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PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

BAJO LA ADVOCACIÓN DE LA MEDALLA MILAGROSA

El acto de Consagración, es un momento en la vida de cada ser humano, en el que 


voluntariamente, ofrece todo su ser y sus circunstancias, a la Madre de Dios y
Madre Nuestra, la Sma. Virgen María, para que a través de Ella lleguemos a Jesús
nuestro Salvador.

CONSAGRAR, SIGNIFICA HACER SAGRADO ALGO.

Al ofrecer nuestra vida a la Sma. Virgen y colocarla en su Inmaculado Corazón,


hacemos una promesa de pertenencia de por vida, y esta promesa se hace sagrada
y perpetua.
El mundo y sus habitantes recorremos en estos días, caminos amargos de dolor y
desolación. Nos hemos apartado de Dios, encerrándonos en nuestro egoísmo y
soberbia. Nos hemos olvidado del mandato más importante que nos dejó Jesús:
"Amaos los unos a los otros, como Yo los he amado."

Así, apartados de La Divina Voluntad, sufrimos hoy los dolores desgarradores de


esta soledad, provocada por nuestros errores.
Pero nosotros, por gracia de un Dios amoroso, contamos en el Cielo con una Madre
que sufre y clama por nosotros a cada instante. Que piensa en cada uno como si
fuera el único. Que se alegra con nuestras buenas obras, y se preocupa y entristece
con los pecados que cometemos.

Dios le ha concedido a la Virgen Santísima, en estos últimos tiempos, que sea


nuestra Arca de Salvación. Que de su mano, protegidos con su manto, y mediante
el acto de consagración a su Inmaculado Corazón, retomemos ese camino del cual
nunca nos deberíamos haber apartado, el que nos lleva a Jesús y nuestra vida
eterna en el Cielo.
Por lo tanto, La Virgen Amabilísima, nos busca, nos llama, nos insta a la conversión
del corazón.
Pero no solo se queda en este pedido. Nos dice que, si nosotros decidimos
consagrarnos a Ella, este trabajo de conversión, será más rápido, más fácil, más
seguro y más corto, que si lo deseáramos hacer lejos de su afable protección.

QUE ENTREGAMOS EN NUESTRA CONSAGRACIÓN’


Sobre todo entregamos nuestra vida y todo lo que ella incluye:
         Nuestro amor a Dios, mucho o poco, Ella se encargará de incrementarlo y
perfeccionarlo...
         Nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
         Nuestros sentimientos, dolores físicos y espirituales, rencores, amarguras,
alegrías, tristezas.
         Nuestros sacrificios, penitencias, oraciones, actos devotos y píos.
         Nuestros seres queridos, cónyuge, hijos, padres, hermanos, amigos...
         Nuestros trabajos, empresas, obras de bien.
         Nuestros empleados y personas a cargo que podamos tener.
         Nuestra casa, auto, propiedades, bienes materiales, artículos de lujo,
confort...nuestro dinero.
         Nuestros pasatiempos, descansos, vacaciones.
         Nuestros pecados pasados, nuestros vicios y debilidades, nuestros egoísmos,
soberbias y defectos.
         Nuestras virtudes, dones y talentos. Nuestros conocimientos, estudios,
carreras, postgrados, doctorados.
          
Nada debemos excluir de esta lista. Ya que Ella se ofrece a administrar santamente
estos bienes nuestros, como lo hizo aquí en la tierra en lo propio cuando vivía junto
a José y a Jesús, y como lo hace actualmente con miles de almas consagradas, que
ya han confiado en sus manos su vidas y sus actos.

¿QUÉ HARÁ MARÍA, CON NUESTRA ENTREGA?


Con nuestras vidas y todo lo que ellas incluyen bajo su protección  podremos vivir
tranquilos, sabiendo que la Bendita entre todas, la Bienaventurada ante los ojos de
Dios, se encarga a partir de nuestra consagración de organizar nuestras vidas, de
manera que lleguemos lo antes posible al destino de la santidad y salvación de
nuestras almas, y la salvación y santidad de nuestros seres queridos.

Santificará esta ofrenda hecha por nosotros y la hará llegar hasta el mismo Jesús en
una bandeja de oro. Esto quiere decir, que todo lo que entregamos Ella lo limpiará
de vicios y errores. Luego lo ofrecerá a su Hijo muy amado, como muestra de
nuestra voluntad de cambiar, de ser mejores, de aprender a amar a Dios y a
nuestros semejantes.
Jesús no detendrá mucho tiempo su mirada en esta ofrenda, más bien perdido de
amor en los ojos de Su Madre, le concederá a la Omnipotencia Suplicante lo que
está solicitando en favor de la salvación de este hijo por el cual intercede.
Ella volverá a nosotros con un corazón nuevo. Un corazón lleno de amor, que
reemplazará al corazón de piedra que había en nuestros cuerpos hasta antes de
nuestra consagración.
Ella es la mejor evangelizadora, la mejor catequista, la mejor formadora. No se
detendrá en este camino de cambio espiritual.
Y aunque nosotros podamos olvidar la promesa sagrada que hicimos de
entregarnos todos a Ella, Ella nunca nos abandonará ni olvidará lo que prometió en
el momento de nuestra consagración:

"...Los invito a consagrarse a mi Corazón Inmaculado. Deseo que ustedes se


consagren personalmente, como familias y como parroquias, de tal modo que
todos ustedes le pertenezcan a Dios a través de mis manos... Yo no quiero nada
para mí, sino todo por la   salvación de sus almas. Satanás es fuerte y, por tanto,
queridos hijitos, ustedes, por medio de la oración constante, apriétense
fuertemente a mi corazón maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado!"

