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Santificará esta ofrenda hecha por nosotros y la hará llegar hasta el mismo Jesús en
una bandeja de oro. Esto quiere decir, que todo lo que entregamos Ella lo limpiará
de vicios y errores. Luego lo ofrecerá a su Hijo muy amado, como muestra de
nuestra voluntad de cambiar, de ser mejores, de aprender a amar a Dios y a
nuestros semejantes.
Jesús no detendrá mucho tiempo su mirada en esta ofrenda, más bien perdido de
amor en los ojos de Su Madre, le concederá a la Omnipotencia Suplicante lo que
está solicitando en favor de la salvación de este hijo por el cual intercede.
Ella volverá a nosotros con un corazón nuevo. Un corazón lleno de amor, que
reemplazará al corazón de piedra que había en nuestros cuerpos hasta antes de
nuestra consagración.
Ella es la mejor evangelizadora, la mejor catequista, la mejor formadora. No se
detendrá en este camino de cambio espiritual.
Y aunque nosotros podamos olvidar la promesa sagrada que hicimos de
entregarnos todos a Ella, Ella nunca nos abandonará ni olvidará lo que prometió en
el momento de nuestra consagración:
¿PORQUE CREEMOS? ¿PARA QUE CREEMOS? Tal vez sea una pregunta que
todo creyente deba hacerse, no es suficiente con creer, es indispensable darle
razones a nuestra fe, no solo se cree por miedo al infierno ni por mera tradición
y costumbre, mucho menos por temor a la muerte...o mas que a la muerte, a lo
que ella se sucede; la fe es mas que eso, y la nuestra es una con argumentos
suficientes que todos por nuestro bautismo deberíamos manejar, conocer,
apropiarnos y después, si son suficientes, amar.
HISTORIA DE LA SALVACION
1. Su propio orgullo, cuando se quiso igualar a Dios. Al respecto, escribía el
profeta Ezequiel: “Tu belleza te llenó de orgullo, tu esplendor echó a perder tu
sabiduría” (28,17). La misma opinión tiene San Pablo (1Timoteo 3,6).
2. La envidia y los celos que sitió cuando el Creador decidió hacer al hombre a
su “imagen y semejanza” (Sabiduría 2,23-24).
Una vez el Diablo cayó en su falta, persuadió a otros ángeles a seguirlo. Según la
Biblia fue una tercera parte de ellos (Apocalipsis 12,4; Daniel 8,10). San Macario
(290-347), afirmaba que los ángeles rebeldes “son tan numerosos como las
abejas”; y San Atanasio, patriarca de Alejandría (295-373), hablaba que el
espacio está repleto de demonios. Desde entonces no hubo lugar para estos
espíritus del mal en el cielo (Apocalipsis 12,8); teniendo como morada dos
lugares:
- El infierno o gehenna (en griego): Donde el fuego nunca se apaga (Mateo 5,22;
13,49-50; Marcos 9,43-48); llamado también como el abismo (Lucas 8,31;
Apocalipsis 11,7; 17,8; 20,1-3); horno de fuego (Mateo 13,42); lugar de
tormento (Lucas 16,28) y de tinieblas (Mateo 8,12).
Porque “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al
infierno y los dejó en tinieblas; encadenados y guardados para el juicio” (2Pedro
2,4;Judas 6). Desde allí el “reino de los cielos” y el “reino del averno” tienen
varias diferencias: del primero es luz, bien, amor, felicidad y sabiduría; del
segundo, oscuridad, mal, odio, amargura y confusión.
- Satanás y sus ángeles fueron lanzados a la tierra (Apocalipsis 12,9).
Por eso, Jesús lo llama como “príncipe de este mundo” (Juan 14,30; 16,11); para
San Pablo es “el dios de este mundo” (2Corintios 4,4); que junto con los
espíritus del mal habitan en el aire (Efesios 2,2) o en el cielo (Efesios 6,12).
Todo el mundo yace en poder del Maligno (1Juan 5,19); no porque lo haya
creado, sino porque está lleno de pecado y pecadores (Génesis 6,5-6.11-12; 7,1;
8,21; Eclesiastés 4, 1-3); el mundo viene de Dios, y lo mundano del Diablo
(1Juan 2,16).
