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TRADUCTOR CORRECTOR
ChibiNeko Haruka
Nunadina
Villa Brac 27
Lynn Hagen 3
Sinopsis
Maximus Brisco se ha estado escondiendo durante más de veinte
años, aterrorizado que Taren Haynes le encuentre.
Hace dos años el sheriff de Villa Brac encontró a Max y le dio un
hogar a lo que él pensaba era un pastor alemán normal. Pero el secreto
de Max sale a la luz, y ahora debe convencer a su pareja que no estaba
engañando a nadie a propósito. Una pena que Dillon saliese corriendo
la noche de su descubrimiento y no haya regresado.
El ayudante Dillon Sloan está aturdido al descubrir que el perro de
su jefe es realmente su pareja. Cuando descubre que Max tiene
problemas sobre sus talones, deja de lado su ira por ser engañado y
decide ayudar a Max. Pero la poción de enmascaramiento que Max ha
estado utilizando durante años para esconder su aroma está teniendo 4
un efecto adverso en él. Peor, Taren ha descubierto dónde está Max y el
demonio viene a por él. Dillon debe encontrar una cura para Max
mientras intenta salvarle de un demonio empeñado en la venganza.
Capítulo Uno
El ayudante Dillon Sloan terminó su informe y luego se alejó de su
escritorio, estirándose. No le importaba la parte de trabajo preliminar
de su trabajo. Era el papeleo lo que detestaba. Sus dedos estaban
acalambrados, y le dolía la espalda por estar sentado durante más de
una hora mientras escribía con ambos dedos índice.
—Hey —dijo el ayudante Vincent Stransky cuando se sentó en la
esquina del escritorio de Dillon—. Escuché que los padres de Newt aún
están en la ciudad y la familia del jefe viene a cenar para conocer y
saludar. ¿Quieres ir allí y ver si se desarrolla poco a poco el desastre?
Normalmente, Dillon hubiese estado a favor de eso, aunque dudaba
que la cena estallase en caos. Había conocido a la familia del Sheriff
Werth y eran gente agradable. La madre de Newt era un poco extrema, 5
pero el Sr. y la Sra. Bradley habían estado preocupados acerca de su
hijo cuando pistoleros habían asaltado la estación y matado a dos
ayudantes.
—Paso. —Dillon había amado al perro del sheriff, había disfrutado
acariciando y jugando con el pastor alemán cada vez que se acercaba, e
incluso había bromeado una vez con Werth acerca de robarle a Max.
De manera que la mente de Dillon había estado suficientemente
sorprendida cuando había entrado en la casa de su jefe para descubrir
que Max no sólo era un shifter si no su pareja.
Hablando acerca de ser golpeado por algo inesperado, Dillon aún
estaba intentando resolver toda la mierda en su cabeza. No, no quería ir
allí con Vince. No hasta que Dillon descubriera cómo iba a manejar la
situación.
—¿Desde cuándo pasas de una oportunidad para ver a nuestro jefe
avergonzarse? —preguntó Vince.
Por otro lado, quizás Dillon debería ir. Quería respuestas. Max los
había engañado a todos y Dillon quería saber por qué. Debería darle a
su pareja el beneficio de la duda, pero si no le gustaban las razones de
Max, Dillon saldría de allí.
No le gustaba ser engañado.
Dillon simplemente podría haberle preguntado al sheriff qué estaba
pasando, ya que era el dueño de Max, pero Dillon había estado
evitando a su jefe de manera activa desde esa noche. ¿El sheriff sabía
acerca de Max todo este tiempo? ¿Sabía que Max era la pareja de
Dillon y no había dicho una palabra? Eso no parecía algo que Werth
hiciese, pero Dillon ya no estaba tan seguro.
Empujó su silla hacia atrás, se puso en pie y asintió.
—Vamos a arruinar una cena.
Vince sonrió. —Ese es el espíritu.
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En lugar de tomar su propio coche, Dillon se metió en el SUV de
Vince. Vince habló todo el viaje, pero todo lo que Dillon hizo fue
asentir y fingir que estaba escuchando.
¿Cómo cojones, en todo el tiempo que había estado vivo, nunca
había escuchado de los shifters perro? Pensó acerca del pequeño
jovencito que había estado de pie en la entrada del pasillo de Werth esa
noche y la pantera de Dillon maulló. El chico había sido
pecaminosamente sexy, hasta que había visto al hombre cambiar a
Max, el perro que Dillon había llegado a amar.
Sorprendido no comenzaba a describir cómo se había sentido. Cómo
se sentía aún.
Cuando Vince se detuvo en el camino de entrada del Sheriff Werth,
Dillon comenzó a tener segundos pensamientos. Se sentó en el asiento
del pasajero y miró fijamente hacia la casa, preguntándose si debería
entrar o alejarse.
Su elección le fue quitada cuando Newt salió, sonriéndoles, Max
también salió corriendo por la puerta detrás de él en su forma de perro.
Max se detuvo y miró fijamente a Dillon a través del parabrisas.
Habían pasado dos semanas desde aquella noche, y en todo lo que
Dillon había pensado era acerca de su pareja. Y ahí estaba, su hermoso
abrigo de pelaje brillando bajo la poniente luz del sol.
Max dio un paso hacia atrás, como si no estuviese seguro qué
debería hacer cuando Vince salió y le dio a Newt un rápido abrazo.
Newt miró en la dirección de Dillon e inclinó la cabeza. Le dijo algo a
Vince, y Vince entró mientras Newt se acercaba al asiento del pasajero.
—No es asunto mío —dijo Newt cuando Dillon abrió la puerta—, y
Orlando me mataría si supiera que dije algo, pero para que lo sepas, ha
sido imposible vivir con Max desde que te fuiste. Todo lo que hace es
estar deprimido e incluso le he escuchado llorar en el estudio varias
veces. —Puso su mano sobre la rodilla de Dillon—. Sólo dale una
oportunidad para explicarse. 7
Mejor que las razones de Max fuesen malditamente buenas porque
Dillon no podía pensar en nada que le hubiese impedido contarle a Max
que eran pareja.
A decir verdad, Dillon estaba más herido que enojado. ¿No era
suficientemente bueno para Max? ¿Su pareja no le quería? La única
razón por la que Dillon había descubierto a Max fue porque
accidentalmente tropezó con su pareja cambiando. ¿Qué pasaría si no
lo hubiese hecho? ¿Su pareja habría continuado escondiendo quién era
a Dillon?
Miró a Max a través del parabrisas, que estaba sentado en sus
cuartos traseros junto a la puerta principal, y su pecho se apretó con
fuerza. Dillon había estado mintiéndose cuando dijo que se alejaría si
no le gustaba lo que Max tuviese que decir. Se sentía como un
completo idiota, pero Dillon se quedaría. Los shifters sólo tenían una
oportunidad de felicidad, dado sólo una pareja, y… Dillon se pasó una
mano por la cabeza, inseguro qué hacer.
—¿Por qué lo haría? —Dillon apartó la mirada del pastor alemán y
miró fijamente su regazo.
—Eso es algo que vosotros dos deberíais hablar —dijo Newt
mientras apretaba el brazo de Dillon—. Pero te diré que tiene un chico
malo tras él.
La pantera de Dillon gruñó cuando levantó la mirada y miró hacia
Max.
—Pero eso es todo lo que voy a decir. —Newt le dio al brazo de
Dillon un último apretón antes de alejarse. Acarició a Max en la cabeza
y entró.
Con un suspiro, Dillon salió del SUV y cerró la puerta. Metió las
manos en los bolsillos frontales y rodeó el vehículo, dirigiéndose hacia
el gran árbol en el patio. —Cambia de manera que podamos hablar.
Max cambió a su forma humana, y el corazón de Dillon pateó de
manera salvaje detrás de sus costillas. Max era realmente hermoso, con 8
puntiagudo cabello oscuro y asombrosos ojos color amarillo verdoso.
Dillon tuvo que detenerse de ir hacia su pareja y tirar del hombre
desnudo a sus brazos.
No te atrevas a ceder tan rápidamente. Deja que primero se explique.
Mordiéndose el labio inferior, Max redujo la distancia y levantó la
mano. Dillon notó como temblaba ligeramente. A pesar de estar
enojado con su pareja, algo de la ira de Dillon se drenó.
—Hola, soy Maximus Brisco. Soy un shifter perro, un idiota y un
gallina.
Dillon evitó que la comisura de su boca se curvase hacia arriba.
