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El aprismo y su deslinde con el marxismo

Enrique Valderrama Peña

Sucesión histórica de “infalibles” con los que Víctor Raúl Haya de la Torre no tiene
mucho que ver.

Es muy difundida y reiterativa en muchos apristas la tesis de que el marxismo es


sumamente relevante no sólo en la construcción del aprismo sino para la vigencia del
mismo en la actualidad. Esto es muy importante ya que si no se deslinda clara y
definitivamente con el autor de El Capital no se puede comprender ciertos
planteamientos y líneas de acción a nivel político del APRA, llegando incluso en ciertos
casos a una suerte de sentimiento de culpa cuando se habla de nuestro alejamiento o
viraje ideológico con respecto a de las “tesis primigenias”, que se dan por sentado
fueron neta o principalmente herencia y/o continuación del marxismo y su aplicación
en América Latina.

Además de ello es común en algunos círculos de estudios apristas en diversos


estamentos las referencias persistentes de nuestra relación de sujeción al marxismo
como sistema axiomático, adoptando la teoría de que la negación de tal vínculo es más
por imagen o ‘marketing político’ que por un asunto de lejanía real. Existe una pose
pseudo intelectual bastante arraigada de querer relacionarnos con una teoría
“universal” no teniendo en cuenta que el aprismo discutió de igual a igual con todas las
doctrinas europeas o americanas, además tal como lo señala el propio trujillano: “el
aprismo es una doctrina completa y un método de acción realista”. No debemos pues

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permitir que el complejo haga que queramos vincularnos a otras teorías para sentirnos
más cosmopolitas.

En ese sentido he encontrado algunos testimonios de militantes de larga trayectoria


que tienen discursos ardorosos y emotivos afirmando que el aprismo… ¡es marxista!
Además de ello y para entender un poco el estado actual de las cosas es básico hurgar
entre las entrevistas de los años 1980 y 1981 donde había dirigentes del Partido que
se decían marxistas; sea por asuntos de poco entendimiento cabal del aprismo o de
utilización mediática del término en la época. Estas cuestiones conducen a un
confusionismo ideológico peligroso, que se observa con más constancia a nivel
universitario, estamento en el cual se debe desarrollar un trabajo más arduo pues es la
reserva intelectual y la garantía de supervivencia de nuestro movimiento.

EL ANTIIMPERIALISMO Y EL APRA EN EL CONTEXTO DE 1970

Si queremos entender este fenómeno hemos de señalar un acontecimiento básico en la


vida del PAP, el cual marcó de manera imborrable a una generación: La reedición de El
Antiimperialismo y el APRA en 1970, luego de 34 años de la segunda edición efectuada
en 1936. Este hecho no es producto de la casualidad ni del azar, se enmarcaba en un
esfuerzo de Haya de la Torre por demostrar que las reformas de Velasco se
encontraban ya prescritas por el APRA a desde los años 1930’s y no eran originales del
régimen militar quien sólo las aplicó de manera torpe y calcando recetas sin adecuarlas
al tiempo ni a los intereses reales de la población agrícola ni a una planificación de los
recursos nacionales.

Este hecho, que estaba destinado a fortalecer al Partido, en muchos sentidos logró su
cometido, posicionando en la perspectiva histórica al PAP como adalid de las reformas
sociales que la dictadura impulsaba y alejándolo de las etiquetas relacionadas con el
conservadurismo que los enemigos de la izquierda radical marxista y del oficialismo
militar le trataba de imponer. Sin embargo, lamentablemente, también trajo un efecto
colateral quizás no previsto o más bien ineludible: condujo a la generación que se
formó en aquellos años, sobre todo a la sombra de la muerte del jefe del Partido, a la
idea de un aprismo imbuido en la semántica marxista y con el afán de
protagonizar una revolución social que prologue una revolución socialista, la
cual se auguraba que “vendría después”. Tesis finalmente dejada de lado desde 1931 y
en el desarrollo completo de la obra de Haya de la Torre.

