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ante el dolor.
Muchos, a lo l a r g o de la h i s t o r i a ,
han i n t e n t a d o superar el i n i c i a l d e s á n i
p r e n s i b l e y e m p r e n d e r la b ú s q u e d a de
labra la t e n d r á el dolor, o m á s b i e n el
N a z a r e t ha a n u n c i a d o en s u v i d a y su
muerte.
PVP: 1 2 , 0 0 €
ISBN: 978-84-301-1688-I
V
V
- E D I C I O N E S SIGUEME
9 788430 116881 V
/
VERDAD E IMAGEN MINOR GISBERT GRESHAKE
24
EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2008
CONTENIDO
-------------· -·· .. .
ADQVIS!CICNES
Prólogo . 9
Primera parte
blema . 15
3. Creación y dolor . 61
Tlf.: (34) 923 2 1 8 203 - Fax: (34) 923 270 563 115
2. Dimensiones implicadas en el manejo del dolor
ediciones@sigueme.es
www.sigueme.es
133
Índice de citas bíblicas ··· ··· ····· ·
ISBN: 9 7 8 - 8 4 - 3 0 1 - 1 6 8 8 - 1
135
Índice de nombres ·· .. · · · ·· · · · ·
Depósito legal: S. 1454-2008
ser, al igual que «el ruido que hacen los presos con sus
respuesta al porqué del dolor confrontándolo con un también que tomar en c onsideración muchas obras sa
Dios bondadoso y omnipotente. Por otra parte, no sólo cadas a la luz durante estos últimos años que, en cierta
Jesús luchó por encontrar un sentido a su dolor; de he medida, optan por no plantear o no responder a la c u es
cho, ya en la Antigua Alianza se planteó con penetran tión de la compatibi lidad del mal en el mundo con la
4.
te insistencia la pregunta acerca de su porqué y se in existencia de un Dios bueno, como aquí intento yo En
la cruz y la resurrección de Jesuctj�o las que han 12!_0-. un motivo adicio nal para examinar los argumentos de
yectado una luz nueva sobre el casi insoluble roblema los «adversarios» y, en consecuencia, remodelar nota
0
En este sentido, por más que la meditación teológi bre todo los crónicos-, los que p ade c en alguna d i sca
ca que ofrezco trate de seguir un curso coherente y ar pacidad permanente, los ancianos que se van apaga ndo
su dolor, este libro está dedicado sobre todo a e l los. ayude a soportar los dolores del mundo y de la propia
La primera redacción apareció con el título El pre vida, y a co nt e mplarlos , al menos incoativamente, @
EL DOLOR Y LA CUESTIÓN DE
competitividad. En definitiva, el sufrimiento producido do bien. Y también hay dolores que pueden reprimirse
por tantos que me amargan y echan a perder la vida. en parte, olvidarse, acallarse. Pero todos sabemos que a
Mucho peor aún es sufrir por amor. Ya el bardo me la larga ninguna vida se libra del dolor. En seguida ace
dieval Gottfried de Estrasburgo, autor del famoso poe cha un sufrimiento nuevo. Nadie escapa de él; resulta
¿cuándo se han separado estos amantes? fe en Dios, que ha creado el mundo con poder y amor
No hay amor sin dolor. Se sufre porque la persona cia, y, por otro, la experiencia del mal, de lo oscuro, de
amada no es como pensábamos, como soñábamos, co la pena? Ya Lactancia, el antiguo autor eclesiástico,
mo esperábamos. Se sufre por la alteridad del otro: por formulaba así el problema, citando a Epicuro: «O bien
los hijos, que no toman el camino que habíamos pre Dios quiere eliminar el mal, pero no puede; o bien pue
1;
visto; por la pareja, que evoluciona a su modo hasta de, pero no quiere; o bien puede y quiere» sólo que es
volvérsenos ajena. Se sufre por falta de corresponden ta última posibilidad, que Dios quiere y puede eliminar
cia, de atención, de reconocimiento de nuestro amor. Y el mal, parece quedar desmentida por la experiencia; de
se sufre por el sufrimiento de la persona amada. donde se sigue directamente una prueba empírica con
Por último, pero no por ello menos importante, se tra la existencia de un Dios todo poder y todo bondad.
dolor. Claro que también pasamos por fases y periodos bién es ajena a Dios; si no quiere y no puede, es rencoroso_y débil,
que sólo existe alegría, luz, ligereza; en que nos va to- no los elirnina?» (Lactancio, De ira Dei, 1 3 , 19-22, en PL 7, 1 2 1 ) .
18 El precio del amor El dolor y la cuestion de Dios 19
3•
cluso en ocasiones se considera que no vienen al caso, ble sufrimiento de los hombres Esta actitud constituye//
que son peligrosas y confundidoras. Así, por ejemplo, hasta hoy un tópico de la teología contemporánea. //
ya en 1 9 7 3 , en el por entonces Nuevo Catecismo, es La renuncia de la teología a vérselas con el antiquí
cribía Otto Hermann Pesch: «El cristiano renunciará a simo problema del dolor y la cuestión de Dios; más
todo intento de 'explicar' definitivamente, pese a to aún, la convicción de que hay que oponerse enérgica
do, este dolor; de mostrar que 'tiene sentido' y es ' l ó mente a todos los intentos de hacerlo ha sido constata
g i c o ' . Claro que puede bosquejar teorías y proponer da hasta por sociólogos como Peter L. Berger. Señala
consideraciones acerca de dónde proviene el sufri éste que la respuesta que ofrecieron los teólogos al ho
miento y, quizá, incluso acerca de su futuro provecho. rror del régimen nazi «fue un peculiar silencio acerca
Hasta el pasado recientísimo, así lo han hecho una y de su importancia para la teodicea [la compatibilidad
otra vez los cristianos. Quien se prometa algún resul del dolor con la fe en Dios]. Los portavoces del cristia
tado de ello, que lo siga haciendo hoy; pero no le es lí nismo se concentraron, en cambio, en cuestiones antro
cito querer imponer tales teorías -tarnpoco teorías 're pológicas y ético-políticas, en las que les cabía esperar
l i g i o s a s ' - en nombre de la fe de otros hombres, de mantenerse dentro de un marco de referencia que tam
4•
otros cristianos. Nos parece hoy, en general, cuando bién compartían sus contemporáneos laicos» Dentro
sabemos más sobre la auténtica magnitud del sufri de este «marco de referencia», resulta evidente que, pa-
miento inmerecido e inexplicable que prolifera en el ra muchos contemporáneos nuestros, el dolor no lleva
mundo, que se ha perdido el gusto por semejantes ex � plante�r_el problema de Dios, sino únicamente el ,
mos tanto el hecho de que entre los libros sagrados de ¿Tenemos entonces que abandonar una antiquísima
la Iglesia se encuentren textos tan pesimistas como pregunta de la teolo g ía ? En mi opinión, ni podemos ni
Job o Qohelet, obras que desenmascararon sin mira debemos. Las consideraciones que siguen tratan de de
mientos las carencias de todas las explicaciones del fender tal posic ió n . Pero antes hay que preguntar: ¿ Có
Con mayor radicalismo aún, Dorothee Sólle desca cuestión que en otro tiempo fue tan ac tu al ? ; ¿qué razo
1
20 El precio del amor El dolor y la cuestián de Dios 21
La actitud negativa hacia la cuestión de hacer com roso con un mundo lleno de sufrimiento y mal se trata
patibles fe en Dios y dolor necesario de los hombres tie ahora como problema fundamental de la doctrina filo
ne su historia, y es desde ella como, en cierta medida, se sófica, puramente racional, sobre Dios; se hace, ade
deja entender. En la Antigüedad y la Edad Media cris más, en perspectiva apologética, o sea, con el interés
tianas, el hombre se preguntaba como creyente, o sea, puesto enjustificar la existencia de Dios confrontada
motivado por la fe, cómo cabía compatibilizar la bon con el dolor. En este contexto fue también en el que se
dad y la omnipotencia de Dios con el dolor del mundo. desarrolló por primera vez el concepto de «teodicea»,
6•
Queda entender el porqué y el cómo desde lafe. Y hubo de justificación de Dios Surgió así la impresión de
dos grandes respuestas «clásicas», que desarrolló por que en el problema de hacer compatibles el dolor hu
primera vez Agustín de Hipona y que posteriormente mano y la bondad y la omnipotencia divinas, de lo que
fueron repetidas hasta la saciedad. se trataba era de justificar a Dios ante el «tribunal» de
ra del divino orden universal resplandece precisamente Esta empresa moderna de la «justificación de Dios»
por contraste; se patentiza en el hecho de que el mal que la llevó a cabo, en su amplia teoría que hizo época,
en ella se encuentra 1) tiene que estar al servicio del Leibniz. Dicha teoría desemboca en la siguiente tesis:
él también la respuesta) recibe un acento distinto: la trae Kant: «Por teodicea se entiende la defensa de la sabiduría su
prema del Creador del mundo contra la acusación que eleva la ra
cuestión de compatibilizar al Dios bueno y todopode-
zón partiendo de cuanto en el mundo es contrario a un fin. Se dice
5. A propósito de estas dos formas de argumentar, así como de todos los ensayos fllosóflcos en teodicea, edición de Weischedel,
otras más que no expongo aquí, cf. el resumen de H. Kessler, Gol/ Darmstadt 1 9 7 1 , 1 0 5 ) .
1111d das Leid seiner Schopfung. Nachdenkliches zur Theodizeefra 7. G. W. Leibniz, Teodicea I, § 8, edición Erdmann-Vollbrecht
que no las conocemos lo bastante y que el sabio que lo p reservado del sufrimiento -sea éste lo que quiera
8.
En la teología reciente, Karl R ahner se suma a es
puede desearse que fueran mejores»
historia espiritual moderna hasta los sistemas del Idea �el d olor es un fragmento de la incom p rensi bilid ad de
1•
J)i os »!. Precisamente que no quepa ver en qué relación
lismo alemán. Pese a las muchas diferencias concretas,
en éste se preservó la idea fundamental de que cabe están la bondad de Di os y el dolor del hombre constitu
9•
ensayos filosóficos en teodicea Para Kant el fracaso
[ . . . ] que aporta a quien sufre tanto como al hambrien no respetar en absoluto el dolor y de no tener b á sica
to y al sediento le aporta una conferencia sobre higiene mente más que una abstracta compasión por é l »14.
o sobre química alimentaria?[ . . . ) Lo oscuro del dolor Por su parte, Erich Zenger sintetiza : «El dolor no es
y del mal no se deja transformar en luz ni con psicolo un problema teórico que haya que comprender. Jamás
gía, ni con filosofía, ni con moral. Lo que importa es se puede entender el dolor. Y t ampoco ayuda en nada
que no intentemos penetrar más allá del misterio de la entenderlo.El dolor es una situación que s_{)lo_se uede
decisión y el plan de Dios sobre el mundo. Los que to soportar e virtud de._una_praxis humana, cristiana, ere
do lo explican y demuestran con perfecta pulcritud que yente�15. En su e xég esis del libro de Job, Zenger cree
todo debe ser precisamente como es y que eso es lo óp p oder mostrar que ya en él se expresa la condena de to
timo, siguen dejándonos en el desamparo ante la mise do intento teórico de teodic e a. Alude a la burla sobre
ria personal del pecado y del dolor»!'. Lo mismo pone los «charlatanes y curanderos teológicos » (Job 1 3 , 4) y
de relieve Karl Lehmann: «Hoy nos deja fríos la idea a los versículos en los que Job interpela a sus amigos
de que cierta armonía superior sea el fundamento ex que están razonando y buscando con teorías un sentido
Q!!!)lan_o_de_U1Lmodo que hoy.J�J?.emos ue Pl!gar de mil_ tado diez veces y no os da vergüenza injuriarme[ . . . ]
18 y 39.
15. E. Zenger, Durchkreuztes Leben, Freiburg i.B. 1976, 14.
bre el dolor. En la arena del dolor el sufrimiento no es mente suscitaría la impresión de que se estaba inten
16
un problema, sino la realidad» • Y confrontado a esta
tando «reconciliarse con el Dios omnipotente en cierto
16. !bid., 25. Hay, sin embargo, otros modos de interpretar el li
mundo nuevo, reconciliado, libre de penas.
bro de Job. De a�uerdo con ellos, se trata sobre todo de «la búsqueda
Al llegar aquí -¡ya no lo puedo retrasar!- quenía
de D10s en el túnel tenebroso del dolor» (G. Ravasi, Hiob. Der
Mensc/1.i111 Leid, München 2005, 52). Claro que se rechaza «charlar» plantear algunos interrogantes y, ya que se argumenta
los amigos �e Job. En cambio,. Job tiene que buscar el encuentro per
19. J. B. Metz, Theodizee-empfindliche Gottesrede, en J. B.
sonal con _D10s; y cuando, hacia el final del libro, se le concede, apa
Metz (ed.), «Landschaft aus Schreien». Zur Dramatik der Theodizee
rece un Dios ante el cual el dolor no es simpl emente i r ra cio n al e in
Frage, Mainz 1 9 9 5 , 9 1 . En la mis ma l í n ea, pero con una radicalidad
co m prens ib le , sino parte de un p l an y un orden que puede al menos
aún mayor (que no comprendo), Kessler afirma: «Lasj11st/f,cacio11es
«barruntarse», aunque no c ompren der se del todo; pero que es un or
teóricas de D i os t ien de n a ju st i f ica r las relaciones de dolor e in ju s t i
con «praxis contra teoría», empiezo por aducir, con toda cación pretende valer de manera universal. Lo estricta
sencillez, mi propia experiencia: el hecho de que yo (y, mente personal no es una «subclase» de lo general, de
desde luego, no sólo yo) hasta ahora siempre he refle modo que, cuando se dispone de una teoría general, só
xionado sobre el dolor con máxima intensidad cuando lo lo haya que «aplicarla» a lo personal. De aquí que una
he experimentado con máxima intensidad. Claro que es teoría sobre el dolor no resuelva los problemas que
verdad -y por ello también aciertan en gran medida las . comporta la experiencia real del dolor personal. Pero,
objeciones que acabo de traer a colación en contra de como apunta no sin polémica Arnim Kreiner, «de esto
que las consideraciones de la teodicea sean convenien no se puede deducir que las víctimas de las experiencias
tes- que la cuestión del porqué del dolor no es teórica y de dolor pierdan automáticamente la inteligencia y, por
21
abstracta. Se trata, fundamentalmente, de una abreviatu tanto, les sirva más un teologúmeno incomprensible» .
