
bus, en las oficinas, las fábricas y las
escuelas; hablarán de nosotros y nos-
otros andaremos quién sabe por cuál
laberinto del infierno persiguiendo
milicos, porque allá debe haber algún
sector reservado a los pistoleros, el
diablo que no es sonso debe tener un
escenario para divertirse invirtiendo
la realidad, dejando que los malos
persigamos a los buenos, si es que
hay buenos en el infierno y si los hay
seguro son milicos porque se creye-
ron que mataban por buenos y se
olvidaron que violaban un manda-
miento fundamental que les cerraba
para siempre la puerta del cielo,
ese cielo prometido y bastardeado,
ese cielo que ayer era tan azul y ni
cuenta nos dimos, Mincho, porque
andábamos en otras cosas, tratando
de escapar, tratando de burlar la per-
secución que parece se termina aquí,
entre este humo, este ahogo, esos
terribles alaridos de los heridos de
un lado y del otro, porque al fin de
cuentas los heridos son eso, sola-
mente unos pobres tipos a los que
una bala los alcanzó y los dejó tira-
dos en medio del vómito, de la san-
gre, pobres tipos sin poder rajar, acor-
dándose de su madre, de la infancia,
de la novia de los quince años, de
la maestra gorda de ojos buenos que
exigía disciplina y memoria para
recordar las fechas de la historia, la
historia Mincho, ese capítulo que
mañana los diarios grabarán en la
cabeza de la gente, la fatídica hora
de tu muerte, las treinta y dos balas
que te partirán al medio y que serán
una cábala para los quinieleros, los
despojos que exhibirán durante gene-
raciones y generaciones para funda-
Tel 22150727
PERISCOPIO
mentar que el crimen no paga, que
el que a hierro mata a hierro muere
y todas las boludeces que desde chi-
cos le cuentan a la gente para que se
deje de joder y no codicie el bien del
prójimo, la propiedad, la cáscara lus-
trosa que cubre la miseria humana,
el traje y el autazo que encubre los
delitos finos, esos que nunca apare-
cen en los diarios, los chantajes, las
coimas, el asesinato disfrazado de
accidente, la puñalada trapera, la ben-
dición del cura, el mirar para otro
lado, el candidato a diputado que será
diputado a toda costa sin medir las
consecuencias, Mincho, no salgas,
no les digas que te rendís, estoy
herido y no me quejo, aprieto los
dientes, me la dieron bien jodida,
creo que el hígado o el estómago, el
mareo no me deja contarme las cos-
tillas, no salgas, te esperan para
reventarte a balazos, no te entregues,
apretá los dientes, no salgas, qué
mareo, cuánto humo, ya casi no se
escuchan tiros, capaz que se fueron,
veo una silueta caminando entre el
humo, no salgas, ya no escucho nada,
se pone oscuro, se hace de noche,
veo apenas una silueta que se parte
a la mitad, el humo se tiñe de rojo,
escucho como el eco de algo pare-
cido a una ráfaga de ametralladora y
la noche me cubre por completo y
un gran agujero de desmemoria me
arrastra al fondo de un pozo que
parece no tener fin…
ENERO 2011 • 7
 PERISCOPIO

8• ENERO 2011
 PERISCOPIO

Habíamos perdido… |Xime de Coster [] |Gabriel Till []

Habíamos perdido o habíamos ganado; eso se sabe cien años después,
tal vez nunca (narrativa poética)
La chica no había entendido lo
que le dijiste, pero quedó un
relámpago en su cerebro, sonando
como un remolino.
A todos nos parecía una mala
época para enamorarse, pero toda-
vía podíamos ver a través de
nuestros ojos.
Tus ojos ya no son los de antes,
eso es cierto, pero ¿a quién le
importa? Los míos tampoco.
Te escribiría versos que hablen
del poder que tiene la luna sobre
los objetos, de lo mal que la pasé
escuchando temas jodidos como
Black o Perfect Day.
Nacimos y los sueños ya estaban
prefabricados. Los donaban a
voluntad.
Escapé de ellos lo más lejos que
pude, pero siempre me estaba
esperando el pasado.
Eso del cielo y del infierno me la
suda. Pero vivir sin apenas vivir
no es un estímulo para nadie... O
no debería serlo.
Yo no estoy aquí para separar
cabras de corderos. Que me apun-
ten y griten fuego, yo se que hice
todo lo posible.
Él no era lo que se dice guapo,
pero tenía una buena espalda y
una gran conversación.
Te parecerá extraño pero, esa
noche, donde todo sucedió, habla-
mos hasta las cuatro de la maña-
na, y nos quedamos dormidos.
Y eso fue todo. Lo demás, es his-
toria.
Dicen que a los muertos hay que
dejarlos ir.
Que a los vivos, hay que aprender
a decirles adiós.
A Dios no le debo nada.
Al diablo, con mi ingratitud.
que tan lejos estamos realmente de ser
esos niños que fuimos?
algo vale
olvidar y reirnos
de aquello que fuimos.
reinventarnos y no estructurarnos
la desestructura
entender con la mente cansada
y con el alma dura
la incongruencia
y el nihilismo innato de lo que aprendimos
te repito
ya no importa nada de aquello que fuimos.
experimentate
[ Dicen las malas lenguas, que son siempre las que hablan trata de entender a las claras
y comentan, que Xime de Coster nació en 1979, en algún en que tiempo fuiste
momento del mes del mismo año. Pero las buenas, las que que si perdiste tiempo
se callan y rectifican, observaron que fue mucho más tarde, en espectros de luz
en que la vio nacer una sala de chat, cuando los o entre piedras de playa
emoticonos redondos no existían y abundaban las X y las te repito
D. La "C" como siempre, probablemente se deba a un de aquello que fuimos
exceso. Su pseudo literatura -narrativas poéticas o poesías ya no importa nada.
narrativas- que podrá ser mala o arquetípica, sólo pretende
reflejar a una mujer perdida en una modernidad o post *
decadencia que sólo envejece a quien se niega a usar anti
ages y depilarse en abundancia. Ha publicado el libro Soñar el poder
Intrauterina, en España, y publicará –eso sí coming soon– ver donde no hay nada
en la editorial Orem de Perú todos sus poemas hasta ahora El puñomaneja al mundo
guardados en el cajón o fuertemente escupidos en las En un puño el poder
cloacas de la web en forma de foros, blogs y residencias y en el otro nada.
virtuales varias. ¿Dominar el poder?
www.myspace.com/ximedecoster El poder es Nada
http://babamojada.tumblr.com/ Nunca hubo poder,
] el poder te devoró
y en el puño nunca hubo nada.
*

Y vos qué sos?

Huésped o invasor

Nirvana, estado de Gracia Llegás con tu ramo de flores

querés llenarme de colores
sólo me causas dolor.
Confundido estoy
Huésped o invasor?

