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Library History, vol. 24, No. 1, Marzo 2008, 1-22

“Sangre de las piedras”: Censura y las prácticas de lectura de los


presos políticos sudafricanos, 1960-1990.

Archie L. Dick
Universidad de Pretoria, Sudáfrica

Este articulo muestra cómo los presos políticos sabotearon la censura en las cárceles del
apartheid de Sudáfrica. Los diarios de la cárcel, biografías autorizadas, autobiografías,
memorias de la cárcel entrevistas y cartas desde la prisión de más de cincuenta presos
políticos y dos censores carcelarios son analizados para describir las prácticas de lectura
de los presos políticos sudafricanos. El artículo, demostrando las formas en las los
lectores regulaban su propio espacio de lectura, concluye que los libros que llegaban
fortuitamente o eran filtrados por los censores en las bibliotecas carcelarias en Sudáfrica
y en poder de los presos políticos, afectaron profundamente su pensamiento. A partir de
fragmentos de información los presos reconstruyeron noticias y experiencias de vida
que les fueron negadas por las autoridades carcelarias. Leer de forma que subvirtiera las
intenciones de los censores, en efecto, permitían a los presos continuar su lucha política.

Introducción

Fue irónico que como preso político Raymond Suttner se cruzara con un pasaje de
“Cartas desde la prisión” de Antonio Gramsci sobre la lectura de libros1. Gramsci fue
arrestado el 8 de noviembre de 1926 por el gobierno fascista de Benito Mussolini. Fue
sentenciado el 4 de junio de 1928 junto con otros comunistas italianos y falleció seis
días después de su liberación el 21 de abril de 1937. En el pasaje explicaba que las
bibliotecas carcelarias no deberían ser subestimadas. Agregó que un ‘preso político
debe estrujar sangre hasta de una piedra’, y que ‘cada libro…puede ser útil de leer’2.

Éste es el por qué Ngugi wa Thiong’o descubrió en la cárcel de máxima seguridad de


Kamiti cuando encontró una afirmación en la “Metafísica” de Aristóteles, que había
esquivado al censor de la cárcel. A fines de diciembre de 1977 Daniel arap Moi, por
entonces vicepresidente de Kenya, ordenó la detención de wa Thiong’o. Estuvo preso
por la Ley de Seguridad pública durante un año sin juicio. La afirmación de Aristóteles
sostenía que una investigación de la verdad es tanto difícil como sencilla, y wa
Thiong’o interpretó esto como una defensa de la diversidad y la tolerancia debido a
puntos de vista y posiciones encontradas.3

En este artículo demuestro cómo formas imaginativas en donde libros y lectores


interactúen pueden minar a la censura. Reglamentar la lectura de presos políticos es un
tema contradictorio y complejo con resultados sorprendentes, a menudo no
intencionales porque los libros y los lectores desafían el logro sencillo de los diseños
1
R.Suttner, Dentro de una cárcel del apartheid: notas y cartas de una lucha (Pietermaritzbur: University
of Natal Press, 2001) 177-178. Un listado alfabético de los presos políticos mencionados en este artículo
es brindado en un apéndice abajo. Deseo agradecer a Al Kagan, Dan Schiller y Boyd Rayward por sus
comentarios en los primeros borradores.
2
F. Rosengarten (ed), Cartas desde la prisión – 1, traducido por R. Rosenthal (New Cork: Columbia
University Press, 1994) 262-263.
3
N.wa Thiong’o, Licencia para escribir: encuentros con la censura, Estudios comparados de Asia del sur,
Sudáfrica y el Cercano Oriente 23:1&2 (2003) 57.
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especiales de los censores. Los académicos sudafricanos de la historia del libro


sostienen en un contexto distinto, pero uno de relevancia para este argumento, que: ‘Los
libros establecen ámbitos; ellos son campos de fuerza que pueden reacomodar el espacio
y la gente.’4

Las experiencias de Gramsci y wa Thiong’o indican que estos campos de fuerza cargan
a los espacios carcelarios y a los lectores con cualidades inusuales. Los lectores pueden
generar pensamientos originales y experiencias de la variada colección de libros que
acaban en las bibliotecas carcelarias y en la posesión de presos políticos ya sean
fortuitamente o filtrados por los censores. De fragmentos de información, más aún, los
presos políticos pueden reconstruir las noticias y las experiencias vitales negadas por
las autoridades carcelarias. Los lectores, en otras palabras, reglamentan su propio
espacio de lectura5.

El artículo observa qué, cómo y por qué leen los presos políticos anti-apartheid. Sus
prácticas de lectura ofrecen revelaciones sobre cómo la censura simultáneamente tuvo
éxito y fracasó en la cárcel. 6. Se entiende como censura en este texto en su concepción
clásica o tradicional como las formas directas, concretas de intervención regulatoria de
las autoridades políticas (el estado apartheid) para controlar la forma y el diseño de
ideas sobre una creencia política.7. Esta perspectiva de censura, como una intervención
autoritaria de una tercera parte entre el autor y el lector, ingresa al circuito de la
comunicación y su aplicación ampliada por los historiadores del libro y la lectura.
Considera a los libros como artefactos y a los lectores como participantes activos en la
creación de significado a partir de textos. 8 Pero las influencias de mediación de fuerzas
como la de la persona, la socio-política y otras fuerzas son también analizadas aquí. De
esta manera, la censura no es tan sólo un ‘arma represiva con resultados predecibles’
sino que “se transforma en un proceso inestable de acciones y reacciones en la lucha
por el poder’.9

Encarcelamiento político y narraciones carcelarias.


4
I.Hofmeyr y S.Nuttall con C.A. Michael, El libro en África, Escritura actual 13:2 (2001)2.
5
Para vínculos entre reglamentación de lectura y una cultura lectora, ver A.L. Dick, Historia del libro,
historia de la biblioteca y cultura lectora de Sudáfrica, South African Historical Journal 55 (2006)33-45.
6
La lectura en la isla Robben fue intensa y extensa – ver B.Hutton, Isla Robben: símbolo de resistencia
(Johannesburgo: Sached; Bellville; Mayibuye Bookds, 1994)69. Algunos albúmes de recortes y
cuadernos están disponibles para ser leídos – ver Archivos Mayibuye (de aquí en más MA) Colección de
la isla Robben, Universidad del Cabo occidental, Bellville, Ciudad del Cabo, Cajas 53 y 73). Este artículo
no considera los cuadernos guardados para educación política (“umhrabulo’-bebiendo) en la isla Robben,
que también precisó lectura clandestina – ver G. Mbeki, Aprendiendo de la isla Robben: los escritos de la
prisión de Govan Mbeki (Londres: James Currey; Athens: Ohio University Press; Ciudad del Cabo: David
Philip, 1991).
7
La defensa de la ‘Nueva Censura’ amplía la visión en donde la interacción social y la comunicación está
afectada por censura ‘constitutiva’ y ‘estructural’ – ver B. Müller , Censura y reglamentación cultural:
mapeando el territorio, en B. M¨ller (ed), Censura y reglamentación cultural en la edad moderna
(Ámsterdam, Nueva Cork: Rodopi,2004)1-31; R.C.Post (ed), Censura y silenciamiento: prácticas de
reglamentación cultural (Los Ángeles: Getty Research Institue, 1998).
8
D. Finkelstein y A. McCleery, Una introducción a la historia del libro (Nueva York: Routledge, 2005)
7-27.
9
Müller, Censura y reglamentación cultural,25.
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Si bien una fuente sostiene que entre 1960 y 1990 aproximadamente 80.000 personas en
Sudáfrica fueron detenidas sin juicio, hubo probablemente muchos más presos
políticos.10 Sólo en 1978 hubo 440 presos políticos condenados, principalmente del
Congreso Nacional Africano (ANC, en inglés) y el Congreso Pan Africanista (PAC, en
inglés), de los cuales 400 estuvieron en la isla Robben y el resto en las cárceles de
Pretoria Local y Kroonstad.11 El Congreso Nacional Africano, el partido político
gobernante en la actualidad, fue fundado en 1912 como el Congreso Nacional Nativo
de Sudáfrica. Comenzó como una organización moderada, hasta conservadora, pero
optó por la lucha armada contra el régimen del Partido Nacional luego de ser prohibido
en 1960. Su ala militar fue denominada umKhonto we Sizwe (Lanza de la nación). El
Congreso Pan Africanista fue establecido en 1959 al escindirse miembros Africanistas
del ANC bajo la presidencia de Robert Sobukwe. Su ala militar fue denominada Poqo
(que significa ‘solo’ o ‘puro’).12

Estos presos representaron un corte transversal de la sociedad sudafricana que se opuso


al estado de apartheid y sus políticas. Ellos incluían hombres y mujeres, viejos y
jóvenes, la clase trabajadora y la clase media y miembros negros y blancos de varias
organizaciones y movimientos políticos. Si bien la definición de presos políticos es
vaga, un informe especial sobre encarcelamiento político en Sudáfrica en abril 1991
identificó conexiones con actividades que entraban en tres categorías: lucha armada;
organización y movilización política; y acción popular contra el estado apartheid.13

Los presos políticos se mantuvieron juntos con los presos comunes a principios de los
años sesenta. En una carta al gobierno sudafricano en junio de 1964, la Cruz Roja
Internacional urgía la separación y el tratamiento de presos políticos como un grupo
distinto que requería de tratamiento especial. Pero el Ministro de Justicia y Prisiones,
Piet Pelser, anunció en enero 1967 que “con la posible excepción de Robert Sobukwe,
no había presos políticos en Sudáfrica’.14 Pelser consideró a esta categoría de presos,
por el contrario, como “ofensores contra el estado” condenados y sentenciados por los
Juzgados por delitos graves contra la seguridad pública y la seguridad del estado.15
Estos ‘delitos graves’ a menudo consistieron en la pertenencia a una organización
prohibida, concurrir a una reunión, repartir panfletos o simplemente pintar una frase.

