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Este es un trabajo de equipo y sin ánimo de lucro de personas


totalmente independientes. Nuestro trabajo es enteramente para
hacer llegar a todos ustedes los magníficos trabajos de Autoras
de Literatura Homoerótica en lengua no hispana con una sola
finalidad. Disfrutar de una buena lectura.
Agradecemos por este libro a LYNN HAGEN por su gran trabajo
y a las personas que han hecho posible esta traducción.
2

Gracias Staff

CRÉDITOS

TRADUCTOR CORRECTOR

DISEÑO & FORMATO


Su Zorrito Travieso
Villa Brac 32

3
Lynn Hagen
Sinopsis

Mitch había conocido a su pareja en el restaurante. Aturdido de haber


encontrado al pelirrojo, pero ya teniendo un trabajo, Mitch promete recoger
a Pat del trabajo. Eso es hasta que él y su equipo se tropiezan con un perro
del infierno, y no sólo un sabueso, sino un primogénito. Ahora Mitch no sólo
tiene que estar un paso por delante de la bestia que le quiere muerto, sino
también proteger a su pareja.
Pat estaba emocionado de haber encontrado a su pareja, hasta que fue
sacado de su casa y llevado a su pareja, que estaba luchando por su propia
vida después de haber sido mordido. Pat nunca se había encontrado con un
perro del infierno, pero sabía cuán desagradable podía ser su mordisco. Pero
no todo es lo que parece, y depende de Pat encontrar una solución,
especialmente cuando la pareja del perro del infierno le secuestra. Syphon le
dice a Pat que la única manera de alejar a su pareja de todo esto es si Pat y 4
los demás están muertos.
Capítulo Uno

Moose sacudió la cabeza. —Me niego a creerlo. Holbrook ha sido parte


de este equipo durante más de una década. Es tan leal como parece.
Moose se apoyó contra la camioneta de Mitch. Estaban aparcados en la
cabaña de Mitch, la casa segura que había dejado que Cal y Francis
utilizasen. La casa segura que había estado cerca de ser destruida. Mitch aún
estaba echando humo por eso, aunque sabía que no había sido culpa de ellos.
Mitch daba golpecitos con su dedo contra el archivo en su mano. —Las
fotos y los estados de las cuentas bancarias no mienten. Estaba confabulado
con los hermanos DeFranco, e incluso tomó ese contrato de Hershel Covetti
para asesinar a su nieto, Cal.
Darren frunció las cejas mientras sacudía lentamente la cabeza. —Eso
simplemente no tiene sentido. 5
Mitch estuvo de acuerdo. Le había dicho a Callahan Covetti que la
amenaza había sido neutralizada. Y lo había sido. Mitch había matado a
Holbrook de un disparo. Holbrook había forzado la mano de Mitch, a pesar
de que Mitch no había querido matar a su viejo amigo.
Aún no podía creer que Holbrook había sido un asesino a sueldo.
—¿Tengo que preocuparme acerca de vosotros dos? —Arqueó una ceja
cuando miró entre Moose –cuyo verdadero nombre era John Zitelli– y
Darren.
Darren hizo un ruido en el fondo de su garganta. —Soy de fiar, hermano.
Tengo suficiente dinero en el banco, y mi trabajo es neutralizar amenazas,
no unirme a ellas.
—¿De cuánto dinero estamos hablando? —Moose sonrió. Cuando Mitch
le fulminó con la mirada, la sonrisa del shifter oso se desvaneció—. Mal
momento. Lo siento. Soy bueno —dijo—. Puedes confiar en mí, Mitch.
—Si cualquiera de vosotros hace que haga que os dispare, voy a estar
verdaderamente enojado. —Mitch lanzó el archivo al asiento de atrás de su
coche—. Aún no hemos localizado a Lenox, pero tenemos otro encargo.
—Acerca de un tiempo de mierda —gruñó Moose—. No es que no me
importe ayudar a osos polares inconscientes o perseguir demonios, pero
estoy preparado para algo más emocionante.
— Lo mismo aquí —dijo Darren—. No me importa ser el respaldo de
alguien, siempre y cuando eso no sea algo que hagamos todo el tiempo.
Los tres se quedaron en silencio, recordando a su miembro de equipo,
Mack, que había sido asesinado cuando Cal necesitó respaldo y los hermanos
DeFranco abrieron fuego en la oficina del shifter oso.
A Mitch no le gustaba perder hombres. Mack había dejado atrás una
pareja y una niña pequeña. Mitch le había pagado a ella la tarifa de Mack por
el encargo sólo porque se sintió malditamente culpable por su pérdida.
Añade a eso el hecho que Mack sabía cómo ahorrar dinero y su pareja 6
nunca tendría que preocuparse acerca del dinero de nuevo. Pero una
considerable cuenta bancaria no reemplazaba a un ser querido. Jodidamente
seguro que no le devolvería a Mitch a su amigo.
—¿Cuál es el encargo? —preguntó Darren.
Mitch sacó su teléfono y e inició sesión en el sitio web de su empresa. Era
una pequeña firma, Lacross Omega Security. La mayoría de sus contratos
eran mierda secreta del gobierno, pero en ocasiones, especialmente cuando
el trabajo era escaso, ahondaban en el sector privado y tomaban trabajos de
ciudadanos comunes.
Como Callahan Covetti.
Mitch sabía que Cal pensó que le había traicionado. Ese no había sido el
caso, pero tan pronto como supo que Cal estaría bien, Mitch se había ido a
cazar a Holbrook. Pero aún había permanecido en contacto con el tío de la
pareja de Cal, el detective Jake Licari, dando al shifter lobo actualizaciones.
Cuando Mitch había localizado a Paul DeFranco, había enviado a Jake la
ubicación, sólo para dar cierre a Cal.
—El Ultionem quiere contratarnos para un trabajo —dijo Mitch. Sabía
que los líderes tenían muchos recursos cuando se trataba de manejar
problemas, y de vez en cuando, lanzaban un caso a Mitch y sus hombres, lo
que era muy apreciado porque pagaban mucho dinero y el trabajo nunca les
enviaba al extranjero, como hacían algunos de sus contratos
gubernamentales—. Tenemos que encargarnos de dos perros del infierno —
dijo Mitch.
Moose soltó un bufido. —Dame algo desafiante.
Moose pensaba eso porque medía cerca de 2,13 metros, grueso con
músculos, y un blandengue en el interior. Eso era lo que asustaba a Mitch.
Un día Moose sería agradable con la persona equivocada, y Mitch
malditamente rezaba para que Moose se alejase de la situación con todas las
partes de su cuerpo intactas.
Darren era diferente. Era alto y delgado, con cabello oscuro y una gruesa
barba y bigote que le hacía parecer amistoso, aunque era un entrenado
mercenario que podía ir de sonreír a alguien a apuñalarle en un parpadeo. El 7
shifter coyote era letal, pero sólo para aquellos que se lo merecían.
—Sus nombres son Syphon y Demonian, y esos dos no son perros del
infierno normales y corrientes —dijo Mitch—. Escaparon de las entrañas del
Inframundo y son tan antiguos como el Guardián.
—¿Quién? —Darren frunció sus oscuras cejas.
Mitch rodó los ojos. —Por el amor de Dios. ¿Tienes más de 300 años y
nunca has escuchado sobre el Guardián?
Moose levantó lentamente la mano, lo que pareció ridículo ya que se
alzaba sobre ambos. Lo que la gente no sabía acerca de Moose era que tenía
el jodido corazón más grande para aquellos que consideraba un amigo. —
También necesito que eso se explique.
—El Guardián —dijo Mitch—. Dirige el Inframundo, encierra a los
chicos malos en celdas, tiene poder sobre los muertos y algunos incluso dicen
que fue el que dio forma al universo.
Darren se rio entre dientes. —¿Historias para dormir?
—Vosotros dos tenéis que salir con más frecuencia. —Mitch echó un
vistazo a los detalles del encargo—. Fueron vistos la última vez en Desire,
pero la información dice que se están dirigiendo hacia aquí.
—¿Tienes fotos de ellos en su forma humana? —preguntó Darren.
— Las estoy enviando a vuestros teléfonos. —Mitch dio un golpecito en
la foto y la envió en un mensaje de texto grupal—. Nos separaremos. No os
acerquéis si les divisáis. Llamad y esperad por respaldo.
Darren dio un bajo silbido cuando miró su teléfono. —Se ven como
matones heteros.
Moose sonrió con suficiencia. —No lo sé. El de la izquierda es algo
caliente.
—Perro del infierno —recordó Mitch al idiota—. Mordida letal para la
mayoría, mal temperamento y esos dos tienen llameantes ojos rojos, y
cuando cambian, su forma rottweiler tiene tres cabezas.
—Aún es caliente. —Moose sonrió.
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—Estás desesperado —dijo Darren—. No te acercarás para tirarle los


tejos. Recuerda, te chuparán toda la felicidad.
—Al igual que estáis haciendo vosotros dos ahora mismo —dijo Moose—
. Un hombre puede apreciar el buen aspecto y vosotros dos tenéis que
relajaros.
—Voy a dirigirme al centro de la ciudad. —Mitch metió su teléfono en
su bolsillo trasero—. Moose, toma el lado oeste de Villa Brac. Darren, toma
el lado este. Informad cada hora.
Mitch les observó irse antes de dirigirse hacia adentro. Caminó hacia el
cuarto de baño y gimió. La encimera de lado a lado de la pared había sido
destruida, al igual que la pared de cristal de la ducha. Tan pronto como su
nuevo encargo estuviese terminado, contrataría a Roman Lakeland para
reparar el desastre.
Hasta entonces, Mitch salió al exterior, entró en su camioneta y se dirigió
hacia el centro de Villa Brac. Aparcó frente al restaurante y salió, mirando a
la gente pasando junto a él.
Mitch deseaba que un milagro cayese en su regazo y divisara a los dos,
pero su suerte nunca era tan afortunada.
Se quedó inmóvil cuando olió fresas frescas. ¿De dónde demonios estaba
viniendo ese aroma? Miró arriba y abajo de la calle, intentando ubicar el
aroma.
—Te lo estoy diciendo —dijo un pelirrojo mientras pasaba junto a
Mitch—, tener citas en esta ciudad apesta.
El chico estaba con alguien más, un hombre bajo con cabello oscuro que
llevaba pantalones y un chaleco de punto. —Me alegra tanto no tener ese
problema —dijo el hombre de cabello oscuro.
— Eres malditamente afortunado —dijo el pelirrojo.
Mitch se apoyó contra su camioneta, cruzó los brazos y observó al hombre
bajo y delgado que tenía los ojos verdes más hermosos que Mitch había visto.
—Encontrarás a tu alguien especial. —El hombre de cabello oscuro dio
una palmadita en el brazo derecho del pelirrojo antes que entrasen en el
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restaurante.
Mitch nunca se desviaba de sus encargos. Su atención siempre estaba
centrada, pero el pelirrojo le había distraído, y antes que supiese qué estaban
haciendo sus pies, siguió a los dos al interior del restaurante.
Habían tomado asiento en una de las cabinas junto a la ventana. Mitch se
deslizó en una detrás de ellos.
—De todos modos —dijo el pelirrojo—. ¿Escuchaste que el Sheriff
Werth llevará a Newt de vacaciones? Estoy tan celoso. Pero creo que lo está
haciendo porque Newt está enojado que Werth, incluso después de todo este
tiempo, aún echa de menos a su perro y su pareja está cansado de él estando
todo deprimido.
—Eres tan malo, Pat —dijo el hombre de cabello oscuro—. Cotillear
debería ser ilegal.
Pat. Ahora Mitch tenía un nombre para ir con el hermoso rostro de Pat.
—Cierra la boca —dijo Pat—. Si ese fuese el caso, yo estaría encerrado
y la llave habría sido tirada al mar.
Mitch desconectó del resto de la conversación. Simplemente miró
fijamente a Pat mientras el hombre se reía, admirando su dulce sonrisa y la
manera que su muñeca se movía de un lado a otro mientras hablaba.
El guepardo de Mitch aulló ante el delicioso sonido. Incluso por encima
del olor a café, patatas fritas grasientas, carne chisporroteante y limpiador
con olor a pino, Mitch aún pudo detectar el aroma a fresas de Pat.
Inclinó la cabeza hacia un lado. Incluso olió al zorro de Pat. Era el mismo
aroma que había detectado en el apartamento de Francis.
Su guepardo aulló más alto. Mitch sintió sus caninos intentando
descender, y los vellos a lo largo de su cuerpo se erizaron. ¿Qué cojones?
Nunca antes había tenido esta clase de reacción ante un chico lindo.
Normalmente su guepardo no le importaba una mierda de una manera u otra
a quién le interesaba a Mitch.
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Pero su bestia se estaba volviendo loca.
Mitch se aferró al lateral de la mesa, respirando de manera constante para
tranquilizar a su guepardo. Cuando levantó la mirada, Pat le estaba mirando
fijamente de manera extraña.
—¿Qué pasa? —preguntó a Pat el hombre de cabello oscuro—. Te ves…
no sé… estreñido.
Pat mordisqueó su labio inferior, y Mitch gimió lo suficientemente alto
para que el hombre de cabello oscuro se diese la vuelta y le mirase.
Su mirada se cruzó con la de Mitch, Pat se levantó y tomó asiento frente
a él. —¿Me estoy volviendo loco, o sientes una conexión?
Ahora que Pat estaba más cerca, su aroma más fuerte, Mitch sintió como
si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago. Su cuerpo se tensó, y Mitch
abrió los ojos como platos cuando un ronroneo retumbó a través de su pecho.
Los ojos de Pat también se abrieron como platos. Entonces sonrió, y joder,
Mitch fue hechizado por el simple giro de los labios del chico. — Me gusta
ese sonido de ronroneo.
Mitch miró hacia la puerta. Había aceptado el contrato. Tenía que estar
fuera de aquí buscando a los perros del infierno, pero maldita sea si podía
hacer que se levantara y se fuera.
En su lugar, extendió la mano. —Mitchell Lacross.
—Patrick Moore. —Pat deslizó su delgada mano en la de Mitch, y Mitch
nunca quiso dejarla ir. Pat se inclinó más cerca, su mano aún unida a la de
Mitch—. ¿Somos pareja?
La pregunta fue un golpe desde el campo izquierdo. Con su otra mano,
Mitch frotó su mejilla. —Es un infierno de atracción lo que siento hacia ti.
Pat deslizó su mano de la de Mitch y se recostó. —Lo sé, ¿verdad?
—¿Qué está pasando? —El hombre de cabello oscuro se dio la vuelta y
estaba de rodillas mientras miraba por encima de la cabina.
—Métete en tus propios asuntos, Maltese —dijo Pat—. Hablaremos más
tarde.
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El camarero se acercó a su mesa.
Pat parpadeó ante el hombre y luego regresó su atención de nuevo a
Mitch. —Ya no tengo hambre.
—Bueno, yo sí —dijo Maltese—. Sólo tenemos una hora para comer, de
manera que mejor come en lugar de ponerle ojitos al caliente extraño.
Pat agitó la mano sobre su hombro. —Entonces come y deja que tenga mi
hora.
—Lo que sea —gruñó Maltese mientras se daba de nuevo la vuelta.
Mitch olfateó un poco más fuerte. Maltese era un demonio. Nunca había
conocido a uno que no estuviese intentando engañar a alguien, excepto por
los guerreros demonio. Era jodidamente extraño ver a uno tan bajo y delgado
con grandes e inocentes ojos.
—¿Dónde trabajas? —Mitch regresó su atención de nuevo a Pat, pero en
serio tenía que irse. Mitch también quería saber dónde encontrar a su pareja.
Su pareja. Joder. Hablando de momentos inoportunos.
—Soy un emisor en la comisaría. —Par agarró un bolígrafo del delantal
del camarero sin preguntar. Giró la mano de Mitch y garabateó en su
palma—. Ese es mi número de teléfono.
Mitch agarró el bolígrafo y escribió el suyo en la palma de la mano de
Pat. —Y ese es el mío.
Justo entonces el teléfono de Mitch pitó. A regañadientes, liberó su mano
y agarró el teléfono de su bolsillo. Era Moose. Había divisado a uno de los
perros del infierno.
Mitch tenía que irse. —Tengo que irme, pero quiero reunirme contigo
más tarde.
El sonrojo que se apoderó de las mejillas de Pat fue malditamente
adorable. —No termino hasta las ocho.
Mitch agarró la mano de Pat y besó sus nudillos. —Entonces te veré a las
ocho.
Con un suspiro de frustración, Mitch se levantó y salió del restaurante.
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Llamó a Moose cuando entró en su camioneta. —¿Dónde estás?
Moose le dio la ubicación.
—¿Has alertado a Darren?
—Está en camino —dijo Moose.
—No te atrevas a hacer un movimiento hasta que llegue ahí. —Mitch
colgó y se alejó de la acera, dirigiéndose hacia el lado oeste de la ciudad.
Mientras conducía, metió el número de teléfono de Pat en sus contactos. Lo
último que quería era sudar o frotar el número de teléfono de su pareja de su
mano.
¿Somos pareja? A pesar de la grave situación a la que se dirigía Mitch,
sonrió, sacudió la cabeza y soltó una risotada, aún sorprendido que el shifter
zorro fuese su pareja.
Su sonrisa murió cuando se detuvo detrás la escuela secundaria. Las nubes
se habían movido para bloquear el sol cuando aparcó y salió. Moose estaba
a dos plazas de él, y el aparcamiento estaba lleno de coches.
¿Qué estaba haciendo un perro del infierno en la escuela?
Como si leyese su mente, Moose sacudió la cabeza. —No está en la
escuela. —Sacudió la barbilla hacia el final de la calle—. Entró en la casa
blanca con adornos amarillos. Sólo pensé en mezclarme entre el mar de
coches.
Eso sería imposible considerando cuán alto era el hombre. Se alzaba sobre
los vehículos. Hubiese sido mejor si se hubiera escondido detrás de uno de
los autobuses escolares. —¿Estaba solo?
Moose sonrió. —Es el caliente, Demonian.
Junto con Moose teniendo el corazón más grande en lo que respectaba a
sus amigos, el hombre era un idiota, a pesar de lo mortal que podía ser.
Mientras trabajaba, Moose era todo negocios. Cuando era tiempo de
inactividad, era como un gran osito de peluche, lo que era irónico ya que era
un shifter oso negro.
Darren se detuvo y salió de su Jeep. Miró hacia la escuela con 13
preocupación en sus ojos hasta que Mitch le dijo dónde estaba el perro del
infierno.
—Jodidas gracias —dijo Darren—. No tenía ganas de dar un susto de
muerte a los niños.
Los tres descendieron rápidamente por la calle. Cuando se acercaron a la
casa, se separaron. Moose fue hacia la parte de atrás, y Mitch y Darren se
acercaron por la parte delantera.
Mitch quería esperar la señal de Moose, pero cuando escuchó gritar a una
mujer, rompió la puerta y cargo al interior.
Jodida. Mierda.
El perro del infierno había cambiado, y era el perro más grande que Mitch
había visto. ¡Era del tamaño de un maldito pony!
Giró sus tres cabezas y le gruñó, sus ojos rojos y llameantes. Mitch sabía
que tenía que apuñalar al hijo de puta en un punto detrás de su oreja, pero,
¿cuál maldita oreja? Los perros del infierno, cuando estaban en su forma
humana, tenían una marca oscura detrás de su oreja. Apuñálales en ese punto
y morían. Pero, ¿cómo demonios se suponía que encontrase esa marca
cuando la bestia tenía seis para buscar?
—Ahora, ¿qué? —Darren había entrado en modo combate. Tenía dos
cuchillos muy afilados en sus manos y separó las piernas, su mirada
lanzándose entre las cabezas. Mitch sacó su propio cuchillo y lo aferró con
fuerza.
—Ahora comenzamos a apuñalarle y esperamos golpear nuestra marca
antes que la bestia nos muerda.
Para un humano, la mordida de un perro del infierno era mortal. Para un
no humano, la mordedura aún dolería muchísimo, pero tenían un 50% de
sobrevivir.
A Mitch no le gustaban esas probabilidades.
—Ve a la izquierda y yo iré por la derecha. —Mitch aún no había visto a
la mujer que había gritado, pero el rottweiler era tan grande que no podía ver
más allá. 14
¿Moose ya había entrado? ¿Aún estaba fuera comprobando el perímetro?
El perro de tres cabezas era tan jodidamente grande que Mitch no podía ver
más allá.
El perro del infierno aulló y se dio la vuelta, gruñendo a algo detrás de él.
—Ya no eres tan caliente —dijo Moose desde algún lugar en la parte de
atrás—. Cambia de manera que pueda conseguir tu número de teléfono.
—Juro que se cayó de cabeza cuando era un cachorro —dijo Darren.
—Quizás, pero nos ha dado una oportunidad. —La marca era apenas
perceptible, pero estaba ahí, detrás de la cabeza a la izquierda. Mitch se
movió a la velocidad de la luz, no dispuesto a darle a la bestia la oportunidad
para girar de nuevo sus cabezas.
Pero segundos antes que hundiese su cuchillo profundamente, el perro del
infierno se dio la vuelta y chasqueó sus mandíbulas, un largo diente cortando
el bíceps izquierdo de Mitch. No dejó que el dolor le detuviese. Mitch se
subió sobre el perro del infierno y le montó como a un toro salvaje mientras
agarraba su cuchillo con ambas manos y dejaba que sus brazos se
balanceasen hacia abajo.
Golpeó el suelo y rodó hacia su costado cuando el perro del infierno se
desplomó, casi aplastando a Mitch. Pateó la pesada pata antes que Mitch se
recostase, mirando fijamente al techo, su brazo sintiéndose como si estuviese
en llamas.
—¡Mierda, Mitch! —Moose se dejó caer a su lado—. Sabía que no podía
ser tan fácil. ¿Fuiste mordido?
Mitch alejó la mano de la herida. Joder. Estaba llena de sangre.
—¿Cuánto te duele? —Darren se agachó junto a él.
—Pat. —Mitch apretó los dientes cuando el dolor se intensificó.
Afortunadamente había sido rozado por el diente y el perro no había hundido
sus caninos. Lo malo era que el perro del infierno había roto la piel—. Tienes
que llegar a mi pareja.
—¿Quién es Pat? —preguntó Moose.
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—¿Desde cuándo tienes una pareja, y por qué no dijiste nada acerca de él
antes de ahora? —preguntó Darren.
—Emisor de la policía. —La habitación comenzó a girar cuando Mitch
apretó su brazo. Bilis se elevó en la parte posterior de su garganta cuando
lanzó la cabeza hacia atrás y gritó segundos antes que se desmayase.

