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Organización social y participación

Arístides Calvani

La amplitud y complejidad del tema propuesto son evidentes; pretender abarcarlo íntegro sería
de una pretensión y vanidad insoportables. Por un lado es demasiado vasto para cubrirlo todo y, por otro,
su complejidad obliga a una serie de digresiones complementarias, posibles en un libro, pero que en una
exposición Oral irían en contra del hilo y la continuidad de la misma.

En cuanto a la naturaleza de mi exposición será, para decirlo de una manera familiar, como
pensando en voz alta. Se trata de comentarios y observaciones para incentivar la reflexión, ya que Sobre
esta materia creo que se ha escrito relativamente poco, se ha pensado menos y reflexionado
prácticamente nada.

Desde este mismo momento quiero establecer el marco de la presentación:

1) Precisiones terminológicas. Uno de los problemas más graves en el mundo de hoy es la confusión en
la comunicación: muchas veces hablarnos la misma lengua, pero no el mismo lenguaje. Y no sólo cuando
se trata de ideologías diferentes, sino dentro de nosotros mismos. Se habla de "sociedades intermedias" y
no se definen; de "cuerpos intermedios", e igual; se habla de "democracia" —palabra que pareciera tan,
fácil— y tampoco la definimos; lo mismo sucede con la "participación". Instintivamente vamos creando
una confusión tanto mayor cuanto que, por un complejo de inferioridad creciente y una cierta esterilidad
nacida en nuestras filas de inspiración social cristiana, le pedimos cada día más aportes al pensamiento
marxista-leninista heterodoxo —al fin y al cabo, al marxismo—, mientras cada vez buscamos menos en
nuestro propio pensamiento para ahondarlo y profundizarlo según la dimensión de nuestros problemas.
Por eso es imprescindible comenzar con unas precisiones terminológicas.

2) Marco general de referencia. Dentro de él ubico el problema de la organización social y la


participación.

3) Organización social y su función en la participación.

4) Breves conclusiones.
PRECISIONES TERMINOLÓGICAS

¿Qué es una organización social y en qué sentido la estoy toman do? Los términos "organización
social" pueden tener dos sentidos: uno objetivo, y otro subjetivo. En el primer caso, pongo el acento en
las relaciones sociales; en el segundo, en las personas que se vinculan a través de las relaciones
sociales. En otros términos: puedo contemplar la organización social objetivamente, prescindiendo de los
objetos que se mueven en ella, o tomarla en sentido subjetivo en función de los objetos que particip an en
ella, independientemente de sus relaciones o, al menos, no poniendo en ellas el acento.

En sentido objetivo diríamos que la organización social es un complejo o sistema de relaciones


sociales vinculadas entre sí por un factor común de aglutinación, en torno al cual se unifican las personas,
para la consecución de objetivos que superan la capacidad y los medios disponibles de los individuos
aisladamente considerados.

Puedo mirar la organización social en una dimensión objetiva, y decir entonces: es el conjunto de
personas que, con una misma vocación o con iguales intereses, unen sus esfuerzos, en forma legítima y
durable, con miras, a la consecución de objetivos que superan la capacidad y los medios disponibles de
los individuos aisladamente.

Existe en ambas definiciones »n elemento común, y es el siguiente: los hombres se organizan


porque son incapaces de actuar aisladamente como lo desean. Los hombres se juntan, las perso nas van
las unas a las otras en busca de apoyo entre ellas, cuando solas no pueden alcanzar los objetivos a que
aspiran.

Sí atiendo al complejo de relaciones, tendré la visión objetiva; si atiendo a las personas que se
reúnen, tendré la organización como un conjunto subjetivo.

La participación plantea también la obligación de definirla porque, del mismo modo, presenta dos
aspectos: como proceso social y como estado social en los individuos que participan. O sea, también en
la participación podríamos distinguir un sentido objetivo y otro subjetivo.

Considerada subjetivamente, la participación constituye fundamentalmente un proceso social


continuo mediante el cual los integrantes de una comunidad acceden, a través de sus organiza ciones
legítimas y representativas, a la elaboración, ejecución, evaluación y control de las decisiones que les
conciernen.
Como proceso social, la participación supondría rio sólo una diferencia en cuanto a la materia
donde se participa -habría una participación económica, una social, política, cultural- sino también en
cuanto al momento de la participación. Hay un momento durante el cual se elabora la decisión, uno
cuando se ejecuta, otro en el cual se evalúa lo ejecutado y, finalmente, un momento de control del
proceso en sí. La participación, para ser plena, debe abarcar los cuatro momentos dentro de los cuales la
persona tiene derecho a compartir la decisión que sobre ella recae.

Además, podríamos considerar la participación en un sentido subjetivo: un proceso continuo de


participación social engendra, en las conciencias de sus partícipes, un estado de ánimo determinado, un
estado de ánimo participativo.

No estoy inventando, sigo una formulación escolástica, no lo niego: la justicia en sentido objetivo,
la justicia en sentido subjetivo. Existe la justicia como orden y la justicia como el hombre que practica los
principios del orden justo. En ambos casos estamos frente a la justicia: vista desde el orden que es justo
para que los hombres puedan serlo, y vista desde el hombre justo. En el mismo sentido uso el juego de
los dos aspectos aplicados a la participación.

La participación en sentido subjetivo sería la "conciencia operante". Si no se quiere usar una


denominación tan escolástica, puede afirmarse que es la "vivencia existencial", para usar un término más
de moda. La conciencia operante o vivencia existencial de pertenencia a un todo con intereses, fines y
valores comunes; la conciencia operante o vivencia existencial de contribuir en la conducción de ese
todo. Desde el punto de vista subjetivo de la participación, habría la conciencia de parte del sujeto que
participa y esa conciencia será realmente participativa en la medida en que el sujeto tenga la conciencia
operante o vivencia existencial de su pertenencia a un todo, con el cual participa, que comparte. Con ese
todo tiene intereses, fines y valores comunes, es decir, él siente que este todo, en sus intereses, en sus
fines y en sus valores, es de él, es común con él. Además le es común, porque siente que él está
contribuyendo a la conducción de este todo. La importancia de este aserto surge a continuación.

MARCO GENERAL DE REFERENCIA

La primera parte de la exposición se encuadrará en estos dos primeros puntos; la segunda, será
la organización social propiamente dicha.

(Actualmente, no decimos "marco general de referencia", sino "parámetros", gracias a los


economistas que nos han legado ciertas palabras. Y observo esto porque constantemente haré referencia
a la terminología, un poco burlonamente, aunque me preocupe una b arbaridad. Si por alguna cosa he
sufrido en las intervenciones en los foros internacionales, es por buscar una semántica que cada vez que
hable se sienta e imprima en ese hablar el testimonio demócrata-cristiano que se quiere dar en la tribuna.
Que se perciba que ese señor que está allí no habla como los demás. Eso ha sido realmente para mí la
cuadratura del círculo en la Cancillería cada vez que he debido intervenir en un foro internacional.)
Necesitamos, pues, unos "parámetros" para poder situar el problema de la organización social y la
participación.

Primero: la participación no es un fin sino un medio. Esto es muy importante para la utopía que
debamos montar. El fin es la promoción del hombre y tiende a convertir a éste en protagonista de su
destino; por consiguiente, convertir al hombre en el centro, fin, principio —y, si se prefiere un término
evangélico—, en el "alfa y omega" de la historia.