Deslizó su mano sobre la de Max y la estrechó gentilmente. —Soy el
Ayudante Dillon Sloan. Soy un shifter pantera negra, no me gusta ser
engañado por mi pareja y estoy dispuesto a escuchar.
Max sacudió levemente la cabeza, y cerró los ojos durante un breve
segundo cuando sus hombros se desplomaron. —¿Te importaría si me
pongo algo de ropa de manera que podamos hablar?
Dillon no quería que Max cubriese su hermoso cuerpo, pero asintió.
Max cambió y entró. Momentos más tarde regresó en su forma
humana, vestido con unos pantalones de gimnasia y una camiseta
blanca, pero sus pies estaban desnudos.
El sheriff no tenía porche delantero o escalones que pudieran utilizar
para sentarse. La puerta principal estaba a ras de la calzada. Pero tenía
un banco bajo el gran roble en su jardín delantero, de manera que
Dillon se acercó y sentó.
Max se unió a él.
—Primero, quiero decir cuánto lo siento por no contarte quién era.
—Max metió las manos entre sus rodillas y miró fijamente el suelo—.
Quise hacerlo. Hubo muchas veces durante los pasados dos años que
quise arriesgarme y ponerme al descubierto.
—Así que, ¿por qué no lo hiciste? —El brazo de Dillon estaba sobre
el respaldo del banco, y tuvo que enroscar los dedos para evitar tocar a
Max. Sería demasiado fácil tirar del pequeño hombre a su regazo y
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acariciarle hasta que ambos se volviesen locos de lujuria.
Cálmate y escucha lo que tenga que decir.
El corazón de Dillon se apretó cuando Max se secó una lágrima
perdida antes de volver a meter la mano entre las rodillas. —Mis padres
son muy anticuados. Cuando me negué a casarme con el chico que
habían elegido para mí, me echaron. No tenía ningún lugar al que ir,
sin comida ni dinero. Una noche, cuando estaba mendigando en la
calle, este demonio se me acercó. Quería que trabajara para él.
Desesperado, le dije que sí.
—¿Un demonio? —Incluso Dillon sabía que eso eran malas noticias.
Aparte de los guerreros demonio que vigilaban el reino de los
demonios. Dillon aún no conocía a uno de su clase que no intentara
hacer de las suyas.
Lo que le hizo pensar en Myers. Era trágica la manera en que había
muerto, pero todo el mundo en la estación sabía que había sido un
policía corrupto. Con discreción, el Detective Keating había estado
reuniendo pruebas para que no sólo Myers fuese expulsado del cuerpo,
si no que fuese enviado al inframundo. Myers había tenido mucho trato
en callejones con demonios, vampiros y todo tipo de personajes
corruptos.
La voz de Max sacó a Dillon de sus pensamientos.
—Me pagaron bien por hacer recados y trabajos ocasionales —dijo
Max—, pero una noche le escuché decir que iba a comenzar una guerra
con los guerreros demonio. No podía permitir que eso sucediera.
Conozco a uno de ellos, Phoenix. Él realmente es un chico dulce. De
manera que me colé en la habitación en la que Taren Haynes dormía y
robé la llave de su portal para que no pudiera entrar al reino de los
demonios. Taren ha estado detrás de mí desde entonces.
Dillon reflexionó cada palabra que dijo Max, y las meditó en su
mente.
—Pero podrías haberme contado todo esto cuando nos encontramos
la primera vez y te hubiera ayudado.
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Capítulo Dos
Dillon y Vince se detuvieron en la acera frente a una casa blanca con
adornos verdes y salieron. La luz en la sala de estar estaba encendida,
pero las cortinas estaban cerradas. La llamada había sido acerca de un
disturbio, pero hasta ahora, todo estaba tranquilo.
Dillon avanzó por la pasarela a través de un césped bien cuidado
hasta la puerta principal, flanqueada por parterres2. Golpeó la puerta
con los nudillos, anunciando que eran la policía.
La puerta principal se abrió de golpe, y una mujer con un florido
vestido de verano lucía un ceño fruncido mientras les miraba.
—Sólo estábamos teniendo un desacuerdo —dijo lo suficientemente
alto para que los vecinos la escuchasen—. ¡La policía no tenía que ser 17
llamada!
Ella tenía el cabello rubio, que estaba por todo el lugar, y tenía unos
profundos ojos azules. Estaba un poco gordita, pero también era
hermosa.
—¿Podemos llevar esto dentro, señora? —Dillon enganchó sus
pulgares en su cinturón de herramientas.
Con un bufido, se alejó furiosa, dejando a Dillon y Vince para que
entraran detrás de ella. Inmediatamente Dillon divisó el vaso roto en el
suelo, un agujero en la pared del tamaño de un puño y al marido
~Dillon asumió que era el marido, pero podría haberse equivocado~ de pie al
otro lado de la habitación, respirando intensamente mientras les
fulminaba con la mirada.
El tipo medía alrededor de 1,80 metros, delgado, tenía el cabello
castaño rebelde, oscuros ojos y llevaba vaqueros y una camisa roja con
2
Es un jardín a nivel de la superficie del terreno que consiste en plantar lechos de flores o de hierbas
delimitados por arriates de plantas perennes o por piedras afiladas acopladas firmemente, y paseos o
sendas de grava dispuestas con un diseño generalmente simétrico.
botones. En opinión de Dillon, era un poco guapo, de una manera
robusta.
Dillon caminó hacia el hombre y le pidió que se uniera a él en la
cocina mientras Vince hablaba con la mujer.
Tomó nota de la información del hombre, escribiendo su nombre,
fecha de nacimiento y su número de seguridad social en su bloc de
notas. También preguntó por el nombre de la mujer.
—¿Puede decirme qué está pasando? —preguntó Dillon. Parecía que
el “desacuerdo” había tenido lugar en la sala de estar, porque la cocina
estaba inmaculada. No vio una mota de suciedad en ningún lado ni un
solo plato en el fregadero. El fogón estaba impecablemente limpio y los
electrodomésticos de la encimera estaban perfectamente alineados. Ni
siquiera había una mancha de polvo en los armarios.
—Todo lo que dije fue que su hermana estaba buena —dijo Hal
Grossman en un fuerte tono de voz—. Si no quería la verdad, no
debería haber preguntado.
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Dillon hizo una mueca. Incluso él sabía que ese había sido un
movimiento descabellado.
—¿Su esposa es la de allí?
Hal frunció el ceño. —Infiernos, no. Es mi novia. O lo era. He
terminado con esta locura. Sólo estaba intentando reunir mis cosas para
irme cuando se volvió malditamente loca y comenzó a lanzarme cosas
y gritándome algunos nombres muy vulgares.
Dillon olió sangre. Miró más cuidadosamente el cuero cabelludo de
Hal notó un pequeño rastro.
—¿Necesita una ambulancia, señor?
—¿Qué? —Hal frunció el ceño—. ¿Por qué necesitaría una?
Dillon asintió hacia la cabeza del hombre. —Está sangrando.
Hal se tocó su cuero cabelludo y jadeó cuando alejó la mano para
ver sangre en sus dedos.
—Esa puta me cortó en la cabeza con una de sus feas figuritas, pero
no pensé que la herida estuviera sangrando.
—¿Necesita asistencia médica, Sr. Grossman? —repitió Dillon.
—No, no. Estoy bien. Sólo quiero recoger mis cosas e irme.
Sacudió la cabeza. —Ella comenzó de maravilla, ¿sabe? Parecía la
mujer perfecta, hasta que llegué a conocerla mejor. —Agitó una mano
para abarcar la cocina—. Puedo lidiar con su neurótica necesidad de
mantener una casa tan limpia, pero con lo que no puedo lidiar son con
sus inseguridades, sus celos por la mierda que ni siquiera he hecho y su
absoluta locura.
—¿Quiere presentar cargos contra ella por asalto?
Hal abrió los ojos como platos. —No quiero que sea arrestada.
—Espere aquí. —Dillon entró en la sala de estar donde Vince aún
estaba intentando tranquilizar a Desiree Cook. 19
—Ni siquiera tiene trabajo —se quejó ella mientras su boca se
apretaba—. No contribuye a nada por aquí, pero quiere que le sirva y
por encima de todo eso quiere que lidie con sus trampas.
—¿Le agredió con una figurita? —preguntó Dillon.
Sus ojos se entrecerraron en pequeñas rendijas. —Después que hizo
un agujero en mi pared de un puñetazo.
