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Lynn Hagen
Sinopsis
—¿Desde cuándo tienes una pareja, y por qué no dijiste nada acerca de él
antes de ahora? —preguntó Darren.
—Emisor de la policía. —La habitación comenzó a girar cuando Mitch
apretó su brazo. Bilis se elevó en la parte posterior de su garganta cuando
lanzó la cabeza hacia atrás y gritó segundos antes que se desmayase.
—A conseguir algo para beber —dijo Pat—. Estoy reseco después de ese
paseo por las nubes.
—Ese hombre dijo que esperásemos aquí a los demonios guerreros —les
recordó Darren.
—También estoy sediento. —Moose caminó al otro lado de la calle y
entró en la tienda.
—Bien. —Mitch se giró hacia Darren—. Espera aquí. Volveremos.
—¿Quién dice que no estoy sediento? —Darren extendió los brazos,
mirándoles fijamente con ojos saltones—. Pero seguid adelante y pensad en
vosotros mismos mientras me quedo aquí de pie con la boca seca.
Pat sacó su mano de la de Mitch mientras los dos discutían. Estaba
sediento y no tenía ganas de esperar a que dejaran de quejarse uno al otro.
Estuvo cerca de tropezar con sus pies cuando entró en Jake’s Java y divisó
a Johnny, Cecil, Blair y Oliver de pie en la cola. —¿Qué estáis haciendo
aquí? —preguntó Pat.
Cecil le dio una diabólica sonrisa. —Consiguiendo los mejores batidos de
la historia. —Entrecerró los ojos—. Mejor que no le digas a nadie que
estamos aquí. Sé cuánto te gusta chismorrear. —Señaló con un pulgar por
encima de su hombro—. Incluso más que a Johnny.
—Hey, estoy justo aquí de pie —argumentó Johnny—. Y no chismorreo.
Sólo hablo de la gente a sus espaldas porque no sería chismorrear si se lo
dijese a la cara.
—Acabas de admitir que eres un chismoso —señaló Blair.
—No lo hice —resopló Johnny.
Pat se rio entre dientes. Verles le hizo sentir un poco normal de nuevo.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —Johnny le miró.
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—Conseguir el mejor batido de la historia. —Pat miró detrás de él y vio
a Darren y Mitch sentados en una mesa. Mitch estaba vigilando a Pat, y
Darren estaba mirando por la ventana. Moose se había saltado la cola y
estaba en el mostrador, y por el sonrojo en el rostro del empleado, el hombre
estaba flirteando.
O embelesado con Moose. El shifter oso era hermoso, después de todo.
Habiendo vivido en Villa Brac toda su vida, Pat sabía quién era Hondo
cuando entró en la tienda. No estaba familiarizado con los tres hombres que
iban detrás de él.
Hondo se detuvo y habló con Mitch cuando Pat se dirigió al mostrador,
preguntándose si su dinero era bueno en el reino demonio o si incluso tendría
cobertura. Tanto como Pat odiaba cancelar los planes con su madre, sabía
que no sería capaz de aparecer mañana para ayudarla.
Pat sonrió cuando un fuerte brazo se deslizó alrededor de su cintura. Mitch
apoyó su barbilla en el hombro de Pat, y joder, el hombre olía asombroso
para alguien que había estado tumbado en una cama durante tres días.
—¿De qué estáis hablando?
Pat soltó un bufido. —Esos cuatro no serán arrestados por venir aquí.
Los ojos de Johnny se abrieron como platos. —¿Cómo supiste que nos
colamos aquí?
—Duh —dijo Cecil—. Simplemente le dije a Pat que no le dijese a nadie
que estamos aquí.
—Mis labios están sellados —dijo Pat.
—Cierto —dijo Cecil—. Tus labios estarán tan cerrados como el Gran
Cañón.
—No soy tan malo —argumentó Pat. Amaba cada vez que estaba cerca
de las parejas de la Guarida. Siempre estaban haciendo nada bueno y siempre
hacían reír a Pat. No podía contar cuántas veces Cecil había entrado en la
comisaría sólo para pasar el rato, haciendo el día de Pat.
—Amigo, hablas de más asuntos que una revistilla —dijo Oliver. 38
—Y deberías saberlo—, contrarrestó Blair—. Lees suficiente de esa
basura.
—Son entretenidas —dijo Oliver.
Pat amaba que Oliver caminase por su propio camino en la vida. El chico
tenía piercings en el rostro, vestía todo de negro y tenía cadenas colgando de
las hebillas de su pantalón. Era el epítome de lo gótico y no le importaba lo
que nadie pensara de él.
A ninguna de las parejas parecía importarle.
Cecil se metía en tantos problemas que Pat estuvo sorprendido que
Maverick no hubiese encadenado a su pareja a su cama veintitrés horas al
día. Blair tenía un sórdido pasado que involucraba prostitución y no le
importaba quién lo supiese.
