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Uno de los problemas con los que nos encontramos cuando elaboramos
jabones mediante el proceso de saponificación en frío, es que después de las
4-6 semanas de curado, el aroma de nuestro jabón ha disminuido
notablemente.
Temperatura de saponificación
Aunque hablamos de “saponificación en frío”, al mezclar la sosa con el agua,
se produce una reacción exotérmica. Si saponificamos a temperatura
ambiente o alrededor de los 30º (dejamos enfriar la lejía y los aceites si los
hemos calentado), evitaremos que el jabón se sobrecaliente. Cuando la masa
de jabón ya haya trazado, y justo antes de enmoldar, añadiremos los aromas.
De esta forma evitaremos que gran parte de estos compuestos volátiles se
evaporen. También ayudará tapar el molde con film transparente.
Usar aromas con notas de fondo o base
Las notas de fondo son el conjunto de aromas que permanece pasado el
primer efecto del perfume. Se componen de sustancias poco volátiles y
tardan unas dos horas en aparecer.
Ejemplos: aceite esencial de cedro Atlas, aceite esencial de pachulí, aceite
esencial de madera Ho, aceite esencial de palo de rosa. Hay que tener en
cuenta que algunos de estos aceites esenciales (vetiver, benjuí) o esencias
aromáticas (almendras, sándalo) aceleran la traza, por lo que puede ser
conveniente trabajar con concentraciones más bajas a la hora de diluir la
sosa en agua (usar más agua).
Polvo de iris
Uno de los fijadores más usados en perfumería es la raíz del lirio Iris en polvo
(también llamada raíz de orris ). Proviene del rizoma seco y pulverizado de
los lirios iris (germanica, florentina o pallida).
Para usarlo, mezclaremos el polvo de raíz con los aceites esenciales o
ramos, y lo añadiremos todo en la traza. Se usa en muy poca cantidad: 3 g
por cada kilo de aceite. Ejemplo: si en nuestra fórmula usamos 500 g de
aceite de oliva, usaremos 1,5 g de polvo de raíz de iris.
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