Esos dos claramente no necesitaban estar juntos. Dillon no estaba
seguro quién estaba diciendo la verdad y quién estaba mintiendo, pero
necesitaban permanecer permanentemente separados. La parte triste
era que, la mayor parte del tiempo, las parejas que experimentaban esto
volvían a estar juntas. Era un ciclo interminable.
—Sólo quiere reunir sus cosas. ¿Le importaría conseguir algo que le
pertenezca a él? —preguntó Dillon.
Durante los siguientes treinta minutos Dillon y Vince lidiaron con
los dos gritándose uno al otro desde habitaciones separadas, Desiree
llorando mientras empacaba sus cosas, y más gritos.
Para el momento que Hal se alejó conduciendo, Dillon tenía un
sólido dolor de cabeza.
—Gracias a Dios que no hubo niños involucrados —dijo Vince
mientras se apartaba de la acera.
—Tienes razón.
Tomaron dos llamadas más. Una era acerca de un coche robado del
camino de entrada de un anciano, y otra era acerca de un ruido que la
Sra. O’Reilly había escuchado en su patio trasero, que resultó ser sus
carrillones3.
Para el momento que Dillon había regresado a la estación y
rellenado sus informes, estaba agotado. Comprobó la hora en su
teléfono e hizo una mueca. Eran más de las dos de la madrugada. El
sheriff Werth le mataría si se dejaba caer para ver a Max a esa hora. El
turno de Dillon aún no había terminado, pero todo en Villa Brac estaba
tranquilo.
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Dos ayudantes estaban fuera de patrulla, y aparte de él y Vince, la
única persona en la sala del escuadrón era el emisor, Pat. Dillon ni
siquiera estaba seguro que Pat tuviera un hogar porque el shifter zorro
siempre estaba en la estación.
—Voy a dar un paseo —le dijo a Vince, cuando se levantó de su
escritorio.
—Grita si me necesitas.
Vince asintió, viéndose sólo medio despierto. Pat sonrió a Dillon
cuando salió por la puerta principal.
Werth no iba a estar satisfecho con él, pero Dillon quería ver a su
pareja. No sólo quería comprobar a Max para asegurarse que todo
estuviese bien, sino que quería tocarle y hablar con él, ver esos
hermosos ojos amarillo verdosos y escuchar su voz.
3
Fuera en el aparcamiento, Dillon sintió ojos sobre él. Escaneó sus
alrededores, pero no vio a nadie en la calle o sentado en un coche
aparcado. Aun así, la sensación no desapareció.
Se deslizó en su camioneta y salió del aparcamiento, dirigiéndose
hacia la casa de Max, comprobando constantemente los espejos.
Cuando no vio ningún faro en los retrovisores y la sensación de ser
observado desapareció Dillon condujo hacia la casa.
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Capítulo Tres
Max despertó con la brillante luz del sol quemando sus ojos. Se
protegió con la mano frente a su rostro y gimió. El sol estaba
demasiado alto para ser la mañana. ¿Había dormido durante la visita de
Dillon y se había perdido el desayuno? Tendría que llamar a su pareja y
disculparse después que vaciase la vejiga.
—¡Está despierto!
Max giró la cabeza para ver a Newt sentado justo al lado de la cama
en una silla de cocina. —Sé que somos mejores amigos y todo eso, pero
trazo la línea en ti observándome dormir.
Lágrimas no derramadas llenaban los ojos de Newt. ¿Qué demonios
pasaba con el pequeño humano? Max comenzó a lanzar las mantas 30
hacia atrás, pero hizo una mueca y gimió. Su cuerpo se sentía dolorido
y su cabeza comenzó a latir con fuerza.
Cuando bajó la mirada hacia su cuerpo, notó una intravenosa en su
brazo. ¿Qué cojones? Su mirada se dirigió hacia Newt cuando Orlando
entró corriendo en la habitación. Detrás de él estaba un extraño con un
estetoscopio alrededor de su cuello, y cerrando la marcha estaba un
Dillon de aspecto demacrado.
—¿Qué está pasando? —¿Por qué la garganta de Max se sentía tan
seca? Señaló hacia su brazo—. ¿Esto es alguna clase de broma?
Si lo era, Max no se estaba riendo. Odiaba las agujas. Comenzó a
arrancarla, pero el extraño, que claramente era un médico, corrió hacia
adelante y le detuvo.
—Necesitas mantenerte hidratado.
—¿Por qué? —Max sacudió lentamente la cabeza mientras fruncía el
ceño. —¿Qué está pasando? —repitió.
Dillon se sentó a un lado de la cama, su expresión sombría cuando
tomó una de las manos de Max en las suyas. —Has estado inconsciente
durante dos días.
—¿Cómo dices? —Max se había quedado dormido, pero no por dos
jodidos días. —¿Qué estás fumando?
Dillon le dio una suave sonrisa. —Nada. Cuando vine con tu filete y
huevos, no pude despertarte. Después de varios intentos, llamé al Dr.
Fargo para que viniera a revisarte.
Max miró al médico mientras su corazón se aceleraba.
—¿Realmente estuve inconsciente durante dos días?
El médico asintió mientras se movía al otro lado de la cama.
—Saqué sangre e hice algunas pruebas.
—¿Y? —Max parpadeó rápidamente mientras miraba del médico a
Dillon y luego de nuevo al Dr. Fargo. 31
El médico tomó asiento al pie de la cama y dio una palmadita en la
pierna de Max. —Tuve que consultar con el Dr. Sheehan y el Dr.
McNeal porque no pude entender tus resultados.
—¿Me lo podrías contar todo de una vez en lugar de prolongar esto?
—Max no podía soportar el suspenso. Su estómago se estaba
retorciendo y las palmas de sus manos estaban sudando mientras
esperaba que el Dr. Fargo le dijera qué estaba mal con él.
—Newt me dio la botella de la tabla del suelo —dijo el Dr. Fargo —
Analicé el contenido de la poción. Dijo que eso era lo que estabas
tomando para enmascarar tu aroma, pero hay un compuesto en el
líquido que nos tiene desconcertados.
Max de repente se sintió como si estuviese bajo el microscopio
cuando todo el mundo en la habitación le miró fijamente. —Bueno, no
lo estaba tomando para drogarme, si eso es lo que piensas.
Sacó su mano de la de Dillon, horrorizado que su pareja pensase eso
de él. Le dolía que Orlando también pensara eso de él.
—Eso no es lo que estoy diciendo. —El Dr. Fargo apretó la pierna
de Max—. Sé por qué lo estabas tomando. Simplemente no puedo
descubrir la composición química. No se parece a nada que haya visto
antes.
—Incluso hicimos que Panahasi echase un vistazo —añadió
Orlando—. Está perplejo.
—¿Qué estás diciendo? —El pecho de Max se sintió apretado por la
mirada triste y lastimera en los ojos de todo el mundo—. Sólo era una
poción para enmascarar mi aroma. Eso es todo.
—¿Cuál es el nombre de la persona que te la vendió? —preguntó
Orlando.
—Chuck —dijo Max—. No sé su apellido. Me reunía con él una vez
al mes detrás del restaurante.
—¿Cuándo tienes previsto verle de nuevo? —preguntó Dillon.
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—La semana pasada —dijo Max—. Pero no fui. No quería que mi
aroma estuviese enmascarado contigo.
El rostro de Dillon cayó, como si fuese su culpa que Max estuviese
pasando por esto. —¿Dejaste de tomar esto por mí?
—Creo que tu cuerpo está teniendo una reacción adversa porque
dejaste de tomarlo de golpe —dijo el Dr. Fargo—. Aunque no podamos
descubrir la composición química de la poción, no creo que sea fatal o
ya estarías muerto, pero has estado tomado eso durante tanto tiempo
que dejarlo de la manera en que lo hiciste es claramente perjudicial.
—Así que, ¿mi cuerpo se enferma porque me detuve? —Max agitó la
mano hacia su garganta.
—¿Cómo podemos ponernos en contacto en este tipo Chuck? —
preguntó Orlando.
Max sacudió la cabeza. —No lo sé. Nunca antes me he perdido una
reunión.
—Necesitaremos una descripción de él —dijo Dillon—. Tantos
detalles como puedas recordar.
—¿Por qué? —Max no entendía por qué querían encontrar a Chuck.
¿Para arrestarle? La poción no era ilegal. No que Max lo supiera.
—Porque necesitamos que reintroduzca el agente enmascarante de
nuevo en tu sistema y luego lentamente desintoxicarte —dijo el Dr.