ra de la cuestión. En este sentido, ¿cómo puedo manejar_ =r:> Efectivamente, de las restricciones que he mencio
el dolor e integrarlo en mi vida? Cuestión que, para el nado no se sigue en absoluto que sea inconvenientela
creyente, va con esta otra: ¿Cómo puedo permanecer sin reflexión teológica sobre el dolor. Al contrario, precisa
reservas en la fe en Dios sin dudar ni desesperar de su mente porque de lo que se trata es de manejar personal
bondad y su poder al ver tanto dolor? Y se me concede y existencialmente el dolor, y la reflexión y el pensa
rá que ésta es una cuestión de todo menos t e ó ri c a y que miento pertenecen esencialmente a la existencia perso
no encontrará respuesta en una doctrina universal y co nal, la tarea de la teología es, justamente, aducir en qué
herente. Cuando el dolor se apodera del hombre, se lo dirección puede entenderse el sufrimiento y cómo, en
integrable. En defini_ti� cuando �l dolor se apQ..d�rª1id.) 120 .I._esuelve aún la experiencia personal d�J 4_olor, ero _
Así que allí donde el hombre grita: ¿Por qué tengo solución.que muestra que el alud de dolo..u:¡ue bay en J a
� - -- -
yo que sufrir, por qué precisamente yo y precisamen
21. A. Kreiner, Golf i111 Leid, 39. Se entiende que haya tal polé
te así?; o: ¿Por qué son atormentados niños inocentes?,
mica al ver las duras proscripciones lanzadas a veces contra los teó
¿por qué irrumpe el mal en la vida de hombres y muje logos que se ocupan con la cuestión «teórica» de la teodicea. Kreiner
muestra con ejemplos que esta polémica antiteórica es más bien una
res que fueron justos ante Dios y sus semejantes?, una
estrategia de inmunización de la propia posición y sirve para «ocul
explicación del origen del dolor y de por qué y cómo es tar lagunas y disparates teóricos o argumentativos; lo cual se logra
cuestión planteada, precisamente debido a que tal expli- miento', pero no fue escrita, ciertamente, por ellas» (ibid., 37).
r
tierra, que aparece a primera vista como incomprensi c itadas , « la roca del ateismo»:"; o sea, el dolor es la
ble, no tiene que estar en contradicción con la fe en un objeción más resistente contra la fe en Dios y la Crea
Dios que ama. ción . Por este motivo, la discusión con el ateísmo ( que
Además, el dolor no es sencillamente un dato tan en cada uno de nosotros ha penetrado ya un trecho)
sólo objetivo, que me sobreviene de manera puramen preci s a también una teoría que intente j usti f icar que
te pasiva. CJ2mo sufro (subjetivamente), tiene tambiéo son co m pat ib le s creer en D ios y que las criaturas su
cómo-las sobrellevo Y aquí desempeña también su pa- sufrimiento de la Creación con la fe en un C reado r y
pel el hecho de disponer de un «marco» con sentido Conservador bueno y omnipotente de este mundo aso
�nt!Q_ del cual pue.Q-ª-, al m�rio� d� forma incoativa, n lado por el dolor, la fe en Dios debería cancelarse por
tender y elaborar mi.dolor, Una actitud nada más que honradez, a menos que se quiera ser ingenuo o cargar
de resignación y tristeza, que sostiene que no hay nada con una cont ra dicción .
que entender en el dolor, únicamente consigue que és- Porque ú nicamente si hay buenas razones para que
te se incremente, como se dice en el conocido canto li Di o s per m ita el dolor puedo creer en É l . La cuestión
túrgico: «Nuestra cruz y nuestro dolor sólo los hace de la teo d icea , en últ ima in s tancia, no la han inventa
mos mayores con la tristeza». do teó r icos r áb ulas : existe «porque la p lantean, en la
Ello no quiere decir, por supuesto, que en algunos, aflicción del dolor y la injusticia, personas que quieren
23.
quizá en muchos casos en que se sufre, no sea mejor, creern Contestar entonces que es seguro que existen
por respeto al dolor, practicar la compasión si l en c iosa buenas razones para que D ios permita el dolor, pero
en vez de lanzarse a decir palabras apresuradas que v io que no p odemos ni sa berlas ni entenderlas, es una afir
lenten al que sufre. La p resencia silencio s a es en tales mación , como dice Arnim Kreiner, «que bordea el sin
casos el testimonio más adecuado a la situación de la sentido»>'. Ocultando tales razones, Dios sólo haría
25.
comprensión cristiana del fundamento y el fin del dolor. mayor nuestro sufrimiento Y no sirve de nada huir a
EL DOLOR, «ROCA DEL ATEÍSMO» 22. G. Büchner, La muerte de Da11tó11, acto tercero.
Otra razón más, que quizá sea la principal, obliga a Eri1111em 1111d Erke1111e11. Denkanstofie aus der Theologie van J. B.
to, como señala Georg Büchner con unas pala b ra s muy 25. lbid.,71.
32 El precio del amor El dolor y la cuestión de Dios 33
acusación, la pregunta de la teodicea: «¿Dónde está qué?; es decir, ¿por qué este ahora y por qué la espan
27
Dios?», o en la espera esperanzada que lanza el grito tosa historia del dolor en el pasado?» .
apocalíptico: «¿Por cuánto tiempo aún?». Pues si aho Es desde aquí desde donde también hay que proble
ra Dios no impide sin razón el dolor, ¿por qué debo matizar la apelación a la incomprensibilidad de Dios.
poner mi esperanza en que lo hará o lo podrá hacer Hans Jonas subraya con razón «que podemos entender
más adelante? Si ahora no hay «justificación alguna a Dios, aunque no del todo, pero sí algo de Él [ . . . ] Mas
de Dios», o sea, razones para que Dios permita el do si Dios ha de ser entendible en cierto modo y en cierto
lor, ¿por qué habrá de haber más adelante tal autojusti grado (y hay que insistir en ello), su bondad tiene en
28.
ficación de Dios? tonces que ser compatible con la existencia del mal»
Walter Gross y Karl-JosefKuschel lanzan, según mi Si esto ya lo remarca un pensador judío, ¡cuánto más
modo de ver las cosas, un golpe al vacío cuando escri vale lo que sostiene la fe cristiana, que se apoya en que
ben: «La categoría de la autojustificación [ de Dios . . . ] Dios ha salido de su transcendencia, inaccesible para
va de la mano del concepto de Dios e impide que el nosotros, y se ha revelado en Jesucristo como purísimo
Dios vivo sea confundido con los productos de nuestra amor, como luz sin indicios de sombra (cf. 1 Jn 1 , 6)! Y
teodicea racional o se convierta en el ídolo, a la medi juntamente con ello queda lanzado el obligado reto de
da de nuestros deseos, de las fantasías y anhelos reli que el que cree entienda la existencia del dolor y el mal
26. de tal modo que (también) ellos tengan algo que ver
giosos de los hombres»
9.
Debemos preguntar: ¿Es que hay entonces una au con el amor de Dios y sean compatibles con él2 Gross
tojustificación de Dios sólo «al final»?; ¿no es ya el y Kuschel intentan cortar el nudo gordiano de la cues-
nal el Dios del amor incondicionado; lo es, como es 29. Cuadra aquí una anecdóta personal: la última vez que vi a
Karl Rahner, con quien tuve mucha amistad, fue en Viena en una re
cribe con razón Thomas Própper, «también ahora, y lo
cepción. Me preguntó qué pensaba de su ensayo ¿Por q u é deja Dios
fue siempre. Éste es precisamente el punto que suscita que suframos? (cf. supra 23, nota 1 1 ) . Con no poca ironía, le con
de está Dios?, ni: ¿por cuánto tiempo aún?, sino: ¿por nombre de Jesucristo ni la cruz. Rahner se echó a reír; le gustaban
26. W. Gross - K. J. Kuschel, «Ich scliaffe Finsternis 1111d U11- su idea capital del misterio absolutamente incomprensible de Dios.
lieil!». /st Gott verantwortlich fiir das Übe/?, Mainz 1 9 9 2 , 2 1 1 . «¡Muy buena objeción!», me contestó. Yo esperaba en tensión su res-
34 El precio del amor El dolor y la cuestión de Dios 35
tión de la teodicea atribuyendo a Dios, sin más ni más, Kuschel imputan a algunos teólogos: «Este Dios esta
la responsabilidad del mal. Aducen tres textos bíblicos ría por debajo del nivel ético de cualquier padre o ma
que contienen, «de distintos modos, un provocativo in dre, que harían cuanto estuviera en sus manos si un hi
terrogante dirigido a Dios mismo: ¿Qué clase de Dios j o suyo cayera en situaciones de desgracia que claman
33
es el que deja que sufran seres humanos inocentesja'". al cielo o se convirtiera en causante de ellas»? Yo
Es verdad que conceden «generosamente» que también creo que es perversa una imagen de Dios según la cual
hay cierta responsabilidad del hombre por el sufrimien él mismo, sin razones reconocibles ni comprensibles,
to y que no se debe adjudicar a Dios toda la culpa y to es responsable del dolor y no lo elimina. Lo único que
da la responsabilidad; pero «si Yahvé es el único Señor cabe entonces es dar la razón al ateísmo. El dolor, en tal
que no conoce límites, sobre él recae la responsabilidad caso, constituye realmente la «roca del ateísmo». Cier
me quedé para siempre sin saber qué me iba a replicar. Tiempo des
tiene en sí el mal, en último término se vuelve un Jarro
pués, poco antes de su muerte, me escribió que estaba ya en la edad
de dos caras, una máscara. Adorarlo no estaría a la altu
en que podía dejar confiadamente a la visio beatifica la solución de
Is 45, 5s. Acerca de lo cuestionable de esta exégesis, cf. H. Kessler, 33. !bid., 296.
Gol/ 1111d das Leid seiner Schopfung. Nachdenkliches zur Theodizee 34. Citado por G. Ravasi, Hiob. Der Mensch im Leid, 8 1 .
frage, Würzburg 2000, 72s. 35. M. Scheuer, Mil Gott zu rechten is/ Mei11 Wu11sch, en H.
32. W. Gross - K. J. Kuschel, «Ich schaffe Finsternis 1111d Un Hinterhuber - M. Scheuer - P. von Heyster (eds.), Der Mensch in
l
36 El precio del c1111or El dolor y la cuestión de Dios 37
dicea sea por principio no susceptible de respuesta», co gía actual? Recientes interpretaciones sistemáticas del
mo sostienen Gross y Kuschel, hace de la fe si no algo llamado estado original apenas rozan, con indiferencia
imposible, sí, desde luego, un acto irracional. notable, el tradicional problema de la teodicea:
l
11
entre la fe en Dios y la experiencia del dolor es plena 8.
comienzo sino en el final3
mente bíblica36. Los relatos de la Sagrada Escritura
-Sólo se puede resolver el problema de la teología
que llamamos relativos al estado original tenían y si
cristológicamente, o sea, señalando que Dios mismo se
guen teniendo el objetivo de cohonestar la situación no
ha expuesto al dolor y lo ha situado así bajo la prome
salvada del hombre y el mundo, las múltiples formas
9.
sa de una gloria que no podemos concebir3
de alienación, pecado y dolor, con la fe en un Dios que
ha llamado al ser a la Creación calificándola de «bue Creo, sin embargo, que lo que en última instancia
na» e incluso de «muy buena». estas y otras tesis afines implican es no tomarse en serio
podemos aceptar con tanta ingenuidad esta solución, 37. Cf., por ejemplo, K. Rahner, Grundkurs des G/a11be11s, Frei
7
burg i . B . 1977, 1 2 1 (versión cast.: Curso fundamental sobre la.fe,
persiste la pregunta: ¿ Qué alternativa presenta la teolo- 7
Barcelona 2007); W. Seibel, Der Urstand, en J. Feiner - M. Lohrer,
36. En la Sagrada Escritura se mencionan varias razones. Por 38. Cf., por ejemplo, Z. Alszeghy - M. Flick, JI peccato origi
ejemplo, que el dolor es consecuencia de la culpa h�mana; que es na/e in prospettiva evoluzionistica: Gregorianum 4 7 ( 1966) 201 ss.
castigo divino; que es prueba de la fe; que es re p a ra c i ó n vicana, etc. 39. Por ejemplo, W. Kern, Theodizee: Kosmodizee durch Chris
No trataremos de todo ello en las siguientes páginas. tus, en J. Feiner - M. Lohrer, Mysterium salutis III/2, 20lss.
38 El precio del amor El dolor y la cuestión de Dios 39
gue siendo el dolor, el cáncer sigue siendo el cáncer, una tras días: el dolor no hay que aceptarlo sin más, sino
inundación que causa la muerte a miles de personas si que hay que combatirlo.
gue .siendo una catástrofe. ¿ Cómo es posible, entonces, A este propósito, las reflexiones sobre el tema del
cohonestar con la bondad y la omnipotencia de Dios el dolor tienen que empezar por distinguir especies dis
mundo con sus estructuras desintegradas y causantes de tintas de éste. Dichas diferencias no atañen al dolor en
dolor? Y por más correcto que resulte responder a la cuanto dato existencial, sino únicamente a su esencia,
cuestión del dolor remitiendo a su superación c r i s t o l ó o sea, al fundamento del dolor considerado en sí mismo.