Sería un error (en el que creo que muchos apristas de buena fe cayeron y caen) omitir
que la reedición del mencionado texto vino acompañada además del pedido de una
Asamblea Constituyente, para la reinstalación del Estado de Derecho, con el fin de
que se dicte una nueva y moderna carta constitucional que esté acorde con el cambio
de mentalidad mundial y que además tome en cuenta la transformación del Perú en un
periodo de más de 4 décadas (La última carta magna databa del año 1933, dada en
condiciones bastante cuestionables). Este pedido fue un acto continuo del aprismo en
esos años y no hay que perderlo de vista pues representa la voluntad del Partido de
querer fomentar la discusión y la restauración de la democracia en las mejores
condiciones, las cuales harían propicia a su vez la consolidación de la nación peruana,
asunto en el cual sólo el APRA manifestaba interés real igual que en el pedido de la
Asamblea Constituyente, que debía “institucionalizar las reformas”.

Este punto lo apreciamos con claridad en el discurso del día de la Fraternidad del
año 1972 donde Haya de la Torre señala:

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“Quisiera decirles algo más. Decirles que el Perú necesita una Constituyente elegida
por el libre voto popular. Vayamos a una Constituyente que reforme y reactualice
nuestra constitución, mutilada en cierta forma, imperfecta e incompleta en muchos
aspectos. Pedimos pues, elecciones para una Constituyente y les decimos a las Fuerzas
Armadas en servicio activo que apoyen esta iniciativa del pueblo que pide elegir a sus
representantes. Una Constituyente sentará las bases de la institucionalidad
democrática que el Perú necesita. No podemos evadirnos de la proyección histórica
que señalaron los patricios fundadores de nuestras Patrias. Patria y democracia son
dos conceptos que enmarcan la razón de existir de nuestros pueblos.”

Ver el fenómeno aislado de la reimpresión de El Antiimperialismo y el APRA sin tomar


en cuenta lo otro es algo peligroso y poco ilustrativo, además de que nos puede
dirigir hacia la lógica de pensar que el APRA “volvía a sus orígenes” (con la
ambigüedad de la pretendida carga marxista que para algunos representaba el libro)
sin evaluar los 50 años transcurridos desde que la obra en cuestión fue escrita. Su
publicación era necesaria en esos momentos para mostrar una etapa de nuestra
historia que mostraba a nuestro partido comprometido con las causas sociales y de
transformación del país (que siempre hemos tenido vigentes) que algunos querían
obviar tendenciosamente, pero además venía acompañada de un genuino interés
democrático y de remozamiento de las instituciones democráticas.

Podemos notar que quizás una aproximación más real del verdadero interés de Haya
de la Torre por reeditar y difundir de manera agresiva El Antiimperialismo y el APRA,
era más bien, además de acentuar las críticas a los militares y diferenciarse de
los marxistas leninistas que querían extremar las medidas, marcar una fuerte
distancia con la derecha política e insensata que planteaba regresar al pasado
como si nada hubiese ocurrido en los años del Gobierno castrense. Ahí hay un punto
básico que no se debe soslayar, puesto que lo que siempre proponemos está ligado
con la construcción de nación y fortalecimiento del sistema democrático en base a
planteamientos sujetos siempre a la realidad y a la coyuntura; no podíamos obviar de
ninguna manera que el Velascato había modificado ciertamente las cosas, afectando
los intereses de nuestra arcaica derecha terrateniente.

Hay que reconocer que en la construcción de este mito de filiación o “deuda genética”
con el marxismo colaboró de manera muy decidida el mismo Víctor Raúl, quizás por
estar dicha doctrina, en los años de El Antiimperialismo y el APRA, en la moda y usos
comunes de los revolucionarios del continente y del mundo; y luego, en épocas
posteriores, quizás para no ceder terreno ante los críticos y enemigos políticos que
buscaban encontrar contradicciones irreconciliables en el pensamiento del líder del
aprismo, los cuales además no cesaban de buscar argumentos para dividir su
construcción ideológica en fases antagónicas alabando la primera (más cerca de la
semántica marxista-leninista) y señalando como claudicante o traidora al resto de su
obra.