Un creciente cuerpo de literatura carcelaria – diarios de prisión, biografías autorizadas,


autobiografías, memorias de la cárcel, entrevistas y cartas desde la prisión – brindan
recuentos personales de los tipos más horribles de tortura y humillación en la Sudáfrica
10
Comisión de los Derechos Humanos, Violencia en el encarcelamiento, en B.McKendrick y W.
Hoffmann (editores), Gente y violencia en Sudáfrica (Ciudad del Cabo: Oxford University press, 1990)
410-413, M. Coleman (ed), Un crimen contra la humanidad: analizando la represión del estado de
apartheid (Ciudad del Cabo: David Philip, 1998) 43-67,
11
J. Schadeberg, Voces desde la isla Robben (Randburg: Ravan Press, 1994) 48.
12
Para el ANC, C. Saunders (ed), Historia ilustrada del digesto del lector de Sudáfrica: la historia real
(Ciudad del Cabo: Reader’s Digest Association, 1989) 486; El congreso panafricano, Saunders, Historia
ilustrada de Sudáfrica, 490.
13
Encarcelamiento político en Sudáfrica; Informe especial SR-10 (Johannesburgo: Comisión de
Derechos Humanos y Londres: IDAF Publications, 1991) 3-4.
14
Citado en Cárceles sudafricanas y la investigación de la Cruz Roja: un examen por el fondo para la
defensa y ayuda internacional, con el testimonio de los presos. (London: Christian Action Publications,
1967)5; ver también B. Hirson, Revoluciones en mi vida (Johannesburgo, Witwaterstand University
Press, 1995) 339.
15
J.Middleton, Convicciones. Una presa política recuerda (Randburg: Ravan Press, 1998) 113.
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del apartheid y otras cárceles africanas.16 Varios presos fallecieron encarcelados,


muchos más sufrieron daño físico y psicológico a manos de los interrogadores y policía
de seguridad y unos pocos intentaron el suicidio en la cárcel.17

En estas narrativas carcelarias, también existen referencias a las luchas por el acceso a
los materiales de lectura; sus usos, abusos y papeles en la resistencia contra las
autoridades penitenciarias; discusiones con los censores penitenciarios; lectura para
delinear vidas personales y políticas y para mantener contacto con el mundo exterior; y
la utilización de los libros para experimentar una vida lo más “normal” posible en
circunstancias traumáticas.18

Los comentarios sobre libros, censura y lectura por más de cinco presos políticos y dos
censores carcelarios registrados aquí coinciden en algo especial acerca de sus vidas
lectoras. Las experiencias personales y el significado subjetivo de los libros y la lectura
durante los períodos de encarcelamiento, la espera del juicio y la ejecución de la pena
expresan una dimensión que no es capturada por las estadísticas, informes objetivos y
encuestas.

Preocupaciones metodológicas sobre la calidad autobiográfica y algunas veces calidad


ficcional de la literatura carcelaria son expresadas a manera de crítica.19 Pero los escritos
políticos carcelarios son generalmente considerados como creíbles y fuentes
documentales válidas sobre las experiencias carcelarias. También parece posible
verificar y validar sucesos y recolecciones personales del creciente número de

16
Una útil bibliografía anotada es la de K.Carollo, Narraciones carcelarias africanas contemporáneas:
una bibliografía anotada. Gracias a A. Kagan por brindarme una copia. Una valiosa fuente no incluida en
dicha bibliografía es Maina wa Kinyatti, Madre Kenya: cartas desde la prisión, 1982-1988 (Londres:
Vita Books, 1997). Para las condiciones carcelarias sudafricanas en los cincuentas, ver S. Bunting, Las
cárceles del apartheid, Sudáfrica en el exilio, 4:4 (Julio-Septiembre 1960)42-48. Por informes y cantidad
de tortura física y psicológica en los presos políticos sudafricanos, ver S.Cronje, Testigo en la oscuridad:
tortura policial y brutalidad en Sudáfrica (Londres: Christian Action, 1964); Maltrato y tortura de
presos en Sudáfrica: informe del Comité especial sobre apartheid, relator: Sr. Barakat Ahmad (India),
Únase sobre el Apartheid, Departamento del consejo de asuntos políticos y de seguridad (Nueva York:
Naciones Unidas, 1973); Encarcelamiento político en Sudáfrica: un informe de Amnistía Internacional
(Londres: Amnistía Internacional, 1978); Tortura en Sudáfrica: documentos recientes (Instituto católico
para las relaciones internacionales; Foro de los Derechos Humanos; Comisión Internacional de Juristas,
1982).
17
Looksmart Solwande Ngudle, Joseph Mdluli, Hoosen Haffejee, Ahmed Timol, Steve Biko, Neil Aggett,
Imam haron y muchos otros murieron en la cárcel. Por nombres de otros que fallecieron en el
encarcelamiento, ver W. Madikizela-Mandela, Prólogo, en F.Meer, Diario de la cárcel: ciento trece días.
1976 (Ciudad del Cabo: Kwela Books: 2001)8-9; Muertes en custodia: siete casos recientes en Sudáfrica
(Comisión de abogados para los derechos humanos, 1986). Por detalles de intentos de suicidio de presos
políticos, ver R. First, 117 días: un recuento de confinamiento e interrogación bajo la ley de detención de
los noventa días de Sudáfrica.(Londres: Bloomsbury, 1988)130-131; J. Cantor, Una sepultura saludable
(Londres: Maíz Hamilton, 1967) 106-107; para el caso de Mac Maharaj, ver A. Sampson, Mandela: la
biografía autorizado (Londres: Harper Collins, 1999) 210.
18
Existe un número de libros y artículos sobre escritura en la cárcel pero muy poco sobre lectura en la
cárcel – ver por ejemplo C.J. Driver, Journal Southern African Studies la visión desde la isla Makana:
algunos libros carcelarios recientes de Sudáfrica, Journal of Southern African Studies 2:1 (Octubre 1975)
109-119; B.Schreiner, Una víbora con agua helada: escritos carcelarios de mujeres sudafricanas (Jo
hanesburgo: COSAW, 1992); D. Schalkwyk, Confesión y solidaridad en la escritura carcelaria de Breyten
Breytenbach y Jeremy Cronin, Investigación en literaturas africanas 25:1 (1994) 23-45.
19
P.Gready, Autobiografía y el ‘poder de la escritura’: escritos carcelarios políticos en la era del
apartheid, Journal de estudios sudafricanos 19:3 (1993) 489-523; S. Graham, Albie Sachs, Indres
Naidoo, y la memoria carcelaria sudafricana, Escrutinio 10:1 (2005) 29-44.
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publicaciones carcelarias de la época del apartheid. Las narraciones carcelarias


investigadas aquí están limitadas al idioma inglés.

Redadas, juicios y material de lectura.

Los libros y las bibliotecas fueron utilizados para propósitos revolucionarios desde los
primeros años de la lucha anti-apartheid. Ben Turok, por ejemplo, menciona que cuando
el ANC se convirtió a la lucha armada a principios de los sesenta, algunos de los
miembros ‘rastrillaban las estanterías de las bibliotecas públicas buscando ideas sobre
cómo la acción secreta oculta y la organización podrían ser desarrolladas.’20 Harold
Strachan consultó la Encyclopedia Britanica y otros libros en la biblioteca pública de
Port Elizabeth para actualizar su experiencia de la segunda guerra mundial con
explosivos.21 En un campamento de entrenamiento en 1962 para identificar los mejores
reclutas para Umkhonto we Sizwe (MK) en Mamre, apenas en las afueras de Ciudad
del Cabo, Denis Goldberg y Looksmart Ngudle leían en voz alta el cuento de Jean Paul
Sastre La pared y los escritos del Che Guevara. Esto fue seguido por una discusión
sobre ‘la lucha mundial contra la opresión.’22

No fue sorprendente, entonces, que los libros fueron usualmente confiscados durante las
redadas policiales. La División Seguridad buscaba especialmente títulos “sospechosos”
que pudieran ser utilizados durante los juicios. Hubo una gran excitación cuando una
edición de Poder negro y liberación: una visión comunista fue hallada durante el arresto
de Winnie Madikizela – Mandela en 1969.23

En una redada en el hogar de Joe Slovo, el Rojo y negro de Stendhal fue confiscado. El
título del libro ‘combinaron los dos elementos más subversivos en la ecuación de la
lucha oficial.’24 Ésta fue la tercera copia del libro que Slovo perdió en otras tantas
redadas. Algunas veces, cualquier ‘cubierta roja’ fue considerada como sospechosa.25
Una edición de Charla de lucha fue confiscada en el primer arresto de Albie Sach y El
libro de cocina anarquista con el arresto de Quentin Jacobsen.26 Una edición de
Fundamentos del marxismo-leninismo hallado dentro de una bolsa de papel marrón
titulada Fundamentos de la sintaxis inglesa fue utilizada como evidencia en el juicio de
Jean Middleton para mostrar que los presos políticos eran astutos y peligrosos.27

Durante el juicio de Rivonia, en donde Nelson Mandela, Walter Sisulu, y otros líderes
políticos fueron encontrados culpables de planificar y cometer actos de sabotaje y
conspiración y sentenciados a cadena perpetua, el Oficial Garante C.J. Dirker reveló que
en once sobres, cada uno conteniendo cuatro copias de dos cuadernillos titulados Oliver
Twist y Los cuentos de detectives más famosos del mundo, encontró ediciones sucesivas
20
B.Turok, Nada sino la verdad: detrás de la política de lucha de ANC (Johannesburgo & Ciudad del
Cabo: Jonathan Ball, 2003)138.
21
H. Strachan, ¡Haga un skyf man! (Johannesburgo: Jacana, 2004) 51-52.
22
D.Goldberg, La misión – derrumbar los muros, Versión 2.1, 29 enero 1998, 2-3 (copia suministrada por
Goldberg al autor).
23
A.M. du Preez Bezdrop, Winnie Mandela: una vida (Ciudad del Cabo: Zebra; Londres: New Holland,
2003) 138.
24
J. Slovo, Slovo:la autobiografía inconclusa, con una introducción por H. Dolny
(Londres:Odre&Stoughton,1996)120.
25
F.Matthews, Recuerdos (Bellville:;ayibuye Books, 1995) 57.
26
A.Sachs, El diario de la prisión de Albie Sachs (Ciudad del Cabo: David Philip, 1990) 175; Q.
Jacobsen, Solitario en Johannesburgo (Londres: Michael Joseph, 1973) 13.
27
Middleton, Convicciones, 68.
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de la revista ‘subversiva’ Assegai escondida en su interior.28 En el mismo juicio, el


cuadernillo chino Cómo ser un buen comunista de Liu Shao Chi, y Nacido de la gente,
un recuento de primera mano del levantamiento guerrillero en las Filipinas, escritocon
alias por William Pomeroy, fueron tomadas como evidencia conjuntamente con las
notas de estudio sobre ellos de Nelson Mandela.29

Los fiscales nacionales, sin embargo, a menudo fracasaban en probar los vínculos entre
las actividades políticas de aquellos enjuiciados y los contenidos de sus libros. Durante
el juicio de Jacobsen, por ejemplo, El bibliotecario municipal subrogante de la
Biblioteca Pública de Johannesburg leyó un listado de títulos similares a aquellos
encontrados en su poder. La acusación de obtener información que podría ser utilizada
para ampliar los objetivos del comunismo fue seguidamente desestimada porque la
información podía hallarse en la sección de referencia de la biblioteca pública. Esto dejó
a Jacobsen preguntándose por qué se había puesto en semejante problema debido a sus
libros si podía haber recurrido a la biblioteca pública de la localidad.30

Si bien material de lectura estaba generalmente disponible para aquellos que


esperaban el juicio, algunos evitaban libros serios durante sus juicios y a menudo, sus
defensores insistían en ello. George Bizos, quien defendió a varios activistas políticos,
desalentó a Jacobsen de leer filosofía o cualquier otro ‘tipo de material denso’ mientras
estuviera esperando ser enjuiciado para mantenerse ‘tan normal como fuera posible’.31
Uno de los abogados de Ahmed Kathrada también le dijo no leer a Dovstoieski antes del
juicio de Rivonia.32

Detención, aislamiento y la Biblia.

