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LA DIVINIDAD DE CRISTO CONSECUENCIA LOGICA DE LA
HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS
۞† JORGE †۞
En efecto, los Evangelios que Cristo obró muchos y muy portentosos milagros, ya en la
naturaleza, ya en la vida. Que esos milagros fueron manifiestos, hechos a plena luz del día,
fáciles de comprobar y evidentemente sobrenaturales.
Sabemos que por otra parte el milagro comprueba inequívocamente la intervención de Dios.
Luego la conclusión es evidente; si los evangelios nos merecen crédito, y si en ellos se narra
que Cristo obró milagros, y que los obró precisamente en confirmación a su divinidad;
debemos admitir que Jesucristo es Dios.
Jesucristo fue un gran hombre, el más perfecto de los hombres (porque hay que advertir que
el racionalismo de hoy, abomina el sarcasmo volteriano; por el contrario agota las palabras de
elogio) Nunca ha existido ni existirá un hombre comparable a Cristo.
Pero fue un simple hombre; de ninguna manera el hombre –Dios, del que se nos quiere
convencer.
Los milagros de los que se le atribuyen fueron frutos de la fantasía popular, que a fuerza de
estimarlo, lo hizo Dios; o bien se explican por interpolaciones introducidas después de los
evangelios.
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Pues bien, el hombre eminente, el sabio maestro, el dulce Rabí de Galilea: ese es el Cristo
verdadero, el Cristo de la Historia, a es si lo admitimos gustosos.
Pero el Cristo Hijo de Dios y Dios mismo, el Cristo que obra milagros, que multiplica los panes y
resucita los muertos; ese es el Cristo de la leyenda .El Cristo de la fe .a ese lo rechazamos.
Lo sobrenatural tampoco se puede separar del evangelio, si quitamos de este la profecías, los
milagros y los misterios, se queda reducido a muy poca cosa .Lo sobrenatural es la misma
trama del evangelio.
A) Renán, lo mismo que Paulus, pretenden dar una explicación natural de los milagros de
Cristo pero caen en el ridículo.
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encerrar en la tumba de la familia , y al verle salir con la mortaja , una vez abierto el sepulcro ,
debieron creer naturalmente todos que había resucitado “.¿ esto será lo que llaman los
racionalistas hacer crítica histórica .?
b) Harnack y otros tratan de explicar los milagros o diciendo que son fruto de la imaginación
popular o interpolaciones hechas al evangelio. Pero es falso .El relato de los evangelios es muy
real y sensato, para ser fruto de la imaginación popular .Lo maravilloso del evangelio es de una
sobriedad y nobleza que contrasta con los maravilloso de otras religiones, o de los evangelios
apócrifos; en los cuales si los frutos de la imaginación popular crecen silvestres.
c) Tampoco podemos admitir las interpolaciones en el evangelio cada vez que no hay modo de
explicar un hecho sobrenatural .Y ya hemos probado la integridad de los evangelios; y que los
sobrenatural es en ellos no un episodio aislado, sino su misma trama y esencia.
A) San Marcos, que pasa por el más cercano a la predicación primitiva, es así mismo el que más
abunda en narraciones milagrosas, Y en el último versículo de s evangelio explica la conversión
del mundo por el poder que Cristo dio a sus discípulos de hacer milagros (Mc 16,20)
B) San Pedro recurre al argumento del milagro en su primera predicación:” Jesús de Nazaret,
les dice, este hombre a quien Dios le ha rendido testimonio delante de vosotros, por medio de
milagros y prodigios, como lo sabéis. (Hechos 2,22)
C) San Pablo pone la resurrección de Cristo, como el mayor de los milagros, nada menos que
como fundamento de la predicación y de la fe. “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra
predicación y nuestra fe “(1 Cor. 15, 14)
D) Pero la prueba máxima de que los milagros no se pueden separar de la doctrina de Cristo
nos las da el mismo Salvador .En efecto El hizo milagros para probar directamente la divinidad
de su Doctrina; y los evangelios a cada paso nos dan cuenta de que muchos creían en EL a
causa de sus milagros.
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CONCLUSIONES
Las conclusiones de estas consideraciones son terminantes; o se rechazan los evangelios, o se
acepta la Divinidad de Cristo. Aceptar los evangelios y negar la divinidad de Cristo es ilógico y
absurdo...
No es posible hacer en el evangelio una separación entre los natural y los sobrenatural, para
aceptar lo uno y negar a priori lo otro.
“Presentar a Cristo sin milagros, dice un autor, es tan desatinado como presentarnos a un
Alejandro o un Napoleón despojados de sus glorias militares.
3- San Pablo confirma su afirmación, y apela al testimonio de testigos presenciales que aún
vivían.
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El cadáver de Cristo fue embalsamado y envuelto en sábanas a la usanza judía, y sepultado en
un sepulcro nuevo cuya entrada se cubrió con una gran losa. (Todo esto hubiera sido suficiente
para causarle la muerte por asfixia, caso que no hubiera muerto). Permaneció en el sepulcro
desde la tarde del viernes hasta la mañana del domingo, y cuando fueron las mujeres ya
encontraron el sepulcro vacío. Luego se apareció muchas veces a sus discípulos.