Octubre 25 de 1988 – Revelación de la Virgen Reina de la Paz, en su aparición de


Medjugorje.
EL ESPÍRITU DEL MUNDO

Oración para los primeros días preliminares: Veni Creator Spiritus

Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles.


Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y
espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos.
Amén.

La primera parte de la preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu


del mundo, que es contrario al espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo
consiste en esencia en la negación del dominio supremo de Dios, negación que
se manifiesta en la práctica del pecado y la desobediencia; por tanto es
totalmente opuesto al espíritu de Jesucristo, que es también el de María,
nuestra primera parte consistirá en conocer que es lo que se llama “el espíritu
del mundo” y para eso es importante que profundicemos en lo que el
magisterio dela iglesia enseña sobre el comienzo de ese espíritu del mundo.

¿PORQUE CREEMOS? ¿PARA QUE CREEMOS? Tal  vez sea una pregunta que
todo creyente deba hacerse, no es suficiente con creer, es indispensable darle
razones a nuestra fe, no solo se cree por miedo al infierno ni por mera tradición
y costumbre, mucho menos por temor a la muerte...o mas que a la muerte, a lo
que ella se sucede; la fe es mas que eso, y la nuestra es una con argumentos
suficientes que todos por nuestro bautismo deberíamos manejar, conocer,
apropiarnos y después, si son suficientes, amar.

HISTORIA DE LA SALVACION

1. Creación de los Ángeles: Hijos de Dios,  Por su naturaleza espiritual pura. Son


seres dotados de una inteligencia muy superior a la del hombre. Esa capacidad
les permite conocer plenamente la Verdad y el Bien. El total conocimiento de la
Verdad, los hace seres completamente libres. Por tanto, tienen la posibilidad de
elegir a favor o en contra del Bien que ellos conocen perfectamente. Están
unidos a Dios mediante el amor consumado, que brota de "ver de continuo la
faz del Padre" (cf. Mt 18-10); ese ver continuamente a Dios, es la manifestación
más alta de la adoración a Dios; constituyen la litúrgica celeste

2. Pecado de los Ángeles o caída: Los ángeles, seres sumamente inteligentes,


poseen también una gran libertad, que algunos utilizaron contra Dios y contra
su plan de salvación con respecto a los hombres, Encabezados por el arcángel
Luzbel, una cuarta parte de los ángeles o espíritus buenos rechazan a Dios, y su
líder (Luzbel) lleno de orgullo y soberbia quiere ocupar el puesto de su padre, de
su Dios y Creador.  Como se saben con capacidades, se llenaron de un gran
orgullo y soberbia y eligieron volverse contra Dios. Porque ellos están
plenamente conscientes de la magnitud de su decisión, -que no es producto de
un error o de una debilidad, como en el caso de los hombres; - su rebeldía y
opción contra Dios son radicales e irrevocables.

La caída de los ángeles rebeldes, con el consiguiente estado de condena,


consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus creados, los cuales
radical e inequívocamente han rechazado a Dios y su reino, usurpando sus
derechos soberanos y tratando de trastornar la economía de la salvación y el
ordenamiento mismo de toda la creación. à La Iglesia enseña que el diablo
(Satanás) y los otros demonios "han sido creados buenos por Dios pero se han
hecho malos por su propia voluntad" El pecado ha sido tanto más grande
cuanto mayor era la perfección espiritual y la perspicacia cognoscitiva del
entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y su cercanía a Dio

3. Creación del mundo y del hombre: Dios en un acto de pura misericordia y


amor, crea al mundo, y allí coloca al hombre y a la mujer, ellos gozan
del Paraíso que no es otra cosa que la presencia de Dios, la ausencia del dolor y
la inmortalidad, El paraíso, que en ese caso es el paraíso terrenal, denota esa
situación de armonía con Dios, armonía con la naturaleza, armonía con los
demás seres humanos y armonía dentro de sí mismo. Dios hace al hombre
inmortal, pero le advierte que el día que se desobedezcan ese día morirán, esto
no es otra cosa más que si  la consecuencia del pecado es la muerte, es porque
antes la muerte no tenía poder en el hombre y la mujer.

4. Caída del hombre o pecado original: El hombre y la mujer, tentados por


Luzbel en la figura bíblica de la serpiente en el libro génesis, Pecan y
desobedecen a su Padre, de su Dios y Creador, queriendo igualarlo " Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis
de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,  " (Gn 3, 4-5)
Tras la caída y el pecado, el hombre y la mujer, pierden el Paraíso.

5. Perdón y elección de un pueblo para entregar el Paraíso: Dios, pese a la falla


cometida por los hombres, le concede su perdón, el hombre y la mujer fueron
perdonados por Dios, cosa que no paso con los ángeles pecadores, pero ese
perdón se alcanza poco a poco... Dios elige a Abraham, un hombre anciano y sin
tierra y le hace una promesa... "De tí sacaré un gran pueblo y les entregaré una
tierra". ( Génesis 12, 2-3). Tras la elección de Abrahan, y en el, de su
descendencia, (es decir su hijo Isaac y su nieto Israel y los 12 bisnietos
Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón,  Dan y Neftalí,  Gad y
Aser,  José y Benjamín)

5. Moisés: Israel llega con sus hijos y descendencia a Egipto en un momento de


escases, allí se instalan pero tras multiplicarse son esclavizados, Dios entonces
acorde a la promesa hecha a Abraham, envía un hombre que los libera de Egipto
y les recuerda la promesa de una "tierra rica... un paraíso"

6. Reyes, sacerdotes y profetas: Tras organizarse como un pueblo, surgen reyes,


sacerdotes y profetas que encaminan al pueblo al cumplimiento de unas
normas para poder alcanzar la definitiva tierra de la promesa, Entre los reyes
famosos en el pueblo escogido por Dios están Saúl, David y Salomon: Entre los
sacerdotes están Aaron y los hombres de la tribú de Leví: Y entre los profetas
están Jeremías, Isaías, Ezequías... Todos estos personajes guiaban al pueblo y
acompañaban al pueblo recordando la promesa.