'·
gica y escatológica, ¿cabe rehuir, a continuación, la pre En esta perspectiva, tenemos, por una parte, el dolor que
gunta de si en esa respuesta no se manifiesta un terrible los seres humanos nos infligimos a nosotros mismos: el
cinismo, a menos que se mencionen al mismo tiempo que yo me inflijo, el que inflijo a otros, el que otros me
Tal vez pueda llegar a desviarse la atención de los turas de la realidad que están dadas o, en términos teo
teólogos de estas cuestiones; pero lo que sin duda no es lógicos, el dolor que procede «d e la C reación».
1 l t brayo una vez más- para resolver con una teoría el pro
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de Dios ni aun la conciernen. Hay, por tanto, construc las cosas, le resulta posible, dentro de determinados lí
ciones conceptuales que Dios no puede realizar; y ello mites, definir por sí mismo su lugar en la realidad y
debido no a que su omnipotencia resulte demasiado dé hacerse, en el plazo temporal de su vida, aquello que
bil, sino a que se trata de postulados sin ningún sentido. desee ser. Partiendo de ello, puede también imprimir al
Pues bien, el concepto de una Creación absolutamen mundo el rostro que él mismo se ha hecho. En todo es
te libre de dolor es básicamente tan contradictorio co to es el ser humano semejante a Dios, por cuanto Dios
mo el concepto de un círculo triangular; así que sólo se también realiza por sí mismo, sacándolos de la pleni
puede exigir a título de postulado absurdo que pueda tud de su ser, su vida divina y la puesta en práctica de
mismo tiempo, excluir de él por principio el dolor. No; A pesar de la inmensa distancia que hay entre el
si Dios quiere la Creación, queda dada necesariamente, Creador y la criatura, el hombre, «imagen y semejanza»
a una con ella, la posibilidad del dolor. Expliquemos de Dios, ha recibido a su vez algo de esta capacidad, en
Si nos preguntamos por el fundamento y el sentido de realizar por sí mismo la «opción fundamental» que
de la Creación, la respuesta que ofrecen tanto la Escri lo cualifica y que marca su esencia. Así, equiparado en
tura como la tradición es que Dios creó el mundo por cierto modo a Dios, puede dar libremente su respuesta
amor y para el amor', Dios, que como Dios trinitario positiva al ofrecimiento de la vida y el amor divinos.
es el amor mismo, quiere comunicarse a las criaturas Desde el asombro más profundo, sólo cabe aquí excla
de modo que éstas participen en su gloriosa vida di mar con Seren Kierkegaard: «Es incomprensible, es el
vina del amor. De aquí que la cumbre del sentido de milagro del amor omnipotente, que Dios conceda real
la Creación no puede ser sino la libertad. En efecto, el mente tanto a un hombre que, por lo que a él mismo
amor no puede existir sino en la correlación de liberta concierne, pueda decirle como a alguien libre [hay un
des: al hombre le cabe, por su libertad, acoger o rehu juego de palabras irreproducible entre libre y liberador:
sar el amor de Dios; le cabe responder amorosamente Freier]: ¿Quieres o no quieres tenerme? Y espere, aun
a Dios o negarle el amor. El ser humano es imagen de que sólo sea un segundo, la respuestas"
Dios por su libertad: al no estar fijado como lo están Pero a pesar de su libertad y en ella misma, el ser
(no sería, si no, Dios), el fin de su obra de creación sólo puede con 2. S. Kierkegaard, Die Tagebiicher, München 1949, 405 (ver
sistir en transmitir su propia vida a las criaturas. sión cast.: Diario de 1111 seductor, Madrid 2008).
44 El precio del amor Abuso de la libertad y dolor 45
tad, es un ser referido a Dios y previamente puesto por dolor; una posibilidad que se ha realizado de hecho en
Dios. De aquí que el hombre no pueda nunca tenerse la historia de los hombres. Queda entonces claro que el
del todo a sí mismo en sus manos; simplemente con mal de ningún modo es el objeto de la voluntad divina;
tando sólo consigo mismo jamás será capaz de hallar en absoluto quiere Dios el mal, el dolor, la desgracia.
su identidad ni logrará cumplir con plenitud su vida de Estas cosas son, más bien, el otro lado de la moneda de
3.
forma autónoma Sólo encuentra el sentido de ésta su infinita bondad: culpa exclusiva del hombre.
cuando permanece en ese nexo de sentido, ya previa Sin embargo, si se insiste -como hacen Gross y Ku
r:·
: 1
mente dado, que el Creador abrió para él: haber sido schel, pero también Metz- en que, aunque hasta cierto
1
creado por amor y para el amor. De donde se sigue que punto nolens volens, Dios es la «causa última» del do
si el hombre opta, por su libertad, contra Dios y con lor y, por tanto, tiene la responsabilidad de é l " , hay que
tra el ofrecimiento de su amor, si se niega a ser criatu determinar con mucha precisión cuándo esta afirma
ra y a reconocer que sólo puede consumar su existen ción tiene sentido y cuándo no lo tiene. Expliquémonos
cia partiendo de Dios, en virtud de esta opción libre se sobre un ejemplo concreto. Supongamos que un joven,
destruye a sí mismo. Al situarse en contradicción con en un accidente de tráfico, mata a un niño. ¿Tiene sen
Dios, se malogra: no halla ni su identidad ni el cum tido hacer corresponsables de la muerte de ese niño a
plimiento del sentido de su vida. En fin, su libre op los padres del joven sólo porque lo engendraron, lo tra
ción negativa acarrea, innegablemente, dolor. Alienar jeron al mundo y, en consecuencia, sin ellos este joven
se de sí, no poder tenerse del todo a sí mismo en su no habría podido tener la culpa del accidente? Nadie,
mano, que la existencia caiga en la falta de sentido, creo yo, argumentaría así, puesto que el haber criado al
son circunstancias que producen dolor y que se experi joven no es algo que fuera de ninguna manera d ir igido
turas el participar de su vida y su amor, si quiere que Frage, Mainz 1 9 9 5 , 90: «Ya que la libertad del hombre, como liber
tad creatural, está hecha posible por Dios, está puesta por Él y se re
entre él y la criatura haya amor, con ello va necesaria
cibe de Él, no le puede tocar la última responsabilidad por la historia
mente unida la posibilidad de que el ser humano se del dolor del mundo; de manera que la cuestión recae, en cierto mo
3. A este radical hallarse remitida la criatura al Creador, a esta «El que subraya la responsabilidad de Dios en el mal del mundo, ¿no
experiencia de la finitud o, en otras palabras, a esta experiencia de tiene también que hablar de la culpa de Dios [ ! ] en este mal? Si la
no ser uno mismo Dios, no la llamaría yo aún m a l , como hacen las existencia del mal se vuelve también pregunta crítica a Dios, ¿no es
tradiciones filosófica y teológica desde Leibniz, que hablan de «mal tá Dios entonces coimplicado en la historia de la culpa del mundo?
a que causara el accidente; así que no cabe hacer a los desintegración que se experimentan de forma doloro
5.
padres corresponsables Se puede comparar con este sa. Más aún: como, por su destino primordial, el ser
ejemplo el problema de la teodicea. Desde luego, Dios, humano se encuentra ordenado a la comunicación con
en vista de la posible perversión de la libertad humana, Dios y con los demás, los efectos de las opciones li
podría haber omitido la obra de la Creación, y entonces bres erróneas que producen dolor no se presentan tan
no habría dolor alguno. Pero ¿realmente es mejor «nin sólo en el sujeto aislado y en el mundo, sino que al
guna» Creación que «ésta»? Volveremos más adelante canzan agresivamente a los demás y a todo. Así, quien
1
:,,. sobre esta pregunta. Por el momento, hemos de llevar util iz a su libertad contra Dios y se idol a tra a sí m is m o
Hemos visto que el dolor es consecuencia de una para l os demás, tanto si tal dolor surge de ac iaga v io
libre decisión errada. El dolor del que estamos hablan lencia fis ica -guerras, expolios, inj u sti c ias, d e l i to s de
do sólo concierne, en principio, al sujeto de la misma todo tipo-, como de la violencia psíqu i ca -odio, falta
decisión equivocada. Pero los hombres no somos «is de amor, en v idia, celos-.
las». El ser humano, imagen del Dios tri-uno, destina Todo este dolor que nace del pecado y marca pro
do al amor, se encuentra ya de entrada, por su cuerpo y fundísimamente el rostro del mundo está dado en su
por su «estar-puesto-en-el-mundo», enredado con todo posibilidad, con necesidad esencial, al mismo tiempo
l:'
que la l ibertad humana . Por consiguiente , este do lo r
y con todos. De aquí que la libertad humana subjeti
va, que empieza por ser cosa íntima, necesariamente no comporta objeción alguna contra la omnipotencia,
5. No puedo, por tanto, estar tampoco de acuerdo con D. R. Blu bien entonces, p or principio, todo tal y como e s t á » .
menthal, Theodizee: Dissonanz in Theorie und Praxis: Concilium 34
¡N o , de ninguna manera está bien ! No se pr oduce en
( 1 9 9 8 ) 85s, cuando escribe que en el caso de un hijo causante de un
corresponsable. Sólo puede serlo si, al darle las llaves, sabía o sos 6. H. Kessler, Golf 1111d das Leid seiner Schopfung. Nachdenkli
pechaba que su hijo no conducía bien. ches zur Tlieodizeefrage, Würzburg 2000, 40.
Abuso de la libertad y dolor 49
48 El precio del amor
nera se reta a la responsabilidad última del hombre a minar por ella. ¿Cómo, si no, cabría seguir pensando
8•
«convertirse» para que al final la «espiral» por la que una relación de amor?» Frente a este razonamiento,
siempre «el mal ha de engendrar el mal» (Schiller) y la tesis de la tradición parte de una comprensión de la
el dolor producir nuevo dolor, se rompa. Es así y -a mi omnipotencia que yerra en el sentido de «cosificarla»,
entender- únicamente así, como encuentra fundamen y que se corresponde con la metafísica occidental, pe
tación racional última la preocupación absolutamente ro no con la imagen bíblica de Dios. En la Escritura, la
legítima e importantísima de la «teodicea práctica», omnipotencia no significa que el poder de Dios se im
que llama a la solidaridad con los que sufren y a la com pone a «todo», incluida, pues, la libertad humana. La
, , ¡
omnipotencia de Dios es más bien el poder de su amor,
pasión con ellos.
Hay, claro está, voces en la tradición teológica anti que concede al hombre y su mundo espacio junto a sí y
gua que atribuyen a la omnipotencia de Dios la capa es garante de la libertad; que regala posibilidades de co
cidad de preservar del pecado, y por tanto del dolor, a operar con él y deja que el hombre la interpele y que su
los hombres, aun conservando su libertad creatural'. Si libertad la «toque». Precisamente porque la omnipoten
se comparte esta postura, naturalmente que se plantea cia de Dios es su libertad y su amor personal, no aplas
con terrible agudeza la cuestión de por qué no ha pre ta a las criaturas ni las facultades de éstas. La grandeza
servado Dios al hombre del pecado, teniendo, por su de la omnipotencia de Dios consiste, más bien, en que
omnipotencia y su amor, la posibilidad de hacerlo. Pe libera al hombre para la libertad y para que actúe por sí
ro la tesis de que Dios puede impedir el pecado y el mismo; en que se deja interpelar y mover por el hombre
dolor en contra de la libertad del hombre, lleva a «co e introduce la acción de éste dentro de los planes divi
ramente en la línea de nuestras consideraciones sobre Seren Kierkegaard expresa en estas potentes frases
el amor como meta del sentido de la Creación- cuando la siguiente comprensión de la omnipotencia de Dios:
señala que no se puede abandonar la idea de que «Dios «Lo supremo que cabe hacer por un ser es liberarlo.
tencia. Parece algo sorprendente, ya que la omnipoten Dios actúa como poder personal liberador no impo
cia debería hacer depender. Pero si se reflexiona sobre niéndose inexorablemente al hombre como «por la es
la omnipotencia, se verá que justamente debe tener el palda» y en sus profundidades ocultas -quizá bajo la
carácter de poder recogerse en sí justo cuando se es ilusión psicológica de la libertad creatural-, sino justa
tá exteriorizando como tal omnipotencia, de modo que, mente sosteniendo la libertad de la criatura y pugnan
precisamente, lo que ha llegado a la existencia gracias do por guiarla a su meta, dirigiéndole personalmente la
1
a la omnipotencia puede ser independiente. Sucede, por palabra y comunicándosele amorosamente".
esto, que un hombre no puede liberar del todo a otro ¿No estamos así despidiéndonos de la idea de la
1¡:¡,
[ . . . ] ya que en todo poder finito ( en toda aptitud finita) omnipotencia de Dios? Ésta es la consecuencia que sa
reside un egoísmo finito. Sólo la omnipotencia es ca ca éÍ filósofo 'udío H--ª12§._Joñ_?s ante la experiencia del
1 : 1
paz de recogerse en sí misma mientras da, y tal relación silencio de Dios en los espantosos abismos de Ausch
1
es, justamente, la independencia de quien recibe. Por witz, donde su propia madre fue asesinada. Y bosque
ello, la omnipotencia de Dios es su bondad; no en vano, jó «un mito» de su invención, para comprender cómo
la bondad es dar del todo, pero de tal modo que, como resultan compatibles la I� del hombre (incluso en
sólo la omnipotencia puede hacer independiente; sólo exista, y exista para sí, Dios renunció a su propio ser;
ella puede producir de la nada algo que tenga en sí sub se desvistió de su divinidad para volverla a recibir de
sistencia , porque la omnipotencia se esté recogiendo la odisea del tiempo». Esta renuncia, este desvestirse
constantemente en sí [ . . . ] Esto es lo que no se puede de Dios, son tan radicales que debe decirse: «¡No es
comprender: que la omnipotencia no puede sólo produ éste un Dios omnipotente! Afirmamos, de hecho, que
lo más frágil de to d o: un ser que sea independiente res cast.: El Dios 11110 y trino: 11110 teología de la Trinidad, Barcelona
libertad del hombre, sino que es la condición de ésta: Henrix, Machtentsagung Galles? Ein Gesprdch mil Hans lonas im
no podemos mantener la doctrina antigua y tradicional bre la base de esta «discreción de Dios» puede darse
del poder absoluto e ilimitado de Dios, por mor de nues amor real entre él y nosotros, criaturas; un amor que no
tra imagen de él y de toda nuestra relación con la divi coacciona ni violenta ni golpea ni manipula, sino amor
na voluntad». Dios ni siquiera puede volverse atrás de omnipotente que intenta ganarse la libertad del otro al
su renuncia y su despojamiento: no puede hacerlo ni ra modo del amor, o sea, cortejando, atrayendo, suplican
dical ni ocasionalmente. Si no, Dios no se podría pensar do y esperando paciente. Y como se trata del amor del
en Auschwitz. Se suscitaría la idea de que, al menos en Dios omnipotente, hay que confiar en que conoce mo
alguna ocasión, Dios habría tenido que intervenir salva dos de cortejar que -así podemos esperarlo-, en última
doramente en aquel infierno. «Pero Dios callaba; y yo instancia logran con todos su objetivo, respetando la li
porque no podía»
12
.
