Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Después de todo, estamos hablando de una sociedad autoritaria donde a los hijos se les
trataba con dureza, se les castigaba brutalmente, y donde las órdenes del padre debían
aceptarse sin reparos. El ejercicio de castigos es una muestra de la impunidad con que se
conducían los patrones. Con mucha más frecuencia de lo que muestran los documentos,
los sirvientes eran sometidos a crueles sanciones. La más insignificante falta a la
disciplina podía hacerse merecedora de un castigo terrible. Los azotes habían sido
prohibidos por la ley desde 1821, cuando San Martín abolió esta pena Pero el azote fue
mantenido legalmente para castigar a los esclavos, a los enrolados en la marina, y de
manera ilegal en casi todas partes. La policía usaba el azote como medio normal para
someter a los presos.
El uso cotidiano de la violencia en las relaciones familiares hacía casi natural la
aplicación de castigos corporales en contra de los sirvientes domésticos, En otros casos
también se mantuvieron las prácticas coloniales. Al igual que en el período colonial, la
Marina Mercante necesitaba de jóvenes para abastecer a los barcos de marineros y
grumetes. En el diario oficial "El Peruano" el reglamento de Marina convocaba a
jóvenes de 16 a 20 años, con primaria completa y buena conducta. No se solicitaba
autorización de padres o tutores. La paga era de 40 centavos diarios.
Como prodrá verse, sólo esta ley demoró más de 5 años en ser debatida, aprobada y
promulgada. La urgencia de la dación de esta legislación laboral planteada por Miró
Quesada. Las principales limitaciones fueron: la falta de conocimientos de los mismos
legisladores sobre estos ternas; la falta de un sistema de información estadística que no
aparecería en el Perú sino hasta la década de 1920 y la oposición de diversos sectores
del mismo Congreso a la elaboración de una legislación que afectara los intereses de los
industriales y de los propietarios de talleres.
Los sábados se cobraba, Ganaba cinco reales diarios: cinco por seis igual treinta, tres
soles. Le daba a mi mamá 2.50 y me quedaba con 50 centavos, que para mí representaba
tener dinero para ir a comprar un chanpús agrio o de leche; me iba a comprar mi torreja
de camarones de a medio; o cualquier otra cosa. Cincuenta centavos me servían para el
sábado y el domingo.
Veamos su testimonio acerca del trabajo en la fábrica. "En Vitarte, cuando llegué a la
fábrica, el horario que encontré fue de 6.30 de la mañana a 9.00 de la noche, con su
cuarto de hora para tomar el desayuno, y su hora de salida para el almuerzo. Se salía
también a las 6 de la tarde para la comida y se regresaba a las 7 para seguir trabajando
hasta la noche. Ese era el horario de trabajo: más de 12 horas. El trabajo era a destajo:
no existía el trabajo ajornal más que para algunos peones, creo que en la herrería y en el
rodado de pacas, pero todos los que teníamos vinculación directa con el proceso de la
producción de hilados, ganábamos por lo que producíamos"
Inicialmente, Portocarrero trabajó en la sección de hilo grueso. Pero según su testimonio
en general el trabajo de mujeres y niños se realizaba en la sección devanadores.
Asimismo, "en el salón de hilanderos, también trabajaban algunos muchachos, pero no
mujeres. Había mujeres en telares, como tejedoras. Había mujeres en una sección que lo
llamaban la prensa, donde revisaban las piezas, las doblaban, las planchaban, todo eso.
En esas prensas creo que el trabajo que hacían las mujeres era ajornal, no a dastajo. Pero
después, en la sección devanadores, como en la sección de arriba, todo era a dastajo, y
claro, según el trabajo que desempeñaban. Cuando eran muchachos eran ayudantes, y
como ayudantes tenían un salario inferior al operario"
Según este testimonio creemos que el problema no es el niño y el adolescente que
trabaja, sino el sistema social que lo hace necesario y la explotación que se deriva de él.
Mientras éste exista, una legislación debe apuntar a reglamentar y proteger el traba o
infantil, como parte de los derechos de todos los trabajadores.
CONCLUSION
Como conclusiones generales podemos señalar que históricamente el trabajo infantil ha sido y
es socialmente aceptado. En las diversas etapas históricas reseñadas, el trabajo infantil
cumplió un rol complementario en las economías familiares de las clases trabajadoras así
como una etapa de aprendizaje
Es indudable que el trabajo infantil es un fenómeno social de larga data histórica y que ha
estado presente en todas las sociedades humanas. Nuestra concepción actual, y que
extendemos a priori a nuestra tradición histórica, es la de una reconocida situación de
explotación y abuso.
Sin embargo, también hay que señalar que este fenómeno es parte de la historia del trabajo y
que pese a ser conocida las condiciones desfavorables en las cuales muchas veces se realiza,
no se ha planteado su abolición, sino más bien su reglamentación. Si bien el debate alrededor
de estos temas no es históricamente nuevo, su recurrencia es pertinente. No dejamos, pues,
de lado el reconocimiento actual de que el menor debe ser protegido por su situación de
inferioridad física, mental y social.