7. Sacrificios de sangre: Ya vimos que la consecuencia del pecado es la muerte,


sin embargo la misericordia de Dios, posibilita vida al hombre, es así, como la
vida del pecador era "salvada" o "redimida" por la vida de un animal, cuando un
hombre peca por consecuencia del pecado debe morir, pero si llevaba al templo
un animal, el sacerdote lo sacrificaba y la sangre de ese animal, valía por la vida
del pecador, la sangre del animal se rociaba sobre el pueblo, y cada vez que el
hombre peca, debe "salvar" su vida" con la sangre, así la Sangre, limpia el
pecado y salva al pecador.

8. LA SANGRE DEL CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO:


CIC 422. “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y
para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Ga 4, 4-5). He aquí “la Buena Nueva
de Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68),
ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55);
lo ha hecho más allá de toda expectativa: El ha enviado a su “Hijo amado” (Mc
1, 11).
CIC 430 Jesús quiere decir en hebreo: “Dios salva”. En el momento de la
anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús
que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que “¿Quién
puede perdonar pecados, sino sólo Dios?”(Mc 2, 7), es él quien, en Jesús, su Hijo
eterno hecho hombre “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). En Jesús,
Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

9. LA CRUZ SIGNO DE SALVACION: Pues la predicación de la cruz es una


necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es
fuerza de Dios. -I Corintios 1,18
La revelación del amor perfecto es la cruz mientras que la resurrección es su
victoria. La cruz le costó a Jesús inmensos sufrimientos que aceptó libremente
por nosotros, es el instrumento de salvación y el medio a través del cual nos
devuelve la felicidad eterna del cielo, vence la muerte y el pecado.
Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad
para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo,
fuerza de Dios y sabiduría de Dios. -I Corintios 1,23-24

10. LA IGLESIA, SUCESORA Y ENCARGADA DE LA OBRA DE LA SALVACION

El diablo: Príncipe del espíritu de este mundo

En el Nuevo Testamento se explica el origen del Diablo como uno de


los ángeles de Yahvé que se hizo malvado (Juan 8:44). Se infiere que es una
criatura espiritual de la familia Angélica de Yahvé Dios (Job 1:6). Según
manuscritos antiguos (como la Biblia Vulgata Latina de San Jerónimo), el
nombre real de él en el cielo era Lucifer y se le cambió el nombre a Satán
(adversario) por estar en contra de Dios, a causa del deseo por la adoración que
todas las criaturas inteligentes rendían al Creador (Mateo4:9). Según Ez. 28: 12-
15, era el ángel (querubín) que guardaba el trono del Dios Yahvé, pero por su
orgullo de querer convertirse en otro dios fue arrojado del cielo junto a una
tercera parte de los ángeles (Ap 12:3-4).
San Agustín (354-430), decía que “el Diablo estuvo en la verdad, pero no
perseveró. Su defecto no estuvo en su naturaleza sino en su voluntad”.
(Ezequiel 28, 14- 18) Su caída se debió a tres razones:

1.    Su propio orgullo, cuando se quiso igualar a Dios. Al respecto, escribía el
profeta Ezequiel: “Tu belleza te llenó de orgullo, tu esplendor echó a perder tu
sabiduría” (28,17). La misma opinión tiene San Pablo (1Timoteo 3,6).
2.    La envidia y los celos que sitió cuando el Creador decidió hacer al hombre a
su “imagen y semejanza” (Sabiduría 2,23-24).
Una vez el Diablo cayó en su falta, persuadió a otros ángeles a seguirlo. Según la
Biblia fue una tercera parte de ellos (Apocalipsis 12,4; Daniel 8,10). San Macario
(290-347), afirmaba que los ángeles rebeldes “son tan numerosos como las
abejas”; y San Atanasio, patriarca de Alejandría (295-373), hablaba que el
espacio está repleto de demonios. Desde entonces no hubo lugar para estos
espíritus del mal en el cielo (Apocalipsis 12,8); teniendo como morada dos
lugares:
- El infierno o gehenna (en griego): Donde el fuego nunca se apaga (Mateo 5,22;
13,49-50; Marcos 9,43-48); llamado también como el abismo (Lucas 8,31;
Apocalipsis 11,7; 17,8; 20,1-3); horno de fuego (Mateo 13,42); lugar de
tormento (Lucas 16,28) y de tinieblas (Mateo 8,12).

Porque “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al
infierno y los dejó en tinieblas; encadenados y guardados para el juicio” (2Pedro
2,4;Judas 6). Desde allí el “reino de los cielos” y el “reino del averno” tienen
varias diferencias: del primero es luz, bien, amor, felicidad y sabiduría; del
segundo, oscuridad, mal, odio, amargura y confusión.
- Satanás y sus ángeles fueron lanzados a la tierra (Apocalipsis 12,9).
Por eso, Jesús lo llama como “príncipe de este mundo” (Juan 14,30; 16,11); para
San Pablo es “el dios de este mundo” (2Corintios 4,4); que junto con los
espíritus del mal habitan en el aire (Efesios 2,2) o en el cielo (Efesios 6,12).
 Todo el mundo yace en poder del Maligno (1Juan 5,19); no porque lo haya
creado, sino porque está lleno de pecado y pecadores (Génesis 6,5-6.11-12; 7,1;
8,21; Eclesiastés 4, 1-3); el mundo viene de Dios, y lo mundano del Diablo
(1Juan 2,16).
En el catecismo de la Iglesia católica se habla más específicamente de este
pecado y la caída en los numerales 390 a 395

Respecto al pecado de los hombres nos dice el catecismo de la Iglesia:


La prueba de la libertad
396 Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad. Criatura
espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad más que en la forma de libre
sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición hecha al hombre de
comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, "porque el día que
comieres de él, morirás sin  remedio" (Gn 2,17). "El árbol del conocimiento del
bien y del mal" evoca simbólicamente el límite infranqueable que el hombre en
cuanto criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza. El hombre
depende del Creador, está sometido a las leyes de la Creación y a las normas
morales que regulan el uso de la libertad.