Los presos políticos se enfrentaron a mayores dificultades de lectura durante los


períodos de detención, que usualmente precedía a sus juicios. Existía una prohibición
básica en la Sección 17 de la Ley de los noventa días (de detención) de 1963 en contra
de la escritura y la lectura.33 En estas circunstancias, la imperiosa necesidad de
mantener contacto con el mundo exterior llevó a los presos políticos a un
comportamiento lector inusual.

Ruth First se elevaba hasta la ventana de la celda y estiraba su cuello para avizorar
algunas de las letras en los carteles de noticias que envolvían los postes del alumbrado
en el exterior de la comisaría de Marshall Square,, a lo llamaba la ‘lectura diaria del
diario’. Ella utilizaba estos indicios para descubrir qué era lo que sucedía en el exterior.
Ella hasta leyó los ‘¿Sabías tú?’ de las envolturas de las gomas de mascar Chappies que
una de sus hijas le pasó durante una visita.34 Por un momento, el graffiti de la cárcel fue
el único material de lectura de Sachs además de la Biblia y agregó un libro de su
28
J.Kantor, Una sepultura saludable (Londres: Maíz Hamilton, 1967)209. El juicio fue llamado por el
lugar en Johannesburgo donde los líderes de UmKhonto we Sizwe fueron arrestados en julio 1963.
29
R.Bernstein, La memoria contra el olvido: memorias de una vida en la política sudafricana,1938-1964
(Londres: Viking, 1999) 229.
30
Jacobsen, Solitario en Johannesburgo,244, ver también M. Resha, Mangoana Tsoara Thipa Ka
Bohaleng – mi vida en la lucha (Johannesburgo COSAW,1991)187-188.
31
Jacobsen, Solitario en Johannesburgo, 164
32
R.D. Vassen, Cartas de la isla Robben: una selección de la correspondencia desde la cárcel de Ahmed
Kathrada, 1964-1989 (East Lansing, Michigan: Michigan State University Press, 1999) 14.
33
Esto no se modificó en la Sección seis de la ley del terrorismo, que estuvo vigente desde junio 1967 a
julio 1982. La Sección 29 de la ley de seguridad interna, que la reemplazó, difiere muy poco y los
detenidos permanecían incomunicados.
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propiedad ‘La cárcel es para los pájaros’ en una celda de Wynberg, que inspiró a Jenny
Schreiner quien fue alojada allí en los ochenta.35

De hecho fue la Biblia la que usualmente se permitía en el encarcelamiento – para


reflejar ‘sobre el daño realizado a la sociedad y para cumplir con el deber cristiano del
gobierno nacionalista’.36

Durante los períodos de encarcelamiento y confinamiento solitario la Biblia fue el único


material de lectura.37 A los detenidos con otras convicciones religiosas se les proveía de
sus libros de culto. Abdulla Haron, por ejemplo, besó y colocó el Corán sobre su
alfombra de rezos el día que falleció encarcelado. A Fatima Meer, una musulmana, se le
entregó erróneamente el ‘Ramayana’ (un poema épico hindú), que encontró como una
‘lectura fascinante’.38 Y Zubeida Jaffer se impuso la tarea, durante su segundo
encarcelamiento, de leer el Corán en árabe e inglés de ‘tapa a contratapa’, con la
esperanza que: ‘Cuando termine con esta tarea, seré libre’ – y así fue.39 Pero esta
concesión a menudo fue maliciosamente manipulada. La Biblia de Feziwe Bookholane
fue confiscada durante el confinamiento solitario en la cárcel de Klerksdorp. En su
lugar, jugó al ‘Scrabble’ con pequeñas piezas de papel higiénico para evitar
enloquecerse.40

Los líderes religiosos perseguidos lamentablemente de tal manera que al pastor


metodista Stanley Mogola se le dio una Biblia en lengua Xhosa mientras estaba en
aislamiento,41 que irónicamente hizo uso de ello para aprender dicho idioma. El
reverendo Frank Chikane se le negó una Biblia porque un guardia dijo que ‘lo hacía
terrorista’, y eventualmente se le entregó una versión en idioma afrikaans.42 A
Tshenuwani Simon Farisani, quien era Deán de la Iglesia Evangélica Luterana, se le
dijo que ‘siempre leía los versos equivocados de la Biblia’, y regularmente negaba
uno.43

34
First, 117 días, 41,50, 89. Los periódicos donde trabajó estaban todos prohibidos, y Ronald Segal
describió su muerte como ‘el acto final de la censura’.
35
Sachs, El diario de la prisión, 130, 184, 282-283.
36
Turok, Nada más que la verdad, 150; First, 117 días, 66. Es posible que la provisión de Biblias a las
cárceles se retrotraiga hasta el pasado colonial de Sudáfrica y que estaba práctica fue iniciada por la
Sociedad para la promoción del conocimiento cristiano en Inglaterra; J.Fyfe, Libros detrás de las rejas: el
papel de libros, lectura y bibliotecas en la reforma de las cárceles británicas, 1701-1911 (Westport,
Connecticut: Greenwood Press, 1992) 3-14.
37
P.A. Kgosana, Para no olvidar: una autobiografía por Philip Ata Kgosana (Johannesburgo:Skotaville,
1988) 38.
38
Por Abdulla Haron, ver B. Desai y C. Marney, El asesinato del Imán (Londres: Quarter Books, 1978)
125; para Fatima Meer, ver F. Meer, Diario de la prisión: ciento trece días, 1976. (Ciudad del Cabo:
Kwela Bookds, 2001) 33; a Kathrada se le permitió únicamente una Biblia durante su detención en 1963,
pero dijo ‘fue de gran ayuda’ – Vassen, Cartas desde la isla Robben, 182
39
Z.Jaffer, Nuestra generación (Ciudad del Cabo: Kwela Books, 2003) 133-135.
40
F.Bookholante, Seis años dentro, en D.E.H. Russel (ed), Vidas de corage: mujeres por una nueva
Sudáfrica (Londres: Basic Books, 1989) 61-62.
41
M.S. Mogola, Piedra, acero, sjambok: la fe en la isla Robben, editada por T. Coggin (Johannesburgo:
Ziningweni Communications, 2003) 48.
42
F. Chikane, Sin vida propia: una autobiografía (Londres: Instituto católico para las relaciones
internacionales, 1988) 56.
43
T.S.Farisani, Diario desde una cárcel sudafricana, editado por J. A. Evenson (Filadelfia: Fortress
Press, 1987) 22,49,60.
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Por otro lado, a Michael Dingakese le negaba una Biblia porque el guardiacárcel en la
comisaría Jeppe no quería que ‘lo expulsaran del Partido Comunista’.44. En John
Vorster Square, a Emma Mashinini también se le negó una Biblia sobre la base que ella
era comunista, pero más tarde recibió una de su marido y otra como obsequio del obispo
Desmond Tute.45 En otro giro cínico sobre este tema, Raymond Suttner fue torturado
utilizando ‘su biblia’ (obras de Marx, Engels y Lenin) para aplanar sus estirados brazos,
acurrucado y forzado a leer mientras yacía sobre una mesa con tan sólo su cabeza
elevada.46

La incertidumbre del encarcelamiento promovió la lectura disciplinada, sistemática y


frugal de la Biblia. Sachs lee durante quince minutos en la mañana y una hora antes de
la cena.47 James Cantor se raciona a tan sólo diez páginas por día.48 Leerla en voz alta
durante el arresto y la detención no era raro.49 Farisani leyó en voz alta a Isaías durante
su arresto, Susan Jonson leyó el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares ‘en voz alta y en
tonos apropiados’ cuando se encontraba detenida y Gonville ffrench-Beytagh cantó los
Salmos, cánticos y plegarias del Libro del orador común en su celda.50

Lo que fue descripto generalmente como ‘lectura frugal’ se aplicaba también a otros
libros leídos durante el encierro. Cuando a Ruth First se le permitió un libro de
crucigramas, por ejemplo, ella se restringió a un crucigrama por día. Ellen Kuzwayo y
sus compañeros limitaban el tiempo por libro para permitir que ‘otros tuvieran la
oportunidad de leerlo también.’51

La incertidumbre y la soledad también llevó a los detenidos y a los presos aislados a


leer la Biblia intensamente. Neville Alexander leyó la versión autorizada muchas
veces,52 y Rusty Bernstein la leyó ‘dos veces de principio a fin’ durante la detención.53
Raymond Mhlaba la leyó desde el ‘frente hasta el final’ durante los seis meses de
confinamiento solitario,54 y Winnie Madikizela-Mandela la leyó de ‘tapa a tapa’
durante el período de detención. A veces le brindaba un ‘fantástico sentimiento de paz y
tranquilidad’ y en otros momentos ‘no era más que palabras sin sentido’55. Para Jama
Matakata, por otra parte, las palabras de la Biblia inspiraron pensamientos
44
M. Dingake, Mi luchacontra el apartheid (Londres: Kliptown Books, 1987) 114,
45
E. Mashinini, Los golpe que me persiguieron durante toda mi vida: una autobiografía sudafricana
(Londres: Women’s Press, 1989) 54, 82, 84.
46
Suttner, Dentro de una cárcel del apartheid, 26.
47
Sachs, El diario de la prisión, 64.
48
Kantor, Una sepultura saludable, 46
49
La lectura en voz alta de otros materiales no era extraña: una policía leía un periódico en voz alta a dos
detenidas y fue, en consecuencia, arrestada por ayudar a terroristas – Laura (no es su nombre real)Smit,
Un golpe en la puerta, en Schreiner, Una víbora con agua helada, 208; Jean Middleton leyó el poema de
Gerald Manley Hopkins en voz alta El naufragio del Holanda – Middleton, Convicciones, 123; y Ahmed
Kathrada pasó horas leyendo a Walter Sisulu cuando su vista comenzó a fallar – Gregory, Adiós Bafana,
241.
50
Farisani, Diario desde una cárcel sudafricana,22; S.Jobson, Diario de sucesos recientes, en
Schreiner,Una víbora con agua helada,174; G. ffrench-Beytagh, Econtrando oscuridad (Londres:
Collins, 1973) 269.
51
First, 117 días, 129; E.Kuzwayo, Llamame mujer (Johannesburgo: Ravan Press, 1985) 211.
52
N.Alexander en B. Hutton (ed), Robben Island: símbolo de resistencia (Johannesburgo: Sached y
Mayibuye Bookds, 1994)69.
53
Bernstein, Memoria contra el olvido, 267, nota al pie 2.
54
Las memorias personales de Raymond Mhlaba: reminiscencias de Ruanda y Uganda, narrada por T.
Mufamadi (Pretoria: Conscejo de investigación de ciencias humanas e isla Robben: Museo de la isla
Robben, 2001)132.
55
du Preez Bezdrop, Winnie Mandela, 150.
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revolucionarios. Percibió a ‘Jesús como un luchador de la libertad que venía a liberar a


los cautivos'56

La Biblia como un artefacto material también fue un recurso útil para los presos
políticos. En la cárcel de Port Elizabeth, Strachan colaboró a fabricar un juego de
dominó de la gruesa última página de la Biblia. Más irreverente fue fumar el ‘texto de la
Biblia’ aunque costara seis días sin comer.57 Cuando recibieron dos paquetes de tabaco
Boxer y yesca de un guardiacárcel en la cárcel Leeuwkop, , Indres Naidoo y sus
compañeros utilizaron las páginas de la Biblia de Gideón limaduras de un cepillo de
dientes de la guerra para fabricar seis largos ‘zolls’.58 Las delgadas hojas eran
excelentes papelillos. ‘Durante los siguientes tres o cuatro días gloriosos,’Naidoo se
ufana, ‘la Biblia adelgazaba y adelgazaba’, brindando menos y menos material de
lectura para uno de sus camaradas religiosos.59