Mientras Darren levantaba a Mitch y le llevaba a su coche, Moose tuvo la


buena fortuna de tener que enterrar al perro del infierno. El bastardo apestaba
y era jodidamente pesado. No había manera correcta de llevar a un perro de
tres cabezas de gran tamaño. Sus cabezas seguían dando coletazos alrededor,
haciendo imposible el transportarle.
Moose dejó al perro en la sala de estar y miró alrededor. Vio a una mujer
yaciendo en el suelo del pasillo, rasgada en pedazos. ¿Por qué Demonian
había elegido a esta mujer? ¿Por qué la había asesinado?
Inseguro de las respuestas, Moose comprobó el resto de la casa. Parecía
que ella vivía sola. Llamaría al Sheriff Werth después de que cargase al perro
del infierno en su camioneta para contarle acerca de la mujer. Nadie debería
morir de una muerte tan violenta, y nadie debería ser dejado como la basura
de ayer.
Ella merecía un entierro apropiado.
Moose regresó al aparcamiento de la escuela, recuperó su SUV y condujo
de nuevo a la casa, entrando marcha atrás en el camino de entrada de manera
que la parte de atrás de su vehículo estuviese cerca de la puerta trasera.
Iba a romperse la espalda metiendo al perro del infierno en su SUV, pero
Moose se las apañó y se alejó conduciendo, dirigiéndose hacia las afueras de
la ciudad.
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Cuando estuvo lo suficientemente lejos, salió al campo y arrojó el cuerpo,
derramó gasolina sobre él del recipiente que tenía en la parte de atrás, y
prendió fuego al hijo de puta.
Moose no se quedó. El olor le estaba poniendo enfermo. Entró en su SUV
y se alejó conduciendo, dirigiéndose para recoger a la pareja de Mitch.
Un perro del infierno menos, faltaba otro.
Capítulo Dos

—Hasta mañana —dijo Pat cuando salió de la comisaría, agitando la


mano por encima de su hombro. Entró en su coche compacto y salió del
aparcamiento de la policía, dirigiéndose a casa por la noche. Había sido un
día muy largo, y todo en lo que podía pensar era meterse en un baño de
burbujas para remojar sus cansados huesos.
Pat pensó acerca de Mitch y aún no podía creer que hubiese encontrado a
su pareja. Mitch tampoco había aparecido en la comisaría, y Pat había
esperado toda una hora desde el momento que había salido del trabajo.
¿Ese era el tipo de pareja que tenía? ¿Un rompedor de promesas? El
pensamiento hizo que el pecho de Pat doliese mientras conducía hacia casa.
Esperaba que no fuese el caso, que algo importante hubiese surgido y que
Mitch le localizase con una excusa suficientemente buena.
17
Si no lo hacía, Pat no estaba seguro qué haría. Estaba acostumbrado a
lidiar con gente buena, honesta y confiable. De acuerdo, excepto su hermano,
pero eso era otra historia.
Pat debió haber pensado en Zack, porque justo en ese momento su móvil
sonó, mostrando su nombre en la pantalla. Debatió sobre si responder o no
la llamada. Actualmente su hermano estaba intentado “encontrarse a sí
mismo”. Lo que sea que eso significase. Zack había pasado por tantos
trabajos en los últimos dos meses, y últimamente, cada vez que llamaba, era
para pedir prestado dinero.
Pat era un saludable ahorrador y vigilaba cada centavo que gastaba. Ya
que los shifters vivían una vida muy larga, estaba intentando rellenar su
cuenta de ahorros.
Pero con Zack constantemente pidiendo prestado dinero, el sueño de Pat
de vivir cómodamente parecía más y más lejano.
Con un suspiro de frustración, agarró el teléfono del asiento del pasajero
y respondió: —¿Sí?
—¿Por qué te oyes tan irritable? —preguntó Zack.
Pat dejó escapar un largo suspiro. —He tenido un día duro.
Eso no era una mentira. Las llamadas seguían llegando todo el día, y
siendo un emisor, Pat estaba en primera línea para ayudar a las personas a
mantener la calma al descubrir lo que estaba sucediendo en sus vidas.
Una llamada fue acerca de un tipo abusando de su esposa, y Pat tuvo que
escucharle gritarle y amenazar su vida mientras enviaba coches patrulla a su
dirección.
Otra fue la Sra. O’Reilly, una mujer de 72 años que juraba que su gato
estaba intentando asesinarla.
Una llamada fue acerca de un accidente de coche. Otra fue acerca de un
chico perdido, que, afortunadamente, sólo había estado jugando en la puerta
de al lado con el perro del vecino.
Aun así, había veces que Pat se sentía abrumado debido a su trabajo.
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—Mamá sólo quería que te llamase y recordase que estés en su casa este
fin de semana —dijo Zack—. Quiere ayuda para llevar cosas afuera para su
venta de garaje.
El sábado sería el único día libre de Pat después de los siguientes cinco
días. Amaba mucho a su madre, y la ayudaría con cualquier cosa, pero
caramba, no quería renunciar a su único día libre para quedarse de pie bajo
el abrasador sol y observar a la gente recoger las cosas que ella había querido
deshacerse del ático.
—¿Por qué no puedes ayudarla tú?
—Comienzo en mi nuevo trabajo, y no puedo perder ningún día —dijo
Zack con orgullo en su tono de voz.
—¿Un nuevo trabajo? —Pat esperaba que Zack mantuviese este más
tiempo que el último, que fue de tres días. Tres apestosos días y Zack había
renunciado a Jammin’ Juice Hut.
—The Pit —dijo Zack—. Priest parece un hombre agradable, pero decirle
que necesito un día libre en mi segundo día no se verá bien.
Su hermano tenía un punto, y Pat se alegró que se estuviese tomando su
trabajo en serio. —Bien, iré a casa de mamá.
Pat se detuvo en su camino de entrada y apagó el motor.
—Se lo diré —dijo Zack antes de colgar.
—La mierda que hago por mi familia. —Pat suspiró cuando salió, ansioso
por meterse en su baño de burbujas. Estuvo tentado de desconectar el
teléfono, pero siempre lo mantenía encendido sólo en caso que le necesitasen
del trabajo.
Tan pronto como Pat entró en su casa, supo que algo estaba mal. Nada
parecía fuera de lugar, pero había una extraña clase de energía fluyendo
alrededor de su casa.
Pat poseía un arma, pero nunca la había utilizado y rezaba para que nunca
tuviese que hacerlo. desafortunadamente, el arma estaba en el armario de su
dormitorio en una caja de seguridad. Eso no le haría ningún bien cuando
estaba de pie junto a la puerta principal. 19
Agarró más fuerte las llaves y teléfono en sus manos, debatiéndose sobre
si darse la vuelta e irse o regañarse por estar cansado e imaginar cosas.
Lo que tuvo a Pat dándose la vuelta hacia la puerta fue el hecho que no
tenía el hábito de ceder ante la paranoia. Se consideraba a sí mismo bastante
sensato, lo que necesitaba con el fin de hacer su trabajo.
Su mano aterrizó en el pomo, y Pat estaba a punto de abrir la puerta
cuando una gran y carnosa mano golpeó contra la madera, evitando que Pat
se fuese.
Se dio la vuelta y levantó la mirada hacia el tipo monstruosamente alto de
pie justo detrás de él. El estómago de Pat cayó, junto con su mandíbula, ante
la vista del musculoso hombre.
El tipo olía como un shifter oso. Malditamente seguro que estaba
construido como uno.
—Mitch te necesita —dijo el tipo—. Me envió a buscarte.
—¿Cómo conoces a Mitch? —Pat cuadró los hombros, negándose a
mostrar a este gigante cuán asustado estaba verdaderamente. Y Pat estaba
francamente aterrorizado. Era un shifter zorro, de constitución pequeña, y no
tenía músculos definidos.
El hombre frente a él tenía que medir cerca de 2,13 metros, quizás más
alto.
—Es mi jefe y un buen amigo. Ha sido herido —dijo el hombre—.
Necesito que vengas conmigo.
Pat había sido un emisor durante muchos años, había lidiado con la
comunidad no humana el tiempo suficiente para saber que algunas veces los
chicos malos se disfrazaban como los chicos buenos con el fin de utilizar una
pareja como ventaja.
—No voy a ninguna parte a menos que Mitch llame y me diga que estás
de su parte. —Pat intentó agacharse y pasar bajo el brazo de la montaña, pero
el hombre le bloqueó con facilidad.
—Ven conmigo o te sacaré de aquí. —Sus ojos se habían entrecerrado, y 20
sus labios se habían adelgazado. El extraño quiso decir cada palabra—.
Además, si no es una molestia, ¿te importa si agarro un aperitivo en nuestro
camino? Estoy hambriento. —Su ceño amenazador se desvaneció cuando le
sonrió a Pat. No estaba seguro si la sonrisa era más aterradora que el
endurecido rostro que acababa de poner.
Sin correr ningún riesgo, Pat se dejó caer en el suelo, rodó para pasar al
hombre y se levantó de un salto antes de correr a través de su sala de estar,
desesperado por llegar a su puerta trasera.
Pat sabía que no era cierto, pero malditamente seguro que se sintió como
si la casa se sacudiese cuando el extraño le persiguió. Sostenía el teléfono en
su mano, pero no tenía tiempo para detenerse y marcar al 911. Clark estaba
manejando los teléfonos esta noche, y era un chico dulce, pero no era muy
brillante, y Pat temía que no enviase ayuda lo suficientemente rápido.
Alcanzó la cocina, pero antes que pudiese llegar a la puerta, la montaña
le agarró por su cintura y levantó a Pat.
—¡Déjame ir, enorme gorila! —Pat balanceó sus brazos y piernas, en
vano. El extraño tenía un fuerte agarre sobre él cuando se dio la vuelta, agarró
una caja de panecillos dulces de la encimera de Pat, y salió por la puerta de
atrás.

Pat estuvo sorprendido que el viaje no había tomado mucho tiempo.


Entraron en un largo camino de entrada rodeado de bosques que se abría para
revelar una cabaña de aspecto hermoso.
Cuando su secuestrador aparcó –y había arrasado con la caja de panecillos
dulces de camino aquí– Pat alcanzó la puerta, preparado para salir corriendo,
pero el extraño agarró su brazo y tiró de Pat a través del asiento y luego le
llevó al interior.
—Lamento secuestrarte —dijo la montaña—. Realmente soy un chico 21
agradable, pero Mitch te necesita.
Pat no se molestó en pelear. Sería inútil teniendo en cuenta el gran tamaño
del hombre. Simplemente tendría que encontrar otra manera para escapar.
—¿Por qué le estás llevando? —preguntó un hombre alto y delgado con
oscura barba y bigote—. Mitch va a matarte por poner tus manos en él,
Moose.
Moose. Un nombre apropiado.
—¿No estaba mintiendo? —preguntó Pat mientras miraba entre los dos
hombres.
—¿Acerca de qué? —preguntó el extraño cuando Moose bajó a Pat.
—Dijo que Mitch estaba herido y tenía que ir con él.
El hombre extendió su mano. —Soy Darren Christopher, y el hombre
detrás de ti es John Zitelli, pero le llamamos Moose por obvias razones.
Darren era jodidamente caliente. Pat le miró antes de preguntar. —Así
que, ¿dónde está Mitch?
—Tengo que avisarte, no es bonito —dijo Darren—. ¿Sabes algo acerca
de los perros del infierno?
Pat giró la cabeza de golpe cuando escuchó un alto gemido. No conocía a
su pareja tan bien como para decir con certeza que esa era su voz. —He
escuchado acerca de ellos, pero personalmente nunca he conocido a uno.
—Y no quieras hacerlo —dijo Moose antes de dirigirse hacia la nevera—
. Desagradables hijos de puta que te quitan toda tu felicidad.
—Y tienen una destructiva mordida —añadió Darren—. Lo que,
desafortunadamente, Mitch descubrió de primera mano.
Las cejas de Pat se dispararon hacia arriba. —¿Mitch fue mordido por uno
de ellos?
Había escuchado acerca de los perros del infierno, cuán viciosos eran y
cómo su mordida mataba a humanos y los no humanos tenían una
22
probabilidad de 50% de sobrevivir. El corazón de Pat cayó al suelo. Había
tenido una breve conversación con Mitch. No conocía al hombre en absoluto,
y si la mordida le mataba, Pat perdería a su pareja sin ni siquiera llegar a
conocerle.
Siguió los gemidos hacia un dormitorio a la derecha de la cocina. Pat abrió
la puerta al nocivo olor a azufre que casi le hizo caer de culo.
Se acercó lentamente a la cama, afectado ante la vista de seca espuma
negra alrededor de la boca de Mitch.
—Tiene que vomitar ese veneno —dijo Darren desde detrás de él—. Le
habría dado un baño, pero el cuarto de baño está destruido.
—¿Dónde está el cuarto de baño?
Cuando Darren se lo mostró, Pat mojó apresuradamente una toalla y
corrió de regreso a la habitación, limpiando la espuma alrededor de su boca.
—Podría no haber conocido a un perro del infierno, pero sé que esta espuma
quemará cualquier cosa que toque.
Y Pat tenía razón. Había burbujeantes marcas rojas alrededor de la boca
de Mitch.
Pat dejó caer la toalla cuando Mitch se dobló y comenzó a gritar. Se
revolvió tanto que Moose tuvo que sujetarle. Lágrimas llenaron los ojos de
Pat. Simplemente no podía quedarse ahí de pie y no hacer nada. Tenía que
ayudar a su pareja.
Sacó el móvil y marcó a su jefe. Cuando Werth respondió, Pat habló
malditamente rápido, contándole lo que estaba pasando.
—¿Tu pareja? —Werth sonaba sorprendido.
—Lo acabo de descubrir en el almuerzo. ¿Conoces a alguien que pueda
ayudarle? —Pat tuvo que salir de la habitación. Mitch estaba gritando tan
fuerte que apenas escuchaba lo que el Sheriff Werth estaba diciendo.
Tampoco podía soportar el hecho que Moose estaba prácticamente
sentado sobre Mitch. Quería darle un puñetazo al gigante en su garganta por
tocar a su pareja. 23
—Dame la dirección. Haré unas llamadas telefónicas. Aguanta ahí, ¿de
acuerdo?
—No me gusta sentirme tan inútil —admitió Pat.
— Lo sé, pero no te dejaré colgado. Dame un minuto y te llamaré de
nuevo. —Werth colgó, dejando a Pat mirando fijamente alrededor de la
habitación. Había estado en algunas situaciones bastante desastrosas en su
vida antes, pero nunca tan intenso, nunca tan a vida o muerte.
Pat se limpió algunas lágrimas perdidas, cuadró los hombros y regresó a
la habitación. Sin importar cuán malo se había puesto con Mitch, Pat estaría
a su lado. Porque si la mordida le mataba… no, Pat ni siquiera iba a pensar
acerca de eso. Se negaba a creer que Mitch no lo lograría.
Pat se arrastró en la cama al lado de su pareja y se acurrucó a su alrededor
después que sus gritos se calmasen y dejase de revolverse.
—No querrás conseguir esa mierda negra sobre ti —dijo Darren.
—Tendré cuidado. —Pat pasó la mano a través del cabello de Mitch y
susurró—: Estoy justo aquí contigo. No estás solo.
No estaba seguro cuánto tiempo permaneció de esa manera, pero lo
siguiente que Pat supo fue que un hombre muy alto y cincelado con cabello
negro y oscuros ojos marrones entró en la habitación, dominio y autoridad
fluyendo a su alrededor.
El hombre miró a Pat antes que su mirada se moviese hacia Mitch. —Me
han dicho que ha sido mordido por un perro del infierno.
—¿Quién eres? —preguntó Pat, sintiéndose muy protector de su pareja.
El hombre le dio un corto asentimiento de cabeza. —Mi nombre es
Nazaryth, y puedo ayudar.
Pat se puso rígido cuando el hombre sacó algo de su bolsillo.
Nazaryth se acercó a la cama. —Esto es una pasta herbal hecha de plantas
curativas. Extrae el veneno y hace que la herida sane más rápido.
24
Pat dudó, luego se movió de la cama, pero aún mantuvo agarrada la mano
de Mitch mientras observaba al extraño retirar los vendajes. Pat casi sintió
náuseas por lo desagradable que parecía la herida. Era roja, estaba hinchada,
y… no pudo pensar ninguna otra manera de describirla excepto húmeda. De
la clase que supura y viscosa.
Oh, Dios. Iba a ponerse enfermo.
Y el olor. Era tan malo que Pat realmente se mareó.
Lo milagroso fue que tan pronto como Nazaryth extendió el ungüento
sobre la herida, el olor desapareció, y Mitch –que había estado luchando por
respirar– se tranquilizó.
Nazaryth entregó el pequeño bote a Pat. —Cambia los vendajes de
manera regular, y cuando lo hagas, límpiala y extiende el ungüento sobre la
herida.
—¿Cuándo dejo de utilizar esto? —preguntó Pat.
—Cuando su herida esté sanada. Sabrás cuándo. —Nazaryth miró
alrededor, agarró una toalla del vestidor y se limpió las manos—. ¿Sabes qué
perro del infierno le mordió?
—Mitch dijo que el nombre del tipo era Demonian —dijo Moose—. Un
tipo caliente al que tuve que prender fuego después que Mitch le matase.
Los ojos de Pat se redondearon. ¿Prender fuego? ¿Qué clase de mierda
loca era esa?
La mandíbula de Nazaryth se tensó. —¿Era el único?
Moose sacudió la cabeza. —Escapó del Infierno con Syphon.
El hombre maldijo. —¿Qué os hizo ir tras él?
—Un contrato del Ultionem —dijo Darren.
—Esos tontos —gruñó Nazaryth—. No os deberían haber entregado ese
contrato. Demonian y Syphon estuvieron entre los primeros perros del
infierno creados. Son demasiado peligrosos para que simples shifters los 25
derriben.
—Hey, matamos a Demonian —argumentó Moose—. Eso fue bastante
fácil si me preguntas.
Nazaryth entrecerró los ojos cuando se dio la vuelta hacia Moose. La
mortal mirada en sus ojos hizo que Pat diese un paso hacia atrás. El hombre
daba miedo.
—El fuego no matará a Demonian. No es un típico perro del infierno.
Cortarle la cabeza y arrancarle el corazón tampoco funcionará, a menos que
mantengas la cabeza separada del cuerpo, pero eso aún no le matará.
—Entonces, ¿qué lo hará? —preguntó Darren.
Nazaryth miró fijamente a Mitch. —Tendré que conseguir algo más
potente para su herida. Nadie me dijo que había sido mordido por un tenebris
creaturae.
—¿Un qué? —Moose frunció el ceño.
—Una creación oscura —respondió Nazaryth—. Se refiere a los primeros
perros del infierno.
Pat sintió la sangre drenarse de su rostro. —¿Qué significa eso para las
posibilidades de Mitch de sobrevivir a esto?
—Nada bueno —dijo Nazaryth—. Iré a hacer el ungüento. Vigiladle.
Enviaré a algunos de mis hombres para protegeros. Ya que “matasteis” a
Demonian, querrá venganza. Y a pesar que podríais no haberle visto, Syphon
estaba cerca, lo que significa que también irá tras vosotros. —La mirada de
Nazaryth aterrizó sobre Pat—. Son pareja, lo que significa que no se
detendrán hasta que todos estéis muertos, pero no antes que hayan torturado
a cada uno de vosotros.
Pat nunca había escuchado de un perro del infierno teniendo una pareja.
Eso era nuevo para él, y una noticia aterradora. Tragó con fuerza cuando bajó
la mirada hacia Mitch, preguntándose si, incluso si su pareja sobrevivía a la
mordida, alguno de ellos sobreviviría a los primeros perros del infierno
yendo tras ellos. 26

Mitch sentía como si estuviese volviendo a la consciencia. No era tanto


despertar como romper la superficie de oscura agua. Aparte del hecho que
su brazo izquierdo se sentía como si estuviese anclado, su cuerpo se sentía
flotante, ingrávido.
—Creo que está despertando.
Mitch abrió los ojos, pero no pudo centrarse por el momento. Todo lo que
veía era sombrías figuras en movimiento. Mitch presionó sus ojos con los
dedos, siseando cuando el dolor se disparó por su brazo. ¿Había sido
disparado? ¿Eso era lo que estaba mal con él?
—Hey, rayito de sol.
Bajando el brazo, Mitch parpadeó unas pocas veces. —¿He muerto e ido
al cielo?
Pat se puso colorado cuando sacudió la cabeza. —Afortunadamente no
estás muerto.
—Aún estoy viendo un ángel. —Mitch sonrió a pesar del dolor que tenía.
Seguro, la línea era un poco cursi, pero Pat era malditamente sexi, y Mitch
no podía creer la suerte que había tenido.
—Está bien —dijo Darren desde algún lugar a la derecha de Mitch—. El
bastardo simplemente despierta y está intentando echar un polvo.
—¿Cómo está tu brazo? —La mirada de Pat bajó mientras líneas de
preocupación arrugaban sus cejas.
—¿Qué sucedió? —Mitch intentó sentarse e hizo una mueca de dolor,
cayendo de nuevo en la cama—. ¿Quién me disparó?
—Nadie. —Pat tomó asiento a un lado de la cama. Los pulmones de Mitch
se llenaron con el dulce aroma a fresas. Quería a Darren fuera de la
27
habitación de manera que pudiese explorar ese aroma de una manera más
íntima.
—Fuiste herido por un perro del infierno. —Moose entró en su campo de
visión, alzándose sobre la cama y bloqueando todo detrás de él—. Un tío
llamado Nazaryth puso una mierda cremosa sobre ti y te sanó.
—Eso suena tan mal —dijo Darren—. ¿Por qué lo hiciste sonar tan
sexual? —Darren se dio la vuelta hacia Mitch—. Hizo un ungüento con
algunas hierbas curativas y tuvo a Pat extendiéndolo sobre tu herida.
—¿Por qué tienes que hacerlo sonar tan técnico? —preguntó Moose—.
Mi explicación sonaba mucho mejor. —Le guiñó un ojo a Mitch.
El recuerdo de lo que sucedió le inundó de nuevo. Mitch intentó mirar su
brazo, pero no podía ver la extensión del daño sin mirar un espejo. —¿Cuán
malo es?
—Bueno… —Pat se lamió los labios, y Mitch no pudo evitar pensar
acerca de un beso—. Como dijiste antes —agitó una mano hacia Darren y
Moose—, esos no eran perros del infierno normales y corrientes. Fuiste
herido por un tenebris creaturae. Que significa oscura creación o alguna
mierda. Nazaryth les llamó primogénitos. —Pat pasó la mano sobre la ropa
de cama—. Has estado fuera de combate durante tres días, todo el tiempo en
tu forma de guepardo, y tuvimos que moverte porque ahora esos perros del
infierno quieren venganza.
—Pero maté a Demonian —dijo Mitch. Recordó apuñalar al perro del
infierno en su marca detrás de la oreja. El perro había caído al suelo, muerto.
Pat sacudió la cabeza y luego le explicó a Mitch lo que Nazaryth había
explicado a los otros. Mitch sabía quién era Nazaryth, y qué era. Mitch había
hecho su investigación a todos los miembros Ultionem, y lo que no pudo
desenterrar, indagó acerca de ello hasta que hubo conseguido las respuestas
que había querido.
Nazaryth, sin apellido, era el líder de las bestias aladas. Había sido creado
como un hombre adulto en lugar de nacer como un bebé. Nazaryth había sido
designado gobernante de las bestias aladas y les había gobernado durante dos
mil años antes que hubiese sido exiliado, junto con las otras bestias aladas, 28
de un lugar llamado Zanthar.
Si un hombre como ese había dicho que Demonian y Syphon eran malas
noticias, Mitch tenía algo de miedo.
—Nazaryth dijo que localizará a esos dos. Todo lo que quiere que
hagamos es que tengamos un perfil bajo — dijo Pat.
—O vamos tras ellos antes que nos atrapen —dijo Moose—. No soy de
los que se sientan sobre su culo.
—¿Y cómo se supone que les enviemos de nuevo al Infierno? —preguntó
Darren—. Escuchaste a ese hombre. No pueden ser asesinados, incluso si les
quitas la cabeza.
—Entonces les quitaremos todas las partes de sus cuerpos y las
mantendremos separadas —dijo Moose—. Brazos, piernas, cabeza.
—Eso es simplemente asqueroso. —Pat arrugó la nariz.
Mitch aún estaba intentando absorber lo que Pat le había dicho. ¿Pareja?
¿Los perros del infierno tenían pareja? ¿Desde cuándo cojones eso era
posible? Las entidades demoníacas no deberían tener una oportunidad de
felicidad. Era todo lo contrario. Maldad y felicidad ni iban de la mano.
—¿Dónde estamos? —Mitch se aclaró la garganta e intentó sentarse una
vez más. Finalmente se las apañó, con la ayuda de Moose.
—Honestamente, no estoy seguro. —Pat miró alrededor de la
habitación—. Panahasi creó un vórtice y nos trajo aquí, pero no tengo ni idea
dónde es “aquí”.
—Miré por la ventana, pero todo lo que vi fue niebla —dijo Darren.
—Os dejaremos hablar —dijo Moose antes que él y Darren saliesen de la
habitación.
Mitch miró las paredes oscuras con paneles de madera, las pesadas
cortinas y la cama de aspecto antiguo. Se sentía como si estuviesen en alguna
clase de castillo.
—Panahasi dijo que este lugar estaba protegido, lo que sea que eso
signifique. —Pat se encogió de hombros—. Magia, supongo. No sé
29
demasiado acerca de ello. —Presionó las manos en su regazo y dio una
sonrisa vacilante antes de mirar a Mitch—. Así que, ¿cómo te sientes?
¿Cómo está tu brazo?
Mitch intentó enroscar sus dedos, pero apenas se movieron. —Me siento
bien, pero me duele el brazo y parece que no puedo moverlo.
—Nazaryth dijo que podrías o no perder el uso de tu brazo debido a
quiénes eran esos dos, pero que eres malditamente afortunado por estar vivo.
—Pat tocó la mano de Mitch y luego se retiró—. Sin embargo, creo que es
demasiado pronto para decirlo. Sólo dale tiempo.
Mitch notó la niebla de lágrimas en los ojos de Pat. Extendió el brazo y
agarró la mano de Pat, dándole un ligero apretón. —Hey, estoy bien.
Pat abanicó su rostro. —Lo sé, pero… sigo pensando que si te hubiera
perdido, no sé nada acerca de ti. Entonces pensé que quizás eso sería mejor
porque si llego a conocerte, la pérdida dolería más, y entonces me sentí una
mierda por pensar eso.
—Toda esta situación es estresante. —Mitch tiró de Pat contra su pecho—
. Pero estoy bien. Estoy aquí, y podemos llegar a conocernos uno al otro todo
lo que quieras.
Pat sonrió a través de sus lágrimas cuando se echó hacia atrás. —Eso me
gustaría mucho.
Mitch le dio a su pareja lo que quería. Hablaron durante las siguientes
horas, sólo interrumpidos una vez cuando Darren les trajo algo de comida.
Mitch tenía dolor, no tenía idea de dónde estaba, o qué iban a hacer acerca
de los perros del infierno, pero dejó las preocupaciones a un lado, y por
primera vez en mucho tiempo, se rio varias veces mientras hablaban sin
parar.
Las cosas podrían ser nefastas, pero Mitch no habría cambiado este
momento por nada del mundo. Enganchó su mano alrededor de la nuca de
Pat y tiró de él más cerca. —Lo siento, pero me he estado muriendo por un
beso.
—Bueno… quiero decir… si te estás muriendo por uno… supongo… 30