Y Johnny. El chico vivía en su propio mundo de arcoíris. Por lo que Pat
había escuchado, Johnny aún crecía en Santa, por el amor de Dios.
Pat había averiguado mucho acerca de Mitch en las pocas horas que
habían hablado, pero tenía la sensación que había un oscuro pasado
escondido del que su pareja había evitado hablarle.
Había estado en los ojos de Mitch.
Después de conseguir un batido de mango y fresa, Pat se dio la vuelta y
sonrió a Mitch. —Ahora estoy bien para irme.
Porque Pat tenía que estarlo o se haría pedazos ante el pensamiento de
dos antiguos perros del infierno tras ellos. Había vivido una vida sin
acontecimientos muy notables con muy pocos contratiempos en el camino,
y ahora estaba huyendo de criaturas formadas en el Infierno que le querían a
él y a su pareja muertos.
Hablando acerca de un giro drástico en la vida.
—Por aquí —dijo Hondo cuando Mitch y Pat se unieron al grupo.
Moose ya estaba junto a la mesa, tomándose un batido de chocolate. La
enorme copa se veía delicada en la fornida mano del hombre.
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Pat se sonrojó cuando Mitch besó su cuello. Había soñado con encontrar
a su pareja y se alegró que Mitch fuese tan dulce.
Ni una vez se había quejado acerca de su brazo herido, pero no había
manera que hubiese alguien que se ajustase tan bien. Pat tenía la sensación
que Mitch estaba en modo negación. Sólo se preguntaba cuándo reaccionaría
su pareja, cuando finalmente cediese y se diese cuenta que podría nunca
volver a utilizar su brazo izquierdo de nuevo.
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Capítulo Cuatro
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Capítulo Cinco
—Bien. —Mitch suspiró—. Pero sólo vamos ahí para ver qué está
pasando. No nos interpondremos.
Pat metió las manos detrás de la espalda y cruzó los dedos. —Lo prometo.
—¿Por qué tengo la sensación que me voy a arrepentir de esto? —Mitch
gruñó cuando abrió la puerta—. Mueve el culo.
Antes que Pat saliese del apartamento, besó a Mitch en la mejilla. —
Gracias.
—Puedes agradecerme cuando sobrevivamos a esto. —Mitch cerró la
puerta detrás de ellos.
—Espera. —Pat bajó la mirada hacia el brazo de Mitch—. Acabas de
cerrar la puerta con tu mano izquierda.
Mitch levantó su brazo izquierdo y apretó los dedos en un puño. —La
sensibilidad comenzó a regresar antes, pero las sensaciones se volvieron más
fuerte cuando estaba en la ducha.
Pat chilló cuando lanzó los brazos alrededor del cuello de Mitch. —¡Estoy
tan feliz por ti!
—No estés demasiado feliz. —El tono de voz de Mitch se había vuelto
profundo y áspero. La cercanía también estaba afectando a Pat. Su cuerpo
hormigueó cuando lentamente deslizó los brazos del cuello de Mitch. Tuvo
que recordarse a sí mismo que iban de camino para salvar a Zack –sí, salvar,
no observar– y ahora no era momento para enrollarse.
—¿Por qué no? —preguntó Pat.
—Porque no tengo fuerza completa en mi brazo —dijo Mitch.
—Regresará —dijo Pat con confianza. Aunque la mordida de un perro del
infierno primogénito era un asunto desagradable, estaba seguro que nada
mantendría al margen a su pareja fuerte, dominante y seguro de sí mismo.
Después de todo, Mitch ya había superado las posibilidades que nunca
volviese a utilizar su brazo. Ahora todo lo que tenía que hacer era
fortalecerlo. Eso sería un paseo por el campo para alguien como Mitch. 62
Esta era una muy mala idea. Mitch sabía que no debería llevar a su pareja
al único lugar donde el enemigo le estaba esperando, pero… joder. ¿Por qué
Mitch no podía negarse? Su entrenamiento le decía que se llevase a Pat al
otro extremo de la tierra, pero ahí estaban, saliendo del edificio de
apartamentos de los demonios guerreros y dirigiéndose hacia el restaurante.
¿Encontrar pareja y enamorarse volvía estúpido a un hombre?
Obviamente lo hacía porque Mitch se había derrumbado rápidamente cuando
Pat le había dado esa cursi mirada.
No era la cabeza sobre los hombros de Mitch con la que estaba pensando
ahora mismo, mientras su polla dirigía el camino.
Mitch agarró la mano de Pat y le detuvo cuando llegaron a Jake’s Java,
que estaba a una manzana de The Melting Pot. Parecía que cada demonio
guerrero estaba rondando por el exterior, y Mitch estuvo sorprendido al ver
ahí también a Moose y Darren.
—Mira, tienen las cosas completamente cubiertas —dijo Mitch mientras
persuadía a Pat para entrar en la tienda de Jake.
Mitch también se había metido en la tienda porque había tenido una
sensación realmente mala. No había nadie en la calle, aparte de los guerreros.