El primer pecado del hombre


397 El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza
hacia su creador (cf.Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al
mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del hombre
(cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una
falta de confianza en su bondad.
398 En este pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello
despreció a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de
su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido
en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente "divinizado" por
Dios en la gloria. Por la seducción del diablo quiso "ser como Dios" (cf. Gn 3,5),
pero "sin Dios, antes que Dios y no según Dios" (San Máximo el
Confesor,Ambiguorum liber: PG 91, 1156C).
399 La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera
desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad
original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf.Gn 3,9-10) de quien han
concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas
(cf.Gn 3,5).
410 Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo
llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el
levantamiento de su caída (cf. Gn3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado
"Protoevangelio", por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un
combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente
de ésta.
411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1
Co 15,21-22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8)
repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por
otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada
en el "protoevangelio" la madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido
la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el
pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original
(cf. Pío IX: BulaIneffabilis Deus: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por
una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Concilio de
Trento: DS 1573).
412 Pero, ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? San León
Magno responde: "La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que
los que nos quitó la envidia del demonio" (Sermones, 73,4: PL 54, 396). Y santo
Tomás de Aquino: «Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido
destinada a un fin más alto después de pecado. Dios, en efecto, permite que los
males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las palabras de san
Pablo: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). Y en la
bendición del Cirio Pascual: "¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande
Redentor!"» (S.Th., 3, q.1, a.3, ad 3: en el Pregón Pascual «Exultet» se recogen
textos de santo Tomas de esta cita).

Resumen
413 "No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los
vivientes [...] por envidia del diablo entró la muerte en el mundo" (Sb 1,13;
2,24).
414 Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber
rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es
definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.
415 "Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, persuadido por
el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia, levantándose
contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios" (GS 13,1).
416 Por su pecado, Adán, en cuanto primer hombre, perdió la santidad y la
justicia originales que había recibido de Dios no solamente para él, sino para
todos los humanos.
417 Adán y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida
por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales.
Esta privación es llamada "pecado original".
418 Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó
debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio
de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada "concupiscencia").
419 «Mantenemos, pues, siguiendo el Concilio de Trento, que el pecado original
se transmite, juntamente con la naturaleza humana, "por propagación, no por
imitación" y que "se halla como propio en cada uno"» (Pablo VI, Credo del
Pueblo de Dios, 16).
420 La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores
que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia" (Rm 5,20).
421 "Los fieles cristianos creen que el mundo [...] ha sido creado y conservado
por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado,
pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado
el poder del Maligno..." (GS 2,2).

LA SOBERBIA: EL PECADO DEL MUNDO QUE NOS APARTA DE DIOS (PECADO


ORIGINAL)
Soberbia y orgullo son propiamente sinónimos aún cuando coloquialmente se les
atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. La soberbia es
el más grave pecado contra Dios, contra el prójimo y contra sí mismo. El hombre
se hace autónomo desconociendo su condición de creatura; fue además el primer
pecado que se cometió con  Satanás que se reveló contra Dios llevando se
consigo a otros ángeles, y el mismo, ya en el tiempo del hombre, lo llevó al  primer
pecado de rebeldía, de autonomía, de auto dependencia, de autodominio.
La soberbia está a la raíz del pecado original y por eso es la fuente y raíz de todos
los pecados, y es por lo tanto la puerta para todo otro pecado; por eso también es
el primer pecado capital. (Gn. 3) Vanidad, vanagloria, sobre autoestima,
ostentación, hipocresía, jactancia, celos, violencia, rencores, prepotencia, son
algunos de los vicios que engendra la soberbia. Mientras más se tenga en el
corazón es mayor fuente de pecados: los humildes pecan poco, los soberbios
demasiado.

LA ESTRATEGIA DEL DIABLO.


El diablo nos conoce, conoce nuestras flaquezas, nuestras debilidades y sabe en
qué y en donde somos más vulnerables y siempre estará atento a sorprendernos
en nuestra debilidad, es como el que va a jugar un partido de futbol, debe conocer
a su adversario, sus flaquezas, sus limitaciones etc. Estamos en guerra, y
luchamos cada batalla. Cada vez que estamos expuestos a una tentación, una
batalla se inicia entre la legión angelical y la legión diabólica, el resultado
dependerá de donde nos encontremos y de qué lado nos ponemos, esto define el
resultado final, si nos inclinamos al mal estaremos del lado del diablo y de su
legión, No podemos jugar en ambos bandos.

Sirviéndose de  algunas actitudes y posiciones que nos llevan a la soberbia:

·         Sentido de Identidad o identificación.


·         Sentido de posesión o dueño de algo o alguien
·         Sentirse superior.
·         Sentirse con derechos adquiridos
·         Sentirse indispensable, único etc.
·         Tener la Razón.