Mitch sonrió antes de cerrar la distancia, deteniendo el nerviosismo de


Pat con un emocionante beso que tuvo su cuerpo en llamas, sólo que esta vez
de una buena manera. Su pequeño zorro se derritió contra él, gimiendo
mientras lamía los labios de Mitch, succionaba su lengua y continuaba
deslizándose aún más cerca.
Mitch estaba a punto de tirar a Pat debajo de él cuando toda la habitación
se sacudió. El beso había sido fantástico, pero dudaba que la tierra se hubiese
movido debido a ello.
—¿Qué fue eso? —Pat se alejó y miró alrededor.
Darren irrumpió en la habitación. —¡Estamos bajo ataque!
Capítulo Tres

—¡Tranquilo! —Pat vio el intenso dolor en el rostro de Mitch cuando


intentó bajarse de la cama. Tenía una sospecha que su pareja era jodidamente
terco—. Tómalo con calma.
—No puedo tomarlo con calma —gruñó Mitch—. ¿Qué clase de ataque?
—Las bestias aladas se dispersaron cuando comenzó el temblor. —Darren
ayudó a Mitch a ponerse de pie. La camisa de Mitch había desaparecido, y
Pat se sintió como un completo pervertido por revisar sus músculos, pero
maldición, estaban justo frente a él para comérselo con los ojos.
—¿A dónde fueron? —Mitch siseó cuando se sentó en un lado de la cama.
Sus músculos faciales estaban tensos mientras que su brazo izquierdo
colgaba a su lado. Pat no estaba seguro si Mitch estaba intentando mover el
brazo, pero yacía inmóvil. 31
Pat agarró la ropa interior de Mitch –porque había sido lo suficientemente
inteligente para agarrar algo de la ropa de Mitch antes que hubiesen
abandonado la cabaña– y las subió por las peludas piernas de su pareja.
Luego ayudó a Mitch con sus vaqueros y calcetines.
—Creo que fueron a revisar las cosas. —Darren agarró la camisa de Mitch
y la deslizó sobre su cabeza—. Creo que escuché decir a uno de ellos "perros
del infierno", pero no estoy seguro ya que todo explotó en el caos.
Los caninos de Mitch descendieron. Pat no estaba seguro si era debido al
peligro o a la frustración de su pareja por sentirse tan inútil. Pat sabía cómo
se sentía. Estaba ahí de pie indefenso mientras Mitch luchaba por meter los
brazos en las mangas de la camiseta. Finalmente Pat se hartó y le ayudó a
meter su brazo izquierdo, aunque vio en los ojos de Mitch que odiaba
necesitar cualquier ayuda.
Sin preguntar, Pat se inclinó y le puso las botas a Mitch, luego ató los
cordones. Mitch podría no querer ninguna ayuda, pero al menos estaba
preparado para ir. Si nunca conseguía utilizar su brazo de nuevo, tendría que
superar su vena terca porque Pat planeaba echar una mano tanto como
pudiese.
—Por aquí. —Darren les condujo fuera de la habitación. Al menos ahora
Pat sabía dónde estaban, un poco. Había escuchado de las bestias aladas –y
había conocido a Nazaryth– pero no sabía nada acerca de dónde vivían.
Caminaron por un pasillo con docenas de puertas, todas hechas de madera
oscura, y todas tenían alguna extraña escritura sobre ellas. Si Pat hubiese
tenido tiempo se habría detenido para revisarlas, pero Darren y Mitch estaban
caminando demasiado rápido, sus zancadas largas y decididas, y Pat casi
tuvo que correr para seguirles el ritmo.
Pat extendió los brazos para estabilizarse cuando el suelo debajo de él
tembló.
Un chico con piel color oliva y bonitos ojos miró en su dirección cuando
entraron en una enorme sala de estar, una pared llena de monitores de
ordenador. —Los perros del infierno están intentando derrumbar nuestras
defensas. 32

—¿Están aquí? —Pat se quedó boquiabierto cuando sus ojos se abrieron


como platos. Darren había dicho que pensó que uno de los hombres había
mencionado a los perros del infierno, pero tenerlo confirmado hizo que Pat
temblase como loco. Había lidiado con condiciones críticas todo el tiempo
como emisor de la policía, pero siempre había estado al teléfono cuando se
estaban desarrollando, intentando mantener en calma a la persona al otro
lado.
Ahora que estaba hasta las rodillas en la mierda, mantener la calma no era
tan fácil como Pat siempre había hecho que lo fuese. Miró fijamente los
monitores y vio a dos hombres fuera en lo que parecía ser un hangar
abandonado. Estaban extendiendo sus brazos, como si utilizasen magia, y
cada vez que lo hacían, el suelo debajo de Pat temblaba.
—Seguidme —dijo el extraño—. Tenemos que sacaros de aquí. Si los
perros del infierno se abren camino, no quiero que os veáis atrapados en el
fuego cruzado.
Moose salió de una de las habitaciones, finalmente uniéndose a ellos.
Debió haber escuchado lo que el chico dijo, porque contestó: —No somos
cobardes. Sabemos cómo apañárnoslas.
El extraño fulminó con la mirada a Moose. —No contra esta clase de
amenaza. —Agitó una mano hacia Mitch—. Tu jefe apenas salió de esa pelea
con vida, y eso que fue contra un solo primogénito.
Pat agarró la mano derecha de Mitch y la apretó cuando el miedo corrió
por su columna vertebral. No le gustaba estar en primera línea. Pat prefería
estar al teléfono diciéndole a alguien más que todo iba a estar bien. No podía
recordar la última vez que había tenido este miedo, aparte de cuando Mitch
había sido herido.
—¿Crees que es sensato que salgamos ahí fuera? —Pat señaló los
monitores—. Vamos a entregarnos nosotros mismos a ellos.
El chico sacudió la cabeza. —Los perros del infierno no pueden volar.
—¿Volar? —Pat frunció el ceño. Miró a Moose—. ¿De qué está 33
hablando?
Moose se encogió de hombros. —No soy tu susurrador de bestias aladas.
Ambos lo descubriremos juntos.
Pat frunció el ceño. —No eres de ayuda.
—Ten paciencia con él. —Mitch besó la mandíbula de Pat—. Se ve
grande y aterrador, pero por dentro es todo suave y empalagoso.
El extraño sonrió con suficiencia. —Sólo seguidme.
Esas dos palabras hicieron que el pecho de Pat doliese. Sólo podía esperar
que este extraño no les estuviese dirigiendo hacia sus muertes. Pat era
impredecible cuando estaba irritado, pero no era un luchador. Ni siquiera
sabía cómo lanzar un puñetazo adecuado.
—No dejaré que nada te suceda —dijo Mitch—. Lo prometo.
—No hagas promesas que no puedas mantener.
—Nunca lo hago. —Mitch tiró de él hacia adelante a través de una puerta
en el otro lado de la habitación. Subieron hasta que el extraño empujó una
puerta por encima de su cabeza.
Cuando todos salieron, Pat estuvo sorprendido que estaban de pie en una
montaña. ¡En una jodida montaña! Pat se acercó al borde para mirar de
manera que pudiese ver cuán alto estaban, pero había una niebla por debajo
del borde, escondiendo el fondo. Quizás eso fuese lo mejor porque
probablemente se desmayase si viese cuán alto estaban.
Ya estaba mareado mientras el viento silbaba alrededor de ellos,
levantando las hebras del cabello de Pat y soplando alrededor.
De pie en el lado opuesto a él estaban tres extraños más. El chico que les
había guiado por las escaleras sonrió con suficiencia a Pat. —Soy Dog, y
estoy a punto de llevarte a dar un paseo. Sin importar lo asustado que estés,
no luches en mis brazos.
—Espera… ¿qué? —Pat retrocedió, pero sólo pudo ir hasta cierto punto
antes que estuviese cerca del borde—. ¿Qué estás a punto de hacer? 34

Dog le agarró alrededor de la cintura y se alzó de golpe, la larga extensión


de sus alas saliendo de repente. Pat gritó cuando se elevaron por el aire, las
alas de Dog aleteando con gracia.
—Cierra los ojos si estás asustado —le gritó a Pat.
Pat se aferró a él cuando cerró los ojos con fuerza, rezando para que Dog
no le dejase caer. Sería un largo camino hacia abajo si el hombre lo hiciese.
—¿Estás bien? —preguntó Dog.
—¡Infiernos, no! —Pat mantuvo los ojos cerrados con fuerza—. Sólo
dime cuando estemos de nuevo en el suelo.
Quería mirar más allá de Dog para ver dónde estaba Mitch, pero eso
significaba abrir los ojos, y joder si Pat iba a hacer eso. Se sentía tan
malditamente mareado y asustado que vomitaría si abriese los ojos.
El viento soplaba a su alrededor, y si Pat no estaba equivocado, estaban
yendo más alto. Los brazos de Dog estaban envueltos con fuerza a su
alrededor, pero eso no hacía que Pat se sintiese más seguro. Cuando los
brazos del hombre se sacudieron, Pat gritó.
—Estás a salvo —dijo el hombre—. Te prometo que no voy a dejarte caer.
—Quiero a Mitch. —Pat parpadeó para contener las lágrimas—. ¿Ya
llegamos?
Una profunda y retumbante risa rodó a través del pecho de Dog. —Suenas
como un niño. Casi estamos ahí.
Finalmente, Pat sintió que descendían. Abrió un poco los ojos y miró
hacia abajo, luego inhaló aire con fuerza cuando vio a Panahasi de pie en un
campo abierto, un gran vórtice arremolinándose a su lado.
Dog voló a través de él, y Pat sintió la bilis elevarse en la parte posterior
de su garganta. La oscuridad se desvaneció, y Dog aterrizó suavemente en
un montículo de hierba al lado de un lago oscuro.
Tan pronto como Dog le dejó ir, Pat cayó sobre sus manos y rodillas y
besó la hierba.
35

—No fue tan malo. —Dog sonrió—. Al menos no te di volteretas.


Pat le fulminó con la mirada. —Te habría dado un puñetazo si lo hubieses
hecho.
Los otros aterrizaron cerca. Pat se puso de pie y se lanzó a los brazos de
Mitch. Su pareja enroscó un brazo a su alrededor. —¿Estás bien?
—Ahora lo estoy —dijo Pat—. Pero, ¿dónde demonios estamos?
—Serenity City —dijo Dog—. Los demonios guerreros estarán con
vosotros dentro de poco.
Pat observó cuando los cuatro hombres alados volaron hacia el cielo. El
vórtice aún estaba abierto, y volaron a través de él antes que se cerrase.
—No me gusta toda esta estrafalaria mierda pasando. —Pat dejó ir a
Mitch cuando su estómago se asentó.
—Pienso que fue genial. —Moose sonrió—. Quiero otro paseo.
—Te dije que se cayó de cabeza cuando era un cachorro —dijo Darren.
Estaba inclinado, las manos presionadas contra sus rodillas, viéndose un
poco verde—. Nunca quiero volar de nuevo.
—¿Dónde está exactamente Serenity City? —preguntó Pat.
—El reino demonio —respondió Mitch.
Pat miró alrededor. Se veía como una ciudad normal, pero estaba oscuro
afuera, y aún estaba temblando por ser perseguido. Para Pat, todo el mundo
se veía como un sospechoso, incluso los hombres tirando unas canastas al
otro lado de la calle. Sus ojos se abrieron como platos cuando un chico
caminó por la acera pasando junto a ellos, paseando a un caniche de dos
cabezas.
—Ahora lo he visto todo —murmuró Pat.
Directamente frente a ellos, al otro lado de la calle, estaba el Jake’s Java.
Pat caminó hacia adelante antes que Mitch agarrase su brazo.
—¿A dónde piensas que vas?
36

—A conseguir algo para beber —dijo Pat—. Estoy reseco después de ese
paseo por las nubes.
—Ese hombre dijo que esperásemos aquí a los demonios guerreros —les
recordó Darren.
—También estoy sediento. —Moose caminó al otro lado de la calle y
entró en la tienda.
—Bien. —Mitch se giró hacia Darren—. Espera aquí. Volveremos.
—¿Quién dice que no estoy sediento? —Darren extendió los brazos,
mirándoles fijamente con ojos saltones—. Pero seguid adelante y pensad en
vosotros mismos mientras me quedo aquí de pie con la boca seca.
Pat sacó su mano de la de Mitch mientras los dos discutían. Estaba
sediento y no tenía ganas de esperar a que dejaran de quejarse uno al otro.
Estuvo cerca de tropezar con sus pies cuando entró en Jake’s Java y divisó
a Johnny, Cecil, Blair y Oliver de pie en la cola. —¿Qué estáis haciendo
aquí? —preguntó Pat.
Cecil le dio una diabólica sonrisa. —Consiguiendo los mejores batidos de
la historia. —Entrecerró los ojos—. Mejor que no le digas a nadie que
estamos aquí. Sé cuánto te gusta chismorrear. —Señaló con un pulgar por
encima de su hombro—. Incluso más que a Johnny.
—Hey, estoy justo aquí de pie —argumentó Johnny—. Y no chismorreo.
Sólo hablo de la gente a sus espaldas porque no sería chismorrear si se lo
dijese a la cara.
—Acabas de admitir que eres un chismoso —señaló Blair.
—No lo hice —resopló Johnny.
Pat se rio entre dientes. Verles le hizo sentir un poco normal de nuevo.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —Johnny le miró.
37
—Conseguir el mejor batido de la historia. —Pat miró detrás de él y vio
a Darren y Mitch sentados en una mesa. Mitch estaba vigilando a Pat, y
Darren estaba mirando por la ventana. Moose se había saltado la cola y
estaba en el mostrador, y por el sonrojo en el rostro del empleado, el hombre
estaba flirteando.
O embelesado con Moose. El shifter oso era hermoso, después de todo.
Habiendo vivido en Villa Brac toda su vida, Pat sabía quién era Hondo
cuando entró en la tienda. No estaba familiarizado con los tres hombres que
iban detrás de él.
Hondo se detuvo y habló con Mitch cuando Pat se dirigió al mostrador,
preguntándose si su dinero era bueno en el reino demonio o si incluso tendría
cobertura. Tanto como Pat odiaba cancelar los planes con su madre, sabía
que no sería capaz de aparecer mañana para ayudarla.
Pat sonrió cuando un fuerte brazo se deslizó alrededor de su cintura. Mitch
apoyó su barbilla en el hombro de Pat, y joder, el hombre olía asombroso
para alguien que había estado tumbado en una cama durante tres días.
—¿De qué estáis hablando?
Pat soltó un bufido. —Esos cuatro no serán arrestados por venir aquí.
Los ojos de Johnny se abrieron como platos. —¿Cómo supiste que nos
colamos aquí?
—Duh —dijo Cecil—. Simplemente le dije a Pat que no le dijese a nadie
que estamos aquí.
—Mis labios están sellados —dijo Pat.
—Cierto —dijo Cecil—. Tus labios estarán tan cerrados como el Gran
Cañón.
—No soy tan malo —argumentó Pat. Amaba cada vez que estaba cerca
de las parejas de la Guarida. Siempre estaban haciendo nada bueno y siempre
hacían reír a Pat. No podía contar cuántas veces Cecil había entrado en la
comisaría sólo para pasar el rato, haciendo el día de Pat.
—Amigo, hablas de más asuntos que una revistilla —dijo Oliver. 38
—Y deberías saberlo—, contrarrestó Blair—. Lees suficiente de esa
basura.
—Son entretenidas —dijo Oliver.
Pat amaba que Oliver caminase por su propio camino en la vida. El chico
tenía piercings en el rostro, vestía todo de negro y tenía cadenas colgando de
las hebillas de su pantalón. Era el epítome de lo gótico y no le importaba lo
que nadie pensara de él.
A ninguna de las parejas parecía importarle.
Cecil se metía en tantos problemas que Pat estuvo sorprendido que
Maverick no hubiese encadenado a su pareja a su cama veintitrés horas al
día. Blair tenía un sórdido pasado que involucraba prostitución y no le
importaba quién lo supiese.
Y Johnny. El chico vivía en su propio mundo de arcoíris. Por lo que Pat
había escuchado, Johnny aún crecía en Santa, por el amor de Dios.
Pat había averiguado mucho acerca de Mitch en las pocas horas que
habían hablado, pero tenía la sensación que había un oscuro pasado
escondido del que su pareja había evitado hablarle.
Había estado en los ojos de Mitch.
Después de conseguir un batido de mango y fresa, Pat se dio la vuelta y
sonrió a Mitch. —Ahora estoy bien para irme.
Porque Pat tenía que estarlo o se haría pedazos ante el pensamiento de
dos antiguos perros del infierno tras ellos. Había vivido una vida sin
acontecimientos muy notables con muy pocos contratiempos en el camino,
y ahora estaba huyendo de criaturas formadas en el Infierno que le querían a
él y a su pareja muertos.
Hablando acerca de un giro drástico en la vida.
—Por aquí —dijo Hondo cuando Mitch y Pat se unieron al grupo.
Moose ya estaba junto a la mesa, tomándose un batido de chocolate. La
enorme copa se veía delicada en la fornida mano del hombre.
39

Pat se sonrojó cuando Mitch besó su cuello. Había soñado con encontrar
a su pareja y se alegró que Mitch fuese tan dulce.
Ni una vez se había quejado acerca de su brazo herido, pero no había
manera que hubiese alguien que se ajustase tan bien. Pat tenía la sensación
que Mitch estaba en modo negación. Sólo se preguntaba cuándo reaccionaría
su pareja, cuando finalmente cediese y se diese cuenta que podría nunca
volver a utilizar su brazo izquierdo de nuevo.

Demonian había saboreado la sangre del shifter guepardo y sería capaz de


rastrearle, hasta cierto punto. Había sentido los hechizos de Panahasi
intentando bloquear al shifter, lo que hizo que rastrearle fuese más difícil
pero no imposible.
—¿Dónde? —preguntó Syphon.
—Dame un segundo. —Demonian cerró los ojos y utilizó la sangre del
shifter como un faro de referencia. El hombre no podía seguir huyendo para
siempre. Tarde o temprano Demonian les atraparía y le haría pagar por
intentar matarle.
El bastardo no tenía idea en lo que se había metido cuando había entrado
en esa casa. No tenía ni idea por qué Demonian había matado a esa mujer.
Si el shifter guepardo hubiese sabido por qué, el cabrón habría agradecido
a Demonian.
Parte de la razón era francamente maldad. Demonian no podía evitar que
hubiese nacido como un perro del infierno. La inmoralidad estaba en su
ADN. Pero él y Syphon eran diferentes, aunque algunos argumentarían lo
contrario. 40
Demonian tenía conciencia. Sentía empatía, aunque hubiese sido criado
para no hacerlo.
Syphon puso una gentil mano en el brazo de Demonian. —¿Bien?
El pensamiento de ser alejado de su pareja fue lo que alimentó la ira de
Demonian. Syphon era lo contrario a él. El hombre era más suave, aunque
nunca mostraba ese lado de sí mismo a nadie. No podía permitírselo en el
mundo que habían vivido. La amabilidad conseguía que te matasen.
Demonian abrió los ojos y miró fijamente a los oscuros de su pareja. Los
perros del infierno no se suponía que sintiesen amor, empatía o cualquier
emoción suave. Pero su corazón se hinchaba cuando miraba el hermoso
rostro de su pareja.
Syphon era alto, musculoso, con una cabeza llena de largo cabello negro
que mantenía atado con una cuerda de cuero. Estaba afeitado, con labios
carnosos y una nariz aguileña.
Era de lo que estaban hechos los sueños.
—Están en el reino demonio.
—Sabes que las avenidas están siendo vigiladas —dijo Syphon—. ¿Cómo
vamos a entrar en el reino demonio sin que uno de los guerreros nos atrape?
—Syphon apretó el brazo de Demonian—. No voy a regresar al Infierno.
Tendrán que matarme primero.
—No digas eso — gruñó Demonian—. Odio cuando hablas de esa
manera.
—Pero es cierto. —Syphon entrecerró los ojos—. No voy a regresar de
manera que podamos ser cazados de nuevo. Somos fuertes, pero no lo
suficientemente fuertes para enfrentarnos a una legión de perros del infierno.
—Arrendadores —le recordó Demonian—. Somos primogénitos. Somos
más fuertes, más inteligentes y más poderosos de lo que ellos nunca serán.
—Pero aún somos superados en número —argumentó Syphon—.
Estamos huyendo todo el tiempo, nunca un momento de descanso. Me niego
a vivir de esa manera de nuevo. 41
—Ahora estamos siendo cazados —dijo Demonian—. Puedo sentir la
presencia de Panahasi cerca. Nos está cazando. Quiere destruirnos.
—Pero no podemos ser asesinados. —Syphon se dio la vuelta y cruzó los
brazos sobre su pecho—. ¿Cuándo vamos a estar a solas?
—Nunca. —A Demonian no le gustaba ser tan duro con Syphon, pero no
iba a endulzar las cosas. Eran perros del infierno, lo que quería decir que,
siempre y cuando estuviesen en el reino humano, no tendrían paz.
Y eso era todo lo que querían. Pero Demonian no podía dejar que el shifter
se escapase con el intento de matarle. Tampoco podía dejar que ese shifter
oso escapase de prenderle fuego.
—Después de esto, encontraremos algún lugar para vivir donde nadie nos
encuentre. —Demonian envolvió a Syphon en sus brazos—. Te lo prometo.
Con un asentimiento de cabeza, Syphon salió de los brazos de Demonian
y caminó por delante.
Demonian enroscó sus manos en puños. Si esto fuese lo último que
hiciera, se aseguraría que Syphon nunca tuviese que mirar de nuevo por
encima de su hombro.