En el catecismo de la Iglesia católica se habla más específicamente de este
pecado y la caída en los numerales 390 a 395
Resumen
413 "No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los
vivientes [...] por envidia del diablo entró la muerte en el mundo" (Sb 1,13;
2,24).
414 Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber
rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es
definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.
415 "Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, persuadido por
el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia, levantándose
contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios" (GS 13,1).
416 Por su pecado, Adán, en cuanto primer hombre, perdió la santidad y la
justicia originales que había recibido de Dios no solamente para él, sino para
todos los humanos.
417 Adán y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida
por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales.
Esta privación es llamada "pecado original".
418 Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó
debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio
de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada "concupiscencia").
419 «Mantenemos, pues, siguiendo el Concilio de Trento, que el pecado original
se transmite, juntamente con la naturaleza humana, "por propagación, no por
imitación" y que "se halla como propio en cada uno"» (Pablo VI, Credo del
Pueblo de Dios, 16).
420 La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores
que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia" (Rm 5,20).
421 "Los fieles cristianos creen que el mundo [...] ha sido creado y conservado
por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado,
pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado
el poder del Maligno..." (GS 2,2).
Una y otra vez la Biblia nos muestra como somos Uno solo en Cristo y que
nuestro concepto de separación obedece a una estrategia, del demonio, en
donde desde la misma creación del mundo con la caída de Lucifer, se inicio el
proceso de la separación del creador.
Por tanto debemos empezar a No crear escusas para sentirnos separados de los
demás, por el contrario debemos estimular nuestra mente a encontrar
similitudes con los hermanos para sentirnos más unidos a ellos.
El Espíritu de Dios
Como hemos visto el Espíritu del mundo o espíritu del mal no son creación de
Dios, son la consecuencia natural de la desobediencia y del pecado. El demonio,
primer pecador, padre de la mentira y de la soberbia es el enemigo del bien, del
amor, de Dios y es el enemigo del hombre, por eso su tarea no termina, por el
contrario se perpetuará hasta el final de los tiempos cuando finalmente sea
expulsado al fuego eterno por San Miguel y los Ángeles fieles a Dios. (Ap 20, 10)
“Se desvanece a ojos vistos y con creciente rapidez la concepción de que los
hombres son culpables. La idea de pecado, hasta hace poco central en la
teología moral, se presenta hoy como una exótica reliquia medieval y el
pecador no tiene a veces más sustancia corpórea que la que pueda tener el
fantasma de un viejo castillo.”
Ante este panorama, los católicos enfrentamos la urgencia de hacer una opción
clara y decidida por anunciar con sólidos argumentos que Dios existe y está muy
cerca de cada uno de nosotros, y que además nos pide un estilo de vida
concorde a la condición de hijos suyos.
Somos libres y como tales podemos hacer uso de nuestra vida según el parecer
que se quiera, el camino de la salvación es pues, una propuesta de Dios, -y la
mejor obviamente-, sin embargo “la respuesta negativa es una de las dos
posibilidades frente al reto del bien y del mal, uno de los dos caminos por los
que hay que decidirse inevitablemente a la hora de empeñar la libertad.”
La historia del hombre ha girado siempre en torno a ese Tú que es Dios, -y que
crea, que ama, que perdona- y ese yo –que olvida, que peca, que es infiel- y es
que la lucha que tenemos es grande y es una lucha de inteligencias en la que no
estamos solos, Dios esta con nosotros, y es El quien nos guía y nos da su apoyo
constante como un padre o una madre esmerado que no quiere que nadie se
pierda si no que todos nos salvemos lleguemos al conocimiento de la verdad.
(1Tm 2, 4)
Por eso Cristo luego de dar su vida por los hombres, por su salvación y tras
resucitar encomienda a sus apóstoles la misión de anunciar la buena Nueva de
la salvación; pues Cristo ha de venir nuevamente como lo proclamamos en el
credo “Creo que Cristo a de venir a Juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá
fin” «Los discípulos gozaron de las apariciones del resucitado. Mas ninguna de
ellas es la última, venida en majestad del Hijo del Hombre.» Tras la resurrección
de Cristo los discípulos no se sentarán en doce tronos para juzgar a las tribus de
Israel, su misión ha de ser la de predicar, bautizado y dar testimonio de Jesús
como mesías vivo y resucitado hasta que el vuelva; este bautismo otorga, no
sólo el perdón de los pecados, sino también el don del Espíritu Santo, como
anticipo de los bienes del Reino inminente. El Espíritu de Dios es el que nos
eleva a las cosas celestiales, a buscar lo bueno, lo que agrada, lo perfecto, es la
búsqueda que todas las personas tenemos por la verdad y la justicia.