Fargo.
—Piensa en ello como un alcohólico rehabilitándose. Abandonarlo
repentinamente probablemente sea lo que te mate
—¡Voy a morir! —Max intentó levantarse, pero sus brazos dolían
tembló mientras se esforzaba por sentarse.
—Whoa. —Dillon presionó la palma de su mano en el pecho de
Max—. Tómalo con tranquilidad.
—¿Tomarlo con tranquilidad? —Max jadeó—. ¿Cómo puedes decir 33
eso cuando prácticamente me suicidé? Si hubiese sabido lo que esa
poción me haría, nunca la habría dejado de manera tan repentina.
—Eso es en retrospectiva —dijo el Dr. Fargo—. Por ahora, tenemos
que rastrear a tu distribuidor.
—¿Mi distribuidor? —Max gritó las palabras—. No lo hagas sonar
como si fuera un maldito drogadicto.
—Pobre elección de palabras. —El Dr. Fargo le miró
disculpándose—. Pero tenemos que encontrarle.
—¿Y si no lo hacemos? —Esto era una jodida pesadilla de la que
Max quería despertar desesperadamente.
El Dr. Fargo se encogió de hombros. —Honestamente no puedo
decirlo. Estamos lidiando con algo que nunca antes he visto. No puedo
decirte lo que pueda o no pueda suceder, pero me temo que sólo
empeorarás.
—¿Incluso si cambio? —preguntó Max—. Cambiar siempre nos
sana.
—Estuviste en tu forma de perro durante todo el tiempo que
estuviste inconsciente —dijo Newt—. Sólo cambiaste de nuevo a tu
forma humana momentos antes que despertaras.
Sin embargo, Max aún se sentía como si hubiese sido atropellado.
—No estoy enfermo —dijo, negándose a aceptar nada de lo que
estaba diciendo el médico—. No voy a empeorar. Nada está mal
conmigo, no puedo explicar por qué he estado inconsciente durante dos
días, pero nada está mal conmigo, maldita sea.
El Dr. Fargo, Orlando y Newt salieron de la habitación. Max
fulminó con la mirada la pared, su cerebro rechazando la idea que algo
estuviera mal con él.
—Estoy adolorido y me duele la cabeza. Eso es todo.
Dillon se metió en la cama y se acurrucó con Max. —Cualquier cosa
que esté pasando, lucharemos contra ello.
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—No hay nada contra lo que luchar.
—Aunque creo en el pensamiento positivo, tu negación a creer que
estás enfermo no va a sanarte mágicamente. —Besó la sien de Max—.
Vamos a encontrar a Chuck y luego lo tomaremos desde ahí.
El problema era que Max no tenía idea cómo rastrear a Chuck.
Rodeó la parte de atrás del restaurante, pero todo lo que olió fue
comida desechada, el bosque circundante, y… Max dio un paso hacia
atrás. ¿Alguien había vomitado aquí?
Arrugó el hocico y se movió antes que el olor le hiciera vomitar.
Max se sumergió en cada nicho, buscó en cada callejón y se sintió
frustrado cuando no pudo captar el aroma de Chuck. Por todo lo que
sabía, Chuck sólo vino a Villa Brac para reunirse con Max una vez al
mes y pasaba el resto de su tiempo en algún lugar más.
Ese pensamiento no ayudó a su estado de ánimo.
Max echó un vistazo por la oscura ventana de la panadería y luego
se movió hacia la ventana de la tienda de caramelos. Después que esto
terminara y Max estuviera curado, iba a suplicarle a Dillon que le
llevara a la ciudad de manera que pudiera visitar estas tiendas en forma
humana. Durante demasiado tiempo el delicioso aroma de los rollos de
canela había salido de la panadería, tentando a Max, y quería una caja
llena de ellos.
Estaba tan ocupado pensando acerca de pasteles que apenas había
notado la pequeña camioneta hasta que se hubo detenido en la acera.
Max gruñó cuando sintió un lazo alrededor de su cuello.
—Te tengo —dijo el tipo desde detrás de él.
Max se retorció para liberarse, su corazón latiendo con fuerza contra
sus costillas mientras sacudía la cabeza hacia atrás y hacia adelante sin
resultado.
Su estómago cayó cuando vio las palabras en el lateral de la blanca
camioneta. ¿En serio? ¿Acababa de ser atrapado por un perrero? Este
tenía que ser el momento más mortificante de su vida. Pero el tipo olía
a humano, de manera que Max no podía cambiar y explicarse.
Y el humano era fuerte. Levantó a Max y le metió en una jaula en la
parte de atrás de su camioneta antes de cerrar las puertas de golpe.
Un gato negro le siseó, y un pequeño perro marrón tostado aulló. Si
Max pudiera rodar los ojos, lo habría hecho. Deseaba poder decirle al 60
mordedor de tobillos que se callara. El ladrido le estaba poniendo
nervioso.
La camioneta se balanceó y aceleró. La jaula era demasiado
pequeña para que Max cambiara y abriera las puertas. Estaba atrapado
ahí mientras la camioneta deambulaba por el camino.
Mentalmente frunció el ceño cuando notó que el viaje estaba
tomando demasiado tiempo. No había ventanas en la parte de atrás, de
manera que Max no podía ver a dónde estaban yendo, pero estaba
bastante seguro que la perrera no estaba tan lejos.
Cuando el viaje se volvió lleno de baches, Max se preparó mientras
era empujado. Su revuelto estómago estuvo agradecido cuando el viaje
finalmente se detuvo.
El gato maulló y el mordedor de tobillos lloriqueó. Max metió la
pata por la jaula e intentó consolar al perro, que temblaba como loco.
El gato hizo un patético ruido. Con un suspiro mental, Max se dio la
vuelta y puso la pata entre los barrotes, apoyándola en el negro cuello
del gato.
Retiró la pata de la jaula del gato cuando las puertas traseras se
abrieron de golpe. La camioneta había retrocedido hasta un pequeño
edificio de ladrillo.
—Ahora no me des ningún problema —le dijo el corpulento hombre
a Max—. Simplemente estoy haciendo mi trabajo. Esto no es nada
personal.
Max gruñó cuando el hombre intentó abrir su jaula.
—No me hagas coger el arma tranquilizante —amenazó—.
Preferiría no drogarte. —Levantó la mano hacia la jaula, como si
quisiera que Max le oliera.
—No soy un chico malo. Lo prometo. Pero no podemos tener
animales callejeros corriendo sueltos.
Max se había olvidado de ponerse de nuevo el collar. Estaba oculto
en el vestidor. No le habría hecho ningún bien. Todo lo que estaba en la
placa era su nombre. 61
—Eres un buen perro —dijo el tipo—. No tengo dudas que serás
adoptado por una buena familia una vez que Doc te revise para
asegurarse que estás sano y luego te castre.
Max gruñó de nuevo. No había manera que estuviera permitiendo
que nadie le cortase las pelotas.
—No te preocupes —dijo el tipo—. No te quitará las pelotas por
completo. Simplemente las abrirá y retirará los testículos del interior.
Es muy humano, aunque después tus pelotas se verán como pequeñas
pasas.
Max tenía que salir de ahí antes que tuviera nueces con pasas. Esta
vez, cuando el tipo intentó abrir su jaula, se lo permitió. Fingió ser
dócil, incluso yendo tan lejos como para lamer la mano del extraño.
—Ahora ese es un buen perro.
Cuando la puerta fue abierta por completo, Max intentó hacerse un
hueco, pero el humano fue rápido, enrollando el lazo alrededor de su
cuello antes que Max pudiera hacer una limpia escapada.
—He estado haciendo esto durante demasiado maldito tiempo para
que puedas ganarme. —Acarició la cabeza de Max—. Ahora
compórtate de manera que podamos ir adentro.
Max clavó las patas en el cemento, intentando evitar que el humano
le llevase al interior.
—Maldición —gruñó el hombre—. Deja de ser tan terco.
Max se mareó. Se tambaleó hacia la izquierda y luego se derrumbó.
Su respiración era desigual, y se sintió exhausto. Su cuerpo dolía y su
cabeza giró cuando el humano le levantó con un sustancioso gruñido y
le llevó al interior.
Los perros ladraron mientras el tipo caminaba por un largo pasillo y
puso a Max en una jaula de gran tamaño. Acarició de nuevo la cabeza 62
de Max antes de dar un paso hacia atrás y cerró la puerta.