P iensas que la sal está exacta-

mente donde la dejaste el día
anterior, y a eso le llamas nirvana.
Nadie sabe que necesitas cepillarte
el premolar más de la cuenta. Sólo tú
conoces esa pequeña cicatriz en el
antebrazo. Estás segura que nadie
vuelve a amar como a los veinte. Y
tampoco quieres probar. Definitiva-
mente no crees ya que el amor bien
entendido sea una solución a tu tris-
teza. Sabes perfectamente lo que es
un desayuno balanceado con cerea-
les, lácteos e infusiones, pero tú optas
por fumarte un cigarro, agradeciendo
a ¿Dios? Que nadie esté ahí para
recordarte que te hace daño a los pul-
mones. Y a eso le llamas nirvana.
Caminas, y piensas, sólo, en la
soledad. A menudo te hablan y estás
tan absorta en tu mundo que te cuesta
tener una conversación coherente. Y
es muy simple, lo que tú estás pen-
sando es mucho más interesante.
Hace tiempo que ya nadie te aporta
nada. O por lo menos, lo sientes así.
Has decidido ya, hace mucho, que no
saldrás jamás a buscar nada. Y lo
mejor, lo pones en práctica. Todo lle-
gará por añadidura, y si no es así,
no será. Todos, o mejor dicho, ellos,
piensan que has cerrado tus puertas,
y tus ventanas. Pero tú sabes que
las abres de par en par todos los días,
sólo que nadie las abre por ti. Y a eso
le llamas nirvana.
Vives, como un reloj que marca la
hora. Todo está cronometrado. Todo
está en su lugar. Todo tiene su sitio.
Todo lo que no está dentro de un lugar
o no cabe en una palabra simple lisa
y llana pertenece al pasado. Ni
siquiera tienes ya un amor platónico
del que encargarte, y lo agradeces.
Sacando ese lastre ahora todo es puro,
la cabeza va liviana, el corazón te son-
ríe y lo que es mejor, ya no lloras.
Parece, tal parece, que nada puede
dañarte. Y si algo es capaz de dañarte
será un infortunio, será el azar, será tu
destino. Pero no otras manos que no
sean las tuyas. Ni una palabra que no
sea la tuya. Ni una marca que deje una
canción escogida por otro. Y a eso
le llamas nirvana.
Prefieres estar sola a dormir con un
desconocido, ¿de qué serviría?, si le
escupes en la cara, jamás lo tomaría
como una demostración de cariño. Ya
no piensas en él, y esa es para ti la
prueba viviente de que todo termina.
Agradeces a los dioses griegos y a los
romanos, que haya terminado. Son-
ríes de lado, con un pequeño gesto en
la comisura, y brindas por el tiempo
perdido. Pero ya no intentas recupe-
rarlo. Ahora sabes que nadie te espera
en casa, ni tienes que ir acompañada
al súper, ni a la farmacia, nadie se pre-
ocupa por ti, nadie te recrimina por lo
que eres por lo que fuiste o por lo que
podrías haber sido. Nadie parece
amarte, pero tampoco odiarte. Nadie
está jugando a nada. Los hijos del
amor están todos gordos y casados.
Los pendejos no te gustan. Los peo-
res no te quieren. Nadie te pide dis-
culpas, nadie te pide explicaciones,
nadie te pide que cambies. Nadie te
elige la ropa, nadie te busca, nadie
te mira, nadie te estimula, nadie te
controla, nadie te excita, nada sucede.
Y todo esto es, para ti, nada mas
ni nada menos, que el mismísimo
nirvana.
Sólo quieres que te cante el cielo,
sólo quieres que te bese el viento, sólo
quieres que te susurre la luna. Sólo
esperas no esperar. Sólo quieres leer
tus libros preferidos, y escuchar rock
duro hasta que te dé sueño. Bailar tu
canción preferida cuando despiertes.
Soñar despierta con tus letras, tus
emociones, tus cosas. Tienes un car-
tel en la frente que dice no molestar.
Y te alegra que sea tan visible. El
cuarto está ocupado. Estás tú. Y nadie
más. Nadie entra. Nadie se atreve.
Tampoco quieres. Tú, a esto, le lla-
mas nirvana.
Pero tienes un problema en tu contra.
Un problema grave, duradero, palpa-
ble, tangible. Un rumor, apenas, un
pálpito, una premonición. Un pensa-
miento que tiraría al traste todos tus
pensamientos y te haría limpiar el culo
con el papel donde escribes: todavía
crees en el amor a primera vista. Y
temes, sientes miedo, de que algún
día, tus propias palabras, estallen nue-
vamente en tu boca.
Querés dormirme entre tus flores
querés drogarme y lastimarme.
Vos me sacás lo peor
me asustás
me voy.
Contigo hago locuras y horrores
entramos en mundos de los peores
lográs llevarme al fondo del pozo
y se terminan los colores
Al final, qué sos?
Huésped o invasor...
[ Montevideo, 1982, poeta (Romper el silencio en
pedazos, 2004, editado por casa Bertolt Brecht) ha
participado activamente en el ámbito cultural del oeste
de Montevideo, escencialmente en la villa del Cerro, de
la cual es oriundo y en la que aún reside. Fundador
del programa radial Vernáculos (2000-05), del grupo
músico poético Ariadna (2002), de las revistas Quasar
(2003), Vademecum (2005), e Icaro (2005-09), del
taller literario Escarabajos nocturnos (2005-09), del
movimiento Sigamos a la rosa (2004-08) y, Frente
cultural Descarrilarte & Cia. (desde 2004),
actualmente se encuentra realizando actividades en
colaboracion con el movimiento Sub Terra Neo.
]