El diablo hace de las suyas, de manera especial con el sentido de identificación


que permite identificarnos con alguien, algo y nos da un sentido de pertenencia,
por ejemplo yo soy Hernando, yo soy Colombiano, yo soy ingeniero, etc. Y con
cada “etiqueta que nos agregamos afianzamos ese sentido de identidad, tenemos
muchas dependiendo de muchas cosas a que grupos pertenecemos, y con que
nos identificamos (católicos, y dentro del catolicismo a que comunidad etc., etc.)
El Sentido de posesión nos hace “dueños” de algo o alguien, podemos ser dueños
de bienes materiales como una casa, un carro y tomamos como propios nuestra
esposa o esposo, nuestros hijos, o pueden ser bienes no materiales como
sentirnos dueños de la “verdad, del conocimiento absoluto en un tema etc.
El  “sentirse Superior a”, nos hace creer que tenemos más privilegios que los
demás, mas sabiduría, más conocimiento, más santidad, mayores abolengos, etc.
Ahora vamos a revisar la estrategia diabólica  en el caso de la soberbia y como
aprovecha cada identificación nuestra frente al mundo.
Muchos de los conceptos que traigo arraigados dentro de mí, obedecen a
conceptos de separación, mientras más me sienta separado de los demás más
oportunidades tiene Satanás de usarla en mi contra. Es allí donde empezamos a
equivocarnos.
Para comenzar mi identidad personal y cada “YO SOY” que utilizamos inicia este
proceso, es la forma como nos sentimos individuales y separados de los demás.
El Yo soy Hernando, Yo soy Ingeniero, soy católico, soy carismático o pertenezco
a la comunidad X o Y, hincha del Barcelona, etc. Esto, crea una identificación
única y concreta de mí ser, pero a su vez me separa de los demás. Con cada “yo
soy” que agregamos a la lista, más barreras colocamos entre nosotros y los
demás.

La respuesta de Dios contra la Soberbia: Él nos ha dicho “yo soy la verdad y la


vida y soy el único camino para llegar al padre, por ello la unión en Cristo nos
permite salvar todos los obstáculos que nos crean los conceptos de
identificación y de separación del prójimo.
Comencemos con: Romanos 12, 5  “sí también nosotros, siendo muchos, no
formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los
unos miembros de los otros. “
Igualmente en 1 Corintios 10, 17 encontramos: “Porque aun siendo muchos, un
solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.”

Una y otra vez la Biblia nos muestra como somos Uno solo en Cristo y que
nuestro concepto de separación obedece a una estrategia, del demonio,  en
donde desde la misma creación del mundo con la caída de Lucifer, se inicio el
proceso de la separación del creador.
Por tanto debemos empezar a No crear  escusas para sentirnos separados de los
demás, por el contrario debemos estimular nuestra mente a encontrar
similitudes con los hermanos para sentirnos más unidos a ellos.

El Espíritu de Dios

Como hemos visto el Espíritu del mundo o espíritu del mal no son creación de
Dios, son la consecuencia natural de la desobediencia y del pecado. El demonio,
primer pecador, padre de la mentira y de la soberbia es el enemigo del bien, del
amor, de Dios y es el enemigo del hombre, por eso su tarea no termina, por el
contrario se perpetuará hasta el final de los tiempos cuando finalmente sea
expulsado al fuego eterno por San Miguel y los Ángeles fieles a Dios. (Ap 20, 10)

La historia de la fe está llena de misterios, misterios que no pueden ser


entendidos fácilmente por la mente humana, misterios que se salen de la razón,
el misterio de Dios, será siempre para el hombre eso, un misterio; lograr
comprender por ejemplo las motivaciones por las que Dios quiso
generosamente crear al hombre y para él todo lo que lo rodea no puede sino
entenderse desde el corazón, desde el amor y como el hombre está tan frio, tan
apartado de ese sentimiento y principal mandamiento por eso se siente
desmotivado y en cierta medida olvidado por su hacedor.

Estamos en un mundo marcado por la cultura de la muerte. Las constantes


manifestaciones de rupturas consigo mismo (manifiestas en el aumento de
depresiones, soledad, tristeza, y sin sentido, búsquedas desenfrenadas de falsas
seguridades), y rupturas con los demás, (traducidas en violencia, delincuencia,
terrorismo, guerras, entre otras); no tienen otra causa que la ruptura frontal con
Aquel que nos creó y nos conoce plenamente: Dios mismo. El anhelo de infinito
que cada hombre experimenta en lo más profundo de su corazón fracasa al
cerrarle la puerta al Único que puede saciar esa nostalgia de eternidad.

En la historia de la humanidad siempre han estado aquellos que niegan


explícitamente a Dios, los denominados ateos; otros que crean dioses a sus
medidas trayendo como consecuencia visiones reducidas de Dios. En nuestros
días percibimos –por el avance del secularismo– la ausencia de Dios en las
estructuras sociales. Consecuentemente la moralidad y responsabilidad
personal, social y trascendental se va  acabando, lo mismo que el conocimiento
de las verdades de fe, que no son exclusivas de la Iglesia o religión alguna, sino
una ley natural inscrita en el corazón del hombre.

“Se desvanece a ojos vistos y con creciente rapidez la concepción de que los
hombres son culpables. La idea de pecado,  hasta hace poco central en la
teología moral,  se presenta hoy como una exótica reliquia medieval y el
pecador no tiene a veces más sustancia corpórea que la que pueda tener el
fantasma de un viejo castillo.”

Ante este panorama, los católicos enfrentamos la urgencia de hacer una opción
clara y decidida por anunciar con sólidos argumentos que Dios existe y está muy
cerca de cada uno de nosotros, y que además nos pide un estilo de vida
concorde a  la condición de hijos suyos.

Somos libres y como tales podemos hacer uso de nuestra vida según el parecer
que se quiera, el camino de la salvación es pues, una propuesta de Dios, -y la
mejor obviamente-, sin embargo “la respuesta negativa es una de las dos
posibilidades frente al reto del bien y del mal,  uno de los dos caminos por los
que hay que decidirse inevitablemente a la hora de empeñar la libertad.”