Max temía desmayarse durante los próximos días y cuando
despertara, sus pelotas estuviesen masacradas. Tenía que intentar salir
de aquí. Una pena que su pelaje no viniera con bolsillos, porque se
habría llevado su móvil con él y habría sido capaz de llamar a Dillon
por ayuda.
El tipo trajo al gato y al mordedor de tobillos, poniéndoles en jaulas
antes que saliera del área de espera, apagara la luz y cerrara la puerta.
Max intentó cambiar, pero su forma humana no emergía.
Estaba muy jodido y no había nada que pudiera hacer acerca de ello.
¿Por qué demonios seguía tomando decisiones descabelladas? Max
luchó por levantar la cabeza, luchando contra su creciente fatiga.
Intentó cambiar una vez más, pero estaba demasiado débil.
El perro en la jaula al lado de la suya ladró. Era el mordedor de
tobillos. Lloriqueó y metió la nariz a través de los barrotes, también
empujando su pata más allá. Max extendió la pata y la puso sobre la
del pequeño perro.
Si soy rescatado, te llevaré conmigo, campeón. A medida que la
somnolencia se hacía cargo, Max rezó para que Dillon le encontrara a
tiempo para mantener su promesa y salvar su hombría.
63
Capítulo Seis
Lo primero que Dillon pensó cuando despertó y no pudo encontrar a
Max en ninguna parte fue que Taren había forzado la entrada y le
secuestró, pero no había aroma de demonio en la casa.
Ahora estaba caminando por las calles, siguiendo el aroma de su
pareja mientras intentaba descubrir a dónde había ido Max. ¿Por qué
había estado ahí fuera? ¿Había dejado la casa a propósito? Si lo hizo,
Dillon iba a poner a Max sobre sus rodillas y azotar su lindo culito.
Pero necesitaba encontrarle primero.
Siguió el aroma de su pareja, pero se desvaneció en la panadería.
Dillon se dio la vuelta, mirando alrededor y divisó las cámaras que
Maverick había instalado alrededor de la ciudad. Se suponía que eran 64
utilizadas para mantener un ojo en personas no deseadas que se
infiltraban en la ciudad, pero Dillon las necesitaba para descubrir qué le
había sucedido a su pareja.
Sacó su teléfono y llamó al alfa, explicando su dilema.
—Me tomo la privacidad de esas cámaras en serio —dijo
Maverick—. Pero tendré a Nero sacando las imágenes. Si hay algo
concerniente a Max, te lo haré saber.
—Lo agradezco. —Dillon colgó. No había nada más que pudiera
hacer excepto esperar, pero a medida que pasaban los minutos,
comenzaba a perder los nervios.
Un coche de policía se detuvo en la acera, y Vince salió. Caminó
hacia la acera y se quedó de pie al lado de Dillon. —Pensé que estabas
de vacaciones.
—Excedencia es más exacto. —Dillon comprobó su teléfono,
aunque no había sonado.
—¿Qué está pasando, Dillon?
Dillon suspiró y le contó a su compañero acerca de la desaparición
de Max.
—¿Y no me llamaste para ayudar? —El hombre se veía
genuinamente herido—. Soy la primera persona a la que llamar cuando
tú o tu pareja estáis en problemas. No pensé que tuviese que decirte
esto.
—Mira, simplemente sucedió, ¿de acuerdo? —A decir verdad,
Dillon estaba comenzando a sentirse agotado. La constante
preocupación acerca de su pareja, intentar lidiar con sus incontrolables
cambios y el pensamiento de Max quedándose en su forma de perro
para siempre, o peor, estaba pasando factura. Se mantenía fuerte y
positivo para Max porque tenía que hacerlo. El chico era su pareja, y
Dillon haría cualquier cosa, lo que fuese necesario para protegerle, pero
eso no quería decir que toda la situación no le pesara demasiado.
Quería encontrar a Chuck para conseguir algo más de poción, pero
también para envolver sus manos alrededor del cuello del hijo de puta y 65
exprimirle la vida por vender a Max esa mierda en primer lugar.
Dillon lo entendía. Max tenía que esconder quién era para poder
sobrevivir, pero componentes en la poción estaban haciendo esto a
Max, y por eso, Chuck tenía que ser sacado del negocio.
Cuando su teléfono sonó, Dillon se estremeció. Vince lo miró
mientras Dillon respondía su teléfono. —¿Tienes algo?
—Fue recogido por un perrero.
Dillon frunció el ceño. —¿Tenemos algo así en Villa Brac?
—No —dijo Maverick—. Hice que Nero siguiera el nombre en el
lateral de la camioneta. El lugar cerró hace meses, pero te enviaré un
mensaje de texto con la dirección.
—Si el lugar ya no está en funcionamiento, ¿qué cojones está
pasando?
Vince frunció el ceño.
—¿Necesitas respaldo? —preguntó Maverick.
—Agradezco la oferta, pero tengo a mi compañero conmigo.
—Llama si necesitas ayuda —dijo Maverick—. Y algunos de mis
lobos visitarán este lugar. Necesita ser cerrado.
Después de colgar, Dillon miró a Vince. —Llama al jefe y déjale
saber a dónde nos estamos dirigiendo. —No se molestó en decirle a
Vince lo que Maverick le había dicho. Sabía que su compañero había
escuchado ambos lados de la conversación.
Con un asentimiento, Vince sacó su móvil y marcó mientras Dillon
se deslizaba en el asiento de pasajero del coche de policía.
66
Max no tenía idea cuánto tiempo había pasado mientras había
estado durmiendo, pero cuando despertó, tenía un cuenco de comida y
uno de agua en su jaula. Quería algo de agua desesperadamente, pero
todo su cuerpo dolía, y no podía manejar empujarse para levantarse.
El mordedor de tobillos a su lado se levantó de un salto tan pronto
como vio que Max estaba despierto. Lamió la jaula, moviendo su
pequeña cola. Max deslizó su pata cerca de la jaula, y el perro la lamió
a través de los barrotes.
Giró la cabeza cuando escucho pesadas pisadas justo fuera de la
puerta principal. Por favor, no dejes que sea el médico que está aquí para
revisarme.
Incluso el mordedor de tobillos retrocedió, lloriqueando. El área de
espera quedó en silencio cuando el pomo de la puerta se sacudió. Max
no era una persona violenta, pero mordería a cualquiera que abriera su
jaula. Infiernos si iba a permitir que alguien le quitase su hombría.
Desnudó sus caninos, preparado para luchar… entonces cambió
cuando la puerta se abrió. ¡Oh infiernos! ¿Cómo iba a explicar cómo
había llegado allí? Max yacía ahí con el culo desnudo en el frío suelo,
parpadeando rápidamente.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Alcanzó el pestillo, preparado para huir, pero en lugar de sus dedos
empujando a través de la jaula, su pata lo golpeó. Max había cambiado
de nuevo justo cuando el hombre corpulento entró.
Si este rápido cambio continuaba, Max podría quedar atrapado entre
el hombre y el perro, y esa era una espantosa imagen en la que nunca
quería volver a pensar.
El tipo se detuvo frente a la jaula del mordedor de tobillos. —De
acuerdo, vamos a llevarte con Doc y que te revise.
Max gruñó y arremetió contra su jaula pero fue incapaz de llegar al
hombre. ¡Mantén las malditas manos lejos de él! El pequeño perro lloriqueó 67
y gruñó, retrocediendo tanto como pudo.
El tipo entrecerró los ojos a Max. Desapareció la mirada de disculpa
en sus ojos. —¿No te dije que te comportases? No me hagas sedarte.
Eso no impidió que Max ladrase como loco, desesperado por salvar
al pequeño.
El extraño golpeó la jaula de Max con la palma de su mano.
—Ladra todo lo que quieras. Todos están siendo vendidos a varias
compañías por sus cosméticos o cualquier prueba. Ya tengo un
comprador preparado para ti.
Max estaba aturdido. ¿Qué sucedió con este tipo siendo
humanitario? ¿Qué sucedió con él queriendo ayudar a la población
animal? No que hubiera querido sus pelotas recortadas, pero esto era
mucho más cruel, y no podía permitir que el tipo se llevara al mordedor
de tobillos.
El extraño abrió la jaula, y con una mano gruesamente enguantada,
metió la mano y agarró al pequeño perro por el cuello. Max se volvió
loco, embistiendo la jaula con su cuerpo, ladrando y gruñendo, pero no
pudo evitar que el tipo tomara a su nuevo amigo.
—No te muevas.