MARXISMO O RELATIVISMO

Existen en este punto hasta 4 versiones que parten del mismo Haya de la Torre acerca
del marxismo y que complejizan el análisis: “El aprismo ha negado al marxismo
dialécticamente”; “Soy un marxista puro”; “El aprismo es relativista y no marxista”; y
“El aprismo es el marxismo indoamericano”. Cabe señalar que en las 4 alocuciones, en
algún sentido ambiguas y hasta aparentemente contradictorias entre sí, se deja
apreciar, si consideramos el contexto y develamos la intención, una clara motivación

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del ideólogo liberteño por desmarcarse de las corrientes del marxismo y más aún
del marxismo ortodoxo.

En la primera expresión el resultado de tal negación no sería ya marxismo;


evidentemente, sería aprismo, puesto que en base al método de la tesis, la
antítesis y la síntesis ha surgido algo nuevo y superior a lo anterior. Para tener una
idea acerca de la esencia de la dialéctica para Haya podemos citar el libro Espacio-
tiempo histórico de 1948:

“El marxismo no puede quedar fuera de las leyes dialécticas que presiden la evolución
del Cosmos, de la Naturaleza y de la Sociedad. En consecuencia, el marxismo no está
tampoco más allá de las leyes dialécticas que determinan el proceso evolutivo del
pensamiento humano y de sus expresiones científicas, artísticas y filosóficas”.

Tenemos además que entender cabalmente que el marxismo, a nivel filosófico además,
está delimitado por los avances de la época, por lo tanto está restringido en su análisis
a la física de Newton, es decir que se circunscribe al determinismo. Todo ese
constructo se ve revolucionado con la teoría de Albert Einstein acerca de la relatividad
del tiempo, en ello los marxistas no tienen una respuesta clara. En este punto
deberíamos fijarnos más en el aporte de Toynbee y su influencia en el análisis aprista
de la historia, al cual creo que le debemos más que al propio materialismo histórico;
asimismo a Kant, el gran filósofo político del consenso y la libertad, autor de Sobre la
paz perpetua (1795).

La segunda afirmación se trata de una frase para deslindar con los comunistas criollos,
los cuales con su dogmatismo, actitud europeizante y propuestas inviables y
fuera de contexto desvirtuaban al marxismo. Además, esta expresión servía
también para marcar posición respecto a la órbita de la III Internacional, su afán
totalizante, sus rígidos corsés y su consabida mentalidad vertical e impositiva;
debemos entonces comprender que la defensa de esta máxima en Víctor Raúl iba más
en el sentido de distingo que de adhesión, siendo empleada siempre para esos
efectos de manera utilitarista.

La tercera alocución a mi entender sería la que realmente prima a lo largo de la obra


del célebre trujillano y que se deja apreciar primero de manera incipiente en la carta
de Víctor Raúl a Juan Seoane del 4 de Diciembre de 1932, donde afirma que:

“El aprismo no es un dogma cerrado y arbitrario, sino una línea de acción hacia el
infinito, hablando filosóficamente y aplicando este concepto relativo a nuestra historia,
vale decir: si curvo es el infinito (Einstein), curva será nuestra línea, si recto, recta.”

Para un análisis posterior creo que esta cita del folleto de 1940, La verdad del
aprismo, es muy importante: “La política es relativista y sólo adoptando este ángulo
de observación de los problemas del mundo podrá llegarse a una explicación de la
realidad nacional e indoamericana y del complejo panorama universal contemporáneo”.