ENERO 2011 • 9

Los otros |Diego de Ávila []
B ájese de ahí, dijo papá, y mien-
tras me bajaba del barril hecho
escalera el muro hecho horizonte
subía y ahogaba la pelota, la calle y
a los otros. Sabía que el del arco se
llamaba Daniel, y que a alguno de
los que correteaban en la media can-
cha le decían Chango, pero en con-
junto siempre los conocí como los
otros. Fueron los otros desde que mi
padre me compró aquella pelota
usada y agregó al muro tres hileras
más de bloque.
Asfaltaron la calle a mediados de
setiembre del 91, desde entonces la
cancha del barrio paso a ser un sitio
de arcos improvisados con remeras
sucias hechas un bollo, un piso duro
donde caer y romperte el corazón y
la cabeza. No se podía llorar, el
acuerdo de lanzarse a la mansalva
era tan tácito como la elección de no
defenderse cuando era uno el que
la recibía. Era preferible simplemente
levantarse con las rodillas deshechas
y caminar despacio hacia tu casa, sin
darte vuelta, sin dejar rodar una
lágrima, porque si te veían la qued-
abas, y era mejor no defenderse, era
más digno. De ese entonces recuerdo
particularmente una patada en los
riñones, nunca más en la vida me
volvieron a golpear así, me quedé sin
aire, azul.
No recuerdo bien el mes, pero en
el 93 la intendencia se decidió final-
mente a regalarnos las veredas.
Debía ser a principio de año, marzo
quizás; en el invierno anterior se
escorchaba todas las semanas para ir
a las reuniones de barrio tediosísi-
mas en el jardín de infantes, y aunque
nunca se había logrado nada, el
hecho de que nos hubieran asfaltado
la calle llenaba de esperanzas a los
más optimistas. Mi padre no era uno
de ellos, pero igual se iba a las
reuniones, había que cuidar la rep-
utación. Después de unas cuantas
cartas conseguimos por fin que
arreglaran las cañerías, el agua
comenzó a salir transparente, her-
mosa. De ese tiempo, me recuerdo
con la cabeza sumergida en la pileta
de la ropa, sabía que si abría los ojos
vería clarísimo y puro el fondo de
hormigón, pero ya no podía abrir los
ojos debajo del agua, y ni siquiera lo
lograría más tarde cuando me ano-
taran en la pileta del campus, ni tam-
poco después.
Las cartas siguieron cayendo
quincenalmente en algún despacho
de la intendencia, las familias se turn-
aban para llevarlas y el calendario
era respetado religiosamente. En esa
época nos turnábamos para todo.
Nada pasó, no conseguíamos
ninguna clase de respuesta, y cuando
el jardín de infantes contaba con la
ausencia de casi la mitad del bar-
rio, mi padre dejó de ir. Hasta que un
día nos sorprendieron con las
veredas. Los hombres que arrancaron
con la construcción eran veteranos
de dedos sucios y sombras perfectas,
esos tipos olían a tigre, eran torsos
sin camisa que arremetían contra el
cansancio, pero cada semana había
gente nueva, y nunca pude termi-
nar de memorizar la cara de ninguno.
Empezaban a las siete de la mañana,
o sea que cuando salíamos en el auto
10 • ENERO 2011
para ir a la escuela, mi padre los
miraba sin mirarlos mirándome a mi
y me decía, mire Ángel, mire donde
[Diego de Ávila va a terminar si no estudia. Era
(Maldonado, marzo.
1984). Escribió Para todos, tener las veredas sig-
los libros de nificaba apropiarse de un pequeño
poesía sector para barrer cada mañana, en
Invocaciones en cambio para nosotros, la novedad
off (2005), La consistía en que nuestra azul y dura
cara del cancha de fútbol había conseguido
pescador es un finalmente límites laterales. Nuestros
poema (2008), y padres seguían esperando paciente-
Piedra del sol de mente que limpiaran el parque para
noche (2010), que dejáramos de volver lastimados
todavía inéditos. por las caídas y con los pantalones
Participó en hechos una miseria, pero los chicos,
diferentes muchísimo más realistas, nos
colectivos resignábamos a nuestro embrutecido
artísticos, y césped de asfalto, y, poco a poco,
coordinó los aprendíamos a quererlo. De esos
encuentros meses, me recuerdo atajando un
anuales de penal; los tiros se hacían a partir de
artistas varios los doce pasos contados desde el
Etcétera, arco, yo siempre me quedaba quieto,
presentado en el tenía miedo de lastimarme, pero esa
2004 en la vez la patearon al medio.
Biblioteca El año que siguió me encontró
Nacional. Sus empezando la secundaría, era duro,
textos fueron mucho peor de lo que pensaba. Fue
transcritos en ese mismo año que recibí mi pelota
el libro usada, estaba cocida en un extremo
Bagrejaponés, y se desinflaba todos los días. Mi
publicado con el padre me la entregó de mañana -el
colectivo día estaba bastante lindo, no era her-
Editorial Mental moso, pero el sol despuntó de una
en agosto de manera poco usual para ser invierno-
este año. y me dijo que si quería jugar a la
] pelota, jugara solo. Desde entonces
los que estaban detrás de aquel muro
gigante de nueve hileras pasaron a
|Christoph Niemann
ser los otros. Comencé a mirar más
televisión que de costumbre, pero a
veces prefería salir con mi pelota
pronta a desinflarse y convertir el
monótono juego de patear hacia la
pared en una fachada en la que papá
caía siempre, para así intentar des-
cubrir quién era el que gritaba
mansalva, y quien era el golpeado del
otro lado del muro. Las pocas veces
que pude subirme a algo y ver hacia
fuera –los partidos se hacían siempre
después de las cinco, así que cuando
iba y volvía del liceo en la mañana la
calle estaba vacía– me encontré con
algunas caras que no había visto
nunca. No dejábamos entrar a gente
de otro lugar, nuestra cancha era abso-
lutamente nuestra; o sea que, o habían
cambiado las reglas, o había gente
nueva en el barrio.
No pasó demasiado tiempo, junio
de ese año, creo, y la gente del bar-
rio empezó a apedrear la casa.
Sucedía siempre durante el mediodía,
no todos los días, claro, incluso a
veces pasaban meses sin que
apareciera un sólo vidrio roto. Pero
a las once debíamos estar dentro de
la casa, por si las moscas. De ese
entonces, me recuerdo despertando
a las tres de la mañana, el teléfono
sonaba enloquecido, recuerdo que
pensé que a esa hora sólo podían ser
malas noticias, recuerdo recordar mi
cancha, recuerdo que me dormí.
A los dos meses papá me estaba
sacando del liceo, dijo que no quería
que cruzara mirada con los otros. Ya
no pude salir de la casa, así que
empecé a leer mucho: papá me traía
PERISCOPIO
revistas y libros de bolsillo Estefanía,
e incluso él empezó a salir cada
vez menos; más de una vez llegó con
la nariz ensangrentada, tambaleán-
dose.
Mi pelota usada murió debajo de
la cama, yo ya no hacía nada salvo
tirarme en el patio y escuchar los gri-
tos. Gritaban gol y yo decía gol y me
pensaba allí. La cuarta vez que me
subí al muro me costó una paliza; di
vuelta un tanque y lo hice rodar por
todo el patio, una vez arriba reconocí
sólo una cara, el resto de los
jugadores era una ola desconocida
de semblantes que me miraban, ahí
está el otro, dijo uno, y sentí a mi
padre tirándome del pie. Recuerdo
que se le fue la mano, recuerdo que
se le canso el brazo de golpearme,
recuerdo que pensé, mansalva.
Estuve tres días en cama, a papá
se le quebró el alma pidiéndome
perdón, dijo que no quería que yo lo
odiara, que era por mi bien, que tenía
que darme cuenta que yo era Ese,
que no era como los otros. Entonces
empezaron a aparecer perros y gatos
muertos arrojados desde la calle. Los
enterrábamos en el fondo, mi padre
ya no quería salir, estaba aterrorizado.
Un día le dio un ataque de histeria,
fue durante el almuerzo, salió al patio
y gritó, le gritaba al cielo, deses-
perado. Cuando volvió eran la seis
de la tarde, me dijo que le diera algo
de comer, pero no quedaba comida,
y había que salir.
No pasó una semana cuando me
decidí a saltar el muro, ni siquiera
esperé a que mi padre se durmiera,
apenas escuché los gritos desde la
calle arrastré la pileta de lavar la ropa
hasta el muro y me subí. Vi a mi
padre viéndome, pero tenía los ojos
tristes, vacíos, y llevó la mirada a otro
lugar, puede que fuera al televisor.
No me molesté en mirar primero,
salté hacia el otro lado y caí bien, lle-
vando la caída con las piernas, como
alguna vez alguien me enseñó.
Cuando levanté la cabeza, el río de
semblantes se volvió hacia mí, me
miraban sin furia, indiferentes. El
golero que tenía más cerca abrazaba
una pelota recién atajada, levantó la
cabeza del suelo pero no se movió,
le temblaban las rodillas en los ojos.
Mirarme le ayudó a no llorar. No
conocía a nadie, eran todos rostros
nuevos, de la misma edad pero difer-
entes, podría perfectamente llegar
a ser otro barrio, otra cancha, otro
asfalto. Uno de ellos dijo, dale
Daniel, soltá esa pelota, y arrancaron
de nuevo el juego y me perdí de
sus miradas y ya no estaba allí y
era igual, yo no importaba. Caminé
hacia el lado opuesto a la cancha,
quería saber, el almacén era ahora
una casa de familia y yo quería saber,
pero no anduve demasiado, me dejé
caer sobre el cordón antes de llegar
a la esquina, y miré hacia el costado
una casa con un perro que nunca
vi, y del otro lado un anuncio que
decía se reparan bicicletas, y en
frente un niño, casi de mi misma
edad, detrás de una reja, bajo llave,
mirando hacia la cancha. Me miró
con soberbia y luego desvió la vista
nuevamente. Él debía ser Ese, y yo,
claro, era el otro.