El corazón de Max saltó de alegría cuando Dillon y Vince entraron
en la habitación, Vince sosteniendo su arma frente a él mientras Dillon
corría hacia la jaula de Max.
—¡Vosotros dos no tenéis permitido estar aquí! —El extraño lanzó al
pequeño perro de nuevo a su jaula y la bloqueó antes de darse la vuelta
para enfrentar a los ayudantes—. ¡No tenéis derecho a estar aquí!
Dillon abrió la jaula de Max, y Max se lanzó a los brazos de su
pareja, lamiendo su rostro y golpeando a Dillon en el culo cuando se
empujó en él.
Su pareja le dio una ligera sonrisita mientras acariciaba a Max y 68
luego hizo que se tranquilizase.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —exigió Dillon—. Este refugio
de animales fue cerrado hace meses.
—¡No puedes detener a la ciencia! —El tipo se dio la vuelta y corrió
hacia la puerta en el lado contrario de la habitación.
Max fue tras él y saltó, empujando sus patas delanteras en la espalda
del hombre y tirándole al piso. Agarró el dobladillo de sus pantalones e
intentó arrastrarle hacia atrás, pero el bastardo pesaba una tonelada.
Todo lo que Max se las apañó para hacer fue rasgar sus pantalones.
Y entonces Max cambió. El material aún estaba atrapado entre sus
dientes. Lo dejó ir y se revolvió hacia atrás, diciéndole a Dillon cuáles
eran las verdaderas intenciones del tipo mientras se movía detrás de su
pareja para cubrir su desnudez.
—¿Pruebas en animales? —Vince frunció el ceño—. ¿Estás hablando
jodidamente en serio?
Mientras Vince sacaba al tipo gritón, Dillon se quitó la camiseta y se
la dio a Max, quien se la puso por la cabeza. Una vez sus partes y
piezas estuvieron cubiertas, abrió la jaula del mordedor de tobillos y
tiró del pequeño perro tembloroso a sus brazos.
—Está bien. —Acarició la cabeza del perro—. Eso quiere decir que
el viejo no va a hacerte daño.
—Deja en tus manos el hacer un amigo en prisión —dijo Dillon.
Estiró la mano para acariciar la cabeza del perro, pero el mordedor de
tobillos gruñó.
—No, Ankle Biter5 —le reprendió Max—. Tienes que ser agradable
con este gato. Es especial.
—¿Ankle Biter?
Max se encogió de hombros. —Eso es lo que seguía pensando de él,
de manera que supongo que ese es su nombre.
69
Ankle Biter lamió la mano de Max. Max miró a Dillon. —¿Podemos
quedárnoslo, por favor?
—¿Qué pasa si pertenece a alguien? —Dillon frunció el ceño—. ¿Me
está mirando mal?
—Compórtate —dijo Max—. ¿Cómo voy a pelear por ti si no estás
siendo agradable? Estoy viviendo en su casa, de manera que tienes que
hacerle la pelota.
—Nuestra casa. —Dillon puso el brazo alrededor de la cintura de
Max y le condujo hacia fuera.
Max miró sobre su hombro. Había al menos seis o siete animales
enjaulados más. —¿Qué pasa con los otros?
—Ya que no estoy aquí de manera oficial, dejaremos que Vince se
ocupe de ellos. —Llevó a Max fuera, el pequeño perro aún metido en
sus brazos—. Y cuando lleguemos a casa, vas a contarme cómo te
metiste en este lío en primer lugar.
74
Capítulo Siete
Gah, Dillon tenía que ser el tonto más grande, porque lo más lejos
que llegó fue a su camino de entrada. Odiaba discutir, especialmente
con su pareja. Simplemente estaba abatido que Max pudiera alejarse
tan fácilmente de su relación, y Dillon estaba dispuesto a hacer lo que
fuera necesario para cuidar a su pareja.
Realmente eres el tonto más grande. Con un gruñido de frustración,
entró de nuevo, siendo tomado por sorpresa cuando Max se lanzó a sus
brazos.
—Lo siento mucho. No quise decir lo que dije —lloró—. No estés
enojado conmigo. No hay manera que alguna vez pudiera alejarme de
ti.
75
Dillon sonrió mientras deslizaba sus brazos alrededor de Max.
Tonto. —Estás perdonado.
Max salpicó su rostro de besos mientras Duke ladraba a su lado. El
maldito perro trotó sobre el sofá, ladeó la pata e hizo pis. —¡No, perro
malo!
—¿Qué? —Max se echó hacia atrás, una mirada de sorpresa en su
rostro—. ¿Qué hice?
—Tú no. —Dillon liberó a Max y fue tras Duke, pero el perro corrió
alrededor del sofá, esquivándole.
—¿Por qué le estás regañando? —Max agarró a Duke tiró a la
pequeña mierda en sus brazos—. ¿Por qué estás siendo tan malo?
—No estoy siendo malo. —Dillon apuntó con un dedo la húmeda
mancha—. Simplemente tuvo una fuga.
Max se quedó boquiabierto. —No, Duke. No puedes hacer pipí en la
casa.
Dillon tuvo la sensación de que Duke iba a hacer su vida un
infierno. Por eso no tenía ninguna mascota propia. Eran trabajo duro y
tercos. Sus entrañas le dijeron que Duke había hecho eso a propósito.
—Llévale fuera. —Dillon fue al armario del pasillo y agarró un cubo
de plástico, un cepillo y llenó el cubo con agua jabonosa, dudando que
fuese capaz de sacar el olor.
Cuando Duke comenzó a ladrar, Dillon dejó caer todo y corrió por
la puerta trasera.
Dillon salió corriendo para encontrar al pastor alemán tumbado en
la hierba, sin moverse, con Duke dando vueltas a su alrededor, aún
ladrando. Maldita sea. El corazón de Dillon no podía soportar esto
más. Si no encontraban a Chuck, y pronto, Dillon temía que lo peor
sucedería más temprano que tarde.
Levantó al perro y le llevó a su camioneta. Duke siguió tras él.
Dillon puso a Max en el lado del pasajero, permitiendo que Duke
entrara antes de cerrar la puerta.
76
6
La baliza es un objeto señalizador, utilizado para indicar un lugar geográfico o una situación de peligro
potencial.
—Entonces tenemos que mover el culo. —Si Remtin era una ciudad
hecha de pesadillas, Dillon necesitaba sacar a su pareja de ahí tan
rápido como fuera posible.
95
Capítulo Nueve
Max despertó ante el sonido de voces amortiguadas. En realidad, fue
más como recuperar la conciencia cuando abrió los ojos. Estaba
tumbado en un duro y polvoriento suelo, y si no hubiese sido un shifter,
no habría sido capaz de ver en la oscuridad.
—¿Cómo te sientes?
Ante el sonido de la voz, Max giró la cabeza y vio a Chuck sentado
con la espalda en la pared. Ya no estaba atado, pero se veía como una
mierda.
—No hablaré contigo. —Max giró la cabeza y miró alrededor de la
vacía habitación.
—¿En serio te envenené? —preguntó Chuck—. Juro que no lo sabía. 96
—¿Y por qué debería creerte? —Con gran esfuerzo, Max cambió a
una posición sentada. Tiró de sus piernas hacia su pecho y envolvió sus
brazos alrededor de ellas. La habitación no tenía ventanas, sin embargo
sintió una fría brisa viniendo de algún lugar.
—Esta habitación está mágicamente sellada —dijo Chuck—. Por eso
ninguno de nosotros está atado. Hay una puerta, pero no podemos
abrirla desde el interior.
No había manera que Dillon fuera capaz de encontrarle, y eso era si
su pareja incluso estaba vivo. Pero Max se negó a llorar. Tenía que
descubrir una manera de salir de esto, y luego se permitiría
desmoronarse.
—Así que, ¿cuál es tu verdadero nombre? —preguntó Max. —
¿Chuck, Maltese o Gilipollas?
Chuck cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. Se había
puesto mucho más pálido desde que estuvo atado a la silla. Max olía
sangre, pero había pensado que era de la sangre seca en la ropa del
chico.
—Mi nombre es Maltese. —Se lamió los labios—. Sólo estaba
intentando ayudarte, Max. Si la poción que te di estaba envenenada,
¿cómo has vivido durante tanto tiempo? —Abrió los ojos y miró
fijamente a Max—. La has estado tomando durante veinte años.
—¿Tienes alguna contigo?
Maltese sacudió la cabeza.