Y sin embargo, he aquí la objeción de Gross y Ku
Con todo, habiendo depuesto su omnipotencia, ¿có schel: «¿Cabe en serio mantener un Dios que, por amor,
mo puede Dios seguir siendo Dios y seguir siendo ob puede estar mirando de hito en hito todo el dolor sin
jeto de la esperanza y de la expectativa de salvación de impedirlo; un Dios que se queda mirando 'por amor'
No, no puede tratarse de negar la omnipotencia di bre?»!". Hay, desde luego, que tomar en serio esta ob
vina; de lo que se trata, más bien, es de comprender la jeción. He aquí la réplica: ¿Cómo se podría sostener
omnipotencia de Dios como poder de su amor. Lo que seriamente un Dios que esté constantemente retirando
quiere decir, tal como lo formula muy bien Johannes B. el sentido de la Creación ( el amor, que sólo es posible
Brantschen, algo «inaudito»: «Dios, el señor soberano en libertad) interviniendo milagrosamente «desde arri
de cielos y tierra, mendiga nuestro amor; pero el Padre ba» cuando la libertad se pone a errar culpablemen
omnipotente es impotente mientras no respondamos te? 15 ¿Cabe pensar tal deus ex machina? ¿No carece
12. H. Jonas, Der Gottesbegriff 11ac/1 Auschwitz, 16s, 33, 4 J s . sulta obligado replicar: ¿Como podría en principio haber sido creada
13. J. B. Brantschen, Machi 1111d Oh11111acht der Liebe: Freibur de otro modo la libertad? Si realmente es libertad, necesariamente to
ger Zeitschrift für Philosophie und Theologie 27 ( 1980) 2 3 8 s . das las capacidades positivas se pueden pervertir en sus contrarios.
54 El precio del amor
Abuso de la libertad y dolor 55
Mantendremos, pues, que si el sentido de la Crea «¡No HAS COMPRENDIDO EL PESO DEL PECADO!»
sido puesta realmente en libertad. De donde se sigue Surge aquí, desde luego, un problema muy serio. Por
que, al crear Dios al hombre, queda dada también la correcta que sea nuestra argumentación, hoy día tropie
posibilidad de que pueda acontecer el mal, aun cuando za con mucho escepticismo. Porque, como señala Karl
Dios, el Santo, no quiere en absoluto el mal. Romano Rahner, los seres humanos observan «lo que se deno
Guardini señala que «es evidente que lo finito tiene pa mina pecado como parte de la universal miseria, del
ra Él tanta importancia que se arriesga a esta posibili universal absurdo de la existencia humana, frente a la
dad. Tal es la 'osadía' de Dios: la osadía secreta, en la cual el hombre no es sujeto, sino objeto; especialmen
que sólo cabe pensar con veneración extrema. Si con te a medida que la biología, la psicología y la sociolo
tinuamos pensando esta idea con la dicha veneración, gía investigan más y más las causas del llamado mal
parece que lo 'serio' de esta osadía consiste en que el moral. Por ello, el hombre de hoy más bien tiene la im
Creador, 'desde el comienzo m i s m o ' , toma también presión de que Dios ha de justificar ante la humanidad
sobre sí la responsabilidad de que el mal acontezca por el desdichado estado del mundo; que el hombre más
su criatura [ . . . ] La volúntad de Dios, que a lo largo de bien es la víctima y no la causa de que el mundo sea
toda la historia de la salvación rechaza y castiga el mal como es y de la historia humana; incluso cuando el do
, ",
con absoluta decisión, es la misma cosa que esta serie lor parece causado por el hombre como sujeto libre, tal
dad que toma sobre sí la responsabilidad del mal que actor sigue siendo el producto de su physis y su situa
16•
realiza su criatura» ción social. Tiene, pues, el hombre más bien la impre
Pero estamos adelantándonos. Mantengámonos en sión de que hay que justificar a Dios, y no que el hom
que si hay libertad humana, la posibilidad del mal que bre mismo haya de convertirse, ante Dios y por Dios,
causa dolor queda dada al mismo tiempo. Si Dios impi de injusto en justificado»!".
diera este dolor, significaría que Dios retiraba al hom Ahora bien, la magnitud espantosa del dolor en el
bre la libertad y, con ella, la posibilidad del amor real. mundo ¿no podría ser la ocasión, imposible de pasar por
En la experiencia del dolor que nace del pecado experi alto, de tomarse en serio, con todo su peso, el pecado y
mentamos la consecuencia de la culpa humana, de nues la culpa de los hombres, junto con sus lamentables con
tro hallarnos enredados en la culpa. secuencias; en vez de, como suele ocurrir hoy, menos
¿Y no están jugando también al mismo juego hoy, qui porciona a nosotros mismos, y sobre todo a los demás,
zás sin querer, los teólogos que reprochan a la teología este o céano de dolor.
heredada el haber estado determinada, en vez de por el Al llegar a este punto, suele escucharse la objeción
pathos y la solidaridad con el dolor y con los dolientes, de que se da un infinito dolor humano inocente e i nj us
18
por el interés soteriológico (la liberación de la culpa)? to, cuya magnitud «no guarda proporción con la biogra
21.
Ante tantas situaciones en la Creación que claman al fía de quienes lo su fr en » ¿Qué objeción es ésta real
cielo, plantean preguntas extremadamente moralizadas, mente? Cl a r o que es verdad que tan sólo en muy p o c os
-�·
«preguntas que siempre son sólo parenéticas y se diri casos el dolor se de b e a mi propia c ul p a ; c asi siempre
19
gen a la conducta humana, mas no réplicas a Dios» • me viene , s in más, de la culpa a je n a ; del mismo modo
¿No habría que oponerles aquellas palabras de Ansel que, a la inv ersa, mis malas ac c iones se vuelven c ausa
mo de Canterbury: «¡No has entendido el peso que tie del dolor de otros.
2
ne el pecado!»? º Aún no has entendido que el inconce En este fenómeno se evidencia con máx ima c laridad
bible peso del pecado consiste en ser una de las causas que ninguno de nosotros está «en cerrado en sí mismo » ,
del dolor, la miseria y l as l ág rimas . En el exceso del do sino que ser persona es algo que esencialmente se reali
lor, ¿ acaso no se experimentaría claramente, en los su za en conexión con los dem ás. La persona se define di
frimientos del cuerpo y el alm a propios , lo que quiere rectamente por la rela c ionalidad . Así es como el hombre
de c i r la c u lp a , qué peso tiene y hasta qué punto esta resulta ser imagen de Dios, cuya esencia se re a li z a en el
m os enredados, tanto nosotros como los demás, en la intercambio de v ida de tres personas; cuyo ser es, p ues ,
cu l p a y su sec u ela , el dolor? ¿No n os haría aprender relación , communio. Y c omo el hombre fue creado p a
mucho j us t amente la e xperie n cia del dolor? La culpa ra pa rtici p ar de la vida de este Dios , también él es re
hum a n a repercute a ta l es p ro fu ndidades que nos pro- l ac i on a l en lo que hace al bien -el plan y la voluntad de
del pecado extremadamente individualizada; pasó de ser un cristia 21. W. Gross - K. J. Kuschel, «Ic/1 schaffe Finsternis 1111d Un
nismo sensible al dolor a un cristianismo demasiado sensible al peca heil!», 1 0 1 . En la misma línea se sitúan las observaciones de Doro
do». Cf. también su Tlieologie als Theodizee", en W. Oelmüller (ed.), thee Sa l l e : «Usando como medida la mag nitud del dolor humano, to
Theodizee - Gol/ vor Gericht?, München 1990, 108. Cf. W. Gross - dos son 'in ocentes ' . Existen do l ores que sobrepa san in f i nitamente
K. J. Kuschel, «Ic/1 schaffe Finsternis 1111d Unheil!», lOls. todas las formas de la culpa : son ' de m asiado ' para cual q uie ra» (D.
19. J. B. Metz, Theodizee-empfindliche Gottesrede, 92. Sa lle , Leiden, Stuttgart-Berlin 1 9 73 , 35 s ; versión cas i . : S11fi"i111ie11/o,
en otros tanto para bien como para mal (cf. 1 Cor 1 2 , mal parado. Lo que importa es constatar el fenómeno
12-30, sobre todo el v. 26), así también nosotros, para de que el propio fracaso subjetivo me destruye y, como
bien y para mal, influimos en la vida de los demás y la si fuera una infección, ataca a la vez a los demás. En es
marcamos. Y es justamente así como nuestra responsa te sentido, resulta opor tu no recordar que el « auténtico»
bilidad, mi responsabilidad, por el dolor del mundo se p ecado de los c ri stianos es la « o mi sión del bien» (M arc
planta acuciante ante mis ojos, que no pueden dejar de O raison). D e hecho, qué aspecto tendría el mundo si la
¿
verla. En este sentido, no es una reconciliación barata mayoría de los cristianos practicara la justicia, la b on
con el dolor lo que aquí se produce (a veces, se supone dad y la pa z? N o existiría el ac tu al alud de dolor, ham
que es así), sino un reto extremo a reconocer la propia bre, terror y gu erra.
responsabilidad, a asumirla y a «convertirse». H ay, pues, que insistir en este punto: del dolor del
Que nadie argumente que su propia culpa es a lo su que h asta aquí h emos h ablado es responsable el mismo
mo un granito de arena en el inmenso desierto de las h ombre. N ace del pecado: del pecado propio, del de
, ,
1
causas del dolor de los hombres, pues lo que parece mí nuestros prójimos y del de toda la h umanidad.
,
' ,
nimo puede estar en el comienzo de una cadena de cau
CREACIÓN Y DOLOR
l .
ofrece las mayores dificultades a la teología. Se trata
1 'd
'
la Creación misma. La tradición teológica retrotraía
respuesta nueva.
ción cultural de los hombres, su talento de inventores y ción de la misma Creación. ¿Cómo concuerda todo es
su perseverancia en el trabajo van vinculados a la guía to con un Dios bueno y con la convicción de fe de que
que les proporciona la penosa insatisfacción respecto la Creación es buena? En las páginas siguientes inten
de un mundo que quiere ser domeñado y liberado ha to responder a esta cuestión.
1•
clase. Y existe, en fin, la obstinación del mundo, que le lución, es que las leyes y estructuras de ésta reciben del
hace frente al hombre que trabaja entre cansancio, pe hombre su claridad y univocidad; sólo desde el ser hu
No es el ser humano quien ocasiona todo esto: no principio escolástico: «Finis in executione, primus in in
nace de su libertad sino, evidentemente, de la construc- tentione», a saber: lo que está al final en la realización,
mo bosquejo previo del hombre y se interpreta desde aquí, la ll am ad a «teoría de que no hay un mundo me
éste -en lo ac c id e ntal del juego de la evolución, en có j o r»6 sostiene que, si debe «ser describible un universo
mo prueban posib ilid a des lo inorgánico y lo o rgá nico , que, en primer lugar, sea uni t ario y no contradictorio y,
incluso en algo como los saltos cu án ti c o s, o s ea , en lo en segundo luga r, deba or igi n ar vida h u ma n a, no c a b e
c as u a l e indefinible de los pro c e so s fí si c os - necesaria excluir que tal universo tenga que estar c onsti tu ido más
mente se p e rcibe la figura previa , el preanuncio t ími do , o menos como el nuestro o, posiblemente, in cl u s o exac
de lo que en la libertad humana llega plenamente a ser. tamente igual que el nuestros".
s ofo f rancés, p or medio de ensayos, aciertos y, también, 8. P. Teilhard de Chardin, Der Mensch i111 Kosmos, 324.
�=!%�. '
de un e spíritu que se investiga a sí mismo Y elige [ . . . ]
Creación y dolor 69
El precio del amor
68
rencia del amor que Dios nos tiene, lo cual ha elimina Este en�ayo de explicación no es el único ni está a
totalidad de la persona y en la relación viva con Dios. El ores negativos de la Creación fáctica s 011 .
de · d un «precio
pecado también destruye. por tanto, el auténtico «hori �ads1a o alto» para esta realidad positiva que es la li-
mal que tenga un efecto tan aniquilador como el dolor propuso; no pueden p h
bíblica d . ' ue�, co onestarse con la imagen
que se experimenta como algo del todo absurdo y ca d 1 C e �'.os. Lo negativo, lo destruido y destructivo
concretamente como lo que desintegra, como lo oscuro, � . m a º .pnmordial, de S atán , quien, como poder an
No nos podemos representar, por cierto, el mundo y . m�os, como , por ejemplo, en la evolución sus es-
11 . L . Boros , E /'"
ros/es D asein, Olren-Freiburg i . B . 4 1 9 6 4 , 23.