La historia no se hace contra el hombre; se podrá hacer a pesar de él, pero no contra él. En esto
nos distinguiríamos patéticamente de toda concepción marxista. La participación no es un fin, sino un
medio, e implica una concepción del hombre y del universo. No voy a entrar en términos tan ambiguos y
usados con tanta facilidad: doctrina, ideología, filosofía. Los dejo a un lado, ya que es más fácil torear al
toro haciéndole un quite que enfrentando su muerte. Evito entrar en la determinación específica del
calificativo de esa concepción del hombre y el universo, como tam bién determinar sus implicancias, lo
cual sería afrontar la muerte del toro.

De la concepción del hombre y del universo retengo lo siguiente:

1° La eminente dignidad de la persona humana, que dimana de la razón, del hombre y de la


libertad, es decir, de su condición de persona humana.

2° La autorrealización y la autodeterminación.

3° El hombre como factor fundamental de la historia, es decir, como protagonista de su destino,


lo cual implica, además, otro hecho: una sociedad concebida como un sistema de relaciones sociales.
Hago una rápida digresión al marxismo: si la persona social, es decir, el hombre intercambiable, es lo que
vale porque lo social condiciona incluso la intimidad de mi conciencia, mi ética, mi moral, mis valores
espirituales, yo no soy en realidad un factor de la historia. Ésta me conduce, y lo más que puedo hacer es
acelerar el curso de la historia con mi acción, pero no otra cosa.
En el fondo, se trata de una concepción paupérrima del hombre, a pesar de que a veces no
pocos de nuestros seguidores consideran que allí se encierra un gran humanismo. Pero es un huma-
nismo donde el hombre queda eunuco frente a la historia, porque no puede cambiar su curso; tan sólo lo
acelera. Como sucede con el nadador en un río: se lanza para atravesarlo y calcula la velo cidad de la
corriente, hace suya la corriente y la domina, y al dominarla, ésta lo transporta rápidamente al otro lado.

Entonces, el hombre concebido como factor fundamental de la historia, nos obligar ía a concebir
la sociedad como un sistema de relaciones sociales. Entiendo como relación social el vínculo que se
establece entre dos personas, sin más digresiones filosóficas. La verdadera relación social es ésa; de lo
contrario, se trata de una relación puramente de alteridad, como la pueden tener las hormi gas, los
animales. La relación social supone un vínculo que se establece no entre dos términos subjetivos, o dos
términos, sino entre dos personas humanas.

En segundo lugar, las relaciones sociales se aglutinan en torno a hechos que les sirven de
cristalizadores, hechos de la más diversa índole y en torno a los cuales hacen esa aglutinación para
constituir las estructuras sociales.

Una organización social es una estructura social, mas no toda estructura social es una
organización social. Por ejemplo: hay un instinto que conduce al hombre a unirse al sexo complementario.
(No opuesto, como se dice, porque si lo fuera, no nos podríamos unir a él). Entonces el hombre y la
mujer, lo femenino y lo masculino, son complementarios. La atracción entre los sexos se halla en la base
de una moción, de un dinamismo en el seno y en el corazón del hombre. Pero ese dinamismo que existe
en el hombre y en los animales, en el hombre se matiza, se perfecciona —porque es un ser racional—
con los sentimientos, y aparece entonces el amor.

De manera que el hombre no sólo se une sexualmente, sino que se une en su esencia espiritual,
que es el amor. Existen la unión del cuerpo y la unión del espíritu. La atracción de los sexos y el amor
engendran un conjunto de relaciones sociales cristalizadas en torno a ese hecho doble, profundamente
humano, porque humanos son tanto el cuerpo como el espíritu. Así aparecen el matrimonio, la familia —
si prefieren— para darle un, término más amplio. Y en torno a ese hecho, un conjunto de relaciones
sociales; entre los esposos, entre los padres y los hijos, entre los que se unieron, cuando se .separan.
Tenemos así un conjunto de relaciones sociales que, estructurándose en torno a hechos que les sir ven
de atracción y de polos de atracción, constituyen las estructuras sociales.}
Las estructuras sociales se multiplican hasta llegar a las insti tuciones, etc. Al multiplicarse, las
estructuras sociales crean una complejidad grande y constituyen entonces un sistema de relacio nes
sociales. Esto es muy importante para lo que ha de seguir a propósito de la participación.

Por eso debe perdonárseme que me remonte un poco a hechos, tal vez entrando y penetrando
en la filosofía de la participación. Pero éste es el riesgo de todos estos seminarios : quien habla al final
tiene la ventaja de ser el último, pero la desventaja de que, a lo mejor, muchas de las cosas que él
pensaba decir ya las han dicho antes. Sin embargo, queda siempre el consuelo de decir las cosas de
manera distinta de los demás. Por lo menos, ése es el amor propio que Dios nos puso en, el corazón.

Se impone aquí analizar dos cosas. Las estructuras sociales actúan sobre mí —hombre—,
miembro de una sociedad o del sistema de relaciones sociales que engendra un conjunto de estructuras.
Por la interacción que se establece, la estructura ejerce su influencia sobre mí, y yo sobre la estructura;
las estructuras, a su vez, se influyen entre sí y todas, al unísono, dentro del sistema. Entonces en mí —
hombre— podría distinguir dos aspectos de mis estructuras como ser humanó —como ser social, diría un
sociólogo— las estructuras sociales mentales y las estructuras sociales materiales. Doy un ejemplo
simple para la comprensión y paso luego a la definición: el traje que llevo puesto es una estructura
material, pero puede tener también implicaciones mentales. La mejor demostración de esto solía yo
exponerla a mis alumnos en los cursos del IFEDEC en estos términos: si yo me presentara ante ustedes
con, un traje de mujer, se sorprenderían, porque, o pensarían bondadosamente que me he vuelto loco, o
maliciosamente que me he hecho cambiar de sexo, cosa que ahora está de moda según las noticias
sensacionales de la prensa. Hoy es más fácil, porque la tela es la misma; lo único que hago es cambiar
en su forma la tela que llevo encima. En otros términos: lo que hemos llamado estructura material tiene
también un contenido más íntimo en cuanto expresa una actitud de una cultura.

Esto es de una enorme importancia. Podríamos pensar en una definición y afirmo que una vez la
había logrado, pero en el tráfago de la vida no la puedo hallar. Creo recordarla descriptiva mente en los
siguientes términos: una estructura social material sería el conjunto de formas objetivas dentro de las
cuales los hom bres se relacionan, entre sí. Y una estructura social mental sería el conjunto de actitudes,
de valores, de perspectivas, desde las cuales el hombre contempla el mundo, sus semejantes y su propia
existencia.

Por eso un primitivo, miembro de una tribu, que tiene —por ejemplo— el tabú de no comer algo
porque se moriría, al hacerlo se muere mentalmente, lo cual incluso puede incidir en el cuerpo. Hoy la
medicina psicosomática pone cada vez más de relieve la importancia de las estructuras sociales mentales
y su influencia sobre las estructuras sociales materiales.