|Ney y Sebakis []
• El número de Piedras es evadido por cada Sügma apenas
sabe citado (o posible) el colapso de G[]n-R*.
• el trébol de cabras veía cruzar el cuello a todo lo contrario
a ser sus hermanos
• en ese momento dictó las veinte páginas del texto sagrado
llamado /Gracia.
• Cuando quieras traducir y cosificar todo a tu alrededor vas
a ver que es posible.
• y caben todas las formas de la lvvdura en tu anhelios de
particularidad.
• Lo que baja por mi oído es de alguna manera la savia de
lo ünvegetalizable.
• Apenas vi llegar a los que viven en otra galaxia del Japón
(territorios adquiridos por la corona japonesa hace algunas
eras geológicas).
• Fibra es a nudo lo que uno es a [lo-que-Se.eS]
• Las armas de la evidencia trabajan desde la levedad que
supone arborecer impunes.
• Los hombres son iguales a lo que restan al espacio, cada
uno es la burbuja de tejidos que se espejan en el espacio y la
ilusión de-mundo.
• en gen-e-RL los juegos obre lo opuesto, lo real y sus
cruces, son reverencias mínimas, ni siquiera monumentos, a la
masturbación.
• Algunas tardes se puede creer que hay más explicaciones,
o mejores cosas que explicaciones, a [], que las grafías o lo
que de ellas restaría si se las evitara.
*G[]n-R=gen+g+gi+GG
La dimensión simbólica-lógica-analítica
se bañaría y disolvería en la física-biología-
sicológicoconductista
y viceversa. Las oposiciones binarias de reverso serían
máscaras, capaz intercaladas de dos variantes. Los juegos
de apariencia, significación, desarrollo, progresión, llegarían al
tope de pedir el fin de la dialéctica. Entonces volveríamos a
buscar el |algo-fuera-de| como tercera vía y éste sería un
espejo más de la tautología de lo cognoscible.
Todo/ es posible.
[NTNA es un trabajo de bibliodiversidad robado hasta la fecha,
al letrado del año 207 luego del 2017 que ya sucedió llamado
Walter Reich y sus 2 dicipulos: Armando Satori y Seo 7.418, sus
textos, llegaron, no de forma fortuita, via telmex a nuestras
manos. Son simples reproducciones de grafos de cosas que no
estan por venir. Grafos pertenecientes a la evolucion panoptica
del castellano llamada Greco Defconlatino.
www.monopatinrojo.blogspot.com
www.op251.blogspot.com
www.operr.blogspot.com
]
PERISCOPIO
Capítulo 0 |Claudio Vela Burgos []
E l filo persigue una luciérnaga en
la noche cerrada. Se retuerce
como un lápiz viviente, dejando cur-
Hubo una ofrenda para Ch´alla
Katari, el dragón de arena que duerme
entre el océano y la cordillera, un
El rastro, luego de atravesar la
inmensidad casi carente de árboles
y haberse cobrado la última víctima
vas de Nazca por todo el espinazo sacrificio para despertarlo. El sabueso humana, parece estar llegando a su
montañoso. Se acerca y se aleja, se preguntó por su presa; el otro contestó fin. Comienzo a leer el último picto-
desvía pendularmente del camino más con precisión, y algo brilló en las nie- grama, y descubro la trampa.
corto, parece errático y quizás lo sea. ves eternas. Entonces el dragón, tras “Tu espíritu y tu cuerpo se han
Pero no pierde pisada. Cada inevi- devorar el cadáver que le correspon- separado a cambio de tu memoria,
table destello de la luciérnaga, encen- día, volvió a sumirse en la clarividen- para dificultar mi cacería. Solo eso te
dido por la muerte como un fuego cia de su sueño. faltaba recordar.”
fatuo, provoca una línea recta. Algo brillaba en la nieve. Ya estaba El pictograma escrito con sangre
El rastro es indeleble, siquiera del otro lado del muro de roca, pero se convierte en la imagen de mi pre-
las olas del gran lago en forma de de nada servían sus kilómetros de sente. El sabueso es una criatura horri-
puma disipan la estela. Hasta se puede espesor, ni la blancura nívea, apagarse ble, está frente a mí. Todas las ofren-
precisar el exacto lugar donde el Puma era el único escondite. Lo consiguió das humanas que lo trajeron me pesan
de Piedra se tragó una muerte, pre- poco antes del puente de salitre, pero en los pies.
cipitada desde una isla de totora. Ese el Centinela de Piedra aún podía divi- No puedo recordar si debo cul-
lugar es un vértice en la estela: la isla sarlo. parme por tantas muertes. Quizás
ya no sirve de referencia, porque se De hecho, esa fue la siguiente con- no solo creí que podía escapar, sino
traslada lenta y constantemente. sulta del pesquisidor. Que lo llevó a que además el precio no sería tan alto.
En los laberintos verdes, como la llanura más allá de la estepa, a cam- Pero ese no es el peor de los olvi-
aquel donde comenzó la cacería, son bio de otra vida. dos: sigo sin comprender por qué
los vegetales los que devoran la carne, La persecución en la llanura se fui buscado.
esconden los huesos, y dejan abierto hizo un poco más difícil, pues la infor-
el camino del sabueso antes y después mación provenía de ojos menores,
de su paso. Así resulta un tajo en el sobre todo de ríos y arroyos. Al menos
follaje estratificado, que esculpe cur- ya no era necesario que las ofrendas
vas en el espacio, escribe páginas fueran humanas, pues la misma infor-
cúbicas. mación podía obtenerse con anima-
Nunca veo la luz de la víctima, les o plantas. El brillo duraba menos,
solo el rastro del verdugo, y a partir pero podía encenderse con mayor fre-
de allí deduzco su historia. O quizás cuencia.
diga mejor que leo los pictogramas
de un lenguaje que no creía conocer,
entonces se convierten en imágenes
detalladas.
[Nací en Fray Bentos, el 12 de mayo de 1977. O sea que hoy (tengo que
sacar cuentas) dispongo de 33 años. Normalmente no recuerdo la edad, pero
sí la fecha de nacimiento; la digo y dejo que los demás saquen la cuenta.
Al año y medio me llevaron a vivir a Salto, pero hace cinco años
aproximadamente que estoy estudiando en Montevideo.
Mi pasatiempo es la carrera de Arquitectura. Mi trabajo serio, bien o mal,
es escribir. También actué algunos años en un grupo de teatro, Sintapujos
de Salto, fui letrista de Por Vos, Uno más Uno y La Nochera, que eran
murgas (también cantaba, cupleteaba y diseñaba la escenografía) y salí en
el cuerpo de baile de Tunguelé, que era una comparsa de candombe, por si
el nombre no lo dice.
Una vez en Montevideo, pasé por un par de colectivos culturales del under
(a falta de un mejor término que los defina, como pasa con el jam) a saber:
Deskarrilarte y Subterráneo, también conocido como Sub-Terra-Neo.
]
ENERO 2011 • 11
 |Bernardo Erlich []

[Nació en Tucumán,
Argentina, en 1963.
Es diseñador y
humorista gráfico.
Publica en Página 12
y El País de Madrid.
]

| Ralph Steadman []

[Herr Seele nació en Bélgica en 1959. En 1881

publicó Cowboy Henk, junto con Luc Zeebroeck
(Kamagurka)
]

12 • ENERO 2011
 PERISCOPIO

|El Roto

|Christoph Niemann

[Es un dibujante inglés nacido en 1936.

Ha ilustrado los clásicos y es considerado uno de los
maestros de la ilustración editorial. Además de escribir
e ilustrar sus propios libros y de Hunter S. Thompson,
Steadman ha ilustrado las ediciones de Alicia en el País
de las Maravillas, La isla del tesoro, Rebelión en la
granja y Fahrenheit 451.
]