Oeing-Hanhoff ( que retoma aquí los términos de Car! no tengan explicación en la ciencia de la naturaleza mu
cho, de acuerdo con el testimonio de la Escritura, es mótica entre todas las criaturas. Si cabe conjeturar que
responsable de la 'plétora infinita de los fracasos, los estas estructuras «de comunión e integrativas» de la
12•
dolores y los fallos'» Creación eran más estrechas y más profundas de como
Ahora bien, no debería ser imposible mediar entre lo son hoy antes del esencialmente desintegrador peca
esta respuesta y la que antes hemos desarrollado am do original, no es tan rara la idea de que el pecado ori
pliamente. El modelo de tal mediación podría ser el si ginal haya influido negativamente en el «espacio de jue
guiente: es verdad que, de acuerdo con la «primera go» que de hecho posee la Creación, de modo que se
respuesta», la Creación prehumana dispone de un «es haya convertido en (co-)origen del c ú m u l o ( ! ) de facto
pacio de juego» para realizarse; pero el hecho de que res negativos de ésta.
este «espacio de juego» haya llevado a tantas y tan po En todo caso, la pregunta por la compatibilidad en
derosas estructuras negativas precisa de mayor explica tre el dolor de la Creación y la bondad de Dios se plan
ción ( en el sentido de la «segunda respuesta»). Pero si tea después de nuestros ensayos de respuesta de un mo
no queremos introducir un poder cósmico satánico co do nuevo que es notablemente más agudo.
«¡No ACEPTO!»
esta Creación!
yo no acepte a Dios, entiéndeme bien, sino que no acep co de un Dios contable, que declara estar ilimitadamen
to el mundo que ha creado, que no puedo aceptarlo. Me te de acuerdo con el dolor, sin considerar él tampoco
1•
expresaré con más claridad: Estoy convencido como un para nada a las víctimas?» Gerhard Streminger, de ma
niño de que el dolor cicatrizará y será compensado [ . . . ] nera provocadora y amarga, resume estas considera
Me parece muy bien, me parece perfecto, que suce ciones así: ¿Por qué Dios llama arbitrariamente a sus
da, que sea así; pero no lo acepto y no lo quiero aceptar criaturas «de la paz de la nada al ser [ . . . ] para hacerlas
2.
[ . . . ] S e ha puesto un precio demasiado alto a la armo portadoras de una desgracia sin medida?» Tal crítica
nía. Mi bolsillo no me lo permite de ninguna manera: termina desembocando en la tesis de que la Creación
no puedo pagar unas entradas tan caras. Por tanto, me ni merecía ni merece el precio que supone el espanto
3.
so dolor de la humanidad De hecho, constata también
apresuro a devolverlas[ . . . ] No es que no admita la exis
Simone Weil se refiere a estas palabras de Iván Ka dría que haberlo prevenido a cualquier precio, está di
4•
ciendo que los hombres no deberían existirn
ramázov cuando escribe: «Ofrézcaseme lo que se me
del dios Moloch que permite, por la libertad y el amor A1g11111e11te, Freiburg i.B. 1997, 261.
quiere (en la medida en que permitir es una forma de 3. Cf. A. Kreiner, Golf im Leid, 262.
bres ¿no se nos presenta como un calculador sin escrú ella, las reflexiones de Iván Karamázov son una fuga a lo irreal: «No
hay ningún proceso que esté determinado por el amor. El niño que
[ dar participación en su vida a las criaturas] y para nada hiers ll, Paris 1953; versión cast.: Cuadernos, Madrid 200 ! ) .
a este 'Dios', ¿acaso no aparece como el cómplice cíni- H. Henrix (eds.), Zeitgewinn, Frankfurt 1987, 170: «A veces me pa-
76 El precio del amor ¿«Un precio demasiado alto»? 77
ella la consideración, perfectamente racional y eviden Sin embargo, como ya hemos expuesto, Dios no es
te, de que hasta el dolor atroz siempre es finito, mien el «Señor» cuya omnipotencia oprime al hombre, sino
tras que la meta y la finalidad de la Creación es una poder personal y amor que concede espacio junto a sí
promesa infinita: participar de la vida infinita de Dios? al hombre, le regala la libertad y lo libera para la liber
Como ya mostró Blaise Pascal en sus reflexiones sobre tad. Por todo esto, el absoluto no querer el dolor no se
la «apuestas", la relación de lo finito y lo infinito es tan realiza, en lo que respecta a Dios , por un acto de im
absolutamente incomparable que, en el caso de que sea p os i ció n que retire la li b ertad de la cria tur a y vuelva
necesario elegir, siempre conviene apostar a la carta de im p o s ible el amor, sino introduciéndose Dios mismo
lo infinito, visto desde cuya perspectiva lo finito siem en el dolor y haciéndolo suyo. Si la Cr ea c i ón c o n s i ste
pre es sólo paso, tránsito y, como tal, aparece «soporta en que Dios q uiere lo « finito » , lo qu e él mismo no es,
7
ble» así como, en cierto modo, legitimable . para pode rl o amar y recibir en la vid a eterna de su di
¿Quiere Dios entonces «de alguna manera» el do vino amor ; y si este amor es tan inmenso que Dio s
lor? Repitámoslo con toda claridad: Dios no quiere en « ace pt a » p or él la p osi b ilidad del m al , del dolor, de la
absoluto el dolor. No quiere el pecado -origen autén de s i n te grac ión ; tal p ensamie n to ú n i c am e n t e resulta so
tico del dolor- que constantemente cometemos contra p ortab l e s i es que Dios mismo t amb ién co nllev a co n
nosotros mismos y contra los demás, y que impregna plena seriedad el dolor como dote que a c o mp a ñ a el
por entero las estructuras de la historia. Tampoco quiere amor que él bu s ca.
que el hombre pierda por el pecado -o sea, decayendo Pero exactamente as í es como actúa D i os , asegura
de su relación con Dios, donadora de sentido- el único la fe cr i sti ana en la revelación. «Cuanto hace Dios -co
punto de referencia desde el que se supera lo amena menta Romano Guardini- lo hace 'en se r io ' , y cuando
zador y desintegrador de la Creación en la experiencia decimos esto apuntamos a una c a ract er í s t i ca suya im
de estar amparados en el amor de Dios, y sin el cual es p or t a n te , de c isiva. Q uiere de ci r s e que lo que hace no
cuando el dolor se hace auténticamente dolor. o curre 'o l í m p icamente ' , como bajando de un soberano
saniientos, Madrid 2004). pequeño. Más bien, lo que sucede 'le imp o rt a ' , lo inte
sufrimientos que hemos padecido por el camino. 8. R. Guardini, Theologische Briefe cm ei11e11 Fre1111d, 1 Os.
l .
mejor dicho: expone su propia vida al dolor. No para EL Dios QUE COM-PADECE
9
«duplicar» de este modo el dolor y eternizarlo y dar
le como el brillo perpetuo de lo divino, sino para supe La teología judía rabínica, basándose en algunas
rarlo radicalmente. Pues en un mundo de pecado la lu insinuaciones del Antiguo Testamento, desarrolló ya
cha contra el dolor que brota del pecado lleva a su vez una teología de la com-pasión de D i o s . Allí donde Is
al dolor. Pero es que solamente así se puede transfor rael sufre, allí Dios sufre también personalmente con
mar internamente el dolor que se funda en el pecado y él. Una sentencia de los rabinos asegura: «Dios se p
.Q.¡
en nuestro estar enredados en él: mediante el dolor que ne en el mismo plano que el corazón afligido» º. Los 1
se acepta y se soporta voluntariamente, mediante la so versículos de l�ritura: «EqJ�os ;us dolores-;; Él l;_
lidaridad en el dolor. �> (Is 63, 9), «con el hombre que sufre sufro Yo»
Vale esto, en primer término, respecto del hombre (Sal 9 1 , 1 5 ) y_«eLAlto Y. Sublime dice así: Habito�; la
que se esfuerza en combatir y superar el dolor. Allí altura y en el Santuario y en los que tienen el espíritu
donde el dolor que procede del pecado no es aceptado humilde y desgarrado» (Is 57, 15), son los lugares clá
y potenciado; allí donde alguien se compromete por la sicos a partir de los cuales los rabinos cayeron en la idea
1 1 •
justicia, la paz y la cura, se sufre de una manera nueva. de la coro-pasión de Dios Dios acompaña a Israel en
Pero este dolor es dolor por amor, dolor al servicio de su vía dolorosa por la historia.
Dios, que se comunica Él mismo con el hombre que En la misma línea, Abraham Heschel, el gran teó
sufre y así le da capacidad y poder para superar el do logo judío a quien se ha llegado a denominar «el Buber
Dios no es el Moloch que está sentado en su trono, 14. Haciendo un resumen, señala Henrix: «El tem� del vaciamient�
lteil!», lst Golf verantwortlich fih- das Übel?, Mainz 1 9 9 2 , 192, ob
+-
El precio del amor ¿«Un precio demasiado alto»? 81
80
americano», desarrolla una «teología del pathos divi div i nidad . Y los creó porque a m a b a al mun d o en su
n o » ! " Por su parte, Ulrich Mauser muestra que tras la pro pi o H ij o , que estab a ante su mirada eterna como el
15.
manera de presentar el Antiguo Testamento al profeta R echazado y A sesinado por los pecados del mundo »
sufriente (por ejemplo, Oseas y Jeremías), se halla el Lo que también quiere decir que Dios pod ía en cierto
Dios com-pasivo. Al igual que los profetas representan modo « arr ie s g arse » a establecer una C r e ación que p o
a Yahvé, el amor y el celo de Oseas no son «tan sólo día volverse contra él y desenca d enar un al u d de dolor,
símbolos de cierta conducta de Dios para con el mun sólo porque de antemano se h ab í a decidido a curar con
,,
do, sino correspondencias reales del amor y el celo de su p ropio compromiso doloroso las heridas de las que
,, .
Dios, que también son del todo reales. Pero si cabe ha la m isma Cre ac ió n tiene la culpa . En todo caso , en la
blar con toda seriedad de amor y celo reales en Dios, es vida y la muerte de Jesucristo se manifiesta que Dios
evidente que no se puede mantener el dogma de que se in t roduce realmente en nuestra historia de dolores ;
13.
Dios es incapaz de sufrir» que, literalmente, sufre con nosotros para superar el do
Esta idea del Dios com-pasivo, que hunde ya sus lor desde dentro.
53s.
Hijo, que habí a de h acerse hombre y p or t ado r del p e
16. Cf. J. Moltmann, Der gekreuzigte Gotl, München 1972 ( ver
cado humano, amó Dio s desde la eternidad al hombre sión cast.: El Dios crucificado, Salamanca 2008); K. Kitarnori, Teo
pes e a y en su ba je z a , su no-d i v i nidad e incluso anti- antecedentes infinitamente profundos del Jesús histórico. Cualquier
12. Cf., a este respecto, el excelente trabajo de B. Dolna, A11 dentes» (p. 45). Tesis por completo opuesta a la de Gross y Kuschel,
4
2001, 344ss (versión cast.: El Dios 11110 y trino: una leología de la lor de Jesús se entienda como el l
do or de Dios. Para la discusi ón con
L
82 El precio del amor ¿«U11 precio demasiado alto»?
1 · 83
la pasión y la cruz. Lo que ha querido es que los hom (Heb 2, 1 8 ) se nos ha abierto el camino que lleva fuera
bres se aparten del pecado, que siempre produce nuevo del dolor. Justamente porque Dios se introduce en nues
dolor; lo que ha buscado es la alegría del reino de Dios, tra historia de dolor, el dolor, con su falta de salidas, su
ceda del pecado, y relativiza el dolor estructural y lo ha samente Dios Padre, sufre en la entrega y el envío de su Hijo, en el
marcado por el pecado y el dolor; y lo es también para abajamiento de su Hijo; lo sufre con una hondura con la que ningu
17. Ch. Duquoc, Das Kreuz Christi 1111d das Leid des Menschen: téntico que se hace acontecimiento histórico en la muerte del Hijo
2
Concilium 12 ( 1 9 7 6 ) 592. en la cruz» (Kirchliche Dogmatik IV/2, Zollikon-Zürich 1 9 6 4 , 399).
84 El precio del amor ¿«Un precio demasiado alto»? 85
cuanto «Padre dotado de pleno poder», como se lo in da negatividad no resiste a la reconciliación última del
voca en los himnos litúrgicos, el dolor de la Creación, «Dios todo en todo». Léon Bloy decía: «El dolor pasa,
21.
y lo lleva a un final bueno. Dios, pues, no se ha intro pero el haber sufrido no» En efecto, donde el haber
ducido en el dolor de modo que escapen de su mano su sufrido ha acontecido por amor, rige la verdad de que el
ser y el ser de las criaturas. El dolor de la Trinidad es amor es lo que «permanece» ( 1 Cor 1 3 , 8).
soportado por el Padre, quien con ambas «manos», co El «precio demasiado alto» por el dolor a causa del
mo Ireneo de Lyon llamaba al Hijo y al Espíritu Santo, amor lo pagó, pues, Dios mismo. Como dice Gerd Neu
hace manifiesto su amor en el mundo. haus: «El padre, al dejar marchar al 'hijo pródigo' con la
..
• !
Así es como cabe entender las conocidas palabras herencia que voluntariamente le lega, paga con su dolor
de Dietrich Bonhoeffer: «Sólo puede auxiliar el Dios el 'precio del amor'. Este dolor se sigue de la autorres
19.
que sufre» La expresión «Dios sufriente» es también tricción voluntaria del poder que es esencial en el uso
1,
la auténtica respuesta a la pregunta de Johann B. Metz: dialógico de la libertad. No en vano, el padre podría ha
«¿Cómo cabe hablar de Dios a la vista de la abismática ber obligado al hijo a quedarse en casa negándole su he
394 (versión cast.: Resistencia y s11111isió11, Salamanca 2008). Sobre de Dios la fuerza para luchar contra el dolor, para re
me sirve de nada que Dios, digámoslo brutalmente, esté en el mis 21. Citado por W. Kern, Theodizee: Kosmodizee durch Chris
mo caos impuro que yo» (P. lmhof - H. Biallowons [eds.], K. Rah tus, en J. Feiner - M. Lohrer, A1ysteri11111 salutis III/2, 5 7 6 .
ner i111 Gespriich Il, München 1 9 8 3 , 245s). 22. G. Neuhaus, Theodizee=Abbruch oder Anstoss des Gla11-
Completar lo que aún falta al sufrimiento (Col 1 , 24) Sólo entonces su acción llega a su meta.