¿Por qué he hecho esta digresión aparente? Porque vamos a ver que el proceso de participación
es un cambio de actitud, un cambio de estructuras sociales mentales y, si no se aborda necesariamente
el cambio y el significado del cambio en el hombre, pueden recorrerse rutas falsas. Un ejemplo —ustedes
tienen muchos— y con esto termino en lo referente a las estructuras sociales mate riales y mentales: el
caso del motor fuera de borda —lo tomo porque es brutalmente hermoso—. En una zona del país
ofrecieron a quienes manejaban los barcos, motores fuera de borda; los colo caron y surcaron el río
raudamente y con gran entusiasmo. Al cabo de un tiempo, el motor se echó a perder y el barquero llevó
su lancha —ya no era una embarcación de vela—, la colocó en el puerto, la amarró en un palo y él se
convirtió en producto del motor fuera de borda, tecnología e industria: era un desempleado.

Hasta ese momento no lo había sido. Tal vez se tratase de un hombre que vegetaba un poco,
pero con la cultura de la vela y el remo surcaba el río y lograba subsistir; cuando llegó el motor fuera de
borda, lo asesinaron psicológicamente. Así como se asesina el cuerpo, se asesina también el alma. Ya no
volvió al remo ni a la vela, los cuales culturalmente representaban valores pasados, pero valores
humanos y, al carecer del conocimiento tecnológico, no teniendo los valores sustitutivos de la sociedad
industrial, llegó al puerto y dijo: "Se me echó a perder el motor". No sabía ahorrar, no sabía guardar, no
sabía qué era un barco. "No tengo qué hacer, soy un desocupado."

Esto plantea el problema del cambio. Cuando hablamos de desarrollo, estamos hablando de
cambio; el desarrollo planificado es un cambio acelerado o al menos deber ía serlo, aunque no siempre lo
es. Ese cambio supone (y en eso insistimos) un cambio de estructuras; pero como no hemos definido qué
es el cambio y qué son las estructuras, resta por saber qué queremos decir. Tal vez sea por eso mismo
que la frase "cambio de estructuras" tenga tanto valor, porque tiene un puro contenido emocional, sin nin-
guno conceptual propiamente dicho; no sabemos qué significa, pero en cada corazón brilla una
esperanza.

A quien el vecino lo fastidia, entiende por cambio de estructuras que éste no lo fastidiará; quien
no tiene automóvil y suspira por él, entiende que el cambio de estructuras le dará un automóvil. Puedo
asegurarles esto con conocimiento de causa, ya que precisamente uno de los problemas que arrastramos
los demócrata-cristianos hoy en el gobierno de Venezuela es el slogan maravilloso de la última campaña
electoral: "el cambio". En la palabra "cam bio", todo el mundo puso sus ideales y sus sueños, pero no nos
habíamos dado cuenta de que también era necesario un cambio de mentalidad para que el cambio
tuviese sentido y significado.

Llegué a lo de las estructuras sociales materiales y mentales para poder entonces puntualizar:
cambio de estructuras significa cambio de estructuras sociales materiales, pero también cambio de
estructuras sociales mentales. Si no se produce un cambio concomitante y dinámico en ambos sentidos,
voy a tener tres hipótesis posibles fundamentales:

a) Cambio de estructuras sociales materiales, sin cambio concomitante de estructuras sociales


mentales;

b) Cambio cíe estructuras sociales mentales, sin cambio concomitante de estructuras sociales
materiales;

c) Cambio desarmónico entre las estructuras sociales materiales y mentales. Ejemplo de


cambio desarmónico lo tienen ustedes aquí en Caracas y lo podrán comprobar: la casita en el cerro y la
antena de TV. No lo critico porque, posiblemente, dentro de la distorsión que nosotros mismos hemos
engendrado, es una solución para ese individuo tener su televisor, y podría ser una gran solución si se lo
supiera utilizar como instrumento educativo.

Para dinamizar el cambio necesitamos convencer de que hay posibilidad de hacerlo, de que es
factible ciar esa certeza y, finalmente, llevarlo a cabo. Por eso necesitamos establecerlo en dos niveles:
en lo material y en lo mental.

Tomo un ejemplo más para clarificar el lenguaje, lo que considero más importante que la
anécdota misma: el problema de la actitud de la gente en la participación, me recuerda a cuando aquí
modificamos el Código Civil. Yo era uno de los modificadores, terminaba entonces mis estudios y era un
entusiasta de las modificaciones; una de ellas era la investigación de la paternidad. De cía yo con gran
emoción en una de esas intervenciones que se hacían en distintos grupos, que la investigación de la
paternidad permitiría a la multitud de niños venezolanos, a través de su acción, conocer quién era su
padre y obtener sus alimentos. ¡Pam plinas! ¡Tonterías! ¿Por qué? Porque no se utilizaba la acción de
investigación de paternidad. Como intelectual, yo proyectaba mi personalidad en mi pueblo, cosa muy
frecuente que los estudiantes hacen hasta la saciedad llegando a organizar revoluciones sentados en la
universidad.
Proyecto mi personalidad en la personalidad de la masa cuando realmente ella no piensa igual
que yo, sino de manera distinta. Entonces eso es muy grave y debemos preguntarnos: y la gente, ¿tendrá
ganas de participar? Porque hablamos de participación como de la gran panacea. ¡Qué cosa tan bonita la
democracia participativa! Pasamos de la democracia formal a la social y económica, y damos luego el
paso final hacia la democracia participativa. Pero ¿querrán participa)'? ¿No me dirá el otro: "Déme las
cosas y yo no quiero participar, no me fastidie con la participación”?

Es muy posible que así sea y me temo que así es. Las experiencias muestran que, si se carece
de una educación para la participación, ésta no es pasible. Es importante, por lo tanto, mostrar el carácter
gravísimo que adquieren estos dos aspectos en el proceso del cambio: las estructuras sociales materiales
y las estructuras sociales mentales.

Finalmente, para concluir con la primera parte, la democracia participativa exig e de nosotros lo
que un sociólogo llamaría "el proyecto revolucionario". Lo denomino así para ponerle más emoción ya
que, hablando con mayor propiedad científica, diríamos: "utopía racional".

Recuerdo mucho a Hinkelammere —hoy del lado marxista— cuando en una oportunidad nos
hablaba aquí de los dos tipos de utopía: la racional y la mítica. Toda sociedad que quiere transformares
necesita tener por delante un modelo hacia el cual acceder. Ese modelo hacia el cual se va,
necesariamente es un modelo teórico-práctico pero, en su arranque, es fundamentalmente un modelo
teórico: antes de poder probarlo es un modelo teórico, por lo cual necesariamente ha de ser una utopía.
Entonces —decía él— utopía racional es un conjunto de ideales hacia los cuales camino, pero que no
responden a la naturaleza del hombre y a una razón en su dimensión de realismo. Yo agregaría a la
afirmación de Hinkelammere una cosa más, pero lo diré al final, después de expresar lo que él entendía
por utopía mítica, La utopía mítica es inalcanzable, no es un faro que orienta. Un ejemplo: que todos los
hombres de la tierra compartiéramos un día todos nuestros bienes, nuestro saber, nuestro todo, de una
manera idílica.

Acotando a Hinkelammere, yo diría lo siguiente: la utopía racional es como el faro para el


navegante. Si el navegante va hacia el faro, se estrella en la escollera, porque lo que aquél le está
diciendo es: "No vengas hacia mí". Pero también le dice: "Rectifica tu ruta, si te has equivocado". En otros
términos: el faro permite al navegante rectificar su ruta y montar el norte franco y correcto.