ENERO 2011 • 13
 PERISCOPIO
ESPACIO CONTRATADO

14 • ENERO 2011
PERISCOPIO

ESPACIO CONTRATADO

ENERO 2011 • 15

El brillo |José Manuel Barrios []
L a playa tenía dos lunas, ambas
flotaban en el cielo. Andrés
besaba la espalda de Leticia con suje-
ción, también mordía. Con sus
labios cerrados esparcía la saliva por
su cuerpo. Le pidió su útero, ella se
lo dio. Le pidió ser su hombre, su
macho, su pareja. Leticia cerró los
ojos y se imaginó a Andrés duplicado
en dos hombres que con su miembro
enorme la penetraban doblemente.
Anhelaba yacer dormida, sentir el
relieve de un pene sobre su barriga
y el otro en el fin de su espalda, enca-
jar la base en el principio de su cola.
Esa tarde ambos se durmieron tem-
blando. A la noche Leticia se levantó,
le dio un beso y se fue a estudiar con
Agus. Había pasado toda la semana
hablando de ello. Agus era para
Andrés la representación del amor,
había querido pintarla muchas veces
pero una firme sujeción moral se lo
impedía. Después de pintarla nada
le impediría arrinconarla contra una
pared, masturbarse pensando en su
vagina que destilaba miel. La visión
de sus senos le había asombrado para
siempre, eran perfectos, su relieve
paseaba la luz por un indistinguible
color hasta acabar en la punta rosada
y lisa de los pezones. Había pensado
en eso cuando hacía el amor.
Toda la semana había pintado demo-
nios. Los íconos de Vico parecían
criaturas con la firme intención de
abandonar su mundo. Ni él mismo
conocía la voluntad de sus cuadros.
La materialización de estas formas
podría sellar la entrada o bien, con-
jurar el bloqueo de una puerta de
salida. ¿Pero de donde hacía donde?
Con su mano impulsaba la pregunta.
Al principio pintaba lo que la voz de
su cabeza decía. Pero esto duró muy
poco. Rápidamente comenzó a pen-
sar con las manos y las imágenes
se aparecían en envoltorios básicos
de materiales y desechos con los que
hería los colores. El rojo tenía una
textura gruesa y manaba hasta una
interrupción de tierra de colores que
lo succionaba, en otras incrustaba
pedazos de cristal o pedazos de cha-
tas que hacían al color acaudalarse,
una técnica de represión. Con el vio-
leta pasaba lo mismo. El verde nunca
lo usaba de forma pura.
Cuando sonó el teléfono sabía
que era Agus. La atendió con menos-
precio, fue seco y cortante las prime-
ras dos frases, pero a la tercera no
pudo resistirse de preguntarle como
estaba. Ella respondió escuetamente,
sonriendo con el tono, acariciándolo
con su llamada. Después de haber
agotado la razón formal del llamado
estuvieron un rato hablando de pin-
tura. Andrés hacía todo lo posible
para no emitir sonido, quería que su
conducta se aplacase, simplemente
escuchar a Agus que no tenía nada
que ver con Leticia, solamente escu-
char a Agus, alejarse del cuerpo tosco
y la voluntad irrazonable, de los con-
sejos desmedidos y la alegría estú-
pida. Hablaron casi una hora, el tim-
bre de la casa de Agus se oyó por el
teléfono. Agus no cortó, colocó el
tubo en la mesa y abrió la puerta, en
el tubo retumbó un efusivo ¡Como
16 • ENERO 2011
estás! Esta absurda efusión condujo
su estómago a una irremediable paro-
dia. Quiso vivir una vida distinta,
aceptar su pasado pero implementar
el asesinato para descartar la vani-
dad futura. Colgó el teléfono antes
que Agus se despidiese.
Esa noche Vico quiso pintar una
[Montevideo, 1983. Trabaja como docente en educación de
grado y secundaria, es colaborador de La Diaria. Cursó
estudios de grado en Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación (UDELAR). Publicó, en poesía: Explanans
(2007, Ed. Zignos, Lima), Democracia (2007, Ed. Linardi
Risso, Montevideo), Coagula (Red de los poetas salvajes,
D.F. 2009), Bagrejaponés (Editorial Mental, Buenos Aires.
2010). Ganador de los Fondos Concursables para el
Fomento Artístico y Cultural (MEC), Convocatoria 2007,
categoría Letras, con su libro Democracia. Ha presentado
su obra en varios festivales internacionales de poesía
como Poquita Fe (Santiago de Chile), y País Imaginario
(Lima). Trabajos suyos han sido publicados en México,
Chile, Perú, Ecuador y Venezuela. Escribió el libro
colectivo Silicio: poesía y delirio de cinco poetas
latinoamericanos (Red de los poetas Salvajes, México:
2009) junto a Héctor Hernández Montecinos (Chile), Alan
Mills (Guatemala), Yaxkin Melchy Ramos (México) y
Santiago Marquez (Uruguay). Forma parte del colectivo
Editorial Mental con quienes publicó Bagrejaponés, Tomo I
(Montevideo, 2010). Actualmente trabaja en la
organización de Gusto Tuyo, Encuentro de Poesía
Latinoamericana financiado por el Fondo Concursable
(MEC, 2010). Está dedicado enteramente a la divulgación
del Telos/Virga.
] filtraba el sonido de la espuma. Este
|Daan Botlek []
[Es un artista de
Rotterdam, Holanda, que
hace de todo: cómics,
dibujos, serigrafías y
hasta pinta las
ciudades.
] entero, los dientes le sobresalían de
redención. Pensó en el sacrificio
como estrategia para estar entera-
mente solo, ser negado incluso por
el padre. No vio ascensos en el color,
sólo un extrañamiento vertical de su
cuerpo con el piso. Visualmente
seguía en su cuarto pero no se atre-
vía a mirar los costados. Colateral-
mente las paredes exudaban un polvo
grueso que se desprendía a pedazos.
La madera del ropero se adelgazaba,
los objeto descascaraban una caspa
mohosa. Andrés se desplazó por
años, pisó lugares fríos insoporta-
bles. Cuando llegó al acto un cuerpo
surgido en el interior del pliegue se
le enfrentó. El espacio se dobló ante
la figura como si ella fuera un hori-
zonte. Vengo para ascender –dijo
Vico. La figura parecía un cuello de
águila con torso de gallo, lo miró sin
restar algo de condescendencia a la
situación. Eso está bien, –agregó el
guardián– ¿Pero que es eso? Vico
siguió la mirada del guardián hasta
advertir que traía consigo una
pequeña criatura cuyo cuerpo era casi
por entero una cara. Los pómulos se
alargaban hasta formar el mentón,
los ojos, también extensos, se recu-
brían con una membrana negra y vis-
cosa. Sobre esta primera expresión
dominaba otra aún mas extraña:
era visible una cadena de molares
armados y hacia el centro, dos mam-
paras separadas pero equidistantes.
PERISCOPIO
Arriba aparecían las narinas, se rele-
vaban gruesamente, hasta formar un
par de senos oscuros con un solo
pezón marrón que compartían.
Debajo se traslucía la abertura de una
segunda boca, sin dientes, pero con
labio y mentón.
Vico osciló entre la resignación y
el duelo y los rompió. Levantó la
cabeza y los brazos, sin moverse, y
dijo: Lo he traído para sacrificarlo.
La figura con cabeza de águila, que
era un guardián, contestó: Eso está
muy bien. ¿Pero que hay de ti?
Andrés sin titubear responde: Yo vine
a seguir, voy a seguir. Tenía su cria-
tura abrazada al pecho. Debido a lo
horrible de su naturaleza, un obser-
vador común pensaría a la criatura
aferrada a Andrés, ya que él era her-
moso, digno, arrojado, pero no pode-
mos asegurar que no halla ocurrido
a la inversa. Caminó unos pocos
pasos y vio un desfiladero con pie-
dras lisas de color gris. Desde arriba
eran del todo opacas pero respondían
al viento. Cuando la segunda luna se
descubría su luz proyectaba un bri-
llo de hacha que recorría el abismo
reptándolo. La luz permanecía, su
intensidad, en principio, resbalaba
por los planos, pero simultáneamente
desgarraba la superficie. La constan-
cia lunar transformaba las pequeñas
grietas en acueductos por donde se
espectáculo ocurría a gran velocidad,
su visión generaba un gran olor
marino.
Cuando Andrés volvió a caminar
sospechó que su criatura había ente-
rrado el mentón en la arena mojada,
comprendió que lo había abando-
nado y se decidió a seguir la figura
del águila. Le comenzó a correr, pero
no fue hasta que el águila vino a bus-
carlo que ambos se pudieron volver
a encontrar. Frente a la cabeza de
éste, Andrés parecía tener los ojos
muy extensos, sus gestos se volvían
insanos, sus concepciones grotes-
cas. El águila no lo observó. Por
momentos se detenía para esperarlo,
ya que los pequeños pasos de Andrés
eran los de un pequeño hombreci-
llo, diez de sus pasos equivalían al
tamaño de la pata. Así no llegare-
mos nunca –pensó Andrés. Intentó
seguir pero el cansancio lo hizo des-
vanecer. Cuando despertó vio que
volaba en el seno del águila, éste
habría optado, finalmente, por lle-
varlo en sus brazos. No entendió
cuanto tiempo transcurrió, si fueron
horas o años de vuelo. Se vio a sí
mismo con las uñas muy largas y
barba, el pelo enteramente blanco.
Su cara se había ensanchando por
la boca y habían crecido, eran frági-
les, y se veían como piedras irguién-
dose sobre una encía delgada. No
volvería a ver su rostro. La última
vez que despertó había frente a ellos
un par de ojos muy largos que pare-
cían de agua. Andrés había mordido
hacía tiempo el cuello del águila y
estaba aferrado a la firme tarea de
succionar continuamente su sangre.
Cualquiera lo habría confundido con
un parásito.