La historia del hombre ha girado siempre en torno a ese Tú que es Dios, -y que
crea, que ama, que perdona- y ese yo –que olvida, que peca, que es infiel- y es
que la lucha que tenemos es grande y es una lucha de inteligencias en la que no
estamos solos, Dios esta con nosotros, y es El quien nos guía y nos da su apoyo
constante como un padre o  una madre esmerado que no quiere que nadie se
pierda si no que todos nos salvemos lleguemos al conocimiento de la verdad.
(1Tm 2, 4)

Dios se comunica a su creación de tal suerte, que al salir personalmente de si


mismo, asume una realidad creada y la hace suya, se encarna en María, de tal
forma que el mundo de la redención está incluido en el de la Creación, como el
mundo de la creación está incluido en el mundo de la redención.

Por eso Cristo luego de dar su vida por los hombres, por su salvación y tras
resucitar encomienda a sus apóstoles la misión de anunciar la buena Nueva de
la salvación; pues Cristo ha de venir nuevamente como lo proclamamos en el
credo “Creo que Cristo a de venir a Juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá
fin” «Los discípulos gozaron de las apariciones del resucitado. Mas ninguna de
ellas es la última, venida en majestad del Hijo del Hombre.» Tras la resurrección
de Cristo los discípulos no se sentarán en doce tronos para juzgar a las tribus de
Israel, su misión ha de ser la de predicar, bautizado y dar testimonio de Jesús
como mesías vivo y resucitado hasta que el vuelva; este bautismo otorga, no
sólo el perdón de los pecados, sino también el don del Espíritu Santo, como
anticipo de los bienes del Reino inminente. El Espíritu de Dios es el que nos
eleva a las cosas celestiales, a buscar lo bueno, lo que agrada, lo perfecto, es la
búsqueda que todas las personas tenemos por la verdad y la justicia.

El Espíritu de Dios viene en ayuda de nuestra debilidad cada vez que clamamos
con voz de confianza al Padre, (Rm 8, 26) ese espíritu de Dios se fortalece con la
frecuencia en los sacramentos de manera especial la Confesión y la Eucaristía.
SACRAMENTOS
Medios de salvación

Si buscamos en la Biblia la palabra "sacramento" no la encontraremos, por lo


menos en el sentido que hoy le damos. Pero esto no quiere decir que no tengan
fundamento bíblico. De hecho todos ellos fueron instituidos por Nuestro Señor
Jesucristo.

Los sacramentos, como hoy los presenta la Iglesia son: Actos salvadores de
Cristo, que la Iglesia comunica al hombre mediante signos sensibles.

Cristo ha dispuesto en la Iglesia que el instituyó para prolongar su obra


salvadora los sacramentos que son signos sensibles que nos confieren la gracia
o amistad con Dios, son como canales que nos traen ayuda divina para lograr de
una manera más fácil la santificación y la salvación.

¿ Y qué quiere decir "signo sensible"?. Un signo sensible es un símbolo. Y un


símbolo es una expresión figurada y visible o representación sensible, de una
realidad invisible. El valor de un símbolo no está en lo que él es de por sí, sino en
lo que indica, en lo que representa.
No son simples ceremonias. Ordenados a la santificación de los hombres, a la
edificación del cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios, los sacramentos no solo
suponen la fe, sino que también la fortalecen, la alimentan y la expresan con
palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe. Los sacramentos
nos dan o aumentan la Gracia Divina.

Son siete los sacramentos, a saber: Bautismo, Confirmación, Eucaristía,


Confesión, Unción de los enfermos, Orden sagrado, Matrimonio; están divididos
de la siguiente manera
Sacramentos de Iniciación: Bautismo, Confirmación, Eucaristía.
Sacramentos de curación: confesión, Unción de los enfermos.
Sacramentos al servicio de la comunión y la misión de los fieles: Orden sagrado,
Matrimonio.

a)      Los sacramentos ayudan a la salvación


Cristo actúa dando una gracia propia de cada sacramento que nos facilita el
hacer el bien y evitar el mal. Fueron instituidos por Jesucristo y confiados a la
Iglesia para que ella los administre a través de los ministros consagrados. En su
conjunto disponen positivamente al cristiano para recibir la gracia de Dios
protegen del mal, disponen para crecer en la vida espiritual y para servir en la
misión de la Iglesia. Son actos salvadores, porque son acciones que salvan al
hombre de situaciones concretas, llenándolo de la fuerza del amor, fruto de la
muerte y resurrección de Cristo. Abarcan toda la vida del hombre en sus puntos
más significativos.
Bautismo (Mt. 28, 19)
Perdona el pecado original y otros pecados; nos descubre como hijos de Dios,
hermanos en Cristo Templo del Espíritu Santo, miembros de la Iglesia y
herederos del cielo, nos capacita para recibir los demás sacramentos.

Confirmación (Lc. 24, 48)


 Confiere la efusión plena del Espíritu Santo, nos conforma con más con Cristo,
nos hace crecer en la gracia del Bautismo, fortalece al alma con los dones de
Espíritu Santo y nos concede fuerza especial para ser testigos de la fe cristiana.

Eucaristía (Lc. 22, 14 - 20)


Los otros sacramentos son canales, la Eucaristía es la misma gracia porque en la
Hostia consagrada esta realmente presente Jesucristo como un sacrificio de
redención y un banquete de amor. La Eucaristía es la fuente y la cima de toda la
vida cristiana.