En la línea de redondear su análisis y de profundizar en esta frase, que en mi opinión


es la que mejor representa la postura del aprismo a lo largo de su construcción
ideológica/filosófica, podríamos traer a colación dos entrevistas a Víctor Raúl Haya de
la Torre; la primera otorgada el 25 de enero de 1962 en conferencia de prensa a nivel
nacional, en la cual se desmarca contundentemente del socialismo:

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“Sostenemos que el socialismo es inapropiado para nuestros países, que están
cumpliendo su etapa de desarrollo económico, de industrialización. Dentro de ellos no
se pueden aplicar los principios del socialismo, porque aquí no es el problema mayor el
de la redistribución de la riqueza, --que ya hemos visto cuán exigua es-- sino el de la
creación de la riqueza”. La segunda entrevista que mencionamos es aquella brindada
en Febrero de 1963 para la revista Caretas en donde señala: “Quien conoce al APRA
sabe que es relativista y quien conoce al marxismo sabe que es determinista. Y quien
conozca algo de filosofía sabe que estas dos escuelas son antagónicas”.

Esta última sin duda, para efectos probatorios de nuestra hipótesis es crucial.

Finalmente la cuarta frase no hace más que reafirmar el carácter auténtico del
aprismo, usando aún la “etiqueta” marxista, pero desvirtuándola completamente, este
“marxismo indoamericano” no guarda en ningún sentido relación con el marxismo de
Marx o de Lenin y menos con la oficialidad de la III Internacional; es por tanto otra
utilización meramente nominal de Marx, sin acoger sus principios ni su análisis
histórico. El aprismo ya era integracionista, en pro de la defensa nacional y
democrático; cuestiones que lo alejan más del alemán de lo que lo acercan. Es una
tarea importante implementar la idea de descartar el concepto del aprismo como
"marxismo indoamericano" o sea un derivado o subproducto regional del
marxismo. El aprismo, más aún desde la arista del espacio-tiempo histórico es no
sólo original sino universal y debemos por lo tanto defender su identidad con
orgullo vigoroso.

¿EN QUÉ BASA EL APRISMO SU VIGENCIA?

Sin pecar de categórico o intelectualmente osado, afirmo que el aprismo no sólo en la


actualidad si no en sus inicios se desmarcó del corpus doctrinal marxista de un modo
tajante y original. Creo además que, si bien en El Antiimperialismo y el APRA existen
conceptos y términos de uso marxista, la primacía del tema nacional y del frente único
de clases, los planteamientos continentalistas, la lucha contra el imperialismo y el
mismo Estado antiimperialista son sumamente distintos a lo que se conceptuaba a
partir de Marx y Lenin en el desarrollo de la idea de la “dictadura del proletariado”, de
la “democracia proletaria” y del materialismo dialéctico.

Ahora, para contrastar nuestro pensamiento con las teorías del “socialismo científico”
hay que tener claro cuáles son los pilares que han sostenido al aprismo a lo largo de
los tiempos y lo básico del aporte del Marx y Engels a la teoría política. ¿En qué basa
finalmente el aprismo su vigencia? Creemos que existen cuatro consignas que, pese a
las alianzas políticas o estrategias coyunturales, se han mantenido incólumes en
nuestro ideario y nuestra acción política, estas serían: la soberanía popular, la defensa
irrestricta de la democracia, la integración continental y la búsqueda de la justicia
social de manera constructiva y consensuada.

En cuanto a la soberanía popular, es decir el gobierno del pueblo para el pueblo


con derecho a la insurgencia contra el dictador, podemos afirmar que es un
principio básico en el entendimiento de nuestro doctrina ya que abordamos la
revolución como un proceso de lucha nacional y de pueblos, en ese sentido también
rescatamos las tradiciones y conquistas históricas que han formado ese nacionalismo,
como es el caso del republicanismo radical, basado en la lucha por la libertad del Perú
frente al dominio externo. Además de ello es vital entender este concepto en su plena
dimensión puesto que nuestra revolución social se manifiesta como una recuperación y
ampliación de la democracia y del derecho popular al dominio pleno de nuestro destino

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y de nuestras tierras; por consiguiente, la revolución emancipadora y libertaria y sus
grandes ideales son parte de nuestra herencia y no un pasado vergonzante ó parte de
un proceso o una etapa más en la historia para acentuar ó instaurar la dominación de
un grupo o una clase como lo consideran los marxistas.

