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Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana
El concepto de calidad de vida y la evolución de los
paradigmas de las ciencias de la salud
Ubaldo González Pérez1
Resumen
En los finales del siglo XIX ocurría algo que simultáneamente actuó como conquista y
freno; la conquista fue el descubrimiento del papel de los microorganismos y los
medicamentos, el freno fue una interpretación desmedida de la función etiológica de
los microorganismos y el papel terapéutico de los medicamentos y con ello la creencia
en el fin de la enfermedad, lo cual llevó a pensar que los medicamentos se
comportarían como las "balas mágicas" (Paul Ehrlich) que mataría a los microbios que
causaban las enfermedades, asumiéndose una posición dogmática y triunfalista que
menospreciaba la influencia de las condiciones de vida, la cual distorsionó las grandes
posibilidades de la investigación biológica en medicina, amén de empobrecer los
estudios biológicos en el curriculum de muchas escuelas de medicina, específicamente
con relación a los conceptos de desarrollo, evolución, adaptación, agresión y
respuesta, interacción psicobiológica e interacción sociobiológica.
Durante las primeras tres cuartas partes del siglo XX, las limitaciones de los
conocimientos biológicos señaladas y la escasez paradójica de conocimientos de
ciencias sociales en medicina, llevó a olvidar y menospreciar la importancia de las
condiciones de vida2 expuestas por Hipócrates en sus observaciones sobre las
relaciones del hombre con la alimentación, el ejercicio, el sexo, el descanso, y
renacidas en forma de promocionar una mejor vida, en condiciones de utopía social, en
las obras de Moro y Campanela; las de modo de vida argumentado por Ramazzini en
su obra "De morbis artificum diatriba" (1700) y los aportes de médicos y filósofos que
lograron explicar científicamente el paradigma que enfatiza el determinismo
economicosocial de la salud y la enfermedad durante la segunda mitad del siglo XIX.
Pero esto fue frenado y tergiversado por las manifestaciones de poder de la
comercialización de la medicina, las transnacionales de los medicamentos y las
modernas y costosas tecnologías médicas y apoyados (por la formación recibida,
desactualización o ingenuidad) por los profesionales que solo entienden el enfoque
curativo y clínico de la medicina; lógicamente todo este fenómeno se ha comportado
de forma detractora o irreconciliable con la Atención Primaria, la Promoción de Salud y
la Medicina Social.3,4
Los progresos de la Biología Molecular ocurridos en la segunda mitad del siglo XX,
permitieron que las investigaciones en Inmunología tuvieran un rápido despegue y en
las Escuelas de Medicina se sintió la necesidad de mejorar los conocimientos
bioquímicos y de otras ciencias naturales básicas para entender esos aportes, poder
utilizarlos en la clínica y en las investigaciones. No obstante, los conocimientos de los
procesos de la regulación biológica básicos seguían siendo relativamente pobres y su
interacción con lo social y lo psíquico continuaban siendo menospreciados.
El punto culminante de las conquistas biológicas, que a la vez propició el clímax de las
confusiones, fue la clonación de la oveja Dolly, que estimuló la ficción de algunos y
lanzó la idea de haber alcanzado la posibilidad de clonar la personalidad humana,
subestimando a partir de unas pocas conjeturas, todo el proceso de socialización del
hombre y su conversión en un ser social, por lo cual es el único ser vivo capaz de
vivenciar y ejecutar las necesidades biológicas y sociales de forma socialmente
condicionadas e individualmente jerarquizadas y reguladas, dentro de un contexto
ético externo e interno.9,10
Lo planteado colabora a hacer más explícito que el nuevo biologicismo ignora el papel
modelador del modo de vida de la comunidad y de la familia sobre la personalidad y el
estilo de vida del individuo, y de todos ellos sobre la salud. También desconoce las
condiciones históricas concretas que determinan la calidad de vida y su percepción,
condicionada esta última por el relativismo cultural y la personalidad individual.12
Todo este acontecer y su análisis podrían alertar acerca del conflicto central de las
teorías del hombre, de su salud y su felicidad. Una parte considerable de los
investigadores están atrapados por una insuficiencia y retraso de la conceptualización
que se está utilizando, a causa fundamentalmente de un débil trabajo de teorización y
de integración del conocimiento, amén de las presiones que ejercen los grupos de
poder económico sobre el conocimiento y el uso de la tecnología.