Servicios bibliotecarios para presos políticos

El acceso al material de lectura en las cárceles, que estaban racialmente segregadas,


mejoró únicamente a través de la lucha de los mismos presos políticos, y el derecho al
acceso se eliminaba sin explicaciones de tiempo en tiempo. Una sentencia de la
División de Apelaciones relacionada con las condiciones de una detención de 90 días en
Rossouw versus Sachs en 1964, por ejemplo, revirtió una decisión del juzgado menor.
La decisión original sostuvo que privar a un detenido de una provisión razonable de
material de lectura y escritura constituía una forma de castigo, y autorizó que Sachs
accediera a libros. La siguiente sentencia, sin embargo, concluyó que ‘no fue la
intención del Parlamento que a los detenidos se les permitiera el derecho – para aliviar
el tedio de su detención – de contar con material de lectura y de escritura’.60

La disposición de la cárcel número 109 (3) de 1965, sin embargo, requería el


establecimiento y mantenimiento para disponibilidad de todos los presos de una
biblioteca organizada apropiadamente conteniendo literatura de valor constructivo y
educativo.61 De esta manera, el Departamento de cárceles sostuvo que cumplía con una

56
J.Matakata, Colinas de esperanza:la autobiografía de Jama Matakata (Pietermaritzburgh: Nutrend,
2004) 59.
57
El Viejo Testamento también fue utilizado para ‘propósitos de onanismo’ o ‘vir draadtrekdoeleindes’;
Strachan, ¡Hacer un hombre skyf!, 105. Algunos presos políticos compraban revistas como Vogue y
Women’s own para manejar el impulso sexual las relaciones con mujeres; T.Jenkin, Dentro fuera: escape
de una cárcel de Pretoria (Bellevue: Jacana, 2003)239.
58
Un ‘zoll’ es la jerga sudafricana para un cigarrillo armado a mano.
59
Isla encadenada – preso 885/63:diez años en la isla Robben como fue contado por Indres Naidoo a
Albie Sachs (Londres: Penguin Bookds, 1982) 53.
60
Citado en D. Foster, Detención y tortura en Sudáfrica: estudies psicológicos, legales e históricos
(Ciudad del Cabo: David Philip, 1987) 98. En un estudio emírico de 176 casos de detención conducido
hacia fines 1983/1984, sólo la mitad (81) de 162 de los que respondieron dijeron que tenían acceso a
algún material de lectura; Foster, Detención y tortura, 98, 201.
61
Gaceta del gobierno extraordinaria Nº 1326, 31 de diciembre de 1965. Instalaciones bibliotecarias y
privilegios de lecturas en las cárceles sudafricanas precedieron el período investigado aquí. Herman
Charles Bosman, quien estuvo en la cárcel de Pretoria Central en los veinte trabajó en la biblioteca
carcelaria y tenía libros de Dostoieski provistos por el servicio de la Biblioteca libre de Orange; H. C.
Bosman, Jarro frío de piedra (Ciudad del Cabo: Human & Rousseau, 2005) 128. Si bien estaba
considerado como un preso político en la cárcel Fort en Johannesburgo en junio 1900, Mames Thompson
Bain leía a Thomas Carlyle; H. Hyuslop, Un escocés socialista lee a Carlyle en la cárcel de
Johannesburgo, junio 1900: reflecciones sobre la cultura literaria de la clase trabajadora imperial, Journal
of Southern African Studies 29:3 (Septiembre 2003) 639-655.
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recomendación de las Naciones Unidas de 1955 que establecía que se dispusiera de


bibliotecas adecuadamente provistas para todas las categorías de presos.62

Los propios servicios bibliotecarios provisionales del Departamento de cárceles se


había ampliado lentamente a principios de los sesenta. En 1964, declaraba que existían
4.960 libros disponibles en la biblioteca de la cárcel de la isla Robben, suplementada
por las bibliotecas provinciales a través de un esquema de préstamo.63 Pero Dennis
Brutus dijo que había aproximadamente mil libros en una celda amplia en la Sección
General y que los presos ‘pasaban y observaban deseosos por la ventana pero nunca
consiguieron ningún libro de esta sección’.64

Fu sólo hacia fines de 1965 que la biblioteca en la Sección general de la cárcel se volvió
operativa. Bajo la supervisión de un guardiacárcel, fue organizada y gestionada por
Stanley Mogola, Canzibe Rosebury Ngxiki y Dikgang Moseneke debido a sus
antecedentes educativos. Ellos organizaron cajas con libros enviadas desde otras
cárceles dividas por Novelas, Poesía, Drama, Historia, Geografía, Política y Ciencia.
Mogoba contó con su experiencia en una biblioteca del secundario y comenzó un
inventario y se les otorgó un número y se ingresaron en fichas a los efectos del
préstamo.

Poco tiempo después, Mogoba fue puesto en celda de castigo junto con Achmed Cassim
y Sedick Isaacs (quien más tarde trabajó en la biblioteca) por intentar hacer pasar
ilegalmente un artículo sobre las condiciones en la cárcel al periódico Cape Times, y por
participar en una huelga de hambre. Irónicamente, dice, el ‘bibliotecario ahora no tiene
nada para leer’.65 Ngxiki sufrió el mismo destino cuando utilizó su libertad como
bibliotecario para diseminar de celda en celda, la noticia sobre una inminente huelga de
hambre. Nunca regresó a la biblioteca.66 Dikgang Moseneke y Klaas Mashishi
continuaron con el trabajo bibliotecario.

En la Sección Segregación de la cárcel de la isla Robben que albergaba a los presos


políticos importantes, un condenado común trajo un listado de dónde se podían elegir
títulos. Pero había aproximadamente treinta libros para sesenta y cinco presos en
Segregación por ese entonces, lo que no era suficiente para las necesidades. El
condenado, más aún, armaba peleas con los presos políticos y como consecuencias a
ellos se les privaba de los libros de la biblioteca.67

Ahmed Kathrada prontamente se encargó de la pequeña biblioteca y más tarde contó


con la colaboración de Sbu Ndebele y Khela Shubane. Una librería de Ciudad del Cabo
que había cerrado donó sus libros – la mayoría novelas románticas de Daphne Du

62
Reglas mínimas para el tratamiento de los detenidos; Reglamentación no. 40, en Congreso de las
Naciones Unidas para la prevencion del delito y el tratamiento de los detenidos, 1ª Ginebra, 1955.
Informe (Nueva York: Departamento de asuntos económicos y sociales de Naciones Unidas, 1955).
63
Antes de ello, un psicólogo penitenciario había contribuido con libros para una biblioteca en una celda
especialmente convertida en Zinktronk. Los libros, que incluían algunas obras políticas (biografías en
ingles) y novelas clásicas (incluyendo a Dickens), fueron censuradas en gran medida; M. Dlamini, El
agujero del infierno la isla Robben: reminiscencias de un preso político en Sudáfrica (Trenton, Nueva
Jersey: Africa World Press, 1984)171.
64
Investigación de la Cruz Roja, 27.
65
Mogoba, Piedra, acero, sjambok, 45.
66
J.K. Coetzee, Cuentos sencillos desde la isla Robben (Pretoria: Van Schaik 2000) 86.
67
Investigación de la Cruz Roja, 27.
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Maurier o clásicos de Charles Dickens.68 En junio de 1978 había unos pocos cientos de
libros en su sección.69 Kathrada también utilizó su puesto como bibliotecario para dar
información y tener discusiones con los presos políticos de la Sección general cuando
entregó, recogió e inventarió los libros de la biblioteca. En la cárcel central de Pretoria,
la propia colección del Departamento fue reforzada cuando la Biblioteca pública
municipal de Pretoria estableció un depósito allí en 1970.70 En junio de 1978, existían
110 cárceles que utilizaban los servicios bibliotecarios provinciales y municipales y la
circulación de libros y revistas desde Julio 1977 hasta Junio 1978 fue de 401.294.71

Los servicios bibliotecarios para los presos políticos mejoraron especialmente cuando
algunos de ellos obtuvieron títulos como bibliotecarios a través de la Universidad de
Sudáfrica (Unisa) – una universidad a distancia por correo ubicada en Pretoria. De esta
manera, Sedick Isaacs administraba la biblioteca de la Sección general, y Kathrada
encabezaba la biblioteca de la Sección especial en la isla Robben y más tarde en la
cárcel de Pollsmoor, en su carácter de bibliotecarios calificados. Denis Golberg también
obtuvo un título Unisa como bibliotecario. Muchos presos políticos incluían cursos
como bibliotecarios como parte de sus estudios universitarios.72

A algunos presos políticos no siempre se les brindaba acceso a los libros y el idioma era
un factor discriminatorio. En 1991 en la biblioteca de la Sección general de la cárcel de
Pollsmoor existían únicamente 140 libros en idioma Xhosa para aproximadamente 150
mujeres parlantes en Xhosa. De estos libros, sesenta y tres eran ‘Ficción juvenil’, y
cuando Palesa Thibedi preguntó sobre ello, se le dijo que la cárcel de Pollsmoor había
sido diseñada para blancos y ‘de color’.73 En un intento de superar las barreras de
idioma y alfabetización, presas políticas como Caesarina Makhoere de involucró en
mejorar los niveles de alfabetización de las compañeras. 74 El Departamento de Cárceles
también llevó a cabo sus propias clases de alfabetización y 4.040 presos completaron un
curso de alfabetización entre 1968 y 1976.75

Se suponía que las bibliotecas carcelarias contribuían a la política de rehabilitación que


el Departamento de Cárceles buscaba para educar y re educar los presos para que
alcancen niveles mayores espirituales, educativos y sociales al momento de su
liberación.76 En los sesenta, el “celo rehabilitatorio” en la política bibliotecaria había
guiado la clasificación de los libros de la biblioteca en Pretoria Central en ‘Educativos’

