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PRÓLOGO

Con la publicación de Memórias póstumas de Brás Cubas en 1880 y, dos años


después, del volumen de cuentos Papéis avulsos (Papeles sueltos), Machado de Assis
(Rio de Janeiro, 1839-1908) promovió una renovación sin precedentes en la literatura
brasileña. Hay que tratar de comprender la motivación interna que habría conducido a
una experiencia tan radical: ¿cómo entender la “crisis de los cuarenta años” y la nueva
dicción de su prosa? Tal asunto ha favorecido el surgimiento de hipótesis tanto más
fecundas cuanto muchas veces opuestas.
El eterno retorno de la pregunta estimula una provocación: ¿en qué medida se
trata de una petición de principio? En la definición aristotélica este es un problema
lógico que consiste en situar como punto de partida el argumento que debería ser
probado al concluir el proceso argumentativo. La petición de principio sería alimentada
por el propio motor de las investigaciones, pues la concentración en la circulación de las
novelas alimenta el eterno retorno. Al fin, entre los cuatro primeros títulos de la obra
machadiana y los cinco últimos, se abre un horizonte radicalmente nuevo. Por cierto,
muchas veces está constituido por la reunión eficaz de procedimientos previamente
experimentados, destacándose los diversos tipos de narrador que tantas veces se han
advertido en sus cuentos y crónicas.
Ciertos trazos constantes se pueden identificar desde Ressurreição
(Resurrección) primera novela del autor, publicada en 1872, y aun en cuentos de la
década del sesenta. Por ejemplo, determinados temas –sobre todo el estudio de la
condición del agregado y de la patología de los celos–; esbozos de personajes –
especialmente los femeninos–; series metafóricas –destacándose el relativo al campo de
la mirada–; procedimientos textuales –particularmente la explicitación del acto de la
lectura como gesto autoral de una escritura de los ojos, anterior al movimiento de la
pluma–. Aun así, no se puede negar que la publicación de Memórias póstumas de Brás
Cubas abrió rumbos nuevos para Machado. La misma presencia de trazos constantes
sirve como contraprueba: si hay elementos innegablemente comunes, su tratamiento
impone una diferencia inequívoca.
Tal presupuesto permite extender la ruptura del “difunto autor” que habla desde
Memórias póstumas… al plano de los cuentos, estableciendo el paralelismo entre esta
novela y Papéis avulsos. No se trata de un artificio sin problemas. Algunos cuentos
reunidos por el autor en esa autoselección fueron publicados antes de Iaiá Garcia,
última novela de la llamada primera etapa romántica, impresa en 1878. Por ejemplo: “A
chinela turca” (“La chinela turca”) es de 1875; “Una visita de Alcibíades”, de 1876.
Un cuento como “Miss Dollar”, de 1870, publicado en la primera reunión de
historias breves, Contos fluminenses (Cuentos fluminenses) aparecida en ese mismo
año, tematiza de manera muy rica el papel del lector. El texto discute varias formas de
recepción, de ahí las constantes y provocadoras adjetivaciones: “lector superficial” y
aun “lector grave”, este último consagrado en la futura nota “Al lector” de Memórias
póstumas…
Esta apelación al lector también se encuentra en el poema narrativo “Pálida
Elvira”, incluido en Falenas, en 1870. Los versos iniciales anuncian:

Quando, leitora amiga, no ocidente


Surge a tarde esmaiada e pensativa1

En la secuencia, aparecen “mi lector” que, por ser “hombre sesudo/ Cierra
tranquilamente mi novela”; el “lector amigo”; la “lectora curiosa”. Eso sólo si
mencionamos algunas de las innumerables exhortaciones que puntúan el poema, cuya
estructuración depende de la escenificación del acto de lectura de los propios versos:

E ela? Se conheceste em tu vida,


Leitora, o mal do amor, delírio santo;
[...]
Repara que eu não falo desse enleio
De uma noite de baile ou de palestra;2

Aunque de forma bastante primaria, un movimiento similar ya se encuentra en


“Confissões de uma viúva moça” (“Confesiones de una viuda joven”), cuento publicado
en el Jornal das Famílias, en 1865, y también recogido por Machado en Contos
fluminenses. La narradora de este relato creyó armarse contra un conquistador vulgar:
“Este hombre […] no pasa de un mal lector de novelas realistas”, se escribe. Sin