Serenity City parecía un silencioso cementerio, y una sospechosa sensación
se instaló en las entrañas de Mitch.
Tenía que sacar a Pat del reino demonio. Eso era lo que su cerebro le
estaba gritando. Atraer a Pat a un restaurante cercano parecía un poco
demasiado fácil para Mitch. El perro del infierno estaba tramando algo.
Los años de Mitch dirigiendo operaciones encubiertas, y también sus
instintos como shifter guepardo, habían comenzado a hacer efecto. Había
evaluado la situación, y no estaba a su favor. 63
—Tenemos que irnos. —Mitch agarró la mano de Pat y salió por la puerta.
Pero en lugar de ir hacia el edificio de apartamentos, Mitch se dirigió hacia
el Lago Negro al otro lado de la calle.
—No podemos irnos —argumentó Pat—. Tiene a Zack.
Mitch estaba comenzando a dudar de eso. Los perros del infierno eran
engañosos bastardos, y el único –Mitch no estaba seguro si estaba Demonian
o Syphon dentro del restaurante– exigiendo que Pat se reuniese con él, podría
haber estado mintiendo descaradamente.
Nada acerca de este escenario se sentía bien.
—¿Vamos ahí? —Pat miró hacia el agua oscura—. No lo creo.
—Es un portal hacia el reino humano. —Mitch tiró de Pat, alejándole lo
más posible del restaurante.
—Pero estábamos huyendo del reino humano —argumentó Pat—. Y
tenemos que ayudar a Zack.
—¿Confías en mí? —Mitch no tenía tiempo para explicar la sensación en
sus entrañas. Tenían que salir de aquí.
Pat se mordisqueó el labio inferior mientras asentía lentamente con la
cabeza. —Eres mi pareja. ¿Por qué no confiaría en ti?
—Porque soy un extraño para ti.
Con el ceño fruncido, Pat preguntó. —¿Estás intentando convencerme
que confíe en ti o argumentando contra eso? Estoy totalmente confuso.
Igual que Mitch. Había olvidado el punto que estaba intentando hacer. —
Tenemos que irnos.
—Pero, ¿qué hay de Zack? —Pat sacó su mano de la de Mitch—. No es
rival para ningún perro del infierno. Tenemos que ayudarle.
—Los demonios guerreros le tienen cubierto. —Mitch se sintió como un
bastardo por lo que estaba a punto de hacer, pero no podían quedarse de pie
en el montículo cubierto de hierba discutiendo durante la siguiente hora. El
aire se sentía cargado. Las calles estaban desiertas, y se le pusieron los pelos
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de punta.
Algo grande estaba a punto de descender, algo que Mitch no quería
quedarse para ver.
Con un gruñido de arrepentimiento, empujó a Pat en el lago y luego se
zambulló él mismo, tirando de su pareja más profundo en el agua.
Salieron a la superficie en el aparcamiento de The Pit. Humo del pozo
donde Priest estaba asando su carne voló hacia ellos. Mitch absorbió una
deliciosa fragancia cuando agarró la mano de Pat y tiró de él hacia el centro
de la ciudad.
Gracias a Dios, entrar en el Lago Negro nunca mojaba a nadie. Eso era
un hecho extraño, pero cierto.
—¡Bastardo! —Pat golpeó la mano de Mitch—. Ahora, ¿cómo demonios
se supone que regresemos ahí para ayudar a Zack?
Mitch tenía que llevar a Pat a la comisaría. El Sheriff Werth, los oficiales
y detectives de turno serían capaces de ayudar. Habría ido a Maverick por
ayuda, pero no quería llevar a Pat a ningún lugar cerca de su madre.
Eso pondría dos objetivos en el mismo lugar, y Mitch quería evitar eso a
toda costa.
—Dijiste que confiabas en mí. —Mitch dejó de caminar y presionó la
palma de su mano contra el hermoso rostro de Pat.
—También me dijiste que eras un extraño y no debería confiar en ti —
argumentó Pat—. ¿Cuál es?
—Confía en mí. —Mitch le dio a Pat un rápido beso, forzándose a no
profundizar el beso, aunque su guepardo aulló por la intimidad. Tenían que
salir de la calle, no quedarse ahí besándose.
—De acuerdo, así que, ¿a dónde nos estamos dirigiendo? —Pat comenzó
a caminar junto a Mitch mientras corrían hacia la comisaría.
—Donde hay cantidad de shifters que pueden ayudarnos. —Mitch se
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metió en un hueco cuando divisó a un hombre alto y grueso dirigiéndose
hacia ellos. Dejó salir un suspiro de alivio cuando vio que no eran Demonian
o Syphon y luego avanzó rápidamente.
Rezó para que llegasen a tiempo antes que cualquiera de los perros de
infierno descubriese que ya no estaban en Serenity City.
Mitch se detuvo en seco cuando dieron la vuelta a la esquina y corrieron
directamente hacia Syphon. Una cruel sonrisa curvó la comisura de la boca
del perro del infierno.