NO SE VA A LA MUERTE POR AFIRMAR UN ENGAÑO y una mentira; sino por una “honda
convicción”. Aquí es el caso de repetir la célebre frase de Pascal: “Creo en testigos que se
dejan degollar”.
Aunque los apóstoles hubieran querido engañarnos, no lo hubieran podido. Si hubiera habido
algún engaño, los príncipes de los sacerdotes, los demás fariseos y todos los enemigos de
Cristo, que estaban alerta para la publicidad. Si el engaño se hubiera descubierto ¿Y cómo es
posible que una miserable farsa diera a la más sublime de todas las religiones, y a la más sabia
de todas las doctrinas?
A esto contestamos:
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La alucinación es un engaño pasajero; en cambio, los apóstoles durante cuarenta días vivieron
conversando y tratando con su Maestro y después durante toda su vida siguieron afirmando el
hecho.
Los apóstoles no eran crédulos. Cuando las piadosas mujeres les hablaron de la primera
aparición, lo achacaron a desvarío e ilusión femeniles. Cuando Cristo se les apareció por
primera vez se asustaron y lo tuvieron por un fantasma. Y para que se repusieran de su
espanto, fue necesario que Cristo les dijera: “Tocad y ved; un espíritu no tiene carne ni huesos,
como veis que yo tengo”. (Luc. 24, 39).
Cristo dio a sus apóstoles pruebas inequívocas de que su cuerpo resucitado era real; así como
varias veces con ellos y permitió que Tomás palpara, sus cicatrices (Luc, 24, 43. Juan 20, 27). De
esa suerte la incredulidad de Tomás vino a fortificar nuestra fe.
La alucinación nace de un estado de ánimo favorable a ella; sólo cuando uno anhela vivamente
una cosa, puede llegar a darla por un hecho. Pues bien, aquí el caso es precisamente lo
contrario; los apóstoles no estaban ilusionados con Cristo, sino desilusionados de Él y de sus
promesas, como se ve claramente en los discípulos de Emaús. (Luc. 24, 21). SU Estado de
ánimo era el menos propicio para llevarlos a la ilusión de un Cristo resucitado, triunfante
glorioso. No tiene, pues, ningún fundamento la teoría de la alucinación.
Este testimonio tiene un doble valor: como testimonio personal de San Pablo, y como
apelación al testimonio de muchos testigos presenciales, que asistieron al hecho y que, por
vivir aún, podían dar testimonio auténtico de Él, o bien desmentir sus palabras.
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No son más concluyentes que emplean los racionalistas modernos para negar la resurrección
de Cristo.
Para Loisy, el cadáver de Cristo fue arrojado a la fosa común de los ajusticiados, según lo
mandaba el Deuteronomio como se ve, dice Mrs. Ballerini, se rechaza en nombre de la crítica
histórica a los testigos oculares de los hechos acaecidos, y en su lugar se pone lo que debía
suceder.
Renán tiene la necia presunción de destruir con cuatro plumadas el milagro de la resurrección:
“La gloria de la resurrección pertenece a María de Mágdala. Magdalena ha sabido mejor que
nadie afirmar su sueño e imponer a todos la visión santa de su alma apasionada. Su gran
afirmación de mujer: “¡Ha sido la base de la fe de la humanidad! Poder divino del amor
¡momentos sagrados, donde la pasión de un alma alucinada da al mundo un Dios resucitado!”.
CONTRA ESTAS ESTOLIDAS RAZONES ESTÀ LA AFIRMACIÒN DE SAN MARCOS: “Y los Apóstoles
oyendo que vivía y que había sido visto por ella no la creyeron” (16, 11) Y la de San Lucas: “Y
esto (el anuncio de las santas mujeres) fue tenido por ellos como un delirio, y no las creyeron”.
Y, lo que es aún más decisivo, Cristo Nuestro Señor antes de subir a los cielos “les reprochó su
incredulidad, y su dureza de corazón, porque nos les creyeron a los que habían visto
resucitado” (Marc. 16, 14).- Ante éstos testimonios, ¿Qué queda de la estúpida afirmación de
Renán?
Los Apóstoles salieron del Cenáculo a predicar a Cristo resucitado; y ya los judíos no se
atrevieron a desmentirlos, sino que se contentaron con azotarlos y prohibirles que predicaran
este nombre. Pero entonces los apóstoles lanzaron este grito sublime, prueba de su
profundísima convicción: “Más nos importa obedecer a Dios que a los hombres”. Nosotros no
podemos menos de hablar lo que hemos visto y oído” (Hechos 5, 24, 4,20). Y siguieron
predicando a Cristo resucitado hasta sellar con su sangre la verdad de su doctrina.
CONCLUSION
El milagro de la resurrección prueba con evidencia la divinidad de Cristo. El mismo salvador lo
había presentado como prueba de su divinidad. La anunció a sus discípulos en tres ocasiones
diferentes; (Mt. 16, 21 17, 9, ) y en una circunstancia en que un grupo de fariseos le pidió una
señal de su misión , respondioles : “ Esta raza mala y adúltera pide una señal , y no se les dará
sino la del profeta Jonás : Así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez ,
así el hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra ( Mateo 12,39) .De
tal suerte que la sola señal de su misión que consiste en darles fue su resurrección .Y como
ésta es un hecho históricamente cierto. Bien podemos concluir que ella es el testimonio más
claro de su divinidad
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