68
A. Kathrada, Memorias (Ciudad del Cabo: Zebra Press, 2004) 218.
69
Vassen, Cartas desde la isla Robben, 95
70
H.J.M. Retief, Die Leesgedrag en Biblioteekbehoeftes van ‘n Groep Blande Langtermyngevangenes in
Suid-Afrika (Sin publicar D.Bibl. tesis, Universidad de Sudáfrica, 1978)135.
71
Informe del Comisionado de cárceles de la República de Sudáfrica para el período 1 de julio 1977
hasta 30 de junio 1978 (Pretoria: Imprenta oficial, 1978)14.
72
Seddick Isaacs (MA/colección isla Robben/Caja 48), Ahmed Kathrada (MA/colección Ahmed
Kathrada/Caja 13).
73
P.Thibedi, Ayiyo Trongo Yethu Le!, en B. Schreiner, Una víbora con agua helada, 138. La biblioteca
de la cárcel Pollsmoor fue utilizada en días diferentes por los presos blancos y negros.
74
Relatos de las clases de alfabetización en la isla Robben están bien documentados. En la cárcel de
Kroonstad, Caesarina Makhoere enseño a sus compañeros presos a leer y a escribir; C.K. Makhoere, No
es un juego de niños: en la cárcel bajo el apartheid, (Londres: The Women’s Press, 1988) 113.
75
Informe del Comisionado de cárceles de la República de Sudáfrica para el período 1 de julio 1975 hasta
30 de junio 1976 (Pretoria: Imprenta oficial, 1976) 12.
76
P.A.G.Reitz, Die Plek wat die Openbare Biblioteek Inneem in die Behandelingsprogram van
Gevangenes, South African Libraries 38:3 (Diciembre 1970) 176.
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y ‘Ficción’. A los presos se les permitía una obra ‘Educativa’ y una obra de ‘Ficción’.
De las extrañas subdivisiones clasificatorias, Hugo Lewin dice:

-Educ/Lit y Educ/Hist allegremente reúnen a todo Dickens pero únicamente la mitad


de Jane Austen: La abadía Northanger logró estar en Educ/Lit, Persuasión sólo lo
logró en Fic/Románticas; los Cuentos de Tolstoi alcanzaron Educ/Lit, Anna
Karenina sólo Fic/Románticas; Graves sólo llegó a Fic/Hist con Claudio el Dios,
mientras Sterne llegó a Educ/Hist con Tristram Shandy.77

Una disposición aún más extraña fue el posterior catálogo del Jefe penitenciario Du
Preez sobre libros comprados. Por mucho tiempo los libros no pudieron ser rastreado
porque estaban archivados bajo la ‘T’ debido a que muchos títulos comenzaban con
‘The’ (El/La, en español). Hubo una pequeña mejora en los setenta. El catálogo
bibliotecario, por ejemplo, presentaba a La tempestad como ciencia ficción y Romeo y
Julieta aparecía como de ‘autor anónimo'

Lewin no se sorprendió cuando alguna vez le entregaron una colección de historias


infantiles de fantasmas y un ‘temible’ Cecil Roberts, pero en otra ocasión fue
afortunado en contar con la Saga Forsyte completa, y más tarde recibió ‘Todo
tranquilo en el frente occidental’. En una ocasión, cuando se le entregó un libro de
Edwin Spender en lugar del poeta Stephen Spender como había solicitado, el “Maestro
escolar” le preguntó si Edwin Spender no era lo mismo, ya que, después de todo, era
Spender. Y a pesar de haber leído previamente Poseído de Dostoieski de la biblioteca
carcelaria, su solicitud de un listado del tutor universitario por los Hermanos
Karamazov de Dostoieski y obras de Sartre fueron rechazadas.78

Censura y contrabando.

Para lograr sus ideales de rehabilitación, el Departamento de cárceles generalmente


autorizaba todos los libros que no eran prohibidos por el Consejo de Censura del estado.
Pero una posterior reglamentación permitía al oficial a cargo de la cárcel prohibir
material de lectura arrolladoramente estimulante y de naturaleza sexual, conjuntamente
con fotografías estimulantes y cualquier cosa que pudiera promover inquietud entre los
presos.79 En el caso de los presos políticos, los funcionarios de la censura también
debían aplicar todas las ‘órdenes B’, que establecían claramente que ‘la política y las
noticias del exterior estaban estrictamente prohibidas’.80

Estas órdenes y reglamentaciones eran, sin embargo, interpretadas y aplicadas más o


menos rígidamente por diferentes oficiales y funcionarios de la censura. Cuando Baruch
Hirson, por ejemplo, consiguió una copia de las reglamentaciones de la cárcel, el oficial
al comando Gericke dijo que él podría separar a los presos de acuerdo a la forma que
las aplicara. Esto fue tomado como una declaración de guerra, y Hirson y sus
77
H.Lewin, Bandiet:siete años en una cárcel sudafricana (Londres: Heinemann, 1974) 81. Por el
catálogo del Oficial penitenciario DuPreez, ver B. Hirson, Revoluciones en mi vida (Johannesburgo:
Witwatersrand University Press, 1995) 207; ver también Jenkin, Escepe desde Pretoria, 195. Por La
tempestad y Romeo y Julieta, ver Suttner, Dentro de la cárcel del apartheid, 70.
78
Lewin, Bandiet, 108, 170.
79
Suid-Afrika, Departement van Gevangenisse, Hoofstuk 26, Wysigingstrokie no. 4/76, Biblioteekdienste
en Leesstof, 28 junie 1976 (Ongepubliseerd), Staande Gevangenisdiensorder no. B.ss.8 (b) (ii).
80
J. Gregory, con Bob Gram., Adiós Bafana; Nelson Mandela, mi preso, mi amigo (Londres: Headline,
1995) 105.
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compañeros se propusieron utilizar estas reglamentaciones para romper lo máximo


posible al sistema.81

Algunos oficiales tomaron una posición diferente y el oficial censor de la isla Robben
James Gregory, por ejemplo, se convenció que las leyes de censura eran duras y
erróneas. Discutió con otros oficiales censores, y el sistema de censura de cartas y
periódicos en la isla Robben se relajaron gradualmente.82. El director penitenciario
Sotheby, más aún, permitió a un preso joven leer el Cape Times y comentaba a sus
compañeros las noticias. También dejaba al alcance de los presos políticos los
periódicos dominicales.83 El primer castigo de Nelson Mandela en la prisión, sin
embargo, fue por haber sido hallado con las manos ‘entintadas’ por poseer un diario
dejado por un guardiacárcel.84

La censura enloquecía e intrigaban a los presos políticos. Alexander observa que uno
podría escribir un entretenido ensayo satírico sobre la asombrosamente calidad de
obtuso de los censores en general y de los censores penitenciarios en particular.85
A él se le negó cualquier libro que tratara sobre marxismo o comunismo mientras estaba
realizando un trabajo para Unisa que requería material sobre estos temas. . Los libros
con referencia a Marx, marxismo, Lenin, leninismo, Rusia, China, Cuba, socialismo,
comunismo, revolución, guerra, guerra civil, violencia, África, literatura anti-Apartheid
y literatura histórico política escrita por negros fue casi siempre automáticamente
retenida. Carl Niehaus, por ejemplo, se le negó El camino del Mesías negro86, y por
algún tiempo a Middleton no se le permitió obtener Profetas negros en Sudáfrica. 87

Los censores penitenciarios tenían escasa educación formal y se los capacitó con cursos
breves a cargo de oficiales de mayor rango sobres libros o títulos no permitidos.
Algunos libros como la Resurrección de Tolstoi fue rechazado porque los oficiales
penitenciarios sabían muy poco para decir si era apropiado o no. 88 El oficial de censura
Autrey du Toit, por ejemplo, sólo se había inscripto en la universidad y no sabía nada
de ciencia política, pero tenía que censurar los trabajos de un estudiante graduado con
honores de Unisa y preso Andrew Mlangeni. Dice: “No sabías lo que estaba
buscando… era un chiste para un afrikaner con secundario censurar estos difíciles
trabajos’.89

Irónicamente, sin embargo censores subcalificados permitían ingresar muchos libros


sin darse cuenta, a la vez que muchos realmente necesarios eran prohibidos.90
Alexander admite que había leido libros en la cárcel que nunca hubiera tenido el
tiempo o la oportunidad de leerlos afuera. Leyó a los clásicos de la literatura europea,
81
Hirson, Revoluciones en mi vida, 327.
82
Gregory, Adiós Bafana, 126-127, 239.
83
N.Babenia, Memorias de un saboteador: reflexiones sobre mi actividad política en India y Sudáfrica,
como fue realatada a Iain Edwards (Bellville: Mayibuye Books, 1995) 144.
84
N.Mandela, El largo camino hacia la libertad: la autobiografía de Nelson Mandela (Londres: Abacus,
1994) 493; ver también Schadeberg, Las voces desde la isla Robben, 19.
85
N.Alexander, El archivo de la arcél de la isla Robben 1964-1974 (Rondebosch: University of Cape
Town Press, 1994) 61.
86
C.Niehaus, Om te Veg vir Hoop (Ciudad del Cabo: Human &Rousseau, 1993) 125.
87
Middleton,Convicciones, 114.
88
Sachs, El diario de la cárcel, 249.
89
Schadeberg, Voces desde la isla Robben, 47.
90
N.Alexander, en T. Lodge y B. Nasson (eds), Todos, aquí y ahora: política negra en Sudáfrica en los
ochenta (Ciudad del Cabo: Fundación Ford – David Philip, 1991) 302.
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Gibbon, Shakespeare, Dickens, historia africana, legislación internacional, economía,


idiomas y mucha literatura alemana, y agrega: ‘Tenía más libros prohibidos dentro de
la cárcel que los que tuve afuera.’91

En 1977, Goldberg y otros siete en Pretoria Central formalmente se opusieron a la


censura de diarios al llevar un caso contra el Ministerio de prisiones, policía y justicia.
Goldberg guardó un registro de censura política sobre dichas revistas como Darling,
destinada a jovencitas, Bella dama, para señoras, como así también Reader’s digest y
Sports illustrated. Se le prohibió entregarle a su abogado, Raymond Tucker, el papel
que contenía toda esta información. Tucker tenía que escribir lo que Goldberg le dijo
cuando una grabadora tampoco fue permitida. El caso Goldberg fue discutido en el
juzgado por Sydney Kentridge con el fin de conseguir que el ministerio reconsiderara
su posición sobre la censura carcelaria. El asesor legal del estado, sin embargo
contrapuso la propensión individual de estos denominados presos políticos podría ser
curada no permitiéndoles saber qué está ocurriendo’.92 Pero el caso Goldberg atrajo la
atención pública sobre la situación de los presos, y luego de una visita de Jefe de
justicia actuante eventualmente recibieron diarios luego de dieciséis años.93

Una forma de obtener libros era a través de los estudios en Unisa, Jenkin hace notar
que los presos políticos blancos, que eran alojados en Pretoria Central y alcaidías eran
mayoritariamente graduados. Generalmente se inscribían en carreras de Unisa para leer
la gama más amplia de libros.94 Ésta no era la situación en la cárcel de la isla Robben
donde los presos negros y otros menos podían obtener una educación a través de una
variedad de facultades por correo y a través de Unisa. Un número de presos políticos
también consiguió títulos Unisa y, para Niehaus, los estudios universitarios
‘lewensnoodsaaklile verwysingspunt (un punto de referencia vital).95