—Os pillé —dijo con una profunda y oscura sonrisa entre dientes antes
que todo se desvaneciese a negro.
Capítulo Seis
Darren había estado corriendo hacia el Lago Negro para evitar que Mitch
y Pat lo utilizasen para regresar al reino humano, pero había llegado
demasiado tarde al montículo cubierto de hierba.
—¿Dónde crees que han salido? —preguntó Moose, sin aliento.
—No tengo ni idea. —Darren miró hacia el restaurante. Él y Moose se
habían infiltrado, pero ningún perro del infierno había estado en el interior.
Tampoco ningún rehén.
Había sido un montaje.
Las entrañas de Darren le habían dicho que la reunión había sido
demasiado fácil. Ningún perro del infierno que valga la pena hubiese dado
una dirección tan cercana. Pero habían tenido que comprobarlo, sólo en caso
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que el hermano de Pat verdaderamente hubiese estado ahí.
—Creo que Mitch lo descubrió —dijo Moose—. Supo que el perro del
infierno no estaba aquí.
—Y quiso sacar de aquí a Pat. —Darren miró al lago y luego de nuevo al
restaurante. Los demonios guerreros se habían separado para buscar en la
ciudad, pero incluso si Demonian o Syphon hubiesen estado en el reino
demonio, a estas alturas ya se habían ido hace mucho tiempo.
—Tenemos que rastrearle. —Darren se zambulló en el lago, saliendo al
lado de la comisaría. Se dio la vuelta, escaneando las calles, con la esperanza
de encontrar a su jefe y a Pat.
—Aquí. —Darren señaló cuando Moose salió a su lado.
A su izquierda, a pocas manzanas, Darren divisó a Mitch y Pat doblando
la esquina. Su grito para advertirles llegó demasiado tarde. Syphon apareció,
les agarró y luego se desvaneció en el aire.
—¡Joder! —Moose salió disparado a pesar que Mitch y Pat habían
desaparecido. Darren se dio la vuelta y corrió hacia la comisaría. Divisó al
Detective Jake Licari, amigo de Mitch, y rápidamente le contó lo que
acababa de suceder.
Jake se levantó de un salto de su asiento y corrió hacia la puerta, unos
pocos hombres de la estación corriendo detrás de él.
Moose se quedó de pie donde Mitch y Pat habían estado, girando en un
círculo.
Después de ver la escena, Jake dijo: —Tengo que hablar con el sheriff.
A Darren no le gustaba sentirse impotente. Mitch había estado ahí para él
en el peor momento en la vida de Darren. El shifter guepardo había recogido
a Darren del suelo –hablando de manera figurada– y le había dado un
propósito. Las misiones en las que habían estado juntos ayudaron a Darren a
luchar contra sus demonios y sirvió como una salida para su ira. No había
nada que Darren no hiciese por Mitch.
Incluso enfrentar a un perro del infierno primogénito.
Darren cruzó rápidamente la calle, haciendo una pausa para dejar pasar
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algunos coches mientras se dirigía hacia Moose.
Moose estaba ahí de pie con una sombría expresión en su rostro, como si
quisiera asesinar a alguien con sus manos desnudar. Darren sabía que el
hombre era grande y poderoso por fuera y todo blandengue por dentro. Pero
no sabía demasiado acerca del pasado del hombre.
El verdadero nombre de Moose era John Zitelli. Era de por aquí, yyy eso
era todo. El shifter oso no había compartido ni una vez nada personal con
Darren. No que Darren hubiese querido que lo hiciese. Sólo sabía que podía
confiar que Moose cubriese su espalda.
—¿A dónde les llevaría Syphon? —preguntó Moose cuando Darren se
unió a él en la acera.
—No tengo la más mínima idea, chico grande. —Darren miró de nuevo
hacia la comisaría, pero todos los hombres habían entrado de nuevo.
Probablemente para consultar con su intrépido líder.
Darren no tenía tiempo para una reunión conjunta. Tenían que actuar
rápido si iban a salvar las vidas de Mitch y Pat. Esos perros del infierno se
habían tomado la muerte de Demonian como algo personal y estaban
buscando venganza.
—Tenemos que comenzar en la casa donde le encontramos —dijo
Moose—. Quizás podamos descubrir qué estaba haciendo Demonian en esa
casa y partir de ahí.
Ese era el mejor plan que tenían. Darren no podía pensar en nada más, de
manera que siguió a Moose cuando se dirigieron hacia la escuela.
No le gustaba ser seco con Syphon, pero Demonian no podía dejar pasar
lo que Mitch y los otros le habían hecho. Él y Syphon podrían no ser como
los otros perros del infierno, pero aún eran perros del infierno, lo que
significaba que tenían, o al menos Demonian tenía, una innata necesidad de
venganza.
