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¿Cómo aprende el cerebro? Repetir una y otra vez diferentes datos, hasta que logramos
memorizar una determinada información, no es la mejor forma de aprender. Diferentes
estudios científicos han demostrado que factores cómo la sorpresa, la motivación, la
emoción, el deporte, la novedad, o el trabajo en equipo, son ingredientes indispensables
para favorecer y fomentar el aprendizaje y conocimiento.
Para aprender es necesario introducir una novedad que logre sacar del letargo a nuestro
cerebro. De esa manera, favorecemos no sólo la atención sino también la memoria. La
información nueva y llamativa se almacena en nuestro cerebro de manera más profunda.
Según un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) la actividad cerebral
registrada durante una clase, es similar a la hallada viendo la televisión, es decir,
prácticamente nula. Para comprender cómo aprende el cerebro, es importante conocer cómo
siente, cómo procesa y almacena información.
Recientemente, cada vez es más frecuente encontrar el prefijo “neuro-” asociado a distintas
ciencias. Esto ha generado la creación de nuevas disciplinas como el neuromarketing, la
neurotecnología, la neurolingüística y la neurodidáctica. Y es que la neurociencia cada vez
tiene un papel más relevante en la explicación de la realidad científica. Conocer el
funcionamiento cerebral ayuda a comprender mejor fenómenos como el que nos ocupa:
cómo aprende el cerebro.
Seguramente todos recordemos a ese profesor o profesora que nos marcó para bien o para
mal. Si atendemos a cómo aprende el cerebro según la neurociencia esto tiene una
explicación muy sencilla.
La emoción y la cognición están estrechamente relacionadas y el diseño anatómico cerebral
es coherente con esta relación. La información que captamos viaja primeramente por
sistemas como el límbico, la parte primitiva o emocional del cerebro. Después, es enviada a
la corteza; la parte más analítica y más nueva filogenéticamente.
La parte más emocional está conectada con estructuras relacionadas con la supervivencia
como la amígdala. Por este motivo, la amígdala está destinada a consolidar un recuerdo de
una manera más eficaz. Es importante conseguir llegar a esta parte emocional para que la
información permanezca y el aprendizaje sea eficaz. Cómo aprende el cerebro: Por
ejemplo, contar historias es una manera magnífica de activar estructuras
subcorticales y aprender mejor.
Marc Prensky, experto en educación, afirma que el sistema educativo actual es anacrónico
y debería ser reemplazado por otro acorde a la realidad actual. No es sensato contar con
tecnología del siglo XXI y seguir enseñando como desde hace 200 años.
Cómo aprende el cerebro: Para conectar con las emociones y utilizar un material que
resulte significativo para los alumnos es imprescindible hacer uso de las TICs.
Tenemos que ser conscientes de que estamos tratando con nativos digitales y por ende el
formato digital es más atractivo.
Lo interactivo que tienen las tecnologías de la información favorece que la atención no
decaiga. El material audiovisual que manejan también favorece el almacenamiento de la
información.
Todo son ventajas si sabemos hacer un buen uso de las TICs para estimular y
complementar el aprendizaje en el aula.
La actividad física favorece que los músculos segreguen una proteína que al llegar al
cerebro favorece la plasticidad neuronal. Esta plasticidad se traduce en un aumento del
número de conexiones neuronales y sinapsis.
En ocasiones pasamos por alto la importancia de una buena alimentación para el cerebro (el
cerebro necesita vitaminas), o un buen descanso en el aprendizaje. El descanso está
íntimamente relacionado con procesos implicados en el aprendizaje tan importantes como
la memoria, la atención y la motivación.
Ver la televisión antes de dormir implica una alta estimulación del sistema nervioso
que dificulta el sueño. Ocurre de manera similar con los videojuegos, el ordenador, el
móvil y demás gadjets tecnológicos. La cena muy cercana a la hora de dormir impide hacer
una adecuada digestión que dificulta el descanso. E irse a dormir tarde implica dormir
menos horas y por lo tanto al madrugar el cuerpo se resiente.