La utopía racional es la que constantemente nos llama al esfuerzo de perfección. Nosotros no


creemos en un paraíso en la tierra. En el fondo de nuestra teología hay una naturaleza caída, por
consiguiente, una "voluntad desfalleciente", como decía Maritain. En esa voluntad desfalleciente está
necesariamente un hombre que, debiendo ser honesto, puede, sin embargo, ser desho nesto; un
gobernante que debiendo ser correcto, no lo es; una pri mera autoridad local que, debiendo estar al
servicio de la localidad, lo está al de su billetera.

Entonces, ¿qué nos permite la utopía racional? Rectificar el rumbo y hacer constantemente una
evaluación para marchar mejor. Necesitamos una utopía racional o proyecto revolucionario para poder
contestar las preguntas: ¿participación para qué, por qué, en qué, cómo y dónde? Tenemos necesidad de
nuestro proyecto ideal, el cual nos permitirá montar en teoría la sociedad por construir y hacia la cual
debemos caminar, es decir, esa democracia participativa que perseguimos.

Recuerdo cuando en Santiago DESAL, después de largas y numerosas sesiones de reflexión y


esfuerzo formulaba su diagnóstico de marginalidad y yo le decía al P. Vekemans —quien se enojaba
tremendamente conmigo—: "¿Vamos a integrar a los marginados a qué? Pero lo más grave es, ¿están
marginados de qué?" De la sociedad existente. Y es a partir de esta idea que aquí en el IFEDEC
empezamos a analizar esa utopía racional partiendo de la idea de una sociedad integrada. En lugar de
partir de la desintegración, cambiamos la ruta y la formulamos entorno a la integración. Desde el punto de
vista físico, "íntegro" es una materia que contiene todas las moléculas componentes de ese cuerpo. El
agua es íntegra si contiene los elementos balanceados de H 2O; si no los tuviera, sería otra cosa, pero no
agua. El proceso del mundo físico es, por consiguiente, un proceso cuantitativo. El proceso de integración
social, porque toma al hombre como elemento fundamental, es un proceso cualitativo y cuantitativo, pero
fundamentalmente cualitativo.

Nos ayuda aquí la brillante idea escolástica de la sociedad filosóficamente vista: la sociedad es
una realidad de orden o, dicho de otra manera, es un todo moral o, expresado aun de otra forma, es un
ente de relación. Es decir, que la sociedad existe si las partes que la integran la componen. En otros
términos, la sociedad existe porque hay hombres que, siendo el todo, van constituyéndola. En ese sentido
puede hablarse de que el hombre es un absoluto, porque el hombre es el único elemento que, en la
sociedad, aglutinado con otros, engendra las sociedades.

La sociedad es un ente de orden, de relación; si separo las («irles que la integran ya no hay
sociedad; si las repongo, hay sociedad. Entonces podemos decir que hay un todo y un cuerpo social ínte-
gro en la medida en que los hombres que la integran se ordenan al fin que los vincula. En el hombre ese
fin ha de tener dimensión humana. Así, podríamos definir la integración social diciendo que es el proceso
mediante el cual, por la participación de cada uno de los miembros del grupo, se alcanza la coordinación
de todos, se tiende a su armonización y unificación en torno a un, fin común y se obtiene un consenso
que excluye toda impresión de cosa impuesta. Si fuera impuesta, carecería de libertad en el pleno sentido
de la palabra, de autorrealización y de autodeterminación. Si la vinculación al grupo se siente como
impuesta, el hombre carece de verdadera libertad y se suprime el elemento fundamen tal de la
autorrealización y la autodeterminación.

Esa integración social no se hace en un momento. Si se la analiza desde un punto de vista


puramente teórico y en forma muy esquemática —porque no hago sino enunciarlo— diría que sus notas
constitutivas son las siguientes: conciencia operante de pertenecer a una totalidad con intereses comunes
y metas globales; consenso mínimo respecto de la finalidad global; adhesión a una escala de valores
comunes dentro de un orden vivido; participación y control de las decisiones por parte de los individuos y
de las sociedades intermedias; contribución real y eficaz por parte de los individuos y de las sociedades
intermedias, organizaciones sociales y, finalmente, reconocimiento de autoridad y atribución de poderes
suficientes al Estado.

La sociedad desintegrada es la antítesis: falta de identificación con el grupo; falta de


identificación con los intereses, es decir, no hay propiamente intereses comunes y con la totalidad; falta
de consenso respecto de la finalidad global; falta de coherencia en los valores; apatía y sumisión frente a
la participación; los individuos y las sociedades intermedias, las organizaciones sociales, no contribuyen
realmente y con eficacia a la satisfacción de las necesidades específicas del hombre; desorganización y
ruptura del orden de funcionamiento. No caos, pero sí desarmonía y, tal vez, anarquía.

¿Esto nos lleva a qué? Si hacemos una interpretación de nuestra sociedad latinoamericana y la
proyectamos después a nuestras relaciones internacionales, advertiremos que son sociedades desin-
tegradas. Desintegradas en la relación campo-ciudad; desintegradas en el campo y desintegradas en la
ciudad. El dualismo está sustituido por lo que es en sí la desintegración: la atomización heterogénea,
desarmónica, desorgánica. Dentro de esa atomización podemos representar nuestra socieda d con una
metáfora: es un cometa con cabeza y cola.

La cabeza del cometa sería la desintegración por el exceso de lo que, en la suma de los bienes
que la sociedad entera debiera compartir y no se comparten, se requiere. Repito: la suma de aquello que
se debiera compartir, pero no se comparte, está en manos de un determinado grupo de privilegiados, en
la cabeza. La cola está constituida por todo el conjunto de marginados que va desde el marginado relativo
hasta el marginado total. En esa sociedad hay una desarmonía completa.
Frente al problema de esa sociedad desintegrada se proponen distintas soluciones:

Solución capitalista. Detengamos el ritmo del cometa, mantengamos la cabeza quieta para que
la cola pueda integrarse a la cabeza. Sin embargo, la cabeza vive de la cola y no podrá aceptar que la
detengan en su ritmo; por lo tanto, buscará de una manera u otra mantener dicho ritmo para que la
cabeza siga existiendo.

Solución marxisla-leninisla. La cabeza se liquida y se la sustituye por el partido y los


funcionarios. Aparece la nueva clase de privilegiados y siempre continúa la masa de marginados
aplicando y recibiendo el principio: "Permítame pensar por usted", que es, en el fondo, la antítesis de la
participación. Todo está organizado por el Estado para pensar por el ciudadano, que ya no lo es, en el
pleno sentido de la palabra.

Solución a la cual alguno de nosotros tenderíamos. La participación sería la metodología, y la


solución cambiar el ritmo del cometa o hacerlo estallar y desintegrarlo. Eso piensan algunos que aplican
el nihilismo, nuevas formas de anarquismo moderno. La revolución "sin signo" —dicen ellos—;
destruyamos lo que hay, que es malo, y ya veremos lo que aparece después.

Solución dentro de la utopía racional (explicarla me exigiría mucho más tiempo, pero lo haré en
líneas generales). Si nuestra finalidad es promover al hombre, la promoción humana, entonces
necesitamos una doble promoción humana: para los marginados por exceso, una remoción categorial, y
para los marginados por defecto, la promoción popular.

La noción de promoción popular reviste un sentido global; no es simplemente la integración del


sector popular a una sociedad que lo engendró y lo vomitó, sino la incorporación del sector popular a la
sociedad que queremos construir, a. la nueva sociedad por hacer.