Syphon agarró la mano de Demonian. —Sólo déjalo correr. Mitch y el
shifter zorro serán encontrados. Simplemente dejemos este lugar. Podríamos
ir a alguna isla aislada o simplemente viajar por el mundo. No me importa lo
que hagamos. Sólo quiero dejar esta ciudad atrás y comenzar a vivir nuestra
nueva vida.
Una guerra se libraba en el interior de Demonian. No había nada que no
hiciese por Syphon. El hombre era todo su mundo. Con un gruñido, sacó su
mano de la de Syphon y caminó por la cocina. Miró fijamente la puerta del
sótano, debatiendo si debería irse con su pareja o bajar ahí y terminar con sus
miserables vidas.
—Así que, ¿eso es todo? —preguntó Syphon cuando se unió a Demonian
a su lado—. ¿Simplemente vas a ignorarme?
—Intentaron alejarme de ti —dijo Demonian a través de los dientes
apretados.
—Sin embargo, aquí estás —dijo Syphon en un tono de voz tranquilo,
casi de derrota—. Estás vivo y preparado para tirar a la basura nuestro futuro.
Demonian se giró para mirar a Syphon. —No estoy tirándolo a la basura.
Lágrimas inundaron los ojos de Syphon, haciendo que Demonian se
sintiese como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago. Odiaba
cuando su pareja lloraba. En cualquier otro momento, cuando lágrimas eran
derramadas, Demonian cedería ante lo que Syphon quisiera.
Pero esta vez no. Maldición. No esta vez. Simplemente no podía alejarse.
—Bien —dijo Syphon—. Alimenta el estereotipo de nuestra especie.
Mata a esos hombres si eso es lo que quieres.
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Nudos se formaron en el estómago de Demonian cuando vio a Syphon
salir de la casa. Apretó sus manos en puños y cerró los ojos con fuerza,
maldiciendo en voz baja cuando una opacidad se instaló en su pecho.
Demonian abrió los ojos y miró fijamente la puerta del sótano. Agarró el
pomo y lo giró, preparado para obtener su venganza.
Capítulo Siete
Sintió su costado, pero nada dolía. Había sanado, pero Mitch nunca lo
haría. Pat podría haber estado aturdido, pero había escuchado lo que
Demonian le había dicho a Mitch.
Tan silenciosamente como pudo, Pat se dio la vuelta y estudió a su pareja.
Durmiendo, Mitch se veía tan tranquilo. Su rostro no tenía esas duras líneas
que estaban presentes cuando el hombre estaba despierto.
Pat pasó los dedos sobre el rastrojo que bordeaba el rostro de Mitch.
¿Cómo había llegado a ser tan afortunado? No había sido rosas y arcoíris
estar con Mitch, pero era la pareja de Pat, y cualquier problema que tuviesen,
los resolverían.
¡Mierda! Pat tenía que llamar a su madre y comprobarla. También tenía
que descubrir si Zack estaba bien.
Comenzó a lanzar las mantas hacia atrás, pero Mitch enganchó a Pat con
su brazo bueno y tiró de Pat hacia él. —¿A dónde piensas que estás yendo?
—Sólo estaba… —Pat tropezó con sus palabras cuando vio el brillo de
lujuria en los hermosos ojos azules de Mitch—. Sólo estaba… no lo
recuerdo.
Cómo podría cuándo su cerebro se convirtió en papilla. Todo en lo que
podía pensar era estar en los brazos de Mitch.
—Creo que tus habilidades son nuevamente necesarias —dijo Mitch
mientras meneaba sus cejas.
Pat se rio entre dientes. —¿Y qué habilidades son esas?
Mitch llevó la mano de Pat hacia su erección. —Tengo este duro problema
que necesita tu atención.
—Mmm. —Pat apretó la polla de Mitch—. Veré qué puedo hacer.
Mitch rodó sobre su espalda y puso su mano derecha detrás de la cabeza.
Ya estaba desnudo, lo que hacía las cosas mucho más fáciles. Pat agarró el
lubricante de la mesita de noche y rodó sobre su espalda, alineándose con
Mitch lo mejor que puedo ya que el hombre era mucho más alto que él.
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—Aún no entiendo por qué dejó vivos a Mitch y Pat. —Darren miró hacia
la puerta cerrada del dormitorio cuando se sentó en el sillón beige
reclinable—. Eso no tiene ningún sentido. Si Demonian estaba empeñado en
la venganza, ¿por qué se alejaría sin infligir ningún daño?
—Estás preguntando al hombre equivocado. —Moose se sentó en el sofá
con un recipiente de helado y una cuchara. Su gran cuerpo se tragó dos
cojines mientras veía unos dibujos animado acerca de un bebé con traje.
Darren nunca entendería la obsesión del gigante con el programa—. Sólo me
alegro que estén bien. Las cosas podrían haber terminado mucho peor hoy.
Darren no necesitaba el recordatorio. Había estado justo ahí cuando
Demonian había raspado con un diente a través del brazo de Mitch. Había
visto el dolor que había atravesado su jefe y la lucha para superarlo.