La mayoría de las polémicas sobre el concepto de "vida" tratan sobre la vida biológica
y no sobre la vida psíquica, social ni ética del hombre. Lo mismo sucede con el
concepto de "muerte". Otro tanto sucede con el concepto del consentimiento
informado, que se usa de forma genérica y abstracta, al suponer que quien decide
entendió la información, y que para él tiene el mismo sentido personal, técnico y moral
que posee para quienes se la suministraron. También ocurre con el concepto de
desarrollo y sus múltiples interpretaciones. Estos ejemplos evidencian la crisis de la
conceptualización que propicia una "polémica entre sordos" en el mundo del
conocimiento médico y de la salud y en el de la ética, al inicio del nuevo milenio.
Con el biologicismo de ficción contemporáneo, que nos propone una concepción del
hombre que subestima o no entiende el nivel psíquico y el condicionamiento social de
la organización biológica del humano socializado y de su actividad, de su capacidad
creativa, de su individualidad, su sentido y sus valores éticos, se intenta dar una
justificación epistemológica a los problemas del hombre y de su salud que se queda
muy a la zaga del pensamiento científico. Ante esto solo hay un remedio metodológico,
la exigencia de la verificación de las conjeturas e hipótesis y la prueba de veracidad y
objetividad que exige la Teoría del Conocimiento, para poder articular los nuevos
resultados a las teorías que los dieron como probables entre sus conjeturas, y ambos,
al cuerpo de conocimientos de las ciencias, en una arquitectura coherente con las leyes
y categorías del conocimiento en el nivel filosófico y con los progresos de la moral.
El avance científico del mundo moderno y los grandes problemas que arrastra la
humanidad contemporánea hacen impostergable concentrar esfuerzos en el estudio de
la calidad de las condiciones de vida de las comunidades y los estilos de vida de los
individuos como factor priorizado para entender y proteger la salud y la felicidad del
hombre. Esta estimación o valoración de la calidad debe hacerse conjugando
armónicamente los criterios técnicos, éticos, de la cultura concreta (sentido social) y
del individuo (sentido personal). Así se puede inferir de los resultados, las
publicaciones y enfoques más racionales y éticos que comenzaron a aparecer a partir
de la década del 1960, y que posteriormente han sido divulgados por la OMS y sus
instituciones especializadas.14,15 De la misma forma, ha crecido la demanda de varias
especialidades, de que se estudien las características de las condiciones y estilos de
vida en que proliferan muchas enfermedades, tanto por las características nocivas de
la actividad y las costumbres de vida cotidianos, como por las condiciones sociales
estresantes que la complejidad, arbitrariedad y velocidad del desarrollo han generado.
Por esta razón, cada comunidad y cada individuo debe determinar qué entienden por
calidad de vida, siempre que no se viole la ley, los intereses de la mayoría o del otro,
ni la moral vigente.
Summary
Medicine emerged as a pragmatic response to the need of relieving pain, suffering and
disability, but when it developed in interaction with the predominant conceptions of the
rest of disciplines and technologies, its paradigms were also developed. Research and
medical interventions moved from the disease of an individual at critical state and with
disturbing symptoms to educational actions for preserving the health of the
community. Great landmarks in the approaches to causality in medicine were the
observations made by the Greek doctors about the importance of air, waters and
places for the health and diseases as well as the ideas of Renaissance utopists when
they predicated the possibility of creating a better society and a healthier life by
providing higher quality lifestyles. Raminici also presented another transcendental
approach when he spoke about the influence of the way of life of dunghill cleaners on
the genesis of their diseases. All this brought the attention to working environment,
housing, hygiene and hunger and hence famous physicians and economists performed
studies on the living conditions of workers and impoverished sectors to explain the
diseases and epidemics that hit the industrial development areas in Europe during the
17th and 18th centuries. This gave rise to the development of social medicine, social
hygiene and public health, and from that moment on, it was clear that hunger and
wars could kill and cause illness in more people than the bacteria did, because the role
of the quality of life for health and disease had been finally understood. Regardless of
this advanced conception, the first accomplishments of chemotherapy and the
microscopic identification of biological agents brought about progress but at the same
time a naive optimism that set out the unlimited possibilities of the chemotherapeutical
drugs. The development of the drug industry was subjected to the interests of the
market, leading some medical sectors and population sections to biologicism at all
costs that made them believe that the solution of health problems and disease depend
on the production and use of efficient drugs. The technologies aimed at intensive
therapy, transplantation and cloning were led by the hand by the market, so, once
again the danger represented by sudden changes in the way of life, environmental
pollution and the poor quality of life caused by excessive development, excessive
consumption and social insecurity was neglected. Recognizing these mistakes may be
attenuated by making good use of (determinar) to study the quality of life in a context
of integration of biological conditions with environmental, economic-social,
psychological and ethical factors. This means to assume a conception within the
paradigm of health to face the present society's problems.
Referencias bibliográficas