Si no se quiere una simple explosión de violencia —no tanto por las estructuras, sino por los
hombres, pues creemos en el hom bre como protagonista de la historia, pero también en su voluntad
desfalleciente y en que hay hombres de buena fe y de buena voluntad en todos los sectores —entonces
debemos tratar la remoción categorial y lograr que el cometa cambie su ritmo en la cabeza y en la cola
para orientarse hacia ese faro, hacia esa utopía racional que es la sociedad por construir. Y eso, con la
metodología de la participación: participación en los sectores privilegiados, en los sectores marginados;
organización de estos últimos, especialmente aquellos marginados por defecto, para poder superar su
propia situación de marginalidad y marchar hacia esa sociedad global.
Significado de "remoción categorial". En español "remoción" significa terminar una cosa: se
remueve a una persona de su cargo. Pero también significa trasegar, es decir, crear una movilidad den tro
de un cuerpo: remover el agua, remover el vino, la sopa. En el sentido de "remover la sopa" uso
justamente el término de remoción categorial. Y hablo de categoría y no de clase, porque —como le decía
a René De León—: si bien es cierto que en algunos países es muy difícil ap licar el esquema, creo que
generalmente es válido— no es tanto un problema de clases, sino de verdadera "categoría". Tomemos el
ejemplo universitario: el universitario es una persona que por el solo hecho de serlo, entra en la categoría
de los marginados por exceso. Yo diría que entra desde que es estudiante, pero, al menos, al graduarse,
entra. Es quien tiene más posibilidades, mejores sueldos, quien va a dirigir el país; en fin, todo un
conjunto de cosas que se abren en su camino. Incluso socialmente puede pasar del estrato ínfimo (de sus
padres) a cualquier estrato superior dentro de la sociedad.

La participación, decía yo, es la metodología o, si prefieren, la dialéctica. La metodología plantea


evidentemente un problema político-social, es ambas cosas: estamos en una sociedad existente,
tenemos una sociedad por hacer; pero de la sociedad existente a la sociedad por hacer necesariamente
tendremos que pasar por diversas etapas. Señalemos tres fundamentales: primero, la de la coexistencia
con nuestro proyecto, con nuestra utopía racional en las manos, para iniciar su construcción dentro de
una sociedad distinta de la que aspiramos; en segundo lugar, el momento en el cual ya formulamos un
cierto número de estructuras nuevas, pero que colaboran con las estr ucturas viejas. Digo colaboran por-
que si entran en conflicto desembocamos en un proceso de vio lencia inmediato. Por llamarla de alguna
manera —aunque la palabra no sea la más adecuada—, de la etapa de coexistencia pasaríamos a la de
la colaboración. Finalmente, entraríamos en la sociedad integrada, la sociedad por hacer. Sociedad
integrada y convincente que es la última etapa.

De ahí la importancia de una metodología. Permítaseme otra incursión en el marxismo, muy


rápida: el marxismo tiene una metodología muy simple, que parte de la base de una idea de lucha de
clases. Por consiguiente, su metodología consiste en, for zar las contradicciones, lo cual conduce,
normalmente, a la destrucción de la sociedad existente conducida por un partido que va llevando adelante
el dinamismo destructivo mientras realiza, dentro de las etapas de coexistencia y de colaboración, nuevas
estructuras. De manera que el marxismo destruye la sociedad existente y, simultáneamente, construye la
nueva sociedad, la cual tendrá su etapa más definida en la dictadura del proletariado.

Nosotros tendríamos que montar una metodología para llegar a la sociedad por hacer. ¿Cuáles
van a ser los medios y procedimientos por poner en juego para pasar de la sociedad existente a la
sociedad por construir, a la utopía racional? Ese conjunto de medios y procedimientos sería la
metodología; llegamos así a la participación como nuestra metodología.

ORGANIZACIÓN SOCIAL Y SU FUNCIÓN EN UNA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

Definí antes "participación" (en sentido objetivo y subjetivo) como un proceso continuo mediante
el cual se accede a participar en las organizaciones legitimas y representativas, para que las deci siones
que se adopten sean con la anuencia, o al menos con la colaboración, de quienes forman el conjunto de
miembros de la comunidad.

Podríamos distinguir en esta metodología tres momentos lógicos, no cronológicos. Sigo aquí la
metodología que Promoción Popular en Venezuela ha ido elaborando a partir de la realidad existente. No
puedo considerar los detalles de esta metodología sino sus líneas maestras o fundamentales, para no
perdernos en detalles, los que puede dar en otra oportunidad la señora Calvani, quien comparte con
ustedes el seminario

Esos tres momentos lógicos y no cronológicos —ya explicaré por qué— son: el momento
educativo, el organizativo y el coordinador. Hay una educación, una programación y una coordinación,
Son tres momentos lógicos porque puedo partir del momento educativo, seguir al organizativo y terminar
en el coordinador. Desde el punto de vista pedagógico, así es, pero nada obsta para que del momento
educativo se pase al coordinador y de éste se vaya al or ganizativo. Lo mismo puedo ir del momento
coordinador al organizativo y al educativo; o del organizativo, al educativo y al coor dinador; o del
organizativo, al coordinador y al educativo. O sea, con estos tres momentos puedo hacer nueve
combinaciones posibles por ser tres los factores en juego.

Por eso digo que no son cronológicos. Si tuviese que racionalizarlas y estuviese en una
comunidad ascética, donde parto de la A para llegar a la meta, partiría de la educación, seguiría en la
organización y terminaría en la coordinación. Eso es algo teórico, porque en la comunidad concr eta
donde voy a trabajar puede haber un comienzo de organización, un comienzo de educación y un
comienzo de coordinación; o puede haber un comienzo de educación, un comienzo de organización y
nada de coordinación, etcétera. De manera que puedo jugar siempre con los tres momentos lógicos de la
metodología.

Momento educativo. Es aquel en el cual logro cambiar las estructuras sociales mentales; no hay
participación sin mentalidad participativa. Por consiguiente, para acceder a la participación, forzosamente
necesito engendrar una educación que conduzca a la participación. En este sentido habría que hacer
todo un conjunto de estudios. Lo más que puedo, a estas alturas, es dar las ideas generales: una toma de
conciencia de objetivos y medios; una mentalidad y actitud, consonantes con un nuevo enfoque de la
sociedad y el desarrollo; una capacitación adecuada para participar en tareas de planificación, ejecución y
evaluación, y el surgimiento en función de valores nuevos de aptitudes creadoras y de manifestaciones
culturales propias.

Decía antes que si le preguntáramos a nuestra gente por la participación (tomo la de nuestros
centros urbanos: nuestras "villas miseria", nuestros "conventillos", nuestras "cayampas", "favelas",
"ciudades brujas", "ranchos", "jacales", cualquiera fuere el nombre que se les dé) ¿con qué nos
encontraríamos? ¿Con un deseo de participar? Al contrario, con una anomia y una pasividad. El que está
allí no está educado para la participación y este aspecto es muy importante, porque si me equivoco en el
camino y simplemente me limito a organizar —es decir, no realizo sino el momento lógico de la
organización— puedo desencadenar una verdadera tragedia.