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—Demonian le dijo a Mitch que había habido una razón por la que había
ido a esa casa. ¿Por qué piensas que es eso?
Moose se llevó una cucharada de helado a la boca. El aroma de chocolate
llenó las fosas nasales de Darren. —De nuevo, estás preguntando al hombre
equivocado. ¿Por qué estamos intentando descubrir el motivo de un perro del
infierno? ¿Realmente tienen uno? Nacieron malvados e infligen esa maldad
en el mundo.
Darren arrugó la nariz. —¿Por qué estás comiendo directamente del
recipiente? Eso es asqueroso. Por favor, no me digas que lo pondrás de nuevo
en el congelador.
Con su cuchara, Moose señaló hacia el helado. —No quedará nada para
regresar al congelador una vez que haya terminado con ello.
Cuando escucharon un vehículo acercarse, Darren se levantó de un salto
del sillón reclinable y Moose se levantó del sofá. La cabaña de Mitch estaba
escondida lo suficientemente profundo en el bosque para que no pudiesen
escuchar el tráfico en la carretera.
Alguien estaba aquí.
—Ni un momento de jodida paz —gruñó Moose. Dejó el recipiente de
helado en la mesita de café, utilizó el mando a distancia para apagar la
televisión, y agarró su arma de la funda de su hombro.
—Mejor que sean amistosos porque he tenido un día malditamente largo.
—Darren sacó el arma de su funda en la cintura y se movió hacia la puerta
principal. Quienquiera que fuese no había utilizado faros, o les habría visto
apareciendo al otro lado de la habitación. Era después de medianoche.
Demasiado tarde para visitas.
Presionaron sus espaldas contra la pared a cada lado de la puerta. Darren
movió las cortinas a un lado sólo lo suficiente para echar un vistazo por la
ventana.
Mitch necesitaba conseguir luces de seguridad. Afuera estaba
completamente oscuro, y todo lo que Darren pudo distinguir fue una alta
silueta. Habría sido agradable saber con quién y a qué se enfrentaban.
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—No creo que Demonian condujese aquí —susurró Moose.
—Yo tampoco. —Manteniendo el arma en una mano, Darren abrió la
puerta y luego levantó su arma—. Anúnciate.
Un bajo y retumbante gruñido le recibió. —Baja el arma.
Darren frunció el ceño. —¿Sheriff?
El Sheriff Werth entró en la cabaña, sus pasos largos y confiados. —Estoy
aquí para comprobar a Pat.
Moose cerró la puerta y se dio la vuelta para enfrentar al sheriff. Ahora
que estaban de pie tan cerca uno del otro, Darren vio que Moose era 5 u 8
centímetros más alto que el shifter lobo. Hacían una vista aterradora.
—Está dormido —dijo Moose—. ¿Por qué no llamaste antes de venir?
—Supongo que debería haberlo hecho. —Werth se quitó el sombrero y
se pasó una mano por el cabello—. Pat es familia. Ha estado trabajando en
la comisaría durante muchos años, y quise asegurarme que estaba bien.
—¿Por qué no le comprobaste antes? —Darren enfundó su arma.
—Porque os estabais moviendo demasiado —respondió Werth—, y nadie
estaba diciendo dónde estabais.
—Estamos bien. —Moose regresó al sofá y agarró su recipiente antes de
tomar asiento—. Están durmiendo.
—¿Esta visita no podía esperar hasta mañana? —preguntó Darren.
—¿Y arriesgarme a que seáis movidos de nuevo? —Werth miró alrededor
de la habitación—. ¿Puedes despertar a Pat? Sólo quiero hablar con él, ver
con mis propios ojos que está bien.
Darren miró a Moose, que ya se había puesto de nuevo en pie y puso su
helado a un lado. Estaba tan contento que los dos pensaran de manera tan
parecida. O quizás habían sido las docenas de misiones que habían
emprendido juntos por lo que sabían lo que el otro estaba pensando.
Algo estaba muy mal. No conocía suficientemente bien al Sheriff Werth.
Pero por lo que había escuchado, y averiguado, el sheriff no arriesgaría la
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seguridad de Pat viniendo aquí sólo para “comprobarle”.
—Dime quién eres antes que te vuele la cabeza.
Darren se dio la vuelta para encontrar a Mitch de pie en la puerta del
dormitorio, su arma apuntando al sheriff. Pat no estaba a la vista. Sin duda
había sido escondido en el armario o debajo de la cama.
Darren y Moose también sacaron sus armas.
El Sheriff Werth sonrió con suficiencia cuando un destello de humor
negro se registró en sus ojos. —Me atrapasteis, chicos.
—No eres el sheriff —dijo Mitch—. ¿Quién cojones eres?
—Es obvio —dijo Moose—. Es un shifter metamorfo.
—¿Un camaleón? —Las cejas de Darren se dispararon hacia arriba. Había
escuchado que los shifters camaleón existían, pero nunca se había
encontrado con uno. No que lo supiese ya que ellos podían transformarse en
cualquiera con quien hubiesen entrado en contacto.