La defensa de la democracia se muestra sin duda como una consigna de la que el


APRA en ningún momento ha transigido o ha canjeado. A pesar de concertar alianzas
con algunos de nuestros más tenaces perseguidores, éstas siempre tuvieron en la
democracia su basamento y su explicación. Desde el congreso de 1931 del PAP en el
que se determinó los lineamientos del aprismo “de aquí en adelante” (dejando de lado
todos los esbozos previos y adoptando un “canon” definitivo para nuestra doctrina), se
dejó en claro que el fin de nuestro Partido era la transformación de la sociedad y la
búsqueda de la democracia y que éstas metas se conseguían en base a llegar a la
consciencia del pueblo expresado en el respaldo del mismo en las urnas. Esta
democracia, cabe acotarse, es entendida como una democracia no formal sino
social, donde todo se fiscaliza y todos pueden hacerse oír.

La integración continental es una bandera en la que apreciamos la originalidad del


aprismo como movimiento político, además de ser un medio para la defensa contra el
imperialismo y la vía del progreso para Indoamérica; en este punto a lo largo de los
tiempos desde que existe el PAP (y antes de 1931 en el APRA continental y aún antes
en las Universidades Populares González Prada de 1921-1923, antecedente
imposible de obviar de nuestra ideología, así como en el movimiento de la reforma
universitaria de 1919) la unidad continental ha sido uno de los pilares que ha
determinado nuestra identidad y nuestra trascendencia. Cabe señalar con mucho
énfasis que la integración continental no es sólo un discurso lírico y lejano, sino todo
un desarrollo doctrinal en Haya de la Torre, una postura urgente y sólida a nivel
filosófico en Antenor Orrego y un imperativo de acción en Manuel Seoane y Andrés
Townsend, fundadores de la Unión Latinoamericana y del Parlamento
Latinoamericano, respectivamente y militantes del APRA, grandes adalides en
Indoamérica en este punto; a pesar de que el último dejó las filas del PAP hay que
recordar sus aportes en este y otros sentidos.

Finalmente, la justicia social es otro concepto del cual nunca nos hemos apartado,
entendiéndolo a la luz de cada espacio-tiempo, puesto que la Justicia social ha de
determinarse en base a las carencias y necesidades del momento. Por ejemplo cuando
no había cobertura del servicio de educación a nivel nacional, era una bandera aprista
pedirlo de forma gratuita y general para todos los peruanos. Si hoy en día ya
alcanzamos casi en su totalidad esta meta, la justicia social en el aspecto educativo
estaría ligada ahora más bien a dar una educación de calidad para todos, la cual
influirá mucho en la igualdad de oportunidades para encarar los retos del Perú y del
mundo contemporáneo.

Debemos entender este concepto en el sentido de ser una justicia social de corte
constructivo y consensual, sin radicalismos y beneficiando siempre a las mayorías
sin demagogia o violencia, y sin claudicación en su permanente y constante
implementación y perfeccionamiento. Considerando cada reforma a nivel político y
económico, toda concesión económica debe tener su correlato democrático y toda
reforma democrática debe tener su correlato económico, son cuestiones
complementarias e inseparables.

NO TODO SOCIALISMO ES MARXISTA

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Ahora, una vez esbozados nuestros principios, y entrando al motivo de nuestro análisis
debemos empezar por admitir que los planteamientos y axiomas de Marx, Engels y
Lenin fueron aportes básicos a las ciencias sociales y representaron sin duda una
esperanza metodológica y de línea de acción para cambiar la sociedad tal cual la
conocieron. Forman parte de la constelación que construyó la corriente socialista, pero
no fueron los únicos aportes.