42
Capítulo Cuatro

Los demonios guerreros habían separado a Mitch y su equipo. Moose


había ido al apartamento de Phoenyx, y Darren había ido al de Takeo. Mitch
y Pat estaban en el apartamento de Hondo y Chris.
Pat estaba en la cocina con Chris, dándole a Mitch tiempo para sí mismo,
tiempo para finalmente sentarse y pensar acerca de todo lo que había
sucedido hasta el momento. El tiempo que había tenido después de despertar
había sido dedicado para conocer a Pat y dejar que su pareja llegase a
conocerle.
Ahora Mitch estaba solo, y su único foco estaba en su brazo. No le había
dicho a Pat cuánto le dolía porque no quería preocupar al pequeño zorro,
pero se sentía como si alguien estuviese golpeando con un mazo el lado
izquierdo de la parte superior de su cuerpo.
43
Mitch apretó los dientes, forzándose a sí mismo a atravesar el dolor
mientras intentaba doblar los dedos. Los malditos no se movieron, sin
importar cuán duro lo intentase. Era sólo su suerte que el perro del infierno
no hubiese sido uno ordinario. Mitch tuvo que ir a pelear contra un
primogénito. ¿Qué le había llamado Nazaryth? Tenebris creaturae.
No le importaba con qué nombre elegante fuesen llamados. Si se
tropezaba de nuevo con Demonian, Mitch cortaría esas jodidas cabezas y las
enterraría lo más lejos posible de los cuerpos.
Esto no era cómo había querido que fuese su apareamiento. Había
planeado recoger a Pat del trabajo, llevarle de nuevo a su cabaña y pasar el
resto de la noche reclamándole.
En su lugar, se había convertido en un montón de mierda inútil que ni
siquiera podía sostener un arma, ya que su mano izquierda era la que
utilizaba para disparar.
Sudor salpicó su frente y labio superior cuando apretó los dientes e intentó
una vez más enroscar sus dedos. Deseaba que el cambio le sanase, pero eso
no había funcionado. Según Pat, Mitch había estado en su forma de guepardo
durante tres días hasta que había cambiado de nuevo justo antes de despertar.
Si tres días no habían sido tiempo suficiente, estaba jodido.
Mitch gruñó suavemente cuando sus dedos permanecieron rectos. Tan
desesperadamente como su mente estaba dispuesta, su cuerpo no estaba
cooperando.
Cuando su teléfono sonó, Mitch tuvo que malditamente retorcerse casi a
la mitad para sacarlo de su bolsillo izquierdo. Miró la pantalla, vio que era
su padre llamando y luego envió la llamada al buzón de voz.
No había nada de lo que necesitaban hablar, y especialmente no en un
momento como este. No cuando Mitch se sentía vulnerable. Su viejo
desaprobaba la línea de trabajo de Mitch, y si descubría lo que había
sucedido, la mierda golpearía el techo. Mitch no estaba de humor para lidiar
con él.
—¿Estoy interrumpiendo algo? —preguntó Pat cuando metió su hermosa 44
cabeza en el dormitorio de invitados. Sólo ver su sonrisa hizo que el pecho
de Mitch se tensara.
—Sólo mi ira y frustración. —Mitch lanzó el teléfono a un lado—. Te lo
advierto, no soy una buena compañía ahora mismo.
Pat entró y cerró la puerta. —Afortunadamente para ti, lidio con gente
emocional todo el tiempo. —Se dejó caer al lado de Mitch, y el aroma de
fresas le envolvió. Cuando Pat habló de nuevo, su tono de voz era tranquilo
y calmante, como una madre que cantaba suaves canciones de cuna a su
bebé—. Sé que esto puede ser frustrante. Una vez me rompí el brazo, y ya
que estaba en el colegio, con humanos alrededor, la enfermera de la escuela
me llevó al hospital y tuve que tener un yeso. No pude cambiar y sanar. Mi
profesor se habría preguntado cómo mi brazo sanó tan rápido, de manera que
estuve atascado durante seis semanas utilizando la maldita cosa.
—Eso no es lo mismo que esto —se quejó Mitch—. Estuviste utilizando
esa treta debido a los humanos. Seis semanas y el yeso se desprendió. Puede
que nunca vuelva a utilizar mi brazo, y en mi línea de trabajo, tendré que
retirarme.
—¿Eso sería tan malo?
Mitch deseaba que Pat dejase de utilizar su calmante tono de voz. Estaba
demasiado enojado y no quería ser tranquilizado, ni siquiera cuando Pat pasó
sus dedos por la cabeza de Mitch.
—Ejecuto misiones de oscuras operaciones. No puedes hacer eso con un
brazo jodidamente lisiado. —¿Su guepardo tendría una pata coja? El
pensamiento aterrorizaba a Mitch. Amaba correr en su forma de felino, vivía
para ello. ¿Qué pasa si nunca fuese capaz de correr de nuevo?
Su estómago se encogió cuando su estado de ánimo se agrió aún más.
—Eres dueño del negocio —señaló Pat—. Puedes contratar a un hombre
que tome tu lugar en el campo y manejar las cosas desde tu oficina.
—Deja de tener sentido —gruñó Mitch—. No quiero escuchar la voz de
la razón ahora mismo. Quiero cocinarme a fuego lento en mi ira, tramar mi
venganza y convertirme en un gilipollas que muerde la cabeza de todo el
mundo porque no puedo mover mi brazo. 45
—Al menos tienes metas. —Pat sonrió con suficiencia—. Eso es un
comienzo.
¿Metas? ¿Su pareja estaba diciendo eso en serio? Mitch no estaba seguro
si quería reír o gruñir ante esa declaración.
Inclinó la cabeza hacia un lado y estudió el optimista brillo en los ojos
verdes de su pareja. —¿Siempre eres tan optimista?
—Sólo en días soleados. —Pat presionó las manos entre sus rodillas—.
Lamento ser el tipo de chico que ve el vaso medio lleno. —Liberó una de sus
manos y la dejó caer sobre Mitch—. Es una indeseable maldición con la que
he tenido que vivir toda mi vida. Incluso he aprendido que el optimismo
puede ser contagioso, de manera que ten cuidado a mi alrededor, o podrías
atraparlo.
Mitch miró a Pat sin girar la cabeza. —Me estás poniendo de los nervios
ahora mismo.
Pat le dio a Mitch una sonrisa de infarto. —Bien.
La mirada de Mitch cayó a la boca de Pat. El hombre tenía los labios más
hermosos que había visto. Su guepardo ronroneó, lo que hizo que el sonido
retumbase a través del pecho de Mitch.
La sonrisa de Pat se deslizó cuando su rostro se sonrojó y sus ojos se
llenaron con necesidad. —Realmente me gusta ese sonido.
—Mi felino quiere acercarse.
Pat masticó el lado de su labio inferior cuando su mirada se deslizó
acaloradamente sobre Mitch. —¿Qué quiere el hombre?
Mitch había abierto la boca para contestar cuando sintió una sensación de
hormigueo en la punta de su meñique, como si un montón de hormigas
estuviesen justo debajo de la piel. Se negó a emocionarse. No quería que sus
esperanzas se desvaneciesen si no salía nada de eso. Mitch prefería adaptarse
a la idea de nunca utilizar su brazo de nuevo que ser decepcionado si sólo su
dedo meñique recuperaba la sensibilidad.
—Quiero —Mitch deslizó su mirada de nuevo hacia la perfecta boca de 46
Pat—, lo mismo.
Pat se giró hacia un lado para mirar a Mitch. Su pierna derecha estaba
inclinada, apoyada en la cama, y sus manos estaban en su regazo. Mitch
también se dio la vuelta para enfrentarle.
Su pequeño y sexi shifter zorro se veía inseguro cuando levantó su mano
y trazó su dedo sobre la clavícula de Mitch. El toque envió alborotadores
escalofríos a través de Mitch cuando otro retumbante ronroneó escapó. Su
mirada se fijó en la punta de la rosada lengua de Pat cuando se deslizó sobre
su labio inferior, dejando atrás un rastro húmedo.
Mitch gimió, pero no hizo un movimiento. Estaba permitiendo que su
pareja explorase a su gusto mientras la respiración del hombre se aceleraba.
Quería ver cuán lejos llegaría Pat antes de retroceder.
Si retrocedía.
Se sentó muy inmóvil cuando la mano de Pat cayó a la cintura de Mitch
y luego se deslizó bajo la camisa de Mitch. Sus dedos eran cálidos cuando se
deslizaron hasta los pectorales de Mitch, la palma de su mano avanzando
sigilosamente sobre su piel.
Pat no era el único respirando un poco más rápido. El cuerpo de Mitch se
puso febril cuando su polla se endureció. En todas partes que Pat tocaba hacía
que la piel de Mitch se estremeciese mientras su corazón latía en su pecho.
Estremecimientos de placer sacudieron su cuerpo cuando Pat le pellizcó el
pezón.
Sus miradas se encontraron, y Mitch nunca había querido nada tan
desesperadamente en su vida.
—¿Por qué no me estás tocando? —La mano de Pat se movió hacia el
descuidado pezón de Mitch, rodando la dura protuberancia entre sus dedos.
—Estoy disfrutando esto demasiado. —Pasó la parte de atrás de su mano
sobre la atrapada erección de Pat y sonrió con suficiencia cuando contuvo
rápidamente el aliento.
Su pareja se acercó más, empujando sus caderas hacia adelante cuando 47
Mitch apretó la polla de Pat. La polla de Pat palpitó cuando Mitch la apretó
de nuevo.
Pat se puso de pie, rompiendo su conexión, luego tiró de su ropa interior
y la bajó por sus piernas antes de patear el material para liberarse. Cuando se
sentó de nuevo, Pat se quitó los calcetines y los arrojó hacia un lado, pero
Mitch estaba demasiado ocupado mirando fijamente la sobresaliente polla de
su pareja y el ardiente cabello rojo anidado en su ingle.
Pat mantenía el vello recortado porque yacía plano contra su piel. Joder.
¿Alguna vez había visto un espectáculo más hermoso? La polla de Pat era
dura, larga y ruborizada cuando se sacudió ligeramente bajo la mirada de
Mitch.
Mitch se puso de pie e intentó quitarse la ropa, sólo para frustrarse.
Intentar quitarse la ropa con una mano no era agraciado ni fácil. Sus dedos
temblaron con el chasquido de sus vaqueros mientras Mitch se agitaba cada
vez más.
—Deja que te ayude. —Pat se quitó su propia camisa y la lanzó hacia un
lado antes de guiar a Mitch para que se acostase.
—No necesito ayuda para quitarme la maldita ropa —gruñó Mitch.
—Creo que cambiarás de idea. —Pat le guiñó un ojo cuando sonrió—.
Pero si continúas siendo todo gruñón, te dejaré duro y necesitado mientras
llego al orgasmo.
—Eres un demonio —dijo Mitch mientras se imaginaba a Pat
masturbándose mientras estaba de pie sobre él. La imagen le puso incluso
más duro.
—Vas a averiguar cuán diabólico puedo ser. —Pat se puso de rodillas,
haciendo que Mitch hiciese una medio contracción para ver qué estaba
haciendo su pareja. Desató y quitó los zapatos de Mitch y los puso a un lado,
pero sus manos se movieron más despacio cuando quitó los calcetines de
Mitch.
Pat no sólo los quitó. Deslizó sus dedos sobre los tobillos de Mitch de una
manera tan seductora que Mitch tuvo que evitar que sus piernas se sacudiesen
por las sensaciones recorriendo su cuerpo y enrollándose alrededor de su
ingle. 48

¿Realmente se estaba poniendo caliente y molesto por sus tobillos siendo


tocados? ¿Sus malditos tobillos? Eran la parte menos sensibles de su cuerpo,
y sus testículos se estaban tensando porque Pat estaba acariciando sus
jodidos tobillos.
Esto tenía que ser alguna clase de sueño. Mitch miraba a los otros
hombres y se imaginaba follándoles. Había ido a casa con cantidad de
compañeros –la casa de ellos– no la suya. Nunca la suya porque consideraba
su cabaña su santuario.
Pero tomaba mucho excitarle. Quizás porque el sexo se había vuelto
insípido para él. Tienes sexo con un extraño tras otro y la mierda se volvía
rancia después de un tiempo. Nunca había habido profundidad en sus
conexiones. Flirtear, dejar caer unas cuantas frases cursis para ligar,
satisfacerse y luego dar una excusa de por qué tenía que irse.
Durante mucho tiempo había sido perfecto para él. Sin apegos porque
Mitch trabajaba demasiado duro construyendo su compañía para mantener
cualquier tipo de relación personal. Tampoco había encontrado a nadie con
quien hubiese vibrado.
Pero ahora estaba ahí tumbado con una jodida dura erección porque Pat
estaba acosando sexualmente sus tobillos. Sonrió ante lo irónica que era la
vida.
Su sonrisa se desvaneció cuando Pat se puso de pie, aún luciendo una
erección mientras alcanzaba el botón de Mitch, pero en lugar de
desabrocharle los pantalones, su pareja deslizó los dedos más allá de la
cinturilla cuando se sentó a horcajadas en el regazo de Mitch.
— ¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes poderosos muslos? —Pat
meneó el culo sobre la polla cubierta de tela de Mitch, y Mitch estuvo cerca
de perderse. Parecía que todo lo que Pat hacía le excitaba. Infiernos, la
manera que las rodillas de Pat presionaban en las caderas de Mitch hizo que
su estómago se revolviese.
—Ese es el cumplido más extraño que alguien me ha dado. —La mirada
de Mitch se deslizó sobre el fascinante hombre sentado encima de él. La piel 49
de Pat era perfecta, ni una peca a la vista, lo que era raro considerando que
la mayoría de los pelirrojos estaban plagados de ellas. No que a Mitch le
hubiese importado si Pat las tuviese. Los puntos no habrían restado valor a
su belleza.
—Me estás matando —Mitch gimió.
—Pobre bebé. —Pat le dio un puchero burlón—. ¿Quieres que te saque
de tu miseria?
—Dios, sí —gimió Mitch.
Con una diabólica sonrisa de suficiencia, Pat se deslizó de las piernas de
Mitch y se desabrochó los pantalones. La parte superior de los bóxers de
Mitch ya estaban mojados por su pre-semen filtrándose. Sus piernas se
tensaron, y su respiración se aceleró mientras observaba a Pat trazar la
almohadilla de su dedo sobre el húmedo punto.
Mitch quería agarrar a Pat y lanzarle a la cama, pero tenía el uso de un
solo brazo, y eso le frustraba jodidamente.
—No. —Pat entrecerró los ojos—. Puedo verlo en tus ojos.
—¿Ver qué? —Mitch miró hacia su mano cuando el hormigueo en su
meñique se movió hasta el primer nudillo. No iba a decirle nada a Pat. No
quería que su pareja se hiciese ilusiones. No quería ver florecer esa esperanza
porque no quería que se desvaneciese.
Su atención regresó a su pareja cuando Pat tiró de los pantalones y ropa
interior de Mitch por sus rodillas. Pero Pat se detuvo y simplemente le miró
fijamente.
—¿Vas a quedarte ahí arrodillado mirando fijamente?
—Sólo estoy… —Los labios de Pat se separaron—. Sólo estoy
disfrutando tu obra de arte.
Mitch no pudo creer que estuviese sonrojado. Jodidamente sonrojado.
¿Cuándo fue la última vez que había hecho eso? Ni siquiera podía recordarlo.
Pat volvió a subir a sus piernas y ayudó a Mitch a quitarse la camisa.
Cuando Pat la lanzó hacia un lado, pasó la mano sobre el pecho de Mitch. —
50
¿Sabes cuán hermoso eres?
Maldición. El sonrojo de Mitch se profundizó hasta el punto que su rostro
se sintió como si se hubiese incendiado. Seguro, había escuchado lo bien que
se veía de otros chicos, e incluso mujeres, pero Mitch nunca se había
ocupado de su aspecto. Había estado demasiado ocupado construyendo su
carrera, demasiado ocupado con la locura de la vida.
Además, había sido educado para ser humilde.
—¿Harás algo además de mirarme fijamente? —exigió Mitch
gentilmente—. En serio que me estás matando.
Esta vez cuando Pat meneó su culo, la polla de Mitch se encajó entre sus
nalgas, haciendo que Mitch sisease cuando sus músculos se contrajeron.
Cuando Mitch intentó levantarse, Pat presionó su mano en el pecho de Mitch
y le forzó a tumbarse de nuevo.
—Sólo quédate ahí tumbado y déjame hacer lo que quiera. —Pat le dio
una siniestra sonrisa—. Y también te va a gustar.
Mitch arqueó una ceja. —¿Oh, sí?
—Confía en mí. —La mano de Pat aún estaba presionada contra el pecho
de Mitch—. Soy muy bueno ayudando a personas en apuros.
Le gustaba este lado de su pequeño zorro. En la cama, Pat era del tipo de
hacerse cargo. Ese no parecía ser el caso cuando estaba fuera del dormitorio.
Pat era más inseguro y estaba un poco asustado. Eso estaba bien con Mitch.
Podían invertir los papeles siempre que su pareja lo necesitase.
Mitch sería el protector de Pat, sin embargo también podía permitir que
su pareja se hiciese cargo cuando Pat necesitase sentirse poderoso. Mitch no
era un fanático del control que exigiese ser el hombre dominante en la cama.
—Creo que estoy en apuros. —Mitch se lamió los labios—. ¿Qué puedes
hacer acerca de eso?
Pat se deslizó de las piernas de Mitch y cruzó la habitación. Cuando se
inclinó para alcanzar los bolsillos de sus pantalones, la mirada de Mitch se
centró en un pequeño y regordete trasero. Tuvo que agarrar su polla y apretar 51
la base antes de que se corriese sólo por ver la desnudez de Pat.
Joder. De nuevo, ningún otro amante había afectado a Mitch de esta
manera. Honestamente podía quedarse ahí tumbado y masturbarse sólo
observando la manera que Pat zigzagueaba a través de la alfombra.
Pat se dio la vuelta con un paquete de lubricante tamaño viaje en su mano.
Mitch apretó su puño cuando su mirada siguió a su pareja de regreso a la
cama, sus ojos en la polla de Pat mientras la boca de Mitch se hacía agua.
Quería hacerle una mamada a su pareja, pero Mitch estaba demasiado
tenso para eso. La próxima vez. Ahora mismo quería sentir el apretado culo
de Pat envuelto alrededor de su dolorida polla.
Pat se subió de nuevo a la cama, pero no se sentó a horcajadas sobre
Mitch. En su lugar, se dio la vuelta para darle a Mitch un espectáculo. Un
espectáculo que Mitch no olvidaría pronto. Su pareja humedeció sus dedos
y meneó su culo cuando los insertó.
Mitch se quedó ahí tumbado con los labios separados, estrangulando su
propia polla mientras observaba a Pat estirarse él mismo. Alcanzó a Pat, sólo
para darse cuenta que su pareja estaba en su lado izquierdo. Gruñó a su brazo
inútil, pero justo en ese momento, Pat se dio la vuelta y se subió sobre él.
—¿Preparado para esto? —Pat le sonrió.
Con esa sola sonrisa Mitch se perdió en su pareja. No había nada que no
hiciese por su pelirrojo. No había una jodida manera que fuese capaz de
negarle nada a Pat. Su corazón pertenecía a su pequeño shifter zorro cuando
Pat se inclinó hacia adelante y guio la polla de Mitch hacia su lubricado
agujero.
—Más que preparado. —Mitch tensó la mandíbula cuando traspasó a Pat,
su polla avanzando lentamente en el cuerpo de su pareja.
Gimieron al unísono cuando Pat tocó fondo. Pero no se quedó inmóvil.
Comenzó a rebotar arriba y abajo, las palmas de sus manos plantadas contra
el pecho de Mitch mientras la cabeza de su pareja rodaba hacia un lado y sus
párpados revoloteaban cerrándose.
Mitch estaba encantado ante la vista. Dobló las rodillas y empujó sus pies 52
en el colchón, utilizando su mano derecha para acunar el costado de Pat
mientras golpeaba sus caderas hacia arriba.
Su brazo izquierdo podría estar lisiado, pero Mitch tendría que estar
muerto para no participar, para no devolver lo bueno que estaba recibiendo.
Pero su guepardo se hizo cargo. Mitch les dio la vuelta, utilizando su
brazo derecho para presionar junto a la cabeza de Pat mientras conducía su
polla duro y rápido, disfrutando del crudo placer cruzando el hermoso rostro
de Pat.
—¡Sí! —Pat siseó cuando envolvió sus piernas alrededor de la cintura de
Mitch. Sabía que Pat estaba bien con su brazo lisiado, pero Mitch aún tenía
que probar su destreza, probar que aún podía follar a su pareja hasta dejarle
en coma.
Su virilidad lo exigía.
Cuando Mitch sintió la acumulación viniendo, hundió sus caninos en el
hombro de Pat. Su pareja se revolvió debajo de él, gritando cuando Mitch
sintió su vínculo encajar en su lugar. Sus almas se fusionaron, convirtiéndose
en una cuando Pat se rompió, arqueando la espalda, y gritó el nombre de
Mitch.
Mitch dio algunas duras embestidas más antes que le siguiera, su orgasmo
desgarrándole cuando lamió la herida, lanzó la cabeza hacia atrás y aulló su
liberación.
Se limpió la frente con la sábana, jadeando en busca de aire mientras
lentamente salía del cuerpo de Pat y se derrumbaba a su lado.
Pat se puso de lado, acurrucándose contra Mitch. —¿Estamos satisfechos
con mi desempeño?
Al principio Mitch pensó que el chico era serio hasta que se dio cuenta
que Pat le estaba dando alguna encuesta de satisfacción como si fuese un
vendedor por teléfono.
O un tonto emisor de la policía.
—Completaré el formulario y lo entregaré más tarde. —Mitch se rio entre
dientes cuando Pat le golpeó en el pecho.
53

—Espero una crítica de cinco estrellas.


Mitch le besó en la mandíbula. —¿Qué tal diez estrellas?
—Ahora eso es de lo que estoy hablando. —Pat suspiró, y Mitch cerró los
ojos y se estaba regodeando en el hecho que había reclamado a su pareja
cuando alguien llamó a la puerta.
¿En serio? ¿Ahora? —¡Qué!
—Hondo y yo nos vamos —dijo Chris desde el otro lado. — Me dijo que
te dijese que no salgáis del apartamento.
Mitch nunca antes había recibido consejos tan inútiles. —Entonces
cancelaré nuestras reservas para cenar.
—¿Tienes reservas para cenar? —preguntó Chris.
—Se agradable —susurró Pat.
—No, Chris — gritó Mitch—. Y prometo que nos quedaremos.
—De acuerdo. —El chico sonaba aliviado—. Te dejaré saber cuando
regresemos.
Mitch se acomodó en cucharita con Pat, apoyando la barbilla en el hombro
de Pat, sólo para darse cuenta unos minutos más tarde que su pareja se había
quedado dormido. No estaba seguro cuándo fue la última vez que Pat había
conseguido algo de descanso.
Mitch echó las mantas sobre ellos y cerró los ojos, lejos de estar cansado
pero no dispuesto a dejar el lado de su pareja.
Después de todo, Pat no había dejado el suyo, y eso, más que las palabras,
verdaderamente le dijeron qué clase de pareja tenía.

54
Capítulo Cinco

—¿Nada? —preguntó Nazaryth.