Historias del par impar |Leonardo de Mello []
A tardecía en B.
El minotauro impar había pre-
parado una mesa de jardín, las redon-
das de plástico, cuya universalidad es
indiscutible, con té y galletas. Estaba
sentado en un tronco caído porque el
medio cuerpo de toro le impide entrar
en las sillas y, aunque entrara, la
silla no aguantaría su peso.
–Las crónicas sólo registran los
minotauros con cabeza de toro –dijo–.
Me atrevo a aventurar que es por la
semejanza que tenemos los otros con
los sátiros. Pero también hubo mino-
tauros con patas de toro. Hubo, digo,
ahora sólo queda el que ve.
Me ahorró la historia de la donce-
lla preñada que escapó de Dédalos,
dando por supuesto que los minotau-
ros con cabeza de toro, actuales habi-
tantes de A, ya me la habrían contado
en detalle y se concentró en una
oscura historia que estos últimos
callaron.
Yo había cruzado la frontera espe-
rando entrevistarme con el único
minotauro con patas de toro. Así, al
menos, me lo habían presentado los
minotauros de A. Mi entrevistado me
haría ver que, si bien la afirmación de
los minotauros de Ano era falsa, omi-
tía un detalle que a estos les convenía
obviar: que no siempre había sido el
único minotauro con patas de toro.
–Todo empezó como un juego,
como en el amor –dijo–. No hace
Penas de una caja y su señora |Saul Steinberg []
U na se acostumbra a que le tiren
de la tapa sin siquiera moles-
tarse en agarrarle los costados. Nunca
apoyar la yema de los pulgares en los
vértices de la tapa; deslizar los otros
dedos por los costados, llevándola a
una hacia adelante y levantando la
tapa en el mismo movimiento.
Nunca. Vienen y te levantan la tapa,
así porque les da la gana, y nunca se
sabrá si en realidad querían sacar
algo o no.
Hoy me falto un caracol, qué irá
a decir la señora...
Yo creo que la entiendo a la
señora con sus caracoles. Una caja
es como una concha. Las cosas cam-
bian dentro hasta que un día una sale,
pero la caja siempre queda igual.
Por eso es feo cuando te agarran
así de una; te abren, te sacan algo y
te cierran. Primero, porque una nunca
18 • ENERO 2011
mucho, convenimos en organizar
ferias con los habitantes de A. Me-
tíamos dos minotauros por establo;
un minotauro con cabeza de toro
delante y un minotauro con patas de
toro detrás. La broma era de una sen-
cillez que me apena. Rematábamos
los toros…
Buscaba la palabra.
–Ilusorios –le propuse.
–Ilusorios, es cierto. Bien, los
rematábamos y en el momento de la
entrega decíamos: “¿Lo quiere como
reproductor o como cabecilla?” Si
decían como reproductor salíamos
nosotros. Si decían como cabecilla
salía un habitante de A. Aquello duró
un buen tiempo. Hubo gente que
murió de espanto. Pero usted sabe que
los toros se compran, casi siempre,
como reproductores, y los minotau-
ros con patas de toro empezamos a
escasear. Los otros vieron la oportu-
nidad de dominarnos y empezaron las
persecuciones. Fue entonces cuando
surgió la frontera. Algunos intentaron
violarla disfrazándose de escoceses.
Pero enseguida se delataban; si me
perdona el atrevimiento –acercó su
cabeza–, al segundo whisky se subían
la falda guiñándole un ojo a la cama-
rera. Aquello fue el fin. Como los
aventureros eran los más jóvenes de
B, las jóvenes desatendidas se suici-
daron y los que quedamos teníamos
queda bien cerrada; segundo, porque
no aprecian ese tiempo invertido
en conservar algo.
También es feo porque siempre
existe la conciencia de que un día
todo se perderá.
Es cierto que la transformación
seguirá aunque haya salido el último
caracol. Sólo habrá cambiado de
ritmo y dimensiones.
El polvo se seguirá metiendo,
seguirá mezclándose con la arena
casi invisible y las astillas de la piel
de los caracoles. Pero nadie vendrá
a levantar la tapa. Y una se quedará
con todo eso, que es nada, podrido
adentro.
Pero la señora no me entendería,
no estoy segura de que la señora
entienda algo realmente. Tal vez sí,
por lo de los caracoles.
Pobre, se va a poner tan triste...
probabilidades muy escasas de repro-
ducirnos y, le confieso, muy pocas
ganas. Hasta el martes éramos dos.
Ayer murió Martín. Y ya le dije, queda
sólo el que ve.
He escrito estas líneas mientras el sol
terminaba de ponerse. No traje gra-
bador y quise transcribir las pala-
bras del minotauro cuanto antes. Aún
no es de noche. El minotauro sigue
frente a mí. Me ha sorprendido su
estoicismo durante la charla. Estamos
en silencio. Busco, por todas partes,
una historia que no alcanzo a nom-
brar, algo que leí y que pensaba al cru-
zar la frontera. Trato de volver a
verme caminando desde A, rehilar los
pensamientos, pero es una asociación
[Artigas, 1979.
Participó de los talleres de escritura de Lauro Marauda,
Liv Schou, Pablo Trochón y del grupo Narrares, entre
otros. Forma parte del colectivo Deskarrilarte & cía-
SubTerraNeo, con quienes realiza intervenciones
artísticas. Desde este año promueve y ejecuta la edición
artesanal de libros. Obra édita: Figuras (Montevideo,
2007) y Poemas de amor que no caben en un sms
(Montevideo, 2010). El texto seleccionado es del libro
Figuras.
] crédulos…
[Es un artista de
Rotterdam, Holanda, que
hace de todo: cómics,
dibujos, serigrafías y
hasta pinta las
ciudades.
]
Tels. 2222 3644
PERISCOPIO
involuntaria (al dejar la taza junto al
plato pensé que la dejaba a la orilla
del plato) la que me trae el recuerdo.
Es una historia de Las Mil y una
noches. En ella Simbad se encuen-
tra con unos marineros que llevan una
yegua a la playa. Los marineros le
cuentan que en el fondo del mar vive
un caballo prodigioso. Cada mes el
caballo se acerca a la orilla y ellos atan
una yegua como aquella en la ribera.
El caballo siente el olor y sale a copu-
lar. Como el caballo es el último de
su especie, siempre trata de arrastrar
a la yegua consigo. Los marineros,
que habían atado a la yegua para que
el caballo la preñara, salen a ahuyen-
tarlo. Algunas veces, el caballo logra
sobreponerse al susto que le provo-
can los marineros y consigue llevar
la yegua al mar. Claro que la yegua
se muere ahogada. Uno piensa: “Qué
estúpido”, por el caballo, pero des-
pués le llega el silencio. El caballo
debe haber visto a muchas yeguas
ahogarse, pero sigue buscando una
que sobreviva.
Debo haber comenzado a hablar
sin darme cuenta. Es de noche. El
minotauro me mira con ojos muy
redondos, casi esféricos. Ha pregun-
tado por Simbad y por la playa.
Pobre, se habrá creído que el caballo
ese existe. Los minotauros son tan
 PERISCOPIO

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11 de febrero
21 horas
Por Belloni desde Bartolomé Vignale hasta Gral. Flores
(Inscripciones para grupos de carnaval y carros alegóricos hasta el 4 de
febrero. Por consultas 1950 7010)

CORSO BARRIAL ZONA 11

25 de febrero
21 horas
Por Gral. Flores desde Chimborazo hasta Santiago Sierra
(Inscripciones para grupos de carnaval y carros alegóricos hasta el 17 de
febrero. Por consultas 1950 7011)

ESCENARIO MÓVIL ZONA 10

13 de febrero
de 20 a 23 horas
Barrio Entre Vecinos (Espadaña y Astelar)

Espectáculos locales: Estrellitas, Calipso, Sol y luna, y Adrenalina.

Espectáculos desde central: dos a confirmar.

ESCENARIO MÓVIL ZONA 11

18 de febrero
de 20 a 23 horas
Anfiteatro Marconi

(Espectáculos a confirmar)