El Espíritu de Dios viene en ayuda de nuestra debilidad cada vez que clamamos
con voz de confianza al Padre, (Rm 8, 26) ese espíritu de Dios se fortalece con la
frecuencia en los sacramentos de manera especial la Confesión y la Eucaristía.
SACRAMENTOS
Medios de salvación
Los sacramentos, como hoy los presenta la Iglesia son: Actos salvadores de
Cristo, que la Iglesia comunica al hombre mediante signos sensibles.
Que es dar?, esta palabra es sencilla. Un niño de seis años la comprende. Pero es de la
mayor importancia entenderla bien aquí. A veces se le ha dado un significado tan
disminuido, que quedaba comprometida la esencia misma de la santa esclavitud:
Nos damos a Jesús por María. Dar no es pedir.
Es profundamente lamentable que la mayoría de los cristianos no vean en la devoción a
la Santísima Virgen más que una cosa: pedirle su auxilio, particularmente en las horas
más difíciles.Sin duda podemos y, en cierto sentido, debemos, según el consejo de
Montfort mismo, «implorar la ayuda de nuestra buena Madre en todo tiempo, en todo
lugar y en toda cosa» . Somos niños pequeños, y los niñitos tienen siempre la
palabra «mamá» en la boca. Pero si nos detenemos ahí, estamos lejos de practicar la
devoción mariana perfecta. Devoción significa entrega, pertenencia, y el nombre
de hiperdulía, consagrado por la Iglesia para el culto de Nuestra Señora, significa
dependencia, servidumbre.
Está claro que la santísima Madre de Dios tan sólo podrá ejercer ese derecho de
propiedad según la naturaleza de lo que le ha sido cedido. Ella podrá transferir a otros,
si lo quiere, mis bienes temporales. Al contrario, mi cuerpo y mi alma, mis sentidos y
mis facultades, en el orden natural, son bienes intransferibles, que no pueden ser
comunicados a otros.
- María asegura que el Consagrado fiel jamás será abandonado por Dios:
(M.1042): Deben obrar de manera que Dios, siempre habite en ellos y no se verán por
Él, jamás abandonados.
-María promete ser para sus hijos refugio y consuelo y los conducirá con especial
ternura:
(M.1305): En la Consagración, el hijo se entrega a la Madre y Ella a su vez, será su
Refugio y su Consuelo, porque es el Arca, donde los hijos depositan el corazón.
Responded a Mi llamado, responded a Mi pedido, veréis que tiernamente seréis
conducidos por Mí.
El texto de Jeremías 24,7 señala: “Les daré un corazón para que me conozcan a Mí,
que soy el Señor. Ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios, porque volverán a Mí de
todo corazón”.
Y agrega el mensaje en su parte final:
(M. 1337): “Benditos sean mis hijos por Consagrar su corazón a María”.
“La Consagración irá directamente al corazón de María y Ella hace promesas
concretas de unión con su Hijo a quien se dirige con amor y con la oración constante
del Rosario”.
(M. 1426): Esa Consagración, que no requiere papeles ni fórmulas, porque esa
Consagración irá directamente a Mi Corazón: será única y exclusivamente para Mi
Corazón y será recibida por Mi Corazón.
Debéis tener amor y devoción a María; oración constante del Santo Rosario y
participación diaria en la Santa Eucaristía.
En el amor a la Madre, hallaréis al Amor del Hijo; en la oración a la Madre, estaréis en
unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo.
El mensaje nos invita a pertenecer a la Madre Y al Hijo, y la luz de María quitará toda
oscuridad en el camino:
(M. 1534): Deben saber mis hijos, que los llamo a la Consagración, porque siendo
Consagrados a Mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo. Mi Luz quitará toda
oscuridad y ayudará a mis hijos, a caminar el Camino que el Señor, ha establecido.