Panahasi sacudió la cabeza cuando tomó asiento en la mesa con el resto
de los líderes del Ultionem. Estaba intentando realmente duro mantener su
ira bajo control ante la estupidez de enviar shifters tras Demonian y Syphon.
¿En qué demonios había estado pensando este grupo?
—Aún están escondidos de mí —contestó. Normalmente Panahasi no
tenía problemas ubicando la localización de alguien. Era tan antiguo como
la tierra, poderoso y no había demasiadas cosas que no pudiese hacer. Pero
un antiguo habitante del infierno siempre planteaba un problema.
Pensó en cómo él y Jaden tuvieron que viajar a través del inframundo para
llegar a Morag. Cómo los dos tuvieron que huir de varias criaturas oscuras
en lugar de simplemente borrarles a todos de la existencia. 55
Sus poderes tenían unos pocos límites, tanto si le gustaba como si no. Ya
que Demonian y Syphon eran casi tan antiguos como él, encontrarles no sería
una tarea fácil.
Aun así, Christian nunca debería haber enviado a Mitch y sus hombres
tras ellos. Eso había sido una misión suicida. Mitch había sido malditamente
afortunado de sólo haber recibido un arañazo de Demonian en lugar de tener
una muerte muy dolorosa.
—¿Qué se necesita para encontrarles? —preguntó Rakeym—. No me
gusta la idea de tenebris creaturae caminando alrededor del reino humano.
Ya han matado a una persona… que sepamos.
Lo cual era muy extraño para Panahasi. Normalmente, cuando los perros
del infierno escapaban, causaban caos donde quiera que viajasen.
Succionaban la felicidad de los otros, asesinaban, causaban destrucción y
algunos incluso vendían sus servicios al mejor postor.
Si Panahasi no lo supiese mejor, diría que estaban manteniendo un bajo
perfil. La única razón por la que estaban tras Mitch y sus hombres era la
venganza.
Investigaría más profundamente la muerte de la mujer. Tenía que haber
una razón por la que Demonian la había tenido como objetivo. Quizás
descubrir porqué le daría las respuestas a sus motivos.
—No pueden ser asesinados —dijo Panahasi—. Sólo pueden ser enviados
de regreso al Infierno.
—Si no pueden ser asesinados, ¿cómo les enviamos de regreso? —
preguntó Zeus.
Estudió a los líderes, cada hombre diferente a su propia manera, cada uno
con su propio conjunto de habilidades. Pero ninguno de ellos estaba a la
altura de Demonian y Syphon.
—Dejadme eso a mí. —Panahasi sacó su teléfono cuando vibró en su
bolsillo. Casey le estaba llamando. Panahasi salió de la habitación y fue al
pasillo que llevaba a la oficina de Christian antes que respondiese.
—¿Qué pasa, Casey?
56

—¡Drake está siendo irrazonable! —gritó Casey—. Sugerí salir a cenar,


pero insiste en cocinar. Hola, ¿has probado la cocina de Drake?
—¡Puedo cocinar! —argumentó Drake de fondo—. Retira eso o te patearé
el culo.
—¿Qué he dicho acerca de vosotros dos peleando?
Casey suspiró. —Que nos encerrarás durante unos siglos si se vuelve
físico.
—No nos tocamos —argumentó Drake—. Juro que fue un empujón
amistoso.
La última vez que los dos habían peleado, Panahasi les había hecho
quedarse en su ático durante un mes. Eso les había vuelto locos ya que los
dos amaban ir de compras.
—Tienes el voto decisivo —dijo Casey—. The Melting Pot o el pastel de
carne de Drake.
Panahasi se estremeció. Amaba a sus parejas con todo su corazón, pero el
pastel de carne de Drake le aterraba. —King Wings.
—¡Sí! —gritó Casey.
—Jodeos los dos —dijo Drake.
—Estaré en casa en un rato, tan pronto como haya terminado con esta
reunión.
—Te amamos —dijo Casey.
Panahasi sonrió. Nunca se cansaría de escuchar a sus parejas decirle eso.
—Os amo. Comportaos. —Colgó y regresó a la oficina.
—¿Cómo vamos a dejar que atrapes a los perros del infierno? —preguntó
Christian—. Este problema nos involucra a todos.
Panahasi se dio cuenta cuán silencioso había estado Maverick. El shifter
lobo simplemente se quedó ahí sentado estudiando a Panahasi como si
supiese lo que había en la mente de Panahasi. 57
El hermano de Maverick, Sebastian, tampoco había dicho una sola
palabra.
Con un movimiento de su mano, los líderes desaparecieron, todos excepto
Christian. Rakeym y los otros estarían enojados porque Panahasi les hubiese
enviado a casa, pero necesitaba hablar con su hijo en privado.
—Simplemente podrías haber dicho que querías hablar conmigo a solas.
—Christian se sentó detrás de su escritorio, viéndose tan regio como
siempre.
También mortal. Pero Panahasi no estaba preocupado acerca de la actitud
del vampiro. —¿Contrataste shifters para hacerse cargo de los perros del
infierno? —El tono de voz de Panahasi estaba mezclado con veneno—. ¿Qué
te poseyó para hacer algo tan imprudente?
—Porque ya estamos lidiando con demasiada mierda. —Christian se
levantó de su asiento y golpeó el escritorio con su puño—. Subcontratamos
mucho trabajo porque ser un líder de toda una raza consume mucho tiempo.
Christian no tenía que recordárselo. Panahasi pasaba muy poco tiempo
con Casey y Drake, y eso era la parte del trabajo que más despreciaba. No
sólo Panahasi dirigía a los demonios guerreros, mantenía segura Serenity
City y era la Vida, que era una carrera agotadora. También vigilaba las otras
puertas del Infierno y hacía otras mil tareas para mantener el mundo a salvo.
Había veces cuando quería alejarse de todo y llevar a sus parejas a algún
lugar donde nunca tuviese que preocuparse acerca de ninguna amenaza, pero
esta era su vida, tanto si le gustaba como si no.
—Los perros del infierno no son asunto tuyo —le recordó a Christian—.
Si necesitabas a alguien para manejar a Demonian y Syphon, deberías
haberle dado esa tarea a las bestias aladas cuyo trabajo es cazarles.
—Sólo porque crearas la raza de vampiros no pienses que puedes decirme
qué puedo y no puedo hacer —gruñó Christian—. No tenía idea que los
perros del infierno fuesen primogénitos.
—Y eso es exactamente por lo que deberías haber entregado esto a
Nazaryth —argumentó Panahasi. 58

Dio un paso hacia atrás. Discutir no le llevaría a ninguna parte. Christian


era tan terco como él y no daría el brazo a torcer en su decisión.
Panahasi se movió hacia la esquina más oscura y la atravesó, apareciendo
en su ático. Necesitaba cazar a Demonian y Syphon, pero maldición, sus
parejas también necesitaban tiempo con él.
Y durante unas horas, Panahasi les daría eso.
Pero después de cenar, descubriría por qué los perros del infierno habían
matado a esa mujer. También cazaría a los dos y descubriría por qué estaban
manteniendo un bajo perfil.
Pat gimió cuando su teléfono sonó y vio que su hermano le estaba
llamando. Zack era la última persona con la que quería hablar, pero también
sabía que Zack acababa de comenzar su nuevo trabajo, y Pat quería
felicitarle.
Mitch estaba en la ducha, de manera que Pat salió lentamente del
dormitorio y corrió hacia la cocina antes que respondiese. —¿Hola?
—Acabas de salvar la vida de tu hermano por responder al teléfono. Si
quieres que continúe respirando, reúnete conmigo en The Melting Pot y ven
solo, o el querido Zack va a tener una muerte muy dolorosa.
Pat se quedó ahí de pie congelado, su corazón martilleando mientras se
aferraba a su teléfono.
—Jode esto —gruñó el extraño bruscamente—, y luego iremos tras tu
madre. Mi pareja ya la está vigilando.
Pat estaba aterrorizado por su hermano, pero sabía con maldita seguridad
que la amenaza contra su madre no era real. Panahasi se había ocupado de 59
eso cuando Pat y los otros aún estaban en la cabaña de Mitch. Ella había sido
escondida en la Guarida de Maverick, y algunos líderes del Ultionem estaban
ayudando a protegerla.
A pesar que Zack era un enorme dolor en el culo para Pat, haría cualquier
cosa para mantenerle alejado de cualquier daño. —Podemos resolver esto.
—Utilizó su calmante y tranquilo tono de voz cuando su entrenamiento
comenzó a hacer efecto—. Realmente no quieres hacer daño.
—Escuchaste mi advertencia —dijo el hombre.
—De acuerdo, sólo no le hagas daño. Voy para allá.
El extraño colgó.
Pat no era un completo idiota. No iba a ir solo. Si lo hiciese, el perro del
infierno simplemente tendría otro rehén. Tuvo un tiempo precioso para
reponerse mientras corría por el pasillo e irrumpió en el dormitorio de
invitados. —¡Tienen a mi hermano!
Mitch estaba de pie en el dormitorio viéndose tan bien mientras las gotas
de agua se aferraban a su piel. Durante un segundo, Pat se olvidó de qué
estaba hablando. Todo lo que pudo hacer fue mirar fijamente como un idiota.
—¿De qué estás hablando? —Mitch utilizó la toalla para secarse entre sus
piernas. La mirada de Pat estuvo pegada a la mano de su pareja antes que
mirase a Mitch.
—¿Necesito ayuda?
—¿Pat?
—Oh, sí. Cierto. —Pat se sintió sonrojar cuando recordó a Zack. Le dijo
a Mitch acerca de la llamada—. Se supone que tengo que irme ahora. ¿Qué
debería hacer?
Mitch lanzó la cabeza hacia atrás y gritó: —¡Panahasi!
¿Por qué Pat no había pensado en eso? Por qué no había… su mirada bajó
de nuevo a la ingle de Mitch.
¡Céntrate!
60
Parpadeó unas pocas veces y apartó los ojos de la polla medio dura de su
pareja, pero su maldita mirada regresaba de nuevo hasta que Mitch se puso
la ropa interior, impidiendo que Pat se le comiese con los ojos.
Así de rápido Pat se había olvidado que Mitch había llamado al líder
demonio, porque, cuando Panahasi entró en la habitación, Pat saltó y chilló.
Mitch le contó al líder acerca de la llamada. —¿Cómo quieres jugar a
esto?
—Vosotros os quedáis aquí —dijo Panahasi—. Iré a lidiar con esto.
—Pero tiene a mi hermano —argumentó Pat—. Si no hago exactamente
lo que quiere, matará a Zack.
Pat no estaba seguro qué había esperado de Panahasi, pero el perro del
infierno no había estado bromeando. Sólo su tono de voz había asustado
muchísimo a Pat, y por su reputación, Pat estaba aterrorizado que nunca viese
a Zack de nuevo.
Panahasi se fue antes que Pat pudiese continuar con su argumento. Se dio
la vuelta y enfrentó a Mitch. —No puedo quedarme sentado. Ese es mi
hermano, no el suyo. Si Panahasi tiene que pasar a Zack para derrotar al perro
del infierno, creo que lo haría.
Pat se dirigió hacia la puerta, pero Mitch le agarró por la parte superior de
su brazo y le detuvo. —No tienes entrenamiento, Pat. Eres un emisor, no un
policía. E incluso si lo fueses, no tienes entrenamiento para enfrentar a un
perro del infierno.
—Te asombraría lo que una persona puede hacer cuando temen por un ser
querido. —Pat tiró de su brazo, pero Mitch se negó a dejarle ir.
—Y tú te asombrarías cuán terca puede ser una pareja cuando detiene a
su otra mitad igual de terca. —Mitch se movió hasta que bloqueó la puerta
del apartamento—. No te dejare correr por ahí precipitadamente. Tenemos
que confiar que Panahasi pueda manejar esto.
—¿Qué pasa si fuese tu hermano? —Pat no podía creer que estuviese
discutiendo con Mitch sobre Zack, pero tanto como su hermano le ponía de
los nervios, Pat también le amaba, y su madre estaría devastada si algo le
sucediese al bobalicón. 61

—Bien. —Mitch suspiró—. Pero sólo vamos ahí para ver qué está
pasando. No nos interpondremos.
Pat metió las manos detrás de la espalda y cruzó los dedos. —Lo prometo.
—¿Por qué tengo la sensación que me voy a arrepentir de esto? —Mitch
gruñó cuando abrió la puerta—. Mueve el culo.
Antes que Pat saliese del apartamento, besó a Mitch en la mejilla. —
Gracias.
—Puedes agradecerme cuando sobrevivamos a esto. —Mitch cerró la
puerta detrás de ellos.
—Espera. —Pat bajó la mirada hacia el brazo de Mitch—. Acabas de
cerrar la puerta con tu mano izquierda.
Mitch levantó su brazo izquierdo y apretó los dedos en un puño. —La
sensibilidad comenzó a regresar antes, pero las sensaciones se volvieron más
fuerte cuando estaba en la ducha.
Pat chilló cuando lanzó los brazos alrededor del cuello de Mitch. —¡Estoy
tan feliz por ti!
—No estés demasiado feliz. —El tono de voz de Mitch se había vuelto
profundo y áspero. La cercanía también estaba afectando a Pat. Su cuerpo
hormigueó cuando lentamente deslizó los brazos del cuello de Mitch. Tuvo
que recordarse a sí mismo que iban de camino para salvar a Zack –sí, salvar,
no observar– y ahora no era momento para enrollarse.
—¿Por qué no? —preguntó Pat.
—Porque no tengo fuerza completa en mi brazo —dijo Mitch.
—Regresará —dijo Pat con confianza. Aunque la mordida de un perro del
infierno primogénito era un asunto desagradable, estaba seguro que nada
mantendría al margen a su pareja fuerte, dominante y seguro de sí mismo.
Después de todo, Mitch ya había superado las posibilidades que nunca
volviese a utilizar su brazo. Ahora todo lo que tenía que hacer era
fortalecerlo. Eso sería un paseo por el campo para alguien como Mitch. 62

Esta era una muy mala idea. Mitch sabía que no debería llevar a su pareja
al único lugar donde el enemigo le estaba esperando, pero… joder. ¿Por qué
Mitch no podía negarse? Su entrenamiento le decía que se llevase a Pat al
otro extremo de la tierra, pero ahí estaban, saliendo del edificio de
apartamentos de los demonios guerreros y dirigiéndose hacia el restaurante.
¿Encontrar pareja y enamorarse volvía estúpido a un hombre?
Obviamente lo hacía porque Mitch se había derrumbado rápidamente cuando
Pat le había dado esa cursi mirada.
No era la cabeza sobre los hombros de Mitch con la que estaba pensando
ahora mismo, mientras su polla dirigía el camino.
Mitch agarró la mano de Pat y le detuvo cuando llegaron a Jake’s Java,
que estaba a una manzana de The Melting Pot. Parecía que cada demonio
guerrero estaba rondando por el exterior, y Mitch estuvo sorprendido al ver
ahí también a Moose y Darren.
—Mira, tienen las cosas completamente cubiertas —dijo Mitch mientras
persuadía a Pat para entrar en la tienda de Jake.
Mitch también se había metido en la tienda porque había tenido una
sensación realmente mala. No había nadie en la calle, aparte de los guerreros.
Serenity City parecía un silencioso cementerio, y una sospechosa sensación
se instaló en las entrañas de Mitch.
Tenía que sacar a Pat del reino demonio. Eso era lo que su cerebro le
estaba gritando. Atraer a Pat a un restaurante cercano parecía un poco
demasiado fácil para Mitch. El perro del infierno estaba tramando algo.
Los años de Mitch dirigiendo operaciones encubiertas, y también sus
instintos como shifter guepardo, habían comenzado a hacer efecto. Había
evaluado la situación, y no estaba a su favor. 63

—Tenemos que irnos. —Mitch agarró la mano de Pat y salió por la puerta.
Pero en lugar de ir hacia el edificio de apartamentos, Mitch se dirigió hacia
el Lago Negro al otro lado de la calle.
—No podemos irnos —argumentó Pat—. Tiene a Zack.
Mitch estaba comenzando a dudar de eso. Los perros del infierno eran
engañosos bastardos, y el único –Mitch no estaba seguro si estaba Demonian
o Syphon dentro del restaurante– exigiendo que Pat se reuniese con él, podría
haber estado mintiendo descaradamente.
Nada acerca de este escenario se sentía bien.
—¿Vamos ahí? —Pat miró hacia el agua oscura—. No lo creo.
—Es un portal hacia el reino humano. —Mitch tiró de Pat, alejándole lo
más posible del restaurante.
—Pero estábamos huyendo del reino humano —argumentó Pat—. Y
tenemos que ayudar a Zack.
—¿Confías en mí? —Mitch no tenía tiempo para explicar la sensación en
sus entrañas. Tenían que salir de aquí.
Pat se mordisqueó el labio inferior mientras asentía lentamente con la
cabeza. —Eres mi pareja. ¿Por qué no confiaría en ti?
—Porque soy un extraño para ti.
Con el ceño fruncido, Pat preguntó. —¿Estás intentando convencerme
que confíe en ti o argumentando contra eso? Estoy totalmente confuso.
Igual que Mitch. Había olvidado el punto que estaba intentando hacer. —
Tenemos que irnos.
—Pero, ¿qué hay de Zack? —Pat sacó su mano de la de Mitch—. No es
rival para ningún perro del infierno. Tenemos que ayudarle.
—Los demonios guerreros le tienen cubierto. —Mitch se sintió como un
bastardo por lo que estaba a punto de hacer, pero no podían quedarse de pie
en el montículo cubierto de hierba discutiendo durante la siguiente hora. El
aire se sentía cargado. Las calles estaban desiertas, y se le pusieron los pelos
64
de punta.
Algo grande estaba a punto de descender, algo que Mitch no quería
quedarse para ver.
Con un gruñido de arrepentimiento, empujó a Pat en el lago y luego se
zambulló él mismo, tirando de su pareja más profundo en el agua.
Salieron a la superficie en el aparcamiento de The Pit. Humo del pozo
donde Priest estaba asando su carne voló hacia ellos. Mitch absorbió una
deliciosa fragancia cuando agarró la mano de Pat y tiró de él hacia el centro
de la ciudad.
Gracias a Dios, entrar en el Lago Negro nunca mojaba a nadie. Eso era
un hecho extraño, pero cierto.
—¡Bastardo! —Pat golpeó la mano de Mitch—. Ahora, ¿cómo demonios
se supone que regresemos ahí para ayudar a Zack?
Mitch tenía que llevar a Pat a la comisaría. El Sheriff Werth, los oficiales
y detectives de turno serían capaces de ayudar. Habría ido a Maverick por
ayuda, pero no quería llevar a Pat a ningún lugar cerca de su madre.
Eso pondría dos objetivos en el mismo lugar, y Mitch quería evitar eso a
toda costa.
—Dijiste que confiabas en mí. —Mitch dejó de caminar y presionó la
palma de su mano contra el hermoso rostro de Pat.
—También me dijiste que eras un extraño y no debería confiar en ti —
argumentó Pat—. ¿Cuál es?
—Confía en mí. —Mitch le dio a Pat un rápido beso, forzándose a no
profundizar el beso, aunque su guepardo aulló por la intimidad. Tenían que
salir de la calle, no quedarse ahí besándose.
—De acuerdo, así que, ¿a dónde nos estamos dirigiendo? —Pat comenzó
a caminar junto a Mitch mientras corrían hacia la comisaría.
—Donde hay cantidad de shifters que pueden ayudarnos. —Mitch se
65
metió en un hueco cuando divisó a un hombre alto y grueso dirigiéndose
hacia ellos. Dejó salir un suspiro de alivio cuando vio que no eran Demonian
o Syphon y luego avanzó rápidamente.
Rezó para que llegasen a tiempo antes que cualquiera de los perros de
infierno descubriese que ya no estaban en Serenity City.
Mitch se detuvo en seco cuando dieron la vuelta a la esquina y corrieron
directamente hacia Syphon. Una cruel sonrisa curvó la comisura de la boca
del perro del infierno.
—Os pillé —dijo con una profunda y oscura sonrisa entre dientes antes
que todo se desvaneciese a negro.
Capítulo Seis

Darren había estado corriendo hacia el Lago Negro para evitar que Mitch
y Pat lo utilizasen para regresar al reino humano, pero había llegado
demasiado tarde al montículo cubierto de hierba.
—¿Dónde crees que han salido? —preguntó Moose, sin aliento.
—No tengo ni idea. —Darren miró hacia el restaurante. Él y Moose se
habían infiltrado, pero ningún perro del infierno había estado en el interior.
Tampoco ningún rehén.
Había sido un montaje.
Las entrañas de Darren le habían dicho que la reunión había sido
demasiado fácil. Ningún perro del infierno que valga la pena hubiese dado
una dirección tan cercana. Pero habían tenido que comprobarlo, sólo en caso
66
que el hermano de Pat verdaderamente hubiese estado ahí.
—Creo que Mitch lo descubrió —dijo Moose—. Supo que el perro del
infierno no estaba aquí.
—Y quiso sacar de aquí a Pat. —Darren miró al lago y luego de nuevo al
restaurante. Los demonios guerreros se habían separado para buscar en la
ciudad, pero incluso si Demonian o Syphon hubiesen estado en el reino
demonio, a estas alturas ya se habían ido hace mucho tiempo.
—Tenemos que rastrearle. —Darren se zambulló en el lago, saliendo al
lado de la comisaría. Se dio la vuelta, escaneando las calles, con la esperanza
de encontrar a su jefe y a Pat.
—Aquí. —Darren señaló cuando Moose salió a su lado.
A su izquierda, a pocas manzanas, Darren divisó a Mitch y Pat doblando
la esquina. Su grito para advertirles llegó demasiado tarde. Syphon apareció,
les agarró y luego se desvaneció en el aire.
—¡Joder! —Moose salió disparado a pesar que Mitch y Pat habían
desaparecido. Darren se dio la vuelta y corrió hacia la comisaría. Divisó al
Detective Jake Licari, amigo de Mitch, y rápidamente le contó lo que
acababa de suceder.
Jake se levantó de un salto de su asiento y corrió hacia la puerta, unos
pocos hombres de la estación corriendo detrás de él.
Moose se quedó de pie donde Mitch y Pat habían estado, girando en un
círculo.
Después de ver la escena, Jake dijo: —Tengo que hablar con el sheriff.
A Darren no le gustaba sentirse impotente. Mitch había estado ahí para él
en el peor momento en la vida de Darren. El shifter guepardo había recogido
a Darren del suelo –hablando de manera figurada– y le había dado un
propósito. Las misiones en las que habían estado juntos ayudaron a Darren a
luchar contra sus demonios y sirvió como una salida para su ira. No había
nada que Darren no hiciese por Mitch.
Incluso enfrentar a un perro del infierno primogénito.
Darren cruzó rápidamente la calle, haciendo una pausa para dejar pasar
67
algunos coches mientras se dirigía hacia Moose.
Moose estaba ahí de pie con una sombría expresión en su rostro, como si
quisiera asesinar a alguien con sus manos desnudar. Darren sabía que el
hombre era grande y poderoso por fuera y todo blandengue por dentro. Pero
no sabía demasiado acerca del pasado del hombre.
El verdadero nombre de Moose era John Zitelli. Era de por aquí, yyy eso
era todo. El shifter oso no había compartido ni una vez nada personal con
Darren. No que Darren hubiese querido que lo hiciese. Sólo sabía que podía
confiar que Moose cubriese su espalda.
—¿A dónde les llevaría Syphon? —preguntó Moose cuando Darren se
unió a él en la acera.
—No tengo la más mínima idea, chico grande. —Darren miró de nuevo
hacia la comisaría, pero todos los hombres habían entrado de nuevo.
Probablemente para consultar con su intrépido líder.
Darren no tenía tiempo para una reunión conjunta. Tenían que actuar
rápido si iban a salvar las vidas de Mitch y Pat. Esos perros del infierno se
habían tomado la muerte de Demonian como algo personal y estaban
buscando venganza.
—Tenemos que comenzar en la casa donde le encontramos —dijo
Moose—. Quizás podamos descubrir qué estaba haciendo Demonian en esa
casa y partir de ahí.
Ese era el mejor plan que tenían. Darren no podía pensar en nada más, de
manera que siguió a Moose cuando se dirigieron hacia la escuela.