—Moose, llama al sheriff y asegúrate que está bien —dijo Mitch como si
estuviese leyendo la mente de Darren. Los shifters camaleón normalmente
mataban a la persona que estaban suplantando.
—Estoy en ello. —Moose sacó su móvil y marcó mientras Mitch se
acercaba al impostor. Presionó el cañón contra la parte posterior del cráneo
del tipo.
—¿Por qué viniste aquí? —preguntó Mitch.
Darren deseaba que el shifter metamorfo se hubiera hecho pasar por
alguien más pequeño. Era como mirar una montaña de músculos. O a Moose.
Tan rudo como Darren se consideraba, nunca había querido ir contra su
compañero de equipo. Si Moose alguna vez se echaba a perder, como hizo
Holbrook, sería una lucha a muerte derribarle.
Jodidas gracias que Moose era un enorme y suave angelito en el interior.
—Me pagaron por hacer un trabajo —dijo el impostor—. Supongo que
fallé. 86
—¿Quién te pagó? —gruñó Mitch.
—Fue persistente acerca de ver a Pat —dijo Darren.
Darren y Mitch tuvieron que dar un paso hacia atrás cuando el impostor
se movió hacia un lado. Era un enorme hijo de puta, y Darren quiso darse
espacio si estallaba una pelea.
Moose se unió a ellos y le dio al extraño una acerada mirada que haría
que la mayoría de los hombres se measen encima. —No recomendaría hacer
un movimiento.
Nadie había visto la forma original de un shifter metamorfo, de manera
que Darren no tenía idea del verdadero tamaño del tipo. Por todo lo que sabía,
podían estar lidiando con un jovencito. Pero no iba a correr el riesgo que el
impostor fuese realmente débil bajo todos esos músculos.
—Cinco segundos para responderme o pondré un agujero en tu cabeza —
dijo Mitch—. ¿Quién te pagó?
Por primera vez desde que entró en la cabaña, el extraño pareció asustado.
—Le tengo más miedo a él que a vosotros. También podrías matarme porque
no voy a hablar.
—El Sheriff Werth está bien —dijo Moose—. Recibió un golpe en la
cabeza, que le noqueó, pero el Oficial Sloane me dijo que saldrá adelante.
El extraño curvó su labio hacia Moose. —No soy un asesino de policías.
No todos los shifters metamorfo son malos. Sólo necesitaba el dinero.
—Eso no te hace un buen hombre —dijo Darren—. Sólo te hace un idiota.
—Yo digo que se lo entreguemos al verdadero sheriff —dijo Moose—.
Dejemos que Werth consiga su venganza.
Mitch sacudió la cabeza. —Últimamente ha habido suficiente venganza.
Moose triscó sus nudillos. —Entonces, ¿puedo tenerle? Necesito una
válvula de escape para toda esta energía acumulada.
—Puedes hacer lo que quieras con él tan pronto como nos diga quién le 87
pagó —dijo Mitch.
El impostor sacudió la cabeza. —No va a suceder.
Mitch metió el arma en la cinturilla de sus pantalones. —Veremos eso.
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Capítulo Nueve
Mitch retiró sus garras del costado del shifter metamorfo y limpió la
sangre que se aferraba a ellas en su muslo cubierto con vaqueros. Estaba
enfermo y cansado de la amenaza colgando sobre sus cabezas, enfermo y
cansado de ser castigado por hacer su trabajo.
Un trabajo por el que le habían pagado generosamente.
Un trabajo que debería haber sido fácil de terminar.
Pero no había nada fácil acerca de Demonian y Syphon, y Mitch aún
estaba enfurecido porque no le hubiesen dicho que los dos eran primogénitos.
Eso habría sido agradable de saber antes que hubiesen ido tras Demonian.
El impostor jadeaba con fuerza, sudor acumulado sobre sus cejas y labios
superior cuando cerró los ojos y bajó la cabeza. —No p-puedo decírtelo.
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—Deja que intente esto. —Moose se encorvó frente al extraño—. Hey,
abre los ojos.
El chico hizo lo que Moose pidió.
—No estamos disfrutando el hacerte daño. Juro que no lo hacemos. —
Señaló con el pulgar por encima de su hombro—. Este hombre aquí, sólo
está intentando proteger a su pareja. Sabes cuán preciosa es una pareja,
¿verdad?
El extraño asintió con la cabeza.
—¿Qué harías para proteger a la tuya?
—No tengo una —dijo el chico con una nota de tristeza en su tono de voz.
—Yo tampoco —contestó Moose—. Pero puedo decirte que achicharraría
el planeta por mantener seguro a la mía. Mitch no va a parar de interrogarte
hasta que descubra quién quiere hacer daño a su pareja. Por favor, díselo.
Las cejas de Mitch se elevaron ligeramente. Moose nunca había dicho
“por favor” a un matón que estuviesen interrogando. Normalmente utilizaba
puro músculo y mucho dolor para conseguir resultados.