Estos privilegios para estudiar a menudo eran finalizados abruptamente, y el rumor en


una ocasión fue que uno de los presos de la isla Robben había escrito frases
revolucionarias en un libro de la biblioteca de Unisa.96 Aun cuando estos privilegios
fueran restaurados, los libros de la biblioteca eran retenidos para que fueran leídos por
los censores penitenciarios. La lentitud deliberada de los censores, según Mandela,
significaba que los libros llegarían a los presos luego de la fecha de vencimiento y sería
devuelto por los guardiacárceles. Los presos, recuerda, a menudo recibían multas por
demora sin siquiera haber recibido los libros.97 Dingake tenía que solicitar una
ampliación retroactiva cuando Las políticas del poder de J. Morgenthau fue confiscada
y no permitida hasta después de una apelación.98

Otros inconvenientes de lectura incluían en una época la negativa a los presos de


prestarse libros entre ellos, el retiro de los libros para cursos ya terminados y la
colocación de incómodas mesas de lectura. En la isla Robben, los pupitres para leer de

91
N. Alexander, en Hutton, La isla Robben: símbolo de resistencia, 69.
92
Jenkin, Del revés, 165.
93
Mensaje electrónico al autor de Denis Goldberg, 14 de abril de 2006.
94
Jenkin, Del revés, 182-183; ver también Hirson, Revoluciones en mi vida, 208-209
95
Niehaus, Om te Veg vir Hoop, 126
96
Jenkin, Del revés, 182-183. Los censores penitenciarios también agregaron acotaciones en los márge-
nes de los las páginas de los libros. Unlibro confiscado y devuelto a Suttner tenía las palabras ¨Puras
fórmulas marxiastas’ escritas en el margen; Suttner, Dentro de una cárcel del apartheid, 108
97
Mandela, El largo camino hacia la libertad, 490.
98
Dingake, Mi lucha contra el apartheid, 177.
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pie que sobresalían de la pared aproximadamente a nivel del pecho no eran funcionales
y luego de muchas quejas, los mismos fueron descendidos y eventualmente se
proveyeron banquetas con tres patas.99 Las primeras estanterías fueron construidas por
presos políticos a partir de tablas de desguace, y a menudo eran prohibidas o
desmanteladas por guardiacárceles mal predispuestos.100

La censura lentamente declinó hasta tal punto que Suttner observó en una carta de
marzo de 1981 que ‘nuestra posición de censura se está acercando a la censura ordinaria
del exterior’, 101 pero los libros eran aún regularmente confiscados o rechazados. Existen
indicaciones en las listas de Kathrada de títulos de ficción y no ficción de la sección B
de la cárcel de Pollsmoor que los oficiales censores aún ‘retiraban’ un número de libros
a mediados de los ochenta. El sargento Brand preventivamente retiró El episodio
Transvaal de H. Bloom Mirando a la oscuridad del 28 de mayo y el 12 de noviembre
de 1984 respectivamente, y los dos estudios sobre la historia de Witwatersrand - Nueva
Babilonia y Nueva Nínive - Charles van Onselen fueron ‘retirados’ el 9 de julio de 1984.
Aún más interesante, sin embargo, es que un oficial penitenciario devolvió ‘Estado de
temor’ de Menán du Plessis el 21 de mayo de 1985.102
Este libro trataba con los estados de emergencia en Sudáfrica y no estaba claro si el
oficial había llevado este libro para leer o si simplemente lo había prohibido durante un
tiempo.

Antes de que consiguieran los periódicos en 1980, los presos políticos los
contrabandeaban rápido y furtivamente.103 La conexión de material de lectura con el
contrabando en las cárceles sudafricanas probablemente procede del descubrimiento de
un cajón de brandy y ‘dagga’ (jerga para cannabis) contrabandeada en Pretoria Central
en los veinte disfrazada como ‘Literatura cristiana’.104 A partir de los sesenta, sin
embargo, a través de la colusión con delincuentes comunes, la pared de la censura del
apartheid fue fisurada a través del contrabando. El tabaco fue utilizado para abonar a los
contrabandistas por periódicos y Goldberg comenzó a fumar nuevamente tan sólo para
obtener una ración de tabaco carcelario.

A menudo más desesperadamente, sin embargo, los periódicos fueron pescados en los
inodoros,105 recogidos de basurales, sacados de las mochilas sin sospechar o en
colaboración de predicadores de visita, y simplemente robados.106 Eran guardados
secretamente en cacerolas de menjunjes,107 en termos, 108 bajo las camisetas,109 en

99
Las observaciones de Mogoba bajo cuerda sobre que los escritorios de parados se disponína para una
alta circulación porque uno no se dormiría fácilmente; Mogoba, Piedra, acero, sjambok, 43.
100
Dingake, Mi lucha contra el apartheid, 174.
101
Suttner, Dentro de una cárcel del apartheid, 98.
102
Colección Ahmed Kathrada, cárcel de máxima seguridad de Pollsmoor, sección B, MA/Archivo 13-3
(libros de no ficción) y Archivo 13.4 (libros de ficción).
103
Helen Suzman colaboró a asegurar la concesión de periódicos a los presos políticos; H. Suzman,
Prólogo, en Alexander, Archivo de la cárcel de la isla Robben, vi
104
Gray, Cadena perpetua, 128.
105
Turok, Nada más que la verdad, 160.
106
Para un relato sobre cómo The Sunday Times fue robado a un pastor de visita – ‘Hermano Septiembre’,
ver Mandela, El largo camino hacia la libertad, 537; también E. Daniela, Allí y hace tiempo: isla Robben
1964-1979, Series de Historia y Literatura Mayibuye, No. 83 (Bellville: Mayibuye Books, 1998) 165.
107
Turok, Nada más que la verdad, 160.
108
Jenkin, Del revés, 167.
109
Daniels, Allí y hace tiempo, 165.
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diferentes partes de la celda,110 en zapatos y calzoncillos, en chalecos, 111 y bajo capas de


material y grasa a la manera de ‘cajas con cartas viejas’112. Y luego eran leídos en
secreto y compartidos con otros.113

En el caso de la isla Robben, los periódicos contrabandeados eran llevados hasta un


punto central donde ellos rápidamente ojeados, después memorizados por los lectores y
transmitidos a un grupo más pequeño que a su vez diseminaría la información a otro
grupo, y así sucesivamente. A veces las noticias serían traducidas y transcriptas y
entonces re – transcriptas para resguardar a los individuos. Los lectores usualmente
desarrollaban sus propias técnicas para recordar artículos en las categorías política,
sociedad, cultural, científica y deportiva.114

Ellos aprendieron técnicas de lectura rápida con Sedick Isaacs y leían tan rápido como
fuera posible y ahí entonces se deshacían del contrabando. Las hojas estaban
usualmente empapadas porque al recortarlas era ruidoso, y entonces eran arrojadas en
tiras al inodoro. Pero algunas veces la lectura como consumo asumía el significado
literal, significando por ello la ingesta real de las páginas para evitar ser detectados.115
Una breve victoria contra la censura fue registrada cuando el Economist fue leído
durante más de un año después que Mac Maharaj agregó el título al listado de seis
revistas que Masla Pather podia presentar para la posible compra cuando alcanzó la
condición ‘A’ (los privilegios de un preso condición ‘A’ también incluían escribir y
recibir tres cartas por mes y recibir visitas por dos personas dos veces por mes).

Las autoridades lo seleccionaron para sorpresa de los presos políticos de la Sección


Segregación. Daniela dice que llegó sin envoltorio y por primera vez recibieron noticias
mundiales sin censura.116 Cuando Pather fue liberado, Maharaj coincidentemente tornó
en preso condición ‘A’ y solicitó permiso para hacerse cargo de la suscripción. Le fue
concedido y la publicación sin censura fue recibida durante un año aproximadamente.
Al poco tiempo se la pidió vía aérea y llegó más rápido que anteriormente. Pero se la
dejó dando vueltas y un guardiacárcel la hojeó al azar y se dio cuenta que estaba llena
de noticias. Cuando Maharaj recibió el ejemplar siguiente, sólo estaba la tapa.

Una victoria similar en Pretoria Central fue la compra de libros por presos condición
‘A’ que podían escribir tres por mes. Había un par de miles comprados desde hacía años
y cuando se fueron los libros quedaron como propiedad de la cárcel. Los libros eran de
gran calidad. El censor penitenciario tenía una lista de libros prohibidos pero no guardó
ningún registro de lo que fue pedido y nada fue retirado de las estanterías. Los censores
no eran muy inteligentes, y muchos libros ‘subversivos’ sobre teoría económica y
política con títulos bastante inocuos se agregaron a la colección. 117

110
Sachs, El diario de la cárcel, 250.
111
Breytenbach, Confesiones verdaderas, 227.
112
Libros prohibidos: imágenes de la palabra (Departamento de educación del museo de la isla Robben,
sin fecha) 31.
113
En la cárcel, los miembros del PAC y ANC compartieron periódicos; L. Mphahlele, Niño de esta
tierra: mi vida como un luchador por la libertad (Ciudad del Cao: Kwela Books, 2002) 123.
114
Isla encadenada, 155-156.
115
Lewin, Bandiet, 108.
116
Daniels, Allí y hace tiempo,162
117
Jenkin, Fuga de Pretoria, 195-196.
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Los libros en lengua afrikáans no fueron verificados tan puntillosamente como los que
estaban en inglés, y un libro en afrikáans sobre sabotaje circulaba libremente entre los
presos.118

La censura sobre los periódicos gradualmente se relajó y por 1985, los presos políticos
de Pollsmoor estaban leyendo Cape, Times, Die Burger, Sometan, Star, Sunday Times,
Rapport, City Press, Cape Herald, Leader, Graphic, Guardian (Reino Unido), Time,
Frontline, Die Suid-Afrikaan y Drum.119

Prácticas de lectura y preferencias.

Los presos políticos ‘exprimían sangre de las piedras’ en sus lecturas. Ellos sacaban de
los libros cualquier cosa que precisaran y utilizaron estrategias de lectura con inventiva.
Algunos de ellos habían desarrollado estas técnicas previo a sus arrestos. Jean
Middleton reconoció que su primera inclinación hacia el comunismo derivó
parcialmente de la lectura. Las novelas de Dickens ‘fueron la brecha entre la riqueza y
la pobreza más dolorosamente descriptas’.120 También recuerda la lectura sobre los
efectos que la lectura denunciante de la tiranía y en defensa de la igualdad y respeto
tuvo sobre el desarrollo político de Chris Hani.121

Las novelas de la biblioteca carcelaria también afilaron la imaginación política.


