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No quiero que mis hijos vuelvan al colegio

Javier Martínez Aldanondo


Socio Cultura de Aprendizaje de Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar - #culturaprendizaje

No por temor a que se contagien sino porque me importa que aprendan y no que
estudien y las instituciones educativas no fueron diseñadas para aprender. El mundo
necesita que los colegios abran para que los adultos puedan concentrarse en trabajar,
mientras alguien se hace cargo de los niños… Lo único acuciante es que mis hijos retomen
las relaciones con sus amigos, compañeros y familiares para evitar la principal enfermedad
que inocula el modelo educativo, el individualismo. Que pierdan asignaturas y contenidos
no tendrá el más mínimo impacto en su vida.

Si eres sensible, te prevengo que será mejor que te detengas aquí porque vas a seguir
leyendo cosas que no te van a gustar.

Estos son los 8 aspectos que voy a abordar en esta y sucesivas columnas:

1. No tenemos un propósito común para la educación

2. El aprendizaje sucede desde dentro hacia fuera y no al revés

3. Los niños deciden qué aprender

4. Los profesores no son el actor más importante en el proceso educativo

5. Los profesores tienen que dejar de enseñar

6. Colegios y universidades no quieren cambiar y van a desaparecer

7. La educación presencial no es mejor que la virtual

8. Es mentira, no necesitamos cursos, aulas, asignaturas, exámenes, notas ni títulos

Estamos desaprovechando una gran oportunidad para que nuestros hijos vivan una
experiencia de aprendizaje auténtica gracias al Covid. En su lugar, la reacción de todo el
sistema educativo, padres incluidos, ha sido continuar con el programa previsto: obsesión
por seguir enseñando materias, presión a profesores y niños para mantener el ritmo
normal de clases, tareas, deberes. Parece que había que justificar el dinero que se cobra a
los padres. Nadie pensó guardar los libros y el curriculum en un cajón y aprovechar la
pandemia para aprender de la infinita oferta de situaciones que suceden a diario: sobre
salud, historia (de pandemias previas), del frenazo de la economía, del medio ambiente,
del rol de la tecnología, de relaciones humanas, de biología, de matemáticas, del futuro de
los negocios, de política, de emociones… Aprender sobre preguntas para las que no
tenemos respuesta porque necesitamos niños que aprendan y no que sepan. Es justo el
momento de aprender y no de enseñar. Hablo de una experiencia de aprendizaje sobre la
vida de verdad, lo que en realidad importa y no del mundo artificial que les presentamos
en el colegio. Y sobre todo, se trata de aprender del futuro que les va a quedar a ellos.
Lástima…

1. No tenemos un propósito común para la educación

Hace 40 años, Pink Floyd (músicos y no pedagogos) convirtió “no necesitamos educación“
en un himno. El virus ha hecho evidente que seguimos sin tener claro por qué y para qué
educamos. Si el propósito fuese preparar a los jóvenes para ser adultos autónomos y
responsables, estamos fracasando. Un ejemplo: las organizaciones reconocen que los
jóvenes que se incorporan a su primer empleo no saben trabajar ¿Qué resultados
debiésemos obtener después de que cada joven invierta 20 años de su vida en un aula? En
mi opinión son 4. Que cada persona 1. Entienda cómo funciona el mundo y sepa cómo
desenvolverse con soltura en él. 2. Se conozca a sí mismo. Para eso, debe interrogarse
sobre lo que verdaderamente quiere ser y hacer y salir con un plan de vida aunque
después lo cambie 1.000 veces. 3. Sea capaz de relacionarse con otros y desarrollar el
instinto de comunidad, de pertenecer a un nosotros al que debe contribuir y 4. Sea un
experto en aprender, consciente de que su vida depende de diseñar su propio proceso de
aprendizaje. Hoy los jóvenes (y los adultos) no saben cómo se aprende. Ante un futuro
incierto, la habilidad más importante es aprender y la primera pregunta es decidir qué
aprender. Solo puedes responderla si tienes claro lo que te mueve, tu propósito. Saber
muchas cosas y sacar buenas notas no es educación. Incorporar ideas, teorías y conceptos
de otros y no desarrollar tu pensamiento propio a partir de tu experiencia directa y la
reflexión no es educación. Hay al menos 6 aspectos que necesitamos cambiar.