Tanto como Max quería que Maltese pagase por lo que había hecho,
se acercó más, preocupado por lo mal que se veía el chico. Sus heridas
no se habían cerrado, y aún estaba sangrando por su costado y muslo.
Max se quitó la camiseta y rasgó el material. Puso la mitad alrededor
del muslo del demonio y lo ató tan fuerte como pudo. La otra mitad la
presionó contra su costado, Maltese observándole todo el tiempo.
97
—Si piensas que te envenené, ¿por qué me estás ayudando?
—Porque no soy una mala persona como tú. En realidad, no quiero
que mueras. —Max quería que pagara por lo que había hecho por estar
encerrado. La muerte sería una justicia demasiado rápida para él.
Maltese agarró su muñeca en un débil agarre. —Te lo juro. No tenía
ni idea. —Liberó a Max—. Además, ¿por qué intentaría matarte? —
Una lenta y triste sonrisa curvó sus labios—. Se suponía que íbamos a
casarnos.
Max se echó hacia atrás mientras se quedaba boquiabierto.
—No fue mi idea. —Maltese gruñó mientras un sólido brillo de
sudor cubrió su rostro—. Nuestros padres intentaron forzarnos.
Max frunció el ceño. —Pero no eres rico. Si lo eres, ¿por qué estás
vendiendo esa mierda?
La triste sonrisa murió en los labios de Maltese. —Porque, al igual
que tú, me negué a casarme con alguien que ni siquiera conocía.
Max golpeó a Maltese y luego se arrepintió, pero no lo suficiente
para disculparse. —¡Tuve sexo contigo!
—Nunca te forcé —argumentó Maltese mientras se echaba hacia
atrás para apoyarse contra la pared—. Y si lo piensas de nuevo, fuiste
tú quien se ofreció, no yo. Y no tuvimos sexo cada vez. Infiernos,
prácticamente te di la mayor parte de la poción gratis.
Con toda honestidad, Max no podía recordar quien había iniciado el
sexo. Había pasado tanto tiempo desde que se llegó a ese acuerdo. —
En aquel entonces podrías haberme dicho quién eras.
—Nadie sabía mi verdadera identidad. Ni siquiera estoy seguro
cómo lo descubrió Taren. —Maltese hizo una mueca y jadeó—. Me
repudiaron cuando me negué a casarme contigo. Vendo las pociones
para sobrevivir, pero te juro que no sabía que te harían daño.
No iba a sentir pena por el gilipollas, incluso si Maltese había huido
por el mismo motivo que lo hizo Max. —Dejé de tomar la poción —
confesó—. Encontré a mi pareja y no quise que la conexión entre
98
nosotros estuviese enmascarada.
Maltese parpadeó varias veces antes de mirar de manera incrédula a
Max. —¡No se suponía que lo dejaras de golpe!
—¿Pusiste una puta etiqueta de advertencia en la botella? —
Devolvió la discusión Max—. ¿Me dijiste que lo dejaras poco a poco en
lugar de tirar mi reserva por el inodoro?
Maltese entrecerró los ojos cuando su respiración empeoró. —Pensé
que te lo dije. De hecho, sé que lo hice.
—Creo que habría recordado algo tan importante. —Max agarró a
Maltese y le hizo acostarse—. ¿Cómo sana un demonio?
—Al igual que Taren, me quitaron mis poderes. Mi padre me llamó
desagradables nombres cuando le dije que no me iba a casar contigo, y
luego realizó un hechizo y mis poderes mermaron.
Max miró por encima de su hombro a la puerta cuando las
acaloradas voces al otro lado se hicieron más fuertes. Se oía como si
Taren estuviese discutiendo con alguien.
—Estamos en Remtin. —Maltese jadeó las palabras—. Es una
ciudad peor que cualquier cosa que puedas imaginar. Si eres sacado de
esta habitación, reza para que tengas una muerte rápida.
—¿Cómo sabes acerca de este lugar? —Max revisó la rasgada
camiseta embutida contra el costado de Maltese. Estaba saturada con
su sangre.
—Porque mi padre me atrapó y me arrojó a este infierno. Tuve que
luchar para salir de aquí. Los demonios guerreros me atraparon
cruzando las fronteras y vinieron tras de mí para llevarme de nuevo a
Remtin, pero llegué a Black River a tiempo y escapé.
—Tu padre suena como un ganador.
Maltese puso la mano sobre la de Max. —No somos ricos. Mi padre 99
dijo esa mentira para llegar al dinero de tus padres.
Max frunció el ceño. —Mis padres tampoco son ricos. —Aunque
habían fingido serlo, viviendo mucho más allá de sus posibilidades.
Max nunca había entendido como siempre estaban en quiebra, pero de
alguna manera, su padre siempre les había hecho verse como si fuesen
una parte de la élite.
—Entonces ambos estaban mintiendo. —Maltese soltó una risa
suave y sin humor—. Pero ahora eso no importa. —Le dijo a Max
dónde guardaba el recipiente para el agente de enmascaramiento.
—Déjalo poco a poco y ten una buena vida, Max. Te lo mereces.
Max frunció el ceño. —No te atrevas a rendirte, bastardo. Ambos
vamos a salir de esta.
Maltese le dio una mirada que decía que Max era demasiado
ingenuo. Eso podría ser cierto, pero se negaba a creer que el destino le
daría a Dillon y luego arrebatarle esa felicidad.
La puerta de la habitación se abrió de golpe. Max se lanzó sobre
Maltese. Pero no fue Taren quien estaba de pie en la puerta.
Era Dillon.
105
Capítulo Diez
—No es como preparar una tanda de galletas —se quejó Maltese
mientras trabajaba en la cocina de Werth—. Recetas delicadas como
ésta llevan tiempo.
—No tenemos mucho tiempo —argumentó Dillon.
La manera en que Max lo había mirado justo antes que cambiara y
se desmayara había hecho que el corazón de Dillon se congelara. Fue
como si Max supiera que no regresaría a su forma humana, como si
decir el nombre de Dillon fuera su manera de despedirse.
El pecho de Dillon se sentía como si se estuviese retumbando, y
encontró difícil el respirar. —¿Cuánto tiempo va a tomar esto?
—No puedo meterlo en el microondas para que vaya más rápido — 106
se quejó Maltese—. Por lo menos, una hora para que se mezcle, y eso si
el líquido se vuelve rojo. Si no lo hace, tendremos que darle más
tiempo. Si Max toma esta poción antes de que esté preparada, no
funcionará, y lo más probable es que termine vomitando.
Dillon aún tenía que descubrir una manera para dársela a su pareja,
teniendo en cuenta que Max estaba en su forma de perro e
inconsciente.
Newt arrugó la nariz cuando se quedó de pie al lado de Maltese y le
observaba trabajar. —Eso apesta.
—Ve al estudio, Newt —dijo Werth mientras fulminaba con la
mirada a Maltese.
—No va a hacer nada —discutió Newt—. No con vosotros dos aquí.
—No voy a hacer nada en absoluto —dijo Maltese—. No soy el
chico malo que todo el mundo está haciendo que parezca. Le dije a
Max al principio que no lo dejara de repente sino poco a poco, y no
escuchó. Si yo lo supiera lo habría estado comprobado.
—Pero se perdió su última reunión contigo —señaló Dillon.
—Pensé que lo estaba dejando poco a poco —se defendió Maltese.
Suspiró—. Mira, aceptaré ser el enemigo, y me iré una vez Max tome la
poción. No voy a continuar defendiéndome.
Dillon miró hacia la puerta de la cocina. Vince estaba ahí de pie con
los brazos cruzados, estudiando a Maltese. Por la expresión intencional
en el rostro de su compañero, Dillon no estaba seguro si Vince quería
ahogar a Maltese o follarle.
Vince miró a Dillon y luego se alejó.
—Ahora esperaremos. —Maltese cubrió el cuenco con un trapo de
cocina—. Cualquier cosa que hagáis, no lo toquéis. —También salió de
la habitación.
Newt abrió la puerta de atrás. —Tengo que ventilar este lugar. Huele
a mierda aquí.
107
Cuando Dillon miró más allá de Newt, vio a un lobo caminando a
través del patio trasero. Era uno de los lobos de Maverick. El lobo se
detuvo y los miró fijamente, como si estuviera esperando para ver si
había problemas. Dillon asintió, dejándole saber que estaban bien, y el
lobo siguió adelante.