Goldberg recuerda el comentario social que encontró en Adam Bede de George Eliot y
The water-babies, que leyó en Pretoria Local.122 Los presos recibieron muchos libros
con páginas quemadas pero aún ‘leían’ esas ausencias imaginativamente. Strachan, por
ejemplo, completó las páginas faltantes de un libro de historia con su propia
construcción imaginaria sobre lo que podía haber pasado ya que, dijo, ‘la mayoría de la
historia parece ser una prótesis de cualquier manera’.123

Y Ruth First utilizó ‘un pequeño recorte del Saturday Evening Post ‘para improvisar
una fuga estilo James Bond de su celda en Pretoria Central.124 Más dramáticamente,
Papillon de Henri Charrière , un relato sobre una evasión, inspiró el exitoso escape de
Pretoria Central por Tim Jenkin y dos presos políticos el 11 de diciembre de 1979. Leyó
el libro mientras esperaba el juicio en la cárcel de Pollsmoor y puso en marcha para
considerar seriamente escapar y le enseñó un número de valiosas lecciones que guiaron
su pensamiento y su acción. Para ayudar a confundir a los guardias nocturnos el día del
escape, Jenkin dejó un libro abierto sobre la mesa con sus anteojos de lectura sobre él.125

Publicaciones prohibidas y ‘aprobadas’ como así también revistas fueron leídas de


maneras interesantes. Se encontraron en las cárceles la mayoría de los órganos de

118
Libros prohibidos, 34.
119
Vassen, Cartas desde la isla Robben, 181.
120
Middleton, Convicciones, 42.
121
Chris Hani fue Secretario General del Partido comunista sudafricano y jefe de comando de Umkonto
we Sizwe. Fue asesinado el 10 de abril de 1993. En el caso de Robert McBride, sin embargo, fue El
hermano Soledad – las cartas desde la prisión de George Jackson que tuvieron influencia polìtica en él;
G.Mokae, Robert McBride – una vida con color (Pretoria: Vista University, 2003) 22.
122
Entrevista con Denis Goldberg, 5 de marzo de 2003.
123
Strachan, ¡Haz un hombre skyf!, 141-142.
124
First, 117 días, 72.
125
Jenkin, Del revés, 77-78, 259.
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propaganda como SA Panorama, Lantern, Archimes, Bantu Inkubela (Tierra natal),


Fiat Lux (Asuntos indios) y Alpha (Asuntos de gente de color). Los presos políticos los
leían ‘críticamente’ simplemente colocando ‘las noticias sobre su cabeza’, de manera
que si un artículo en una publicación gubernamental sostenía que la educación bantú era
aceptada, ellos concluían que de hecho había sido resistida.

Aprendieron mucho leyendo de esta manera, y hasta se quejaron cuando las autoridades
absurda y cínicamente comenzaron a censurar aún hasta sus propias revistas de
propaganda.126 Ellos podían realizar deducciones inteligentes sobre la situación política
a través de astutas técnicas de lectura. Un preso político, por ejemplo, leía en la sección
empresarial de un periódico sobre las gigantescas pérdidas financieras de una compañía
subsidiaria de Sasol, que confirmaba rumores de un ataque armado en la planta de la
refinería de aceite.127 En otra instancia, en Pretoria Central, Strachan se propuso
interpretar algo de la variedad de elementos en una hoja de diario utilizada como mantel
de su jarra de agua ‘para dar una interpretación del estado de mi nación’.128 Más
interesantemente, Bernstein utilizó una técnica aplicada cuando les leía cuentos a sus
hijos, al leer al revés lo que había sido escrito por un magistrado de visita.129

Las preferencias de lectura a menudo tendían hacia la ficción y la biografía,


preferiblmente libros más extensos. Steve Biko, por ejemplo, leía ficción sólo cuando
estaba en la cárcel. Wendy Woods le llevó seis libros de tapa blanda que incluían El
bravo nuevo mundo de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell mientras se encontraba
brevemente en prisión por una acusación de perjurio.130 De las novelas largas buscadas,
La guerra y la paz fue la más popular. Ruth First estuvo esperando una decisión sobre la
misma al tiempo que fue liberada. El pedido de Jacobsen de ella fue rechazado pero
Mandela y Middleton pudieron leerla.131 Sachs consideraba cualquier cosa menor a 500
páginas era una novela corta y disfrutaba ‘libros extensos’ como Don Quixote,
Buddenbrooks de Thomas Mann, La agonía y el éxtasis, de Irving Stone y Hawai de
James Michener. También quiso leer ‘libros vívidos con gente’ en lugar de libros de
filosofía, o política o crítica.132

El esposo de Fátima Meer, Ismael, quien había estado detenido durante el Juicio de la
Traición, dio precisas instrucciones para que ella tuviera ‘lectura ligera’. De manera
que, además de sus libros universitarios, también leyó QB VIII, Art of Africa y Vieja
Nueva York de Edith Wharton133. Otros fueron más dedicados a la lectura. En la cárcel
de la isla Robben había una Sociedad de Lectura/Literatura y los presos políticos
utilizaban los libros de la biblioteca para organizar discusiones y para adaptar y
representar obras.134

126
Dingake, Mi lucha contra el apartheid, 200-203
127
Ibid., 199; Sasol es una paraestatal establecida en 1950 para fabricar petróleo a partir del carbón.
128
Srachan, ¡Haz un hombre skyf!, 181.
129
Bernstein, Memoria contra el olvido,270-271.
130
D.Woods, Biko (Londres:Penguin Books, 1987) 99
131
First, 117 días, 142; Jacobsen, Solitario en Johannesburgo, 86; Mandela, Un largo camino hacia la
libertad, 585; Middleton, Convicciones, 123.
132
Sachs, El diario de la cárcel, 165, 250.
133
Meer, Diario de la cárcel, 55, 73, 86, 113.
134
Preso 350/64 Steve Tshwete, en Schadeberg, Voces desde la isla Robben, 39; Preso 398/64:Joseph
Faniso Mati en Coetzee, Cuentos sencillos desde la isla Robben, 24; Preso 376/64: Monde Colin
Mkunqwana, en J.K. Coetzee, L.Gilfillian, y O. Hulec, Paredes caídas: voces desde las celdas que
alojaron a Mandela y Havel (Ciudad del Cabo: Museo de la isla Robben, 2002) 85.
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Conclusión.

Los presos políticos con sentencias largas o perpetuas se consustanciaban mucho con
los libros que leían. A partir de algunas de sus reflexiones está claro que los libros y la
lectura habitaban sus espacios más privados a nivel intelectual y emocional. Goldberg,
por ejemplo, dice que el servicio de la biblioteca Unisa era un ‘auxilio de salud’.135 En la
cárcel era necesario, como lo puso Breytenbach, ‘mantener respirando a la mente’136 o
en las palabras de Jenkin ‘mantener nuestros intelectos vivos y circunscribir la
oscuridad que ellos deseaban imponer’.137 ‘A través de las páginas que sostengo entre
mis manos,’ elabora Sachs, ‘Yo me restauro en la actividad mental y, por sobre todo,
reasumo mi puesto como un miembro de la humanidad’.138

Los libros y la lectura también ayudaron lo que la experiencia vital del encarcelamiento
negaba. Las prácticas de lectura de los presos políticos fueron una parte integral de sus
vidas en la cárcel y personal como un todo. Como lo explica Suttner:
‘Psicológicamente, tenemos necesidades que no pueden llenarse en la vida real, y ….
Leer tiene que sustituir la normal vida social’.139 ‘Las cárceles afirma más fuertemente
Middleton, ‘crean un desierto social y emocional, hasta sensorial.. No existe una vida
real de la que valga la pena hablar; sólo tengo la lectura, nada más, para llenar la
necesidad de una nueva experiencia y nunca he leído con tal goce y deleite’.140

Los presos podían extraer experiencias significativas a partir de su lectura, y a menudo


emergían cuando ellos eran liberados como intelectualmente más fuertes y mejor gente
leída que la mayoría de los sudafricanos. Muchos de ellos aún tienen puestos
importantes en la sociedad sudafricana actual. Si bien la cantidad y calidad de su lectura
no es aún totalmente conocida, una reciente indicación es la publicación del libro de
Ahmed Kathrada Una mente libre, que es una selección de citas de libros que ha leído.
Es una suerte de biografía intelectual y la mejor visión a la fecha sobre lo que los presos
políticos podían y leían.141

Existe poca duda que algunos de los presos eran lectores voraces. Goldberg ‘estaba
leyendo 365 libros al año’, Sedick Isaacs estaba ‘leyendo aproximadamente mil libros al
año’, y David Kitson no ignoraba nada del contenido de la biblioteca carcelaria y ‘leía
más de 300 libros al año’,142 Sedick Isaacs estaba ‘leyendo cerca de mil libros de la
biblioteca por año’,143 y David Kitson no desconocía nada de la biblioteca carcelaria y
‘leía más de 300 libros al año’.144 Está claro que la censura penitenciaria y las
reglamentaciones intentadas sobre la lectura no fueron tan efectivas como la policía de
135
Entrevista con Denis Goldberg, 5 de marzo de 2003.
136
Breytenbach, Confesiones verdaderas, 210.
137
Jenkin, Del revés, 196.
138
Sachs, El diario de la cárcel, 165.
139
Suttner, Dentro de una cárcel del apartheid, 92,94.
140
Middleton, Convicciones, 99, 87.
141
S.Venter (ed), Una mente libre – cuaderno de Ahmed Kathrada desde la isla Robben (Johannesburgo:
Jacana Media, 2005).
142
D. Topouzi, Entrevista – Sudáfrica: capítulos sobre la lucha, Africa Report (September-October 1988)
59.
143
Entrevista con S. Isaacs. Transformándose en docentes en la lucha, en A. Wieder, Voces desde las
aulas de Ciudad del Cabo: historias orales de los docentes que lucharon contra el apartheid (Nueva
York: Meter Lang, 2003). 69. Sedick Isaacs cumplió una sentencia en la isla Robben desde 1964 a 1977
debido a actividades en el PAC.
144
Jenkin, Del revés, 195.
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seguridad y las autoridades carcelarias habían esperado. Esto es debido en no poca


medida a las maneras en las que los lectores están capacitados para crear y desafiar los
espacios de lectura y para regular su propia lectura. En este caso, una comunidad
especial de lectores se sobrepuso a las restricciones de la censura y limitaciones de la
lectura del encarcelamiento político para extraer el máximo posible de la temas de la
vida diaria y del mundo y para continuar la lucha por la liberación, a partir de los libros
que el gobierno del apartheid buscó para negárselos.

Apéndice. Lista de presos políticos sudafricanos mencionados en el


artículo.

Neville Alexander fue sentenciado a la isla desde 1964 hasta 1974, luego de ser acusado
y condenado de ‘conspiración para cometer sabotaje’ a través de las actividades del club
Yu Chi-Chan y el Frente de Liberación Nacional.

Natoo Babenia fue sentenciado a dieciséis años en la isla Robben por involucrarse en las
actividades de MK.

Rusty Bernstein fue arrestado en la granja Lilliesleaf, Rivonia el 11 de julio de 1963 y


juzgado por sabotaje. Fue declarado inocente en el juicio de Rivonia.