Mantén la calma. No entres en pánico. Céntrate en salir de aquí en lugar


de asustarte. Has tenido toda una vida de entrenamiento en ayudar a otros
a tranquilizarse. Utiliza tu entrenamiento. 68

Desafortunadamente, sin importar cuántas veces Pat se repitiese eso a sí


mismo, su nivel de pánico continuaba elevándose. No tenía idea dónde
estaban, si alguien les estaba buscando o si uno de los perros del infierno
había matado a Zack.
—Caminar no te va a hacer ningún bien. —Mitch se movió a su lado, pero
Pat se apartó bruscamente.
—¿Qué más se supone que haga? —espetó Pat—. Si nos hubiésemos
quedado en Serenity City, no estaríamos en este desastre, y no tengo jodida
idea si mi hermano incluso está vivo.
Normalmente Pat era del tipo de persona con buen carácter. Siempre veía
el lado bueno de las cosas, mantenía pensamientos positivos, y
verdaderamente creía que cualquier situación podía ser resuelta con un
desenlace optimista si todo el mundo utilizaba sus cabezas en una situación
de crisis.
En este momento, Pat no estaba seguro que su desenlace fuese optimista.
No le veía el lado bueno a esto, y sus pensamientos positivos habían tenido
una muerte dura y violenta.
—Sólo es la proximidad de los perros del infierno —dijo Mitch—.
Drenan todos tus pensamientos y sensaciones felices.
—¿Crees que son los perros del infierno los que me tienen tan resentido?
—Pat puso las manos en sus caderas—. Zack podría ser un mete-patas en
todos los sentidos de la palabra con guion, pero aún es mi hermano, e hiciste
que me alejase de él.
Lágrimas llenaron los ojos de Pat cuando se dio la vuelta alejándose de
su pareja y miró alrededor de la abandonada habitación donde estaban siendo
retenidos. En la pared a la derecha había pintura muy descascarillada, con
grandes astillas esparcidas por el suelo. El lado izquierdo y la pared de atrás
estaban hecho de bloques de hormigón. El suelo era de cemento, junto con
el techo, y la pared frente a ellos contenía una única puerta de acero.
Estaban atrapados sin salida. Incluso si Pat cambiase a su forma de zorro, 69
no había manera que pudiese encajar en el pequeño agujero en la base de la
pared frente a ellos. Tendría que ser un ratón para pasar por ahí, y no se sabía
qué o quién podría estar esperando al otro lado.
Nunca se había sentido tan inútil en su vida.
—¿Qué piensas que planean hacer con nosotros? —El suelo estaba sucio
y polvoriento, con pedazos de hormigón esparcidos, pero Pat se sentó,
cruzando las piernas cuando envolvió sus brazos alrededor de su abdomen.
Quizás los perros del infierno estaban afectando su estado de ánimo
porque se sentía tan aislado y solo, como si nunca fuese feliz de nuevo, y eso
hizo que Pat quisiera llorar desconsoladamente.
Mitch se encorvó detrás de Pat y deslizó los brazos a su alrededor. Su
pareja apoyó la barbilla en el hombro de Pat. —No lo sé, pero sea lo que sea,
superaremos esto.
Pat cerró los ojos y dejó salir un largo suspiro cuando Mitch besó su
cuello. Su situación era terrible, pero había necesitado eso. Había necesitado
la conexión y consuelo, sentirse envuelto en la seguridad, aunque dudaba que
estuviesen a salvo si Demonian o Syphon entraban en su habitación.
—Me imaginé mi apareamiento tan diferente —confesó Pat—.
Definitivamente no me veía a mí mismo huyendo por mi vida o a mi pareja
luchando para mantenerme a salvo. —Pat suspiró—. Supongo que sólo
quiero una vida normal donde todo sea arcoíris y sol.
Mitch soltó un bufido. —¿En qué mundo vives? La vida raramente es
como queremos que sea.
—No es cierto — dijo Pat—. He visto gente dichosamente feliz.
—La mayoría de las personas sólo muestran su lado A. Raramente
cuentan a alguien acerca de su lado B.
—¿Qué significa eso? —preguntó Pat.
—El lado A es perfecto. El lado B es donde todo el mundo esconde las
cosas realmente jodidas que están pasando en sus vidas. Confía en mí, cariño.
Cuando ves a una persona dichosamente feliz, o lucharon jodidamente para
70
llegar ahí o tienen muchos esqueletos en su armario.
—Caramba, eres la clase de hombre que ve el vaso medio vacío, ¿cierto?
—Soy realista. —Mitch se sentó detrás de él, tirando de Pat sobre su
regazo. Se apoyó contra Mitch mientras miraba fijamente la puerta de
acero—. Mi vida nunca ha sido fácil, pero mis dificultades me hicieron quien
soy. Y no creo que resulté tan malo.
Pat tampoco lo pensaba. Sólo deseaba que pudiese llegar a conocer a su
pareja bajo diferentes circunstancias. Intentar descubrir quién era su pareja
mientras esquivaban perros del infierno no era exactamente fácil.
Mitch apretó sus brazos alrededor de Pat. —Aunque mi brazo parece estar
sanando, he pensado mucho acerca de lo que dijiste.
—¿Qué es?
—Manejar las cosas desde mi oficina. —Mitch acarició con la nariz el
cuello de Pat, y Pat suspiró ante lo contento que se sentía.
El anterior sentimiento de desesperanza comenzó a desvanecerse, como
si estar en los brazos de su pareja fuese alguna clase de antídoto para el efecto
que los perros del infierno tenían sobre él.
—¿Serías feliz haciendo eso?
—No lo sabré hasta que lo intente —dijo Mitch—. Además, tengo una
pareja para volver a casa ahora. Me gustaría descubrir cómo se siente eso.
La ira de Pat hacia Mitch por hacerle dejar a Zack remitió. Tenía que
confiar que Panahasi y los demonios guerreros hubiesen cumplido su palabra
que Zack estaría a salvo, porque Pat se negaba a creer en cualquier otro
desenlace.
Se sentía como pringue en los brazos de Mitch, visualizando llegar a casa
cada noche a Mitch. Para Pat, eso sonaba perfecto.
Sólo tenían que salir de esta jodida habitación y huir de Demonian y
Syphon. Cómo podrían lograr eso era una incógnita.
71

—Esto no está bien.


Demonian observaba a su pareja caminar de un lado a otro en la cocina
mientras estaba sentado en la encimera, sus manos curvadas alrededor del
borde a ambos lados. —Intentaron matarme, amor. Jodidamente me
prendieron fuego. ¿Se supone que debo dejar pasar eso?
—Ese es mi punto. —Syphon caminó hacia Demonian y presionó las
manos contra los muslos de Demonian. Joder, hombre. El amor que sentía
por Syphon no podía ser puesto en palabras. Habían pasado por mucho
juntos, habían luchado tan duro para escapar del Infierno, y esos bastardos
habían intentado enviarle de regreso, habían intentado alejarle del único
hombre que había significado algo para él.
¿Cómo se suponía que Demonian simplemente dejase pasar eso?
—Tú mismo dijiste que no éramos como los otros perros del infierno —
argumentó Syphon—. Todo lo que queremos es algún lugar donde podamos
encontrar paz. ¿Realmente piensas que perseguir a estos shifters terminará
de buena manera?
—¿No estás un poco enojado por lo que me hicieron?
Demonian acunó la mandíbula de Syphon, y su pecho se tensó cuando su
pareja se apoyó en su toque. —Por supuesto que lo estoy. Quise arrancarles
los corazones cuando me dijiste lo que habían hecho. Pero… —Syphon se
alejó y comenzó a caminar de nuevo—. Pero, ¿realmente esto vale la pena
arriesgar nuestra libertad? Sólo estaban haciendo su trabajo.
Demonian se levantó de un salto de la encimera y fue enojado hacia
Syphon. —¿Haciendo su trabajo? Aparte de Estelle, no le hemos hecho daño
a nadie. Nos estaban cazando como animales salvajes incluso antes que
fuésemos a esa casa. ¿Ser un perro del infierno justifica ser asesinado sin
conocer las circunstancias? Dime qué jodidamente justo es eso. 72

No le gustaba ser seco con Syphon, pero Demonian no podía dejar pasar
lo que Mitch y los otros le habían hecho. Él y Syphon podrían no ser como
los otros perros del infierno, pero aún eran perros del infierno, lo que
significaba que tenían, o al menos Demonian tenía, una innata necesidad de
venganza.
Syphon agarró la mano de Demonian. —Sólo déjalo correr. Mitch y el
shifter zorro serán encontrados. Simplemente dejemos este lugar. Podríamos
ir a alguna isla aislada o simplemente viajar por el mundo. No me importa lo
que hagamos. Sólo quiero dejar esta ciudad atrás y comenzar a vivir nuestra
nueva vida.
Una guerra se libraba en el interior de Demonian. No había nada que no
hiciese por Syphon. El hombre era todo su mundo. Con un gruñido, sacó su
mano de la de Syphon y caminó por la cocina. Miró fijamente la puerta del
sótano, debatiendo si debería irse con su pareja o bajar ahí y terminar con sus
miserables vidas.
—Así que, ¿eso es todo? —preguntó Syphon cuando se unió a Demonian
a su lado—. ¿Simplemente vas a ignorarme?
—Intentaron alejarme de ti —dijo Demonian a través de los dientes
apretados.
—Sin embargo, aquí estás —dijo Syphon en un tono de voz tranquilo,
casi de derrota—. Estás vivo y preparado para tirar a la basura nuestro futuro.
Demonian se giró para mirar a Syphon. —No estoy tirándolo a la basura.
Lágrimas inundaron los ojos de Syphon, haciendo que Demonian se
sintiese como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago. Odiaba
cuando su pareja lloraba. En cualquier otro momento, cuando lágrimas eran
derramadas, Demonian cedería ante lo que Syphon quisiera.
Pero esta vez no. Maldición. No esta vez. Simplemente no podía alejarse.
—Bien —dijo Syphon—. Alimenta el estereotipo de nuestra especie.
Mata a esos hombres si eso es lo que quieres.
73
Nudos se formaron en el estómago de Demonian cuando vio a Syphon
salir de la casa. Apretó sus manos en puños y cerró los ojos con fuerza,
maldiciendo en voz baja cuando una opacidad se instaló en su pecho.
Demonian abrió los ojos y miró fijamente la puerta del sótano. Agarró el
pomo y lo giró, preparado para obtener su venganza.
Capítulo Siete

Punzante dolor se disparó por el brazo izquierdo de Mitch. Siseó cuando


toda la mano picó como si un ejército de hormigas rojas le estuviesen
mordiendo. Mitch apretó los dientes y suprimió el gruñido que amenazaba
con derramarse. Pat ya estaba asustado. Mitch se negaba a aumentar la
ansiedad de su pareja.
—¿Mitch?
Mitch se forzó a alejar su atención de su mano y giró la cabeza para mirar
a Pat. —¿Sí?
—Si no salimos de aquí con vida...
—No. —Mitch sacudió la cabeza—. No vamos a ir ahí. —Se levantó del
suelo y caminó hacia donde Pat estaba de pie junto a la puerta—. Hey. ¿No
74
eres el Sr. Optimista? No vayas a cambiar ahora. Puedo utilizar todos los
soles que me puedas dar.
—Estamos atrapados en una habitación sin ventanas ahora mismo. ¿Se
supone que debo sacar el sol que necesitas de mi culo?
Mitch hizo una mueca. —Eso suena jodidamente incómodo.
Pat le dio una temblorosa sonrisa. Eso había sido lo que Mitch había
estado pretendiendo. Lo único que Mitch quería era salir de esta situación
con vida de manera que pudiesen comenzar de nuevo con sus vidas juntos.
Cuanto más pensaba en lo que él y Pat estaban pasando, más solidificado
estaba acerca de no más misiones de campo. El creciente entumecimiento
también era un factor. Mitch no estaba seguro qué estaba pasando, pero si su
brazo y mano iban a cambiar repentinamente entre mejor y peor, no podía
aprovechar la oportunidad para ir en misiones.
Su pequeño pelirrojo simplemente tendría que acostumbrarse a tener a
Mitch alrededor todo el tiempo.
Pat levantó una mano cuando presionó una oreja en la puerta de acero. —
Alguien está viniendo.
Mitch tiró de Pat detrás de él cuando sus caninos descendieron. Dio unos
pasos hacia atrás, manteniendo su cuerpo entre la puerta y su pareja. El
cuerpo de Mitch se tensó. Soltó algunas respiraciones para controlar los
latidos de su corazón y tomó una posición de batalla mientras esperaba a
quien fuese que entrase.
—Estoy asustado —susurró Pat—. No quiero morir.
—No vas a morir. —No si Mitch tenía algo que decir acerca de ello. Había
esperado cientos de años para encontrar a su pareja, y no iba a perder a Pat
porque un primogénito tuviese problemas con Mitch.
Cuando el grueso pestillo de metal comenzó a moverse, la garganta de
Mitch se secó. Si hubiese estado solo en esta habitación, sus miedos no se
habrían aferrado a él con fuerza. Pero Pat estaba aquí, y tanta bravuconería
como Mitch tenía acerca de enfrentar a su oponente, estaba aterrorizado que
algo le sucediese a su pequeño shifter zorro. 75

La puerta de acero chirrió cuando se abrió. Demonian entró, cerrándola


detrás de él. Se quedó ahí de pie mirando fijamente a Mitch y Pat. Lo que
tenía a Mitch nervioso era el hecho que Demonian no les estaba fulminando
con la mirada con odio. Si no estaba equivocado, había confusión en los ojos
del hombre.
Aun así, Mitch mantuvo a Pat detrás de él cuando cualquier esperanza y
felicidad que poseía se drenó.
Demonian hizo un ostentoso gesto con la mano para abarcar la habitación.
—Deberías haberme preguntado por qué estaba ahí matando a esa mujer en
lugar de atacarme.
—Bueno, considerando que estabas en tu forma de Rottweiler, y tenías
tres cabezas, no tomé ningún riesgo —dijo Mitch—. No fue personal. —Sólo
estaba luchando por mi vida, eso es todo.
Demonian sonrió con suficiencia. —Realmente odio a los listillos.
Mitch dio un paso hacia atrás, poniendo más distancia entre el perro del
infierno y Pat. —De acuerdo. Dime por qué mataste a esa mujer.
Mitch tenía que ganar el mayor tiempo posible hasta que la ayuda llegase.
Si la ayuda llegaba.
Por favor, deja que Darren y Moose descubran dónde estamos.
Esa era la única esperanza de Mitch para sobrevivir a esto. Con su brazo
izquierdo en retroceso, no tenía posibilidad de ganar una batalla contra
Demonian.
Pat enroscó las manos en la parte trasera de la camisa de Mitch mientras
Mitch esperaba a que Demonian se explicase.
—Vosotros shifters y otras criaturas pensáis que lo sabéis todo acerca de
mi especie. —Demonian se apoyó contra la pared y cruzó los brazos sobre
su fornido pecho—. No sabéis nada acerca de mí y Syphon. Pensáis que
escapamos del Infierno y ahora estamos en alguna clase de misión para
torturar y matar a tantos inocentes como sea posible.
76

Mitch se encogió de hombros. —Esa es la clase de cosas que hacen los


perros del infierno.
Demonian golpeó la pared con su puño cuando le gruñó a Mitch. Pedazos
de hormigón se derrumbaron y cayeron al suelo desde donde el perro del
infierno había hecho un agujero con su ira. —No somos… jódete. No tengo
que darte explicaciones.
—Pero acabas de preguntar por qué no te interrogué primero. —Mitch se
esforzó por escuchar ruidos provenientes de arriba, pero aparte de ellos, la
casa estaba en silencio—. ¿Dónde está Syphon?
Con suerte, no cavando dos tumbas en el patio trasero.
Los ojos de Demonian pasaron de rabia a tristeza antes que mirase al
suelo. —No hables de mi pareja.
Pat le dio un codazo a Mitch en la espalda. —No le enojes.
—Creo que nació enojado —contestó Mitch.
—Cierto —admitió Demonian—. Hasta que encontré a Syphon.
El hombre aún estaba mirando fijamente al suelo. Si Mitch no hubiese
estado herido, habría utilizado la oportunidad para atacar. Pero estaba
herido, y Pat estaba aquí, de manera que se quedó quieto, rezando para que
alguna forma de ayuda llegase pronto.
—Tu pareja —dijo Pat desde detrás de Mitch—. Todo tu mundo cambió
después de eso.
A Mitch no le gustó la manera que Demonian miró a Pat. —¿Qué sabes
acerca de eso?
Por el amor de Dios, no admitas que somos pareja. Sólo lo utilizará
contra nosotros. Mitch hizo un ruido en la parte posterior de su garganta,
intentando advertir a Pat para que dejase de hablar.
—Sé cómo se siente el amor —dijo Pat—. Sé que una persona enamorada
hará cualquier cosa por el único hombre o mujer que significa todo para ellos.
Demonian se alejó de la pared, apretando las manos en puños. —¡E
77
intentaste alejar eso! ¡Intentaste alejarme de mi pareja!
Pelo negro brotó a lo largo de los brazos de Demonian cuando mostró sus
caninos. Mitch también mostró los suyos. Agarró la cadera de Pat, preparado
para lanzar a su pareja hacia atrás si Demonian cambiaba.
Demonian curvó su labio cuando le dio la espalda a Mitch. Mitch no tenía
jodida idea qué estaba pasando. No que quisiera que el hombre atacase, pero,
¿por qué Demonian se estaba conteniendo?
—¿Qué está haciendo? —susurró Pat—. ¿Está esperando a que le
ataques?
—Os dais cuenta que puedo escucharos. —Demonian se dio la vuelta para
enfrentarles mientras se daba un golpecito en su oído—. Todos tenemos
audición sobrenatural.
Pat tragó audiblemente luego se rio nerviosamente. —Olvidé eso.
Mitch estaba furioso porque su pareja estuviese tan asustado. —¿Qué
clase de juego estás jugando?
—¿Juego? —Demonian se movió tan rápido que Mitch no tuvo
oportunidad para reaccionar. La mano del perro del infierno estaba enroscada
alrededor de la garganta de Mitch cuando le levantó—. ¡Tú comenzaste esto!
—Si todos pudiésemos mantener la calma —dijo Pat.
—¡Cállate! —Demonian levantó su mano libre y la lanzó. Pat gritó, y el
siguiente sonido que Mitch escuchó fue su pareja golpeando la pared. La
habitación se quedó en silencio.
Mitch aulló cuando cambió a su guepardo y se escabulló del agarre de
Demonian. Golpeó el suelo y luego saltó, yendo a por la garganta del
bastardo. La pata delantera de Mitch cedió, y chocó contra el suelo antes que
pudiese hacer su movimiento.
Una profunda y sustanciosa risa llenó la habitación cuando Demonian se
encorvó a su lado. —¿Problemas con la pata, gatito?
Mitch se quedó ahí tumbado jadeando mientras observaba a Demonian
extender la mano. Una solitaria garra negra se deslizó libremente. 78
—Un corte más de mi parte y no sobrevivirás a la siguiente ronda. —Se
puso de pie—. Y a propósito, tu brazo nunca sanará por completo. Ese es el
precio que pagarás por lo que me hiciste.
Mitch cambió de nuevo a su forma humana y se quedó ahí tumbado,
jadeando cuando preguntó: — Así que, ¿por qué mataste a esa mujer?
Quería darse la vuelta y comprobar a Pat, pero no quería arrastrar la
atención de Demonian hacia el shifter zorro. Quería mantener la atención del
perro del infierno únicamente en él.
Demonian se quedó de pie junto a la puerta, su mano en el pomo de metal.
Le dio la espalda a Mitch, pero giró la cabeza. Había tanto odio en sus ojos
que Mitch debería haber muerto en el acto.
—Supongo que nunca lo sabrás. Sígueme a mí o a Syphon y te
arrepentirás de haber puesto los ojos sobre mí.
Demonian salió, dejando la puerta abierta cuando desapareció.
Mitch apretó los dientes cuando se volteó a una posición sentada. Miró
detrás de él para ver a Pat levantándose lentamente. Su pareja sacudió la
cabeza y trabajó su mandíbula de lado a lado, un brazo alrededor de sus
costillas.
—¿Estás bien? —Mitch se levantó, sosteniendo su brazo izquierdo cerca
de su cuerpo mientras cojeaba hacia su pareja—. Dime que no estás herido.
—N-no lo sé. —Pat hizo una mueca de dolor—. Creo que necesito
cambiar. Algunas de mis costillas podrían estar rotas.
Mitch se dio la vuelta y gruñó cuando escuchó un ruido fuera de la puerta.
Alivio le inundó cuando Darren y Moose llenaron el marco de la puerta.
—¿Todo el mundo está bien? —preguntó Darren mientras miraba
alrededor de la habitación.
Moose olfateó el aire. —Huelo azufre.
—Demonian acaba de irse. —Mitch se giró hacia Pat—. Ve y cambia. Te
protegeré.
79

Con un rápido asentimiento de cabeza, Pat cambió a su forma de zorro.


Mitch se agachó y, con su mano derecha, recogió al pequeño zorro y le
sostuvo cerca.
—Vamos a salir de aquí —le dijo Mitch a Pat.
—¿Qué sucedió? —preguntó Darren.
—No tengo jodida idea. —Y esa era la maldita verdad. Mitch no estaba
seguro si los perros del infierno habían terminado de perseguirle o si
Demonian regresaría. Pero ahora mismo, necesitaba llevar a su pareja a casa.
Pero mientras salía de la casa, las palabras de Demonian resonaron en los
oídos de Mitch. Nunca sanaría por completo, lo que significaba que su
guepardo también estaría afectado.
Independientemente de la advertencia de Demonian, por hacer daño a Pat,
Mitch rastrearía al bastardo y le enviaría directamente de regreso al Infierno.
Pat se acurrucó más cerca del calor junto a él. Bostezó y se estiró y luego
abrió lentamente los ojos. Le tomó un momento darse cuenta dónde estaba.
El dormitorio de Mitch.
Pat miró por encima de su hombro y vio a Mitch profundamente dormido,
su brazo izquierdo acunado contra su pecho.
Mierda. Había estado esperando que todo lo que había sucedido, hubiese
sido alguna extraña pesadilla. Pero no lo había sido. Demonian les había
secuestrado, y… ¿qué hizo? Hablar mucho. Eso fue todo. Pat recordó a
Mitch cambiando y lanzándose hacia el perro del infierno después que
Demonian hubiese golpeado a Pat. 80

Sintió su costado, pero nada dolía. Había sanado, pero Mitch nunca lo
haría. Pat podría haber estado aturdido, pero había escuchado lo que
Demonian le había dicho a Mitch.
Tan silenciosamente como pudo, Pat se dio la vuelta y estudió a su pareja.
Durmiendo, Mitch se veía tan tranquilo. Su rostro no tenía esas duras líneas
que estaban presentes cuando el hombre estaba despierto.
Pat pasó los dedos sobre el rastrojo que bordeaba el rostro de Mitch.
¿Cómo había llegado a ser tan afortunado? No había sido rosas y arcoíris
estar con Mitch, pero era la pareja de Pat, y cualquier problema que tuviesen,
los resolverían.
¡Mierda! Pat tenía que llamar a su madre y comprobarla. También tenía
que descubrir si Zack estaba bien.
Comenzó a lanzar las mantas hacia atrás, pero Mitch enganchó a Pat con
su brazo bueno y tiró de Pat hacia él. —¿A dónde piensas que estás yendo?
—Sólo estaba… —Pat tropezó con sus palabras cuando vio el brillo de
lujuria en los hermosos ojos azules de Mitch—. Sólo estaba… no lo
recuerdo.
Cómo podría cuándo su cerebro se convirtió en papilla. Todo en lo que
podía pensar era estar en los brazos de Mitch.
—Creo que tus habilidades son nuevamente necesarias —dijo Mitch
mientras meneaba sus cejas.
Pat se rio entre dientes. —¿Y qué habilidades son esas?
Mitch llevó la mano de Pat hacia su erección. —Tengo este duro problema
que necesita tu atención.
—Mmm. —Pat apretó la polla de Mitch—. Veré qué puedo hacer.
Mitch rodó sobre su espalda y puso su mano derecha detrás de la cabeza.
Ya estaba desnudo, lo que hacía las cosas mucho más fáciles. Pat agarró el
lubricante de la mesita de noche y rodó sobre su espalda, alineándose con
Mitch lo mejor que puedo ya que el hombre era mucho más alto que él.
81

Pat se estiró a sí mismo, manteniendo contacto visual con su pareja


cuando sus labios se separaron y pequeños gemidos escaparon. Mitch le miró
fijamente con la mandíbula tensa y ardua lujuria en sus ojos.
Cuando Pat sacó los dedos, se subió sobre la cintura de Mitch. —Ahora
déjame ver si puedo ayudarte con tu problema.
Pat presionó la palma de su mano en el musculoso pecho de Mitch y
utilizó su otra mano para guiar la polla de su pareja hacia su estirado agujero.
Pat se inclinó hacia abajo para un beso, provocando a Mitch, prolongando el
placer que pronto iba a llegar.
—Aunque disfruto besándote, preferiría sentir tu apretado culo
aferrándose a mi polla. —Una extraña mirada se registró en los ojos azules
de Mitch. Pat no tenía idea por qué Mitch le estaba mirando fijamente de esa
manera. No hasta que Mitch dijo: —Te amo.
Pat se quedó impresionado. No había esperado escuchar esas palabras.
Aún no. Era demasiado pronto, ¿verdad? No habían estado juntos tanto
tiempo para que Mitch declarase su amor por Pat.
—No me dejes colgado —dijo Mitch—. Sé que también me amas.
Eso era cierto. Pat no se había dado cuenta hasta que Mitch había dicho
las palabras. Amaba a su shifter guepardo. Pat amaba todo acerca de él, y si
Mitch hubiese muerto a manos de Demonian, Pat habría estado devastado.
—Tienes razón. —Pat le dio un rápido beso cuando metió la cabeza de la
polla de Mitch en su culo—. Te amo.
Pura alegría se registró en los ojos de Mitch cuando Pat tocó fondo. No le
importaba si el brazo de Mitch estaba herido o si nunca le utilizaría de nuevo.
Pat no tenía problemas estando en la parte superior o ayudando a Mitch en
cualquier manera que su pareja necesitase, mientras estuviesen juntos.
Pat gimió y cerró los ojos cuando la polla de Mitch le estiró. La
quemadura se sintió deliciosa cuando Mitch gimió y puso su mano en la
cadera de Pat.
—Móntame, cariño.
Pat comenzó a moverse, elevándose y empujando hacia abajo. Montó a
82
Mitch hasta que la acumulación se hizo demasiada. Mitch agarró la polla de
Pat y le masturbó mientras Pat montaba a su pareja, gritando cuando se
corrió. Pero no se detuvo hasta que Mitch se unió a él, gruñendo su
liberación.
Pat se dejó caer en la cama y se acurrucó en el cuerpo de Mitch. Habían
sudado mucho, pero a Pat no le importó. No le importaría si hubiesen estado
cubiertos de sudor. Los brazos de Mitch se sentían bien, seguros y Pat nunca
querría salir de ellos.
Capítulo Ocho