Éste es para mí el peligro de toda "concientización" sin metas, sin contemplar el momento
educativo y el momento de la coordinación. Doy un ejemplo que permite ver por qué la educación abarca,
no sólo a la población como tal, sino a las instituciones socio-económicas y políticas de la comunidad, las
cuales no están preparadas para la participación. Si organizo la comunidad y co mienzo a montar
organizaciones de base, pero las instituciones no tienen capacidad para atender esas organizaciones que
voy creando y no tienen educación para ello, crearé un conflicto en tre la institución y la nueva
organización creada. Conflicto que irá a desem bocar, necesariamente, en la violencia, porque no hay
salida, no hay escapatoria. Por eso el proceso educativo es un proceso global, no sólo un momento
lógico. O, al menos, un momento lógico global, Hay que educar organizando, hay que educar
coordinando. Siempre es necesario este juego.

Vamos a ver enseguida un punto concreto de arranque, quizás más bien de encalle. El momento
organizativo es dramático porque las organizaciones que conocemos no han nacido en función de la
participación, sino dentro de la vieja sociedad. Tomo un ejemplo que me es muy caro y familiar: el
sindicalismo.

El sindicalismo nuestro no es de participación; son grupos, camarillas que manejan y dirigen el


movimiento. Entonces, si esta organización sindical no es una organización de participación, ¿cómo la
incorporo a ésta? Es mi gran discusión con los sindicalistas porque su sindicalismo, tal como está
concebido, puramente reivindicativo y laboral, no puede ser una educación apta para una sociedad de
participación; le falta una educación, una reorganización y una coordinación. Les digo: los primeros que
no participan son ustedes; las decisiones no las hacen con la base, los trabajadores no participan, las
asambleas están amañadas. De antemano los dirigentes han manejado a los dirigidos para que las de-
cisiones vayan por un camino u otro. Las discusiones en la asamblea no son verdaderas discusiones de
participación, sino una manera de consagrar, por el voto de la asamblea, las decisiones que los grupos
han tomado ya previamente.

Esto vale para los partidos, para lo económico y así sucesivamente para los distintos aspectos
de la sociedad actual, donde todo conspira para no participar. Incluso diría que los últimos adelantos
tecnológicos, como los medios de comunicación y su civilización de la imagen, son una invitación a la
pasividad.

Pienso, por ejemplo, en la compañía anónima, la quintaesencia del capitalismo. Las compañías
anónimas son manejadas por minorías actuantes porque la mayoría no va a las asambleas; no tiene los
medios, no quiere participar y ni siquiera le interesa hacerlo. La acción se compra para percibir los
dividendos, pero no se quiere saber nada de los problemas de la administración de la empresa. Si la
llevaran a la asamblea a protestar y a manifestar, esa mayoría podría cambiar el rumbo de la compañía
anónima, pero no es capaz de hacerlo porque no piensa así, no tiene mentalidad de participación, ni la
quiere.

Entonces, todo ese proceso educativo es de una importancia capital En cuanto al organizativo,
complementario del otro, nos muestra cuál es el tipo de organización que debemos crear. Habla mos de
"organizaciones de base" y nos llenamos la boca con eso, pero habría que precisar qué es una
organización de base, cuáles son sus requisitos, cómo debe funcionar.

En un trabajo realizado en el IFEDEC, intentando definir las "sociedades intermedias", dábamos


las siguientes características: primero, deben tener una legitimidad extrínseca, es decir, deben llenar
determinados requisitos reguladores —regula, de regla— llenar determinadas normas; si no las llenan, no
las podemos admitir. Fíjense en el peligro actual: como en las organizaciones de base no hay normas,
éstas se organizan, a veces de acuerdo con unas y otras veces sin norma alguna, o bien, con normas,
pero deformándolas por la mentalidad inadecuada. Ejemplo: el cooperativismo. El que está en la
cooperativa, no tiene mentalidad cooperativista, va a una cooperativa como quien va a una empresa, no
con espíritu de cooperación, sino con espíritu de percibir. El movimiento cooperativo está empantanado
en América Latina. Si bien es cierto que en algunos países existen buenos ejemplos, el movimien to, como
tal, no ha tenido respuesta.
En segundo lugar, regulación. En casi todos nuestros países actualmente se están forma ndo
espontáneamente organizaciones de base. Muchas veces lo hacen los partidos políticos, no para la
participación, sino para apoyo del propio partido. Se organiza a los habitantes de una barriada para que
voten en un sentido determinado, para ir a las manifestaciones y salir a las calles en apoyo de ese
partido. ¿Sería éste el tipo de organizaciones que vamos a incorporar? Por eso es que necesitamos
determinados criterios para poder establecer cuáles de esas organizaciones pode mos retomar, reeducar,
reorganizar y coordinar.

En tercer lugar, están las condiciones de legitimidad intrínseca las cuales les darían su
representatividad: han de ser autónomas, efectivamente autónomas —con lo cual eliminamos cualquier
forma de que sean instrumentales al arranque—, tener licitud de fines y subordinación a las exigencias
del bien común. Para eso debe érense una mentalidad de bien común, de solidaridad humana., de lealtad
en la colaboración mutua de las organizaciones. Si no hay lealtad, la sociedad que -vamos a construir
será simplemente el cambio de un dominio por otro; pequeños grupos domi narán, exactamente como
ocurrió con el cooperativismo medieval, el cual terminó siendo la quintaesencia de la conservación y el
atropello al ser destruido por la Revolución Francesa, todo el mundo recibió el hecho con alegría: se
estaba destruyendo un antro de explotación y corrupción.

Internamente, esas organizaciones deberán regirse por el principio de democracia social. Los
coasociados tienen sus derechos, pero deben ir a las asambleas, no como pasa actualmente con los
sindicalistas que no concurren porque no les interesa nada. La televisión ha agudizado más este
problema; en los países donde existe, se nota cómo ha bajado bárbaramente la participación en las
asambleas. El individuo se queda en casa.

Asimismo, se necesita participación responsable y activa en el gobierno de la organización, pero


eso supone que la gente quiera aceptar los cargos. En general, más bien se buscan por ambición de
poder, no para servir y ése no es el criterio para la organización. Además, debe existir lo que llamaría
"principio de la convivencia real", es decir, hacer una verdadera comunidad, no un mero instrumento de
actividad externa donde el individuo presta parte de su ser, pero la menor parte posible.

Esto es válido en todos los terrenos, pero pondré el acento en el religioso porque allí me alarma
enormemente. El sacerdote moderno posconciliar llega a una comunidad rural donde la iglesia está llena
de santos y se dice: "Yo sé cómo se hacen las cosas". Quita los santos, se olvida de todo y pone las
nuevas reglas litúrgicas en nombre del "pueblo de Dios", cuando el único que no ha sido consultado por
este sacerdote tecnócrata de la religión y la liturgia, es precisamente el "pueblo de Dios". No le han pre-
guntado si quiere que le quiten sus santos. Es el "permítame pensar por usted".

Un tipo de organización semejante sería la muerte porque mantiene el paternalismo y si no éste,


su nueva forma, más peligrosa que el paternalismo de antaño: la tecnocracia. "Permítame pensar por
usted", dicen los técnicos, y no es un juego de palabras. Nosotros, los profesionales, somos los primeros
en creer que el pueblo no sabe pensar. Cuando hacemos los programas de vi vienda jamás creamos un
consejo popular para que nos diga cómo quieren la vivienda. Las viviendas se hacen en función del
presupuesto, de lo que dicen los arquitectos, de la producción en "standards", de lo funcional, sin que nos
preocupe lo más mínimo lo que piensa quien en ellas va a vivir.