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ENERO 2011 • 19
PERISCOPIO

BAÑOS
Como en Paraguay,
nuestro país premiará
mejores baños
Estaciones de servicio, paradores y
establecimientos de carretera de
nuestro país competirán por tener los
mejores baños de cada una de las
rutas del país. Los propios viajeros
votarán a los aseos más cuidados y
limpios de cada una de ellas, que
recibirán además inspecciones
“sorpresa”.
Se trata de la campaña ‘Los Mejores
Baños en Ruta’, una iniciativa que se
viene celebrando desde hace cinco
años en Paraguay, organizada
conjuntamente por la Secretaría de
Turismo, Senatur, y el Touring y
Automóvil Club Paraguayo (TACPY), y
que este año se celebra por primera
vez en Uruguay.
La campaña, más conocida como
‘Baños Limpios’, ha sido declarada ya
de Interés Turístico y cuenta con el
auspicio del Ministerio de Turismo y
Deporte, que ha solicitado a Senatur
ayuda relativa a materiales y
documentos.
Desde enero a julio de 2011,
estaciones de servicio y paradores
existentes a lo largo de nuestras
rutas serán visitados por sorpresa en
tres ocasiones para controlar sus
instalaciones sanitarias. ‘El baño es
reflejo de la cocina, por eso no se
debe consumir donde los baños no
estén en buenas condiciones’, explican
sus organizadores.
Los tres mejores establecimientos se
llevarán, para sus propietarios,
premios en dinero, noches gratis en
diferentes alojamientos y lotes de
productos de limpieza.
FUENTE: UYPRESS
AJUSTE
Vasectomía y ligadura
serán prestaciones
gratuitas del SNIS
Desde el 1º de enero de 2011 todos
los efectores del Sistema Nacional
Integrado de Salud deberán sumar a
sus prestaciones la vasectomía y la
ligadura tubaria. Ambas serán
gratuitas.
Planificación familiar. Nuevas
prestaciones permitirán decidir
cuántos niños tener.
A través de un decreto del Poder
Ejecutivo la vasectomía y la ligadura
tubaria pasarán a ser parte del Plan
enpocaspalabras
Integral de Atención en Salud (PIAS)
desde el 1º de enero del año próximo.
De esta forma, ambas intervenciones,
por las que no se podrá cobrar tasa
moderadora, se constituyen en un
derecho de todos los usuarios del
Sistema Nacional Integrado de Salud
(SNIS).
La integración de estos servicios
responde a la necesidad de cumplir
con lo estipulado por la ley 18.426 de
salud sexual y reproductiva, dijo a LA
REPUBLICA Luis Gallo, presidente de
la Junta Nacional de Salud (Junasa).
Para practicar las intervenciones se
requerirá el consentimiento explícito
del hombre y la mujer. Asimismo el
decreto aclara que las ligaduras se
harán por vía laparoscópica, es decir,
a través de una pequeña incisión y
con la asistencia de una cámara de
video para que no se tengan que
efectuar grandes cortes en la
paciente.
Panorama actual
Hasta la fecha, en el sector público
las mujeres podían hacerse una
ligadura en el Hospital Pereira Rossell.
Por su parte, en el sector privado se
podía acceder a ambas intervenciones,
pero los costos alcanzaban a varios
miles de pesos. Por ejemplo, según
indagó LA REPUBLICA, dependiendo
de la mutualista, la ligadura puede
alcanzar precios que van desde $
3.600 hasta .350.
En el caso de la vasectomía también
se podía dar el caso de que la
institución no se hiciera cargo de la
operación, por lo que el paciente
debía acudir a una clínica privada.
Suben las cuotas
El decreto habilita también a los
efectores del SNIS a aumentar, desde
el 1º de enero, hasta en un 2,62% las
cuotas de las afiliaciones individuales
no vitalicias, las colectivas y las
sobrecuotas de gestión y de inversión,
teniendo en cuenta las variaciones
constatadas en los costos. Las tasas
moderadoras (tiques y órdenes)
podrán subir hasta un 2,58%.
La cuota del Fonasa se incrementará
un 2,62% y las metas prestacionales
que se pagan a los efectores que las
cumplen, un 3,47%.
FUENTE: LA REPÚBLICA
INAU pide clínicas
psiquiátrica y de
adicciones para infractores
Quieren nuevo centro para
descomprimir la Colonia Berro.
MATÍAS RÓTULO
Problemas. Algunos edificios para
infractores son demasiado viejos,
según el INAU.
El Instituto del Niño y Adolescente
del Uruguay (INAU) presentó a la
Comisión de Seguridad establecida a
nivel parlamentario para tratar los
temas de minoridad, su postura a
favor de la creación de nuevas
instalaciones para atender a los
menores de 18 años de edad que
cometen infracciones y están privados
de libertad con orden de la Justicia.
Además, procura que se dé
cumplimiento al capítulo VII "De las
medidas curativas", artículos 106
y 107.
El director del INAU, Jorge Ferrando,
explicó a LA REPUBLICA que "se
propuso generar nuevos edificios para
atender la población que hay
actualmente" y que "parece
importante que se instalen las
medidas 'curativas' en los centros".
Estas "medidas curativas" incluyen la
instalación de clínicas especializadas
de atención psiquiátrica que
funcionen en las mismas instalaciones
del INAU.
Además se propone que también se
atienda la drogadicción con clínicas
también especializadas, tal como dijo
Ferrando.
El artículo 106 del Código de la Niñez
y la Adolescencia establece que "a los
adolescentes incapaces que hubieren
cometido infracciones a la ley penal,
se les aplicarán, con las garantías del
debido proceso fijado para los
infractores, las medidas de carácter
curativo, que se cumplirán en
establecimientos adecuados y
separados de los adultos mayores de
dieciocho años". Agrega la normativa
que "corresponde a los directores de
dichos establecimientos y a los
técnicos que designe el juez
determinar su tratamiento".
Para Ferrando "además de la atención
pedagógica que se les debe dar a los
muchachos, es necesario que se les
ofrezca atención integral si tienen
problemas psiquiátricos y de
drogadicción, ya que es importante
tener en cuenta que lo que se busca
es la recuperación del adolescente".
CONDICIONES DE VIDA
Si bien a los adolescentes que
ingresan al INAU enviados por la
Justicia se les brinda apoyo en la
atención de patologías psiquiátricas y
drogadicción, no se cuenta con las
clínicas requeridas por ley que hoy
solicita el INAU.
Otro de los aspectos que el
organismo destaca en la acción que
se lleva adelante hoy procurando la
recuperación de los jóvenes
infractores y la efectiva reinserción a
la sociedad son los cursos de primaria
y secundaria que permiten a los
jóvenes que se acrediten
conocimientos.
A su vez, tienen "experiencias de
chacra y cultural, con énfasis en la
expresión plástica y la informática,
apoyados por el Plan Ceibal", dijo
Ferrando.
Este año un grupo de observadores
de la Organización Mundial contra la
Tortura (OMCT) visitó las instalaciones
de la Colonia Berro para revisar la
PERISCOPIO
situación en la que viven los
adolescentes privados de su libertad.
Como informó LA REPUBLICA las
entrevistas determinaron que no se
percibía "altos niveles de violencia por
parte de los funcionarios", pero sí
"altos niveles de malos tratos cuando
son arrestados por la Policía", tal
como dijo en mayo Luis Pedernera,
del Comité de los Derechos del Niño.
En cuanto a las condiciones de vida
se resaltaba que persisten problemas
graves: celdas pequeñas, sucias, frías,
sin luz solar; ventanas rotas, goteras,
hacinamiento, colchones en el piso.
El INAU considera que sea cual sea la
próxima institucionalidad en la
atención de los menores infractores,
es necesario que la Colonia Berro deje
lugar a nuevas instalaciones.
Algunas de las edificaciones del INAU
tienen casi 90 años "y esto ya no
sirve a las necesidades del instituto",
dijo Ferrando. Actualmente el INAU
está por recibir la obra que se realizó
en el ex Hogar Desafío.
Según el instituto actualmente hay
unos 330 menores infractores
privados de su libertad y 370 en
medidas no privativas. El INAU
considera urgente construir un nuevo
instituto que pueda descomprimir la
Colonia Berro, pero que mejore las
condiciones de vida de los
adolescentes teniendo en cuenta el
mandato de la Convención de los
Derechos del Niño.
SERVICENTRO
San Blas
Gral. Flores y Santiago Serra
Tel: 2215 2965
ENERO 2011 • 21
 PERISCOPIO

Playas y plazas
Para los que se quedaron en Montevideo y los que se quedarán, la Intendencia tiene programadas una serie de actividades en
diferentes playas de la ciudad así como en espacios verdes. El organigrama ofrece una variada gama que va desde la natación al
patín, pasando por el Tai Chi, el remo, el canotaje, la paleta y entretenimientos varios. Son y serán bienvenidos desde los más
pequeños, jóvenes y personas de mediana y tercera edad que no están ni estarán dispuestos a quejarse del calor dentro de sus
casas: Humor, amor y movimiento en un verano en donde para pasarla no hay ni habrá excusas.

CENTROS DE DIVERSOS BARRIOS

Actividades: Patín, paleta, tenis de mesa, yudo, remo y canotaje, ajedrez, lucha y básquetbol femenino.
Niños y adolescentes de 6 a 12 años.