Se quedó ahí de pie mirando fijamente hacia el patio trasero,
escaneando, aunque los lobos tenían las cosas cubiertas. Incluso así,
Dillon se movió hacia la puerta y dio un paso afuera, inhalando el aire
de la noche mientras observaba la brisa revolver las hojas en los árboles
circundantes. Las nubes se deslizaban lentamente, revelando la luna
antes que fuera cubierta de nuevo.
La noche se sentía… inquietante. Un escalofrío hizo que Dillon se
estremeciese ligeramente.
—¿Qué pasa? —preguntó Werth cuando se unió a Dillon—. ¿Huele
a problemas?
—No lo sé. —Dillon miró a su jefe—. Tengo esta extraña sensación
en mis entrañas, y no sé por qué.
—Taren no tiene poder —dijo Werth—. Simplemente no puede
aparecer aquí. Si viene, lo hará a pie.
—A menos que uno de sus fanáticos le ayude. —Dillon miró por
encima de su hombro—. ¿Por qué llevaste a Taren a través de Black
River?
Maltese levantó el trapo para comprobar la poción. Aún no había
pasado casi una hora, de manera que lo había hecho para evitar mirar a
Dillon.
—Taren tenía un cuchillo en la garganta de Max. Amenazó con
cortarla si no lo llevaba.
La sangre de Dillon hirvió caliente ante la imagen que entró en su
mente. Max había estado tan cerca de morir a manos de Taren.
—¿Por qué no los mató a ambos cuando consiguió lo que quería?
Aún no confiaba en Maltese, sin importar cuánto lo hiciera Max. 108
Dillon había comenzado a darse cuenta que Max era un poco
demasiado confiado cuando debería ser mucho más cauteloso.
—Honestamente no lo sé, y no me molesté en preguntar —dijo
Maltese—. Simplemente estuve agradecido que no lo hiciera.
Dillon podía entender por qué Taren había mantenido a Max con
vida. El demonio había querido su venganza, y claramente había
querido tomarse su tiempo. Mantener a Max en el apartamento le dio
el seguro que podría torturar a Max más tarde.
Pero, ¿por qué mantener a Maltese? Una vez Taren había atravesado
el reino de los demonios, Maltese no habría sido útil.
—¿Hay algo que no me estés contando? —exigió Dillon—. Justo
ahora sería un buen momento para confesar.
Uno de los lobos afuera aulló.
Y luego otro.
Maltese miró hacia la puerta mientras tragaba con fuerza. —Voy a
contarte la verdad. No sé por qué no me mató una vez consiguió lo que
quería de mí.
Vince regresó a la cocina y miró fijamente entre Maltese y Dillon,
pero permaneció en silencio.
Werth cerró la puerta de la cocina y la bloqueó mientras los lobos
continuaban aullando. Dillon salió de la cocina y corrió por el pasillo
para revisar a Max.
Entró en el dormitorio para encontrar a su pareja aún dormido, pero
la ventana del dormitorio de invitados estaba abierta, las cortinas
meciéndose con la brisa.
Dillon no había abierto esa ventana. Se dio la vuelta, y en la puerta
del dormitorio cerrada Taren le fulminaba con la mirada, su mano aún
apoyada en la manija.
—Un grito a tus amigos y destriparé a tu pareja. 109
Ahí fue cuando Dillon vio el cuchillo de sierra que Taren agarraba
en su mano. El metal brillaba bajo la luz del dormitorio mientras lo
giraba una y otra vez con los dedos.
—¿Por qué estás tan obsesionado con Max? —preguntó Dillon,
ganando tiempo mientras intentaba descubrir cómo alejar el cuchillo de
él.
Taren estaba más cerca de la cama y podía llegar a Max antes que
Dillon pudiera detenerle. En el debilitado estado de Max, podría no
sobrevivir a la puñalada, especialmente si Taren había sumergido la
hoja en plata o veneno.
No dejaría pasar al demonio para que hiciera algo como eso.
—¿Por qué? —La piel bajo el ojo derecho de Taren tembló—.
Arruinó mis planes. Los demonios guerreros piensan que son tan
perfectos, piensan que están por encima de todo el mundo. ¿Quiénes
son ellos para expulsarme de mi propia casa? Se merecen ser
destronados, y soy el que va a hacerlo.
Dillon escuchó a uno de los lobos moverse más allá de la ventana.
—¿Por qué te expulsarían?
Taren debió haber querido su venganza contra Max porque había
conseguido lo que había querido, estar en el reino de los demonios,
pero estaba aquí de pie, preparado para terminar con la vida de Max.
Este era un tonto y retorcido hijo de puta. Dillon vio la locura en sus
ojos, vio el temblor continuar bajo el ojo de Taren, y supo que tenía
razón.
Taren estaba mal de la cabeza.
—Eso no importa. Hay muchos hombres que se sienten de la misma
manera que yo. Están preparados para unirse a mi causa. Sólo tengo
que regresar allí, y tú tienes la llave que necesito.
—Maltese.
—Temía que algo como esto sucediera. Por eso no corté su patética 110
garganta cuando llegamos al reino de los demonios. —Taren se veía
engreído, como si fuera más inteligente que Dillon.
—Estás loco si piensas que puedes derribar a los guerreros. —Otro
lobo pasó bajo la ventana.
—¡No estoy loco! —Taren se arañó la sien—. Mataré a Max, me
llevaré a Maltese y terminaré lo que comencé. Los hombres que los
demonios guerreros derrotaron sólo eran un puñado de mis seguidores.
Tengo muchos más de donde ellos vinieron. Pero no voy a comenzar
mi guerra hasta que Max sea eliminado. Lo habría matado en el reino
de los demonios, pero simplemente tenías que interferir.
El corazón de Dillon golpeó salvajemente cuando Taren dio un paso
hacia la cama. Sus nudillos estaban blancos mientras agarraba el
cuchillo.
—No voy a permitir que hagas algo —advirtió Dillon—. Aléjate de
él.
Max se agitó pero no abrió los ojos, inconsciente del peligro en el
que estaba.
Taren elevó el cuchillo, y Dillon le derribó justo cuando la puerta del
dormitorio se abrió de golpe. Golpeó a Taren repetidamente,
desquitando su ira y frustración con el demonio. Pelearon por el
cuchillo, Dillon asegurándose que la hoja no le tocara.
Golpeó con la rodilla a Taren en las pelotas y luego le arrebató el
cuchillo, hundiéndolo hasta la empuñadura en el pecho de Taren.
—¡No! —Los ojos de Taren se abrieron como platos mientras
jadeaba en busca de aire.
Los hombres desnudos estaban de pie en la puerta, observando, pero
no interfiriendo. Se apartaron cuando Panahasi entró en el dormitorio.
—Me lo llevaré de aquí —dijo. Puso una mano en el hombro de
Dillon—. Permanecerá en el Inframundo durante el resto de su
existencia. 111
Las palabras del líder demonio penetraron en la mente de Dillon.
Bajó la mirada, esperando ver los ojos de Taren vidriosos, pero el
demonio lo estaba fulminando con tanto odio en sus ojos que Dillon
debería haber ardido en llamas por el mal abrasador en ellos.
—¿Cómo? —preguntó Dillon mientras se levantaba y daba un paso
hacia atrás.
—Se ha convertido en un experto en pociones —dijo Panahasi
mientras ponía a Taren de pie—. Mi suposición es que tomó algo que le
protegería de la muerte.
Un brillo de malicia entró en los ojos de Panahasi. —Buena cosa que
la Muerte y yo estemos en buenos términos.
—Pero es mío para lidiar con él —gruñó Dillon—. No tienes idea de
lo que ha pasado Max. Tiene que pagar por lo que hizo, y una
eternidad en el inframundo no es lo suficientemente bueno.
—Sé más de lo que piensas. —Panahasi lo fulminó con la mirada.
Sacó el cuchillo del pecho de Taren y lo levantó.
—¿Sugerirías una muerte rápida? ¿Eso es lo que se merece?
Dillon estaba hirviendo, pero sabía que el líder demonio tenía razón.
La muerte sería un castigo fácil para Taren. Sin embargo, quería
destrozar al hijo de puta.
—No —dijo finalmente Dillon.
—Confía en mí cuando te digo que este es el peor castigo que
cualquiera podría sufrir.
Panahasi abrió un vórtice y entró, llevando a Taren con él. Dillon se
sintió despojado de su venganza. Por otro lado, la venganza no era su
estilo. Pero cuando se trataba de Max, Dillon mataría a todos los
demonios que incluso pensaran acercarse a su pareja.
112
Fin