No quiero seguir multiplicando los ejemplos, pero esto nos obliga, en el plano de la organización,
a determinar cuáles son los requisitos para que esa organización pueda ser verdaderamente un
instrumento apto para la participación. Fíjense que en este momento hablo de las estructuras y de las
actitudes internas, siempre la doble combinación: estructuras sociales, mate riales y mentales.

Asimismo, el momento coordinador. Entendemos por coordi nación la acción concertada y


sistemática de diferentes entidades o estructuras, tanto en las etapas de planificación como de ins-
trumentación, ejecución, evaluación y control, sin las cuales di chas entidades perderían sus
características específicas de organización.

Como decía, la coordinación plantea problemas en una zona determinada, que puede ser
popular o no. En el caso de Promoción Popular sería una zona popular, pero podría no serlo. Hay una
serie de instituciones que funcionan, prestan sus servicios, pero no están preparadas para la
participación. Entonces hay que hacer la coordinación de las instituciones, no sólo para que pres ten un
servicio más eficaz, sino para que, a través de la coordinación, se dé el fenómeno de la participación en
su etapa educativa y en la organización.

Por otra parte, hay metas dentro de cada uno de estos momentos; no me detengo a explicarlas,
sino a enumerarlas. En el momento educativo, habr ía una meta por alcanzar: una conciencia, primaria, es
cierto, pero analítica, responsable y social. ¿Cómo lograrla? (Sin esta conciencia no hay participación.)
Motivación intrínseca y extrínseca. Motivación intrínseca con los integrantes de la organización;
extrínseca, con los agentes externos, los cuales pueden ser las mismas instituciones o agentes externos
específicos. Lo que decía DESAL: el proceso de marginalidad necesita de un agente externo que ayude a
motivar.
Aquí diríamos, completando ese pensamiento: habría agentes internos de motivación —los
motivadores propios del grupo— y agentes externos de motivación, que serían los que vienen de fuera y
ayudan el proceso.

Capacitación informativa y vivencial, mediante el enriquecí^ miento de la visión del mundo que
nos rodea y forma —a través de vivencias que graban e "internalizan"— valores y principios. Estamos
construyendo una nueva escala de valores; por eso decía Enrique Pérez Olivares en una de sus
intervenciones: "Tendremos que repetir los actos de solidaridad para crear la solidaridad. Si no hacemos
repetición de actos de solidaridad, no podremos crearla donde nunca la ha habido, porque no puedo crear
la solidaridad simplemente explicándola; necesito crearla con hechos concretos de solidaridad o
aprovechando éstos, haciéndolos conscientes en su ejecución y realización".

Reflexión y acción continuas para motivar al raciocinio al ser racional que se esconde en todo
hombre, a fin de hacerlo consciente, capaz y dinámico.

Para esto hay métodos que no puedo detallar. En Promoción Popular se ha recogido, dándole
nuevas formas —no es un método específico de ésta— el sistema del autoanálisis: la comunidad se
constituye en su propia investigadora. Al hacer la investiga ción de su propio ser, empieza a descubrirse a
través de métodos de investigación muy simples. Decir "investigación", suena a in vestigación sociológica,
pero no hay tal; es simplemente caer en la cuenta de los distintos aspectos que existen en la comunidad.

En materia de organización, por ejemplo, Promoción Popular tiene una fórmula. Es un caso
concreto, pero podría sin embargo concebirse una manera distinta. Parte de un grupo de trabajo como
núcleo inicial de asociación; de este núcleo inicial, median te un grupo de trabajo concreto para tareas
concretas realizadas en común, se aprende qué es asociarse, qué son las organizaciones de base
existentes y aprovechables, se les analiza y se ve cómo pueden aprovecharse. Según la idea de Salinas,
se dividen en dos grupos: organizaciones de base funcionales y organizaciones de base territoriales.

Las funcionales expresan, como su mismo nombre lo indica, una manera de ser del hombre, una
actividad de éste; mientras las territoriales son aquellas vinculadas al territorio donde está adscrita la
persona que entra en la organización o ya está en ella. Esto, a nivel de barrio, local, no a nivel municipal.

Luego vienen los consejos de organizaciones populares. Voy a exponer el esquema


rápidamente, pero habría que buscar la for ma para las organizaciones de base que se constituyen en
asociaciones populares, porque, normalmente, en todas partes de Amé rica Latina, nuestro Derecho tiene
formas de organización. Generalmente son asociaciones civiles sin fines de lucro. ¿Sería ésta la forma
exacta? Hoy por hoy, correspondería a la etapa que yo llamaba de coexistencia —tal vez de
colaboración, no lo sé exactamente—; utilizo algo existente en la sociedad actual y lo pongo al servicio de
mi camino hacia la nueva sociedad.

Las juntas populares existen a nivel territorial y representan todas esas asociaciones que
constituyen el territorio. Con permiso de ustedes, utilizo la terminología venezolana porque es un ejemplo
muy concreto y no me queda más remedio. Luego, los consejos de organizaciones populares y los
consejos de asociaciones populares. Los primeros constituyen la parte funcional y los se gundos la parte
de coordinación. Son los niveles de base popular y los niveles de coordinación popular, uniendo siempre
los dos momentos predichos. Luego, la región o estado. En Venezuela, el concepto de división regional,
según la región propiamente dicha, existe sólo desde el régimen actual: se han creado 8 regiones. Antes,
lo que existía era la división político-territorial de los estados, de manera que debemos trabajar en base a
estados en una etapa, pero ya estamos entrando en la etapa de la región porque hay una organización a
los niveles regionales, que acaba de estructurase: COREGO (Comité Regional de Gobierno).
Finalmente estarían las confederaciones a niveles nacionales, siempre en los dos niveles dentro de los
cuales nos movemos (esquema n°1, página 24).

Los consejos de organizaciones populares son la suma de juntas populares a nivel de parroquia.
Los consejos de asociaciones populares son la suma de esas asociaciones populares a nivel de
parroquia, distrito o municipio; a nivel funcional y nivel territorial, no de coordinación. En cierto sentido, lo
territorial obliga más a la coordinación, habría una coordinación doble. Lo territorial es muy importante por
la función misma del territorio.

Habría otros casos concretos para la explicación, pero no quisiera extenderme.

A todo esto, en esta metodología cabe la parte de los agentes, pero la salto para llegar a las
etapas de metodología, las cuales sí son cronológicas. Si bien, es cierto que pueden coexistir en distintas
formas, en su conjunto habría que respetar estas etapas. La primera sería conciencia primaria; la
segunda, conciencia ana-Utico-causal y la tercera, conciencia transformadora. Son palabras científicas,
pero de contenido simple.

En la primera etapa de conciencia primaria, los campesinos o pobladores advierten sus


problemas, los narran y al hacerlo tornan conciencia de distintas formas de autoinvestigación, por ejem-
plo, van llegando a una conciencia primaria, de conocimiento superficial, que se supera a través del
trabajo en conjunto que realizan. La respuesta a esta conciencia primaria suele ser, normalmente, una
acción de tipo asistencial, la cual desemboca en lo que en promoción popular llaman "proyecto de
afianzamiento". Por ejemplo: un grupo de campesinos toma conciencia de que se necesita una escuela o
en un barrio toman conciencia de la necesidad de limpieza por razones de higiene o presentación urba-
nística. Entonces desembocan en un proyecto de afianzamiento: vamos a organizamos para esto o esto.
Todavía nos encontramos en una respuesta de acción de tipo asistencial, por la misma conciencia
primaria, pero hay ya un inicio de cohesión social y de sentido de pertenencia a la comunidad, que
sintiendo y viviendo a través del esfuerzo que el grupo de trabajo realiza.