Disciplina Lugar Dirección Días Horario

Patín Plaza Seregni Haedo y Requena Martes y jueves 10 a 11.30
Patín Pista Oficial Rambla y Jackson Domingo 10 a 13
Patín Mercado Victoria C.Mª Ramírez y R. Indarte Martes y jueves 17.30 a 19.30
Canotaje Lago Calcagno Canelones Martes y sábado 9 a 17
Canotaje Yacht Club Santiago Vázquez Martes y jueves 16 a 18
Ajedrez Escuela 151 Cno. Mendoza 5746 Lunes 14 a 17
Jueves 9 a 12
Lucha Tacurú Instrucciones y A. Saravia Lunes y miércoles 16 a 19
Tenis mesa Barrio Fénix Calles A y B Jueves 17 a 20
Sábado 10-30 a 13.30
Tenis mesa Aires Puros Ing. Rodríguez Correa 4168 Martes 14 a 17
Sábado 11.30 a 14.30
Yudo Museo Aeronáutico Larrañaga y Serrato Lunes y miércoles 13.30 a 15.30
Remo Club Alemán Santiago Vázquez Miércoles y viernes 13 a 16
Remo Montevideo Rowing Rambla Sudamérica y Tajes Miércoles y viernes 9 a 12
Paleta Frontón Municipal San Gabriel y Av. Varela Miércoles y viernes 15 a 19
Paleta Círculo de Armas Paysandú 783 Lunes y jueves 16 a 19
Básquet femenino Club Buceo S.Rivas y Demóstenes Martes y jueves 17 a 18.30

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22 • ENERO 2011
 PERISCOPIO

ACTIVIDADES DE VERANO EN PLAYAS PARA DISCAPACITADOS

EL
Playas lunes martes miércoles jueves viernes sábados
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8 a 11 8 a 11 hs.
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de 09:00 a 12:00h.
2409 0513

Clubes martes miércoles jueves viernes sábados

FUECI 11:30 11:30 08:30 a
a 13:30 hs. a 13:30 hs 11:30 hs
Ituzaingo 11:30 a 11:30 a
13:00 hs. 13:00 hs.
ESCUELAS DE CANOTAJE EN DIFERENTES PLAYAS
ACTIVIDADES RECREATIVAS DIRIGIDAS A GRANDES Y CHICOS.
Canotaje en: Santa Catalina, Santiago Vázquez, Ramírez y Malvín; natación en Frigonal y
Ramírez, remo en los clubes Montevideo Rowing (rambla Sudamérica 2270) y Alemán (San- Playas martes miércoles jueves viernes sábados domingos
tiago Vázquez). VERDE 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. Ampliación
MALVIN E 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. del campo de batalla
Niñas, niños y adolescentes de entre 8 y 16 años de edad inclusive, que deberán anotarse en las pro- MALVIN O 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. Michel Houellebecq
pias playas con los profesores encargados. BUCEO E 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs.
Por informes se puede llamar a la Secretaría de Deportes, por el teléfono 19501476. BUCEO O 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. Una obra que tiene ese sabor de ser primi-
También hay clases en el lago Calcagno. Pueden asistir niñas, niños y adolescentes de entre 6 y 16 POCITOS E 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs 16 a 20 hs. genia. Michel Houellebecq, escritor fran-
años, en forma gratuita. Los interesados deben anotarse en la propia playa, con el docente encargado. POCITOS O 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. cés, del 58, escribe este libro como pun-
RAMIREZ 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. tapié inicial para luego de un tiempo ava-
Lugar Días Horarios CERRO 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. sallar a la crítica (y a la moral políticamente
Santa Catalina Lunes, miércoles y viernes 8 a 12 SANTA CATALINA 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. correcta) con “Las partículas elementales”,
Santa Catalina (avanzados) Martes, jueves y sábados 8 a 12 PUNTA YEGUAS 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. luego llegaría “Plataforma”, “Lanzarote” y
Santiago Vázquez Martes, jueves y sábados 8 a 12 ZABALA 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. “El mundo como supermercado”.
Ramírez Martes, jueves y sábados 8 a 12 PAJAS BLANCAS 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs.
Malvín Oeste Lunes, miércoles y viernes 8 a 12 FRIGONAL 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. 16 a 20 hs. Si bien Las partículas elementales es una
Lago Calcagno Martes y viernes 14 a 17 obra “acabada” que goza de cierta “repu-
Parques lunes martes miércoles jueves viernes sábados tación” en el mercado literario, Ampliación
DURANDEAU en el campo de batalla, es, sin duda, una
Clases de Tai Chi en playas (ex-Rivera) 8 a 11 hs. 8 a 11 hs. novela inquietante, despiadada, que sub-
Se dictarán clases gratuitas de Tai Chi en varias playas. Pque. Prado 8 a 11 hs 8 a 11 hs 8 a 11 hs yuga al lector, y que lo arrastra -querién-
Playas Días Horario Gruta de Lourdes 16 a 20 16 a 20 16 a 20 16 a 20 16 a 20 16 a dolo o no- por los avatares de los tiempos
Verde Miércoles y viernes 8.30 a 10.30 modernos, o mejor dicho, esos tiempos en
Malvín Lunes, miércoles y jueves 8.30 a 10.30 Actividades de verano en Complejo SACUDE que los informáticos apostaban a un flujo
Pocitos Jueves y sábados 8.30 a 10.30 El Complejo Sacude inició sus actividades de verano para niños, adolescentes, jóvenes y adultos. de la información más libre, tal vez, la
Ramírez Martes 8.30 a 10.30 El cronograma de actividades, días y horas es el siguiente: democracia absoluta.

Deporte para adultos mayores en playas y parques de Montevideo Actividades en el complejo / Los Ángeles 5340 esq. Curitiba: En medio de este viaje, por la historia de la
Las actividades se desarrollan en forma gratuita, en su mayoría en el horario de la mañana, de 8 a 11. informática y por la geografía de Francia
Playas lunes martes miércoles jueves viernes sábados Recreación y deportes: misma, el narrador, digno ejemplo del exis-
VERDE 8 a 11 8 a 11 8 a 11 • Martes a viernes de 17:00 a 21:00 horas y sábados de 9:00 a 13:00 horas tencialismo, se desmorona en una serie de
MALVÍN E 8 a 11 8 a 11 De 17:00 a 18:00 horas recreación para niños desastres producidos por un escandaloso
BUCEO E 8 a 11 8 a 11 8 a 11 De 18:00 a 19:30 horas volley recreativo para adolescentes cerebro, el suyo, que lo lleva irremediable-
POCITOS E 8 a 11 8 a 11 8 a 11 De 19:30 a 21:00 horas volley para jóvenes y adultos mente a la locura.
RAMÍREZ 8 a 11 8 a 11 8 a 11
CERRO 8 a 11 8 a 11 8 a 11 Caminatas: El campo de batalla es, precisamente, el
SANTA CATALINA 8 a 11 8 a 11 8 a 11 • Lunes, miércoles y viernes de 9:00 a 10:00 horas campo en el que nos movemos, nuestra
Actividades en Gruta de Lourdes / Avenida de las Instrucciones y Antillas sociedad, nuestras políticas, la forma de
Parques lunes martes miércoles jueves viernes sábados relacionarnos con el otro sexo, y las jerar-
PAJAS BLANCAS 8 a 11 8 a 11 8 a 11 Recreación y deportes: quías de acción que ello implica. A veces
Pque. DURANDEAU • Lunes, miércoles y viernes de 17:00 a 21:00 horas con humor, a veces con repudio, Michel
(ex-Rivera) 8 a 11 8 a 11 Houellebecq nos adentra a la cultura del
Pque. Prado 8 a 11 8 a 11 8 a 11 Tai Chi (inicio 10 de enero): hastío sin pelos en la lengua, enfrentándo-
Museo de la Memoria 7:30: a 11:30 7:30: a 11:30 • Lunes, miércoles y viernes de 17:00 a 19:00 horas nos con nosotros mismos, sin dejarnos deci-
Pque. Lineal Villa García 7:30: a 11:30 7:30: a 11:30 dir siquiera, pasar a la otra página.
Gruta de Lourdes 16 a 20 Febrero 16 a 20 Febrero
16 a 20 Febrero Ximena Camarote
Pza. Parque Rodó Gimnasia Gimnasia Adultos
18:30 a 19:30 18:30 a 19:30

ENERO 2011 • 23