Steve Biko fue el presidente de la Organización de estudiantes de Sudáfrica (SASO).


Fue detenido el 18 de agosto de 1977. Falleció veintiséis días después.

Feziwe Bookholane fue condenado por terrorismo y sentenciado el 4 de abril de 1979 a


ocho años, reducido a cinco años.

Breyten Breytenbach fue arrestado en agosto 1975 y condenado por cargos de


terrorismo y cumplió siete años en las cárceles de Pretoria Central y Pollsmoor. Fue
liberado el 2 de diciembre de 1982.

Dennis Brutus cumplió una sentencia de dieciséis meses en la isla y fue liberado en julio
de 1965.

Frank Chikane fue detenido el 6 de junio de 1977 y torturado por ayudar a familias
cuyos miembros también estaban detenidos. Fue alojado en las cárceles de Krugersdorp
y Rustenberg. Fue liberado en enero 1978.

Eddie (E.J.) Daniels fue un miembro del Partido Liberal y el Movimiento de la


Resistencia Africana. Fue condenado en 1964 por ‘Sabotaje contrata el Estado’. Fue
sentenciado a quince años en la isla y liberado en 1979.

Michael Dingake fue un nativo de Botswana que se involucró con las actividades de
ANC. Estuvo en la isla desde 1966 a 1981.

Tshenuwani Simon Farisani fue detenido en cuatro ocasiones y acusado de reclutar


escolares para entrenarlos en Botswana. Pasó un total de 442 días en cárceles en los
setenta y los ochenta.
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Gonville ffrench-Beytgh fue un sacerdote británico anglicano en Johannesburgo. Fue


detenido en enero 1971 durante nueve días y sentenciado a cinco años bajo la ley de
terrorismo. Su apelación fue exitosa y abandonó el país en abril de 1972.

Ruth First fue detenido en calabozo de confinamiento durante noventa días en 1963.
Fue asesinada por una carta bomba en Mozambique el 17 de agosto de 1982.

Denis Goldberg fue arrestada en 1963 y condenada en el juicio Rivonia. Cumplió


veintidós años en las cárceles de Pretoria Local y Central. Fue liberado en 1985.
Baruch Hirson fue arrestado en Julio 1964 y sentenciado por sus actividades en el
Movimiento de la Resistencia Africana. Fue alojado en la cárcel Pretoria Central y
liberado en diciembre 1973.

Sedick Isaacs fue miembro del PAC (Concejo panafricano) y fue alojado en la isla
Robben desde 1964 a 1977.

Quentin Jacobsen, ciudadano británico, fue arrestado el 2 de noviembre de 1971. Fue


detenido desde el 21 de abril de 1971 hasta el 21 de abril de 1971.

Zubeida Jaffer fue una periodista y una organizadora clave en la formación del Frente
Democrático Unido. Fue detenida brevemente en 1980 y durante cuarenta y dos días en
1985.

Tim Jenkin fue arrestado bajo la Sección 6 de la ley de terrorismo el 2 de marzo de


1978. Más tarde fue acusado bajo el artículo 2 (1) de la ley de terrorismo de 1967 y el
artículo 11 (e) de la ley de seguridad interna de 1950 (anteriormente la ley de supresión
del comunismo) y eventualmente sentenciado a doce años en la cárcel Pretoria Local.
Escapó el 11 de diciembre de 1979 junto con Alex Moumbaris y Stephen Lee.

Susan Jonson fue detenida durante dos semanas en diciembre de 1986 en John Vorster
Square por implicarse en la Campaña por el fin de la conscripción.

James Cantor fue arrestado el 21 de agosto de 1963 y acusado por sabotaje. Cumplió
condena en las cárceles de Pretoria Central, Marshall Square y Fort. Fue liberado el 4 de
abril de 1964.

Ahmed Kathrada fue arrestado en 1963 y condenado en el juicio de Rivonia. Estuvo en


las cárceles de la isla Robben y Pollsmoor hasta 1989.

Philip Kgosana fue arrestado el 30 de marzo de 1960 y liberado bajo fianza el 6 de


noviembre de 1960. Huyó hacia el exilio.

Ellen Kuzwayo fue el único miembro del ‘Comité de los diez de Soweto’ elegido por
los residentes en 1976 para estudiar a la autoridad local e informarles. Fue detenida el
16 de octubre de 1977 y alojada en la cárcel Fort bajo la sección 10 de la ley de
terrorismo, que le permitía leer material. Fue liberada el 13 de marzo de 1978.

Hugo Lewin fue arrestado en julio 1964 y detenido bajo la ley de los noventa días. Fue
acusado bajo la ley de sabotaje y cumplió siete años en las cárceles de Pretoria Local y
Central. Fue liberado a fines de 1971.
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Nomzamo Winnie Madikizela-Mandela estuvo detenida durante dieciocho meses en


1969 y detenida nuevamente en 1976. Tuvo arresto domiciliario en Brandfort durante
varios años.

Mac Maharaj fue arrestado en Johannesburgo en julio 1964. Fue condenado bajo cargos
de sabotaje y sentenciada a doce años en la isla Robben. Fue liberado el 8 de diciembre
de 1976.

Caesarina Kona Makhoere fue arrestada el 25 de octubre de 1976 y sentenciada a cinco


años por reclutar gente para entrenamiento militar. Ella estuvo en las cárceles de
Kroonstad, Pretoria Central y Klerksdorp y fue liberada el 26 de octubre de 1982.

Nelson Mandela fue sentenciado el 13 de junio de 1964 en el juicio de Rivonia. Estuvo


en la isla Robben hasta abril de 1982 y fue trasladado a las cárceles de Pollsmoor y
Victor Verster en diciembre 1988. Fue liberado el 11 de febrero de 1990.

Emma Mashinini era activista en el Movimiento sindical de comercio y recibió


educación en luchas laborales a partir de libros entregados por los líderes sindicales.
Fue arrestada el 27 de noviembre de 1981 y detenida bajo la sección 22 (51),

Jama Matakata huyó de Sudáfrica el 26 de diciembre de 1982 para entrenarse como un


soldado MK. Fue arrestado el 17 de diciembre de 1984. Estuvo en la isla Robben desde
enero de 1986 hasta el 3 de septiembre de 1990.

Joseph Faniso Mati fue arrestado por actividades MK en julio de 1963 y sentenciado a
10 años en la isla.

Robert McBride fue un activista ANC condenado por la bomba en Magoo’s Bar en
Durban. Fue indultado mientras esperaba su ejecución.

Fatima Meer fue arrestada el 20 de agosto de 1976 y liberada el 10 de diciembre de


1976.

Raymond Mhlaba fue sentenciado en el juicio de Rivonia en 1964. Fue alojado en la


isla Robben y trasladado a la cárcel Pollsmoor en 1982. Fue liberado en octubre 1989.

Jean Middleton fue arrestada el 3 de julio de 1964 y acusada por ser miembro y seguir
los objetivos del partido comunista. Fue alojada en varias cárceles, incluyendo la cárcel
de Barberton. Fue liberada el 11 de abril de 1968.

Monde Colin Mkunqwana fue arrestada en julio 1963 y sentenciada a catorce años en la
isla Robben por sabotaje.

Stanley Mogola fue un miembro del PAC y acusado y condenado en 1962 por
conspiración para cometer un delito y seguir los objetivos de una organización
prohibida. Estuvo en la isla Robben desde 1964 hasta 1966 y luego trasladado a la
cárcel de Pretoria Central.
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E.D. Moseneke fue un miembro del PAC y estuvo en la isla Robben desde 1963 hasta
1973.

Letlapa Mphahlele fue comandante de Apla y estuvo conectado con el PAC. Fue
capturado en Botswana a principios de 1980 y alojado en la cárcel Gaborone Central.

Indres Naidoo fue arrestado por la tentativa de sabotaje de una central de señales en una
parte remota de los ferrocarriles sudafricanos a raíz de un informante en su grupo. Fue
sentenciado en 1963 a diez años, la mayoría de los cuales los pasó en la isla Robben.
Fue liberado en 1973.
Looksmart Ngudle fue arrestado el 19 de agosto de 1963, Falleció detenido el 5 de
septiembre de 1963.

C.R. Ngxiki fue arrestado en 1963 y acusado y condenado por incendio. Pasó cuatro
años y medio en la isla Robben.

Carl Niehaus fue enclarcelado en Pretoria Central desde el 24 de noviembre de 1983


hasta el 19 de marzo de 1991 debido a las actividades de ANC.

Masla pather fue encarcelado en la isla Robben durante dos años por permitir que
Nelson Mandela, Govan Mbeki y Raymond Mhlaba se encontraran en su casa.

Albert L. Sachs fue arrestado el 1 de octubre de 1963 bajo la ley de los noventa días.
Pasó 168 días en confinamiento solitario. Fue detenido nuevamente en 1965.

Jenny Schreiner fue arrestada el 17 de septiembre de 1987 y acusada de traición. Fue


detenida según los términos de la sección 29 de la ley de seguridad interna y fue
indemnizada en marzo de 1991 junto con otros en el juicio ‘Yengeni’ o ‘Arcoiris’ a
catorce activistas anti-apartheid.

Joe Slovo estuvo detenido durante seis meses en 1960. Fue hacia el exilio en 1963.

Robert Sobukwe fue el primer presidente del PAC. Fue sentenciado a tres años de
encarcelamiento en 1960, hacia cuyo fin el Parlamento puso en vigencia una ley de
enmienda de la ley general, que le dio poder al Ministro de Justicia para prolongar la
detención de cualquier preso político indefinidamente. Fue trasladado a la isla Robben,
donde permaneció durante seis años adicionales. Tenía su propia biblioteca en la isla
Robben.

Robert Harold Strachan fue arrestado y acusado bajo la ley de explosivos. Estuvo
encarcelado durante cuatro años en la cárcel de Pretoria Central y alojado bajo arresto
domiciliario durante diez años luego de ello.

Raymond Suttner fue arrestado el 3 de mayo de 1975 y acusado bajo la ley de


terrorismo. Pasó varios años en las cárceles de Pretoria Local, Pretoria Central y otras
cárceles en los setenta y en los ochenta.

Palesa Thibedi fue alojada en la cárcel Pollsmoor en 1991.


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Steve Tshwete fue condenado por sabotaje en febrero 1964 y sentenciado a quince años
en Robben Island.

Ben Turok fue arrestado en 1962 y acusado de traición. Fue sentenciado a tres años en
las cárceles de Pretoria Central y Local. Fue liberado el 26 de julio de 1965.

NOTAS SOBRE EL AUTOR

Dirigir la correspondencia a: Dr. Archie Dick, archie.dick@up.ac.za

Traducción libre a cargo Bibl. María Cristina Alvite marialvite@yahoo.com.ar

El Dr. Archie Dick autorizó a M.C.Alvite a su traducción y permite su libre


divulgación.

Agosto 18, 2009

Original en:
http://www.ingentaconnect.com/content/maney/lbh/2008/00000024/00000001/art00001
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