La segunda etapa es la vía denominada de conciencia analítico-causal. Sus características se


resumirían así: conciencia analítico-causal que genere una actitud responsable y comprometida. Uno de
los problemas graves de esas organizaciones es su transitoriedad: se reúnen para algo concreto y,
terminado aquello, la organización muere, desaparece, porque la mentalidad es primaria —conciencia
primaria— y no ven más allá de la solución inmediata. De allí la importancia del grupo cíe trabajo, su
encuadramiento, la coordinación, la metodología, todo funcionando simultáneam ente, para poder generar
una conciencia analítico-causal, la cual, a su vez, va a generar una actitud responsable y comprometida.
De allí la importancia de las formas de organización, de las organizaciones de base. Debemos ser muy
exigentes con éstas: exigir la afiliación y un determinado comportamiento. Si no se lleva a cabo ese
determinado comportamiento, no se podrá mantener, no habrá participación. Nada desmoraliza más hoy
que una asamblea cíe 20 a la cual sólo asisten 2 o una de 100 con asistencia de 10; eso es desparticipar.

La segunda etapa requiere una respuesta de tipo causal y pro mocional; del grupo de trabajo se
pasa a la organización de base funcional con sus programas múltiples, los cuales, en la medida en que se
van realizando, dan una razón de vivir y de existir. Luego, la integración hombre-comunidad se ve
robustecida por nuevos y significativos valores que modifican la escala individua lista. En efecto: la
cohesión social de la primera etapa se transforma en elemento de integración cada vez más profundo y
estable en la comunidad, a la vez que da mayor coordinación con las instituciones.

Finalmente, la etapa de transformación estructural, de la cual resumo sus características. Se


está poniendo en marcha un nuevo modelo de conciencia social de solidaridad hacia el bien común. La
conciencia primaria ha sido superada, ya hay una actitud res ponsable y permanente; la localidad y su
esfuerzo enseñan al hom bre la solidaridad. La conciencia de bien común aparece, en forma primigenia,
en la conciencia de bien común de la comunidad en la cual estoy. Viene una respuesta de acción de tipo
estructural: la junta popular y los consejos de organizaciones populares; las organizaciones funcionales y
las asociaciones respectivas. Luego, una integración pueblo —organizaciones— instituciones, primero en
la comunidad y después, en la estructura de participación. ¿Por qué motivo? Porque la vida en la
comunidad local es la que va a permitir al individuo una idea de vivencia, de estructuración, de
participación mayor.

BREVES CONCLUSIONES

Como se ve, hemos partido de precisiones terminológicas; luego, vimos el marco general de
referencia de la utopía racional, el proceso de cambio que integra dos momentos, dos formas de ser del
hombre, sus estructuras materiales, sus estructuras mentales. La organización social como dialéctica o
método para el cambio pata construir una sociedad más humana donde el hombre sea su propio
protagonista y no podrá serlo si no participa. Sin participación no hay protagonización. Todo esto implica
un esfuerzo sumamente grande; antes dije que uno de los esfuerzos más dramáticos está representado
en las estructuras mismas donde nos movemos.

En segundo lugar, creo firmemente en la vía de una metodología de la participación, afinándola


bien. Fíjense en este detalle: en el proceso de guerra revolucionaria marxista-leninista, hay una serie de
momentos cronológicos, hay una determinada organización. En mi barrio, en la comunidad del sector
popular donde me encuentro, ¿cómo puedo crear las motivaciones coexis tiendo con las motivaciones
políticas? Estos grupos están muy politizados en casi todos nuestros países y no por culpa de los
partidos, sino por carencia de otros dinamismos que no estuvieron en su puesto. Quiero decirlo de una
vez: los partidos políticos fueron quienes dieron respuesta a las necesidades inmediatas de la población y
ésta en consecuencia se volcó hacia lo político.

Para m í, este peligro de lo político distorsionando la organización social es otro problema


sumamente grave, que no logro resolver sino con una solución intelectual, que no sé si se enten dería a
determinados niveles. Una ideología común, si se quiere, escolásticamente planteada: un mismo objeto
material y dos objetos formales diferentes. En otros términos: el objeto formal de la organización social es
organizar a la población para que tenga capacidad para participar en el proceso específico de sus trans-
formaciones sociales. El objetivo de la organización política es el de animar a la población a alcanzar,
ejercer y controlar el poder para llevar a cabo, a través de éste, con la colaboración del mis mo y la
participación de las estructuras sociales, las transformaciones de la sociedad.

Pero no es nada fácil para un dirigente político aceptar que una organización social en la cual él
ve una posibilidad de capitalización para dar votos, no deba capitalizarla. Y eso es muy grave.
En otros términos: la presentación política sería demasiado intelectual. Habría que decirle a la
gente: miren, todas esas realizaciones sociales se consiguen gracias a un gobierno de esta na turaleza,
digamos, un gobierno demócrata-cristiano y éste garantiza todo lo que ustedes obtienen. El partido no
podría decir: esto que ustedes hacen en este momento soy yo quien lo ha consegui do porque, al hacerlo,
toda la estructura de la sociedad se vuelve partidista, no precisamente política. Entonces la sociedad
política de los escolásticos se hace partidista, de sectarismos, de pasiones, donde definitivamente la
participación estaría liquidada. Si estoy del lado opuesto, no hay posibilidades de participación.

Estoy planteándome yo mismo unos problemas descomunales y, para no dejar una nota
negativa, quiero finalmente decirles algo que siempre digo a los jóvenes: los modelos de cambio que se
ofrecen hoy a América Latina no contemplan al hombre como verdadero protagonista. Ni el terrorista, ni el
que recurre a la violencia en todas sus formas porque dice no haber o tra manera para cambiar el orden
existente, nos presentan un programa distinto porque, o nos hacen una revolución sin signo, sin saber a
dónde vamos, o nos hacen una revolución con signo basada en la fuerza. Pero al basarse en la fuerza ha
dejado de ser una sociedad participativa. No nos engañemos entre la actividad y la participación. Un
régimen totalitario hace que sus hombres sean activistas, los obliga a ser actuantes, pero no participan
porque todo está preparado por la organización política. "Permítame pensar por usted" es la negación
misma de la participación y del hom bre como protagonista de su destino.
ESQUEMA N° 1
ORGANIZACIÓN POPULAR

Confederaciones de consejos de
organizaciones populares (COP)
Nivel nacional

Confederaciones de consejos de
asociaciones populares (CAP)

Federaciones de consejos de
organizaciones populares (COP)
Región Estado

Federaciones de consejos de
asociaciones populares (CAP)

Consejos de organizaciones
populares (COP)
Parroquia
Distrito
Municipio Consejos de asociaciones
populares (CAP)

Juntas populares (nivel político-administrativo)


Asociaciones populares (nivel civil)
Barrio o comunidad clubes juveniles
centros de madres
Organizaciones comunidades educativas
de base cooperativas
unidades de producción

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