El Hijo de Dios se ha introducido de pleno, como sobre sí el creyente en el seguimiento de Cristo, siem
hemos visto, en nuestro mundo marcado por el dolor, y pre que conlleva y, al pie de la letra, agota mediante el
lo ha hecho literalmente suyo para enmendar, sufrien dolor, el mencionado conflicto entre el no del pecado y
do en su corazón y en su cuerpo, la escisión producida el sí de Dios; pero esto es un proceso que no se termina
por el pecado entre el incondicional sí de Dios y el no incondicionalmente con el final de la vida en el tiempo,
con el que el hombre le responde y que causa dolor. Pe sino que se prolonga en la «purificación tras la muer
23.
ro Cristo llama a este camino suyo también a los que te», en el llamado purgatorio
creen en él, de modo que seguir al Señor significa siem El purgatorio -concepto que, por desgracia, se ha
pre y al mismo tiempo seguirlo en su vía dolorosa. Los ido deformando y cargando de cursilería- no es un «in
discípulos deben «completar lo que aún falta en los su fierno temporal» ni un tribunal para la represalia, ni un
frimientos de Cristo por el cuerpo de Cristo, que es la expiar «restos» aún presentes de pecado o un sufrir cas
Iglesia» (Col 1 , 24-25). He aquí una frase muy dificil de tigos que quedaron pendientes ( en la medida en que se
entender, que precisa ser aclarada. mantiene a la vista algo cuantitativo y contable). Más
«Completar» quiere decir hacer «completa» la ac bien es que el hombre, cuando después de la muerte
ción de Cristo, permitiendo los discípulos que ejerza entra en la luz de Dios, experimenta el poder aún re
en ellos todos sus efectos y apropiándosela. «Lo que manente del no que produce dolor y el déficit de la in
aún falta en los sufrimientos de Cristo»: faltar no en el tegración en él mismo, no plenamente lograda, del sí.
sentido de que la acción de Cristo no bastara, sino en «Ante el amor de Dios, el hombre sufre por falta de
24.
amor suyo» Por ello, todavía tiene que cumplirse en
el sentido de que las posibilidades ( o las «implicacio
cuando «todo le esté sometido» a Cristo, o sea, cuando Lelire vo111 P11rgatori11111 1111d die Volle11d1111g des Meuschen, Jnns
bruck-Wien 2006.
todos los caminos de la humanidad hayan llegado en él
24. W. Kasper, Tod - Gericht - Jenseits: Herder Korrespon
25
SUPERAR EL DOLOR
sión del anhelo de amorn .
' l
pregunta: ¿A dónde conduce el dolor?, o bien: ¿A dón
'
1
1 de es conducido por Dios? Al final el dolor será superado. No es ésta única
1
1
, ,
mente una afirmación escatológica que expresa la es
3
a lo que es Uno en todo, pero, por tanto, también jus jo del mundo futuro» y, con eUa, ha de anticiparse «en
tamente a todo en Uno. El porvenir prometido no es cierto modo, mas realmente, en este tiempo del mun
sólo el del Día del Señor al final de todos los días, si do»4, la renovación de la realidad: un mundo sin dolor
no, precisamente porque éste es el final y la meta de ni lágrimas. Esto no puede suceder en un mundo mar
todos los días, también es el porvenir inmediato del cado por el pecado y el dolor sin que quienes se com
1 •
día de hoy y el de mañana» prometen en la superación del dolor caigan eUos mis
En este sentido, la esperanza apunta a la superación mos en el dolor, como le ocurrió al propio Dios. Pero
del dolor; no sólo a su definitivo desarme, sino también «este dolor tiene sentido; causa alegría y serenidad [ . . . ]
a que, ya ahora, se quiebre la absoluta negatividad del no es un destino desdichado, sino que queda acogido en
dolor y comience a briUar el «anticipo» de su supera el marco de un plan liberador. Es, pues, el fruto de una
ción. Tal esperanza se realiza de múltiples modos. libertad valerosa y de la decisión de un hombre vale
1,
Ante el dolor, nuestro reto consiste en apostarlo to roso»". Este dolor es «complemento de lo que aún fal
do, en seguimiento de nuestro Dios, para erradicarlo: ta al dolor de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia»
las estructuras sociales injustas y penosas, el hambre y (Col 1 , 24); es c o rn - p a s i ó n con Cristo, que está puesta
la pobreza, las enfermedades, las relaciones huma bajo la promesa de la alegría (cf. 1 Pe 4, 1 3 ) y de la con
nal, mediante reformas sociales y, no en último térmi Sin embargo, mientras «la Creación entera suspira
2. C o n c i l i o Vaticano IJ, Lumen gentiuni, Constitución dogmá 5. L. Boff, Das Leiden, das aus dem Kampf gegen das Leiden
sólo puede tener lugar en el afectado mismo, porque lizar la fe en que el absurdo y la oscuridad no tienen la
6.
no se puede sufrir en representación de él» última palabra tampoco aquí y ahora. Espera que, ba
Para la persona con fe, la transformación del dolor jo la luz de la promesa pascual de sentido, la experien
ocurre, sobre todo, en la oración, en la queja que exige cia de su dolor se quiebre, «cambie su cualidad», y pa
ver en el dolor un «sentido» y experimentar ya ahora, se a ser experiencia creyente de la presencia de Dios
al menos en primicia, la promesa pascual de la supera y de su prometida fidelidad. De esta manera, la oración
ción del dolor. Esta oración lleva en sí la promesa de de fe transforma el horizonte experiencia! en que se
ser escuchada. Pues cuando el orante presenta con fe encuentra el dolor humano. Se ordena éste en un nexo
su dolor ante Aquel que despertó a Jesús de entre los de sentido completamente nuevo incluso cuando, «en
muertos -acción por la que hizo recaer en nosotros la sí», el dolor permanece inmutado después de la ora
extraído de su unidimensionalidad enrarecida, desinte Resulta fácil, desde luego, interpretar mal este «en
Al descargar el hombre de sí y poner ante Dios su «en sí» objetivista, sino un dato que, precisamente en
miseria en la forma de grito desesperado, de queja o la medida en que es experiencia, sólo se muestra sub
de súplica, quita ya a la desgracia su espina más honda, jetivamente refractada, bajo un determinado horizonte
es decir, su falta de salidas y su oscuridad. El dolor, ex de experiencia ya cualificado. Si este horizonte, alcan
puesto ante Dios, queda situado en un espacio nuevo, zado por la promesa de la resurrección y del sentido
en un contexto nuevo. De aquí que, ya al pronunciar la omniabai·cante, varía, logra transformarse también la
súplica, le está dada respuesta. Cuando se presenta el experiencia de desdicha en experiencia de esperanza,
dolor ante el Dios que sufre, el orante se penetra de la consuelo, confianza y alegría. El dolor, por tanto, no
verdad de que no existe dolor humano que se pueda su permanece siendo el mismo que antes.
perar de otro modo que como lo supera Dios: por me Toda la tradición espiritual muestra que la oración
dio del amor. Además, en la oración el orante ofrece las no es para nuestro problema ninguna solución excesi
múltiples desintegraciones y los incontables absurdos vamente armonizadora y comprada a bajo precio por la
te en el horizonte de la promesa divina de vida. Expre cia concreta. ¿Cómo se puede legítimamente hablar de
sando su concreta experiencia de dolor, intenta actua- la oración que parte del dolor, si no es mirando a la
fue escuchado ( cf. Heb 5, 5- 7), aunque su circunstan na madura 7. Es ésta una convicción que se expresa en la
cia, «en sí» (¡qué punto de vista tan abstracto!), no va Escritura en ciertas frases que hablan del dolor como
rió. En esta misma línea de experiencia cristiana básica recurso educativo divino; pero es también una convic
si sitúa también aquella exclamación del apóstol Pablo: ción que cada cual puede verificar en sí mismo. Una
«Aunque nos vemos acechados por todos lados, no es persona que no sufre o que apenas sufre, que se hurta a
tamos aplastados; aun sin tener escapatoria, nos mante todas las situaciones dolorosas de la vida y omite la so
nemos animosos; estamos perseguidos, mas no abando lidaridad con los sufrientes, permanece en la puerilidad,
nados; abatidos, pero no perdidos; llevamos siempre los como un niño eterno. «Las personas que nunca han su
sufrimientos mortales de Jesús en nuestro cuerpo, pero frido, nunca han vivido. Quienes están cubiertos de ci
así la vida de Jesús se manifiesta en nuestro cuerpo» catrices albergan un fuego especial: han aprendido que
(2 Cor 4, 8). También: «Estamos muriendo y, sin em las heridas son como exámenes de la vida, pruebas de la
bargo, vivimos [ . . . ] Estamos afligidos, pero dichosos; vida que ponen de manifiesto nuestra fuerza, nuestras
8.
pobres, pero damos a muchos; gente que nada tiene, pe convicciones íntimas, nuestro carácter»
ro lo posee todo» (2 Cor 6, 9). La concreta experiencia Esto es verdad no sólo respecto del individuo, sino
del dolor y la muerte que tiene el apóstol está rota y so de la sociedad. Dorothee Salle señala: «Hay que pre
metida por la experiencia de fe de la vida pascual pro guntarse qué ocurre con una sociedad en la que se evi
metida y ya presente en primicia. Esta «dialéctica» de ta sin arancel alguno determinadas formas del dolor
experiencia de la muerte y consuelo pascual se prolon [ . . . ] en la que un matrimonio que empieza a verse co
ga a todo lo largo de la historia de fe de la Iglesia. Ca mo insufrible se rompe rápidamente y sin más; en la
bría aducir innumerables ejemplos de ello. que, tras la ruptura, no quedan cicatrices; en la que las
No sólo este lanzarse de la fe a la promesa del rei relaciones entre las generaciones se deshacen a toda ve
no futuro logra quitarle su aguijón de negatividad sin locidad, sin conflicto y sin dejar huella; en la que los
salida al dolor; también logra esta empresa la evidencia duelos son muy sensatamente breves; en la que los dis
de que un determinado dolor aquí y ahora, que en sí no capacitados y los enfermos salen rápidamente de las ca
hay modo de evitar, puede, precisamente como tal do sas y los muertos rápidamente de la memoria. Cuando
tante, si se soporta en amor a Dios, en solidaridad con el dolor; pero no creo que estemos destinados a sufrir para poder
el cambio de pareja se lleva a cabo según el modelo de lo previsible y posible para el hombre. Así, algo que
la venta del coche viejo y la compra del nuevo, las ex perturba el sentido de la cotidianeidad de los hombres
periencias que se vivieron en la relación fracasada que y los saca de sus caminos intelectuales acostumbrados,
dan infecundas. No se aprende nada del dolor: no hay expresa signitiva pero visiblemente, en la inesperada li
9.
nada que aprender» Cuando no se sufre, faltan la se beración de sus dolores, el amor de Dios y la promesa
riedad, la profundidad, la dignidad que son propias de la de la resurrección. Pero también confirma en la espe
persona madura. Porque cuando el hombre no se quie ranza de recibir un día de Dios la patria en la que ya no
�1'
todas las situaciones que producen dolor y se retira al
aquella frase sobre el dolor que escribió san Agustín:
t
caparazón de un «mundo seguro» que él mismo se ha
«El Dios omnipotente[ . . . ] como es sumamente bueno,
aquel cuya mirada, precisamente en la oración de fe, se Hemos establecido así el marco teórico dentro del
ha agudizado en lo que hace a la presencia y la acción cual ha de moverse la personal elaboración del dolor:
de Dios. En casos especiales, pueden también adoptar sólo quien ama consigue soportar, integrar y superar el
para el orante, por su carácter de inesperados, casuales, dolor. El que sufre en amor y por amor, sigue el cami
no suscitables, el pleno carácter de milagros. Por cier no del Dios que «prefiere sufrir con la Creación antes
to, milagros que, según el concepto bíblico, aluden a lo que retirarle su libertad»
1 1 ;
esa libertad que es el sen-
nipotencia no oprime a las criaturas, sino que las sitúa, SEGUNDA PARTE
mas, a fin de traer un día la ciudad de la que está es VIVIR CON LÍMITES
crito: «Dios enjugará las lágrimas de todos los ojos; ya
1
todo lo viejo se ha desvanecido. Y he aquí que todo lo
,,
1
¡I
1
LÍMITE Y EXPERIENCIA
D E L A MUERTE
r I
102 Vivir co11 límites Límite y experiencia de la muerte 103
sed de vida. Cuando hemos de aceptar restricciones y da, porque por ellos se constriñe y disminuye la pleni
circunscripciones, cuando nos falta aquello que nuestra tud del vivir. Hay que reconocerlo claramente: la vida
vida exige, los límites se convierten en duras barreras no muere una sola vez «al final»; el hombre tiene que ir
que se oponen a nuestro anhelo de estar plenos, de estar entregándola pedazo a pedazo, sucesivamente. Cuanto
salvos, de autorrealizarnos completamente. Aparecen más viejo se es, menores son las propias posibilidades
entonces sólo como lo que estrecha, restringe, impide y vitales. Toda decisión de peso implicó limitar las opor
destruye. Rozamos ásperamente contra ellos. Tales ex tunidades abiertas que se daban antes de la misma; to
periencias de los límites son las que viven ante todo los do año vivido resta al total de la vida. Y, desde luego,
enfermos y, en especial, los que sufren sin esperanza de toda enfermedad, todo dolor, toda incapacidad, signifi
curación, los que se encuentran inexorablemente impe can pérdida de fuerza y energía vitales. Las experien
didos y los que están condenados a la inacción, a la de cias de límite son, pues, anticipo e incoación del límite
das para siempre. Así pues, la vida, con sus múltiples Cada uno de nosotros tiene conocimiento de este lí
experiencias de límite, es siempre también, como ya mite extremo que es la muerte. Aun así, no son pocas
señalaba la más vieja sabiduría, un poco muerte. Enfer las personas que desarrollan una enorme capacidad pa
medades, dolores e incapacidades, fracaso y decepción, ra reprimir la conciencia de este archilímite de la vida
envejecimiento y pérdidas no son sólo emisarios de la y se aplican muchísimo a ello. El sociólogo estadouni
muerte sino efectivas presencias de la muerte en la vi- dense Goffrey Gorer habla directamente de una «pomo-
104 Vivir con límites Límite y experiencia de la muerte 105
1
grafía de la muerte» en la sociedad contemporánea , o se de límite. En vez de ser el lugar más fecundo del co
sea, de que hablar de la muerte y confrontarse expre nocimiento, como dijo en cierta ocasión el teólogo Paul
samente con ella se siente hoy como algo indecente, al Tillich, hoy los límites suelen ser escamoteados a base
modo en que antes eran sentidas la pornografía y la per de mentiras. ¿Cómo es esto?