Antes de Marx y de los marxistas ya se había conceptuado la lucha de clases y la idea


de una sociedad sin explotadores ni explotados. Los esfuerzos de Flora Tristán como
fundadora del socialismo son muy importantes y habría que revisar con mayor
detenimiento, Pierre-Joseph Proudhon también tuvo un aporte fundamental en ese
sentido, además de legarnos la parte de su obra en la que afirma el mutualismo y el
cooperativismo como tesis, de la cual también hemos tomamos mucho los apristas;
Ferdinand Lasalle quien también estudió el fenómeno social de la lucha de clases, es
otro de los grandes pensadores socialistas que antes de Marx ya hablaban del
mencionado concepto.

Ahora, si como hemos visto ya existía el pensamiento socialista y se había


conceptuado ya la tensión entre sectores de la sociedad (lucha de clases) ¿cual es la
tesis o el aporte fundamental del marxismo?; en palabras de Lenin en El Estado y la
Revolución:

“Lo fundamental en la doctrina de Marx es la lucha de clases. Así se dice y se escribe


frecuentemente. Pero no es exacto. De esta inexactitud se deriva la tergiversación
oportunista del marxismo, su falseamiento en un sentido aceptable para la burguesía.
Porque la teoría de la lucha de clases no fue creada por Marx, sino por la burguesía
antes de Marx, y es en términos generales aceptable para la burguesía. Quién
reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía
dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el
marxismo a la teoría de la lucha de clases es limitar el marxismo, tergiversarlo,
reducirlo a algo que la burguesía puede aceptar. Marxista sólo es el que hace extensivo
el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del
proletariado. En ello estriba la principal diferencia entre un marxista y un pequeño
burgués (o gran burgués) adocenado.”

Ahora en este punto muchos podrían afirmar que ésta bien pudo ser una frase de Lenin
para aprovechar políticamente la obra del alemán y que no refleja la realidad y la
trascendencia del marxismo; dejemos que el propio Karl Marx, en este fragmento de
una carta a Weydemeyer del 5 de Marzo de 1852, nos despeje esta duda:

“Por lo que a mi se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de


las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Muchos antes que yo, algunos
historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de
clases, y algunos economistas burgueses, la anatomía económica de éstas. Lo que yo
he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases va unida a
determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases
conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que ésta misma dictadura
no es de por si más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una
sociedad sin clases...”

Un asunto importante es además la idea que tenían del Estado como maquinaria de
represión los marxistas y de lo que la clase revolucionaria debería hacer en ese

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sentido, concretamente apreciemos lo que afirma Lenin en El Estado y la
Revolución:

“De momento bastará señalar que la manera corriente, vulgar de ‘entender’ las
notables palabras de Marx citadas por nosotros consiste en que Marx subraya aquí la
idea del desarrollo lento, por oposición a la toma del poder y otras cosas por el estilo.
En realidad es precisamente lo contrario. La idea de Marx consiste en que la clase
obrera debe destruir, romper, la máquina estatal existente y no limitarse a apoderarse
de ella”; como sabemos el aprismo busca mediante el voto popular construir nación,
transformar el estado, volverlo más justo e inclusivo, en ningún sentido destruirlo o
destruir su “maquinaria burocrática”.

Agregaré dos citas para dilucidar cualquier duda al respecto de lo que pregonaban los
representantes del “socialismo científico”, la primera de Engels en la cual denostó a
sus adversarios políticos, los “antiautoritarios” anarquistas; veamos lo que dice
Friedrich:

“¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es,
indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto mediante el cual una
parte de la población impone su voluntad por medio de fusiles, bayonetas y cañones,
medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, sino quiere haber luchado en
vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus armas inspiran a los
reaccionarios.”

