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En la secuencia, aparecen “mi lector” que, por ser “hombre sesudo/ Cierra
tranquilamente mi novela”; el “lector amigo”; la “lectora curiosa”. Eso sólo si
mencionamos algunas de las innumerables exhortaciones que puntúan el poema, cuya
estructuración depende de la escenificación del acto de lectura de los propios versos:
1
“Cuando, lectora amiga, en occidente/ Surge la tarde pálida y pensativa”.
2
“¿Y ella? Si conociste en tu vida,/ Lectora, el mal del amor, delirio santo;/ […] Advierte que yo
no hablo de esa confusión/ De una noche de baile o de conferencia”.
embargo, como la joven viuda se dejó seducir, es posible concluir que la narradora-
protagonista es una lectora aún menos competente de novelas románticas. El cuento
representa la circunstancia del acto de lectura de las publicaciones seriadas: “Mis cartas
saldrán cada ocho días, de manera que el relato puede hacerte el efecto de un folletín
de periódico semanal”. Una interpretación renovada debería explorar esa representación
valorando el diálogo del narrador con el lector, sin dejar de reconocer el carácter
convencional y “edificante” de esta trama.
Con todo, el paralelismo entre Memórias póstumas… y Papéis avulsos dispone
de un argumento de peso: los cuentos más célebres de Machado salieron a partir de
1880. Es el caso de “O alienista” (“El alienista”, 1881), “Teoría do medalhão” (“Teoría
del figurón”, 1881); “O espelho” (“El espejo”, 1882); “A Sereníssima República” (“La
serenísima República”, 1882). O el de “Uma por outra” (“Una por otra”, 1897) y, sobre
todo, de “Pai contra mãe” (Padre contra madre, 1906).
Esta cuestión estimula una hipótesis de trabajo: cuál sería el resultado de una
lectura cruzada de las novelas de la llamada segunda fase con las novelas, los cuentos,
las crónicas, los poemas, las piezas de teatro y las notas críticas anteriores a la
publicación de Memórias póstumas…? ¿Tal lectura cruzada permitiría imaginar una
explicación alternativa para la crisis existencial y artística del autor de Ressurreição? Si
los elementos que estructuran la prosa del difunto autor ya se encontraban dispersos por
un lado y por otro, ¿qué lo habría estimulado a juntarlos? No se trata de una explicación
lineal, mucho menos monocausal, sino de un proceso de idas y venidas, cuya intelección
exige una nueva perspectiva.
II
III
Reveladora también es la nota que preparó para la reedición de Helena, que salió
en 1905:
No diré de unos y de otros versos sino que los hice con amor, y de
los primeros que los releí con saudades. Suprimo de la primera serie
algunas páginas; las restantes bastan para notar la diferencia de edad y de
composición.
Identificar dos etapas en la producción machadiana, por lo tanto, nada tiene que
ver con el deseo escolar de catalogación de estilos de época o de identificación de
corrientes literarias. No se trata de imponer etiquetas sino de observar la lógica interna
de una obra, lo que implica señalar diferencias significativas entre momentos marcados
con nitidez, pero no compartimentos estancos, de un largo recorrido.
La principal obra del joven Machado no habría sido la literatura aún o
totalmente, sino su ascenso social en la Corte de don Pedro II. El Machado maduro tuvo
que aguardar el momento justo para entrar en escena. Probablemente no se trató de un
cálculo de ajedrecista sino de una jugada fortuita. Y, por eso mismo, quizá el móvil sea
menos evidente.3
3
Este prólogo es la adaptación para este volumen de algunos pasajes del capítulo inicial (titulado
“O naufragio das ilusões) del libro Machado de Assis: por uma poética da emulação, João Cezar de
Castro Rocha. Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2013. En este extenso, reciente y fundamental libro,
el investigador brasileño sintetiza una larga reflexión sobre la obra machadiana. El texto de esta
introducción fue revisado y aprobado por el autor (Nota del traductor).