Confesión (Jn. 20, 22)


Dios perdona los pecados por medio del ministro de la Iglesia a los que estén
sinceramente arrepentidos y quieran mejorar su vida conviene confesarse con
frecuencia cumpliendo los siguientes requisitos: examen de conciencia,
contrición, confesión de los pecados, propósito de enmendarse y cumplir la
penitencia.

Unción de los enfermos (St. 5, 14)


Se unge con el óleo al enfermo en la frente y en las manos, acompañado de una
oración litúrgica, confiere la gracia del consuelo de la  paz y da fortaleza para
vencer las dificultades propias de la enfermedad.

Orden Sagrado (Lc. 22, 19)


 El sacerdocio fue instituido por Jesús en la última cena donde les dio a los
apóstoles y sus sucesores la potestad de consagrar su cuerpo y su sangre. El
sacerdote es un servidor de los hombres, comunica las gracias y los beneficios
de Dios.

Matrimonio (Mt 19, 6)


Barón y mujer se unen como esposos, buscan el bien entre ellos, viven en
mutua fidelidad y procrean a los hijos, para que viviendo una vida cristiana
alcancen la salvación.  

b) Son actos salvadores de Cristo porque Él es el verdadero autor, he aquí el


valor del sacramento. Es Cristo quien bautiza, perdona los pecados o comunica
el Espíritu Santo. Recibir un sacramento es encontrarse personalmente con
Cristo que salva.

c) Son actos que la Iglesia comunica porque fueron entregados a la Iglesia por


Cristo para que los administrara a los hombres. Por lo que el sacramento debe
administrarse conforme a lo establecido por la Iglesia y según sus intenciones.

d) Son signos sensibles, porque el hombre necesita algo material para


convencerse, darse cuenta, sentir la presencia de Dios. San Pablo nos lo
recuerda " Si bien no se puede ver a Dios, podemos, sin embargo desde que él
hizo el mundo, contemplarlo a través de sus obras y entender por ellas que él es
eterno, poderoso y que es Dios" (Rm 1,20) Jesucristo al instituir los
sacramentos, tuvo presente esta necesidad que tiene el hombre de llegar a lo
invisible a través de lo sensible.

RUMBO A LA CONSAGRACION TOTAL!!


Consagrarse a María significa ponernos en sus manos, a su servicio y disposición. Y
Ella nos guiará hacia Jesús. Consagrarnos a Ella significa dejarse llevar sin
condiciones, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir
tranquilos en sus brazos de madre. Consagrarse a María significa vivir
permanentemente en su Inmaculado Corazón, dentro del Corazón divino de Jesús. Es
dejar que Ella actúe por medio de nosotros. Es como prestarle nuestra lengua para que
hable por nosotros y nuestro corazón para que ame a los demás por nuestro medio. En
una palabra, es vivir en unión total con María para que podamos llegar a decir: Ya no
vivo yo, es Cristo quien vive en mí por medio de María. Por eso, un consagrado a
María debe confiar plenamente en Ella y dejarse llevar por Ella sin condiciones.
Padre Ángel Peña, O.A.R.

«Esta devoción consiste en darse por entero a la Santísima Virgen, para ser


enteramente de Jesucristo por Ella». «Ella consiste en darse  por entero en calidad de
esclavo a María, y a Jesús por Ella».
San Luis Maria Grignont de Montfort

Que es dar?, esta palabra es sencilla. Un niño de seis años la comprende. Pero es de la
mayor importancia entenderla bien aquí. A veces se le ha dado un significado tan
disminuido, que quedaba comprometida la esencia misma de la santa esclavitud:
Nos  damos a Jesús por María. Dar no es pedir.
Es profundamente lamentable que la mayoría de los cristianos no vean en la devoción a
la Santísima Virgen más que una cosa: pedirle su auxilio, particularmente en las horas
más difíciles.Sin duda podemos y, en cierto sentido, debemos, según el consejo de
Montfort mismo, «implorar la ayuda de nuestra buena Madre en todo tiempo, en todo
lugar y en toda cosa» . Somos niños pequeños, y los niñitos tienen siempre la
palabra «mamá» en la boca. Pero si nos detenemos ahí, estamos lejos de practicar la
devoción mariana perfecta. Devoción significa entrega, pertenencia, y el nombre
de hiperdulía, consagrado por la Iglesia para el culto de Nuestra Señora, significa
dependencia, servidumbre.

Dar no es tampoco confiar en depósito. Cuando confío una suma de dinero a alguien,


ese dinero sigue siendo mío. Aquel a quien se lo confío no recibe, de suyo, ningún
provecho, sino sólo deber y preocupaciones.  Muy distinto es cuando yo doy un regalo a
alguno de mis amigos. Ese objeto, en adelante, pasa a ser suyo, de modo que puede
disponer de él como guste. La donación, en sí misma, va toda en provecho
del donatario, es decir, de aquel a quien se hace, y no del donante, esto es, de aquel que
da.

Le damos algo a alguien desde el momento en que le reconocemos, libremente y sin


obligación de devolución, el derecho de propiedad sobre una cosa que está en nuestra
posesión. Por lo tanto, me doy enteramente a Nuestra Señora cuando le reconozco un
derecho de propiedad sobre lo que soy y sobre lo que poseo.

 Está claro que la santísima Madre de Dios tan sólo podrá ejercer ese derecho de
propiedad según la naturaleza de lo que le ha sido cedido. Ella podrá transferir a otros,
si lo quiere, mis bienes temporales. Al contrario, mi cuerpo y mi alma, mis sentidos y
mis facultades, en el orden natural, son bienes intransferibles, que no pueden ser
comunicados a otros.