La última nos pone una vez más a Lenin como protagonista y es acerca de los
mecanismos para alcanzar sus sublimes fines y acerca del capitalismo de Estado, esta
cita se encuentra en El infantilismo “izquierdista” y el espíritu pequeño
burgués:

“Mientras la revolución tarde aún en ‘nacer’ en Alemania, nuestra tarea consiste en


aprender de los alemanes el capitalismo de estado, implantarlo con todas las fuerzas,
en no escatimar métodos dictatoriales para acelerar su implantación más aún que
Pedro I cuando aceleró la implementación del occidentalismo en la bárbara Rusia, sin
reparar en medios bárbaros de lucha contra la barbarie. “

Hay que señalar que lo que el marxismo-leninismo legó a nivel de aplicación de estas
teorías en el mundo se ve gráficamente expuesto en la URSS y todas las libertades
conculcadas por ésta y aportó al mundo un nuevo peligro imperialista, llamado
“socialimperialismo” por Víctor Raúl Haya de la Torre, que se sumó al imperialismo ya
existente y puso al mundo en medio de una dicotomía asfixiante de dos superpotencias
en pugna por la hegemonía nuclear y en busca de implantar sus respectivos sistemas y
sumar a sus órbitas nuevos eslabones dependientes. Para tener una idea de lo que
pensaban los dirigentes de la URSS y de su sensación de estar en el camino correcto
apreciemos esta cita del Programa del Partido Comunista de la Unión Soviética
del XXII Congreso del 31 de Octubre 1961, que a la luz del tiempo revela lo
equivocadas de sus percepciones:

“La tercera parte del género humano construye una nueva vida bajo la bandera del
comunismo científico. Los primeros destacamentos de la clase obrera que se
sacudieron el yugo del capitalismo facilitan la victoria de nuevos destacamentos de sus
hermanos de clase. El mundo del socialismo se extiende, y el mundo del capitalismo se
reduce. El socialismo sustituirá inevitablemente por doquier al capitalismo. Es ésta una
ley objetiva del desarrollo social. El imperialismo es impotente para detener este

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invencible proceso emancipador. La época actual, cuyo contenido principal lo
constituye el tránsito del capitalismo al socialismo, es la época la lucha de dos
sistemas sociales opuestos, la época de las revoluciones sociales y de la liberación
nacional, la época del hundimiento del imperialismo y la liquidación del sistema
colonial, la época del paso de más y más pueblos al camino del socialismo y del triunfo
del socialismo y el comunismo en escala mundial”

Queda claro entonces por lo antes expuesto que es necesario zanjar cualquier etiqueta
de parentela íntima con estas tesis por sus características ineludiblemente dogmáticas,
deterministas, violentistas, que menosprecian el derecho, el Estado mismo, la idea de
nación, que además no han sido viables en ningún parte del planeta hasta la
actualidad y por sobre todo por su puesta en segundo plano de la democracia,
asunto frente al cual no podemos transigir bajo ningún punto de análisis.

En rebelión contestataria frente a ellas el aprismo es una doctrina autónoma y su


primer punto de autonomía y ruptura con el marxismo es el concepto popular,
pluriclasista y nacional de la revolución. Hemos de reconocer que existen en ellas
sin duda una novedad a nivel de propuesta política, método de acción y de descripción
de la realidad y han sido inspiradoras de lucha y de una emoción social genuina en
muchas latitudes del orbe, pero eso no puede hacer que dejemos de lado su esencia
incompatible con nosotros y con los cuatro principios que hemos analizado, los cuales
nos definen identitariamente a mi modo de entender como apristas en perspectiva
histórica y en su espacio y tiempo.

Finalmente y esta es la conclusión que quiero compartir con ustedes, a la luz de


nuestra diferenciación del marxismo y en honor a nuestra originalidad
indoamericana, podemos afirmar que el aprismo es relativista, realista,
democrático, revolucionario y antiimperialista constructivo y busca la
democracia social, la integración continental, la afirmación de la soberanía
popular y la justicia social en sentido amplio.

Esta es la verdadera esencia del aprismo que nos emparenta a nivel libertario con la
revolución francesa, con las consignas de los socialistas a nivel más moral que
normativo en pro de una sociedad más justa sin llegar a dogmas teóricos inmutables,
con la idea bolivariana de la integración continental, con el análisis de la historia de
Toynbee, y con la relatividad y el espacio-tiempo de Albert Einstein.

Viva La Patria Grande!


Viva el APRA!
Viva el Perú!

Enrique Valderrama Peña

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