Mitch también estaba molesto por el hecho que el shifter metamorfo se
viese como el Sheriff Werth. Se sentía como si estuviese haciendo daño a un
amigo, y eso no le sentaba bien.
—Y-Yo no sabía que el chico era tu pareja. —El extraño levantó la mirada
hacia Mitch con ojos suplicantes—. Lo prometo. Pero necesitaba el dinero.
—Y podemos protegerte —dijo Mitch—. Pero tienes que decirnos de
quién tenemos que protegerte.
El chico sacudió la cabeza. —Nadie puede protegerme de él.
—¿Demonian o Syphon? —preguntó Mitch.
—¿Quién? —El shifter metamorfo bajó sus cejas—. No sé quiénes son
esos hombres.
Ahora fue el turno de Mitch para estar confuso. Habría apostado su vida
que uno de los perros del infierno había pagado a este hombre para 93
secuestrar, o matar, a Pat. A Mitch le hubiese gustado decir que no tenía otros
enemigos además de esos dos, pero había estado en demasiadas misiones,
derribado la escoria de la tierra, y no se sabía si uno de los miembros de su
familia, una pareja o un socio de negocios buscaba venganza.
La lista de personas que podrían quererle muerto era demasiado
jodidamente larga para que Mitch descubriese quién estaba detrás de esto.
Necesitaba una respuesta, y rápido. El tiempo se estaba agotando. Si el
culpable descubría que shifter metamorfo había fallado, él, o ella, enviaría a
alguien más para terminar el trabajo.
—No quieres que él continúe. —El tranquilo tono de voz de Moose trajo
a Mitch de regreso al aquí y ahora—. Porque si Mitch no te destroza, yo lo
haré, y eso es algo que no quiero hacer. Simplemente te involucraste con los
tipos equivocados. Aún puedes alejarte de esto con todas las partes de tu
cuerpo intactas.
Darren estaba de pie al otro lado de la habitación, estudiándoles, sus
brazos cruzados y su arma aún aferrada en su mano derecha.
Nunca era bueno cuando el shifter coyote se quedaba callado. Si Mitch
conociese a Darren, y lo hacía, el hombre estaba contemplando cómo destruir
al impostor.
Lo que involucraría mucha sangre y un montón de gritos.
Pero Moose tenía razón. El shifter metamorfo había quedado atrapado en
esto simplemente porque necesitaba el dinero. Aun así, había estado tras Pat,
y Mitch destruiría al cabrón.
Mitch caminó detrás de la silla de la cocina en la que el impostor estaba
atado. Agarró el hombro del hombre, apretó y luego se inclinó de manera
que pudiese susurrar en su oído. —¿Qué hay de esto? ¿Qué pasa si dejo que
el Ultionem sepa que estás interfiriendo con un apareamiento? Pat y yo no
hemos estado juntos mucho tiempo, y este aún es nuestro periodo de luna de
miel. ¿Qué piensas que harán? ¿Cómo piensas que te castigarán? ¿Quizás
algo de tiempo en el Inframundo? ¿Eso suena mejor que darnos un nombre?
El extraño se estremeció en su asiento. Mitch olió el sudor cubriendo el
cuerpo del hombre. Tenía al shifter metamorfo justo donde le quería. Sólo
tenía que presionar aún más duro. 94
¿Uno podía creer cualquier cosa que saliese de la boca de un perro del
infierno? Eran perros del infierno, después de todo, y habían nacido con
disposiciones muy desagradables. Por su propia definición, eran
demoníacos.
Así que, ¿por qué demonios Pat estaba cautivado con la historia de
Syphon? ¿Por qué estaba sentado en el borde de su asiento mientras Syphon
le contaba acerca de cómo él y Demonian habían sido cazados por los de su
propia especie, cómo Demonian tuvo que matar a cada perro del infierno que
se acercó a ellos, o cómo Syphon había sido torturado sólo porque había
nacido diferente?
—Odio ser de esta manera —dijo Syphon—. Odio ser diferente. Habría
tenido una vida mucho más fácil si hubiese nacido como el resto de ellos.
Pero no lo hice. Tengo compasión y empatía. Tengo moral y conciencia. Esas
cualidades han sido la ruina de mi existencia.
Pat se pasó las manos por los muslos, preguntándose qué decir. ¿Creía a
Syphon? ¿Realmente el perro del infierno era un buen hombre? Pat quiso
reírse ante ese pensamiento. Perro del infierno y buen hombre nunca eran
utilizados en la misma frase.
Si Syphon estaba mintiendo, era un maldito buen actor porque Pat vio el
dolor y odio en los oscuros ojos del hombre. Vio cómo Syphon retorcía sus
manos, cómo sus hombros se desplomaron y cómo seguía mirando por la
ventana con nostalgia, como si realmente echase de menos a Demonian.
—Así que, ¿simplemente te largaste con tu pareja? 98
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Capítulo Diez
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FIN