1
“Cuando, lectora amiga, en occidente/ Surge la tarde pálida y pensativa”.
2
“¿Y ella? Si conociste en tu vida,/ Lectora, el mal del amor, delirio santo;/ […] Advierte que yo
no hablo de esa confusión/ De una noche de baile o de conferencia”.
embargo, como la joven viuda se dejó seducir, es posible concluir que la narradora-
protagonista es una lectora aún menos competente de novelas románticas. El cuento
representa la circunstancia del acto de lectura de las publicaciones seriadas: “Mis cartas
saldrán cada ocho días, de manera que el relato puede hacerte el efecto de un folletín
de periódico semanal”. Una interpretación renovada debería explorar esa representación
valorando el diálogo del narrador con el lector, sin dejar de reconocer el carácter
convencional y “edificante” de esta trama.
Con todo, el paralelismo entre Memórias póstumas… y Papéis avulsos dispone
de un argumento de peso: los cuentos más célebres de Machado salieron a partir de
1880. Es el caso de “O alienista” (“El alienista”, 1881), “Teoría do medalhão” (“Teoría
del figurón”, 1881); “O espelho” (“El espejo”, 1882); “A Sereníssima República” (“La
serenísima República”, 1882). O el de “Uma por outra” (“Una por otra”, 1897) y, sobre
todo, de “Pai contra mãe” (Padre contra madre, 1906).
Esta cuestión estimula una hipótesis de trabajo: cuál sería el resultado de una
lectura cruzada de las novelas de la llamada segunda fase con las novelas, los cuentos,
las crónicas, los poemas, las piezas de teatro y las notas críticas anteriores a la
publicación de Memórias póstumas…? ¿Tal lectura cruzada permitiría imaginar una
explicación alternativa para la crisis existencial y artística del autor de Ressurreição? Si
los elementos que estructuran la prosa del difunto autor ya se encontraban dispersos por
un lado y por otro, ¿qué lo habría estimulado a juntarlos? No se trata de una explicación
lineal, mucho menos monocausal, sino de un proceso de idas y venidas, cuya intelección
exige una nueva perspectiva.

II

Contos fluminenses, editado en 1870, reunió una selección de textos publicados


con anterioridad, y para que el lector aprecie su transformación temática, indico la fecha
de la primera aparición del cuento. Además, todos los textos salieron inicialmente en el
Jornal das Famílias: “Frei Simão” (“Fray Simón”), en junio de 1864; “Confissões de
uma viúva moça” (“Confesiones de una viuda joven”), en abril de 1865; “Linha reta e
linha curva” (“Línea recta y línea curva”), en varias entregas entre 1865 y 1866, “A
mulher de preto” (“La mujer de negro”), en abril y mayo de 1868, “O segredo de
Augusta” (“El secreto de Augusta”), en julio y agosto de 1868; “Luís Soares” en enero
de 1869. “Miss Dollar” fue el único cuento publicado originalmente en el propio libro.
Otros cuentos publicados en el curso de las décadas del setenta y el ochenta –
como “Mariana”, 1872, recogido al año siguiente en Histórias de meia noite (Historias
de media noche)–, dejan en evidencia que el tratamiento de los temas de los celos, el
adulterio, la vanidad y la hipocresía conoce una metamorfosis similar a la verificada en
los procedimientos propiamente formales, ocurridos en el plano de la novela. Hay, con
todo, una diferencia importante: las transformaciones suceden antes de 1880 porque en
el cuento, como en las crónicas, la rueda efectivamente giró antes de lo que podemos
llamar la revolución Brás Cubas. De este modo, si es necesario subrayar las
transformaciones internas del sistema literario Machado de Assis, igualmente importa
acentuar las líneas complejas de la continuidad.
Dos temas que se apoderan de la obra narrativa machadiana desde el principio:
los celos y el adulterio. En “Confesiones de una viuda joven” (1865) el adulterio es un
acontecimiento, por así decir, “espiritual”. Por lo demás, el joven Machado demuestra
cierta aversión a las alusiones directas al cuerpo y el erotismo; ese mismo será uno de
los motivos de su crítica severa a la novela O primo Basílio (1878), del escritor
portugués Eça de Queirós. En el cuento, una mujer casada permite que un seductor
barato la corteje. Aun así, la joven esposa decide resistir. Después de recibir una carta
de Emílio, en la que le confiesa su amor, ella reacciona de manera irreprochable. De
hecho, el joven Machado siempre se preocupó con la imagen y la compostura de los
personajes femeninos. La futura viuda toma una resolución que podría haber sido
definitiva: “quemé la carta que me quemaba las manos y la cabeza”. Paso por encima
del dudoso gusto de la frase y me concentro en la secuencia de la acción. La esposa, en
la inminencia de la “caída”, busca fortalecerse. Por entonces, se aproxima a su marido.
Este reacciona de una manera fría, distante: “Me entristeció que ese hombre, que podía
y debía salvarme, no podía comprender siquiera por instinto que si yo lo abrazaba tan
estrechamente era como si me agarrase a la idea del deber” (Los destacados en esta cita
del autor y en las siguientes me corresponden).
La indiferencia del marido sólo precipita los acontecimientos. Y, como debe ser,
el castigo viene al galope. Después de la muerte inesperada del marido, el galán
naturalmente abandona a la viuda puesto que no pretendía comprometerse seriamente
con nadie, sino comprometer la seriedad de muchas. La intención moralizante del
cuento es obvia, especialmente en su final. La viuda, joven y desilusionada, narra su
propia historia: “A cambio de mi amor, de mi primer amor, recibía de este modo la
ingratitud y el desprecio. Era justo: ese amor culpable no podía tener buen fin. Fui
castigada por las consecuencias de mi propia falta”. Una vez más, el vocabulario
elegido es sintomático: el adulterio es visto como una falta que merecía una adecuada
sanción. La simple posibilidad supone una severa condena: en el cuento la traición no
llega a consumarse. No hay ningún acto físico concreto, pero la simple anuencia de la
joven esposa al contacto con un desconocido es suficiente para estigmatizarla. En ese
caso, poco importa si la voz del narrador es femenina, pues ella reproduce sin fisuras los
valores dominantes.
En “Confesiones de una viuda joven” Machado también problematiza el modelo
de la publicación seriada y su forma específica de recepción, con lo cual este cuento se
convierte en pieza relevante en la historia de su experimentación con voces narrativas y
actos de lecturas. Sin embargo, el trazo edificante impide el pleno desarrollo de esa
potencia, pues el narrador pedagógico termina por dominar. Basta recordar la traducción
propuesta por la viuda del principio horaciano del docere et delectare: “Te doy mi
palabra de que te va a gustar y que aprenderás”. Es curioso que la narradora haya
invertido el orden de los términos de la fórmula horaciana; para la joven viuda, el
delectare parece tener primacía sobre el docere.