QUÉ aprender: Aunque el mundo es radicalmente distinto, lo que aprenden nuestros hijos
es similar a lo que aprendimos nosotros hace 50 años (he revisado los programas de varios
ministerios de educación, colegios e incluso de la facultad de derecho en la que me titulé).
El curriculum actual se basa en el modelo diseñado en 1892 por el Comité de los 10
liderado por el presidente de Harvard. Por si lo ignoran, en esa época las mujeres no
votaban, se trabajaba 66 horas semanales sin vacaciones, la esperanza de vida era de 50
años, no había ni coches ni aviones y empezaba la electricidad… Conclusión: Hoy no
enseñamos lo importante sino lo que es fácil de medir en un examen. Y lo que es fácil de
enseñar también es fácil de digitalizar y automatizar. Por suerte, la inteligencia artificial
nos va a obligar a repensar qué merece la pena aprender y qué dejamos para que lo hagan
las máquinas. Cuando el cambio continuo hace que el conocimiento caduque
rápidamente, crear conocimiento se vuelve más importante que usar el que tenemos.
Pasaremos de transmitir lo que ya existe a aprender a crear nuevo conocimiento para
abordar problemas inesperados, como el covid. Y eso solo es posible cultivando las
capacidades innatas que vienen con cada ser humano: Imaginación, Creatividad,
Resiliencia, Flexibilidad, Reflexión, Empatía, Proactividad, Actitud… Cuanto menos
podemos predecir el futuro, más necesitamos esas capacidades. Pero convertir esas
capacidades en habilidades exige practicarlas de manera sistemática y rigurosa, un
sacrificio que cada uno decide si quiere realizar. Lo curioso es que no descubrimos nada
nuevo, son las habilidades y valores de toda la vida que sacrificamos para dar preferencia
a los conocimientos técnicos y fáciles de evaluar. Las personas que nos condujeron a las
crisis durante el último siglo no tenían carencias matemáticas sino un grave déficit de ética
y valores.

El principal desafío de la educación será enseñar lo que no sabemos. Hoy enseñamos lo


conocido. El sistema educativo está construido sobre certezas, funciona a partir de lo que
está escrito en los libros pero se verá obligado a prepararnos para lo que viene, para
enseñarte a cambiar aunque no tiene ni idea de cómo se cambia…

CÓMO aprender: ¿Qué nos dice de la educación el hecho de que un robot, que no sabe
leer ni entiende lo que hace, obtenga mejores resultados que los estudiantes en las
pruebas de acceso a la universidad? Aprender es consecuencia de pensar. Lo más
importante que puede hacer un joven es pensar ¿en qué piensan los niños en el aula? ¿les
enseñamos a pensar? No te confundas, que tengas un título no significa que sepas pensar
¿No es raro que todo se aprenda sentado? Aristóteles afirmaba "Lo que tenemos que
aprender lo aprendemos haciendo" y en el aula no se “hace” casi nada. Esta imagen del
nivel de actividad cerebral de un joven durante 1 día demuestra que ejercita mucho más
su cerebro mientras duerme que en el aula… La constante en las 171 columnas anteriores
es justamente que escuchar a un profesor, memorizar contenidos y aprobar un examen no
es sinónimo de aprender. Aprender sin hacer no es aprender. No es lo mismo entender
algo que saber hacerlo. Si la educación debe prepararte para la vida, entonces se tiene
que asegurar de que desarrolles conocimiento entendido como la capacidad de decidir y
actuar y no solo de saber. Yo puedo comprender cómo se cocina un plato, cómo se anda
en bicicleta o se lidera un equipo pero no significa que sepa hacerlo. Existe una distancia
sideral entre saber cómo se hace algo y saber hacerlo y esa brecha solo se cubre
practicando, equivocándose y reflexionando para corregir. El sistema educativo se basa en
intentar que entiendas (con suerte) millones de cosas pero no en aplicarlas. Acceder a
información no garantiza que sepas aplicar esa información. Aprender es convertir la
información (una receta de cocina) en conocimiento (un plato sabroso). Si el conocimiento
te permite hacer, en el proceso de aprendizaje primero debe ir la práctica y después la
teoría. La respuesta nunca puede llegar antes de que te hayas hecho la pregunta.

El mundo conoce las metodologías de aprender haciendo (proyectos, problemas, casos,


etc.) desde hace siglos. Cada día surgen nuevos ejemplos de instituciones que se atreven a
incorporarlas como eje de su modelo, revisando el rol de los profesores o incluyendo
tecnologías. Pero cambiar el CÓMO para seguir enseñando el mismo QUÉ es inútil. No es
un asunto de mejores materiales, menos asignaturas, más juegos o más tecnología.
Aprender no es recibir sino demostrar que hago algo que antes no podía hacer.

CUANDO aprender: El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender y no cuando


alguien quiere enseñar. Ese simple hecho explica por qué es imposible que nuestro
modelo funcione. Todo el sistema educativo fue diseñado justo al revés: está construido
sobre la base de que lo que hay que aprender y cuando aprenderlo ya está decidido. A
nadie le importa lo que le interesa a cada individuo y cuando ignoramos los principios que
guían el aprendizaje natural, lo que cosechamos es un gigantesco simulacro en el que
millones de niños obedecen instrucciones, representan el papel al que están obligados y
aparentan aprender ¿Por qué existe una etapa de la vida para aprender, un paréntesis
artificial que te fuerza a acudir todos los días al mismo lugar, con horarios y programas
preestablecidos? Esta gráfica resume el principal desafío que nos espera. La inversión
pública en educación casi desaparece una vez las personas cumplen 17 años. El mensaje
que te entrega la sociedad es nítido: “aprender no es un bien importante así que a partir
de aquí corre por tu cuenta, arréglatelas como puedas”. Sin embargo, toda la vida es
educación y por eso es vital saber aprender. Tu vida depende de tu capacidad de
aprender. No hay nada más importante para un país que contar con ciudadanos bien
educados. La decisión es obvia ¿apostamos por ser analfabetos o priorizamos el
aprendizaje

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