2. B. Pascal, Pe ns é es, Paris 1987, 176 (versión cast.: Pensa des Glaubens a11 die Allmacht des Menschen, Reinbek 1979.
mientos, Madrid 2004). . .. 5. E. Jüngel, «Der alte Mensch- als Kriterium der Lebensqua
3. Cf. M. Fritzen, Diese seltsame Angst: Was ko111111t danach] : htat. Bemerkungen zur Menschenwürde der leistungsunfahigen Per
no, la persona que visiblemente está limitada (el enfer nales, las cuales suelen interpretarse como «variantes
mo, el doliente, el discapacitado, el viejo, el moribundo) reductivas de la vida humana normal y plenamente ca
6.
se halla en oposición diametral a las fantasías de omni paz de funcionar» A esta visión tan extendida de la
potencia de la sociedad moderna. Precisamente por esto enfermedad y la discapacidad, que las considera défi
los dolores, las enfermedades, las discapacidades, o sea, cits, se opone otra distinta. Para ésta, «la discapacidad
todo lo que limita, se reprime a los márgenes y, si es po no es como tal la capacidad funcional somática pertur
sible, se le hace desaparecer. bada de una persona, sino el resultado de una comuni
Tal es la tendencia de los últimos desarrollos de cación social dificultada e incluso destruida entre una
la diagnosis prenatal y de implantaciones, que tienen la persona que padece problemas orgánicos y su entorno
finalidad de lograr a cualquier precio que la vida enfer social [ . . . ] En consecuencia, la vida de la persona im
ma e impedida no llegue de ninguna manera al mundo. pedida ya no es una variación a la baja del ser humano
¡Ay de los padres que se atreven a tener un hijo al que normal, sino una variante normal de la existencia hu
El sistema afectivo de la sociedad ejerce sobre ellos Pero es justamente esta perspectiva, según la cual el
una presión enorme para que de ninguna manera trai auténtico problema de las discapacidades y las enfer
gan al mundo a un ser limitado por la enfermedad y la medades terminales es el de la comunicación entre los
discapacidad. Hace algunos años, un médico escribía no impedidos y los enfermos, la que nuestra sociedad
en un renombrado periódico una carta abierta donde, desplaza por el hecho de que los sanos perciben la vida
entre otras cosas, decía: «La madre de un niño con gra de los discapacitados como anormal, como «experien
Acompaña a esto el hecho de que se reduce el estar 6. A. Lob-Hüdepold, Menschenbilder in der Ethik «beliinder
se reduce a tener vivencias, a gozar del mayor número ren vivir indiscutiblemente su vida como una cadena in
posible de experiencias. No en vano, una obra de Ger interrumpida de experiencias gratificantes, ¿cómo no
hard Schulze dedicada a analizar nuestra sociedad con han de ver en los marginados tan sólo elementos pertur
temporánea lleva el elocuente título de La sociedad de badores muy desagradables y molestos, que no hacen
las vivencias ( «Die Erlebnisgesellschaft» ). En ella, el sino cubrir de sombras el ideal por el que ellos se em
criterio de la vida plena y con sentido es la plétora de peñan: el de una vida de lujos y deleites?
las cualidades vivenciales subjetivas en absolutamente Sin embargo, son precisamente las personas que su
Por su parte, Thomas Propper ha llamado la aten claro e imposible de esquivar lo que con tanta aplica
ción sobre el siguiente ejemplo, mínimo pero muy sig ción pretendemos reprimir, pasar por alto y no tomar en
nificativo: hace un tiempo, la publicidad de jabones lla consideración, o sea, el hecho de que todos nosotros,
maba la atención sobre su «eficacia limpiadora»; pasó sin excepción, tenemos que vivir con límites; con lími
luego a destacar su «perfume», mientras que lo que hoy tes que constituyen el anticipo de ese gran límite que es
9.
se subraya es que tal o cual jabón «mima tu piel» O la muerte. En los enfermos graves, en los que sufren y
sea, que hasta asuntos tan banales como la limpieza se están impedidos, vemos que la vida de todos nosotros
sitúan en el horizonte de la cualidad subjetiva de viven -dicho con palabras de Kierkegaard- es una «enferme
túneles de lavado de coches, cursos de meditación, una El enfermo y el discapacitado son, pues, la verda
discoteca o la Novena de Beethoven, todo se convierte dera refutación de esa loca ilusión actual de que somos
en vivencias que se hacen y se escenifican de modo que capaces de todo, y de esa tan ampliamente extendida
«uno se sienta a sí mismo» en ellas y experimente un opción vital que se atiene a la palabra programática vi
indescriptible bienestar. vencias. «El otro que sufre me muestra el carácter ilu
Pero entonces los marginados, o sea, los que no pue sorio de la expectativa de una vida sin dolor y un mun
den disfrutar al máximo, los viejos, los enfermos y los do libre de sufrimientos»!'.
discapacitados, ¿qué podrán ver en esta sociedad de las Las personas con discapacidad nos estorban porque
vivencias «que no sea la cínica conjura de los que lo tie nos recuerdan nuestra propia limitación, nuestra de
ción y el sentido de su vida en él mismo, sino que de manos son los hambrientos y oprimidos, los rechaza
pende de los demás, de lo demás y, en última instancia, dos, los pobres y enfermos. En una situación así hay
de la transcendencia que desde la fe llamamos Dios: el que aprender a descifrar el lenguaje de la desgracia si
nuestro mundo hoy. los enfermos, los que sufren y están impedidos ; nos an
Así, un filósofo como Georg Picht, a la vista de es gu stia que l i teralmente nos pong an ante los ojos que el
ta ocultación actual de los límites que desemboca en lo modelo vital que se guía por la consigna: «Querer te
inhumano, recuerda: «Hace mucho tiempo que lo que nerlo todo, querer vivirlo todo, querer rentabili z ar todo
existencia: en la enfermedad, el dolor y la miseria. Hoy En consecuencia, los que sufren son apartados en
los humanos no son los que se han acomodado, los viándolos al hospital , a la residencia de ancianos y a
hartos y los que se atienen a las normas [ . . . ] Los hu- los centros para discapacitados. Pero a menudo tampo-
12. D. Bonhoeffer, Scliopfung 1111d Fa//, München 1 9 6 8 , 60. 13. G. Picht, Mut zur Utopie, München 1969, 150.
1
112 Vivir con limites Límite y experiencia de la muerte 113
co en estos lugares se acepta, o ni siquiera se plantea, pecto de lo que más necesitan ayuda: en lo referido a
el reto que cada uno de ellos personalmente supone. afrontar sus limitaciones y, en definitiva, sus angustias.
En los hospitales y las residencias no es raro que el do Tienen que aprender a vivir con sus específicos límites,
liente se vea convertido en un mero «caso», o que se que muchas veces son enormemente graves; para ello
sienta tratado como un niño por cuidadores y enferme necesitan socorro y consuelo. El trato de puro cuidado
ros que ante él se arrogan el papel del más fuerte; tam clínico no llega muy lejos. El reto para el médico y el
poco es inusual que para los médicos la enfermedad o cuidador -como para los miembros de la familia- es no
la discapacidad misma despierte más interés que el pa sólo sanar, sino literalmente confortar. Pero sólo pueden
'11
1 ,
14•
der resolver por ellos mismos sus problemas» Lo que
Ahora bien, ¿qué caminos hay que recorrer en con
les importa es, sencillamente, sentir proximidad y sin
creto para llegar a manejar las limitaciones -o sea, la
tonía humana en la desdicha de su enfermedad, de su
enfermedad, el dolor y la minusvalía- y cómo se pue
discapacidad. Pero, en lugar de eso, no es excepcional
de prestar ayuda para lograrlo?
DIMENSIONES IMPLICADAS
· \
RECONOCER
quedado dañada.
plemente a alguien la verdad sobre su estado y dejarlo a trar sentido es algo que no puede hacerse ge espaldas a
continuación abandonado a su suerte. Aceptar los lími la verdad y que no puede ocurrir sin que se verbalicen
tes es para todos, y desde luego para los enfermos gra las limitaciones que se experimentan: el sufrimiento, el
ves y los impedidos, y para sus familiares, un proceso dolor del cuerpo y la impotencia del alma. Sólo dialo
que no se lleva a cabo simplemente con una conversa gando pueden descubrirse y abrirse nuevas posibilida
ción, por buena que ésta sea. des y perspectivas. Al que se atreve a ver los límites y
No es conveniente dejar que los enfermos y sus fa a hablar de ellos, se le abre la oportunidad de encontrar
miliares hagan solos algo habitualmente tan dificil co un sentido nuevo a la vida.
MADURAR
capacitados en ilusiones y falsas esperanzas acerca de
contrar aún sentido a su quizá ya limitadísima vida. ce que uno fije toda su atención en sí mismo. «La re-
ta, no queda lugar para la elaboración del dolor. Encon- Wuppertal 1975, 64.
118 Vivir con límites Di111e11sio11es en el 111a11ejo del dolor 119
gión del cuerpo que duele parece extenderse enorme da en que les demuestra que, pese a su debilidad, con
4.
mente, invadir las demás regiones y hacernos olvidar servan al menos un poder: el de hacer daño»
que existen. No se es más que muela, cabeza, estóma En efecto, la enfermedad puede dar pie a un egoís
go . . . »2, dependiendo de qué nos duele. Cuando vive mo brutal que abusa de los próximos. Pero si el sufrien
feliz, la persona sale de sí misma, mientras que «el do te combate esta tentación de convertirse en el centro de
lor, en todas sus formas, la lleva a cerrarse a todo lo todo y, con la ayuda de las buenas personas que le ro
que no está de un modo u otro en relación con él. Tal li dean -y normalmente tras un proceso largo y doloro
mitación del campo de percepción, tal andar constan so--, consigue salir de sí en vez de hacerse un ovillo so
temente vuelta hacia sí, no afecta exclusivamente a la bre sí mismo, y logra aceptar con paz su situación en
esfera emocional, sino también a la intelectual[ . . . ] El vez de protestar, es que ha superado en gran medida el
afectado se pregunta por qué ha de doler tanto y duran reto y la prueba que le ha propuesto el dolor, y que le
te tanto tiempo esta herida, este órgano, esta parte del abren a la vida de una forma enteramente nueva.
cuerpo. ¿Por qué precisamente yo, precisamente ahora, Salir de sí: tal es la meta y, al mismo tiempo, el ca
precisamente aquí? [ . . . ] L a s preguntas espoleadas por mino auténtico y la piedra de toque del manejo del do
3.
el dolor tienen la índole de la protesta» lor. Pero salir de sí es también una actitud que perte
Pero la protesta conduce a la agresividad. Es como nece al centro de la fe cristiana en la forma del salir de
si el enfermo expulsara fuera de sí los dolores y las mi sí para abandonarse en Dios. La Escritura enseña que
nusvalías proyectándolos en forma de odio sobre otros «quien pierde su vida, quien la abandona, la ganará»
factores y otras personas. Sabemos bien que los que (Le 1 7 , 33). Formulado más en general, quiere decir es
sufren y quienes se ven impedidos pueden llegar a ser to que quien se desprende de las fantasías de omnipo
muy agresivos, malignos e incluso brutales, a veces de tencia pueriles e inanes y reconoce que no se puede asir
modo muy sutil. Friedrich Nietzsche, por ejemplo, re la vida y exprimirla, como un limón, hasta la última go
salta esto: «Cuando uno vive en contacto con personas ta; quien ha comprendido que ha recibido de Dios como
enfermas y deprimidas, se pregunta si sus clamorosas un «préstamo» la vida, para que la haga fructificar den
quejas, sus gemidos y la expresión de su desdicha no tro de sus numerosas limitaciones y restricciones (que
persiguen en el fondo la finalidad de hacer daño a quie todos tenemos siempre, aunque sean diferentes en cada
nes están a su alrededor: la compasión que éstos les ma uno), es el que, finalmente, ha llegado a ser una persona
nifiestan consuela a los débiles y dolientes en la medí- madura; el que, finalmente, vive con pleno sentido. Por-
2
2. H. Plessner, Lachen 1111d Wei11e11, Bern 1 9 5 0 , 77. 4. F. Nietzsche, Menschliclies, Allzumenschliches, edición de
que el logro supremo de la vida, que un día se nos exi más íntimo y más apasionado cuando se espera morir
7
girá a todos, consiste en, como lo expresa la psicóloga pronto, sino que la vida entera se enriquece» •
suiza Margrit Erni, «afrontar la muerte y poder dejar En efecto, la vida de quien asume el límite que es la
nuestra vida, con sus logros y sus éxitos. Se trata, por muerte y todas las limitaciones que hacen a ésta presen
tanto, del más dificil empeño: consentir que algo suce te, gana en hondura, y sin tal experiencia transcurre su
5.
da con nosotros mismos» perficial y hasta puerilmente. «Las personas que nunca
Quien se deja y se abandona es sostenido. El que han sufrido, nunca han vivido. Quienes están cubiertos
puede morir es también el que puede de veras vivir, de cicatrices albergan un fuego especial», insiste Elisa
8
con pleno sentido. Por esto, no son pocas las personas beth Kübler-Ross . Sólo se vive con intensidad, auten
para las que la experiencia de la enfermedad, el dolor o ticidad y madurez si se aceptan las propias limitacio
la discapacidad soportada en el pasado o en el presen nes dolorosas. La vida humana es fecunda únicamente
te con fe, ha significado el descubrimiento de la ver cuando puede abandonarse y entregarse con la esperan
dadera existencia humana, la cual no se realiza en el za de que así se ganará. Podemos remitir al hecho de
afán de poseer y aferrarse, sino en el abandono. Cuan que en la historia de la humanidad las carencias físi
do así ocurre, son verdad también respecto de la enfer cas y los dolores psíquicos han sido a menudo el punto
medad y la discapacidad aquellas hermosas palabras de partida de logros supremos en el arte, la filosofia, la
de Teilhard de Chardin: «Para el que cree, todas l a s c o ciencia y la economía; es una verdad que vale para to
6.
sas resplandecen» dos los hombres sin excepción. Y tal es el mensaje que
Tener el límite de la vida a la vista y aceptarlo pue constantemente enseña la Biblia: sólo el grano de trigo
de desembocar en un enorme incremento de la inten que muere da fruto; sólo quien entrega su vida la gana.