III

Un cambio relevante comienza a ocurrir en la década de 1870, inicialmente en


los cuentos y en las crónicas. En los dos géneros probablemente por la frecuencia del
ejercicio como por la respuesta inmediata del público. Eso sin mencionar la extensión
reducida del texto, lo cual propiciaría experimentaciones más temerarias, sobre todo con
la voz narrativa.
En una advertencia a la nueva edición de Ressurreição, publicada en 1905, el
autor maduro releyó de esta forma el esfuerzo del novato:

Esta fue mi primera novela escrita hace muchos años. Ofrecida en


nueva edición, no le altero la composición ni el estilo, sólo cambio dos o
tres vocablos y hago tales o cuales correcciones ortográficas. Como otras
que vinieron después, y algunos cuentos y novelas cortas de entonces,
pertenece a la primera etapa de mi vida literaria.
Machado tenía razón en distinguir dos etapas en su trayectoria. En la
reimpresión de sus primeras novelas, sintomáticamente insistió en tocar la misma tecla.
En 1907, en la advertencia a la nueva edición de A mão e a luva (La mano y el guante),
reconoció:

Los treinta y tantos años transcurridos desde la aparición de esta


novela corta a la reimpresión que ahora se lleva adelante podrían explicar
las diferencias de composición y de la modalidad del autor. Si el autor no
le daría ahora la misma factura, es cierto que se la dio otrora y, al cabo,
todo puede servir para definir a la misma persona.

Reveladora también es la nota que preparó para la reedición de Helena, que salió
en 1905:

Esta nueva edición de Helena aparece con varias enmiendas de


lenguaje y otras que no alteran la factura del libro. Se trata de la misma
novela del tiempo en que la compuse e imprimí, diferente del que el
tiempo me hizo después, correspondiendo así al capítulo de la historia de
mi espíritu en aquel año de 1876.

En carta a José Veríssimo, datada el 15 de diciembre de 1898, Machado


agradece los comentarios del crítico sobre la reedición de Iaiá Garcia. La justificación
es reveladora:

Lo que llamas “mi segunda manera”, naturalmente me es más


aceptable y cabal que la anterior, pero es grato encontrar que se recuerde
a esta, quien la penetre y disculpe, y hasta llegue a notar en ella algunas
raíces de mis arbustos de hoy.

En la publicación de sus Poesias completas, en 1901, Machado retoma el asunto:

No diré de unos y de otros versos sino que los hice con amor, y de
los primeros que los releí con saudades. Suprimo de la primera serie
algunas páginas; las restantes bastan para notar la diferencia de edad y de
composición.

Identificar dos etapas en la producción machadiana, por lo tanto, nada tiene que
ver con el deseo escolar de catalogación de estilos de época o de identificación de
corrientes literarias. No se trata de imponer etiquetas sino de observar la lógica interna
de una obra, lo que implica señalar diferencias significativas entre momentos marcados
con nitidez, pero no compartimentos estancos, de un largo recorrido.
La principal obra del joven Machado no habría sido la literatura aún o
totalmente, sino su ascenso social en la Corte de don Pedro II. El Machado maduro tuvo
que aguardar el momento justo para entrar en escena. Probablemente no se trató de un
cálculo de ajedrecista sino de una jugada fortuita. Y, por eso mismo, quizá el móvil sea
menos evidente.3

João Cezar de Castro Rocha


_______________
Prólogo a Confesiones de una viuda joven y otros cuentos, Machado de Assis. Montevideo,
Ediciones de la Banda Oriental, Colección “Lectores”, 2013. (Antología, traducción y notas de
Pablo Rocca).

3
Este prólogo es la adaptación para este volumen de algunos pasajes del capítulo inicial (titulado
“O naufragio das ilusões) del libro Machado de Assis: por uma poética da emulação, João Cezar de
Castro Rocha. Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2013. En este extenso, reciente y fundamental libro,
el investigador brasileño sintetiza una larga reflexión sobre la obra machadiana. El texto de esta
introducción fue revisado y aprobado por el autor (Nota del traductor).

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