—Aún no entiendo por qué dejó vivos a Mitch y Pat. —Darren miró hacia
la puerta cerrada del dormitorio cuando se sentó en el sillón beige
reclinable—. Eso no tiene ningún sentido. Si Demonian estaba empeñado en
la venganza, ¿por qué se alejaría sin infligir ningún daño?
—Estás preguntando al hombre equivocado. —Moose se sentó en el sofá
con un recipiente de helado y una cuchara. Su gran cuerpo se tragó dos
cojines mientras veía unos dibujos animado acerca de un bebé con traje.
Darren nunca entendería la obsesión del gigante con el programa—. Sólo me
alegro que estén bien. Las cosas podrían haber terminado mucho peor hoy.
Darren no necesitaba el recordatorio. Había estado justo ahí cuando
Demonian había raspado con un diente a través del brazo de Mitch. Había
visto el dolor que había atravesado su jefe y la lucha para superarlo.
83
—Demonian le dijo a Mitch que había habido una razón por la que había
ido a esa casa. ¿Por qué piensas que es eso?
Moose se llevó una cucharada de helado a la boca. El aroma de chocolate
llenó las fosas nasales de Darren. —De nuevo, estás preguntando al hombre
equivocado. ¿Por qué estamos intentando descubrir el motivo de un perro del
infierno? ¿Realmente tienen uno? Nacieron malvados e infligen esa maldad
en el mundo.
Darren arrugó la nariz. —¿Por qué estás comiendo directamente del
recipiente? Eso es asqueroso. Por favor, no me digas que lo pondrás de nuevo
en el congelador.
Con su cuchara, Moose señaló hacia el helado. —No quedará nada para
regresar al congelador una vez que haya terminado con ello.
Cuando escucharon un vehículo acercarse, Darren se levantó de un salto
del sillón reclinable y Moose se levantó del sofá. La cabaña de Mitch estaba
escondida lo suficientemente profundo en el bosque para que no pudiesen
escuchar el tráfico en la carretera.
Alguien estaba aquí.
—Ni un momento de jodida paz —gruñó Moose. Dejó el recipiente de
helado en la mesita de café, utilizó el mando a distancia para apagar la
televisión, y agarró su arma de la funda de su hombro.
—Mejor que sean amistosos porque he tenido un día malditamente largo.
—Darren sacó el arma de su funda en la cintura y se movió hacia la puerta
principal. Quienquiera que fuese no había utilizado faros, o les habría visto
apareciendo al otro lado de la habitación. Era después de medianoche.
Demasiado tarde para visitas.
Presionaron sus espaldas contra la pared a cada lado de la puerta. Darren
movió las cortinas a un lado sólo lo suficiente para echar un vistazo por la
ventana.
Mitch necesitaba conseguir luces de seguridad. Afuera estaba
completamente oscuro, y todo lo que Darren pudo distinguir fue una alta
silueta. Habría sido agradable saber con quién y a qué se enfrentaban.
84
—No creo que Demonian condujese aquí —susurró Moose.
—Yo tampoco. —Manteniendo el arma en una mano, Darren abrió la
puerta y luego levantó su arma—. Anúnciate.
Un bajo y retumbante gruñido le recibió. —Baja el arma.
Darren frunció el ceño. —¿Sheriff?
El Sheriff Werth entró en la cabaña, sus pasos largos y confiados. —Estoy
aquí para comprobar a Pat.
Moose cerró la puerta y se dio la vuelta para enfrentar al sheriff. Ahora
que estaban de pie tan cerca uno del otro, Darren vio que Moose era 5 u 8
centímetros más alto que el shifter lobo. Hacían una vista aterradora.
—Está dormido —dijo Moose—. ¿Por qué no llamaste antes de venir?
—Supongo que debería haberlo hecho. —Werth se quitó el sombrero y
se pasó una mano por el cabello—. Pat es familia. Ha estado trabajando en
la comisaría durante muchos años, y quise asegurarme que estaba bien.
—¿Por qué no le comprobaste antes? —Darren enfundó su arma.
—Porque os estabais moviendo demasiado —respondió Werth—, y nadie
estaba diciendo dónde estabais.
—Estamos bien. —Moose regresó al sofá y agarró su recipiente antes de
tomar asiento—. Están durmiendo.
—¿Esta visita no podía esperar hasta mañana? —preguntó Darren.
—¿Y arriesgarme a que seáis movidos de nuevo? —Werth miró alrededor
de la habitación—. ¿Puedes despertar a Pat? Sólo quiero hablar con él, ver
con mis propios ojos que está bien.
Darren miró a Moose, que ya se había puesto de nuevo en pie y puso su
helado a un lado. Estaba tan contento que los dos pensaran de manera tan
parecida. O quizás habían sido las docenas de misiones que habían
emprendido juntos por lo que sabían lo que el otro estaba pensando.
Algo estaba muy mal. No conocía suficientemente bien al Sheriff Werth.
Pero por lo que había escuchado, y averiguado, el sheriff no arriesgaría la
85
seguridad de Pat viniendo aquí sólo para “comprobarle”.
—Dime quién eres antes que te vuele la cabeza.
Darren se dio la vuelta para encontrar a Mitch de pie en la puerta del
dormitorio, su arma apuntando al sheriff. Pat no estaba a la vista. Sin duda
había sido escondido en el armario o debajo de la cama.
Darren y Moose también sacaron sus armas.
El Sheriff Werth sonrió con suficiencia cuando un destello de humor
negro se registró en sus ojos. —Me atrapasteis, chicos.
—No eres el sheriff —dijo Mitch—. ¿Quién cojones eres?
—Es obvio —dijo Moose—. Es un shifter metamorfo.
—¿Un camaleón? —Las cejas de Darren se dispararon hacia arriba. Había
escuchado que los shifters camaleón existían, pero nunca se había
encontrado con uno. No que lo supiese ya que ellos podían transformarse en
cualquiera con quien hubiesen entrado en contacto.
—Moose, llama al sheriff y asegúrate que está bien —dijo Mitch como si
estuviese leyendo la mente de Darren. Los shifters camaleón normalmente
mataban a la persona que estaban suplantando.
—Estoy en ello. —Moose sacó su móvil y marcó mientras Mitch se
acercaba al impostor. Presionó el cañón contra la parte posterior del cráneo
del tipo.
—¿Por qué viniste aquí? —preguntó Mitch.
Darren deseaba que el shifter metamorfo se hubiera hecho pasar por
alguien más pequeño. Era como mirar una montaña de músculos. O a Moose.
Tan rudo como Darren se consideraba, nunca había querido ir contra su
compañero de equipo. Si Moose alguna vez se echaba a perder, como hizo
Holbrook, sería una lucha a muerte derribarle.
Jodidas gracias que Moose era un enorme y suave angelito en el interior.
—Me pagaron por hacer un trabajo —dijo el impostor—. Supongo que
fallé. 86
—¿Quién te pagó? —gruñó Mitch.
—Fue persistente acerca de ver a Pat —dijo Darren.
Darren y Mitch tuvieron que dar un paso hacia atrás cuando el impostor
se movió hacia un lado. Era un enorme hijo de puta, y Darren quiso darse
espacio si estallaba una pelea.
Moose se unió a ellos y le dio al extraño una acerada mirada que haría
que la mayoría de los hombres se measen encima. —No recomendaría hacer
un movimiento.
Nadie había visto la forma original de un shifter metamorfo, de manera
que Darren no tenía idea del verdadero tamaño del tipo. Por todo lo que sabía,
podían estar lidiando con un jovencito. Pero no iba a correr el riesgo que el
impostor fuese realmente débil bajo todos esos músculos.
—Cinco segundos para responderme o pondré un agujero en tu cabeza —
dijo Mitch—. ¿Quién te pagó?
Por primera vez desde que entró en la cabaña, el extraño pareció asustado.
—Le tengo más miedo a él que a vosotros. También podrías matarme porque
no voy a hablar.
—El Sheriff Werth está bien —dijo Moose—. Recibió un golpe en la
cabeza, que le noqueó, pero el Oficial Sloane me dijo que saldrá adelante.
El extraño curvó su labio hacia Moose. —No soy un asesino de policías.
No todos los shifters metamorfo son malos. Sólo necesitaba el dinero.
—Eso no te hace un buen hombre —dijo Darren—. Sólo te hace un idiota.
—Yo digo que se lo entreguemos al verdadero sheriff —dijo Moose—.
Dejemos que Werth consiga su venganza.
Mitch sacudió la cabeza. —Últimamente ha habido suficiente venganza.
Moose triscó sus nudillos. —Entonces, ¿puedo tenerle? Necesito una
válvula de escape para toda esta energía acumulada.
—Puedes hacer lo que quieras con él tan pronto como nos diga quién le 87
pagó —dijo Mitch.
El impostor sacudió la cabeza. —No va a suceder.
Mitch metió el arma en la cinturilla de sus pantalones. —Veremos eso.

Pat no se perdió la ironía mientras se escondía en el armario del


dormitorio. No hace mucho tiempo había estado hablando por teléfono con
la pareja de Werth. Newt había llamado a la policía y se había escondido en
un armario mientras unos matones habían invadido su hogar. Había sido
Werth quién había encontrado a Newt y sacado del armario.
Ahora Werth estaba de pie en el área abierta de la sala de estar mientras
Pat se escondía en un armario. Sólo que no era Werth por lo que Pat pudo
escuchar.
Una pena que Pat no tuviese a nadie al otro lado de la línea telefónica
hablándole con tranquilidad, diciéndole que todo estaría bien. Simplemente
se sentó ahí con los brazos enroscados alrededor de sus piernas dobladas,
rezando para que terminase pronto.
No estaba seguro cuánto más de esta situación podría tomar. Si Demonian
se había ido, amenazándoles si le seguían, eso quería decir que el perro del
infierno había terminado con ellos. ¿Verdad?
Si eso era cierto, ¿quién había pagado al shifter metamorfo para ir tras él?
Par había soñado con encontrar a su pareja, pero, ¿por qué no podían él y
Mitch haberse encontrado después que Mitch y sus hombres hubiesen lidiado
con los perros del infierno?
Estar en constante peligro estaba poniendo de los nervios a Pat. 88
Abrió la puerta del armario y echó un vistazo al interior del dormitorio
para asegurarse que estuviese vacío. Mitch y los otros habían neutralizado al
impostor, lo que significaba que Pat no tenía que permanecer escondido en
el armario.
Podía permanecer escondido en el dormitorio. Además, sería más fácil
espiar mientras estaba sentado en la cama.
Esperar hasta que viese a Maltese de nuevo. Pat tenía algunas historias
que contarle a su amigo. El demonio que trabajaba en la estación se quedaría
boquiabierto cuando descubriese todo lo que Pat había pasado.
Deja de pensar acerca de chismorrear. Pat se pasó una mano por el rostro.
Ahora no era el momento. Levantó la cabeza de golpe cuando escuchó un
fuerte grito.
Estaban interrogando al shifter metamorfo, y sonaba como si estuviesen
utilizando medidas extremas. Pat presionó las manos sobre sus oídos cuando
otro grito, más fuerte, llenó el aire.
Saltó de la cama y caminó mientras su mirada se posaba en la puerta.
Necesitaba dejar de pensar en lo que estaba pasando en la otra habitación.
Pat regresó al armario, cerró la puerta y sacó su móvil. Marcó a Zack,
rezando para que su hermano respondiese. Necesitaba descubrir si todo
estaba bien con Zack, pero la llamada fue al buzón de voz.
Por supuesto que lo hizo. Era más de medianoche, y Zack probablemente
estuviese dormido.
Si estaba vivo.
Pat aún no sabía qué había sucedido en el restaurante, y le estaba
volviendo loco descubrirlo. Habría llamado a su madre para comprobarla,
pero era tarde, y no quería despertarla y preocuparla.
Después de salir del armario, Pat se vistió. Si algo pasaba, no quería tener
que huir en su ropa interior.
Se dio la vuelta cuando sintió el aire desplazado detrás de él. Antes que
Pat pudiese gritar, una mano le cubrió la boca.
89

—Los otros están ocupados. No querríamos interrumpirles — dijo


Syphon—. Sé un buen pequeño zorro y ven tranquilamente, o te arrancaré la
jodida garganta.
Agarró a Pat y caminó hacia la puerta antes que se apagasen las luces. La
habitación fue bañada por la oscuridad cuando Syphon se movió hacia atrás.
Pat se sintió repentinamente cayendo. Gritó detrás de la mano del perro del
infierno antes que la sensación de caída remitiese.
Estaban en medio del campo, la luna brillando encima de ellos. Una suave
brisa alborotaba el cabello de Pat mientras miraba las distantes luces de una
ciudad. No podía estar seguro si era Villa Brac. Estaban demasiado lejos para
decirlo.
Pat miró alrededor y vio una pequeña choza a menos de tres metros de
ellos. No tenía idea dónde estaban. La choza se veía abandonada, las malas
hierbas creciendo a su alrededor por años de abandono, pero
sorprendentemente, las ventanas aún estaban intactas. No podía decir lo
mismo del tejado. Por lo que podía ver, faltaban algunas tejas y la madera de
los aleros se veían como si hubiesen sufrido hongos.
—Lo siento, pero esta es la única manera. —Syphon tiró de él hacia la
choza. Los escalones se veían como si fuesen a desmoronarse en cualquier
momento mientras Syphon le arrastraba adentro.
Para asombro de Pat, el interior de la choza estaba limpio. Había una mesa
y silla en una esquina y un estante a su izquierda, que estaba lleno de viejas
herramientas oxidadas y frascos de vidrio conteniendo clavos y otros
cachivaches.
—¿La única manera para qué? —preguntó Pat. Se quedó junto a la puerta,
preparado para echar a correr en la primera oportunidad que tuviese.
Syphon empujó a Pat hacia la mesa y silla. Asustado que el perro del
infierno le hiciese daño, Pat se sentó.
—Este no es quién soy —dijo Syphon—. Pero no me habéis dejado
elección. 90
—¿Sin elección acerca de qué? —Pat se obligó a no llorar. Se recordó
que estar cerca de un perro del infierno eliminaba todos los sentimientos
felices. Pero incluso sabiendo eso, Pat se sentía como si todo su mundo
estuviese terminando; que nunca vería a Mitch de nuevo, que nunca sonreiría
de nuevo o chismorrearía con sus amigos o sería sostenido por su pareja
mientras Mitch le hacía el amor.
Su pecho se sentía pesado cuando se limpió los ojos.
Syphon se encorvó frente a él. —Verdaderamente lo siento, pequeño
zorro. Pero Demonian nunca dejará ir esta venganza para que podamos vivir
nuestras vidas si tú y los demás aún respiráis.
—¿Yo? —Pat dejó caer las manos en su regazo—. Pero no fui parte de la
ofensa.
—No, pero aún eres una parte vital de esto. —Syphon se puso de pie—.
Eres la pareja de Mitch, lo que significa que morirás primero de manera que
Mitch pueda sentir el dolor de la pérdida, sentir lo que casi me hizo sentir a
mí. Entonces le mataré a él y sus hombres de manera que Demonian pueda
seguir adelante.
Pat inclinó la cabeza hacia un lado y utilizó su tranquilizante y relajante
tono de voz cuando habló. —¿Por qué te estás disculpando? Los perros del
infierno no se disculpan por ser demoníacos.
Syphon se apoyó contra la pared y cruzó los brazos. —Deja que te cuente
una pequeña historia de manera que puedas entender mejor que no somos
como el resto. Y cuando haya terminado, verás por qué tenéis que morir.

91
Capítulo Nueve

Mitch retiró sus garras del costado del shifter metamorfo y limpió la
sangre que se aferraba a ellas en su muslo cubierto con vaqueros. Estaba
enfermo y cansado de la amenaza colgando sobre sus cabezas, enfermo y
cansado de ser castigado por hacer su trabajo.
Un trabajo por el que le habían pagado generosamente.
Un trabajo que debería haber sido fácil de terminar.
Pero no había nada fácil acerca de Demonian y Syphon, y Mitch aún
estaba enfurecido porque no le hubiesen dicho que los dos eran primogénitos.
Eso habría sido agradable de saber antes que hubiesen ido tras Demonian.
El impostor jadeaba con fuerza, sudor acumulado sobre sus cejas y labios
superior cuando cerró los ojos y bajó la cabeza. —No p-puedo decírtelo.
92
—Deja que intente esto. —Moose se encorvó frente al extraño—. Hey,
abre los ojos.
El chico hizo lo que Moose pidió.
—No estamos disfrutando el hacerte daño. Juro que no lo hacemos. —
Señaló con el pulgar por encima de su hombro—. Este hombre aquí, sólo
está intentando proteger a su pareja. Sabes cuán preciosa es una pareja,
¿verdad?
El extraño asintió con la cabeza.
—¿Qué harías para proteger a la tuya?
—No tengo una —dijo el chico con una nota de tristeza en su tono de voz.
—Yo tampoco —contestó Moose—. Pero puedo decirte que achicharraría
el planeta por mantener seguro a la mía. Mitch no va a parar de interrogarte
hasta que descubra quién quiere hacer daño a su pareja. Por favor, díselo.
Las cejas de Mitch se elevaron ligeramente. Moose nunca había dicho
“por favor” a un matón que estuviesen interrogando. Normalmente utilizaba
puro músculo y mucho dolor para conseguir resultados.
Mitch también estaba molesto por el hecho que el shifter metamorfo se
viese como el Sheriff Werth. Se sentía como si estuviese haciendo daño a un
amigo, y eso no le sentaba bien.
—Y-Yo no sabía que el chico era tu pareja. —El extraño levantó la mirada
hacia Mitch con ojos suplicantes—. Lo prometo. Pero necesitaba el dinero.
—Y podemos protegerte —dijo Mitch—. Pero tienes que decirnos de
quién tenemos que protegerte.
El chico sacudió la cabeza. —Nadie puede protegerme de él.
—¿Demonian o Syphon? —preguntó Mitch.
—¿Quién? —El shifter metamorfo bajó sus cejas—. No sé quiénes son
esos hombres.
Ahora fue el turno de Mitch para estar confuso. Habría apostado su vida
que uno de los perros del infierno había pagado a este hombre para 93
secuestrar, o matar, a Pat. A Mitch le hubiese gustado decir que no tenía otros
enemigos además de esos dos, pero había estado en demasiadas misiones,
derribado la escoria de la tierra, y no se sabía si uno de los miembros de su
familia, una pareja o un socio de negocios buscaba venganza.
La lista de personas que podrían quererle muerto era demasiado
jodidamente larga para que Mitch descubriese quién estaba detrás de esto.
Necesitaba una respuesta, y rápido. El tiempo se estaba agotando. Si el
culpable descubría que shifter metamorfo había fallado, él, o ella, enviaría a
alguien más para terminar el trabajo.
—No quieres que él continúe. —El tranquilo tono de voz de Moose trajo
a Mitch de regreso al aquí y ahora—. Porque si Mitch no te destroza, yo lo
haré, y eso es algo que no quiero hacer. Simplemente te involucraste con los
tipos equivocados. Aún puedes alejarte de esto con todas las partes de tu
cuerpo intactas.
Darren estaba de pie al otro lado de la habitación, estudiándoles, sus
brazos cruzados y su arma aún aferrada en su mano derecha.
Nunca era bueno cuando el shifter coyote se quedaba callado. Si Mitch
conociese a Darren, y lo hacía, el hombre estaba contemplando cómo destruir
al impostor.
Lo que involucraría mucha sangre y un montón de gritos.
Pero Moose tenía razón. El shifter metamorfo había quedado atrapado en
esto simplemente porque necesitaba el dinero. Aun así, había estado tras Pat,
y Mitch destruiría al cabrón.
Mitch caminó detrás de la silla de la cocina en la que el impostor estaba
atado. Agarró el hombro del hombre, apretó y luego se inclinó de manera
que pudiese susurrar en su oído. —¿Qué hay de esto? ¿Qué pasa si dejo que
el Ultionem sepa que estás interfiriendo con un apareamiento? Pat y yo no
hemos estado juntos mucho tiempo, y este aún es nuestro periodo de luna de
miel. ¿Qué piensas que harán? ¿Cómo piensas que te castigarán? ¿Quizás
algo de tiempo en el Inframundo? ¿Eso suena mejor que darnos un nombre?
El extraño se estremeció en su asiento. Mitch olió el sudor cubriendo el
cuerpo del hombre. Tenía al shifter metamorfo justo donde le quería. Sólo
tenía que presionar aún más duro. 94

—Bien, no hables. Haré la llamada telefónica, y pasarás tiempo en un


lugar que te hará revivir tus peores pesadillas una y otra vez.
Mitch sacó su teléfono.
—¡Espera! —La respiración del chico se volvió superficial y
entrecortada—. ¿Podéis protegerme?
—Tienes nuestra palabra —dijo Moose.
—Su nombre es Holbrook.
Mitch gruñó cuando tiró de la cabeza del bastardo hacia atrás por su
cabello. —Holbrook está muerto. Inténtalo de nuevo.
—¡No! —El chico sacudió la cabeza mientras luchaba con sus
restricciones—. Estaba gravemente herido, y casi muere, pero sobrevivió.
Eso era una mierda. Mitch había abatido a Holbrook. Había visto al
traidor desplomarse en el suelo. Había comprobado el pulso del tipo. No
había habido. —Mentiroso.
—Puedo probártelo —dijo el extraño—. Sólo déjame...
La cabeza del chico fue hacia atrás justo cuando la ventana en la sala de
estar se rompió. Mitch miró fijamente con horror el pequeño agujero en la
frente del impostor.
—¡Francotirador!
Moose y Darren se zambulleron hacia el suelo. Mitch se agachó detrás de
la silla.
El motor de un coche rugió a la vida, y luego el sonido de crujido de la
grava llegó a los oídos de Mitch. El tirador estaba huyendo.
Mitch se levantó de un salto y corrió hacia la puerta, Darren y Moose
pisándole los talones. Para el momento que estuvo afuera, lo único que
quedaba del tirador fue una nube de polvo de la grava.
Mitch se dio la vuelta y corrió de nuevo al interior, dirigiéndose
directamente al dormitorio. Abrió la puerta de golpe y luego corrió hacia el
armario. Cuando abrió la puerta, encontró el armario vacío. La mano de
95
Mitch apretó el pomo, aplastándolo cuando sintió que su mundo caía debajo
de él.
¿Dónde cojones estaba Pat? Mitch comprobó la ventana, pero aún estaba
bloqueada, y nadie había entrado o salido de la habitación. Mitch habría visto
a un extraño paseando por delante de él. Había un puñado de criaturas que
podían haber obtenido acceso sin el uso de una puerta o ventana.
Mitch no pensaba que fuese un elf o demonio quien había entrado en la
habitación sin ser detectado, pero podía estar equivocado ya que aún no creía
que Holbrook estuviese vivo. Mitch era muy preciso con un arma, y no había
jodida manera que Holbrook se hubiese levantado y alejado de las balas que
Mitch había bombeado en su cuerpo.
Pero quienquiera que estuviese detrás de esto malditamente seguro que el
shifter metamorfo no hablaría. Una pena que el bastardo se hubiese
escapado.
—Uh, ¿qué pasa? —preguntó Moose cuando entró en la habitación—. Te
ves como si estuvieses preparado para arrancarle los ojos a alguien.
—Pat ha desaparecido —dijo Mitch a través de los dientes apretados—.
No está en el armario.
—Y huelo a azufre de nuevo —dijo Moose.
Mitch había estado tan ocupado intentando descubrir cómo se desvaneció
Pat que no había prestado atención al aroma persistiendo en la habitación.
—¿Demonian? —preguntó Darren cuando se unió a ellos.
—No es su aroma —dijo Mitch—. Pasé tiempo suficiente alrededor de él
para saber a qué huele.
—Nocivo con un toque subyacente de azufre —dijo Moose con un ligero
cantarín tono de voz como si estuviese describiendo un nuevo perfume.
—Aún digo que te caíste de cabeza cuando eras un cachorro. —Darren
miró a Moose—. El olor es repugnante. Punto.
—No dije que me gustase —argumentó Moose—. Sólo estoy diciendo
que es muy inconfundible. 96
Mitch había terminado de dar vueltas. Pat estaba fuera en alguna parte,
sólo Dios sabiendo lo que le estaba pasando. Mitch necesitaba mano de obra,
la clase de poder que nadie de ellos poseía. Sacó su teléfono y marcó mientras
Darren y Moose continuaban discutiendo.
—Necesito al Ultionem —dijo Mitch cuando Panahasi respondió—.
Alguien se llevó a mi pareja, y creo que fue Demonian o Syphon.
—Vamos para allá. —Panahasi colgó.
—¿En serio acabas de solicitar a todos los líderes? —Darren le miró
fijamente con los ojos como platos—. ¿Cómo… todos ellos en la misma
habitación?
Moose dio un bajo silbido. —Ahora eso es lo que yo llamo conocer a
personas en altas esferas.
No realmente. Mitch les conocía a todos por su nombre y rostro, pero
Panahasi era el único al que conocía lo suficiente para llamar cuando había
un aprieto.
Mitch salió del dormitorio cuando escuchó un leve ruido. Panahasi salió
de las sombras, Maverick a su lado. Rakeym “brilló” en la habitación
segundos más tarde.
Sólo eran tres, pero el poder exudaba de ellos.
—Eso fue rápido —dijo Mitch—. Gracias por venir.
—Estábamos en una reunión juntos —dijo Panahasi.
Mitch interrumpió la cortesía cuando les dijo acerca de lo que les llevó a
la casa donde encontraron a Demonian por primera vez, lo que había
sucedido ahí y luego acerca del shifter metamorfo y la desaparición de Pat.
Mitch apenas se estaba controlando. Quería a su pareja de regreso en sus
brazos, ileso. Quería que esta mierda terminase de manera que él y Pat
pudiesen comenzar su vida juntos.
Pero sobre todo, Mitch sólo quería paz y tranquilidad, algo en lo que
nunca había pensado antes que hubiese conocido a Pat. Mitch había vivido
por el siguiente contrato, amado trotar por el planeta para librarle de la
97
escoria y había sido un buscador de emociones.
Ahora todo lo quería era dirigir su negocio desde casa. Sólo tenía que
encontrar a su pareja primero.