6. Citado por F. Wetter, Gelieimnis unserer Hoffuung, M ü n muerte. Lectura esperanzada de los «Novísimos», Santander 1 9 8 1 ) .
sus diferentes relaciones. Si es verdad lo que dijimos al neja, manifiesta la preeminencia de la persona respecto
principio, o sea, que la vida del discapacitado y del en de la rentabilidad y el rol social. Es justamente así como
fermo grave no es una «variante a la baja» de la vida puede volverse para su entorno un signo e incluso una
normal, sino una «variante normal de la existencia hu fuente de energía. En este sentido, resultan muy acerta
mana puesta en condiciones diflciles», importa enton das estas palabras que escribió Hans Herzog: «Aún más
ces construir tales relaciones entre quienes no están que los enfermos a los sanos, necesitan los sanos a los
impedidos y quienes sí lo están, relaciones que den co enfermos. Los enfermos caen en la cuenta antes que los
mienzo a «condiciones positivas». Para ello, resulta sanos de hasta qué punto la pura glorificación de la vi
esencial que las personas que no están impedidas se es da es cuestionable y ambigua. El ser humano individual
fuercen en que la comunicación con los enfermos no y la sociedad, tanto la que está sana como la que es
degenere convirtiéndose en una vía de un solo senti tá enferma, e incluso la sociedad que hace enfermar a
do, sino en una experiencia donde también ellos se en sus miembros, únicamente recuperan su sentido donde
riquecen. Las personas que sufren pueden desplegar, y cuando el dolor, la enfermedad y la muerte se aceptan
9.
precisamente debido al dolor que aceptan y consienten, como parte de la vida y no se los intenta escamotear»
una inmensa capacidad de amor y una enorme irradia Desde mi punto de vista, este mensaje debería, a ser
ción amorosa. Cuando en las familias o las sociedades posible, ser transmitido amorosamente por el discapa
hay un enfermo grave o un discapacitado, es muy fre citado, pero también ser a su vez amorosamente recibi
¿ Cómo se puede entender que un enfermo sea pre Naturalmente, no es sólo el enfermo quien da. Al
cisamente el centro de su familia? En primer término, ser aceptado, afirmado y amado por los que están cerca
la familia se mantiene unida, literalmente, por los co de él, sobre todo por los miembros de su familia y por
munes cuidados al enfermo. Va toda ella en la misma sus amigos, y al ser, además, reconocido en su valor e
dirección; tiene una tarea común, una meta común. Y el importancia, logra él también afirmarse y aceptarse
paciente ha de aceptar ser el objeto de la ayuda y el cui a sí mismo con sus limitaciones. Intercambiando amor,
dado de los demás; tiene que aceptarlo sabiendo que, al dando y recibiendo, es como tiene lugar el verdadero
estar dispuesto a dejarse ayudar, es simultáneamente manejo del dolor. «Quien ama puede sentir dolores, te
quien da; porque los demás pueden experimentar muy ner atormentada el alma y amenazado el cuerpo; si ama
de cerca en él que cabe vivir, incluso padeciendo limi y mientras ama [ . . . ] lleva en sí la dicha que no puede
en Agustín de Hipona. También es Agustín quien ve tal Ocurre algo extraño con la esperanza: tiene dos ros
amor fundado últimamente en D i o s . Y puesto que es tros 1 2 . Existe esa forma de la esperanza en la que uno
Dios quien dice a cada hombre su «sí» inquebrantable, espera que le sucedan ciertos acontecimientos determi
todos estamos invitados y capacitados para decirnos sí nados; por ejemplo: espero curarme, espero vivir más
a nosotros mismos y decirlo a los demás, quizá tras un tiempo, espero alcanzar las metas vitales que llevo per
proceso trabajoso y paciente, y a pesar de todos los lí siguiendo desde hace tanto. Esta clase de esperanza se
mites, todas las restricciones y todos los impedimentos. ve defraudada con mucha frecuencia. Sin embargo, ta
Pues el amor de Dios que, como dice Pablo, ha sido de les decepciones no deben abocarnos a desesperar por
rramado en nuestros corazones, tiene largo aliento; no completo, a abandonar toda esperanza. La des-ilusión
se deja cegar ni amargar. «Lo soporta todo [ . . . ] lo es puede también querer decir la liberación de las ilusio
pera todo, lo resiste todo» ( 1 Cor 1 3 , 4 . 7 ) . nes; puede, precisamente, construir así una forma nue
Así, pues, también es el amor el que supera la an va de la esperanza; una esperanza que ya no se expresa
gustia y pone en tela de juicio la inalterabilidad de los en oraciones completivas. Es ésta una esperanza que ya
límites; incluso los hace saltar por los aires. Si es cier no tiene un contenido fijo, sino que levanta cabeza jus
to que, como dijimos al principio, toda experiencia de tamente cuando se quiebran todas las esperanzas que sí
es verdad la expresión del Cantar de cantares: «Más Con la palabra «espero» confiesa el que espera que
fuerte que la muerte es el amor» (Cant 8, 6). En nues nada de lo que sucede ni nada de lo que pueda suceder
tro tiempo, Gabriel Marcel ha escrito esta variación: queda para él inapelablemente concluido. Él edifica so
11.
«Amar a alguien significa decirle: No m o r i r á s » El bre la base de que lo que parece sin salida y perfecta
amor constituye la protesta más radical contra la muer mente fijo no es lo definitivo, sino que todo linda con
la esperanza.
10. L. Boros, Erlostes Dasein, 23. 58 (versión cast.: Hamo viatoi: Prolegomenos a una metafisica de la
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1
¿En qué se basa esta esperanza? ¿Cabe dar razón todo, la fe cristiana en la resurrección de los muertos y
responsable de ella? Desde luego, no es incorrecto de la vida eterna testimonia esta esperanza que no frustra
cir que la esperanza se basa en una especie de con límite alguno. De aquí que Pablo, en su Carta a los ro
fianza originaria e «innata» en la vida, en el sentido de manos, ponga «los dolores del tiempo presente» a la luz
las palabras de Gabriel Marcel, según las cuales «en la de la esperanza de la gloria futura, prometida por Dios
raíz de la esperanza hay algo que nos es literalmente ( cf. Rom 8, 1 8 - 3 9 ) . Esta esperanza no elimina la furia
innato». Otra frase suya afirma que la esperanza «es la del dolor ni el lastre de las discapacidades, pero mantie
13.
materia de la que quizá esté hecha nuestra a l m a » O ne en constante alerta el «grito apocalíptico»: «¿Dónde
sea, que hay en las profundidades del hombre una ex está Dios?», ¿dónde está el Dios que prometió al ser hu
traña fuerza que dice: «A pesar de todo»; que está se mano una vida dichosa, sin límites ni obstáculos? Y en
gura de que la vida ajena o propia con minusvalías, in este grito que es a la vez queja y protesta, y también es
capaz de rendir, marcada por la muerte, también tiene peranza y confianza, puede el hombre afirmarse en la fe
sentido. Es un poder que se opone a la realidad fáctica, y hallar suelo firme bajo sus pies.
infectada por la muerte, y la desafia. Para el que intenta afrontar su dolor a la luz de la fe
Hasta la filosofia crítica de la modernidad sabe de cristiana, se añade aún algo más: el Dios de la Biblia
tal esperanza. En este sentido, por ejemplo, Theodor W no es un Dios que se sienta en su trono, en las alturas
Adorno escribe: «Al final, la esperanza, en lucha con la olímpicas, y reina sobre el valle de lágrimas de este
realidad y desafiándola, es la única figura con la que mundo y se desentiende de los abismos de su Creación
aparece la verdad»
14
•
en su vida de dicha eterna, como mirando desde arri
Wiesel, un judío testigo presencial del campo de exter de esta esperanza le llega del médico, de los enferme
minio de Auschwitz, relata este suceso: «Los SS ahor ros y los cuidadores.
caron a dos hombres y un chico judíos ante toda la Yo mismo he vivido lo siguiente: cuando hace unos
gente del campo reunida. Los hombres murieron rápi años tuve que someterme a una serie de operaciones
damente; la lucha del chico con la muerte duró una me más bien complicadas, un médico asistente que me ha
dia hora. '¿Dónde está Dios? ¿Dónde está?', preguntó bía tratado poco antes de la primera gran operación vi
alguien detrás de mí. Cuando después de largo rato se no a saludarme. Al terminar su visita, justo cuando sa
guía el chico retorciéndose en la horca, oí que aquel lía de la habitación, se volvió y dijo con toda sencillez
hombre volvía a exclamar: '¿Dónde está Dios ahora?'Y (aún me parece oír el extraño acento eslavo de su voz):
oí una voz en mí que decía: '¿Que dónde está? Ahí está «Todos estamos en las manos de Dios». Seguramente,
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[ . . . ] Ah í está, pendiendo de la horca'» • el médico no sabía que soy sacerdote, de modo que no
El Dios de la revelación bíblica sufre con el que cabe sospechar que sólo quería darme la impresión de
sufre y en los que sufren, a fin de estar con ellos y lle que era un hombre piadoso.
varlos a una vida sin límites. Partiendo de esta convic Estas palabras, dichas por la boca de un médico, me
ción de fe, incontables personas han encontrado fuerza hicieron un bien indecible. Expresaban que tanto sanos
para vivir con sus limitaciones y sus dolores y para es como enfermos vamos en el mismo barco, porque todos
perar. A nadie se le puede hacer una demostración de experimentamos, cada uno a nuestro modo, los límites
esta fe y esta esperanza; pero cuando alguien, quizá en de nuestra vida, anticipaciones del gran límite angustio
medio de todas las impugnaciones imaginables, lleva so de la muerte. Pero sanos y enfermos vamos también
en sí esta esperanza de fe, se ve desafiado a exponerla en el mismo barco en la medida en que mantenemos en
y testimoniarla a quienes experimentan los límites con común la esperanza y podemos reforzarnos los unos
dolor; no indiscreta e importunamente, con la insisten a los otros en ella: «Todos estamos en las manos de
cia del sectario, sino como sencillo testimonio de la Dios». Se puede vivir con límites, se puede manejar el
propia vida; pues la esperanza se transmite a través de dolor no con represiones y silencios, sino mirando vale
ejemplos, a través de hombres que esperan. Cuando el rosamente el límite y aceptándolo, siempre con la espe
entorno de un enfermo, de alguien que sufre, está mar ranza de que el límite no tiene la última palabra.
ANTIGUO TESTAMENTO
Isaías 4 3, 1 : 1 2 6 6: 124
NUEVO TESTAMENTO
Lucas 1 7 , 3 3 : 1 1 9 2 Corintios 6, 9 : 94
Romanos 8, 1 8 : 75 1 Timoteo: 1 , 1 5 : 5 8
Romanos 8, 1 8 - 3 9 : 1 2 7 Hebreos 2, 1 8 : 83
Romanos 8, 2 6 : 83 Hebreos 5, 8 : 82
1 Corintios 1 5 , 2 8 : 87
ÍNDICE DE NOMBRES
Alszeghy, Z . : 3 7
Erni, M . : 120
Berger, K . : 27 Flick, M . : 37
Berger, P. L . : 19 Fohrer, G . : 79
Blumenthal, D. R . : 46
Buber, M . : 79 16
Burkle, R . : 75 121
5 3 , 56s, 79, 8 1
Herzog, H . : 123 Marce), G . : 124, 1 2 6 Teilhard de Chardin, P.: 64, Weil, S . : 74s
Metz, J. B.: 26s, 31, 45, Tillich, P.: 105 Wetter, F.: 120
Müller, G. L . : 88 Vordermayer, H . : 87
Janssen, H. G . : 26
Nietzsche, F.: l l 8s
Kant, I. : 2 1 s
65 Pesch, O. H . : 18
Scheuer, M . : 3 5
Prólogo 9
Primera parte
DEL PROBLEMA .. . .. . . . . .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. 15
3. CREACIÓN Y DOLOR 61
« ¡ N o acepto!» 73
5. SUPERAR EL DOLOR 89
Segunda parte
DOLOR 115
Reconocer 115
Madurar......................................................... 117
Amar 121
Esperar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
C !a � r. :- ' · I , / /\; 0. 4 Í • ÜQ