Nuestra perfecta Consagración a la Santísima Virgen es una verdadera donación:


significa entregarse como propiedad a Nuestra Señora, reconocerle un verdadero
derecho de propiedad sobre todo cuanto somos y todo cuanto tenemos.     Además de lo
que se requiere para todo acto verdaderamente humano, a saber, conocimiento y
voluntad libre, esta donación, para realizar la esencia de la santa esclavitud, ha de estar
revestido de tres cualidades indispensables: debe ser total y universal,
definitiva y eterna, y desinteresada o hecha por amor.   En nuestra consagración, pues,
se respeta y se realiza plenamente nuestra pertenencia a Jesús. En la vida de unión, que
tratamos de llevar como consecuencia de esta donación, el Maestro conserva
plenamente el lugar único que le corresponde en nuestra vida.

COMPROMISOS DEL CONSAGRADO

-Vivimos nuestra consagración por medio de las prácticas interiores: «Hacer todas las


acciones por María, con María, en María y para María». Pero nuestro Padre nos hace
observar que es «a fin de hacerlas más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en
Jesucristo y para Jesucristo» .
-No sólo la verdadera Devoción puede y debe ir acompañada de la vida de unión con
Cristo, sino también que por los actos directos de amor y de veneración a la Santísima
Virgen honramos, amamos y servimos al adorable Jesús, nuestro Salvador y Señor.
-El rezo del santo Rosario de ser posible todos los días, o por lo menos varias veces a la
semana
-La participación en la Santa Misa, mínimo los domingos
-Renovar la consagración todos los sábados y los 27 de cada mes (rezar el rosario y
hacer la oración de consgración)
-Propagar la devoción del santo Rosario
-Seguir preparándose y formándose en el conocimiento de la doctrina Católica
PROMESAS DE MARIA AL CONSAGRADO
Este Mensaje enuncia lo que podríamos llamar la gran promesa de María:
- Esto digo a mis hijos de todo el universo: Volcaos a Mi Corazón y desde allí viviréis
con toda docilidad al Señor.
Desde Mi Corazón lo amaréis; desde Mi Corazón, lograréis fidelidad hacia Él; desde Mi
Corazón llegaréis a su Sagrado Corazón.
Gloria al Todopoderoso. (M. 1369)
- María promete liberar al Consagrado del demonio y le garantiza la vida eterna:
(M, 275): A todos mis hijos que se Consagren a vuestra Madre, os digo: Mi Corazón
recibe gozoso esa entrega, ese amor que ofrecéis porque son almas que se salvan de las
garras del mal mereciendo la Gloria Eterna, la Gloria del Señor.
- María promete la libertad interior, el crecimiento y la renovación espiritual, su
Corazón de Madre y el amor total a Jesús:
(M. 939): La Consagración no quita la libertad del cristiano, no lo anula, sino que lo
hace crecer interiormente, hace que el espíritu se renueve día a día, se introduzca en
Mi Corazón y se alimente completamente de Él. De esta manera se llega a amar a
Jesús en forma total, sólo por medio de Mi Corazón.
Mi Corazón da y exige, más no exige lo imposible.

- María ofrece al Consagrado el vínculo que lo une a Su Corazón y una particular


atención:
(M, 973): Que la Consagración, sea el vínculo que una vuestro corazón con el Mío.
Cada hijo necesita una particular atención de la Madre.

- María asegura que el Consagrado fiel jamás será abandonado por Dios:
(M.1042): Deben obrar de manera que Dios, siempre habite en ellos y no se verán por
Él, jamás abandonados.

- María se compromete a conducir al Consagrado por el camino de la fidelidad al Señor.


(M. 1 223): Quieran mis hijos, ser totalmente Míos; eso hará que sean fieles al Señor,
porque Yo, los conduciré a Él.

-María se ofrece a sus hijos como auxilio y protección y ofreciendo al humilde


introducirlo en Su Corazón.
(M. 1242): Como Auxilio de los Cristianos, quiero rescatar a mis hijos, pidiéndoles la
conversión y luego la Consagración a Mi Corazón de Madre.
Yo les digo: Responderé a vuestra Consagración con Mi Protección, es decir, os
defenderé de toda adversión.
Haceos pequeños e interiormente humildes y entraréis en Mi Corazón.

-María promete ser para sus hijos refugio y consuelo y los conducirá con especial
ternura:
(M.1305): En la Consagración, el hijo se entrega a la Madre y Ella a su vez, será su
Refugio y su Consuelo, porque es el Arca, donde los hijos depositan el corazón.
Responded a Mi llamado, responded a Mi pedido, veréis que tiernamente seréis
conducidos por Mí.
El texto de Jeremías 24,7 señala: “Les daré un corazón para que me conozcan a Mí,
que soy el Señor. Ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios, porque volverán a Mí de
todo corazón”.
Y agrega el mensaje en su parte final:
(M. 1337): “Benditos sean mis hijos por Consagrar su corazón a María”.
“La Consagración irá directamente al corazón de María y Ella hace promesas
concretas de unión con su Hijo a quien se dirige con amor y con la oración constante
del Rosario”.
(M. 1426): Esa Consagración, que no requiere papeles ni fórmulas, porque esa
Consagración irá directamente a Mi Corazón: será única y exclusivamente para Mi
Corazón y será recibida por Mi Corazón.
Debéis tener amor y devoción a María; oración constante del Santo Rosario y
participación diaria en la Santa Eucaristía.
En el amor a la Madre, hallaréis al Amor del Hijo; en la oración a la Madre, estaréis en
unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo.
El mensaje nos invita a pertenecer a la Madre Y al Hijo, y la luz de María quitará toda
oscuridad en el camino:

(M. 1534): Deben saber mis hijos, que los llamo a la Consagración, porque siendo
Consagrados a Mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo. Mi Luz quitará toda
oscuridad y ayudará a mis hijos, a caminar el Camino que el Señor, ha establecido.

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