¿Uno podía creer cualquier cosa que saliese de la boca de un perro del
infierno? Eran perros del infierno, después de todo, y habían nacido con
disposiciones muy desagradables. Por su propia definición, eran
demoníacos.
Así que, ¿por qué demonios Pat estaba cautivado con la historia de
Syphon? ¿Por qué estaba sentado en el borde de su asiento mientras Syphon
le contaba acerca de cómo él y Demonian habían sido cazados por los de su
propia especie, cómo Demonian tuvo que matar a cada perro del infierno que
se acercó a ellos, o cómo Syphon había sido torturado sólo porque había
nacido diferente?
—Odio ser de esta manera —dijo Syphon—. Odio ser diferente. Habría
tenido una vida mucho más fácil si hubiese nacido como el resto de ellos.
Pero no lo hice. Tengo compasión y empatía. Tengo moral y conciencia. Esas
cualidades han sido la ruina de mi existencia.
Pat se pasó las manos por los muslos, preguntándose qué decir. ¿Creía a
Syphon? ¿Realmente el perro del infierno era un buen hombre? Pat quiso
reírse ante ese pensamiento. Perro del infierno y buen hombre nunca eran
utilizados en la misma frase.
Si Syphon estaba mintiendo, era un maldito buen actor porque Pat vio el
dolor y odio en los oscuros ojos del hombre. Vio cómo Syphon retorcía sus
manos, cómo sus hombros se desplomaron y cómo seguía mirando por la
ventana con nostalgia, como si realmente echase de menos a Demonian.
—Así que, ¿simplemente te largaste con tu pareja? 98

Una irónica sonrisa salió a la superficie. —Todo porque no quise que te


matase a ti o a tu pareja. Sin embargo aquí estás después que te secuestré, y
no quiero nada más que borraros a ti y los otros de la existencia de manera
que Demonian y yo podamos seguir con nuestras vidas.
Pat levantó lentamente la mano. —Voto por dejarme vivir.
Syphon le dio a Pat una genuina y hermosa sonrisa. —Me gustas.
—¿Lo suficiente para no matarme? —Levantó ambas manos en un gesto
de rendición—. Entiendo de dónde vienes. Realmente lo hago. ¿Sabes
cuántas personas llaman al 911 debido a que algo jodido les sucedió? Más
de lo que una pequeña ciudad debería. Escucho historias de horror acerca de
compañeros abusando del otro, de horribles cosas sucediendo a niños,
accidentes de coche que se llevan vidas, y de acuerdo, también algunas
llamadas estúpidas. Como cuando la Sra. O’Reilly piensa que su gato está
intentando matarla. ¿Pero sabes qué?
Syphon sacudió la cabeza. —¿Qué?
—La tragedia y el sufrimiento nos hacen personas más fuertes. Somos
quienes somos por las cosas que hemos superado en la vida. Eso nos hace
apreciar la vida incluso más, nos hace apreciar la calidez del sol en nuestros
rostros o el sonido del viento soplando a través de los árboles. Nos hace amar
con más fuerza, y… y… sé que quiero cada segundo que tengo la suerte de
pasar con mi pareja. En lugar de intentar matarnos, deberías estar en algún
lugar comenzando de nuevo, apreciando el amanecer mientras os sentáis en
el porche tomando un café y disfrutando de la compañía del otro.
Syphon gruñó. —Eso es exactamente lo que quiero, pero Demonian está
empeñado en hacer que Mitch y los demás paguen. No atenderá a razones.
—Entonces tienes que hacer que escuche —argumentó Pat. No sólo para
ayudar a Syphon sino para salvar su propio pellejo. Pat realmente no quería
morir—. Mitch intentó sin darse cuenta alejar a Demonian de ti, y ahora estás
intentando alejarme de Mitch. ¿Cuándo se cierra el círculo? Alguien tiene
que ser mejor persona y decir que esto es estúpido y que esta venganza
simplemente debería detenerse.
99
Syphon gruñó cuando cruzó los brazos. —La única manera que dejará
pasar esto es si tú, Mitch, Darren y Moose estáis muertos, y no puedo decir
que estás muerto porque, cuando Demonian arañó con su diente el brazo de
Mitch, un vínculo fue creado.
—¿Un vínculo? —A Pat no le gustó el sonido de eso. De hecho, sintió
unos pocos celos.
—Nada sexual —rectificó Syphon como si supiese a dónde había ido la
mente de Pat. El pensamiento de Mitch “vinculado” con alguien más hizo
que los celos de Pat se disparasen. Apretó la mandíbula y cruzó los brazos
sobre su pecho, hirviendo ante las imágenes que aparecieron en su cabeza.
—Pero puede sentir a Mitch donde quiera que esté —continuó Syphon
como si no hubiese notado el cambio de actitud de Pat—. Nunca estaréis
libre de él.
—De acuerdo, amigo. —Pat se puso de pie y cerró las manos en puños—
. Simplemente deja de hablar antes que deje suelto a mi zorro. No hay
vinculación pasando. ¿Entendido?
Syphon se rio entre dientes, como si el enojo de Pat le divirtiese. —Te
dije que no era esa clase de vínculo.
Pat dio un golpecito en su sien. —Mi cerebro está teniendo un momento
difícil para notar la diferencia. Mi zorro quiere arrancarte los ojos por poner
esos pensamientos en mi cabeza.
Syphon rodó los ojos. —De todos modos, tu hermano está bien.
Demonian nunca le secuestró. Fue una artimaña para atraerte hacia él.
Pat se llenó de alivio. —No vuelvas a hacerme eso nunca más — espetó—
. No jodas con la familia de un hombre.
—Y ese es mi punto —gruñó Syphon—. Tu pareja intentó joder con la
mía.
Saltaron cuando la puerta de la choza se abrió de golpe. Pat gritó y
retrocedió hacia la pared, la silla cayendo a sus pies cuando su temporal
agresividad se desvaneció.
—Demonian —dijo Syphon—. ¿Qué estás haciendo aquí?
100

La oscura mirada de Demonian aterrizó sobre Pat. —¿Qué cojones está


pasando?
—¡Tú me obligaste! —Los puños de Syphon convulsionaron a sus
costados—. Ya que no lo dejarás ir hasta que tengas tu venganza, les mataré
por ti.
La mirada de Demonian se desvió hacia Syphon. —No puedo dejar que
hagas eso.
—¿Por qué no? —exigió Syphon.
Pat intentó deslizarse detrás de Demonian de manera que pudiese llegar a
la puerta, pero Demonian le apuntó con un dedo. —Ni un paso más. —Se
giró hacia Syphon—. No eres un asesino, y estaré condenado si te conviertes
en uno por mi culpa.
Esta era la conversación más extraña que Pat había escuchado tener a dos
perros del infierno. No que hubiese conocido a ningún otro, pero quizás
Syphon hubiese estado diciendo la verdad. Quizás sólo querían que les
dejasen solos.
Pat permaneció en silencio, esperando que los dos se olvidasen de él. No
había manera que pudiese luchar contra ninguno de los dos, de manera que
estaba a su merced.
Demonian se dio la vuelta y gruñó a la puerta.
—¿Qué pasa? —preguntó Syphon.
—Tenemos compañía —dijo Demonian—. El Ultionem acaba de llegar.

101
Capítulo Diez

A Mitch no le gustaba viajar por la oscuridad. Su estómago dio un vuelco,


y su cabeza giró cuando él y Panahasi, junto con los otros hombres,
emergieron en mitad de un campo.
—¿Vas a estar bien? —Panahasi sonrió con suficiencia.
—Tan pronto como mi estómago deje de rodar. —Mitch presionó la mano
contra su vientre y aspiró unas bocanadas de aire—. Después que esto
termine, voy a caminar a casa. —Miró alrededor—. ¿Dónde cojones
estamos?
—Cerca de tu pareja —dijo Panahasi cuando Maverick se unió a ellos.
Mitch se había reunido con el shifter lobo una o dos veces, y cada vez
estaba impresionado por el tamaño y la apariencia general de motociclista
102
del hombre. Su oscuro cabello llegaba a su cintura, y estaba atado con una
correa de cuero. Tenía penetrantes ojos grises, ojos que parecían contener un
mundo de conocimiento.
—Así que, ¿cómo les enviamos de regreso al Infierno? —preguntó
Maverick—. Dijiste que los métodos normales no funcionarían, de manera
que apuñalar y quemar está fuera de cuestión.
—Estás aquí para salvar al zorro. Me encargaré de los cachorros.
Mitch no estaba seguro por que Panahasi estaba provocando al shifter
lobo. No tenían tiempo para un concurso de meadas. Pat estaba en el interior
de esa choza, y Mitch tenía que sacarle.
Mientras los dos líderes chocaban, Mitch irrumpió hacia la entrada
principal. Algo de ayuda serían.
Rakeym agarró a Mitch, claramente deteniéndole, pero un fuerte y agudo
dolor atravesó su brazo izquierdo. El bastardo había agarrado su brazo
herido.
—¡Hijo de puta! —Mitch tiró de su brazo—. Tócame de nuevo y te
cortaré la jodida mano.
La pura agonía le hizo olvidar con quien estaba hablando. En ese
momento, a Mitch no le importó, no cuando estaba apretando los dientes
mientras su brazo palpitaba.
—Podrías intentarlo. —Rakeym le miró fijamente con sus ojos
desiguales. Uno era verde esmeralda mientras que el otro era ámbar oscuro.
El líder elf de las sombras era alto, y azul, lo que siempre hacía que Mitch
desconfiase. El largo cabello negro del hombre estaba trenzado por su
espalda, y tenía garras negras en lugar de uñas.
Mitch nunca querría enfrentarse contra este hombre en una pelea.
—No voy a dejar que te enfrentes a esos dos primogénitos —dijo
Rakeym—. Eso es un suicidio, ¿y cómo eso salvará a tu pequeño zorro?
—¿Qué se supone que haga? —gruñó Mitch—. ¿Dejar que esos dos
discutan hasta que el cuerpo sin vida de Pat sea arrojado afuera? 103
—No, dejaremos que se encarguen de los perros del infierno mientras yo
rescato a tu pareja.
Antes que Mitch pudiese preguntar de qué estaba hablando el elf, Rakeym
se fue “brillando”. Segundos más tarde regresó, con Pat envuelto en sus
brazos. Rakeym le dejó ir, y Pat se lanzó hacia Mitch.
Mitch enrolló su brazo derecho alrededor de su pareja, presionando la
mejilla contra su rojo cabello. —¿Fuiste herido? ¿Qué te hizo Syphon?
—Nada. —Pat se echó hacia atrás—. Sólo hablamos.
—¿Hablado? —Mitch frunció el ceño—. ¿Eso es todo? ¿Por qué te
secuestraría de nuestra casa sólo para hablar?
—Quería contarme una historia. —Pat miró por encima de su hombro—.
Tenemos que sacar a esos hombres de aquí. No podemos dejar que maten a
Demonian y Syphon.
—Síndrome de Estocolmo —dijo Rakeym.
—No tengo eso —argumentó Pat—. Sólo me identifico con lo que están
pasando.
Mitch rodó los ojos. —Cariño, esa es la definición de la condición.
—Son perros del infierno —dijo Rakeym—. Primogénitos, lo que quiere
decir que son pura maldad. No hay nada con lo que identificarse.
Mitch aún no podía creer que tuviese a Pat en sus brazos. Había pensado
que habría una batalla a muerte para recuperar a su pareja. Aplastó a Pat
contra él de nuevo, agradeciendo a los dioses que estuviese a salvo. Mitch
inhaló su aroma a fresas y dejó que se asentase en sus pulmones, calmando
la revuelta que había estado ocurriendo en su interior desde la desaparición
de Pat. Mitch estaba asombrado de lo mucho que Pat había llegado a
significar para él, de cuánto amaba a su pequeño zorro.
Pat golpeó el pecho de Mitch. —Me estás sosteniendo demasiado fuerte.
Mitch se echó hacia atrás y besó a su pareja con todo el amor y pasión
que sentía hacia el hombre. Cuando se alejó, Pat le sonrió. 104
—Necesito que me secuestren con más frecuencia si vas a reaccionar de
esa manera.
Mitch sacudió la cabeza. —Vamos a intentar no convertir eso en un
hábito.
—Vamos a terminar con esto —dijo Panahasi cuando se unió a ellos—.
Vosotros proteged a Mitch y Pat. Me ocuparé de los perros del infierno.
Mitch observó cuando el líder demonio entró en la choza. Hubo una
ruidosa explosión, gritos y luego las ventanas se hicieron añicos.
Entonces todo quedó en silencio.
—¿Ha terminado? —preguntó Mitch.
Maverick caminó hacia la puerta y la abrió. Les miró de nuevo. —La
choza está vacía.
—¿Sólo así? —preguntó Mitch.
Observaron mientras Maverick respondía su teléfono sonando. Cuando
colgó, caminó de nuevo hacia ellos. —Ese fue Panahasi. Ha llevado a
Demonian y Syphon de regreso a donde pertenecen.
Mitch respiró de alivio. Había terminado.
Casi. Aún tenía que localizar a la persona que había pagado al shifter
metamorfo. —¿Puede Pat quedarse contigo hasta que me encargue de algo?
—preguntó a Maverick.
—Sin problemas —dijo Maverick.
Rakeym les “brilló” a Villa Brac. Maverick hizo una llamada telefónica,
y él, junto con Pat, fueron llevados por uno de los shifter lobo del hombre.
Mitch se giró hacia el elf. —¿Quieres unirte a mí en una cacería?
Rakeym sonrió. —Vivo para ellas.

105

Mitch no podía creer lo que veía cuando vio a Holbrook. El shifter


metamorfo había estado diciendo la verdad. Después de una sangrienta pelea
y asegurarse que esta vez el traidor hubiese muerto, Mitch había recogido a
Pat de la Guarida y le había llevado a su casa.
Había llamado a sus hombres y les había dicho que se reunirían mañana.
Mitch quería esta noche para sí mismo.
Todo su cuerpo estaba dolorido, y todo lo que Mitch quería hacer era
dormir, pero después de una larga y cálida ducha, acercó a Pat a él y besó a
su pareja con todo el amor que sentía por su pequeño shifter zorro.
—¿Qué fue eso? —preguntó Pat cuando se alejó.
—Sólo quería que supieses cómo me sentía por ti. —Mitch metió un
mechón de cabello rojo detrás de la oreja de Pat—. Finalmente podemos
vivir nuestras vidas sin huir de chicos malos. ¿Cómo suena eso?
—Como el cielo —contestó Pat—. Finalmente puedo regresar al trabajo.
Mitch sacudió la cabeza. —Aún estamos en nuestro período de luna de
miel. El único lugar al que vas a ir es nuestra cama.
Con una carcajada, Pat corrió hacia la habitación, Mitch pisándole los
talones. Cuando Mitch entró, su pareja ya estaba quitándose la ropa.
Mitch se apoyó contra el marco de la puerta y observó, su corazón ligero
y su pecho apretado ante lo que Pat quería decirle.
Pat sonrió. —¿Sólo vas a quedarte ahí de pie?
Mitch cruzó la habitación. —Podría necesitar ayuda para quitarme la
ropa.
Mordiéndose el labio inferior, Pat sacó la camisa de Mitch por encima de
su cabeza. Luego cayó sobre sus rodillas y cuando desabotonó sus vaqueros
y separó el material, tomó la polla de Mitch en su boca.
—¡Joder! —Mitch lanzó la cabeza hacia atrás, siseando cuando Pat llevó 106
la polla hasta el fondo de su garganta—. Maldición, te amo.
Pat sacó la polla de Mitch de su boca. —Eres el único diciendo eso porque
soy bueno chupando.
—Cállate y mete mi polla de nuevo en tu boca —dijo Mitch con una
sonrisa.
—Tan mandón. —Pero Pat hizo lo que Mitch exigió.
Mitch apretó los dientes, intentando evitar su orgasmo, pero fue inútil. La
lengua de Pat era demasiado talentosa. El orgasmo de Mitch vino rápido y
duro, aturdiéndole mientras bajaba por la garganta de Pat.
Pat se puso en pie, lamiéndose los labios. —Esa fue la primera ronda.
—Tienes al demonio en ti. —Mitch jadeó, preparado para lo que sea que
Pat tuviese en mente.
—Me han dicho eso. —Pat terminó de quitarle la ropa a Mitch—. Sin
embargo, elijo pensar de mí mismo como travieso.
—Eso también. —En lugar de subirse a la cama, Mitch inclinó a Pat sobre
el colchón. Amaba cuando Pat le montaba, pero su brazo de mierda, Mitch
quería sentirse en control. Necesitaba sentirse en control. Al menos esta
noche, porque tenía la sensación que Pat sería un chico problemático con el
que lidiar.
El zorro podría verse todo inocente, pero como Mitch ya había dicho, el
chico tenía al demonio en su interior. Mitch esperaba descubrir cuán mandón
sería su pequeño pelirrojo. Habían llegado a conocerse bajo situaciones
estresantes. Ahora era momento para ver al verdadero Pat, el chico que había
robado el corazón de Mitch.
—Lubricante.
Pat alcanzó debajo de la almohada y le entregó el lubricante.
Mitch lubricó su polla y lanzó el lubricante a un lado. Pat miró por encima
de su hombro. —¿Sin estirar?
—¿Crees que puedas manejarlo? 107
Un duro destello se registró en los ojos verdes de Pat cuando asintió con
la cabeza. Mitch sabía que su pareja podía manejarlo rudo. Ya había probado
el pequeño gran guerrero que era, y algunas veces un hombre sólo quería
soltarse, follar como si no hubiese un mañana.
El culo de Pat estaba apretado, pero Mitch se las apañó para trabajar su
polla en el interior de su cuerpo. Puso su mano derecha contra la delgada
espalda de Pat y empujó hacia adelante, sonriendo cuando su pareja gritó. El
sonido fue música para sus oídos.
Mitch golpeó sus caderas, follando a Pat con cada onza de energía que
poseía, y Pat lo tomó, alentando a Mitch a no detenerse.
Como si lo hiciese. No había manera que Mitch se estuviese deteniendo
hasta que ambos tuviesen lo que necesitaban.
Presionó su pecho en la espalda de Pat y mordió su hombro, provocando
un grito de su pareja cuando el agujero de Pat se apretó alrededor de la polla
de Mitch.
Encontraron su liberación al mismo tiempo. El clímax de Mitch le sacudió
fuerte cuando sacó sus caninos del hombro de Pat y lamió la herida.
Apoyó la frente contra la sudorosa espalda de Pat, aspirando bocanadas
de aire antes que pusiera un pequeño beso en la piel de su pareja. —Te amo.
—También te amo. —Pat se alejó de Mitch, haciendo que la polla de
Mitch se liberase.
Golpeó el culo de Pat, amando cómo se vio su huella en el pálido trasero
de Pat.
Hasta que Pat le fulminó con la mirada. —Golpéame de nuevo y te patearé
las pelotas.
Mitch se rio, y eso se sintió malditamente bien. No estaba seguro qué les
depararía el futuro, cómo se desarrollarían sus vidas, y sabía que las cosas
no irían sin problemas, no cuando Mitch era contratado para cazar matones
que no merecían respirar, pero eso estaba bien con él. Mitch esperaría con
interés los desafíos. 108

En alguna parte de Smoky Mountais, Panahasi emergió del vórtice,


Demonian y Syphon detrás de él. Estaban en una pequeña casa que
pertenecía a Panahasi, una de las muchas que tenía desperdigadas por todo
el mundo, todas protegidas contra la detección.
Había estado rastreando a los dos todo el tiempo que habían escapado,
había escuchado sus conversaciones y había decidido darles una
oportunidad.
No era un hombre sin corazón.
—Un dedo del pie fuera de la línea y pasareis la eternidad en el
Inframundo —les advirtió—. Creo que la estáis jodiendo y...
Panahasi gruñó cuando Syphon le abrazó tan fuerte que apenas pudo
respirar. —Prometo que no joderemos esto. Muchas gracias.
Demonian le fulminó con la mirada. —Pero Mitch y...
—Déjalo correr —dijeron al unísono Panahasi y Syphon.
—Os estoy dando una oportunidad para comenzar de nuevo, —dijo
Panahasi—. Mejor que la toméis porque la alternativa no será bonita.
Con un profundo suspiro, Demonian asintió con la cabeza. —De acuerdo.
Lo dejaré correr.
Syphon chilló cuando liberó a Panahasi y lanzó sus brazos alrededor de
su pareja.
—Dime —dijo Panahasi—. ¿Quién era la mujer que mataste?
Los rasgos de Demonian se oscurecieron. —La madre de Syphon. Ella
había abusado de Syphon y luego le vendió cuando era un cachorro. Todo
porque era diferente. 109
La familia podía volver loca a una persona. Panahasi debería saberlo.
Estaba relacionado con Jaden. —Disfrutad de vuestras nuevas vidas.
Salió de la habitación cuando Demonian y Syphon comenzaron a hablar,
haciendo planes para su futuro. Quizás Panahasi estuviese obsesionado con
los finales felices, pero verdaderamente creía que los dos merecían una
oportunidad de vivir juntos una vida larga y feliz.
Sin embargo, no era un idiota. Panahasi monitorearía a Demonian y
Syphon para asegurarse que cumpliesen su palabra y se mantuviesen fuera
de problemas, pero dudaba que arruinasen su pequeño pedacito de cielo.

FIN

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